La apachería en el siglo XVIII (1)

1701

* El 13 de febrero de 1701, el teniente Pedro de Peralta escribe al sacerdote jesuita Eusebio Francisco Kino sobre las incursiones apaches al este de la parte superior del río San Pedro, cerca de las montañas Chiricahua ([Chiricahua Mountains, Cochise County, Arizona]. A comienzos de siglo, los apaches habían consolidado su presencia en prácticamente la totalidad de Arizona y Nuevo México, así como en la parte occidental de Texas, pero la presión de otras tribus nativas, especialmente los comanches [que les disputaban los grandes rebaños de bisontes en las praderas], empujó a los apaches hacia la frontera española, pues sus enemigos les cerraron el paso hasta los comerciantes franceses de la zona del Mississippi y el noreste de Texas, impidiendo que pudieran adquirir las armas de fuego que los propios comanches consiguieron, y que los españoles negaban a los apaches; estos fueron forzados por los comanches a replegarse hacia el suroeste de Texas y el sur de Nuevo México, manteniendo su presencia en Arizona. Ante la precariedad de esa nueva situación, los apaches comenzaron a hostigar los establecimientos españoles en busca de ganado, enconándose la situación al ver estos no una forma de lucha por la subsistencia, sino solamente robos, asaltos y depredaciones. Así, los militares y misioneros españoles, cansados de la supuesta o real belicosidad apache, solicitaron el empleo de medidas radicales, con frecuentes episodios de violencia [castigos corporales, esclavitud y deportaciones], que enfurecieron a los apaches muy celosos de su libertad.

Un informe de Kino decía: En esta época, en enero y febrero, los apaches entraron, para sus acostumbrados robos anuales; y después de robar caballos … en varios lugares … ellos … hicieron graves daños …).

* En 1701, pimas de la misión de San Xavier del Bac (Pima County, Arizona) salen de campaña con los soldados de la Compañía Volante de Sonora, al mando del alférez Juan Bautista Escalante, para enfrentarse a apaches, jocomes y janos.

1702

* El 2 de abril de 1702, Pedro Rodríguez Cubero, gobernador de Nuevo México, escribe al virrey, Juan de Ortega, diciendo: Los apaches del Acho, apaches jicarillas, apaches de Trementina, apaches de los llanos, y apaches faraones, están ahora todos en paz. (El cabildo de Santa Fé [Santa Fe County, New Mexico] felicitó a Cubero por conseguir la pacificación de dichos apaches.

Estas denominaciones parecen haber sustituido al uso generalizado del de los apaches vaqueros e implica una familiaridad cada vez mayor de los escritores españoles con la dificultad de la identidad apache.

Los apaches de Trementina es un término usado para denominar, según algunos historiadores, a una rama de los apaches lipanes en Texas).

1703

* El 28 de enero de 1703, el teniente de la Pimería, Juan de Casaos, escribe una carta al jesuita Eusebio Kino señalando a los apaches como los auténticos enemigos y solicitando la ayuda de los pimas para luchar contra ellos: Dios nos conceda que podamos lograr y coger a estos malévolos apaches y les demos un porrazo bueno, y para ello solicitaré convocar alguna gente del Poniente, y así V. R. solicite la del Norte para que todos juntos hagan algo bueno.

* En 1703, el cabildo de Santa Fé (Nuevo México) se queja al gobernador por la venta de caballos a los apaches jicarillas. (Futuros gobernadores como José Chacón Medina, marqués de la Peñuela, intentaron frenar ese comercio imponiendo severos castigos a los autores. Si era español, sería desterrado por un período de dos años a la zona de los nativos Pueblo de los zuñis. Si era nativo Pueblo recibiría 100 azotes. A pesar de eso, esa práctica continuó, como atestigua otro bando publicado en 1718 por el gobernador Antonio Valverde y Cosío prohibiendo la venta de caballos, en este caso por parte de los soldados de la guarnición).

1704

* En marzo de 1704, el gobernador de Nuevo México, Diego de Vargas, guía una expedición de 50 soldados contra los apaches, que sale de Santa Fe ([Santa Fe  County, New Mexico]. Fueron recibidos en Bernalillo [Sandoval County, New Mexico] por un destacamento de nativos aliados. Los exploradores de Vargas informaron que los apaches faraones habían sido vistos cerca de Taxique. El gobernador aceleró para interceptar al enemigo al este de las montañas Manzanos [Manzano Mountains, Torrance County, New Mexico]. Sin embargo, la campaña terminó ahí porque el 1 de abril, Vargas enfermó, regresando a Bernalillo donde murió pocos días después, el 8 de abril.

Antes de morir, nombró a su teniente Juan Páez Hurtado gobernador interino de Nuevo México, estando en el cargo hasta el 10 de marzo de 1705. No está claro si la muerte de Diego de Vargas fue provocada por las heridas causadas por apaches faraones. Según un nativo tewa del pueblo de Santa Clara [Gran County, New Mexico], los españoles se enfrentaron a navajos, apaches jicarillas, apaches del Acho, apaches de Trementina, apaches Limita, apaches del Gila y apaches faraones.

El nombre de apaches Limita [Limitas o Lemitas] es de origen incierto, aunque parece que eran una rama de los apaches lipanes).

* En julio de 1704, solo unos meses después de la muerte de Diego de Vargas, el gobernador interino de Nuevo México, Juan Páez Hurtado, envía una fuerza de 44 soldados y 110 nativos auxiliares a las montañas Sandía (Sandia Mountains, Bernalillo & Sandoval Counties, New Mexico) para terminar la campaña  comenzada por Vargas contra los apaches.

1705

En 1705, Francisco Cuervo y Valdés, el nuevo gobernador de Nuevo México desde el 10 de marzo de 1705 hasta agosto de 1707, logrará la reconciliación de los nativos Pueblo, excepto la de los hopis (los más occidentales del noreste de la actual Arizona) y organizará campañas contra los apaches y navajos. (Hay quien dice que los españoles no tenían esclavos, porque lo prohibía la ley, sino que eran sirvientes.  

Hay indicaciones que a principios del siglo XVIII, los cautivos, en su mayoría apaches, eran vendidos como esclavos. Hay referencias en 1705 a la denominación de esclavos apaches en documentos gubernamentales y de la Iglesia. Sin embargo, a mediados del siglo XVIII, los documentos cambian de denominación llamándoles sirvientes. El estatus de los cautivos cambió a lo largo de los años y en la década de 1740 fueron utilizados como sirvientes que podían ser castigados penalmente ya que no eran exactamente esclavos.

La mayoría de los sirvientes de Nuevo México eran apaches, navajos o utes, las tribus que más combatieron la ocupación española. Por ley, ningún nativo Pueblo podía ser utilizado para trabajo personal”, y la vulneración de esa norma se castigaba con cárcel y multas. Sin embargo, el estatus de los nativos “no cristianos” era diferente. Los españoles no sentían que hacían nada malo al llevar cautivos a sus hogares y cristianizarlos. De hecho, el gobierno y la Iglesia lo alentaron porque así, algunos “hostiles” podían cristianizarse).  

1706

En julio de 1706, el sargento mayor Juan de Ulíbarri (o Juan Uríbarri), comandante del distrito de Pecos Pueblo (San Miguel County, New Mexico), sale de Taos (Taos County, New México) al frente de 20 soldados, 12 milicianos y 100 nativos aliados, en busca de franceses y nativos hostiles, y también para traer de vuelta a Nuevo México a los nativos Pueblo Picurís que habían huido en 1696. (Después de cruzar [y denominar] numerosas cimas, valles y ríos, Ulíbarri encontró las primeras rancherías apaches a 65 km al noreste de Taos, mencionando a los apaches Conejeros, apaches del Achos y apaches Ríos Colorados. Los españoles habían visto a algunos de estos apaches comerciando en Taos, diciendo que estaban contentos de que les visitaran en su territorio, no suponiendo ninguna molestia para ellos. También dijeron que había otras tribus apaches al este, como los Penxayes, Flechas de Palo, Lemitas y Trementinas que, quizás, no fuesen tan amistosas porque eran «ladrones«, habiendo sufrido ellos también sus depredaciones. Ulíbarri agradeció la información obsequiándoles con regalos.

Después se dirigió al norte, penetrando en lo que hoy es Colorado [valle de San Luis, Cuchara Pass y río San Juan Bautista, hoy Huerfano River] hasta el Arkansas [que él llamó con su nombre nativo, Napestle] y descendiendo por él se topó, dos días más tarde, con pequeños grupos de apaches de La Xicarilla, Flechas de Palo y Carlana, que habían bajado de la Sierra Blanca [no confundir con la Sierra Blanca de New Mexico] entre los ríos Arkansas y Canadian. Estos apaches jicarillas, guiados por Ucase, se mostraron muy amistosos con los españoles, diciéndoles que estaban muy contentos de que los hombres blancos fueran a sus tierras. Dijeron a Ulíbarri que, a su regreso, les encontrarían reunidos en sus rancherías, dirigidas por su jefe Ysdalnisdael, al que los españoles llamarían posteriormente El Cojo, prometiéndole que si iban a visitarlos, les obsequiarían con lo mejor que tuvieran. Los jicarillas afirmaron que no eran ladrones y que se ocupaban en sembrar y cosechar sus cultivos de maíz, frijoles y calabazas. Ulíbarri viendo el buen carácter de estos jicarillas les dejó algunos caballos agotados para que los llevaran a sus rancherías con intención de recogerlos a su vuelta. Antes de irse repartió regalos entre ellos. 

Continuaron avanzando, encontrando una plantación junto a un río perteneciente a los apaches Penxayes, quienes se acercaron a los españoles con temor, pero cuando Ulíbarri los convenció de que iban en paz y ordenó que nadie dañara los cultivos, dieron la bienvenida a los españoles. Los apaches Penxayes dijeron que se estaban reuniendo para defenderse de un posible ataque de una coalición de utes y comanches.

En este lugar, cerca de la actual Pueblo [Pueblo County, Colorado] el grupo se dirigió al este. Los siguientes días viajaron a través de las secas llanuras del este de Colorado, perdiéndose entre la vasta extensión de pastizales. Fue por casualidad que los exploradores encontraron la primera de las rancherías de apaches Cuartelejos, en un sitio llamado por ellos Tachichichi. Después de una corta estancia, el jefe de los exploradores regresó a donde estaba el grupo, acompañado por el jefe apache y varios guerreros, siendo recibido con agrado por Ulíbarri. Los otros exploradores se quedaron en la ranchería participando en una fiesta.

Por él se enteró de que hacía cuatro días habían matado a un hombre blanco y a su mujer, asumiendo que eran franceses. Los apaches le habían quitado su mosquete, un poco de pólvora, una cazuela y un gorro rojo perteneciente al hombre, diciendo que lo enseñarían todo cuando fueran a la ranchería principal.  Al día siguiente, la expedición salió para Tachichichi, donde los apaches salieron a su encuentro con gran alegría, ofreciéndoles carne de búfalo y maíz. Allí parlamentaron con una delegación de apaches y con tres nativos Pueblo Picurís de la ranchería principal situada en El Cuartelejo. Los nativos Pueblo aseguraron que, tanto ellos como los apaches, estaban muy contentos de la presencia de los españoles y que serían bien recibidos en El Cuartelejo. Los apaches proclamaron su enemistad con los pawnees y con los jumanos, a los que Ulíbarri no les llevó la contraria para no hablar de la misión que consistía en llevar a Nuevo México a los nativos Pueblo Picurís que habían huido en 1696. Al mencionar la amenaza de pawnees y jumanos, Ulíbarri insinuó que lo mejor para los apaches era tener buenas relaciones con los españoles.

Al día siguiente, los españoles se dirigieron al asentamiento principal, en El Cuartelejo. Hay dudas de la ubicación exacta de El Cuartelejo, habiendo dos ubicaciones posibles: Otero o Kiowa County, en el este de Colorado; o la más aceptada, el Scott County, en el oeste de Kansas. Fueron recibidos por muchos jefes apaches, dándoles la bienvenida, desarmados y con gran alegría, ofreciéndoles carne de búfalo, maíz, ciruelas y tamales [nombre de varios platos nativos preparados con masa de maíz rellena de carnes, vegetales, frutas, salsas y otros ingredientes, envuelta en hojas de mazorca de maíz]. Después los jefes llevaron a los españoles a una colina donde habían erigido una gran cruz. Tras una breve ceremonia, los españoles llevaron la cruz al asentamiento, donde fueron recibidos por muchos de los nativos Pueblo Picurís. Después de la toma de posesión oficial de la nueva provincia de San Luis [Colorado y oeste de Kansas] y el gran asentamiento de Santo Domingo del Quartelejo [El Cuartelejo, oeste de Kansas] como parte de la gobernación de Nuevo México, Ulíbarri distribuyó regalos para demostrar las buenas intenciones de los españoles. Entonces explicó que su propósito era llevar de vuelta a Nuevo México a los nativos Pueblo, advirtiendo a los apaches de que cualquier resistencia daría lugar a un gran castigo. Los apaches accedieron e incluso dijeron que irían a buscar a los nativos Pueblo dispersos por el resto de rancherías.

Ulíbarri se enteró de que los pawnees comerciaban con los blancos [franceses] vendiéndoles cautivos apaches en el río Nasatha [río Mississippi]. Los apaches sugirieron a los españoles que se les unieran en un ataque conjunto contra sus enemigos pawnees como muestra de buena fe. Ulíbarri ofreció todo tipo de excusas para evitar la campaña propuesta, pero prometió que él, u otros españoles, volverían para ayudarles en el futuro.

Los apaches enseñaron el moderno mosquete que habían cogido al francés, siendo inspeccionado con gran interés. Cuando un francés que iba con los españoles dijo que reconocía el arma y que pertenecía a unos parientes, los apaches desconfiaron. Inmediatamente, cambiaron su historia, informando a los españoles que el portador del arma era un conocido jefe pawnee.

Es evidente que los apaches no distinguían bien entre un español y un francés, especialmente si este iba con los españoles. Probablemente, estaban confundidos por las declaraciones del francés y las interpretaban en el sentido de que los hombres de Ulíbarri argumentaban que la víctima era española. Por lo tanto, alteraron su historia para evitar la venganza española por la muerte de uno de los suyos.

Ulíbarri envió a tres grupos para recoger a los nativos Pueblo Picurís. Una de las rancherías estaba a 193 km de distancia, lo que indica que los apaches Cuartelejo controlaban una vasta extensión de las llanuras. Después de la celebración de una ceremonia para conmemorar la ocasión, Naranjo y Juan Tupatú, enviados por Ulíbarri, exigieron la entrega de todos los nativos Pueblo, a lo que el jefe Ysdelpain, jefe de esas rancherías lejanas, accedió. Cuando los tres grupos volvieron con los nativos Pueblo, Ulíbarri dijo a su gente que habían rescatado a 62 nativos Picurís de la esclavitud y la barbarie de los apaches.

Juan de Ulíbarri dio a un joven llamado Yndatiyuhe [presuntamente apache lipán] séptimo hermano de otros seis jefes, un bastón de mando que simbolizaba su autoridad como gran capitán de toda la Apachería: Y auiendo dispuesto cargasen algunas talegas de maíz que traian y a las mugeres y niños nos despedimos y salimos a la buelta de nuestro biaxe dho [dicho] dia Viernes treze auiendoles antes dado el baston de Cappn Capitán de toda la Apacheria a el qe por tal le tenían todos, que es un Yndio moso de buen cuerpo y rostro llamado en su lengua Yndatiyuhe, hermano de otros seis Cappnes llamados los dos mas principales el uno, Yyastipaye, y el otro Dauilchildildice. [Los nombres de los jefes apaches Ysdelpain, Yyastipaye, e Yndatiyuhe tienen una similitud fonética parecida, a nombres de grupos apaches como Chipayne, Chipaine, Chilpayne, Ipaynde, Lipan-nde, relacionados con los apaches lipanes].

En el viaje de regreso, la expedición se detuvo en la ranchería de Ysdalnisdael, llamado por los españoles El Cojo, para recoger los caballos que les habían dejado para que los cuidasen, celebrando los apaches el regreso de los españoles a quienes informaron que, durante su ausencia, una coalición de utes y comanches habían atacado dos rancherías, una de apaches Carlanas y Sierra Blanca tribu; y otra de apaches de Penxayes.

Los apaches carlanas eran una división de los apaches llaneros, también conocidos como Sierra Blanca, que vivían en el sureste de Colorado.

El nombre de apaches Penxayes su usó por primera vez en 1706, estando estrechamente asociados a los apaches carlanas.

Los españoles continuaron su camino hasta llegar a Picurís [Picuris Pueblo, Taos County, New Mexico] donde los nativos hicieron una gran fiesta para celebrar el regreso de sus parientes. Finalmente, llegaron a Santa Fé [Santa Fe, County, New Mexico].

La expedición de Ulíbarri fue importante por varias razones. En primer lugar, la cantidad de nombres tribales apaches indica la dificultad de identificar a los apaches. En su diario, Ulíbarri mencionó no menos de nueve tribus. Algunas, como la de los Achos y Conejeros, eran nombres familiares para los españoles. Otros, como los Penxayes, Lemitas y Flechas de Palo, eran nuevos nombres que aparecieron por primera vez en el diario de Ulíbarri. Muchos de los nombres, que podrían haber tenido algún significado para Ulíbarri y sus contemporáneos, ahora son confusos. De hecho, casi todos ellos desaparecieron y fueron sustituidos por la denominación de jicarillas, lipanes o mescaleros. Por desgracia, a menudo no hay relación directa entre la nomenclatura antigua y la actual.

En segundo lugar, la expedición mostró que la mayoría de los apaches que vivían al noreste de Santa Fé [Santa Fe County, New Mexico] eran amistosos con los españoles. Estas afirmaciones llevó a dos conclusiones posibles: que los apaches estaban realmente involucrados en incursiones contra asentamientos españoles, pero querían desviar las sospechas españolas hacia otros nativos y así, librarse; o que realmente eran inocentes, pero sabían por experiencia que los españoles siempre buscaban una excusa para atacar y capturar esclavos. Por lo tanto, los apaches querían que se supiera su inocencia y si se producía algún ataque, que se supiese que era cometido por otros nativos. En cualquier caso, los apaches estaban muy contentos con la presencia española debido a la protección que esta ofrecía contra sus enemigos. Al ayudar a los españoles, los apaches esperaban obtener su ayuda contra la alianza de utes y comanches; y/o la alianza de franceses y pawnees que empezaban a amenazar su predomino en las llanuras.

En tercer lugar, la campaña revela que, al menos en 1706, los apaches ocuparon una gran área, controlando las llanuras del norte al este de Colorado; el oeste de Kansas; así como las llanuras de Texas, más al sur. Las tribus apaches encontradas por Ulíbarri se dedicaban también a la agricultura, cultivando una gran variedad de cultivos.

Por último, Ulíbarri señaló que los apaches de El Cuartelejo parecían tener una disposición favorable hacia el cristianismo. Durante su visita, vio numerosas cruces, medallones y rosarios. Cuando preguntó por ellos, los apaches respondieron que cuando entraban en combate y se cansaban, esos adornos les recordaban al gran capitán de los españoles que está en el cielo, dándoles fuerzas de nuevo. En las ceremonias religiosas celebradas en las dependencias que ocupaban los españoles en El Cuartelejo, los apaches actuaron con reverencia e incluso imitando los actos de los españoles. El gobernador de Nuevo México quedó favorablemente impresionado por el informe de Ulíbarri, manteniendo grandes esperanzas de extender la influencia española en la región.

La promesa de Ulíbarri de volver para ayudar a los apaches Cuartelejos contra sus enemigos, o no era sincera, o se retrasó por otros problemas surgidos en Nuevo México. Los utes y comanches, aunque no abiertamente hostiles hacia los españoles, fueron vistos como una amenaza potencial por el aumento de sus ataques contra los apaches con quienes los españoles estaban tratando de forjar una paz duradera. Otra amenaza más directa fue con los navajos. Los apaches faraones [sean jicarillas o mescaleros] también aumentarían sus incursiones los años siguientes al regreso de Ulíbarri. Los apaches faraones, que vivían en las montañas Sandía [Sandia Mountains, Bernalillo & Sandoval Counties, New Mexico] eran más problemáticos. Los nativos de Pecos, que estaban en general en términos amistosos con los apaches faraones de las montañas Sandía, se referían a ellos como indios ladrones).

1707

En septiembre de 1707, el capitán Juan Páez Hurtado dirige una expedición de 36 hombres contra un grupo de 150 apaches faraones (jicarillas o mescaleros) que habían atacado el pueblo de Pecos (San Miguel County, New Mexico), matando a tres e hiriendo a dos apaches.

1708

El 1 de abril de 1708, el misionero jesuita, Miguel Guerrero, escribe al sacerdote José Pallares, informándole de los asaltos y robos cometidos por los apaches en los pueblos de Bacadéguachi (Sonora), Nácori (municipio de Nácori Chico, Sonora) y San Ignacio (municipio de Magdalena de Kino, Sonora), estando el primero de ellos totalmente expuesto a sus incursiones. (Poco después, el 15 de abril de 1708,  Miguel Guerrero, escribió al padre visitador, Francisco María Píccolo, para informarle de las depredaciones de los apaches en los pueblos de Bacadéguachi, Casas Grandes [Chihuahua], Gúachinera [municipio de Huachinera, Sonora], y Nácori, quejándose del desamparo en el que se encuentran las misiones y los pueblos del norte de Sonora).

1710

En 1710, se produce la rebelión de los sumas en El Paso del Norte (Ciudad Juárez, Chihuahua), abandonando la misión de Santa María Magdalena y refugiándose entre los apaches de las montañas de los Órganos (Organ Mountains, Doña Ana County, New Mexico).

1712

En 1712, asume el cargo de gobernador de Nuevo México, Juan Ignacio Flores Mogollón, quien ordena paralizar todo comercio con nativos no cristianos. (Flores creía que comerciar con utes, comanches y apaches les animaba a cometer depredaciones, incluidos los apaches jicarillas y Cuartelejos. Constató que los nativos hostiles utilizaban el pretexto del comercio para entrar en la periferia de las zonas pobladas, para robar cuando se iban, instando a mantenerlos lejos de los asentamientos lo más lejos posible. Esta política fue un fracaso, sobre todo entre los apaches faraones que, en muchos casos, ya residían lo suficientemente cerca como para organizar incursiones contra los españoles).

1713

En 1713, mientas escoltan a unos viajeros que iban de Santa Fé (Santa Fe County, New Mexico) a El Paso del Norte (Ciudad Juárez, Chihuahua) una patrulla de soldados españoles es atacada por una banda apache. (Juan Ignacio Flores Mogollón, gobernador de Nuevo México, temía un levantamiento general que podría aislar Santa Fé, pero los soldados le aseguraron que los asaltantes eran un pequeño grupo de apaches faraones que operaban desde las montañas Sandía [Sandia Mountains, Bernalillo & Sandoval Counties, New Mexico]).

1714

* En el verano de 1714, el gobernador de Nuevo México, Juan Ignacio Flores Mogollón, envía un destacamento formado por 36 soldados, 11 civiles de Albuquerque (Bernalillo County, New Mexico) y 321 nativos Pueblo aliados para atacar a los apaches faraones en las montañas Sandía (Sandia Mountains, Bernalillo & Sandoval Counties, New Mexico) lo que les obliga a pedir la paz, tanto en Pecos (San Miguel County, New Mexico) como en Isleta ([Pueblo of Isleta, Bernalillo County, New Mexico]. Sin embargo, la paz duró poco. A los pocos meses, los apaches faraones, al amparo de la tregua, entraron en Isleta y cometieron depredaciones).

* En 1714, siendo virrey de la Nueva España, Fernando de Alencastre Noroña y Silva, duque de Linares, vinieron desde Louisiana los franceses Louis Juchereau de Saint-Denis y Médard Jallot, con el encargo de su gobernador de comprar caballos, bueyes y demás ganado en las misiones españolas de Texas. (Yendo con tres franceses y 26 nativos texas, encontraron en las orillas del río San Marcos [Hays County, Texas] a más de 200 apaches, enemigos de los texas, entablándose combate. En la lucha, los franceses y los texas resultaron vencedores, dirigiéndose hacia el presidio de San Juan Bautista del Río Grande del Norte [Guerrero, Coahuila] a donde llegó en julio de 1714. Allí fue arrestado, pasando casi dos años explicando su presencia ante varios oficiales españoles, acabando incluso ante el mismo virrey. Finalmente, logró convencer a los españoles de que podría serles útil, trabajando para ellos entre los texas).

1715 

* En 1715, fray Ramírez recibe a un jefe apache que había viajado a La Junta de los Ríos (llamado así por la unión del Río Grande y el río Conchos, después llamado Presidio del Norte y hoy Ojinaga, Chihuahua) desde su ranchería, cinco días al norte, con el fin de solicitar un sacerdote para su pueblo. (Su territorio fue descrito como los llanos y este hombre, fue descrito como el capitán general de los apaches, quien aceptó el bautismo de Antonio de la Cruz, gobernador de San Antonio de Julimes [Julimes, Chihuahua], recibiendo el nombre en el bautismo de Apache Antonio: Capitán General de los Apaches que benia con su gente a ayudar a los del Norte contra Jizinllos [?] y sauiendo entraba Padre vino solo a Bezar… la mucha // atención que ponian a quanto yo habalaba asistio a todo lo rreferido el Gouern.or. Apache y sin averle ablado a el en particular otro dia de mañana entro a visitarme y me pidió por Dios nuestro Señor el agua del Santo Baptismo… fue su Padrino el Gouernador de Julimes se le puso por nombre D.n. Antonio de la Cruz…

… D.n. Antonio Apache para yr a ver su gente que tenia en vn paraje distante del norte ocho Leguas asegurando [de su motivo] que en yendo yo, o otros Padres // a viuir alla que el y toda su gente que eran muchos se cendrian a viuir, a dichos Norte Junto al ultimo Pueblo rio avajo y que el y los suyos defenderian a los Padres de Jiximbles y otros qualquiera enemigos que los del norte eran Mugeres palabras formales de dicho apache, quede gozoso de tan buenas muestras de resien Baptisado y le di Vn Cauallo, que tenia de mi vso vnos calsones blancos y vna Toalla.

Fray Ramírez mencionó a los apaches mescaleros, como los enemigos que habían matado a una cautiva española, y que vivían al oeste de La Junta, siendo corroborado por el Apache Antonio: La entrada que hize con dos Yndios solos a la Junta de Zumas, Chinarras, Jotames y Cholomes porque la hize por Dios y por caridad de sacar los guesos de la Española cautiba que mataron (avnque no fue posible hallarlos con yr a la Mexcalera donde la mataron y dexaron tirada con andar dos dias en su busca.

Esta noticia que Nro D.n. Antonio Apache al boluerse a su tierra hizo Ynstancia a llebarme alla, y a su otro Padrino el Gouernador de Julimes, Diciendo íbamos seguros que en cinco dias llegariamos a Tierra que esta en vnos llanos, muy Grandes donde ay Vbas gordas y arboles de fruta de los españoles y vn Rio donde ay muchas Conchas y perlas como dos que trahia y tiene oy Nuestra Señora del Rosario en l mission de su finesa no entiendo son de buen porte Dize mas dicho Apache que en menos de vn dia llegariamos desde su Cassa a vn Rio Colorado que luze mucho con el sol y que todos los años bienen los Españoles con // los Yndios Jananas y lleban mucha tierra de aquella….

El Apache Antonio decía que vivía en un río que los españoles habían visitado cuando era el hogar de los jumanos. Este río, rico en frutas, conchas y perlas, casi seguro, era el río Concho [Texas]: … el Yndio Apache que Baptizo avia distante de dha Junta cinco dias de Camino… embiaba los religiosos… que en su ranchería estaua la efermedad de las Viruelas….

Sin embargo, el Apache Antonio no tuvo intención de volver a llevar un sacerdote de regreso a su tierra porque la viruela se propagó por su ranchería. Antes, en 1714, el sargento mayor Juan Antonio de Trasviña Retis informó que 70 familias apaches habían sufrido de un brote de sarampión).

* En el verano de 1715, el gobernador de Nuevo México, Juan Ignacio Flores Mogollón, realiza una reunión con el fin de identificar a los culpables de las recientes incursiones, presuntamente cometidas por apaches faraones. (Flores  invitó a la reunión a Gerónimo Ylo, vicegobernador de Taos [Taos County, New Mexico]; y a Lorenzo, vicegobernador de Picurís [Picuris Pueblo, Taos County, New Mexico] porque ambos pueblos habían sido víctimas de ataques de apaches faraones durante años.

Gerónimo Ylo, identificó a los asaltantes como apaches Chipaynes o Lemitas, los dos conocidos por los españoles como apaches faraones. Señaló que a menudo se mezclaban con apaches pacíficos de las llanuras en las ferias comerciales y después cometían sus depredaciones al partir. También dijo que los españoles prohibieron a los nativos Pecos y queres, unirse a las campañas españolas debido a su estrecha relación con los apaches faraones. Sugirió que los apaches jicarillas, que habían sido víctimas de los apaches faraones [¿Los faraones eran jicarillas? ¿Eran mescaleros?], y se habían ofrecido para ayudar a los españoles, irían en su lugar. Por último, Gerónimo Ylo dijo que la campaña estaba programada para llegar a las rancherías de los apaches faraones a mediados de agosto, cuando estarían en plena cosecha de sus cultivos.

Lorenzo, por su parte, identificó a los asaltantes como apaches Trementinas o Lemitas. Informó que hace diez días salieron de Picurís hacia su primera ranchería, compuesta por 30 chabolas de madera totalmente embadurnadas de arcilla. Basándose en la información obtenida, el gobernador Flores ordenó a Juan Páez Hurtado que reuniese un grupo armado en Picurís para atacar a los apaches faraones, pero debido a diversos retrasos, la expedición no salió hasta el 30 de agosto, casi un mes más tarde de lo que sugirieron los líderes nativos Pueblo. En el camino se unieron a la expedición, 30 apaches jicarillas y un apache Cuartelejo, pero resultó ser un fracaso total. Descubrieron numerosas huellas de caballos apaches, pero no vieron a ninguno. Una vez que dejaron atrás las llanuras y en vez de aceptar que no habían encontrado a los faraones por el retraso en salir de un mes, los españoles culparon a los nativos Pecos, pensando que estos habían informado a los faraones cuando fueron a Pecos a comerciar.

La expedición de Hurtado estableció que los apaches Lemitas, Trementinas y Chipaynes eran los mismos o, al menos, estaban estrechamente unidos. Se incluyeron en el conglomerado que los españoles llamaron apaches faraones, siendo hostiles hacia los apaches jicarillas, que vivían al noreste de Santa Fé [Santa Fe County, New Mexico]. También es de destacar que los apaches jicarillas, a través de Gerónimo Ylo, se ofrecieron a ayudar en la campaña. Sin embargo, parece que Gerónimo Ylo exageró cuando afirmó que todos los apaches jicarillas, que son muchos, estarían dispuestos a unirse a la expedición. Solo aparecieron 30 y, ciertamente, esos no son muchos). 

1716

* En 1716, los restos de la tribu apache jicarilla, habitantes de zonas de Colorado, Oklahoma y Nuevo México y que han sido diezmados por los comanches, que han venido del norte en una nueva oleada, son obligados por estos a refugiarse en las montañas del noreste de Nuevo México bajo protección española, comerciando con los nativos Pueblo y dedicándose a la horticultura. (Los jicarillas se convirtieron en aliados de los españoles, luchando frecuentemente contra otras tribus apaches, aunque a veces también les daban cobijo. 

La llegada de los comanches provocó enfrentamientos con los españoles quienes, este año, dirigidos por Cristóbal de la Serna, atacaron un campamento de utes y comanches coaligados, a 160 km al noroeste de Santa Fé [Santa Fe County, New Mexico]).

* El 2 de febrero de 1716, Miguel Rodríguez, mayordomo de la Hacienda de Santa María, en la Villa de Santiago del Saltillo (Coahuila), demanda al apache Antonio, por intentar matar a su hijo.

* El 26 de agosto de 1716, Félix Martínez de Torrelaguna, siendo gobernador de Nuevo México, camino de una campaña contra los apaches, declara: Son muy crueles [los apaches] con aquellos que tienen la oportunidad de caer en sus manos. Van completamente desnudos, y hacen su incursiones en caballos de gran rapidez. Una piel les sirve como silla. Comienzan sus ataques a gran distancia, con fuertes gritos, con el fin de aterrorizar al enemigo. No tienen mucho coraje, y dependen más de la estratagema que del valor. En caso de derrota se someten a los términos más vergonzosos pero respetan los tratados sólo hasta que les convienen. Su Majestad ha ordenado que se les conceda la paz si la solicitan pero esta generosidad piensan que procede de la cobardía. Sus armas son los arcos y las flechas comunes del país. El objetivo principal de sus incursiones es el saqueo, especialmente los caballos, que utilizan no sólo como carga sino como comida, cuya carne la consideran una de las mayores delicias.

1717

El 8 de abril de 1717, al sur del río Colorado (Texas), 70 apaches a caballo atacan la expedición del capitán español Domingo Ramón y del francés Louis Juchereau de Saint Denis, quienes junto a varios sacerdotes, buscaban ubicaciones para instalar misiones en el interior de Texas. (Después de perder 23 mulas y una mujer mulata española, el grupo encontró refugio en una ranchería Papaya, 16 km al sur.

Los apaches atacaban constantemente las rutas comerciales entre el este de Texas y el Río Grande. St. Denis, comentó lo ocurrido una vez que llegó a San Juan Bautista. La mayoría de los nativos de Texas podían ser pacificados, aprendiendo su lengua y familiarizándose con ellos. Los apaches, sin embargo, eran un caso diferente. Sería más difícil reducirlos.

Mientras St. Denis ayudaba a los españoles a volver a ocupar el este de Texas, el sacerdote Antonio de San Buenaventura y Olivares trabajó para obtener permiso para establecer una misión en el río San Antonio. Debido a que el sitio propuesto bordeaba territorio apache, Olivares solicitó 10 soldados para la misión. Las autoridades estuvieron de acuerdo con las recomendaciones del sacerdote, por lo que nombraron a Martín de Alarcón, gobernador de Texas, como responsable de establecer dicha misión, la futura San Antonio).

1718

En 1718, los apaches lipanes aparecen por primera vez en los registros oficiales al atacar el presidio de San Antonio de Béjar (San Antonio, Bexar County, Texas) fundado el 5 de mayo por Martín de Alarcón, gobernador de la provincia de Texas, en el lado oeste del río San Antonio. (Alarcón había reunido tropas y suministros en San Juan Bautista del Río Grande del Norte [Guerrero, Coahuila] saliendo de allí en abril, con 72 personas, siete recuas de mulas de carga, y grandes rebaños de vacas, cabras y caballos. Unas semanas más tarde, el grupo llegó a su destino y fundó una misión, un presidio y una villa. La misión del presidio se llamaría misión de San Antonio de Valero, conocida en el futuro con el nombre de El Álamo. Pronto San Antonio se convertiría en el punto crucial de las relaciones hispano-apaches en Texas.

Alarcón tenía instrucciones de tener cuidado con los apaches y organizar a los nativos locales en una alianza defensiva contra ellos. Aunque consciente de la hostilidad de ciertos apaches, como los faraones, los españoles también eran conscientes de que otros apaches podían ser tratados pacíficamente, como los apaches jicarillas y Cuartelejos de Nuevo México.

Al principio, los españoles esperaban convertir a los apaches de Texas en aliados, pero fracasaron, quizás porque ya eran aliados de los texas, enemigos de los apaches, o porque estos pudieron confundir a los españoles con los franceses, que estaban armando a sus enemigos del este. En cualquier caso, los apaches de Texas nunca desarrollaron las mismas relaciones de amistad con los españoles que sus parientes más septentrionales lograron en Nuevo México).

1719

* En 1719, es nombrado nuevo gobernador de Coahila y Texas, José de Azlor y Virto de Vera, quien, al ir a San Antonio de Béjar (San Antonio, Bexar County, Texas) se da cuenta del daño que causan las incursiones apaches. (Antes de su llegada, los apaches habían atacado las caravanas de suministros que iban de Coahuila a San Antonio. De hecho, una de ellas había sido atacada solo dos días antes de llegar a San Antonio. Los apaches indicaban su intención hostil atando telas rojas en las flechas clavadas en el suelo, cerca de San Antonio. Con esta información, el gobernador ordenó la construcción de un nuevo presidio, con una guarnición de 54 hombres. También envió varios destacamentos de soldados para patrullar los alrededores del presidio y la misión en un esfuerzo por capturar a algunos apaches y convencerlos de que los españoles querían la paz).

* En agosto de 1719, ante el aumento y gravedad de los ataques comanches en Nuevo México, el gobernador Antonio Valverde y Cosío ordena realizar un consejo para discutir el asunto. (Al finalizar, tomaron la decisión de poner en marcha una campaña inmediata contra los utes y comanches.

Antes de partir, Valverde recibió un despacho del nuevo virrey Baltasar de Zúñiga, ordenándole emplear toda su atención y eficiencia en agradar a los apaches. Zúñiga esperaba que los apaches jicarillas fueran una barrera para los planes de los franceses en la zona. El virrey fue animado en este dictamen por un misionero destinado en Taos [Taos County, New Mexico]. Fray Juan de la Cruz escribió al virrey que los jicarillas, o al menos una parte de ellos, habían acudido a donde él para solicitar el bautismo. Después de analizar sus solicitudes, el fraile llegó a la conclusión de que sinceramente deseaban la conversión.

Un mes más tarde, el 15 de septiembre, la expedición se puso en marcha, bajo el mando del gobernador Valverde, dejando Santa Fé [Santa Fe County, New Mexico] con 60 soldados y marchando hacia Taos, donde añadió a 45 colonos y a 465 nativos aliados. De allí salió el 20 de septiembre, marchando hacia el este. Dos días más tarde, se encontró con apaches jicarillas que dieron la bienvenida a los españoles, quienes se quejaron amargamente de las agresiones sufridas por utes y comanches. Cuando Valverde les informó del objetivo de la expedición, los apaches jicarillas se mostraron muy complacidos.

Durante los días siguientes, numerosos grupos de apaches se acercaron a los españoles cuando pasaban por sus rancherías. Carlana, un jefe apache de la Sierra Blanca, llegó para informar que, él y la mitad de su tribu, había llegado para pedir la ayuda de los apaches jicarillas contra los utes y comanches. El resto de su tribu había ido al territorio del jefe apache Flaco para su seguridad. No se sabe mucho de Carlana salvo que vivía lejos para estar a salvo de las incursiones de los comanches. Ofreció sus guerreros como guías de los españoles.

Los españoles siguieron viajando a través de las rancherías del jefe apache Ysdalnisdael, llamado también El Cojo, que Ulíbarri había encontrado en 1706. El Cojo estaba ausente por haber ido al territorio de los navajos para buscar su ayuda contra los invasores utes y comanches. Dos hijos del jefe informaron a Valverde que un año antes, los comanches y sus aliados utes habían matado a 60 apaches jicarillas, capturado a 64 mujeres y niños, y robado los suministros de maíz. 

