La apachería en el siglo XIX (5)

* El 3 de enero de 1886, el capitán Emmett Crawford sale de su campamento base en la Sierra Madre para ir tras los chiricahuas. (El grupo, estaba equipado con raciones para 12 días, llevando 11 de las mulas más fuertes y mejor adaptadas [según declararía Henry W. Daly, el jefe de las recuas de mulas], tres empacadores, y 75 exploradores apaches [entre ellos Dutchy, Mickey Free, Ruby [Rubie], Ramón o Chi-kis-in [hijo del jefe apache White Mountain Pedro], Samuel Binday, y Nah-wah-zhe-tah [“hombre-medicina” White Mountain, también llamado Nosey]. Iban todos a pie, dejando a Daly a cargo del resto de mulas, y a los exploradores apaches más débiles y enfermos para proteger el campamento.    

La noche antes de partir, Nah-wah-she-tah [Nosey], el hombre-medicina, organizó una ceremonia. Sacando un cinto sagrado, se pusieron uno a uno a danzar, poniéndose de rodillas y posando sus labios en él, tras haber sido bendecido por el “hombre-medicina. Después los apaches celebraron un consejo tras el cual dijeron que iban a cumplir con su deber y que lucharían contra los apaches hostiles. Unos 45 años más tarde, el explorador chiricahua Kinzhuna recordaría la intención del hombre- medicina: “El fue a protegerlos. Lo que sucedió después era su secreto. Si algo iba a pasar, él lo sabía. Él cantó. Esa noche dijo a los exploradores que… veríamos a Gerónimo. Y eso pasó”. Kinzhuna situó la danza la noche antes del ataque al campamento de Gerónimo pero eso fue simplemente producto de su deteriorada memoria. La danza ocurrió la noche del 2 de enero. Maus y Shipp mencionaron los dos que la danza tuvo lugar la noche antes de partir hacia el río Aros.

El grupo siguió la ruta de avanzadilla que habían seguido Tom Horn y los 10 exploradores apaches [entre ellos Noche, Tsedekizen, Fatty, Cooney, y Segotset o Seegotsi, también llamado Juan Pedro], que iban varios kilómetros por delante. Iban hacia el río Aros, donde los mexicanos habían informado que Gerónimo tenía su campamento. Vadearon el Aros y ascendieron por las altas colinas situadas al otro lado. Allí descubrieron el rastro de cinco chiricahuas uniéndose a uno más grande con reses y caballos robados.  

El 7 de enero, Horn envió al cabo bedonkohe Segotset y a otro explorador con un despacho para Crawford. Ahora que habían encontrado un rastro, Crawford envió a Segotset al campamento base con la orden de que Daly avanzara con las recuas de mulas. Luego Crawford llevó su destacamento por la áspera región entre el río Sátachi y el Aros. Noche, Fatty y Horn, viajaban principalmente por la noche, avanzando por un difícil terreno que les llevaba directamente hacia la Espinosa del Diablo, que así se llamaba esa zona que estaba justo al oeste de la línea con Chihuahua.

Crawford avanzó por cañones y crestas escarpadas, y peligrosos precipicios. A lo largo del camino encontraron cadáveres de reses muertas, claro indicio de que se estaban acercando a su campamento. Por las señales, los exploradores dijeron que Naiche estaba con Gerónimo. Naiche, como su padre Cochise, usaba a veces calzados de piel para proteger las pezuñas de sus monturas. El destacamento avanzaba mayormente por la noche. Sufrían mucho por el frío y la manta que cada uno utilizaba para dormir apenas les protegía. A menudo era imposible dormir. A veces bebían café y cocinaban su comida durante el día, eligiendo lugares donde la hoguera no pudiera ser vista y usando leña seca para evitar hacer humo. Los exploradores apaches iban muy por delante, de avanzada. Encontraron varios campamentos abandonados por los chiricahuas, cuya elección indicaba su cuidado constante. Estaban ubicados en puntos altos, de tal manera que al ascender fuese imposible verles; mientras que al descender, ningún grupo perseguidor podría aparecer por sorpresa ante los  puestos de observación que mantenían siempre en la retaguardia. El trabajo de las mujeres apaches trayendo agua y leña a esos lugares no era menos importante.

Maus apreció que sus exploradores chihennes se tomaba su trabajo en serio, especialmente cuando se trataba de su bienestar. En un lugar del camino, Maus se alejó del destacamento para ir a cazar. No había ido muy lejos cuando vio al sargento Ruby, quien estaba siguiendo las instrucciones de su suegro [Loco] al pie de la letra. Ya que se habían descubierto huellas de los chiricahuas en las cercanías, indicó a Maus que volviera al campamento. Este diría de los exploradores: “Nada escapa a sus vigilantes ojos mientras marchan silenciosamente sobre sus mocasines… Su sistema de avanzadilla y de flanqueo era perfecto”.

Shipp, que en su compañía “D” tenía 15 chokonen, un bedonkohe [Binday], y un nednai [Fatty], estaba igualmente asombrado, especialmente con Noche, Cooney, y Fatty. A los dos últimos los describió como “bajos, de torso ancho, y con una casi ilimitada resistencia; dentro de su naturaleza salvaje eran todo lo honestos y leales que podían ser, y unos espléndidos exploradores”. Y añadió: “Viendo a los exploradores cualquiera podía entender que sería difícil intentar atrapar a los hostiles chiricahuas con hombres entrenados y equipados a la manera de nuestros propios soldados”. Shipp también reconoció las ventajas que tenían los exploradores chiricahuas sobre los Western Apaches: “Los chiricahuas nunca terminaban de maravillarme. Su conocimiento del terreno; su poder de observación y deducción; su atención, dureza, y habilidad para cuidarse bajo toda circunstancia, les hacía parecer a veces como seres superiores de otro mundo”. Shipp terminó diciendo: “Si nuestro pequeño ejército de 25.000 hombres fuese como estos, animados por el mismo espíritu, sería invencible para el mejor ejército existente actualmente en Europa”.

Crawford siguió avanzando. Las dificultades por ir de noche sobre un terreno como este, donde era necesario pasar por encima de las rocas y descender por cañones profundos y oscuros, eran enormes. No podían moverse hasta el final del día ya que necesitaban inspeccionar una gran porción de terreno por delante antes de avanzar. Abundaban los ciervos pero no podían dispararles para no hacer ruido. Por fin, después de una fatigosa marcha, al atardecer del 9 de enero, dos exploradores del grupo de avanzada de Noche regresaron al campamento de Crawford diciendo que habían encontrado el campamento de los chiricahuas, situado sobre una alta cresta en la zona del Espinazo del Diablo [municipio de Tepache, Sonora], a unos 20 km al sudeste [la ranchería chiricahua estaba a unos 96 km al sur de Nácori Chico, Sonora], en el río Aros. Sin perder tiempo, Crawford decidió hacer una marcha nocturna, esperando estar en posición de ataque al amanecer.

Hicieron un pequeño alto de unos 20 minutos, sin encender fuego y comiendo un poco de pan duro y tocino crudo. El médico, el Dr. Davis, estaba agotado y el intérprete Concepción por desgracia tampoco podía ir más lejos. Ya habían marchado de forma continua durante unas seis horas; estaban muy maltrechos y con los pies doloridos, incluso los exploradores apaches mostraban el cansancio de la exigente marcha. Unos pocos se quedaron también, junto a los tres empaquetadores y las 11 mulas. Partieron Crawford, Maus, Shipp, el jefe de exploradores William H. Harrison, el soldado sanitario Frank J. Nemick [de la compañía “G, del 4º de Caballería], y unos 77 exploradores, la mitad de ellos chiricahuas. Los militares llevaban mocasines para evitar hacer ruido.

Estas marchas nocturnas, al seguir una pista por el peor terreno posible, cruzando y volviendo a cruzar un río turbulento que había que vadear, fueron muy duras. Pero la noticia de que el campamento estaba tan cerca les dio nuevas fuerzas y esperanzas, apresurándose a cubrir los 20 km que había entre ellos y los chiricahuas. Era una noche obscura y sin luna. Durante gran parte de la distancia, el camino era por roca sólida, sobre las montañas, hasta cañones tan oscuros que parecían sin fondo. Parecía un milagro que los exploradores pudieran encontrar el camino. A veces, el descenso era tan duro que no podían seguir adelante, teniendo que regresar y encontrar otro camino. El capitán Crawford, acabó muy agotado; a menudo se detenía y se apoyaba en su rifle utilizando otras veces un bastón para ayudarse. 

Poco antes del amanecer del 10 de enero, el grupo de Crawford alcanzó a Noche, Fatty, y a Tom Horn. Habían caminado durante 18 horas por un territorio tan difícil que cuando llegaron, Gerónimo dijo que sentía que ya no había un lugar donde el hombre blanco no le perseguiría. Estaban al nordeste del campamento chiricahua desde donde pudieron ver a lo lejos las siluetas borrosas de la posición rocosa ocupada por los “hostiles. Crawford, Noche y Horn decidieron rodear el campamento. Crawford y Harrison permanecerían en el lado norte, mientras Horn, Maus, y Shipp con un grupo de exploradores irían al este, sur, y oeste, respectivamente. Los chiricahuas “hostiles no sabían que una fuerza militar estadounidense, guiada por chiricahuas, estaba tan cerca de ellos. Estaban tan seguros que no habían puesto centinelas. Pero tenían mulas y burros.

Casi habían tomado posiciones rodeando el campamento de Gerónimo, cuando se escuchó el rebuzno de los burros. Tres guerreros fueron  a ver qué pasaba, viendo a Maus y a los exploradores apaches que se acercaban al campamento, empezando el tiroteo. El explorador apache Harvey Nashkin diría que los chiricahuas “hostiles dispararon al sargento explorador White Mountain, Jin-ni-lsa-ke [Jin-ni-ke], que iba con Shipp. Pero este, que estaba en el lado oeste, dijo que creía que fueron los exploradores los que iniciaron el tiroteo contra los “hostiles, cuando estos fueron a ver qué ocurría con los animales. Horn estaba de acuerdo con Shipp, diciendo que los exploradores White Mountain abrieron fuego prematuramente sobre dos guerreros porque querían vengarse por los familiares muertos por el grupo de Jolsanny [Ulzana] cerca de Fort Apache.

Una vez que comenzó el ataque, los jefes reunieron a sus guerreros para enfrentarse a los exploradores. Tom Horn pudo oír claramente la voz de Gerónimo diciendo a las mujeres y niños que abandonasen la ranchería y corriesen hacia el sudoeste, hacia el río Aros, pasando entre las posiciones de Maus y Shipp. Como la ranchería estaba a unos 365 metros de la manada de animales, las mujeres y los niños llevaban una buena ventaja cuando evacuaron el campamento.

Horn escribiría en su libro “Life of Tom Horn. Government Scout and Interpreter:Gerónimo saltó sobre una roca y gritó: ¡Cuidado con los caballos!. Y un minuto después dijo: ¡Dejen los caballos y vayamos a pie hacia el río! ¡Hay soldados y exploradores [apaches] por ambos lados y por encima de nosotros! ¡Que las mujeres y los niños vayan por el río y los hombres se queden atrás!.

La poca visibilidad contribuyó a la confusión, disparándose los dos bandos sin producir ningún herido. Finalmente, viendo que la situación empeoraba, Gerónimo gritó: “¡Disolveos y huid como podáis!. Formas tenues podían verse descender rápidamente por las laderas de las montañas y desaparecer a continuación. Varios chiricahuas “hostiles huyeron en dirección a donde estaban los exploradores apaches al mando del teniente Maus. Hubo intercambio de disparos sin que nadie cayese. Un chiricahua atacó al teniente Maus a caballo; este disparó dos veces contra él, quien abandonó el caballo herido y desapareció sin saber que fue de él. Los chiricahuas fueron perseguidos durante unas pocas horas, pero desaparecieron entre las rocas.

Los chiricahuas tenían dos opciones, rendirse o huir. Podían alejarse de los hombres de Crawford, pero los exploradores apaches les habían sorprendido en lo que Gerónimo consideraba su seguro santuario. Además, Chihuahua y Naiche estaban preocupados porque no sabían nada de Jolsanny.

Los hombres de Crawford consiguieron capturar a nueve chiricahuas [dos hombres y siete mujeres y niños]. Tom Horn en su libro “Life of Tom Horn. Government Scout and Interpreter decía: “Cuando les perseguíamos vi a un renegado tratando de cruzar un pequeño canal de drenaje abierto a unos 90 metros de distancia, el cual iba cojeando […] Los dos estábamos corriendo y a no más de 22 metros de distancia le disparé. Entonces se paró en seco y se volvió hacia mí. Era el viejo Nana, cercano a los 90 años. Me dijo con tanta calma como si estuviera pidiendo sus raciones: ‘Me rindo‘. Luego empezó a hablar en español, lengua que hablaba con tanta fluidez como un mexicano.

Nana dijo: “Soy viejo y no valgo para la guerra que se está librando. En este momento de mi vida todo ha cambiado. Ahora los mejores guerreros son los que primero empiezan a correr, y su habilidad como guerreros depende de lo mucho que puedan correr cuando empieza el enfrentamiento. Te conozco, eres el hijo de Sibi [no era hijo de Al Sieber], hijo del hombre de hierro, y él te ha enseñado a luchar de todas las maneras posibles […]. Teníamos suficientes hombres para hacer una buena pelea, y podíamos huir en la oscuridad tras la lucha, pero no, estos bravos corren, corren, corren. Todavía tenía su rifle. Agarrándolo por el cañón, lo giró sobre su cabeza y lo golpeó contra una roca, rompiéndolo y tirando el cañón al suelo, diciendo: “Para servirle a usted. Luego volvieron al campamento.

Uno a uno, los exploradores apaches regresaron. Los chiricahuas, unos 80 en total, con 23 o 24 guerreros, lo habían abandonado todo [comida, mantas, suministros, 30 caballos y mulas, casi toda su manada]. Iba a ser difícil para los chiricahuas sobrevivir en las altas montañas sin sus artículos de primera necesidad. Los hombres de Crawford empezaron a devorar la comida del campamento, consistente en mescal, carne de caballo fresco, una pequeña parte de un ciervo y una carne seca. Todos estaban agotados. Hacía frío y humedad. Uno de los exploradores chiricahuas había podido hablar con Naiche. Este le dijo que notificara al oficial al mando que quería hablar con él. El explorador le dijo que el oficial era el capitán Emmet Crawford, a quien Naiche conocía. Poco después, Naiche envió a una mujer al campamento de Crawford [La mayoría de informes dicen que solo fue una mujer, pero Maus contó al periodista Charles Lummis que fueron dos, una después de otra. Algunos informes dicen que Gerónimo envió a su hermana, pero parece que eso ocurrió en otro momento].

Hacia la mitad de la tarde, mientras Crawford y sus hombres estaban descansando, llegó la mujer apache diciendo que Gerónimo y Naiche estaban acampados junto al río Aros, a pocos kilómetros de distancia. Por lo que dijo la mujer, y por lo que Naiche dijo al explorador, parece que estaban considerando la posibilidad de rendirse y regresar a la reserva. Crawford envió a dos exploradores a traer al grupo del cirujano Thomas B. Davis, porque con él estaba Concepción, el intérprete que hablaba apache y español. Después de dar a la mujer un poco de carne, Crawford accedió a reunirse con los jefes al día siguiente en una meseta a 1’5 km del campamento. Un explorador chiricahua, en compañía de otros cinco, fue enviado a vigilar a una colina al este del campamento, preocupándose cuando estos se quedaron dormidos, atribuyéndolo a algo sobrenatural. Con Gerónimo en las cercanías, estaba convencido de que el hombre-medicina [Gerónimo] había lanzado un hechizo para dormir en todo el mundo. Así que el explorador, que bien pudo haber sido Eskinzon [más tarde conocido como Jim Miller], usó su propia “ceremonia” para contrarrestar el “poder” de Gerónimo. Se puso a cantar sin parar hasta que despertaron. 

Los chiricahuas estaban preocupados porque habían sido descubiertos no solo por exploradores apaches White Mountain sino también por chiricahuas. Que su propia gente fueran exploradores del ejército les resultó muy inquietante, ya que conocían el territorio y sus escondrijos. ¿Cuál hubiera sido el resultado de esa conferencia? Nunca se sabrá por el ataque de los mexicanos al día siguiente. Los estadounidenses tuvieron suerte al ocupar una posición fuerte del campamento hostil.

Al amanecer del 11 de enero, los hombres de Crawford estaban tomando el primer café en el campamento capturado a Gerónimo. Habían hecho fogatas tratando de descansar, pero era difícil a causa del intenso frío. Habían estado sin comida durante muchas horas; de hecho, no habían comido alimentos cocinados durante días. Con tantas noches de marcha continua no era de extrañar que los exploradores apaches estuvieran cansados, echándose entre las rocas a dormir. Al amanecer, el campamento fue alertado por los gritos de algunos centinelas. Los tenientes Maus y Shipp, y Tom Horn, corrieron hacia adelante para saber el motivo. Unos pensaron que llegaba el capitán Wirt Davis con el 1.er Batallón de exploradores apaches, por lo que los centinelas les gritaron en su lengua. Una densa niebla se cernía sobre las montañas, haciendo que la luz de la mañana fuera muy débil. Pero al ascender por las rocas vieron los contornos de formas oscuras que se movían a lo lejos. Entonces, de repente, se produjo una descarga de fusilería, iluminando la escena. Tres de los exploradores apaches resultaron heridos, uno gravemente, y rápidamente buscaron cubierta. Los exploradores apaches mantuvieron el fuego hasta que el capitán Crawford, que se había quedado echado junto a la hoguera, gritó que pararan. En unos 15 minutos cesó el fuego y entonces se dieron cuenta de que los atacantes eran mexicanos [después se supo que eran unos 128 tarahumaras del Estado de Chihuahua, y es posible que, al oír a los exploradores apaches, pensaran que eran “hostiles]. Con solo unos pocos burros para llevar los suministros y la munición, del calibre 44 de sus rifles Remington, los tarahumaras marcharon durante 17 días desde el este de la Sierra Madre. Varios, unos 13, se estaban acercando. Cuatro de ellos se adelantaron.

Como el teniente Maus hablaba español, avanzó unos 70 metros a su encuentro, seguido por el capitán Crawford. Les dijo quienes eran y que luchaban contra Gerónimo, habiendo capturado su campamento. El capitán Crawford, que no hablaba español, preguntó a Maus si se lo había explicado todo a los mexicanos, contestando que sí. En ese momento todos estaban de pie, a pocos metros de distancia, los unos de los otros. El oficial al mando de los mexicanos, nativos tarahumaras, era el comandante Mauricio Corredor [el mismo que estuvo en Tres Castillos luchando contra Victorio]. Era alto y corpulento de más de 1’80 metros de altura, actuando como portavoz.

El gobernador de Sonora, Luis Emeterio Torres había escrito al general Crook para quejarse de las “depredaciones” cometidas por los exploradores apaches del destacamento del capitán Crawford. El mismo 11 de enero, Crook contestó: “Nadie más que yo, lamenta que haya problemas entre nuestras fuerzas militares y el pueblo mexicano. He enviado con un correo, copia de su comunicación al capitán Crawford para que lo investigue y me informe, y que cualquier ultraje cometido por los exploradores apaches sea severamente castigado“. Crawford nunca recibió esta comunicación. Con posterioridad a esta acción, una investigación posterior llevada a cabo por el gobierno mexicano indicó que los mexicanos sabían que estaban atacando a exploradores apaches y no a “renegados. El explorador Western Apache Harvey Nashkin oyó a un mexicano decir a sus hombres que “el pelo de los exploradores era bueno y largo y que era el mejor para hacer cuerdas, así que matémosles a todos para conseguir su cabello. Varios tarahumaras y exploradores apaches se insultaron entre sí. Los chiricahuas dijeron: “No huyáis si sois hombres porque hoy os encontraréis con hombres, refiriéndose al gran número de mujeres y niños que murieron o fueron capturados en Tres Castillos y en el río Sátachi. Los tarahumaras contestaron: “Somos las tropas que barrieron al grupo de VictorioMatamos a Victorio y podemos mataros a todos vosotros. Esto irritó a los líderes de los exploradores chiricahuas, ya que muchos habían perdido familiares en Tres Castillos y en el río Sátachi. El chihenne Tsedekitzen, miembro de la compañía “A de Maus estaba listo para ir al combate contra los tarahumaras. Los exploradores habían llevado una mula con cartuchos empezando a reponer sus cartucheras. Luego un chiricahua, probablemente Fatty, dijo: “De acuerdo, preparaos. Vamos a dispararos ahora mismo.

El teniente Maus, en su libro “A Campaign Against the Apaches, 1885-1886” dijo: “Mirando a las rocas pudimos ver las cabezas de muchos de nuestros exploradores apaches con sus rifles listos, oyéndose el fuerte chasquido de las recámaras al insertar los cartuchos. También recuerdo la expresión de los rostros de los mexicanos al pensar que nuestros exploradores iban a disparar; de hecho, también me lo imaginaba yo. Al mismo tiempo me di cuenta de que un grupo de mexicanos iba de la parte baja de un barranco hacia un punto más alto en el que se dominaba y enfilaba nuestra posición, a unos 360 metros de distancia. Llamé la atención del capitán Crawford sobre ello, así como el aspecto de nuestros propios exploradores. Él dijo: ‘Por el amor de Dios, no dejes que abran fuego’. El comandante Corredor también dijo: ‘No tiréis, no abráis fuego’. Yo le dije que no dejara a sus hombres abrir fuego. Entonces me volví hacia los exploradores diciendo en español ‘No disparéis’ sosteniendo la palma de mi mano hacia ellos. Casi todos entienden español, aunque no todos lo hablan. Había dado unos pasos hacia adelante para llevar a cabo las instrucciones del capitán cuando un disparo resonó claro y solitario; los ecos eran tales que no podía decir de dónde vino, pero sonaba como una sentencia de muerte y fue seguido por andanadas de ambos lados. Como todos buscamos cubierta, miré hacia atrás justo a tiempo para ver al jefe mexicano soltar su rifle y caer, con un tiro en el corazón. Otro mexicano, el teniente Juan de la Cruz, cayó mientras corría, atravesado por 13 balas. Los otros dos corrieron a protegerse tras un roble pequeño, pero casi fue cortado por las balas y ambos murieron. Otros nueve o diez que estaban a la vista rápidamente se echaron a tierra o se resguardaron en huecos tras las rocas, que era lo único que había cerca. Al llegar a las rocas donde había buscado refugio, me encontré con el capitán Crawford acostado con la cabeza perforada por una bala. Su cerebro le corría por la cara y parte de él yacía sobre las rocas. Debió haber recibido un disparo justo cuando llegó y subió a las rocas. Por encima de su rostro había un pañuelo rojo agarrado con su mano temblorosa. Dutchy estaba cerca de él. Le presté toda la atención posible en esas graves circunstancias. La caída del capitán Crawford fue un evento triste y desafortunado, muy de lamentar, que nos entristeció a todos, no pudiendo quitárnoslo de la cabeza”.

Tras el enfrentamiento, los mexicanos habían tenido cuatro muertos y cinco heridos, mientras que por parte estadounidense habían resultado heridos el capitán Crawford, que moriría siete días después; tres exploradores apaches, uno de ellos de gravedad, y el jefe de los mismos, Tom Horn, con una herida en el brazo. Dutchy mató al mexicano que había disparado a Crawford, y Samuel Binday a Mauricio Corredor, alcanzándole en el corazón. Mithlo, 25 años después, alardearía ante el comandante Hugh L. Scott, que “los leales exploradores se habían mantenido firmes sin huir.

El teniente Maus, al ser el oficial de más alta graduación, tomó el mando enviando exploradores para evitar que intentaran atacar su lado derecho y tras cerca de dos horas, los mexicanos fueron expulsados y el fuego cesó gradualmente, aunque ocupaban una fuerte línea de colinas, con un excelente refugio, eran el doble y estaban armados con rifles Remington calibre 44, que llevaba un cartucho similar al de los estadounidenses. Estos estaban sin raciones y casi sin municiones; la canana suministrada a cada explorador apache en muchos casos se había agotado por completo ante el intenso tiroteo. Entre cuatro y cinco mil cartuchos habían sido disparados y a algunos no les quedaba ninguno.

El teniente William Ewen Shipp afirmó que la mayor parte del enfrentamiento la hizo una compañía de exploradores chiricahuas, lo que concuerda con su historia oral, como señaló el sargento Tsedekizen. Al comienzo del enfrentamiento, al frente de un puñado de exploradores, emergió de sus cubiertas disparando al grupo de Corredor. Uno de los exploradores chiricahuas dijo: “Todos los soldados [mexicanos] le dispararon, pero no pudieron alcanzarle. Maus envió a Tsedekizen con una compañía de exploradores chiricahuas para evitar que los tarahumaras les flanqueasen, consiguiendo mantenerlos lejos. Estos se retiraron a una serie de colinas entre 275 y 450 metros al oeste de los estadounidenses. Tsedekizen pidió permiso a Horn para lanzar un ataque contra los tarahumaras, pero este se negó.

Años más tarde, Tsedekizen, Cooney, Tuzzone, Astoyeh, Kinzhunna y Guydelkon recordaban riéndose como los hombres de Corredor caían unos sobre otros tratando de salir del camino. Los tarahumaras estaban desmoralizados, indecisos y desesperados, ya que sus dos oficiales al mando estaban muertos. Gritaron que les gustaría hablar, pero tenían miedo de avanzar. Cuando el teniente Maus y Tom Horn fueron a hablar con ellos, el sargento Santa Ana Pérez y otros tres más se acercaron hasta una distancia de unos 135 metros para hablar. El hermano del teniente que había muerto estaba llorando amargamente y todos estaban tristes por los compañeros caídos. El teniente Maus creyó sinceramente que los mexicanos pensaron que eran hostiles al llevar tantos exploradores apaches. Con soldados regulares todo habría sido distinto. Todos pensaron en las risas de los chiricahuas cuando se enterasen de ese enfrentamiento. Estos habían visto todo el enfrentamiento desde los riscos situados junto al río. Estaban considerando hablar con los estadounidenses, pero no con los tarahumaras cerca. Los chiricahuas conocían al segundo jefe de los exploradores, William Harrison, al que conocían de cuando coincidieron en Ojo Caliente, a principios de la década de 1870. No conocían a Maus ni a Shipp, y solo un poco a Horn. Confiaban en Crawford, sabiendo que era la mano derecha de Crook.  

No tenían casi municiones, ni comida, ya que los suministros estaban con la recua de mulas con Daly, casi sin protección en el noroeste [nadie sabía dónde exactamente]. Si los mexicanos hubieran atacado por la retaguardia, donde estaban totalmente desprotegidos, su posición hubiera sido insostenible. De haber habido un ataque así, el resultado probablemente hubiera sido la dispersión del destacamento por las montañas y puede que los exploradores chiricahuas se hubiesen unido a los apaches “hostiles. Al final del día llegó el médico T. B. Davis y después de haber atendido a los heridos, el teniente Maus le envió a cuidar a los cinco heridos mexicanos, algunos de los cuales estaban en grave estado.

El médico Davis dijo que la muerte del capitán Crawford era cuestión de tiempo, por lo que el teniente Maus dio la orden de prepararse para partir, ya que esperaba, cuando los mexicanos estuviesen lejos, poder tener una reunión con los jefes chiricahuas y conseguir, posiblemente, una rendición. Eso no podía hacerlo con los mexicanos cerca, y estos dijeron que no se moverían porque tenían miedo de ser atacados por los exploradores apaches. Con el fin de trasladar al capitán Crawford, hicieron una hamaca para llevarle a mano. Trajeron del río cañas, que unieron por los laterales con un trozo de tela para la cama. Cuando estaban ocupados en ello [era el 12 de enero, el día siguiente al enfrentamiento], se oyeron gritos del intérprete Concepción, quien estaba con algunos mexicanos a unos 180 metros de distancia. Este hizo una seña al teniente Maus quien fue a hablar con ellos, pues era el único que podía hablar español porque Tom Horn, que también lo hablaba, estaba herido. Concepción había sido enviado por Maus a traer objetos capturados del campamento de Gerónimo que habían abandonado al huir. Según avanzaba hacia los mexicanos, le saludaban con mucha cortesía y de manera amistosa, diciendo que antes de partir querían tener una charla. Estaba lloviendo y le pidieron pasar bajo un cercano refugio rocoso. Era el lugar desde donde habían hecho el primer disparo. Al cruzar bajo la roca, Maus se encontró frente a 50 mexicanos armados con rifles Remington, mirándole fríamente. El teniente Maus escribiría en su libro “A Campaign Against the Apaches, 1885-1886”: “Me gustaría declarar aquí que les había enviado, como prometí, seis de los caballos indios capturados; sin embargo, según decían, no eran los mejores al estar heridos y agotados; pero de eso yo no sabía nada en ese momento. El viejo Concepción estaba en su poder. El ánimo de los mexicanos mientras me encontraba en su poder experimentó un cambio notable. Se volvieron insolentes, indicando que habíamos matado a sus oficiales y que éramos merodeadores y no teníamos autoridad en su país. Exigieron mis papeles. Les expliqué que había un tratado entre México y los Estados Unidos, pero que yo no tenía papeles, pues el capitán Crawford había dejado todo nuestro equipaje con la recua de mulas. Su lenguaje era insolente y amenazador. Ahora me di cuenta de mi situación y comprendí que la consecuencia de estar lejos del destacamento con el intérprete, era que no había nadie con los exploradores que pudiera hacerse entender por ellos. Los mexicanos dijeron que yo les había prometido los animales para llevar de vuelta a sus heridos y no se los había dado y que los que les había enviado no tenían ningún valor. Les dije que les iba a enviar otros animales a mi regreso y empecé a caminar, cuando me rodearon, diciendo que debía permanecer allí hasta que yo enviara las mulas. Al darse cuenta de ello, los exploradores apaches empezaron a gritar preparándose para luchar.

Unos pocos disparos hubieran precipitado las cosas. Los mexicanos llamaron mi atención sobre mis exploradores y yo les dije que los apaches evidentemente temían una traición y que no podía controlarlos mientras estuviera lejos. Luego me dijeron que podía ir si les enviaba seis mulas, tras lo cual debía abandonar el país. Les prometí que lo haría, pero no confiaban en mi palabra y mantuvieron al viejo Concepción prisionero hasta que yo les enviara las mulas. Exigí un recibo; me lo dieron y después el gobierno mexicano pagaría al nuestro el valor total de los animales. Ese día era ya tarde para partir, pero a la mañana siguiente empezamos la marcha de regreso a casa, llevando al capitán Crawford a mano. Los exploradores apaches, siempre supersticiosos, no querían ayudar, pero fueron persuadidos, ayudando también el teniente Shipp. Para añadir más dificultades, era la estación de lluvias y las laderas de las escarpadas montañas se subían con gran dificultad. Sería difícil describir esta marcha. El primer día solo hicimos 3 o 4 km con gran esfuerzo. El apache explorador herido fue colocado en un poni y aunque gravemente herido, parecía ir bien. Los otros dos exploradores heridos y Tom Horn fueron heridos levemente moviéndose sin problemas.

El 13 de enero, avanzaron bajo una constante lluvia hacia el oeste, vivaqueando cerca de un río. Esa noche, llegaron dos mujeres apaches diciendo que Gerónimo y Naiche habían oído el tiroteo que se produjo cuando los mexicanos atacaron al destacamento de Crawford y huyeron, pero que querían parlamentar. Maus accedió. Las mujeres dijeron que Gerónimo pedía poder juntar a toda la banda. Acordaron reunirse con él, y a la mañana siguiente [14 de enero], Maus, Horn, el intérprete Concepción, Noche, y otros cuatro exploradores salieron hacia el punto de reunión, desarmados, como estipuló expresamente Gerónimo como condición.

Después de avanzar 1’5 km de distancia, se encontraron con dos chiricahuas [uno de ellos era Nat-cul-baye,] prometiendo que los jefes vendrían al día siguiente. A la mañana siguiente [15 de enero], llegaron Gerónimo, Naiche, Chihuahua, y Nana [la presencia de Nana está en contradicción con lo relatado por Tom Horn en su libro “Life of Tom Horn. Government Scout and Interpreter”, cuando dijo que había capturado  a Nana durante el asalto de la ranchería de Gerónimo el 10 de enero de 1886] con otros 14 hombres, completamente armados con sus cinturones llenos de municiones, y al estar Maus desarmado según el acuerdo, este lo tomó como una deslealtad. Al parecer, sospechando una traición, cada apache se sentó con su rifle en posición vertical, formando un círculo alrededor del teniente, con Gerónimo en el centro. Según Santiago McKinn, los chiricahuas llamaban a Naiche, “nantan [que significa líder], aunque fue Gerónimo quien llevaba la voz cantante. Se sentó allí durante un minuto, mirándole fijamente a los ojos y finalmente le dijo: “¿Por qué has venido aquí?. Maus contestó: “He venido a capturarte o destruirte a ti y a tu banda.

Maus escribió en “A Campaign Against the Apaches, 1885-1886: “Gerónimo sabía perfectamente que era la única respuesta que yo le podía dar y que era sincera. Luego se levantó, se acercó a mí y me dio la mano, diciendo que confiaba en mí y luego me pidió que informara al comandante del departamento de lo que tenía que decirle. Enumeró sus quejas sobre la Agencia, las cuales eran puramente imaginarias o supuestas. Le aconsejé que se rindiera y le dije que si no lo hacía, las tropas de los Estados Unidos y los mexicanos no le dejarían descansar. Estuvo de acuerdo en rendirse, comprometiéndose a reunirse con el general Crook cerca del río San Bernardino [Sonora] en el plazo de dos meses para entablar negociaciones sobre la rendición. Gerónimo envió [al día siguiente, 16 de enero] a nueve personas, incluyendo a un guerrero; a Nana y su esposa Nah-dos-te [hermana de Gerónimo]; una de las esposas de Naiche y su hijo; Ih-tedda [embarazada de Lenna], una de las esposas de Gerónimo y una de las hijas de este. [La fotografía de la supuesta Ih-tedda fue realizada por A. Frank Randall en 1886, cuando todavía no habían nacido Lenna y Robert. Robert Geronimo nació el 2 de agosto de 1889 en Alabama. Randall hizo varias fotografías de la misma mujer, en las cuales aparece escrito a mano: ‘Mescalero Apache e hijos’ o ‘Mescalero Apache madre e hijo’]. Con este acuerdo regresé al campamento. Al poco tiempo envió a unos prisioneros con la petición de que yo les diese un poco de azúcar y harina. Accedí habiendo enviado mientras tanto a algunos de mis exploradores a donde estaba la recua de mulas. Aquí, casi a la media noche, fui despertado por los exploradores que se habían reunido diciendo que habían visto a los mexicanos que se acercaban para atacarnos y que necesitaban municiones. No tenía la intención de darles más por ahora, ya que solo quedaban unos 3.000 cartuchos, pero me lo suplicaron con tanta fuerza que finalmente les di 1.000 cartuchos, aunque apenas podía creerles. Los mexicanos no aparecieron. Los apaches de Gerónimo tenían mucho dinero y me enteré posteriormente que nuestros exploradores les habían vendido municiones a razón de un dólar por cada cartucho. Al día siguiente continuamos nuestra difícil marcha a causa del traslado de nuestros heridos.

El 17 de enero, mientras estaba sentado con el capitán Crawford, abrió los ojos y me miró directamente a la cara y luego me apretó la mano. Sin duda, estaba consciente y traté de hacerle hablar o escribir, pero no pudo. Le aseguré que haría todo lo que estuviese en mi mano para arreglar sus asuntos. Puso su brazo alrededor de mí y me atrajo hacia él, pero solo podía mover la cabeza como respuesta. Este intervalo consciente solo duró unos 5 minutos y luego la mirada inteligente pareció desaparecer para siempre. Al día siguiente murió mientras estábamos marchando, falleciendo en silencio, no sabiendo nadie la hora exacta de su muerte. Envolvimos su cuerpo en la lona y lo colocamos en una de las mulas de carga. Ahora avanzábamos más rápidamente, pero cuando llegamos al río Satachi no podíamos cruzarlo, ya que estaba desbordado por las lluvias tardías y era profundo y turbulento. Por tanto, nos vimos obligados a ir al campamento y perder un día. Mientras tanto, el cuerpo del capitán Crawford comenzó a descomponerse, por lo que nos apresuramos, cruzamos el río al día siguiente y al otro llegamos a Nácori [el 22 de enero]. Aquí enterramos al capitán Crawford, poniendo su cuerpo a cargo del alcalde de la localidad y marcando bien el lugar de su sepultura. Solo pude conseguir cuatro tableros en la población y los utilizamos en la fabricación de un ataúd con el cuerpo envuelto en la lona. [Dos meses más tarde, E. C. Bunker, un empaquetador civil, fue enviado, junto a un enterrador, a recuperar el cuerpo. Lo desenterraron y lo transportaron sobre una mula durante un viaje de 320 km hasta la estación de Bowie {Cochise County, Arizona}].

El sentimiento de la gente era decididamente hostil y en Bacerac y Bavispe [Sonora], unos 200 soldados mexicanos se unieron con intenciones nada amistosas. Para añadir más problemas, los exploradores apaches obtuvieron mescal estando muy indisciplinados. Tuve que tener mucho cuidado de evitar un conflicto en Bacerac. Me vi obligado a pasar a través de la localidad, ya que había un monte a un lado y un río al otro. Los funcionarios se negaron en un primer momento a dejarme pasar, pero trasladé a varios de mis soldados al centro y con el apoyo del resto, evitamos un conflicto. En Bavispe los exploradores apaches obtuvieron gran cantidad de mescal mientras las autoridades civiles trataron de quitarnos todo lo que habíamos capturado. Envié a los exploradores apaches fuera del campamento porque estaba seguro de que, al estar ebrios, hubieran disparado contra ellos. Aquí se produjo una pelea entre una compañía de exploradores White Mountain y otra de chiricahuas [empezó con un enfrentamiento entre los sargentos de cada compañía, por parte de los chiricahuas, Noche y Tsedikizen], cargando sus rifles para disparar unos sobre otros, pero finalmente logré sofocar el incidente. El hecho ocurrió el 28 de enero, a 11 km de Bavispe, cuando comerciantes de dicho pueblo vendieron a escondidas gran cantidad de mescal a los exploradores apaches. Los efectos del alcohol hicieron aflorar las diferencias entre los White Mountain y los chiricahuas hasta el punto de apuntarse con las armas. Solo la intervención de Maus impidió el derramamiento de sangre. Al día siguiente, el teniente se adelantó al destacamento dirigiéndose hacia New Mexico.

El 30 de enero, el capitán estadounidense Wirt Davis envió un informe al general mexicano Joaquín Terrazas: El 10 de enero el capitán Crawford con 80 exploradores apaches atacó y capturó un campamento de apaches chiricahuas hostiles en un lugar, a unos 95 km, al sur de Nácori. Capturaron nueve apaches, dos hombres y siete mujeres y niños; y todas las provisiones y potros [60] de los hostiles. En la mañana del 11 de enero, a plena luz del día, los exploradores apaches del capitán Crawford fueron atacados por unos 150 ciudadanos de Guerrero [Chihuahua]. El capitán Crawford, del 3º de Caballería, murió al tratar de detener el ataque. Tres exploradores apaches y un jefe estadounidense de los exploradores fueron heridos. Hubo varias víctimas entre los ciudadanos de Guerrero. El capitán Crawford fue enterrado en el cementerio de Nácori… Los exploradores del teniente Maus llevan consigo a nueve prisioneros chiricahuas, quienes afirman que Mangas y otros 12 hostiles están en la cabecera del Río Verde [Aros] en Chihuahua. Se cree que el resto de los hostiles se han dispersado por Sonora hacia el noroeste. Me quedaré aquí un día o dos más y luego iré hacia el norte en dirección al Guadalupe Canyon, en los Estados Unidos. La muerte del capitán Crawford es triste y causará un profundo dolor y pesar en los Estados Unidos. Muy respetuosamente, su obediente servidor, Wirt Davis, comandante de las fuerzas estadounidenses en México.

Machokay, un explorador apache White Mountain diría: “Como yo había estado de campaña alrededor de un año, me retiré al llegar a San Carlos y estuve fuera durante más de un año, pero me alisté nuevamente durante la huida de Gerónimo en 1885 y fui a las montañas de la Sierra Madre de México con 100 exploradores, bajo el mando del capitán Dorst, del 4º de Caballería. El capitán Crawford iba por delante de nosotros con 100 exploradores White Mountain. Me enviaron a los puntos de alta montaña con 15 exploradores para tratar de localizar a los hostiles. Era invierno y hacía un frío intenso; con frecuencia teníamos carámbanos colgando de nuestro cabello. Mientras cumplíamos con nuestro deber, nos enteramos de que el capitán Crawford había resultado muerto por tropas mexicanas y, en aproximadamente una semana, su destacamento, ahora bajo el mando del teniente Maus, se unió a nosotros, y como nuestro alistamiento se estaba acabando, nos llevaron a San Carlos y nos licenciaron. Debido al duro servicio que habíamos sufrido, nuestra ropa estaba hecha jirones y nuestros mocasines gastados.

Sieber quería que me volviera a alistar de inmediato y me ofreció ser sargento 1º si lo hacía, pero lo rechacé porque quería descansar un poco, por lo que Sieber nombró sargento 1º a Apache Kid. El alistamiento de Apache Kid como sargento 1º posiblemente tuvo una gran influencia en la futura vida de Sieber. Pronto me volví a alistar y cumplí cuatro periodos de alistamiento más en San Carlos con Sieber.

El 1 de febrero, Maus llegó al Rancho de Lang, en el Animas Valley [Hidalgo County, New Mexico] habiendo recorrido más de 1.600 km. El 5 de febrero, Maus recibió la orden de regresar a Sonora para esperar a los apaches en la frontera, a unos 16 km al sur de la orilla del río San Bernardino [aproximadamente a 135 km de Fort Bowie, Cochise County, Arizona]. Cerca del campamento de Maus, los cuatro hermanos Tribolet, Siegfried, Robert, Godfrey y Charley, habían establecido un campamento de mescal, vendiendo esa bebida a varios exploradores. Maus envió a los tenientes Shipp y Faison para decirles que no vendiesen más mescal a los exploradores. A pesar de que prometieron no hacerlo, la venta prosiguió.

Los chiricahuas se vieron obligados a reemplazar los suministros perdidos durante el ataque de Crawford a su campamento. Por entonces creían que, si llegaban a un acuerdo, Crook les permitiría volver a la reserva con el ganado que tuvieran en su poder, como antaño. Para eso tenían que realizar más incursiones. El 31 de enero, un grupo de 12 a 15 guerreros, probablemente bajo el mando de Gerónimo, habían atacado a dos hombres a unos 9’5 km al norte de Sahuaripa, hiriendo mortalmente al teniente Francisco Hurtado y disparando a su caballo. Luego se habían dirigido hacia el este, hacia los asentamientos situados junto al río Sonora.

Mientras en el norte, Chihuahua y Jolsanny habían emboscado el 9 de febrero una reata de mulas entre Oputo y Huásabas, matando a cuatro hombres, Cipriano Velarde, Jesús María Durazo, Jesús Valencia y Francisco Laborin. Dos días más tarde, habían asaltado el rancho Capadeguachi, a unos 16 km al suroeste de Oputo. Soldados de Huásabas y Granados fueron en su ayuda ahuyentando a los apaches. A mediados de febrero, los incursores de Chihuahua y Jolsanny habían ido al oeste, hacia Cumpas, siendo por entonces 8 o 10 guerreros, ya que algunos de ellos fueron a incursionar con Naiche y Gerónimo. Cerca de Cumpas mataron a un estadounidense llamado Resse e hirieron a su compañero llamado Quirk. El 17 de febrero, asaltaron un rancho cerca de Cumpas matando a dos hombres, Luis Peralta y a otro estadounidense. La esposa de Peralta y su hijo permanecieron escondidos hasta que un destacamento del coronel Emilio Kosterlitzky les encontró. Más tarde, esa noche, los chiricahuas robaron ganado y una carreta de bueyes de un corral en el rancho de Salvador Hoyas [la carreta de bueyes sería vista más tarde en posesión de los exploradores, pudiendo haber sido comprada o ganada a los chiricahuas mediante apuestas]. La mañana del 18 de febrero, incursionaron en tres ranchos entre Cumpas y Nacozari. El primero de ellos era el Rancho Noria, donde robaron ganado e hirieron a un hombre, quien diría a Kosterlitzky que había oído disparos provenientes del Rancho Ventura [municipio de Cumpas, Sonora]. El coronel se dirigió al lugar, encontrando a Francisco Martínez inconsciente a causa de dos disparos. El rastro iba hacia el noreste, hacia el Rancho Alisos, donde robaron más ganado. Con unos 100 caballos, mulas y reses, se fueron al norte, y de camino mataron a dos estadounidenses, William Brown y James Moses.

Mientras, los incursores de Gerónimo asaltaban en Banámichi y Motepori matando a dos hombres. En Banámichi no había medios para perseguirles porque los soldados, con la mayoría de las armas de fuego, estaban en el sur luchando contra los yaquis. Luego los chiricahuas siguieron el río Sonora hacia el norte, hacia la Sierra de los Ajos [municipio de Fronteras, Sonora], donde a primeros de marzo, decidieron hacer una incursión antes de dirigirse hacia el norte, hacia la frontera. Poco antes del amanecer del 8 de marzo, 22 chiricahuas todos a pie, salieron de un cañón cerca del Rancho Mababi [municipio de Fronteras, Sonora], perteneciente a John Hohstadt, localizado en el lado este de la Sierra de los Ajos, a mitad de camino entre Bacoachi y Fronteras. Un vaquero madrugador los vio y corrió de vuelta al rancho, alertando a Hohstadt, a su hermano, y a otros dos estadounidenses, quienes salieron de la casa y se ocultaron esperando que apareciesen los apaches, quienes llegaron a hurtadillas hasta el corral. John Hohstadt alzó su Winchester, disparando a un guerrero cuando abría la puerta. La bala impactó en la frente de Chinche, matándolo al instante. Los compañeros de Hohstadt empezaron a disparar hiriendo [eso pensaron] a dos apaches más, haciéndolos huir y apoderándose de dos caballos. Luego alguien del rancho, cortó la cabellera y las orejas de Chinche, y luego le desnudaron [encontrando 38’50 $], para terminar quemando su cadáver en una hoguera.

Deseando vengarse, los chiricahuas descubrieron esa tarde a un grupo de siete mexicanos que venían por el camino desde Bacoachi. Eran cuatro hombres, una mujer, y dos niños que se pararon en Capulin, a unos 800 metros del Rancho Mababi. Los apaches rápidamente mataron a tres hombres y capturaron a la mujer, Felipa Andrade, que estaba embarazada, y a sus dos niños, de uno y tres años. Después de matarles brutalmente, abrieron el vientre de la mujer, sacaron el feto y lo pusieron en sus brazos. El hombre que pudo salvarse, Jesús Anselmo, corrió a pie hasta Bacoachi. Pocas horas después, alrededor de las 17:00 horas, Refugio Federico cabalgaba por el lugar de la terrible escena camino de Fronteras, cuando los apaches le dispararon hiriéndole a él y a su caballo.

Mientras esto pasaba, Chihuahua y Jolsanny asaltaron el Rancho Cuchuta, a 19 km al este del Rancho Mababi, hiriendo a un hombre y robando 25 caballos y mulas. Como el de Gerónimo y Naiche, su rastro iba al sureste, hacia la Sierra Pilares de Teras [municipio de Agua Prieta, Sonora]. Ambos grupos estaban preparados para reunirse con Crook, quien esperaba en Fort Bowie que Maus le diese noticias de los chiricahuas. El general sabía por los exploradores Dutchy y Gonaltsis [también llamado Patricio, hermano de Chato], que estos estarían reuniendo su ganado disperso adquirido en sus incursiones, pudiendo llegar a la frontera al final de mes.

El 14 de marzo, Maus estaba en su campamento cuando observó señales de humo en el Cerro Pitaycachi [municipio de Agua Prieta, Sonora], a unos 32 km al sur. Se dirigió allí con cuatro exploradores [entre ellos el sargento 1º Noche] encontrándose con cuatro mensajeros de Gerónimo y Naiche [un hombre, una mujer, y dos muchachos]. El hombre tenía una herida reciente en el pie, probablemente recibida seis días antes en el Rancho Mababi, admitiendo que habían perdido un hombre [Chinche] en el enfrentamiento. Los mensajeros informaron que toda la banda, excepto Mangas, se encontraba a unos 64 km de distancia, acampada en las montañas cerca de Fronteras [Sonora], al otro lado del río Bavispe. Maus les dijo que volvieran y trajeran a Gerónimo de inmediato, ya que los mexicanos estaban persiguiéndolos con el consiguiente peligro de que fuesen atacados en cualquier momento. Maus les dijo que Crook vendría a reunirse con ellos y que con él vendría Dos-teh-seh, la madre de Naiche.

El 16 de marzo, Crook recibió el mensaje de Maus. De inmediato envió un telegrama a su superior en San Francisco, el general John Pope, solicitándole la liberación de Kaahteney, preso en Alcatraz. Este fue trasladado en tren, con una escolta, hasta Fort Bowie. Nada más llegar, emprendió viaje con Crook hacia el noreste de Sonora, junto a Dos-teh-seh, Alchesay, y Na-dis-ough.

El 19 de marzo, Gerónimo y Naiche llegaron, cerca del campamento de Maus en el Cerro Pitaycachi, con 22 guerreros y un gran rebaño de ganado robado. Chihuahua y siete de sus seguidores se quedaron por los alrededores. Mangas no tenía intención de acudir. Gerónimo y Naiche mantuvieron varias conversaciones con el teniente Maus al día siguiente, quien les pidió que se acercaran a la frontera, a lo que se negaron, declarando que Crook podía reunirse con ellos ahí mismo. Advertidos repetidamente de la posibilidad de un ataque mexicano, accedieron tres días más tarde, el 22 de marzo, a acercarse a la frontera para evitar a las tropas mexicanas. Quedaron en un pequeño barranco llamado Cañón de los Embudos, a 40 km al sur de la frontera.

Henry Daly, el jefe de empacadores, describió su llegada: “Los 75 chiricahuas llegaron como un torbellino alrededor de la base de las colinas, en el lado opuesto de la corriente, sobrepasándonos a toda velocidad mientras nos examinaban, cabalgando por nuestro campamento hasta perderles de vista en el bosque. Los empacadores pudieron oír a Gerónimo dar órdenes a sus guerreros eligiendo cuidadosamente el lugar. Los chiricahuas, y también Maus, estaban preocupados por la ausencia de Crook. Maus avisó al general: “No me sorprendería si se van pronto. Continuamente preguntan cuando va a venir Vd., y los exploradores también. Maus proporcionó algo de harina y azúcar a los chiricahuas mientras urgía a Crook que informara del lugar donde se encontraba. Después de observarles durante cuatro días, Maus pensó que estaban cansados de vagar por las montañas. Creía que la mayoría querían rendirse sin condiciones porque confiaban en Crook. Chihuahua y sus siete guerreros todavía no habían venido.

El mismo día que Maus había llegado al Cañón de los Embudos, el 22 de marzo, Kaahteney llegó en tren a la estación de Bowie. Crook había planeado salir el día 21, pero el tren que traía a Kaahteney había sufrido un retraso entre San Francisco y Los Angeles. Los 20 meses que Kaahteney había pasado en Alcatraz lo habían transformado en un hombre pacífico, según el capitán John Gregory Bourke. Agradecido por su libertad, accedió a jugar el papel que le asignó Crook en las futuras negociaciones. Esa tarde, Kaahteney, Alchesay, Dos-teh-seh y Na-dis-ough dejaron Fort Bowie con el empacador Thomas Moore, dos intérpretes, Charles Moses Strauss [exalcalde de Tucson], y una reata de 56 mulas. Pasaron la noche en el rancho de White, frente a Turkey Creek.

Mientras esperaban la llegada de Crook, Gerónimo estaba acampado en una posición entre las rocas, a unos 800 metros de distancia del campamento de Maus, a donde acudía casi a diario para preguntar al teniente cuando iba a llegar el general. Un guerrero con su esposa y sus dos hijos se entregaron a Maus, sumando en su poder 13 prisioneros.

A las 07:09 horas del 23 de marzo, Crook salió de Fort Bowie en un carruaje de cuatro ruedas, con sus dos ayudantes, John Bourke y Cyrus Roberts; y Charles Roberts, su hijo de 12 años. A las 17:30 horas estaban en Mud Springs [a 88’5 km], donde pasaron la noche en tres grandes tiendas. A las 08:00 horas de la mañana siguiente pararon en Silver Creek, donde les esperaban dos compañías del 4º de Caballería al mando del capitán Allen Smith, el mismo que fue emboscado en el Devils Canyon por Gerónimo y Mangas, cinco días después de huir de la reserva. También estaba allí Camillus Sidney Fly, un fotógrafo de Tombstone [y su ayudante Chase] quien tenía permiso de Crook para acompañarles. Llevaba su cámara y dos cajas de placas fotográficas de vidrio de 8 por 10 pulgadas con las que plasmaría las más maravillosas imágenes de apaches de todas las que nos han llegado. Todos pasaron la noche del 24 de marzo a pocos kilómetros al sur de la frontera. 

Para entonces, Maus ya sabía que Crook llegaría al día siguiente. Maus estaba preocupado por Charles Tribolet, el comerciante que seguía vendiendo whisky y mescal, ahora también a los chiricahuas. Crook llegó al Cañón de los Embudos una hora antes del mediodía del 25 de marzo. Antes de reunirse con los chiricahuas fue al campamento de los empacadores para almorzar. Henry Daly le dijo que estaba contento de verle, pero le dijo que su retraso había contribuido a que los chiricahuas se emborracharan mientras le esperaban. Poco después de almorzar, llegaron Naiche y Gerónimo con varios seguidores. Crook eligió para la reunión la sombra de un álamo y un sicomoro, sentándose en un pequeño saliente en la base de una loma. Charles Tribolet quiso asistir, pero Maus no le dejó. 

Estaban presentes los capitanes Bourke y Roberts; los tenientes Maus, Shipp y Faison; el Dr. Davis; el exalcalde de Tucson, Charles Moses Strauss; los muleros Henry Daly, Moore, y Tommy Blair; Charlie, hijo del capitán Roberts; Camillus Fly, fotógrafo y su asistente, Chase; y un niño de 10 años llamado Howell, que les siguió desde el Rancho San Bernardino. Con Gerónimo estaban Naiche, Chihuahua, Jolsanny, Laziyah, Yahnozha, Tsisnah, Fun, y Nana [a quien Crook había ordenado ir, junto con Alchesay y Kaahteney]; el explorador apache George Noche; y los intérpretes, Concepción, José María Yaskes, Antonio Besias y José Montoya. Cuando Gerónimo, vio a Kaahteney se sorprendió y alegró, ya que lo último que sabía de él es que había sido enviado a una lejana prisión [Alcatraz].

Crook se mostró seco con Gerónimo: “Diga lo que tenga que decir. Antes de comenzar, Gerónimo tuvo una breve conversación con Naiche. Luego Gerónimo culpó de su huida de la reserva al teniente Britton Davis, Chato y Mickey Free, señalando que se fue solo después de que Nadiskay y Huera le hubieran avisado de que planeaban detenerle y ahorcarle. A continuación dijo: “Quiero que mis agentes e intérpretes sean hombres buenos; gente que hablen claro… Cada vez que me reúno con usted, hablo bien de usted, y usted de mí, y la cálida paz llega pronto; pero cuando usted va a la reserva, nos pone agentes e intérpretes que hacen cosas malas… En el futuro no quiero que se permita a estos malos hombres estar cerca de donde vamos a vivir…. Irónicamente, esto era lo único que Crook no podía prometer.

Gerónimo continuó su discurso: Sé que tengo que morir en algún momento, pero incluso si el cielo fuera a caer sobre mí, quiero hacer lo que es correcto. Creo que soy un buen hombre, pero en los periódicos de todo el mundo dicen que soy un hombre malo; pero es malo decir eso sobre mí. Yo nunca hago algo malo sin motivo. Cada día pienso, de qué manera le voy a hablar a Vd. para que crea lo que le digo; y creo también que Vd. está pensando en lo que me va a decir. Hay un solo Dios mirándonos a todos nosotros. Todos somos hijos del único Dios. Dios está escuchándome. El sol, la oscuridad, el viento, están escuchando lo que decimos ahora. Mientras hablaba, sujetaba una pequeña bolsa de piel de ante, y unas gotas de sudor caían por sus mejillas. Crook miraba impasible al suelo, aparentemente sin prestar atención a lo que decía, porque pensaba que no decía nada más que mentiras.

Cuando Gerónimo terminó de hablar, la respuesta de Crook fue particularmente humillante:Tu boca habla de diferentes maneras. Recordó a Gerónimo que dos años antes, cuando se rindió en enero de 1884, prometió vivir en paz, pero mintió: Cuando un hombre me ha mentido una vez quiero una prueba mejor que su propia palabra antes de poder creerle de nuevo. Gerónimo se irritó con el comportamiento de Crook, diciéndole: “No quiero oír más, lo que hizo que algunos chiricahuas se pusieran nerviosos hasta que Naiche agitó su mano para que guardaran silencio.

De repente, los exploradores gritaron que venían unos jinetes. A pesar de que el centinela creyó que eran mexicanos, enseguida se comprobó que eran Chihuahua, Jolsanny y seis guerreros que traían una manada de caballos robados. Maus pensó que su llegada podía interrumpir las negociaciones, a causa de la reputación de buenos guerreros de los dos hermanos. Era la primera vez que los exploradores White Mountain estaban cerca del hombre que había matado a 21 personas de los suyos. Llegando sin miedo, Jolsanny [Ulzana] llevó su caballo a través del campamento de empacadores, perturbando la cena de varios hombres. Cuando Chihuahua vio a Crook fue a donde él y le dio la mano, saludándole con calidez. Cuando se reanudó la reunión, Chihuahua y Jolsanny permanecieron en el perímetro hasta el final de la conferencia observando.

Finalmente, Crook señaló sin rodeos: Vd. debe tomar su propia decisión, si va a permanecer en pie de guerra o se va a rendir incondicionalmente. Si no acepta, después le perseguiré y mataré hasta el último de Vds., aunque me lleve 50 años. Dijo a los jefes chiricahuas que fuesen a su campamento y reflexionasen sobre lo que iban a hacer antes de dar su respuesta. Sabían que no estaban negociando desde una posición de fuerza. Querían rendirse y volver a Fort Apache bajo su antiguo estatus, pero Crook no les había ofrecido nada. En su diario reflejó: “El resultado de la entrevista no indica nada.

El capitán Bourke más tarde describiría la escena: “Todo el barranco estaba románticamente hermoso, protegiendo el murmullo suave del agua, había… largos y delgados sicómoros… 24 guerreros oían la conferencia o estaban cerca para oír; unos con munición del mismo calibre, otros no. Cada hombre y joven de la banda llevaba dos cartucheras. Los jóvenes tenían en las camisas la marca, hechas y vendidas en México, de algodón alemán y casi todo joven o viejo, llevaba nuevas mantas multicolores, algunas manufacturadas, lo que demuestra que desde la destrucción de su campamento por Crawford, en enero, habían adquirido más, ya sea saqueando o comprándolas.

Bourke describió a Gerónimo como “nervioso y agitado durante la reunión: Las gotas de sudor caían por sus sienes y sus manos, cogiendo, de vez en cuando, una bolsa de piel de ante que mantenía firmemente en una mano.

De regreso a su tienda de campaña, Crook llamó a Alchesay [fiel amigo del general] y Kaahteney [que había cambiado de opinión, a favor del general, a raíz de su estancia en Alcatraz]. Esa tarde, Crook los envió al campamento de Gerónimo para promover la división entre ellos e influir en su decisión de rendirse.  En sus conversaciones con Crook, Naiche era más flexible y Gerónimo, y más firme. De los dos, Gerónimo habló más y mostró la tenacidad que a Naiche le faltaba. Sin embargo, Gerónimo siempre desempeñó el papel de subordinado de Naiche porque este era un jefe, hijo de Cochise, mientras que Gerónimo nunca lo fue. Naiche podía pensar distinto, pero en asuntos importantes raramente discrepaba de Gerónimo.

Al día siguiente [26 de marzo], los chiricahuas hablaron entre ellos sobre lo que debían hacer, estando presentes Alchesay y Kaahteney. Esa mañana, Fly, Bourke y Strauss visitaron el campamento chiricahua. Fly encontró a Gerónimo muy cooperativo, tomando la mayoría de sus famosas fotografías. Fue entonces cuando vieron a Santiago McKinn, el muchacho capturado por Gerónimo en las Mimbres Mountains, el 11 de septiembre de 1885. Fly le fotografió.

Crook envió, ese mismo día, un despacho oficial que decía: “De conformidad con las órdenes que contenían las comunicaciones anteriores, fui al lugar donde los indios tenían el campamento, y el 25 de marzo de 1886, tuve mi primera entrevista con ellos… Encontré a los enemigos, aunque cansados por la constante persecución de la campaña, en excelente condición física, armados hasta los dientes, y con gran cantidad de municiones. Estaban cautelosos y, al mismo tiempo, autosuficientes y seguros de sí mismos. Después de mi primera entrevista, telegrafié al teniente general: 

Campamento en el Cañón de los Embudos,
32 km al Sureste de San Bernardino, México, 26 de marzo de 1886, 
Vía Fort Bowie, Arizona, 28 de marzo de 1886.
Teniente general P. H. Sheridan,
Washington, D. C..

Después del mediodía del 26 de marzo, Crook mantuvo reuniones privadas con Naiche, Gerónimo, Chihuahua y otros apaches diciéndoles que deberían ser trasladados al Este y permanecer allí hasta que las opiniones y sentimientos que había contra ellos entre la población cambiara. Mientras, Alchesay y Kaahteney iban y venían al campamento chiricahua para difundir su división y alentar la rendición, en especial Kaahteney, tal como le había indicado Crook. Finalmente, para llegar a un acuerdo, Crook accedió a limitar su exilio en el Este a dos años y luego podrían volver a Arizona. Esa tarde, Kaahteney informó a Crook que Chihuahua, desesperado por ver a su familia, se rendiría al día siguiente. Al parecer, Gerónimo se mostró satisfecho con las respuestas de Crook, quien añadió un anexo al mensaje que decía: “Conocí a los hostiles ayer en el campamento del teniente Maus, estando acampados a unos 450 metros de distancia. Los encontré muy autosuficientes y tan feroces como tigres, sabiendo ellos mismos las bestias despiadadas que son, desconfiando de los demás. Después de hablar con ellos, parecía que sería imposible controlarles, salvo aceptando las condiciones que les permitiesen volver a la reserva con su antiguo estatus. Hoy las cosas parecen más favorables.

Firmado, George Crook, general de Brigada”.

Al mediodía del día siguiente, 27 de marzo, los chiricahuas y Crook reanudaron las conversaciones. Gerónimo llegó con el rostro ennegrecido por galena en polvo [sulfuro de color gris plúmbeo]. Él y otro guerrero se sentaron aparte, no participando en las negociaciones. Chihuahua dijo: “Tengo ganas de obedecer. Creo que el sol me está mirando  y la tierra está escuchando. Ahora pienso mejor. Creo que he visto a Aquel que hace que llueva y envía los vientos; o que le envía a usted a este lugar. Me entrego a usted, porque creo en usted y usted hace que no nos engañen. Después estrechó la mano del general, quien, aliviado porque terminase la guerra, dijo una palabra en apache, “En-juh, que significa, “está bien.

Naiche siguió su ejemplo, diciendo: “Yo digo lo mismo que Chihuahua. Me rindo exactamente igual que como él ha dicho… Le doy mi palabra, le entrego mi cuerpo. Me rindo, no tengo nada más que decir… Ahora que me he rendido, estoy contento. No voy a tener que esconderme detrás de las rocas y en las montañas; iré a través de la llanura abierta. Ahora voy a dormir bien, a comer contento y satisfecho, y también lo hará mi gente.

El último en hablar fue Gerónimo, quien se acercó, diciendo: Dos o tres palabras son suficientes. Tengo poco que decir. Me entrego a ti. Hizo una pausa para estrechar la mano de Crook, continuando: Todos somos compañeros, todos una familia, todos una banda. Lo que han dicho los demás, lo digo yo también. Me entrego a usted. Haga conmigo lo que quiera. Me rindo. Una vez yo me movía como el viento. Ahora me entrego a usted y eso es todo. De nuevo estrechó la mano de Crook.

Gerónimo, Chihuahua, Cathlay, y Tah-ni-toe, pidieron a Crook poder reunirse con sus esposas e hijos que estaban en San Carlos y Fort Bowie. La mujer de Gerónimo era Eschichilla [probablemente Zi-yeh]. También tenía una mujer y una hija en Fort Bowie dando Crook órdenes de que se reuniesen con Gerónimo a lo largo del camino.

Ese mismo día, Crook envió un despacho al general Sheridan: Esos espías nocturnos [Alchesay y Kaahteney] fueron al campamento hostil para averiguar lo que pensaban. Con la información obtenida fue posible establecer una forma de actuar. Aunque se cree que todos los hostiles tenían confianza en mí, preferí trabajar con ellos individualmente, eligiendo a Chihuahua y Naiche, líderes influyentes entre los renegados, concentrando mis esfuerzos en ellos. Los exploradores seleccionados tenían la confianza de su propia tribu, siendo cuidadosamente instruidos y enviados a hablar con esos jefes, que pensé que se rendirían, en los términos más favorables que yo podía esperar. Esto separó a los hostiles en dos grupos, dividiendo a la banda. El hecho de que esto se hubiera realizado a través de los esfuerzos personales de su propio pueblo, tuvo un efecto desmoralizador sobre los hostiles y también sobre todos los demás de la tribu, haciendo que la gestión posterior de su rendición, una cosa más fácil. Antes de esto, simplemente el haber insinuado la posibilidad de su traslado de sus antiguos santuarios, hubiera llevado a toda la tribu a las montañas. El éxito es el resultado del trabajo hecho entre estos indios [los exploradores apaches] durante los dos años que habían estado en la reserva, y finalizando al día siguiente con la entrega de todo el grupo de hostiles, hecho que se comunica al teniente general en el siguiente telegrama:

Campamento en el Cañón de los Embudos, México,
27 de marzo de 1886, 
Vía Fort Bowie, Arizona, 29 de marzo de 1886.
Teniente general P. H. Sheridan, U. S. A.,
Washington, D. C.

En una conferencia con Gerónimo y otros chiricahuas, les dije que debían decidir de inmediato la entrega incondicional o luchar. Si decidían iniciar las hostilidades, mataríamos al último de ellos, aunque costase 50 años. Les dije que reflexionaran sobre lo que iban a hacer antes de darme su respuesta. Las únicas propuestas que había eran tres: ser enviados al Este durante no más de dos años, para estar con sus familias, dejando en Fort Apache a Nana, anciano de 70 años; que todos ellos regresasen a la reserva con su antiguo estatus; o volver a estar en pie de guerra, con todo su horror. Como tenía que actuar, he aceptado hoy su rendición a la primera proposición.

Kaahteney, el joven jefe que hace menos de dos años era el peor chiricahua de todos, está ahora perfectamente sometido. Está completamente reformado, me ha prestado una valiosa ayuda, y será de gran ayuda para controlar a estos indios en el futuro. Su estancia en Alcatraz ha hecho que se reforme completamente su carácter. No me cabe duda de que un tratamiento similar producirá el mismo resultado con toda la banda y al final de ese tiempo, la agitación habrá desaparecido. Mangas, con 13 chiricahuas, seis de los cuales son hombres [solo había tres hombres con Mangas, como se supo tiempo después de escribir este telegrama], no está con los otros chiricahuas. Estuve con ellos el pasado mes de agosto y desde entonces no he sabido más de ellos, salvo que no han cometido depredaciones. Como es probable que lleve por lo menos un año encontrarle en las inmensas sierras montañosas del sur, creo que no es aconsejable intentar buscarle en este momento, especialmente porque él se entregará indudablemente tan pronto como oiga que los otros lo han hecho.

Parto para Bowie mañana temprano para llegar allí la próxima noche. Solicito respetuosamente que se me informe si mi acción ha sido aprobada y también que las instrucciones correspondientes se encuentren en ese lugar.

Los chiricahuas saldrán para Bowie mañana con los exploradores apaches a cargo del teniente Maus.

Firmado George Crook, general de Brigada.

Durante la noche del 27 de marzo, Charles, uno de los hermanos Tribolet, que tenían un campamento de venta de licor, a unos 4’8 km de distancia, vendió a los chiricahuas tres garrafas de cinco galones [18’9 litros] de whisky por 300 $, quienes lo llevaron a su campamento. Parece ser que dijo a Gerónimo y Naiche que cuando llegasen a Arizona los matarían. Henry Daly recordaría que al final de esa tarde “el caos reinaba en el campamento… oyéndose frecuentemente gritos de los apaches y algún que otro disparo. Más tarde, esa noche, varios chiricahuas borrachos hicieron algunos disparos hacia el campamento de los empacadores. Unos pocos de los alborotadores incluso apuntaron a las tiendas de los soldados, impactando sin producir daños un poco más lejos. A primeras horas de la mañana siguiente [28 de marzo], Kaahteney y Alchesay dijeron a Crook que Naiche se había desmayado al estar totalmente borracho. 