Valverde pasó una semana viajando por territorios de los apaches jicarillas, escuchando sus quejas. En seguida, unos 100 guerreros se unieron a su grupo, entre ellos el jefe Carlana. Durante casi un mes, el grupo siguió avanzando, encontrando campamentos comanches abandonados y los restos de rancherías apaches saqueadas, pero nunca alcanzó a ver al enemigo. Con el invierno acercándose, Valverde celebró un consejo de oficiales. Él, como gobernador, estaba dispuesto a llegar a El Cuartelejo, aproximadamente a cuatro o cinco días de distancia, pero dejó la decisión a sus hombres. Para evitar la pérdida de los caballos ante las próximas nevadas, decidieron regresar. Valverde aceptó la decisión, pero indicó que tenían que ir a cazar bisontes para reponer sus provisiones antes de regresar a Nuevo México.

En la noche que se celebró el consejo, 10 apaches de El Cuartelejo llegaron al campamento español para informar al gobernador que su gente venía a visitarlo. Valverde decidió retrasar su salida y esperar la llegada de los apaches Cuartelejos. Una semana más tarde, más de 1.000 apaches Cuartelejos, Palomas y Calchufines llegaron con 200 tiendas. Entre los recién llegados había un jefe apache Paloma, con una reciente herida de bala en el abdomen, quien dijo que en su tierra… en las zonas fronterizas más remotas de los apaches, él y su pueblo fueron emboscados por franceses y pawnees, mientras sembraban maíz. Los pawnees, enemigos de los apaches llaneros y Palomas, y ahora aliados de los franceses, se habían apoderado de su territorio obligándoles a refugiarse más al sur. 

Continuó diciendo que los franceses habían erigido dos grandes pueblos, tan grandes como Taos, desde donde armaban y entrenaban a los pawnees y a los jumanos, quienes cada vez se internaban más en los territorios apaches.  Habiendo obtenido toda esa información, Valverde distribuyó regalos y regresó a Santa Fé.

El virrey Baltasar de Zúñiga y Guzmán indicaría después que los apaches Calchufines eran los mismos que los apaches Paloma, expulsados de sus tierras por nativos del este, kansas, pawnees, cadodachos y texas. Del mismo modo, el virrey informó que los utes expulsaron a los apaches Cuartelejo de sus rancherías del oeste de Kansas y del este de Colorado. Siete años más tarde, apaches Paloma y Calchufine llevarían cautivos a Nuevo México, capturados a los comanches, verificando así que los apaches continuaron luchando con los comanches en las llanuras entre 1706 y 1726).

1720

El 16 de junio de 1720, el gobernador de Nuevo México, Antonio Valverde y Cosío, envía a Pedro de Villasur a explorar la presencia de franceses en las llanuras del noreste, con 45 soldados, que eran más de un tercio de todas las fuerzas de Nuevo México; el fraile Juan Minués; el comerciante Jean L’Archevêque (uno de los asesinos del francés René Robert Cavelier de La Salle, nacionalizado español y con amplia experiencia en la zona); 60 nativos Pueblo, entre ellos el hopi zambo José Naranjo, guía que ha estado al menos tres veces en la zona del río Platte (Nebraska); Francisco Sistaca, nativo pawnee que fuera esclavo de los españoles. (El pequeño ejército estaba bien aprovisionado con espadas cortas, cuchillos, sombreros, maíz y tabaco para los apaches que se unieran a la expedición. L’Archevêque contribuyó con 10 caballos y seis mulas de carga. Salieron de Santa Fé [Santa Fe County, New Mexico], viajando a través de La Jicarilla donde añadió como guías a algunos apaches Carlanas y distribuyendo los regalos que traía. Se desconoce si acompañaron a la expedición más lejos de El Cuartelejo.

Viajaron por el sureste de Colorado y el noroeste de Kansas; acamparon en El Cuartelejo [Scott County, Kansas], donde se le unieron unos 50 apaches de las llanuras. Aunque los españoles marchaban en busca de franceses, los apaches probablemente participaron con la esperanza de poder luchar contra los pawnees. Durante un mes, viajaron más de 480 km a través de las llanuras sin encontrar ningún francés. Cuando el 5 de agosto llegaron al sur del río Platte, Villasur convocó un consejo para evaluar la situación. El consejo esperaba buscar la ayuda de los pawnees con el fin de determinar la ubicación de algún asentamiento francés.

El 7 de agosto, Villasur envió un grupo alrededor de 32 km río arriba, encontrando un gran poblado pawnee, cerca de la actual Schuyler [Colfax County, Nebraska]. Los pawnees estaban haciendo una danza de guerra. Avisado Villasur, llegó el 14 de agosto, acampando en la orilla sur del río Platte, justo enfrente del poblado pawnee. Un grupo de 25 guerreros llegó a la orilla norte del río y, según el esclavo pawnee Francisco Sistaca, con intenciones pacíficas, pidiendo que Villasur enviara a Sistaca a su aldea. Los pawnees llevaban atuendos franceses, confirmando a Villasur la intrusión francesa en las llanuras. Con la esperanza de mantener la paz y poder seguir parlamentando, Villasur envió a Sistaca con algunos cuchillos y paquetes de tabaco para complacer a los jefes. Una vez Sistaca llegó al poblado, los pawnees se negaron a devolverlo. Jean de l’Archevêque envió una carta en francés a los pawnees solicitando la devolución de Sistaca y ayuda para encontrar los establecimientos franceses, no recibiendo respuesta.

Más tarde, algunos pawnees sorprendieron en el río a algunos nativos que iban con los españoles mientras se bañaban, cogiendo a uno de ellos. Pero Villasur, con poca experiencia en campañas militares, ignoró este hecho, anunciando que nunca había conocido ningún temor y que continuaría su misión. Durante la noche, algunos nativos Pueblo le advirtieron que habían oído ruido de gente que estaba cruzando el río. Villasur ordenó vigilar los caballos, pero no tomó ninguna otra precaución contra un posible ataque pawnee. Al amanecer del 14 de agosto, cuando los españoles, los nativos Pueblo y los apaches de las llanuras estaban preparando los suministros y reuniendo los caballos, los pawnees y otoes atacaron, tal vez ayudados por algunos franceses. El campamento español recibió una lluvia de flechas y disparos [los pawnees habían adquirido mosquetes franceses alrededor de 1710], cogiendo al destacamento de Villasur por sorpresa.

Mientras la mayoría de los caballos de la expedición huyeron en estampida, Felipe Tamáriz y un puñado de soldados lograron hacerse con el control de unos cuantos caballos y guardar tres para sus compañeros heridos, uno de los cuales tenía nueve heridas. Uno de los supervivientes españoles comentaría que los atacantes eran tan numerosos que no pudieron resistir, viéndose obligados a huir, dejando a sus compañeros heridos y gran parte de los suministros atrás.

Al menos 46 miembros de la expedición murieron en el ataque, 35 de ellos españoles. Entre los muertos estaban Villasur, el hopi José Naranjo, L’Archevêque, el fraile Juan Mínguez, un teniente, un cabo y el intendente. A todos les arrancaron las cabelleras. Doce españoles, más los nativos Pueblo y los apaches supervivientes, pudieron llegar a El Cuartelejo, donde los apaches trataron sus heridas. Allí les proporcionaron suministros para que pudieran llegar a Santa Fé, cosa que hicieron siete españoles y 45 nativos Pueblo, el 6 de septiembre.

Al atacar el destacamento de Villasur, los pawnees no solo estaban actuando como peones de una potencia europea. Eran aliados de los franceses, y es posible, de hecho, que algunos franceses participaran en la batalla. Sin embargo, el objetivo de los pawnees era ser una potencia regional, derrotando a los apaches de las llanuras que durante tanto tiempo había incursionado por territorio pawnee. De hecho, los franceses no reclamaron su participación en el ataque, dejando todo el protagonismo a los pawnees. Los pawnees afirmaron su control sobre su territorio, rechazando a uno de sus principales rivales, los apaches de las llanuras, asegurando su comercio de esclavos y siendo intermediarios entre los franceses y las tribus indias del oeste. Al derrotar a los españoles, fortalecieron su alianza con los franceses, que esperaban extender su red comercial por el oeste, a pesar de las objeciones de España. La victoria de los pawnees alteró, no solo la dinámica de poder de las Llanuras Centrales, sino la naturaleza de la alianza española con los apaches.

A partir de entonces, los apaches abandonaron las llanuras centrales buscando la protección y defensa en Nuevo México. Así, apaches jicarillas, cuartelejos, y Palomas quedaron debilitados sin el apoyo militar español y de los nativos Pueblo de los que se habían beneficiado en años anteriores. Por otra parte, los utes y comanches aumentaron su control de la región, socavando la capacidad de los apaches para prosperar en el comercio de esclavos. Los comanches y utes atacarían asentamientos apaches con mayor frecuencia en el futuro, y los españoles, raramente, eran capaces de proporcionarles ayuda. Los comanches y los utes tenían gran cantidad de caballos que utilizaban para atacar a los apaches y expandir su territorio hacia el sur, hasta los ríos Arkansas y Canadian, desplazando a los apaches de los llanos que allí vivían. Pronto, comanches y utes controlarían el territorio del sur, hasta el río Rojo a expensas de otras  comunidades apaches en Texas, como los apaches lipanes, que se vieron obligados a emigrar al sur para buscar la protección de los españoles).

 1721

* En 1721, los apaches casi destruyen Monclova ([Coahuila]. Los apaches solían saquear preferentemente las haciendas del Marquesado de Aguayo por tener ganado caballar, pero también se llevaban o masacraban ovejas e incluso muchas veces a los pastores, como sucedió a menudo en las haciendas de los Sánchez Navarro, en el sector de Cuatrociénegas [municipio de Cuatrociénegas de Carranza, Coahuila]. Al mismo tiempo, en la parte suroeste del Bolsón de Mapimí [región perteneciente a los estados mexicanos de Durango, Coahuila y Chihuahua], los apaches se dedicaban también a saquear las haciendas, como fue el caso de la hacienda de Jacalco, y de los ranchos La Esperanza y la Muerte en la misma zona.

Los apaches más temidos eran los mescaleros y los lipanes. Los españoles intentaron aprovecharse de las rivalidades entre estas dos tribus durante un tiempo, haciendo una alianza con los mescaleros contra los lipanes).

* En mayo de 1721, José de Azlor y Virto de Vera, marqués de San Miguel de Aguayo, gobernador de Coahuila y Texas, informa de un ataque apache cerca del presidio de San Antonio de Béjar (San Antonio, Bexar County, Texas).

1722

* En 1722, Nicolás Flores recibe el mando del presidio de San Antonio de Béjar (San Antonio, Bexar County, Texas) quien consigue que, durante más de un año, no se pierda ningún caballo. (Los frailes emplearon ese tiempo en intentar cristianizar, sin éxito, a los apaches).

* En 1722, asume el cargo de gobernador de la provincia de Texas, Fernando Pérez de Almazán solicitando permiso para hacer la guerra a los apaches si no hacían la paz que habían prometido. (Llegaron noticias a los españoles de que los apaches conseguían armas comerciando con los franceses en Nachitoches [Louisiana]).

* A principios de abril de 1722, un grupo incursor apache roba caballos de un rancho en Coahuila. (Inmediatamente, el capitán Juan Flores de San Pedro y 10 hombres les persiguieron, trayendo los caballos junto a las cabezas de cuatro de los apaches, con sus lanzas y escudos).

* El 2 de mayo de 1722, el misionero Luis Javier Velarde escribe una carta al padre visitador de los jesuitas José María Genovese diciendo: … en los ocho años que tenía de misionar entre los pimas, estos habían muerto o apresado más de 130 apaches, mientras que los soldados apenas más de 15. (El padre Eusebio Francisco Kino no dudó en fomentar las campañas de los pimas contra los apaches, al percatarse del éxito de esas acciones y de la ineficacia defensiva de los soldados de los presidios. Fue precisamente la necesidad de protegerse por su propia cuenta, lo que llevó a los jesuitas a crear en cada pueblo de misión, un cuerpo de oficiales militares indígenas, constituido por un capitán de la guerra, un alférez, un sargento y uno o dos cabos, y se ocupaba de patrullar todas las mañanas los alrededores de los pueblos así como de alertar a la población en los casos de peligro y dirigir las salidas requeridas en contra de los apaches. También debían dedicarse a escoltar a los arrieros y comerciantes que transitaban por las zonas más expuestas a los ataques de los apaches).

1723

* En 1723, Domingo Cabello informa que dos hombres de San Antonio de Béjar (San Antonio, Bexar County, Texas) se reúnen con una banda de apaches lipanes, en un lugar llamado Puerto de los Elotes (probablemente cerca de la actual Helotes, Bexar County, Texas), a 32 km del presidio. (Mientras buscaban unos caballos extraviados, los hombres vieron a los lipanes acercarse, pero no se vieron en peligro. Sin embargo, los lipanes les atacaron y mataron a uno, escapando el otro a caballo. El capitán Nicolás Flores y Valdés envió un destacamento al lugar del ataque, encontrando el cuerpo del español sin cuero cabelludo y acribillado con varias flechas: Puesta en práctica la determinación de los apaches lipanes, despacharon a sus exploradores, los que el año de 1723, se introdujeron en estas cercanías por la parte del Noroeste por un paraje que llaman el Puerto de los Olotes a 8 leguas de distancia de este presidio en el que se hallaban dos vecinos, a donde habían llegado en busca de unos caballos que les faltaban, y aunque vieron la partida de indios, a pesar de no ser conocidos, se acercaron a ellos creyendo que eran de la comunidad que había en estos territorios; pero en breve experimentaron la inhumanidad de los forasteros, que atacándolos mataron a uno, lo que visto por el otro libró su vida gracias a la rapidez de su Caballo, y llegando a este presidio dio parte de esta novedad a Don Nicolás Flores y Valdés que era el capitán que lo mandaba… el que inmediatamente hizo salir a un alférez, y a 15  hombres los que aunque llegaron a dicho paraje, no hallaron a los enemigos, y solo el cadáver quitado la cabellera y traspasado a flechazos, habiéndose llevado el caballo, y demás aperos del difunto al que retiraron para darle sepultura).

* La noche del 17 de agosto de 1723, una banda de apaches lipanes roba 80 animales, entre vacas y caballos, de un corral adyacente al presidio de San Antonio de Béjar ([San Antonio, Bexar County, Texas]. El capitán Nicolás Flores, con 30 soldados y 30 coahuiltecos de la misión, encontró el rastro y 31 días después, viajando 540 km, avanzó por las llanuras entre los ríos Brazos y Colorado [Texas]. Flores más tarde escribió asombrado al ver una tierra, la más grande que había visto en mi vida y una llanura llena de pastos y millones de búfalos [bisontes]. El 24 de septiembre, encontraron un campamento lipán de unos 200 guerreros cerca de Brownwood [Brown County, Texas], comenzando una batalla de seis horas, matando a 34 guerreros, incluido a su jefe, capturando a 20 mujeres y niños; y recuperando unos 120 caballos, yeguas y mulas, monturas, bridas, cuchillos y lanzas.

Cuatro relatos de testigos oculares de soldados afirmaron que Flores había atacado una ranchería inocente, y matado y capturado personas mientras intentaban escapar, y fray José González acusó a Flores de esclavizar a los cautivos.

Tardaron 19 días en regresar a San Antonio por el camino del río San Gabriel [Texas] donde, una de las cautivas de unos 40 años, que entendía el castellano, fue interrogada por Flores, diciendo que el campamento que había atacado era uno de las cinco grandes rancherías lipanes, también llamados pelones, bajo el mando del Capitán Grande y que su pueblo asaltaba a los españoles en San Antonio para conseguir caballos y cautivos, y comerciar con otros españoles en el norte y con otras tribus nativas. Los españoles creyeron que los «otros españoles» eran franceses, haciendo incursiones a través de las llanuras del norte, pero, en realidad, eran españoles de Nuevo México. La mujer declaró que los jefes lipanes querían ser amigos de los españoles y Flores la envió como embajadora con la promesa de liberar a sus cautivos si los jefes venían a hacer la paz.

El 7 de octubre le dieron un caballo para llevar una invitación al Capitán Grande, que vivía muy al norte. Regresó el 29 de octubre de 1723 con un jefe apache, su esposa y otras tres personas que se quedaron en San Antonio durante tres días. Ese jefe dijo a Flores que cuando la mujer llegó a su campamento con la oferta de paz, dio aviso a los otros jefes. Estos se reunieron y decidieron que fuera a comprobar si la mujer había dicho la verdad. Si el jefe consideraba que era cierto, volvería para informar a los demás y viajar todos a San Antonio para firmar la paz. La delegación salió el 1 de noviembre de 1723, con la promesa de que cinco jefes considerarían los acuerdos de paz.

Poco después de que los apaches se fueran, llegaron rumores a San Antonio de que los apaches estaban reuniendo una gran cantidad de guerreros para atacar a los españoles. Cuando recibieron la oferta de paz, decidieron esperar a que los cautivos fueran liberados antes de atacar. Parecía que todo no era más que una artimaña para conseguir la liberación de los cautivos).

* En octubre de 1723, nueve apaches llegan como cautivos al presidio de Janos ([Chihuahua]. Se conocen los nombres de algunos. El soldado José Luján llevó a una mujer apache a la capilla para ser bautizada. Recibió el nombre de Rosa. A las pocas semanas llegaron más. Otro soldado llamado Cayetano Madrid llevó a otra muchacha apache a la pila bautismal, recibiendo el nombre de Jacinta, a la que llevó a su casa como sirvienta, y quien moriría al año siguiente. El cabo Juan López de Ocanto fue el padrino en la ceremonia del bautismo de otra muchacha apache capturada, recibiendo el nombre de Ana María. José Luján y Rosa fueron los padrinos de José Miguel, un niño apache.

Antonio Becerra Nieto, capitán del presidio, envió a Agustín Becerra a reclamar su derecho a un cautivo. Agustín Becerra era un apache que creció en la casa del capitán como sirviente. Hizo de padrino de Benito, para que luego trabajase de sirviente, pero también falleció un año después. La mujer de Juan Bautista de Anza fue la madrina de Ignacio, quien falleció en noviembre de 1724.

No solo los hombres y mujeres apaches fueron utilizados como sirvientes, también sus hijos. María de los Dolores era la hija de la apache Cayetana, quien sirvió como criada antes de casarse con Domingo Conejo, un sirviente del capitán Becerra. Probablemente, la mayoría de las mujeres cautivas tuvieron hijos con hombres de Janos. Cuando el sacerdote bautizó a Juan Francisco, su madre estaba presente, la apache Margarita, pero su padre fue registrado como desconocido. Sí estaba presente el padrino, Francisco Gómez, un soldado con mucho tiempo de servicio. Sin embargo, la falta de una madrina, especialmente la esposa de Gómez, Antonia Granillo, sugiere que dicho soldado pudo haber sido el padre).

* El 8 de noviembre de 1723, un grupo de apaches de las llanuras llega a Santa Fé (Santa Fe County, New Mexico) para pedir la construcción de un presidio en La Jicarilla para su protección contra utes y comanches. (El gobernador, Juan Domingo de Bustamante, rechazó la petición argumentando que el esfuerzo era enorme e innecesario. Pensó que la lealtad de los apaches era falsa y que el establecimiento de un nuevo presidio al noreste desviaría soldados de Santa Fé, haciéndola aún más vulnerable a las incursiones comanches. Creyó que los apaches de las llanuras querían a los españoles para que los defendiesen de los comanches. Además, La Jicarilla sería difícil de defender, ya que la región estaba siempre acosada por los comanches. Como solución, propuso que los apaches se asentasen cerca del pueblo de Taos [Taos County, New Mexico], donde había ricos valles y abundante agua como en La Jicarilla. En 1726, muchos apaches jicarillas se vieron obligados a establecerse en Taos y Pecos [San Miguel County, New Mexico], dejando La Jicarilla en manos de los comanches.

Sin perder tiempo, Bustamante organizó una fuerza de 50 soldados y una semana más tarde partió para La Jicarilla. Visitó las rancherías de tres prominentes jefes apaches. Primero fue a la del jefe Carlana, con quien se reunió junto a seis jefes y 50 guerreros. Después el gobernador siguió a la ranchería del jefe Churlique y finalmente la de El Cojo. La expedición fracasó en su intento de localizar a utes y comanches.

Después de regresar a Santa Fé, Bustamante informó al virrey del resultado de la expedición, recomendando la construcción de un presidio de 50 soldados en La Jicarilla, al igual que sugirió el antiguo gobernador de Nuevo México, Antonio de Valverde. Esa fortificación daría protección a los apaches jicarillas y a los misioneros que se establecerían entre ellos. El virrey no tuvo en cuenta dicha recomendación).

* A finales de diciembre de 1723, llega a San Antonio de Béjar (Bexar, Bexar County, Texas) un grupo de 30 apaches para dejar como rehenes a cuatro adultos a cambio de que los españoles liberasen a los niños que estaban cautivos para que pudiesen reunirse con sus parientes. (Mientras los apaches estaban dentro de la misión de San Antonio de Valero [más tarde conocida como El Álamo, Bexar County, Texas], fray José González y el capitán Nicolás Flores discutieron. El sacerdote quería devolver a los cautivos apaches, mientras el capitán exigía un compromiso de paz de los apaches, antes de entregar a los prisioneros. La discusión asustó a los apaches que huyeron de la misión. Mientras se iban dijeron a Flores que, por la primavera, cuatro de sus jefes vendrían, pero que el quinto jefe no quería ser amigo de los españoles. Sin embargo, nunca vinieron y los españoles siguieron discutiendo qué hacer con los cautivos. Al final, la postura del sacerdote triunfó, y cuando Flores fue sustituido, las mujeres y niños apaches lipanes fueron liberados en 1725).

1724

* A principios de 1724, los comanches atacan a los apaches jicarillas. (En una batalla que dura nueve días en El Gran Cerro de El Fierro [en algún lugar del noroeste de Texas, posiblemente cerca del río Wichita] mataron a casi todos los hombres, y capturaron a la mitad de las mujeres y niños [se salvaron 69 hombres, dos mujeres y tres niños]. En poco tiempo desaparecieron los asentamientos apaches en la parte alta del río Arkansas. Esta batalla fue el comienzo de la decadencia de los apaches en las llanuras. Esto produjo que los apaches más próximos a San Antonio de Béjar [Bexar, Bexar County, Texas] disminuyeran sus incursiones contra los asentamientos españoles por la derrota de los apaches del norte, jicarillas y Cuartelejos. Los apaches al norte de Nuevo México buscaron la ayuda, tanto de los españoles como de otros apaches de Texas.

El gobernador de Nuevo México, Juan Domingo de Bustamante, envió a Juan Páez Hurtado con 100 hombres para castigar a los comanches, logrando liberar a 64 apaches jicarillas y devolverles a sus hogares).

* En 1724, el general de brigada español Pedro de Rivera y Villalón es enviado a inspeccionar las defensas en la frontera de la Nueva España, quien afirma: No hay otros enemigos más que los apaches … si bien creo no padeceré equivocación, pues las inhumanidades, asechanzas y perfidias de aquella bárbara nación, acreditadas con infinitos lastimosos sucesos, contristan el ánimo, agitan el enojo y hacen el nombre apache, aborrecible.

* En 1724, los franceses establecen un puesto comercial en el poblado principal de los kansas, en la boca del río del mismo nombre, que es remontado por Étienne de Veniard, sieur de Bourgmont y ahora comandante francés del Missouri, para conseguir una alianza con los comanches contra los españoles. (La mayoría de los investigadores suponen que los padouca, con los que comerció en un lugar cercano a la antigua Quivira [Kansas] del 18 al 22 de octubre, eran en realidad apaches).  

* El 25 de abril de 1724, el virrey Juan Vázquez de Acuña y Bejarano, marqués de Casafuerte, envía unas indicaciones a Gregorio Alvarez Tuñón y Quiroz, capitán del presidio de Santa Rosa de Corodéhuachi, más tarde conocido como Fronteras (Sonora), acerca de la estrategia a seguir en la guerra contra los apaches.

* En julio de 1724, el gobernador de Coahuila, Blas de la Garza Falcón, toma declaración en el presidio de San Juan Bautista del Río Grande (Guerrero, Coahuila) a un nativo de nombre Jerónimo, cautivo de los apaches en el río Conchos (Chihuahua).

* El 18 de septiembre de 1724, el capitán Ventura Fernández Calvo, teniente de justicia mayor y capitán de los Reales de Minas de Nuestra Señora del Rosario de Nacozari (municipio de Nacozari de García, Sonora) escribe al capitán de Fronteras, Gregorio Alvarez Tuñón y Quiroz, en la que se mostraba partidario de la iniciativa de hacer la guerra ofensiva contra los apaches.

* En octubre de 1724, el visitador de las misiones de Sonora, el jesuita Miguel Javier de Almanza, escribe al virrey Juan Vázquez de Acuña y Bejarano, marqués de Casafuerte, pidiéndole ayuda ante los ataques de los apaches. (Dice que a pesar de que el capitán del presidio de Fronteras, Gregorio Álvarez Tuñón y Quiroz, ha realizado tres campañas contra ellos, estos llegan hasta el centro de la provincia de Sonora).

1725

* En 1725, una banda apache ataca al anochecer Coyame ([Chihuahua]. La población se llamaba así por el jefe de los nativos cholomes, llamado Coyame. Los apaches a caballo atacaron con flechas incendiarias, lanzándolas contra la iglesia y las casas. Mataron a toda persona que encontraban a su paso. El soldado de escolta del fraile [era costumbre que cada misionero tuviera un soldado como protección] mató a todos los apaches que pudo hasta que se le acabó la munición. A la mañana siguiente, los cuerpos del fraile [Raymundo Gras] y del soldado yacían en el exterior de la iglesia en ruinas.

Algunos supervivientes pudieron huir a San Pedro a través del río Conchos. Los apaches se dirigieron hacia el sur, atacando la población hoy llamada Camargo, cuyos habitantes abandonaron la población. El jefe de los cholomes, Coyame, llevó a unos 300 supervivientes al pueblo de Santa Cruz de Los Cholomes, hoy en día llamado Pueblito New [municipio de Coyame, Chihuahua].

En 1737, el capitán Juan Mateo Sarna estimó que los apaches habían matado en ese ataque a unas 200 personas, 15 haciendas quemadas, y varias minas y misiones destruidas).

1726

* En 1726, se produce una rebelión de una parte de los sumas (otros están en las misiones de Nuestra Señora de Guadalupe de los Sumas, en El Paso del Norte [Ciudad Juárez, Chihuahua], Carrizal [noreste de Chihuahua] y el antiguo poblado español de San Lorenzo [junto a El Paso]) apoyados por varias bandas de apaches y cholomes.

* En septiembre de 1726, una coalición de apaches Palomas, Cuartelejos y Sierra Blanca, con apoyo de los franceses, van a El Cuartelejo (oeste de Kansas) y La Jicarilla en busca de comanches para forzarlos a salir de esas regiones, sin éxito.

1727

* En 1727, unos nativos informan a los españoles de la presencia de comerciantes franceses en El Cuartelejo (oeste de Kansas), que quedará abandonado pocos años después, cuando los comanches, utes y pawnees expulsen a los apaches hacia el sur.

* En abril de 1727, Juan de Acuña y Bejarano, virrey de la Nueva España, archiva definitivamente el plan de construir un presidio en La Jicarilla para defender a los apaches jicarillas y de las llanuras de sus enemigos comanches, pawnees y utes. (Los jicarillas tenían una posibilidad de mantener sus territorios, realizar una alianza con los franceses. En diciembre de 1718, JeanBaptiste Bénard de la Harpe había salido de La Nouvelle-Orléans [New Orleans, Louisiana] para ir hasta el río Rojo [Red River, Texas] para establecer un puesto comercial cerca de la actual Texarkana [Bowie County, Texas]. Después de establecer contactos con las misiones españolas del este de Texas, Bénard de la Harpe recibió la noticia de que España y Francia estaban de nuevo en guerra, por lo que decidió extender la influencia francesa en el oeste y explorar el río Rojo.

El lugarteniente de la Harpe, Sieur Du Rivage, se encontró con una coalición de caddos y tonkawas que informaron a los franceses que acababan de regresar de una batalla con los Cancy, quienes tenían un gran poblado a orillas del río Rojo, a 290 km. También les dijeron que los españoles estaban cultivando las tierras de los Cancy.

Los Cancy eran apaches, lo más probable lipanes. Mientras que estos apaches tenían contacto y comerciaban con los españoles, no hay indicios de un puesto avanzado español situado en dicho lugar. Los franceses se enteraron de que los Cancy luchaban con arcos y flechas porque los españoles nunca proporcionaban armas de fuego a los nativos aliados. Poseían, sin embargo, espadas, trajes, sombreros y otras telas. Más importante, sin embargo, era el hecho de que los Cancy tenían caballos y controlaban su distribución. Otras tribus solo podían obtenerlos a través de los apaches.

La Harpe conoció que una numerosa tribu, conocida como los padoucas residían lejos, al norte y noroeste del río Arkansas. Los españoles estaban aliados con algunos de ellos, aunque no todos. Los padoucas eran atacados con frecuencia por los pawnees, siendo también enemigos de los caddos, con quienes Bénard de la Harpe estaba reunido.

Siempre ha habido dudas sobre la identidad de los padoucas. Muchos estudiosos insisten en que eran comanches, mientras que otros afirman que eran apaches. Hay pocas dudas de que los padoucas que conoció Bénard de La Harpe eran apaches Cuartelejos. La zona en que vivían era la misma que describió Ulíbarri en 1706, viviendo en aldeas dispersas, algunas de ellas con estructuras parecidas a la de los nativos Pueblo, algunos de los cuales [los Picurís] vivieron durante algún tiempo con los apaches. Su cultura era casi exactamente idéntica a la de los apaches y practicaban la agricultura. El enfrentamiento de los padoucas con los pawnees estaba bien documentado por fuentes españolas, aunque no eran muy conocidos por ellos. 

Bénard de la Harpe registró que los nativos con los que se reunía, raramente viajaban a la cabecera del río Arkansas, por donde los Cancy iban a guerrear con los padoucas. Este dato de una probable guerra entre apaches [Cancy y padoucas?] parece poner en duda la identidad de los padoucas como apaches. Dado que la guerra entre apaches y comanches estaba en marcha, podría indicar que los padoucas eran comanches. Pero también es posible que la guerra entre los Cancy [lipanes?] y los padoucas [Cuartelejos?] fuera una derivación del enfrentamiento entre los jicarillas [aliados de los Cuartelejos] y los faraones [parientes cercanos de los lipanes].

Bénard de la Harpe vio el poderío de los padoucas, dándose cuenta de que quien controlase el comercio con ellos dominaría las llanuras centrales. Poco después ocurrió la derrota del español Villasur en 1720 a manos de los pawnees y sus aliados franceses. Estos temían perder el comercio en las llanuras centrales, promoviendo la paz entre sus aliados nativos y los padoucas. Para ello se sirvieron de Étienne de Veniard quien se reunió con los padoucas. Estos, unos 80, salieron de su campamento a caballo para encontrarse con los franceses para volver juntos. El número de caballos indica que los padoucas tenían más que otras tribus indias que vivían más al este. La identidad de los padoucas que Veniard encontró siempre ha sido muy debatida. Los padoucas eran lo que los franceses más tarde llamaron comanches, pero la mayoría de los expertos creen que los padoucas eran apaches.

Veniard tuvo un buen recibimiento. Fue llevado junto con su hijo y otros dos franceses a la tienda del jefe padouca para una gran fiesta, sentándose sobre una piel de búfalo. Al día siguiente, expuso los productos comerciales que llevaba y los dividió en lotes. La lista a ojos de los padoucas era enorme: fusiles, sables, picas, pólvora, balas, telas de color rojo, telas de color azul, espejos, cuchillos de varios tipos, camisas, tijeras, peines, piedras de pedernal, punzones, abalorios, perlas de diferentes tamaños, alambre de latón para hacer collares, y anillos. Los padoucas nunca habían visto tal multitud de productos. Veniard se reunió con 200 jefes apaches y les arengó sobre la necesidad de mantener la paz entre todas las tribus y les pidió que los franceses pudiesen pasar por sus tierras en ruta hacia los asentamientos españoles en Nuevo México. Luego hizo señas para que los jefes tomasen lo que deseasen de las mercancías.

Veniard estimó que la aldea tenía 140 viviendas, con unos 800 hombres, más de 1.500 mujeres y alrededor de 2.000 niños. El desequilibrio entre hombres y mujeres da idea de lo peligrosa que era la vida de los guerreros apaches. Las viviendas eran grandes, con una capacidad de unas 30 personas cada una. El jefe apache dijo que tenía 12 aldeas bajo su mando con un número de personas [unas 16.000] cuatro veces más numeroso que el poblado en el que estaban, pudiendo reunir unos 2.000 guerreros. Los apaches vivían en una amplia zona que se extendía por más de 835 km, manteniendo aldeas permanentes desde donde salían a cazar en grupos de 50 a 100 familias. Cuando un grupo llegaba otro partía y así la aldea estaba ocupada en todo momento. Al parecer, viajaban hasta cinco o seis días desde su aldea para cazar. Los apaches, dijo Veniard, sembraban un poco de maíz y calabazas. El tabaco y los caballos se obtenían del comercio con los españoles en Nuevo México, por los que ofrecían pieles curtidas de búfalo y otras pieles. No está claro si los españoles se aventuraban en las llanuras para visitar las aldeas padoucas, o si los padoucas viajaban a los asentamientos españoles. Esto último parece más probable, aunque los españoles pudieron haber ido de vez en cuando para encontrarse con los padoucas que vivían relativamente cerca de sus asentamientos. Veniard dijo que los padoucas que vivían más lejos de los asentamientos españoles seguían utilizando cuchillos de pedernal para despellejar bisontes y para la tala de árboles, un indicador de que no realizaban muchos intercambios comerciales.

Algunos de los poblados padoucas estaban cerca de los españoles, quienes les visitaban cada primavera para comerciar trayendo caballos, punzones, cuchillos y hachas, pero según los padoucas, de inferior calidad a los traídos por los franceses. Sin duda, estaban muy interesados en tener una relación comercial con los franceses.

Los apaches, casi de inmediato, usaron su nueva alianza con los franceses contra los comanches. Ellos y algunos comerciantes franceses sorprendieron un campamento de caza comanche, logrando una pequeña victoria, pero en el futuro, los comanches fueron implacables en sus ataques a las rancherías apaches.

A juicio de Veniard, la expedición fue un éxito, pero en realidad consiguió poco: aproximadamente en una década los padoucas [¿apaches?] que encontró en Kansas se habían ido, empujados al sur por una tribu agresiva que llegaba de las Montañas Rocosas y barría todo a su paso, los comanches. 

Los comerciantes franceses que hacían viajes para ir al territorio de los padoucas rápidamente se dieron cuenta de que estos estaban siendo eclipsados por los comanches, por lo que comenzaron a hacer propuestas de paz con ellos. 

En abril de 1727, el gobernador de Nuevo México, Juan Domingo de Bustamante, escribió al virrey para informarle que los apaches jicarillas en Taos [Taos County, New Mexico] habían informado que los franceses estaban ayudando a los apaches Cuartelejos contra los comanches. Cuando los apaches trajeron prisioneros comanches a Santa Fé [Santa Fe County, New Mexico], fueron interrogados informando que había hombres blancos entre los apaches que los habían capturado, convenciendo a los españoles que eran franceses.

A partir de ahora, los apaches del norte de Santa estarán a la defensiva, tratando desesperadamente de salvar una sociedad que se desmoronaba, dependiendo cada vez más de los españoles para defenderse. Los apaches que vivían al este y al sur de Santa estaban más protegidos de los ataques comanches que los apaches del norte, pero al final también se vieron obligados a buscar la protección y la ayuda de los españoles).

1728

En 1728, un grupo de apaches roba toda la manada de caballos de la misión de San Juan Bautista del Río Grande del Norte ([Guerrero, Coahuila]. Probablemente, eran apaches faraones que vivían al sur del Río Grande, que aún no habían sufrido la presión de las incursiones comanches, estando demasiado al sur para ayudar a los apaches del norte).

1729

En 1729, siguiendo las recomendaciones del Diario y derrotero de lo caminado, visto y observado en la visita que hizo a los presidios de la Nueva España Septentrional el brigadier Pedro de Rivera y Villalón, se edita el Reglamento para todos los Presidios. (El viaje duró tres años y medio por el norte de la Nueva España para inspeccionar la línea fronteriza y los presidios. Sobre la base del Reglamento se ordenó a Juan Bautista de Anza, comandante del Real Presidio de Fronteras de los Apaches [Fronteras, Sonora] que se dedicase a pacificar a los seris, a tratar con cortesía a los nativos de la Pimería Alta [hoy zonas de Sonora y Arizona] y a formar un destacamento junto con soldados de los presidios de Janos [Chihuahua] y de El Paso del Norte [Ciudad Juárez, Chihuahua] contra los apaches que hostigaban la frontera.

El Reglamento decretaba que ninguno de los oficiales que pasan, por pillaje, a capturar indios de cualquier sexo o edad en una expedición de guerra… pueden reclamar dichos prisioneros por sí mismos o separarlos bajo cualquier motivo o pretexto. Más bien los enviarán a las afueras de México para que se cumpla lo que ordene Su Majestad. Es decir, que los apaches y otros nativos no debían ser tratados como esclavos sino como prisioneros de guerra, pudiendo ser condenados a trabajos forzados por un tiempo determinado, normalmente 10 años).

1730

A finales de 1730, unos 500 apaches lipanes atacan San Antonio de Béjar ([San Antonio, Bexar County, Texas]. El comandante del presidio, el capitán Juan Antonio Pérez de Almazán sale a su encuentro con 25 hombres, desarrollándose un duro combate que dura dos horas, logrando llevarse los lipanes, 60 cabezas de ganado, a costa de caer muchos de ellos. Murieron dos soldados  y 13 resultaron heridos. Para castigar a los apaches, se pone a cargo del gobernador de Texas, Juan Antonio Bustillo y Ceballos, 157 hombres y 60 nativos auxiliares para buscarlos en sus rancherías. Hallaron un campamento de 400 tiendas con unas 700 personas. Tras una pelea de 5 horas mataron a 200 de ellos, huyendo los demás, y quitándoles más de 700 cabezas de ganado, sin más pérdidas que siete heridos, de los que falleció uno).

1731

* El 9 de enero de 1731, dos sacerdotes, acompañados de varias familias españolas y cuatro soldados, son atacados por 50 apaches mientras iban desde San Antonio de Béjar (San Antonio, Bexar County, Texas) al Río Grande. (Mataron a una mujer y un niño fue capturado).