A pesar de este caos, Crook salió inmediatamente del Cañón de los Embudos a las 06:45 horas de esa misma mañana, como había planeado. Pocos kilómetros al norte, se encontraron con Gerónimo, Cathlay, y otros tres guerreros, montando dos mulas, totalmente borrachos. Gerónimo abrazó a Crook, asegurándole que le seguiría con su gente “dentro de poco. Su estado enfadó a Bourke, quien presintió un desastre inminente, advirtiendo a Crook que “se debía matar a Tribolet como enemigo de la humanidad. Si Vd. no lo hace, será el mayor error de su vida. Crook se ciñó a su plan y continuó hacia Fort Bowie, dejando a tres oficiales [Maus, Shipp, y Faison], Alchesay, Kaahteney, los exploradores, y la reata de mulas para escoltar a los chiricahuas. El jefe de empacadores Henry Daly no daba crédito. Crook se escudó en sus deberes oficiales que requerían su presencia en constante contacto telegráfico con Sheridan.

Esa mañana del 28 de marzo, Maus esperaba llevar a los chiricahuas pronto, pero no pudo hacerlo debido al estado de embriaguez en el que se encontraban. Sin embargo, decidió levantar el campamento de los seguidores de Chihuahua, quien representaba a más de la mitad de la banda. Enviando la reata de mulas hacia su antiguo campamento base, a 16 km al sur de la frontera, Maus se quedó atrás con un intérprete, Kaahteney, Alchesay, y los exploradores. Finalmente, los chiricahuas levantaron el campamento alrededor del mediodía. Maus se reunió con Gerónimo a media tarde, pero este le dijo que se mantuviera a distancia, ya que algunos de los suyos todavía estaban ebrios. Los chiricahuas acamparon a 800 metros de la reata de mulas. Naiche, todavía ebrio, disparó a su esposa, E-clah-eh, en la pierna, creyendo que estaba flirteando con otro hombre.

A la mañana siguiente, 29 de marzo, Maus estaba más optimista cuando notificó a Crook que había enviado al teniente William Ewen Shipp a destruir las existencias de alcohol de los hermanos Tribolet. Maus había suministrado carne de vaca a los chiricahuas, esperando cruzar la frontera y alcanzar Silver Creek esa misma tarde. Pero Gerónimo y Naiche no pensaban lo mismo, a pesar de levantar el campamento rápidamente. Después de recorrer unos 11 km, Maus y Daly se sorprendieron cuando vieron que la cabeza de la columna se había detenido, dirigiéndose a unos 3 km al sur de la frontera. Dijeron a Maus que habían dejado atrás su ganado y que su gente se estaba recuperando de la reciente borrachera. Una señal que debiera haber alertado a Maus fue el hecho de que Chihuahua, con 51 de los 92 chiricahuas, estableció su propio campamento separado del de Naiche y Gerónimo. Maus vivaqueó justo al norte de Gerónimo y al este de Chihuahua. Daly inmediatamente sospechó, diciendo a Maus que esta repentina parada, después de una breve marcha, solo podía significar una cosa: “Los chiricahuas habían avanzado todo lo lejos que habían querido. Aunque Maus estaba preocupado, los chiricahuas se estaban comportando mejor. Además, Shipp había destruido el campamento de mescal de los hermanos Tribolet, y Maus había visto a Gerónimo desarmado, lejos del campamento, buscando caballos extraviados. Pero para Daly, algo no iba bien. Poco después de anochecer, un guerrero del campamento de Gerónimo disparó un tiro por encima de las cabezas de los hombres del campamento de Maus. Poco después, dos chiricahuas, uno muy bebido y el otro aparentemente sobrio, pasaron junto a la hoguera de los empacadores haciendo ostensibles gestos, insultándolos en una mezcla de español y apache. Daly estaba seguro de que los chiricahuas iban a huir. Todo el mundo salvo Maus y Daly se fueron a dormir. Poco después, un hombre disparó de nuevo desde el campamento de Gerónimo. Daly dijo a Maus que por la mañana no habría un chiricahua en el campamento. El teniente no estuvo de acuerdo y se fue a dormir, seguido poco después por Daly.

Gerónimo  y Naiche cumplieron parcialmente los pronósticos de Daly, ya que, a las 02:30 horas del 30 de marzo, se fueron con otros 18 hombres, 20 mujeres y dos niños. Este grupo estaba formado, en parte, por los familiares más cercanos de Gerónimo. Inexplicablemente, nadie se enteró, ni siquiera Alchesay, ni Kaahteney, ni Noche, quienes dijeron desconocer las intenciones de Gerónimo y Naiche. Cuatro años más tarde, Naiche diría a Crook que los que estaban con Chihuahua lo sabían, pero que no quisieron irse, y que por eso montaron su campamento separado del suyo. Durante los dos días anteriores, los cuales los pasaron con una fuerte resaca, Naiche y Gerónimo habían tenido tiempo de reflexionar sobre el comportamiento que había tenido Crook hacia ellos quien, sin diplomacia y con bruscas maneras, les desconcertó y asustó. Desde su perspectiva, “les habló mal, no estando seguros si podían confiar en él, preguntándose si la rápida marcha del general significaba que algún plan pernicioso se cernía sobre ellos. Como Naiche admitió cuatro años más tarde, “estábamos borrachos y teníamos miedo de la incierta vida en Florida.

Otro asunto que les preocupaba era que ellos pensaban que Crook había decidido designar a Chato como jefe de la tribu. Por entonces, Chato y Gerónimo se detestaban. La combinación del alcohol, la indiferencia de Crook, y los temores por sus vidas bajo la jefatura de Chato eran suficientes motivos para ellos para renegar de las promesas hechas a Crook. Mientras, Chihuahua, Nana, Jolsanny [Ulzana], Cathlay y otros nueve hombres [entre ellos el huérfano de 17 años, Tu-da-snoogne, más tarde conocido como Harold Dodestonay], y 47 mujeres y niños se dirigieron hacia Fort Bowie, escoltados por el teniente Faison, mientras los tenientes Maus y Shipp, fueron con el resto del destacamento tras los chiricahuas huidos.

A unos 9’5 km del campamento, los exploradores apaches dieron con la pista que iba hacia el oeste a través de una cadena de altas montañas, pero el rastro cambió de repente hacia el sur, yendo por una pendiente escarpada y difícil, a través de una cuenca densa y cortada por barrancos que hacía el camino más difícil y lento, sobre todo porque cada arbusto estaba lleno de espinas que desgarraban a los perseguidores y a sus monturas. Al otro lado de esa cuenca, a unos 16 km, el camino subía una montaña alta, muy empinada y rocosa. El rastro de un caballo de los apaches huidos les llevó a pensar que podían seguir por allí, pero después de llegar a la cima encontraron ese caballo apuñalado y abandonado entre las rocas; no habían podido llevarlo más lejos. Más allá, el descenso era vertical y de roca sólida, desde 15 hasta 90 metros de altura a cada lado. Aquí el camino se perdía, habiéndose separado los apaches yendo siempre por las rocas.

Sin duda, habían descubierto que les perseguían gracias a los prismáticos que llevaban y un observador, sin duda, se había quedado atrás según su costumbre. Es así, mediante la elección de su ruta desde esos puntos altos, que su retirada puede ser siempre vigilada y evitar el peligro. De la misma manera que su avanzadilla explora el terreno durante varios kilómetros por delante. Estas precauciones demuestran lo difícil que es encontrar a un apache, que una vez que está sobre aviso es como un animal salvaje, con su sentido de la vista y la audición agudamente desarrollado.

Los soldados no podían descender por ese camino, así que se vieron obligados a volver sobre sus pasos y dar un rodeo de 16 km para tomar de nuevo otro sendero. Pero cuando llegaron al arroyo estaba oscuro y la búsqueda durante esa noche era imposible. A la mañana siguiente fueron por el arroyo, llegando a unos senderos que se unían a unos 6’5 km más abajo, siguiendo durante unos 16 km hacia el sur. Los apaches huidos no se habían detenido desde que se fueron habiendo hecho unos 72 km, llevando unas 10 horas de ventaja. El camino se dividía en dos caminos, uno, el más grande, cruzaba las quebradas montañas del norte de Bavispe, en la Sierra Madre, mientras que el otro iba hacia las montañas al norte de Fronteras.

Los exploradores parecían desanimados; sus calzados estaban desgastados por el continuo duro trabajo de los últimos cinco meses y no era atractiva la perspectiva de volver a los escenarios de sus últimas actuaciones. Además, se licenciaban al cabo de un mes. Pidieron al teniente Maus no ir más lejos, que era inútil seguir. Este accedió, decidiendo regresar. Entonces volvieron sobre sus pasos y continuaron el camino de vuelta a casa. Cuando regresaban, dos de los apaches que habían escapado llegaron y se entregaron, encaminándose hacia Fort Bowie [Cochise County, Arizona]. 

Antes, Crook, después de nueve horas viajando a través de una tormenta de arena, había llegado a Fort Bowie a las 15:00 horas del 29 de marzo. Ese mismo día telegrafió a Sheridan explicando que el acuerdo con los chiricahuas no implicaba una rendición incondicional como pretendía el gobierno de Washington, pero razonó: “Tuve que actuar de inmediato. Dadas las circunstancias, usó el poder discrecional que le otorgó el gobierno para cambiar los términos de la rendición.

Un día después, la euforia de Crook se tornó en desesperación. El 30 de marzo recibió dos mensajes. El primero era del general Sheridan informándole que el presidente Cleveland había desautorizado su acuerdo con los chiricahuas. Por consiguiente, Sheridan ordenó a Crook que dijera a los chiricahuas que el gobierno respetaría sus vidas, pero nada más. Si rechazaran esos términos, debía desplegar sus tropas y “completar la destrucción de los hostiles. Esta orden dejó pasmado a Crook, sintiéndose engañado por Cleveland y Sheridan.

El segundo mensaje lo trajo un correo desde el Guadalupe Canyon, llegando a primeras horas de la tarde. El mensaje era del teniente Maus anunciándole la huida del grupo de Gerónimo y Naiche. Crook inmediatamente telegrafió a Sheridan, añadiendo que el teniente Maus y sus exploradores apaches iban tras él. Sheridan se quedó estupefacto y luego se puso furioso, creyendo que había habido una conspiración entre los exploradores apaches y los “hostiles. El 31 de marzo, Sheridan respondió escuetamente: “Recibido su despacho de ayer. Ha ocasionado gran decepción. Parece extraño que Gerónimo y su grupo hayan podido escapar sin el conocimiento de los exploradores [apaches]. Ese mismo día, Crook respondió con irritación: “No se puede poner en duda que los exploradores apaches son completamente leales y hubiesen evitado la huida de los hostiles si hubiese sido posible.

En un segundo informe, Crook aconsejó a Sheridan: Informar a los apaches que los términos por los que se rindieron son rechazados ahora,   no solo impediría a mi juicio seguir negociando con ellos, sino que haría que se dispersaran por las montañas. Sheridan preguntó a Crook qué estaba haciendo para proteger la vida y las propiedades en Arizona y para detener a los “hostiles: Tienes 46 compañías de Infantería y 40 de Caballería. Tienes que ser capaz de hacer un buen trabajo con esas fuerzassugiriéndole que desplegara esas tropas para proteger la frontera de las incursiones apaches. En resumen, que no hiciese más campañas ofensivas en México y usase las tropas regulares en vez de los exploradores apaches. Esta insinuación de deslealtad por parte de los exploradores apaches era un ataque directo a la capacidad y el juicio de Crook porque reclutarlos había sido una idea suya. Esto era una bofetada en la cara de Crook y ambos lo sabían.

Crook no sabía que durante este intercambio de mensajes, el comandante general del Ejército [Sheridan] le estaba poniendo un cebo deliberadamente para que dimitiera debido a la naturaleza de su acuerdo con los apaches “hostiles. Inmediatamente después de recibir el mensaje de Crook que contenía el acuerdo de que los hostiles pasarían dos años de prisión en el Este seguido de un retorno a Arizona, el general Sheridan fue a la Casa Blanca para hablar con el presidente Cleveland, quien estaba especialmente sensible a las voces indignadas por las incursiones apaches que se podrían producir a dos años de las elecciones presidenciales. Cleveland estaba siendo presionado para acabar con el problema apache de una vez por todas, rechazando las condiciones ofrecidas para la rendición; debiendo ser esta incondicional o los apaches debían ser eliminados. Naturalmente, esto era imposible, ya que como Crook había señalado, los apaches “hostiles estaban dispersos por las montañas. Crook permitió a los 75 hostiles de la banda de Chihuahua, que todavía iban camino de Fort Bowie, que continuaran creyendo que el trato hecho con ellos había sido aceptado por Washington. 

El 1 de abril, Crook informó al general Sheridan: Ha sido mi objetivo durante las operaciones actuales proporcionar el mayor grado de protección de las vidas y propiedades, y las tropas han obrado en consecuencia. […] Que las operaciones de los exploradores apaches en México no han resultado tan exitosas como se esperaba, se debe a la enorme dificultad con que se han visto obligados a trabajar, partiendo de la naturaleza de los indios [apaches ‘hostiles’] que han estado buscando, y el carácter del territorio en el que han trabajado…. Lo que Crook estaba diciendo era que Sheridan y los funcionarios de Washington, incluyendo el presidente, no tenían conocimientos suficientes para decirle cómo llevar a cabo esta guerra. Crook sabía que no se enfrentaba a un enemigo que luchaba según los libros de West Point, por lo que declaró: Creo que el plan con el que he llevado a cabo las operaciones es más que probable que tenga éxito al final. Le dolió la crítica implícita de Sheridan, queriendo saber si todavía tenía la confianza del general. No podía hacer la pregunta directamente, por lo que recurrió a un método indirecto: “Podría ser, sin embargo, que estoy demasiado aferrado a mis propios puntos de vista en este asunto y como he pasado casi ocho años, de los más duros de mi vida en este Departamento, solicito que me permita respetuosamente ser ahora relevado del mando. Si su solicitud era rechazada, sería una declaración de apoyo de Sheridan y del presidente; su aceptación significaría lo contrario.

El 2 de abril, Sheridan relevó a Crook del mando, asignándole al Departamento del Platte [Distrito administrativo militar que abarcaba Iowa, Nebraska, Territorio de Dakota, Territorio de Utah y una pequeña porción de Idaho]. Sheridan ordenó al general Nelson Appleton Miles asumir el mando del Departamento de Arizona y la responsabilidad de la captura de Gerónimo.

Estas fotografías fueron realizadas a primeros de abril de 1886, cerca de la base del Sentinel Hill, junto a Fort Bowie. La guardia estaba al mando del sargento Dietz, del 1º de Infantería. Estas mujeres y niños estaban esperando la llegada de Chihuahua y su banda que se habían rendido al general George Crook en marzo, en el Cañón de los Embudos.

La mujer nº 1 es Taz-ayz-slath y el nombre del niño nº 2 es desconocido, aunque es confundido con Fenton, el hijo de Zi-yeh. Esta fotografía fue realizada en abril de 1886, y Fenton nació en 1883, por lo que ese muchacho no puede ser Fenton, ya que aparenta más edad. ¿Era Taz-ayz-slath madre de ese niño cuando se casó con Gerónimo? Otra duda es si Taz-ayz-slath y Zi-yeh son la misma persona.

La niña nº 3 es Nina Dahkeya, hija de Mike Dahkeya y de Dohn-say. Nina falleció el 6 de septiembre de 1895.

La mujer nº 4 es Tze-go-juni, más conocida como Huera y Francisca, esposa de Mangas. Falleció el 19 de mayo de 1901.

La mujer nº 5 es Dohn-say, también llamada Lulu, hija de Gerónimo y de Chee-hash-kish. Falleció el 24 de abril de 1898.

La mujer nº 6 es Hulda Kinzhuna, también llamada Countenza. Falleció el 26 de febrero de 1890.

La mujer nº 8 es Nah-zitz-ohn, esposa de Mohtsos. Falleció alrededor de 1893.

La mujer nº 11 es Nah-dos-te, esposa de Nana. Falleció el 18 de septiembre de 1907.

El niño nº 15, en un tsoch, es Ah-tay, también llamado James Holly, hijo de Mohtsos y de Nah-zitz-ohn. Falleció el 16 de marzo de 1906.

El niño nº 16 es Adam Jolsanny, hijo de Jolsanny [Ulzana] y de Nah-zis-eh. Falleció el 3 de septiembre de 1898.

La mujer nº 17 es Nah-zis-eh, también llamada Neschila, 1ª esposa de Jolsanny. Falleció el 9 de septiembre de 1901.

La muchacha nº 18 es Tsalth-nah-zizzy, sobrina de Nah-zis-eh.

La mujer nº 19 es Hah-dun-key, esposa de Perico. Falleció el 28 de enero de 1897.

La mujer nº 20 es Tascelona, esposa de Beshe.

La mujer nº 22 es Ilth-gazie, también llamada Gazie, 3ª esposa de Chihuahua.

El niño nº 23 es Eugene Chihuahua, hijo de Ilth-gazie. Falleció el 16 de diciembre de 1965.

El niño nº 24 es Tom Chihuahua, hijo de Ilth-gazie. Falleció el 4 de julio de 1896.

El resto de mujeres y niños no están identificados, habiendo alguna mujer que no aparece en las dos fotos de grupo, como otra esposa de Gerónimo, Marionetta [Early Morning], fotografiada individualmente.

El militar nº 26 es el sargento Dietz, del 1º de Infantería.

Al mediodía del mismo día [2 de abril], el teniente Samson Faison, con unos 20 exploradores, llegaba a Fort Bowie [Cochise County, Arizona], trayendo a Chihuahua y a otros 50 chiricahuas. Se acercaron desde el Bear Canyon, cabalgando en fila india por el cuartel general de Crook antes de desaparecer por el arroyo hacia el Siphon Canyon. Los exploradores llevaban chaquetas azules para distinguirse de los antiguos “hostiles. El grupo de Chihuahua y los exploradores fueron a un campamento situado a menos de 1’5 km al oeste del fuerte, donde se juntaron con 23 mujeres y niños, entre ellos la familia de Chihuahua, que les estaban esperando. Diez días antes, el cadáver del capitán Emmet Crawford había llegado al fuerte desde Nácori Chico [Sonora], siendo trasladado a Nebraska.

Nada más llegar Faison, se presentó el sheriff de Tombstone, Robert S. Hatch, con una orden de arresto para Nana, Chihuahua, y otros chiricahuas. Crook se negó a entregarlos a menos que lo ordenase el secretario de guerra. Chihuahua, después de reunirse con sus familiares, tuvo una reunión de una hora en Fort Bowie, estando presentes Alchesay y Kaahteney, en la que abiertamente admitió haber cometido muchas depredaciones, pero culpó a Gerónimo por haberle sacado de la reserva con mentiras. Dijo que Naiche podría venir, pero Gerónimo no vendría ahora. Sin embargo, Crook no dijo a Chihuahua que el presidente Cleveland había rechazado el acuerdo.

El miércoles, 2 de junio de 1886, el periódico de Tombstone [Cochise County, Arizona], “The Daily Tombstone” reproducía las impresiones de un periodista presente en el lugar:

Apaches en cautividad.

Hombres y mujeres disfrutan la vida a expensas del Tío Sam.

Una interesante descripción de la vida en un puesto fronterizo.

En el Territorio de  Arizona… Una danza de despedida en Fort Bowie.

Un corresponsal del ‘New York Mail and Express’, escribiendo desde Fort Bowie da la siguiente interesante descripción de la llegada de Chihuahua y su banda a Fort Bowie, y su vida anterior a la salida para St. Augustine, Florida.

El clamor de los residentes de Arizona pidiendo protección contra los estragos de los indios apaches, el cual asciende cada día al Cielo, parece que no se oye en Washington. El laborioso granjero y el honesto ganadero quieren que se detenga la guerra, pero los hay aquí, en gran número, también, quienes desean que el conflicto se prolongue indefinidamente con fines mercantiles. Durante algunos meses, muchas mujeres y niños, capturados por los capitanes Crawford y Davis han participado de la hospitalidad de la cabaña de troncos contigua al cuerpo de guardia, diluido con una relativa libertad. Los más pequeños retozaban fuera a sus anchas, y las mujeres adornaban el porche del cuerpo de guardia diariamente. Era un grupo bastante trabajador y ganó muchos pesos tejiendo hermosas canastas con hierba de oso al estilo Mosqui, haciendo mocasines para los soldados y construyendo modelos de juguete de sus cunas únicas. También les dieron trabajo livianos para hacer en el puesto, el cual les ayudaba a mantenerles saludables y felices. Entre estos cautivos había varios hijos de Naiche, dos esposas de Gerónimo, y un hijo y una hija del mismo temible renegado. Cuando el teniente Faison llegó con sus 58 prisioneros capturados en Sonora, los cautivos del cuerpo de guardia fueron llevados para unirse a ellos. Fue una feliz reunión.

El jefe Chihuahua estaba especialmente encantado de reunirse con su esposa y sus tres hijos. Toda la banda bajó a un pequeño arroyo seco, a unos 1.200 metros del puesto, y acamparon en medio de la arena y las rocas. Les trajeron leña y raciones, y rápidamente se acomodaron. Para el primer día, las mejoras comprendían únicamente un desbroce de cactus y la construcción de cortavientos semicirculares con arbustos, etc. Pero pronto las pacientes mujeres habían desarrollado un poblado. Los altos tallos de la planta del siglo se pasaban por los espacios delimitados por cortavientos; y alrededor de estos rudimentarios postes se extendían mantas o numerosas varas de muselina cruda. Estos tejados se encontraban, por término medio, a un metro y medio del suelo. El efecto general de cada tienda recordaba a un paraguas como el que nos presta nuestro amigo en un día lluvioso. Sin embargo eran efectivos para protegerse del viento y de la lluvia, que es donde superaron al paraguas. Mientras las mujeres se dedicaban a estas actividades domesticas, los hombres eran igualmente laboriosos en los juegos de azar. Se pusieron en cuclillas alrededor de las mantas extendidas en la arena y hábilmente repartieron conquián [el monte mexicano], palmeando sus jugadas con la peculiar vehemencia que se puede ver tanto en un salón de Chicago como en un campamento apache. Apostaban dinero, cartuchos, mantas y caballos. Sus fichas eran algunas veces café, judías, a veces cartuchos, y a menudo carne, porción de hierbas de oso, ingeniosamente empaquetadas. Sin embargo, una buena parte del día descansaban del juego y se dedicaban al adorno personal. Abajo, bajo algún arbusto contra el viento, tropezarías con un atlético guerrero, pintándose cuidadosamente la cara con círculos y rayas carmesí, o tal vez, suavizando su melena con un trozo de sebo de cordero, práctica bárbara de quien aún no ha aprendido la delicadeza del refinamiento civilizado en coloretes y sustancias perfumadas.

Los chiricahuas son una tribu limpia, atlética, de buen tamaño, con rasgos inteligentes, cuerpos ágiles, y manos y pies notablemente pequeños. Las mujeres, grandes y pequeñas, usan vestidos sencillos estampados, que les llegan hasta los tobillos. El estilo del diseño de la Madre Hubbard no parece impopular entre las ancianas, aunque las jóvenes lo evitan. El resto del vestuario se compone de mocasines de piel de ante de caña alta, un pañuelo brillante y pulseras de plata, latón, estaño, y abalorios, con cordones y pendientes de forma similar. El hombre, cuando está de gala, viste una camisa estampada, calzones de lino, mocasines y un tanga voluminoso. Los calzones pueden omitirse a voluntad, pero sin el tanga nadie puede tener acceso a los mejores círculos apaches. 

Como tocado, el apache enrolla un gran pañuelo en una banda de tres pulgadas y lo ata alrededor de su abultada cabeza de lado a lado. En su prosperidad, adorna esta banda con grandes discos de plata. Alrededor de su cintura lleva uno, dos o tres cinturones de cincha llenos de cartuchos de cobre del Tío Sam del 45-70. A los lados cuelgan su bolsa de tabaco de piel de ante, un punzón recubierto para remendar mocasines, y un cuchillo de carnicero Sheffield en una vaina que cubre todo excepto el extremo del mango. Además luce aros, el viejo Nana tenía dos pesadas cadenas de reloj atadas al suyo, de dos a una docena de collares de grandes cuentas, un espejito circular, y anillos y pulseras hasta que no caben más. Había un joven que tenía 13 anillos en la mano izquierda, 11 en la derecha y una docena de brazaletes [cuentas, latón y plata] en cada muñeca. Era el tipo raro de todo el grupo escasamente dispuesto para  la guerra. Los 77 hostiles capturados fueron enviados el día 7 como prisioneros de guerra a Fort Marion, St. Augustine, Florida. En la noche del 6 hicieron una danza de despedida, lo que fue el asunto más prodigioso desde el punto de vista apache”.

El 3 de abril de 1886, Sheridan ordenó a Crook enviar, lo más pronto posible, a Chihuahua, a su hermano Jolsanny, Nana y al resto de apaches a Fort Marion [St. Augustine, St. Johns County, Florida]. A primeras horas de esa tarde, el destacamento del teniente Maus regresaba a Fort Bowie después de su infructuosa persecución de los 42 chiricahuas con Gerónimo y Naiche al frente. Maus traía a Nezulkide y Shoie. Cerca del Rancho Riggs, en el Bonita Canyon [Cochise County, Arizona], los dos guerreros fueron caminando al campamento de Maus y se entregaron. Nezulkide era un hermano de Kaahteney; y Shoie, un hermano de Chipuesa [o Chepuede]. Declararon que estaban durmiendo cuando oyeron que los demás se iban y, pensando que algo iba mal, también se fueron. Cuando vieron que ese no era el caso, decidieron dejar a Gerónimo y Naiche. Probablemente, simplemente tuvieron dudas y, en el caso de Shoie, quería ver a sus familiares. Después de dejar a Gerónimo y Naiche, decidieron abandonar sus monturas, declarando haber dejado dos caballos y una mula cerca del Rancho San Bernardino. Estas deserciones redujeron el número de los “hostiles a 40 en total, 18 de los cuales eran hombres.

El resultado total de las operaciones de ninguna manera podía considerarse un fracaso, ya que habían capturado a la mayor parte de los apaches “hostiles, 79 en total, de los cuales 15 eran guerreros.

Crook informaría a Washington: “No existe la menor duda de que su rendición fue hecha de buena fe. Que Gerónimo y Naiche hayan sido emborrachados con mescal y asustados por las mentiras de un personaje [Tribolet], retirándose del camino a Fort Bowie con un grupo de seguidores, fue un lamentable, pero no irreparable accidente. Los hombres enviados a Fort Marion están entre los más valientes y más capaces de los renegados; el viejo jefe Nana, a pesar de su edad, es el cerebro reconocido de la banda; Chihuahua y Jolsanny [Ulzana] son sus líderes más influyentes; mientras que entre los presos hay dos esposas y tres hijos de Gerónimo, la familia de Naiche, y también parientes, o algunos miembros de las familias de los que están fuera.

Solo era necesario entablar contacto con los renegados que, con la ayuda de los exploradores, hubiese sido un asunto de poca dificultad. Cuando se hubiesen recuperado del susto y reconsiderado la posición en la que se encontraban, probablemente se hubiese solucionado el problema sin más derramamiento de sangre. Así se hubiese llevado a cabo, pero mi relevo al mando del Departamento impidió tales medidas.

El regreso voluntario de dos de los indios que se habían ido [Nezulkide y Shoie], es un hecho significativo en lo referente a esta línea de actuación.

Puede que Crook cometiera tres errores. Primero, esperó demasiado tiempo para pedir la liberación de Kaahteney de Alcatraz, lo que retrasó su salida de Fort Bowie en un momento crítico cuando los chiricahuas querían parlamentar, y en lugar de eso, estuvieron esperando bebiendo el alcohol de Tribollet durante tres días. Segundo, se fue muy rápido del Cañón de los Embudos en la mañana del 28 de marzo, dejando al teniente Maus con los chiricahuas borrachos para ir a Fort Bowie. Su presencia podría haber evitado la huida de Gerónimo y Naiche. Y tercero, incluir en los términos de rendición su regreso a Arizona tras dos años en Florida, sabiendo que el gobierno estadounidense no lo iba a cumplir.

El 4 de abril, Crook informó a Sheridan que no diría nada a los prisioneros chiricahuas sobre la decisión del presidente porque si Gerónimo y Naiche se llegaran a enterar, nunca se rendirían. Al día siguiente, 5 de abril, Sheridan envió dos telegramas a Crook, el primero aprobando su decisión, y el segundo justificando su engaño porque Gerónimo había roto las condiciones de rendición, anulando así los términos por el que el grupo de Chihuahua se había rendido. Ordenó que la custodia de los chiricahuas se hiciese en calidad de prisioneros de guerra. Tenían que ser enviados a Fort Marion sin hacer referencia a cualquier comunicación anterior. 

En la mañana del 6 de abril, Chihuahua entregó a Crook a Santiago McKinn, quien a pesar de estar solo seis meses con los chiricahuas no quería ir con ningún estadounidense, teniendo que llevarle a la fuerza al fuerte. Cuando Chihuahua le dejó con Crook, Santiago actuó como “un animal salvaje en una trampa. Estaba desafiante, hablando únicamente en apache, insistiendo que quería permanecer con los chiricahuas. Finalmente, los soldados le subieron a un carro y le llevaron a la estación del tren de Bowie. Dos días después se reunió con su padre en Deming [Luna County, New Mexico]. Charles Fletcher Lummis, reportero de “Los Angeles Times” le conoció en Fort Bowie: “Lo que más destaca, aparte del secuestro de Jimmy McKinn, es que no quería ser rescatado por el general George Crook. Santiago había sido totalmente asimilado. Cuando le dijeron que iba a ser llevado de vuelta con sus padres, comenzó a llorar. Dijo en apache [porque el pequeño bribón ya hablaba con bastante fluidez ese idioma] que no quería volver, que quería quedarse siempre con los indios. No quería saber nada de todo lo que se le decía de su casa y actuaba como un joven animal salvaje encerrado en una trampa. Cuando lo sacaron del carro que había de llevarlo a la estación del ferrocarril, retomó sus lamentos y todavía continuaba mientras desaparecía de nuestra vista. Santiago creció para convertirse en un herrero en Silver City [Grant County, New Mexico]. Más tarde, se trasladaría con su esposa e hijos a Phoenix [Maricopa County, Arizona] donde fallecería el 10 de diciembre de 1941.

Más tarde, durante ese día, Crook se reunió con los exploradores apaches y con Chihuahua. Primero dijo a los exploradores: “Os voy a dejar, quedando estos en shock. Les agradeció su lealtad y su trabajo, y luego les dijo que dejasen el tiswin y criasen ganado. Les aseguró que el nuevo comandante sería un “hombre bueno y honesto. Luego se volvió hacia Chihuahua diciéndole que él y su gente tenían que estar listos para salir antes del mediodía del día siguiente. También le dijo que el capitán Pierce, destinado en San Carlos, había enviado esa tarde a Osolo [Tom Chihuahua], su hijo de tres años, que estaba con Goody, con la banda de Cassadora, hacia la estación de Bowie.

A las 11:30 horas del 7 de abril, los prisioneros chiricahuas partieron de Fort Bowie montados en caballos y mulas. En total eran 76 [los 51 del grupo de Chihuahua]; los dos que había traído Maus [Nezulkide y Shoie]; y los 23 capturados el año anterior. Crook les acompañó en un carruaje. En la estación de Bowie, en medio de una cegadora tormenta de viento, Chihuahua pudo reunirse con su hijo, sumando al final 77 chiricahuas. Los 16 hombres eran Cathlay [Colle]; Chihuahua; Mike Dahkeya; Harold Dodestonay; Eskinye; Jolsanny [Ulzana]; José Second [Saditsa]; Len-sey [Giles Lancy]; Nazee [Nah-do-zinne]; Nana; Nezegochun [Neehzgolthkisen]; Nezulkide; Seeltoe; Shooey [Shoe o Shoie]; Sta-losh [Los-chosa o Nilosh]; y Burdett Tsisnah. Dos hombres estaban heridos por arma de fuego debido a los últimos enfrentamientos. Cathlay aún cojeaba debido a la herida sufrida durante la incursión de Jolsanny. Solo uno de ellos hablaba algo de inglés.

Entre las 33 mujeres estaban Dahn; Dohn-say Geronimo [Lulu o Tozey]; Dorothy Naiche; E-clah-heh y Nah-de-yole [dos esposas de Naiche]; Hah-dun-key [esposa de Perico]; Hulda Kinzhuna o Countenza; Ih-tedda y Zi-yeh o Ta-ayz-slath [dos esposas de Gerónimo]; Ilth-gazie, Ilth-gozey o Gazie [esposa de Chihuahua]; Nah-dos-te [esposa de Nana]; Nah-zitz-ohn [esposa de Mohtsos]; Nah-zis-eh o Neschila [esposa de Jolsanny]; Ni-yah o Najah [esposa de Nezulkide]; Tsalth-zay-nah-zizzy [sobrina de Nah-zis-eh]; Tze-go-juni, Huera o Francisca [esposa de Mangas]. 

Entre los 28 jóvenes y niños estaban James Ahnandia [Bilsh-da-wos-la]; Ah-tay [James Holly]; Bah-nas-kli Naiche [hijo de Naiche y E-clah-eh]; Hattie Chachee; Eugene Chihuahua; Ramona Chihuahua; Tom Chihuahua; Joseph Ezhuna; Fenton Geronimo; Nina Dahkeya; Paul Naiche [hijo de Naiche y Nah-de-yole]; Dorothy Naiche [hija de Naiche y E-clah-eh]; Adam Jolsanny; Thomas Pelcoy Jolsanny; Pauline Shooey; Willy Tally [hijo de Stalosh y Dishte].

Con ellos iban dos oficiales. El primero era el teniente James Richards, del 4º de Caballería, quien había mandado una compañía de exploradores apaches al principio de la década de 1880. Richards sería su agente provisional en Florida. El oficial de intendencia en Fort Bowie les había suministrado las raciones necesarias para el viaje, y Crook había autorizado un anticipo de 125 $ para que Richards pudiese comprar café durante el trayecto.

El segundo oficial era el capitán Egbertt Barnum Savage, cuya compañía “G, del 8º de Infantería, les escoltaría hasta Florida. Antes de subir al tren, los exploradores desarmaron a la banda. Esta era una delicada situación, ya que durante todos los años que los chiricahuas habían pasado en reservas, siempre habían conservado sus armas. Según Crook, este hecho produjo gran nerviosismo entre los hombres, pero Chihuahua apaciguó la situación. Los prisioneros subieron a un tren con cuatro “vagones-cama, tres para los chiricahuas y uno para la escolta, que les llevaría a Fort Marion. Los apaches subieron al tren pensando que iban a estar dos años en el este para luego regresar a Arizona. De vuelta a Fort Bowie, Crook escribió en su diario: “Es un gran alivio deshacerse de ellos.

Crook esperaba pacientemente en Fort Bowie la llegada de Miles, quien llegó a primeras horas de la tarde del 11 de abril. Crook salió a saludarle, dándose seriamente las manos. Después de cenar con Eugene B. Beaumont [comandante de Fort Bowie], Miles caminó hacia la oficina de Crook, entregando este oficialmente el mando del Departamento de Arizona. Al día siguiente, 12 de abril, Crook tuvo la última reunión con los exploradores chiricahuas de Maus y Shipp, y con los exploradores White Mountain. El periodista Charles Lummis describió la emocionante escena cuando muchos de los más importantes exploradores como Noche, Charley [Askadodilges] o Dutchy abrazaron al general. Miles dijo unas pocas palabras a los exploradores, pero estaba claro que no iba a contar con ellos. Charles Lummis tuvo una conversación privada con Miles en la que el periodista sacó la conclusión de que al general le gustaría seguir utilizando los servicios de los exploradores, pero Sheridan le había indicado que iniciase vigorosas operaciones haciendo un uso, activo e importante, de las tropas regulares. No haga lo que hizo Crook, confiar en los exploradores y en la diplomacia. Miles entendió el mensaje. Pero aunque iniciase una inmediata campaña con grandes fuerzas, su éxito estaba ligado a lo que los “hostiles hicieran. Gerónimo y Naiche “controlaban el tiempo, pudiendo prolongar el conflicto durante meses e incluso años, si ellos decidían permanecer en las montañas de la Sierra Madre, lo que no gustaría a Washington, que buscaba una rápida solución, y sin exploradores apaches… sus opciones disminuían.

El teniente Maus y los exploradores salieron para Fort Apache al mediodía, mientras una hora después, Crook partía hacia su cuartel general en Prescott [Yavapai County, Arizona], desde donde saldría para asumir el mando del Departamento del Platte. 

El 13 de abril, los 77 chiricahuas del grupo de Chihuahua llegaron a Fort Marion. Según el “Annual Report of the Secretary of War eran 10 hombres casados; cuatro solteros; dos adolescentes; 12 mujeres casadas; 20 solteras; 17 varones menores de 14 años; y ocho muchachas menores de 14 años. En total 73, porque cuando hicieron el recuento habían muerto un adulto y tres niños. Fue el primer contingente de apaches chiricahuas de los cinco que fueron  enviados a Florida.

Fort Marion se encontraba en un estado deplorable para albergar a nadie, por lo que los prisioneros apaches pasaron dos meses acampados en la Anastasia Island, situada frente a la bahía, hasta que se hicieron algunas mejoras. Eugene Chihuahua comentó: “Nos pusieron en un lugar llano cerca de un gran agua y nos dejaron acampar allí, no sé cuánto tiempo. Hacía bochorno y calor. Los mosquitos casi nos devoran vivos. Éramos tan miserables que no nos importaba cuán pronto pudieran matarnos.

Mientras, poco después de la marcha de Crook, Miles se puso manos a la obra. Sabía que, seguir al pie de la letra las instrucciones de sus superiores no garantizaba el éxito, por lo que empezó a considerar la idea que le habían sugerido los exploradores chiricahuas de Crook. Enviar a dos importantes chiricahuas, Jolsanny y Shoie, con un mensaje para los “hostiles. De hecho, los dos habían sido “hostiles antes. El problema es que los dos estaban en Florida. El 18 de abril telegrafió a Sheridan pidiéndole que los trajera tan rápido como fuera posible. La respuesta fue breve: “El teniente general lo desaprueba. Sheridan no estaba de humor porque evidentemente conocía la sangrienta incursión realizada por Jolsanny [Ulzana] seis meses antes. Claramente, Sheridan quería utilizar solo al ejército regular contra los “hostiles pero Miles pensó en utilizar la opción de enviar emisarios si las operaciones militares se estancaban.

El 20 de abril, Miles publicó la Orden General n.º 7, en la que los soldados regulares tendrían toda la responsabilidad, usando a la caballería para perseguir y explorar; y a la infantería para ocupar pasos estratégicos de montaña, proteger ranchos vulnerables, almacenes y los pozos de agua, y escoltar los suministros. Organizó una fuerza de choque de élite al mando del capitán Henry Ware Lawton, acompañado del cirujano Leonard Wood.

El mismo día, 20 de abril, la División del Pacífico notificaba a las fuerzas militares que operaban en el sur de Arizona y New Mexico: El objetivo principal de las tropas será capturar o destruir cualquier banda de indios apaches hostiles que se encuentren en esta sección del país; y para ello se requerirán los esfuerzos más enérgicos y persistentes de todos los oficiales y soldados hasta que se logre el objetivo.

Miles hizo algo diferente a Crook. Estableció distritos de observación, instalando estaciones de heliógrafos en las cimas de las grandes elevaciones cercanas a la frontera, las cuales emitían señales telegráficas por el reflejo de los rayos solares. Los encargados de las mismas tenían prismáticos y un telescopio. Estas estaciones eran una parte importante del plan de Miles para proteger los asentamientos al norte de la frontera, pudiendo dar el primer aviso de la llegada de incursores chiricahuas y desplegar tropas para interceptarlos. En New Mexico había 13 estaciones y en Arizona 14. La distancia media en línea recta entre estaciones era de unos 40 km.

Antes de todo esto, esperando que Crook enviase tras ellos a los exploradores chiricahuas hasta la Sierra Madre, Gerónimo y Naiche decidieron dirigirse hacia el oeste. A primeras horas de la tarde del 3 de abril, seis guerreros fueron al rancho de Cayetano Silvas, a 8 km al este de Fronteras, donde sacrificaron cinco animales, llevándose una docena más, entre bueyes y caballos, para luego ir al este, hacia Cuquiárachi [municipio de Fronteras, Sonora], donde se llevaron otros cuatro caballos. Otra banda asaltó el Rancho Janaverachi [municipio de Cananea, Sonora], llevándose 25 caballos. Cuando los asaltantes se unían al grupo principal, se dirigieron al Rancho Mababi de John Hohstadt, donde había muerto Chinche el mes anterior. Cuando Silvas encontró el rastro, estimó que los apaches eran unos 40, es decir, todo el grupo de “hostiles. Después de descansar en la Sierra de los Ajos [municipio de Fronteras, Sonora], durante un corto tiempo, el 11 de abril, toda la banda [30 o 40 apaches montados], incursionaron por el Rancho Duron, cerca de Bacoachi, sacrificando varias reses y robando más caballos. Luego giraron al oeste, cruzaron el río Sonora, y continuaron hasta las alturas de la Sierra Azul [municipio de Ímuris, Sonora], donde establecieron un campamento a 2.450 metros de altura. Según el soldado estadounidense Lawrence Vinton, que estuvo en el lugar poco después de que los chiricahuas se fueran, diría: “Nadie podía aproximarse a 40 km sin ser visto.

El 19 de abril, Gerónimo y Naiche dejaron la Sierra Azul. Al día siguiente mataron a dos hombres y a tres mujeres, continuando al sur, hacia Ímuris, donde se llevaron algo de ganado del Rancho Aribabi. A las 09:00 horas del 23 de abril, asaltaron el Rancho Casita, cercano a Nogales [Sonora]. Varios hombres estaban trabajando cuando los chiricahuas abrieron fuego, matando al propietario e hiriendo a su hijo. Parece que los chiricahuas podían haber matado a la esposa del dueño y a su hijo pequeño, pero, en cambio, les permitieron llegar a la casa y ponerse a salvo. Algunos vaqueros galoparon a Ímuris para dar el aviso, extendiendo el rumor de que los apaches habían matado a todo el mundo en el rancho, unas 15 personas. Inmediatamente, salió un grupo de 10 soldados al mando de Joaquín Quiroga, llegando al lugar y encontrando los cuerpos de tres hombres. Fueron tras ellos, pero los apaches les emboscaron, matando a dos soldados, Francisco Grijalva y Estarislio Bonilla. Esa noche, Andrés Rivera, prefecto de Magdalena de Kino [Sonora], llegó en tren a Imuris con 30 hombres y allí se le unió otro grupo de Nogales. Un día después encontraron el rastro, pero los chiricahuas habían puesto mucha distancia entre ellos y sus perseguidores, siendo vistos por Agua Zarca [municipio de Nogales, Sonora].

Al día siguiente, los chiricahuas fueron al norte, a lo largo de la cara este de la Sierra de Pinitos [municipio de Nogales, Sonora]. Seis guerreros robaron seis reses del Rancho Cibuta, yendo a la Sierra de Pinitos, cruzando la cima de su cara este. Dejando unos pocos hombres con las mujeres y los niños, Gerónimo y Naiche partieron el 26 de abril, con el resto de los guerreros hacia el norte, hacia el Rancho Buena Vista, a 16 km al este de Nogales, donde sorprendieron a cuatro hombres que estaban haciendo mescal. Tras un rápido enfrentamiento los mataron [eran tres mexicanos y un estadounidense]. Antes de irse, aplastaron sus cabezas. Luego fueron hacia el norte, siguiendo las vías del “Ferrocarril de Sonora, a lo largo del río Magdalena, hasta su unión con el “Southern Pacific Railroad, en Benson [Cochise County, Arizona], entrando en Arizona el 27 de abril, donde emboscaron a dos mexicanos cerca de Calabasas [Santa Cruz County, Arizona], matando a uno y persiguiendo al segundo hasta la población. Calabasas era una pequeña localidad con un hotel y una docena de casas y chabolas de pobre aspecto. Sus habitantes se quedaron pasmados al ver a seis u ocho guerreros entrar en la población y llevarse seis caballos. Tras ellos salió George Atkinson con seis hombres hasta un cañón a 1’5 km al noroeste de allí, donde inesperadamente se toparon con los apaches, quienes comenzaron a disparar, hiriendo a un hombre y persiguiendo al grupo hasta que pudieron alcanzar Calabasas.

A las 09:00 horas del 27 de abril, los chiricahuas se fueron al oeste, hacia el rancho ganadero de Artisan Leslie Peck [Santa Cruz County, Arizona], junto al río Santa Cruz. A primeras horas de la mañana, Peck y su vecino, Charlie Owens, habían salido a buscar ganado extraviado. Al acercarse, un joven guerrero se subió a una valla que rodeaba un corral y se sentó, empezando el perro a ladrar. La mexicana Petra, la esposa embarazada de Peck, dijo a su sobrina de 10 años, Trinidad Verdín, que fuera a ver qué pasaba, diciendo esta que veía a un apache cerca del gallinero. Petra salió corriendo con su niña de dos años en sus brazos. El apache disparó y la mató. Después cogió al bebé por las piernas y aplastó su cabeza contra una pared de adobe. Parece ser que el guerrero hablaba algo de inglés. Trinidad corrió al interior de la casa y se escondió debajo de una cama, entrando los apaches a saquearla. Uno de ellos encontró a Trinidad, la arrastró por los pies, y cuando estaba a punto de matarla, Gerónimo le perdonó la vida. La sentó en la grupa del caballo de Chappo, su hijo. Antes de irse saquearon la casa, llevándose 12 caballos, algo de ganado, un rifle Winchester y dos revólveres.

Después cabalgaron 3 km hasta el oeste de una loma, desde donde vieron a dos hombres sujetando un toro con un lazo. Eran Peck y Charlie Owens, quienes estaban desarmados. Owens les vio y gritó: “¡Indios, Peck! ¡Por el amor de Dios, corre!. Los apaches dejaron la cresta, cabalgando hacia ellos. Los dos hombres montaron en sus caballos para huir. Un disparo atravesó el cuello de Owens, matándolo. Otro alcanzó al caballo de Peck, derribándolo. Cuando llegaron los guerreros, empujaron a Peck con sus rifles para que se moviera. Le llevaron a una loma y formaron un círculo alrededor de él. Un joven apache que hablaba inglés hizo de traductor de Gerónimo, quien se dirigió a Peck llamándole “Mangas Coloradas porque llevaba ropa interior de color rojo debajo de su camisa, estando esta remangada.

Peck vio a su sobrina sollozando histéricamente montada tras un apache. El que traducía le avisó, bajo amenaza de muerte, que no hablase con su sobrina, pero esta le dijo lo que había pasado. Gerónimo dijo que él “era un buen hombre y que le perdonaba la vida, dejándole en ropa interior y quitándole sus botas. Solo Gerónimo supo por qué le dejó ir; quizás porque estaba desarmado; quizás porque sabía lo que era perder una familia; o quizás porque la ropa interior roja de Peck le recordaba, nostálgicamente, los tiempos que pasó con Mangas Coloradas. Pero hay una historia que contó la familia de Peck que dice que uno de los apaches le salvó la vida diciéndole que no fuera a la casa porque le matarían. Es posible que ese apache reconociese a Peck como la persona que antiguamente le hizo un favor, y estaría en deuda con él. ¿Es cierta esa historia?

Todo lo ocurrido fue horroroso pero el teniente Leonard Wood, lo agravó mucho más. Su relato, impreso en las “Personal Recollections and Observations of General Nelson A. Miles, decía así: “El rancho Peck fue rodeado por los indios, toda la familia fue capturada y varios de los peones fueron muertos. El marido estaba atado y obligado a presenciar torturas indescriptibles sobre su esposa hasta que ella murió. La terrible experiencia le volvió loco temporalmente y como los apaches… tienen temor de una persona loca, le dejaron libre; si no, nunca le habrían dejado vivo. Fue encontrado después por sus amigos deambulando por el lugar” [los apaches creían que una persona demente estaba poseída por el demonio, y que podía contagiarse, por lo que quizás Peck fingió estar loco, o sufrió una demencia transitoria]. Wood también escribió en su diario el 12 de mayo de 1886: “La madre fue ultrajada y asesinada, y el padre atado a un árbol, con la intención de los indios de torturarle, pero él se volvió violentamente loco y ellos le soltaron.

Cuando llegó a la casa, encontró todos los enseres destruidos y esparcidos por el suelo, y los cuerpos de su esposa y de su pequeña hija. El propio relato de Peck dice que se las apañó para llegar a Calabasas, medio desnudo y descalzo, siendo ayudado por sus amigos Quedó tan perturbado por la experiencia que no pudo volver a su rancho, no regresando nunca más.

Según Trinidad Verdín, los chiricahuas se dirigieron al sudoeste, hacia las Pajarito Mountains [Santa Cruz County, Arizona], una estrecha sierra de 16 km que va de este a oeste a lo largo de la frontera. Pero antes de llegar, unos pocos guerreros al mando de Gerónimo mataron, al día siguiente 28 de abril, a un hombre e hirieron a otro, llevándose 50 caballos cerca de Oro Blanco, a unos 16 km al oeste del rancho de Peck. Ellos, u otros miembros de su banda, mataron a ocho personas cerca del antiguo Fort Crittenden [Santa Cruz County, Arizona].

El 29 de abril, Gerónimo cruzó las Oro Blanco Mountains hacia las Pajarito Mountains. Atravesando las vías del ferrocarril al sur de Nogales, entró el 1 de mayo, en Sonora, por la Sierra El Pinto [municipio de Nogales, Sonora] para recoger, el 2 de mayo, a sus mujeres y niños. Por entonces, él y Naiche sabían que un destacamento estadounidense iba tras ellos. Era el capitán Thomas Coverly Lebo, con unos 30 “Buffalo Soldiers de la compañía “K, del 10º de Caballería, que les perseguía desde Calabasas, teniendo conocimiento de lo ocurrido en el rancho de Peck. Varios de sus soldados eran veteranos de la campaña de Victorio, seis años antes. Lebo no llevaba guías nativos, pero siguió las huellas de los apaches [estos habían abandonado lo que quedaba de los cuerpos de unos 30 caballos]. Lebo cruzó la vía férrea, acampando en el rancho La Arizona [municipio de Nogales, Sonora].

El 2 de mayo, Lebo realizó una dura marcha de 43 km sobre una complicada ruta que le llevó a la cara este de la Sierra de Pinitos [municipio de Nogales, Sonora]. A las 06:00 horas del 3 de mayo, levantaron el campamento dirigiéndose al cañón conocido hoy como Cajón de los Negros [municipio de Ímuris, Sonora], llamado así por el 10º de Caballería. Allí encontraron evidencias de la existencia de un campamento, siguiendo el rastro hasta el mediodía, cuando se encontraron con los chiricahuas a unos 180 metros de distancia, ocupando una fuerte posición tras las rocas, sobre la cima [sus caballos estaban agotados al igual que los de los soldados]. Lebo ordenó a sus soldados desmontar y prepararse para subir la pendiente que llevaba a la cima. Los soldados corrieron bajo un intenso fuego que mató al soldado Joseph Hollis, e hirió al cabo Edward Scott en la rodilla, destrozándosela.

Los soldados se parapetaron tras las rocas y respondieron al fuego de los apaches, mientras el cabo Scott estaba herido a la vista de todos. El teniente Powhattan K. Clarke fue en ayuda de Scott, rescatándole, por lo que conseguiría la Medalla de Honor. Ambos bandos estuvieron disparando durante una hora, parapetados tras las rocas, sin producir más heridos, cuando varios guerreros intentaron flanquear a los soldados para espantar sus caballos, pero Lebo lo evitó ordenando a un sargento que los trasladara a otro punto más abajo del cañón. Los soldados creyeron haber matado a dos apaches y herido a otro, pero Gerónimo y Naiche, con solo 16 hombres y dos jóvenes, y sin sufrir bajas, habían detenido la persecución de Lebo. Al final, los soldados llegaron a la cima para encontrar que los chiricahuas habían desaparecido, dirigiéndose de nuevo al oeste, hacia el distrito de Altar [Sonora].

Mientras, siguiendo con su táctica de no dar descanso a los chiricahuas, Miles había enviado otro destacamento para relevar a Lebo y seguir el rastro. El teniente Harry C. Benson, al mando de una compañía del 4º de Caballería y cinco exploradores apaches, se dirigió al campamento de Lebo. El 5 de mayo, los exploradores encontraron el rastro, el cual iba hacia el sur, “el peor territorio para viajar. Ese día tres mulas cayeron por los acantilados. Los exploradores estaban nerviosos por la cercanía de los “hostiles, desertando el principal explorador. Los chiricahuas habían realizado incendios para impedir su avance.

El 4 de mayo, Luis Emeterio Torres, gobernador de Sonora, envió un telegrama al general Miles: “Nuestras tropas estatales tienen órdenes de actuar en perfecto acuerdo con las suyas en la persecución de salvajes, hostiles, que parecen ahora más audaces y más decididos a luchar que nunca. Por favor infórmeme qué más puedo hacer para ayudarle. El mismo día, llegó a Fort Huachuca la orden de Miles de que el capitán Henry Ware Lawton se preparase para actuar contra los chiricahuas al sur de la frontera. El 5 de mayo, el periódico “The Washington Critic. publicó la noticia de que el delegado en el Congreso por Arizona, Curtis Coe Bean, había propuesto que el gobierno estadounidense ofreciese 25.000 $ de recompensa por la captura de Gerónimo.

El 9 de mayo, el prefecto del distrito de Altar [Sonora], Lorenzo Chavarín salió con 50 hombres encontrándose con el capitán Camberos en el rancho La Arizona de Barnett [municipio de Nogales, Sonora] mientras las fuerzas del distrito de Magdalena [Sonora], lograron establecer contacto con Gerónimo en el Cañón de las Avispas [Nogales, Sonora]. Cruzando a un lado y al otro del “Ferrocarril de Sonora, los chiricahuas los habían visto. El 11 de mayo, les esperaron entre las rocas, y en cuestión de minutos, los chiricahuas mataron a dos mexicanos e hirieron a tres hombres, uno mortalmente, llevándose 30 caballos. Esa misma tarde, una fuerza de Altar de 150 hombres, muchos de ellos nativos pápagos, se dirigió al lugar. Los chiricahuas abrieron fuego desde las alturas, haciendo que los mexicanos y los pápagos simplemente corrieran, dejando atrás 33 caballos y muchos de sus suministros. Al día siguiente, el comandante mexicano justificó su partida por  estar escaso de munición y provisiones. Los chiricahuas abiertamente mostraron a Trinidad Verdín, retando a los mexicanos a que fueran a rescatarla.

El día anterior, el 10 de mayo, el general Miles envió al capitán Henry Ware Lawton, del 4º de Caballería, tras Gerónimo. Llevaba 22 exploradores apaches, dirigidos por Tom Horn y 100 mulas con suministros, dirigidas por 30 empacadores civiles. Ese mismo día unos vaqueros informaron haber visto a toda la banda chiricahua con 70 caballos, a unos 40 km al sur de Nogales. Por la tarde, la avanzadilla chiricahua formada por seis guerreros atacó y mató a dos estadounidenses, Charles Murray y Thomas Shaw, a unos 4’8 km al sureste del Rancho La Arizona.

El 12 de mayo, Lawton encontró los cuerpos de tres mexicanos y dos estadounidenses. En un campamento  abandonado, encontraron un sombrero de mujer, creyendo que podía ser el usado por Trinidad Verdín. Lawton supuso que los chiricahuas continuarían al sur, a lo largo del río Magdalena, pero Gerónimo y Naiche habían cambiado de dirección, escabulléndose.

El mismo 12 de mayo, después de pedir ayuda a las fuerzas que habían venido de Altar [Sonora] y que estaban en el rancho La Arizona, tuvo lugar otro enfrentamiento en el mismo Cañón de las Avispas, comenzando el mismo alrededor de las 11:00 horas, durando todo el día. Alrededor de las 17:00 horas, los apaches empezaron a quemar el pasto como distracción para dar después un rodeo para atacar por la retaguardia. Dado lo avanzado del día, Lorenzo Chavarín ordenó la retirada al rancho La Arizona y al día siguiente se encontró con que los apaches, como acostumbraban, habían huido durante la noche, dejando únicamente 14 monturas de las fuerzas de Magdalena. Gerónimo recordaría en el futuro: “Los estadounidenses eran más duros, rastreándonos y combatiéndonos casi todos los días. Ellos tenían dos objetivos. Uno, lógicamente, sobrevivir, y el otro, enterarse qué opciones tenían de negociar con los estadounidenses. Esta última era claramente la decisión de Naiche, y la mayoría de los hombres le apoyaban, liderando un grupo al norte de la frontera. Sabían que los soldados patrullaban la frontera desde la actual Columbus [Luna County, New Mexico] hasta Nogales [Santa Cruz County, Arizona] pero aun así lo intentarían.

El 14 de mayo de 1886, se encontraban a 56 km al este, donde unos vaqueros del Rancho Milpillas [municipio de Santa Cruz, Sonora] los descubrieron. Un vaquero cabalgó hasta el campamento del capitán Charles Hatfield, situado sobre el río San Pedro, a 4’8 km al sur de la frontera, para avisarle. Una hora más tarde, Hatfield iba tras ellos con 34 soldados de la compañía “D, del 4º de Caballería. A la puesta del sol se encontraban a pocos kilómetros del rancho cuando un vaquero llegó con la noticia de que a las 15:00 horas de ese día, 10 chiricahuas se habían llevado 30 caballos en dirección al este de Santa Cruz.

A las 04:30 horas del 15 de mayo, el destacamento de Hatfield, guiado por dos mexicanos, Ramón Moreno y Xabier Méndez, siguieron sus huellas. La naturaleza del terreno hizo que gran parte de la persecución se hiciera a pie, llevando los caballos de las riendas. Hatfield ordenó que unos soldados llevasen de las riendas todas las monturas [cada soldado siete u ocho], yendo el resto de los hombres hacia adelante. Sobre las 09:00 horas llegaron a una sierra de unos 2.000 metros de altura, cuando los mexicanos subieron a una cresta y descubrieron el campamento apache. Pero el centinela chiricahua los vio, dando la alarma. Cogieron sus armas y trasladaron a las mujeres y a los niños a la retaguardia, fuera de la vista de los soldados, comenzando a dispararles desde una distancia de entre 180 y 275 metros. Los dos exploradores mexicanos vieron a Naiche y a Gerónimo usar sus prismáticos para analizar la situación. Estando Hatfield en terreno más alto, y tras un breve intercambio de disparos que no produjo heridos, los chiricahuas se dispersaron, dejando atrás 21 caballos, 15 sillas de montar, mantas y comida. Gerónimo diría: Nos sorprendieron a eso de las 09:00 horas de la mañana, capturaron todos nuestros caballos [19] y nuestra reserva de carne seca. Perdimos a tres apaches en ese enfrentamiento. [Esta afirmación de Gerónimo es un fallo de traducción o un fallo de memoria, ya que ningún hombre chiricahua falleció en combate durante la etapa del general Miles]. Hatfield informó de la captura de 21 caballos [dos más de los que diría Gerónimo] y el equipo del campamento, creyendo erróneamente que en él había 70 apaches [lo que sería casi el doble de su número real].

Hatfield decidió continuar hasta Santa Cruz, la localidad más cercana. Al mediodía, a unos 4’8 km de la población, Gerónimo y Naiche devolvieron el golpe, atacándole en un manantial de un estrecho barranco, donde mataron a dos hombres, hirieron a otros dos, y recuperaron sus caballos y suministros, además de llevarse cuatro caballos más, uno de ellos la montura de Hatfield. Gerónimo diría: Les atacamos por detrás cuando pasaban por una pradera, matamos a un soldado, y no perdimos ningún guerrero. En esa escaramuza, recuperamos todos nuestros caballos, excepto tres que me pertenecían. El enfrentamiento ocurrió así: Hatfield asignó algunos hombres a custodiar las capturas y sus propios caballos y mulas, hasta que volvieron a un terreno más llano. Luego reorganizó su pequeño destacamento en tres grupos. Un sargento y 14 hombres a pie para hacer frente a cualquier escaramuza. Estos iban precedidos por un solo hombre a caballo, y flanqueados por dos soldados a caballo a cada lado, acompañados por Moreno y Méndez. Hatfield con 12 soldados, iba a cargo de los caballos de los soldados; seguido por siete hombres, conduciendo la recua de mulas y los caballos capturados. El destacamento tenía que pasar por un terreno escabroso antes de llegar a la relativa seguridad de la población de Santa Cruz. Pasando a través de un estrecho cañón, la vanguardia encontró un manantial, con suficiente agua para abastecer las necesidades de hombres y animales, ya que habían estado sin agua durante más de 24 horas.

Los apaches se habían adelantado al destacamento, observando los movimientos de Hatfield y tomando posiciones sobre esa fuente, previendo que la iban a usar. Dejaron que la vanguardia bebiera y siguiera adelante, igual que los dos grupos con los caballos. Los apaches permitieron a Hatfield que diera de beber a los caballos de los soldados, y solo atacaron cuando el último grupo de siete hombres llegó al manantial con la recua de mulas y los caballos capturados.

Abrieron fuego desde las rocas, provocando el temor entre los soldados cuando fue herido su sargento. Tanto Hatfield como el último grupo fueron inmovilizados durante media hora, antes de que varios de los soldados que iban por delante volvieran y ayudaran a los que quedaron atrás. Esto implicó un fuerte tiroteo durante el cual, un soldado cayó herido y murió cuando iban a rescatarlo. Hatfield ordenó a los demás retirarse. Hatfield tuvo dos hombres muertos y dos sargentos heridos, y perdió sus mulas [que llevaban la comida y las municiones] y los apaches recuperaron sus caballos. El capitán también perdió su propia montura, y tres caballos de los soldados que quedaron atrás al calor de la acción.

Sobre las 11:00 horas del día siguiente, 17 de mayo, el teniente Robert A. Brown, y soldados de la compañía “I, del 4º de Caballería, sorprendieron a los chiricahuas que estaban descansando en un arroyo en las estribaciones occidentales de la Sierra de Cananea [municipio de Cananea, Sonora]. Se apoderaron de cinco caballos [dos de los cuales pertenecían a soldados de Hatfield], siete rifles Winchester, munición, y unas pocas sillas. Los soldados vieron a Gerónimo saltar sobre una mula blanca y escapar. Esa noche reemplazaron sus pérdidas, llevándose 25 caballos de Santa Cruz. Fue en este asalto o durante el primer enfrentamiento con Hatfield que Naiche perdió a unos de sus mejores amigos, Tah-ni-toe, un miembro de su banda. Su caballo resultó muerto de un disparo, perdiendo su arma. Durante la confusión se quedó aislado del resto. Pudo haberse reunido con los demás, pero estaba harto de huir y añoraba a su mujer, E-dood-lah, a la que no veía desde hacía exactamente un año. Ansioso por ver a su familia, había pedido a Crook, en el Cañón de los Embudos, que la enviase a Fort Bowie para reunirse con él, pero al huir, todo cambió. Decidió ir a Fort Apache aunque fuera andando [Miles identificó a este hombre como Kayitah, pero estaba equivocado, ya que Kayitah había permanecido en la reserva, sirviendo como explorador con el teniente Britton Davis].

Después del enfrentamiento con Brown, Naiche intentó una arriesgada maniobra. Envió cinco hombres al este, a la Sierra de San José [municipio de Naco, Sonora], desde donde planeaban entrar en Arizona para llamar la atención de las tropas que estaban a lo largo de la frontera. Él y Gerónimo, con la mayoría de su gente, continuarían hacia Nogales. No se sabe quien lideraba a este pequeño grupo, pero pudo ser Atelnietze, quien contaba con la total confianza de Naiche, llamándole “hermano. Durante ese día, 17 de mayo, los cinco guerreros encontraron a cinco mexicanos con una reata de mulas cargadas con mescal. Los apaches mataron a dos de los mexicanos que iban armados y capturaron a los otros tres, atándolos. El jefe, después de beber gran cantidad de mescal los soltó, diciendo: “Os podéis ir; no teníais rifles, así que no os haremos daño. A primeras horas de la mañana del 18 de mayo, entraron en Arizona a través de las Mule Mountains [Cochise County, Arizona] y enseguida robaron caballos en Antelope Springs, 19 km al este de Tombstone [Cochise County, Arizona]. Llevaron los caballos a las Dragoon Mountains donde el 19 de mayo hirieron a un hombre y mataron a Fred Latley en Granite Springs. Después descansaron unos días, esperando reunirse con Naiche, al norte de las Dragoon Mountains.

Mientras, Gerónimo y Naiche fueron hacia la frontera. Pasaron la noche del 17 de mayo al sur del Rancho Buena Vista, el lugar por donde cruzaron la frontera tres semanas antes. Ellos giraron al suroeste con Trinidad Verdín viajando con ellos. Llevaban un día de ventaja al destacamento del capitán Lawton. Esa tarde, cuando estaban a punto de cruzar las vías del ferrocarril y dirigirse al oeste, vieron a dos vaqueros, los hermanos Andrade, yendo hacia ellos. Gerónimo y Naiche enviaron un pequeño grupo para emboscarles. Los primeros disparos mataron a uno de los hermanos, mientras el segundo se protegió tras un árbol para defenderse tenazmente antes de caer.

Al día siguiente, 18 de mayo, los apaches bordearon la parte norte de la Sierra Cibuta [municipio de Nogales, Sonora] yendo luego al noroeste a través del Cañón Las Planchas [municipio de Nogales, Sonora] donde mataron a dos estadounidenses, J. Sullivan y D. McCarty, y a Torcuato de la Huerta, un empleado de Guillermo Barnett, dueño del rancho La Arizona, enviado para avisar a las poblaciones mineras. Los chiricahuas iban tan rápido que dejaron los caballos ensillados de los hombres muertos, los cuales espantados huyeron del lugar. Un destacamento militar mexicano encontró los caballos con sangre y los cuerpos de los tres hombres. Por orden del gobernador, el prefecto de Magdalena se dirigió a Ímuris [Sonora] a buscar más refuerzos.

Al final de ese día, Gerónimo y Naiche entraron en Arizona a través de las Pajarito Mountains [Santa Cruz County, Arizona], dirigiéndose al Bear Canyon [Pima County, Arizona]. Lawton seguía fácilmente su rastro por los cadáveres sacrificados del ganado que los chiricahuas dejaban por el camino. En ese momento, con la deserción de Tah-ni-toe, y la incursión de los cinco guerreros que estaban haciendo la maniobra de diversión en las Dragoon Mountains, los chiricahuas sumaban 34 individuos. Gerónimo no quería abandonar México hasta pactar unos términos aceptables con un oficial en el que pudiera confiar, por lo que volvió a Sonora con dos hombres, dos mujeres, un niño, y con Trinidad Verdín, dirigiéndose a los alrededores del Rancho La Arizona. Naiche quería explorar la situación existente en Fort Apache, indagar cómo estaba su familia, y quizás tantear las propuestas de paz del general Crook [no sabía que estaba en Nebraska].

El grupo de Naiche [27 en total] fue hacia el norte y cruzó las Santa Rita Mountains [Santa Cruz County, Arizona] hacia las Whetstones Mountains [Cochise County, Arizona], donde el 20 de mayo mataron a tres mexicanos. Dos días después, a primeras horas del 22 de mayo, asaltaron el Rancho Telles, en las estribaciones del suroeste de las Rincon Mountains [Pima County, Arizona], donde en esas montañas escondieron a las mujeres y los niños.

Capturaron a un muchacho de siete años, hijo de Juan Gastelo; y apedrearon a su madre, que escapó con unos pocos moratones. Un grupo de 17 hombres persiguió a los chiricahuas durante unos 16 km, alcanzándoles cuando estaban asando carne de vaca, huyendo y dejando ocho caballos y al chico detrás. Esa noche, Naiche y cinco guerreros se dirigieron a las Whetstones Mountains donde al día siguiente se reunieron con el grupo incursor de las Dragoon Mountains, sumando entonces 11 hombres, yendo todos hacia el norte.  

El 23 de mayo, mataron a Frank Thurston, a 16 km al sur de Fort Thomas [Graham County, Arizona], mientras estaba encendiendo un horno de cal. También pasaron por el asentamiento mormón de Curtis [hoy llamado Eden, Graham County, Arizona], en el lado norte del río Gila, llevándose varios caballos. A las 19:00 horas del mismo día, ocho guerreros [Naiche había enviado a tres de ellos de vuelta a las Rincon Mountains para escoltar a las mujeres y a los niños de regreso a la frontera] cruzaron el Black River y acamparon en una aislada zona al noreste de la unión de los ríos Little y el Big Bonito. Al anochecer del 25 de mayo, llevaron sus caballos a un prado y escondieron las sillas, bridas, mantas, y suministros entre los árboles y arbustos bajo una cresta de un cañón boscoso, cerca de la cabecera del Bonito Creek, al sureste de Fort Apache, dirigiéndose a pie hacia los campamentos chiricahuas, a unos 11 km de allí.