* El 9 de marzo de 1731, 56 colonos canarios (a quien el rey ha concedido el título hereditario de hidalgos a perpetuidad) al mando del lanzaroteño Juan Leal Goraz llegan al presidio de San Antonio de Béjar (San Antonio, Bexar County, Texas), donde el capitán Juan Antonio Pérez de Almazán les ofrece tierras al oeste del mismo, pero temiendo a los apaches se establecen entre el presidio y la misión, fundando la Villa de San Fernando de Béjar ([Bexar County, Texas]. Una vez instalados, Pérez de Almazán dirige una nueva campaña contra los apaches lipanes, pero 500 de ellos emboscan, el 18 de septiembre, a 20 soldados del presidio, aunque, extrañamente, se marchan sin acabar con ellos y el capitán pide ayuda al gobernador, que intervendrá el año siguiente).

* En 1731, Gervasio Cruzat y Góngora asume el cargo de gobernador de Nuevo México hasta 1736 y funda una misión entre los apaches jicarillas.

* El 15 de abril de 1731, una banda de 80 guerreros apaches ataca a un pelotón de soldados que llevaban una manada de caballos cerca de San Antonio de Béjar (San Antonio, Bexar County, Texas).

* En septiembre de 1731, un grupo de apaches roba 60 caballos en San Juan Bautista del Río Grande del Norte ([Guerrero, Coahuila]. El capitán del presidio, que luego sería gobernador, Pérez de Almazán, envió a cinco soldados tras ellos mientras organizaba un grupo más numeroso. A 4’8 km de distancia del presidio, el grupo de avanzada se encontró con 40 guerreros apaches que les atacaron. El grupo de Almazán llegó a tiempo de rescatar a los sitiados, pero los españoles, que eran 25 hombres, se encontraron a su vez rodeados por 500 apaches a caballo.

Durante dos horas, los españoles se defendieron, teniendo dos muertos y 13 heridos. Los españoles se arremolinaron en torno a un árbol para establecer una posición defensiva. Cuando se vieron perdidos por la superioridad de los apaches, estos interrumpieron el ataque y se fueron.

Sin embargo, la retirada apache entraba dentro de sus tácticas de guerra. Para ellos sus vidas eran valiosas. Asaltar el perímetro defensivo para matar a los españoles les hubiera costado más de lo que hubieran podido lograr. Ya tenían su botín y perder más tiempo podría hacer que llegaran más refuerzos del presidio y perder los caballos capturados. Además, los apaches raramente luchaban para exterminar a su enemigo, ya que su principal objetivo era el saqueo. Si no había enemigos o estos eran poco productivos, no podrían conseguir más botín.

Una investigación posterior reveló que en ese enfrentamiento habían participado tres tribus distintas, apaches [?], pelones [una rama de apaches lipanes que vivían en ese momento en la zona entre San Juan Bautista y San Antonio de Béjar] y jumanos. Estos últimos habían desafiado a los apaches para conseguir el control de las llanuras, pero se dividieron a causa de las incursiones apaches. Unos fueron al norte aliándose con los caddos para seguir hostigando a los apaches. Los jumanos que fueron expulsados al sur, no consiguieron la ayuda de los españoles ni de otras tribus. Ante el peligro de extinción, pactaron la paz con los apaches. Esta nueva relación con sus antiguos enemigos hizo que los españoles tuvieran dificultades para identificarlos, confundiéndolos a veces con los apaches.

El hecho de que estas tribus estuvieran peleando unidas refleja una parte importante de la estrategia apache, que rara vez luchaban para exterminar a sus enemigos, si no que luchaban para someterlos. Una vez que una tribu enemiga había sido suficientemente debilitada, los apaches a menudo les admitían como aliados para, finalmente, absorberlos en su cultura. Esta adaptación es una de las principales razones por la que los apaches sobrevivieron tanto tiempo, a pesar de tener enemigos tan poderosos, como los españoles, comanches, caddos y, en el futuro, mexicanos y estadounidenses).

1732

En octubre de 1732, Juan Antonio Bustillo y Ceballos, gobernador de Texas, parte de San Antonio de Béjar (San Antonio, Bexar County, Texas) con 157 españoles, 60 nativos aliados, 140 animales de carga, y un rebaño de 900 caballos y mulas. (Esperaban reforzarse con un grupo de nativos texas, pero, tras una semana esperándolos, no llegó ninguno, por lo que finalmente partieron. En el destacamento iba el experto capitán de milicias Manuel Rodríguez, del presidio de San Juan Bautista del Río Grande del Norte [Guerrero, Coahuila]. El avance fue cauteloso con el fin de que los apaches no se enteraran de su presencia. Después de seis semanas de viaje, la expedición solo había recorrido 338 km desde San Antonio hasta las proximidades del río San Sabá [San Saba River, Texas]. Allí, los guías de Bustillo informaron de la presencia de un gran número de apaches en sus rancherías. El gobernador encabezó un contingente de 100 hombres para atacar cuatro diferentes rancherías, con 400 tiendas repartidas por una extensión de 2’4 km, calculando unos 700 guerreros.

El 9 de diciembre, se entabló un combate durante cinco horas, en el que se llegó al cuerpo a cuerpo. Los apaches resistieron hasta que un jefe prominente cayó muerto, provocando la incertidumbre en sus filas. El jefe tenía un bastón de mando de plata, lo que indica que, en algún momento, había firmado la paz con los españoles, muy probablemente, de Nuevo México. Poco después, los apaches se retiraron. Los apaches recuperaron los cuerpos de sus muertos y heridos, por lo que fue difícil determinar con precisión las bajas que tuvieron, pero Bustillo estimó que murieron unos 200 apaches. Solo 30 mujeres y niños fueron capturados, pero se recuperaron 700 caballos y 100 mulas cargadas de pieles y otros bienes. Los historiadores creen que la batalla ocurrió en el río San Sabá, en las inmediaciones del lugar donde se establecería más tarde la misión de San Sabá [San Saba, San Saba County, Texas]).

A pesar de su victoria, Bustillo temía un contraataque apache, por lo que decidió retirarse al campamento principal. Como sospechaba, los apaches acosaron la retirada de los españoles, siguiéndoles durante todo el camino de regreso a San Antonio y robándoles caballos cuando podían. A su llegada a San Antonio de Béjar, Bustillo fue informado que durante su ausencia, una banda apache había asaltado los asentamientos de la zona.

Bustillo informó que en la batalla habían participado cuatro tribus: apaches [?], Ypandis, Ysandis y Chentis [los tres últimos identificados como apaches lipanes]. Bustillo recibió muchas peticiones solicitando utilizar a los cautivos como medio de asegurar la paz con los apaches. Los ciudadanos y misioneros instaron al gobernador a enviar a una o dos mujeres cautivas como emisarios. Bustillo aceptó). 

* En 1732, sobre la base al Reglamento de 1729, 14 prisioneros apaches lipanes pertenecientes a la banda de Cabellos Colorados son llevados a la Ciudad de México, de donde nunca volvieron.

1733

* El 4 de enero de 1733, Juan Bustillo y Zevallos, gobernador de la provincia de Texas, libera a dos mujeres apaches que habían sido capturadas en la batalla del último 9 de diciembre, para que lleven cartas invitando a líderes apaches a negociar la paz. (El sacerdote Gabriel de Vergara escribió al virrey solicitando que se construyan misiones para los apaches. Habló con los cautivos atrapados por Bustillo, creyendo en la posibilidad de que los apaches pudieran convertirse.  Era mucha gente y su sumisión proporcionaría una gran cantidad de territorio bajo control español.

A principios de febrero, una de las mujeres regresó con tres guerreros y un mensaje de que el Capitán Grande se estaba preparando para venir a San Antonio de Béjar [San Antonio, Bexar County, Texas] con otros jefes apaches y su gente para tratar la paz. También informaron que había 37 bandas de apaches a lo largo de la ruta a Nuevo México. Estuvieron agasajándoles durante tres días, quizás para que entendieran los deseos españoles de paz. Cuando los apaches iban a partir, prometieron que cuatro jefes vendrían con mucha gente antes de que pasasen dos lunas, pero nunca llegaron. Sin embargo, grupos pequeños iban llegando a San Antonio a comerciar).

* El 27 de marzo de 1733, tres guerreros y una mujer apaches llegan al presidio de San Antonio de Béjar (San Antonio, Bexar County, Texas) para comerciar. (Al finalizar fueron escoltados fuera como era la costumbre. Dos soldados acompañaron a los apaches a una colina situada a unos 7’2 km del asentamiento. Allí, dos docenas de apaches se acercaron al grupo percibiendo los soldados sus intenciones, pero ya era demasiado tarde. Los dos cayeron de sus caballos y sus cuerpos fueron rodeados por los apaches. Cuando los españoles recuperaron los cuerpos, estos estaban mutilados).     

Este incidente, contado desde el punto de vista de los españoles y que parece ser un claro acto de violencia no provocada, fue una clara indicación de que las promesas de paz de los apaches no podían ser creídas. Desde el punto de vista de los apaches, no habían acordado oficialmente la paz con los españoles, ya que sus jefes no habían llegado a firmar el acuerdo. Por lo tanto, para ellos, no estaban en paz).

Generalmente, los apaches no mataban a un posible enemigo que iba a su campamento, pero una vez fuera, todo podía pasar. En este caso, los apaches se sentían seguros mientras comerciaban, pero cuando estuvieron fuera, su comportamiento pudo cambiar. También pudieron haberse puesto de acuerdo con la partida apache que estaba cerca del asentamiento o que los dos soldados interpretaran erróneamente las intenciones del grupo de apaches o incluso que exhibieran sus armas o las dispararan, provocando la respuesta inmediata y violenta de los mismos. Por desgracia, los apaches no podían dar su versión. En todos los incidentes, siempre se conocían las versiones de los hombres blancos. Para los españoles, los españoles mataron a los dos soldados a sangre fría.

Ya sea que fuera una muerte intencionada de los dos soldados españoles o un malentendido entre ellos, lo cierto es que este incidente dio lugar a varios años más de enfrentamientos y desconfianzas. También causó un aluvión de cartas al virrey solicitando refuerzos. Incluso fray Vergara denunció la amenaza apache solicitando refuerzos. En respuesta a las cartas, José Urrutia fue nombrado capitán del presidio de San Antonio en el mes de julio, quien solicitó inmediatamente refuerzos.  La guarnición de 43 soldados era insuficiente. Se trajeron 15 soldados de La Bahía [Presidio de Nuestra Señora de Loreto de la Bahía, actual Goliad, Goliad County, Texas] y 10 de Los Adaes [San Miguel de Linares de Los Adaes, hoy Natchitoches Parish, Louisiana]. Con esos soldados adicionales, junto con los nativos aliados, Urrutia pensó que podría conseguir la sumisión de los apaches).

1734

* A principios de 1734, es nombrado gobernador de Texas, el capitán de infantería Manuel de Sandoval, quien refuerza el presidio de San Antonio de Béjar (San Antonio, Bexar County, Texas) con 25 hombres para hacer frente a las incursiones apaches.

* En 1734, el jefe apache lipán Cabellos Colorados acude con su gente a San Antonio de Béjar (San Antonio, Bexar County, Texas) a comerciar con productos del búfalo. (Cuando se fueron, vieron por los alrededores a dos ciudadanos que buscaban unas reses perdidas, a quienes ataron y se los llevaron. Una compañía de soldados persiguió a los apaches, pero no pudieron alcanzarlos. Finalmente, los apaches mataron a los cautivos españoles. Cabellos Colorados suspendió sus visitas a San Antonio poco después del incidente para evitar el castigo de los españoles. En lugar de ello, se dirigió hacia el sur para hostigar los asentamientos a lo largo del Río Grande). 

* En 1734, fray José Manuel de Eguía y Leronbe, a cargo del pueblo nativo de Nambé (al norte de Santa Fé, New Mexico), denuncia la práctica de esclavizar a los apaches para redimirlos por el hecho de ser infieles.

* En 1734, siete jefes apaches lipanes establen sus rancherías cerca de las misiones del Río Grande.

1735

* En 1735, la capital de Texas sigue siendo San Miguel de Linares de Los Adaes (hoy en Natchitoches Parish, Louisiana), pero el gobernador Sandoval se traslada a vivir definitivamente a San Antonio (Bexar County, Texas) que ya es la población más grande del territorio, aunque está sufriendo los ataques apaches.

* En julio de 1735, Augustin de Voldosola, gobernador y capitán general de las Provincias de Sonora y Sinaloa, describe el territorio apache: La nación apache está tan ampliamente extendida que desde Chicahuy [Chiricahua Mountains, Cochise County, Arizona] distantes unas 20 o 30 leguas [96 o 144 km] del presidio de Fronteras [Sonora], se extiende más allá de Nuevo México, lo que equivale a cerca de 300 leguas [1.254 km…]. 

* En diciembre de 1735, una banda de 70 apaches ataca la misión de Dulce Nombre de Jesús de Peyotes (Villa Unión, Coahuila), a 38’6 km de San Juan Bautista (Guerrero, Coahuila).

1736

* En 1736, se descubre plata en Bolas de Plata, cerca de la actual frontera de Arizona con Sonora. (La mina estuvo abierta poco tiempo debido a las incursiones apaches y por la ausencia de más plata a medida que se fue excavando).

* En 1736, una banda apache ataca la caravana de animales de carga que llevan mercancías desde San Antonio de Béjar (San Antonio, Bexar County, Texas) a la zona del Río Grande, pero son rechazados por los 10 hombres de la escolta. (Seguidamente, asaltaron la misión de San Francisco de la Espada [en el actual San Antonio, Bexar County, Texas] llevándose 40 caballos. Un destacamento de soldados salió tras ellos encontrando un caballo agotado que los apaches habían dejado atrás, resultando ser una montura comprada tiempo atrás por el jefe apache lipán Cabellos Colorados al alférez Juan Galván).

1737

* En 1737, tras dos ataques apaches, los españoles abandonan el fuerte de Santa Cruz de El Cíbolo (Karnes County, Texas) y los soldados se acuartelan en San Antonio de Béjar (San Antonio, Bexar County, Texas).

* En 1737, una banda apache lipán incursiona en el presidio de San Antonio de Béjar (San Antonio, Bexar County, Texas) llevándose 58 caballos. (Pocos días después, la esposa de Cabellos Colorados con otras tres mujeres y un hombre fueron al presidio a cambiar carne de búfalo por tabaco. El capitán Urrutia los recibió cordialmente, les dio regalos, pero les advirtió que los españoles solo serían amistosos si los apaches paraban sus incursiones. Los apaches partieron pacíficamente, pero dos meses más tarde, el 2 de diciembre, se llevaron 300 caballos, provocando una estampida en la noche. Ante tanto asalto, los españoles trasladaron la manada de caballos más cerca del presidio para protegerlos mejor y poder dar una respuesta más rápida a los asaltos apaches).

* El 11 de diciembre de 1737, 28 soldados españoles al mando del capitán José de Urrutia, comandante del presidio de San Antonio de Béjar (San Antonio, Bexar County, Texas) capturan al jefe apache lipán Cabellos Colorados y a otros 14 más acampados cerca de la actual Floresville ([Wilson County, Texas]. Una vez capturados, Urrutia reconoció a la esposa de Cabellos Colorados como la mujer que había dirigido un grupo comercial en San Antonio. Poco se sabe de Cabellos Colorados, pero apareció en los registros españoles en varias ocasiones, cuando atacó diferentes asentamientos. Ocupó un lugar destacado en una incursión a San Antonio [Bexar County, Texas] en 1731; y en 1734 su banda capturó a dos ciudadanos. Robó los caballos de la misión de San Francisco de la Espada y mató a nativos de las misiones de San Juan Capistrano y Nuestra Señora de la Purísima Concepción de Acuña [las tres misiones en Bexar County, Texas]. Después de numerosas incursiones durante 1736 y 1737, fue capturado y encarcelado en San Antonio de Béjar.  

Cabellos Colorados convenció al gobernador de Texas, Prudencio de Orobio y Basterra, de que liberara a una de las mujeres cautivas para que informara al principal jefe de los apaches sobre su encarcelamiento y que devolviera los caballos robados de la última incursión posibilitando así su liberación y la del resto de los apaches. Basterra accedió).

1738

* El 21 de enero de 1738, la mujer liberada regresa a San Antonio de Béjar (San Antonio, Bexar County, Texas) con 16 caballos para entregarlos a cambio de la liberación del jefe apache lipán Cabellos Colorados y del resto de prisioneros, transmitiendo la promesa del Capitán Grande de que traería pronto el resto de los caballos. (El gobernador se negó a liberarlos hasta que no llegaran todos los caballos robados.

En un momento dado, los apaches lipanes trajeron un gran número de caballos a la vista del presidio para tentar a los españoles a recuperarlos. Urrutia, cauto, envió varios exploradores que regresaron informando que había unos 1.000 lipanes bien armados en las cercanías, preparados para emboscar a los soldados si estos salían a recuperar la manada. Urrutia no picó el cebo y los lipanes, tras acampar durante cinco días y al ver que los españoles no salían, se fueron.

Durante el tiempo que Cabellos Colorados estuvo cautivo, los lipanes no cometieron depredaciones cerca de San Antonio, por lo que los españoles interpretaron esa tregua como prueba de la culpabilidad de su jefe. Sea como fuere, la paz terminó en octubre, cuando los apaches lipanes reanudaron sus incursiones. Al enterarse de las nuevas hostilidades, el virrey y arzobispo de México, Juan Antonio Vizarrón y Eguiarreta, ordenó trasladar a Cabellos Colorados y al resto de cautivos a Ciudad de México. Salieron del presidio de San Antonio de Béjar el 18 de febrero de 1739. Eran siete hombres, seis mujeres y una niña de dos años, María Guadalupe, hija de Cabellos Colorados. Viajaron a pie, en collera, durante 102 días, vigilados por una escolta mixta de soldados y civiles. Dos murieron en el camino; y seis meses después, siete más en prisión o trabajando. Se desconoce si los demás sobrevivieron. Las últimas noticias conocidas indicaban que los oficiales de la prisión enviaron a dos hombres a un hospital, mientras que dos mujeres, aunque enfermas, estaban sirviendo en la casa de un prominente ciudadano español. La pequeña María Guadalupe se quedó sin su madre, y los esfuerzos posteriores para reunirlos fracasaron, cuando el tutor designado se fugó con la esposa de Cabellos Colorados).

* A finales de año de 1738, el gobernador del Nuevo Reino de León, José Antonio Fernández de Jáuregui y Urrutia, iba a la ciudad de Monterrey, cuando al cruzar el río de Sabinas (Coahuila) se le extravía una mula que llevaba una valiosa carga. (El gobernador ofreció una recompensa a quien la hallase. De la Punta de Lampazos [Lampazos de Naranjo, Nuevo León] salió un grupo de personas a buscar la mula y su codiciada carga. Rastrearon el río y la hallaron, pero, al regresar, fueron atacados por los apaches, quienes se llevaron al ciudadano de la Punta de Lampazos, Simón de León, junto con las joyas que llevaba, propiedad del gobernador. Nuevos hombres procedentes de Candela [Coahuila] y del presidio de Santa Rosa de Sacramento, capturaron a un apache que llevaba la capa y la cabellera del infortunado ciudadano, reconocida por ser de color bermejo).

1739

* En noviembre de 1739, la compañía de la guarnición de San Antonio de Béjar (Bexar County, Texas) reclama que, a un cabo y a un soldado, se les prevean de caballos y víveres, por haber quedado sin ellos a causa de un encuentro que tuvieron con los apaches.

* A finales de 1739, José de Urrutia, comandante del presidio de San Antonio de Béjar (San Antonio, Bexar County, Texas) y, probablemente, el mayor experto en nativos de Coahuila y Texas, dirige una nueva campaña contra los apaches lipanes hasta el río San Sabá (San Saba River, Texas) en la que cuenta con la ayuda de Manuel Rodríguez, teniente en el presidio de San Juan Bautista ([Guerrero, Coahuila]. Capturó un gran número de lipanes y afirmó haber descubierto el paso a través de las montañas hacia el noroeste que utilizaban para llegar a San Antonio. A pesar del aparente éxito de su campaña, las incursiones de los lipanes no disminuyeron. Urrutia solicitó un incremento de 10 soldados para la guarnición y sugirió que un presidio construido en la parte superior del río Guadalupe [Texas] evitaría sus incursiones.

El resultado de la campaña de Urrutia para detener los ataques de los apaches lipanes hizo que los misioneros se quejaran de que la campaña no había sido más que una incursión para conseguir esclavos).  

1740

* En 1740, los apaches matan el 9 de mayo a Juan Bautista de Anza (padre), comandante del presidio de Fronteras (Sonora) en una emboscada cerca de Santa María Soamca (hoy Santa Cruz, Sonora).

* En 1740, el rector de las misiones de la Compañía de Jesús en Sonora, el padre Miguel Xavier Almanza, refiriéndose a los apaches, dijo: … son sanguinarios por naturaleza….

* En 1740, muere José de Urrutia, siendo sustituido como comandante del presidio de San Antonio de Béjar (San Antonio, Bexar County, Texas) por su hijo, Toribio de Urrutia, quien inmediatamente inicia los preparativos para otra campaña contra los apaches lipanes. (Sin embargo, varios antiguos funcionarios de Texas se unieron a los misioneros de San Antonio oponiéndose a su plan, argumentando que otra campaña enojaría a los apaches lipanes y causaría más ataques de represalia).  

1741

* A principios de abril de 1741, una patrulla del presidio de Janos (Chihuahua) sorprende a un pequeño grupo de mujeres y hombres apaches. (No se sabe mucho acerca de este hecho, pero probablemente la mayoría consiguió escapar, varios probablemente resultaron muertos y se sabe que una mujer fue capturada. Los soldados la llevaron al presidio, donde se hizo cargo de ella el notario Lucas de Abecia, uno de los principales ciudadanos de la localidad. El 24 de abril, la mujer fue bautizada con el nombre de María Antonia, actuando de padrino el mismo Abecia.

María Antonia sirvió en el hogar de Abecia y de su esposa, María Antonia del Río, casándose con José Miguel, un esclavo mulato de Abecia. El 2 de abril de 1743 tuvieron una hija a la que llamaron María, siendo María Antonia del  Río su madrina.

José Miguel murió o fue vendido en algún momento después del nacimiento de su hija, porque no estaba presente cuando María Antonia falleció en julio de 1748. El sacerdote José Montaño recordó en su funeral que era una simple apache, sirviente de Abecia).

* El 8 de julio de 1741, tiene lugar un juicio en Santa Fé (Santa Fe County, Nuevo México) contra Luis Quintana, un sirviente apache, propiedad de Juan de Tafoya, quien convenció a otros dos sirvientes para huir, llevándose a dos mujeres con ellos. (En caso de huida, los funcionarios de las provincias limítrofes estaban al acecho de los fugitivos y devolvían a los fugados a su dueño.

Luis Quintana fue apresado y juzgado. Fue declarado culpable de hurto, asalto y bandolerismo y condenado a 200 latigazos y a trabajos forzados durante dos años en las minas de Chihuahua.

En esa época, la mayoría de los sirvientes de Nuevo México eran apaches, navajos o utes, las tribus que más combatieron la ocupación española. Por ley, ningún nativo Pueblo podía ser utilizado para “trabajo personal” y el incumplimiento de esa norma se castigaba con cárcel y multas. Sin embargo, el estatus de los nativos “no cristianos” era diferente. Los españoles sentían que no hacían nada malo al llevar cautivos a sus hogares y cristianizarlos. De hecho, el gobierno y la Iglesia lo alentaron porque así, algunos “hostiles” podían cristianizarse y ser empleados en trabajar).

* En noviembre de 1741, el jefe apache lipán Cuero de Coyote llega a San Antonio de Béjar (San Antonio, Bexar County, Texas) para pedir permiso a Toribio de Urrutia (que había sucedido a su padre como comandante del presidio) para establecerse cerca del río Guadalupe, a más de 80 km de San Antonio y para pedir ayuda contra los texas que les atacaban con armas de fuego. (A pesar de ello, Toribio de Urrutia emprendió una campaña punitiva contra los apaches en 1742).

1742

El 29 de agosto de 1742, una banda apache destruye el pueblo de Namiquipa (Chihuahua).

1743

* En marzo de 1743, el sacerdote Benito Fernández de Santa Ana, presidente de las misiones de San Antonio de Béjar (San Antonio, Bexar County, Texas) insta al virrey a tomar medidas inmediatas para convertir a los apaches lipanes. (Santa Ana creía que un presidio y una misión construidos en la región del río San Sabá, en el corazón del territorio de los lipanes, liberaría a San Antonio de las depredaciones. Pasó mucho tiempo dialogando con los lipanes que visitaban la misión de Nuestra Señora de la Purísima Concepción de Acuña [Bexar County, Texas] así como con los cautivos apaches lipanes en San Antonio. De ellos tuvo conocimiento de la creciente presión que los comanches hacían contra ellos, quienes comenzaban a trasladarse al sur del río Arkansas, su frontera hasta 1740, haciendo su primera aparición documentada en Texas, persiguiendo a sus tradicionales enemigos, los lipanes. Los españoles los llamaron norteños [expresión que seguramente incluía a wichitas y pawnees] y llamarán Comanchería a sus nuevos territorios [norte de Texas, este de Nuevo México y oeste de Oklahoma]. Como resultado, los lipanes acudían a las misiones para establecerse y, a veces, permitir a los sacerdotes bautizar a sus niños).

* En 1743, el gobernador de Coahuila, Juan García de Pruneda, dirige una expedición de 200 hombres contra los apaches lipanes. (Aunque no se sabe donde tuvo lugar este enfrentamiento, terminó en una completa derrota de Pruneda. Los lipanes emboscaron a los españoles, hiriendo gravemente al gobernador, matando a más de la mitad de sus hombres y capturando casi todos sus caballos y equipamientos).

* El 31 de diciembre de 1743, el jesuita José Toral refleja las dificultades de los misioneros en un informe redactado en la misión de Huépac (Sonora), principalmente, la soledad, las enfermedades, los ataques de los hechiceros, las acusaciones que les dirigían los españoles y el peligro de los apaches, que destruían pueblos y misiones: El peligro continuo y manifiesto de la vida, por dos razones: la una, por muchos ferozes enemigos apaches que circundan las missiones de esta provincia de Sonora […] y también españoles que cometiendo excesos en los pueblos y pervirtiendo, con sus malas costumbres y escándalos, a los indios; porque el Padre saca la cara al remedio, al punto, la venganza que tienen es desacreditarlo, levantándole gravísimas chimeras.

1744

El 15 de junio de 1744, Juan Antonio Baltazar, padre visitador general de las misiones de Sonora, escribe a Pedro de Cebrián y Agustín, conde de Fuenclara, informándole de los continuos ataques que sufre Sonora por parte de los apaches. (Baltazar dijo que los presidios fronterizos eran insuficientes para contener sus incursiones, proponiendo la creación de un presidio con 100 hombres en el río Gila.

En otra carta dirigida al fiscal del rey, el padre provincial, el jesuita Cristóbal de Escobar y Llamas, criticaba el sistema defensivo de Sonora, solicitando medidas eficaces contra las incursiones apaches, cuyos asaltos en ranchos, haciendas, misiones y minas  habían ocasionado un rápido deterioro de la vida social y económica de esa provincia.

El 12 y el 27 de julio de 1744, Agustín de Vildósola, gobernador de Sonora y Sinaloa, envió dos cartas al misionero jesuita Felipe Segeser, comentando el asalto cometido por los apaches en el rancho de Juan Sánchez Moreno).

1745

En 1745, Toribio de Urrutia, comandante del presidio de San Antonio de Béjar (San Antonio, Bexar County, Texas) recibe la autorización para hacer una campaña contra los apaches lipanes. El sacerdote Benito Fernández de Santa Ana acompañó a la expedición, junto con 50 españoles y nativos aliados. A 386 km de San Antonio, al norte del río Colorado, Urrutia encontró varias rancherías dispersas de lipanes y natagés. Muchos apaches estaban ausentes de las rancherías en ese momento, lo que permitió a Urrutia capturar un número significativo de apaches y llevarlos a San Antonio. Fray Santa Ana, partidario de cristianizar a los apaches, acusó a Urrutia de querer capturarlos para venderlos como esclavos y solicitó al virrey la entrega de los cautivos.

La respuesta apache fue inmediata. Cuatro mujeres llegaron a San Antonio para anunciar que, ya que los españoles no querían la paz, la guerra estaba declarada. Durante las próximas semanas, los apaches hostigaron los asentamientos cercanos, excepto la misión de Concepción, que estaba a cargo de fray Santa Ana, que siempre había tratado a los apaches amistosamente.

El 30 de junio, 350 lipanes y natagés [mujeres, niños y ancianos incluidos] fueron de noche al presidio de San Antonio con intención de quemarlo. Un niño descubrió a los apaches, dio la alarma despertando a los ciudadanos para la defensa. Consiguieron quemar varios edificios, pero la llegada de nativos aliados de los españoles de las misiones de San Antonio de Valero [el futuro El Álamo] y de Concepción, hizo que los apaches sean rechazados hacia el río Medina, al sur del presidio.

Aunque parezca extraño, fuera de la batalla surgió una oportunidad para la paz. Durante la confusión, un apache que estaba en la misión de Concepción huyó con su gente, informando al jefe lipán de que los cautivos estaban siendo bien tratados y que los españoles deseaban verdaderamente la paz. Una de las cautivas era la hija del jefe. Al escuchar la noticia, el jefe lipán ordenó a sus seguidores el cese de las hostilidades. El jefe de los apaches natagés se opuso, pero finalmente cedió. Después de dos meses de paz, una mujer apache con una cruz y un niño llegaron a San Antonio con regalos para Urrutia, anunciando que los apaches querían la paz).

1746

* El 16 de febrero de 1746, una banda apache incendia de nuevo (ya lo hicieron en 1698) la Iglesia de Cocóspera (municipio de Imuris, Sonora) y el 22 del mismo mes, saquean e incendian la hacienda en Tehuachi (municipio de Arizpe, Sonora) de Agustín de Vildósola, gobernador y capitán general de las Provincias de Sonora y Sinaloa. (Entre el 18 de marzo y el 1 de septiembre de 1746, Vildósola envió tres cartas al virrey Pedro de Cebrián y Agustín, conde de Fuenclara, acusando a Francisco Antonio y a Pedro Bustamante, capitanes de los presidios de Fronteras y Terrenate, respectivamente, de ser los responsables de la deficiente defensa de la frontera ante los ataques apaches, mencionando las recientes incursiones apaches en el pueblo de Cocóspera; en la hacienda de Tehuachi y en el Real de Minas de Nacozari).

* En 1746, el padre Sedelmayr escribe sobre los apaches que residen al este del río Gila (New Mexico y Arizona) y en el río San Pedro (Arizona) y sobre los que incursionan por Sonora.

* En 1746, más de 400 guerreros apaches están acampados a 120’7 km del presidio de San Francisco de los Conchos ([San Francisco de Conchos, Chihuahua]. El capitán José de Berroterán, un hombre de la frontera con 35 años de experiencia, había conseguido su amistad, les había hecho regalos pagados de su bolsillo. Había conseguido que fueran aliados activos de los españoles.  

A pesar de la simpatía de ciertos apaches, otros continuaron asaltando y saqueando los asentamientos fronterizos.

Berroterán reconoció que miles de apaches desde el norte de la zona de Big Bend [Big Bend National Park, Texas] tenían fácil acceso a los asentamientos de Coahuila y Nueva Vizcaya. La falta adecuada de fortificaciones en el Río Grande, entre El Paso del Norte [Ciudad Juárez, Chihuahua] y San Juan Bautista del Río Grande del Norte [Guerrero, Coahuila] dejó a los apaches libre acceso a gran parte del  territorio en el norte de México).

1747

* En 1747, soldados españoles salen de El Paso del Norte (Ciudad Juárez, Chihuahua) buscando apaches por la zona de Zuñi y el río Gila con unos 700 soldados.

* El 10 de abril de 1747, el sacerdote jesuita Juan Bautista Duquesney, visitador de las misiones de Sonora, escribe al gobernador de esta provincia, Agustín de Vildósola, quejándose de los asaltos apaches en los pueblos de Cocóspera (municipio de Imuris, Sonora), Bacanuchi (municipio de Arizpe, Sonora) y San Mateo, así como los ranchos de Fernando Aróstegui y Juan Ignacio Ramírez Soto, y los de Navidad, Alameda y Devisadero. (Duquesney comentó también que a consecuencia de esos asaltos se despoblaron los pueblos de Bacanuchi y Basochuca [los dos en el municipio de Arizpe, Sonora], y el cajón de Santa Bárbara, por lo que proponía que se organizase una campaña militar contra los apaches.

Ese mismo año, el sacerdote Jacobo Sedelmayr se lamentaba de las dificultades que tenía en su labor apostólica diciendo: … falta la escolta que siempre nos niega el señor Governador [sic], y que cada día se nos hace más necesaria por lo mucho que adelantan los Apaches.

1748

* A partir de 1748, diversos grupos de apaches son expulsados de las praderas por los comanches, comenzando a emigrar hacia el sur, ([ese movimiento algunos lo sitúan a principios del siglo XVIII]. Pero al hacerlo, se vieron desalojados de las zonas de caza del bisonte, encontrando en el ganado español un sustituto estratégico para su sustento. Los apaches comenzaron a irrumpir en la región, en gran medida por la llegada del ganado y los cultivos, hacia el norte y por el vacío que dejaban tanto los conchos como tarahumaras. Originarios de las planicies, los apaches se dedicaban sobre todo a la caza y a la recolección. Su práctica agrícola era escasa, aunque al parecer el contacto con los españoles de Nuevo México había propiciado una creciente dedicación agrícola. Por ese contacto conocieron el caballo, un animal que muy pronto se convirtió en elemento de vital importancia en su vida. El caballo potenció su capacidad de movimiento, siendo expertos en su manejo. Compuesto por diversas tribus dirigidas por otros tantos jefes, encontró en las explotaciones españolas una de sus fuentes principales de subsistencia. ¿Para qué buscar bisontes si los españoles criaban vacas y caballos? De esa convivencia surgió un conflicto que no culminaría sino hasta finales del siglo XIX).

* En febrero de 1748,  se funda en la orilla sur del río San Gabriel, la misión de San Francisco Xavier de Horcasitas ([Milam County, Texas]. A los pocos meses, 60 apaches cayeron sobre la misión, saquearon los edificios y provocaron una estampida de la manada de caballos. Los habitantes lograron ahuyentar a los apaches, quienes gritaron que volverían pronto con más efectivos para destruir la misión. Efectivamente, volvieron poco después llevándose los caballos de la misión. En total, ese año los apaches asaltaron cuatro veces la misión, llevándose caballos cada una de las veces  y matando a tres soldados y a cuatro nativos de la misión).

* El 2 de marzo de 1748, Fermín de Vidaurri, capitán del presidio de Santiago de Mapimí (Mapimí, Durango) edita su Memoria y relación jurada sobre la expedición que hizo por orden del virrey a las márgenes del Río Grande para localizar ubicaciones para futuros presidios que protejan de las incursiones apaches. (Vidaurri que llevaba 60 nativos auxiliares, encontró una ranchería de 250 apaches al este del Big Bend [Big Bend National Park, Texas]. Su jefe, de 80 años, se llamaba Ligero. En un cordial encuentro, los españoles le dieron harina, carne y tabaco; y Ligero proporcionó dos apaches para guiar a los españoles a La Junta de los Ríos [unión de los ríos Conchos y Río Grande], donde el jefe dijo que, a menudo, negociaban allí. Vidaurri se enteró por Ligero de que sus apaches estaban en guerra con los apaches natagés.

Cuando el grupo de Vidaurri se acercaba a La Junta de los Ríos, se encontró con otra ranchería cuyo anciano jefe era Pascual. Él y su familia habían sido bautizados, poseyendo un bastón de mando indicativo de su autoridad. Estaba en paz con José Barroterán, capitán del presidio de San Francisco de Conchos [municipio de San Francisco de Conchos, Chihuahua] y dijo controlar cinco rancherías de 30 familias).

* El 21 de marzo de 1748, el jesuita Carlos de Rojas escribe al gobernador de Sonora y Sinaloa, Agustín de Vildósola, para hacer patente la disposición de los misioneros jesuitas de continuar colaborando activamente con las tropas presidiales en las campañas que se realizan contra los apaches; comentando el fracaso de la última campaña general, e informando del asalto al pueblo de Los Remedios (municipio de Ímuris, Sonora), donde toda la población fue aniquilada por los asaltantes.

* En 1748, José Barroterán, capitán del presidio de San Francisco de Conchos (municipio de San Francisco de Conchos, Chihuahua) hace un informe en el que señala la existencia de nuevos pobladores en el Bolsón de Mapimí (región situada entre los estados mexicanos de Chihuahua, Coahuila y Durango): unos 400 apaches. (Desde entonces la Nueva Vizcaya estaría en situación casi permanente de inseguridad. El peligro de que las partidas apaches pudieran contar con la colaboración de grupos fugitivos de tarahumaras rebeldes era grande, pues estos conocían muy bien el terreno que ahora comenzaban a frecuentar aquellos).

* En 1748, ante la ferocidad y magnitud de las depredaciones apaches, el rey de España, Fernando VI, aprueba una declaración formal de guerra contra ellos.

* En 1748, el padre Mariano Francisco de los Dolores y Viana, una vez que le llega la autorización del virrey, funda en la orilla meridional del río San Xavier (hoy San Gabriel, Texas) la misión de San Francisco Xavier de Horcasitas (Milam County, Texas), a donde llega el 13 de marzo, el alférez Juan Galván con 30 soldados prestados por los presidios de Los Adaes (hoy en Natchitoches Parish, Louisiana) y La Bahía (hoy Goliad, Goliad County, Texas) que resultarán insuficientes contra los apaches lipanes, como él mismo informará, de vuelta a San Antonio en junio de 1749, proponiendo crear un presidio con 50 soldados.

* En 1748, el cosmógrafo real José Antonio de Villaseñor y Sánchez escribe sobre las Montañas Chiricahua y los apaches que viven allí, mientras otra banda apache se rebela en el territorio de lo que hoy es el municipio de Coneto de Comonfort (Durango), liderados por Rafael.

1749

* En 1749, los jefes apaches Pedro y Bautista acuden al presidio de Fronteras (Sonora) en son de paz, pero son apresados y enviados al interior de México. (Los guerreros de estos jefes atacaron el presidio de Fronteras, afirmando ante los soldados que si no devolvían a sus jefes no iban a dejar un español vivo en Sonora).

* El 2 de febrero de 1749, Toribio de Urrutia, comandante del presidio de San Antonio de Béjar (San Antonio, Bexar County, Texas) sale con 200 hombres, en su mayoría nativos aliados, para San Sabá (San Saba, Menard County, Texas) en una expedición punitiva contra los apaches. (A principios de año, los españoles decidieron cambiar de táctica. El sacerdote Benito Fernández de Santa Ana había sostenido que las campañas sangrientas contra los apaches aumentaban la ferocidad de sus ataques. En lugar de ello, las campañas deberían concentrarse en coger cautivos, no para la venta como esclavos como que se había hecho con anterioridad, sino para retenerles como rehenes, tratándoles bien para convencerles de que los españoles querían la paz.