Tres semanas antes, Cooney, el sargento de exploradores que estaba con Noche al mando del teniente William Ewen Shipp, había ido a San Carlos para llevar a las mujeres y niños parientes de los “hostiles de vuelta a Fort Apache. Así que cuando Naiche se deslizó al interior del campamento, donde estaba su antiguo grupo, ahora encabezado por Bish-to-yeh, vio a su madre Dos-the-seh, y a otros parientes, descubriendo que Crook había enviado al resto de su familia lejos. Naiche estuvo poco tiempo, enterándose de que los exploradores chiricahuas no estaban ya tras su rastro, yéndose de mal humor. Wade creyó que solo un hombre había entrado al campamento, pero eso no está claro.

Wade informó de todo esto a Miles, quien había salido de Calabasas para coger el tren hacia Willcox [Cochise County, Arizona]. Miles telegrafió a Wade diciéndole: “Sería importante atrapar a ese hombre [Naiche], sugiriéndole que enviase al chiricahua más anciano para que tomase contacto con los “hostiles pero después de dos noches hablando con los jefes chiricahuas, no pudo persuadir a ninguno para esa delicada misión. Finalmente, durante la tarde del 26 de mayo, dos mujeres accedieron a ir, Dos-the-seh [la madre de Naiche]; y otra mujer, cuyo hijo estaba con Naiche, pudiendo ser Et-tso-hnn, también conocida como Bonita [la madre de Fun]. Tenían que llevar el mensaje de que el grupo de Naiche sería tratado con justicia.

En la tarde del 26 de mayo, el capitán John T. Morrison, con soldados de la compañía “A, del 10º de Caballería, y 10 exploradores apaches, encontraron las sillas, los caballos y los suministros que Naiche había dejado atrás. Sus hombres dejaron todo como lo encontraron, limpiando cualquier rastro que delatara su presencia y preparando una emboscada durante toda la noche, esperando el regreso de Naiche. Morrison y sus hombres estaban impacientes. Finalmente, sobre las 07:00 horas del 27 de mayo, vieron a Naiche sobre el borde del cañón, en el lado opuesto a donde estaban. Naiche estudió la zona con unos prismáticos, y al no ver nada extraño, envió a un hombre hacia delante, seguido de otro. Comenzaron a descender en fila india por el sendero del cañón. Naiche iba al frente, mirando a todas partes, cuando de repente lanzó un grito de advertencia. Todos los apaches buscaron cubierta en la cima. Los hombres de Morrison dispararon sin alcanzar a nadie, montaron en sus caballos, y cabalgaron hacia la cima, pero los chiricahuas se habían ido. ¿Qué fue lo que vio Naiche? La versión más extendida sugiere que vio la huella de una bota que los soldados habían olvidado limpiar. Un periódico dijo que, a pesar de que Morrison decía a sus hombres que tuvieran paciencia, Naiche vio a un “Buffalo Soldier que, no pudiendo aguantar más, asomó su cabeza para ver a los apaches. Al final del día, los exploradores intentaron encontrar el rastro, el cual iba hacia el norte, a través de un áspero terreno.

Mientras esto ocurría, las madres chiricahuas fueron a buscar a sus hijos. En caso de encontrarse con soldados, llevaban un salvoconducto firmado por Wade. Dos días después, el 29 de mayo, regresaron, negando haber visto a sus hijos. A pesar de eso, Dos-the-seh pudo haberse reunido con Naiche, a tenor de lo que ella dijo a Wade: “Los hostiles tuvieron un fuerte susto [la emboscada de Morrison] y serán muy cautos durante unos pocos días. Ella pensó que permanecerían en las inmediaciones a menos que las tropas siguieran acosándolos. Tres meses más tarde, Dos-the-seh confirmó a Wade que había visto a Naiche, denominándole “hijo ingrato que no tendrá nada que ver con ella.

Naiche había ido al norte, posiblemente para rendirse. Cuando Miles recibió el primer informe de Wade sobre el “trabajo de Dos-the-seh, pensó que los “hostiles estaban pensando en rendirse, por lo que telegrafió a Wade indicándole términos más específicos que la original promesa de darles un justo trato. Las dos mujeres fueron otra vez, pero Naiche ya se había ido de la zona. El 30 de mayo, el grupo de Naiche, asaltó el rancho de Hampson, en el Eagle Creek, matando a dos estadounidenses antes de irse al oeste, hacia Fort Thomas. A primeros de junio volvieron a las Rincon Mountains, descubriendo que sus mujeres e hijos [25 personas] ya se habían ido a Sonora por ser demasiado peligroso esperales, no sin antes matar, el 1 de junio, a dos estadounidenses. Después fueron a las Pajarito Mountains, para cruzar desde allí la frontera. Mientras Naiche se dirigió al sur, matando el 3 de junio a Clinton H. Davis, a 6’5 km al este del Rancho Vail. Al día siguiente mataron a un hombre llamado Carr. Dos días después robaron caballos en los Ranchos Mathews y Courtney [en este último 40 caballos], en las Whetstones Mountains. El 6 de junio, mataron a un hombre llamado Thomas Hunt cerca de Harshaw [Santa Cruz County, Arizona], para luego irse a las Patagonia Mountains [Santa Cruz County, Arizona].

Al atardecer del 6 de junio, un destacamento de 26 hombres de la compañía “B, del 4º de Caballería, al mando del teniente Robert D. Walsh [del destacamento de  Lawton] y 13 exploradores apaches, interceptaron al grupo de Naiche cerca de las minas Mowry, en las Patagonia Mountains. Los chiricahuas saltaron de sus caballos y abandonaron todo, utensilios de cocina y harina incluidos, y huyeron a zonas más altas. Walsh recuperó seis caballos y cuatro mulas, que dio a sus exploradores para que los montaran, pero no pudo impedir que Naiche llegara a Sonora, a donde llegó a la mañana siguiente, 7 de junio, después de matar a 13 personas.

Antes, el 20 de mayo, Miles había preguntado al capitán Pierce que estaba en San Carlos: “¿Tiene alguien que pueda ir al campamento de Gerónimo?. Pierce contestó: “No hay nadie que se arriesgue a ir al campamento hostil. Quizás Kaahteney, que está en Fort Apache, lo intente. Aunque no quería usar chiricahuas, a regañadientes pidió al teniente coronel Wade sondear a los chiricahuas sobre la posibilidad de llevar un mensaje a Gerónimo. Wade habló a los jefes chiricahuas, pero no encontró mensajeros. Miles autorizó una recompensa de 2.000 $ por Gerónimo, vivo o muerto, y 50 $ por cada guerrero. El Secretario de Guerra rechazó la recompensa ofrecida por el general al no estar de acuerdo con ese método de actuación.

Cuando Miles oyó que los mexicanos estaban luchando con los apaches cerca de Tres Álamos, dijo al capitán Lebo que reclutase más mexicanos. Lebo podía ofrecer 4 $ por día y 2.000 $ si ellos capturaban a Gerónimo. Miles también autorizó al capitán Pierce que ofreciese una razonable recompensa a los apaches de San Carlos por la captura de Gerónimo. Aun así, ninguno accedió.

Miles, había enviado más soldados por tren a Agua Zarca [municipio de Nogales, Sonora] e Imuris [Sonora]. Estaban al mando del capitán Henry Ware Lawton. Con él iban el capitán Wirt Davis, y los tenientes Robert D. Walsh, Benson, y Leonard Wood, más 20 exploradores nativos [ningún chiricahua]. El jefe de la Gendarmería Fiscal, Miguel Ahumada, puso bajo las órdenes del cabo de 1ª Clase, Tranquilino Cuen, a 25 celadores montados y armados para perseguir a Gerónimo

Lawton persiguió a Gerónimo, quedándose con pocos suministros. El 19 de mayo, por única vez durante la campaña, los empacadores le fallaron. Envió al teniente Harry C. Benson a Nogales [Sonora] para averiguar qué había ocurrido, encontrando al oficial al mando borracho. Benson presentó cargos contra él [se suicidaría antes del juicio], luego cogió una parte de la recua de mulas y regresó con Lawton. Desde entonces, hasta el 5 de junio, la unidad había perdido el rastro de Gerónimo

El 29 de mayo, el fiscal general del Territorio de Arizona, Francis J. Heney escribió una carta a Miles en la que decía: Voy a convencerle de que Lebo, Davis y Lawton son unos ineptos oficiales o verdaderamente culpables. Los renegados estuvieron casi en poder de los ganaderos de los alrededores y, sin embargo, dijeron que los oficiales no hicieron absolutamente nada durante 24 horas.

La idea de que los oficiales del ejército estaban “permitiendo evitar la captura de Gerónimo caló también dentro de las filas del ejército. Se presentaron cargos contra el capitán G. E. Overton por cobardía y no ejercer sus funciones en la detención de los apaches “hostiles. Las acusaciones fueron interpuestas por el teniente John N. Glass, de la propia compañía de Overton. Los cargos fueron investigados, pero Overton no fue llevado a juicio. Aparentemente, había ciudadanos indignados por el fracaso de Overton de capturar a la banda de Gerónimo, y un artículo periodístico dijo: “El ejército está entre nosotros para proteger a nuestros ciudadanos de la masacre de los indios. No pedimos esto como un favor. Esto es un derecho que pertenece a nuestra ciudadanía. Esto es la excepción donde oficiales del ejército no están preparados y dispuestos a exponer sus vidas en defensa de ciudadanos del asesinato realizado por indios. Cuando esta excepción ocurre, es deber de todos los ciudadanos, por supervivencia, llevar ante los tribunales a cualquier oficial del ejército que ha actuado cobardemente, y ha dejado a los ciudadanos a la misericordia sensible de indios crueles.

Después de cruzar la frontera, el 7 de junio, Naiche llevó su banda al suroeste, bordeando la Hacienda San Lázaro, de camino a la Sierra de Pinitos [municipio de Nogales, Sonora], a donde llegó al final de ese día. Dos días después, el 9 de junio, llegó a su ranchería situada en la zona más alta de la Sierra Azul [municipio de Ímuris, Sonora], donde había planeado reunirse con Gerónimo, quien había estado tranquilo después de separarse de Naiche el 19 de mayo. Trinidad Verdín estaba con él. Ella contaría que habían viajado al suroeste, un territorio deshabitado al norte de Altar, una zona desconocida para ellos. Un hombre canoso iba de avanzadilla, probablemente Nat-cul-baye. Con ellos iban dos mujeres [probablemente una era Dejonah o Ejonah, esposa de Nat-cul-baye], un joven guerrero [probablemente Hunlona], y una joven muchacha. Trinidad recordaría que la trataban muy bien. Solo la riñeron una vez cuando dejó huellas en lugar de pisar sobre las rocas. Después de varios días deambulando, el pequeño grupo se dio la vuelta. El 27 de mayo, unos vaqueros de la Hacienda San Lázaro encontraron el rastro de Gerónimo, que iba a la Sierra de Pinitos, y desde allí se fueron a la Sierra Azul para reunirse con Naiche y con el grupo principal.

Dos días después, para confundir a sus perseguidores, la banda de 40 chiricahuas abandonó la Sierra Azul, dirigiéndose a la Sierra de la Madera [municipio de Ímuris, Sonora] donde, según Trinidad Verdín y los informes oficiales de Sonora, se dividieron en tres grupos. Trinidad recordaría que alrededor del 11 de junio, “un indio joven, alto, delgado y con la espalda un poco curvada, que a veces parecía dar órdenes [obviamente Naiche], se fue con seis hombres y algunas mujeres y niños, yendo a una alta montaña al suroeste. La montaña era seguramente un pico de la Sierra Cucurpe [municipio de Santa Ana, Sonora]. Trinidad fue al este con el grupo de seis apaches de Gerónimo. Un tercer grupo de nueve guerreros, con unas pocas mujeres, fueron al noreste. Los tres grupos planearon reunirse más al sur, cerca de la confluencia de los ríos Aros y Yaqui, al norte de Sahuaripa, donde decidirían el lugar al que ir.

Ese mismo día, 11 de junio, un grupo de chiricahuas robó ganado del rancho La Arizona [municipio de Nogales, Sonora] aunque su dueño, William Barnett, al mando de 30 hombres le persiguió y recuperó el ganado. En su huida, los apaches pasaron por la Mina del Promontorio, en donde mataron al vecino Santos García. 

El 15 de junio, un grupo de chiricahuas incursionó por el Pima County [Arizona]. Un equipo de vaqueros del Empire Ranch [Pima County, Arizona] y de otros ranchos cercanos [los vaqueros cuyos ranchos se encontraban en la misma dirección se ayudaban mutuamente], llevaba una manada de ganado que había estado pastando por las montañas y valles, a 40 km al norte de Pantano Station [Pima County, Arizona]. El general Miles había destinado tropas de caballería en los lugares o rutas que la banda de Gerónimo usaba para sus incursiones desde Sonora. Pantano estaba cerca de uno de esos senderos. Cuando el equipo de vaqueros llegó a Pantano, encontraron al capitán Thomas C. Lebo acampado allí con tres compañías de Buffalo Soldiers, del 10º de Caballería

Soldados y vaqueros cenaron y bebieron. Cuando llevaban poco tiempo durmiendo, llegó un anciano a caballo. Era Cal Mathers, padre del capataz del rancho. Estaba cubierto de sangre, al igual que su caballo y la silla de montar. Dijo que cuando los vaqueros salieron por la mañana con el ganado, él y su hijo Wallace decidieron llevar a pastar unos 15 de los mejores caballos, cerca de la vieja casa del rancho.  

Estaba sentado a la sombra de un gran roble, sosteniendo su caballo por las riendas, cuando vio a un apache que se dirigía hacia los caballos que pastaban tranquilamente. Mathers saltó sobre su caballo y empezó a guiar a los caballos hacia el rancho. Entonces apareció otro apache que, bajando de su caballo, comenzó a dispararle con un rifle Springfield. Mathers no iba armado, por lo que cabalgó hacia la casa, protegiéndose como pudo. Dijo: “Yo y el viejo Buck [su caballo] lo esquivamos, pero el apache disparó varias veces antes de alcanzarme. La bala pasó a través de su brazo izquierdo, rozando sus costillas. Wallace vendó la herida de su padre. Era una fea herida pero sin huesos rotos. Wallace decidió quedarse y proteger la casa, pero como su padre necesitaba atención médica, decidió que fuera a Pantano tan pronto como anocheciese. El viejo perdió mucha sangre en el trayecto de 40 km por el duro sendero montañoso, llegando bastante débil. Tenía más de 70 años.   

Despertaron a Lebo, informándole del hecho, llegando a la conclusión de que esos apaches formaban parte de la banda de Gerónimo que había estado atacando a través de las Oro Blanco y Santa Rita Mountains [las dos en el Santa Cruz County, Arizona] un poco antes y que probablemente irían hacia el sur por lo que Lebo partió hacia allí. Lon Mathers, un hermano de Wallace, decidió ir a ver si su hermano estaba a salvo, junto a dos vaqueros, Frank Farish y Fred Moore, acompañados por una compañía al mando del teniente Bigelow [un joven oficial recién salido de West Point]. De camino pasaron por el Pacheco Ranch [a 16 km] donde se encontraba Wallace Mathers con varios vaqueros del Empire Ranch. Farish y Moore regresaron a Pantano para cambiar los caballos y cuidar el ganado. Los hermanos Mathers continuaron con el teniente Bigelow.

El rastro de los apaches, unos 20 caballos, cruzaba la meseta entre Benson y Pantano, yendo hacia Kinneer Springs, al norte de las Whetstone Mountains [Cochise County, Arizona]. Por el camino, encontraron el cuerpo de un viejo y delgado caballo que habían matado con un cuchillo o una lanza. No era un caballo del Empire Ranch y, probablemente, había recorrido un largo trecho. Los apaches habían matado también una vaca en los alrededores, llevándose la piel. Encontraron huellas de un burro en ese lugar. A 4’8 km se detuvieron para dar descanso a los caballos junto a una fuente, donde había el cuerpo de un hombre y su perro muertos por los apaches [después se enteraron de que se llamaba Goldbaum, vecino de Tucson, y había sido buscador de oro en las Whetstone Mountains; y también que mataron a un compañero suyo, un escocés llamado McKinn en el camino a Benson el mismo día, cerca de Kinneer Spring, pero no encontraron su cuerpo]. Allí tres años antes, una banda apache entre los que se encontraban, Chihuahua, Jolsanny [Ulzana], Bonito y Chato, atacó un campamento de leñadores y carreteros, matando a cuatro hombres y robando 14 mulas. El propietario de las mulas era francés, siendo uno de los muertos. A partir de entonces, esa fuente fue llamada Apache Spring.

Siguieron avanzando, llegando a un lugar donde los apaches se habían detenido para asar la vaca que habían matado en el camino. Las hogueras aún ardían, habiendo trozos de carne y huesos esparcidos por los alrededores. Habían calzado los caballos robados con la piel de la vaca. Esta piel la ataban alrededor de los tobillos de los caballos justo por encima de la pezuña, sirviendo para unos días. Los mexicanos llaman a estos calzados “huaraches”. Los encontraron puestos en algunos de los caballos abandonados por los apaches. Había huellas de mocasines junto a un fuego, pudiéndose ver claramente donde un apache había estado sentado, masticando un tallo de mescal y escupiendo la pasta a su alrededor. Desde allí podía ver la llegada del destacamento hasta una distancia de por lo menos 3 km; y el polvo que levantaba, mucho más allá.

Estaba anocheciendo, y al no verse bien las huellas, y haber recorrido los caballos más de 80 km, Bigelow se dirigió a Fort Huachuca [Cochise County, Arizona] pensando que la banda de Gerónimo estaría lejos de allí. De hecho, al día siguiente atacó un campamento maderero a muchos kilómetros de distancia, en el extremo oeste de las Huachuca Mountains, no muy lejos de Fort Huachuca, matando a varios hombres pero perdiendo un guerrero. 

Los chiricahuas mataron también al Dr. Davis [hermano de  W. G. Davis, uno de los fundadores del “Consolidated Bank” de Tucson], cerca del Youtcy Ranch [Pima County, Arizona]. Davis viajaba desde su rancho en el río San Pedro a Tucson [Pima County, Arizona], en una carreta con mulas. El teniente Bigelow escribió un artículo para la “Outing Magazine” de New York, relatando estos hechos.

Mientras tanto, Miles estaba listo para enviar un destacamento a la Sierra Madre, creyendo que los chiricahuas con seguridad irían allí. Ahora sabría si su principal destacamento, liderado por Lawton y Wood, podría aguantar la dureza de una persecución de un enemigo que solo buscaba salvar la vida. En mayo, el destacamento de Lawton había cubierto 800 km persiguiendo a los chiricahuas. Necesitaba exploradores nativos y soldados de refresco para una campaña por el interior de Sonora. Al anochecer del 7 de junio, Lawton salió de Nogales para asumir el mando de la compañía del teniente Robert D. Walsh, quien estaba siguiendo a Naiche hacia la Sierra de Pinitos [municipio de Nogales, Sonora]. Al día siguiente descubrieron el rastro. Con él estaban unos 40 soldados y 20 exploradores apaches bajo los tenientes Leighton Finley y Walsh. El médico Leonard Wood cruzó la frontera el 12 de junio con la reata de mulas, varios días después de Lawton, quien por entonces había encontrado el abandonado campamento base en la Sierra Azul. El 18 de junio, el destacamento entró en un cañón cuando inesperadamente se topó con un grupo de mexicanos que había tenido un mortal encuentro con Gerónimo el día anterior.

Su jefe era Patricio Valenzuela, dueño de la Hacienda Agua Fría, situada a 12’8 km al este de Cucurpe [Sonora]. La noche del 16 de junio, sus vaqueros habían encontrado los cuerpos masacrados de una vaca y un buey en un lugar llamado Tapacadepe [?], donde encontraron huellas de cuatro apaches. Valenzuela reunió una fuerza de 21 hombres, a los que se sumaron nueve más con una mula cargada de cartuchos provenientes de Cucurpe. Los 31 hombres cabalgaron hacia el norte, alcanzando, al mediodía del 17 de junio, el Cerro El Gusano, de 1.476 metros de altura, donde se detuvieron para abrevar y dar de comer a sus caballos. Poco después reanudaron la marcha, alcanzando a los apaches que estaban descansando en una cresta. Rápidamente montaron, abandonando muchos enseres que fueron capturados por los mexicanos [sillas de montar, ropa, cafeteras, pólvora…], y se dirigieron al sur y luego al este, a un cañón en las montañas, bordeando el río San Miguel. Gerónimo ordenó avanzar por el cañón, llevando en su montura, tras él, a Trinidad Verdín. Los mexicanos dispararon contra los apaches que huían. Gerónimo vio caer a su esposa. Ella se había apartado con su caballo y disparó un revólver contra los mexicanos, pero una descarga la derribó, matándola. El caballo de Gerónimo tropezó con una piedra, tirándole a él y a Trinidad entre las rocas. Él huyó a pie llamándola, pero ella, muy magullada por la caída, corrió hacia los mexicanos, quienes por suerte, no la dispararon.

Valenzuela desplegó a sus hombres en dos grupos para rodear al apache sin saber que era Gerónimo. Yendo a pie, los mexicanos fueron hasta el final del cañón, donde Gerónimo se había refugiado en una cueva, estando quizás levemente herido. Rodeado, Gerónimo se agazapó con su fusil Springfield, 45-70 de Infantería, modelo de 1873, preparándose para el asalto que esperaba iba a ocurrir en cualquier momento, decidido a llevarse por delante a cuantos más mexicanos mejor. Valenzuela admitió que no podía verle, incluso con su catalejo. Había avisado a sus hombres que no se expusieran sin motivo. Uno de los vaqueros, llamado Francisco Valenzuela Munguía, levantó la cabeza para intentar verle cuando un disparo le alcanzó entre los ojos. Gerónimo realizó varios disparos más, matando a Francisco Quihuis y a Antonio Romero, e hiriendo a Tomás D. Hall. Cuando empezaba a anochecer, Patricio Valenzuela llamó a sus hombres. Con tres muertos y un herido, no quiso exponerse más, por lo que se retiró, aprovechando Gerónimo para huir en la obscuridad.

Al día siguiente, 18 de junio, el destacamento de Lawton se topó con el grupo de Valenzuela en el lugar del enfrentamiento. Los mexicanos confundieron al principio a los exploradores apaches con “hostiles, estando a punto de entablarse un tiroteo. Los estadounidenses vieron los cadáveres de los tres mexicanos y el de la mujer de Gerónimo, recién escalpada, porque Sonora aún pagaba recompensas por cabelleras apaches. Lawton interrogó a Trinidad Verdín, quien contó todas las acciones que Gerónimo y su banda habían hecho desde su captura. Dijo que los apaches se habían separado para huir de las tropas estadounidenses y, que los que estaban con ella, estaban buscando al resto de su gente. Lawton fue con Valenzuela a la Hacienda Agua Fría para esperar la llegada del teniente Harry C. Benson, con soldados y exploradores de relevo. Trinidad fue llevada a Saracachi [Agua Fría, municipio de Cucurpe, Sonora] y después a Magdalena de Kino [municipio de Magdalena, Sonora] a donde llegó su tío, Artisan Leslie Peck, para llevarla de vuelta a los Estados Unidos.

Hay dos informes que recogen las declaraciones de Trinidad Verdín. El primero, del subteniente Leighton Finley, del 10º de Caballería, realizado al día siguiente de su liberación, el 18 de junio de 1886, en un campamento sobre la parte superior del río San Miguel, en Sonora: “Tengo 10 años. Mi hermana, la señora Peck, estaba sentada en la casa, sobre las 09:00 en punto de la mañana, cuando el perro comenzó a ladrar. Mi hermano, el señor Peck, y su vaquero estaban fuera cuidando el ganado, y mi hermana, oyendo el ruido, dijo: ‘Vete a ver a qué ladra el perro’. Salí corriendo y vi a un apache sentado cerca de la esquina del corral. Llamé a mi hermana y le dije que había un apache allí. Mi hermana salió corriendo de la casa con su bebé en brazos. El apache disparó y mató a ambos. Después de matar a mi hermana y al bebé, el apache gritó a otros apaches – una gran banda de ellos – que estaban detrás del corral. Estos otros apaches aparecieron entonces y todos ellos saquearon la casa y me llevaron prisionera. Poco después vi a mi hermano, el señor Peck. Él estaba también prisionero, en manos de los apaches. Me habló preguntándome donde estaba el bebé. Yo le dije que el bebé estaba muerto. Los apaches me dijeron que me callara. No sé qué fue del señor Peck después de eso. No conté los apaches en ese momento. No sé cuántos eran. Creo que pudieron haber sido alrededor de 30 0 40. Había un gran grupo de ellos.

Después de dejar el rancho de mi hermano, la banda entró en las Pajarito Mountains [Santa Cruz County, Arizona]. No tuvieron ningún enfrentamiento, que yo sepa, antes de ir allí. Cuando me capturaron llevaba un sombrero adornado con una cinta negra. Los apaches me lo quitaron de la cabeza tan pronto como me capturaron. Un anciano gordo, bajo, fornido y de grandes mejillas [Gerónimo], parecía estar al mando de los apaches.

De las Pajarito, los apaches fueron al sudoeste, trasladándose hace unos tres meses, creo. Ellos no se han parado nada, estando en  movimiento casi todo el tiempo. Ellos han estado en silencio. No han atacado ningún lugar que yo sepa – quiero decir el grupo con el que yo estaba. En las Pajarito, la mayor parte de la banda se fue a algún lado. El grupo con el que yo estaba era el grupo que se fue al suroeste. Este grupo parecía perdido y no conocía el territorio por el que estábamos viajando. Este grupo estaba compuesto por tres hombres [uno de ellos el anciano bajo y fornido que parecía estar al mando], dos mujeres y una muchacha [de mi edad], y yo misma. Todo el grupo estaba montado y siempre han estado montados.

Ayer, cuando fui liberada, este grupo dejó las montañas por el otro lado del valle [Dolores] y fue al este. Las montañas que nosotros dejamos estaban al otro lado del río [Dolores]. El grupo vino en esta dirección, pensando en encontrar un rastro apache, y ellos escogieron el rastro mexicano y lo siguieron, confundiéndolo con un rastro apache, dirigiéndose hacia los mexicanos.

Yo he cruzado las vías del ferrocarril [Sonora] varias veces – unas cuatro veces. Ha pasado algún tiempo desde la última vez que lo crucé [de oeste a este]. Yo estaba con los apaches cuando dos vaqueros mexicanos resultaron muertos [probablemente los hermanos Andrade]. Fallecieron a la tarde, cerca de las vías del ferrocarril, algunos indios se quedaron detrás para matarles. Algún tiempo antes de esto yo vi, después de estar muertos, dos estadounidenses a los que habían matado los apaches, cerca de Agua Fría, yo creo. Cuando pasamos por donde estaban estos estadounidenses muertos, el grupo iba al suroeste. En ese momento había seis apaches montados en el grupo. No he conocido a ninguna otra banda además del grupo con el que he estado. No sé de ningún apache que haya resultado muerto.

Yo no he oído de ningún combate con soldados excepto una vez, y cuando aparecieron los soldados, todas las mujeres y los niños fueron enviados por delante, permaneciendo los hombres atrás para combatir. Esto fue después de que cruzáramos el ferrocarril, yendo hacia el oeste.

No sé donde iban los apaches o en qué dirección. Los apaches me han tratado muy mal. Me han tenido medio hambrienta y me han golpeado. El anciano que he mencionado me dio este golpe entre los ojos [mostrando un feo moratón]. Él me golpearía si me diría en lengua apache que hiciese algo que él deseaba que yo hiciera y yo no entendía.

Ayer, cuando los indios vieron a los mexicanos, vieron a los mexicanos primero, antes de que los mexicanos les vieran a ellos. El anciano dio orden de prepararse para combatir. Más tarde me llevó detrás de él en su caballo y subió a través del cañón. Después saltó del caballo y me dijo que le siguiera. Yo no lo seguí, sino que corrí hacia los mexicanos en su lugar.

Había también en el grupo en el que estaba un joven indio alto, esbelto, de pelo largo y espalda encorvada, que algunas veces parecía dar órdenes [Naiche]. Este indio dejó nuestro grupo hace siete días en un punto a poco más de medio día de marcha desde aquí al suroeste y subió a una montaña. Fueron con él seis hombres y algunas mujeres y niños.

El segundo informe fue realizado por el prefecto de Magdalena, J. Andrés Rivera, el 25 de junio de 1886, cuando Trinidad Verdín fue llevada a dicha localidad: “Al Secretario de Estado en Hermosillo:

En la Villa de Magdalena, el día 25 del mes de junio de 1886, llegó a esta prefectura la joven cautiva, Trinidad Verdín, quien fue capturada por los apaches en el rancho Peck, cerca de Calabazas, en los Estados Unidos, y que fue rescatada el 17 de junio por un destacamento de Cucurpe, que derrotó a los apaches. La muchacha hizo las siguientes declaraciones en esta oficina:

Cuando se le preguntó por su edad y si tenía padres o parientes cercanos, respondió que tenía 10 años y que no tenía padre ni madre, solo una tía – que la acompañaba hoy – llamada María Cuen, quien la había llevado al rancho Peck y dejada allí con su prima casada, Petra Cuen de Peck, y fue mientras ella estaba allí que los apaches atacaron y se la llevaron, matando a su prima y a la pequeña niña de su prima.

Cuando se le preguntó si ella vio como ellos mataban a su prima, respondió que cuando oyó a los perros ladrar, fue a la puerta y vio un apache cerca de la casa apuntando con un arma de fuego a la habitación donde su prima estaba ocupada con su máquina de coser. Asustada, corrió a avisar a su prima del ataque cuando oyó un disparo y vio a su prima caer. Entonces un indio entró corriendo, la agarró por la mano y desde que se la llevó, no supo si ellos mataron a la hija también. Ya que ella era solo una jovencita, no sabía la fecha del ataque, solo lo que había ocurrido a la mañana y que fue hace unos dos meses.

Cuando se le preguntó si ella sabía cuando capturaron al ciudadano estadounidense Arturo [Artisan Leslie] Peck, marido de su prima fallecida, contestó que mientras los indios la estaban llevando, vio dos de ellos sujetando a Peck. Luego le soltaron sin dejarle hablar con ella, pero ella no sabe por qué le soltaron.

Cuando se le preguntó por el número de apaches presentes en el ataque y la dirección en la que la llevaron, respondió que había alrededor de 15, que no tenían sus mujeres y familias  con ellos, y que ella es demasiado joven para saber a dónde iban o los lugares por donde pasaron. Todo lo que ella puede decir es que después de una semana, se juntaron con sus mujeres y familias, permaneciendo en algunas casas en un abandonado asentamiento. Ella no tiene ni idea de donde era e incluso en qué lado de la frontera estaba.

De sus propias indicaciones y evidente inocencia ante las preguntas que le hacen sus familiares, deducimos que no fue violada en ningún momento, probablemente por respeto por su tierna edad.

Cuando se le preguntó cuanta gente mataron los apaches durante el tiempo que estuvo con ellos, recuerda que mataron a dos vaqueros cerca de las vías del tren y unos pocos días más tarde a un ancianito que estaba cortando madera en un grupo de árboles. Ella no recuerda ni observó más muertes después de esas.

Cuando se le preguntó cuantos encuentros tuvieron con fuerzas opositoras, ella recuerda cuatro, incluyendo el que tuvo lugar cuando fue rescatada, pero no es capaz de describirlo, ya que estaba escondida entre los árboles y rocas con las otras mujeres.

Cuando se le preguntó si alguna vez el grupo en el que ella estaba se juntó con otra banda apache o esperaban hacerlo, ella dice que no, y al no entender su lenguaje, no podía saber si ellos esperaban hacerlo. Ella observó que, a veces, se dividían en pequeños grupos para ir a hacer sus incursiones y cuando se juntaban de nuevo, notaba la propiedad robada que habían conseguido, pero ella nunca fue testigo de esas incursiones.

Cuando se le preguntó qué señales usaban para saber cuando y donde se reagrupaban después de las incursiones, contestó que no lo sabía, solo que después de las batallas ellos hacían señales de humo y por lo que pudo entender, tenía algo que ver con el número de muertos, o una victoria, o quizás solo superstición.

Cuando se le preguntó si tenían algún escondite favorito al que iban para esconderse ellos o sus familias, dijo que no y que por el contrario ellos estaban siempre en movimiento durante las horas del día por temor a sus perseguidores y solo por la noche se detenían en un lugar que invariablemente abandonaban al día siguiente.

Cuando se le preguntó qué tipo de armas  usaban y para qué propósitos, dijo que la mayoría eran armas cortas, pero que todos las tenían, incluidos los niños, y también llevaban pequeñas herramientas para recargar.

Cuando se le preguntó si alguna vez algún no apache fue a hablar con ellos, dijo que nunca había visto a ninguno.

Cuando se le preguntó sobre cuántas mujeres había con ellos, dijo que todo lo que podía recordar era que toda la banda, hombres y mujeres, sumaban aproximadamente el mismo número que la fuerza que la rescató, 30 hombres. Sus niños consistían en dos chicos y tres chicas, todos de su misma edad y tamaño.

Cuando se le preguntó si era evidente quién era el líder del grupo, respondió que ellos dijeron que uno era Gerónimo y que un hombre mayor que Gerónimo solía ir delante de los demás, que él tenía un nombre en su propio lenguaje, pero que no podía recordar cuál era.

Cuando se le preguntó qué clase de comida comían y le daban a ella, mencionó carne de vaca, tortillas cuando tenían harina, y café que llevaban con ellos. Solo en raras ocasiones comían carne de caballo y solo cuando no tenían, carne de vaca.

Cuando se le preguntó si la golpeaban, cuando hacía algo que no les gustaba o si la maltrataban generalmente, contestó que la golpearon unas pocas veces porque no entendía lo que ellos querían que hiciera, pero solo la golpearon las mujeres. Ella no podía recordar a ningún hombre golpeándola, aunque los hombres la regañaban por pisar la tierra en lugar de las rocas y la hierba cuando iban a pie, para no dejar huellas. Ella siempre viajaba al lado de Gerónimo y su esposa, y fueron los dos los que cuidaron de ella.

Cuando se le preguntó si enviaban exploradores a las colinas para observar si alguien les seguía, respondió que ya que viajaba siempre con las mujeres, no vio nada de esto, ni sabía sus métodos de exploración.

Cuando se le preguntó si sabía o vio si Gerónimo estaba herido, dijo que en la última batalla estaba cabalgando en la parte de atrás del caballo de Gerónimo y que con una de las descargas de los soldados, Gerónimo cayó de su caballo y cuando intentó levantarse otra vez, habiéndose caído también ella del caballo, los soldados la rescataron, huyendo Gerónimo sobre su caballo sin prestarle ninguna atención, lo que le llevó a pensar que él estaba herido.

Cuando se le preguntó si vio cuando la mujer apache resultó muerta en esa última batalla, dijo que vio a la mujer bajarse de su caballo y que ella estaba sangrando y que poco después cayó en el lugar donde la encontraron muerta. También vio a los soldados cortarle la cabellera, pero que es todo lo que ella sabe sobre las preguntas planteadas a ella.

Esta es una copia del original que se mantiene en esta prefectura.

Hay un tercer informe, realizado por el prefecto de Magdalena, J. Andrés Rivera, el 21 de junio de 1886: “Al Secretario de Estado en Hermosillo:

Conforme a la fecha de ayer, el alcalde de Cucurpe informó a esta prefectura lo siguiente: 

Durante la noche del miércoles, 16 de junio, el guarda de la hacienda de Sarachi me envió una nota urgente, avisando que él y el mayordomo y sus vaqueros habían cabalgado ese día hasta un lugar llamado Tapacadepe, descubriendo una vaca muerta, propiedad del alcalde, con una bala entre su espaldilla. Una parte de sus costillas estaban cortadas y había señales de cuatro indios viajando a pie. Al enterarse de esto, Patricio Valenzuela y nueve hombres dejaron Agua Fría para reconocer el terreno y un poco más adelante se encontró un buey muerto, propiedad de Genaro Miranda. Este buey también había muerto por una bala.

Al recibir este despacho del guarda, envié nueve hombres armados al mando de Gabriel A. Sinohui, el tesorero de nuestra ciudad, alrededor de las 23:00 de esa misma noche. También envié una mula cargada con armas y cartuchos extras. Puse a Patricio Valenzuela al mando de todo el grupo, incluyendo a cualquier hombre que pudiera reclutar de la hacienda y de los ranchos vecinos.

En la mañana del 17 de junio, se añadieron 12 hombres más de Saracachi y Agua Fría, avanzando por la pequeña meseta de Tapacadepe para ponerse bajo el mando de Valenzuela. El número total era de 30 bien armados hábiles jinetes. El grupo fue de allí a El Gusano, donde pararon a abrevar sus caballos. Al dejar el manantial, se encontraron inexperadamente con tres indios con sus familias y con una manada de caballos sin bridas. Todo el grupo iba montado sobre caballos ensillados. Nuestros hombres atacaron, siendo capaces de recuperar toda la propiedad robada: sillas, valijas de ropa, cafeteras, pólvora, cebadores para rehacer cartuchos, una máquina para este mismo propósito, y varios otros interesantes utensilios. También mataron a una mujer india y rescataron a la muchacha que los apaches habían capturado en Calabazas cuando mataron a la familia Peck.

Al ser atacados, los indios consiguieron escapar por el terreno más escabroso y luego por el cañón en zigzag de El Gusano, a pesar de todos nuestros esfuerzos por detenerles. Nuestros hombres subieron las dos crestas que rodean el cañón, disparando a los apaches, siempre que el terreno lo permitía. El cañón se extiende hasta una distancia considerable hasta un callejón sin salida bien protegido, donde los indios montaron una emboscada. Nuestros hombres tenían órdenes de no precipitarse en ninguna emboscada o exponerse a simple vista. A pesar de eso, cuando un soldado, Francisco Valenzuela y Munguía, apareció por el borde del cañón, un apache le derribó de un disparo, rodando por el acantilado.

Los indios, o al menos uno de ellos – quizás el herido [Gerónimo] se arrastró hasta una especie de cueva donde no podía ser visto, incluso con nuestro catalejo. Con esta ventaja, comenzó a acosar a nuestros hombres mientras intentaban descender hasta el cañón, usando los robles y las rocas como protección.

Desde este mirador oculto, consiguió matar a otro de nuestros soldados, Francisco Quihuis, de Santa Cruz. Con otro disparo alcanzó a un soldado llamado Tomás D. Hall y poco después de que se pusiese el sol mató a otro soldado, Antonio Romero. Este fue el recuento final de nuestras pérdidas, tres muertos y un herido, en esa memorable marcha del jueves, el 17 de este mes. El enfrentamiento comenzó alrededor de las 14:00 y duró hasta la oscuridad, cuando tuvimos que levantar el asedio para ir de vuelta a por agua.

El capitán Valenzuela volvió ayer a Saracachi y a Agua Fría con la chica rescatada, las propiedades recuperadas, sus hombres y los caballos llevando su trágica carga. Envió su informe con mi tesorero el mismo día. Yo envío mi informe a Vd. en la prefectura de modo que el gobernador del Estado pueda estar informado.

A su vez, he transcrito este informe en la presente carta a su Secretaría para la información antes mencionada del Gobernador.

A 120 km al sureste del lugar del enfrentamiento entre Valenzuela y Gerónimo, el grupo de Naiche, de unas 20 personas, donde había siete hombres, había matado a cuatro mexicanos en un lugar llamado Escondida, entre Motepori y Banámichi. Fueron al sur, hacia la Sierra Aconchi [municipio de Rayón, Sonora], donde permanecieron poco tiempo para coger un viejo sendero apache hacia Tepache y entrar en la Sierra Madre. Mientras el tercer grupo había ido al Rancho Janaverachi de John Hohstadt, en el noreste de la Sierra de los Ajos [municipio de Fronteras, Sonora], donde sacrificaron varias reses antes de cruzar el río Sonora hacia la Sierra Manzanal [municipio de Arizpe, Sonora]. Su aparición en tres diferentes lugares confundió, al principio, al destacamento de Lawton y a las tropas mexicanas, pero sus perseguidores comprendieron que, tarde o temprano, buscarían refugio en la Sierra Madre. La única duda era saber dónde. ¿Podría ser la parte superior del río Bavispe, cerca de los refugios favoritos de Gerónimo, en la Sierra de Teras [municipio de Agua Prieta, Sonora], como muchos oficiales de Sonora predijeron? ¿O volverían al deshabitado territorio a lo largo del río Aros, donde Crawford los había encontrado? Lawton creía que los tres grupos se reunirían para erigir un campamento permanente, y entonces “habría una posibilidad de encontrarles.

El grupo de Gerónimo se reagrupó continuando su caminata hacia el este y luego hacia el sur, por el río Sonora, buscando a las otras dos bandas. En su huida mataron en la Sierra de Anivácachi [cerca de Fronteras, Sonora] a Jesús Gaxiola, quien llevaba un cargamento de mercancías. Después de encontrar a los otros dos grupos de chiricahuas, Gerónimo acampó en un aislado lugar entre dos alturas sobre el río Yaqui, a unos 10 km por debajo de su confluencia con el río Aros. 

El 22 de junio, el explorador civil Tom Horn y tres soldados llegaron a la Hacienda Agua Fría con un mensaje del teniente Benson, cuyo destacamento había acampado cerca de Cumpas [Sonora]. El 23 de junio, Lawton salió para el río Sonora. El teniente Brown, con 30 exploradores apaches y 19 soldados de Infantería de Fort Huachuca, se unió a él en Sinoquipe [municipio de Arizpe, Sonora]. Lawton envió al médico Leonard Wood con la compañía de exploradores de Brown a explorar la zona mientras él iba con la infantería y la caballería a Cumpas, donde acampó esperando su regreso. La lentitud de las operaciones estaba agobiando a Lawton, la comida era mala, los mosquitos no les dejaban dormir, y pasar de 45º era bastante común en esos días. Además, la moral de los soldados de Infantería era baja, estando a punto de amotinarse, a pesar de haber sido elegidos para una campaña en la que tenían que soportar los cambios del desierto a la montaña [Por alguna razón desconocida, no había ningún oficial disponible en Fort Huachuca para mandar la Infantería]. Wood llegó el 2 de julio, tratando a más de 100 personas en Cumpas y haciéndose cargo de la desmoralizada infantería.

Poco después de la llegada de Wood llegó un correo de Moctezuma con la noticia de que el 1 de julio, los chiricahuas habían matado a José Rodríguez en un rancho de mescal, cerca de Tepache, a 40 km al sureste. A última hora de la tarde del 6 de julio, Lawton salió para Moctezuma, con destino a Tepache, donde esperaba que sus exploradores encontraran el rastro. Sabiendo que la caballería sería inoperante en ese territorio montañoso, Lawton fue con el teniente Brown, una reata de mulas, 30 exploradores apaches, y a los 19 soldados de infantería al mando de Wood.

Habían avanzado varios kilómetros cuando llegó un correo del prefecto de Moctezuma diciendo que en un rancho de Tonibabi [municipio de Moctezuma, Sonora], a unos 13 km de allí, los chiricahuas habían disparado a un hombre a primeras horas del día. Asumiendo que eran los mismos que habían estado en Tepache, Lawton dio marcha atrás, dirigiéndose al rancho donde Wood extrajo una bala del hombro de un hombre. Cuando los exploradores encontraron el rastro, que venía del  norte, Lawton se dio cuenta de que había dos grupos de chiricahuas. Al día siguiente, 7 de julio, sus exploradores encontraron el rastro de dos caballos y una mula yendo hacia el sur. Aparentemente, era el grupo de cinco personas de Gerónimo. El 20 de junio, tres días después del enfrentamiento con los vaqueros de Valenzuela, Gerónimo se había dirigido al rancho de Leonardo Gómez, al norte de Arizpe. Gómez había visto el rastro de seis apaches yendo hacia el este. El 25 de junio, un destacamento había visto el rastro de seis apaches, dos a pie, cerca de Cumpas, dirigiéndose a la Sierra de Teras [municipio de Agua Prieta, Sonora]. Gerónimo estuvo allí poco tiempo, dirigiéndose al sur, hacia Tepache.

Los exploradores de Lawton tenían problemas en seguir el rastro. La estación de lluvias había comenzado, por lo que las torrenciales tormentas borraban las huellas. El 9 de julio, Laton y Wood fueron a Tepache para conocer las últimas informaciones, enterándose de que varios ciudadanos habían visto a unos chiricahuas el día anterior. Aunque los exploradores Western Apaches [ningún chiricahua] podían seguir el rastro, no conocían la zona, así que cuando los oficiales mexicanos ofrecieron los servicios de dos hombres que conocían el territorio, Lawton aceptó.

Los chiricahuas fueron al sureste, hacia el río Yaqui. Brown fue detrás, con sus 30 exploradores apaches, seguido por Lawton, Wood, 19 soldados de Infantería, y la reata de mulas, atravesando las peores montañas con los más escabrosos cañones, llevando solo camisetas por el calor y la humedad, encontraban un rastro tras otro, solo para que desapareciera después de haber llovido. El 12 de julio, alcanzaron el río Yaqui, encontrando un rastro de 20 animales que venían del oeste. Era el grupo de Naiche que iba a reunirse con los demás, como había pronosticado Lawton.

Al mediodía del día siguiente, 13 de julio, dos exploradores de Brown llegaron sofocados al campamento con buenas noticias. Habían encontrado el campamento chiricahua junto al río Yaqui, a unos 9’5 km más abajo de su unión con el río Aros. Lawton, que estaba a unos 12’5 km, partió inmediatamente con la infantería de Wood y los dos exploradores, quienes les llevaron hasta una cima, en la esquina noreste de la Sierra los Pavos [municipio de Sahuaripa, Sonora], desde donde podían ver el campamento chiricahua, encajonado entre dos lados por montañas. Wood vio hogueras para cocinar, caballos pastando, y hombres, mujeres y niños moviéndose por todos lados. Lawton y Brown idearon un plan para cogerlos entre dos fuegos. Brown y sus exploradores harían un movimiento de flanqueo por la izquierda para situarse aguas arriba, y Lawton y la infantería aguas abajo. Lawton, justo, había empezado a aproximarse a la ranchería cuando oyó disparos. Corrieron hacia el campamento, encontrándolo ocupado por los exploradores de Brown. Los exploradores habían abierto fuego antes de tiempo, haciendo que los chiricahuas huyeran río arriba. Capturó todo en el campamento, excepto a los indios… Todo el mundo estaba muy decepcionado, escribiría Wood en su diario. El destacamento se refrescó en el río mientras esperaba la llegada de la reata de mulas con las provisiones, la cual llegó a la medianoche. [Wood recordaría años después que una vez que los exploradores de Brown estuviesen en posición, él y Lawton llevarían a la infantería a un asalto frontal para empujar a los chiricahuas hacia los exploradores de Brown. Es más factible la versión de Lawton porque este escribió a su mujer al día siguiente].

Wood se enteró pocos meses después de que uno de los chiricahuas, que estaba fuera cazando, había descubierto su rastro, volviendo inmediatamente al campamento a dar la alarma. Naiche recordaría que su llegada le desanimó tanto que tuvo ganas de rendirse. Una mujer joven, embarazada de siete meses, tuvo que correr. Pocos meses después, Gerónimo expresaría su admiración por la obstinada determinación de Lawton. Gerónimo llevó rápidamente a toda la gente por un sendero entre el río y una escarpada garganta, dejando todo su equipamiento en el campamento, [utensilios, provisiones, y 19 caballos y mulas], excepto sus armas. Una vez más, Gerónimo consiguió con gran habilidad sacar a su gente de un campamento a punto de ser atacado. Perder dicho campamento y todo su contenido no significaba nada comparado con la vida de su gente. Gerónimo y su pequeña banda [los exploradores de Lawton calcularon que eran, al menos, 30 personas] continuaron por el río Yaqui, para luego subir por el río Aros. Los exploradores se quedaron con todo lo que capturaron en el campamento chiricahua, no esforzándose en seguir a la gente de Gerónimo. En realidad, el destacamento de Lawton necesitaba descansar, ya que había exigido un gran esfuerzo a sus hombres durante la marcha de aproximación a la ranchería chiricahua. De hecho, varios soldados llegaron exhaustos. El médico, Leonard Wood, estaba sufriendo los efectos de una picadura de tarántula que casi le hizo perder la vida; y en las siguientes semanas, fue Lawton quien casi falleció de enfermedad. La caballería, al mando del teniente Robert D. Walsh, se había reunido con él, pero estaba en tan mal estado que apenas podía cumplir cualquier deber. Durante las siguientes tres semanas, Lawton fue a lo largo del río Aros, esperando que los exploradores pudiesen encontrar el rastro. Pero los chiricahuas se habían ido de la Sierra Madre, yendo al oeste.

El 31 de julio, Lawton había escrito a su mujer diciendo que permanecería en las montañas hasta matar a Gerónimo o conseguir que se rindiera. Al día siguiente, se enteró de que el teniente Charles Gatewood estaba cerca con dos exploradores chiricahuas. Miles le había enviado para convencer a Gerónimo que se rindiera. Mientras el gobierno estadounidense planeaba trasladar a todos los chiricahuas fuera de Arizona.

Antes, a finales de mayo, el general Miles había pedido al capitán Pierce, en San Carlos; y al teniente coronel Wade, en Fort Apache, que tratasen con los jefes chiricahuas sobre un traslado a un indeterminado lugar. Esto alarmó a los jefes, especialmente a Zele y a Noche [uno de los principales exploradores de Crook], quienes consideraron la posibilidad de huir con sus seguidores [unos 110 en total] a Fort Union [Mora County, New Mexico]. Para evitarlo, Wade los encerró en el calabozo de San Carlos. Además, Loco, que tenía parientes en la Reserva Navajo, hubiera llevado allí a su gente si hubiera podido, especialmente a raíz de sus problemas con los White Mountain después de la incursión de Jolsanny [Ulzana]. Una mayoría de chiricahuas en Fort Apache hubiera estado de acuerdo en trasladarse a una reserva de New Mexico.

Con los “hostiles dirigiéndose a la Sierra Madre, Miles comprendió que las posibilidades de Lawton de acabar con ellos habían disminuido considerablemente. Había contratado a Tom Jeffords como asesor y enlace con los chiricahuas. Miles, aconsejado por Jeffords liberó a Zele y a su sobrino Noche, y les envió a Fort Apache. Luego invitó al agente especial L. Q. C. Lamar, Jr., hijo del Secretario del Interior, a visitar con él, Fort Apache, a donde llegaron el 30 de junio. Al día siguiente, junto a Jeffords, se reunieron con los principales hombres chiricahuas. La presencia de Jeffords [su antiguo agente] ayudó a Miles a ganarse su confianza. Lo que Miles les dijo les horrorizó. Debían ser trasladados a una nueva reserva por su propio bienestar. También dijo a los líderes que debían formar una delegación para ir a Washington para tratar con las autoridades las condiciones del traslado. Miles envió un telegrama al general Oliver Otis Howard haciendo hincapié en la importancia militar de la reubicación de todos los apaches. También solicitó autorización para enviar una delegación de chiricahuas a Washington para discutir su traslado de Arizona.

Miles sugirió al general Sheridan y al presidente Cleveland que todos los apaches fueran trasladados de Arizona al Territorio Indio [Oklahoma] en vez de a Florida: “Señor: Después de considerar el tema en todos sus aspectos, y, con el Sr. Lamar, del Departamento de Interior, examinando personalmente su condición, creo que se pueden trasladar fuera de las zonas de montaña de Arizona y New Mexico y ponerles dentro del control del gobierno, ya que no serán un elemento perturbador, o una amenaza para los asentamientos dispersos. Para hacer esto con su consentimiento sería más aconsejable y deseable, y después de visitar sus campamentos y hablar con sus líderes, he convencido a 11 [al final irían 13] de los principales hombres para ir a Washington, a cargo del capitán Dorst, para ver a las autoridades y comprobar lo que el gobierno haría por ellos, y lo que se podría esperar que ellos hagan, y para ver las tierras que el gobierno puede darles. Presumo que no es el propósito del gobierno mantener de forma permanente a los 72 apaches, en su mayoría mujeres y niños, en Florida, donde fueron enviados recientemente. Se trata de una raza de montaña, acostumbrado a altas latitudes, y en poco tiempo, lo más probable es que morirían si se les mantiene en Florida.  Si los apaches se encuentran permanentemente en un lugar saludable y adecuado a sus necesidades naturales, creo que los elementos hostiles se rendirían

Durante una segunda reunión, unos pocos días después, 10 de los principales hombres accedieron a ir, entre los que se encontraban Chato y Noche por los chokonen; y Loco, Kaahteney y Charley [Askadodilges] por los chihennes.

El 7 de julio, el general Sheridan manifestó al Secretario de Guerra, William Crowninshield Endicott sus dudas sobre la propuesta de Miles, sin embargo, el 10 de julio comunicó a Miles que autorizaba que una delegación apache viajase a Washington, encabezada por Chato. Saldrían el 13 de julio para Washington.

Mientras tanto, otra novedad tuvo lugar. El 1 de julio, Miles había hablado con Tah-ni-toe, el guerrero que había abandonado a Naiche a mediados de mayo, entregándose el 27 de junio. Tah-ni-toe había dicho que muchos hostiles estaban desanimados y ansiosos de rendirse. Esta afirmación dio a Miles la justificación [en caso de que Sheridan cuestionase su decisión] para adoptar medidas diplomáticas que ayudasen a terminar el conflicto. Por lo tanto, abandonó su táctica de lograr una victoria militar sobre los apaches “renegados, y recuperó la política de Crook de utilizar la diplomacia, consistente en buscarlos en México y convencerles de que se reunieran con él para intentar persuadirles de que se entregaran. Por eso pidió a los chiricahuas, voluntarios para llevar un mensaje a Gerónimo y Naiche. Miles quería hombres que hubieran estado con ellos, pero Tah-ni-toe, después de un largo viaje a pie desde México, no quiso tomar parte [estaba cultivando tranquilamente sus huertos]. Bonito no quería saber nada de los hostiles, ya que, recientemente, se había casado con una mujer White Mountain de la banda de Alchesay. En la primavera de 1886, llevó a su familia de nueve individuos, y se unió a la gente de su esposa, quien era también su gente por nacimiento. Después de oír hablar del traslado, dijo a Wade que estaba participando en la conferencia como un apache White Mountain y no como un chiricahua. Los chihennes de Loco, quienes habían respondido a la llamada de Crawford para servir como exploradores, tampoco querían servir de mensajeros. Sus hombres no querían a Gerónimo, a quien culpaban de la tragedia del Arroyo de los Alisos.

Solo quedaban los chokonen. Miles habló con Noche [a quien había conocido en Fort Bowie] y con Chato. Con Chiva demasiado viejo para ejercer el liderazgo, Noche había reemplazado a Bonito como jefe de su pequeña banda. Al día siguiente, 2 de julio, Noche recomendó a Kayitah, y Chato sugirió a Martine, quien se había casado con la viuda de Chinche. Ambos tenían parientes con los “hostiles y conocían bien a Gerónimo. Miles ofreció a Kayitah y a Martine 10 potros a cada uno, si encontraban a Gerónimo, y le convencían de que se rindiera. El 3 de julio, Miles pensó al principio enviarles a Fort Bowie, donde el teniente James R. Richards estaba a punto de partir para México con varios exploradores apaches. Sin embargo, se lo pensó mejor, decidiendo esperar hasta que eligiese a la persona que iba a dirigir la misión. Tom Jeffords podía ser una opción, pero la desestimó porque pensó en un militar para asegurarse el honor del éxito, para él y sus oficiales.

El 7 de julio, el teniente Thaddeus W. Jones alistó oficialmente a Kayitah y Martine como exploradores. Dos días más tarde, el 9 de julio, Miles les dio un salvoconducto que decía: A los oficiales y comandantes de las tropas de los Estados Unidos.

Sirva esto para certificar que los portadores, Kayitah y Martine, dos indios amigos, tienen órdenes de ir al campamento hostil de los apaches para comunicarles algo muy importante. Esto será su pasaporte y es deseable que se les dé la oportunidad para llegar a su destino y regresar a Fort Bowie.
En caso de que se reúnan con oficiales mexicanos, se solicita respetuosamente que se les garantice un viaje seguro.

Nelson A. Miles, General de Brigada, U. S. A..

Miles siguió el consejo de Wade de elegir al teniente Charles Gatewood para dirigir la misión. Con el general Crook cesado, Crawford muerto y Britton Davis ya civil, Gatewood era el único hombre disponible que podía tener una oportunidad de ir al campamento chiricahua y salir con vida. Miles se dio cuenta de que los apaches “hostiles no se reunirían con un oficial desconocido para ellos, y Gatewood tenía nueve años de servicio en la región, los tres últimos a cargo de la Agencia de Fort Apache. Gatewood conocía y era conocido por todos los miembros de la banda de Gerónimo, estaba familiarizado con sus familiares y amigos, al igual que con sus enemigos, y sabía de las dificultades que habían sufrido en las reservas. Miles no podía enviar a uno de los oficiales que había traído con él. Incluso el capitán Lawton no se había reunido nunca con el líder chiricahua. Ahora Gatewood mandaba una compañía de exploradores navajos en Fort Wingate [McKinley County, New Mexico]. Desilusionado, debilitado por reiterados episodios de reumatismo y otras dolencias, y menospreciando el trabajo de los navajos como exploradores, Gatewood quería marcharse del suroeste. Pero, estando en Albuquerque [Bernalillo County, New Mexico] en una misión oficial, fue llamado por Miles, que también estaba allí, reuniéndose ambos el 13 de julio, recibiendo la orden de ir con Kayitah y Martine a México. Según Louis Kraft, en su libro “Gatewood and Geronimo, el teniente pensó que “la misión sonaba como la tarea para un tonto, pero se vio obligado a aceptar de mala gana cuando Miles le ofreció nombrarle ayudante de campo. Antes de salir de Albuquerque, accidentalmente se reunió con George Wratten [entonces de 20 años], al mando de un cuerpo de exploradores nativos. Antiguo comerciante en San Carlos, Wratten conocía a los apaches tanto como Gatewood y hablaba su lengua, por lo que aceptó acompañarle. A pesar de que Miles no podía ofrecer condiciones a los “hostiles, autorizó una oferta con condiciones limitadas, la principal respetar sus vidas.

Tres días más tarde, Gatewood y Wratten se reunieron con Kayitah y Martine en Fort Bowie. Allí, Gatewood añadió a Frank Huston, un experimentado mulero, para encargarse de tres reatas de mulas. Miles había ordenado al comandante de Fort Bowie, Eugene B. Beaumont, que proporcionase a Gatewood mulas y suministros. Pensando que los chiricahuas podían capturar a Gatewood y usarle como moneda de cambio, le ordenó llevar 25 militares de escolta. Beaumont declaró que no podía prescindir de ningún hombre, pero aseguró a Gatewood que tendría una escolta de camino a México. Gatewood llevaba orden de unirse al teniente James Parker, cuya tropa del 4º de Caballería había seguido un rastro de seis apaches en México. Parker recibió orden de detenerse y esperar a Gatewood, y acompañarle al lugar donde estaban las huellas, que presumiblemente le llevarían a donde estaba Gerónimo.

El 21 de julio, Gatewood llegó a Carretas [municipio de Gran Morelos, Chihuahua] con Kayitah, Martine, George Wratten como intérprete, Frank Huston como mulero, y Tex Whaley un ranchero que haría de correo. Allí estaba Parker [el mismo que había conocido a Gerónimo en Fort Apache], quien dijo a Gatewood que el rastro que había seguido tenía tres semanas de antigüedad y las lluvias lo habían borrado. Gatewood no quería la escolta, por lo que dijo a Parker que volviera e informara de lo ocurrido. Parker se negó, si el general quería poner a Gatewood sobre un rastro, Parker encontraría uno, o al menos le pondría en contacto con Lawton, que seguramente podría encontrar otras huellas. Gatewood dijo que estaba enfermo para continuar, probablemente disentería. Parker respondió que permanecerían acampados hasta que Gatewood estuviera lo suficientemente bien para continuar. Seis días más tarde, Gatewood se había recuperado lo suficiente para partir. Con sus suministros embalados y los hombres montados en buenas mulas, partieron hacia la Sierra Madre. El 3 de agosto, llegó al campamento de Lawton, a unos 250 km de la frontera, cerca de la unión de los ríos Nácori y Aros.

Cuando Lawton se enteró de la misión de Gatewood se opuso firmemente, argumentando que sus órdenes venían directamente del presidente, encontrar a Gerónimo y matarlo, y no tratar con él. “Si encuentro a Gerónimo, lo atacaré. Me niego a tener algo que ver con este plan de tratar con él. Si quiere tratar con él, puede hacerlo con sus propios medios, dijo a Gatewood. Parker se quedó tres días con Lawton, diciéndole que el general Miles había cambiado su estrategia y que había que seguirla. Finalmente, Lawton aceptó llevar a Gatewood con él, y realizar la misión del teniente, solo si lo permitían las circunstancias. Gatewood protestó diciendo que no podía conseguir que sus dos exploradores chiricahuas, Kayitah y Martine, se acercasen a Gerónimo si Lawton insistía en atacarle. El 8 de agosto, Lawton decidió seguir el consejo de Kayitah y Martine y dirigirse al sureste, donde Crawford había encontrado a los chiricahuas. Dijo al teniente cirujano Wood que no tenía fe en la misión. Todavía no se encontraba bien, sufriendo una inflamación de vejiga que le molestaba al cabalgar, por lo que pidió un certificado médico a Wood que le permitiera renunciar a la misión y regresar a Fort Bowie. Wood se negó porque creía que la misión era la única esperanza de acabar con el problema de Gerónimo. Lawton, reconociendo que las perspectivas para una solución militar eran ahora menos prometedoras, comenzó a ver la misión de Gatewood de forma más positiva. Lawton escribió a su mujer: “Ahora que tengo a Gatewood conmigo, con la autoridad para comunicar con ellos y ofrecerles la oportunidad de rendirse, tengo gran esperanza de terminar la guerra pronto. Todo lo que quiero ahora es encontrar el rastro otra vez.

Avanzaron unos 13 km cuando llegaron dos correos de Sahuaripa informando de que los chiricahuas habían emboscado una reata de mulas cerca de Ures [Sonora]. Lawton ordenó a uno de sus correos, Billy Long, y al soldado Lawrence Vinton, que informase al teniente Benson que estaba en Oposura [hoy Moctezuma, Sonora] con el tren de suministros de su destacamento [de Lawton]; y después informaran al general Miles. Lawton dijo a Long y a Vinton que cabalgaran tan rápido como fuera posible, y si uno de los dos moría o no podía continuar, siguiera solo. También fueron instruidos para que se informaran por el camino de la ubicación exacta de los hostiles. En caso de tener noticias, debían contratar correos mexicanos para ir a donde Lawton para informarle.

En su camino hacia el norte, Long y Vinton contactaron con George Woodward, un ganadero californiano, cerca del pueblo de Huásabas [Sonora], informando que los apaches “renegados habían sido vistos en las montañas cercanas. Long y Vinton contrataron a uno de los vaqueros de Woodward para llevar este mensaje a Lawton, y después se fueron para ir con el teniente Benson. Durante una tormenta, Vinton se perdió. Calado hasta los huesos, enfermo y agotado, se arrastró debajo de una roca para pasar el resto de la noche y seguirles a la mañana siguiente. Poco antes de la salida del sol, llegando a una cima, se topó con los apaches “renegados. Sin embargo, se fue sin ser visto hasta que fue detenido por funcionarios civiles mexicanos, que pensaban que era un cuatrero. Finalmente, conseguiría reunirse con la columna de Lawton cerca de Fronteras [Sonora].

Lawton había girado sobre sus pasos para dirigirse a su antiguo campamento, al norte del río Aros. Esperaba tener noticias de que los “renegados estaban al norte o al oeste de él. Los 38 chiricahuas habían dejado la Sierra Madre, dirigiéndose a Ures. El 23 de julio, Naiche y Gerónimo emboscaron una reata de 60 mulas en un cañón de la Sierra Mazatán [municipio de Ures, Sonora]. Habían pasado tres años desde que los chiricahuas incursionaran en las cercanías de la antigua capital de Sonora [Ures]. Su sorpresa fue completa. Mataron a cinco hombres, huyendo otro hombre y dos mujeres. Los chiricahuas consiguieron muchas provisiones y monturas, empaquetando lo que necesitaban en 15 mulas, degollando a las otras 45.

Durante los próximos días, toda la banda estaba montada gracias a los ranchos cercanos a Nácori Grande [municipio de Villas Pesqueira, Sonora]. No encontraron resistencia porque Sonora había desplegado unidades de la Guardia Nacional hacia el sur para luchar contra los yaquis. Una semana más tarde, Gerónimo y Naiche estaban a 80 km al norte, en las montañas al este de Baviácora, donde tres mexicanos descubrieron el rastro de hombres, mujeres y niños. Después de descansar unos pocos días, dejaron el río Sonora y se dirigieron al noreste, hacia un lugar conocido, la escabrosa Sierra de Teras [municipio de Agua Prieta, Sonora], al sur de Batepito [municipio de Bavispe, Sonora]. Antes de llegar a su destino, Gerónimo y Naiche lanzaron cuatro ataques durante un periodo de cinco días, a partir del 8 de agosto. Ese día, 20 guerreros a caballo mataron a Antonio Vázquez y a Ramón Castillo en las minas de San Luis, cerca de Cumpas [Sonora]. Al día siguiente, emboscaron a Antonio González, un correo que llevaba despachos a Lawton, a pocos kilómetros al norte de Cumpas. Los primeros disparos mataron al caballo de González, pero él escapó a pie a Cumpas. El 11 de agosto, los chiricahuas estaban a 32 km al norte de Cumpas. A las 11:00 horas de ese día, Gerónimo y Naiche emboscaron a seis estadounidenses que habían salido de las minas de Santa Rosa para perseguirles. Al comienzo del enfrentamiento, uno de los estadounidenses se enfrentó a Naiche. Ambos dispararon al mismo tiempo. La bala del estadounidense impactó contra la mirilla trasera del rifle de Naiche, rozando su brazo y pecho antes de impactar en su pierna. Naiche falló el primer disparo, pero el segundo mató al estadounidense. Pocas semanas después, Naiche confirmó su participación en el enfrentamiento diciendo a un estadounidense que su oponente había sido muy valiente. El enfrentamiento duró cuatro o siete horas, dependiendo de la fuente, dejando a tres estadounidenses muertos [J. E. O’Brien, P. Hatcher, y John Thompson] y dos heridos [F. McMahone y John Off]. Otro hombre [James Kirk] escapó herido, cabalgando a Bacoachi para pedir ayuda. Además de las heridas de Naiche, Gerónimo también resultó herido. Los chiricahuas se llevaron los caballos y las armas de los muertos. Al día siguiente, asaltaron Turicachi [municipio de Fronteras, Sonora], llevándose algo de ganado. Su rastro iba hacia el norte, a Cuchuta [municipio de Fronteras, Sonora].

Allí, desde la cima de una cercana colina, Gerónimo dijo a tres vaqueros mexicanos del Rancho de Cuchuta que buscaban una tregua. Eran las primeras horas de la noche del 13 de agosto. Los vaqueros dieron la vuelta y se dirigieron a Cuchuta, dando la noticia al alcalde, José Ríos. Este salió con un pequeño grupo para hablar con Gerónimo, quedando en hablar, dos días después, con el prefecto de Fronteras. Al día siguiente, Antonio González, yendo a Fort Huachuca con los informes de Lawton, se reunió con Gerónimo [que tenía su brazo derecho en cabestrillo], Naiche, Nat-cul-baye, y tres vaqueros de Cuchuta. Al día siguiente, 15 de agosto, el prefecto de Fronteras se reunió con los jefes, quienes accedieron a esperar ocho días a que llegasen los términos del acuerdo del gobernador Luis Emeterio Torres. A pesar de que algunos de los apaches hablaban algo de español, las conversaciones se desarrollaron en ambas lenguas, actuando Nat-cul-baye [José María Elías] como intérprete.

Pero Gerónimo no pensaba rendirse a los mexicanos. Pocos días después, dos mujeres apaches llegaron a Cuchuta [otras fuentes dicen que a Fronteras] para comprar utensilios de cocina y alimentos que pagaron con dinero, mientras Gerónimo iba al este, a través de las montañas y acampaba cerca de la Hacienda Cuchuverachic [municipio de Agua Prieta, Sonora].

¿Quiénes eran estas dos mujeres chiricahuas? Según un informe mexicano, sus nombres españoles eran Felicitas y Cruz, pero según Kayitah y Martine, sus nombres apaches eran Tah-das-te [también llamada Dahteste] y Dejonah [Ejonah]. Tah-das-te estaba entonces casada con Ahnandia, un guerrero de Gerónimo, quien tenía su primera mujer en la reserva. Dejonah era probablemente la mujer hispanohablante de Nat-cul-baye [también llamado José María Elías]. Hay versiones que dicen que Dejonah era la esposa de uno de los dos hombres adultos [siete apaches en total] que evitaron la deportación a Florida, escapando la noche antes de llegar a Fort Bowie. La escritora Eve Ball sugirió que Dejonah era en realidad Lozen, pero la hermana de Victorio estaba en la reserva durante el final de la “Guerra de Gerónimo, siendo enviada a Florida con la banda de Loco. Pero Ejonah falleció en Fort Sill [Oklahoma] el 26 de agosto de 1900, según aparece en el libro de Alicia Delgadillo “From Fort Marion to Fort Sill, por lo que si Ejonah y Dejonah son la misma persona no pudo escapar a México.

Según la versión mexicana, Felicitas hablaba un buen español y era comunicativa. Cruz no hablaba con nadie pareciendo ser estúpida. Tenía amputada parte de la nariz según la costumbre apache cuando una mujer era acusada de infidelidad. Las dos mujeres eran “increíblemente feas. Si Felicitas era Tah-das-te, y viendo su foto, el informe mexicano hay que tomarlo con reservas. 

Antes, el 17 de julio, la delegación apache había llegado a Washington, a cargo del capitán Joseph H. Dorst, siendo instalados en el Hotel Beveridge, a ocho manzanas de la Casa Blanca. La delegación incluía a los cuatro principales líderes en Fort Apache, Chato; Kaahteney; Loco; y George Noche; más los importantes exploradores Askadodilges [Charlie o Ke-to-rilq-lez]; Nelson Gonaltsis [hermano de Chato, también llamado Patricio]; Paul Guydelkon [Ke-lilq-kau]. Otros hombres eran No-stle [Knox Nostlin]; No-talq; y Tom Chiricahua [Be-da-zis-shu]. Las mujeres eran Chiz-pah-odlee y Chish-odl-netln [hermanas entre sí y esposas de Loco. La 3ª esposa, Clee-hn permaneció en San Carlos cuidando al resto de la familia]; y Ke-nai-didlg [nieta de Loco].

Con ellos iban los intérpretes, Mickey Free [hablaba apache, español e inglés], Concepción [hablaba apache y español], Víctor Gómez y Sam Bowman [este hablaba un poco de apache, español e inglés].

El capitán Bourke se reunió con ellos e hizo de “Cicerone llevándoles a la ópera. La anécdota la protagonizaron Víctor Gómez y Concepción, que se quejaron del desorden del hotel, de las malas camas y peor comida, añadiendo que los platos estaban rotos y no había servilletas.

El 19 de julio, la delegación apache se reunió con el secretario de Guerra, William Crowninshield Endicott. Endicott entregó a Chato una medalla de plata de parte del secretario del Interior, Lucius Lamar, Jr. Una de las caras de la medalla tenía la efigie del anterior presidente estadounidense Chester Alan Arthur; y en la otra se veía a un colono señalando a un nativo la puerta abierta de su casa. Encima de ella estaba escrita la palabra ‘Paz’. La medalla estaba grabada con caracteres pequeños: Del Secretario Lamar a Chato‘. El capitán Bourke estaba presente en la reunión y proporcionó una transcripción.

El 26 de julio, Chato, Kaahteney y Askadodilges [Charley] se reunieron de nuevo con el Secretario de Guerra,  Endicott, haciendo Chato de portavoz, diciendo que querían vivir en Fort Apache, donde había buena hierba,  agua, y buenos sitios para plantar. También pidió que intercediera ante el gobierno mexicano para recuperar a su familia. Endicott prometió intentarlo.

Al día siguiente, 27 de julio, la delegación apache se reunió con el presidente Cleveland, quien afirmó que no había necesidad de discutir nada porque estaba todo decidido. 

El 30 de julio, el general Philip Henry Sheridan ordenó que la delegación apache fuera enviada a Fort Marion [St. Augustine, St. Johns County, Florida].

El 31 de julio, el general Sheridan telegrafió al general Miles pidiéndole su opinión sobre el plan de reubicación de los apaches. Miles respondió que Chato y los demás fueran enviados a Carlisle [Cumberland County, Pennsylvania]. Miles aún esperaba reubicar a los chiricahuas en el Territorio Indio [Oklahoma]. Se celebró una conferencia en la Casa Blanca con el presidente Cleveland, Endicott, Lamar Jr., y los capitanes Bourke y Dorst. Planearon enviar a todos los apaches chiricahuas, y también a la delegación de Chato a Florida. El capitán Dorst apoyó la reubicación afirmando que el resto de apaches estaba a favor de la reubicación de los chiricahuas porque si a estos se les permitía permanecer en Arizona, Gerónimo podría conseguir reclutas entre ellos. El capitán Bourke se posicionó en contra.

Lamar, Jr., dio a Chato un certificado de buena conducta en el que decía: “Departamento de Interior, Washington, 31 de julio de 1886. Esto es para certificar que conozco personalmente a Chato, jefe de los indios apaches chiricahuas, y que desde su regreso a la reserva en 1883, ha vivido en paz con la humanidad, ejerciendo en todo momento una buena influencia sobre su pueblo. Tiene la reputación de ser un hombre fiable y valiente. L. Q. C. Lamar, Jr..

Según Chato, Lamar Jr. le dijo que si necesitaba aperos de labranza no tenía más que pedirlo. Chato le habló de lo que necesitaba, y Lamar Jr. le dijo que cuando regresase recibiría todo eso. [Chato había dicho al secretario que no quería abandonar su hogar en Fort Apache]. Le dijo a Chato que volviera a casa, a su trabajo, para ocuparse de sus cosas.

El 2 de agosto, el capitán Dorst recibió la orden de llevar a Chato y a su delegación a la Escuela Industrial India de Carlisle [Cumberland County, Pennsylvania] para poder visitarla porque algunos de los miembros de la delegación tenía algún familiar allí. Luego tenía orden de llevarlos a la Reserva de San Carlos para ser arrestados allí. En esas fechas, ya había unos cuantos jóvenes apaches en Carlisle, internados varios años antes:

El 31 de julio de 1880: Nellie Carey [apache llegada de la Agencia Pueblo].
El 26 de octubre de 1880: Michael Burns o Bums [apache mojave].
El 8 de noviembre de 1880: Kesetta Roosevelt [apache lipán].  
El 2 de febrero de 1884: Cis-dot-te-hey [chiricahua, conocido como Lorenzo Bonito, hijo de Bonito]; Colton Baleazta o Balcalzah [apache San Carlos-mojave]; Guy Basket [Tonto Apache]; Given Bat [apache San Carlos]; Eben Beads [Tonto Apache]; Brian Early Bird [Tonto Apache]; Lucius Bird [Tonto Apache]; Constant Bread [Tonto Apache]; Mattew Broom [Tonto Apache]; Albert Cassadora [apache San Carlos]; Norman Cassadora [apache San Carlos]; Ada Fox Catcher [Tonto Apache]; Jim Fox Catcher [Tonto Apache]; Cul-hol-chee [chiricahua, llamado Roderic Fatty, hermano de Fatty e hijo de Gordo, muerto en México]; Isaac Cutter [Tonto Apache]; Dar-dis-pe-nay o Dadespuna [chiricahua, conocido como Dexter Loco, hijo de Loco]; Titus Deerhead [Tonto Apache]; Randal Delchey o Cork Screw [Tonto Apache]; Eva De-zey [apache San Carlos]; Hiram Doctor [Tonto Apache]; Amelia Elseeday [Tonto Apache-mojave]; Egbert Eskeltah [Tonto Apache]; Horace Eskiminzin [apache San Carlos]; Owen Fire [Tonto Apache]; Roland Fish [Tonto Apache]; Gos-cheese-zeyMabel Kelcusay [Tonto Apache]; Justin Head o Rat Head [Tonto Apache-mojave]; How-o-zin [chiricahua, llamado Parker Whitney West, hermano de Kaahteney]; John Hunterboy [Tonto Apache]; Is-kis o Sekis [chiricahua, llamado Wood Nashozey, hijo de Nash-slo-zey, un chihenne de la banda de Loco]; Is-thle-zey o Ida Whiteface [Tonto Apache]; Laban Locojim o Loco Jim [White Mountain]; José Nadilgodey [Tonto Apache-mojave]; Ralph Naltuey [Tonto Apache]; Na-tuzin [chiricahua-White Mountain, conocido como Lot Eyelash, sobrino de Bonito]; George Nyrnah [apache San Carlos-yuma]; Pete Ocotea [apache San Carlos-mojave]; Eustace Pelone [apache San Carlos]; Festus Pelone o Lizard [apache San Carlos]; Jonas Place [Tonto Apache]; Gilbert Pusher [Tonto Apache]; Obed Rabbitt [Tonto Apache]; Justin Shedee [Tonto Apache]; Stephen Smith [apache San Carlos]; Morgan Top Rock [Tonto Apache]; Work Together [Tonto Apache-mojave]; Victor Tozoski [Tonto Apache]; Donald Water [Tonto Apache]; Madoc Wind [Tonto Apache]; Reuben Whiteman [Tonto Apache]; Colton Wood [apache San Carlos]).

El 4 de agosto, el capitán Dorst llegó a Carlisle con la delegación de Loco y Chato. El 6 de agosto, Miles dio la orden de retener indefinidamente a la delegación en Carlisle, pero ya habían salido, encontrándose en Kansas de regreso a Arizona.     

El 11 de agosto, Dorst recibió la orden de llevar a la delegación apache a Fort Leavenworth [Leavenworth County, Kansas] y reunirse con el general Miles en Albuquerque [Bernalillo County, New Mexico]. Chato dijo que se sentía feliz y con ganas de llegar a su casa.

El 14 de agosto, Dorst se reunió con Miles en Albuquerque. A petición del presidente Cleveland, Dorst informó del “estado de ánimo de Chato y los demás apaches. Escribió que creían que residirían en Fort Apache [Navajo County, Arizona] pero que sospechaban que el gobierno quería hacer algo con ellos). 

El 16 de agosto, Dorst firmó con la delegación apache de Chato y Loco en Fort Leavenworth, un proyecto de tratado que les prometía una reserva y una compensación económica. Dorst les dijo que, cuando regresaran, el general Miles les daría una reserva de 155 km² con mejores tierras que la antigua. En esta nueva reserva Chato iba a recibir 50 $ al mes, y los demás, de acuerdo a su posición, 30 y 20 $ al mesChato supuso que se habían compadecido de ellos debido a su pobreza).

* A finales de julio de 1886, un ciudadano llamado Montgomery había decapitado a un apache entre el Eagle Creek y el Blue River ([ambos en el Greenlee County, Arizona]. Montgomery afirmó que había estado explorando una zona donde había hostiles y en una “pelea decapitó a uno de ellos [conservando la cabeza y llevando el cuero cabelludo en el cinturón]. Oficiales del ejército investigaron el caso, teniendo dificultades para determinar la ubicación exacta del enfrentamiento y, debido a la proximidad de una reserva india, pensaron que Montgomery había llegado allí y matado a uno por la recompensa como si fuese un apache hostil. El informe no indica si se hizo algo contra Montgomery o si recibió los 750 $ de recompensa. Sin embargo, no parece que los ciudadanos de Clifton [Greenlee County, Arizona] estuvieran agradecidos por lo que Montgomery había hecho. Un telegrama con fecha de 23 de julio, decía: “La última noche, ciudadanos de Clifton dieron 90 $ a Montgomery por llevar la cabeza india. Dice que está seguro que acertó [de un disparo] a otro. Otro telegrama fechado al día siguiente da incluso más detalles sobre el encuentro y parece confirmar las sospechas de la investigación: “El indio muerto por Montgomery era… uno de los cuatro apaches White Mountain de este puesto que habían ido a cazar… Estos indios eran pacíficos y no creo que le atacaran. Hasta donde yo sé, los indios estaban cazando y Montgomery estaba realizando una prospección del terreno cuando se encontraron, disparando y matando a uno de los indios).

* El 15 de agosto de 1886, Henry Ware Lawton y Charles Bare Gatewood llegan a Bavispe (Sonora) en su persecución de Gerónimo y su banda. (Partieron hacia Fronteras [Sonora], no solo por las noticias recibidas de los correos Long y Vinton, sino también porque los apaches Kayitah y Martine habían hablado con algunos mexicanos, enterándose de que Gerónimo estaba allí, tratando su rendición con el gobierno de Sonora.

El 17 de agosto, Gerónimo fue visto a 24 km al sur de Fronteras, en el camino principal a Nacozari [Sonora]. Poco después, la mejor pista sobre el paradero de los chiricahuas provenía nada menos que del general Miles. Un despacho del gobernador de Sonora del 18 de agosto alertaba a Miles de que los chiricahuas estaban tratando de hacer las paces con su gobierno en Fronteras. Geronimo y Naiche habían gritado a tres vaqueros desde lo alto de una colina diciendo que querían hacer la paz. Más tarde, enviaron a dos mujeres a esa población para comprar provisiones y mescal. Uno de los exploradores apaches de Lawton, camino de Fort Huachuca, confirmó el informe. Había encontrado a Gerónimo y a Naiche con una docena de chiricahuas camino de Fronteras. Parecían agotados y hambrientos y le dijeron que querían hacer la paz. Gerónimo llevaba su brazo derecho en un cabestrillo. El explorador apache describió este incidente a Miles en Fort Huachuca.

Los chiricahuas estaban cansados de vagar, y muchos, especialmente Naiche y Gerónimo, anhelaban ver a sus familias [estaban en Florida con la gente de Chihuahua que se había rendido al general Crook. Eran las mujeres y niños capturados en los ataques de junio y agosto de 1885, y retenidos en Fort Bowie por Crook]. Estaban decididos a rendirse, pero necesitaban hacerlo ante un estadounidense en el que pudieran confiar. Ese hombre pronto llegaría.

Mientras Gerónimo y Naiche esperaban que las dos mujeres llegaran de Fronteras con las provisiones y mescal, Luis Emeterio Torres, el gobernador de Sonora, envió las condiciones de paz. Ofreció un armisticio a cambio de la promesa de entregar sus armas y dirigirse a un designado lugar donde oficiales mexicanos les cuidarían y abastecerían de lo necesario. Torres ordenó al prefecto de Arizpe, Jesús Aguirre, que propusiese estos términos a los chiricahuas. Por supuesto, Torres no tenía intención de cumplirlos. La política oficial mexicana con los apaches cautivos, como tantas veces, era matarles o enviarles a una prisión de por vida en Ciudad de México, como ocurrió con los hijos de Juh a finales de 1885. Torres no reveló su plan a Aguirre, quien suponía que iba a plantear a Gerónimo los términos del acuerdo. Si este los rechazaba, Aguirre tenía orden de desplegar más tropas con el fin de acabar con toda la banda.

En caso de que la recompensa actual de 300 pesos fuera insuficiente incentivo, Torres la incrementó a 500 pesos. Aguirre se dirigió a Fronteras, donde el 21 de agosto recibió un telegrama con los términos del gobernador. Si Gerónimo aceptaba, Aguirre enviaría a los chiricahuas con una escolta a Ures. A dos días de acabar el plazo del alto el fuego, Aguirre fue a Cuchuta, pero Gerónimo se había ido de la zona. A primeras horas de la mañana del 21 de agosto, las dos mujeres chiricahuas [Felicitas y Cruz o Tah-das-te y Dejonah] y dos guerreros que Gerónimo había enviado en su busca, salieron de Fronteras hacia su campamento. En ese momento estaba allí el teniente estadounidense Wilber E. Wilder con un pequeño destacamento, hablando la noche anterior con los cuatro apaches, a los que informó de las condiciones que ofrecía Miles [presumiblemente que respetaría sus vidas]. Wilder convenció a las autoridades mexicanas de que dejasen ir a los chiricahuas para que fueran al campamento de Gerónimo con la idea de que se rindiesen. Los apaches ofrecieron llevarle a él y a otro hombre al campamento de Gerónimo, pero Wilder se negó, diciéndoles que regresasen y obtuviesen de sus jefes garantías más concretas. Los cuatro chiricahuas salieron con tres caballos cargados con alimentos y mescal camino de la Sierra de Teras.

Desde que el 13 de julio tuvieron que abandonar sus bienes en su campamento en el río Yaqui, al ser atacados por Lawton, estaban huyendo. Querían hacer la paz, pero temían ser engañados. Como tantas otras tentativas de paz con los mexicanos, esta también fracasó. Gerónimo, en particular, sospechaba tanto de los oficiales estadounidenses como de los mexicanos. En Fronteras había muchos soldados por lo que se fueron. Gerónimo puso su ranchería en una escarpada cresta de la Sierra de Teras, desde donde se veía la gran curva del río Bavispe. Durante dos días calmaron su hambre gracias a las provisiones adquiridas por las dos mujeres en Fronteras y se entregaron a una prolongada borrachera con mescal. Los centinelas vigilaban a los estadounidenses que sabían que los estaban buscando. El sentimiento de rendición empezó a aumentar, pero la gente y las condiciones de esa rendición tenían que ser adecuadas.

Yendo hacia el norte por el río Nacozari, Lawton se enteró de la presencia de Gerónimo en Fronteras por los conductores de una reata de burros que iba río abajo. Ordenó a Gatewood que fuera con Kayitah, Martine, George Wratten y una escolta de 10 hombres con una reata de mulas hacia Fronteras, para tratar de contactar con Gerónimo. Todavía enfermo, Gatewood se demoró en partir durante la tarde del día 18. Aquella noche, Lawton al ver que Gatewood no se había marchado, se dirigió furioso a la tienda de Wood, con intención de poner a Gatewood bajo arresto y enviar a otro oficial. Wood se lo contó a Gatewood provocando que a la medianoche se pusiese en marcha. Eran las 02:00 horas del 19 de agosto, cuando partió con seis soldados con escolta, dejando el campamento de Lawton para dirigirse al norte. Después de 88 km llegó a Cuchuta esa noche. Al día siguiente llegó a Fronteras, enterándose de que dos mujeres apaches habían estado allí diciendo que Gerónimo quería negociar la rendición con el gobierno mexicano si las condiciones eran aceptables.

A última hora de la tarde del 22 de agosto, Gatewood salió con su grupo, más el explorador Tom Horn, el intérprete José María, y otros seis soldados del destacamento del teniente Wilder, que todavía seguía allí. El prefecto de Fronteras ordenó a Gatewood irse y no seguir a las mujeres apaches. El prefecto, en realidad, no tenía ninguna intención de aceptar la rendición de los apaches. En secreto, reunió 200 soldados, con intención de atraer a la gente de Gerónimo, emborracharlos y matarlos. Sin embargo, Gerónimo conocía bien la psicología mexicana y la mutua historia de traiciones. Más tarde, diría a Gatewood que nunca tuvo intención de rendirse a los mexicanos; que intentó negociar con ellos solo para dar tiempo a que su banda descansase, y que pensaba [como así ocurrió] que permitirían a las mujeres apaches regresar con unos alimentos y suministros muy necesarios

Lawton fue también hacia Fronteras. Llegando con Wood y otro oficial a las afueras de la localidad el 22 de agosto, se encontraron con George Wratten. Dijo que Gatewood, Kayitah y Martine estaban en Fronteras y aún no habían seguido el rastro de Gerónimo. Enojado, Lawton pidió que Gatewood se presentara ante él. Cuando llegó, Wood le dijo que Lawton estaba ocupado, pero le ordenaba que partiera inmediatamente, y le transmitiera el “profundo malestar que tenía porque aún no había comenzado su misión. De hecho, Wood estaba protegiendo a Lawton, que estaba totalmente borracho. Gatewood se puso en camino de inmediato en dirección sur para después girar hacia el norte y seguir a las dos mujeres apaches que habían estado en Fronteras hasta el campamento de Gerónimo. Las siguieron, adelantándose Kayitah y Martine a Gatewood unos 13 km, encontrando el rastro de los chiricahuas que iba hacia Batepito.

El 24 de agosto, el joven chiricahua Kanseah estaba en la ladera que daba al río Bavispe vigilando el valle con unos prismáticos. Enseguida vio a dos hombres a caballo acercándose. A medida que llegaban, vio que uno sostenía un largo tallo de un cactus llamado sotol, del cual “algo blanco se agitaba. Vio que eran exploradores militares. Gerónimo y los demás se reunieron. Gerónimo dijo a Kanseah que cuando se acercaran lo suficiente, tendría que dispararles. A esa distancia fueron reconocidos como Kayitah y Martine. Alguna versión sugiere que Gerónimo quería matarles, pero Perico, Fun, y Yahnozha amenazaron con disparar al primero que siguiese la orden de Gerónimo, por lo que este cedió.

Yahnozha, primo de Kayitah y uno de los mejores y más leales guerreros de Gerónimo, se subió a una roca y les preguntó qué querían. Kayitah respondió que habían sido enviados por el general Miles y el teniente Gatewood para hablar de paz con Gerónimo. Vamos, dijo Yahnozha, “nadie te va a hacer dañoGerónimo les dijo que fueran a su campamento, sentándose todos ante la hoguera para hablar.

Kayitah habló. Describió la lastimosa condición de Gerónimo y su gente: “No tenéis ningún amigo en este mundo. Su objetivo es mataros a todos, aunque les cueste 50 años. También describió su agradable vida en la Reserva White Mountain e instó a Gerónimo a regresar allí. Este respondió: “No quiero ir a San Carlos. Me cortarán el cuello. Este es mi hogar. Me quedo aquí, aquí mismo. Me persiguen. Me quieren matar. Bien. Moriré aquí mismo. Tengo que morir alguna vez. Kayitah respondió: “No tienes que morir ahora. Ven y habla con los soldados. Estarás bajo bandera blanca, no te harán daño. A lo que Gerónimo declaró: “Mangas Coloradas fue bajo bandera blanca. ¿Qué le hicieron?. Kayitah dijo: Estos oficiales no harán tal cosa. Se puede confiar en ellos. Después de otra discusión, incluso rogándoselo, Gerónimo cedió. “Bueno, vamos, hablaremos. Iré contigo.

Más tarde, Martine diría: Gerónimo nos dijo que si bien en el pasado perdió la confianza en los soldados estadounidenses, ahora estaba realmente dispuesto a rendirse y hacer la paz. A continuación, trajo algo de mescal cocido, dándoselo a Kayitah y a Martine, diciéndoles que se lo llevasen a Gatewood. Este último diría: Cuando le envió mescal, Gatewood no dudó de su sinceridad de darse por vencido.   

Kayitah permaneció en el campamento de Gerónimo mientras Martine llevaba el mescal a Gatewood, explicándole lo que había pasado y señalando el campamento apache. Martine también trajo un mensaje de Naiche, diciéndole a Gatewood que él y sus hombres estarían totalmente seguros en el campamento chiricahua. Gatewood y sus hombres sabían que Naiche era el verdadero jefe de los chiricahuas y que su palabra tenía peso, pero aun así no podían relajarse. El teniente ordenó que sus hombres comieran el mescal que Gerónimo les había enviado en rodajas con el pan que llevaban. El intérprete George Wratten diría: Nos tumbamos con nuestros rifles toda la noche, solo para estar listos en caso necesario, ya que aún no habíamos tenido una conversación con ellos y no sabíamos exactamente qué iban a hacer. También eran conscientes de que si había un enfrentamiento, no tendrían ninguna ayuda).

* El 20 de agosto de 1866, en un telegrama al Secretario interino de Guerra, Richard Coulter Drum, el general Miles aclara su posición. (La delegación de Chato debía ser tratada como a los nativos en los tratados, o como prisioneros de guerra. Quería que se firmara un tratado que obligara a su traslado de Arizona para que pudiesen ser clasificados como prisioneros de guerra y ser reubicados.

El 22 de agosto, el gobernador de Arizona, Conrad Meyer Zulick abogó, como informó un artículo del New York Times, que todos chiricahuas fueran expulsados de Arizona.

El 23 de agosto, el comandante de Fort Marion [St. Augustine, St. Johns County, Florida], el teniente coronel Loomis L. Langdon informó de las condiciones en que se encontraban los prisioneros apaches: … Pero en cuanto a los hombres [los prisioneros apaches], no hacen absolutamente nada, por regla general, más allá de lo necesario de la vieja fortaleza. No tienen trabajos que hacer. Pero en justicia hay que decir que es opinión unánime de todos aquellos que tienen algo que ver con ellos, que todo hombre estaría dispuesto a trabajar si hubiera algo que hacer y se les enseñara cómo hacerlo.

Langdon recomendó que Chihuahua y su grupo fueran enviados a Carlisle, afirmando que Fort Marion era inadecuado para alojar allí a 447 prisioneros que había por esas fechas, de ellos 82 hombres, y el resto, mujeres y niños. Desde su llegada habían muerto 22 apaches, seis mujeres, un hombre y 15 niños, habiendo habido 10 nacimientos. Como no había cementerio, eran enterrados en el lado norte de la isla.

También este día, el presidente de los Estados Unidos, Grover Cleveland, envió un telegrama a Richard Coulter Drum, Secretario interino de Guerra: Si bien se debe prestar respeto por las opiniones del general Miles, no creo que estos indios deban ser tratados de otra manera que como prisioneros de guerra, ya que es bastante seguro de que no están de acuerdo con el gobierno en cuanto a su ubicación, que estoy satisfecho de que debe ser Fort Marion; y puesto que se nos informa que su traslado puede ser ahora realizado con éxito, creo que se debe hacer de una vez, y que la sensación que ellos tenían en Fort Leavenworth, justifica nuestra prevención de su retorno de cualquiera de ellos a la reserva. Espero que no se haga nada con Gerónimo que impida tratarlo como prisionero de guerra, si no se le puede ahorcar, como yo prefiero. Consulte a Lamar y a Sheridan, y si están de acuerdo con estos puntos de vista, transmitirlas al general Miles.

El 24 de agosto, el Secretario de Guerra W. C. Endicott respaldó la propuesta del general Miles de erradicar de Arizona a los chiricahuas. Afirmó que la única preocupación del presidente Cleveland era que toda esa peligrosa banda sea trasladada y ubicada con éxito porque si alguno se escapase y siguiese en pie de guerra, el resultado sería terrible.

También ese día, el general P. H. Sheridan envió un telegrama al Cuartel General del Ejército: Coincido plenamente con las opiniones expresadas por el presidente. Mi recomendación en cuanto a la adecuada disposición  para ubicar a los prisioneros [apaches] en Fort Marion coincide con todos los detalles esenciales de la proposición del general Miles, como indico en el siguiente telegrama. Esto no lo vi hasta que mis sugerencias estuvieron escritas. Aunque los indios [apaches] firmaron un documento de acuerdo a los planes del general Miles, las autoridades no permiten que se lleve a cabo).

* Al amanecer del 25 de agosto de 1866, el teniente Gatewood y su grupo comienzan a ascender la montañasosteniendo en alto una bandera blanca. (A 1’6 km del campamento de Gerónimo, se encontraron con un desarmado guerrero chiricahua que decía que Gerónimo deseaba reunirse para discutir los términos de la rendición. Mientras estaba hablando con Gatewood, aparecieron otros tres chiricahuas armados [uno de ellos Perico] con un mensaje de Naiche, quien quería que la mayor parte del grupo de Gatewood volviese al lugar donde habían pasado la noche anterior, sugiriendo que Lawton se acercase a acampar allí, esperando los resultados de la conferencia, al igual que cualquier tropa que pudiera llegar. Gatewood ordenó que la mayor parte de su grupo [el teniente Brown y los exploradores] regresara llevando un mensaje para Lawton. Naiche proponía que el sitio de la reunión fuese una curva cercana del río Bavispe donde había mucha madera, agua, hierba y sombra. Los apaches intercambiaron señales, de humo y disparos, con sus compañeros que esperaban en el campamento de la montaña.

Gatewood fue hacia el lugar designado para la reunión con Martine [Kayitah estaba en el campamento chiricahua], el intérprete George Wratten, y dos soldados, Martin Koch, y George Buehler. Al llegar a la curva del río, detuvo a sus hombres fuera del punto del encuentro y les dijo que esperaran. Cabalgó hacia adelante, desensilló y dejó su silla sobre un tronco, junto a sus armas. Esperó de pie, solo y desarmado, cuando a los 10 minutos llegaron los guerreros desde varias direcciones, que en silencio desensillaron, entre otros Chappo, Fun, Hunlona, Kanseah, Kasegoneh, Motzos, Naiche, Onodiah, Perico, Tissnolthos, y Yahnozha. Este último, cuñado de Gerónimo, se sentó sobre la silla de Gatewood, mientras que este lo hizo sobre la silla de otro apache. Entre los últimos en llegar estaba Gerónimo, quien colocando su Winchester a unos seis metros de distancia, se acercó a darle la mano a Gatewood, comentando la delgadez del teniente y preguntando por su salud. Luego Naiche llegó y estrechó la mano a Gatewood, quien ordenó a su grupo que desmontara y desensillara. Más tarde, Gatewood diría: Amable lector, dé marcha atrás, vuelva a mirar su cara [de Gerónimo], imagine que me mira a los ojos, viendo cada movimiento, 24 hombres sentados cerca de sus armas, mi pequeño grupo disperso […] y diga si me culpa por sentir escalofríos.

El intérprete George Wratten fue aún más gráfico: Bueno, sí, comenzamos a sentir los pelos de punta cuando vimos que estábamos rodeados y superados en número. Había alrededor de 35 o 40 apaches hostiles [contaba tanto a las mujeres como a los guerreros] a nuestro alrededor antes de que comenzara la reunión y  yo comencé  a sentir que lo mismo podrían ser 300 o 400.

Las primeras palabras de los chiricahuas fueron para pedir tabaco y licor. Gatewood respondió que tenía muy poco tabaco y nada de whisky. Pasaron el tabaco y pronto casi todo el mundo en el campamento, apaches y soldados, fumaron cigarrillos enrollados al modo apache, en hojas de maíz. La siguiente idea fue almorzar. Como ninguna de las partes había traído comida, algunos guerreros apaches y George Wratten fueron a cazar. Gerónimo anunció entonces que su banda estaba dispuesta a escuchar el mensaje del general Miles. Gatewood dijo brevemente: Ríndase y usted será enviado a Florida, donde está el resto de su gente y donde esperarán la decisión del presidente para su destino final. Acepte estos términos o pelee hasta el final. Mientras se traducía, los guerreros escuchaban atentamente. Varias mujeres viejas hablaban entre sí en voz alta. La costumbre apache permitía que estuvieran en la conferencia mientras no participaran directamente, pudiendo escuchar lo que se decía y expresar sus sentimientos, aparentemente solo para sí, pero de forma que todos lo pudieran oír. Cuando se tradujo el mensaje de Miles a los apaches, se hizo un silencio eterno.  

En realidad, solo duró un momento, tras lo cual Gerónimo se pasó una mano por los ojos y extendió sus brazos hacia adelante. Ambas manos temblaban, y preguntó de nuevo si Gatewood tenía algo de beber. Hemos estado bebiendo durante tres días el mescal que los mexicanos nos enviaron por medio de las mujeres que fueron a Fronteras. Los mexicanos esperaban utilizar su habitual truco de emborracharnos y matarnos, pero nos hemos divertido y ahora me siento un poco débil. No tema darme un trago de whiskey, ya que nuestra juerga terminó sin una sola pelea, como puede ver al mirar a los hombres sentados en este círculo, a todos los cuales usted conoce. En Fronteras, hay ahora mucho vino y mescal, y los mexicanos y los estadounidenses están teniendo buen tiempo. Pensamos que tal vez hubieras traído algo contigo. Era obvio para Gatewood que, a pesar de la bebida, Gerónimo estaba muy bien informado de las actividades de sus perseguidores, mexicanos y estadounidenses.

El teniente respondió que él y sus hombres habían dejado Fronteras con tanta prisa que se habían olvidado de proveerse de bebidas alcohólicas. Dado que no había nada que beber, Gerónimo dijo que deberían seguir adelante con su asunto. Declaró que él y sus seguidores dejarían el sendero de la guerra solamente con la condición de que se les permitiera regresar a su reserva de Arizona, volver a las granjas que ocupaban cuando se fueron, y que les proporcionaran las raciones habituales y aperos de labranza, con la exoneración garantizada de las penas por lo que habían hecho desde que huyeron. Por último, se refirió a no ser juzgados por tribunales civiles. Si Gatewood estaba autorizado a acceder a estos términos, la guerra ha acabado. Le expliqué que el general Miles, a quien no conocían, no me había ordenado hablar de todo eso, y sabía que empeoraría las cosas si me excedía en mis instrucciones, escribiría más tarde Gatewood, añadiendo que esta sería la última oportunidad de los apaches renegados para rendirse, ya que, si continuaban combatiendo, todos serían cazados hasta la muerte, o si se rendían a partir de entonces o eran capturados, las condiciones no serían tan magnánimas. Tanto Gerónimo como Gatewood hablaban en términos enérgicos, cada uno afirmando su absoluta voluntad, no como lo que se podría aceptar como una solución de compromiso.

Siguió una hora o más de discusión, haciendo Gerónimo un apasionado discurso, detallando la historia de su tribu, sus problemas, y los fraudes y robos de los agentes de las reservas. Personalmente, Gatewood podía estar de acuerdo con la mayor parte de lo que decía, pero también sabía que el Ejército no podía hacer nada al respecto, ya que este asunto estaba en manos del Departamento de Interior. Y para los efectos de la negociación, él no podía ofrecer nada más. Así que, en voz baja, reiteró las demandas de Miles. Los apaches, acto seguido, se retiraron a un lado del claro para tener una conferencia entre ellos, que duró una hora. Cuando acabaron era mediodía y la hora de la comida y el café. Después del almuerzo, reanudaron la charla. Gerónimo dijo que, para los chiricahuas, entregar todo el Sudoeste a una raza de intrusos era más de lo que Miles podía exigir, que él y sus seguidores habían decidido que, o regresaban a sus tierras en San Carlos o lucharían hasta la muerte. Llévanos a la reserva o lucha, fue su ultimátum diciéndolo mientras miraba a Gatewood directamente a los ojos.

Yo no podía llevarlos a la reserva, no podía luchar, tampoco podía irme ni sentirme tranquilo declaró Gatewood. Habían llegado a un callejón sin salida del que parecía que no podían salir. Gatewood y sus hombres se pusieron visiblemente nerviosos, preguntándose cuál sería su destino. Naiche aparentemente se dio cuenta de ello porque dijo que, si la guerra continuaba, el teniente y su grupo estarían a salvo hasta que empezaran las hostilidades, que habían venido como amigos y se irían en paz. Conociendo la influencia de Naiche y su palabra, Gatewood y sus hombres respiraron.

Llegados a este punto, Gatewood solo tenía una última carta que jugar y la puso sobre la mesa. Informó a los apaches hostiles que regresar a San Carlos sería un error porque todos los apaches chiricahuas, los 400 o 500, iban a ser trasladados a Florida para unirse a los 77 que estaban allí con Chihuahua, incluidos la madre y la hija de Naiche, así como la familia de Gerónimo. No quedarán apaches chiricahuas en Arizona, por lo que volver a la reserva sería solo para vivir entre sus enemigos tradicionales, los apaches White Mountain, los apaches aravaipas, y otros subgrupos apaches.

Los guerreros se quedaron sorprendidos por esta información, ya que no sabían nada. Otra vez fueron a parlamentar entre ellos durante una hora [Perico, Ahnandia y Fun expresaron su deseo de rendirse para reunirse con sus familias]. Después Gerónimo dijo que habían decidido seguir en pie de guerra, pero que querían hablar más durante la noche. Gatewood protestó diciendo que llevaban todo el día y que seguir por la noche sería demasiado, pero no tuvo más remedio que acceder. Un guerrero fue a por carne para comer durante la conferencia de la noche, pero regresó poco después diciendo que se había acabado. Siguieron fumando y conversando hasta las primeras horas de la noche. De repente, Gerónimo cambió el curso de la conversación cuando caía la noche. ¿Qué clase de hombre es el general Miles?, quiso saber. Dijo que sabía que el general Crook era bueno y podía rendirse a él, pero no sabía nada de Miles. Preguntó por su edad, su estatura, el color de sus ojos y pelo, si su voz era áspera o agradable al oído. Si habla mucho o poco, y quiere decir s de lo que dice. Si mira a los ojos o hacia el suelo cuando habla. Si tiene muchos amigos entre su gente y si creen en lo que dice. Si los soldados y oficiales hacen lo que él quiere. Si ha tenido experiencia con otros indios. Si es cruel o bondadoso. Si cumple sus promesas. Gatewood respondió a cada una de estas preguntas con la verdad, cuando la conocía, declarando su ignorancia en algunos puntos. Los apaches escucharon con atención cada una de sus respuestas. Entonces Gerónimo dijo: Debe ser un buen hombre, ya que el ‘Gran Padre’ le ha enviado desde Washington, toda esa distancia, por nosotros. Al parecer, Gerónimo había tomado una decisión, pero no dio ninguna señal de cuál era.

Gatewood sugirió que su grupo volviera a su campamento, 6’4 km río abajo, a donde había llegado Lawton durante el día y donde le estaba esperando. Sugirió que durante la noche Gerónimo y sus seguidores continuaran discutiendo y que su hombre medicina echara unas cuantas miradas al futuro. Los chiricahuas estuvieron de acuerdo, pero, antes de partir, Gerónimo hizo una última pregunta al teniente: Queremos su consejo. Considérese uno de los nuestros y no un hombre blanco. Recuerde todo lo que se ha dicho hoy y como apache, ¿qué aconseja que hagamos en estas circunstancias?. Gatewood no dudó, de haberlo hecho habría sido fatal para su misión. Yo confiaría en el general Miles y me fiaría de su palabra, respondió.

Todos los presentes conocían a Gatewood y sabían que nunca les había mentido. Finalmente, Gerónimo dijo que, a la mañana siguiente, comunicaría a Gatewood lo que hubieran decidido. Antes de que se fuera, Gerónimo le pidió que cabalgase al puesto estadounidense más próximo y hablara con Miles para ver si los términos del general podían ser modificados porque los apaches querían retornar a la reserva sin castigo. Dijo que iba a enviar guerreros para protegerle [a Gatewood], para advertirle de la presencia de mexicanos o de otros peligros. Gatewood respondió que sería un viaje inútil, que Miles ya había considerado totalmente el asunto y había tomado una decisión. Su mensaje era definitivo y nada de lo que Gatewood pudiera decir o hacer, lo cambiaría. Tras decir esto, el teniente dio la mano a los apaches, y él y sus hombres partieron hacia el campamento de Lawton.

No lejos de la curva del río Bavispe donde se celebró la conferencia, Gatewood fue alcanzado por Chappo, hijo de Gerónimo. No dijo nada mientras tiraba de las riendas de su caballo junto al del teniente. Gatewood cabalgó con paciencia, esperando que Chappo hablara. Tras recorrer 1’6 km y cuando el apache aún no había hablado, Gatewood le preguntó a dónde iba. Con usted. Voy a dormir cerca de usted esta noche y mañana volveré a nuestro campamento. Tengo permiso de mi padre para hacerlo. Gatewood no podía permitirlo porque los exploradores apaches del campamento de Lawton odiaban a Gerónimo y alguno de ellos podía matarlo mientras dormía. El riesgo de que le clavaran un cuchillo durante la noche era demasiado grande, declararía más tarde Gatewood. Su muerte haría inevitable la continuación de la guerra. Se lo explicó a Chappo, quien accedió a regañadientes a volver con su padre. Gatewood le hizo prometer que iba a explicar a su padre el motivo de enviarle de vuelta, no pretendiendo insultar ni a Chappo ni a Gerónimo. Más tarde se enteró de que Gerónimo se había quedado impresionado al conocer los motivos de Gatewood. El teniente y sus hombres llegaron al campamento de Lawton mucho después de oscurecer, le explicó lo que había sucedido, y se fue a descansar.

Al amanecer del 26 de agosto, se oyeron gritos de los exploradores apaches del campamento de Lawton y Gatewood gritando Bse-chee Day-son, que en apache significa Gran Nariz, como llamaban a Gatewood. Los chiricahuas, con Gerónimo y Naiche a la cabeza, se estaban acercando y preguntaban por el teniente. Gatewood salió a su encuentro con sus intérpretes y cuando los chiricahuas le vieron acercarse, desmontaron, desensillaron sus caballos y pusieron sus armas en sus monturas, todos excepto Gerónimo, que tenía un revólver bajo su chaqueta en su cadera izquierda. Gatewood y los apaches hostiles se sentaron bajo un viejo mezquite y otra vez parlamentaron, mientras que el campamento estadounidense estaba en silencio, sin hacer ningún movimiento brusco para no precipitar una crisis.

Primero los apaches hostiles querían oír otra vez toda la descripción del general Miles, estando satisfechos con las respuestas del teniente. Inmediatamente después, Gerónimo dijo que él, sus guerreros y sus mujeres y niños estaban dispuestos a reunirse con el general en algún lugar de los Estados Unidos para hablar y entregarse a él en persona, siempre que Gatewood y los soldados les acompañaran a la frontera para protegerlos de los mexicanos y de otros estadounidenses que pudieran encontrar. Gerónimo quería que sus guerreros pudieran mantener sus armas hasta que formalmente se hubieran rendido; además, quería que cualquiera de cada grupo tuviera libertad para ir al campamento del otro, y deseaba que Gatewood cabalgara con los apaches y durmiera junto a ellos mientras fuera posible. Gatewood llevó a Gerónimo al campamento estadounidense para presentárselo a Lawton y a Leonard Wood, ya que nunca le habían visto en persona. Lawton dio el visto bueno, con lo cual, todos los apaches hostiles entraron en el campamento estadounidense. Todos, soldados y apaches, estaban visiblemente relajados. Gatewood empleó su tiempo, esa mañana, para escribir a su esposa: 26 de agosto. Querida esposa: Ahora estoy en un campamento en el río Bavispe, a unos 48 km al sur de San Bernardino. Bueno, he tenido una charla en persona con Gerónimo. Estuvimos todo el día de ayer y acabé muy cansado. Nos hemos convertido en grandes amigos […] Así que ya ves que no corrí ningún peligro.

Esta mañana llegó Gerónimo a este campamento del capitán Lawton. Salí a su encuentro y se dirigió derecho al campamento, dejando su arma y su caballo fuera. Me dijo que iría conmigo a donde, sea ya que nunca le he hecho daño y siempre le ayudé cuando estaba en Fort Apache. Quería conocer al capitán Lawton así que se saludaron delante de todo el destacamento.

Ayer les di el mensaje del general Miles, pero ellos no quieren ir a Florida. Estarían de acuerdo en volver a las White Mountains, como antes. Me pidió ver al general en persona y hablar con él. Están cansados de luchar y quieren estar junto a sus familias una vez más […] Ellos hacen muchas bromas y fuman tabaco y tienen buen humor, en general, a excepción de Naiche. Todo lo que dice es que quiere reunirse con sus hijos. Realmente sentí pena por él porque yo sé cómo se anhela estar con la familia. Tengo nostalgia al verlo porque yo quiero ver a mi esposa y a mis pequeños también […] Mi misión habrá acabado cuando Gerónimo y Miles se reúnan […]  

A Gerónimo no le gusta el capitán Wirt Davis, ni Chato ni Mickey Free. Él me dijo: Usted puede venir a nuestro campamento cuando quiera. Usted no es más responsable de esta guerra que yo. Yo le conozco. Si el general Miles no quiere la paz, venga y díganoslo. Nunca más tengamos miedo. Si quiero hablar, voy a su campamento a cualquier hora y siéntanse seguros. Iré con ustedes ahora solo al campamento del capitán Lawton, si usted lo desea. Es lo que siento hacia usted‘.

Esta mañana envió a un hombre por delante para decirme que nos encontraríamos fuera de nuestro campamento. Así lo hice. Él dejó su arma, me cogió la mano y me dijo: ‘Yo iré con usted’. Ahora está holgazaneando por  todo el campamento, charlando con el capitán Lawton. Realmente quieren rendirse, pero quieren que sus familias estén con ellos. ¿Puede alguien culpar a un hombre por querer ver a su esposa e hijos. ¿Estaría yo contento si les trasladan a Florida? Gerónimo quiere ir a Washington para hablar con elGran Padre’. Escribiré de nuevo en cuanto pueda. El correo sale ya y todavía tengo que hacer el informe para el general Miles. Con la esperanza de abrazar pronto a toda mi familia, sigo siendo tu amante esposo.

Que Gatewood no mintió a su esposa lo corroboran las declaraciones de George Wratten, que sirvió como intérprete durante gran parte de las conversaciones de paz. Wratten escribiría más tarde: ¿Me crees? Soy tu amigo y voy a donde sea, dijo Gerónimo a Gatewood. Él siempre tuvo mucha fe en el teniente Gatewood porque nunca lo había engañado. Él era el único hombre que podía tener éxito en esa misión y el general Miles lo sabía cuando le envió.

Como todos los chiricahuas, incluyendo las mujeres y niños, habían entrado en el campamento de Lawton esa mañana del 26 de agosto, el capitán quería salir de inmediato hacia la frontera. Como máximo mando en el campamento, tenía la responsabilidad de llevar a salvo a Gerónimo a la conferencia con el general Miles. Por eso estaba nervioso de que Gerónimo volviese a las montañas como había hecho antes con Crook, y Lawton no quería esa mancha en su historial. Gerónimo estaba dispuesto a salir y los apaches pasaron esa tarde y el día siguiente tranquilos, acompañados de Gatewood y George Wratten, moviéndose ante los soldados. No nos acompañó ningún militar, sino que iban por delante de nosotros [de los apaches], la mayor parte del tiempo fuera de la vista de los soldados, recordó más tarde Wratten, y añadió: No hubiéramos salido con cualquiera militar, y no necesitamos a ninguno de los que nos acompañaban. Sabíamos que no debíamos tratar de capturar a Gerónimo, o llevarlo rodeado de soldados. La noche del 27 al 28 de agosto, la banda de Gerónimo y los soldados de Lawton y Gatewood la pasaron, en campamentos separados, cerca del río San Bernardino [en su trayecto por Sonora].

Mientras tanto, la mañana del 27 de agosto, el presidente Cleveland había dado la orden de clasificar a los apaches chiricahuas como prisioneros de guerra y que debían ser recluidos en Fort Marion [St. Augustine, St. Johns County, Florida]; y el general Sheridan telegrafiaba al Secretario de Guerra, Endicott diciéndole que ignorase las declaraciones del coronel Langdon acerca de la imposibilidad de alojar a un gran número de prisioneros apaches en Fort Marion.   

El 28 de agosto, cuando el grupo formado por el destacamento de Lawton y Gatewood, y la banda de Gerónimo, acababan de emprender la marcha hacia la frontera internacional, fueron interceptados en El Rusbayo [municipio de Agua Prieta, Sonora] por un destacamento de 180 soldados mexicanos al mando de Jesús Aguirre, prefecto del distrito de Arizpe [Sonora]. Gerónimo hizo amago de huir con los suyos a las montañas, pero Gatewood le aseguró que nada le pasaría. Que en caso necesario, el destacamento de Lawton se interpondría entre los mexicanos y ellos, para que los apaches continuasen hacia la frontera, protegidos por él mismo y sus hombres.

Eso hizo Gerónimo, cabalgando rápidamente unos 15 km, con una protección por las alas y una pequeña retaguardia a cargo de Naiche y unos pocos guerreros. Después de aproximadamente una hora, los apaches se pararon, no queriendo estar demasiado separados de su escolta de soldados estadounidenses. También, de producirse un enfrentamiento entre los mexicanos y los hombres de Lawton, querían tomar parte. Gerónimo tenía ganas de librar una última batalla contra sus antiguos enemigos mexicanos. Mientras los apaches cabalgaban hacia el norte, Lawton envió al teniente Abiel L. Smith, al cirujano Leonard Wood, y a Tom Horn, montados en sus mulas, hacia la columna mexicana. Vieron que la mandaba Jesús Aguirre, prefecto de Arizpe. Smith dio el mensaje de Lawton: Retírese y salga del camino. Aguirre se negó, diciendo que había venido a atacar a los apaches renegados. Insistió incluso cuando le informaron que los apaches hostiles se habían rendido a los estadounidenses e iban hacia la frontera. Smith volvió a buscar a Lawton mientras Wood y Horn mantenían las conversaciones. Lawton llegó y dijo que los apaches se habían rendido a los Estados Unidos y que no permitiría que se entrometiera; que cualquier ataque sobre los apaches conllevaría un ataque estadounidense contra los mexicanos, algo que Aguirre no quería. Sin embargo, pidió ver con sus propios ojos la rendición de Gerónimo. Lawton accedió a organizar una reunión entre Aguirre y Gerónimo, con 10 hombres armados por bando como escoltas. Los mexicanos acamparon. Entonces Lawton envió a Leonard Wood con instrucciones para que Gatewood convenciera a Gerónimo de que volviese para reunirse con el prefecto. Al principio se negó, teniendo que ir el propio Lawton hasta el campamento apache y convencerle de cómo se haría la entrevista. Al final accedió si se hacía cerca de su campamento.

Primero llegó Aguirre, con 10 hombres fuertemente armados, siendo recibido formalmente por los estadounidenses. Entonces Gerónimo, a la cabeza de 10 guerreros, se acercó cauteloso entre los arbustos, llevando un rifle Winchester agarrado por el cañón con la mano izquierda y un revólver en la parte frontal de la cadera izquierda. Ambas partes esperaban una traición, pues así había sido la historia de sus encuentros durante añosEstando bajo un árbol, en un momento determinado, Aguirre agarró su pistolera para colocársela bien. Automáticamente, Gerónimo echó mano a su revólver y medio desenfundó. Aguirre retrocedió. En cuestión de segundos, todas las armas de los apaches estaban amartilladas, apuntando a los mexicanos. Los apaches, sin duda, habrían disparado si los hombres de Lawton no se hubieran interpuesto entre ellos y los mexicanos. Los estadounidenses les persuadieron, bajaron sus armas y la tensión disminuyó. Gatewood describiría la escena: Cuando Gerónimo se acercó, le presenté al prefecto, cuyo nombre he olvidado, y me aparté un poco tras él. Después de darle la mano, el mexicano colocó su revólver hacia adelante, lo que provocó que Gerónimo desenvainara el suyo a media salida de la funda; que el blanco de sus ojos se pusiese rojo, y que apareciese una expresión diabólica en su cara. El prefecto puso sus manos a la espalda, y Gerónimo bajó su mano derecha. Así se evitó un serio asunto. El prefecto le preguntó por qué no se había rendido en Fronteras. Gerónimo respondió que no quería que le matasen.

– Aguirre: ¿Vas para rendirte a los estadounidenses?’.

Gerónimo: ‘Sí, porque puedo confiar en ellos. Pase lo que pase, no me matarán ni a mí ni a mi gente’.

–  Aguirre: ‘Luego iré hacia adelante para ver si te has rendido’.

Gerónimo: ‘No. Tú irás hacia el sur y yo hacia el norte. No tengo nada que ver con usted ni con nadie de su gente’.

Así ocurrió.

El teniente Walsh recordaría más tarde: Yo estaba de pie a un lado, a pocos metros de los apaches, y lo que me impresionó fueron los ceños fruncidos en sus rostros y el odio que mostraron hacia los mexicanos […] Los mexicanos estaban indudablemente nerviosos y sin duda contentos cuando la entrevista terminó. Ellos no habrían tenido ninguna oportunidad en un enfrentamiento contra los apaches.  

El informe de Lawton a Miles de ese día comentaba que los apaches no confiaban en los mexicanos y que temían ser engañados de alguna manera. Cualquier declaración que autorizara o que desearan hacer un acuerdo con los mexicanos, dicen los apaches, que es falsa […] Gerónimo también me dijo que se alejó de Fronteras porque temía una traición por parte de los mexicanos. Esa información le vino bien a Miles porque, pocas horas después, le llegó un telegrama de Luis Emeterio Torres, gobernador de Sonora, indicando que el prefecto de Arizpe le había informado que los apaches deseaban rendirse a él, pero que lo impidieron las tropas estadounidenses. Miles respondió al gobernador enviándole el mensaje de Lawton. El destacamento mexicano se volvió hacia el sur a excepción de un soldado que Aguirre dejó con los estadounidenses para comprobar la rendición.

Lawton también había informado a Miles que su destacamento estaría en San Bernardino [Cochise County, Arizona] con GerónimoNaiche y sus seguidores, en total 38, mañana, el 29 del corriente. Y añadía: Gerónimo vino a rendirse y estoy seguro de que lo hará […] Existen muchas complicaciones y a veces temo por el resultado final. Cada incidente provocaba los nervios de Lawton, el cual temía que, de alguna manera y por cualquier motivo, Gerónimo huyera a las montañas de nuevo.

Ese mismo día, el general Miles envió un telegrama a Richard Coulter Drum,  Secretario interino de Guerra: Su despacho transmitiendo el telegrama del presidente recibido. Por favor, transmita la siguiente respuesta: los apaches han estado, sobre el papel, considerados como prisioneros de guerra, pero nunca han estado desarmados ni sin caballos. Si ellos creen en los informes publicados de que van a ser desterrados a la enfermiza Florida, junto a los últimos hostiles, su traslado de un territorio montañoso y boscoso será más difícil, si no imposible.  Están de acuerdo en ir a un lugar que yo podría designar. Mi propósito era, si el gobierno lo aprobaba, trasladarlos al menos a 1930 km al este, completamente desarmados, con sus objetos, en el invierno, al menos, a Fort Union, New México, dispersar a los niños por las escuelas industriales del país, instalar a los adultos en uno o dos puestos militares, donde adquirirían hábitos de trabajo, hasta que el gobierno les proporcionara una residencia permanente y medios para subsistir. De esta forma estarían completamente bajo control, estarían satisfechos, y la gente [de Arizona] liberada de su presencia y sin pérdidas de vidas. A Gerónimo se le ha notificado que puede rendirse, pero sujeto a las disposiciones del gobierno. Con mucho respeto, Nelson A. Miles, General de Brigada.

El 29 de agosto, la banda de Gerónimo avanzaba hacia la frontera, con los tenientes Gatewood, Thomas Jacob Clay [que acababa de llegar con suministros] y Leonard Wood, el teniente cirujano, con el destacamento de Lawton más atrás. A eso de las 14:00 horas, se detuvieron para acampar y esperar a Lawton. Pasó una hora sin saber nada de él ni de los suministros que traía. Gatewood, Clay y Wood solo tenían una lata de leche condensada. Los apaches estaban haciendo fogatas para preparar su comida y Gatewood se fijó en la de Perico, primo 2º de Gerónimo, donde su mujer Biyaneta asaba trozos de carne de venado, un macho cazado esa mañana. También tenía harina, azúcar y café. Viendo sus rostros hambrientos, Perico les invitó a comer. Gatewood recordaría: La mujer lo puso todo limpio, la comida estaba bien hecha y le gustó vernos comer así, de todo corazón. 

Ese día llega un mensaje de Miles: Si la columna de apaches va a San Bernardino, deben ir acompañados por su destacamento o tenga rehenes en su poder para obligarles a actuar de buena fe, de lo contrario podrían no ir. El capitán William A. Thompson, ayudante de Miles, añadió: El general dice que puede decir a los apaches que lo mejor que pueden hacer es rendirse como prisioneros de guerra. Algunos de ellos pueden permanecer en su campamento como garantía. Usted está plenamente autorizado para recibir su rendición. El general dice que no permite que ninguno de sus oficiales u hombres estén en manos de los apaches, pero cuantos más rehenes tengan en su poder, mejor. Por orden del general Miles.

Antes de oscurecer, Gerónimo se sorprendió al ver el rifle Hotchkiss de Leonard Wood, un arma que nunca había visto. Le preguntó si podía ver el mecanismo. Debo confesar que me sentí un poco nervioso pensando que fuese un truco para hacerse con una de nuestras armas, escribió Wood en su diario. Ante tal situación, no podía oponerse abiertamente, enseñando a Gerónimo cómo funcionaba el arma. Este pidió unas pocas municiones para poder disparar el arma. La cargó, apuntó y disparó. Al no tener un blanco fijo, casi da a uno de sus guerreros. Este casi fatal accidente, fue para él, divertido, riendo a carcajadas y diciendo varias veces, buena arma.

El 30 de agosto, el destacamento de Lawton, con la recua de mulas, llegó al campamento de Gerónimo y de Gatewood, estando todo el día esperando noticias del general Miles. Al analizar el mensaje de Miles del día anterior, Lawton se percató de que los oficiales del Cuartel General de Miles no entendían la situación real, al igual que el propio general, por lo que envió una comunicación: Señor: Los apaches están acampados a 24 km al sur de aquí a la espera de tener noticias del general. No sé si los apaches hostiles se rendirán ante mí o ante alguien, pero sí al general, y solo es necesario comprender claramente lo que hay que hacer con ellos. Entregar las armas y rendirse incondicionalmente creen, al parecer que significa, que a algunos de ellos los van a matar. Prefieren morir con las armas en sus manos y luchando.

Es una tarea difícil hacerlos luchar cuando no desean, y más aún sorprenderlos y rodearlos cuando están observando cada movimiento. 

Mi infantería todavía no ha llegado, aunque he enviado a buscarla dos veces. Solo tengo 26 hombres de caballería, en caballos casi agotados, y después de mi avance a marchas forzadas desde el río Aros y posteriormente por las duras marchas, mi recua de mulas está muy fatigada. He enviado un mensajero al comandante de las tropas en Cajón Bonito [municipio de Agua Prieta, Sonora] pidiéndole ayuda en caso de que los apaches hostiles huyan, lo que creo que harán.

Sinceramente, deseo que el propio general venga y lleve estos asuntos en persona. Si ellos no se rinden, creo que incursionarán de nuevo en los Estados Unidos, y será de nuevo tan terrible como lo puedan hacer, ya que estarán desesperados. 

El general Miles, sin embargo, no tenía intención de reunirse con los apaches hostiles hasta estar absolutamente seguro de que iban a rendirse. Si huían sería responsabilidad de un oficial de menor rango, pero no para él. La anterior huida de Gerónimo fue la ruina del general Crook. Él quería la gloria de la campaña de Gerónimo.

El 31 de agosto, el destacamento de Lawton partió, con todos los apaches, hacia el Cañón de Guadalupe [municipio de Agua Prieta, Sonora] acampando otra vez,  esperando noticias de Miles. Lawton había estado intercambiando mensajes a través del heliógrafo con Miles, quien respondió al mensaje anterior de Lawton: Cada vez que tenga una oportunidad de asegurar las personas de Gerónimo y Naiche hágalo por cualquier medio, y anule toda posibilidad de que escapen.

Poco después, en otro mensaje, añadía: Si usted cree que es mejor, cuando reciba este mensaje puede decirles que tiene un mensaje mío y del presidente y cuando se los lea, les puede decir que depongan las armas y permanezcan en su campamento o puede hacer lo que le parezca mejor. Si usted tiene alguna garantía o rehenes, yo iré, pero no si ellos van a poner su campamento en las colinas para tener otro tipo de conversaciones y ser solo un medio que les permita llegar varios días antes que las tropas.

Sin embargo, Miles envió ese día un tercer mensaje: Si los apaches le dan cualquier garantía, o rehenes, de que van a rendirse ante , iré, o puede utilizar cualquier otro medio que usted piense válido. Será justificado el uso de cualquier medida. Si se rinden no los mataremos sino tratados justamente. Estoy dispuesto a partir, pero no a menos que esté seguro de que lo haga bien.

La ausencia de Lawton mientras intercambiaba estos mensajes, inquietó mucho a los apaches porque varios meses antes había habido allí una escaramuza [un ataque de Chihuahua el 8 de junio de 1885] donde murieron tres soldados, temiendo una venganza de alguien del destacamento. De hecho, el teniente Abiel L. Smith, el oficial que Lawton dejó al mando después de encontrarse con su destacamento poco antes, dijo que, si de él dependiera, pondría fin a todo el asunto de su rendición aniquilándolos. Los apaches se inquietaron tanto que, en un momento, montaron en sus caballos y comenzaron a salir del cañón; las mujeres y los niños delante y los guerreros atrás. Viéndolo, Gatewood montó y galopó hasta alcanzarles. Los soldados le siguieron pero a un  ritmo más pausado.

Cuando llegó Gatewood al lado de Gerónimo, este preguntó al teniente qué haría en caso de que los soldados empezaran a disparar. Gatewood respondió que, si es posible, cabalgaría hacia las tropas para detener los disparos; de lo contrario, se iría con los apaches. Naiche, que se había unido a la conversación, dijo: Tienes que venir con nosotros, por miedo a que alguno de los nuestros crea que quieres traicionarnos y te mate. Gatewood les dijo que estuviesen alerta, pero que confiasen en los soldados y en el general Miles. Los apaches finalmente accedieron a unirse de nuevo al destacamento, aunque sin desechar del todo sus temores porque le propusieron que fuera con ellos a las montañas cercanas a Fort Bowie donde esperarían mientras él iba a informar al general Miles y a organizar su rendición ante él. Gatewood escribiría: Yo sabía que el general no estaba en Fort Bowie, y al ir allí, los apaches podían ser atacados y huir dejándome a mí en la estacada. También sabía que cualquiera que permitiera a los apaches «hostiles» huir, o que pudiera ser considerado responsable de la misma, arruinaría su carrera en el Ejército. Durante ese día, mientras Lawton estaba fuera, Gatewood se enteró de que algunos de los jóvenes oficiales habían concebido un plan para atraer a Gerónimo con un pretexto a su campamento y matarlo. Temiendo que los apaches se enterasen, Gatewood propuso esa noche a Lawton irse y unirse a algún otro destacamento. Dijo que sus órdenes eran ir con Kayitah y Martine para contactar con Gerónimo y entregarle un mensaje y que, ya que todo eso se había logrado, no debía quedarse con su destacamento [de Lawton]. Este respondió que era necesario que se quedara, que ambos tendrían problemas si los apaches huían de nuevo a las montañas, y que usaría la fuerza, si fuera necesario, para retenerle.

Gerónimo dio las garantías necesarias a Miles enviando a Fort Bowie como rehén a Perico, primo 2º suyo. Para acompañarle, Gatewood envió a Kayitah y al intérprete George Wratten [hombre blanco que sabía perfectamente apache y que llegaría a vivir más de 20 años con ellos, incluso siendo prisioneros de guerra]. Perico recibió orden de decir a Miles que los apaches «hostiles» querían rendirse, con la esperanza de que así se les permitiera regresar a Arizona en un plazo razonable de tiempo. Llegaron el 2 de septiembre, encontrando que Miles no estaba en Fort Bowie, pero este, incluso cuando le llegó el mensaje de que Gerónimo había entregado un rehén, expresó dudas sobre su sinceridad.

El 1 de septiembre, Miles había telegrafiado a Lawton: Si usted está seguro de que los apaches se rendirán ante mí, partiré esta noche. Miles se debatía entre dos sentimientos conflictivos. Si, efectivamente, querían rendirse, quería estar presente para apuntarse el éxito; pero si los apaches huían a las montañas, quería estar lejos para que no le pasara lo que a Crook, por lo que necesitaría un chivo expiatorio, lo que ponía al capitán Lawton de los nervios.

El 2 de septiembre, la banda de Gerónimo con los soldados de Lawton y Gatewood llegaron al Skeleton Canyon [Cochise County, Arizona]. Lawton envió un mensaje a Miles pidiéndole que viniese a negociar con Gerónimo: Los apaches están muy inquietos e intranquilos en su último campamento, al ver el movimiento de las tropas y la cantidad de correos que llegan a mi campamento que, quizás, no pudieran entender. Están excepcionalmente alertas y vigilantes, y sorprenderles es sencillamente imposible. Quizás se podría matar a traición a uno o dos, pero solo lo empeoraría más.

Hoy, en una charla con Gatewood propusieron ir a las inmediaciones de Fort Bowie y esperarle a usted. Quieren verle y decirle que van a hacer lo que usted les diga. Estoy seguro, y esa es la opinión de los intérpretes y de Gatewood, que son sinceros y están ansiosos de rendirse, pero desean hacerlo solo ante la máxima autoridad.

Hoy nos trasladamos a este punto [Skeleton Canyon], y creo que usted debe venir a la vez y tratarlos como usted crea; o debe darme una orden definitiva sobre qué hacer. La responsabilidad en este momento es demasiado grande para mí. Los apaches están recelosos e inseguros, y la reunión de las tropas les ha hecho sospechar de mí. Hoy me dijeron que no querían dejar sus armas mientras los soldados estén por todas partes, pero cuando usted venga, si les dice que las dejen, lo harán y yo les creo. Ellos han mantenido todas las promesas hasta ahora.

Soy consciente ahora de que asumí una gran responsabilidad cuando les permití venir a mi campamento y les prometí que estarían seguros hasta que pudieran verle, y han lamentado una y mil veces que el teniente Gatewood jamás encontró mi destacamento, pero yo creí sinceramente, y todavía lo creo, que quieren rendirse, y que yo era trasmisor de sus planes. Les he seguido cuatro meses y sabemos lo difícil que es sorprenderlos, y creo que no debemos contribuir a que se vayan de nuevo.  A lo sumo un poco de diplomacia los pondrá a todos en nuestras manos como prisioneros […] Yo estaría encantado de tener directamente un oficial suyo para que asuma el mando.

El mensaje de Lawton llegó a Fort Bowie, enviado a galope hasta la estación de heliógrafo más cercana, y transmitido a Miles, quien iba ya de camino en carruaje. El capitán William A. Thompson, ayudante de Miles, responde a Lawton por heliógrafo que el general  llegará al San Bernardino Valley [Cochise County, Arizona] esa misma noche del día 2. De hecho iba hacia el Skeleton Canyon pero muy lentamente, y no teniendo claro si estaba haciendo lo correcto. Siempre tuvo dudas, como lo prueba lo siguiente. El gobernador de Sonora, Luis Emeterio Torres, le había telegrafiado el 31 de agosto para ponerle en conocimiento de lo que le había dicho el prefecto de Arizpe: Acabo de recibir de Arizpe noticias de la rendición de Gerónimo y su banda a sus tropas. Espero ansiosamente a tener estas noticias confirmadas por usted. Miles respondió ese mismo día: Los apaches han estado hablando de rendirse y han estado cerca de nuestras tropas en el cruce de los ríos San Bernardino y Bavispe [los dos en Sonora] pero yo no creo que tengan intención de rendirse y creo que estaría bien tomar todas las precauciones contra sus incursiones o su retorno a la región montañosa de la Sierra Madre.

Ese mismo día, Miles envía dos mensajes intentando justificar un posible fracaso. El primero: Al comandante general de la División del Pacífico, general Oliver Otis Howard: Hoy voy a la frontera mexicana para ver a los apaches hostiles, pero no anticipemos cualquier resultado favorable. Todavía están en las montañas y no bajo el control de nuestras fuerzas. Todavía hay una posibilidad de que algo bueno resulte.

El segundo a su esposa: Voy por la mañana a ver a los apaches hostiles que están con Gerónimo. Ellos han dicho que querían verme. Tengo muy poca fe en su sinceridad y no espero ningún buen resultado. Pero todavía hay una posibilidad de que vengan, y creo que debo agotar todos los esfuerzos para conseguir que no se pierdan más vidas, si es posible. Miles pasó la noche en el Rucker Canyon [hoy llamado Red Rock Canyon, Cochise County, Arizona].

El 3 de septiembre, Miles llegó a las 15:00 horas al Skeleton Canyon, en las Peloncillo Mountains [Cochise County, Arizona]. Gerónimo llegó desarmado desde su campamento, estrechó la mano de Miles y luego miró a los oficiales comenzando la reunión. El general Miles es amigo tuyo, tradujo el intérprete. No lo había visto nunca, pero durante este tiempo he necesitado amigos. ¿Por qué, entonces, no estaba a mi lado?, contestó Gerónimo. Cuando tradujeron esas palabras, los oficiales estallaron de risa. Más tarde, Miles diría: Era uno de los hombres de aspecto más inteligente, más resuelto y decidido que haya encontrado nunca. Creo que nunca he visto una mirada tan clara, penetrante y misteriosa como la suya […] Cada uno de sus movimientos denotaba vigor, energía y determinación. Todo cuanto hacía tenía un propósito.

La conversación fue traducida del inglés al español y del español al apache y luego al revés. Un estadounidense llamado Nelson hizo la traducción del inglés al español; y un apache, José María Yaskes, lo traducía del español al apache.

Gerónimo quiso saber bajo qué condiciones se rendía. Miles respondió dibujando una línea en el suelo, diciendo: Esto representa el océano. A continuación, puso al lado de la línea, una roca. Esto representa el lugar donde está Chihuahua [estaba en Florida] con su banda.

Luego puso otra piedra a corta distancia de la primera y dijo: Esto te representa a ti, Gerónimo. Cogió una tercera piedra y la puso cerca de la segunda. Esta representa a los apaches en Fort Apache. El presidente quiere llevarte y juntarte con Chihuahua. Acto seguido cogió la piedra que representaba a Gerónimo y su banda y la puso al lado de la que representaba a Chihuahua en Florida. Por último, puso la que representaba a los apaches de Fort Apache al lado de las que representaban a Gerónimo y Chihuahua, diciendo: Esto es lo que el presidente quiere hacer, tener a todos juntos [en Florida]. Miles dijo en esta conversación que la estancia en el Este tendría una duración indefinida, pero que al final de la misma, los apaches serían devueltos a Arizona. Y concluyó: Dile que no tengo nada más que decir. Me gustaría hablar normalmente con él, pero no entendemos nuestras respectivas lenguas. Gerónimo acto seguido se dirigió a Gatewood, sonrió y dijo en apache: Bueno, usted dijo la verdad. Luego le dio la mano a Miles y dijo que no importaba lo que los demás hicieran, que él se rendía. Hasta que salieron para Fort Bowie al día siguiente, Gerónimo rara vez se alejó de la vista de Miles, como si temiera que el general se olvidara de su acuerdo. Gerónimo sabía lo suficiente sobre la legislación civil de Arizona y no tenía ningún deseo de estar a disposición de los sheriffs Robert S. Hatch [Cochise County, Arizona] o Eugene O. Shaw  [Pima County, Arizona] para ser juzgado civilmente. Desde el 6 de octubre de 1885, había una recompensa de 500 $ por la entrega de Gerónimo, vivo o muerto; y 250 $ por cualquier otro miembro de su banda. Florida era preferible al tipo de justicia que le iban a ofrecer en Arizona. La única dificultad de la noche  fue que Naiche no había aparecido a la conferencia con Miles. La rendición no sería completa hasta que el jefe hereditario de los apaches chiricahuas no estuviera presente [En realidad el hijo de Cochise era jefe de lo que quedaba de los apaches chokonen, pero por el prestigio de su padre y por la unión del resto de bandas, fue considerado así].