Urrutia encontró una pequeña ranchería apache de la que se llevaron tres ancianas y cinco niños. A su regreso, se enteró de que los apaches habían robado ganado de la misión de Concepción [Bexar county, Texas]. Reunió 300 hombres para perseguir a los asaltantes. En marzo, encontraron en el río Guadalupe, a 96’5 km de San Antonio, una ranchería de 400 personas, probablemente perteneciente al jefe apache lipán Cuero de Coyote. La mayoría estaban ausentes cazando bisontes, por lo que los españoles rápidamente entraron en el campamento y capturaron 30 hombres, 90 mujeres y 47 niños. Los cautivos fueron llevados a San Antonio, donde los hombres fueron encarcelados, mientras las mujeres y los niños fueron distribuidos entre los ciudadanos y los misioneros con órdenes de tratarlos bien, pero vigilándoles para que no escapasen. Esta política parecía ir destinada a atraer a los lipanes a la mesa de negociaciones. Después de conseguir cautivos, Urrutia envió mensajeros para notificar a los jefes una oferta para intercambiar todos los prisioneros con la promesa de vivir en paz y aceptar erigir misiones.

En abril, dos mujeres y un hombre capturados en la incursión del río Guadalupe fueron puestos en libertad para llevar un mensaje a su jefe de que si firmaba la paz, los españoles liberarían a todos los cautivos lipanes presos en San Antonio.

A principios de agosto los tres emisarios regresaron con un subjefe lipán, informando a Toribio de Urrutia que cuatro jefes lipanes, uno de ellos el Capitán Grande, estaban acampados en el río Guadalupe, con 200 personas, esperando el permiso para ir a firmar el acuerdo y establecer relaciones pacíficas para poder recuperar a sus cautivos.

Siete días más tarde, el 15 de agosto, los lipanes notificaron al presidio su llegada con señales de humo, según lo acordado. Al día siguiente, Urrutia y los misioneros reunieron a los soldados, colonos y nativos que vivían en las misiones para reunirse con los recién llegados.

Los lipanes entraron al día siguiente y pasaron los siguientes dos días de fiesta y asistiendo a misa. Después de las ceremonias religiosas, los españoles comenzaron a liberar a los cautivos. En la mañana del 19 de agosto, los lipanes se reunieron a un lado de la plaza, mientras los colonos se reunieron al otro. En el centro de la plaza, se excavó un gran agujero, lleno con un hacha, un caballo, una lanza y seis flechas. Los jefes apaches y Urrutia bailaron alrededor del agujero tres veces, inspirando así a los lipanes y a los colonos a unirse en una amistosa danza a sus líderes. Documentos posteriores informaron que las mujeres y niños que estaban sirviendo en los hogares de colonos y misioneros no fueron liberados hasta el 28 de noviembre.

Después de 30 años de guerra casi constante, los lipanes y los españoles firmaron una paz que duró más de 15 años. Los comanches, que estaban empezando a adueñarse de las llanuras de Texas, fueron un factor importante para convencer a los apaches de buscarse aliados.

Gracias a las buenas gestiones del fraile Benito Fernández de Santa Ana, cuatro jefes lipanes firmaron el 18 de agosto, el tratado en San Antonio [llamado Tratado de Álamo Plaza], por el que los lipanes se comprometían a cesar en sus ataques en el territorio de la misión de San Antonio a cambio de que las autoridades españolas les permitieran desplazarse al territorio que circundaba al presidio de la Bahía [Goliad, Goliad County, Texas] para comerciar y realizar intercambios. Como consecuencia de ese acuerdo, en 1757, se construiría en territorio lipán una misión [Santa Cruz de San Sabá, junto al río San Sabá, 5 km al este de la actual Menard, Menard County, Texas] y un presidio. La paz marcó el comienzo de una nueva fase de relaciones pacíficas entre los lipanes y los españoles).  

1750

* De 1750 en adelante, según Domingo Cabello, gobernador de Texas, los apaches lipanes son un tercio del total de apaches que viven entre el Río Grande y el río Nueces, mientras que los dos tercios restantes residen más en Coahuila donde se alían con los julimeños, en las proximidades de la antigua misión del Dulce Nombre de Jesús de los Peyotes (Villa Unión, Coahuila).

* A partir de 1750, los españoles construyen una cadena de presidios de Tucson (Pima County, Arizona) a Coahuila, para protegerse de los ataques apaches y comanches, mientras se extiende una epidemia de viruela entre los apaches lipanes acampados a lo largo del río Guadalupe, al parecer por contagio con los recién liberados que estaban cautivos en San Antonio y se trasladan a vivir junto al río Nueces (Texas).

* En febrero de 1750, el padre Benito Fernández de Santa Ana presenta un plan para fundar misiones entre los apaches lipanes que viven junto al río Pedernales (afluente del Colorado, aguas arriba de Austin, Texas) y propone el traslado aquí del presidio de San Antonio de Béjar (San Antonio, Bexar County, Texas) pero su propuesta no será aceptada y poco después enferma y regresa al colegio de Querétaro, siendo substituido como presidente de sus misiones texanas por el fraile Mariano de los Dolores y Viana.

* A finales de 1750, algunos apaches lipanes enviados por el jefe Coquín, llegan al presidio de San Antonio de Béjar (San Antonio, Bexar County, Texas) para advertir al capitán Toribio de Urrutia que sus parientes, los apaches natagés, están cansados de tanto tiempo de paz; que el jefe Rico, a quien todos los natagés respetan, iría en pie de guerra contra los españoles en unos pocos días.

1751

* En 1751, los apaches inician sus incursiones de forma constante por la red de asentamientos y rutas que los españoles recorren por el norte de Nueva Vizcaya. (Gileños, natagés, y otros grupos apaches cometieron robos de ganado en las haciendas cercanas a la ciudad de Chihuahua entre 1751 y 1753. Estos ataques fueron tan importantes, que el obispado de Durango vio reducido a la mitad el producto de los diezmos.

El sacerdote de Namiquipa [Chihuahua], Pedro Pablo Villavicencio, cuando iba con unas personas que se dirigían de Namiquipa a Santa Clara [localidad del mismo municipio], fueron atacados por una banda de apaches. El cura testificó que el grupo estaba compuesto por hombres y mujeres de los dos pueblos que administraba [Namiquipa y las Cruces] y de otros pueblos vecinos. El grupo sumaba 34 hombres de armas. Después recorrer 16 km, llegaron a la altura de la Sierra de Santa Clara, en donde estaban desde el día anterior ocho indios de los míos aguardándonos para escoltarnos [lo que indica que tomaban la precaución de enviar vigías para asegurarse de que el camino estuviera libre de enemigos]. El cura les preguntó si habían visto a algún enemigo, respondiendo que no. Sin embargo, nada más bajarse de los caballos para comer, vieron a los apaches que estaban bajando de sus caballos en un cerro cercano. La forma en que hicieron el ataque revela la estrategia militar de los apaches: Serían los enemigos a mi entender como 200, peleaban con tal orden como el que ya digo, venía una fila de a pie que era la que nos hacía frente de 40 indios, todos con lanzas, y petos de cuero, en cada esquina de la hilera uno a caballo también con lanza, y peto, tras esta hilera, otra que era [tangente] nos tiraba, tras esta otra todos de un mismo tamaño, los que venían bajando el cerro se ponían del mismo modo, y si los de primera fila que nos hacía frente, caía alguno como de facto vimos caer dos, ocupaban el puesto el de la segunda. Y no pudiendo a tanta fuerza resistir, los nuestros nos fuimos retirando, y como dos leguas [9’6 km] antes de llegar al pueblo nos dejaron de seguir los enemigos, que dando por suyo el campo, y lo demás que arriba llevo dicho, se llevaron los almofreces, estopa de la gente del referido valle de Santa Clara, se llevaron mi almofrez, el ornamento negro, y la capa blanca.

En el enfrentamiento falleció una mujer que se había quedado en el sitio donde estaban comiendo, intentando unirse al grupo llevando un niño de pecho. La mujer se cayó varias veces del caballo. Cuando su hermano y su cuñado intentaron rescatarla, fue herida por una lanza, soltándose de la mano de su hermano, quien intentaba subirla de nuevo al caballo. Su marido resultó herido y su caballo muerto también de una lanzada.

Al día siguiente un grupo fue a recoger el cuerpo de la mujer y la encontraron desnuda del todo, quitada la cabellera como es uso y costumbre en ellos, en el corazón un flechazo, por la parte donde le metieron la lanza que fue la espalda, le sacaron las tripas, y se las enredaron en las piernas, y le tasajearon las piernas. La mujer sufrió vejaciones que los apaches acostumbraban a hacer con los cuerpos de sus enemigos muertos en batalla. Según Griffen, los apaches pensaban que mutilar cuerpos sin vida no causaba dolor al muerto, admitían que algunas veces lo hacían al calor de la venganza como una forma de devolver la ofensa hecha por esa persona o por el grupo al que pertenecía. Aunque los apaches reprochaban a los españoles el haber comenzado con la práctica de arrancar cabelleras, ellos a veces también lo hicieron. La hostilidad de los apaches estaba motivada para vengarse y para conseguir botín).

* A mediados de 1751, los sonorenses envían expediciones contra los apaches a las Montañas Chiricahua (Cochise County, Arizona).

* En 1751, una banda de apaches lipanes, dirigidos por Bigotes, que no admite la paz acordada con los españoles, cruza el río Grande y se establece en Coahuila, viviendo a lo largo del río Escondido y río San Rodrigo.

* En 1751, los pimas u O’odham y los pápagos del Gila, asolan, el 20 de noviembre, el valle de Caborca (Sonora), matando al día siguiente al padre Tomás Tello, responsable de la misión, cuya iglesia destruyen por tercera vez; y al padre alemán Enrique Ruhen, responsable de Sonoita (Sonoyta, Pima County, Arizona) el 21 o 22 de noviembre; y entre estas y las misiones de Oquitoa, Sáric y Tubutama (Sonora) a más de 200 colonos españoles; asolando también la misión y el pueblo de Tubac ([Santa Cruz County, Arizona]. La rebelión debilita las defensas fronterizas contra los apaches).

1752

 En septiembre de 1752, el gobernador de Nuevo México, Tomás Vélez Cachupin, informa que los apaches faraones que vivían al este de Albuquerque (Bernalillo County, New Mexico)  se habían negado a unirse a los apaches del río Gila para atacar la zona de El Paso del Norte ([Ciudad Juárez, Chihuahua]. Los apaches faraones habían rechazado un ataque, informando rápidamente del incidente al gobernador. A pesar de su aparente amistad, Vélez desaconsejó cualquier alianza entre los apaches Carlanas, jicarillas y faraones, tal vez por temor a que una combinación de ellos podría volverse contra los españoles).

1753

* En 1753, siguiendo órdenes del virrey Juan Francisco de Güemes (I conde de Revilla Gigedo), el teniente Juan Galván, destinado en la compañía presidial de San Antonio de Béjar (Bexar, Bexar County, Texas), explora la zona de los ríos Pedernales, Llano y San Sabá (Texas) para ubicar una misión entre los apaches lipanes, y para evitar infiltraciones francesas. (Es posible, por discrepancias en diversos documentos, que la expedición tuviese lugar en 1754 y la orden del virrey, el año anterior.

Primero exploraron los ríos Pedernales y Llano, pero no encontraron lugares adecuados para instalar una misión, por lo que continuaron hasta el río San Sabá, donde encontraron buena tierra, agua y pastos, y dos excelentes lugares para una posible ubicación.

Fray Juan Domingo Arricivita escribió la Crónica Seráfica y Apostólica donde menciona el informe del padre Miguel Aranda, presente en la expedición: La expedición se encontró con una banda de apaches [lipanes], y cuando se les informó con qué propósito los españoles visitaban su territorio, expresaron gran alegría. Se repartieron ofrendas, se confeccionó una cruz y se celebró una procesión en la que los salvajes besaban las manos del sacerdote y adoraban a Dios y a su Santa Madre. 

Los lipanes informaron a Galván del color ocre rojo y, supuestamente, rico en minerales del Cerro de Almagre [hoy Riley Mountains, Llano County, Texas] y a su regreso a San Antonio de Béjar informó del lugar. El gobernador Jacinto de Barrios estaba en contra de instalar una misión porque opinaba que a los lipanes solo les interesaba la protección frente a sus enemigos, los comanches).

* En 1753, bandas apaches, dirigidas por Pascual y Ligero, incursionan por varias comunidades del norte de Nueva Vizcaya, los actuales, Chihuahua, Durango y New Mexico, que entonces incluía el oeste de Texas y parte de  Arizona y Colorado. (En Chihuahua, los apaches atacaron la hacienda del Carrizal [municipio de Ahumada] donde mataron a ocho personas; asaltaron dos veces el presidio de Los Pilares, ubicado temporalmente en la hacienda de Agua Nueva [municipio de Chihuahua]; incursionaron por el sur hasta las inmediaciones de Ciudad Chihuahua; asaltaron la hacienda de Casas Grandes [municipio de Casas Grandes] y los ranchos del Valle de San Buenaventura [municipio de Buenaventura], a 80 y 145 km respectivamente de Janos [Chihuahua]. En el ataque a Casas Grandes participaron unos 300 apaches cuando una compañía de soldados de Janos los interceptó y mató a siete apaches, escapando los demás).

* En febrero de 1753, apaches natagés acuden al presidio de San Juan Bautista del Río Grande (Guerrero, Coahuila) para solicitar poblar el paraje llamado San Rodrigo, cercano a la nueva población de San Fernando de Austria (Zaragoza, Coahuila), con 900 personas. (En marzo de 1755, las autoridades de la Villa de Santiago de la Monclova [Monclova, Coahuila] harán copia del expediente del auto levantado con motivo de dicha solicitud).

* El 5 de julio de 1753, un grupo de apaches lipanes mata a fray Francisco Javier de Silva y a ocho españoles que le acompañaba, en un lugar llamado San Ambrosio (?), cerca del Río Grande. (Cuando llegaron los españoles encontraron los cuerpos de dos nativos; uno, reconocido como un julime, con un rosario al cuello, y otro era un joven apache natagé).

1754

* En junio de 1754, Pedro de Rábago y Terán, gobernador de Coahuila, escribe al virrey sobre los tratados de paz que se han firmado con los apaches. (Como resultado, más de 900 apaches estaban acampados en el Río Grande, en las inmediaciones de la nueva villa de San Fernando de Austria [Zaragoza, Coahuila]. La mayor parte de los apaches eran natagés, que habían frecuentado en el pasado San Juan Bautista [Guerrero, Coahuila], para comerciar o cometer depredaciones. Otros apaches llamados Cíbolas y Tucubantes también estaban presentes. Todos ellos estaban dirigidos por tres jefes interesados en establecerse en una misión.

Juan Antonio Bustillo y Ceballos, el nuevo gobernador interino de Coahuila y el fraile Alonso Giraldo de Terreros, encabezaron una expedición para encontrar una ubicación adecuada para la misión. Eligieron un lugar llamado San Lorenzo, ubicado donde estuviera San Ildefonso de la Paz [cerca de Zaragoza, Coahuila] a 86’9 km al oeste de San Juan Bautista; y a 9’6 km de San Fernando de Austria.

En septiembre, el virrey Juan Francisco de Güemes y Horcasitas dispuso que: … a instancia de los indios apaches, denominados nathajees, cíbolos y tucubanttes, que se encontraban congregados á las inmediaciones del Presidio de Rio Grande, se les formase Mision á dichos indios en el paraje llamado S. Rodrigo. Se llamaría misión de San Lorenzo y sería la primera misión para los apaches lipanes.

En noviembre, la orden del virrey llegó al gobernador interino de Coahuila, Juan Antonio de Bustillo y Ceballos y en vista de eso, se trasladó allí para cumplir el mandato. Celebró un consejo con los jefes apaches lipanes, que entonces sumaban unos 2.000, explicándoles la vida que debían llevar en la misión, y una vez que estuvieron de acuerdo, se estableció oficialmente la misión de San Lorenzo, en diciembre de 1754.

El gobernador mandó traer dos familias de otras misiones, bueyes, aperos y herramientas para comenzar los trabajos de labranza, para que enseñasen a los recién llegados a fabricar casas y abrir acequias.

El fraile Alonso Giraldo de Terreros se hizo cargo de la misión. Para el 5 de enero de 1755 ya se habían construido algunas casas y hecho una cierta cantidad de adobes para la iglesia y el convento. A principios de marzo, el jefe lipán Bigotes llegó con su ranchería de 52 personas. A finales de mes, ya había 83).

* En 1754, una banda apache mata al sacerdote de Fronteras (Sonora) durante una incursión, mientras los españoles realizan una campaña por la zona entre Zuñi (McKinley County, New Mexico) y el río Gila, llevando unos 100 exploradores zuñi atacando la ranchería del jefe apache Chafalote.

1755

*  El 2 de abril de 1755, fray Diego Martín García, responsable de la Misión de San Juan Bautista de Río Grande (municipio de Guerrero, Coahuila), envía un informe al virrey comunicando los ataques perpetrados por apaches y comanches al norte de la provincia de Coahuila y lugares cercanos a la misión. 

* El 4 de octubre de 1755, los apaches lipanes que estaban instalados en las cercanías de la misión de San Lorenzo (cerca de Zaragoza, Coahuila), la queman y la destruyen. (El fraile Alonso Giraldo de Terreros, que estaba a cargo de la misión, se había ido a trabajar en un proyecto de mayor envergadura en una misión en la zona de San Sabá [Texas]. Varios meses después de su partida, los lipanes dieron muestras de inadaptación. A pesar de los esfuerzos de los misioneros, saquearon e incendiaron los edificios, abandonando definitivamente la misión.

La destrucción de San Lorenzo convenció a la mayoría de españoles de la inconstancia de los apaches y su falta de voluntad para establecerse en torno a las misiones. Los misioneros pensaron que el fallo ocurrió porque los lipanes estaban lejos de su territorio, por lo que decidieron construir una misión en el corazón de su territorio.
Bernardo de Miranda, vicegobernador de la provincia de Texas, emprendió otra expedición hacia el Cerro de Almagre [hoy Riley Mountains, Llano County, Texas] con el objetivo principal de averiguar si verdaderamente existían minerales de valor tal como los lipanes habían informado al teniente Juan Galván en su expedición de 1753. No encontró nada, aunque dio origen a una leyenda que perviviría más de un siglo. Fue informado por los lipanes de ricos yacimientos de plata, describiéndola como una montaña de plata pura, a tan solo seis días de camino del río Llano, en territorio comanche. Miranda obtuvo gran cantidad de información geográfica de los lugares recorridos por su expedición).

1756 

* El 25 de mayo de 1756, el capitán del presidio de San Antonio de Béjar (San Antonio, Bexar County, Texas) Toribio de Urrutia, escribe una carta al nuevo virrey, Agustín de Ahumada y Villalón, marqués de las Amarillas, en la que dice: … sobre los problemas de la reducción de los apaches y la conveniencia de congregarlos para ganarle tierra a la nación comanche, que se va internando….

* El 22 de octubre de 1756, el franciscano Antonio de Aguilar, estando en la Villa de San Fernando de Austria (Zaragoza, Coahuila), escribe una carta al Comisario General de la Orden, fray Joseph de Oliva, en la que indica sus esfuerzos para convertir a los apaches a los que tenía que ir a buscar a sus propias rancherías. (Los apaches se quedaron prendados de su trato y conducta, recibiéndolo con demostraciones de aprecio. A los niños y adultos que bautizaba en la iglesia, les leía el evangelio, propagándose entre los apaches, que aquel acto era de mágicos poderes, que curaba todas sus enfermedades y aliviaba todas sus penas.

María Sánchez Navarro, criada con los apaches, hablaba su lengua haciendo de intérprete entre ellos y fray Antonio de Aguilar. Ella traducía los sermones que luego leía a los apaches, tanto en sus rancherías como en San Fernando de Austria, adonde acudían a cambiar pieles de bisontes por maíz y otros objetos.

Hasta las más lejanas rancherías llegaba la fama del padre Aguilar, y desde ellas acudía a San Fernando de Austria para que bautizara a sus hijos. Incluso los apaches no cristianos acudían para que fuera a curar a sus enfermos.

Ante agravios cometidos por los españoles, los apaches se sublevaron yendo a San Fernando de Austria para, según su comandante, Vicente Rodríguez, matar a todos los vecinos. Fray Antonio de Aguilar hizo que todos se refugiaran en la iglesia y cuando llegaron los apaches y encontraron las casas vacías, fueron a la iglesia con intención de quemarla, pero fray Antonio logró contenerlos, ordenándoles que se fueran con la promesa de que nunca volvieran en son de guerra allí.

Al propagarse una epidemia de viruela, fray Antonio visitó las rancherías apaches para confesarlos, bautizarlos, y atenderlos. Hasta hoy han sobrevivido algunos libros de bautismos de San Fernando de Austria, conteniendo 187 actas de apaches que recibieron el bautismo, pocas para los muchos apaches bautizados por fray Antonio.

Mucha pena le causó la muerte del apache Francisco del Norte, quien hacía de intérprete y guía por el territorio, y al que estimaban por su buen carácter, experiencia y conocimiento los apaches de la región).

* El 24 de noviembre de 1756, los capitanes Bernardo Antonio de Bustamante y Gabriel Antonio de Vildósola se citaron en la cabecera del río Gila, para explorar la Sierra de Mogollón ([Mogollon Mountains, Grant & Catron Counties, New Mexico].

Bustamante, de 48 años, había llegado desde Chihuahua con 60 soldados de cuera y otros 60 arqueros tarahumaras; mientras Vildósola, de 34 años, lo hizo llegando de Sonora, con 50 soldados de cuera, un grupo de colonos, 140 arqueros ópatas, y el capellán jesuita, de 41 años, Bartolomé Sanz. Bustamante tomó el mando de los dos destacamentos. 

Una vez juntos, los más de 300 hombres acamparon junto a las aguas poco profundas del río Gila, cerca de lo que hoy es Cliff [Grant County, New Mexico], un lugar con caza, madera y agua abundante, llamado por los españoles Todos los Santos. Su objetivo era encontrar y destruir las rancherías apaches de donde salían para incursionar por las provincias de Nueva Vizcaya [Chihuahua] y Sonora. Como dijo Bartolomé Sanz, a través del castigo, se controlará la audacia del enemigo.    

Durante semanas persiguieron a los apaches por la parte superior del río Gila. Luego, giraron hacia el sur, hasta el valle de San Simón [San Simon Valley, Cochise County, Arizona]. Más adelante, vieron a lo lejos la rocosa Sierra de Chiricahua [Chiricahua Mountains, Cochise County, Arizona], donde acostumbraban a esconderse los apaches antes de dirigirse hacia el sur. Viendo a sus hombres y monturas agotados, Bustamante decidió no atacar, dando por terminada la campaña que con tantas expectativas habían iniciado. Habían matado a 30 apaches varones. Bustamante y Vildósola se separaron, dirigiéndose cada uno hacia sus respectivos presidios. El gobernador de  Sonora contabilizó los cautivos, dos hombres, y 37 mujeres y niños.

No pasó mucho tiempo hasta que llegaron varios mensajeros apaches para negociar un intercambio de cautivos. Los apaches tenían varios cristianos que gimen en un confinamiento bárbaro bajo su crudo maltrato”. Esta expedición, más allá de los muertos y cautivos, no sirvió para evitar que los apaches siguieran incursionando.

Los informes que Bustamante y Vildósola entregaron a los gobernadores de Nueva Vizcaya y Sonora, se han perdido o están ocultos en los archivos, pero tenemos el relato del capellán Bartolomé Sáenz [difiere en la cantidad de muertos y capturados de los que contabilizó Juan Antonio de Mendoza], que escribió a su superior en Ciudad de México, el Padre Procurador y Rector, Juan Antonio Baltasar: “Mi muy estimado Padre Procurador y Rector Juan Antonio Baltasar… Designado por el Padre Visitador, partí el primero de noviembre [de 1756] con el capitán don Gabriel en campaña apache. Salimos de este presidio de Fronteras [Sonora] por línea recta al Noreste unas 84 leguas [405 km] hasta el lugar llamado Todos los Santos. De aquí sale el río Gila de la gran Sierra de Mogollón, de cuyo interior hasta ahora nada se sabe, y por consiguiente, nada del nacimiento de este grandísimo río. A esta cita se nos unieron 60 regulares de los presidios de Janos [Chihuahua], Agua Nueva [municipio de Rosales, Chihuahua] y Guajoquilla [municipio de Ciudad Jiménez, Chihuahua] comandados por el capitán don Bernardo de Bustamante, y 60 arqueros tarahumaras. Añadidos a los que nos acompañaban, hacían nuestra fuerza total a 110 regulares y 200 arqueros auxiliares, porque habíamos traído con nosotros 140 ópatas y unos 50 regulares, 10 del presidio de Terrenate [entonces situado en el municipio de Santa Cruz, Sonora], y el resto de este presidio de Fronteras, así como un número de ciudadanos del Valle de Oposura [municipio de Moctezuma, Sonora].

Para llegar a este lugar [Todos los Santos] a unir fuerzas el 24 de noviembre, teníamos tiempo de sobra. Sin embargo, no fue en vano. En cambio, se reconocieron las siguientes cordilleras en busca del enemigo: Pitaicachi, Embudos, Espuelas, Enmedio y Las Ánimas, estando estas al sureste de este presidio en dirección a Janos. Solo en la Sierra de las Ánimas se encontraron rastros de una ranchería, y aunque cinco bravos fueron superados, porque se pensó erróneamente que eran una avanzada de los ópatas, lograron salir del ordenado círculo que ya formaban nuestros hombres.

Desde la Sierra de las Ánimas [Animas Mountains, Hidalgo County, New Mexico] por el abrevadero de la Playa de Santo Domingo [Playas Valley, Hidalgo County, New Mexico] viajamos al norte, más allá de ese ojo de agua, unas treinta leguas [145 km] por un campo sin agua, hasta que llegó al Río Gila. En esta etapa del viaje, mientras buscando agua en un cañón, las huellas enemigas fueron descubiertas accidentalmente. Siguiéndolas, los soldados lograron matar a dos y capturar a otros dos en el cerro que llaman el Peñol de los Janeros [probablemente las Pyramid Mountains, Hidalgo County, New Mexico].  

Del Gila anduvimos, más al este que al norte, unas doce leguas [58 km] hasta el pozo de Santa Lucía [hoy en día Mangas Springs, Grant County, New Mexico] por terreno escabroso, y de allí seis leguas más [29 km] hasta el pozo de Todos los Santos. Aquí se pretendía reconocer la Sierra de Mogollón, aunque el reconocimiento se llevó a cabo solo en la medida en que 30 tarahumaras subieron a una de las cumbres cerca de la desembocadura del Gila para ver si había una ruta hacia el interior por el lecho del río. Subieron de noche, y observaron al día siguiente que, a corta distancia de la desembocadura, se unían dos brazos del arroyo formando el Gila. El primero, de mayor volumen, fluía de sur a norte; el segundo de norte a sur, y ambos, una vez unidos, fluyeron hacia el oeste. [Posiblemente, la confluencia del Turkey Creek, la bifurcación norte o más pequeña, y el Gila propiamente dicho, la bifurcación sur, más grande]. El camino por el cauce del río se revelaba a todas luces imposible porque los numerosos cantos rodados habrían impedido el paso de los caballos, y más aún en los angostos que se divisaban por las bifurcaciones.

En este punto partió un destacamento hacia el norte para el río San Francisco para saber si siguiendo su lecho u orillas uno podría atravesar, ya sea hacia el noreste, la dirección desde la cual fluye, o hacia el oeste, hacia el que corre. Se encontró intransitable en cualquier dirección a causa del estrecho desfiladero entre peñascos de gran altura a lo largo de sus orillas. En este viaje de un río a otro, unas veinte leguas [96 km], los soldados dieron con las huellas de dos rancherías. Al principio solo pudieron capturar a un solo valiente y matar a dos; en el segundo fueron capturadas siete mujeres y niños [piezas]. Ambas rancherías estaban en fuga, habiendo tenido noticias de la cercanía de nuestras tropas…

No fue posible bajar hasta la confluencia del Gila y el igualmente grande el San Francisco [un importante afluente del Gila, que fluye hacia el sur desde el extremo oeste central de New Mexico, cruza hacia Arizona y se une al Gila al sur de la ciudad de Clifton, Greenlee County, Arizona], como yo deseaba, porque nuestro principal objetivo seguía siendo el mismo. Así, el hecho de que se hubieran encontrado rastros de una ranchería en la zona entre los dos ríos hizo que el capitán al mando, don Bernardo de Bustamante, buscara su castigo. Esto resultó en la captura de 11 mujeres y niños y dejó a tres de los enemigos muertos en el campo.

No menos buena fortuna acompañó al capitán don Gabriel operando desde Todos los Santos en la ribera del Gila más cercana al San Francisco por un trecho de unas cinco leguas [24 km] donde el río corre por una quebrada. Persiguiendo otra ranchería, superó las alturas y con pura determinación se mantuvo en su camino contra un torrente de dificultades causadas por el terreno accidentado, hasta que logró en el mayor grado en el mayor triunfo. De hecho, esa fortaleza solo proporcionó al enemigo, que deseaba huir del asalto, un precipicio fatal. Allí fueron capturados 17 mujeres y niños, además de los de los enemigos que murieron obstinados en su defensa, que al parecer eran siete en número.

Unidos en el lugar llamado La Casita, continuamos hasta San [Francisco] Xavier. Seis leguas [29 km] de aquí vinieron tanto un grupo de 50 ópatas que acompañaban a don Gabriel como el mismo por diferentes caminos, que siguieron en dos destacamentos. Estas huellas les condujeron a la Sierra de San Marcial [la parte más septentrional de las Peloncillo Mountains, Cochise County, Arizona, al otro lado del límite con Arizona, o quizás las cercanas Whitlock Mountains, Graham County, Arizona], al sur del Gila. Ambas rancherías, en diferentes lugares, fueron asaltadas, capturadas 10 mujeres y niños, y tres de los enemigos quedaron muertos, si no más, porque no se calculó el número de heridos que huyeron.

De San Xavier nos desviamos hacia el sur hasta San Simón [en los alrededores de la actual San Simon, Cochise County, Arizona], donde las tropas se separaron por la imposibilidad de operar en la Sierra Chiricahua [Chiguicagui, Chiricahua Mountains, Cochise County, Arizona], una serranía sumamente accidentada. Volvimos a este presidio [Fronteras] con los caballos en mal estado a causa de la mala hinchazón de sus pies [Pododermatitis Interdigital o gabarro] que tenían al principio de la campaña. Algo se había hecho por lo menos para ver si, mediante el castigo, se refrenaba la osadía del enemigo. Quince niños cautivos vinieron a mi pueblo de Cuquiárachi [municipio de Fronteras, Sonora] a ver si algún tipo de cuadrilla de trabajo [pueble] podría estar hecho de ellos. Así lo determinó el capitán don Gabriel, y lo aprobó el gobernador.

Debido a que los apaches se habían volcado al robo incluso durante la paz fingida y habían robado algo de ganado de las inmediaciones del presidio, una vez más el pasado 21 de febrero el capitán mandó a decir que se reclutaran auxiliares de estos pueblos. Procediendo a la Sierra Chiricahua, más de 30 leguas de distancia [145 km], lograron matar siete, contando hombres y mujeres, y trajeron 21 niños cautivos. Dicen que había muchos apaches en esta serranía, y no me extraña, porque en esta estación ya se están juntando las rancherías en cierta aspereza cercana. Los valientes se unen para planear su campaña, después de lo cual se dividen en bandas para robar y matar en toda la provincia, tal como lo hemos experimentado estos últimos años. Bien sé que don Gabriel quiere reunir auxiliares y partir el próximo mes en una campaña, aunque los rigores del invierno dejan a los caballos en tan mal estado, que no sé que puedan durar mucho en una campaña así.

El territorio apache posee sitios de asentamiento únicamente a lo largo del Río Gila. San Bernardino, a 15 leguas [72 km] de este presidio, mantendría alguna población. El lugar llamado San Simón, además de ser alcalino, no acumula suficiente agua para este fin, aunque el terreno es sumamente abierto. Dista 22 leguas [106 km] de San Bernardino. Desde el norte de San Simón hasta San Xavier en el Gila debe haber poco menos de 20 leguas [96 km]. La Cañada de Guadalupe [Guadalupe Mountains, Hidalgo County, New Mexico], San Luis [Sierra de San Luis, municipio de Janos, Chihuahua], y la Playa de Santo Domingo apenas tienen agua suficiente para criar ganado solo. Solo en la charca de la Cañada de Santa Lucía, cerca de Todos los Santos hay alguna; así como tierras dignas para un pequeño asentamiento

… Los apaches plantan parcelas de maíz de Todos los Santos a lo largo de todo el río Gila y en la Cañada de Santa Lucía. Desde el lugar llamado La Casita subiendo el Gila y alrededor de Santa Lucía ya hay muchos pinos piñoneros. El mescal comienza aproximadamente a la mitad del camino entre el Gila y San Simon viniendo de esta manera. En los llanos de la Playa de Santo Domingo y San Simón se encuentra abundancia de frijoles de mezquite [péchita], y en los roquedales cercanos los indios han perforado hoyos en forma de morteros para molerlos. Además, hasta en los mismos llanos tienen piedras taladradas de esta manera y metates…

… El Gila también cría castores que roen y talan los sauces y álamos. Los sauces arbustivos también se encuentran a lo largo de sus orillas.

Los apaches no parecen tener hogares permanentes; en cambio, dondequiera que se detengan para recoger un poco de maíz o semillas de hierba, construyen unas pequeñas medias chozas de no más que ramas. En la ranchería que asaltó don Gabriel se halló un muñeco decorado de jiguites [?] y pezuñas de venado; también muchos prepararon pieles de venado y cueros de búfalo que dicen que traen los comanches, a quienes los apaches llaman Natage, en cambio por caballos y mulas…

El nombre de Mogollon llegó a aplicarse a esa cordillera, relató Bustamante, porque un gobernador de Nuevo México llamado Mogollón [Juan Ignacio Flores Mogollón fue gobernador de Nuevo México de 1712 a 1715] iba tras las huellas de unos apaches que habían robado unos caballos que los llevó a esa cordillera del lado de Nuevo México. Unos ciudadanos que iban delante de él entraron en las montañas, pero al ver su extrema aspereza y que los caballos estaban allí dentro, se dieron la vuelta para salir. En ese momento llegó el gobernador. Cuando les preguntó, los ciudadanos le informaron que los caballos estaban en un lugar del cual sería imposible liberarlos por el mal terreno y porque los apaches eran muchos. Se burló de ese razonamiento y, atribuyéndolo a su cobardía, ordenó a sus soldados que entraran. Y con ellos se fue directo a donde estaban los caballos. Al acercarse a ellos, se abalanzaron sobre él tantos apaches que tuvo que partir con la mayor dificultad, huyendo, dejando tras de sí, muertos a siete de sus soldados. Él incluso perdió su sombrero. Este evento memorable le dio a la sierra el nombre de Mogollón…

Pueblo de San Xavier de Cúchuta, 6 de marzo de 1757.

Sirvo a Vuestra Reverencia de corazón, Bartolomé Sáenz, S. J.

Los superiores de Bartolomé Sáenz, en su informe anual a Roma, escribieron: “Durante noviembre y diciembre… de 1756, el capitán de Fronteras penetró hasta los lugares más recónditos de estos apaches, tomando muchos prisioneros y dejando muertos no pocos enemigos… jornada exigente que recorrió cerca de doscientas leguas. Con todo esto, ¿quién lo hubiera creído? Apenas había vuelto a su presidio cuando los apaches volvieron a atacar nuestras misiones. Aunque el mismo capitán los hizo retroceder con éxito… causaron varias muertes, cometieron depredaciones, robaron todo lo que encontraron y esparcieron por todas partes un terror y un pavor repentino nuevos aunque familiares”).

1757

* El 30 de enero de 1757, cerca de San Buenaventura (municipio de Buenaventura, Chihuahua), una banda apache emboscó el tren de suministros del presidio de la ciudad de Chihuahua. (Los soldados de la escolta rechazaron a los apaches hacia las montañas cercanas, a la vez que otra partida de apaches recorría el Valle de San Buenaventura, al sureste de Janos [Chihuahua], robando dos vacas y varios caballos. Un vecino de dicho valle fue al presidio de Janos para dar  la alarma, donde la impresión general era que había sido la banda chihenne de Chafalote.

Un destacamento de 32 soldados, al mando del capitán Santiago Ruiz de Ael, ensilló sus caballos, llevando cada hombre uno más de repuesto, más las provisiones, saliendo de Janos cuando se ponía el sol. Cabalgaron durante toda la fría noche dejando atrás el asentamiento abandonado de Casas Grandes, cruzaron el río del mismo nombre y llegaron al Valle de San Buenaventura.

Guiaba el destacamento el cabo Marcelino Antonio de Herrero, un veterano de 50 años, natural de dicho valle y experto en enfrentamientos con los chiricahuas. Deteniéndose lo justo para cambiar de monturas, siguieron adelante. Con las primeras luces de la mañana, encontraron el rastro que iba al sur y al este del Corral de Piedra [municipio de Guerrero, Chihuahua]. A media mañana alcanzaron a los apaches, entablándose un enfrentamiento que duró todo el día. Pelearon por las laderas cubiertas de rocas, donde falleció el soldado Basilio Pacheco. Al llegar la noche unos pocos apaches consiguieron llevarse la mayoría del ganado robado, mientras el resto se perdía en la obscuridad. Los soldados regresaron a Janos sin haber cumplido su objetivo.

Tuvieron más suerte el 24 de marzo, cuando 15 soldados salieron del presidio de Janos en busca de otro grupo que había robado varios novillos de la Casa de Janos [municipio de Janos, Chihuahua], 48 km al suroeste del presidio. Tras una persecución de unos 72 km, los españoles alcanzaron a los apaches, que rápidamente huyeron a las montañas, dejando los animales atrás.

A pesar de estos robos, parece que los apaches querían la paz. El 30 de abril, una anciana apache llegó a Janos con una cruz negra de madera [muy común entre los apaches] pidiendo la paz para su gente. Según el artículo 193 del Reglamento de 1729, que decía: … cualquier indio de rancherías enemigas que venga al presidio y pida la paz, se le otorgará…, el comandante de Janos, Ruiz de Ael, a pesar de los recientes robos, la trató amablemente, dándole tabaco y maíz, y otros regalos para que se los llevase a su jefe con una invitación para ubicarse en Janos.

El 6 de mayo, tres hombres apaches llegaron a Janos, llevando cada uno una cruz negra de madera. Ruiz de Ael les aleccionó para que no se dedicasen a robar, dándoles a continuación unos regalos, yéndose de allí en cuanto se los dieron.