El 4 de septiembre, Naiche estaba en las colinas, a varios kilómetros de distancia, con varios miembros de la banda. Naiche estaba esperando a su hermano, que estaba buscando unos caballos que habían dejado en Sonora. Estaba preocupado por él porque cerca había soldados mexicanos. Naiche no tenía hermanos varones vivos. Se refería a Atelnietze, un miembro de su banda. Era unos ocho años mayor que Naiche, siendo probablemente su primo, un hijo de uno de los hermanos o hermanas de Cochise, o medio hermano, hijo de la segunda esposa de Cochise. Su esposa Ha-o-zinne, Gerónimo y Gatewood, fueron a decirle que Miles había llegado y que sería descortés hacerle esperar. 

Gatewood, Naiche tenía con él de 12 a 15 guerreros con sus familias. Gatewood le dijo: Naiche, usted me prometió que cuando llegáramos a la frontera hablaría con el general Miles sobre la rendición. Naiche se quedó pensativo y respondió: Así es, y de inmediato fue con Gatewood a reunirse con Miles. Reunió a su banda, los llevó y se entregó formalmente. Todos los apaches hostiles dejaron sus armas y se hicieron los preparativos para el viaje a Fort Bowie.  Miles diría de él: Un joven guerrero, alto y delgado, cuya dignidad y elegancia de movimientos son dignos de cualquier príncipe.

Miles continuó sus conversaciones con Gerónimo y Naiche quienes acabaron convencidos de ir a Fort Bowie [Cochise County, Arizona] cuando se desató una gran tormenta, por lo que todos se refugiaron en las tiendas de campaña y en los carros. Miles, Naiche y Gerónimo se sentaron juntos. Miles escribió en su informe que Naiche, el hijo de Cochise y jefe hereditario de los apaches chiricahuas efectuó la rendición de su banda ayer por la mañana. La última guerra apache había terminado.

Según los exploradores apaches Kayitah y Martine, los términos de la rendición de Gerónimo son controvertidos, la entrega estaba lejos de ser incondicional. De hecho, las circunstancias del caso parecen demostrar que el general Miles no estaba en condiciones de exigir la rendición incondicional de los hostiles, y que la persuasión era el principal factor de éxito en la última compaña contra Gerónimo. La reputación de astucia que tenía este no sería tal, si cuando estaba lejos de su enemigo, se hubiese entregado sin condiciones.

Entre los exploradores apaches presentes durante la rendición de Gerónimo estaban Víctor, llamado Beto por los apaches [un ex cautivo mexicano que había ascendido a la posición de líder de un grupo local aravaipa, y responsable del secuestro de Mickey Free], y Goodah-Goodah [también conocido como Goodygooya, uno de los primeros cuatro policías apaches que reclutó John Philip Clum].

A las 10:00 horas de la mañana del 5 de septiembre, Miles, Gerónimo, Naiche y otros cuatro apaches [tres hombres y una mujer] partieron en un carro ambulancia a Fort Bowie, escoltados por un destacamento al mando de los tenientes Wilder y Clay. Miles dijo a Bill Gadd, conductor del carruaje: No dejes que el sol se ponga sobre ti. El general tenía prisa por recorrer los 105 km antes de que se hiciese de noche. Al acercarse a Fort Bowie, Wilder cabalgó hasta allí regresando con una botella de whisky. Miles preguntó para qué era. Wilder respondió: Clay debe de estar sediento por el polvo por ir detrás del carruaje, y pensé que querría beber algo. Miles replicó: No, espere a que Clay ponga a los apaches en el cuerpo de guardia y tendrá todo lo que quiera para beber. Antes de llegar a Fort Bowie, Gerónimo miró hacia las Chiricahua Mountains diciendo: Esta es la cuarta vez que me rindo. Miles respondió rápidamente: Y creo que es la última…. Esa noche, una vez desarmados, la pasaron en el calabozo. A media tarde del mismo día, 5 de septiembre, el resto de apaches se dirigieron al norte con Lawton, Gatewood y Wood. La noche del 7 de septiembre la pasaron a 9’5 km al sur de Fort Bowie, donde Nohchlon, esposa de Chappo [hijo de Gerónimo] tuvo un bebé.

Miles envió mensajes al general Howard, y a los gobernadores de Arizona, Conrad M. Zulick; New Mexico, Edmund G. Ross; y Sonora, Luis Emeterio Torres, indicando que los apaches se habían rendido como prisioneros de guerra y que la rendición de Gerónimo era incondicional. Howard notificó a sus superiores el hecho y que … los chiricahuas deben enviarse directamente a Fort Marion [St. Augustine, St. Johns County, Florida] como el presidente, a través del Departamento de Guerra, ordenó). 

El 6 de septiembre, Miles telegrafió a L. Q. C. Lamar, Jr., al Departamento de Interior: Los apaches se han rendido como prisioneros de guerra el 4 de septiembre. Regresé aquí anoche trayendo a Gerónimo, a Naiche, el jefe hereditario y a otros tres. Lawton traerá al resto por la mañana, unos 40 en total. Están perfectamente obedientes y harán lo que yo diga. Tengo la intención de enviarlos a Florida en unos pocos días, a menos que se ordene lo contrario.

Antes, The Washington Star había anunciado la decisión del Departamento de Guerra de llevar a toda la tribu chiricahua a Fort Marion [St. Augustine, St. Johns County, Florida]. Miles había ordenado comenzar el proceso. Los apaches debían ser tratados como prisioneros de guerra. Con los cuatro jefes en Washington, los chiricahuas de la reserva estaban impacientes hasta su llegada, en especial Chiva [ahora líder de la pequeña banda de Bonito], Bish-to-yeh y Zele; al igual que los chihennes esperando el regreso de Kaahteney y Loco. El domingo, 29 de agosto, el comandante Wade recibió la orden de reunir a los chiricahuas cuando fueran al fuerte a recoger sus raciones semanales. Miles envió cuatro destacamentos de caballería desde San Carlos, Fort Thomas [Graham County, Arizona], y Alma [Catron County, New Mexico] por si Wade los necesitaba. Al mediodía los chiricahuas estaban alineados para recibir sus raciones. Cooney y otros cuatro chiricahuas servían como exploradores para mantener el orden. Toclanny estaba a punto de recibir su ticket cuando apareció un destacamento de caballería. Después llegó la infantería y los exploradores White Mountain, rodeando a los chiricahuas. Los hombres chiricahuas se quedaron allí sosteniendo sus armas sin saber qué hacer. Ante esta crítica situación, Wade llegó para calmar los ánimos. Después de asegurar a los chiricahuas que nadie les haría daño, ordenó que se sentaran, viendo a los soldados desarmar a los cinco exploradores chiricahuas, quitándoles sus rifles y cartucheras. Los demás chiricahuas sufrieron la misma experiencia mientras llevaban a las mujeres y niños a acampar cerca del fuerte.

Poco después, los hombres fueron llevados a un granero, donde Wade les informó que el gobierno había decidido llevarles a otro lugar. Dijo que los soldados querían la paz. Pocas horas después, los exploradores Western Apaches trajeron a Tuzzone [un antiguo sargento de exploradores con Crawford] y a su mujer desde San Carlos, quienes se habían escapado. Los exploradores le llevaron al granero con los demás. Durante los próximos nueve días permanecieron encerrados bajo una fuerte custodia. Estaban desconcertados ya que muchos de ellos habían servido como exploradores contra los hostiles. Según Betzinez, Massai fue el único que intentó incitar a una sublevación, pero no tuvo apoyo.

Mientras, el coronel Langdon analizaba las condiciones de Fort Marion, recomendando que los padres y los niños no fuesen separados y fuesen enviados juntos a Carlisle. Sugirió que se dispusiera para ese fin terreno suficiente en Carlisle).

El 7 de septiembre, el presidente Cleveland ordenó que todos los hostiles fueran custodiados como prisioneros hasta que puedan ser juzgados por sus crímenes y los que tengan que ser enviados a Florida, sean trasladados de inmediato. Esta orden fue enviada a Howard, quien la reenvió a Miles. Este envió un telegrama al Secretario interino de Guerra, R. C. Drum, quien se lo reenvió al presidente Cleveland diciendo: Aquí no hay alojamiento para mantener a estos indios, y si se escapan a una de estas montañas pueden causar problemas y todo el trabajo realizado por el Ejército se habrá perdido. Todo está preparado para el traslado y yo, sinceramente, solicito permiso para sacarlos de este territorio montañoso por seguridad; por lo menos a Fort Bliss [El Paso County, Texas]; a Fort Union [Mora County, New Mexico]; o a Fort Marion [St. Augustine, St. Johns County, Florida].

El presidente Cleveland respondió a la solicitud de Miles: Creo que Gerónimo y el resto de los hostiles deben ser enviados de inmediato a la instalación militar o prisión más cercana, donde puedan estar debidamente vigilados. Lo más importante ahora es evitar toda posibilidad de escape.

Miles no cabía en sí de gozo. Ese mismo día escribió a su esposa: Si hubieras estado aquí, me habrías visto cabalgar por las montañas con Gerónimo y Naiche como me vistes hacerlo sobre las colinas hasta el Yellowstone con el jefe Joseph [tribu nez percé]. Fue un brillante final para un difícil problema.

A primeras horas de la mañana del 8 de septiembre, el teniente Robert F. Ames llegó galopando al campamento de Lawton, a unos 11 km de Fort Bowie, despertando a los soldados y chiricahuas por igual, haciendo que estos se dispersaran. Wood dijo que la acción de Ames era estúpida. Cuando se reagruparon, los soldados descubrieron que Atelnietze, Satsinitsu [cuñado, sobrino o hijo de Atelnietze?] y un viejo nednai llamado Nat-cul-baye [también conocido como José María Elías] habían desaparecido junto a tres mujeres [dos esposas de Atelnietze? y Dejonah, probablemente la esposa de Nat-cul-baye] y un niño. Si Dejonah y Ejonah son la misma persona como se cree, eso no fue así, ya que Ejonah falleció en Fort Sill [Oklahoma] el 26 de agosto de 1900. Se dirigieron hacia el sur, vagando por la Sierra Madre libremente durante una década. Una versión dice que, a pesar de la inmediata persecución, eludieron a las tropas internándose en México, falleciendo todos dos meses después, excepto una mujer, a manos de los Rurales de Sonora al mando del coronel Emilio Kosterlitzky, pero eso no fue así.

Atelnietze sería herido gravemente en una escaramuza con soldados estadounidenses en 1896 y probablemente falleció poco después. No se sabe cuando falleció Nat-cul-baye, pero se le menciona en un informe de un ataque a unos mineros en 1908, por lo que su muerte sería posterior.

Lawton siguió adelante, llegando con el resto de chiricahuas a Fort Bowie, esa misma mañana del 8 de septiembre. Llegó uno más porque Nohchlon, la esposa de Chappo [hijo de Gerónimo] había tenido una niña.   Miles ordenó llevar a la banda de Gerónimo a la estación de Bowie para llevarles al Este, a cargo del capitán Lawton. Primero les desarmaron en la plaza de armas, y pocas horas más tarde les subieron a unos carros, siendo llevados a la estación de Bowie para su primera etapa de su viaje a Florida. Mientras dejaban Fort Bowie, la banda de música del puesto tocaba Auld Land Syne. A las 14:55 horas, el tren partió de la estación de Bowie con la banda de Gerónimo y Naiche y con los dos exploradores apaches del teniente Gatewood, Martine y Kayitah, acompañándoles el intérprete blanco George Wratten. Antes de que el tren saliese, llegó un telegrama de Sheridan diciendo: Como el presidente aún no ha decidido qué hacer con la banda hostil de Gerónimo y, ya que son presos sin condiciones, se les mantendrá confinados en Fort Bowie hasta que la decisión del presidente le sea comunicada. Pero el ayudante de Miles, el capitán William A. Thompson, no informó a Miles del contenido del telegrama hasta que el tren partió. Miles declararía que no tuvo conocimiento del contenido del telegrama hasta seis semanas más tarde, pero todo hace indicar que era perfectamente consciente de su existencia.

Los chiricahuas trasladados eran:

Ahnandia, bedonkohe de unos 26 años, primo 2º de Gerónimo, y su mujer, Tah-das-te, chokonen de unos 26 años.

Beshe, chokonen de unos 70 años, y su mujer Ugohun, chokonen de unos 58 años [padres de Ha-o-zinne].

Chappo [hijo de Gerónimo y de su 2ª mujer, Chee-hash-kish], bedonkohe de 22 años; su mujer, Nohchlon [Nahdclohnn], bedonkohe de unos 17 años; y su hija de un mes.

Fun [medio hermano de Perico y primo 2º de Gerónimo], bedonkohe de unos 22 años, y su mujer, Tah-tzil-toey, nednai de unos 19 años. 

Gerónimo, bedonkohe de unos 63 años, y su mujer, She-gah [también llamada Ga-ah], chokonen-nednai de unos 35 años [Ih-tedda y Zi-yeh estaban en Florida].

Hunlona o Lonah, nednai de unos 21 años; [sobrino de Beshe y primo de Ha-o-zinne. Su mujer, Dolan, chokonen de unos 36 años; y su hija Bessie, de 3 años, estaban en Florida].

Kilthdigai, soltero de unos 35 años. No se sabe nada más de él, siendo posible que se le conociese por otro nombre.

Laziyah, nednai de unos 46 años [hermano de Nah-bay] y su mujer de unos 37 años de nombre desconocido.

Mohtsos, chokonen, de unos 35 años [su esposa chokonen Bashdelehi y sus hijos Clarence Bailtso y Archie Mohtsos; y su esposa chokonen Nahzit-zohn, y su hijo Ah-tay o James Holly estaban en Florida]. 

Nah-bay o Napi, [hermano de Laziyah] nednai de unos 45 años; su mujer de unos 35 años, de nombre desconocido; y su hija de 2 años.

Naiche, chokonen de unos 30 años, y su mujer, Ha-o-zinne, chokonen de unos 18 años.

Perico [medio hermano de Fun y primo 2º de Gerónimo], bedonkohe de unos 46 años, y su mujer, Biyaneta, chihenne-bedonkohe de unos 28 años.

Tissnolthos, chokonen de unos 26 años [sobrino de Eugene Chihuahua] y su mujer Oskis-say [Goskayzhn] de 16 años.

Yahnozha, nednai de unos 21 años [cuñado de Gerónimo y hermano de She-gha] y su mujer, Rachel Tsikahda, chihenne de unos 20 años.

Calvin Zhonne, chokonen, soltero de unos 21 años [hijo de Ugohun e hijastro de Beshe, y medio hermano de Ha-o-zinne. 

Más los exploradores Kayitah y Martine.

Y los jóvenes:

Regis Alchintoyah [Estchinaeintonyah], nednai de 9 años, hijo de Ejonah y primo de Sam Kenoi.

Garditha, nednai, huérfano de unos 10 años.

Jasper Kanseah [Scayocarne], chokonen-bedonkohe de unos 15 años, sobrino de Gerónimo y pariente de la mujer de Fun.

Losahnne [Leosanni], nednai de 6 años, hija de Neezhgolthkisen y de Niyah, que estaban en Florida.

Miles tuvo una reunión final con Gerónimo y Naiche en la que les dijo: A partir de ahora queremos empezar una nueva vida; y sosteniendo una de sus manos con la palma abierta y hacia arriba, hizo una línea sobre ella con el dedo de la otra mano y, señalando a la palma de la mano, dijo: Esto representa el pasado, todo cubierto de huecos y crestas. Luego, frotando las dos manos, dijo: Esto representa el borrado del pasado que se considera lisa y llanamente olvidado.

Al mando de los 20 hombres del 4º de Caballería que custodiaba a la banda de Gerónimo en su traslado a Florida estaba el capitán Lawton, con los tenientes Thomas Jacob Clay y A. L. Smith, el teniente cirujano Leonard Wood, y el intérprete George Wratten. La Orden de Campo nº 89, emitida por el general Miles, indicaba: … hacerse cargo de los prisioneros de guerra apaches chiricahuas y continuar con ellos hasta Fort Marion, Florida [Luego serían llevados a Fort Pickens].

El mismo día, 8 de septiembre, el teniente coronel Wade, al mando de varios destacamentos de infantería, caballería, y exploradores Western Apaches, llevaban a 383 chiricahuas desde Fort Apache a Holbrook [Navajo County, Arizona]. Les dijeron que iban a Washington, D. C. para reunirse con el presidente de los Estados Unidos. Miles había ordenado llevar a Dos-teh-seh, porque si dejas uno, otros querrán quedarse. Su hija y su yerno Gokliz, un Western Apache, eligieron acompañarla. En la parte delantera y trasera de la columna iban compañías de infantería, mientras que las unidades de caballería cubrían los dos flancos. Los exploradores apaches iban con sus carabinas preparadas cortando cualquier vía de escape. Los soldados habían atado las manos de los hombres viajando en carros del ejército. Las mujeres y los niños iban con sus monturas, 140 caballos y mulas, y cientos de perros. El progreso era lento a causa de los caminos embarrados. El primer día, cruzaron el White River, donde varios carros volcaron, pero nadie se ahogó. Esa noche acamparon en el rancho de Cooley. Aquí los exploradores Western Apaches hicieron una danza, acompañados por las mujeres chiricahuas. Sus maridos solo podían mirar, sintiendo la humillación.

Por las noches, los soldados vigilaban estrechamente para que nadie pudiera escaparse y para protegerles de un grupo de vaqueros que seguían a la caravana de cerca, buscando una oportunidad para saldar viejas cuentas con los apaches. Llegaron el 12 de septiembre después de recorrer, lentamente durante cinco noches y seis días, los 160 km que les separaban de Holbrook. Esa noche, los exploradores Western Apaches realizaron otra danza con las mujeres chiricahuas. Durante esa última noche en Arizona, permitieron a los apaches comer los últimos novillos que iban con la caravana. El teniente Stover describió esa noche: ¡Qué vista! Yo estaba de pie en una zona alta sobre la vía del tren, con vistas al gran campamento junto al río Little Colorado, viendo un espectáculo que quizás nadie verá de nuevo. Varios cientos de hogueras brillaban entre el monte bajo, y alrededor de cada una de ellas, grupos de indios bailaban y cantaban celebrando su próximo viaje para ver al ‘Gran Padre’ en Washington. Los tambores sonaban sin cesar y el frenético canto monótono de los indios impregnaba el aire de la noche, y el aullido lastimero de los miles de perros [que parecían olfatear una catástrofe], daba una impresión curiosa y maravillosa, difícil de olvidar. Esta reunión duró toda la noche y muchos habitantes de la pequeña localidad fronteriza de Holbrook la pasaron viendo el espectáculo.

A primeras horas del día siguiente, 13 de septiembre, los 383 apaches chiricahuas fueron llevados al tren. Los 92 soldados y oficiales del teniente coronel James F. Wade, comenzaron a acercarse al tren, obligando a los apaches a subir a los vagones. Antes de subir a los vagones, los soldados soltaron las manos de los hombres. Muy pocos de ellos había estado alguna vez en un tren [solo unos pocos exploradores] por lo que se resistían a subir. Los soldados arrojaron a las mujeres y a los niños al tren por la fuerza entre fuertes gritos. Los hombres siguieron a sus familias. Todas las ventanas de los vagones donde iban los apaches habían sido afianzadas para evitar huidas, a pesar del calor de septiembre. Cuando el tren arrancó de un tirón, todos los apaches se levantaron y comenzaron a gritar. Poco a poco se calmaron, observando el paisaje. Todas sus pertenencias quedaron atrás, y cuando el tren arrancó, los miles de perros abandonados corrieron frenéticamente para mantenerse al lado de los vagones en movimiento, ladrando con todas sus fuerzas. 

Poco a poco los perros disminuyeron su velocidad, aunque algunos de ellos corrieron durante 30 km. El teniente Stover más tarde preguntó a un residente de Holbrook qué había sido de los perros: Solo teníamos que llegar y dispararles desde lo alto de los caballos, lo que nos mantuvo ocupados. Los caballos de los apaches no supusieron mayor problema; el 10º de Caballería los llevó a Fort Union [Mora County, New Mexico], donde fueron vendidos en subasta pública.

Durante el viaje del tren, los primeros y los últimos vagones iban ocupados por los soldados de la escolta y, entre cada vagón, en las plataformas, iban cuatro soldados. Las paradas para echar agua a la locomotora se hacían a lo largo de la ruta, no en las poblaciones. Las raciones se pusieron en seis montones, designándose a seis apaches para llevar la comida a sus respectivos grupos. Debido a que las puertas y ventanas estaban cerradas, al no poder asearse, al calor de septiembre del suroeste, y a la ausencia de sanitarios, el olor en el interior de los vagones aumentó de forma considerable. En cada vagón había de 50 a 60 personas. El teniente Stover recordaría más tarde: En la primera parada, después de que hubiesen dejado salir a los indios, el superintendente de la ruta, que estaba en el tren, quiso ir al interior de uno de los vagones, pero no pasó de la puerta. ¡Uf!, esto es horrible!’, exclamó.Supongo que todo lo que podemos hacer con esto es quemarlo cuando lleguemos a nuestro destino. Esa noche tuve que ir a la parte posterior del vagón del tren, y como no había paradas, me vi obligado a hacer mi camino a través de todo el tren. ¡Cielos! Cuando pienso en ese viaje, incluso en este momento, me  mareo. Algo había que hacer para limpiar los coches, pero cualquier método normal hubiera sido insuficiente, por lo que cuando el tren se paró para comer a la mañana siguiente, el superintendente tenía cada vehículo preparado para lavarlo con una manguera y un potente chorro de agua. Claro que no era un placer ir en uno de los vagones después de esta limpieza, pero era la única manera de que cualquier humano, aparte de un indio, pudiese entrar en ellos.

El tren pasó a través de Albuquerque [Bernalillo County, New Mexico] hacia St. Louis [St. Louis County, Missouri]. Como iba lentamente hacia el este, parando en los desvíos para que pasasen todos los demás trenes, los apaches sospecharon cada vez más de que no iban a Washington para ver al Gran Padre’. Los soldados les prometieron que serían bien tratados; sin embargo, estaban llenos de dudas y en un constante estado de alarma. Cuando el tren entró en un largo túnel, los apaches  se asustaron gritando de terror. Cuando el tren salió por el otro extremo del túnel, la mayoría estaban bajo sus asientos. Al este de St. Louis, una mujer apache dio a luz a un niño. En la siguiente parada, dos hombres [Massai y un nativo tonkawa adoptado por los apaches llamado Gray Lizard] lograron esconderse fuera del tren y huir, llevándoles un año regresar a Arizona. Varios autores dudan de la existencia de Lizard, entre ellos Leah Candolin Cook en su trabajo The Last Apache ‘Broncho’: The Apache Outlaw in the Popular Imagination, 1886-2013. Solo mencionó la existencia de Lizard, Alberta Begay, hija de Massai. Desde St. Louis, el tren se dirigió a Atlanta [Fulton County, Georgia], y luego a Jacksonville [Duval County, Florida], donde había tantos curiosos en el andén de la estación que los guardias del tren tuvieron que emplearse en mantener el orden entre ellos. Los espectadores se sorprendieron mucho al ver que los niños e incluso algunos hombres no llevaban el clásico taparrabos. También les impresionó la dignidad de los hombres. Como dijo un observador: “Las mujeres cargaban con el equipaje mientras que los hombres cargaban con su dignidad”.

Jacksonville estaba muy cerca de Fort Marion, [St. Augustine, St. Johns County, Florida], a donde llegaron en las primeras horas del 20 de septiembre, uniéndose al grupo de Chihuahua y a los miembros de la delegación de Chato y Loco. Además del pequeño grupo de Atelnietze, solo quedaba libre la pequeña banda de Mangas, formada por tres hombres y ocho mujeres y niños, los cuales se rendirían cerca de Fort Apache el 18 de octubre, siendo también enviados a Florida.

El 9 de septiembre, el general Miles, que había viajado a Albuquerque [Bernalillo County, New Mexico], recibió el telegrama que envió Sheridan y que llegó a Fort Bowie el día 8 [posiblemente, ese telegrama es el que recogió el capitán William Thompson]. Miles telegrafió al general Howard informando que los apaches se rindieron solo a condición de ser exiliados. Miles informó al Departamento de Guerra que él cumplió con la orden de llevarles al puesto o prisión más cercana. Afirmó que envió a los chiricahuas a Florida, pero podrían ser interceptados en Fort Sam Houston [San Antonio, Bexar County, Texas] o desviados a Fort Leavenworth [Leavenworth County, Kansas].

El general Howard telegrafió a Miles: Tengo la orden del presidente, enviada directamente al general Nelson Appleton Miles desde el Departamento de Guerra, que ordena conducir a los prisioneros chiricahuas al fuerte más cercano o prisión militar. Por el contrario, Gerónimo y su banda habían sido enviados a San Antonio [Bexar County, Texas] en ruta hacia Fort Marion y, ciertamente, esas no eran las órdenes del presidente de enviarlos al fuerte más cercano o prisión militar. Cuando en Washington se tuvo conocimiento del traslado de los apaches, pidieron explicaciones a Miles: ¿Por qué ha actuado así en contra de la orden dada por su superior Sheridan, el 7 de septiembre, de mantenerlos bajo  vigilancia hasta que el presidente hubiese decidido sobre el asunto y por qué lo hizo con tanta celeridad?. Estas fotografías fueron hechas por el fotógrafo A. J. McDonald, cerca de donde el ferrocarril Southern Pacific Railroadcruzaba el río Nueces, a unos 96 km al oeste de San Antonio.

El 10 de septiembre, el Secretario interino de Guerra, Richard C. Drum ordenó que el tren de Gerónimo fuese detenido en San Antonio. Los apaches fueron detenidos allí durante seis semanas. El propósito era determinar bajo qué condiciones se rindieron y decidir qué hacer con los apaches.

Los términos originales de la rendición ofrecidos por Gerónimo, Naiche y Nana, y aceptados en marzo por el general Crook en el Cañón de los Embudos, fueron, la estancia en Florida durante dos años para volver a las reservas de Arizona. El presidente Cleveland se negó a aceptar estos términos, a pesar de haber autorizado a Crook a aceptarlas si era necesario para asegurar su rendición. La posterior huida de Gerónimo a México dio a Cleveland y al general Sheridan la excusa para anular el acuerdo de Crook con los apaches hostiles, incluso con los que no habían huido. Después de la rendición final de Gerónimo al general Miles, no solo los renegados, sino otros apaches chiricahuas de la reserva y exploradores apaches leales fueron detenidos y enviados también a Florida. Crook lucharía toda su vida para revocar esa decisión y permitir a los apaches volver a una reserva más adecuada para el clima a los que estaban acostumbrados. Gerónimo expresó al intérprete George Wratten su preocupación. “¿Matarán a alguien de los míos? A mí no me van a matar, aseguró a Wratten. “Tengo esa promesa de Usen, pero mis guerreros no están tan protegidos. Usen prometió que ni mi hermana [Nah-dos-te, mujer de Nana] ni Daklugie [el hijo de Juh] morirían, y que yo  viviría para ser un hombre viejo y tener una muerte natural. Pero él no dijo nada con respecto a los bravos. Es por ellos por los que temo. Mientras, el 12 de septiembre, el Secretario interino de Guerra, Richard Coulter Drum ordenó enviar a Chato y su delegación de Fort Leavenworth a Fort Marion.

En septiembre, Ih-tedda [esposa de Gerónimo] dio a luz a una niña [fue el único bebé apache nacido en Fort Marion durante ese mes] en Fort Marion a donde había sido enviada con el grupo de Chihuahua el pasado 7 de abril, a la que el teniente coronel Loomis L. Langdon registró como Marion por el lugar de nacimiento [pero en el futuro se cambiaría el nombre por Lenna]. El presidente Cleveland ordenó a Miles realizar un informe completo sobre los términos de la rendición que dio a los apaches).

* El 14 de septiembre de 1886, la delegación de Chato y Loco salen de Fort Leavenworth (Leavenworth County, Kansas) en tren, no hacia Arizona, sino hacia la prisión de Fort Marion. ([St. Augustine, St. Johns County, Florida]. Mientras, el 15 de septiembre, el periódico Pensacola Commercial de Pensacola [Escambia County, Florida] sugería que Gerónimo y sus seguidores fueran encarcelados en Fort Pickens [Escambia County, Florida].

El 18 de septiembre, la delegación de Chato y Loco llegaba a Fort Marion. Eran 13 apaches, 10 hombres [Askadodilges [Charlie], Chato, Nelson Gonaltsis [Patricio], Paul Guydelkon [Ke-lilq-kau], Kaahteney, Loco, George Noche, No-stle [Knox Nostlin], No-talq, y Tom Chiricahua [Be-da-zis-shu]; y tres mujeres, Chish-odl-netln y Chiz-pah-odlee [esposas de Loco], y Ke-nai-didlg [nieta de Loco], constituyendo el segundo contingente de apaches chiricahuas, tras el de Chihuahua, en llegar a Fort Marion.      

El 20 de septiembre, llegaban a Fort Marion, custodiados por los soldados del teniente coronel Wade, los 381 chiricahuas [el tercer contingente] que habían salido el 13 de septiembre de Holbrook [Navajo County, Arizona]. Habían salido 383, pero por el camino se escaparon dos, Massai y Gray Lizard, un nativo tonkawa adoptado por los apaches. Según el Annual Report of the Secretary of War, eran 278 adultos; 41 niños entre 5 y 12 años; y 62 niños menores de 4 años. Entre ellos había 15 exploradores; los otros dos, Kayitah y Martine estaban con Gerónimo. El general Sheridan demostró su desprecio por los exploradores que habían servido lealmente a los Estados Unidos en la campaña contra Gerónimo al mantenerlos con los demás chiricahuas. Esos 381 apaches, más los 13 del grupo de Chato, más los 73 del grupo de Chihuahua [habían muerto un adulto y 3 niños] sumaban 471 personas en Fort Marion. 

El 22 de septiembre, el capitán Bourke escribía a Herbert Welsh, secretario de la Asociación por los Derechos de los Indios: …  Si nuestro gobierno construye una política india basada en la traición, la mentira y el doble juego, no se puede culpar a los indios por hacer buenas imitaciones de malos modelos….

El 23 de septiembre, el presidente Cleveland ordenó al general Howard hacer un informe detallado relativo a las circunstancias inmediatas que rodearon a la captura de los apaches.

El 24 de septiembre, el general Miles respondía a la orden del presidente, presentando un informe completo sobre las condiciones de la rendición. El general Oliver Otis Howard envió un telegrama al presidente y al secretario de Guerra: Yo creí en un primer momento, por los informes oficiales, que la rendición era incondicional, y que las tropas no iban a matar a los hostiles. Ahora, desde los despachos del general Miles, y desde su informe anual, remitido  por correo el presente día 31, las condiciones son sencillas; , que la vida de todos los apaches debe garantizarse; y , que deben ser enviados a Fort Marion, Florida, con su tribu, incluyendo a sus familias, habiendo dado ya la orden.

Acabo de recibir un despacho del general Miles, y al ser por correo, es largo, pero no añade ningún hecho respecto a los términos de la rendición de los apaches hostiles).

El 25 de septiembre, Richard Coulter Drum, Secretario interino de Guerra, ordenó al general Miles que explicase las condiciones exactas que dio a Gerónimo y Naiche para que se rindieran: Parecería… que Gerónimo, en lugar de ser capturado, se entregó, y que la rendición, en lugar de ser incondicional, contrariamente a lo esperado aquí, fue acompañado de condiciones y promesas. Para que el presidente pueda entender claramente la situación actual de Gerónimo y su banda, quiere que usted informe por telégrafo las promesas exactas, si las hay, que se les hicieron en el momento de la rendición.

El 29 de septiembre, el general Miles respondía a Drum, indicando las condiciones de la rendición. El informe era impreciso, careciendo de datos: En esencia, las conversaciones y comunicaciones entre yo, Gerónimo, Naiche y los otros antes de su rendición y que ahora figuran en mi informe, son los siguientes: … a principios de julio, envié a dos hombres [los exploradores apaches Kayitah y Martine] para ir al campamento hostil para exigir su rendición. En ese momento, yo no tenía la menor idea de que los indios hostiles insinuaban rendirse a mis tropas, para ser tratados de manera diferente de aquellos que se entregaron a mí o a los demás, en otras partes del país. Cuando los hostiles se retiraron de las inmediaciones de la población mexicana de Fronteras, seguidos de cerca por el destacamento de Lawton, los dos hombres arriba mencionados entraron en su campamento y exigieron su rendición; que rehusaron al principio, pero desearon ver al capitán Lawton, quien accedió a entrevistarse con ellos. Los indios pidieron términos y privilegios similares a los que se les había dado antes.

Informé por heliógrafo al capitán Lawton que sus peticiones no podían ser concedidas, pero que él estaba autorizado a aceptar su rendición como prisioneros de guerra. A continuación, se comprometieron a entregarse ante mí, y con este fin, a petición del capitán Lawton, me uní a su destacamento. Gerónimo vino y me contó sus quejas. Le dije que el capitán Lawton y el teniente Gatewood eran honorables, y que yo estaba allí para confirmar lo que habían dicho ellos, y que si arrojaban sus armas y se ponían a nuestra merced, no morirían, pero que debían entregarse como prisioneros de guerra y confiar en la justicia del gobierno o confiar su futuro al presidente de los Estados Unidos. Les informé que estaba trasladando a todos los chiricahuas y Warm Springs [los estadounidenses denominaban así a los chihennes o mimbreños, también chiricahuas] de Arizona, y que todos serían sacados de este territorio, de una vez y para siempre, y así lo entendieron. Gerónimo respondió que iba a obedecer cualquier orden que le diera, y que iría a cualquier lugar, y que iba a traer su campamento, lo cual hizo. Posteriormente, Naiche rindió su campamento de la misma manera. Su situación es la misma que la del jefe Joseph, Toro Sentado, y tantos otros; que son estrictamente prisioneros de guerra, resultado de la habilidad y fortaleza de nuestras tropas.

El general David S. Stanley [comandante del Departamento de Texas con sede en Fort Sam Houston] recibió la orden de determinar, tan completa y claramente como fuera posible, si Gerónimo y Naiche comprendieron bien las condiciones de su rendición y las circunstancias inmediatas que condujeron a ella. Stanley les interrogó por separado acerca de su comprensión de los términos por los que se habían rendido. Ambos dieron la misma respuesta. En el Skeleton Canyon, Miles dijo: Bajen sus armas y vengan conmigo a Fort Bowie, y en cinco días verán a sus familias, que están ahora en Florida con Chihuahua, y no sufrirán ningún daño. Más tarde, en Fort Bowie, Miles dijo: Todos somos hermanos; no teman a nadie, nadie os hará daño; ustedes se reunirán con todos los chiricahuas; … Ustedes tendrán una reserva separada para su tribu, con caballos y carros, y nadie les harán daño. En su entrevista, Gerónimo se inclinó y limpió un trozo de tierra con su mano; luego declaró que en Fort Bowie, Miles hizo lo mismo, y dijo: Todo lo que has hecho hasta ahora será borrado así y olvidado, y comenzarás una nueva vida. Los chiricahuas permanecieron en sus tiendas, sin nada que hacer, salvo jugar a cartas, masticar y fumar tabaco, y hablar.

Al día siguiente, el 30 de septiembre, el general Stanley, envió un telegrama al Secretario de Guerra: Recibido su despacho. Obedeciendo sus instrucciones, he interrogado hoy, por separado, a Gerónimo y a Naiche, sin levantar sus sospechas; estando presente el capitán Lancaster, comandante del puesto. Ambos jefes dijeron que nunca pensaron en la rendición hasta que el teniente Gatewood, el intérprete George Wratten, y los dos exploradores apaches [Kayitah y Martine] llegaron a donde ellos diciendo que elGran Padre’ quería que se rindiesen; que creían esto, pero no creían al general Crook, porque habló mal de ellos, y pensaron que estarían bajo las órdenes de Chato. Ese mismo día, Wratten leyó una sinopsis del informe del general Miles a Washington. Gerónimo le interrumpió repetidamente con suspiros de aprobación. Todas las mañanas, Gerónimo preguntaba al oficial encargado si había recibido algún mensaje del Gran Padre. También preguntaba frecuentemente sobre sus esposas que estaban en Florida, a quienes quería ver tanto como a los demás. Sin embargo, día tras día, la respuesta del oficial era la misma: Ningún mensaje del ‘Gran Padre’ de Washington. A medida que pasaba el tiempo y el aburrimiento aumentaba, el oficial cogió a dos chiricahuas y a los dos exploradores, Kayitah y Martine, para pasear por San Antonio. Los apaches vieron un gran número de personas blancas y muchos edificios).

* El 1 de octubre de 1886, el teniente coronel Loomis Lyman Langdon, comandante de Fort Marion (St. Augustine, St. Johns County, Florida) informa sobre las condiciones de vida de los prisioneros chiricahuas: No se ha producido ni un solo desorden, ni ningún indio ha dejado de cumplir con las instrucciones generales o particulares dadas por mí o por el oficial de guardiaLas raciones dadas a los prisioneros apaches se componen de carne vacuna, 453’59 gramos diarios por cabeza para los adultos; 226’79 gramos para los niños de menos de 12 años de edad; también pan, azúcar, café y frijoles. Una vez por semana, o cada 10 días, reciben patatas y cebollas en pequeñas cantidades. Samuel Bowman [intérprete mestizo de sangre cherokee y blanca] me informó que la cantidad de raciones durante el confinamiento es menor de lo que les daban en la reserva, donde obtenían un suministro considerable de caza y verduras; y frutas del mescal, raíces y semillas, y chumberas. Las personas confinadas deben obtener más vegetales y frutas de las que estos indios reciben. Especialmente con el presente ejemplo, donde hay una etapa de transición del salvajismo a la civilización, es deseable una dieta de frutas y verduras mayor. Las raciones son insuficientes.

Durante el invierno, la ropa de los apaches era totalmente insuficiente y nada adecuada. La mayoría de ellos llevaban solo la que traían de Arizona. Durante los días fríos, cuando, incluso en St. Augustine era necesario abrigarse bien, los niños apaches estaban obligados a estar dentro de las tiendas de campaña para protegerse. La mayoría de ellos no tenían nada con que taparse, salvo un trozo de tela de algodón. El Dr. Horacio Caruthers, un filantrópico ciudadano de St. Augustine, en vista de ello, pidió ayuda a varios amigos del Norte y, finalmente, a través de los esfuerzos del senador por Massachusetts, Henry Laurens Dawes, logró que el gobierno concediera un pedido de ropa. (La ropa perteneciente a los hombres no llegaría hasta diciembre de 1886; y la de las mujeres y niños, hasta primeros de marzo de 1887. En estas fechas, había confinados 469 apaches, entre ellos adultos y niños, incluyendo también a 14 exploradores apaches. El general Crook escribe al capitán Bourke expresando su preocupación por las condiciones del encarcelamiento de los chiricahuas.

Mientras que la mayoría de los turistas que iban en masa al antiguo fuerte, veían a los apaches como una curiosidad, había unos pocos que sentían verdadera preocupación. Un periódico dijo: Juntar entre 200 y 300 machos vigorosos, viejos y jóvenes, en Fort Marion, puede considerarse a todas luces un experimento peligroso. ¿Supongamos que, con su conocida astucia, van a los bosques aquí y se dirigen a los campamentos [de los seminolas] en los Everglades? ¿Entonces qué? Tal cosa no es una imposibilidad”. En realidad, solo había alrededor de 100 en el fuerte, pero entre ellos había nombres que todo el mundo conocía y respetaba: Chato, Chihuahua, Loco, Nana, y muchos más.

Este mes de octubre, el teniente Stephen C. Mills seleccionó a los hijos mayores de las familias apaches para ser enviados desde Fort Marion a la Escuela Industrial India de Carlisle [Cumberland County, Pennsylvania]).

* El 7 de octubre de 1886, el gabinete del presidente Cleveland se reúne para discutir el caso de los chiricahuas. (El 11 de octubre, el Secretario de Guerra, William C. Endicott envió un telegrama a Richard Coulter Drum, Secretario interino de Guerra: “Sus dos telegramas de ayer los recibí anoche. Estuve ausente durante el día. Sus órdenes para mantener a Gerónimo y al resto de su banda bajo estrecha custodia hasta que se decida qué hacer con ellos, como determine el presidente, han sido aceptadas. Por supuesto, el general Stanley tiene amplios medios para custodiarlos. Creo que Chato y los que están con él deben ser enviados a Fort Marion. Su carta del día 7 la acabo de recibir. Noto que usted dice en ella que no puede haber ninguna objeción a la entrega de Gerónimo y otros sujetos a las autoridades civiles. No debería mencionar que pueden ser entregados a las autoridades civiles, y no hacer ni decir nada hasta que se decida qué hacer. Acabo de recibir su carta del día 9, conteniendo el despacho del presidente sobre su custodia; y la información que tiene el general Miles del telegrama”.

Los días 14 y 15 de octubre, el gabinete del presidente volvió a reunirse para seguir tratando el tema. El 19 de octubre, Endicott informó al general Sheridan: Por orden del presidente se ordena que los apaches adultos hostiles [varones], 15 en total, capturados recientemente en México y ahora en San Antonio [Bexar County, Texas]sean enviados bajo adecuada vigilancia a Fort Pickens [Pensacola, Escambia County, Florida] y mantenidos en estrecha custodia hasta nuevas órdenes. Estos indios han sido culpables de los peores crímenes conocidos por la ley, cometidos bajo circunstancias de gran atrocidad, y la seguridad pública requiere ser alejado de la escena de sus depredaciones y vigilados con la más estricta vigilancia.

El resto de la banda capturada al mismo tiempo, formada por 11 mujeres, seis niños y dos exploradores  [Kayitah y Martine], debe ser enviada a Fort Marion [St. Augustine, St. Johns County, Florida] junto con los otros apaches recientemente trasladados y ahora bajo custodia en ese puesto [la banda de Chihuahua].

Ese mismo día, 19 de octubre, el capitán Charles L. Cooper, del 10º de Caballería, llegó a Fort Apache con el grupo de Mangas. Asa Daklugie, contaría a Eve Ball lo ocurrido. Él y Frank Mangas tenían aproximadamente un año de diferencia de edad. Estaban bien armados con armas de fuego, arcos y lanzas. Daklugie, de unos 15 años, llevaba un rifle y dos revólveres, y tenía unas 200 puntas de flecha. Si fuese necesario, usarían primero sus arcos para no revelar sus posiciones, y luego seguir con las armas de fuego. Daklugie dijo que Mangas no había atacado a nadie para no revelar sus posiciones y ahorrar municiones.

Un día se encontraron con el grupo de Gerónimo, pero solo estuvieron juntos unos días. Daklugie quería quedarse con Gerónimo, pero Mangas se opuso porque eran pocos y era necesario para proteger a las mujeres y los niños. Gerónimo estuvo de acuerdo. Pronto se separaron, yendo Mangas hacia el norte, dirigiéndose hacia la frontera. Habían perdido la mayoría de sus caballos y mulas, por lo que iban a pie, usando los que tenían como animales de carga. Mangas decidió viajar de noche porque era mucho más seguro. Puso a su hijo Frank a unos 2 km de avanzadilla y a Daklugie a unos dos por detrás. 

Aproximadamente a unos 225 km al sur de Deming [Luna County, New Mexico] vieron una manada de mulas, llevándoselas todas. Ahora todo el grupo estaba montado y el resto podrían comérselas. [Las mulas pertenecían a La Hacienda de Corralitos, dirigido por el ex-teniente Britton Davis, quien había dejado el ejército unos meses antes. El 9 de octubre de 1886, Davis informó del robo de más de 50 mulas al general Miles, intuyendo que el autor era Mangas, y que se dirigía a Arizona].

Viajaban de noche sin hacer fuego, llegando a las montañas al este de Fort Apache, donde un destacamento militar les vieron y les atacaron. Mangas, Daklugie y Fit-a-hat les hicieron frente para que el resto del grupo consiguiera huir.  Cuando se reunieron, se escondieron hasta que Frank descubrió un campamento militar [según Britton Davis en su libro, The Truth about Geronimo, estaba mandado por el Capitán Charles L. Cooper del 10º  de Caballería [“Buffalo Soldiers”] formado por 20 soldados y dos exploradores de Fort Apache, situado cerca de las Black Mountains [Sierra & Grant Counties, New Mexico]. Frank se acercó lo suficiente para ver a uno de los exploradores. Mangas dijo a Daklugie que vigilara el campamento, y si los soldados se iban, entrara y hablara con el explorador que estaba sirviendo como cocinero. Estuvo vigilando el campamento durante tres días antes de poder entrar en el campamento y hablar con el cocinero que le dio café mientras hablaban. Daklugie explicó quién era y que estaba con Mangas, preguntando al explorador qué debían hacer. Este respondió: “Ríndete. Es lo único que puedes hacer. Chihuahua lo ha hecho. Todos los demás se han rendido, excepto quizás el viejo Nana. Y puede que lo haya hecho. [Nana se había rendido con Chihuahua a fines de marzo de 1886]. Daklugie preguntó: ¿Geronimo no? El explorador dijo: “Sí. Él y Naiche ya han sido enviados al este en un tren. [En esos momentos, Gerónimo y su banda estaban retenidos en San Antonio mientras el Departamento de Guerra y el presidente Grover Cleveland intentaban averiguar lo que Miles había prometido a Gerónimo y Naiche para que se rindieran y adónde se suponía que debían ser llevados]. El explorador le dijo a Daklugie que no los matarían si se rendían, que probablemente serían enviados al este con el resto, y le aconsejó que se reuniese con el capitán Cooper bajo bandera de tregua, y que sería seguro para Mangas venir y hablar con él. Así lo hizo. Mangas vino y se rindió.

Con Mangas iban dos guerreros [Goso y Fit-a-hat]; tres mujeres [una de ellas Dilth-cley-ih, esposa de Mangas e hija de Victorio]; y cinco niños [dos de ellos, Asa Daklugie y Frank Mangas]. Iban con 29 mulas y cinco ponis. Mangas dijo que su banda era tan pequeña porque parte de sus seguidores habían sido capturados por los mexicanos y nunca más se supo de ellos [De hecho, habían sido capturados el 3 de octubre, cuando les mataron soldados irregulares tarahumaras].

Los soldados les quitaron todo, pero no vieron un cuchillo que Daklugie llevaba escondido en su largo cabello. Guardó ese cuchillo durante el tiempo que estuvo en Florida, Carlisle y Fort Sill. Antes de que los soldados se los llevaran, Daklugie escondió su maza de guerra en un hoyo que cavó al pie de un acantilado. Años más tarde, cuando fue liberado y regresó a Mescalero, Daklugie fue y recuperó la maza. Reemplazó el cuero que había estado enterrado durante 27 años, dejando la maza como nueva. Antes de fallecer, se la dio a Eve Ball en agradecimiento al trabajo que había hecho al registrar la historia oral de los apaches).

* El 22 de octubre de 1886, el general David Stanley vuelve a entrevistarse con Gerónimo y Naiche, quienes le reiteran las condiciones de su rendición, oponiéndose al plan del presidente Cleveland de separarlos de sus familias. (Repitieron lo que ya habían dicho sobre su rendición, añadiendo que Miles había puesto tres piedras en el suelo, representando a Gerónimo, Chihuahua, y los apaches de la reserva, y puso una encima de las otras. Eso es lo que el presidente quiere hacer, concluyó Miles, ponerlos a todos juntos. Wratten no había sido intérprete en el Skeleton Canyon, pero apoyó el relato apache de lo que pasó.

Finalmente, 42 días después de llegar a San Antonio, Stanley les informó que en unas pocas horas cogerían un tren, los 15 hombres subirían a un vagón; y las mujeres y los niños, más Kayitah y Martine a otro. Los hombres serían llevados a un lugar llamado Fort Pickens [Pensacola, Escambia County, Florida], mientras que las mujeres y los niños irían a Fort Marion, donde estaban Chihuahua y su gente desde hace más de seis meses; y donde los 381 chiricahuas de la Reserva de San Carlos habían llegado el 20 de septiembre. El tren salió de San Antonio a las 16:00 horas, con los descontentos y traicionados apaches.

La mañana del 25 de octubre, el tren llegó a Pensacola [Escambia County, Florida] trayendo a los apaches que habían salido de Fort Sam Houston. Era el cuarto contingente de apaches en llegar a Florida. Bajo vigilancia, subieron a los 15 hombres [Naiche y Gerónimo, entre ellos] al Twin, un barco de vapor para el corto viaje que realizaron a través de la bahía de Pensacola hasta Fort Pickens. Sus esposas e hijos [11 mujeres y 6 niños] permanecieron en el tren y fueron llevados, junto a los exploradores Kayitah y Martine [en total: 19 apaches] a Fort Marion, donde fueron encarcelados con los otros chiricahuas. En Fort Pickens, lo primero que hicieron fue trabajar para limpiar el lugar de las hierbas y matojos que había por todo el fuerte. El general John M. Schofield, comandante de la División Militar del Atlántico, diría una gran mentira: Gerónimo dice que están muy satisfechos

El 26 de octubre, Richard Coulter Drum, Secretario interino de Guerra, informó al general Howard: El teniente general en jefe del Ejército [Sheridan] ordena que Mangas y los otros dos varones adultos, recientemente capturados en Arizona, sean enviados a Fort Pickens, para su confinamiento; y las tres mujeres y cinco niños del mismo grupo sean enviados a Fort Marion. El teniente Clay, del 10º de Caballería, al mando del destacamento de custodia, salió de Fort Apache [Navajo County, Arizona] el 30 de octubre para Holbrook [Navajo County, Arizona]. Allí cogieron el Atlantic and Pacific Railroad para viajar al Este. Durante el viaje murió el anciano Fit-a-hat uno de los hombres apaches, [en Albuquerque {Bernalillo County, New Mexico} el 2 de noviembre] por causas naturales, siendo dejado en Fort Union [Mora County, New Mexico] para su entierro. Dos días más tarde, el 4 de noviembre, Clay informó desde Coolidge [Hamilton County, Kansas], que Mangas había tratado de escapar la noche anterior. De alguna manera deslizó sus esposas sobre sus manos, a pesar de estar bajo la vigilancia de un centinela, rompió el cristal de la ventana del tren que iba a 56 km/h y saltó. El tren se detuvo, y Clay corrió afuera para encontrar a Mangas, aturdido por la caída, sin poder huir. Un médico lo examinó en Coolidge, curándole unas heridas, pero no dándose cuenta de que tenía un brazo roto. [El general Miles recordaría más tarde: Es imposible esposar a un indio de forma segura, ya que sus manos son más pequeñas que sus muñecas].

Posteriormente, Mangas explicaría que no había querido escapar, sino suicidarse. Diría: los soldados me apuntaban constantemente con sus rifles, amenazando con dispararme, y diciendo que las mujeres ahora les pertenecían. Algunas de las mujeres fueron violadas, incluyendo la esposa de Mangas. Este hecho viene relatado en The Incarceration of the Chiricahua Apaches, 1886-1914: A Portrait of Survival, realizado por Brenda L. Haes; tesis histórica presentada en la Facultad de Posgrado de la Universidad de Texas.

El 27 de octubre, el general David Stanley envió un informe al Cuartel General: General de Brigada, David Stanley, Comandante del Departamento de Texas, San Antonio, 27 de octubre de 1886, al Ayudante General del Ejército, Cuartel General de la División de Missouri, Señor:

‘De conformidad con las instrucciones contenidas en el telegrama del Cuartel General, División del Missouri, de fecha 20 de octubre de 1886, los prisioneros apaches confinados en este lugar fueron enviados a Fort Pickens y a Fort Marion, Florida, el viernes 22 octubre, 1886, siendo la primera fecha en que pudo organizarse un transporte adecuado. Yo informé a los indios de su destino solo unas horas antes de su partida. Gerónimo y Naiche solicitaron una entrevista conmigo en cuanto supieron que iban a salir de aquí, y al hablar con ellos, les dije exactamente lo que iba a ser de ellos. Consideraban la separación de sus familias como una violación de los términos pactados en su rendición, por los que se les había garantizado de la forma más comprensible para sus mentes que iban a unirse con sus familiares en Fort Marion.

Estuvieron presentes en la conversación el comandante J. P. Wright, cirujano; el capitán J. G. Ballance, juez; George Wratten, el intérprete, Naiche y Gerónimo. Los indios fueron separados de sus familias en este lugar. Las mujeres, los niños y los dos exploradores se colocaron en un vagón por separado antes de salir. En esta entrevista conmigo contaron el siguiente incidente que consideran como parte esencial del tratado de su rendición y que tuvo lugar en el Skeleton Canyon antes de rendirse, y antes de que cualquiera de ellos, salvo quizás Gerónimo, hubiera renunciado a las armas, y cuando aún eran plenamente capaces de escapar y de defenderse.

El general Miles les dijo: ¿Quieren venir conmigo a Fort Bowie e ir a ver a vuestros familiares a Florida?’ Después fueron a Fort Bowie, donde les aseguró que iban a ver a sus familiares en Florida en cuatro o cinco días’. Mientras que en el Skeleton Canyon, el general Miles les dijo: ‘He venido para tener una charla con ustedes’. La conversación fue traducida del inglés al español y del español al apache y viceversa. Del inglés al español lo hacía un hombre llamado Nelson. Del español al apache lo hacía José María Yaskes. El traductor José María Montoya también estuvo presente, pero no tradujo nada. El Dr. Wood, cirujano militar, y el teniente Clay estuvieron presentes. El general Miles trazó una línea en el suelo y dijo: Esto representa el océano’, y poniendo una pequeña roca al lado de la línea, dijo: ‘Esto representa el lugar donde Chihuahua está con su banda’.  Luego cogió otra piedra y la colocó a poca distancia de la primera, y dijo: ‘Esto representas tú, Gerónimo, luego cogió una pequeña piedra y la puso a poca distancia de las demás y dijo: Esto representa a los indios en Camp Apache. El presidente quiere que te lleve y te junte con Chihuahua. A continuación, cogió la piedra que representaba a Gerónimo y su banda y la puso al lado de la que representaba a Chihuahua en Fort Marion. Después de hacer eso, cogió la piedra que representaba a los indios en Camp Apache y la colocó junto a las otras dos piedras que representaban a Gerónimo y a Chihuahua en Fort Marion y dijo: ‘Esto es lo que el presidente quiere hacer, que todos ustedes estén juntos’. Después de su llegada a Fort Bowie, el general Miles les dijo: ‘A partir de ahora queremos empezar una nueva vida’; y sosteniendo una de sus manos con la palma abierta y horizontal, hizo una línea sobre ella con el dedo de la otra mano y, señalando a la palma de la mano, dijo: Esto representa el pasado, todo está cubierto de huecos y crestas’. Luego, frotando las dos manos, dijo: ‘Esto representa el borrado del pasado que se considera lisa y llanamente olvidado.

El intérprete Wratten, dijo que estaba presente y que escuchó la conversación. Los indios dicen que el capitán Thompson, del 4º de Caballería, también estuvo presente. Naiche, dijo que el capitán Thompson, que actuó como asistente del general, en el Departamento de Arizona, le dijo en su casa de Fort Bowie: ‘No tengas miedo, nadie le hará daño. Va a ir con sus familiares con todos los derechos’. También les dijo que Fort Marion no es un lugar muy grande, no lo suficientemente grande para todos y que, probablemente en seis meses o así, será enviado a un lugar más grande donde pueda estar mejor. Les dijo lo mismo cuando partieron para Fort Bowie.

La idea que tenían de la rendición, está relatada en esta carta, enviada según su deseo y, aunque no opino sobre el asunto, me veo obligado a decir que por mi conocimiento del carácter de los indios y experiencias que he tenido con todo tipo de ellos, así como las circunstancias y los hechos corroborados expuestos ante mí, estoy convencido, en este caso particular, de que la declaración anterior de Naiche y Gerónimo es sustancialmente correcta.

Muy respetuosamente, su obediente servidor, David L. Stanley, general de Brigada).  

* En noviembre de 1886, el presidente Cleveland decide que la cadena perpetua era lo más adecuado para todos los apaches chiricahuas. (Hubo cinco tandas para trasladar a los prisioneros apaches:

1º. El grupo de Chihuahua formado por 77 personas que llegó a Fort Marion el 13 de abril:

16 hombres: Cathlay [Benjamin Colle o Cullah]; Chihuahua; Mike Dahkeya; Harold Dodestonay; Eskinye; Jolsanny [Ulzana]; José Second [Saditsa]; Len-sey [Giles Lancy]; Nah-do-zinne; Nana; Nezegochun [Neehzgolthkisen]; Nezulkide; Seel-toe; Shooey [Shoe o Shoie]; Sta-losh [Los-chosa y Nilosh]; y Burdett Tsisnah.

33 mujeres: Dahn; Dohn-say Geronimo [Lulu y Tozey]; E-clah-heh; Hah-dun-key; Hulda Kinzhuna [Countenza]; Ih-tedda; Ilth-gazie [Ilth-gozey o Gazie]; Nah-de-yole; Nah-dos-te; Nah-zitz-ohn; Ni-yah [Najah]; Neschila [Nah-zis-eh]; Ta-ayz-slath [Zi-yeh]; Tze-go-juni [Huera o Francisca]; entre otras, y 

29 jóvenes y niños: James Ahnandia [Bilsh-da-wos-la]; Ah-tay [James Holly]; Bah-nas-kli Naiche [hijo de Naiche y E-clah-eh]; Hattie Chachee; Eugene Chihuahua; Ramona Chihuahua; Tom Chihuahua; Joseph Ezhuna; Fenton Geronimo; Nina Dahkeya; Paul Naiche [hijo de Naiche y Nah-de-yole]; Dorothy Naiche [hija de Naiche y E-clah-eh]; Adam Jolsanny; Thomas Pelcoy Jolsanny; Pauline Shooey; Willy Tally [hijo de Stalosh y Dishtel]; entre otros.

2º. La delegación de Chato y Loco, formada por 13 personas: 10 hombres, Askadodilges [Charlie o Ke-to-rilq-lez]; Chato; Nelson Gonaltsis [hermano de Chato, también llamado Patricio]; Paul Guydelkon [Ke-lilq-kau]; Kaahteney; Loco; George Noche; No-stle [Knox Nostlin]; No-talq; y Tom Chiricahua [Be-da-zis-shu]; y tres mujeres, Chiz-pah-odlee y Chish-odl-netln [hermanas entre sí y esposas de Loco]; y Ke-nai-didlg [Kenieenidlth, nieta de Loco].

3º. Los que llevaron desde la Reserva de San Carlos [381 personas: 278 adultos y 103 niños], llegaron a Fort Marion en 20 de septiembre. Estos son algunos de los hombres y mujeres: Ah-dis; Ezra Anigoon; Lona Anigoon; Benjamin Astoyeh; Bahnahtsi; Bashdelehi; Baykathenn [Bacatlay o Bacuthla]; Bechole; Joseph Behedo; Beshadé; Jason Betzinez; Beyginshoos; Beyittsun; Samuel Binday; Bish-to-yey; Cahgahahshy; William Coonie [Coonie o Kuni]; Beteir Coonie; Coshey; Cumpah [Coonipah]; Dahdosumer; Dashdenzhoos; Hannah Dechezin; Wilbur Dechezin; Harold Dick [Nahnteenesn]; Dilchthe; Dilthceyih; Joseph Dominick; Dos-teh-seh [Danozozy]; Rogers Dudzarda; Dutchy [Bakeetzogie o Fritz Dutchy]; E-dood-lah; Eelodllahm; Ejonah; Enahdezlee; Alphonso Eolisto; David Fatty; José First; Frank Francisco; Gahzhe; Ganthkisen; Geyahnum; Ghosay; Glenay; Glury; Frederick Gokliz; Golahahtsa; Gonahsin; Talbot Gooday; Guyan [Gouyen]; Sam Haozous; Ihzeh; Ilthgeyihun; Ilthton; Ilthtooda; Ishkeyehahtsonzeh [Eskinolsosay o Eskinalteze]; Ishnohhnn; Geoffrey Iskie [Iskee]; Juan Pedro [Segotset o Seegotsi]; Lambert Istone; Ithhahdahdithteth; Ittatti; Jago; Jahkenishishn; Johnstah [Benjamin Francis]; Edith Jones; Pedro José; Walter Juacinto; Juana; Sarah June; Katie Kay-dah-zinne; Tim Kay-dah-zinne; Mira Kiecha; Arnold Kinzhuna [Cazonay o Kajumi]; Kleenay; Konthlekizh [Gansaychissen]; Stephen Kyzha; Lagadasihn; Lahtsenaste [Blind Tom]; Liezha; Lozen [Isspyelzosen]; Jo Macemy; Mahgado; Bill Mahshooeedishkoh [William Eskiaz]; Mahzissa [Nanie Mahzissy]; Mangigan; Gail Marko; Charles Martine [Eskine, Eskinelata u Old Martine]; Massai [Nogusea, Ma-che o Wassil]; Jim Miller [Eskinzan y Jim Chiricahua]; Lawrence Mithlo; Nahdaiyah [Natahyah]; Nahgotsieh; Nahjeke [Nosey]; Nahjozhooun; Nahkaygodekonne; Nahkedesah [Nahgodeseh]; Nahkeshahn; Nahnahtsan; Leo Nah-nal-zhuggi; Nahnelthchithln [Blinky]; Nahnishklah [Ahniehchh]; Norma Nahstlee [Neostine]; Nahtaiche; Nahthletha; Arthur Nah-to-ah-gahun; Nahzhooun; Naithlotonz; Nalcahim; Nalthchedah; Nastle; Noahney; Dolores Noche; Nohitaltin; Ototie [Ihtoty]; Ramón [Zamon y Zahmon]; Nanie Rays; Sahn; Sahntensinny; Sahnuhshlu; Sahyado [Ban-ga-do]; Clement Seanilzay; Sheen [Shahen]; Frederick Skahsejah [Eskelsejah]; Skuyyuggi; Sousche [Mary Loto]; Erick Spitty [Espida, Speedy y Spidday]; Standing [Parker West]; Neal Suison [Neil Suison]; Sallie Sundayman [Zhaahzhe y Sallie Sunday]; Sunsetso [Azul]; Syekonne [Siki, Sikonne y Tsa-kan-e]; Tahdecloeyeh; Tahdiskess; John Tahnitoe; Ruby Tahyan; Thlekizh; Rogers Toclanny; Toeeleeda [Doeeleda]; Albert Tooisgah; Tsedikizen [Waldo Sundayman]; Tsekha; Lucy Tsisnah [Lozah]; Tzistohn; Evans Tzo-zonne; Lucia Yaitsah; Yuan [Yoahn]; Zahnah [Sahnah]; Zehgolthchede [Sounig]; Zele [Gil-lee]; Zescloya; y Zhee-kardn [hermana de Nana].

Estos son algunos de los jóvenes y niños: Borgia Aanitso; Ahdishnee; Ah-tsi-tsinny [más tarde llamado David Chinney]; Guy Amardo; Eva Anosaien; Clarence Bailtso; Duncan Balatchu; Colton Balcalzah; Alfred Bataeka; Josephine Behedo; Archie Moh-tsos; Bekiva; Betahkatoch [Edna Graham]; Marcellus Be-zha-hun; Bessie Bez-i-yah; Vincent Bez-i-yah [Vincent Eskiaz]; Victor Biete; Bilthjoyey; Bilthnahgitashem; Oliver Bitcheait; Bon-see; Casper Cailis [Es-cai-leh]; Ellen Chachu; Dora Chaendee; Helen Chato; Horace Chato; Maude Chato; Richard Chechil; Hug Chee; Chenilchon; Elsie Vance Chestuen; Chichi; Helen Chinney [Helen Bailtso o Helen Domeah]; Agnew Chiskisay; Chisnoslnder; Chiva; Cleehn; Cleeneh; Susey Cobis; Seth Contanito; Simon Dakosin; Katie Dionta; Elmer Ditoen; Fred Do-as-ka-da; Dolan; Clay Domeah, [Ahchineyzau]; Thomas Duffy [Duffet]; Alfred Eateh; Bishop Eatennah; Basil Ekarden; Malthus Ekieh; Humphrey Escharzay [Eschavzey]; Rudolph Esenday; Chino Eskkellain [Cheeno]; Amy Etselsive; Bonita Ettsohnn; Daisy Fatty [Daisy Sinclair]; Eric Gatay; Gaynaindillym; Geauteun; Fred Godeley; Lawrence Gotelay; Gotsi; Goulche [Francis Corbett]; Ambrose Guruz; Arthur Guydelkon; Ernest Hogee; Holah; Bessie Hunlona; Henrietta Iadista; Maggie Iahanetha; Richard ImachCharles Istee; Beulah Istone; Nora IzanchoBenedict Jozhe; Mabel Nadoyah Jozhe; Judith Kainkah; Leonard Kanesewah; Keurswa Kanesewah; Sadie Kay-dah-zinne; Kent Kayitah; Nat Kayitah; James Kaywaykla; David Kazhe; Morgan Kazhe; Carlos Keanie; Caleb Kechjolay; Sam Kenoi; Beatrice Kiahtel; Naomi Kohteh; Abner Kozine; Kyzhatelah; John Loco; Alice Longfellow [Alice Chee, Alice Martine o Alice Sago]; Walter Louie [Walter Parks]; Cora Mangas; Sybil Marko; Archie Mohtsos; Susie Nachekea; Virginia Nahaklo; Clement Nah-god-leda; Alice Nahnichkiah; Vincent Natalish; Nahzit-zohn [Neechleenay]; Simeon Nash-del-ten [Nah-del-te]; Anthony Neiskez; Belle Nicholas [Belle Chinny y Belle Seeltoe]; Elsie Nicholas; James Nicholas; Samson Noran; Godfrey Palatchay; Bruce Patterson [Little Mike]; Miriam Patton [Dahnasaat]; Jeanette Pahgostatum [Jeanette Russell y Jeanette Woods]; Susie Reed [Susie Reid]; James Russel; Jim Sago; Anice Sakieh; Gertrude Smith; Oswald Smith [Chezloteedlay]; Charlie  Smith Jr.; Clara Belle Spitty [Glahde]; Anette Suison; Tapenachinah [Alida Booth]; Paul Teenabikezen; Tía [nombre desconocido] de Clara Belle Spitty; Tishdahtdeehare [Guy Basket]; Blanche Tiznatahsta; Sophie Toclanny; Elsie Tsikahda; Annie White [Annie Gooday y Annie Wratten]; Henry Yahbeclothlay [Henry Longfellow]; Horace Yahnahki; Joan Yahutsa; Aaron Yalosla [Yakisgel]; Margaret Yates; Helen Yotsoza [Yotsaya]; Allen Yuzos; Effie Zaienah [Effie Binday]; Viola Ziah.

4º. El grupo de Gerónimo y Naiche [34 personas: 15 hombres, 11 mujeres, seis niños, y los dos exploradores Kayitah y Martine], llegó el 25 de octubre a Florida:

15 hombres: Ahnandia; Beshe [Bish-ni]; Chappo [hijo de Gerónimo y de su 2ª mujer Chee-hash-kish]; Fun [medio hermano de Perico y primo 2º de Gerónimo]; Gerónimo; Hunlonah o Lonah [sobrino de Beshe y primo de Ha-o-zinne. Su mujer Dolan y su hija Bessie, de 3 años, estaban en Florida]; Kilthdigai [soltero de unos 35 años. No se sabe más de él siendo posible que fuese conocido con otro nombre]; Laziyah [hermano de Nahbay]; Mohtsos [su esposa Bashdelehi y sus hijos Clarence Bailtso y Archie Mohtsos; y su esposa Nahzit-zohn, y su hijo Ah-tay o James Holly estaban en Florida]; Nahbay o Napi [hermano de Laziyah]; Naiche; Perico [medio hermano de Fun y primo 2º de Gerónimo]; Tissnolthoss [sobrino de Eugene Chihuahua]; Yahnozha [cuñado de Gerónimo y hermano de She-gha]; y Calvin Zhonne [soltero de 21 años, hijo de Ugohun e hijastro de Beshe, y hermanastro de Ha-o-zinne].

11 mujeres: Biyaneta [esposa de Perico]; Ha-o-zinne [esposa de Naiche]; Nohchlon o Nahdclohnn [esposa de Chappo]; Oskis-say o Goskayzhn [esposa de Tissnolthoss]; Rachel Tsikahda [esposa de Yahnozha]; She-gha [esposa de Gerónimo, también llamada Ga-ah. Ih-tedda y Zi-yeh estaban en Florida]; Tahdaste [esposa de Ahnandia]; Tah-tzil-toey [esposa de Fun]; Ugohun [esposa de Beshe y padres de Ha-o-zinne]; esposa de Laziyah de nombre desconocido; y esposa de Nahbay de nombre desconocido.

Seis niños: Garditha [huérfano de unos 10 años]; Jasper Kanseah o Scayocarne [sobrino de unos 15 años de Gerónimo y pariente de la esposa de Fun]; Losahnne o Leosanni [hija de unos 9 años de Neezhgolthkisen y Niyah, que estaban en Florida]; hija de nombre desconocido de Chappo y Nohchlon [nacida la noche del 7 de septiembre]; Regis Alchintoyah oEstchinaeintonyah [de unos 9 años]; e hija de dos años de Nahbay.

Dos exploradores: Kayitah y Martine.

5º. El último grupo de prisioneros apaches fue el de Mangas, formado por 10 personas. El 6 de noviembre llegaron a Fort Pickens Carl Mangas e Ira Goso [eran tres, pero el anciano Fit-a-hat había muerto en el trayecto].

Las tres mujeres, Dilth-cley-ih [esposa de Mangas e hija de Victorio], Ishkeh [Ishton]; y Penelope Zaen [Penolpe Zanca, una hija de Yuan]; y cinco muchachos [Asa Daklugie; Frank Mangas; Ambrose Chachu, y Charles Bictonsewah, entre ellos], fueron enviados a Fort Marion [St. Augustine, St. Johns County, Florida]. Con los 10, sumaban 502 más 12 nacimientos, repartidos entre Fort Marion y Fort Pickens [Pensacola, Escambia County, Florida].  

Alicia Delgadillo en su libro From Fort Marion to Fort Sill dice que Ishkeh [la esposa de Juh] formaba parte del grupo de Mangas que llegó el 6 de noviembre a Fort Pickens. Eso debe ser un error o ser otra mujer con el mismo nombre, ya que Ishkeh falleció el 24 de enero de 1883 en Sonora, en un afluente del río Sátachi, a unos 40 km al oeste de Guaynopa, durante un ataque mexicano. Hubo varios testigos, entre ellos James Kaywaykla y el propio hijo de Ishkeh, Asa Daklugie, quien estuvo arrodillado junto a su cadáver antes de huir. Con Ishkeh murieron también su hija de cuatro años, Chenleh; su yerno [marido de su hija Jacali, que resultó herida en la rodilla consiguiendo escapar], y al menos un nieto.

Dilth-cley-ih avisó de que no bebieran demasiada agua del pozo porque estaba salada debido a la contaminación del agua de mar. El ejército proporcionó solo dos bañeras para tantos apaches, por eso las mujeres se bañaban con frecuencia mientras hacían la colada cerca de la playa.

Beshadé, hijastra de Mangas, dijo: no podíamos ir al mar con demasiada frecuencia para lavar la ropa, y no teníamos mucha, así que cuando fuimos nos la quitamos… De repente aparecieron los soldados, gritando: ¡Vayan adentro! ¡Vuelvan dentro del fuerte!. Recordó la vergüenza a causa de los soldados: Estábamos como están los animales. Sin privacidad. Ellos actuaron como si no tuviéramos derecho a bañarnos y lavarnos en privado

Por entonces, había 16 prisioneros apaches en Fort Pickens: Ahnandia, Beshe, Chappo, Fun, Gerónimo, Goso, Hunlona, Laziyah, Mangas, Motsos, Naiche, Nahbay [también llamado Napi], Perico, Tissnolthos, Yahnozha y Zhonne. Según varios historiadores, Kilthdigai estaba con el grupo que permaneció en Fort Sam Houston. Algunos opinan que Kilthdigai y Tsisnah son la misma persona, adjudicándole el nombre de Kilth-de-ga-ah. Si eso es así, ¿por qué Tsisnah no fue llevado con los demás a Fort Pickens y entró en Carlisle el 30 de abril de 1887? Los apaches consideraban la separación de sus familias como una violación de los términos de su rendición). 

* El 4 de noviembre de 1886, 29 chicos y 8 chicas apaches, llegan a la Escuela Industrial India de Carlisle (Cumberland County, Pennsylvania) procedentes de Fort Marion. (Los muchachos eran: Duncan Balatchu [unos 16 años], Godfrey Balatchu Palatchay [unos 13 años], Alfred Bataeka [unos 12 años]Oliver Bitchaiet [unos 14 años], Hugh Chee [unos 14 años], Agnew Chiskisay [unos 14 años], Simon Dakosin [unos 13 años], Elmer Ditoen [unos 14 años], Harold Dodestonay [unos 17 años], Rogers Dudzarda [unos 16 años], Basil Ekarden [unos 15 años], Bishop Eatennah [unos 15 años], Humphrey Escharzay o Eschavzey [unos 12 años], Rudolph Esenday  [unos 16 años], Eric Gatay [unos 17 años], Lawrence Gotelay [unos 12 años], Ernest Hogee [unos 15 años],Geoffrey Iskie [unos 14 años], Leonard Kanesewah [unos 13 años], Jasper Kanseah [unos 15 años], Morgan Kazhe [unos 16 años], Caleb Kechjolay [unos 14 años], Abner Kozine [unos 12 años], Anthony Neiskez [unos 14 años], Samson Noran [unos 16 años], Clement Seanilzay [unos 20 años], Frederick Skahsejah o Eskelsejah [unos 17 años], Oswald Smith [unos 15 años], y Allen Yuzos [unos 13 años].

Las muchachas eran: Betahkatoch, también llamada Edna Graham [unos 13 años], Elsie Vance Chestuen [unos 13 años], Beatrice Kiahtel o Kaihtel [unos 13 años], Naomi Kohteh o Sippi [unos 15 años], Jeanette Pahgostatum o Russell [unos 10 años], Miriam Patton, también llamada Dahnasaat [unos 13 años], Tapenachinah también llamada Alida Booth [unos 13 años], y Margaret Yates, también conocida como Nadasthilah [unos 13 años]. En las dos fotografías de los 11 jóvenes se aprecia la diferencia de aspecto entre el día de su llegada y cuatro meses después. De los 11, siete enfermarían y fallecerían de tuberculosis.

Humphrey Escharzay, dejó Carlisle el 7 de agosto de 1894 debido a su enfermedad, falleciendo el 30 de enero de 1895 en Mount Vernon Barracks, Alabama, aproximadamente a los 21 años.

Samson Noran, falleció en Carlisle el 9 de marzo de 1889, aproximadamente a los 19 años.

Hugh Chee, se licenció en Carlisle el 5 de agosto de 1896.

Basil Ekarden, falleció en Carlisle el 20 de abril de 1888, aproximadamente a los 17 años.

Bishop Eatennah, dejó Carlisle el 11 de marzo de 1890 debido a su enfermedad, falleciendo el 20 de marzo de 1890 en Mount Vernon Barracks [Alabama], aproximadamente a los 19 años.

Ernest Hogee, dejó Carlisle el 10 de julio de 1895 debido a su enfermedad, falleciendo el 4 de septiembre de 1897, aproximadamente a los 26 años.

Clement Seanilzay, se licenció en Carlisle el 19 de septiembre de 1895.

Beatrice Kiahtel, se licenció en Carlisle el 4 de noviembre de 1895, siendo enviada a Fort Sill [Oklahoma].

Jeanette Pahgostatum, se licenció en Carlisle el 4 de noviembre de 1895, siendo enviada a Fort Sill.

Nadasthilah, falleció en Carlisle el 9 de diciembre de 1894, aproximadamente a los 21 años.

Frederick Skahsejah [Eskelsejah], falleció en Carlisle el 3 de junio de 1887, aproximadamente a los 18 años.

El 8 de diciembre de 1886, llegaron a Carlisle siete jóvenes más. Eran Dorothy Naiche [hija de Naiche y nieta de Cochise]; Ramona Chihuahua [hija de Chihuahua]; Eva Anosaien [hija de Naw-she]; Charles Bictonsewah [probablemente un navajo adoptado por los chiricahuas]; Penolpe Zanca [Penelope Zaen, una hija de Yuan]; Ambrose Chachu [huérfano, descendiente de Mangas Coloradas]; y Asa Daklugie [hijo de Juh].

Los padres estaban muy preocupados por las chicas que iban a llevar a Carlisle porque tenían miedo de que les pudiesen hacer algo, pero no tenían ningún sitio donde esconderlas. Nana dijo que el ejército no enviaba a la escuela a las mujeres casadas sin sus maridos, por lo que aconsejó a los hombres que se unieran a la hija de un amigo y dijeran que era otra esposa suya, y así poder protegerlas. Ramona Chihuahua tenía casi 15 años cuando los norteamericanos decidieron enviarla a Carlisle. Chihuahua y su esposa Ilth-gazie, habían prometido  a Ramona en matrimonio a Asa Daklugie, hijo del jefe nednai Juh, también seleccionado para ir a Carlisle.

La preocupación de los padres apaches por la seguridad de sus hijas y de que fuesen violadas tuvo su reflejo en Daklugie, que se preocupaba por su futura esposa. El viaje en tren a Carlisle le inquietaba. Él dijo: Ramona me preguntó si tenía un cuchillo y si la mataría si ella era atacada. Yo podría tener que matar a Ramona, pero mientras ella viva, será un privilegio defenderla y si es atacada, enviar su hermoso cuerpo a un lugar feliz. Durante el viaje en tren desde Arizona a Florida, los soldados violaron a algunas mujeres y chicas del grupo de Mangas, incluida a su esposa, hecho registrado en los documentos del gobierno. Probablemente, Daklugie lo presenció o se enteró, contribuyendo a aumentar la ansiedad de los apaches cuando sus muchachas iban a ser enviadas a Carlisle).

* El 12 de diciembre de 1886, el teniente Frank Jones asume el mando de la compañía E de exploradores en Fort Apache.

1887

* En 1887, Herbert Welsh, secretario de la Asociación por los Derechos de los Indios recibe quejas del Dr. Horace Carruthers, médico de St. Augustine (donde se encuentra Fort Marion, St. Johns County, Florida), sobre el tratamiento que reciben los apaches chiricahuas por la falta de comida adecuada, ropa y asistencia sanitaria. (El 4 de enero, el capitán Bourke escribe a Herbert Welsh con recomendaciones para los apaches, recomendándole también que solicite permiso para visitar Fort Marion. 

* El 7 de enero de 1887, el teniente coronel Loomis L. Langdon informa sobre las condiciones de reclusión de los apaches en Fort Pickens ([Pensacola, Escambia County, Florida]. Los apaches tenían un régimen de semi-libertad. Las idas y venidas eran permitidas entre fortaleza y la ciudad, lo que, sin duda, distraía a los apaches. Pronto llegaron las enfermedades. Ubicados en tiendas atestadas, cerca de las murallas, expuestos a los mosquitos y a la humedad del ambiente, compartiendo los limitados medios de aseo, los apaches eran vulnerables a cualquier infección o contagio en la zona. La malaria, con disentería, mató a un hombre solo semanas después de la llegada de Chihuahua; aparecieron también las infecciones respiratorias y la tuberculosis. Hubo 367 casos de enfermedades graves durante el año que estuvieron en Fort Marion, 21 de ellas mortales).

* El sábado 5 de febrero de 1887, el Periódico Oficial del Estado de Chihuahua, publica: Los apaches aún. En una noticia que da nuestro apreciable colega ‘El Fronterizo’, de Tucson, en un punto llamado Los Alisos, en el distrito de Moctezuma [Sonora], fue asaltada una pequeña caravana por una partida de apaches, habiéndose encontrado muerto en el lugar del asalto, al que fue Sabino Baltierras, completamente mutilado. Un joven que salió herido del cuello en la primera descarga fue el que dio la noticia en Huachinera, de donde salió el jefe de la sección 20 de la Gendarmería Fiscal con ocho celadores, uniéndose en el Rancho El Nori [municipio de Huachinera, Sonora], 10 nacionales de Bacerac. Una señora, Refugio Yáñez y otro joven que iba en la comitiva escaparon.

Según la noticia que el señor Kosterlitzky [El capitán Emilio Kosterlisky era jefe de la Gendarmería Fiscal en Bavispe], que persiguió a los apaches, rinde a la Prefectura de Moctezuma, no eran más que tres, montados, habiéndose llevado una carga de sarapes, 300 pesos en dinero, y dos mulas que quitaron a los asaltados. ¿Hasta cuándo cesaremos de ser víctimas de esos crímenes que reprueba la humanidad y la civilización?. Estos tres apaches pertenecían a la banda de Mangas, siendo perseguidos por la Sierra de Teras [municipio de Agua Prieta] por 20 soldados estadounidenses que pasaron por Cuchuta [municipio de Fronteras, Sonora] el 5 de febrero.

* Del 23 de febrero al 7 de marzo de 1887, el general Crook está en Boston (Massachusetts) para hablar de los derechos de los indios patrocinado por el Boston Indian Citizenship Committee: Casi ocho años de mi vida los he pasado en Arizona, y gran parte de ese tiempo en hostilidades reales con indios apaches. Por lo tanto, tengo derecho a hablar desde el conocimiento adquirido a través de la experiencia, y puedo afirmar con fuerza, que nunca hubo éxito en operaciones contra estos indígenas, a menos que se utilizaran exploradores indios, ya sea como auxiliares o independientes de otras formas de apoyo. Tropas regulares han fracasado siempre en nuestro lado de la línea fronteriza, y cualquier aparente éxito en las operaciones mexicanas, se consiguió gracias a la traición, cuyo efecto ha sido considerar a los indios, si es posible, aún más sospechosos y salvajes que antes. Afirmo, por otra parte, sin reserva ni condición alguna, que estos exploradores chiricahuas, como Chato, Noche y otros, hicieron un excelente servicio en perseguir y convencer a los renegados de que se rindieran más que los soldados que participaron junto a ellos, en las operaciones contra los hostiles.

Cuando Gerónimo se reunió con el general Miles en Skeleton Canyon, este le dijo: Depón las armas y ven conmigo a Fort Bowie, y en cinco días, verás a tus familiares, que están ahora en Florida, con Chihuahua, y donde no se les hace ningún daño. Cuando llegó Naiche, Miles le dijo lo mismo; que Gerónimo y él fueran a Fort Bowie, diciéndole: Todavía somos hermanos; no temas nada, nadie va a hacerte daño, te reunirás con todos los chiricahuas; dejad vuestros caballos aquí, que os los enviaremos, tendréis una reserva aparte para vuestra tribu, con caballos y carros, y nadie os hará daño. Gerónimo y Naiche dijeron: ‘Miles nos habló con palabras amables y nosotros le creímos’.  El intérprete George Wratten confirmó esta conversación del general Miles con Gerónimo y Naiche en Fort Bowie.

* El miércoles 2 de marzo de 1887, Herbert Welsh, secretario de la Asociación por los Derechos de los Indios visita la Escuela Industrial India de Carlisle ([Cumberland County, Pennsylvania)] en compañía del capitán John G. Bourke: Mi propósito era ir a Carlisle para ver a los chicos y chicas chiricahuas, que fueron enviados desde Fort Marion, el 4 de noviembre de 1886, por orden de las autoridades y puestos bajo el cuidado del capitán Richard Henry Pratt. Cuando estos chicos fueron por primera vez a Carlisle eran salvajes, sucios y salvajes sin formación. Los pocos meses durante los cuales han estado bajo el mando y guía del capitán Pratt y en los que han respirado el civilizador ambiente de la escuela, han provocado grandes cambios en ellos. Por supuesto, la miserable ropa con que venían ha desaparecido y los chicos están ahora limpios, ordenados y decentemente vestidos. Pero el cambio efectuado en ellos no es solo de aspecto exterior. Han aprendido, con sorprendente rapidez, los modos de la vida civilizada, y han hecho notables progresos en sencillos estudios: aritmética, ortografía y escritura [con pluma y tinta, y en la pizarra]. Físicamente, son tan fuertes, si no más, que cualquiera que los otros niños indios de la escuela, y quien se ha puesto en contacto con ellos está impresionado con su agilidad mental y vigor. Cuando llegaron los primeros, a veces se peleaban entre sí y con otros alumnos. Esta disposición combativa parece ahora estar remitiendo rápidamente, ya que están llegando muchos más, bajo la influencia de los hábitos del orden y del autocontrol. Tienen respeto a la autoridad, y el capitán Pratt me dijo que eran tan fáciles de manejar como cualquiera de los otros chicos.

Los chicos apaches chiricahuas llevados de Fort Marion suman 44, entre 12 y 22 años; de ellos, 32 son chicos y 12 chicas. Antes de irme de Carlisle, el capitán Pratt reunió a estos chicos en un gran salón para darme la oportunidad de explicarles la razón de mi visita, y de mi próximo viaje a donde estaban sus familiares en Florida. Al preguntarles si tenían algún mensaje que pudiera dar a sus amigos, un chico respondió: ‘Dígales que hagan lo correcto y que practiquen la agricultura’. No pude menos que pensar, cuando vi después a los prisioneros apaches, que este excelente consejo era, en estas circunstancias, de muy difícil aplicación.

El trabajo del capitán Pratt en Carlisle a favor, no solo de estos chicos apaches, sino de otros 500 representantes de otras tribus inscritos en ese lugar, es digno de la más alta recomendación. En mi opinión, un hombre de su experiencia, habilidad, energía y éxito en el trabajo en la educación de los indios debe ser premiado por el gobierno con diez veces más atribuciones de las que se han puesto en sus manos. Tal acción estaría en el interés de los indios, así como de la economía. Salí de Carlisle el jueves 3 de marzo.

El martes 8 de marzo, Welsh llegó a Fort Marion [St. Augustine, St. Johns County, Florida] para realizar un estudio de los prisioneros chiricahuas: Fui recibido cortésmente por los tenientes Conkling y Smith, quienes están a cargo de los indios allí confinados. Posteriormente, presenté mis respetos al coronel Romeyn Beck Ayres, comandante de St. Francis Barracks, que están en la parte baja de St. Augustine. Estoy en deuda con todos estos señores por su gran bondad, y por la oportunidad que me dieron de hacer un completo y satisfactorio estudio de los indios puestos bajo su cuidado.

Welsh dijo: Vi al presidente el pasado sábado. Se limitó a decir en lo que respecta a los prisioneros apaches que no hubo tiempo de separar a los culpables de los inocentes antes de trasladarlos. Era urgente hacerlo y no admitía demora. No creía que el hacinamiento de los apaches supusiese un peligro para su salud. Dijo que tenía intención de examinar el asunto).

* El martes 15 de marzo de 1887, se editó en Philadelphia (Philadelphia County, Pennsylvania) el informe de la visita que Welsh hizo, el 8 de marzo, a los apaches confinados en Fort Marion. (El informe decía: Fort Marion, anteriormente llamado Fuerte de San Marcos, es un buen ejemplo de fortaleza de piedra de los viejos tiempos del modelo de Vauban; con bastiones, foso y torres de vigilancia… El número total de presos indios confinados en Fort Marion en octubre de 1886, cuando el último grupo fue llevado allí, ascendía aproximadamente a 500. En la actualidad se encuentran dentro de sus muros, incluyendo hombres, mujeres y niños, 447; de este número, 77 fueron llevados a Fort Marion el 13 de abril de 1886. Estos habían sido capturados por soldados del general Crook, y pertenecían a la banda de Chihuahua, de los cuales, 15 de ellos eran guerreros, y el resto mujeres y niños

… Realmente parece que ha llegado el momento de contestar a la pregunta, ¿qué se debe hacer con los prisioneros? Está claro que no pueden seguir estando aquí como prisioneros hasta que se mueran todos. Por lo tanto, yo, respetuosamente, recomiendo que todo el grupo de presos sean enviados tan pronto como sea posible a Carlisle.

Si un oficial militar de la posición del teniente coronel Langdon recomienda que Chihuahua y sus hostiles sean enviados lejos de Fort Marion, a Carlisle, ¿cómo no va a tener fuerza mi opinión de que Fort Marion es inadecuado para el alojamiento de 447 prisioneros, y que mi recomendación de que los inocentes y gente amistosa internada allí con Chato, sean trasladados de inmediato?

Como he dicho anteriormente, del número original, 44 fueron llevados a Carlisle, 22 han muerto durante su confinamiento [un hombre, seis mujeres y 15 niños]. Ha habido 10 nacimientos. De los 447 apaches, 82 son hombres, y el resto mujeres y niños. Es un hecho interesante, y deseo llamar especial atención sobre ello, con el mayor énfasis posible que, de los 82 hombres, no más de 30 han sido culpables de alguna fechoría reciente, [incluyendo a los 15 hombres que con Chihuahua se rindieron hace un año al general Crook, y los menos prominentes entre los hostiles de Gerónimo que se rindieron al general Miles] mientras que muchos otros fueron exploradores de nuestro Ejército, primero con el general Crook, y después con el general Miles, para ayudar a los soldados en la persecución y, finalmente, rendición de Gerónimo y sus hostiles. Estos hombres han sido encarcelados igual que los indios que estaban en guerra con los Estados Unidos y, por su fidelidad y, en algunos casos su inestimable servicio prestado a nuestras armas, han sido recompensados con la cárcel.

Uno de los ejemplos más notables de esa injusticia se encuentra en el caso de Chato, un apache chiricahua, cuya historia voy a narrar brevemente. Este hombre fue una vez hostil y, sin duda, cometió actos de violencia como los indios cuando emprenden el sendero de la guerra. Pero en 1883, Chato se rindió al general Crook, haciendo una promesa de buen comportamiento para el futuro, que nunca ha violado. Desde entonces, ha servido como explorador en nuestro ejército al mando del general Crook, donde ha prestado valiosos servicios.

Chato se ha dedicado a la agricultura en Fort Apache [en la Reserva de San Carlos], donde posee una casa, 56’65 m² de tierra, y varios caballos y mulas. Construyó su casa sin ayuda. Cuando a principios del verano pasado, L. Q. C. Lamar, Jr., hijo del Secretario del Interior, se entrevistó con Chato en Fort Apache, no le dijo que sospecharan de él o que su invitación para ir a Washington era para encarcelarle. Por el contrario, el objeto del viaje, de acuerdo con la declaración hecha a él por el Sr. Lamar, Jr., [baso mi afirmación con motivo de la entrevista de Chato, y de otro testigo que está en Fort Marion], fue a hablar con las autoridades sobre el posible traslado de él y su gente a una reserva mejor. Chato, en consecuencia, fue a Washington el 15 de julio de 1886.

Welsh dijo: Chato tiene 40 años, está en la flor de la vida. Aunque lleve el pelo largo [como los hombres apaches], se viste decentemente como un blanco, llevando una camisa limpia de lino y en el cuello, una corbata de fantasía, un chaleco y un pantalón, y un par de botas altas de cuero. En el lugar del reloj, lleva la medalla que el Sr. Lamar le había dado, en el bolsillo del chaleco sujeto a una cadena de cobre, llamando mi atención el hecho de que trataba de conservar un buen aspecto, aún en la prisión. Él dijo: ‘Usted ve que voy vestido como usted’. Chato tiene una cabeza bien formada, y una expresión varonil, de semblante abierto. Entre otras credenciales, Chato me mostró dos despachos oficiales de sus servicios como explorador y la finalización de los mismos, uno firmado por el teniente Britton Davis, en julio de 1884; y otro por el difunto capitán Emmet Crawford, con fecha de 23 de octubre de 1885. Ambos certifican la buena realización del servicio, declarando que no conocen ninguna razón contra el nuevo alistamiento de Chato. En uno de estos despachos se certifica que el carácter de Chato es bueno, y en el otro, excelente. 

También tengo en mi poder una copia de un documento firmado por el Honorable Secretario de Guerra [Chato me enseñó el original] en el que el señor Endicott afirma que:El presidente Cleveland le ha asegurado que siempre y cuando él mantenga fe en el gobierno, este atenderá sus intereses‘. No sé qué opinará Chato de este compromiso.

También se refiere a los exploradores apaches Kayitah y Martine, quienes recibieron la promesa del general Miles de darles 10 ponis a cada uno, si lograban la rendición de Gerónimo. Welsh dijo: En consecuencia salieron con el teniente Gatewood, que tenía con él 10 o 12 hombres, y después de marchar varios días buscando el rastro de los hostiles, finalmente lo encontraron. Dejando al teniente y a los soldados 12’87 km atrás, los dos exploradores fueron hasta el campamento de Gerónimo. Pasaron tres días con él tratando de persuadirle de que abandonara el sendero de la guerra y se rindiese al general Miles. Pregunté especialmente a estos hombres por los términos con los que el general Miles les había autorizado ofrecer a Gerónimo como base de su rendición.

Kayitah y Martine afirmaron que el general Miles les dio instrucciones para decir a Gerónimo que si se rendía podría volver a Fort Apache, si no quería ir a cualquier otro lugar. Gerónimo finalmente accedió a entregarse y, en compañía de los exploradores Kayitah y Martine, se unió al teniente Gatewood y su grupo de soldados; pero durante el viaje, Gerónimo se fue en otra breve incursión a México, yendo Gatewood tras él. Es evidente, si la historia de los dos exploradores apaches es correcta con respecto a estos controvertidos puntos de los términos en que Gerónimo se entregó, que la rendición estaba lejos de ser incondicional. En efecto, las circunstancias del caso parecen mostrar que el general Miles no estaba en condiciones de exigir la rendición incondicional de los hostiles, y que la persuasión era un poderoso factor en el resultado de la misión.  

Ciertamente, Gerónimo no merecería su reputación de astuto apache si, cuando estaba lejos de su adversario, se hubiese entregado sin condiciones. Kayitah y Martine se quejan de que la promesa de los 10 ponis para cada uno, si lograban su rendición, nunca se cumplió; les dieron 100 $ a cada uno, pero consideran que no equivale a lo prometido. Dijeron además que les dieron 60 $, pero que un oficial les dio la diferencia [hasta los 100 $] de su propio bolsillo. ¿Por qué el gobierno de los Estados Unidos continúa encarcelando a hombres que han prestado servicios tan valiosos como Kayitah y Martine y otros exploradores apaches encarcelados.

Encontré también en Fort Marion a Gout-Klil, apache San Carlos; e Izilgan, apache White Mountain. No son apaches chiricahuas, pero estaban con ellos, según la costumbre apache, al haberse casado con mujeres chiricahuas. Los dos sirvieron fielmente como exploradores. Toclanny también está preso. Es un chiricahua que se casó con una mujer apache White Mountain y, por lo tanto, dejó su pueblo para vivir con ella, no habiendo sido hostil durante muchos años, al menos desde 1872. Fue uno de los exploradores apaches de más confianza del general Crook durante la campaña de la Sierra Madre.

También en Fort Marion estaban George Noche, un buen hombre y sargento 1º de los exploradores apaches del capitán Crawford en el ataque contra el campamento de Gerónimo en enero de 1886; y Dutchy, un chiricahua que estuvo al lado Crawford cuando murió a manos de los mexicanos, abatiendo poco después, al mexicano [Mauricio Corredor] que mató a Crawford. Tiene abundante tiempo para reflexionar sobre la gratitud de la República. Estos son solo algunos casos notables, entre muchos casos similares que hay en la fortaleza. No se está haciendo ningún esfuerzo para dar a estos presos adultos del sexo masculino alguna formación en artesanía, agricultura u otros sectores. Son empleados ocasionalmente en mantener la fortaleza limpia, y en algunos trabajos de vez en cuando. Más allá de esto, el tiempo lo pasan ociosamente.

Hice una investigación minuciosa de los medios empleados para asegurar un buen drenaje y la eliminación de los desechos [algo tan importante en un clima cálido, y donde se apiñan tantas personas juntas en un espacio tan estrecho]. El sargento de guardia me mostró una de las casamatas, donde había una abundante corriente de agua para que el drenaje se fuera directamente al mar. Pero incluso esta precaución, y el uso libre y constante de ácido carbólico [fenol] como desinfectante, no es suficiente para evitar una condición insalubre por el gran número de prisioneros apaches que hay en el fuerte [y pronto llegará el verano]. 

Es imposible asegurar una limpieza perfecta, ya que no se puede prevenir la absorción de la suciedad por el suelo arenoso y por la piedra porosa de la que se compone la fortaleza. El peligro de enfermedades contagiosas para los apaches y para los mismos habitantes de St. Augustine es, a mi juicio, una cuestión digna de pronta y seria consideración.

Las restricciones a los apaches en Fort Marion eran mínimas. Las mujeres y los niños estaban, a menudo, fuera de la fortaleza, y los hombres, bajo vigilancia, iban con frecuencia a visitar la ciudad).

* En marzo de 1887, el general Crook intenta publicar su Resumen de las operaciones contra los indios apaches, 1882-1886. (Se publicaría a finales de año).   

* El 16 de marzo de 1887, el general Sheridan ordena al coronel Romeyn Beck Ayres que haga un informe sobre los exploradores apaches encarcelados en Fort Marion. (Ayres informó que de los 82 apaches adultos varones, 65 sirvieron como exploradores durante todo el tiempo o parte de él, mientras Gerónimo estaba fuera de la Reserva de San Carlos, de la primavera de 1885 a finales de 1886. [Con el capitán Crawford había 50 de estos hombres cuando murió]. De los 17 restantes, cuatro eran amistosos pero demasiado viejos para haberse alistado como exploradores. Eran subjefes y tenían influencia para mantener a su gente en paz. Solo 13 o 15 de los apaches de Fort Marion habían sido hostiles en los años 1885-1886. De las 365 mujeres y niños que estaban en Fort Marion, 284 eran familiares de los exploradores).

* El 21 de marzo de 1887, el New York Daily Tribune, el Baltimore Sun, y The Sun de New York publican artículos acerca de los prisioneros chiricahuas. (The Sun titulaba: Injusticia a los indios. Algunos apaches que ayudaron a capturar a Gerónimo, en prisión. Una visita a los cautivos en Fort Marion. Hombres que sirvieron al gobierno como exploradores encerrados con los renegados…).

* El 22 de marzo de 1887, el New York Times publica un artículo sobre los prisioneros apaches internos en Fort Marion (St. Augustine, St. Johns County, Florida): Herbert Welsh, secretario de la ‘Asociación por los Derechos de los Indios’, ha presentado unas sorprendentes declaraciones en un informe de su reciente visita a los indios apaches chiricahuas, ahora confinados en Fort Marion, Florida, y donde los oficiales del gobierno, que conocen los hechos, consideran que las afirmaciones no están hechas para aumentar la reputación del Sr. Welsh porque son veraces. Según el secretario Welsh, Chato y otros 14 apaches, que están entre los presos en Fort Marion, son víctimas de la mala fe de la Secretaría del Interior, Lamar. El Sr. Welsh declara, que Chato fue inducido a venir a Washington para hablar acerca de su traslado y de su gente de la Reserva de San Carlos, en Arizona, a alguna otra reserva, que inició su regreso a Arizona, y fue repentinamente detenido y llevado a Fort Marion sin mediar palabra. También declara que se tomaron la molestia de hacer creer a Chato que no solo volvía a su reserva, sino que iba a tener todo lo necesario para practicar la agricultura. Chato fue inducido a venir aquí para hablar de su salida de Fort Apache y que, de acuerdo con los oficiales del Departamento del Interior, es lo único cierto del informe del señor Welsh. Hubo una imperativa exigencia de la gente de Arizona para que los apaches fueran trasladados, ya que eran malos indios, que podrían ponerse en cualquier momento en pie de guerra, y que su presencia era una constante amenaza para las vidas y la seguridad de las personas. Las autoridades de los Departamentos de Guerra y del Interior acordaron que los salvajes debían ser enviados fuera del Territorio y que esperaban obtener la aprobación de Chato para irse. A petición del general Miles, el Sr. L. Q. C. Lamar, Jr., hijo del Secretario, fue enviado como agente especial para pedir a Chato que visitase Washington. Chato vino con 14 miembros de su banda. No quería dejar la Reserva de San Carlos y Lamar no pudo inducirle a que diera su consentimiento para hacerlo. En cada entrevista, el apache protestó contra su salida de allí, aunque estaba seguro de que iba a estar bien atendido en alguna otra reserva. El secretario dijo muy claramente que Chato y sus compañeros apaches eran considerados como malos indios por la gente de Arizona, y que insistían en su salida. Por último, el señor Lamar renunció al intento de conseguir la aprobación de Chato a su traslado, y los apaches fueron puestos a disposición del Departamento de Guerra, bajo cuyo control dependían, ya que eran prácticamente prisioneros de guerra. Se les permitió regresar a través de Carlisle, donde los hijos de algunos de los bravos estaban en la escuela. Cuando el grupo llegó a Leavenworth, Chato fue informado de las órdenes que habían tomado contra él y muchos de su banda por las autoridades civiles de Arizona, quienes proponían castigar a los apaches por sus depredaciones. Entonces Chato declaró que no quería volver a Fort Apache y, con su consentimiento, los apaches fueron llevados a Fort Marion. A funcionarios del gobierno les resulta difícil ver en estas transacciones, las vergonzosas injusticias de que habla el señor Welsh. Chato es conocido por ser un sanguinario asesino, y no hubiese sido injusto si hubiese sido ahorcado o fusilado, en cualquier evento que la gente de Arizona lo habría celebrado adecuadamente; pero en realidad fue trasladado a Fort Marion con su consentimiento, y ahora está siendo bien cuidado a expensas del gobierno.

Herbert Welsh replicó: Al editor delNew York Times’: Muy señor mío: En la edición de esta mañana delTimes’, en los despachos de Washington, ciertas declaraciones aparecen bajo el título Un cargo infundado contra el señor Lamar’. Ante estas declaraciones le pido una oportunidad para poder responderlas en sus columnas. Se afirma en dicho párrafo que en un reciente informe sobre los apaches chiricahuas ahora confinados en Fort Marion, St. Augustine, Florida, ‘he planteado algunas declaraciones bastante notables’, y que los funcionarios del gobierno, que conocen los hechos, consideran que las afirmaciones no están hechas para aumentar la reputación del señor Welsh porque son veraces. Según el secretario Welsh, Chato y otros 14 apaches estaban entre las víctimas de la mala fe por parte de la Secretaría del Interior, Lamar. La declaración anterior es totalmente injustificada, ya que, aunque afirmo que Chato y otros apaches que están en Fort Marion han sido encarcelados injustamente y son víctimas de la mala fe, me esforcé en no señalar en mi informe, ninguna responsabilidad del resultado, al Secretario del Interior o a cualquier otro funcionario del gobierno. No he tratado de afirmar donde recae la responsabilidad en este asunto. He reflejado en mi informe el caso de Chato, y de las promesas que entiende se le hicieron y, ya que es un principio de la justicia generalmente aceptada, de que incluso un criminal no debe ser condenado sin escucharle, no soy consciente de haber violado ninguna ley permitiendo a este hombre a hablar por sí mismo. Sin embargo, tengo más importantes testigos para dar testimonio del carácter de Chato, y a la naturaleza del tratamiento prometido con ocasión de su entrevista con las autoridades de Washington. Mi comprensión de este caso se basa, en gran parte, en las declaraciones escritas del Honorable Secretario de Guerra, las del hijo del Honorable Secretario del Interior, el señor L. Q. C. Lamar, Jr., y otras intachables autoridades. Según el despacho del ‘Times’, los funcionarios del Departamento de Interior afirman que ‘Chato es conocido por ser un sanguinario asesino y no hubiera sido injusto si hubiese sido ahorcado o fusilado’. La declaración en mi informe sobre Chato es distinta. Yo digo: Este hombre era a la vez hostil y, sin duda, cometió esos actos de violencia cuando los indios se ponen en pie de guerra. Pero en 1883, Chato se rindió al general Crook, momento en el que hizo una promesa de buena conducta para el futuro que nunca ha violado‘. Esta afirmación del señor L. Q. C.  Lamar, Jr., se apoya fuertemente en la siguiente declaración dada por escrito a Chato: ‘Departamento del Interior. Washington, 31 de julio 1886: Esto es para certificar que yo conozco personalmente a Chato, jefe de los indios apaches chiricahuas, y que desde su regreso a la reserva apache en 1883, ha vivido en paz con la humanidad, ejerciendo en todo momento una buena influencia sobre su pueblo. Tiene la reputación de ser un hombre confiable y valiente. Firmado, L. Q. C. Lamar, Jr.’.

¿No es un poco sorprendente que los funcionarios del Departamento de Interior hayan puesto la declaración anterior en manos de un hombre al que ahora denominan como un asesino que merece una muerte ignominiosa? Parece que hay una discrepancia singular entre las dos informaciones.

En cuanto al trato recibido por Chato después de dejar Washington cuando, como él dice, supuso que era camino de su casa, me voy a permitir la siguiente declaración del Honorable Secretario de Guerra al declarar: ‘Departamento de Guerra. Washington City, 30 de julio de 1886: Chato, jefe de los apaches chiricahuas, ha estado de visita en Washington para ver al presidente. Ha manifestado su intención de abstenerse de luchar y de trabajar para ganarse la vida. El presidente Cleveland le ha asegurado que siempre y cuando mantenga la fe en el gobierno, este cuidará de sus intereses. En una entrevista más prolongada con Chato, he tratado de inculcar en su mente que su futura prosperidad dependía de seguir el camino de la paz y la civilización. Firmado, W. C. Endicott, Secretario de Guerra’.

¿Alguien puede afirmar que estaba cuidando del interés de Chato para encerrarlo ocioso y sin esperanza en Fort Marion? Lo que pensaban de Chato los militares, bajo los cuales sirvió, puede deducirse de las siguientes honrosas licencias en el ejército de los Estados Unidos, firmado por el teniente de exploradores Britton Davis y el fallecido capitán Emmet Crawford: ‘Ejército de los Estados Unidos: Para todos aquellos a quienes pueda interesar: Sabed que, Chato, sargento 1º de la compañía ‘B’ del teniente Davis, de los exploradores indios, que se alistó el 1 de julio de 1884, para servir seis meses, queda licenciado del ejército de los Estados Unidos como consecuencia del fin del período de servicio.

El tal Chato nació en el Territorio de Arizona, tiene 40 años de edad, 1’72 metros de altura, tez cobriza, ojos negros, cabellos negros y era jefe cuando se alistó.

Dado bajo mi mano en Canap, cerca de Turkey Creek, Arizona, el 31 de diciembre, en el año del Señor de 1884. Nada que objetar a que vuelva a ser alistado. Calificación, excelente. Firmado, Britton Davis, teniente del 3º de Caballería’.

Ejército de los Estados Unidos: Para todos aquellos a quienes pueda interesar: Sabed que Chato, sargento 1º de la compañía ‘B’ del teniente Faison del batallón de exploradores indios, que se alistó el 1 de enero de 1885, para servir durante seis meses, queda licenciado del ejército de los Estados Unidos como consecuencia del final del período de servicio.

El tal Chato nació en el Territorio de Arizona, tiene 40 años de edad, 1’72 metros de altura, tez cobriza, ojos negros, cabellos negros y era jefe cuando se alistó.

Dado bajo mi mano en Fort Bowie, Territorio de Arizona, el día 23 de octubre, en el año del Señor de 1885. Nada que objetar a que vuelva a ser alistado. Calificación, buena. Firmado, Emmet Crawford, capitán del 3º de Caballería‘.

El Secretario del Interior dio a Chato una hermosa medalla de plata, con las palabras grabadas: Del Secretario Lamar a Chato, y una fotografía del Sr. Lamar. No entiendo por qué se dio tales aparentes buenas evidencias a un hombre que fue declarado por el Departamento del Interior como un asesino sediento de sangre, digno de morir, y a punto de sufrir encarcelamiento. ¿No es disfrutar de cierto sentimentalismo esos altos funcionarios que otorgan medallas de plata y sus fotografías asanguinarios asesinos’, a los que posteriormente declaran digno de morir?

Quizás el testimonio del general de brigada George Crook, con respecto a los servicios de Chato, Noche y otros apaches ahora encarcelados en Fort Marion, pueda ser de su interés y valor para sus lectores a este respecto. El general Crook dijo: Afirmo, por otra parte, sin reserva ni condición alguna, que estos exploradores chiricahuas, como Chato, Noche y otros, hicieron un excelente servicio en perseguir y convencer a los renegados de que se rindieran más que los soldados que participaron junto a ellos, en las operaciones contra los hostiles.

Teniendo en cuenta el testimonio anterior que muestra el buen comportamiento de Chato desde 1883, y sus importantes servicios al gobierno, parte de los cuales se da testimonio por los que ahora me acusan de inexactitud, la afirmación al final de su despacho de Washington es ciertamente remarcable: ‘… pero en realidad fue trasladado a Fort Marion con su consentimiento, y ahora está siendo bien cuidado a expensas del gobierno’. Esa afirmación sobre Chato, que recibió su paga por su servicio militar, que era dueño de una granja de 56’65 m² de tierra con casa y bienes, y que voluntariamente iba a consentir ser encerrado dentro de los muros de una fortaleza de piedra con raciones y privación de libertad, es contraria a su propia afirmación y a la del intérprete, y creo que, difícilmente reconocida por hombres razonables. La afirmación de que ahora está siendo bien cuidado a expensas del gobierno simplemente significa que está encarcelado en la ociosidad y sin esperanza o estímulos para el futuro. Viendo el historial de Chato desde 1883, acusarlo de la comisión de actos de violencia, mientras estaba en el sendero de la guerra antes de esa fecha, cuando aceptó su promesa de enmienda para el futuro y actuar, en consecuencia, de buena fe, parece ser tan irrazonable e injusto como actuar contra los que lucharon en los ejércitos de la Confederación contra el gobierno de los Estados Unidos y que al hacerlo, se hacía contra sus vidas y propiedades. En ambos casos se suponía que el pasado iba a ser borrado.

Pero, ¿qué se puede decir de la detención de Kayitah y Martine, los exploradores chiricahuas, que fueron enviados por el general Miles al campamento hostil de Gerónimo, y que lograron su rendición? ¿Y del explorador Dutchy, que disparó al mexicano que mató al gentil Crawford? ¿Y de muchos otros, mujeres y niños pequeños que, ante el clamor popular y sin ningún examen judicial de su caso, fueron sacados de sus hogares y encarcelados en un lugar tan inapropiado e inadecuado como Fort Marion, en igualdad de condiciones con aquellos que habían hecho el mal y que merecían algún castigo?

Pero la visión que he tenido de este caso, y que he expresado en mi informe, parece coincidir con la información obtenida por el profesor C. C. Painter de los Departamentos de Guerra e Interior. El profesor Painter escribió: Tuve una larga conversación con el Secretario Jefe del Departamento de Guerra, recogiendo lo que el secretario Endicott me había dicho, y lo que el Comisionado Atkins me ha dicho hoy, estando convencido de que este caso se resume brevemente en esto: En respuesta a la demanda de Arizona, de que los apaches debían ser trasladados de allí, el gobierno trajo a Chato, considerándolo como el más influyente, y si no estaba de acuerdo con lo que se decidiese, como el más peligroso de ellos, para hablar sobre este asunto. El resultado fue, de manera clara, que no quería salir de su reserva. Se decidió entonces que no sería seguro permitirle volver. Así que los otros fueron detenidos mientras él estaba aquí en Carlisle y, finalmente, en Leavenworth. Así se hizo como medida de precaución militar. Creo que no existía el pretexto de algún peligro de levantamiento por su parte o por la de su gente, pero sí el propósito de trasladarlos. Temieron que se resistieran, por lo que se decidió que los apaches no debían saber nada hasta estar bajo vigilancia’.

En conclusión, ¿afirma el Departamento del Interior que es bueno el trato y una política sensata, aun suponiendo que era una necesidad militar trasladar a esta gente, el seguir alimentando y encarcelando a hombres sanos, mes tras mes, en la ociosidad, sin enseñarles ningún oficio, ni a cultivar, ni una ocupación útil, sino a seguir en la miseria a expensas del gobierno?

La afirmación de que ‘cuando el grupo llegó a Leavenworth, Chato fue informado de las órdenes que habían tomado contra él y muchos de su banda por las autoridades civiles de Arizona, quienes proponían castigar a los apaches por sus depredaciones y que entonces Chato declaró que no quería volver a Fort Apache y, con su consentimiento, ser llevado a Fort Marion, él no está de acuerdo con esa afirmación, ni su intérprete, Samuel Bowman. Chato afirma que le dijeron en Leavenworth que las órdenes eran, no llevarle a su casa, sino a una mayor y mejor reserva de 155’39 km² de buena tierra. Él afirma que no sabía nada de Fort Marion hasta que se encontró dentro de sus muros.

Deje que el sentido común del país examine este asunto y, después de un estudio a fondo de los hechos, pronuncie su veredicto. Respetuosamente, Herbert Welsh, secretario de la Asociación por los Derechos de los Indios).

* El 28 de marzo de 1887, el general Oliver Otis Howard sugiere que los apaches de Fort Marion (St. Augustine, St. Johns County, Florida) sean enviados a Fort Pickens. (Afirmó que la curiosidad del público en relación con los chiricahuas no sería un problema en Fort Pickens oponiéndose su comandante, el coronel Langdon porque esa zona estaba sujeta a la fiebre amarilla y que la agricultura allí no era posible).

* El 4 de abril de 1887, el teniente Charles B. Gatewood rebate las opiniones de Herbert Welsh (secretario de la Asociación por los Derechos de los Indios) sobre los apaches, restando importancia a la contribución de los exploradores apaches y en concreto de Kayitah y Martine en la captura de Gerónimo: Al editor de ‘The Army and Navy Register’ [publicación del Ejército]. Señor: En el periódico del 26 último, se publica un extracto del informe del señor Herbert Welsh, el cual visitó a los indios chiricahuas en Fort Marion, Florida, acompañados por el capitán J. G. Bourke. Hablando de Kayitah y Martine, el señor Welsh dice: ‘El general Miles les había dicho que daría 10 ponis a cada uno si encontraban a Gerónimo, y le persuadían de rendirse.

Dejando al teniente [Gatewood] y a los soldados 12’8 km detrás, los dos exploradores apaches se dirigieron al campamento de Gerónimo. Pasaron tres días con él, tratando de persuadirle de que abandonara el sendero de la guerra y se entregara al general Miles. Ellos dicen que el general Miles les dio instrucciones para decir a Gerónimo que si se rendía podría volver a Fort Apache. Gerónimo finalmente se entregó y, en compañía de Kayitah y Martine, se unió al teniente Gatewood y a sus soldados. Si la historia de los dos exploradores es correcta, la rendición estaba lejos de ser incondicional’.

El que suscribe acompañó a los dos apaches y representó al general Miles en la comunicación con los hostiles, previo a su reunión con él y sabe muy bien la incorrección de las anteriores declaraciones. No se les prometió 10 ponis a cada uno, ni entienden lo que hicieron. En México, días después de haber dejado al general Miles, me dijeron que no se les había dado la paga definitiva que les habían prometido, y querían saber lo que iban a recibir por sus servicios, y si no se incrementaría por el éxito de su misión. Todo lo que de estos dos apaches se esperaba o se les pidió que hicieran era ir, a la vez, tras la banda de Gerónimo para cansarla, agotar sus municiones y ser perseguida de cerca por los soldados, y exigir su rendición. Yo no tenía nada que ver con su remuneración, y así se les informó. Después, en Fort Bowie, se les pagó por sus servicios y quedaron satisfechos con lo que se les dio.

Lo que se puede decir de los apaches, o de cualquier otra persona, en cuanto a los términos de la rendición, lo que sigue es lo que realmente ocurrió: Los dos apaches y su pequeña escolta, acamparon en el río Bavispe el 23 de agosto de 1886 y, por precaución, siguieron el rastro, examinando el territorio varios kilómetros por delante.

Martine regresó al ponerse el sol e informó que habían encontrado el campamento de los hostiles en las duras montañas, a la vista varios kilómetros por delante, y que Kayitah permanecería allí toda la noche. Martine dijo además que deseaban hablar con el oficial que representaba al general Miles, y no con los dos exploradores apaches. Como era demasiado tarde, la reunión podría tener lugar a la mañana siguiente.

Las dos partes se reunieron de acuerdo con esto y la conferencia duró todo el día. Los hostiles fueron informados de que si se rendían, serían trasladados a algún lugar designado por el general Miles, bajo las órdenes del presidente, y que ese lugar no sería la Reserva de San Carlos o Fort Apache. No se les permitiría volver allí de nuevo. Insistieron en esa condición y dijeron que no se rendirían a menos que se les prometiera volver. Al final adoptaron una actitud más positiva. Al atardecer nos fuimos del punto de la cita, con la idea de que estudiarían más a fondo lo que se les ofrecía y el consejo de rendirse y confiar en el general Miles y el presidente. Regresamos al campamento de la noche anterior, encontrando al capitán Lawton y su columna, que había llegado mientras tanto.

Los hostiles pensaron que al reunirse con el general Miles iban a conseguir mejores condiciones. A la mañana siguiente me reuní con Gerónimo y varios otros en los alrededores del campamento del capitán Lawton cuando dijeron que, después de examinar la cuestión, habían llegado a la conclusión de rendirse, si el capitán Lawton prometía protegerlos hasta encontrarse cara a cara con el general Miles, hablar con él y escuchar de sus propios labios lo que tenía que decir. El capitán Lawton les dio su palabra de que iba a cumplir con sus deseos, y que les iba a llevar hasta el lugar donde estaba el general Miles para que se reuniese con ellos. Ellos, a continuación, se entregaron, según lo informado por el general Miles.

Ellos pensaron que sería mejor confiar en la misericordia del comandante del Departamento y el presidente. Todo el tiempo quedó claro que su destino final era estar a disposición del presidente de los Estados Unidos. Cuando vieron con que no podían obtener mejores condiciones, pidieron una sola clemencia, que sus vidas estuvieran a salvo. Soy consciente, por mi conocimiento personal, que no solo Gerónimo y Naiche comprendieron bien lo que estaban haciendo, sino que también lo hicieron cada individuo de las dos bandas. Estos hechos pueden ser atestiguados por muchos oficiales y hombres en cuya presencia se produjeron las diferentes conversaciones. Entendieron que todos serían desterrados a Florida, y se les dijo que los que estaban en Fort Apache serían enviados allí también. Gerónimo preguntó cuánto tiempo iba a durar el trayecto, y se le dijo que cinco días.

Los campamentos apaches en la reserva habían sido la fuente y encuentro de los elementos hostiles, y desde ellos se habían hecho las sangrientas incursiones que devastaron Arizona y New Mexico durante años. No menos de 500 ciudadanos habían sido asesinados en los últimos 10 años. No hay un solo chiricahua que no haya participado en algunos de sus levantamientos, y Chato, Dutchy, Kaahteney y otros muchos están ahora acusados en los tribunales civiles por sus crímenes. Es cierto que algunos de ellos han servido como exploradores, tanto antes del levantamiento como después y, no hay duda también, que gran parte de la munición que se les suministraba acababa en los cinturones de los hostiles. Lo que yo observé en la primera parte de la campaña, Chato y los demás exploradores chiricahuas, difícilmente podían ser considerados leales, ya que obstaculizaron más que ayudaron a las operaciones de las tropas.

Antes de iniciar su traslado de Fort Apache, y mientras se hacían esfuerzos para llevarlo a cabo correctamente y en buenas condiciones, estaban tramando un levantamiento más grave.

Bajo el temor de ser juzgados por sus crímenes, acordaron ser trasladados a cualquier lugar designado por el general Miles y permanecer allí hasta que el gobierno les pudiera proporcionar una reserva y medios de subsistencia, pero esto no fue confirmado por el gobierno. El general Sheridan telegrafió que se había decidido enviarlos a Florida, como paso previo, y el interino secretario de Guerra ordenó directamente a Fort Marion, el sitio al que fueran trasladados. Muy respetuosamente, Charles B. Gatewood, teniente del 6º de Caballería.

El capitán Allen Smith, del 4º de Caballería, que también persiguió a los apaches hostiles, rebatió las opiniones de Gatewood: La comunicación anterior del teniente Gatewood llegó a la vez que mi informe, en su versión definitiva, como yo suponía, a punto de ser publicado. He demorado con mucho gusto su publicación hasta que he podido incorporar la comunicación del teniente Gatewood, como figura en el ‘Army and Navy Register’, con mi informe, ya que es mi deseo arrojar toda la luz posible sobre las cuestiones en litigio. El relato de la entrega de los hostiles de Gerónimo al general Miles, que expliqué en mi informe, es conforme a la historia que me contaron los dos exploradores, Kayitah y Martine durante mi entrevista con ellos en Fort Marion, a medida que sus declaraciones eran traducidas por Concepción y Samuel Bowman. Con el deseo de ser estrictamente imparcial, he impreso en otra parte de este informe, el relato de la rendición del general Miles, y el que hizo el general de brigada David S. Stanley en su carta al Ayudante General del Ejército, escrito en San Antonio, Texas, el 27 de octubre de 1886. Ha sido mi propósito presentar de manera justa y, en lo posible con sus propias palabras, los puntos de vista de todos los que estaban íntimamente interesados en este asunto y, por lo tanto, los que tenían derecho a hablar al respecto. No tengo autoridad para rechazar ninguna de las diferencias que puedan existir entre las diversas declaraciones.

El teniente Gatewood hacia el final de su carta al “Army and Navy Register, hablando de los exploradores chiricahuas, dijo: Es cierto que algunos de ellos han servido como exploradores, tanto antes del levantamiento como después y, no hay duda también, que gran parte de la munición que se les suministraba acababa en los cinturones de los hostiles. Lo que yo observé en la primera parte de la campaña, Chato y los demás exploradores chiricahuas, difícilmente podían ser considerados leales, ya que obstaculizaron más que ayudaron a las operaciones de las tropas.

En respuesta a esta declaración, solo puedo informar a mis lectores del testimonio ya presentado sobre el carácter y los servicios de Chato y otros exploradores chiricahuas, y solicitar su consideración del testimonio adicional de similar tenor tomado del ‘Informe de las operaciones contra los indios apaches, de mayo de 1885 a abril de 1886, por el general de brigada, George Crook’. Este testimonio descansa, como el resto de las cartas y despachos de los oficiales que lucharon durante toda la primera parte de la última campaña [cuando el general Crook estaba al mando] y bajo el cual estaban los exploradores en cuestión, sirven, en mi opinión, para proporcionar una respuesta muy contundente a las opiniones del teniente Gatewood: Informe del capitán Allen Smith, del 4º de Caballería, al general Crook, el 15 de junio de 1887: La lucha duró alrededor de media hora, y los apaches dispararon muy rápidamente y una gran cantidad de disparos. Dos hombres, el soldado Haag, de la compañía ‘A’, con un disparo en el muslo derecho, y el soldado Williams, de la compañía ‘K’, levemente herido en el brazo, un explorador apache con una fea herida en el brazo izquierdo, un caballo muerto y otro herido, perteneciente a la compañía ‘A’, fueron las bajas de nuestro lado. Por los indicios de sangre cerca de los hoyos de los tiradores, etc., soy de la opinión de que hay algunos heridos entre los apaches. Los oficiales [tenientes Parker, Gatewood, Lockett y Finley, del 10º de Caballería], hombres y exploradores apaches se comportaron muy bien

El día 30, ya que no había recibido ningún mensaje, me moví por encima del Sapillo Creek y allí me enteré por Gatewood de que los apaches habían salido de las altas montañas durante la noche e iban hacia el oeste. Yendo hacia abajo, de nuevo se reunió conmigo, Davis y Chato con los demás exploradores apaches. Estos habían atacado la retaguardia de los apaches, capturando 17 ponis, dos mulas y seis sillas de montar, y haciendo huir a los hombres, mujeres y niños de los hostiles, a través de esa parte de las montañas. Recorrieron 19’31 km…

Estoy convencido de que la presencia de mi destacamento salvó la vida de la gente en la parte superior del Eagle Creek, y en el Gila, desde el Duck Creek hasta el Sapillo Creek; incluso sin realizar ningún otro servicio. Muy respetuosamente, su seguro servidor, Allen Smith, capitán del 4º de Caballería.

Herbert Welsh respondió el 21 de abril de 1887: ‘En respuesta a la declaración del teniente Gatewood de que gran parte de las municiones suministradas a los exploradores apaches iba a los cinturones de los hostiles, la siguiente cita de uno de los informes del general Crook la responde apropiadamente: ‘Afirmo, por otra parte, sin reserva ni condición alguna, que estos exploradores chiricahuas, como Chato, Noche y otros, hicieron un excelente servicio en perseguir y convencer a los renegados de que se rindieran, más que los soldados que participaron junto a ellos, en las operaciones contra los hostiles.

Circularon informes en el sentido de que ellos [los exploradores apaches] eran desleales y que no querían luchar contra los renegados; son absolutamente falsos. Se ha dicho que los hostiles obtuvieron municiones, suministros, asistencia y refuerzos de los exploradores, y de los que estaban en la reserva. Esta declaración es totalmente incorrecta.

Durante los 16 meses siguientes a la huida de los renegados hasta su entrega final, no recibieron refuerzos de ningún apache de la reserva. Es verdad que los hostiles, en varias ocasiones, consiguieron cartuchos de los cuerpos de los exploradores apaches y de los soldados que habían muerto, y en otros casos, cantidades considerables de los campamentos que atacaron, como por ejemplo en Guadalupe Canyon en junio de 1885, cuando mataron a tres hombres que pertenecían a un destacamento del capitán Lawton, capturando probablemente dos o tres mil cartuchos de munición y en otro caso, cuando Naiche y otros apaches atacaron a los soldados del capitán Hatfield en mayo de 1886.

Deseo como conclusión de este informe que un comité de señores, integrado por miembros del ‘Comité de Ciudadanos de Boston’, en representación también de la ‘Asociación Nacional de Mujeres Indias’ y de la ‘Asociación por los Derechos de los Indios’, visitó recientemente Washington exhortando al presidente, a los honorables secretarios de Guerra y del Interior en relación con el caso de los prisioneros en Fort Marion.

La recepción de esas personas fue en todos los aspectos muy corteses y sus resultados fueron totalmente satisfactorios. El señor Endicott alegó que, como el gobierno tenía información de que los apaches de la reserva daban secretamente ayuda a los hostiles, las autoridades no tenían la misma confianza en ellos que algunos de sus defensores desearían. Sin embargo, más allá de eso, el señor Endicott aseguró al comité, que ya que el presidente hacía todo lo que era posible hacer para remediar las cosas, y que se debía seleccionar una reserva adecuada por la salud y el bienestar general de los apaches, lo mejor era ser trasladados; y ese cambio propuesto debía realizarse lo más rápidamente posible. Firmado, Herbert Welsh).

* El 5 de abril de 1887, se reúne el Gabinete del gobierno estadounidense, estando presentes todos sus miembros. (Una de las cuestiones tratadas fue el traslado de los apaches hostiles a una reserva, cerca de Mobile [Mobile County, Alabama]).

* El 6 de abril de 1887, el New York Times publica un editorial explicando el trato que el gobierno da a los prisioneros apaches: Chato y sus compañeros. Es el Departamento de Guerra y no el del Interior, el responsable del encarcelamiento de los apaches chiricahuas en los fuertes de Florida. Nadie afirma que Gerónimo y lo peor de sus seguidores, que están en Fort Pickens, no hayan sido tratados con desproporcionada severidad. Ellos tuvieron suerte de escapar con vida. Tampoco se dice que otros seguidores de Gerónimo, que están confinados en Fort Marion, no tengan motivos de queja. Sin embargo, el gobierno es criticado por el secretario de la ‘Asociación por los Derechos de los Indios’, por el senador Dawes y por otros, por confinar a estos hostiles capturados con los restantes miembros de la tribu, que habían permanecido en paz durante dos o tres años antes de su traslado de Arizona y, especialmente por encarcelar allí a Chato y a los que le acompañaron a Washington el pasado verano, algunos de los cuales habían servido fielmente como exploradores alistados en el ejército al mando de los generales Crook y Miles.

Nuestros despachos de Washington dicen que el secretario Endicott y el Departamento no tienen otra intención que la de actuar de buena fe con los apaches y, al mismo tiempo, con el mejor interés para la gente de Arizona. El traslado de Arizona de todos los chiricahuas, los que habían estado en paz dos o tres años antes, así como aquellos que fueron capturados con Gerónimo, fue considerado como lo mejor que se podía hacer para todos los interesados. Se admite generalmente que era necesario trasladarlos. Pero el señor Welsh es de la opinión de que Chato y sus compañeros son víctimas de mala fe y que merecen mejor trato del que han recibido. Su último informe cita los hechos en relación con su visita a Washington. Fue a sugerencia del general Miles el que se les permitiera venir a la ciudad. Les prometió que volverían a Arizona. Se esperaba que pudieran ser persuadidos de abandonar la reserva. Welsh dice: ‘Su único deseo era permanecer donde estaban que, al parecer, era el objetivo de su visita y la garantía de las autoridades de que no iban a ser trasladados de allí. En sus entrevistas con el presidente, el secretario de Guerra o el secretario del Interior no expresaron deseo o voluntad de ir a otra parte’.

Mientras estaban en Washington, el general Sheridan instó a que los que estaban en la reserva fueran arrestados y enviados a las fortalezas de Florida y que la delegación de Chato debía ser enviada allí también. El general Miles planteó objeciones. El señor Welsh las ha citado según se desprende de su carta: ‘1º. La delegación fue a Washington bajo la autoridad del gobierno con la idea de hacer un arreglo permanente para el futuro, pero me temo que lo que hizo fue aprovecharse de ellos, y creo que los apaches lo considerarían un acto de mala fe. 2º. Eso sería conocido por todas las demás tribus del Suroeste y puede que en el futuro duden de enviar a cualquiera de sus miembros a Washington, incluso a petición del gobierno.

Que a Chato y a sus compañeros les habían asegurado que se les permitiría regresar a Arizona lo demuestra el siguiente extracto del informe de Welsh: ‘En el tema de la recomendación del teniente general [Sheridan] de que la delegación de apaches en Washington también debía ser enviada a Fort Marion, se pensaba que estos apaches primero deben ser devueltos a Arizona, que era lo que ellos entendían por lo que venían aquí’.

Pero ellos fueron detenidos en Fort Leavenworth hasta que el resto de los miembros de la tribu comenzó a ser trasladado a Florida y como estaban descontentos y se habían vuelto turbulentos y excitados, fueron enviados directamente a los fuertes de Florida, desde Kansas, por orden del general Sheridan. Esta acción parece haber sido tomada en contra de la opinión del general Miles. Estos son los hechos relativos a lo decidido con Chato, como lo demuestran los informes oficiales.

El expediente de Chato, alistado como sargento de exploradores, era excelente, y dos de sus compañeros también hicieron un gran servicio al Ejército. Ahora están encarcelados como si ellos no merecerían más consideración que los seguidores de Gerónimo, que están confinados con ellos. El gobierno ha sido criticado por ello, porque es injusto para los exploradores, y porque este tratamiento puede hacer que sea difícil para el Ejército obtener los servicios de exploradores indios de aquí en adelante, o al menos les puede hacer sospechar de ser traicionados.

Hay que recordar por las críticas al Departamento de Guerra que el confinamiento de los apaches en los fuertes no es una solución permanente del problema. Es un recurso temporal. ¿Qué se deberá hacer con los que no estaban con Gerónimo? ¿A qué Estado o Territorio se les llevará? Están excluidos por ley del Territorio Indio [Oklahoma]. Era difícil, si no imposible, para el Departamento, dadas las circunstancias, adoptar cualquier política con respecto a los apaches que fuera totalmente satisfactoria para todo el mundo.

El general Crook se dirigió al señor Welsh, el 14 de abril de 1887: Mi querido señor Welsh: En respuesta a su favor del día 11, tengo que decir que aunque los apaches chiricahuas eran, nominalmente, prisioneros de guerra, yo les dije que se les permitiría permanecer en la reserva de los apaches White Mountain, para practicar la agricultura y construir sus futuras viviendas, siempre y cuando se comportaran bien. Esta promesa mía fue aprobada por el gobierno y los Departamentos de Guerra e Interior. Muy sinceramente. Su seguro servidor, George Crook.

* El 9 de abril de 1887, el Secretario de Guerra, William C. Endicott se reúne con el capitán Bourke en la vivienda de este último y le dice que los informes de Welsh en los periódicos producían ansiedad al presidente y habían sido objeto de debate por el Gabinete durante varias semanas. (También le dijo a Bourke que el presidente tenía intención de enviar a los apaches a Mount Vernon Barracks por lo que le indicaba que fuera allí para hacer un informe.

Ese día, The Philadelphia Record publicó lo siguiente: La campaña del senador Dawes y el señor Herbert Welsh relativa a la reclusión de los apaches que están en Fort Marion, Florida, ha tenido su efecto sobre el presidente, el cual trajo el asunto en la reunión del Gabinete de esta semana, decidiendo que el secretario de Guerra prepare su traslado a una reserva más aislada. Los apaches están lo suficientemente cómodos dónde están, pero están rodeados de turistas que les piden que hagan demostraciones [danzas]. Se cree que será mejor para ellos estar en un lugar tranquilo, donde puedan moverse mejor y también poder trabajar. Gerónimo y sus compañeros asesinos seguirán en Fort Pickens, donde están ahora).

* Del 11 al 16 de abril de 1887, el capitán Bourke visita Mount Vernon Barracks (Mobile County, Alabama) para estudiar allí la posible ubicación de los apaches.

* El 15 de abril de 1887, el Essex County Herald de Guildhall (Essex County, Vermont) publica una pequeña noticia que dice: Los apaches son trasladados. Los que están en Fort Marion, Florida, son llevados más al norte. La campaña del senador Dawes y del señor Helbert Welsh relacionada con el encarcelamiento de los indios apaches que están en Fort Marion, Florida, ha surtido efecto sobre el presidente, que ha provocado que el Secretario de Guerra prepare una orden para su traslado a una reserva más al norte y más aislada.

* El 16 de abril de 1887, William C. Endicott lee el informe de Bourke referente a las condiciones en Mount Vernon Barracks ([Mobile County, Alabama]. Endicott decidió que Mount Vernon era el lugar apropiado para ubicar a los apaches y ordenó a Bourke que se reuniese de inmediato con el presidente Cleveland y le comentase esta posibilidad. Cleveland aprobó la propuesta).

* El 17 de abril de 1887, Naiche, Mangas y Gerónimo dictan una carta al general Miles, por medio del intérprete George Wratten. (Los tres pusieron sus marcas, pero fue Gerónimo el que habló. Recitó la escena en el Skeleton Canyon cuando Miles puso tres piedras para representar cómo se reunirían todos los chiricahuas. Gerónimo preguntó cuando iban a ver a su gente. Miles les había dicho que estarían con ellos. Pónganos a todos juntos en alguna reserva y ponga a George Wratten a cargo de nosotros y pronto verá lo que un indio puede hacer cuando es tratado correctamente, concluyó. Estimado general, por favor envíenos con nuestras familias pronto. El tono sugería una confianza siempre respetuosa con Miles o estaba enmarcada para parecer así. En la carta, Gerónimo mencionó a sus dos esposas, hijo e hija, presos en Fort Marion [St. Augustine, St. Johns County, Florida]. Gerónimo declaró que todos en Fort Pickens estaban felices y contentos. Estoy muy satisfecho aquí, pero si estuvieran conmigo lo estaría más.

El mismo día, Wratten escribió su propia carta a Miles, informando sobre la conducta de los apaches desde que dejaron Fort Bowie. Ellos tenían suficientes motivos para estar descontentos, pero no habían pronunciado ni siquiera un murmullo. Trabajaban todos los días sin quejarse. Esta gente debía tener más oportunidades. Si fuesen bien llevados, podían ser civilizados y hacerse autosuficientes. Pensaban en Miles todo el tiempo, tenían gran fe en él y creían que con el tiempo haría lo que había prometido.

Miles no contestó a las cartas de Gerónimo y Wratten, pero la ola de protestas agitadas por Herbert Welsh pronto traería consecuencias.

El 18 de abril, el general Sheridan ordenó que se empezasen los preparativos para trasladar a los 354 chiricahuas de Fort Marion a Mount Vernon; 62 de sus hijos a Carlisle; y 20 mujeres y 10 niños, familiares de Gerónimo y su banda, a Fort Pickens).

* El 22 de abril de 1887, el capitán William Henry Pratt, fundador y Superintendente de la Escuela Industrial India de Carlisle (Cumberland County, Pennsylvania) selecciona, ante la angustia de sus padres, a 62 apaches más de Fort Marion (St. Augustine, St. Johns County, Florida), por orden del Departamento de Guerra, para llevárselos a Carlisle. (32 niños, cinco niñas mayores, 12 parejas casadas, y un hombre son llevados a la fuerza, para unirse a los que allí estaban. Borgia AanitsoRegis Alchintoyah, Ezra Anigoon, Lona Anigoon, Clarence Bailtso, Jason Betzinez, Marcellus Bezhahun, Bessie Beziyah, Victor Biete, Benedict Jozhe, Casper Cailis, Charles Ishtee, Tsisnah y Lucy, y Talbot Gooday y su esposa entre otros.

Jason Betzinez diría más tarde: Nos pusieron en fila frente al capitán Pratt, quien eligió a 49 niños y niñas para regresar con él a Carlisle. También seleccionó a 13 jóvenes, incluyéndome a mí. Los otros 12 estaban casados y algunos tenían hijos, pero se explicó que las familias podían acompañar a los estudiantes casados. El capitán Pratt me agarró la mano y la levantó para mostrar que me ofrecí voluntariamente. Solo fruncí el ceño; no quería ir en absoluto. Tenía 27 años, demasiado viejo para ser un colegial. Nunca había ido a la escuela y no sabía una palabra de inglés. Era el 23 de abril.