Ruiz de Ael siguió enviando patrullas a las sierras de los alrededores, no encontrando a ningún apache. En concreto, inspeccionaron las Sierras de Enmedio y de Carcay [las dos en el municipio de Janos, Chihuahua]; y la Sierra de la Escondida [municipio de Nuevo Casas Grandes, Chihuahua] sin ningún resultado positivo. Pero otra vez, el 16 de junio, cinco apaches llegaron a Janos. Encabezando esa delegación iba la esposa del jefe de una ranchería. El presidio tenía ahora un intérprete y los apaches pudieron ser interrogados. La mujer dijo que las familias de la ranchería estaban cazando, esparcidos y acampados a través de las sierras y que tan pronto como regresasen vendrían todos a Janos.

Ocurrió como dijo la mujer. A los pocos días varios grupos se presentaron ante los muros del presidio, donde recibieron regalos y comerciaron con el producto de su caza. Sin embargo, el 24 de junio, durante la noche y sin razón conocida, todos los apaches se fueron. Aunque Ruiz de Ael denominó  esa marcha como un “levantamiento, no envió soldados para perseguirlos, ya que los apaches no habían cometido ningún acto violento. 

Pero eso cambió en agosto, ya que una patrulla de Janos sorprendió a un grupo de apaches en la Hacienda de Casas Grandes [municipio de Nuevo Casas Grandes, Chihuahua], recuperando dos caballos robados.

En septiembre, los apaches volvieron a la Hacienda de Casas Grandes, donde robaron varias yeguas. Un destacamento de 20 soldados les siguieron hasta la Sierra de Enmedio sin poder alcanzarlos. El 15 de septiembre, varios apaches se llevaron una manada de novillos de Janos. Los soldados siguieron las huellas durante cinco días, logrando recuperar los animales y llevarlos de vuelta al presidio, mientras los apaches se refugiaban en las sierras que rodeaban la aldea de Carretas [municipio de Janos, Chihuahua], situada a 63 km del presidio.

De nuevo los apaches alternaron su política de guerra y paz. El 10 de octubre, cuatro mujeres apaches llegaron a Janos diciendo que el jefe de su ranchería quería hacer un trueque con algunos cautivos españoles que tenía. Ruiz de Ael respondió que le daría a cambio vacas, caballos, ropa, o lo que quisiera. También ordenó a una patrulla salir para inspeccionar la Sierra de Enmedio, pero no encontró nada.

El 21 de octubre, una joven española capturada por los apaches 10 años antes en la Hacienda del Carmen [hoy Flores Magón, municipio de Buenaventura, Chihuahua] se presentó en Janos, huyendo de ellos. Dos horas más tarde, una mujer apache llegó para buscarla informando que gente de su ranchería traería pronto a cuatro cautivos para intercambiarlos por la joven. Ruiz de Ael no aceptó, pero le dio regalos para su jefe. Tres días más tarde, la mujer apache regresó a su campamento sin la joven.

Al día siguiente, 25 de octubre, los apaches buscaron venganza. Un grupo de apaches asaltó la Hacienda de Casas Grandes. Un destacamento les siguió hacia el sureste, hasta el Valle de San Buenaventura, donde los guerreros viraron al oeste y desaparecieron en las sierras. Los apaches estaban de regreso en la hacienda seis días después. Fueron perseguidos por 20 soldados hasta “El Ojo del Suma” [?], un campamento apache hacia el este, donde el rastro desaparecía en dirección al río Gila).

* El 17 de abril de 1757, el franciscano Alonso Giraldo de Terreros funda la misión de Santa Cruz de San Sabá. (La historia de esta misión comenzó en 1756, cuando Pedro Rábago y Terán dirigió una expedición por la misma ruta que hizo Juan Galván en 1753 para erigir una misión para los apaches lipanes. Rábago y Terán se encontró con dos grupos de lipanes que se comprometieron a ir a la misión cuando fuera fundada. A su regreso a San Antonio de Béjar [San Antonio, Bexar County, Texas], Rábago tuvo el apoyo de los colonos para erigir una misión para los lipanes. El capitán Urrutia dio su apoyo estimando que unos 4.000 lipanes podían ser convertidos.

Con la información obtenida, una junta en la Ciudad de México analizó la situación, proponiendo ubicar un presidio en el río San Sabá, con una guarnición de 100 soldados, y establecer tres misiones. El franciscano Alonso Giraldo de Terreros fue designado para supervisar el proyecto, cuya financiación corrió a cargo del rico minero de Pachuca, Pedro Romero de Terreros [primo del franciscano Alonso Giraldo de Terreros], quien entregó 150.000 pesos para mantener a 20 misioneros durante los tres primeros años.

Rábago falleció el 25 de marzo de 1756​, por lo que fue nombrado comandante de la futura misión de San Sabá el coronel de Dragones Diego Ortiz Parrilla. Durante cinco años había sido gobernador de las provincias de Sonora y Sinaloa, teniendo gran experiencia en campañas contra los apaches, ya que había luchado contra ellos en el territorio del río Gila. Debido a la incertidumbre de, si San Sabá tenía que estar bajo la jurisdicción de los gobernadores de Texas, de Nuevo México, o de Coahuila, el virrey decidió mantener el nuevo presidio directamente bajo su propia capitanía general hasta que se obtuviera más información. Como resultado, Ortiz se hizo prácticamente independiente del gobernador de Texas, Jacinto de Barrios, y solo era responsable ante el virrey para la administración del presidio.

En septiembre, el coronel Ortiz Parrilla y el franciscano Terreros estaban en Ciudad de México organizando la expedición. Las órdenes de Ortiz, fechadas el 1 de septiembre de 1756, contenían las instrucciones a seguir en el traslado del presidio de San Francisco Xavier de Gigedo en la orilla sur del río San Gabriel [entonces llamado río San Xavier, a 8 km del actual Rockdale, Milam County, Texas]; en la edificación de las misiones; y la reunión de los nativos. Según las órdenes, la guarnición del antiguo presidio de San Francisco Xavier se incrementaría en 100 hombres, incluidos los oficiales. Veintidós miembros de las tropas adicionales debían ser tomadas de San Antonio, y las 27 restantes con nuevos reclutamientos. La nueva compañía estaba bien provista de oficiales, un capitán, dos tenientes, dos alféreces, y cuatro sargentos con sus cabos correspondientes.

El 4 de septiembre de 1756, el padre Terreros recibió su nombramiento como responsable de las nuevas misiones en San Sabá teniendo vía libre para comprar suministros para las misiones. En Ciudad de México y en Santiago de Querétaro adquirieron grandes reservas de víveres, artículos para los sacerdotes y baratijas para los nativos. Los sacerdotes elegidos fueron cuatro, Joaquín de Baños, Diego Ximenes, José Santiesteban y Juan Andrés. En Texas se unirían más. Ortiz reunió a los nuevos reclutas, recogió la caravana de provisiones, e inició el viaje hacia Texas. En Saltillo [Coahuila] se sumaron nueve familias de nativos tlaxcaltecas para enseñar a los nativos.

En la provincia de Coahuila se encontraron con un grupo de lipanes, probablemente en una de sus habituales incursiones por el sur, a los que les dieron obsequios y cuando vieron tantas provisiones para las nuevas misiones, prometieron acudir sin falta al río San Sabá. Los misioneros llegaron a San Antonio de Béjar [San Antonio, Bexar County, Texas] a principios de diciembre de 1756, y Ortiz llegó con su caravana unos días después, el 22 de diciembre. Dos días después de su llegada, Ortiz ordenó trasladar la guarnición del río San Marcos a San Antonio, para equiparlas convenientemente, ya que carecían de casi todo. Luego envió mensajeros a algunas rancherías apaches no lejos de San Antonio para invitarles a visitar el asentamiento y conocer a los fundadores de las nuevas misiones.

Después de unos 10 días, en enero de 1757, dos jefes lipanes con 500 personas llegaron a la misión de San Antonio de Valero [el actual El Álamo, Bexar County, Texas]. Los dos jefes lipanes se disculparon por la ausencia de otras tribus apaches, los natagés, mescaleros, Pelones, Come Nopales [?] y Come Caballos [?], diciendo que estaban demasiado lejos para venir. Expresaron su voluntad de congregarse en la nueva misión y en convertirse en súbditos del rey de los españoles. El coronel Ortiz aceptó su lealtad y entregó bastones a los dos jefes como insignia de su cargo de alcalde bajo el gobierno español. Al finalizar las ceremonias, los sacerdotes Dolores y Terreros distribuyeron regalos. Los lipanes quedaron tan complacidos con el trato recibido que permanecieron allí durante tres días. Al partir, todos reiteraron su voluntad de convertirse en cristianos y prometieron reunirse sin falta en el río San Sabá cuando los sacerdotes estuvieran listos para comenzar su ministerio. Durante los próximos tres meses, bandas de 200 a 300 apaches visitaron San Antonio, recibiendo regalos. Terreros declaró que los lipanes tenían ganas de agradar a los españoles y eran pacíficos. Por el contrario, Ortiz señaló que parecían más interesados en recibir regalos que en convertirse. En una carta al virrey, fechada el 18 de febrero de 1757, el coronel declaró que los lipanes seguían sin pacificar y tan bárbaros y traicioneros como siempre, según él. Creía que se necesitaría mucho tiempo y trabajo para conseguir su sumisión. Basándose en su experiencia, se dio cuenta de que no todo iría bien en el proyecto de la misión de San Sabá, y a partir de ese momento mostró una falta de entusiasmo y muchas dudas sobre el éxito de la empresa. 

En marzo de 1757, Ortiz reunió 1.400 reses y 700 ovejas, y poco después, con la llegada de la primavera, Ortiz decidió iniciar la marcha hacia el río San Sabá. Debido a que temía que el proyecto fracasara, no quiso transportar todos los suministros antes de conocer la situación más a fondo. Probablemente, también quería estar libre de equipaje si tenía que irse rápidamente, por lo que dejó la mayoría de los suministros en el río San Marcos con 39 hombres para cuidarlos. 

Salieron el 9 de abril de 1757, siguiendo el camino tomado por las expediciones anteriores, pasando la región montañosa al norte de San Antonio, cruzando los ríos Pedernales y Llano, en dirección noroeste. Tras nueve días de viaje, llegaron al río San Sabá el 18 de abril, en un lugar cercano a la actual ciudad de Menard [Menard County, Texas]. Siguiendo las órdenes, Ortiz exploró el valle del río hasta su origen. Inspeccionó los sitios recomendados por Galván y Rábago, y el día 23 de abril se reunieron para discutir la situación. Ortiz se opuso al establecimiento de las misiones, deseando posponer el proyecto, ya que lo consideraba inviable al no haber aparecido ningún apache. Los sacerdotes creían que llegarían pronto, por lo que estaban decididos a comenzar las operaciones de inmediato. Si Ortiz se negaba, amenazaron con regresar a Ciudad de México y lavarse las manos. Ortiz cedió, empezando los preparativos para la construcción de los primeros edificios.  

La misión se construyó al sur del río, a cierta distancia del vado, mientras que el presidio se erigió a unos 4’8 km aguas arriba de la orilla norte, esperando que esa distancia impediría a los soldados tener una influencia negativa en los apaches lipanes. Empezaron por los aposentos de los sacerdotes, almacenes para los suministros, los establos y una iglesia, todo rodeado de una empalizada con una gran puerta con rejas. En dirección al río plantaron cultivos.

Mientras el padre Terreros estaba ocupado dirigiendo el trabajo de la misión, Ortiz supervisaba la construcción del presidio. En honor al virrey, lo llamó San Luis de las Amarillas, pero era conocido como el Presidio de San Sabá. De acuerdo con las instrucciones del virrey, se asignó a los soldados parcelas de cultivo, preparando el terreno para la siembra de cereales. Para el 4 de mayo, todo lo planificado estaba en marcha, por lo que Ortiz ordenó que trajeran el resto de los suministros del campamento del río San Marcos, llegando a finales de junio.

Todo estaba preparado, pero faltaban los apaches. Como no llegaban, decidieron buscarlos. El padre Varela, que había estado mucho tiempo destinado en San Antonio, familiarizándose con el idioma apache, fue encargado de ir a buscarles. Salió a principios de mayo en dirección al río San Marcos, donde aún se encontraba el campamento. Esperaba encontrarse con los apaches al ser la época de la caza de bisontes, pero no vio ni rastro de ellos y, tras una búsqueda infructuosa, llegó al río San Marcos. El destacamento que allí había custodiado las provisiones le informó que hacía unos días, había llegado una mujer apache diciendo que su tribu había sido atacada en el río Colorado por los texas, entre los cuales se encontraban cuatro apóstatas de las misiones de San Antonio. 

Mientras tanto, el jefe lipan Tacú [también llamado El Chico o Chiquito], había visitado la misión de San Antonio de Valero [Bexar County, Texas]. El padre Dolores le echó en cara no haber cumplido su promesa, conminándole a que fuera inmediatamente al río San Sabá. Tacú prometió ir, enviando correos para avisar a los diferentes jefes de la realización de una gran asamblea que se celebraría en el río San Sabá. En mayo, grupos de apaches lipanes y natagés empezaron a llegar a la misión de San Sabá. Para junio, ya sumaban 3.000 personas, acampados en las cercanías de la misión, llevando consigo una gran cantidad de caballos y mulas, robados en los asentamientos de Coahuila y a lo largo del Río Grande. Por desgracia para los frailes, solo una pequeña parte de ellos decidió entrar en la misión. El jefe Tacú, con 32 tiendas y cerca de 300 personas, parecía interesado en la vida de la misión, pero otro jefe apache natagé, Casablanca, con 300 tiendas dejó claro que sus guerreros iban a la caza del bisonte y después a hacer una campaña contra sus enemigos del norte. El hermano de Casablanca había muerto en una incursión comanche a su campamento en el río Colorado [Texas]. Casablanca pidió a Tacú que no abandonara a su pariente en ese momento de gran necesidad. Poco después, la totalidad de los lipanes partieron, dejando atrás solo a un par de ellos enfermos al cuidado de los decepcionados y descontentos misioneros.

El 30 de junio de 1757, Ortiz envió un informe al virrey en el que plasmaba su desconfianza en los apaches: Por los autos que transmito en esta ocasión y de la consulta que los acompaña, Su Excelencia comprenderá qué difícil empresa es la formación de misiones para la nación pagana apache, y verá que los informes favorables que se enviaron a esa Capitanía General sobre el asunto fueron resultado directo de la falta de confiabilidad que siempre ha caracterizado a los misioneros y habitantes de la provincia de Texas en todos los hechos que les concernían. Así lo demuestra la historia del presidio y las misiones de San Xavier de Gigedo y de muchas otras.  

Ortiz no creyó ni por un momento que los lipanes cumplirían su promesa y pensó que los planes de la misión debían abandonarse. Propuso otro plan, totalmente diferente al virrey. Pidió que se le permitiera trasladar el presidio al río Chanas [río Llano] con su guarnición completa de 100 hombres, para proporcionar protección a las minas de Los Almagres, donde los misioneros podrían continuar con su misión entre los lipanes, pero garantizar el desarrollo de esas minas tan lejanas en un territorio tan inhóspito, sería de gran beneficio para la tesorería real. El virrey se negó a abandonar la empresa de San Sabá, ordenando a Ortiz que dedicara todas sus energías al plan original. Ortiz se resignó y esperó pacientemente el regreso de los lipanes. 

El padre Terreros era el único de los sacerdotes que tenía alguna confianza en el éxito de la misión. Varios de sus compañeros querían regresar de inmediato a México, pero les convenció para que se quedaran un poco más. A principios de julio parecía que la llegada de Tacú iba a dar la razón al padre Terreros. El jefe lipán apareció con su gente cargando gran cantidad de carne de bisonte. Después de recibir regalos, se negaron a escuchar a los sacerdotes y después de una corta estancia, prosiguieron rápidamente su viaje hacia el sur. Los misioneros perdieron la esperanza, y varios de los sacerdotes se prepararon para su partida. El primero en irse fue el padre Varela, seguido de Baños y Ximenes. En la misión se quedaron los padres Terreros, Santiesteban y Francisco Trinidad. 

Durante el otoño, pequeños grupos de apaches lipanes y natagés se paraban a visitar la misión, cargados con carne de bisonte, pero no permanecían más que unos pocos días antes de dirigirse hacia el sur. Temían sin duda un ataque de represalia de los comanches y querían poner tierra de por medio. Informaron que una gran cantidad de norteños [nativos del norte] se dirigían en dirección a San Sabá. Eran tantos que ni siquiera estaban dispuestos a confiar en la protección de los soldados españoles, por lo que huyeron rápidamente al territorio al sur del Río Grande.  Para colmo, a finales de año se extendió una mortal epidemia por los campamentos lipanes, dificultando aún más su acercamiento a la misión de San Sabá rechazando el contacto directo con los españoles.

Los lipanes pensaban que si llegaban los comanches y se producía una derrota española, sería el momento de poner en liza una alianza hispano-apache que les hiciera frente, estando entonces más dispuestos a establecerse en las misiones españolas. Hasta entonces no querían establecer su residencia en un lugar tan expuesto. Los españoles, por supuesto, eran plenamente conscientes de los motivos de los lipanes. Sin embargo, parecía ser una falsa alarma, ya que a medida que pasaban los meses de invierno, no se veía ni rastro de los comanches. Seguían llegando noticias de que se estaban preparando para invadir territorio apache, pero estos rumores pronto dejaron de causar preocupación. Los tres sacerdotes continuaron viviendo en sus apartados alojamientos en el lado sur del río, atendidos por sus sirvientes nativos y una guardia de cinco soldados. La llegada de algún grupo pequeño de lipanes que se habían rezagado era lo único que rompía la monotonía. A principios de enero de 1758, llegó fray Miguel Molina, pero los misioneros se redujeron nuevamente a tres, ya que el 12 de enero, Francisco Trinidad fue a México a llevar correspondencia.

Al otro lado del río, la vida era igual de tranquila, pero con una vida social más activa. En el presidio había unas 300 o 400 personas, de las cuales 237 eran mujeres y niños. La vigilancia del ganado y los caballos, recoger leña, el cambio de guardia, la llegada ocasional de un tren de suministros desde San Antonio, ocupaban los días del puesto fronterizo.  

El 2 de marzo de 1758, los rumores de un ataque de los norteños se confirmaron. Una coalición de 2.000 guerreros formados por cadodachos, comanches, hasinais, orcoquizas, taovayas, tonkawas, tuacanas, texas, vidai y wichitas, muchos de ellos armados con mosquetes franceses, robaron 60 caballos que pastaban entre el presidio y la misión. Un destacamento de 15 soldados les persiguieron, pero no fueron muy lejos por temor a una emboscada. El 9 de marzo, cuatro prospectores mineros fueron atacados en el río Pedernales. Lograron escapar, dirigiéndose apresuradamente al presidio, en busca de refugio.

Ortiz intentó convencer al padre Terreros y al resto de sacerdotes a que se refugiaran en el presidio, pero los misioneros se negaron. Ante su negativa, se negó a aumentar la guardia de cinco soldados en la misión, al necesitar a todos los hombres disponibles para defender el presidio. La misión estaba a merced de un ataque, ya que solo contaba con 17 personas, incluidos cuatro o cinco sirvientes nativos. La empalizada y dos cañones no eran suficientes para una defensa efectiva ante un ataque de un gran número de guerreros. El presidio tampoco tenía muchos hombres. Cuatro soldados estaban en Guadalupe, siete custodiaban el ganado en un rancho a 24 km de distancia, cinco en la misión. La gran cantidad de mujeres y niños dificultaba la tarea de Ortiz a ser un problema ante un posible ataque. Ortiz hizo un último intento ante los sacerdotes para que se fueran al presidio, yendo personalmente a la misión, pero el padre Terreros se mostró firme en su negativa.  

Poco después del amanecer de la mañana del 16 de marzo de 1758, después de que el padre Terreros hubo realizado la misa y justo cuando el padre Santiesteban comenzaba el segundo servicio, se escucharon gritos avisando de un ataque: ¡indios!, ¡indios!. Los norteños mataron a unos pocos que estaban cerca del río, despojándolos de sus ropas, mientras el resto se dirigía hacia la misión. Hirieron a Andrés de Villareal pero pudo escapar. Al ver llegar tan gran cantidad de norteños, el padre Molina corrió a la iglesia para avisar al padre Santiesteban que suspendiera los servicios. Este se quitó las vestiduras, pero permaneció en la iglesia, mientras Molina iba a avisar al padre Terreros. Varios miembros de la misión ya estaban en la habitación de Terreros, y los soldados ocuparon sus puestos, cerrando el portón de la empalizada.

Cuando los norteños se acercaron, vieron que no podrían asaltar la misión sin sufrir pérdidas, recurrieron al truco de ofrecer su lealtad a los españoles y ofrecer su amistad por medio de señales y a base de hablar un muy mal español. A través de los huecos de la empalizada, el cabo de guardia, Asencio Cadena, reconoció a varios jefes de los texas, tonkawas y vidai que anteriormente habían comerciado con los españoles, por lo que Cadena aseguró al padre Terreros que los norteños no pretendían hacerles daño. Terreros y algún otro, reunieron el valor suficiente y salieron fuera viendo a una gran cantidad de guerreros ataviados, ellos y sus caballos, con pinturas de guerra, siendo la mayoría comanches. Muchos llevaban mosquetes [según el padre Molina, alrededor de 1.000] y el resto lanzas. Había varios muchachos con el propósito de recibir instrucción como guerreros. Por el terreno que ocupaban, Molina estimó que eran unos 2.000 guerreros. [Hay muchas dudas en las cifras. El teniente Antonio Bonilla, dijo en 1772 en su obra Breve compendio de la historia de Texas, que eran 2.000; Domingo Cabello, siendo gobernador de Texas, escribió en 1784 en su informe n.º 46, que eran 700; mientras que un informe de Ortiz del 22 de mayo de 1758 decía que solo había unos 400 basándose en lo que dijeron más tarde algunos orcoquizas].  

En cuanto los norteños vieron aparecer a los sacerdotes y notaron que habían sido creídos, varios desmontaron y quitaron los travesaños de la puerta, abriéndola de par en par. El espacio entre la empalizada y los edificios pronto se llenó de norteños, que daban la mano a todo el que veían. Los sacerdotes sacaron tabaco y otros artículos para darles, empezando por el que parecía el líder, un comanche corpulento e impasible, vestido con un uniforme francés, que no se había dignado a bajarse del caballo. Cuando el padre Molina le dio un poco de tabaco, lo cogió sin la menor muestra de aprecio, mientras su cara reflejaba una falsa sonrisa [según declararía Molina]. Los españoles sospecharon que habían sido engañados, especialmente cuando vieron como cogían comida de la cocina, se apropiaban de las capas de los soldados y ataban los caballos que había en el corral. Pidieron más caballos, y cuando les dijeron que esos eran los que había en la misión, preguntaron si en el presidio había alguno. Les dijeron que sí, que había muchos para dar la impresión de que estaba bien defendido. Los sacerdotes preguntaron a los norteños si habían venido a visitar al comandante del presidio.  Respondieron que sí, pero que tenían miedo a menos que los sacerdotes les dieran una carta de seguridad. Con la esperanza de deshacerse de ellos, ya que habían empezado a saquear los almacenes, Terreros les dijo que les daría una carta. Mientras la escribía, Andrés de Villarreal, que había logrado llegar herido a la misión, contó lo sucedido cerca del río. Terreros se dio cuenta de la realidad, pero ya era demasiado tarde. Entregó la carta al jefe de los texas, quien cogió uno de los caballos [que pertenecía a Terreros] del corral manifestando su intención de cabalgar hacia el presidio. Terreros se opuso, por lo que el jefe colocó el cañón de su mosquete contra la cabeza del caballo. El sacerdote cedió partiendo el jefe hacia el presidio, acompañado de un gran número de guerreros. 

Aunque los guerreros merodeaban por la misión cogiendo todo lo que querían, los sacerdotes fingían no darse cuenta, haciendo todo lo posible por no enfadarles. Terreros habló con algunos texas sobre su territorio en el que había vivido durante un tiempo. Aseguraron al sacerdote que no querían hacer daño a los españoles, y solo deseaban luchar contra los apaches, que habían matado a algunos de su gente. Al poco rato, el jefe de texas regresó, diciendo que no solo no le habían dejado entrar en el presidio, sino que habían matado a tres de sus guerreros y otro más herido. Debido al poco tiempo que había transcurrido, pareció a los españoles que estaba mintiendo, sin embargo, Terreros accedió a acompañarlo para que le recibieran. El sacerdote se dispuso a partir, acompañado de un soldado llamado José García. Cuando estuvieron listos, no vieron al jefe, y Terreros, pensando encontrarlo entre la multitud de guerreros fuera de la empalizada, cabalgaron hacia la puerta. Cuando llegaban, dos disparos acabaron con la vida de Terreros y de García. Entonces comenzó un feroz combate. Los españoles corrieron desesperados para ponerse a salvo, pero no todos lograron escapar, y cuando los supervivientes llegaron a la habitación de Terreros descubrieron que el padre Santiesteban, Lázaro de Ayala y Enrique Gutiérrez, también estaban muertos. Quedaban ahora el padre Molina y otros ocho hombres. Los sirvientes nativos habían escapado en cuanto vieron llegar a los norteños. El cura tenía un brazo roto y varios más estaban heridos, pero consiguieron cerrar la puerta de la habitación e intentar defender sus vidas.  

Los españoles pudieron ver a través de los huecos de las ventanas como los guerreros prendían fuego a la empalizada, a los edificios ya saqueados y al mismo que ellos ocupaban, y saqueando los almacenes llenos de provisiones. Despojaron de sus hábitos a los sacerdotes muertos y mutilaron sus cuerpos, decapitando el del padre Santiesteban. Las imágenes religiosas fueron destruidas y el ganado del corral sacrificado. Los guerreros confiaban que el fuego acabaría con los que estaban dentro, dedicándose a llevarse todo lo que podían.

De los nativos sirvientes de la misión, uno había llegado al presidio, informando a Ortiz de la llegada de los norteños, enviando inmediatamente un escuadrón de nueve hombres al mando del sargento Flores para reforzar la guardia de la misión. Antes de llegar a la misión, fueron atacados por un gran número de norteños. Dos murieron en el acto [Joaquín García y Luis Chirinos], José Vázquez resultó herido y cayó de su caballo, siendo dado por muerto por los norteños, quienes persiguieron a los seis restantes. Aunque todos resultaron heridos, lograron llegar al presidio. Los guerreros no se atrevieron a asaltar el presidio, contentándose con quemar los edificios aislados y destruir las cosechas recién plantadas.  

Aproximadamente a las 08:00 horas de la mañana, los españoles encerrados en la misión se sobresaltaron al escuchar un golpe en la puerta y una voz pidiendo ayuda. Cuando abrieron la puerta entró tambaleándose José Vázquez, desnudo y sangrando por una grave herida en el pecho. Contó que cuando cayó de su caballo, los norteños le habían despojado de su ropa y lo habían dado por muerto. Luego se arrastró hasta la misión, donde fue descubierto por dos guerreros que le cogieron y le arrojaron a la empalizada en llamas, pensando que el fuego acabaría con la poca vida que le quedaba. Por suerte pudo dejar las llamas atrás y llegar a la habitación sin ser visto por los guerreros que estaban festejando su victoria.

Durante todo el día y hasta bien entrada la noche, los guerreros continuaron su festejo. Los españoles estuvieron encerrados hasta poco después del mediodía, cuando les alcanzaron las llamas, obligándoles a salir. Lograron llegar a otra habitación del edificio de la iglesia que fue incendiada cuando los guerreros se percataron del intento de fuga. Antes de que las llamas llegaran a donde ellos, entraron en la pequeña capilla que, aunque en llamas, estaba menos deteriorada que las demás estancias. A partir de entonces, los norteños, creyéndolos muertos, no les prestaron más atención.

Tan pronto como cayó la noche, Ortiz envió a un sargento con 14 hombres para hacer un reconocimiento y comprobar si sería posible realizar un ataque. Los norteños detectaron su presencia, pero al desconocer su número se retiraron entre gritos a una posición más ventajosa. Los soldados no esperaban encontrar a nadie vivo en la misión al estar todo quemado, por lo que regresaron al presidio. En la misión solo cuatro estaban vivos y al ver la retirada de los guerreros decidieron intentar llegar al presidio. Uno de ellos, el mayordomo Juan Antonio Gutiérrez, estaba demasiado malherido para salir de la iglesia. El padre Molina, un arriero llamado Nicolás, y el soldado Joaquín Valdés, pudieron salir de allí. Nicolás fue el primero en salir. El soldado declaró que cogió al padre Molina y se lo echó a la espalda. Unos guerreros les vieron y les dispararon, cayendo el soldado al suelo inconsciente. Cuando recuperó el sentido, no vio al cura. Pudo huir y llegar a San Antonio. Estaba herido en el hombro, y por la posición de la herida se comprobó que la bala había atravesado por completo el cuerpo del sacerdote, alcanzándole a él. Hay que aceptar con cautela la declaración de este soldado, ya que el padre Molina no estaba muerto. Según la propia versión del sacerdote, partió de la misión hacia el sur, buscando los caminos más recónditos, y en la mañana del 18 de marzo, habiendo hecho un gran desvío hacia el norte, llegó al presidio. Le había costado un día y dos noches llegar a pesar de que solo había 4’8 km de distancia. Encontró a los ocupantes del presidio totalmente asustados, esperando un ataque en cualquier momento, sin atreverse a salir de allí.

Cuando pasaron cuatro días sin más incidentes, el 20 de marzo, Ortiz decidió investigar los daños producidos en la misión. Prácticamente todo estaba destruido. Lo primero que hicieron fue enterrar a los 10 muertos: Alonso Giraldo de Terreros [sacerdote], José de Santiesteban [sacerdote], Juan Antonio Gutiérrez [mayordomo], Enrique Gutiérrez [hijo del mayordomo], Asencio Cadena [cabo], Lázaro de Ayala [soldado], Joaquín García [soldado], José García [soldado], Luis Chirinos, apodado Almazán [soldado], y Andrés de Villareal [soldado]. Hubo dos muertos más, el soldado José Vázquez, que falleció de sus heridas el día 22 de marzo, y un niño no identificado, probablemente hijo de alguno de los 20 residentes de la misión que consiguieron escapar nada más llegar los norteños. El niño falleció la noche del 16 de marzo en el camino que unía la misión con el presidio.

Durante la noche del 16 de marzo de 1758, día del ataque, Ortiz envió dos mensajeros a San Antonio para avisar de lo ocurrido y pedir ayuda. Allí ya conocían la noticia porque el día 19 había llegado el soldado Joaquín Valdés. Inmediatamente, salió de allí un teniente y 18 hombres hacia San Sabá, pero los norteños se habían retirado al norte a celebrar su victoria y dividir su botín.

La destrucción de la misión de San Sabá provocó una ola de histeria a lo largo de la frontera de Texas. En San Antonio, Toribio de Urrutia, comandante del presidio, temía ser el próximo objetivo de los norteños, por lo que suplicó refuerzos al virrey de todos los asentamientos principales de Texas y Coahuila. En San Sabá, el coronel Ortiz Parrilla recomendó que se abandonara el proyecto, o al menos, se trasladara a un lugar más favorable. Pero también propuso realizar una campaña contra los norteños para vengarse.  

Las autoridades en la Ciudad de México se negaron a trasladar el presidio, pero apoyaron la sugerencia del coronel Ortiz de organizar una campaña punitiva. Mientras este esperaba una decisión en San Sabá, los apaches lipanes continuaron sufriendo ataques de los comanches. La banda del jefe apache lipán Tacú [también llamado El Chico] que había instalado su ranchería junto al río Florido [río Concho, Texas], fue atacada y casi aniquilada mientras cazaba bisontes. En total murieron más de 50 lipanes, siendo capturados 19 de ellos.

Una de las mujeres apaches cautivas consiguió huir a caballo de una ranchería comanche, llegando al presidio de San Sabá informando de lo ocurrido. El jefe Tacú se encontró completamente rodeado por los comanches, consiguiendo huir abandonando sus armas y caballos.

Los motivos del ataque a la misión se podían resumir en tres: 1º, el recelo que sentían las tribus del norte por las relaciones entre españoles y apaches lipanes [una relación basada en el temor de estos últimos hacia los comanches]. El establecimiento del presidio en el río San Sabá fue considerado por los comanches y sus aliados como una virtual declaración de guerra, pensando que los lipanes convencerían a los españoles a atacarles. Los lipanes querían un enfrentamiento entre los españoles y los norteños. Cuando incursionaban en el territorio de sus enemigos, solían dejar zapatos y otras prendas de vestir usadas por los soldados para arrojar sospechas sobre ellos. También, los exploradores norteños, al ver a los lipanes pasar varios días en el presidio y observar las cacerías conjuntas de bisontes que a veces hacían, les hacían ver que los españoles estaban coaligados con los apaches contra ellos. Como muestra, en 1765, siete años después del ataque, un jefe taguaya del este de Texas declaró que no estaba dispuesto a permanecer en paz con los españoles en San Sabá porque habían ayudado a sus enemigos mortales, los apaches, que eran ladrones y asesinos. Si los españoles retiraban su protección a los apaches, los taguayas se harían amigos. 

El 2º motivo pudo ser francés. Los franceses suministraban armas de fuego a las tribus del norte con las que comerciaban. En Texas creyeron firmemente que los franceses habían animado a los norteños a realizar el ataque. Esta creencia se debió a los informes que llegaron de Louisiana, los cuales decían que muchos de los caballos y mulas robados en San Sabá estaban en el fuerte francés de Natchitoches, y que muchos de los ornamentos de la misión habían llegado a manos de los franceses. El gobernador de Texas, Jacinto de Barrios, acusó a los franceses de complicidad en el ataque, quienes negaron con indignación las acusaciones.  

El 3º pudo ser el deseo natural de los nativos de saquear las ricas provisiones de la misión. La presencia de alimentos y bienes era, por sí solo, un fuerte incentivo. 

Dos años después, los españoles realizaron una gran campaña contra las tribus del norte, en la que salieron derrotados. Los españoles siguieron intentando que los apaches se establecieran en las misiones establecidas para ellos. El fracaso de esos intentos hizo cambiar por completo su política, firmando una alianza con las tribus del norte e iniciando una guerra de exterminio contra los apaches). 

1758

* En 1758, el historiador jesuita, Miguel Venegas, escribe: Estos apaches hacen tratados, pero solo para divertirse, rompiéndolos cuando les conviene.

* El 2 de enero de 1758, cinco mujeres apaches, tres con lactantes, se presentan en Janos (Chihuahua) recibiendo regalos yéndose el mismo día. (Dos semanas después, volvieron cuatro mujeres, incluyendo la esposa de un jefe con un bebé en brazos. Estas pequeñas visitas a Janos se desarrollaron varias veces a lo largo de los meses siguientes.

El 8 de marzo, llegaron otras ocho mujeres apaches, con cuatro niños, recibiendo pinole o pinol [bebida de harina de maíz tostado y molido].   

El 28 de marzo, fueron cinco las muchachas apaches que fueron a pedir provisiones.

El 10 de abril, cinco mujeres apaches llegaron para decir que su jefe quería hablar con el comandante. El teniente del presidio, José Camilo Chacón, fue con 10 hombres y un intérprete, a reunirse con 22 guerreros, cuatro de los cuales actuaron como portavoces. El hecho de que los apaches lucieran seis chaquetas militares de cuero, cinco espadas cortas y lanzas, produjo una profunda impresión en los españoles. Después de una conferencia de cuatro horas, las dos partes se dieron la mano y los apaches prometieron que iban a vivir en paz. Chacón cimentó el acuerdo dándoles tabaco y comprometiéndose a proporcionarles tierra, bueyes y suministros para que pudieran empezar a cultivar. Cuando los soldados regresaron al día siguiente, los apaches ya se habían marchado, estimando los españoles por las huellas encontradas que eran unas 150 personas.

El 2 de mayo, dos mujeres apaches llegaron a Janos para pedir varias cosas: un sombrero, un cuchillo, maíz y tabaco. Una semana después, llegaron más mujeres pidiendo semillas de maíz, afirmando que su jefe quería empezar a plantar.

A mediados de mayo, un destacamento de soldados de Janos se unió a una compañía de la ciudad de Chihuahua cerca de Galeana, junto al río Santa María, para buscar unos animales robados por los apaches en la capital del estado. Cuando el 2 de junio los soldados de Janos regresaban a su presidio sin ningún éxito, un grupo de apaches les enviaron señales de humo desde la cumbre de un monte cercano. Cuando se acercaron, los apaches les dijeron que querían parlamentar. Estos dijeron que querían entrar en negociaciones de paz y que estaban cazando ciervos por esa zona y que no tenían nada que ver con el robo en la ciudad de Chihuahua.

El 28 de mayo, llegaron otras dos mujeres apaches a las que dieron maíz y tabaco.

El 11 de junio, llegaron a Janos más mujeres apaches pidiendo maíz, tabaco y un cuchillo. Dos días más tarde, llegó la esposa de un jefe a por más semillas de maíz, seguida de otras más con peticiones similares durante los próximos días.

En julio, soldados españoles atacaron a los apaches en la zona del río Gila y de las Montañas Mogollón [Mogollon Mountains, Grant & Catron Counties, New Mexico], matando a varios adultos y capturando a varios niños.

El 12 de agosto, una patrulla de Janos descubrió, en un vado sobre el río San Antonio, cerca de Casas Grandes [Chihuahua], el rastro fresco de cinco apaches. Los soldados les persiguieron y les alcanzaron, matando a uno, mientras los otros escapaban.

Después de las lluvias, el 6 de noviembre, Santiago Ruiz de Ael, comandante del presidio de Janos condujo una expedición de castigo contra los apaches por el norte. En Álamo Hueco [Alamo Hueco Mountains, Hidalgo County, New Mexico], los españoles vieron una gran ranchería y atacaron inmediatamente. En un combate de unas tres horas, tres apaches murieron y varios más resultaron heridos. Ruiz de Ael continuó hasta la Sierra del Hacha [Big Hatchet Mountains, Hidalgo County, New Mexico]. Durante todo el camino, los apaches enviaron señales de humo para advertir de la presencia española, que finalmente obligó a Ruiz de Ael a dar la vuelta y regresar a Janos después de una campaña de dos semanas habiendo recorrido unos 800 km).

* En marzo de 1758, el gobernador de Coahuila, Ángel Martos y Navarrete, informa que unos 2.500 apaches se han instalado, cerca del Río Grande, solicitando la paz. (Los seguidores del jefe apache Pastellán instalaron sus rancherías en el río Escondido [Coahuila]. Ángel Martos dijo: … su carta del día veinte del mes en curso [Marzo] indica que un cacique Apache llamado Pastellán ha aparecido… con un pasaporte del teniente Vicente Rodríguez… prometiendo que ni él ni su gente nos hará ningún daño… su pueblo acampado en la región conocida como El Escondido… Toribio de Guevara, comandante del presidio del Sacramento, informa que un cacique apache llamado Pastellán trajo con él una petición similar de paz, con garantías de que nadie hará ningún daño… las orillas de los ríos en el distrito bajo mi mando están ahora ocupadas por la tribu de indios conocidos como apaches… En todas partes fomentan el desorden y peleas continuas, pero ellos afirman que los agresores son otros y no ellos).