Los supervivientes chiricahuas tenían recuerdos de estos traslados forzosos, ocultando a niños bajo fardos de tela o bajo las faldas de las mujeres. El joven Nahdoyah [Mabel Jozhe] fue llevado con tanta prisa que perdió un zapato y viajó solo con uno.

Los alumnos apaches fueron despojados de todo lo que indicase que eran chiricahuas. Cortaron el pelo a los chicos y ambos sexos tenían que llevar uniformes de estilo europeo. Sus nombres fueron modificados o cambiados por completo para adaptarse a la norma norteamericana. A cada niño se le asignó un nombre anglosajón. Los apellidos incluían aproximaciones del nombre propio del niño [por ejemplo, Eli Hunlona, Viola Ziah]; el nombre del padre, especialmente si se sabía [Ramona Chihuahua]; el nombre del marido [Lucy Tsisnah]; o un apellido anglosajón [Bruce Patterson, Miriam Patton]. El idioma de comunicación era el inglés. Se les inculcaron valores norteamericanos y creencias cristianas. La disciplina era estricta, casi militar; Jason Betzinez, primo de Gerónimo, recordó una vez como Pratt, el director de Carlisle, aunque a veces era amable y cordial, también era contrario a las críticas y se acordaba de la celda en la que confinaba a los estudiantes revoltosos.

Una humillación añadida era que muchos de estos alumnos eran casi o enteramente adultos, estando acostumbrados a ser tratados en su entorno como tales, siendo guerreros o aprendices de guerreros y madres jóvenes como Annette Suison y Hulda Kinzhuna. Algunos alumnos chiricahuas, como Asa Daklugie, el hijo del jefe apache nednai Juh, más tarde expresarían su indignación. Algunos, como Duncan Balatchu, se escaparon con intención de ir con sus familias; otros pocos, como Knox Nostlin [Neegonezn], se las arreglaron para conseguir ser expulsados.

A pesar de todo, algunos alumnos reconocieron estar adquiriendo valiosos conocimientos para el futuro, conociendo un mundo más amplio del que habían conocido, llevando a su pueblo el dominio del inglés y la experiencia de cómo pensaba y trabajaba la sociedad norteamericana.

El plan de estudios de Carlisle ponía énfasis en adquirir habilidades prácticas que iban desde la construcción y herrería a la impresión y la fotografía para los niños; y para las niñas, cocina, costura, enfermería, y otros oficios considerados adecuados para su sexo. La escuela tenía una granja y estaba bien equipada con una variedad de instalaciones, desde un taller de costura a una herrería. Además, los estudiantes eran enviados a largas prácticas remuneradas a granjas y casas particulares, para ampliar sus habilidades y aprender sobre la vida doméstica.

Sin embargo, también morían allí. Como Fort Marion, la escuela resultó ser terreno abonado para la propagación de la tuberculosis y otras enfermedades, y muchos jóvenes nunca vieron a sus padres de nuevo. Para finales de 1889, al menos 45 niños chiricahuas habían muerto, y otros habían sido enviados de vuelta con sus familias para morir, de entre los 177 niños y jóvenes apaches allí enviados, un porcentaje de alrededor del 40%).

* El 23 de abril de 1887, el Mobile Register informa que los prisioneros apaches serán trasladados a Mount Vernon Barracks (Mobile County, Alabama) añadiendo que la presencia de los indios en Mount Vernon aumentará en gran medida la atracción de ese lugar como centro turístico. (El 27 de abril, 354 chiricahuas abandonaron Fort Marion [St. Augustine, St. Johns County, Florida] para ser trasladados a Mount Vernon Barracks. Eran la gente de Chihuahua que se había rendido al general Crook en marzo de 1886 y a los chiricahuas que habían sido trasladados de su reserva en septiembre de 1886. Entre ellos estaban Chato y otros exploradores, incluyendo Kayitah y Martine. Según varios censos e informes médicos presentados por cirujanos militares y oficiales, entre 18 y 24 hombres, mujeres y niños murieron durante el internamiento en Fort Marion. La discrepancia en el número era aparentemente el resultado de un defectuoso registro y una manifiesta incompetencia.

El 28 de abril, 20 mujeres y 11 niños apaches fueron trasladados de Fort Marion a Fort Pickens [Pensacola, Escambia County, Florida]. Eran las esposas e hijos de los hombres que estaban en Fort Pickens, Gerónimo, Naiche y Mangas, entre otros. El general Miles no había cumplido su promesa de juntar las tres piedras [una permanecía en Fort Pickens]. La promesa de unir a las familias unidas se debió a las acciones de Herbert Welsh.

La llegada a Fort Pickens de sus familias encantó a Gerónimo y a los demás chiricahuas, aunque ningún indicio de su reacción se filtró en informes oficiales. Tampoco notaron la diferencia los grupos casi diarios de turistas que el ejército llevaba para ver a los prisioneros, cuya vida seguía igual que hace casi un año. Gerónimo se reunió con sus tres esposas, She-gah, Taayzslath e Ih-tedda.

Hicieron caso omiso de los excursionistas a medida que iban al trabajo, limpiando el fuerte de hierbas y maleza. Sin embargo, sus viviendas se habían deteriorado durante los 20 años desde que los soldados habían ocupado el fuerte. Los chiricahuas y sus familiares ocupaban casamatas que antes habían tenido armas. Las puertas, las ventanas, los pisos y los muebles estaban destartalados; incluso algunas puertas se habían estropeado. Los apaches se preguntaban por qué trabajaban tanto fuera, y nada en sus propios aposentos.

Naiche aumentó su carácter. Impresionó al coronel Langdon por tener más influencia que Gerónimo sobre los demás prisioneros. Es muy fuerte, respetuoso y paciente, nunca pide nada ni se queja por sí mismo, y ha disuadido a otros que podrían hacerlo. Es un buen ejemplo para los demás, que no tardan en imitarlo. Pero por más alegres y obedientes que parecieran Naiche y los demás, el descontento existía bajo la superficie. Varios de ellos pidieron a Wratten que dijera al coronel Langdon que querían ir a casas permanentes donde poder cultivar el suelo. Langdon reaccionó con una brusquedad inusitada. Habían actuado mal y se les había perdonado la vida, y no merecían más. Deberían permitir que el gobierno los olvidara durante un tiempo, y que pasara desapercibido el hecho de que no habían sido castigados por sus crímenes. Sin embargo, Wratten no olvidaría el asunto).

* En mayo de 1887, el jefe de los exploradores Al Sieber y varios oficiales del ejército estadounidense dejan la Agencia de San Carlos por negocios, quedando Apache Kid al mando de los exploradores apaches. (Es-ki-bi-nadel o Has-kay-bay-nay-ntayl que quiere decir, hombre de ojos feroces, ha pasado a la historia como Apache Kid. Era el hijo mayor de Togo-de-chuz de la banda Pinal del jefe Chiquito. En 1875, John Clum, agente de la Reserva de San Carlos, trasladó allí a la banda. El joven apache pasó un tiempo en el campamento minero de Globe donde tuvo varios empleos, aprendió inglés y empezó a vestirse a la usanza de los blancos. Por aquel entonces los americanos empezaron a llamarle Apache Kid. En 1879, conoció al jefe de los exploradores apaches, Al Sieber, que le dio empleo de ordenanza y cocinero. Dos años más tarde, en 1881, se alistó como explorador. En julio de 1882, participó en la campaña contra los apaches coyoteros White Mountain, llegando al empleo de sargento. Poco después acompañó al general George Crook en una expedición a la Sierra Madre Occidental. Trabajó en misiones tanto en Arizona y México los dos años siguientes, pero en 1885 se vio involucrado en un motín en estado de ebriedad, y para no ser ahorcado por las autoridades mexicanas, Al Sieber lo envió de regreso al norte.

En septiembre de 1886 estuvo presente en la estación ferroviaria de Bowie Station [Cochise County, Arizona], cuando la banda de Gerónimo fue enviada a Florida.

En mayo de 1887, decidieron hacer una fiesta, dejando su unidad sin permiso, en la que varios se embriagaron cuando en un altercado, un explorador llamado Gon-Zizzie mató a Togo-de-Chuz, padre de Apache Kid. Los amigos de Apache Kid mataron a Gon-Zizzie. También Apache Kid mató a Rip, hermano de Gon-Zizzie. El 1 de junio de 1887, el teniente John Pierce y Al Sieber reunieron a los exploradores que participaron en los altercados, ordenándoles desarmarse y cumplir el arresto, hasta que los incidentes fuesen investigados. Apache Kid y los demás obedecieron, pero sonó un disparo entre la multitud reunida, seguidos de otros más, resultando herido en el tobillo Al Sieber [le dejaría cojo de por vida]. Durante la confusión, Apache Kid y varios exploradores apaches huyeron. Sieber acusó a Apache Kid a pesar de que hubo testigos que afirmaron que el explorador era inocente.

El ejército envió dos destacamentos del 4º de caballería tras los fugitivos. Apache Kid y sus seguidores evadieron a los soldados, confiando en el apoyo de otros apaches simpatizantes, aunque entró en contacto con los soldados, afirmando que si se retiraban, se rendiría. Así lo hizo el 25 de junio de 1887. Él y otros cuatro apaches fueron juzgados por un tribunal militar, y declarados culpables de motín y deserción, siendo condenados a muerte por fusilamiento. No obstante, el general Nelson Miles, comandante del distrito militar, cuestionó la decisión logrando que el tribunal la reconsiderara, siendo condenados a 10 años de prisión en Alcatraz [San Francisco County, California] donde permanecieron hasta que sus condenas fueron anuladas en octubre de 1888, ordenándose la puesta en libertad de Apache Kid y sus cuatro compañeros.

Ya en Arizona, en octubre de 1889, esos apaches, junto a otros, cometieron una serie de delitos, ordenando las autoridades su arresto, incluyendo a Apache Kid, siendo sentenciados a cumplir siete años en la prisión territorial de Yuma. Durante el viaje en una diligencia, Apache Kid y otros presos apaches consiguieron reducir a los tres guardias, el sheriff Glen Reynolds, y sus ayudantes Eugene Middleton, y W. A. Holmes. Mataron al sheriff, falleciendo Holmes de un paro cardiaco, e hirieron al ayudante Middleton que, sin embargo, declaró más tarde que los otros apaches le habrían matado si Apache Kid no hubiera intervenido. A partir de ese momento se convirtió en uno de los bandidos más buscados de Arizona.

En los próximos años, Apache Kid fue acusado o vinculado a diversos delitos, pero nunca hubo vínculos sólidos contra él. Durante un tiroteo en 1890, entre renegados apaches y soldados mexicanos, un guerrero fue muerto, encontrándosele el reloj y el revólver de Reynolds. Sin embargo, el guerrero era demasiado viejo para ser Apache Kid. El último informe de delitos presuntamente cometidos por él, eran en 1894. Fue ese año, en las San Mateo Mountains [Socorro County, New Mexico] cuando Charles Anderson, un ranchero, y sus vaqueros, mataron a un apache que había robado ganado y que fue identificado en su momento como Apache Kid. Identificación muy discutida. Después de eso, se convirtió más en una leyenda que otra cosa. En 1899, el coronel Emilio Kosterlitzky, de los Rurales de México, informó que Apache Kid estaba vivo, y vivía con otros apaches en la Sierra Madre Occidental. Eso nunca fue confirmado.

EdgarRice Burroughs, futuro creador de los libros de Tarzán, suspendió el examen de ingreso en West Point. Decidido a ingresar en el Ejército, se alistó como soldado en Detroit, manifestando su deseo de  servir en el peor puesto de los Estados Unidos.

Empezó su servicio el 23 de mayo de 1896 en la compañía “B” del 7º de Caballería, bajo el mando del teniente Selah R. H. “Tommy” Tompkins, participando en la persecución de Apache Kid.

Diagnosticado de una afección cardíaca, Burroughs fue licenciado el 23 de marzo de 1897. Tompkins le calificó de excelente carácter.

En sus memorias, relató una anécdota sobre los exploradores apaches asignados a la compañía “B”: “Fuimos al campamento en el río Gila, no lejos de Duncan (Greenlee County, Arizona). Acampamos en una arboleda de grandes álamos debajo de un bajo acantilado. Nuestros exploradores apaches acamparon a poca distancia de nosotros y más cerca del acantilado. A veces, durante la noche, oíamos a los búhos ulular en lo alto del acantilado y la llamada era respondida desde el campamento por nuestros exploradores. Los veteranos decían que los renegados se comunicaban con nuestros exploradores y así se mantenían en contacto con los movimientos de la tropa”. Los apaches temían a los búhos creyendo que eran espíritus encarnados de parientes muertos, por lo que es poco probable que algún apache se comunicase de esa manera. La anécdota de Burroughs revela más las sospechas y la desconfianza que tenían algunos soldados sobre la lealtad de los exploradores apaches.

Sobre las mujeres apaches, escribió: “Una fuente interminable de interés para mí fueron los exploradores apaches y sus familias. Veíamos poco o nada a sus mujeres, aunque algunas de las que vi entre las más jóvenes eran realmente hermosas. Sus figuras y presencia eran magníficas y el absoluto desprecio que tenían por el soldado blanco era revelador, por decir lo más insignificante”.

Burroughs escribió dos novelas sobre las “Guerras Apaches”, relatadas desde el punto de vista apache, “The War Chief” y “Apache Devil”.

Durante ese tiempo, Apache Kid y otros “broncos” [así llamados los apaches “hostiles” después de la rendición de Gerónimo] dieron tantos quebraderos de cabeza a mexicanos y estadounidenses, que el 4 de junio de 1896, los gobiernos de ambos países firmaron un convenio que nuevamente permitía a sus respectivas tropas cruzar la frontera internacional en su persecución. Coincidiendo con el nuevo acuerdo, unos días más tarde cuatro estadounidenses que viajaban en un carruaje, informaron en el pueblo de Cañada Ancha que habían visto como un grupo de cinco apaches perseguía un carro que venía de Nogales [Sonora]. Se dijo que era la banda de Apache Kid. Seguidamente, un pelotón de rurales salió en su busca. Mientras tanto, el general Frank Weaton, jefe del departamento militar de Colorado, situó dos compañías del 7º de Caballería cerca de San Bernardino que en el mes de agosto de 1896 se hallaban al mando del capitán L. K. Hare junto con una unidad de exploradores apaches.

Hacia finales del siglo XIX, Apache Kid deja de figurar en las noticias de la frontera, posiblemente abatido en alguno de los numerosos encuentros con sus perseguidores. Se especula que esto ocurriera el 20 de septiembre de 1907 en el cañón de San Mateo [Socorro County, New Mexico], cuando una partida de ganaderos en busca de apaches dio muerte a un hombre que identificaron como Apache Kid.

Bien entrada la década de 1920, los ganaderos siguieron informando, a menudo, diciendo que era Apache Kid quien iba a la cabeza de los “broncos” apaches, pero nunca fue confirmado, pensaban que había muerto hace mucho tiempo, ya sea en un enfrentamiento o por enfermedad.

Según E. H. White, explorador, vaquero y buscador de oro, la banda tenía unos 75 hombres, lo cual coincidía aproximadamente con el cálculo de Maroni Fenn, otro explorador.

Hoy en día, a 1’6 km de “Apache Kid Peak”, en lo alto de las San Mateo Mountains [Socorro County, New Mexico] del Cibola National Forest, un poste se erige como una tumba, donde el grupo de Anderson afirmó haber matado a Apache Kid en el 1894. De acuerdo a los residentes locales, el cuerpo no fue enterrado y los huesos y jirones de su ropa estaban esparcidos sobre el lugar desde hace varios años, con gente cogiéndolos como recuerdos).

* De mayo a julio de 1887, las condiciones en Mount Vernon no son mejores que en Fort Marion y en Fort Pickens. (John Sandifer en su libro “Chatto’s Promise” dice: “Las condiciones en Mount Vernon eran peores, incluso que en Florida. Estaban en una zona baja, casi un pantano donde la agricultura estaba fuera de cuestión. Helen [Chato] dijo a sus nietos que a menudo capturaban ranas y comían sus patas para sobrevivir. También les dijo que las mazmorras de Fort Marion, de hecho, habían sido utilizadas. Las mujeres estaban escondidas allí. Algunas fueron violadas y por rutina, hubo malos tratos. Estaba contenta de estar en Mount Vernon”.

Eugene Chihuahua dijo: “Habíamos pensado que cualquier cosa sería mejor que Fort Marion con su lluvia, mosquitos y malaria, pero descubrimos que era bueno comparado con Mount Vernon. No sabíamos lo que era la miseria hasta que el gobierno nos dejó en esos pantanos… Las parejas casadas fueron colocadas en casas desmoronadas con suelos de tierra. Los hombres solteros estaban alojados juntos. Llovía casi todo el tiempo y se filtraba por los techos. Además, los mosquitos casi nos comieron vivos. Los bebés morían por sus picaduras. Había calor y humedad. Habíamos estado acostumbrados al calor seco de Arizona y podría aguantar eso, ¡pero esa humedad! Era peor que en San Agustín [Florida]. Fue terrible. Nos tuvimos que acostumbrar a todo: comida, ropa, mocasines, todo.

Pero lo hicimos sin quejarnos. Si los niños podían soportarlo, también los mayores. Y Nana nos dijo que recordáramos que éramos apaches y que estábamos entrenados para sufrir”.

La escritora Henrietta Stockel diría en su libro “Survival of the Spirit: Chiricahua Apaches in Captivity”: “… su estructura social, interrumpida inicialmente por la pérdida de la libertad, se volcó y giró en torno a la enfermedad y la muerte, la muerte estuvo constantemente presente… la depresión y la melancolía predominaban en su estado de ánimo”).

* El 10 de junio de 1887, los prisioneros chiricahuas de Fort Pickens realizan una danza apache ante unos 400 o 500 visitantes que habían pagado 25 centavos cada uno, siendo transportados en barcazas remolcadas por un barco. (Creían que era una danza de guerra, pero en realidad era una danza de curación, pero servía para el mismo propósito. Los visitantes se agolpaban alrededor mientras Chappo, pintado enteramente de blanco y llevando solo llevaba un taparrabos, salió a danzar. Otros chiricahuas pintados se unieron a él, y al compás de los tambores cantaron y bailaron, haciendo contorsiones que entretenían a la muchedumbre y recordando, probablemente, tiempos pasados. Gerónimo se quedó mirando tranquilamente. Hasta el amanecer no terminó la fiesta. Los “excursionistas” seguirían formando parte importante de las vidas de los presos chiricahuas mientras permanecieron en el Este. Muchos de los visitantes eran editores de periódicos que daban publicidad a Gerónimo y sus famosos prisioneros de guerra).

* El 7 de octubre de 1887, Britton Davis informa que unos apaches han robado varios caballos en el rancho de Corralitos ([Las cruces, Doña Ana County, New Mexico]. Después de abandonar el ejército estadounidense en 1886, Davis trabajó como superintendente de la Compañía Minera y Ganadera Corralitos, que partiendo de Casas Grandes, tenía intereses en otros municipios circundantes en el estado de Chihuahua. El capitán Lawton persiguió a 11 apaches que huyeron hacia México. Casi con toda seguridad se trataba de Atelnietze. Solo eran tres hombres cuando huyó del Skeleton Canyon. ¿Quiénes eran los demás?

* El 30 de junio de 1887, el comandante William Sinclair, comandante de Mount Vernon Barracks (Mobile County, Alabama) informa sobre la salud de los prisioneros de guerra apaches. (Las enfermedades y la mala alimentación son los principales problemas).

* El 15 de agosto de 1887, Walter Reed, médico de Fort Apache, es destinado a Mount Vernon Barracks. (Informó de las malas condiciones de los apaches, donde el hambre y las enfermedades estaban presentes. Durante su estancia de ocho años allí, murieron 250 prisioneros. El asentamiento de los apaches se encontraba en una zona baja sujeta a enfermedades tropicales como la fiebre amarilla y la malaria [la llamaban la “enfermedad del temblor”]. Las infecciones respiratorias, la tuberculosis y la diarrea continuaron causando graves daños. William Sinclair, comandante de Mount Vernon Barracks, del 7 de junio de 1887 a mayo de 1889, hacía trabajar a los prisioneros chiricahuas seis días a la semana reparando caminos, arrastrando ladrillos y morteros, cortando y arrastrando postes y comenzando a construir cabañas de troncos de dos habitaciones para las familias, tapando los huecos con arcilla. Las mujeres recogían leña y ayudaban en las tareas del campamento. Todos pasaban hambre y empeñaban la mayor parte de los artículos que habían traído de San Agustín para comprar comida. Poco a poco aumentaron las raciones. A mediados de diciembre terminaron 38 cabañas con estufas y hornos circulares para calentarse y cocinar. 

Reed además de la diarrea [que atribuyó a la mala alimentación] encontró en los apaches “enfermedades pulmonares crónicas” [tuberculosis] y “fiebre intermitente”. Eugene Chihuahua dijo de la fiebre de la malaria: “Nuestra gente recibió la molesta enfermedad. Ardíamos un minuto y nos congelábamos al siguiente. No importaba el calor o la humedad que hacía, ninguna cantidad de mantas nos mantenía calientes. Nos enfriábamos y temblábamos, no todo el tiempo, pero sí cada tarde o cualquier otro día. Había un médico del ejército que nos daba medicina, la desagradable medicina amarga [quinina]. No sé si nos hizo bien o no. Teníamos nuestros propios ‘hombres-medicina’, pero ninguno tenía el poder sobre la malaria”. En 1901, Reed dirigió el equipo que confirmó la teoría del médico cubano Carlos Finlay de que la fiebre amarilla se transmite por los mosquitos.

* El 29 de septiembre de 1887, muere en Fort Pickens (Pensacola, Escambia County, Florida) por la tuberculosis que había contraído en Fort Marion (St. Augustine, St. Johns County, Florida), She-gha [también llamada Ga-ah], hermana de Yahnozha y una de las esposas de Gerónimo, siendo el único fallecimiento ocurrido entre los apaches en toda su estancia en Fort Pickens, contrastando con los fallecimientos ocurridos en Fort Marion debido al hacinamiento de los presos en dicho lugar, sumado al elevado grado de humedad en el ambiente, provocando en unas gentes habituadas a la sequedad del Suroeste, que sus organismos fueran propensos a desarrollar la tuberculosis, que en esa época era de fatales consecuencias. (She-gha está enterrada en el Barrancas National Cemetery [Escambia County, Florida], frente a la bahía, cerca de Pensacola).

* El 3 de octubre de 1887, a petición de Gerónimo y Naiche, el intérprete George Wratten escribe al general David S. Stanley (comandante del Departamento de Texas) para que les informe qué pretende hacer el gobierno con los 18 hombres, 20 mujeres y 11 niños de Fort Pickens ([Pensacola, Escambia County, Florida]. Los chiricahuas preguntaron cuándo verían la buena tierra y las granjas que Miles les había dicho. Se habían comportado bien, y con sus esposas, la vida era más agradable. Pero les gustaría escuchar a Stanley sobre lo que dijo en sus conversaciones en San Antonio. Wratten también se dirigió a Miles una vez más, contando la buena conducta de los apaches. Gerónimo y Naiche, escribió, querían saber la opinión de Miles de todo lo que les había dicho. Habían estado presos un año, y Miles les había dicho que todos estarían en una buena reserva en seis meses. Wratten repitió el relato de Gerónimo de las tres piedras, incluso ilustrándolo con tres puntos en el papel. Terminó pidiendo a Miles que le escribiera algunas palabras alentadoras que podría transmitir a los apaches.

Miles no lo hizo, pero Stanley se sintió más obligado. Retuvo la carta de Wratten durante tres meses antes de enviarla a Washington con la recomendación de que estos apaches fuesen reunidos con su gente en Mount Vernon Barracks. Añadió su convicción de que se habían rendido con promesas que “después fueron modificadas de tal manera que equivalían a mala fe”).

* El 12 de octubre de 1887, el general Sheridan ordena aumentar las raciones a los apaches de Fort Pickens (Pensacola, Escambia County, Florida) para combatir el hambre.

* El 15 de octubre de 1887, el Gran Jurado del Territorio de Arizona emitió una acusación de asesinato contra Gerónimo, un indio apache”. (En ese momento, Gerónimo se encontraba encarcelado en Fort Pickens en calidad de prisionero de guerra.

La acusación contra Gerónimo era por la muerte de Jesús Robles, hecho ocurrido el 15 de abril de 1877. ¿Qué ocurrió en esa fecha?

Un grupo de apaches asaltó el rancho Casa Blanca, propiedad de Thomas Hughes, situado en el Sonoita Valley [Santa Cruz County, Arizona]. Robaron siete caballos y una mula, propiedad de Hughes y de su socio, Francisco Martínez [cuñado de Hughes].

Hughes y Martínez salieron tras ellos, junto a los vaqueros Jesús Robles, Martín Sánchez y Manuel Soto. Después de recorrer unos pocos kilómetros hacia el sur, fueron emboscados por los apaches, los cuales estaban esperándoles escondidos entre las rocas.

Los apaches dispararon sobre los caballos que montaban Robles y Sánchez, matándoles junto a sus monturas. Soto también cayó del caballo, pero pudo buscar cubierta entre las rocas, consiguiendo salvarse, mientras Hughes y Martínez volvieron grupas, huyendo al galope.

El 15 de abril, John Clum estaba en Fort Bayard [Grant County, New Mexico] antes de dirigirse a Ojo Caliente para llevar a los chiricahuas a San Carlos. Uno de sus policías apaches le informó que Gerónimo se encontraba en Ojo Caliente.

Entonces, ¿quién mató a Robles y Sánchez? Probablemente, Pionsenay y Nolgee, los cuales habían salido de Ojo Caliente, el primero, con nueve hombres unas tres semanas antes; y el segundo, con otro grupo una semana antes, como informó Clum. Manuel Soto, que sobrevivió a la emboscada, contó unos 36 apaches, número que cuadra con los que abandonaron Ojo Caliente. Clum detuvo a Gerónimo el 21 de abril y lo llevó a San Carlos.

¿Por qué un tribunal de Arizona emitió una acusación contra Gerónimo por la muerte de Jesús Robles? Gerónimo mató a muchas personas, y sin duda, podrían haber encontrado cualquier otro motivo para acusarle, pero en esta ocasión, fue un grave error).

* En diciembre de 1887, la Massachusetts Indian Association”, una organización benéfica femenina de Boston, envía a Mount Vernon a dos de sus miembros para que hagan un informe de la situación de los apaches y de sus necesidades. (Su intérprete es el joven de 14 años, Parker West, uno de los niños apaches que el general Crook había enviado a la Escuela Industrial India de Carlisle desde la Reserva de San Carlos 4 años antes. Ese mes, entre los 352 presos apaches de Mount Vernon Barracks, mueren dos hombres, 10 mujeres y 9 niños. Los 16 nacimientos producidos en ese tiempo no compensan las defunciones).

1888

* En enero de 1888, se llega a un consenso entre las organizaciones filantrópicas de que los apaches deben ser trasladados de nuevo. (El Secretario de Guerra Endicott pidió consejo al capitán Richard Henry Pratt [Superintendente de la Escuela Industrial India de Carlisle] y al general Samuel Armstrong [fundador del “Hampton Institute” donde estudiaban miembros de la minoría negra]).

* El 21 de enero de 1888, Pratt recomienda que los apaches sean reubicados en Fort Sill (Lawton, Comanche County, Oklahoma).

* En marzo de 1888, William Ballou del “Chicago Tribune” visita Fort Pickens (Pensacola, Escambia County, Florida) para entrevistar a Naiche, quien, a través del intérprete George Wratten, le cuenta sus motivos por los que se escapó de la Reserva de San Carlos en 1885.

* La noche del viernes 30 de marzo de 1888, nace Frederick, hijo de Perico.

* El 7 de abril de 1888, Zescloya, un mojave/Tonto Apache, también conocido como Louis, casado con una chiricahua, huye de Mount Vernon (Mobile County, Alabama) raptando, mientras dormía, a una niña apache de 11 años llamada Bekiva. (Durante los seis días siguientes, robó ropa y armas a agricultores cercanos, golpeando y violando repetidamente a la joven. Louis planeaba matar a la niña y huir a Arizona, pero fue capturado por un destacamento guiado por Dutchy, el 13 de abril, a 65 km al norte del puesto militar. Los testigos, apaches y estadounidenses, testificaron que Louis ya había violado a otra niña en Arizona. Su mujer, enferma cuando ocurrieron los hechos, “se hundió”, falleciendo rápidamente.

El comandante William Sinclair, comandante de Mount Vernon, informó: “Zes-cloya debe ser recluido en alguna prisión para el resto de su vida… él no tiene familiares ni amigos aquí… y tiene un carácter peligroso”. Se desconoce qué le ocurrió a Zes-cloya tras ser encarcelado en Fort Adams (Newport County, Rhode Island).  

* El 22 de abril de 1888, el coronel Langdon, comandante de Fort Pickens (Pensacola, Escambia County, Florida) envía a Katie a la Escuela Industrial India de Carlisle (Cumberland County, Pennsylavania) para evitar que se casase con Ahnandia, convirtiéndose así en su segunda esposa. (Katie moriría el 27 de mayo de 1889).

* En mayo de 1888, Herbert Welsh, presidente de la “Asociación por los Derechos de los Indios” habla con el general Crook sobre una posible solución al problema apache.

* El 13 de mayo de 1888, los chiricahuas que estaban en Fort Pickens (Gerónimo, Naiche y los demás, con sus familias, en total 46; faltaban los niños que estaban en Carlisle) llegan a Mount Vernon Barracks ([Mobile County, Alabama]. El tren que les llevaba se detuvo en el andén, a 3’2 km al oeste de las Mount Vernon Barracks. No había nadie en el arcén, a pesar de que el resto de los chiricahuas que ya estaban allí, había vivido en un campamento en las afueras del puesto durante un año, desde que les llevaron de Fort Marion. Chato estaba condenado al ostracismo por Chihuahua y su banda, pero esa situación aumentó cuando llegaron Gerónimo y Naiche.

Gerónimo miró a Chato de la cabeza a los pies, diciéndole: Querías ser un jefe. Y eres el jefe de una gente cautiva”.

Todos somos cautivos”, dijo Chato, “nuestros hermanos en pie de guerra y nuestros hermanos de la reserva. No importa quién tuvo razón o quién estuvo equivocado. Ahora no hay bandos entre nosotros. Por el bien de la gente tenemos que comernos nuestras palabras.

Sí, importa”, dijo Gerónimo, “traicionaste a tu gente y no podemos olvidar eso. Pero, como mi familia me dijo que los cuidaste en Fort Marion, no te mataré. No esperes que sea tu amigo”. Se volvió y se alejó.

El cirujano del puesto, Walter Reed, estaba presente describiendo, dos años más tarde, la aparición de Gerónimo en un artículo en una revista: La llegada de Gerónimo, a quien los chiricahuas habían seguido tantas veces en la guerra contra los blancos, podría hacer suponer que todos los apaches irían a recibirle. Pero no apareció nadie, y cuando el veterano guerrero llegó con su pequeña banda por la colina hasta la puerta norte del cuartel, y pudo inspeccionar el campamento apache, vio que no había nadie a la vista. Dejando a su pequeño grupo sentado junto a sus equipajes, el viejo guerrero avanzó algunos pasos, hizo una pausa y examinó con calma el lugar. Ningún sonido rompió el silencio. El campamento de 350 personas parecía darse cuenta de que estaban de nuevo bajo la ardiente mirada del gran guerrero y chamán.

Los pensamientos que pasaron por la mente del guerrero mientras miraba lo que quedaba de su antigua tribu, arrancada de sus montañas nativas a las tierras del pino de Alabama, eran difíciles de imaginar. Mientras observaba atentamente, una mujer salió de una tienda para avanzar lentamente con la cabeza inclinada. Luego corrió hacia él, le echó los brazos al cuello y lloró como si su corazón se quebrara. Durante esos momentos, ni un músculo de la cara del viejo guerrero se relajó, ni mostró ningún signo exterior de agradecimiento de que su única hija estaba entrelazando sus brazos alrededor de él.

Walter Reed se equivocó. Esa mujer no era su hija. Toda su familia cercana había venido con él desde Fort Pickens. Pudo ser algún familiar que estaba en Fort Marion y llevada a Mount Vernon con el resto de chiricahuas un año antes. Otras fuentes confirman la escena, pero también indican que algunas personas salieron de sus cabañas para saludar [o simplemente observar] a Gerónimo. Que todos no le dieran la bienvenida con entusiasmo pudo ser atribuido a que sabían que, por culpa de él y a su huida final de Fort Apache, estaban en ese desolado bosque de pinos como prisioneros de guerra. Él y su puñado de seguidores tenían la culpa. O la explicación pudo ser simplemente que no sabían que iba a venir ese día.

Aun así, a Gerónimo se le asignó una vivienda en el centro de la comunidad. Era una cabaña de madera de dos habitaciones separadas por un pasillo. Una de sus dos esposas, Zi-yeh, ocupó una habitación con su hija Eva y su hijo Fenton; mientras Ih-tedda y su hija Lenna vivían en la otra. El hijo de Gerónimo, Chappo, ahora de 22 años, había sido enviado a la Escuela India de Carlisle, pero su esposa e hijo vivían en otra parte del pueblo. Junto a Chappo fueron enviados Hunlona; su hermano más joven, Mike; Zhonne; y Goso[Todos menos Zhonne morirían de tuberculosis]. Para cuando Gerónimo y su grupo llegaron a Mount Vernon, el programa de trabajo del comandante William Sinclair había producido 20 cabañas de madera para las familias recién llegadas, y continuaron haciendo más. 

Gerónimo se enfrentaba ahora al reto de integrar a su familia y a sus seguidores en la comunidad chiricahua que había estado viviendo en Mount Vernon desde mayo de 1887. La llegada de los 46 prisioneros de Fort Pickens [15 hombres, 21 mujeres, seis niños y cuatro niñas] sumaban un total de 389 personas. Para Gerónimo, las tres piedras finalmente habían terminado en una sola, pero todos los chiricahuas seguían llevando el sello de “prisioneros de guerra”.

Como en Florida, los apaches descubrieron cosas curiosas. El viejo arsenal de paredes de ladrillo, construido en 1828, había sido durante mucho tiempo el escenario de salidas patrocinadas por la escuela, la iglesia, agrupaciones sociales y otros grupos de Mobile [Mobile County, Alabama]. Los excursionistas cogieron el nuevo ferrocarril, ansiosos de recorrer los 48 km hasta Mount Vernon para ver a Gerónimo y los apaches. El comandante William Sinclair, mientras el ejército buscaba a otro oficial para hacerse cargo de los apaches, estaba al mando.

Los apaches, especialmente Gerónimo, se aprovecharon rápidamente de su fama, demostrando su adaptación a las nuevas circunstancias. Hicieron arcos y flechas, gorros, y otras artesanías para vender a los turistas. George Wratten había venido con el grupo de Fort Pickens. A pesar de figurar como intérprete, siguió enseñando a los apaches la vida del hombre blanco y servir como superintendente de las actividades de los prisioneros. Se hizo indispensable tanto para ellos como para los militares, y se casó con una apache.

En Fort Pickens, Wratten había enseñado a Gerónimo cómo escribir su nombre. Ahora le enseñó cómo hacer bastones. Gerónimo tallaba su nombre y los vendía a los turistas por un dólar. También fabricó otras artesanías que vendía fácilmente. Como Eugene Chihuahua dijo: La gente pronto se enteró de que todos querían lo que hacía Gerónimo y por un precio más alto que el de los demás. Muchos le dieron los objetos que fabricaron. No decía a nadie que hacía los artículos que vendía, aunque pocos de ellos eran realmente suyos. Así, muchos arcos y artículos que los compradores pensaban que eran hechos por Gerónimo, viajaron por todo el país. El hombre que se había rendido en Skeleton Canyon solo dos años antes, había comenzado a evolucionar como un empresario capitalista.

El 19 de mayo, un artículo del periódico Pensacolian se quejaba de la pérdida de turismo que habrá por el traslado de los prisioneros apaches de Fort Pickens a Mount Vernon Barracks).

* El 11 de junio de 1888, Herbert Welsh, fundador de la Asociación por los Derechos de los Indios le dice al Secretario de Guerra, Endicott que el general George Crook sugiere reubicar a los prisioneros chiricahuas en Fort Sill ([Comanche County, Oklahoma]. Welsh escribió que los chiricahuas debían hacerse autosuficientes, y que solo lo podrían ser trasladándolos a una reserva con tierra cultivable. Ya que no podían ser devueltos a Arizona, debía construirse una reserva en el Territorio Indio [Oklahoma]. Además, todos aquellos chiricahuas que habían servido como exploradores del ejército, así como todos aquellos que no habían estado involucrados en hostilidades cuando fueron echados de sus hogares y enviados a Fort Marion, debían ser compensados por las tierras y los bienes que habían perdido. Durante una reciente visita a Chicago, Welsh agregó que había hablado con el general Crook, y que estuvo de acuerdo con este plan.

Esa carta provocó una conversación entre Welsh y el presidente Cleveland, quien dijo que los apaches no podían ser ubicados al oeste del río Mississippi. Welsh entonces inspeccionó una parcela de tierras de labranza en Virginia, cerca del Instituto Industrial de Hampton [Hampton, ciudad independiente que no pertenece a un condado, Virginia], que él consideró adecuada. Si el Congreso no compraba los terrenos, el Comité de Ciudadanos de Indios de Boston podría ayudar en la compra de la nueva ubicación. La propuesta de Welsh desencadenó un prolongado debate dentro del gobierno de Cleveland, en el que participó el propio Welsh. Esto terminó cuando Cleveland decretó que los chiricahuas permanecerían en Mount Vernon).

* El 22 de junio de 1888, cinco prisioneros chiricahuas, Ira Goso, Chappo Geronimo, Eli Hunlona y su hermano menor, Bruce Patterson, y Calvin Zhonne, son trasladados de Fort Pickens a la Escuela Industrial India de Carlisle ([Cumberland County, Pennsylvania].

Entraron en Carlisle el 8 de junio. Cuatro de ellos morirían de tuberculosis, Ira Goso, el 3 de abril de 1890; Chappo Geronimo, el 9 de septiembre de 1894; Eli Hunlona, el 9 de marzo de 1895; y Bruce Patterson, en septiembre de 1898).

* De junio a septiembre de 1888, varios artículos en el periódico Mobile Register describen las condiciones en las que están los apaches en Mount Vernon Barracks ([Mobile County, Alabama]).

* En diciembre de 1888, se producen 13 muertes de apaches en Mount Vernon Barracks e igual número de nacimientos. (Estas muertes estaban relacionadas con procesos tuberculosos que habían traído de Florida).

* El 3 de diciembre de 1888, el presidente Cleveland comenta extensamente la situación de los apaches en su cuarto mensaje anual: La muerte del general Sheridan en agosto fue el último suceso de aflicción nacional. El Ejército perdió al más grande de sus jefes. El país perdió un soldado valiente y experimentado, un consejero sabio y discreto, y un hombre modesto y sensato...

… Los indios apaches, cuya retirada de sus reservas en Arizona siguió a la captura de aquellos de sus miembros que participaron en una incursión sangrienta y asesina durante una parte de los años 1885 y 1886, ahora son mantenidos como prisioneros de guerra en Mount Vernon Barracks, en el Estado de Alabama. Su número, a día 31 de octubre, fecha del último informe, era de 83 hombres, 170 mujeres, 70 niños y 59 niñas; en total, 382 personas. Los informes oficiales dicen que están en buen estado de salud y contentos, y que se mantienen ocupados la mayor parte del tiempo. Los niños, a medida que llegan a la edad conveniente, son enviados a las escuelas para los indios en Carlisle y Hampton.

Algunas personas caritativas pidieron permiso el verano pasado para enviar dos maestros con el finde instruir a los adultos, así como a los niños que todavía se encontraban allí. Dicho permiso se concedió sin problemas, proporcionando alojamientos a los maestros, y algunas partes de los edificios de los cuarteles se pusieron a su disposición para fines escolares. La buena labor se ha iniciado y los profesores contratados son pagados por las damas que originaron el plan.

No estoy en absoluto en sintonía con esas personas benevolentes, pero imprudentes que están constantemente insistiendo en que estos indios deben ser devueltos a su reserva. Su traslado era una necesidad absoluta si las vidas y propiedades de los ciudadanos de la frontera debían ser protegidas por el gobierno. La continuación de su restricción de acercarlos a la escena de sus repetidos y crueles asesinatos y atropellos sigue siendo necesaria. Se trata de una filantropía equivocada, en todos los sentidos perjudiciales, la que induce el deseo de ver a estos salvajes de vuelta a sus viejos refugios. Ellos están en su ubicación actual como resultado del mejor juicio de los que tienen la responsabilidad oficial en la materia, y que de ninguna manera carecen de consideración con los indios. Un número de estos presos han perdido sus vidas ante la ley ultrajada y la humanidad. La experiencia ha demostrado que son peligrosos y no se puede confiar en ellos. Esto es cierto, no solo de los que estuvieron en pie de guerra siendo culpables de atroces asesinatos, sino de sus parientes y amigos que, mientras que estuvieron en su reserva, ayudaron a los hostiles en sus intenciones sangrientas.

Estos presos deben ser tratados amablemente, no solo manteniéndoles lejos de su anterior reserva, sino que deben ser sometidos a esfuerzos calculados para conducir a su mejora en el ablandamiento de sus instintos salvajes y crueles, pero la idea de devolverles a sus lugares de origen debe ser siempre rechazada.

El Secretario, en su informe, da una historia gráfica de estos indios y recita con viveza dolorosa sus hechos sangrientos y el fracaso infeliz del gobierno para su gestión por medios pacíficos. Sería increíble si una lectura de esta historia permitiera el regreso de los presos a su reserva por motivos sentimentales o de cualquier otra índole.

1889

* El 10 de enero de 1889, el capitán Bourke escribe una carta a Herbert Welsh, fundador de la Asociación por los Derechos de los Indios, criticando al gobierno por su política de no hacer nada.

* El 2 de febrero de 1889, el gobierno permite a 12 apaches mescaleros ir a la Reserva Mescalero ([creada el 27 de mayo de 1873, Otero County, New Mexico]. Los apaches mescaleros, prisioneros en Mount Vernon, habían solicitado al gobierno que les dejasen ir a la Reserva Mescalero, pues no eran culpables de que la banda de Gerónimo los capturara. El 2 de febrero, el gobierno accedió a esa petición. Gerónimo aprovechó esa oportunidad para que su esposa Ih-tedda, una mescalero, saliese de ese lugar donde seguía muriendo gente, para que fuese a New Mexico. Ella se negó porque quería estar con su esposo, pero al final fue convencida para salvar su vida y la de su hija Marion, más tarde llamada Lenna. El grupo lo formaron 12 personas, entre ellos Askadodilges [también conocido como Charlie Smith y Ke-To-Rilq-lez]; y Gerónimo nunca más volvería a verla. Estando Ih-tedda en New Mexico, nacería su hijo Robert, el 2 de agosto de 1889. Gerónimo tendría noticias de él al recibir una visita de su hija Lenna, 15 años después en Fort Sill).

* El 14 de febrero de 1889, la Massachusetts Indian Association recauda fondos y, con el permiso del gobierno, envía dos maestras a Mount Vernon Barracks (Mobile County, Alabama) para impartir enseñanzas a los niños apaches. (Cerca de 80 niños estarían a su cargo hasta 1892, donde la escuela y la religión cristiana pasaron a ser dos de las características más importantes en la vida de los apaches. Como Eugene Chihuahua recordó: Las maestras vinieron y pusieron en marcha una escuela. Teníamos miedo de que quisieran llevar a los niños lejos de sus padres como había ocurrido en Florida. Algunos hombres apaches creían que ellas estaban allí para ayudarnos, pero Nana no lo creía así. Sin embargo, nos aconsejó ser cortés y no mostrar desconfianza. También pensábamos que Gerónimo se opondría a la escuela, pero era lo suficientemente sabio como para saber que necesitábamos conocer las armas del hombre blanco, como si estuviéramos peleando. Él actuó como encargado de la disciplina para los muchachos y era muy estricto, tal como lo había sido siempre. Las clases empezaron el 14 de marzo).

* El 29 de marzo de 1889, los generales Crook y Schofield, y el capitán Bourke se reúnen para discutir la situación de los chiricahuas.

* En abril de 1889, el general Howard (que ahora comandaba la División del Atlántico) visita Mount Vernon, asegurando a los chiricahuas que la escuela recién abierta no era una estratagema para llevar a los niños a Carlisle, de los cuales muchos volvían para morir de tuberculosis. (Gerónimo tomó un papel activo en alentar a los niños y en disciplinarlos con severidad. También les aconsejó sobre los beneficios de aprender el camino del hombre blanco, que parecía ser sincero. Escribió una carta a su hijo Chappo que estaba en Carlisle, exaltando la educación y consintiendo que el hermano de Chappo, Fenton, fuera con él. El papel de Gerónimo incluso tuvo una mención favorable en un informe del comandante del puesto. Chihuahua sirvió como conserje de la escuela).

* El 2 de mayo de 1889, cerca de Deer Creek, a unos 96 km al sur de San Simón (Cochise County, Arizona), una banda de apaches ataca una mina donde hieren a un hombre en ambas piernas, al que dan una muerte lenta encima de una estufa; seguidamente se marchan a México con varios caballos de los mineros.

* El 11 de mayo de 1889, el New York Times informa en un artículo de las condiciones de los apaches en Mount Vernon Barracks.

* El 24 de mayo de 1889, el capitán Pratt, Superintendente de la Escuela Industrial India de Carlisle (Cumberland County, Pennsylvania), escribe al Comisionado de Asuntos Indios informando de la mala salud de algunos niños apaches en Carlisle debido a la tuberculosis. (Pratt no quería tener esas muertes en sus registros, por lo que envió a todos los enfermos de vuelta a Mount Vernon para morir). 

* El 4 de junio de 1889, el capitán Bourke entrega una carta al Secretario de Guerra, Redfield Proctor, en la que pide revisar toda la historia de los presos chiricahuas.

* El 14 de junio de 1889, el capitán Bourke recibe la orden de examinar la región occidental de North Carolina para una ubicación adecuada para los chiricahuas.

* El 17 de junio de 1889, muere de tuberculosis Lozen, la hermana de Victorio. (Su nombre significa pequeña hermana. En las listas de Mount Vernon aparecía una mujer con el nombre de Isspyelzosen, pudiendo ser la misma persona).

* El 18 de junio de 1889, el capitán Pratt escribe de nuevo al Comisionado de Asuntos Indios informando de la salud de los niños apaches en Carlisle.

* El 23 de junio de 1889, el capitán Bourke y Charles C. Painter, de la Asociación por los Derechos de los Indios, llegan a Mount Vernon, enviados por el Secretario de Guerra, Redfield Proctor, para evaluar la situación de los chiricahuas mientras estos están llevando a cabo la ceremonia de la pubertad de una chica. (El día 24 se reunieron con 12 líderes [29 apaches en total, Gerónimo, Huera y Chato entre ellos] para hablar de su situación. Painter dio un discurso centrado en los cambios que los apaches debían hacer, siendo traducido por George Wratten.

Chato pidió un lugar donde poder cultivar. Querían ir donde fluía un río y nevaba. Deseaban un sitio con tierra para cultivar y pastos para criar su propio ganado. Querían poner en práctica todas las cosas que habían aprendido acerca de vivir como el hombre blanco). 

* Durante julio y agosto de 1889, circula el rumor de que el nuevo presidente de los Estados Unidos, Benjamin Harrison, tiene intención de enviar a los prisioneros chiricahuas de nuevo a Arizona, surgiendo protestas por todo el Sudoeste.

* El 1 de julio de 1889, John J. Cochran, miembro de la Iglesia Presbiteriana, informa que 27 de los 112 niños apaches enviados a Carlisle han muerto (25 de ellos de tuberculosis) y que dos de los 76 supervivientes están enfermos de escrófula(infección extra pulmonar de la tuberculosis). 

* El 5 de julio de 1889, el capitán Bourke presenta su informe sobre los apaches. (Bourke sugirió que un trozo de tierra puesto a la venta por los indios cherokees fuera el lugar elegido para reubicar a los apaches. La Asociación por los Derechos de los Indios no pudo comprar la tierra de los cherokees y ese plan se olvidó).

* El 30 de julio de 1889, el Mobile Register informa de las condiciones de los apaches en Mount Vernon Barracks (Mobile County, Alabama).

* En agosto de 1889, Richard Wheatley publica un artículo en el Cosmopolitan, informando de la visita que hizo a los apaches en Fort Pickens el mes de abril de 1888.

* El 2 de septiembre de 1889, el capitán Bourke; el Secretario de Guerra, Redfield Proctor y el Comisionado de Asuntos Indios, Thomas Morgan, se reúnen para discutir la compra de tierras para los chiricahuas en North Carolina y acordar que los apaches deben ser reubicados allí.

* El 7 de septiembre de 1889, el entusiasmo del Secretario de Guerra, Redfield Proctor para la solución del problema apache en North Carolina, se desvanece.

* El 27 de septiembre de 1889, el gobernador de North Carolina, Daniel C. Fowle anuncia que los apaches no son bienvenidos. (Proctor, el Secretario de Guerra, dio la orden de mantener a los prisioneros de guerra indios en instalaciones militares y que, dado su estado actual, Mount Vernon era el mejor lugar para los apaches).

* El 31 de octubre de 1889, el mayor Walter Reed, médico en Mount Vernon Barracks, informa de la salud de los apaches.

* El 18 de noviembre de 1889, el mayor Reed informa de nuevo sobre la salud de los apaches en Mount Vernon. (El doctor Walter Reed creía que el clima era la razón principal. En su informe se centró en la alta tasa de mortalidad. Solo un cambio de ubicación podría detener la tuberculosis. Los chiricahuas se habían vuelto cada vez más deprimidos, no solo por la enfermedad, sino también por estar convencidos de que el gobierno no los iba a trasladar a un lugar con un clima más saludable, como les prometió el general Howard y otros visitantes de alto nivel.

No deberían estar en ningún lugar cercano a las costas del Atlántico o del Golfo de México, afirmó Reed. El calor, la lluvia y la humedad contrastaban demasiado con el seco clima de Arizona. Contradiciendo los informes militares mensuales sobre la condición de los apaches, añadió que los apaches no estaban contentos. No desean ni han deseado permanecer aquí durante los últimos 12 meses. Cualquier informe contrario que llegue al general Howard no tiene ningún fundamento de hecho).

* El 6 de diciembre de 1889, el general Miles envía una carta al Secretario de Guerra, Redfield Proctor dando sus opiniones sobre los prisioneros de guerra apaches.

* El 7 de diciembre de 1889, Kah-dos-la y Nah-con-qui-say son ahorcados en Florence ([Pinal County, Arizona]. El 3 de junio de 1887, tres apaches de la Reserva de San Carlos fueron al rancho de William Deal (a veces escrito como Deihl), situado en el lado este del Río San Pedro (Pinal County, Arizona), a unos 80 km al oeste de San Carlos. Los tres apaches eran As-ki-say-la-ha, Gon-shay-ee, y Na-con-qui-say. Habían huido de San Carlos el 1 de junio junto a Apache Kid cuando Al Sieber fue herido en una pierna. Deal estaba talando un roble cuando le mataron. Durante la investigación, Say-es, un miembro de la banda de Gon-shay-ee, pero encarcelado por ser cómplice de Apache Kid en el supuesto intento de homicidio de Al Sieber, declaró que el autor fue Gon-shay-ee según él mismo le había contado. El mismo Gon-shay-ee declaró en el juicio que “había hecho un buen disparocon su revólver antes de que Deal supiera que estaba en peligro.

As-ki-say-la-ha y Nah-con-qui-say negaron haber disparado a Neihl, pero los casquillos demostraron que hubo tres disparos hechos con tres armas diferentes, por lo que también fueron condenados.

Durante el juicio contra los tres acusados, dos intérpretes traducían del inglés al español y del español al apache, y viceversa. Uno de ellos, Antonio Díaz, fue llamado como testigo siendo interrogado por la fiscalía. Díaz declaró que estaba en San Carlos cuando Al Sieber fue herido en la pierna y que Gon-shay-ee fue uno de los apaches implicados y que huyó de la reserva el 1 de junio de 1887, a la vez que Apache Kid. También testificó que Gon-shay-ee dijo ante el Comisionado en Tucson que fue con sus hombres a matar a Deal.

El juicio duró un día en el que el jurado declaró, el 4 de junio de 1888, a Gon-shay-ee culpable de asesinato, según la ley federal. El 12 de junio, el juez William W. Porter ordenó que “Gon-shay-ee sea trasladado a la cárcel del Condado de Maricopa o a otro lugar que sea seguro para su confinamiento y esté allí recluido hasta el viernes 10 de agosto de 1888, cuando ese día el Marshall de los Estados Unidos del Territorio de Arizona le llevará al patio de dicha cárcel donde, entre las 09:00 y las 17:00 horas de ese día, será ahorcado por el cuello hasta morir”. As-ki-say-la-ha y Na-con-qui-say fueron enviados a la penitenciaría de Columbus [Franklin County, Ohio]. Sin embargo, tras 18 meses en prisión fueron devueltos a Arizona para un nuevo juicio. 

El nuevo juicio tuvo lugar porque la defensa de Gon-shay-ee realizó una petición de “habeas corpus” ante la Corte Suprema de los Estados Unidos, alegando que el tribunal que lo juzgó no tenía en ese momento competencia alguna en el caso contra él. La cuestión era que si el delito por el que Gon-shay-ee fue juzgado, era un delito contra las leyes federales de los Estados Unidos [teniendo que ser juzgado por un tribunal encargado de juzgar tales casos]; o si se trataba de un delito contra las leyes del Territorio de Arizona [teniendo que ser juzgado con arreglo a las leyes del Territorio por un tribunal encargado de administrar justicia en virtud de tales leyes]. La defensa alegó que el delito que se imputaba a Gon-shay-ee era contra las leyes del Territorio y debiera haber sido juzgado por un tribunal del Pinal County.

Gon-shay-ee estaba en prisión esperando la ejecución de la sentencia cuando la Corte Suprema dictaminó que se repitiera el juicio con todas las garantías. También para As-ki-say-la-ha y Na-con-qui-say.

Kah-dos-la y Pah-ala-gos-za estaban entre un grupo de apaches que habían comprado un barril de whisky a un mexicano y no quisieron pagarle. Sucedió que un tal William Jones, que iba a su rancho cerca de Dudleyville [Pinal County, Arizona] medió en el asunto a petición del mexicano. Mientras hablaba con algunos de los apaches, Kah-dos-la y Pah-ala-gos-za dispararon a Jones desde sus monturas, matándole. El mexicano montó el caballo de Jones y huyó. Los apaches fueron a la reserva para esconderse entre su gente, pero, después de algún tiempo y varias negociaciones, fueron detenidos y llevados a Florence [Pinal County, Arizona] para ser juzgados basándose en las leyes del Territorio de Arizona, al igual que Gon-shay-ee, As-ki-say-la-ha y Na-con-qui-say.

El nuevo juicio dictaminó que Gon-shay-ee, As-ki-say-la-ha y Na-con-qui-say eran culpables de asesinato, siendo condenados a la horca. En el juicio desarrollado contra Kah-dos-la y Pah-sla-gos-za, el jurado dictaminó su culpabilidad, siendo condenados también a la horca. [Fotografía de Willis Pearson Haynes].

El 6 de diciembre de 1889, trajeron intérpretes de San Carlos para traducirles las órdenes de ejecución. Después los condenados fueron visitados por el padre Monfort, un sacerdote católico, y por varias monjas de St. Joseph, quienes les prepararon para su muerte y bautizaron a dos, pero el viejo jefe Gon-shay-ee manifestó que quería morir en las creencias apaches. La noche del miércoles, los apaches cantaron canciones hasta la hora de dormir; luego, a la manera apache, extendieron sus mantas sobre sus cabezas. A las 02:00 horas de la madrugada, uno de los apaches anunció que el viejo jefe había muerto y tras la investigación se encontró que Gon-shay-ee, As-ki-say-la-ha y Pah-ala-gos-za se habían suicidado. Los tres apaches habían hecho tiras con sus taparrabos y se las habían atado al cuello con un nudo, haciendo un doble nudo para que, una vez apretado, no se pudiera aflojar por si el autor se arrepentía. Luego tiraron con fuerza del extremo suelto y una vez apretado, se produjo el estrangulamiento. Se dedujo que los apaches llevaban muertos cinco horas, determinándose la hora de su muerte sobre las 22:00 horas.

A las 07:30 de la mañana del lluvioso viernes del 8 de diciembre de 1889, los otros dos condenados Kah-dos-la y Na-con-qui-say fueron llevados al cadalso después de oír una oración del reverendo I. T. Whittemore y la lectura de los sacramentos por parte del sacerdote Monfort. A pesar de la lluvia, 50 personas esperaban en el patio de la cárcel para presenciar la ejecución. Les ataron los pies y las manos y les colocaron la soga al cuello. Antes de decir adiós a todos los presentes, encargaron al intérprete que dijeran a sus familiares en San Carlos que se habían unido a la Iglesia Católica y que irían al cielo. Les colocaron unas fundas negras sobre sus cabezas y les ahorcaron. A los 14 minutos, los dos fueron declarados muertos. Los cuerpos fueron introducidos en ataúdes proporcionados por el Condado y enterrados en el cementerio católico de Florence.

Un día después de las ejecuciones, el “Arizona Weekly Enterprise”, de Florence [Pinal County, Arizona] titulaba: “Buenos indios, cinco asesinos apaches se han ido a la gloria”. Algunos ciudadanos, aparentemente enfurecidos por los suicidios, fueron a la tumba de Gon-shay-ee para desenterrar su cadáver y cortarle su cabeza. El editor del “Arizona Weekly Enterprise” continuaba: “Gon-shay-ee, el ex-jefe, yace ahora en su tumba un poco de barro sin cabeza. Hizo trampa a la horca suicidándose y a su vez le han robado su cabeza… y a esta hora se cree que incluso Gon-shay-ee no echa de menos la cabeza que tan misteriosamente perdió”.

Oficialmente, las “guerras apaches” habían acabado en 1886, pero la hostilidad de la prensa de la época no. El 18 de junio de 1887, “The Arizona Champion”, de Peach Springs [Mohave County, Arizona], comentaba: “Si hay buenos indios fuera de los cementerios, no viven en Arizona”).

* El 23 de diciembre de 1889, el teniente Guy Howard, hijo del general Oliver Otis Howard y ayudante de campo del Comandante de la División del Atlántico, que estaba a cargo de los prisioneros chiricahuas en Florida, dirigió una carta al Ayudante General del Ejército para darle a conocer los siguientes hechos: 89 de los 498 apaches que estaban en cautiverio en Florida habían muerto desde su llegada hace tres años. Contando los niños que habían muerto en la Escuela Industrial India de Carlisle, los muertos sumaban 119. Howard en su informe indicaba que no había más de 30 hombres entre estos prisioneros que habrían sido capaces de empuñar las armas. Los restantes 430 eran ancianos o lisiados, más las mujeres y niños. Sin embargo, todos fueron detenidos como prisioneros de guerra en condiciones tan miserables como inhumanas. Howard señaló que la tasa de mortalidad entre la gente normal era del 2 % mientras que entre esta gente era más de tres veces mayor. Una cuarta parte de estos apaches habían muerto desde que fueron llevados a Florida, poco más de tres años antes. (El teniente Howard recomendó reubicarlos inmediatamente).

* El 27 de diciembre de 1889, un joven Tonto Apache llamado Nah-deiz-az, es ahorcado en Globe (Gila County, Arizona) por haber matado, el 10 de marzo de 1887, al subteniente Seward Mott, del 10º de Caballería, graduado en West Point hacía solo ocho meses. (Nah-deiz-az había nacido en 1865 junto al Río Verde. Cuando tenía 10 años, él y su familia fueron obligados a ir a la Reserva de San Carlos. Con 14 años fue enviado, junto a otros niños apaches, a la Escuela Industrial India de Carlisle [Cumberland County, Pennsylvania]. De ahí el apodo de “Carlisle Kid. Mientras estaba en la Escuela falleció su padre y cuando su madre enfermó regresó a San Carlos para ocuparse de ella. En su ausencia habían construido un camino que atravesaba su parcela agrícola.

El 10 de marzo de 1887, Frank Porter, asesor agrícola de la Agencia, fue a la wickiup de Nah-deiz-az para informarle que él y su madre iban a ser trasladados a otra parcela. Nah-deiz-az protestó entablándose una violenta discusión. Porter fue a la Agencia a coger su revólver y a pedir ayuda al capitán Francis E. Pierce, del 6º de Caballería. Este, envió al subteniente Seward Mott para que le acompañase. Cuando Nah-deiz-az vio llegar a los dos hombres armados, temió lo peor. Entró en su wickiup y cogió un viejo revólver Colt que su padre había escondido años antes. Cuando se bajaron de los caballos, Nah-deiz-az salió y apuntó a Porter, sonando un disparo. El joven apache de 22 años no estaba familiarizado con las armas de fuego, no alcanzó a Porter, pero dio a Mott, hiriéndolo mortalmente. Porter, temiendo por su vida, saltó a su caballo y fue a la sede de los exploradores apaches para informar de lo sucedido. El jefe de exploradores Al Sieber envió a Mickey Free y a Es-ki-bi-nadel o Has-kay-bay-nay-ntayl [entonces conocido como Sargento Kid, y luego Apache Kid] a detener a Nah-deiz-az. Los dos exploradores se quedaron sorprendidos cuando Nah-deiz-az les recibió con una mano levantada y con la otra sosteniendo el revólver por el cañón. Llevaron al inconsciente subteniente al puesto donde el Dr. T. B. Davis hizo todo lo que pudo, falleciendo al día siguiente.

Nah-deiz-az explicó en el juicio todos los detalles que le llevaron a disparar, principalmente que se asustó al verles llegar armados, pidiendo clemencia al tribunal. El juez W. W. Porter [sin relación con el asesor agrícola Porter] aceptó la petición de clemencia, reduciendo la pena, de sentencia de muerte a cadena perpetua. Fue llevado a la Penitenciaría Territorial de Yuma y posteriormente trasladado a la prisión federal en Menard [Randolph County, Illinois].

Por aquel tiempo, el Congreso decidió que los tribunales militares no tenían competencia en este tipo de casos y que fuesen los tribunales civiles los encargados de juzgar a los nativos acusados de delitos de homicidio, violación, asalto con intención de matar, incendiar o robar. Nah-deiz-az fue liberado llegando a San Carlos el 25 de mayo de 1889. Los ciudadanos y militares de Arizona, enfadados, no comprendieron la decisión judicial. El funcionario judicial de San Carlos, el teniente F. B. Fowler apeló ante el juzgado de Globe, quien emitió una orden de detención por homicidio ante Glenn Reynolds, sheriff del Gila County, el 5 de junio de 1889.

Al enterarse, Nah-deiz-az se entregó otra vez, teniendo la vista preliminar el 21 de junio en Globe. Cuando se celebró el juicio, la acusación llamó a Frank Porter, F. B. Fowler, Al Sieber y al Dr. Davis; y Nah-deiz-az se encontró sin testimonios favorables, dando la misma explicación que hizo dos años antes, describiendo la amenaza de reubicación por los militares y las dificultades que él tenía para sacar provecho de su pequeño pedazo de tierra. Insistió que Porter y Mott fueron armados con la intención de desalojarle por la fuerza y que disparó en defensa propia. Que no pretendía disparar al subteniente Mott sino a Porter. Van Wagenen, el abogado defensor, hizo una emotiva petición de clemencia, argumentando que la muerte de Mott fue más una tragedia que un homicidio; sin embargo, el jurado condenó a Nah-deiz-az como culpable de homicidio en primer grado.

El 30 de octubre de 1889, el juez J. H. Kibbey sentenció a Nah-deiz-az a ser ahorcado el 27 de diciembre de 1889. Conmocionado al oír la sentencia, Nah-deiz-az interrumpió al juez gritando: “¡No, yo soy un buen indio!, pero el sheriff Reynolds le ordenó que se callara para que el juez terminara de dictar sentencia. A las 09:00 horas del 27 de diciembre de 1889, Nah-deiz-az fue conducido al cadalso, no mostrando el más mínimo temor, bromeando cuando le maniataron y le pusieron la soga al cuello. Sus últimas palabras al sheriff refiriéndose al trato recibido en Globe y San Carlos fueron: “¡Hasta luego, infierno!. Fue enterrado en el cementerio de Globe junto a las tumbas de dos forajidos blancos linchados en agosto de 1882).

1890

* A partir de 1890, se diseña un uniforme específico para los exploradores nativos del ejército estadounidense (incluidos los apaches. Anteriormente, llevaban una mezcla de vestimenta nativa y militar. A partir de este año, se les proporcionaría un sombrero de piel de fieltro negro con la copa rodeada de un cordón de lana rojo y blanco. El emblema sería una insignia con dos flechas cruzadas con las letras “USS” [Unites States Scouts].

En esta fotografía se ve la colección de insignias del cuerpo de Exploradores de los Estados Unidos, perteneciente a Layton L. Hooper, un experto conocedor de la historia de los apaches).

* El 2 de enero de 1890, el general Crook y el mayor William Kellogg llegan a Mount Vernon reuniéndose con los apaches. (Crook se negó a hablar con Gerónimo, pero sí con Naiche, Chato, Kaahteney, Toclanny, Coonie, Chihuahua y Noche, entre otros. Chato se quitó del pecho la medalla que le habían dado durante la visita que había realizado a Washington, dándosela y diciendo: ¿Para qué me dieron esto? ¿Para llevarlo en prisión?. Chato, Kaahteney y Noche, antiguos exploradores del ejército, expusieron sus quejas. Kaahteney le recordó sus esfuerzos para convencer a los chiricahuas hostiles para que se rindieran. Coonie y Toclanny dieron su opinión cuando los militares rodearon a los chiricahuas en San Carlos. Chihuahua pidió que su hija, que estaba en la Escuela de Carlisle, volviese con él. El intérprete George Wratten tradujo la conversación de la reunión.

El 6 de enero, Crook hizo un informe para el Secretario de Guerra, Redfield Proctor, sobre sus observaciones en Mount Vernon. (Crook criticó las condiciones de su encarcelamiento y la injusticia cometida contra Chato y los demás exploradores. Criticó al general Miles y al gobierno: Lo declarado por Miles es todo falso. Esas historias que circulan tienen un propósito. Chato no solo era leal, sino que gracias a los esfuerzos de sus exploradores apaches consiguieron que los hostiles que estaban con Naiche y Gerónimo se rindieran a mí en marzo de 1886. Cierto es que el general Miles licenció a los exploradores apaches y después de una campaña de más de cinco meses contra 33 apaches hostiles, sin poder matar o capturar ni a uno solo de ellos, envió al teniente Gatewood y a dos de los exploradores de Chato [Kayitah y Martine], quienes lograron la rendición de los renegados con la promesa de no hacerles daño y ser enviados a reunirse con sus familias en Florida; y añadió: Los apaches aman a sus hijos y parientes, y tienen temor de que sean tratados como ellos al ser enviados a una escuela tan lejana. Crook encontró a los prisioneros apaches completamente desmoralizados y abatidos, por lo que abogó firmemente para que la administración Harrison rectificase los errores cometidos y los llevase al Territorio Indio de Oklahoma. El 7 de enero, Crook llegó a Washington, donde hizo pública la historia de los exploradores apaches, solicitando el traslado de todos los prisioneros a Fort Sill [Comanche County, Oklahoma].

El 13 de enero, Proctor, presentó dos propuestas relacionadas con los prisioneros apaches al presidente Benjamin Harrison. Una defendía la reubicación en North Carolina; otra en el Territorio Indio de Oklahoma. El primer obstáculo para el traslado de los chiricahuas era una norma de 1879 que prohibía el traslado de indios de Arizona y New México a Oklahoma. Sin embargo, Proctor recomendó al presidente que los prisioneros fueran trasladados a la Reserva Militar de Fort Sill  mientras el Congreso modificaba la ley. Ciudadanos de Arizona y New Mexico, con los recuerdos de los enfrentamientos aún frescos, protestaron por el traslado de los apaches a Oklahoma al estar demasiado cerca, temiendo que pudieran huir y renovar las hostilidades. Además, había planes para abrir el Territorio Indio a los colonos. Proctor pidió al Congreso que aprobase esa opción y que negociase con kiowas y comanches para comprarles tierras para los apaches.