* El 19 de marzo de 1758, Domingo de Ramos, un ataque apache provoca el despoblamiento del pueblo ópata de Tamichopa, cerca de Bacerac (Sonora).

* En octubre de 1758, el coronel Diego Ortiz Parrilla llega a San Antonio de Béjar (San Antonio, Bexar County, Texas) e invita al jefe apache Tacú y a varios de los suyos a San Antonio, donde los frailes intentan convencerles de que abandonen sus costumbres nómadas. (En noviembre, los yojuanes [relacionados con los jumanos y con los tonkawas] atacaron a los apaches lipanes cerca de San Sabá [San Saba, Menard County, Texas]. Ortiz informó que el jefe Tacú [Chico] erraba vagando en busca de venganza).

* En diciembre de 1758, una banda comanche armada con mosquetes franceses sorprende a un grupo de 34 apaches lipanes que estaban acampados cerca del presidio de San Luis de las Amarillas, más conocido como presidio de San Sabá (San Saba, Menard County, Texas) escapando solo 13 con vida. (Ya en el verano, un grupo de guerreros norteños, principalmente comanches, habían matado a 50 lipanes cerca del presidio. Con la pérdida de su gente prácticamente bajo los muros del presidio, no es de extrañar que los lipanes fueran reacios a asentarse cerca. Un jefe informó al coronel Ortiz Parrilla que estaba preparando una expedición contra los norteños y que habían optado por no estar fijos en un lugar para evitar ataques por sorpresa. Después la campaña, en el supuesto de que fuera exitosa, los lipanes estarían dispuestos a congregarse en las misiones).

1759

* El 4 de enero de 1759, llega a Janos (Chihuahua) una mujer apache con la cruz tradicional negra de madera. (Había sido enviada por su jefe para pedir maíz y tabaco, y solicitar la paz. Su gente pedía permiso para acampar en La Boca, junto al río Casas Grandes [Chihuahua] para poder cosechar mescal. Para apoyar este acuerdo, llegaron dos días más tarde dos apaches con un rebaño de ovejas perdidas de vuelta a Janos. Tres meses más tarde, un hombre apache y dos mujeres llegaron para pedir permiso para ubicarse cerca del presidio.

Sin embargo, volvió la violencia al perecer el soldado Antonio Misguia a manos de los apaches, siendo enterrado el 25 de mayo). 

* En junio de 1759, el coronel Ortiz Parrilla, comandante del presidio de San Sabá (San Saba, Menard County, Texas) viaja a San Antonio de Béjar (San Antonio, Bexar County, Texas) para organizar su campaña contra los norteños. (Para agosto, la expedición compuesta por 139 soldados de los presidios, 241 milicianos, 120 nativos aliados y dos sacerdotes, partieron de San Antonio. 134 apaches lipanes se unieron a la expedición. El comandante español era dudoso de la lealtad de los lipanes, pero se vio obligado a llevarlos.

La expedición sorprendió un campamento tonkawa, matando a 55 y capturando a otros 149. Dentro del campamento había objetos cogidos en su ataque a San Sabá en marzo del año anterior, confirmando su autoría. Ortiz se dirigió hacia el norte al recibir información de los prisioneros de la ubicación de un campamento wichita.

En las orillas del río Rojo [Red River, fronterizo entre Texas y Oklahoma], cerca de la actual Spanish Fort [Montague County, Texas], encontraron un poblado bien fortificado, rodeado de una empalizada y un foso. Los wichitas lanzaron un ataque coordinado contra los españoles, rechazando varios contraataques de estos y obligando finalmente a los españoles a retirarse, abandonando dos cañones. Refugiado tras unos árboles, Ortiz hizo balance de la situación y decidió ordenar una retirada completa. Los wichitas acosaron a los españoles durante todo el camino de regreso a San Sabá. La expedición tuvo 99 bajas entre soldados, milicianos, nativos aliados y apaches lipanes.

El papel de los apaches lipanes en la campaña es bastante dudoso. Muchos historiadores afirman que los lipanes desertaron a la primera señal de problemas e insinúan que gran parte de la culpa por el fracaso de la campaña era suya. Incluso Ortiz dio opiniones variadas sobre los aliados lipanes. Declaró que, en un momento dado, algunos lipanes retrocedieron con ímpetu cogiendo no solo sus caballos sino también los de los españoles.

Sin embargo, más tarde, el comandante español admitió que los lipanes habían sido aliados valiosos. A pesar de que no ser tan fiables como los soldados entrenados, se comportaron bien durante toda la campaña, incluso durante los momentos críticos. Admitió que haberlos enviado a proteger los flancos había sido un error porque los apaches no luchan al estilo europeo. En su lugar, se separaron para luchar a su manera. Esta dispersión pudo haber sido malinterpretado por la milicia como una deserción en masa de los apaches lipanes, tomando la propia milicia la decisión de retirarse.

Todavía los lipanes ejercían como exploradores cuando Ortiz celebró su consejo para decidir si retirarse o no, y al menos un historiador, opina que los lipanes salvaron al destacamento del coronel de la aniquilación, actuando en la retaguardia. Además, Ortiz debió considerar la contribución de los lipanes positivamente, porque ellos le entregaron 97 cautivos tonkawas, que los españoles usarían posteriormente para comerciar con ellos.

Además, Ortiz no culpó a los lipanes por negarse a instalarse en las misiones de San Sabá. Culpó, al menos en parte, al fracaso de los españoles para demostrarles que podían protegerles. Hasta que eso no ocurriera, Ortiz tenía poca fe en que los lipanes se ubicaran en lugares fijos, aunque insistió en que los españoles debían mantener su alianza con ellos, de lo contrario buscarían otras alianzas contra los españoles.

Las familias de los lipanes participantes en la expedición se habían quedado entre los apaches natagés, mescaleros y faraones más hacia el suroeste y, por lo tanto, relativamente a salvo de las incursiones comanches. Aunque celebraron la campaña como una victoria, eran conscientes de que de ninguna manera era decisiva. Los norteños no se habían debilitado. Solo era cuestión de tiempo que aparecieran de nuevo. Al darse cuenta del aislamiento de San Sabá, los lipanes solicitaron una misión más al sur). 

* En junio de 1759, cumpliendo una orden del virrey para proteger la zona de los apaches, el capitán Alonso Rubín de Celis traslada a las tropas establecidas en Julimes a La Junta de los Ríos, en el lado sur del río Grande y cerca de la confluencia con el Conchos (entre las misiones de San Francisco de la Junta y Nuestra Señora de Guadalupe, que distan 2’4 km entre sí) con el nombre de presidio de Nuestra Señora de Belén, aunque será conocido como presidio del Norte o de Belén ([hoy Ojinaga, Chihuahua]. Alonso iba acompañado de 15 soldados y dos misioneros. Allí dos jefes apaches visitaron con su gente las misiones. Llevaban mosquetes, pistolas y espadas; y vestían chaquetas de cuero. Al llegar, descargaron sus armas, desmontaron sin decir palabra, y fueron a intercambiar mulas y pieles por caballos. Los apaches intentaron conseguir pólvora y balas de mosquete, pero el comandante español había prohibido a sus soldados y a los nativos cristianos su venta bajo pena de muerte.

Cuatro días más tarde, otro grupo de apaches llegó armado solo con arcos y flechas, trayendo carne de búfalo y frutos secos para comerciar con productos de la misión. Esta diferencia en el armamento refleja una marcada división creciente entre varios grupos apaches. En ese momento, los apaches faraones, comúnmente llamados mescaleros, [hay historiadores que clasifican a los faraones como jicarillas] estaban bien armados. Ellos negociaban con los españoles en un lugar y los atacaban en otros. En consecuencia, fueron causa de mucha preocupación para los españoles. Por el contrario, los apaches lipanes estaban armados con arcos y flechas, tenía pocas armas de fuego, y llegaban pacíficamente a comerciar los pocos productos que podían conseguir en el territorio donde tenían un acceso seguro. Estos lipanes eran, probablemente, los mismos que habían solicitado las misiones a los españoles).

* En 1759, los apaches atacan a los españoles, para vengar las muertes producidas por estos, cerca de las Montañas Mogollón (Mogollon Mountains, Grant & Catron Counties, New Mexico) y el río Gila en los años 1756 y 1758.

* En agosto de 1759, Lorenzo Cancio, gobernador interino de Coahuila, emite un auto en la Villa de Santiago de la Monclova (Coahuila) para que a los vecinos de dicha provincia se les exima del pago del 2% de las alcabalas (impuesto que gravaba el volumen de las ventas) por los servicios prestados en la última campaña contra los apaches.

1760

* En 1760, el coronel Diego Ortiz Parrilla, comandante del presidio de San Luis de las Amarillas o presidio de San Sabá (San Saba, Menard County, Texas) afirma: Para dar a conocer los fundamenttos de estte juicio que tengo formado debo asenttar como innegable que todo el bastto territorio que hai desde el rio de San Antonio hastta el de Sansaba; y aun mucho mas adelante es Pattria de los Apaches y assi esta circunstancia.

* En 1760, Juan Bautista de Anza (hijo), hasta ahora teniente en el presidio de Fronteras (Sonora) a las órdenes de su cuñado Gabriel de Vildósola, es nombrado por el gobernador Juan Antonio de Mendoza, comandante del presidio de Tubac (Santa Cruz County, Arizona) con rango de capitán, aunque solo tiene 24 años, enfrentándose a los apaches en Arivaca (20 km al oeste de Tubac) matando a nueve de ellos.

* En 1760, se producen muchos contactos entre los apaches y los españoles, resultando que bandas relativamente pequeñas de apaches realizan propuestas de paz mientras otras incursionan; y que grandes expediciones de tropas españolas buscan derrotar a los apaches y obtener cautivos, usando tanto soldados como nativos auxiliares. (Una de estas expediciones a finales de año, al mando de Manuel de la Torre y compuesta por 100 soldados y 130 nativos auxiliares, mató a dos hijos del jefe apache Chafalote y capturó tres guerreros y 60 caballos). 

* En 1760, fray Juan Sanz de Lezaún escribió: Que cuente don Antonio del Castillo, regidor de Chihuahua, los muchos miles, caballos, mulas y reses que ha perdido en la hacienda de La Laguna… Que Chihuahua cuente las continuas incursiones contra las manadas de caballos y mulas … Los padres jesuitas dan testimonio de las invasiones que se han hecho y se siguen haciendo a sus haciendas, lo mismo que los colonos de Chihuahua y sus alrededores … que, a causa de los continuos robos … se han retirado, río arriba, a La Jabonera (municipio de Valle de Zaragoza, Chihuahua). Como resultado, dado que tanto los apaches como los norteños conocen cada palmo de terreno, han penetrado hasta este lado del valle”.

1761

* El 8 de enero de 1761, el obispo de Durango (Durango), Pedro Tamarón y Romeral, notifica por carta al secretario de Indias, Julián de Arriaga, la deplorable situación de inseguridad, así como las enormes pérdidas en vidas, haciendas y comercio, provocadas por los apaches. (Tan graves eran los ataques y robos de los apaches, que solicitaba la creación de dos presidios más y el envío de 3.000 o 4.000 hombres. También pedía una expedición con fuerzas de Nueva Vizcaya, Sonora y Sinaloa, apoyada por hombres proporcionados por los hacendados, para enfrentarse a los apaches. Esta última solicitud no era extraña. Desde la década anterior, las autoridades habían ordenado a los propietarios que prepararan a sus peones para el combate contra los apaches, so pena de multarlos con 200 pesos. De la misma manera, los habitantes de los pueblos españoles debían organizar milicias para ese efecto. Como se verá, estas medidas, que buscaban involucrar a los pobladores en la guerra contra los indios bárbaros, como se les llamaba, serían una constante en las décadas siguientes. Tamarón sabía lo que decía. Desde 1759 había iniciado una larga visita por su obispado, que le llevó a recorrer más de 11.000 km. De esa visita, Tamarón obtuvo la información con la que elaboró su obra titulada Demostración del vastísimo obispado de la Nueva Vizcaya, que es una de las mejores fuentes para conocer el estado de la provincia en esos años. Tamarón relataba los abandonos de haciendas y ranchos, la reducción de los hatos, la muerte de vecinos y arrieros, la inseguridad de los caminos y la notable incapacidad de las fuerzas de los presidios para enfrentar la amenaza de los apaches. Por esa razón solicitaba a las autoridades un aumento notable en el número de efectivos, cosa que por lo demás había ocurrido desde 1727. Tamarón describía la difícil situación creada por la débil defensa española en el presidio de Guajoquilla [municipio de Ciudad Jiménez, Chihuahua] así como los ataques apaches en el camino entre San Francisco de Conchos [municipio de San Francisco de Conchos, Chihuahua] y Ciudad Chihuahua. Otra zona atacada por los apaches era la cercana a Cusihuiriachic [municipio de Cusihuiriachi, Chihuahua], donde la hacienda de La Laguna había sido desamparada por su propietario. Igual ocurría en la hacienda de El Carmen [municipio de Buenaventura, Chihuahua], donde vivían 26 familias de sirvientes; en 1763 estaba a punto de abandonarse a causa de que los apaches entran y salen cuando quieren, se llevan lo que encuentran, matando a la gente. San Buenaventura solo resistía a los apaches por los 15 soldados que vivían allí, pertenecientes al presidio de Guajoquilla. El presidio de Janos [Chihuahua] se hallaba en plena zona de guerra y Tamarón decía que toda aquella tierra está inundada de indios enemigos, se han despoblado haciendas y porque estos los arruinaron, a cada paso se encuentran señales de muertes que hicieron.

También eran muchos los estragos en las cercanías de la ciudad de Chihuahua. Al comentar las dificultades para llevar leña para las fundiciones de metal [costaba cuatro reales la carga], el obispo señalaba que los leñadores se arriesgaban mucho, dada la abundancia de enemigos y el largo trayecto que tenían que recorrer para obtener la leña. La lejanía de los bosques era una de las secuelas de la explotación minera de Santa Eulalia. Tamarón concluía: Y arruinada que sea la Villa de Chihuahua, toda la Vizcaya corre gran riesgo, el Nuevo México no hallará recursos, pues allí es el único que tienen y carecerán de todo, o la gente de razón tendrá que abandonarlo).

* El 12 de julio de 1761, el nuevo comandante del presidio de San Sabá (San Saba, Menard County, Texas) Felipe de Rábago y Terán escribe: De algunos de los expresados ojos de agua, me avian dado Noticia los Yndios Apaches y Lipanes, dissiendome les quadrava Mucho para poblazon, y estos mismos…. Y el 18 de agosto:El Veynte y quarto del pasado [julio] llegaron a este Presidio los prinzipales Capitanes de la Nacion Apache y Lipan y me pidieron les diese soldados para salba guardia mientras yban a hazer su carneada a la cibola….

Felipe de Rábago y Terán mejoró las condiciones del presidio, asegurándose de que los hombres estaban adecuadamente vestidos, alimentados y armados. Luego reemplazó la empalizada de madera del presidio por un muro de piedra rodeado por un foso.

Tal vez debido a las mejoras que hizo Felipe de Rábago en el presidio, los apaches lipanes comenzaron a visitar el presidio con frecuencia. El nuevo comandante iba a visitarlos con regalos y escoltas armados para protegerlos de los comanches, mientras cazaban bisontes. En octubre, El Gran Cabezón, uno de los más influyentes de los jefes lipanes dijo a Felipe de Rábago que él y sus 3.000 seguidores estaban dispuestos a ubicarse en las misiones. Inmediatamente, informó de esto al padre Diego Jiménez, presidente de las misiones del Río Grande, quien llegó a San Sabá en noviembre reuniéndose con el comandante y con El Gran Cabezón, quien dijo que había dos jefes con 10 rancherías que estaban interesados en instalarse en las misiones. Poco tiempo después, estos jefes llegaron con El Gran Cabezón acordando reconocer a este como su portavoz. Pidieron que una nueva misión sea establecida en la parte superior del río Nueces, un área oficialmente fuera de la jurisdicción de Felipe de Rábago. Este al final, desesperado por lograr avances, accedió viéndose obligado a hacer concesiones.

En primer lugar, los lipanes solicitaron más soldados que antes para ser escoltados en una gran cacería de bisontes. Los españoles pensaron que una caza exitosa ayudaría al éxito de la misión, suministrando una gran cantidad de carne proporcionada por los lipanes ahorrando las reservas propias.

En segundo lugar, Cabezón reclamó que la hija de un líder apache natagé, cautiva en Nuevo León,  regresara con su pueblo. A cambio, el jefe prometía usar su influencia para contener las incursiones de los apaches mescaleros en Coahuila. Y en caso de que continuaran sus incursiones, el jefe natagé prometía recuperar los caballos y llevárselos a Felipe de Rábago para devolvérselos a sus propietarios. 

El comandante del presidio se negó a una tercera demanda de los lipanes, realizar una campaña conjunta contra los comanches).

* En diciembre de 1761, la banda del jefe apache lipán El Gran Cabezón regresa a San Sabá (San Saba, San Saba County, Texas) después de cazar bisontes, expresando su intención de instalarse en las misiones. (El comandante Felipe de Rábago escribió una apresurada nota al fraile Diego Jiménez, instándolo a reunirse con los apaches en la parte superior del río Nueces [Texas]).

1762

* En 1762, Felipe de Rábago y Terán, comandante de San Luis de las Amarillas o San Sabá (San Saba, Menard County, Texas), parte hacia los lugares donde pensaban erigir las misiones para los apaches lipanes. (Eligió un lugar en el cañón del río Nueces, a medio camino entre su presidio y el de San Juan Bautista [hoy Guerrero, Coahuila] donde fundó, el 23 de enero, la misión y pueblo de San Lorenzo de la Santa Cruz [cerca de Camp Wood, Real County, Texas] dejando aquí a 20 soldados con el fraile Joaquín de Baños. Tres jefes lipanes, El Gran Cabezón, Teja y El Chico, llegaron con su gente. Una pequeña cabaña con una campana sirvió de iglesia. Más de 300 nativos cristianos y lipanes se congregaron en respuesta a la campana y asistieron a la ceremonia de fundación. Después, Felipe de Rábago nombró a El Gran Cabezón, capitán de guerra del recién creado pueblo de Santa Cruz.

Luego accedió a las peticiones de los jefes lipanes Turnio y su hermano Panocha y fundó, el 6 de febrero, una segunda misión, Nuestra Señora de la Candelaria del Cañón, 19 km río abajo [en la orilla oeste del brazo este del Nueces, en el lugar de la actual Montell, Kinney County, Texas] donde dejó a otros 10 soldados con el fraile Diego Jiménez y algunos nativos cristianos para ayudar a construir acequias.

En las nuevas misiones, los españoles se familiarizaron con ocho líderes lipanes, El Gran Cabezón, Turnio, Panocha, Teja, Boruca, Bordado, El Lumen y El CojoEventualmente, 12 bandas se asociaron con esas misiones. Sin embargo, hubo muchos pequeños grupos de lipanes que permanecieron hostiles a los españoles y siguieron cometiendo depredaciones. Hay que recordar que los jefes apaches no tenían autoridad absoluta sobre su gente. Por lo tanto, mientras El Gran Cabezón deseara permanecer pacíficamente en la misión, solo la gente de su banda que estuviera de acuerdo con él seguiría su ejemplo. El resto se iría. Esto era inaceptable para los españoles. No podían tratar con los lipanes que no reconocían la autoridad de un líder. Por eso, cuando un antiguo miembro de la banda de El Gran Cabezón o de otra banda cometía depredaciones, los españoles pensaban que había habido una traición y, a veces, castigaban a los inocentes. Esto llevaba a los lipanes a desconfiar de lo que parecían acciones fortuitas de los españoles).

* El 21 de febrero de 1762, Juan Bamunt (?) realiza un informe sobre la venta de armas por los franceses a comanches y apaches manifestando que: … los indios compran armas de fuego a los franceses y les pagan con mulas y caballos que roban a los españoles….  

* En marzo de 1762, una coalición de comanches y tonkawas destruye dos rancherías lipanes en los ríos Frío y Guadalupe (Texas); y en mayo mataron a más de cuarenta cazadores apaches en el río Colorado ([Texas]. Los españoles no pudieron proteger a los lipanes ni perseguir a los asaltantes debido a la escasez de sus efectivos).

* En primavera de 1762, unos caballos desaparecen de la Hacienda de Encinillas (municipio de Chihuahua, Chihuahua) estando implicados presuntamente algunos apaches que habían pedido la paz en Janos ([Chihuahua]. La ranchería de Natanijú [hijo de Chafalote], un hombre estrechamente asociado al presidio de Janos durante 28 años más o menos, fue acusada del robo. Natanijú fue con el comandante de Janos a inspeccionar su manada de caballos para comprobar si alguno de ellos tenía la marca de la Hacienda de Encinillas. Lo mismo ocurrió con dos de sus hermanos, Asquelite y Brazo Quebrado; y con Coleto Amarillo. El comandante de Janos les recordó sus promesas de mantener la paz y entregar a los culpables, avisándoles de que todos los animales que poseían los apaches que vivían cerca de Janos debían ser inspeccionados para comprobar sus marcas y que los culpables serían colgados del árbol más cercano.

Los tres hijos de Chafalote [Natanijú, Asquelite y Brazo Quebrado] empezaron a asaltar con la llegada del invierno. Un español escribió que los apaches actuaron con una extrema crueldad, comiendo la carne fresca de sus víctimas después de matarles a flechazos. Incluso les acusó de matar a madres embarazadas sacando del vientre los fetos para golpearles. Con la propagación de esta presunta exagerada acusación, los apaches encontraron más fácil robar caballos que cazar ciervos).

* En 1762, Tomás Vélez Cachupín, nombrado de nuevo gobernador de Nuevo México (ya había ejercido el cargo en una etapa anterior) ordena la liberación de seis mujeres comanches como gesto de buena voluntad, lo que facilita un acuerdo verbal con los comanches que regresan a Taos (Taos County, New Mexico) y ordena la completa reconstrucción del pueblo de Sandía (Sandia, Sandoval County, New Mexico) con el fin de usarlo como baluarte frente a los ataques de navajos, apaches y comanches.

* En 1762, los pimas sobaípuris, habitantes del valle del San Pedro (sureste de Arizona) y que no tienen misioneros, son reubicados en las misiones del valle de Santa Cruz para protegerse de los apaches y el capitán riojano de ascendencia sefardí, Francisco Elías González de Zayas, comandante del presidio de Terrenate (Santa Cruz, Sonora), escolta y reubica a 250 pimas sobaípuris en San Agustín de Tucsón (Tucson, Pima County, Arizona) y algunos menos en Soamca y Sonoita, pero el resultado no es el esperado, ya que los apaches se adueñan del valle del San Pedro.

1763

* Entre 1749 y 1763, según cálculos de las autoridades, los apaches mataron a más de 800 personas y destruyeron aproximadamente haciendas y bienes por un valor de cuatro millones de pesos. (Muchas haciendas ganaderas y misiones fueron abandonadas y las minas de plata cerradas o disminuidas en su producción porque los caminos no eran seguros para el transporte de mercancías y minerales).

* A primeras horas de una mañana de 1763, una banda de 23 comanches (21 hombres y dos mujeres) atacan una ranchería apache lipán que contenía 300 guerreros en el sureste de Nuevo México. (Los comanches estaban armados con seis rifles, ocho espadas, cuatro lanzas, y arcos y flechas. El enfrentamiento duró hasta las 15:00 horas de la tarde. Los lipanes mataron a todos los comanches, excepto a una mujer, a la que asaron y comieron.

Los lipanes tuvieron un muerto y varios heridos. Dos nativos Pueblo que iban de Pecos Pueblo [San Miguel County, New Mexico] a San Sabá [San Saba County, Texas] informaron del enfrentamiento.

El incidente muestra no solo el odio entre los lipanes y los comanches, sino también la agresividad y la naturaleza guerrera de estos últimos, que atacaron a un grupo mucho mayor de lipanes. Los comanches consideraban que salvar la cara era muy importante, y tal vez la partida de guerra temía quedar mal si regresaban a sus territorios habiendo visto al enemigo y no atacarlo. Los guerreros comanches pudieron haber pertenecido a la sociedad Gorro de Guerra, una sociedad cuyos miembros se comprometían a no rehuir el combate y luchar hasta la muerte. De lo contrario, un miembro de esa sociedad guerrera era excluido y perdía su derecho a usar el gorro de guerra.

El hecho de que los lipanes comieran a la mujer es significativo, ya que los lipanes no comían carne humana. Parece ser que lo hicieron como gesto de venganza).  

* En marzo de 1763, Vicente Rodríguez, comandante de la Villa de San Fernando de Austria (Zaragoza, Coahuila), en nombre de los 30 vecinos de dicha villa, presenta ante el gobernador de la provincia de Coahuila, queja de los males que les causan los apaches, por los continuos robos de sus caballos.

* El 27 de julio de 1763, grupos de apaches causan nuevas muertes cerca de Buenavista (en Nogales, Sonora) abandonando los españoles el valle de San Luis para trasladarse a Tubac (Santa Cruz County, Arizona), Terrenate (Cochise County, Sonora) y otros lugares protegidos por las tropas de Juan Bautista de Anza.

* El 29 de agosto de 1763, los apaches atacan el pueblo de Las Cruces (municipio de Namiquipa, Chihuahua).

* En 1763, una banda de apaches lipanes entran en la Villa de San Fernando de Austria (hoy Zaragoza, Coahuila), donde matan a siete personas y roban 40 caballos.

1764

* En 1764, el fraile Diego Jiménez era optimista sobre el éxito de las misiones de San Luis de las Amarillas o San Sabá (San Saba, Menard County, Texas); de San Lorenzo de la Santa Cruz [cerca de Camp Wood, Real County, Texas]; y de Nuestra Señora de la Candelaria del Cañón ([en la orilla oeste del brazo este del Nueces, en el lugar de la actual Montell, Kinney County, Texas]. Fray Jiménez informó que estas misiones tenían, cada una, más de 400 apaches lipanes, aunque comentó que muchos eran belicosos y traicioneros, y no fueron bien adoctrinados. Esto fue debido a que el virrey no había proporcionado una guarnición para proteger las misiones. A pesar de la falta de fondos, se construyeron edificios de adobe, como una iglesia, con sacristía y habitaciones para los sacerdotes, al igual que un almacén de maíz. Esto último impresionó a los lipanes. Le dijeron a fray Jiménez que si venían enemigos, podrían esconderse en los edificios. Luego pidieron al sacerdote que construyeran casas similares para que puedan vivir en ellas.

Además, los lipanes que habían recibido la instrucción cristiana, llevaron a sus hijos para ser bautizados y llevaban a los misioneros a visitar y bautizar a los enfermos y ancianos. En 22 meses, fray Jiménez informó de 63 bautismos. Los lipanes nunca dejaban las misiones sin antes pedir permiso y, a menudo, dejaban sus mujeres, niños y ancianos allí cuando iban a realizar una incursión contra sus enemigos comanches. Esto sería fatal para las misiones.

A finales de año, los sacerdotes de la misión de San Lorenzo bautizaron 40 niños y 27 adultos. Los que estaban en la misión de la Candelaria bautizaron a dos adultos y a cinco niños. La mayoría de los bautizados, sin embargo, murieron. Ya en 1762, los comanches habían comenzado a asaltar las inmediaciones de San Sabá. En 1764, lanzaron un fuerte ataque contra el presidio, quedando prácticamente sitiado por los incursores comanches).

* El  27 de octubre de 1764, los apaches destruyen la misión de San Rafael de Matachí (Chihuahua) y otra vez atacan Las Cruces (municipio de Namiquipa, Chihuahua).

* En 1764, una epidemia de viruela diezma a los apaches lipanes en Texas, a la vez que el padre Juan Bautista Nentvig escribe: Rudo ensayo: una descripción de Sonora y Arizona en 1764, mencionando la extensión del territorio apache y las incursiones conocidas en Sonora durante este periodo: A pesar de que están dispersos en un área grande, uno supone su gran número por las numerosas incursiones que ocurren simultáneamente en esta provincia. En el tiempo que están saqueando en Sonora hay partidas de guerra de 200 a 300 en la Pimería Alta. Y como el mismo número hay haciendo estragos en Janos [Chihuahua], y otros todavía traen ruina y desolación hasta el interior de la Nueva Vizcaya, mientras otros están activos en Chihuahua. Al mismo tiempo todavía hay apaches en sus muchas rancherías cuidando a sus mujeres y niños. Por lo tanto no está fuera del alcance la posibilidad de que su número supere las 1.000 familias. Es el designio misericordioso de Dios que los apaches dispersen sus fuerzas sobre un área grande y no nos ataquen unidos, porque no podría haber un lugar en toda la provincia que pudiera resistir un ataque apache unido. Toda la provincia podría ser destruida en un año. Esto es algo para temer porque el enemigo está cambiando sus tácticas. Anteriormente atacaban solo dos o tres veces al año, siempre en luna llena. Ahora atacan en cualquier momento y en gran número. Vienen en la oscuridad cuando menos se les espera, y los rancheros son negligentes en la vigilancia. Además, los saqueadores no temen a nuestras tropas y en su retirada logran alcanzar un reducto de la montaña donde tienen tiempo para descansar un rebaño robado.(Según Nentvig, para los ópatas no había mejor botín de guerra que las cabelleras de los enemigos apaches muertos en combate, porque con ellas llevaban el testimonio más valioso de que habían pisado exitosamente el territorio de dichos enemigos.

Describió también el regreso de los pimas tras un enfrentamiento con los apaches: llegan a sus Casas el Capitán y Soldados, y antes de entrar colgadas sus armas delante de la puerta […] del pillaje sea ropa, ajuar de casa, o camisa, no se aprovechan, los que sean soldados, sino que lo reparten entre los viejos que ya no salen contra el enemigo, y viejas. Porque tienen creído que usando ellos de tales cosas los han de matar los Apaches. Pero ya empiezan a no ser tan escrupulosos en esta su vana creencia, pues se valen de las armas que les quitan).

1765

* En 1765, grupos de apaches atacan puestos españoles en la Nueva Vizcaya, Coahuila, Nuevo León y Nuevo Santander. (La causa fue atribuida a la muerte de tres apaches por ganaderos del marqués de San Miguel de Aguayo. Sin embargo, muchos españoles pensaron que los apaches estaban dispuestos a luchar y estaban buscando un pretexto para ir a la guerra.

Por otro lado, los apaches raramente habían permanecido pacíficos en la región de El Paso del Norte [Ciudad Juárez, Chihuahua]. Los apaches mescaleros que vivían en la Sierra de los Órganos [Organ Mountains, Doña Ana County, New Mexico] negociaban la paz con los españoles para después infringirla de vuelta a casa. En enero, dos líderes apaches llegaron a El Paso llevando una Santa Cruz como símbolo de paz, manifestando que querían la paz para sí mismos y para otros cuatro jefes. Los españoles les recibieron bien, pero se negaron a negociar nada a menos que los jefes vinieran en persona.

Durante los meses siguientes, pequeños grupos de apaches llegaron a El Paso pidiendo la paz. Los españoles se negaron, insistiendo en que los jefes debían venir en persona a negociar. Pedro José de la Fuente, capitán del  presidio, sugirió que los apaches trajeran varios niños de tres a siete años como rehenes para garantizar el buen comportamiento de los adultos, entonces serían bien recibidos y les darían tierras para cultivar. Los apaches se negaron. Cuatro de ellos fueron capturados dentro de la población por varios ciudadanos cuando intentaban robar cuatro caballos.

De la Fuente finalmente realizó una campaña contra los apaches. Ayudados por nativos auxiliares, los españoles atacaron una pequeña ranchería de 10 chozas en la Sierra del Sacramento [Sacramento Mountains, Otero County, New Mexico] matando a seis mientras huían y capturando a 17 mujeres y niños. Los auxiliares nativos capturaron a tres mujeres que estaban al otro lado del Río Grande. El capitán de la Fuente escribió: He decidido distribuir las 20 mujeres y niños indios capturados, los cuales repartí entre los principales residentes de la población, avisando y sugiriendo que les den amable tratamiento y sobre todo fueran instruidos en los principales misterios de nuestra Santa Fé Católica y en buenas costumbres. De ellos hay 11 que no han alcanzado la edad de la razón y que son aptos para el bautismo.

El capitán de la Fuente tenía encarcelados a los cuatro apaches que intentaron robar los caballos hasta recibir órdenes del virrey).

* En 1765, los españoles intentan establecer un Real de Minas en la ranchería pima de Cananea (Sonora) sin conseguirlo por la presencia de bandas apaches, mientras parten varias expediciones contra ellos desde el presidio de Tubac (Santa Cruz County, Arizona).

1766

* En febrero y marzo de 1766, el capitán de Tubac, Juan Bautista de Anza lleva a cabo una campaña contra los apaches, atrapando a 40 de ellos que son distribuidos por sorteo entre los captores, mientras los que han conseguido huir se dispersan por el territorio. (La ausencia de Anza en esta campaña fue aprovechada por otra banda apache para llevarse 300 vacas de la misión de San Xavier del Bac [Pima County, Arizona]).

* El 29 de marzo de 1766, Gabriel Antonio de Vildósola, capitán del presidio de Fronteras (Sonora), escribe a Juan Claudio de Pineda, gobernador de Sonora y Sinaloa, para informarle de las medidas que ha tomado para contrarrestar los asaltos de una partida de apaches que se introdujo en la jurisdicción a su mando. 

* El 18 de marzo de 1766, Nicolás de Lafora parte de Ciudad de México, designado por el marqués de Cruillas, virrey de la Nueva España, para acompañar al marqués de Rubí y a José de Urrutia en una inspección por el norte del territorio del virreinato. (El viaje duró más de dos años recorriendo desde el desierto de Altar [extremo noroccidental de Sonora] hasta las fértiles llanuras de Nacogdoches [Nacogdoches County, en el este de Texas] pasando por zonas que hoy son de Arizona, New Mexico, Texas, Sonora, Chihuahua, Coahuila y Nuevo León.

Lafora estimó que viajaron 2.936 leguas [unos 12.302 km] durante 23 meses anotando las coordenadas geográficas; la información etnográfica; las inspecciones de los presidios que visitaron, además de las incidencias diarias [La información está recogida en: Relación del viaje que, de orden del virrey marqués de Cruillas, hizo el capitán de Ingenieros D. Nicolás de Lafora, en compañía del Mariscal de Campo marqués de Rubí, comisionado por S. M. a la revista de los presidios internos situados en las fronteras de la parte de la América Septentrional perteneciente al Rey].

Al final del viaje, llegaron a la conclusión de que los apaches eran el azote de las zonas fronterizas, por lo que delimitaron una nueva Línea de Defensa; confirmada más tarde en el Nuevo Reglamento de Presidios, emitido el 10 de septiembre de 1772.

La seguridad de las provincias del norte era la gran obsesión de Lafora, siendo los apaches los principales causantes de los asaltos a pueblos y haciendas.  Fueron señalados como vagos que rechazaban obtener los beneficios que daba la tierra [caza y cultivos] prefiriendo aprovecharse del esfuerzo de los españoles. Los apaches, después de dos siglos de conquista, fueron descritos como imposibles de reducir por medio de las misiones; de manera que la única solución ante ellos era proteger las zonas de incursión más frecuentes que utilizaban y hacerles la guerra en sus propias rancherías. Aunque no era fácil; los apaches, a pesar de compartir rasgos culturales, estaban divididos en infinidad de bandas, con diferentes jefes; ocupando territorios diversos: gileños, garlanes, chilpaines, jicarrillas, faraones, mescaleros, natagés, lipanes, etc., variaban poco en su idioma y nada en sus armas, la lanza, el arco y flecha. Eran nómadas y vivían fundamentalmente de la caza de ciervos y venados, pero también de sus ataques a las haciendas de colonos, convirtiéndolo en un modo de subsistencia, nada justificable para Lafora: … son sumamente holgazanes, poco o nada siembran, y así se ven precisados a robar para comer, y siéndoles indiferente un pedazo de mula, de caballo o de venado, prefieren ir en busca de lo primero, quitando las caballadas a los españoles, porque con menos fatiga que cazando se aseguran el alimento como mayor abundancia; por esto siempre han sido, son y serán perjudiciales a sus vecinos, ya estén de guerra, ya de paz.

El ataque en los caminos era otro de los temores de los españoles y criollos de la zona, y de hecho la propia expedición en la que viajaba Lafora fue atacada. Los apaches normalmente aprovechaban las montañas para ocultarse, asediar y escapar, contra lo cual muy poco o nada podía hacerse, más aún cuando adoptaron el caballo y las armas de fuego, obteniendo los primeros del asalto a las haciendas y las segundas del comercio que realizaban con otros europeos.

Lafora transmitió el miedo que tenía la gente a vivir en la frontera norte, en donde era necesario resguardarse en los presidios, tener las haciendas en lugares protegidos y viajar con muchas precauciones. A pesar de las ventajas naturales que había para la explotación económica, vencía el temor a establecerse: … nadie codicia el vivir en este país por el mucho riesgo…, [los pobladores se veían en la necesidad de abandonar sitios aparentemente consolidados]. De allí que en el texto de Lafora sean comunes frases como … se trabaja muy poco por miedo de los apaches que le tienen casi despoblado…. Son frecuentes los señalamientos de la crueldad del indígena al hacer la guerra, lo que seguramente contribuía a aumentar la sensación de miedo, por la manera … que tratan a los vencidos, torturándoles y, finalmente, ejecutando cuantas crueldades son imaginables…. Esta visión, por supuesto, justificaba la represión igualmente cruel. Muchas veces los tratados de paz resultaban más efectivos y de hecho lograban mantener la misma por períodos largos y en territorios extensos, pero Lafora no se confiaba de ello, como en Coahuila que aunque: … está actualmente en una aparente paz con los indios apaches, lipanes y natagés, … no me parece superfluo el dar una idea de los parajes que más frecuentan en estas inmediaciones para hacer algunos robos en ella, y en la de Nueva Vizcaya, por si algún día se determinase hacerles la guerra, que sería el mejor o único medio para que medrasen los vecinos… cuya ruina es inevitable de otro modo.  

Nicolás Lafora cierra su diario con una Disertación final: «Si se infiere por las continuas muertes, robos y estragos que cometen los enemigos apaches, su naturaleza, número y ferocidad, se errará notablemente el concepto y se creerá indispensable el aumento de presidios para contenerlos, con mucha razón, a la vista de los pocos progresos que hacen los que hay actualmente; pero no siendo esta la causa de la impunidad con que aquellos cometen sus desórdenes y han aniquilado las dos más interesantes provincias, la Sonora y Nueva Vizcaya, no puede sufrir… queden más tiempo, ocultos los verdaderos motivos que dan tanta avilantez a los indios y originan la poca utilidad de tantas compañías como con inmensos costos mantiene el rey, mi amo, para el resguardo de las fronteras…«).

* En la primavera de 1766, tropas españolas de Sonora y aliados ópatas, atacan a los apaches por el oeste de la Sierra Madre hasta la zona del valle de San Simón (San Simon Valley [Cochise & Graham Counties, Arizona; e Hidalgo County New Mexico]. Los apaches de esa zona eran llamados chafalotes o chafarotes, por su líder Chafalote [chihenne]. Ocupaban la Sierra de Mimbres [Sierra & Grant Counties, New Mexico]; el Corral de Pícora en las montañas del Gila [Gila Wilderness, Grant & Catron Counties, New Mexico]; las montañas de La Florida [Florida Mountains, Luna County, New Mexico], Sierra del Hacha [Big Hatchet Mountains, Hidalgo County, New Mexico]; Sierra del Tabaco [en los límites entre Sonora y Chihuahua]; región de El Alamillo [Alamillo, Socorro County, New Mexico]; Sierra La Boca; montes del Capulín; Sierra de La Escondida; el Corral de Piedra y el Corral de Quinteros [estos cinco últimos en Chihuahua]. Ante este ataque de las tropas españolas, los chafalotes se refugiaron en la Sierra de Mimbres, cerca de Santa Rita del Cobre y del río Mimbres, yéndose hacia el sur, en invierno, al territorio cercano del Presidio de Janos [Chihuahua]. Sus jefes eran los hijos de Chafalote [Natanijú, Asquelite y Brazo Quebrado.

El 28 de abril, unos 100 guerreros, atacaron un tren de suministros, causando graves daños a los españoles.  Francisco José Leyzaola, comandante de Janos [Chihuahua], más tarde consiguió recuperar nueve cautivos a cambio de regalos después de varias conversaciones con los chafalotes).

* En octubre de 1766, los comanches asaltan la misión de San Lorenzo de la Santa Cruz ([cerca de Camp Wood, Real County, Texas]. En ese momento, el jefe apache lipán Turnio y su banda habían abandonado la cercana misión de Nuestra Señora de la Candelaria del Cañón [en la orilla oeste del brazo este del Nueces, en el lugar de la actual Montell, Kinney County, Texas]. Un año después, los lipanes abandonarían la región).

1767

* En 1767, el jesuita Ignacio Pfefferkorn escribe sobre los apaches, mencionando la agricultura, el territorio y las incursiones para robar caballos, burros y mulas.

* En 1767, el marqués de Rubí recibe la orden de inspeccionar los presidios de Nueva España. (En julio, cruzó el Río Grande para visitar los presidios de Texas, entre otros llegó al de San Luis de las Amarillas o San Sabá [San Saba, Menard County, Texas]. Rubí lo describió como «el peor de todo el reino«, declarando que si los comanches supieran cómo estaba lo podrían destruir fácilmente poniendo en peligro el propio San Antonio de Béjar [San Antonio, Bexar County, Texas].

Por el curso alto del río Nueces, visitó la misión de San Lorenzo de la Santa Cruz [cerca de Camp Wood, Real County, Texas] donde había dos misioneros, 30 soldados; y la abandonada misión de Nuestra Señora de la Candelaria del Cañón [en la orilla oeste del brazo este del Nueces, en el lugar de la actual Montell, Kinney County, Texas]. Recomendó abandonarlas porque creyó que los apaches lipanes no buscaban convertirse.

Rubí, ya en la Ciudad de México, redactaría sus recomendaciones, sugiriendo que los comanches y otras tribus del norte solamente atacaban a los españoles por su conexión con los apaches lipanes. Recomendaría propiciar su amistad con los comanches y sus aliados norteños para exterminar a los apaches lipanes o, al menos, debilitarlos. Recomendaría también abandonar el presidio de San Sabá y parte de su guarnición utilizada para fortalecer el presidio de San Antonio.

Las recomendaciones de Rubí fueron enviadas a España, donde se transformaría en el Reglamento de 1772. Incluso antes de convertirse en oficial, muchos funcionarios españoles asumieron las sugerencias de Rubí y comenzaron sus propias campañas, empeñados en aplastar a los apaches. Por lo tanto, la inspección de Rubí marcaría el inicio de la última fase de las relaciones hispano-apaches, una campaña implacable contra los apaches).

* A mediados de 1767, toma posesión como gobernador de Texas, el teniente coronel Hugo O’Conor reforzando el presidio de San Antonio de Béjar (San Antonio, Bexar County, Texas) para hacer frente a las incursiones de los apaches. (El 7 de diciembre de 1767, O’Conor, con solo 20 soldados, se enfrentó a 300 apaches, venciéndoles y matando a 20 de ellos).

1768

* En 1768, se inicia la construcción del edificio actual de la misión de San José de Aguayo, cerca de San Antonio de Béjar (San Antonio, Bexar County, Texas) dotándola de muros para protegerla de los apaches.

* En 1768, Chafalote, o un hijo suyo, acuerda la paz en Alburquerque ([Albuquerque, Bernalillo County, New Mexico]. Seguidamente, gileños, chafalotes [chihennes], Sierra Blanca, mescaleros y natagés [estos últimos pertenecientes a una de las tres bandas que los españoles denominaban llaneros o cuelcajen, porque ellos se llamaban a sí mismos cuelcajen-né] vivían cerca de la localidad de Belén [Belen, Valencia County, New Mexico]).  

* El 2 de octubre de 1768, se produce un ataque apache a la misión de San Xavier del Bac ([Pima County, Arizona]. Juan de Pineda, gobernador español de Sonora, informa al virrey, Marqués de Croix de dicho ataque, habiendo tenido conocimiento de él por parte de José Antonio de Huandurraga, alférez en Tubac [Santa Cruz County, Arizona], Su capitán, Juan Bautista de Anza, estaba ausente tratando de sofocar una rebelión de seris y pimas en Cerro Prieto [entre los presidios de San Carlos de Buenavista y San Miguel de Horcasitas, Sonora], en el sur: Acabo de recibir la noticia del presidio de Tubac de un ataque apache a la ganadería de la misión San Xavier. El ataque se produjo a las 08:00 o 09:00 de la mañana del 2 de octubre. Los dos soldados apostados en la misión, junto con los guerreros y el gobernante nativo [pimas] del pueblo de San Xavier, los persiguieron y recapturaron parte del ganado. Con la esperanza de recuperar al menos las yeguas de la caballada, se enfrentaron a los apaches que huían corriendo todo el camino hasta el paso de La Cebadilla [ahora llamado Redington Pass, Pima County, Arizona]. Otra banda de apaches, sin el conocimiento de nuestras fuerzas, se había unido a los fugitivos y esperó para realizar una emboscada en el paso. Nuestro lado se defendió con gran valor y los dos soldados, junto con el gobernador nativo de San Xavier, dieron sus vidas en la batalla. Cuando la noticia de la incursión llegó finalmente a Tubac el alférez y 25 soldados fueron en busca del enemigo. [En realidad, los dos soldados no habían muerto, sino que habían sido capturados por los apaches, como informaría fray Francisco Garcés, misionero de San Xavier del Bac al gobernador de Sonora, Juan de Pineda, el 21 de febrero de 1769]).

1769

* En 1769, una banda apache ataca la misión de Los Santos Ángeles de Guevavi (Santa Cruz County, Arizona) matando a todos los soldados que la protegían menos a dos.

* El 21 de febrero de 1769, fray Francisco Garcés, misionero de Xan Xavier del Bac (Pima County, Arizona) informa al gobernador de Sonora, Juan de Pineda, de otro ataque apache: Alrededor de las 08:30 horas de la mañana de ayer los apaches atacaron la aldea de San Xavier y al mismo tiempo comenzaron a coger los caballos y el ganado que se acababa de dejar fuera del corral. Los pocos que estaban aquí comenzaron a defender la aldea. En el intercambio de flechas, un pima fue herido en el brazo. Los apaches eran unos 30, la mayoría montados en buenos caballos. Unos pocos pimas se parapetaron dentro y detrás de las chozas nativas más cercanas a la iglesia para tomar ventaja de la seguridad de estos puntos para divisar a cualquier persona que pudiera estar en la iglesia y en el convento adjunto donde estaba la escolta de dos soldados. Los apaches lanzaban sus flechas contra las puertas de la iglesia y las casas para desalentar la salida de estos edificios estratégicos.

El ataque había terminado en cuestión de minutos, el tiempo que tardaron en hacerse con el ganado, que era lo más importante que teníamos. Quedaron solo tres yuntas de bueyes, un poco más de 30 cabezas de ganado, 20 yeguas y algunos potros. Fuimos capaces de salvar a nuestros caballos de silla, que estaban en los pastos. Di órdenes de que fueran traídos y solo uno o dos habían desaparecido. También insistí en que los persiguiéramos de inmediato, pero debido al número de apaches y a la superioridad de sus caballos no pudimos hacer nada.

Se informó a los habitantes de San Xavier que estaban en las montañas, donde la mayoría estaban reuniendo agave para hacer mescal. También se informó al presidio de Tubac. El alférez me asegura que se está preparando un destacamento para una campaña de represalia y me insta a llamar a todos a participar. Por supuesto, todo esto se hará, pero simplemente no tienen la fuerza necesaria para controlar eficazmente a los apaches.

Había antiguamente dos pueblos pima entre Tucson y los asentamientos del río Gila, pero en agosto pasado fueron abandonados debido a la presión de los apaches. Los apaches gileños ahora incursionarán por ahí hacia la parte baja del valle de Altar [Pima County, Arizona]. ¡Hay que hacer algo! Si los rebeldes pimas de Cerro Prieto por su parte llegaran a influir en sus primos pápagos, tendríamos problemas aún mayores.

El año pasado escribí una carta que por descuido de alguien nunca pasó de Guevavi [Los Santos Ángeles de Guevavi, Santas Cruz County, Arizona]. En ella explicaba cómo están las cosas aquí en San Xavier y Tucson. Durante la mayor parte del año, mi escolta de dos soldados, los pimas a cargo de la ganadería, el gobernante indígena de la aldea y yo estamos prácticamente solos en el pueblo. El resto de la gente está trabajando bien en sus campos a lo largo del río o en la recogida del agave en las montañas. Durante las temporadas de agave, Tucson está completamente abandonado. Este fue el motivo de la incursión de ayer. Esos 30 apaches llegaron justo a través de Tucson. Están tan confiados que han abandonado el elemento sorpresa, porque cuando salían de San Xavier, hicieron tres círculos en la arena señalando que dentro de tres lunas volverían. Entonces ellos gritaron que vivían al este de San Xavier y que se habían llevado cautivos, el año pasado, a los dos soldados de la misión y que estaban planeando atacar San Xavier por la noche.

Ahora usted sabe, señor, algo de la gravedad de la situación. Tenemos grandes esperanzas de que con la llegada inminente del visitador general de las Indias, José de Gálvez, a esta provincia de Sonora, su consejo pueda proporcionar un remedio definitivo a este problema.

* El 5 de mayo de 1769, Gabriel Antonio de Vildósola, capitán del presidio de Fronteras, escribe una carta a Juan Claudio de Pineda, gobernador de Sonora y Sinaloa, informando que Gregorio Romero había huido de una ranchería de apaches, y de los planes que estos tenían en relación con dicho presidio: Señor gobernador y capitan general.

Muy señor mio:

Ayer como á las nueve de la mañana llegó á este presidio Gregorio Romero que se huió de los apaches el dia 1º del presente y á los dos dias por contingencia de andar á la caza de venado fué otra vez aprisionado por éste quien lo echó á la gurupa de su caballo y lo volvió á su primer destino con quien, habiendo andado algunas leguas, advirtió traia dicho indio un cuchillo en su cinto y tomando alientos y auxiliado de Dios, echó mano de él y lo cosió á puñaladas, lo arrojó de su caballo y en el suelo ambos, pudo huir el indio dejando al caballo con todo y silla y demas arneses y equipaje, armas, etc.; que por su mucha debilidad y receloso de las inmediaciones de una ranchería, no pudo dar fin con su contrario; pero prueba el acontecimiento su caballo y demás equipaje.

Este dice que esta sabida entre ellos la persecucion que se trata de hacerles y que meditan su embarazo con sorprender las caballadas, que para la de este presidio tienen proyectado atacar en el por cuatro partes, procurando de este modo llamar y dividir la atencion para que no pueda ser socorrida la caballada y conseguir el logro de su intento; este se hace persuadible que lo emprendan ya aquí. Terrenate o Tubac, por cuyo recelo en este dia despacho para este último presidio la partida que aquí pernoctaba de allá, y respecto del peligro que de ella teme me tiene hecha representacion su alférez, comunícoselo al capitan de Terrenate para que se libre de este golpe si puede y tiene con qué. 

Lo que pongo en noticia de V. S. para que, impuesto, tome la providencia que por bien tenga, á fin de que no se consiga lograr lo que no será de poco atraso á la empresa que contra ellos se medita, y para resistirlo están estos presidios en mal estado y ellos impuestos de todo. 

Me dice éste también que quieren traer ó enviar á los cautivos de uno en uno; pero como quiera que éste se anticipó huyéndoseles, no se puede saber lo que habrán determinado; lo cierto es que si se pudiera era bueno empezarles á sonar á ellos primero, pues de lo contrario han de causar mucho daño á las provincias.

Y siendo cuanto se me ofrece decir á V. S., quedo a su disposicion deseando motivos de su complacencia.

Dios Nuestro Señor, &e.

Presidio de Fronteras, Mayo 5 de 1769.- Gabriel Antonio de Vildósola.- Sr. coronel D. Juan de Pineda.

* El 8 de junio de 1769, el comandante militar Lope de Cuéllar sale de la Hacienda Dolores (municipio de Aldama, Chihuahua) en una campaña contra los apaches con un contingente de 700 hombres, la mayoría auxiliares ópatas. (Se dirigieron a la Sierra de Mimbres [Sierra & Grant Counties, New Mexico] donde destruyeron dos de las rancherías chihennes dirigidas por los hijos de Chafalote. Mataron a 60 apaches, capturaron a 15 y liberando a dos españoles. 

Los apaches respondieron causando un duro golpe al destacamento en el Corral de San Agustín [Sierra de Mimbres, parte sur de las Devil’s Mountains, New Mexico], posiblemente dirigidos por Natanijú [un hijo de Chafalote].

Mientras tanto, aprovechando la ausencia de Lope de Cuéllar, los apaches atacaron el pueblo de San Jerónimo [la actual Aldama, Chihuahua] donde mataron a 49 hombres, mujeres y niños, y capturaron a 11. Tres días más tarde, atacaron la misión de Nombre de Dios [hoy suburbio de la ciudad de Chihuahua], matando a  ocho más.

Lope de Cuéllar llegó a El Paso del Norte [hoy Ciudad Juárez, Chihuahua] el 1 de septiembre, y luego se dirigió a Janos para intentar interceptar a los causantes de esos asaltos, pero tuvo que desistir el 1 de diciembre.

El 22 de octubre, el poblado de Santa Ana de Chinarras quedó arrasado después de un ataque apache, quedando deshabitado]; y en noviembre alcanzaron Mapimí, los suburbios de Durango y San Juan del Río [los tres en Durango]).

* El 22 de octubre de 1769, Juan de Pineda, gobernador de Sonora y Sinaloa, escribe una carta al virrey Carlos Francisco de Croix, marqués de Croix, contándole la noticia que le transmitió el comisario de las Temporalidades de Bacerac (Sonora), de que los apaches habían asaltado el pueblo de Bavispe (Sonora).

1770

* En 1770, una banda apache destruye la misión de San Xavier del Bac (Pima County, Arizona).

* A las 19:00 horas del miércoles 7 de febrero de 1770, un agotado joven llega a la casa de Juan José Barrendegui, alcalde ordinario de la Real de Minas de Santa Eulalia (municipio de Aquiles Serdán, Chihuahua), a unos 24 km al este de la Villa de Cihuahua, diciendo que indios enemigos habían atacado su casa en el Rancho del Potrero. (Barrendegui ordenó a un grupo de hombres armados que fuese con el muchacho para confirmar el relato, regresando el jueves a la tarde con la noticia de que todo el rancho había sido destruido y todos sus ocupantes muertos. Barrendegui avisó de lo ocurrido a Juan José de Lemus, corregidor y justicia mayor de Santa Eulalia. Ambos organizaron un grupo de muleros, acompañados por siete yaquis y algunos ciudadanos armados, para ir al Rancho del Potrero para recuperar los cuerpos para enterrarles.

El mayordomo del rancho, un mulato llamado Ramón González, fue encontrado con cuatro heridas de lanza en el pecho, sus genitales cortados dentro de su boca y flechas en el ano. Cerca yacía una viuda llamada Ana Andrea Ortega con tres heridas de lanza en los senos, la matriz abierta y llena de frijoles, en las partes privadas metieron un arco dejando su cuerpo totalmente desnudo. Los cuerpos de otros 14 residentes, incluyendo tres hombres tarahumaras que trabajaban en el rancho, estaban esparcidos por los alrededores. Entre los muertos había nueve niños, el mayor de ellos de unos siete años y el más joven de unos tres o cuatro meses. A corta distancia de los edificios encontraron el cuerpo de José Manuel González Zamora, un joven de unos 13 o 14 años, con su cuerpo atravesado por 10 heridas de lanza, y su cabellera arrancada. Luego le cortaron el pulgar y el índice de su mano derecha, poniéndolos en la cabeza sin pelo, cruzados, haciendo la señal de la cruz. Todo estaba destruido, habiendo matado a las ovejas, reses, gallinas, gatos y perros).

* El 9 de abril de 1770, un grupo de 97 apaches ataca la hacienda de Los  Sauces, muy cercana a Santa Cruz de Tapacolmes ([hoy en día municipio de Rosales, Chihuahua]. Los apaches mataron a cuatro personas y se llevaron a un joven pastor. El Dr. Juan Antonio de Uranga organizó la defensa con gente de su hacienda de San Bartolomé, de la de San Lucas y de Santa Cruz, y fueron en ayuda de Los Sauces. Pero al día siguiente los apaches atacaron el pueblo de San Pedro, donde mataron a todos los miembros de dos familias y a varios nativos locales, sumando un total de 14 personas, y capturando a 10 personas, la mayoría mujeres. Según Uranga, en apenas dos días los apaches mataron a 18 personas).

* El 8 de abril de 1770, 200 apaches atacan un convoy con suministros que se dirigía a Guasabas (Huásabas, Sonora) escoltado por un destacamento formado por un sargento y 10 fusileros. (Los apaches mataron al sargento y a dos soldados, pero la firme defensa del resto de los fusileros salvó el convoy, aunque los apaches robaron 40 cabezas de ganado).

* El 9 de octubre de 1770, el comandante Bernardo de Gálvez sale de la Villa de Chihuahua con un destacamento de 250 hombres, equipados para una campaña de tres meses contra los apaches. (El 1 de noviembre llegó con 135 hombres hasta el norte del río Pecos [en el tramo de New Mexico], donde el 3 de noviembre atacó una ranchería en la que mató a 28 apaches [sin contar los que se ahogaron en el río] y capturó a 36, recuperando 204 animales y más de 2.000 pesos en pieles de bisontes y venados. Regresó a la Villa de Chihuahua el 23 de noviembre. En su diario escribió: … dispuso el comandante que ensillaran los mejores caballos repartiendo todos los suyos a los que carecían de ellos; se pasó aquella alegre y larga noche en prevenir los sucesos del siguiente día, y una hora antes de que llegase nos pusimos en marcha siguiendo a nuestro comandante y habiendo llegado antes de que amaneciese cerca de las tiendas se hizo alto hasta que al romper el alba dio el comandante el Santiago, a cuyo grito temiendo cada soldado de, por si ser el último no hubo quien pudiese ser el primero, porque todos a un tiempo entraron con tanta furia que no dieron lugar a los enemigos de asustarse teniéndolo apenas para sufrir la muerte, los que no la tuvieron para temerla; esto sucedió a los más, pues aquellos que teniendo sus habitaciones tan inmediatas al río no hicieron otra cosa que salir de ellas, y de arrojarse a la corriente para ir nadando a la opuesta orilla. Se atropellaron en los riegos para salvar las vidas, pero temiendo el comandante pudiesen escaparse se tiró al río fiado en su caballo, y a su imitación hicieron lo mismo ocho hombres con los que logró matar aquellos que habían cogido tierra y atajar a los que porfiaban en el agua donde con el fuego de una y otra parte perecieron miserablemente entre los dos elementos, y últimamente mediante la gran misericordia de Dios fue completo este día en que solo uno de los míos salió levemente herido, y se contaron veinte y ocho apaches muertos; sin incluir los que se sumergieron en el río, se aprisionaron treinta y seis, entre hombres y mujeres, y solo escaparon tres de los primeros que habían madrugado a recoger su caballada y no estaban en la ranchería cuando se entró en ella en la que se juntaron 204 bestias que se repartieron entre sí los indios auxiliares con muchas piezas de Zibulo [bisonte]; y gamuzas cuyo pillaje podía ascender a más de dos mil pesos con lo que contentos unos y otros dieron todos rendidas gracias al cielo.

Gálvez escribió Noticia y reflexiones sobre la guerra que se tiene con los indios apaches en las provincias de Nueva España, donde dice: … Los apaches tienen una especie de creencia que puede llamarse religión; conocen que hay una primera causa que llaman Capitán Grande [El apache conoce la existencia de un Ser Supremo Criador, bajo el nombre de ‘Yastasita-né’], y aseguran que para después de la vida hay un lugar destinado a la recompensa del bueno; y otro al castigo del malo. Pero limitan su bienaventuranza o su infierno al placer o disgusto que debe causarles el oír, cantar en la tierra sus alabanzas o vituperios. Por esta razón suponen los citados lugares en los espacios del aire y con esta idea es obligación de los que sobreviven hacer canciones, que como rezos cantan en único sufragio de sus difuntos.

A esta gloria solo es acreedor el hombre guapo [De nada hacía vanidad el apache, sino de ser valiente, llegando su entusiasmo a tal punto en esta parte que se tenía a menos el hombre de quien no se sabía alguna hazaña. Después de haber ejecutado una acción de señalado valor, agregaba a su nombre el de Jasquie, que quiere decir bizarro, anteponiéndolo al, porque era conocido, como Jasquie-taputlan, Jasquie-degá, etc.], y la mujer fiel; estas son las dos primeras virtudes que conocen, excluyendo de toda felicidad a los que carecen de ellas, condenando a externo desconsuelo la cobardía y adulterio…

Aunque los indios no tuvieran por su vida frugal y activa, fortificado el espíritu, bastaría esta creencia para hacerlos terribles en el combate. Y si todas las naciones se sobrepujan, cuando a campaña las lleva el entusiasmo de religión, es fácil concebir cuál será este mismo entusiasmo en los apaches, entre quienes es un acto de religión la guerra…

… Los apaches son vigilantes y desconfiados tanto, que por temor de que los españoles u otra nación enemiga de ellos les acometa, mueven casi todos los días su campo de un sitio a otro, viviendo en continua peregrinación para no dar tiempo a ser expiados, o reconocidos; sufren la sed y el hambre mucho tiempo llegando a verificarlo en cinco, o seis días, sin que la falta de alimento cause una decadencia notable en sus fuerzas…

… Nuestra religión, que pide otras justas atenciones en la muerte, no permite en los últimos instantes aquellas apariencias de generosidad con que mueren ellos; pues los apaches ríen y cantan en los últimos momentos para adquirir su mentida gloria…

… Los apaches hacen la guerra por odio, o por utilidad, el odio [como se dijo] nace de la poca fe que se les ha guardado, y de las tiranías que han sufrido, como pudiera hacerse patente con ejemplares, que es vergonzoso traer a la memoria…

… Para esto, en primer lugar llevaría a campaña más indios auxiliares que soldados en atención a que a pie son tan ligeros y diestros como los apaches, que usan la flecha con tanta certeza como ellos y que son igualmente astutos en el modo de explorar y sorprender…

… También es digna de atención la variación que se nota entre los enemigos, que aunque todos sean apaches y bravos, se distinguen según las provincias que ocupan.

Los gileños son los más fuertes guerreros entre todos y los más crueles. [Esta tribu fue una de las más guerreras y sangrientas, hostilizando indistintamente en la provincia de Sonora y Nueva Vizcaya, cuyos territorios, aun los más interiores, conocía del mismo modo que sus naturales] y en la del Nuevo México siempre mantuvo unión con los mimbreños sus vecinos, partiendo con ellos sus frutos y riesgos.

Los mescaleros les son los más inmediatos, y los natagés y lipanes son los más humanos, y que tal cual vez han dado pruebas de generosidad con sus cautivos. [Los mescaleros fueron acérrimos enemigos de los comanches, y habitaban por lo general las sierras próximas al río de Pecos]. De esta nación fueron Quitachin y Piticagán [después Matías y José] aquellos dos indios tan agradecidos al buen trato del comandante que a los 15 días de cautivos fueron su mejor escolta, volviendo las armas contra sus propios parientes defendiéndolo de seis a quienes quitaron el robo de caballos que se llevaban, acción que admirara Chihuahua mientras se acuerde de ella, y de cuanto hicieron en campaña, ya como espías, ya como soldados a favor de la provincia; véase hasta en el corazón más bárbaro cuanto puede el reconocimiento). 

* El 29 de noviembre de 1770, los apaches liderados por Canastrín y Malaoreja capturan 1.000 animales de una reata de mulas en La Jabonera ([municipio de Valle de Zaragoza, Chihuahua]. El mismo día asaltan Carretas, San Andrés y La Laguna de Castillo [Chihuahua], matando a siete hombres y quemando vivas a 23 personas refugiadas en la capilla de San Antonio, además de llevarse a otros 700 animales).

* En diciembre de 1770, una banda apache destruye completamente una caravana de suministros procedente de Nuevo México, llevándose también una manada de caballos del presidio de Janos (Chihuahua).

1771

* En enero de 1771, en el valle de San Bartolomé (hoy municipio de Allende, Chihuahua), Bernardo de Gálvez escribe al marqués de Croix: … En el camino tuve la fortuna de encontrarme con los enemigos bárbaros que se llevaban una crecida caballada de los vecinos de este valle, y aunque no traía más escolta que tres criados míos, cuatro indios norteños y dos de los apaches que cautivé en esta campaña, quise a costa de mi peligro dar otra prueba a esta provincia de lo que me intereso en servirla, y dando sobre ellos aunque con tan poca fuerza logré restaurar dicha caballada, traerla, y entregarla a sus primeros dueños, los que pretendieron pagarme el rescate como es costumbre; pero porque fuese completo el sacrificio no he querido admitir cosa alguna, y sí de mi bolsa gratifiqué a mi gente por el beneficio ajeno…

… pues siendo los apaches que la llevaban más que nosotros; y tener ensillados dos de los mejores caballos, parece que era de temer habiendo llegado el caso de estar más inmediato a sus compañeros, nuestros enemigos, que a nosotros, se hubiesen hecho de su banda, pero al contrario fueron los primeros que les hicieron oposición en defensa mía, gritando que ahora vería yo si también saben ellos ser agradecidos, y como los vería muertos antes que abandonarme. Así lo hicieron hasta que huyendo los enemigos se subieron a la sierra, los que dejé de seguir por ser, ya casi de noche, y ser nosotros tan pocos: Siguiese a esto al verme precisado a parar por estar cansados los caballos en una casa despoblada que estaba en el camino a vista de los enemigos, y por el peligro que corrían la dos caballadas de que aquella noche nos la volviesen a quitar los indios, dispuse que todos mis criados fuesen a cuidar la mía, para que pastase, y la que quité, se arrimó a las paredes de dicha casa, quedándome yo solo con los dos apaches, donde alternándonos en las centinelas velaron ellos cuando yo dormía….

* En 1771, los pimas de la misión de Guevavi son trasladados a la de Tumacácori (ambas en Santa Cruz County, Arizona) para protegerlos mejor de los apaches.

* Hasta 1771, desde 1748, los apaches habían matado a 4.000 personas y los daños ocasionados ascendían a 12 millones de pesos.

* El 26 de febrero de 1771, el comandante Bernardo de Gálvez emprende otra campaña contra los apaches. (Salió de la Villa de Chihuahua al mando de un destacamento de 110 soldados y un contingente de nativos auxiliares, incluyendo un apache como guía. Fueron hasta una de sus rancherías, pero los apaches huyeron dejando algunos animales. Los españoles se quedaron allí, esperando la llegada de provisiones hasta el 29 de marzo, sufriendo mientras tanto graves padecimientos. El 10 de abril, la expedición continuó por la orilla del río Pecos, y el 21 de abril trabó un largo y empeñado combate con más de 250 apaches, causándoles 58 muertos, capturando a 13 de ellos y rescatando a un cautivo. Los españoles tuvieron un soldado y 22 auxiliares nativos muertos. 

Gálvez siguió con 40 hombres hasta un cañón de la sierra, donde los apaches habían atacado a sus exploradores, encontrando gran número de flechas, carcajes y arcos, y grandes charcos de sangre, prueba de las grandes bajas que sufrieron. Terminada la campaña llegó a la villa de Chihuahua el 4 de mayo).

* En febrero de 1771, el capitán Rafael Martínez Pacheco, comandante del presidio de San Agustín de Ahumada (sus restos están al norte de la actual Wallisville, Chambers County, Texas) parte con la mayoría de la guarnición para sumarse a las tropas del barón de Ripperdá, gobernador de Texas, que luchan contra los apaches.

* En marzo de 1771, los apaches atacan la hacienda de Encinillas (alrededores de la ciudad de Chihuahua, Chihuahua) y San Bartolomé (en el distrito del Parral, Chihuahua) de donde se llevan gran cantidad de animales.

* El 21 de abril de 1771, el comandante Bernardo de Gálvez, al mando de una segunda expedición formada por 110 hombres, lucha junto al río Pecos (Texas) contra 250 apaches, matando a 58; mientras las compañías de los presidios de San Buenaventura (municipio de Buenaventura, Chihuahua) y Janos (Chihuahua), con la ayuda de ópatas de Sonora, combaten durante seis días a los apaches en la sierra de La Boca (sur de Chihuahua).

* En junio de 1771, debido al desinterés de los apaches, que solo buscan protección frente a los comanches, se abandonan las misiones del cañón del Nueces (Uvalde County, Texas), San Lorenzo (Real County, Texas) y Candelaria (Milam County, Texas) y sus sacerdotes son trasladados a misiones de Sonora. (Las tropas se reparten entre los presidios de San Antonio [Bexar County,Texas] y Coahuila]).

* A las 12:00 de un día de 1771, un grupo de apaches lipanes ataca el presidio de Santa Rosa de Sacramento (hoy Ciudad Melchor Múzquiz, Coahuila) para conseguir armas. (Mataron a un soldado, hiriendo a tres y se llevaron bastantes caballos, aunque no pudieron conseguir armas. Los colonos huyeron aterrorizados de sus hogares. El gobernador de Coahuila, Jacobo de Ugarte y Loyola, les persiguió con 54 soldados durante 290 km, pero al agotar sus caballos, tuvieron que regresar. Al llegar solicitó al virrey más mosquetes y municiones. Tres bandas lipanes huyeron al norte del Río Grande.

Las bandas lipanes, lideradas por Cabello Largo, Poca Ropa, El Chico, y Flacco, se dirigieron al territorio de sus viejos amigos, los bidais, del este de Texas, para intercambiar caballos por armas. Gorgoritas, el jefe bidai, invitó a los jefes lipanes a su poblado y organizó una alianza entre los texas, lipanes, orkokisas y bidais. Los texas también proporcionaron armas a los lipanes, ya que ellos también necesitaban caballos para defenderse de los osages y los taovayas).

* En agosto de 1771, Bernardo de Gálvez tenía previsto salir en una tercera campaña contra los apaches, con 60 soldados y 300 nativos auxiliares, pero el 6 de agosto, un antiguo cautivo de los apaches fue a informarle que lipanes, natagés, y otros grupos de apaches había decidido no asaltar más, al saber el buen trato que Gálvez daba a los nativos. (Esos apaches habían atacado a otros contrarios a la paz, no habiendo problemas en el Bolsón de Mapimí.

El 16 de agosto, Gálvez escribió al marqués de Croix: … La noche del día 6 llegó a mi casa un indio que habiendo sido cautivo por los apaches en cuyo poder estuvo algún tiempo, logró escaparse de ellos, y me trajo la noticia de que habiendo sabido las naciones lipande [lipanes], natagés, […] el buen trato que han hallado en mí los indios que tengo en mi poder, compañeros míos han resuelto dejar las hostilidades que acostumbraban, y que habiendo pretendido hiciese lo mismo la demás Apachería y no habiéndolo logrado fue causa de que se disgustasen, y tuviesen un choque. Cuyas resultas fueron en favor de los citados lipandes, pues estos les quitaron las armas de fuego y ropa que tenían los otros….

Gálvez salió de campaña durante los meses de septiembre y octubre al mando de 300 hombres, persiguiendo a los apaches que no mostraban deseos de entablar conversaciones de paz, pero sin ningún éxito.

El 11 de octubre, estando Gálvez dentro de la iglesia durante una misa en honor de San Felipe, patrón de la Villa de Chihuahua, se produjo un asalto apache a la ciudad. Rápidamente, salió Gálvez de la iglesia para organizar la defensa, ordenando a un cabo y a 14 soldados que repelieran el ataque. A los pocos momentos habían sufrido 10 bajas. Encontrándose solo, fue atacado por cinco apaches, a los que pudo rechazar, pero resultó herido por una flecha en el brazo izquierdo y dos lanzadas en el pecho, y su caballo herido por otra lanza. Quedó en el suelo dado por muerto.

Gálvez estaba preparando una nueva campaña, cuando aún convaleciente de sus heridas, fue tirado por su caballo, sufriendo un fuerte golpe en el pecho, por lo que tuvo que suspender los preparativos.

El 19 de diciembre de 1771 entregaba el mando a su sucesor Hugo O´Conor, para acompañar a España a su tío José de Gálvez. Antes de su marcha redactó sus “Noticias y reflexiones sobre la guerra que se tiene con los apaches en el norte de la Nueva España”, en donde explicaba su experiencia personal sobre los apaches y las tropas presidiales, la manera de combatir de unos y otros, y las características de las tribus nativas amigas. O’Conor diría: … se continuaba la guerra llevando siempre los apaches casi todo el triunfo, perdiendo el rey muchos caudales…. [Los apaches no asaltaron únicamente grandes haciendas, lo más preocupante era que también cortaban los caminos y las vías de comunicación, paralizando el comercio y provocando enormes pérdidas económicas. Ese año atacaron un atajo de 21 mulas, provocando la pérdida de 30.000 pesos en mercancías. También atacaron otro convoy que se dirigía a Nuevo México, matando a 7 personas y robando 1.000 caballos. En poco menos de un año, desde el 20 de enero al 20 de diciembre, los apaches habían matado a 140 personas y robado más de 7.000 caballos]).  

* En octubre de 1771, Juan Bautista de Anza, comandante del presidio de Tubac (Santa Cruz County, Arizona) lucha contra los apaches en el río Gila (Arizona y New Mexico). 

* Al finalizar 1771, el comandante de El Paso del Norte (hoy Ciudad Juárez, Chihuahua) acuerda la paz con los apaches, lo que solo servirá para que asalten en otros lugares y vendan lo robado en este presidio.

1772

* En 1772, una banda de unos 200 apaches chiricahuas ataca el presidio de Janos (Chihuaha), siendo al final, rechazados por los 25 soldados de la guarnición, continuando los enfrentamientos en julio y agosto. (No se sabe si fue en este enfrentamiento o en otro desarrollado ese mismo año, pero el teniente Camilo Chacón, del presidio de Janos, llevó a su comandante un par de orejas cortadas a un apache que había resultado muerto por sus hombres).

* El 2o de abril de 1772, Antonio de los Reyes, obispo de Sonora, envía al virrey Antonio María de Bucareli, un detallado estado de las pimerías Alta y Baja, y un breve informe sobre el descenso de la población de Sonora. (Este descenso lo atribuyó a la inestabilidad de los establecimientos fundados por los colonos españoles y a los continuos asaltos de las tribus apaches).  

* En la primavera de 1772, tres mujeres comanches llegan para quedarse en las misiones de San Antonio (Bexar County, Texas) y en mayo esas mujeres llevan, bajo bandera blanca, a siete hombres comanches dentro de la misión, donde roban 400 mulas y caballos. (Una banda apache que estaba incursionando les atacó en el exterior de San Antonio, matando a los hombres y capturando a las mujeres que fueron vendidas a los españoles, siendo bautizadas y enviadas a Coahuila).

* El 6 de mayo de 1772, el gobernador de Coahuila toma declaración en Santiago de la Monclova (Monclova, Coahuila) a un joven llamado Marcelino, quien relata que había estado cautivo, desde su niñez, en una ranchería de los apaches mescaleros: Estando en mi juzgado, hice sacar de la cárcel pública a un hombre preso […] para efecto de tomarle su declaración […]. Le recibí declaración dijo […] que es hijo de Damasio Frayle y Bonifacia su mujer, de cuyo apellido no se acuerda, y que vivían en la Laguna de Parras [hoy Laguna de Mayrán, municipio de San Pedro de las Colonias, Coahuila] y que cuando lo cautivaron los indios era muy pequeño, que aún no sabía rezar, que estaba guardando vacas, y que según le ha dicho [ya siendo grande] el capitán Perucho de nación mescalero, él fue quien le cautivó y crio; y preguntado si en el tiempo que estuvo con el mencionado capitán salió este a algunos robos o si se efectuaron algunas muertes, responde que no y que solo se ha hallado en algunas con el capitán Alonsillo, hermano de dicho Perucho, a quien lo vendió por cuatro caballos […] que oyó decir […] que habían muerto en varias ocasiones 15 soldados, nueve paisanos y dos mujeres, y cautivado otra del lado de su marido, a quien dieron muerte, y fue llevada a poder del capitán Alonsillo, quien dice la tomó por su mujer y tiene actualmente dos hijos con ella; y que los citados soldados mataron 14 indios en las refriegas que en distintas ocasiones tuvieron unos con otros; fue el capitán Alonsillo su segundo amo, hace ocho lunas o meses que lo vendió por cuatro caballos al capitán Boca Tuerta y que este casó al que declara con una hija suya de pequeña edad […] que la gente de este capitán roba de cuando en cuando caballos para ir a correr cíbolas [bisontes], de cuya carne se mantienen y que habiendo salido el declarante con otros a robar caballada al presidio de Río Grande [municipio de Guerrero, Coahuila] y cogido unos caballos que llevó a su ranchería, lo siguieron los soldados del citado presidio, acompañados del capitán Bigotes, lo aprehendió y puso en manos de los mencionados soldados para que lo trajeran preso […].

* El 2 de junio de 1772, el sargento José Vicente Ortega sigue las huellas de una banda apache hasta una ranchería en la Laguna de Castro, a 125 km de Chihuahua, en el Bolsón de Mapimí, donde mata a 10 de las 32 personas que había.

* En julio de 1772, el jefe apache lipán José Miguel, que vivía en la misión de San Antonio de Valero (Bexar County, Texas) organiza un ataque mientras los comanches celebran conversaciones de paz con los españoles en San Antonio, matando a tres delegados comanches, y capturando a tres mujeres y una niña. (Los lipanes también mataron a Quirotaches, jefe taovaya [wichita] llevándose su estandarte. Más tarde, el jefe José Miguel y otro apache lipán entraron en el presidio de San Antonio, siendo capturados. En la cárcel, José Miguel intenta hablar con un jefe kichai [caddo] para que se aliasen con los lipanes, prometiendo muchos caballos al jefe Sauto de los texas.

José Miguel, también fue conocido como José Grande, padre del jefe José Chiquito y abuelo de jefe Cuelgas de Castro.

José Miguel nació en 1735, en un poblado lipán cerca de la misión de Santa Cruz de San Sabá, sobre el río San Saba, cerca de la actual Menard [Menard County, Texas]; y murió en 1795 en San Sabá [San Saba County, Texas]).

* El 10 de septiembre de 1772, el rey Carlos III promulga un reglamento militar para los presidios del Norte de la Nueva España que adopta buena parte de las recomendaciones del marqués de Rubí y de su ingeniero militar Nicolás de Lafora, entre otras, reorganizar o construir 15 presidios a la altura del paralelo 30º Norte (desde el Presidio de Santa Gertrudis de Altar [Altar, Sonora] hasta el Presidio de Nuestra Señora de Loreto de la Bahía [Goliad, Goliad County, Texas]); incrementar la ofensiva contra los apaches, ubicarlos cerca de los presidios, encarcelarlos  o enviarlos al interior de México como esclavos; y que todos los españoles de Texas oriental (que ahora ya no es frontera) se trasladen a San Antonio, nombrada oficialmente capital (la vieja capital de Los Adaes, hoy Natchitoches Parish, Louisiana, es abandonada y su presidio, ya vacío, es incendiado por los nativos).

* En diciembre de 1772, unos jefes apaches piden la paz en los presidios de Janos y de San Buenaventura (hoy Galeana, Chihuahua) aunque el comandante O’Conor supuso que solo era para recolectar mescal sin ser atacados. (El 3 de diciembre de 1772, O´Conor salió de la Villa de Chihuahua con 300 hombres de la 1ª, 3ª y 4ª Compañías Volantes. El 30 de noviembre, le habían precedido 120 hombres del presidio de Monclova que debían marchar en dirección opuesta a la de O´Conor. El objetivo de ambos destacamentos era reconocer los terrenos para situar los nuevos presidios y atacar a los apaches lipanes que incursionaban por Nueva Vizcaya y Coahuila. O´Conor siguió el curso del Río Grande, hasta el aguaje de San Carlos, que consideró ideal para establecer el presidio de Río Gordo; decidiendo instalar el de San Sabá en el paso de San Vicente, pasado el Río Grande.

El 21 de enero de 1773, O’Conor llegó a la Villa de San Fernando de Austria [hoy Zaragoza, Coahuila] donde encontró dos jefes lipanes, Bigotes y Juan Tuerto, pidiendo la paz y ayuda contra los comanches. Firmada la paz, los lipanes se reunieron en la confluencia del Río Grande con el Pecos, en varias rancherías con más de 1.000 guerreros. Una semana más tarde, llegaron más, pertenecientes a las bandas de los jefes lipanes Casaca Colorada, Panocha y Zapato Bordado.

En marzo de 1773,  O’Conor trasladó la mitad de la guarnición del presidio de Santiago de la Monclova [hoy Monclova, Coahuila] 250 km más al norte, donde se unen el río San Rodrigo y el Río Grande [donde hoy está El Moral, Piedras Negras, Coahuila] y fundó el Presidio de Monclova Viejo [inexplicablemente lo llamó así cuando existía el anterior erigido 96 años antes] con el fin de expulsar a los apaches hacia el oeste, objetivo que logrará el año 1776.

* El 25 de diciembre de 1772, soldados españoles atacan una ranchería apache en las inmediaciones del actual Big Bend National Park (Texas), junto al Río Grande, donde matan a tres personas, llevándose cautiva a una niña de cinco años.

1773

* En enero de 1773, el virrey de la Nueva España, Antonio María de Bucareli y Ursúa, envía a España un informe detallado y conciso sobre el estado de la frontera norte. (Entre otras cosas dice: En Nueva Vizcaya, en una operación de indios apaches del Bolsón de Mapimí [zona de los actuales estados de Durango, Chihuahua y Coahuila] han participado tres indios concheños, hombres ancianos, amigos y prácticos del país. Otros 10 indios auxiliares de las misiones de Coahuila acompañan a los soldados que se han sumado a la operación… El gobernador de Comaquibuto se presentó el 5 de octubre último en nombre de todos los gobernadores de la nación pápaga al capitán de Santa Gertrudis del Mar [Sonora] entregándole una tarja [palo o tabla donde se marca con muescas cantidades de alguna cosa] cuyas señales o rayitas significaban haber muerto 10 hombres y 21 mujeres apaches, que son sus irreconciliables enemigos, y cautivándoles seis niñas. El capitán agasajó al gobernador con un pequeño regalo, y habiéndolo recibido, se retiró a su país, prometiendo en nombre de su nación continuar la guerra a los apaches… Los apaches han hecho varios robos, y dado muerte a algunos indios amigos, pero la vigilancia de estos y de los vecindarios les hacen desgraciadas sus ideas, como se verificó en el pueblo de Zuñi [Zuñi Pueblo, McKinley County, New Mexico]. A este se arrojaron en número de 50, mataron tres hombres y tres mujeres, pero los zuñis dieron muerte a 22 apaches y los demás huyeron malheridos. Esta nación [los apaches] ha ofrecido igualmente la paz, pero como no saben guardar la fe que prometen, fácilmente quebrantan sus palabras, disculpándose con que los daños los ejecutan otros de diferentes rancherías).

* El 16 de marzo de 1773, el barón de Ripperdá, gobernador de Texas, solicita instrucciones al coronel Hugo O’Conor, para saber qué hacer con José Miguel, un apache lipán que había huido con su esposa y familia, de la misión de San Antonio de Valero ([El Álamo, Bexar County, Texas]. Parece ser el autor de que los lipanes del norte estén alterados, impidiendo que se ratifique un tratado de paz).

* El 24 de abril de 1773, se construye el Presidio de Santa Rosa, en un paraje conocido como Aguas Verdes ([hoy Melchor Múzquiz, Coahuila]. Después de atacar a los apaches lipanes, O’Conor aceptó la petición de paz de sus jefes Javier y Cabello Largo, los cuales querían tener las manos libres contra sus enemigos, los apaches mescaleros. Los admitió en los Presidios de San Juan Bautista [Guerrero, Coahuila]; y Monclova [Coahuila], además del de Santa Rosa).

* En mayo de 1773, apaches mescaleros atacan San José (una pequeña aldea primitiva en la margen derecha del Río Grande, 12 km al norte de Guerrero, Coahuila) y al día siguiente el teniente Alejo de la Garza Falcón sale en su persecución desde San Fernando de Austria (hoy Zaragoza, Coahuila) que está 48 km al noreste con 50 hombres, a los que se les unen tropas de San Juan Bautista (hoy Guerrero, Coahuila) y los derrota el 6 de junio al norte del Río Grande, cerca de la boca del Pecos (Texas), recuperando tres cautivos y 200 caballos y mulas.

* Durante el verano de 1773, 300 apaches chiricahuas sitian el presidio de Janos (Chihuahua), cortando temporalmente todas las comunicaciones con el exterior.

* El 23 de octubre de 1773, Juan Bautista de Anza, comandante del presidio de Tubac (Santa Cruz County, Arizona) sale de campaña contra los apaches con un destacamento con un alférez y 19 soldados. (A ellos se unieron un teniente y 14 soldados del Presidio de Santa Gertrudis de Altar [Altar, Sonora]; un sargento y 18 soldados del Presidio de San Miguel de Horcasitas [Sonora]; un cabo y 15 soldados del Presidio de Terrenate [Sonora, en 1776 se trasladaría al Cochise County, Arizona]; y 70 auxiliares pimas de la Pimería Alta, sumando un total de 140 hombres).

* En noviembre de 1773, Hugo O’Conor, Comandante Inspector de Presidios, parte de La Junta de los Ríos (llamado así por la unión del Río Grande y el río Conchos, después llamado Presidio del Norte y hoy Ojinaga, Chihuahua) para llevar a cabo una campaña a gran escala en el territorio de los apaches mescaleros, en la Sierra de Mogano, en las hoy llamadas Davis Mountains (Jeff Davis County, Texas) del suroeste de Texas. (En un intento por evitar las incursiones apaches, O’Conor lideró y ordenó hacer campañas militares contra rancherías de distintas bandas apaches, llevando la guerra al corazón de su territorio en vez de realizar una defensa pasiva. 

Había salido de la ciudad de Chihuahua el 19 de octubre de 1773 con varios cientos de hombres, mujeres y niños, y varios miles de caballos, mulas y reses rumbo al norte, con la intención de establecer dos nuevos presidios a lo largo de la frontera. Después de una semana de viaje, llegaron al lugar donde el río Conchos desembocaba en el Río Grande, cerca de la ubicación actual de las ciudades de Ojinaga [Chihuahua] y Presidio [Presidio County, Texas]. El punto llamado La Junta de los Ríos, proporcionaba abundante agua y tierra cultivable. O’Conor estaba supervisando el regreso de este presidio a su ubicación original después de haber sido trasladado al sur siete años antes a Julimes [Chihuahua].

Tras dejar un destacamento como guarnición en la Junta de los Ríos, el 2 de noviembre, O’Conor se dirigió al Arroyo de San Carlos, cerca de la actual Lajitas [Brewster County, Texas], aproximadamente a 70 kilómetros río abajo de La Junta de Los Ríos. Soldados y colonos viajaron durante cinco días a lo largo de la orilla sur del Río Grande hasta el lugar donde se erigiría el llamado Presidio de San Carlos.

En noviembre de 1773, con el establecimiento de los dos presidios en La Junta de los Ríos y San Carlos, O’Conor pudo ocuparse de los apaches y, en particular, de los apaches mescaleros. El 7 de noviembre, O’Conor partió de San Carlos, dirigiéndose de nuevo a La Junta de los Ríos, pero esta vez recorriendo todos los abrevaderos de las sierras cercanas en busca de cualquier rastro o señal de los mescaleros. Llegó a La Junta de los Ríos el 13 de noviembre e inmediatamente hizo los preparativos para salir de campaña. En su diario escribió: Deseando encontrar una manera para que las guarniciones trabajasen en la nueva construcción en sus distritos sin ser molestadas por el enemigo, decidí que la forma más segura sería a través de una expedición para atacar al enemigo en sus propias rancherías. O’Conor disponía de dos destacamentos de tropas regulares, los piquetes de los regimientos de los Dragones de España y los Dragones de México. Habían sido enviados al norte desde sus regimientos en 1772, sirviendo como escolta de O’Conor mientras se dedicaba a instaurar la Línea de Presidios. También contaba con expertos soldados fronterizos, como la 1ª Compañía Volante. O’Conor había creado cuatro compañías volantes, que a diferencia de los soldados presidiales, no tenían un puesto permanente, sino que se trasladaban de presidio en presidio o a cualquier lugar que fuese necesario.

De hecho, la 1ª Compañía Volante, al mando del capitán Domingo Díaz, acababa de llegar de explorar el Bolsón de Mapimí [región perteneciente a los estados mexicanos de Durango, Coahuila y Chihuahua], una gran superficie más al sur con poca agua y pequeñas sierras, donde históricamente se ocultaban diferentes bandas apaches. Antes de dirigirse a reubicar los presidios, O’Conor había enviado a Díaz a explorar el lugar. A partir del 15 de septiembre de 1773, Díaz registró todos los pozos de agua de la región. Encontraron un pequeño grupo de apaches que huyeron hacia el norte nada más ver a los españoles. El 14 de octubre, Díaz y su agotada compañía llegaron a La Junta de los Ríos, donde se unieron a O’Conor, quien dejó descansar a hombres y caballos durante cuatro días mientras ultimaba su plan de cruzar el Río Grande y buscar a los mescaleros. Por esas fechas, O’Conor sabía que los mescaleros habrían emprendido su cacería semestral de bisontes por las llanuras más al este, hacia el Río Colorado de Texas. Por lo tanto, planeó dirigirse  hacia el noreste.

O’Conor contaba con los 93 soldados de los piquetes de los Dragones de España y los Dragones de México, 140 soldados de cuera de la 1ª Compañía Volante y 30 aliados nativos [probablemente norteños reclutados en las misiones de La Junta de los Ríos]. Junto a los oficiales y un capellán, sumaban 263 hombres, cantidad suficientemente como para ir a territorio mescalero y asestarles un duro golpe. Cada hombre llevaba al menos dos y tal vez hasta cuatro caballos, y había también decenas de animales de carga, habiendo una manada de casi mil cabezas. Sin embargo, O’Conor decidió moverse lo más sigilosamente posible. En su diario de campaña escribió: He ordenado que mis marchas sean de noche, … [la orden] no hacer fuego ni de día ni de noche, para no ser percibido… sosteniéndose desde el Comandante hasta el último soldado, con pinole o con otro nombre maíz molido, [una papilla fría de maíz mezclada con agua].

En la noche del 18 de noviembre, O’Conor envió a varios de los nativos a explorar por delante del destacamento. Al día siguiente escribió en su diario de campaña: «Partí de dicho presidio con las dos compañías de dragones y la primera compañía de la expedición a las seis de la tarde en busca del enemigo«. Avanzando de noche, O’Conor y sus hombres se dirigieron hacia el noreste hasta llegar al Arroyo de Álamo [actual Alamito Creek, un afluente del Río Grande en el Presidio County, Texas], a las 01:00 horas. Acamparon allí y se escondieron durante el día. A medida que se acercaba la noche, levantaron el campamento y comenzaron otra marcha nocturna, siguiendo el arroyo mientras serpenteaba hacia el norte. Al amanecer volvieron a acampar tratando de pasar desapercibidos mientras descansaban ellos y sus monturas.

A las 17:00 horas, O’Conor partió, siguiendo todavía el Arroyo de Álamo, y después de recorrer unos 21 km llegaron a la Punta de la Ciénaga de San Jacinto a las 24:00 horas, cerca de donde el actual San Jacinto Creek se une con el Alamito Creek. O’Conor escribió: Encontré a uno de los exploradores indios que había enviado, era su jefe, con la noticia de que esta mañana habían encontrado el rastro de seis pistas nuevas. El jefe informó a O’Conor que el resto del grupo estaba siguiendo el rastro, esperando al destacamento un día de marcha más adelante en un lugar llamado Ojo de Agua de San Jacinto.

Después de descansar, O’Conor partió a las 18:00 horas del 21 de noviembre, dirigiéndose al norte hacia dicho lugar, donde a las 22:00 horas encontró a los exploradores nativos que habían estado siguiendo el rastro, los cuales dijeron que el rastro parecía dividirse en dos, un grupo dirigiéndose hacia el abrevadero conocido como el Aguaje de San Juan al noroeste y el otro hacia un lugar conocido como Los Charcos, más al este. O’Conor escribió en su diario: Decidí enviar un destacamento de 58 hombres al Aguaje de San Juan, al mando del alférez Manuel Villa, mientras yo partía con el resto de la tropa para hacer un reconocimiento en Los Charcos. O’Conor envió por delante, a cinco exploradores con la orden de que volvieran a avisar si había mescaleros acampados en dicho lugar.

Durante la noche del 22 de noviembre, O’Conor y sus hombres recorrieron más de 32 km antes de llegar al paraje de La Tinaja a las 02:00 horas. A la tarde siguiente reanudaron la marcha hacia el nordeste y después recorrer 37 km llegaron a las 24:00 horas a un lugar llamado la Caída del Capitán [cerca de la actual Alpine, Brewster County, Texas] donde no había agua. El frío empezaba a causar efectos. En este viaje sufrimos mucho por la fuerte nieve y el hielo que cayó sobre nosotros, que fue tan extremo que la tropa apenas podía mantenerse montada, encontrándose la mayor parte de ellos incapaces de mover los pies y manos, registró O’Conor. Sus hombres le pidieron que les permitiera hacer fuego para calentarse. A pesar del riesgo de que las hogueras delatasen su ubicación, O’Conor accedió. Mientras los soldados intentaban recuperarse del frío, dos de los exploradores nativos informaron que esa mañana habían visto a dos mescaleros, pero que no sabían por donde habían venido.

A las 17:00 horas, O’Conor ordenó a sus hombres montar y partir, pero después de solo dos horas y recorrer unos 8 km, hizo alto en un lugar llamado Puerto de Oro. La falta de agua empezaba a ser un problema tanto para los hombres como para los caballos, pero en ese sitio había una pradera con mucha hierba y agua,  por lo que se quedaron allí esa noche. A las 08:00 horas, O’Conor ordenó al teniente Joaquín de la O [sic] con 30 hombres que fuera a Los Charcos para ver si encontraba el rastro del destacamento del alférez Manuel Villa. Si no lo encontraba, debía seguir adelante y averiguar si había suficiente agua para la manada de caballos en Los Charcos, donde O’Conor se reuniría con él al día siguiente.

El 25 de noviembre, por primera vez, O’Conor hizo que sus hombres viajasen de día, levantando el campamento a las 10:00 horas. Cabalgaron durante 12 horas seguidas, en dirección noreste, antes de llegar al Ojo de San León [la actual Leon Springs, justo al oeste de Fort Stockton, Pecos County, Texas]. Durante la marcha, pasaron por el abrevadero de Los Charcos, donde habían recogido al teniente Joaquín de la O, quien informó a O’Conor que no había encontrado rastro del alférez Villa. Creyendo que los mescaleros podrían estar al noreste, O’Conor ordenó seguir hasta la medianoche. Pero tras solo una hora de viaje, llegaron dos exploradores nativos del destacamento de Villa diciendo que había un gran campamento apache en la Sierra del Mogano [Davis Mountains, Texas], a unos 125 km de su actual posición. O’Conor aceleró su marcha hasta el Ojo de San Antonio, al que llegó a las 10:00 horas del día 26 de noviembre, habiendo viajado toda la noche. Durante su marcha, después de recorrer casi 65 km, se detuvo para dar de beber a sus caballos, cuando llegaron cuatro soldados de Villa diciendo que el alférez estaba  en la entrada de la Sierra del Mogano, pero que no quiso entrar debido a la gran cantidad de apaches que había en su interior.

A pesar de que los hombres y caballos estaban cansados, O’Conor ordenó seguir llegando a las estribaciones de la Sierra del Mogano alrededor de las 18:00 horas del 26 de noviembre. Habían recorrido unos 128 km en apenas 17 horas. O’Conor escribió más tarde: Como ya estaba obscuro, acampé mis tropas en un manantial ubicado en la ladera de la sierra para que pudieran recuperarse de las penurias que habían soportado … Durante los últimos dos días había sido necesario viajar día y noche sin detenerse para adelantar a los indios. 

Habiendo contactado con Villa y sus 58 hombres en la entrada de un gran cañón, este informó de los muchos indios que había en él, y que parecía imposible hacer daño al enemigo allí, ya que era la sierra más accidentada que se conocía en el Reino. O’Conor decidió explorar el terreno él mismo. Aprovechando la luz de la luna, salí con 12 hombres a reconocer la sierra. Pero lo quebrado del terreno no permitía un lugar donde se pudiera inspeccionar la zona y determinar dónde se escondía el enemigo. Durante las siguientes horas, treparon en la obscuridad, explorando el terreno en busca de una forma de acceder a las montañas. Al final vio que la mejor posibilidad era utilizar una entrada  que atravesaba un cañón tan cerrado y estrecho que no admitía a tres hombres de frente. A la medianoche, O’Conor y su pequeño grupo regresaron al campamento principal, donde anotó en su diario: Decidí entrar en él mañana y atacar a los enemigos bajo la protección de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María. O’Conor ordenó a sus hombres que comieran sus raciones frías de pinole, que intentaran descansar un poco y que se prepararan para la batalla de la mañana siguiente.

Al amanecer del 27 de noviembre, O’Conor reunió a 183 hombres [las dos compañías de Dragones, 60 soldados de cuera, y 30 aliados nativos] dejando en el campamento a 80 hombres bajo el mando del alférez Villa para custodiar el equipo y los caballos. Avanzando con lentitud y cautela, los españoles sortearon los estrechos confines del cañón durante casi dos horas hasta que alrededor de las 09:00 horas se encontraron con unos 500 mescaleros dispuestos a defender su posición.

Debido a la brevedad del informe de O’Conor, se desconoce si los mescaleros bajaron de las alturas para atacar a los españoles o simplemente esperaron el ataque español. Parece que los combatientes se acercaron lo suficiente entre sí para que los españoles pudieran usar sus armas de fuego, entablándose un prolongado combate. O’Conor registró que los apaches fueron atacados por nuestra tropa con tal valor y valentía que a pesar de su constancia en disputar el terreno desde las 09:00 horas de la mañana cuando se inició el tiroteo hasta las 16:00 horas de la tarde, cuando fueron derrotados por completo, saliendo en el cañón de la sierra 41 indios muertos, los cuales yo mismo los conté y me pareció que habían dejado algunos más en los desniveles y escondites, y según la opinión de todos los presentes en esta lucha, el resto de indios enemigos salieron casi todos heridos y en huida precipitada.

Los mescaleros y los españoles estuvieron combatiendo durante siete horas disputándose 16 km de terreno de dicha sierra. O’Conor escribió: Las tropas de Su Majestad no sufrieron más pérdidas que dos Dragones y tres aliados indios que resultaron levemente heridos, añadiendo que los apaches habían dejado a sus hombres vencedores y dueños absolutos de la sierra, por haberlos dispersado como codornices. Concluida la batalla, O’Conor reunió a sus hombres y caballos y se retiró a la entrada de la sierra, llegando al caer la tarde, al punto de partida de su ataque.

A pesar de la falta de detalles proporcionados por O’Conor, Mark Santiago ofrece un análisis de como pudo ocurrir el enfrentamiento en su trabajo An Illustrious Victory: Hugo O’Conor’s Battle with the Apaches in the Davis Mountains. O’Conor informó que duró 7 horas a lo largo de 16 km. Parece probable que los españoles inicialmente fueron por el actual Limpia Creek hacia y a través del Limpia Canyon, donde acamparon, probablemente, bajo el Wild Rose Pass [Jeff Davis County, Texas]. A la mañana siguiente cabalgaron, probablemente siguiendo el curso del Limpia Creek mientras giraba y giraba a través de varios estrechos lugares, tal vez hasta los alrededores del actual Fort Davis. Dada la naturaleza accidentada del terreno, los españoles probablemente cabalgaron en columna a lo largo del suelo de los cañones, siguiendo el lecho del arroyo, situando algunos hombres en las alas por la parte superior de las pendientes, por las zonas que el terreno permitía. La columna tuvo que alargarse en las partes más estrechas, siendo en ese momento más vulnerable.

No se sabe si los mescaleros emboscaron a los españoles o abandonaron su posición para combatir. Sea como fuere, los españoles tuvieron que enfrentarse a los mescaleros ubicados en diferentes lugares, por lo que la batalla no fue continua, sino que se desarrolló a intervalos, empleando un tiempo considerable y explicaría por qué duró siete horas. A pesar del agreste y peligroso terreno, los españoles pudieron atacar y matar a 41 apaches e hirieron a muchos más, mientras que solo sufrieron cinco heridos leves. Esto indica que las armas de fuego de los soldados fueron determinantes para evitar que los mescaleros luchasen cuerpo a cuerpo.

En cuanto a los mescaleros, el hecho de que combatieran durante un período de tiempo tan largo indica que su número pudo haber sido determinante como para confiar en la victoria porque, si no, hubiesen huido. Incluso si eran menos de los 500 guerreros que afirmaba O’Conor, o fueran el mismo número de guerreros que soldados, que sumaban poco más de 250 hombres, los mescaleros parece que tuvieron la suficiente confianza en sí mismos como para enfrentarse a los españoles durante 7 horas. La resistencia de los mescaleros convenció a O’Conor de que se habían reunido en la Sierra del Mogano para atacar los presidios que él había establecido recientemente. El virrey Antonio María de Bucareli, escribiendo a España, señaló que “como él [O’Conor] no encontró familias ni manada de caballos de los enemigos, el Comandante dedujo que estos se habían unido con el fin de luchar, confiado en su número y la rudeza del sitio que no recibirían el fuerte golpe que han sufrido. 

Pero cabe otra explicación de la presencia allí de esos mescaleros. A pesar de que O’Conor informó no haber visto ningún campamento con mujeres y niños, ni manadas de caballos, no significa que no estuvieran allí. A fines de noviembre, es posible que se hubieran reunido para su caza semestral de bisontes y reponer sus reservas de alimentos de cara al invierno. No se sabe si ya habían concluido la cacería o iban a empezarla en breve, pero el hecho de que combatieran tanto tiempo y sufrieran tantos muertos quizás pudiera deberse a la necesidad de proteger campamentos cercanos con mujeres y niños, cuya presencia podría deberse a la cacería de bisontes. 

Independientemente de la causa, los mescaleros sufrieron una fuerte derrota. Los 41 muertos contados por O’Conor significarían al menos el 8 % de bajas para un total de 500 hombres, y hasta el 16 % si hubiesen sido 250 guerreros, y esto sin causar ningún muerto a los españoles. Tal cantidad de bajas sería una pérdida inaceptable para los apaches que combaten de forma voluntaria, pudiendo reflejar más la desesperación que tenían al defender a sus mujeres e hijos que un exceso de confianza en sí mismos. El hecho objetivo fue que los mescaleros habían sido atacados y derrotados en su propio territorio, que creían seguro, hecho que O’Conor les hizo confesar en voz alta en su retirada que eran los primeros españoles que se habían atrevido a entrar en la sierra.

La mañana después de la batalla, O’Conor hizo que el capellán de la expedición dijera misa en celebración de la victoria. Anotó en su diario que como no había ninguna esperanza de que yo esperara a que los dichos indios regresaran y se reunieran durante muchos días, a las 14:00 horas ordenó emprender el regreso, llegando el 3 de diciembre a las 15:00 horas al Presidio de la Junta de los Ríos Grande del Norte y Conchos).   

* En 1773, un ataque español en las montañas Sacramento [Sacramento Mountains, New Mexico, al noreste de El Paso, El Paso County, Texas], acaba con 40 apaches muertos y ocho más capturados. (Las rancherías apaches atacadas eran las de Concha, Alonso, Siquilandé y Cetocendé, pertenecientes a apaches gileños, natagés y lipanes).

* En 1773, las autoridades de Nueva Vizcaya descubren que la banda de los Calaxtrines, que incursiona desde la accidentada sierra del Rosario (Durango) tiene de 1.000 a 1.700 personas, la mayoría tarahumaras, pero dirigidos por dos apaches llamados Calaxtrin, padre e hijo.

* El 2 de diciembre de 1773, una banda apache se lleva 130 caballos del presidio de Tubac (Santa Cruz County, Arizona).

* El 8 de diciembre de 1773, el virrey de la Nueva España, Antonio María de Bucareli y Ursúa, envía una carta al barón de Ripperdá, gobernador de la provincia de Texas, ordenándole devolver a los apaches lipanes unos caballos que les pertenecían.

* El 9 de diciembre de 1773, Roque de Medina, ayudante del inspector de presidios, Hugo O’Conor, realiza varios informes analizando la situación de la provincia de Coahuila. (Indica que unos 300 apaches lipanes y comanches se habían enfrentado en el río San Diego [cerca de la confluencia con el Río Bravo]. Menciona la petición del gobernador de la provincia de Texas de llevar suministros y municiones a Monclova [Coahuila, entonces capital de Texas] para ayudar a las bandas de lipanes lideradas por Malla, Panocha y Rivera, las cuales tenían gran temor a los comanches). 

1774

* El 10 de enero de 1774, el coronel Hugo O’Conor, llega a Janos (Chihuahua) para inspeccionar el presidio. (No quedó satisfecho con lo que vio. Los soldados de Juan Bautista Perú estaban adecuadamente vestidos, pero pobremente equipados con sillas, bridas, y espuelas, aunque estaban bien montados. Los mosquetes, pistolas y lanzas no estaban en buenas condiciones, mientras los escudos y las armaduras de cuero casi inutilizadas.

A pesar de eso, ordenó salir a Perú con 16 dragones de su escolta para perseguir a una partida de apaches. Les alcanzaron en la Sierra del Hacha [Big Hatchet Mountains, Hidalgo County, New Mexico], matando un número indeterminado de ellos. El 27 de enero, los apaches respondieron llevándose la mitad de los caballos del presidio.

* A principios de 1774, saliendo de Julimes (Chihuahua), el capitán Manuel Muñoz encuentra en la Cieneguilla (?, hay varias Cieneguilla) a un grupo de apaches que volvían de matar a 14 civiles en la hacienda de San Lucas ([?]. Mataron a 17 apaches y capturaron a 35, recuperando más de 2.000 cabezas de ganado robado.

Por las mismas fechas, vecinos de El Paso del Norte [Ciudad Juárez, Chihuahua] alcanzaron a un grupo de apaches camino de Chihuahua y, pese a ser menos, les derrotaron, matando a 12, e hiriendo a varios, teniendo solo una baja).

* En la primavera de 1774, los apaches atacan varios lugares en los alrededores de la villa de Chihuahua (Chihuahua) matando a un total de siete personas, capturando a dos, y robando una reata de mulas.

* El 14 de abril de 1774, unos apaches matan a tres personas en la hacienda y mina Irigoyen ([?]. Un destacamento mixto de dragones y soldados de cuera, salió tras ellos, siendo sorprendidos por los apaches, con el resultado de siete soldados muertos y el sargento García gravemente herido).

* El 6 de agosto de 1774, el coronel Hugo O’Conor informa que el canje de 41 prisioneros apaches mescaleros ha hecho posible la paz con ellos y con los apaches lipanes, a cuyo jefe Cabello Largo han nombrado general de su nación. (Un grupo de apaches mescaleros había robado una manada de caballos de un rancho de Santa Rosa, yendo tras ellos el capitán del presidio de La Babia, Rafael Martínez Pacheco, con 30 hombres de cada presidio de San Juan Bautista [hoy Guerrero, Coahuila], Monclova [Monclova, Coahuila], y Santa Rosa [hoy Melchor Múzquiz, Coahuila]. Recuperaron todos los caballos y apresaron a 41 apaches mescaleros, que envió al gobernador de Coahuila para su intercambio).   

* El 27 de septiembre de 1774, una banda apache incursiona por la jurisdicción de Janos (Chihuahua) y durante 9 horas, dos grupos, sumando unos 70 guerreros, combaten con la 3ª Compañía Volante de Janos, antes de darse a la fuga. (Los soldados les persiguieron y dos días más tarde, cerca de la Sierra de la Escondida [municipio de Nuevo Casas Grandes, Chihuahua], fueron emboscados por 100 apaches matando a su comandante Manuel Esteban Alegre y Bojorques y a cuatro soldados, hiriendo a 10 más, entre ellos el alférez Marañón; mientras los apaches perdieron cuatro guerreros.

Pequeños grupos de apaches del río Gila hicieron tres incursiones en la jurisdicción de La Laguna [Laguna, Cibola County, New Mexico] y Alburquerque [Albuquerque, Bernalillo County, New Mexico].

* En 1774, las autoridades españolas llegan a un nuevo acuerdo verbal en Texas con los apaches lipanes.

* En diciembre de 1774, Hugo O’Conor envía un contingente de más de 250 soldados de Janos, Carrizal y San Buenaventura (los tres en Chihuahua) para atacar a los apaches. (Encontraron a los apaches en la Sierra del Hacha [Big Hatchet Mountains, Hidalgo County, New Mexico] donde mataron a siete guerreros y 13 fueron hechos prisioneros. Poco después, un grupo de apaches gileños fueron a El Paso del Norte [hoy Ciudad Juárez, Chihuahua] para pedir la paz, prometiendo traer a su gente de la Sierra de los Órganos [Organ Mountains, Doña Ana County, New Mexico]. Las conversaciones no tuvieron éxito y los apaches pronto reanudaron sus incursiones).

1775

* En 1775, una banda apache ataca el pueblo nativo de Sandía (Sandia Village, Sandoval County, New Mexico) causando 30 muertos.

* En 1775, Juan Antonio Arrieta, teniente gobernador de El Paso del Norte (hoy Ciudad Juárez, Chihuahua) describe sus experiencias con los apaches: Casi a diario, los emisarios aparecían solicitando la paz, pero los jefes no llegaban para formalizar sus peticiones. Los emisarios daban varias explicaciones: que realmente no tenían jefes, ya que los comanches los habían matado a todos; que los jefes estaban de camino a El Paso del Norte, pero aún no habían llegado; que los jefes tenían miedo de ir a El Paso del Norte porque los españoles les harían prisioneros. Cuando se les preguntaba sobre los robos, decían que eran otros los que lo habían hecho. José, el jefe de una banda gileña, afirmó que su gente era muy pobre y no tenían caballos ni cautivos [Arrieta sabía que no era cierto]; que eran otros gileños los que tenían jefes y cautivos).

* A principios de la primavera de 1775, Hugo O’Conor sale del presidio del Carrizal (municipio de Ahumada, Chihuahua) donde había un contingente de prisioneros apaches capturados entre julio y noviembre de 1774. (O’Conor informó: Llegando a la Villa de Chihuahua el 15 de abril, ordené al capitán de Dragones, Manuel Pardo, traer del Carrizal los apaches cautivos encadenados que estaban allí en prisión. Poco tiempo después, un total de 93 apaches fueron enviados en collera a Ciudad de México, al mando de Pardo.

O’conor también  ordenó intensificar las patrullas por los alrededores de Janos y San Buenaventura. Un grupo de unos 60 apaches se presentaron en las inmediaciones del presidio de Janos con intención de llevarse la manada de caballos pero solo una escuadra de siete hombres de la tercera expedición de la compañía de indios ópatas que casualmente se hallaban encima de una loma inmediata, bastaron a hacerles retirar con mucho daño según se reconoció por la sangre derramada. Encontraron también 15 caballos que se hallaron muertos sobre el terreno en que nuestra corta escuadra peleó con el mayor valor y constancia. La acción les costó la vida a dos ópatas que murieron en el presidio a resultas de las heridas recibidas en función. Resulta poco creíble que solo siete auxiliares ópatas obligasen a 60 apaches a retirarse. [Según las historiadoras María del Valle Borrero y Dénica Velarde, este tipo de informes se realizaban con la intención de hacer méritos en la carrera militar y se deben tomar con reservas].

El capitán Nicolás Gil, comandante del presidio de San Buenaventura, informó que le habían asaltado llenos de orgullo 400 apaches, a quienes hizo retirar con solo 15 soldados con que se hallaba, sin más daño que la muerte de un mancebo quien hallaron solo en el campo. Y por si los enemigos se mantenían a la vista, previno a dicho capitán reconociese todas las sierras del distrito con 180 hombres que le suministró, cuyos resultados esperaba. Cuando los soldados les persiguieron huyeron hacia la Sierra de Mimbres [Mimbres Mountains, Sierra County, New Mexico]. Antes mataron a dos pastores, uno de la Hacienda San Juan Bautista y otro de La Zarca.

Estando en el presidio del Carrizal, O’conor recibió el informe de uno de sus oficiales: A mi llegada a dicho presidio encontré una carta del capitán Manuel Muñoz escrita en la Sierra de Guadalupe el pasado 8 de noviembre, a quien le había dado los escuadrones compuestos por el destacamento bajo su mando, haciendo seis ataques contra el enemigo [los apaches], el tercero a una ranchería de 44 tiendas, encima del ancho, y un pequeño bastión de adobes, en el Ojo de San Luis, en el cual afortunadamente tuvo éxito en matar 92 piezas [así denominaban los españoles a cada individuo nativo de cualquier sexo] a los cuales cortó las orejas como prueba de la veracidad de lo que había hecho).

* Durante el verano de 1775, las fuerzas españolas estando de campaña al este del Río Grande y en las montañas Sacramento (Sacramento Mountains, Otero, Lincoln & Chaves Counties, New Mexico) matan a 40 apaches y capturan a otros siete. (Entonces Hugo O’Conor movió sus tropas hacia el oeste por las montañas Mimbres, Mogollón y Gila [New Mexico] intentando atrapar a los apaches en una pinza, matando a cuatro apaches, apresando a 18 y recuperando 516 animales).

* El 26 de julio de 1775, apaches del río Gila roban la manada de caballos de La Laguna ([Laguna, Cibola County, New Mexico]. Al día siguiente, 27 de julio, atacaron las localidades de Belén y Tomé [Valencia County, New Mexico] matando a 15 personas y llevándose 10 animales. Fueron perseguidos sin éxito).

* El 20 de agosto de 1775, Hugo O’Conor funda el presidio de San Agustín del Tucsón (Tucson, Pima County, Arizona) al que traslada la guarnición del presidio de San Ignacio de Tubac (Tubac, Santa Cruz County, Arizona) por estar mejor situado para atacar a los apaches y proteger la misión de San Xavier del Bac, a 16 km de Tucson.

* El 23 de septiembre de 1775, Hugo O’Conor sale del presidio de San Buenaventura (municipio de Buenaventura, Chihuahua) con 340 soldados y oficiales ([88 dragones, 67 soldados presidiales de San Buenaventura, Janos y El Carrizal y 185 hombres de dos de las cuatro compañías volantes de Nueva Vizcaya]. Desplegó las milicias de Sonora por las sierras a lo largo del río Gila junto a las tropas de Nuevo México en el norte, esperando derrotar a los apaches en un movimiento de pinzas gigante. En un primer momento, capturaron a 20 apaches y 90 caballos. Después del 1 de octubre a primeros de noviembre, recorrieron el territorio del este del Río Grande y de las montañas Mimbres [Mimbres Mountains, Sierra County, New Mexico], Mogollón [Mogollon Mountains, Grant & Catron Counties, New Mexico] y Gila [Gila Wilderness, Grant & Catron Counties, New Mexico]. En una serie de 15 enfrentamientos, sus fuerzas mataron a 132 personas, capturaron a 104; recuperaron unos 2.000 caballos y mulas y se apoderaron de un copioso botín, expulsando a los apaches chihennes hacia el oeste de las montañas Mogollón [Grant & Catron Counties, New Mexico] y hacia el río Gila).

* En 1775, es abandonada definitivamente la misión de Los Santos Ángeles de Guevavi (Santa Cruz County, Arizona) tras sufrir numerosos ataques de los apaches.