El 21 de enero, Henry Laurens Dawes, presidente del Comité para Asuntos Indios del Senado, consiguió la aprobación de la Resolución n.º 42 del Senado para que el Departamento de Guerra transfiriera a los apaches al Territorio Indio de Oklahoma. El Senado había solicitado todos los documentos relativos a la campaña de 1885-86 contra los apaches hostiles para su estudio y el proyecto de ley parecía que tenía una evolución favorable, cuando Crook murió repentinamente de un ataque al corazón, la mañana del 21 de marzo. Sin Crook, Proctor perdió todo entusiasmo por resolver el problema. Ante la oposición al traslado a Fort Sill, el Secretario de Guerra mantuvo la situación tal cual, sintiendo que había hecho lo posible, haciendo que los apaches siguieran en Mount Vernon y hacer todo lo posible por ellos allí, mejorando las condiciones de Mount Vernon. Nombró un oficial capaz en la persona del teniente William Wallace Wotherspoon para hacerse cargo de los prisioneros. Wotherspoon llegó a Mount Vernon en junio de 1890, confirmando lo que el Dr. Walter Reed había informado. “Están en un estado muy deprimente. Su esperanza parece haber disminuido por los largos retrasos en muchas de las promesas hechas para su mejora. Consciente de que las perspectivas de un cambio parecían pocas, pensó que el incentivo al trabajo mejoraría su condición, instando a Proctor a reservar un fondo especial para pagar a los hombres por su trabajo en la construcción de cabañas de troncos, trabajar en otros trabajos del campamento y realizar tareas en el fuerte.La política anterior… ha sido mantenerlos al menor coste posible bajo la creencia de que pronto serían enviados a otro lugar…. En menos de un mes, Proctor actuó.

Wotherspoon se puso manos a la obra para encontrar trabajo para la mayor cantidad posible de hombres chiricahuas. En agosto, dijo a los apaches que debían dejar a un lado la idea de salir de Alabama y dedicarse a trabajar para ganarse la vida como hacían los blancos. Se comprometió a encontrar trabajo para los hombres con una paga de 35 centavos al día, pudiendo gastar el dinero en lo que quisieran. Pronto, la mayoría de los hombres chiricahuas estaban trabajando cortando leña o en las granjas cercanas al puesto [en febrero de 1891, cuatro apaches fueron contratados, pudiendo llevar a sus familias a las granjas]. El licor seguía siendo un problema. En enero de 1891, Wotherspoon contrató a un investigador privado y reunió pruebas contra proveedores locales de alcohol. Junto al fiscal de distrito de Mobile, denunció con éxito a varios vendedores de whisky para paliar el problema. Después de ser arrestados y condenados por vender alcohol ilegalmente a los indios, su consumo disminuyó en gran medida, aunque no lo pudo erradicar.

En la primavera, Herbert Welsh y su Asociación por los Derechos de los Indios abogan por reubicar a los apaches en North Carolina. El teniente Guy Howard, ayudante de campo del Comandante de la División del Atlántico, sugirió que se mejorase la situación de los apaches en Mount Vernon hasta que se pudiera encontrar un lugar más adecuado. El Congreso utilizó esta sugerencia como excusa para posponer el debate sobre un tema tan delicado).

* El 2 de marzo de 1890, cinco o seis Tonto Apaches matan a un carretero llamado Herbert, a 10 km al norte de Fort Thomas ([Graham County, Arizona]. Llevaba un carro cargado con mercancías a Globe [Gila County, Arizona] cuando fue atacado. Los Tonto Apaches quemaron el carro, robaron los dos caballos y talaron un poste del telégrafo, llevándose un trozo de cable. Después, los apaches huyeron al norte, dos de ellos montados en los caballos de Herbert y los otros a pie.

Tan pronto como un mensajero informó del hecho en Fort Thomas, el teniente James W. Watson, al mando de un destacamento de exploradores nativos; el subteniente Powhatan H. Clarke, del 10º de Caballería, con un destacamento de la compañía K”; y otro destacamento del 4º de Caballería, al mando de un sargento, fueron al lugar, recuperaron el cuerpo y lo llevaron al fuerte.

Cuando repararon el telégrafo, fueron tras los Tonto Apaches, y después de 480 km de persecución, los encontraron, el 7 de marzo, dentro de una cueva, a 45 km al norte de Globe [Gila County, Arizona], en un cañón del Salt River. Watson y Clarke avanzaron con la intención de llegar a la entrada, pero uno de los Tonto Apaches, que estaba en la cima, disparó a Clarke. Uno de los  disparos impactó en su sombrero y otro pasó entre sus piernas. El explorador yavapai Rowdy disparó dos veces al Tonto Apache, alcanzándole en el cuerpo y matándole. Los apaches mataron a sus caballos y huyeron por la zona rocosa, pero fueron perseguidos y alcanzados gracias a los exploradores. En el enfrentamiento que siguió, murió otro Tonto Apache, siendo el resto capturados, uno herido en el brazo.

Fueron identificados como apaches de San Carlos, cuatro pertenecientes a la banda de Kin-de-lay, y otro a la de Chil-chu-a-na. Este suceso vino reflejado en varios periódicos, uno de ellos en el Daily Citizen, de Tucson, del 10 de marzo de 1890.

Tres de ellos tenían una coartada siendo liberados. El cuarto, llamado El-chees-choos fue juzgado y condenado por el homicidio de Herbert y sentenciado a la horca. Jimmy Stevens y Merejildo Grijalva actuaron como intérpretes para los que quisieran hablar con el condenado, y el padre Geldorf le visitó varias veces, siendo rechazado por El-chees-choos diciendo: “No hay duda de que su religión es buena para este mundo, y si tuviera que permanecer en él, estaría dispuesto a ser cristiano, pero como mi hora casi ha llegado, no veo qué beneficio me puede proporcionar ahora. Voy a ver a Dios y le voy a contar todo y si cree que debo ir al infierno, estará bien”.

El-chees-choos clamó por su inocencia hasta el final, argumentando que los dos Tonto Apaches muertos por los soldados en la cueva eran los que habían matado a Herbert y que le obligaron a acompañarles, a punta de rifle. Los guardianes le ofrecieron whiskey la última mañana, pero lo rechazó diciendo: “Su gente está tratando de burlarse de mí. Sé que tengo que morir hoy. No quiero whiskey y no quiero que se burlen”. Más tarde pidió una sandía, que le proporcionaron, y pasó sus últimas horas jugando a las cartas con otros prisioneros.

A las 14:00 horas del 11 de julio de 1890, el sheriff William Whelan y sus ayudantes J. P. Robertson, Solomon y McCarty, entraron y le leyeron la sentencia de muerte. El grupo fue hasta el patio de la cárcel de Florence [Pinal County, Arizona], donde estaba el cadalso. Cuando llegaron El-chees-choos pidió fumar un cigarro, que le fue concedido. Se sentó en la escalinata y dijo a los 25 testigos, a través del intérprete: “Si esperan impedir que los indios maten hombres blancos, mejor será que cuelguen a todos los indios”. Cuando terminó el cigarro, se levantó y fue solo hasta la plataforma, colocándose bajo la soga. Comenzó a tararear una canción mientras le ponían una capucha negra y le ajustaban la soga al cuello. El ayudante Robertson cortó la cuerda que sujetaba el contrapeso y bruscamente El-chees-choos se sacudió en el aire. El cuerpo fue introducido en un ataúd y enterrado esa noche.

Por esa actuación, dos hombres recibieron la Medalla de Honor, el sargento del 10º de Caballería, William McBryar; y el sargento en la compañía A de exploradores nativos, el yavapai Yuma William Bill Rowdy, por entonces de unos 28 años, quien la recibió dos meses después por su entusiasmo en la acción contra los indios apaches”)

* El 3 de mayo de 1890, el periódico Tombstone Epitah (Cochise County, Arizona) informa que 10 apaches armados con rifles Springfield (arma reglamentaria del ejército estadounidense) habían atacado a un grupo de vigilantes. (El artículo comienza: Los dóciles apaches. Captura de una reata de ‘Oso Negro’ [empresa] y un carro quemado. El señor E. B. Gage, que llegó a esta ciudad ayer, obtiene las siguientes noticias de los indios: El domingo al atardecer, el último grupo de vigilantes de Ignacio Bonillas, quien trabaja para un sindicato francés en Sonora, es atacado por un grupo de 10 apaches. El grupo de vigilantes se dirigen a las rocas donde son asediados, intercambiando disparos con los indios alrededor de 1’30 horas, tras lo cual, parte del grupo de Bonillas hicieron un movimiento de flanqueo abriendo fuego sobre los indios por su retaguardia, haciéndoles huir, capturando todos sus caballos, dejándolos a pie.

El personal de la empresa ‘Oso Negro’ se enteró del enfrentamiento y el señor Kirk salió el martes hacia el aserradero, a unos 32 km de distancia, para avisar a los hombres que tengan cuidado.

El miércoles a la mañana, el señor Kirk volvió y después de hacer una parte del camino, vio un carro en llamas y, sospechando de los indios, volvió al aserradero. Fue después que descubrió que uno de los carros de camino hacia el aserradero para coger madera fue asaltado por la misma banda de indios que había atacado al grupo de vigilantes. Los dos cocheros, que estaban desarmados, huyeron. Ninguno resultó herido, pero uno de ellos tenía un agujero de bala en la manga de su camisa. El señor Kirk recibió refuerzos en el aserradero y al llegar al carro en llamas, lo encontró completamente quemado, junto a todos los suministros. Sin embargo, llegaron a tiempo para salvar parte de la reata. Para cuando el señor Gage se fue, todas las mulas, salvo tres, fueron recuperadas. Varios grupos están persiguiendo a los indios y, yendo estos a pie, puede que sean capturados. El señor Gage dice que estos indios están armados con rifles Springfield y con munición del gobierno, y todavía los oficiales en San Carlos desconocen que algunos indios están fuera.

Ese mismo mes se produjo un enfrentamiento entre varios apaches y un destacamento de soldados mexicanos al mando del coronel Emilio Kosterlitzky no lejos de la frontera. Mataron a tres apaches, llevando uno de ellos el revólver y el reloj del sheriff del Gila County [Arizona] Glenn Reynolds, al que habían matado cuando trasportaba a Apache Kid y a otros apaches).

* El 24 de mayo de 1890, en Rucker Canyon (hoy llamado Red Rock Canyon, Chiricahua Mountains, Cochise County, Arizona) un grupo de apaches tiende una emboscada al destacado abogado Robert Hardie y a su cuñado, el Dr. F. Haynes. (Ambos iban desarmados cuando Hardie recibió un disparo. Cuando Haynes descubrió que su cuñado había muerto, montó en su caballo para huir, pero su caballo recibió un disparo obligándole a escapar a pie. Un apache le siguió disparándole por el cañón, pero en un arranque de suerte encontró el caballo de su cuñado que se había escapado asustado con el que llegó al rancho más cercano para pedir ayuda. Un grupo de vaqueros acompañó a Haynes de vuelta al lugar encontrando el cuerpo mutilado de Hardie).

* El 12 de junio de 1890, mientras conducía ganado por Rucker Canyon, en las Chiricahua Mountains (Cochise County, Arizona) el ranchero Michael Gray descubre a seis apaches llevándose unos caballos suyos que estaban pastando. (Gray entró inmediatamente en acción abriendo fuego a unos 100 metros con su rifle Winchester, haciendo huir a los apaches, quienes dejaron los caballos atrás).

* En julio de 1890, Zi-yeh, esposa de Gerónimo, y su hija Eva, son bautizadas en la Iglesia Católica de Mount Vernon (Mobile County, Alabama) donde hay dos misas cada domingo, una para los niños por la mañana y otra para los adultos por la tarde. (A lo largo de los dos años transcurridos desde su llegada, Gerónimo había progresado paulatinamente en recuperar su antiguo prestigio. Ejerció bien la tarea de mantener el orden en la escuela, e introdujo el fútbol [fútbol americano] y el béisbol, que le gustaba ver. Poco a poco se ganó la confianza del teniente Wotherspoon).

* El 16 de agosto de 1890, el comandante Walter Reed, médico en Mount Vernon, escribe “Geronimo and his Warriors in Captivity”.

1891

* En febrero de 1891, 100 apaches son enviados de la Reserva de San Carlos a Fort Union ([Mora County, New Mexico]. De ellos, 75 eran parientes de Apache Kid. Los sacaron de San Carlos para que no pudieran prestarle ayuda. Las autoridades pensaron al detener a sus parientes que se entregaría. Se equivocaron. Siete niños y cinco niñas fueron enviados a la Escuela de Indios Ramona en Santa Fe. 

Ya había otros apaches en Fort Union. Antes, el 21 de marzo de 1890, 76 apaches [21 hombres y 27 mujeres y 28 niños] habían sido trasladados desde San Carlos a Fort Union, según viene reflejado en un informe del comandante del puesto, el teniente coronel Albert P. Morrow, del 6º de Caballería, fechado el 24 de marzo de 1890. Entre esos apaches estaban Eskiminzin y su familia, y la mujer y los hijos de Apache Kid.

A los pocos días, el teniente John M. Glaso recibió la orden de llevar a varios niños a la Escuela Ramona. El registro de correos confirma que el 25 de marzo de 1890, Glaso “dejó el puesto al mando de la escolta, llevando a ocho niños indios a la Escuela India Ramona en Santa Fe por instrucciones telegráficas del comandante del departamento”. En abril, Morrow quería enviar a cuatro niños más a la escuela, pero se encontró con la resistencia de los padres apaches. Envió un telegrama al Ayudante General Adjunto, informándole de la oposición. “Los indios se oponen con amargura a separarse de más, cuatro niños más tendrían que ser separados de mujeres que ya han enviado niños a la escuela [uno de los cuatro sería un niño de seis años] ¿Los envío por la fuerza si es necesario?”. Aparentemente se le ordenó hacerlo porque un informe posterior en abril confirmó que ocho niños más, no solo cuatro, fueron enviados a la Escuela Ramona durante ese mes.

Antes de que el ejército abandonara Fort Union [las tropas bajaron la bandera por última vez y se marcharon el 15 de mayo de 1891] sus edificios estaban en muy mal estado, realizando pocos trabajos de mantenimiento [los techos tenían goteras] para reparar las instalaciones, como las casetas de vigilancia. Durante 1890, mientras los prisioneros apaches estaban cautivos, fueron alojados en tiendas de campaña a unos 800 metros del puesto. No tenían prácticamente ropa y las raciones militares eran insuficientes para mantener a hombres, mujeres y niños. En septiembre de ese año, Morrow pidió al Ayudante General permiso para conseguir 54 mantas, 54 pares de zapatos o pieles para mocasines, unos 70 metros de tela y harina. De vez en cuando dejaban salir a los hombres de las instalaciones del fuerte con armas y municiones para cazar; y a veces se les permitía pescar en arroyos cercanos. Con el fin de proporcionar ingresos para las necesidades básicas, los apaches hacían canastas y otros objetos que vendían en las estaciones de ferrocarril de los alrededores, y a través del puesto de correos.

Kin-de-lay, uno de los apaches de la Reserva de San Carlos que fue enviado a Fort Union en 1890, fue entrevistado el 27 de julio de 1890 en Fort Union. Kin-de-lay estaba angustiado por su experiencia, quejándose de que no les gustaba estar allí: … sin trabajo… sin dinero, nada que hacer. Yo trabajo en San Carlos, cultivo granos, compro sacos y vendo cebada y maíz en la tienda del proveedor del ejército; y luego compro tejido de algodón y zapatos. No compro nada aquí. Me gusta el dinero. No tengo dinero. Aquí no tenemos mantas, colchas, sombreros, zapatos ni nada. Todo desgastado. En San Carlos, trabajé un montón y compré más… Todo el tiempo enfermo aquí… El capitán Bullis me puso en el calabozo para hacer tiswin… No sé por qué me enviaron aquí. Yo no mato al hombre blanco. Estos hombres son todos buenos hombres. Todos somos buenos hombres… En Fort Union somos infelices porque no sabemos cómo están nuestros amigos… no sabemos qué ha sido de nuestros ponis, carros y cultivos en San Carlos… si los indios fueran enviados de vuelta no ayudarían a Kid [refiriéndose a Apache Kid]… informarían y ayudarían a atraparlo si volviera al poblado… quisieran verlo sufrir por traer problemas a otros indios”. Kin-de-lay y los otros apaches nunca recibieron una explicación de por qué les trasladaron.

Como era habitual en todas las instalaciones con apaches, las raciones y la ropa para los presos eran insuficientes. Aun así, la mayoría de ellos no tenían restringidos sus movimientos. Al principio, algunos hombres fueron encadenados, pero luego les quitaron las cadenas cuando empezaron a trabajar en cultivos, cavando trincheras y en otros trabajos necesarios para mantener las instalaciones del fuerte. Durante los últimos meses de la existencia de Fort Union [los soldados se marcharon el 15 de mayo de 1891], los militares proporcionaron pases a los padres que tenían hijos en la Escuela de Indios Ramona para que pudiesen visitarlos una o dos veces al año. 

En 1890, Elmore Chase, superintendente en la Escuela Ramona, mintió a los padres apaches sobre cuál era el período de vacaciones de verano de sus hijos en un intento por mantener a los niños en la escuela, al temer que no volvieran en otoño. Especialmente se quejaban del trato que recibían y porque algunos niños contrajeron tuberculosis y otras enfermedades producidas por el hacinamiento. Los temores de Chase se cumplieron porque no podían confiar en su palabra. Muchos niños dejaron la escuela y se negaron a regresar en otoño. Chase intentó sin éxito que el ejército arrestara a los padres y llevaran a los niños a la escuela.

Aunque algún apache pudo escapar, quizás otros no tuvieron tanta suerte. Una tumba encontrada por arqueólogos en la década de 1970, descubrió los restos de cuatro esqueletos masculinos que pudieran ser hispanos y/o nativos americanos. La ubicación de la tumba y las heridas de los esqueletos sugiere una ejecución. Genevieve LaTourrette, hija del capellán del puesto, escribió un diario, Fort Union Memories, 1877-1891, describiendo la fuga de dos prisioneros indios, que produjo una gran cacería humana, registrándose casas y graneros, pero los indios habían escapado gracias a una densa niebla. ¿Eran apaches esos dos indios a los que se refería LaTourrette?

En agosto de 1890, un apache llamado Gus, falleció en el fuerte de apoplejía, siendo enterrado en el cementerio del puesto.

El 21 de febrero de 1891, la escolta formada por un destacamento de las compañías C y H del 10º de Infantería y los prisioneros apaches dejaron Fort Union para dirigirse a Watrous [Mora County, New Mexico], donde cogieron el tren con destino a Fort Wingate [McKinley County, New Mexico]. Otros 32 prisioneros apaches fueron enviados de vuelta a San Carlos para poder ocuparse de sus bienes. En Fort Wingate había 9 hombres adultos; 13 mujeres adultas; 5 niños y 11 niñas de entre 12 y 16 años de edad; no había ningún niño menor de 12 años. En total 38 prisioneros apaches.

El 27 de agosto de 1891, los prisioneros apaches dejaron Fort Wingate con destino a Mount Vernon Barracks [Mobile County, Alabama], llegando el 1 de septiembre.

Se sabe que Kin-de-lay volvió a la Reserva de San Carlos en noviembre de 1894. De Fort Union fue llevado a Fort Wingate y de allí a Mount Vernon Barracks.

A los pocos días del arresto de Eskiminzin y su familia, otro jefe, Chil-chu-ana, también fue arrestado por el mismo motivo y enviado a Fort Grant [Graham County, Arizona]. A pesar de ser grande y corpulento, Chil-chu-ana era bastante atlético. Alegando que necesitaba ejercicio, consiguió que el médico del puesto ordenase al sargento de guardia que le permitiera algo más de libertad, vigilado por el centinela. Todo fue bien durante unas tardes, pero un día, al obscurecer, Chil-chu-ana consiguió llegar a la maleza. El centinela disparó, pero falló, saliendo tras él toda la guarnición, así como soldados y exploradores de San Carlos y Fort Thomas [Graham County, Arizona]. Entre Fort Grant y San Carlos había un agreste terreno que fue inspeccionado para evitar que Chil-chu-ana llegase a la reserva.

En un par de días se supo que Chil-chu-ana estaba cerca de San Carlos, donde se había unido a varios apaches que habían fortificado un acantilado con vista al río San Carlos, debajo de donde ahora se encuentra Rice [Gila County, Arizona]. Los apaches necesitaban armas y, a los pocos días, un transportista que se dirigía a Globe [Gila County, Arizona] pasó por Gilson Well [Gila County, Arizona], llevando un rifle colgado en la parte delantera de su carro. Dos de los apaches se acercaron y le dispararon, cogiendo su rifle y la munición.

Los apaches se sentían seguros en esa posición fortificada. Para tomarla sin tener pérdidas, el mando militar ordenó a Al Sieber ir hacia el sur con 20 exploradores con mulas cargadas con raciones para cinco días. Un par de horas más tarde, la compañía “F”, del 10º de Caballería, al mando del subteniente Alexander Lucien Dade, recibió la orden de cargar un cañón Hotchkiss de cuatro libras en una mula para realizar varios disparos intimidatorios contra la posición fortificada desde el otro lado del río.

Cuando llegó al lugar, Dade desplegó a sus hombres y realizó un par de disparos con el cañón. Los apaches pensaron que después, los soldados cargarían, cuando para su sorpresa, Sieber y sus 20 exploradores llegaron a su posición por la retaguardia. Sorprendidos, se retiraron disparando. Uno de ellos murió, dos resultaron gravemente heridos y el resto se rindió, incluido Chil-chu-ana).

* En febrero de 1891, un destacamento al mando del teniente Clark, encuentra un campamento sobre la vertiente este de las Chiricahua Mountains. (Estaba persiguiendo a un grupo de apaches que habían matado a un hombre llamado Smith. Los apaches del campamento vieron a uno de los exploradores, por lo que huyeron rápidamente, no sin antes identificar a uno de ellos como Massai. En el campamento había ropas, provisiones y diversos objetos que les hicieron pensar que iba a ser ocupado por un largo tiempo).

* El 20 de marzo de 1891, el Secretario de Guerra, Redfield Proctor, visita Mount Vernon para ver por sí mismo las condiciones en las que se encuentran los prisioneros chiricahuas. (También informó al teniente William Wallace Wotherspoon que tenía que reclutar a presos chiricahuas como soldados regulares del Ejército como parte de su esfuerzo por integrar a los nativos en la sociedad estadounidense.

A principios de año, el Ejército había considerado la posibilidad de reclutar a nativos como soldados del ejército regular. Anteriormente, habían cumplido bien como exploradores, y así estarían ocupados mientras recibían el mismo sueldo y beneficios que los soldados regulares. Tanto el comandante supremo del ejército, el general John McAllister Schofield, como Proctor lo consideraron una buena idea, y el presidente Benjamin Harrison lo aprobó. Una orden general del 9 de marzo de 1891, dio inicio a ese experimento.

Se ordenó reclutar nativos para cada uno de los 26 regimientos destinados en el Oeste [había 36 en total], e integrarlos en las compañías “L” e “I” de dichos regimientos de Caballería e Infantería, respectivamente, que habían sido dejadas vacantes para tal fin. En lo que respecta a los apaches, se alistaron en las compañías “I” de los regimientos 9º, 10º, 11º, y 12º de Infantería.

La primera unidad apache que se formó fue la compañía “I”, del 9º de Infantería, en la Reserva de San Carlos. El teniente Charles W. Dodge, Jr. fue puesto al mando en mayo de 1891, siendo enviada para su entrenamiento a Whipple Barracks [Yavapai County, Arizona]. Después de una marcha de más de 80 km, Dodge escribió a Proctor: “La compañía apache es el mejor grupo de jóvenes que jamás se haya reclutado para el ejército”. Demostraron total obediencia a las órdenes y unas ganas enormes de convertirse en buenos soldados.

Sin embargo, hubo problemas. En noviembre de 1891, comerciantes de Prescott se negaron a vender licor a varios soldados apaches, y estos, enfurecidos, se abalanzaron a coger whisky, lo bebieron, comenzando una pelea, con el resultado de varios heridos.

La segunda unidad apache fue la compañía I, del 12º de Infantería, en Mount Vernon Barracks. El teniente William Wallace Wotherspoon seleccionó a 47 prisioneros chiricahuas para formar la compañía “I”, del 12º de Infantería. Era una evidente incongruencia, pero los apaches de Mount Vernon expresaron con ansiedad el deseo de unirse al ejército.

Gerónimo quiso alistarse también, pero Wotherspoon lo consideró demasiado viejo y lo rechazó. Eso ofendió enormemente a Gerónimo, pero al final se le pasó el enfado, siguiendo en sus funciones como Juez de Paz. Wotherspoon había nombrado a Gerónimo, Juez de Paz en el poblado apache, con un sueldo mensual de 10’80 $. Wotherspoon había debatido esa cuestión durante mucho tiempo, porque quien resultara elegido tendría que actuar contra su gente. Después de pensarlo mucho, Wotherspoon se decidió. Resultó que las decisiones de Gerónimo fueron sabias, perspicaces y rápidas, teniendo una excelente influencia sobre los demás apaches, y cumpliendo con las expectativas de Wotherspoon.

El 1 de mayo, ya estaban listos los 47 chiricahuas de la compañía I, del 12º de Infantería, figurando en el Registro de Alistamiento del Ejército de los Estados Unidos:

1. Ralf Ahnandia, de unos 31 años [fallecería de tuberculosis el 7 de febrero de 1892].
2. Benjamin Astoyeh, de unos 29 años.
3. Samuel Binday, de unos 33 años.
4. Joseph Behedo, de unos 32 años [enviado a Fort Apache después de licenciarse en 1894].
5. Richard Chechil, de unos 23 años [fallecería de tuberculosis el 27 de febrero de 1892].
6. Benjamin Colle, CathlayCullah, de unos 35 años [fallecería en una pelea el 23 de junio de 1894].
7. Alfred Chato, de unos 37 años.
8. Jim Chiricahua, Jim Miller o Eskinzan, de unos 35 años.
9. Tom Chiricahua o Be-da-zis-shu, de unos 40 años.
10. William Coonie, de unos 26 años.

11. Mike Dahkeya, de unos 23 años.
12. Harold Dick o Nahteenesn, de unos 48 años.
13. Fritz Dutchy o Bakeitzogie, de unos 36 años [fallecería en una pelea el 12 de marzo de 1893].
14. David Fatty, de unos 35 años.
15.  José First, de unos 32 años.
16. Larry Fun, de unos 25 años [se suicidaría el 8 de marzo de 1892].

17. Frederick Gokliz, de unos 20 años.
18. Nelson Gonaltsis o Patricio, de unos 30 años [fallecería de tuberculosis el 2 de abril de 1892].
19. Talbot Gooday, de unos 28 años.
20. Paul Guydelkon, de unos 31 años.
21. Sam Haozous, de unos 23 años.
22. Walter Juacinto, de unos 28 años [fallecería de tuberculosis el 17 de abril de 1892].
23. Pedro Juan o Seegotsi, 30 años [fallecería de tuberculosis el 29 de abril de 1893].
24. Jacob Kaahteney, de unos 30 años.
25. Tim Kay-dah-zinne, de unos 30 años.
26. Arnold Kinzhuna, de unos 28 años.
27. Stephen Kyzha, de unos 27 años.
28. Carl Mangas, de unos 36 años.
29. Charles Martine, de unos 33 años.
30. Lawrence Mithlo, de unos 31 años.
31. Leo Nahnalzhuggi, de unos 30 años.
32. Arthur Nahtoahgahun, de unos 32 años [fallecería tiroteado por Hugh Seeltoe el 18 de abril de 1894].
33. Christian Naiche, de unos 35 años.
34. James Nicholas, de unos 18 años.
35. George Noche, de unos 35 años.
36. Leon Perico, de unos 35 años.
37. José Second, de unos 42 años.
38. Hugh Seeltoe, de unos 27 años [se suicidaría el 18 de abril de 1894].
39. Erick Spitty, de unos 23 años.
40. John Tahnitoe, de unos 36 años.
41. Jewett Tissnolthtos, de unos 31 años.
42. Rogers Toclanny, de unos 28 años.
43. Albert Tooisgah, de unos 30 años.
44. Waldo Sundayman Tsedikizen, de unos 32 años.
45. Burdett Tsisnah, de unos 27 años.
46. Evans Tzozonne, de unos 31 años.
47. Edwin Yahnozha, de unos 26 años.

Como no había suficientes efectivos, Wotherspoon pidió autorización para reclutar el resto de apaches de la Agencia de San Carlos. Varios respondieron afirmativamente, y aunque tuvieron que ir a Alabama sin sus familias, estaban encantados ante la oportunidad de ganar un salario y poder realizar una actividad militar. A finales de mayo de 1891, llegaron ocho Tonto Apaches, 11 apaches de San Carlos y dos apaches White Mountain. En septiembre vino otro contingente de San Carlos, aumentando a 76, siendo la mayor compañía nativa del ejército. En total, los llegados de Arizona fueron 31 apaches.

Wotherspoon hizo maravillas, transformando a los presos en soldados regulares. Tres sargentos blancos fueron asignados a la compañía para supervisar la disciplina y encargarse del papeleo, pero Wotherspoon pronto ascendió a cuatro apaches como suboficiales. Uniformizados, equipados y pagados igual que los soldados blancos, aprendieron la instrucción, marcharon, acamparon, aprendieron el uso de las armas y a realizar fortificaciones, y realizando largas marchas de prácticas. Pronto desfilaron con el batallón de soldados blancos en el cuartel. La compañía apache demostró una habilidad notable al realizar los ejercicios militares, aprendiéndolos aproximadamente al mismo tiempo que los soldados blancos, y pronto pudieron seguir las órdenes sin un intérprete.

Dos jóvenes apaches se convirtieron en expertos cornetas [James Nicholas y Sam Haozous], capaces de tocar todas las llamadas, así como las marchas y pasos rápidos más complicados. Esto dejó perplejos a varios oficiales del puesto que predijeron que la compañía apache tendría que depender únicamente de cornetas tocadas por blancos. A principios de octubre, habían adquirido suficientes habilidades para realizar simulacros y desfiles junto a las compañías de soldados blancos del puesto. 

Los soldados apaches también se familiarizaron con los deportes y juegos angloamericanos. Soldados de la compañía I tomaron parte en competiciones atléticas. Los jóvenes escolarizados en Carlisle y en otros lugares empezaron a practicar football [fútbol americano], béisbol y boxeo. Wotherspoon elogió la habilidad deportiva de los apaches: “Son los más inteligentes de los indios [de nuestra nación]”. Practicar deportes hizo que pasaran menos tiempo jugando a las cartas, lo que siempre había causado problemas. A finales de octubre de 1891, la compañía apache había progresado tanto, que fue colocada en primera posición en un ejercicio a nivel de batallón. Dos meses después, los apaches estaban recibiendo instrucciones sobre los últimos procedimientos de instrucción emitidos por el Departamento de Guerra. A pesar de las complejidades de las maniobras, la compañía “I” las aprendió bien,  pudiendo usar sus uniformes de gala y demostrar sus habilidades en el patio de armas.

El ejército también trató de proporcionar a los apaches una rudimentaria educación. Asistían a clases diarias, donde estudiaban inglés y matemáticas básicas, para ayudarles a conseguir trabajo en el futuro. La mayor parte de la enseñanza se dedicó a la carpintería, lo que vino bien para que construyeran 75 casas de madera, acabándolas para fin de año. Ahora que vivían en casas, la limpieza de ellas se convirtió en una ocupación importante. Las mujeres que ya habían aprendido a coser al estilo americano en Fort Marion, hacían ahora labores domésticas como limpiar, obligando a los hombres a usar sillas y mesas. Algunos miembros de la compañía “I” aprendieron oficios como herreros, zapateros, barberos, panaderos, y tenderos.  

Su único problema era su debilidad por el alcohol, aunque no mayor que la de los soldados blancos. Dos soldados apaches se emborracharon en julio de 1891 después de conseguir ilegalmente whisky de los vendedores ambulantes. Wotherspoon informó del incidente al Ayudante del Puesto, pero lo omitió deliberadamente en su informe a la Junta de Comisionados Indios tres meses después. El teniente admitió que existía un problema continuo con el alcohol entre los prisioneros chiricahuas, pero que los casos de embriaguez entre los soldados apaches no superaron los de los soldados blancos.

En febrero de 1892, otros cuatro regimientos incluyeron una compañía “I” formada por nativos, el 6º, el 11º, el 15º, y el 19º de Infantería. En lo que concierne a los apaches, la compañía “I”, del 11º de Infantería, se organizó en Fort Apache [Arizona], con miembros de la Reserva White Mountain, estando bajo el mando del teniente Zebulon B. Vance, Jr.   

Vance pensaba que el estacionamiento de una compañía apache en la Reserva White Mountain no había sido una buena idea, ya que los soldados apaches estaban en contacto constante con otros nativos “problemáticos” que les animaban a volver a sus viejas costumbres. Las borracheras de tiswin, los lazos familiares y la influencia de los poderosos curanderos socavaban cualquier efecto de asimilación que el ejército pudiera tener sobre ellos. Algunos de los miembros más descontentos ya habían solicitado permiso para renunciar antes de completar su periodo de tres años. Disfrutaban de las maniobras de campo y los desfiles, pero no les gustaban las tareas rutinarias, que decían era “trabajo de mujeres”. Tampoco todos los apaches aceptaron recibir la formación que les ayudaría a obtener trabajo en el futuro. 

A pesar de todos los problemas, los soldados de la compañía “I” funcionaron bien. Vance quedó tan contento que solicitó permiso para llevar la compañía a la Exposición Colombina Mundial de 1893 en Chicago. La solicitud fue denegada por razones financieras, pero Vance nunca abandonó la idea de mostrar el progreso de su compañía a los demás. A menudo llevaba a los soldados apaches a ciudades de Arizona.

En general, la compañía “I” de Mount Vernon Barracks se libró de las influencias “negativas” que tuvo la compañía “I” de Fort Apache. Votherspoon  redujo con éxito el suministro ilegal de licor. Los soldados apaches incluso participaron en los arrestos de los vendedores ambulantes de whisky y, en junio de 1892, el consumo de alcohol se había reducido a un nivel insignificante. Los suboficiales apaches hicieron un gran papel, lo que llevó a un oficial a decir que en ningún otro lugar del ejército había “sargentos más brillantes y confiables que se interesaran más en su profesión”. La fluidez de los apaches en inglés y su dominio de las tácticas militares pronto les permitió servir junto a las compañías formadas por blancos sin mayor problema. Se desempeñaron tan bien que 28 apaches fueron transferidos en agosto de 1892 a la compañía “I”, 11º de Infantería, en Fort Huachuca [Arizona], para que sirvieran como ejemplo a esa unidad. El Departamento de Guerra autorizó inmediatamente reemplazarlos con miembros de la  Escuela India de Carlisle.  

Pero a nivel general, los reemplazos de nativos estaban muy por debajo de los niveles necesarios, por lo que el ejército empezó a disolver gradualmente las compañías nativas. La primera de las cuatro unidades apaches que decidieron disolver fue la compañía “I”, del 11º de Infantería, de Fort Apache. Aunque  a algunos de estos soldados se les permitió reengancharse en la compañía “I”  del 9º de Infantería, estacionada en el mismo puesto, el general Alexander M. McCook, comandante del Departamento de Colorado, decretó lo contrario.

El general Nelson Appleton Miles, al mando del Departamento de Missouri, recomendó que los miembros de la compañía “I”, del 12º de Infantería, fuesen integrados en la compañía “L” del 7º de Caballería, cuando fuesen trasladados a Fort Sill.

Dos de las tres compañías apaches restantes fueron disueltas. El general McCook ordenó que los apaches de la compañía “I”, del 11º de Infantería, fueran dados de baja al terminar su periodo de alistamiento, en julio de 1894. La compañía “I”, del 9º de Infantería, que recientemente había regresado a Arizona desde Fort McPherson [Fulton County, Georgia], sería disuelta al mismo tiempo. La tercera unidad apache, la compañía “I”, del 10º de Infantería, aún tenía 43 soldados activos, por lo que el Departamento de Guerra decretó que se fusionara con los 23 comanches y kiowas de la compañía “L”, del 7º de Caballería, destinada en Fort Sill. Servirían como tropas desmontadas hasta que terminara su periodo de alistamiento al año siguiente.

Mientras, los niños mayores siguieron siendo enviados lejos. Algunos fueron al Instituto Hampton [Hampton, ciudad independiente que no pertenece a ningún condado, Virginia], tales como Paul, hijo de Naiche, y Sophie, hija del antiguo explorador Toclanny, donde fueron educados junto a nativos de otras tribus, y estudiantes negros, que eran mayoría en Hampton).

* El 13 de octubre de 1891, fallece Jacob Lost Dutchman Waltz. (Nació en el reino de Wurtemberg [hoy Alemania] en 1808. Emigró a los Estados Unidos alrededor de 1839, yendo a California sobre el 1850, donde se hizo ciudadano estadounidense. En 1863 estaba en Arizona buscando oro. En 1868 se trasladó al Salt River Valley, comenzando sus viajes de exploración por las montañas que rodean ese valle. Cada invierno, entre los años 1868 y 1886, viajaba a las montañas en busca de oro [en verano no podía por las altas temperaturas]. Y ahí comienza la leyenda.

Una de ellas dice: Durante la década de 1840, la familia Peralta, del norte de México, supuestamente explotó una mina de oro en las Superstition Mountains, cerca de la actual Apache Junction [Maricopa & Pinal Counties, Arizona]. Su última expedición para llevar el oro a México se produjo en 1848. Según la leyenda, los apaches tendieron una emboscada al grupo, falleciendo todos, excepto uno o dos miembros de la familia Peralta, que consiguieron llegar a México. 

En la década de 1870, Jacob Waltz, localizó la mina con la ayuda de un descendiente de los Peralta. Waltz y su compañero, Jacob Weiser, trabajaron en la mina y supuestamente escondieron uno o varios depósitos de oro en las Superstition Mountains. Weiser murió a manos de los apaches, o según algunos, le mató el propio Waltz.

Jacob Waltz se mudó a Phoenix y murió unos 20 años más tarde, el 13 de octubre de 1891. Supuestamente, describió la ubicación de la mina a Julia Thomas, una mujer afroamericana, dueña de la heladería de Phoenix, que lo cuidó antes de su muerte. Ni ella ni docenas de otros buscadores en los años siguientes [algunos murieron en el intento] pudieron encontrar la “Lost Dutchman Mine”). 

1892

* El 7 de febrero de 1892, muere de tuberculosis Ahnandia, primo de Gerónimo. (En el momento de su muerte era soldado de la compañía I”, del 12º de Infantería, en Mount Vernon [Mobile County, Alabama], siendo enterrado con todos lo honores militares en el Mobile National Cemetery.

El 8 de marzo de 1892, Fun, primo 2º de Gerónimo, hería de un disparo a su esposa debido a los celos, y creyéndola muerta, se suicidó. Fun, cabo de la compañía I”, se había casado en 1891 con una mujer más joven, su segunda esposa, cuyo nombre pudo ser Calhenie o Catherine. Celoso, un día la golpeó, siendo amonestado por el teniente William Wallace Wotherspoon.

Casi un año más tarde, creyó que le había sido infiel, aunque una investigación liderada por Wotherspoon y Gerónimo determinó que no era cierto, pareciendo Fun estar satisfecho. Sin embargo, según indicó George Wratten , el intérprete, Fun estaba deprimido. Llevó a su oficina a la pareja, pero al ver que la conversación no iba por buen camino, pidió a Gerónimo, que era primo 2º, que hablara con él. Fun, su esposa y Gerónimo hablaron durante dos horas esa noche diciendo Gerónimo a Wratten que el problema de Fun estaba en su cabeza, no con su esposa. Al día siguiente la disparó. Pensando que estaba muerta, se suicidó. Su esposa sobrevivió, pero como en la cultura chiricahua las mujeres eran responsables de sus relaciones conyugales, los familiares de Fun la hicieron responsable de su muerte, pero la rápida actuación de los oficiales blancos y los suboficiales apaches les calmaron. Vivió dos años más en Alabama hasta fallecer de causas naturales. La primera esposa de Fun, Tah-tzil-toey, se casó con Lawrence Mithlo.

Martine dijo: Fun pensó que había matado a su esposa. Él sabía que los apaches lo aprobarían, pero quiso huir de la terrible muerte y sufrimiento de la horca… Así que Fun usó su rifle como forma de escapar. Se quitó los zapatos, se apoyó contra un árbol y colocó el cañón contra su cabeza. Incapaz de alcanzar el gatillo con sus dedos, se disparó con los dedos de los pies. El teniente Wotherspoon informaría a sus superiores: El cabo Fun se ha suicidado en un ataque de celos después de disparar y herir levemente a su joven esposa.

A pesar de su suicidio, Fun fue recordado como un héroe entre su gente. Martine recordaría: Fun fue uno de los principales y más valientes guerreros de la banda de Gerónimo. Nunca tuvo miedo sin importar lo que ocurriera.

El 12 de marzo de 1892, los soldados apaches de la compañía I desfilaron por Mobile. Los niños apaches miraban a los soldados, como recordaba Sam Kenoi: Jugábamos a soldados todo el tiempo. Los chicos grandes nos hacían trabajar mucho. Sam Hoazous y James Nicholas eran los líderes. Uno mandaba una compañía y otro la otra. Fuimos al lugar de la natación. Estábamos unos 40. A veces uno peleaba contra el otro, solo los dos. Nos hicieron luchar a los dos. Hacían equipos y decían que nos cambiarían si no peleábamos. Nos hacían pelear con los puños, uno de un lado y otro del otro. Pero estaba bien. No te quedabas solo con esos chicos. Siempre nos estábamos divirtiendo.

El 26 de julio, el teniente Wotherspoon, responsable de los prisioneros chiricahuas en Mount Vernon Barracks, emitió un informe sobre sus condiciones de vida durante el último año).

* El 9 de agosto de 1892, ocho apaches cruzan la frontera entre México y los Estados Unidos y atacan el rancho de Frank Davenport, situado al suroeste de Deming ([Luna County, New Mexico]. Mataron a dos vaqueros [un anglo y un mexicano], saqueando los locales y montando caballos frescos, se dirigieron hacia el noroeste, hacia el Stein’s Peak, en el límite con Arizona. Fueron perseguidos, pero no lograron alcanzarles antes de que se internaran en México.

El 15 de agosto, el cónsul mexicano en Deming informó a su gobierno que unas cuantas familias apaches se habían escapado de la Reserva de San Carlos (Gila, Graham y Pinal Counties, Arizona) y que se habían internado en México, siendo perseguidas por el ejército estadounidense).

* En 1892, unos vaqueros matan en México a un apache libre, no perteneciente a ninguna reserva, que iba provisto de un excelente arco con una aljaba con 40 flechas. (Estos apaches, aunque solían ir armados con rifles, también utilizaban el silencioso arco y flecha. Los mexicanos los llamaban broncos y los estadounidenses bronco apaches.

Los broncos por un motivo u otro no aceptaban la vida de la reserva; la supervisión de los agentes asignados por el gobierno y el control del ejército, que chocaba con su espíritu de individuo libre. Para ellos, peor aún eran los apaches que colaboraban con los representantes del gobierno. Por eso frecuentemente los apaches de las reservas sufrían el desprecio y el odio de los broncos, realizando incursiones contra ellos, matando a quienes encontraban en su camino y llevándose alguna que otra mujer hasta sus escondrijos en Sierra Madre [México]. Los broncos, en solitario o en pequeños grupos, realizaban saqueos en ambos lados de la frontera entre México y Estados Unidos. Incluso, al igual que en el pasado, los gobiernos de los dos países llegaron a negociar un acuerdo para que las fuerzas armadas de uno u otro país, pudieran cruzar la frontera en su persecución. Debido a su reducido número era mucho más difícil dar con ellos que con un grupo más nutrido. La mayoría de ellos ofrecían un aspecto muy diferente al de sus hermanos de las reservas, acostumbrándose a utilizar la piel de ciervo para vestirse y para otros útiles, incluyendo una especie de botines con los que calzaban los cascos de sus caballos para protegerlos que dejaban unas huellas peculiares que revelaban el paso de apaches).

* El 22 de septiembre de 1892, ocho apaches atacan la granja de los Thompson, situada en el Valle de las Cuevas, a unos 48 km al oeste de Colonia Juárez ([municipio de Casas Grandes, Chihuahua]. Hans Thompson estaba ausente. Los apaches, presuntamente dirigidos por Apache Kid, mataron a su esposa Karen y a su hijo Hiram, e hirieron a otro hijo, Elmer, para después llevarse un botín de enseres domésticos y el ganado.

Habían detectado un pequeño grupo de apaches cerca de Colonia Juárez, a un lado de las faldas de la Sierra Madre, yendo hacia el sur, por donde habían estado robando ganado. Un grupo de hombres formado por mexicanos y mormones los siguieron, pero perdieron el rastro y concluyeron que habían regresado a los Estados Unidos. Dado que los apaches no se veían con mucha frecuencia por ese lado de la Sierra Madre, pensaron que habían venido de las reservas estadounidenses, terminando la alarma.

Los Thompson eran mormones daneses. Su granja estaba cerca de las de otras familias mormonas  separadas por varios kilómetros. La familia Thompson se componía de los padres, Hans y Karen; Annie, de 6 años, y algunos hijos, de los cuales Hiram y Elmer eran los dos más jóvenes. Hans era polígamo, con otra esposa, Jensine, viviendo en el pueblo de Colonia Juárez, en el valle que está a unos 50 km, frecuentando las dos casas. Los mormones vecinos se ayudaban entre sí en las granjas. Era tiempo de cosecha y Hans se encontraba en otra granja con sus hijos mayores. Karen estaba dentro de la casa. Elmer, de 14 años, y su hermano Hiram, de 17, estaban en el granero trabajando. Annie llevaba un tonel de cobre a la casa. De repente gritó: ¡Hiram, Elmer, mirad!. Apareció un apache en la esquina del granero y disparó a Hiram, cayendo herido. Elmer corrió hacia la casa donde estaba su madre, pero otro apache le disparó con su rifle en el pecho cayendo al suelo. El primer apache disparó de nuevo a Hiram. Annie corrió hacia la casa a buscar a su madre Karen, quien salía fuera. Dijo: Cojan lo que quieran. No derramen sangre, por favor. Un apache dijo en inglés: Nos gusta derramar sangre, disparándola en el estómago. Karen se llevó las manos al abdomen y tambaleándose, se sentó en el banco que había fuera de la casa, tapando con la falda a la pequeña Annie, que estaba agazapada, escondiéndola.

Sin ser visto por los apaches, Elmer se levantó y se escondió en el gallinero. Llegaron varias mujeres de la banda apache encontrando a Karen sentada en el banco. Entonces cogieron unas piedras grandes y la golpearon con ellas la cabeza, la cara y sus manos, hasta que cayó al suelo inmóvil. Entonces descubrieron a Annie, quien salió corriendo. Uno de los apaches la pegó en las piernas con una correa de cuero, tirándola al suelo. Annie se quitó el gorro que llevaba defendiéndose con él, lo que provocó las risas de los apaches. Se olvidaron de ella y continuaron con el pillaje, saqueando la casa, destrozando vajillas, y otras cosas.

Elmer le hizo señas a Annie para que fuese al gallinero, en donde se escondieron juntos, esperando ser descubiertos y asesinados, o algo peor. Pero eso no ocurrió. Los apaches se fueron de repente, llevándose dos quesos grandes y algunos caballos.

En el granero, Hiram aún estaba con vida, a pesar de los dos disparos. Asintió con la cabeza cuando Elmer le preguntó cómo se encontraba. Elmer y Annie decidieron ir a buscar ayuda a la granja más cercana, a varios kilómetros de distancia. Elmer perdía sangre y no pudo continuar, de modo que Annie continuó sola corriendo. Encontró a su vecino, Robert Vance, por el camino. Varios vecinos fueron en ayuda y otro a avisar al padre Hans a la granja cercana. Elmer, a pesar de haber recibido un disparo en los pulmones, se salvó, pero Hiram y su madre Karen estaban muertos).

* En octubre de 1892, el teniente William Wallace Wotherspoon, responsable de los prisioneros apaches en Mount Vernon Barracks, se dirige a la reunión anual de los Amigos de los Indios en la Conferencia del Lago Mohonk en New York. (Explicó a la audiencia que los chiricahuas tuvieron que ser trasladados a Mount Vernon para su asentamiento permanente. También criticó el programa de alistamiento, siendo perjudicial para su integración en la civilización euro americana. El tiempo que pasaron como soldados no aprendieron las habilidades necesarias para vivir como personas independientes).

1893

* En febrero de 1893, el capitán George W. Davis es encargado de resolver el problema de los prisioneros chiricahuas.

* En marzo de 1893, Charles C. Painter, de la Asociación por los Derechos de los Indios, llega a Mount Vernon ([Mobile County, Alabama. El teniente Wotherspoon le informó que no se podía hacer nada más por los apaches, estando los dos de acuerdo en reubicarlos en North Carolina. Los miembros del gobierno debatieron la situación de los soldados apaches que habían cumplido tres años en la compañía I, del 12º de Infantería. ¿Les devolverán la libertad o volverán a ser considerados como prisioneros de guerra? El presidente Cleveland [reelegido por segunda vez] no mostró ningún interés por su situación).

* El 12 de marzo de 1893, Dutchy y Elmer Ditoen, mueren en Mobile (Mobile County, Alabama) a manos de dos soldados blancos, tras una pelea en el que todos habían bebido. (Elmer Ditoen y Eric Spitty, miembros de la compañía I, y Fritz Dutchy [había sido licenciado deshonrosamente por su conducta problemática debido a la bebida], caminaban borrachos de regreso al pueblo, desde la estación de Mount Vernon. En el camino, Spitty se derrumbó, pasando junto a ellos dos soldados blancos del 12º de Infantería, Michael Cooney y W. H. Wise, con quien Dutchy se había peleado pocos días antes, amenazando con matarlo con un cuchillo. Pronto se desarrolló una pelea, Ditoen tenía un bastón y Dutchy blandió un palo de madera. Cooney evitó un golpe de Dutchy, mientras Wise le quitó el palo, golpeándole violentamente en la cabeza, derribándolo, y haciendo lo mismo con Ditoen. Spitty, se recuperó, trató de intervenir, pero tuvo que huir. Los dos soldados blancos volvieron a su cuartel. Ditoen quedó muerto en el suelo y Dutchy, después de intentar levantarse, cayó sin vida junto a un árbol. Los dos soldados blancos fueron arrestados, borrachos, por el oficial de guardia, yendo al lugar de la pelea, encontrando el cuerpo sin vida de Dutchy, pero posteriormente fueron declarados no culpables al considerar que actuaron en defensa propia. Sometidos a consejo de guerra, fueron expulsados del ejército. Dutchy fue enterrado por sus familiares en un bosque cercano a Mount Vernon. El jueves, 23 de marzo de 1893, el periódico de Easley [Pickens County, South Carolina], The Pickens Sentinel publicó la noticia). 

* El 6 de julio de 1893, la revista médica Boston Medical and Surgical Journal publica un estudio realizado por William C. Borden, capitán médico del ejército de los Estados Unidos, titulado The Vital Statistics of an Apache Indian Community, donde describe la situación sanitaria de los apaches, causada por el repentino traslado al que se vieron sometidos desde su entorno natural, árido y seco, a otro más húmedo. (Este estudio contiene datos de cinco años, desde el 1 de julio de 1887 al 20 de junio de 1892, recopilados por Borden de los informes oficiales del puesto de Mount Vernon Barracks [Mobile County, Alabama], mientras estaba allí destinado durante el verano de 1892.

Las características más llamativas de esta tabla son las tasas de natalidad y mortalidad excesivamente altas. Para el Dr. Borden hay dos causas principales. Una, la gran libertad de unión entre los sexos; la otra, la práctica de la poligamia. Estos dos hechos son suficientes para explicar por qué la tasa de natalidad es tan alta, mientras que el número de los hombres es mucho más pequeño que el de las mujeres. Cuando las mujeres se acercan a la menopausia, los hombres toman esposas más jóvenes y, por lo tanto, todas las mujeres tienen la misma oportunidad de tener hijos que una comunidad civilizada” donde los sexos son iguales en número. Al comparar esta tasa de natalidad con la de una comunidad civilizada”, en consecuencia, debe tenerse en cuenta que en tal estado polígamo el número de nacimientos permanecería constante. Un aumento de hombres no aumentaría el número de nacimientos, pero disminuiría la tasa de natalidad. 

La tasa de mortalidad durante los cinco años fue incluso más alta que la tasa de natalidad. Las principales causas de muerte se muestran en esta tabla. Entre las otras causas de muerte estaban la vejez, la peritonitis, la neumonía, la tosferina, etc. Treinta y dos de las 39 muertes por enfermedades diarreicas eran niños. La mortalidad infantil era alta porque los niños, después de ser destetados, eran alimentados con alimentos para adultos.

Es bastante probable que la alta tasa de mortalidad por tuberculosis se debiera al cambio de su modo de vida. De una vida libre en un ambiente seco, los chiricahuas fueron llevados a una vida de encierro en un ambiente húmedo. Tal cambio solo puede lograrse con seguridad mediante una adaptación gradual. Borden afirmó que la tuberculosis era el resultado de un cambio repentino).

* A finales del verano de 1893, el capitán H. C. Bowen, del 5º de Infantería, que conocía bien a Gerónimo, lo invita a sus dependencias en Mount Vernon Barracks. (Bowen aprendió a querer y a respetar al viejo guerrero. Solía estar con él y con el intérprete, el Sr. Wratten, en mi casa con bastante frecuencia, y a base de pipas y tabaco, porque el anciano rechazaba los puros y cigarros, tuvimos muchos charlas. Me contó gran parte de su vida de niño y de joven, pero tenía poco que decir de los últimos años).

Una pareja que estuvo visitando durante dos meses a la hija de Bowen, se reunió con frecuencia con Gerónimo. Él, Joseph Edgerton, escribió una larga descripción de los apaches en su periódico local en New York, llamándolo líder con carácter, ya no es un salvaje en apariencia o vestimenta).

1894

* En 1894, varios jefes apaches mescaleros y lipanes forman parte de la policía de la Agencia Mescalero.

* En 1894, el gobierno de los Estados Unidos debate sobre el estado de los apaches que habían pasado tres años en la compañía I del 12º de Infantería. (¿Devolverles la libertad o seguir siendo prisioneros de guerra?).

* En enero de 1894, el antiguo Agente de San Carlos, John Philip Clum visita a Gerónimo en Mount Vernon Barracks. (The Washington Evening Star publicó el 29 de enero: El Sr. John P. Clum, del Departamento de Correos, que recientemente pasó algún tiempo en el campamento de los apaches renegados en Mount Vernon Barracks, Alabama, estaba anoche en el vestíbulo del ‘Willard Hotel’. A un periodista del ‘The Star’, dijo: Mientras estuve en Alabama, me tomé un día libre y visité a los apaches, que ahora están detenidos como prisioneros de guerra en Mount Vernon Barracks. Sí, vi a Gerónimo, pero él no estaba encadenado. No insistió en mantener las esposas como las que le puse en Ojo Caliente. Se las quitaron poco después de que dejara la Agencia en el 77. Tú conoces su historia posterior. Dejó la reserva dos o tres veces parta hacer incursiones. En 1881 y 1885 yo estuve con grupos de ciudadanos que siguió su rastro hasta la frontera mexicana. En 1886, al final se rindió al general Miles, cuando él y todo su banda de renegados, hombres, mujeres y niños, fueron enviados a Florida. Más tarde fueron trasladados a su ubicación actual en Alabama. Siempre he sostenido que el viejo renegado merecía un castigo mucho más severo que el que recibió; pero esa es otra historia, como diría Kipling.

La mortalidad entre estos indios durante un año o dos, después de su traslado de Arizona, fue muy grande, y se hizo muy poco para mejorar su condición hasta hace unos tres años, cuando fueron puestos bajo el cuidado del capitán Wotherspoon del ejército regular. Es cierto que estos indios son renegados apaches exiliados, pero era deber del capitán Wotherspoon recibirlos como prisioneros de guerra de una nación civilizada, y su manejo inteligente y humano de esta pequeña colonia de hombres rojos y los resultados beneficiosos ya asegurados no pueden ser muy elogiados. Los indios han sido ubicados en un campamento permanente o asentamiento en una cresta a aproximadamente a 800 metros al oeste del puesto militar. Se han construido 75 casas, y cada familia india ahora cuenta con un hogar confortable. Cada casa está dividida en dos salas, una de las cuales es una amplia cocina y, en la otra, una cómoda chimenea. El mobiliario es simple, pero adecuado y suficiente.

Fui invitado a inspeccionar varias casas y me sorprendí por la absoluta limpieza necesaria observada por estos indios. Todos los sábados es el día de limpieza de la casa, y cuando la inspección oficial se realiza cada domingo por la mañana, no hay suficiente polvo para ensuciar un guante blanco. Las mujeres hacen trabajos de lavandería loables, y la ropa de cama y todos los vestidos están escrupulosamente limpios. Los indios han adoptado la manera de vestir civilizada, y los hombres se cortan el pelo. Me dijeron que el corte de pelo era completamente voluntario. En materia de limpieza personal, todos los indios deben bañarse al menos una vez por semana, y me informaron que Naiche y uno o dos de los soldados indios toman su baño diario con tanto cuidado, regularidad y evidente satisfacción, como el más exquisito de los famosos ‘400’ [?]. Esto es ciertamente un marcado contraste con la salvaje vida de un renegado.

Por cierto, ‘dijo el Sr. Clum,’ hay algunas páginas interesantes en la historia de este joven jefe Naiche. Su hermano, Taza, está enterrado aquí en el cementerio del Congreso. Taza estuvo aquí conmigo en 1876 y murió de neumonía. Naiche muestra una disposición a los problemas pulmonares. El padre de estos muchachos era Cochise, el valiente y viejo guerrero de quien toma el nombre el Cochise County, en Arizona.

La compañía ‘I’ del 12º de Infantería, U.S.A., ha sido alistada con estos indios, que está comandada por el capitán Wotherspoon, y Naiche es el sargento 1º. Las dependencias de la compañía, el comedor, la sala de juegos y el gimnasio se encuentran cerca de las casas y forman parte de la aldea india. Se observa una estricta disciplina militar con esta compañía, manifestándose un perfecto orden y limpieza. La compañía practica una vez, a veces dos veces al día, y se dice que es competente en el manejo de las armas y en el despliegue de la compañía. Todas las órdenes se dan en inglés. Una vez a la semana, esta compañía india realiza ejercicios con tropas blancas en maniobras de batallón.

Hay un calabozo en el asentamiento, y todo indio insubordinado es arrestado por soldados indios y todos los prisioneros están custodiados por ellos. Gerónimo ahora ocupa el puesto de juez de paz, y todos los casos de delitos menores son juzgados por él. Sus decisiones han creado general satisfacción. Él ha sentenciado a algunos a seis meses en el calabozo, que es, creo, el mismo tiempo que el anciano ha estado confinado, él mismo, en cualquier tiempo. Hay una buena escuela adyacente al asentamiento, bajo la dirección de dos maestros eficientes, donde se les ofrece a todos los niños las ventajas de una educación en inglés. Alrededor de 50 de los niños de esta colonia están ahora en la escuela de Carlisle.

Estos prisioneros de guerra indios están prácticamente en libertad condicional. No están confinados o protegidos, y se les permite ir y venir cuando y donde lo desean, siempre que su conducta sea la adecuada. Como he dicho antes, la disciplina es impuesta por los propios indios. A los hombres se les permite hacer ejercicio por el día siempre que puedan encontrar empleo, y algunas mujeres lavan para los soldados.

Los soldados indios, por supuesto, reciben la paga y las prestaciones habituales de los demás soldados. Muchas de las mujeres hacen abalorios y cestas, y el viejo Gerónimo recoge un dólar vendiendo fotos suyas y pequeños arcos y flechas, que adorna con su nombre. Me regaló uno de estos arcos, debidamente autografiados, y dos pequeñas flechas, pero carecían de la punta afilada utilizada anteriormente por los apaches en los antiguos senderos de Arizona. Este diminuto conjunto de armas de juguete fue presentado como una buena ofrenda por ‘Gerónimo, el juez de paz’, y contrastaba decididamente con la escena de Ojo Caliente, hace 17 años, cuando arranqué esa mortal arma de las garras deGerónimo, el renegado’.

Varios otros jefes indios, bien conocidos en Arizona y New Mexico, están en Mount Vernon. Entre ellos están Nana, ahora casi ciego, y Chihuahua, que es reconocido como el ‘dandy’ y el político del campamento.

Las ‘adquisiciones’ más recientes de la colonia son el Capitán Chiquito y mi viejo amigo Eskiminzin, cuya historia es tan interesante como triste. Puedo hablarte de él en otro momento. Creo que Eskiminzin es prisionero de guerra por una interpretación errónea de los hechos, y estoy satisfecho de que el capitán Wotherspoon comparta esta opinión conmigo. Eskiminzin está ahora a cargo de los jardines de los indios, y su próspera condición refleja gran crédito en su inteligencia y trabajo duro.

El futuro de esta colonia india es un asunto de mucho interés. Los niños que vinieron con los renegados hace ocho años ahora son hombres y mujeres jóvenes, y muchos niños han nacido desde entonces. No tienen posesiones, ni responsabilidades, ni obligaciones, excepto la de una conducta personal ordenada. Esta no es una condición satisfactoria o deseable. Piden granjas para administrarse a sí mismos y adquirir posesiones e independencia. Se debe dar algún paso de esta clase. Las ofensas de los padres no deben ser sufridas por los niños. Los apaches son indios de las montañas, y no les gusta esa parte forestal de Alabama, donde solo pueden ver en una dirección, y es en línea recta.

* En febrero de 1894, el subteniente William Weigel, del 11º de Infantería, toma el mando de la compañía de Exploradores Apaches, estacionada en San Carlos. (El ópata Merejildo Grijalva, antiguo cautivo de Cochise, seguía prestando sus servicios en el ejército estadounidense).

* El 24 de marzo de 1894, el general Oliver Otis Howard visita Mount Vernon con el objetivo de transferir la jurisdicción sobre los apaches del Departamento de Guerra al Departamento de Interior, lo que, al final, no se produce. (El Departamento de Guerra buscaba cerrar las instalaciones para reducir costos. Howard recomendó que los apaches fueran reubicados en una reserva, en el Oeste. El general John M. Schofield estuvo de acuerdo, pero determinó que no podía ser en Texas, New Mexico o Arizona. El Departamento de Guerra sugirió Fort Sill [Lawton, Comanche County, Oklahoma]).

* El 1 y 2 de abril de 1894, Gerónimo intenta quitar a George Wratten como traductor de los prisioneros chiricahuas. (Daniel C. Lamont, Secretario de Guerra en la segunda administración de Cleveland, visitó Mount Vernon. Gerónimo se acercó directamente a él, pidiéndole licenciar a George Wratten, el hombre más responsable para llevar los asuntos de los chiricahuas desde su rendición. No dio ninguna razón, y Lamont ordenó a George W. Russell, comandante del puesto, llevar a cabo una investigación.

Russell llamó a Gerónimo; luego a cada uno de sus testigos, reuniéndolos por separado. Las alegaciones de Gerónimo fueron que, una noche del último invierno, estaba con su esposa en casa de Wratten, diciéndole a este que algunos de los soldados apaches estaban portándose mal, negándose Wratten a escuchar nada. Gerónimo también informó a Wratten que su sueldo venía de él, no del gobierno. Afirmó, además, que el general Miles, en la concesión de su solicitud para permitir a Wratten ir al este con los prisioneros apaches, les había dicho que cuando quisieran que Wratten se fuera, tendría que irse. A estas alegaciones, Gerónimo añadió insolencia y presión a todos los chiricahuas, tanto hombres como mujeres. Russell informó de las acusaciones a Wratten, refutando cada una de ellas por escrito. Russell también entrevistó a cada uno de los testigos de Gerónimo, y ninguno dijo algo que tuviera que ver con el caso. Las indagaciones determinaron que la honestidad, paciencia y fidelidad de Wratten estaban fuera de toda duda y que su despido sería una gran injusticia para él y una grave pérdida para el gobierno. En cuanto a Gerónimo, Wotherspoon, ya ascendido a capitán, informó que siempre quiso tener reuniones y entrevistas para realzar su prestigio.

Gerónimo se reunió con tantos apaches como pudo, declarando que Wotherspoon había dejado de detener a los apaches que bebían y que debía emplear a Gerónimo con un sueldo para hacer eso. Cuando Wotherspoon se negó, al día siguiente Gerónimo se emborrachó y acabó en el cuerpo de guardia. Wotherspoon admitió que había cometido un gran error al restaurar la competencia de Gerónimo. El 14 de mayo, el comandante Russell recibió la decisión del Secretario de Guerra, Daniel C. Lamont: Diga a Gerónimo que sus quejas eran caprichosas y que Wratten seguiría trabajando allí mientras sus servicios fuesen necesarios.

¿Cómo explicar la personalidad contradictoria de Gerónimo, basándose enteramente en fuentes estadounidenses? ¿Pudo haber existido dentro de su psicología, uno de sus ocasionales cambios de humor, un rasgo paranoico, como a veces tuvo en el pasado?. Que estaba comportándose de una manera y ocultar otra parece improbable. En la raíz pudo haber sido una lucha para disminuir el poder y la influencia de Wratten entre los apaches. Gerónimo pudo haber estado tratando de mejorar su autoridad. Este incidente, como en el pasado, apunta a la personalidad contradictoria de Gerónimo, hazañas brillantes seguidas de un liderazgo deficiente. Otras fuentes indican que Gerónimo quería reemplazar a Wratten reemplazarlo por un estudiante apache recién llegado de la Escuela Industrial India de Carlisle [Cumberland County, Pennsylvania], posiblemente Asa Daklugie).

* El 18 de abril de 1894, se suicida Hugh Seeltoe, soldado chiricahua de la compañía I, en Mount Vernon Barracks ([Mobile County, Alabama]. Aparentemente, en un ataque de celos, disparó a su mujer Belle Nicholas [también llamada Big Belle], hiriéndola dos veces. El soldado chiricahua Arthur Nahtoahghun que estaba cerca, acabó muerto por los disparos. Luego, Seeltoe se quitó los zapatos y apuntando a su cabeza, disparó. Al estar en servicio activo fue enterrado en el Mobile National Cemetery. Belle Nicholas se recuperaría, casándose con Burdett Tsisnah. Toclanny, Kenzhenna y Zele habían tratado de mediar sin éxito).

* El 19 de abril de 1894, la ley que obliga al Secretario de Guerra a reubicar a los apaches en Fort Sill se incluye en la Ley de Asignaciones del Ejército para 1895. (El proyecto de ley pretendía autorizar al Secretario de Guerra a llevar a los apaches a cualquier reserva militar que estimase oportuno. La aprobación de la Ley de Asignaciones del 2 de agosto de 1894, derogó la prohibición de reubicar a los apaches en Territorio Indio [Oklahoma]).

* El 5 de julio de 1894, el teniente Wotherspoon, a cargo de los prisioneros apaches en Mount Vernon (Mobile County, Alabama), hace un informe sobre los padres apaches, los niños y su educación.

* El 1 de agosto de 1894, el médico Charles LeBaron informa sobre la salud que tienen los apaches en Mount Vernon (Mobile County, Alabama) de 1891 a julio de 1894.

* En agosto de 1894, el presidente estadounidense Stephen Grover Cleveland firma el proyecto de ley del traslado de los prisioneros chiricahuas a Fort Sill ([Lawton, Comanche County, Oklahoma]. El 29 de agosto, el general Miles [comandante del Departamento de Missouri] envió al teniente Hugh Lennox Scott y al capitán Marion Perry Maus para informar a los apaches en Mount Vernon [Mobile County, Alabama], actuando de traductor George Wratten. Scott tomó notas de la reunión. Se les pidió opinión a los apaches sobre su traslado. Lo qué pasó por sus mentes, nadie lo dijo. Solo Nana demostró estar aferrado a las viejas costumbres. Gerónimo, Chihuahua y Kaahteney, entre otros, dieron su opinión. Chihuahua pidió de nuevo que sus hijos volviesen de la Escuela Industrial India de Carlisle.

El Departamento de Guerra asignó 15.000 $ para los gastos, usándose el dinero para materiales de construcción, animales de granja, suministros y maquinaria agrícola, y otros artículos que se consideraron necesarios para el mantenimiento de los apaches). 

* El 9 de septiembre de 1894, Chappo Gerónimo muere de tuberculosis en Mount Vernon (Mobile County, Alabama), después de haber regresado de Carlisle. (El 7 de agosto, el capitán Richard Henry Pratt, Superintendente de la Escuela Industrial India de Carlisle, licenció a Chappo por su enfermedad y lo envió a Mount Vernon. A principios de septiembre, cuando los apaches estaban haciendo los preparativos para el viaje a Fort Sill, la tuberculosis llevó a Chappo al hospital del puesto. El médico lo diagnosticó como muy enfermo. Murió poco después, siendo enterrado en el Mobile National Cemetery [Mobile County, Alabama]).

* En septiembre de 1894, el capitán Marion Perry Maus, un veterano de la campaña de Gerónimo, visita Mount Vernon. (Maus elogió a los soldados apaches por su eficiencia, felicitando a varios de los guerreros que habían luchado contra él en la campaña de Sierra Madre de 1886. Entre ellos estaba el sargento 1º Naiche, liderando con eficacia a los soldados chiricahuas.

El 18 de septiembre, el general Oliver Otis Howard preparó la orden de reubicar a los chiricahuas en Fort Sill. Una lista de los presos y sus características se preparó para cerrar el proceso, pero surgió la duda de qué hacer con la compañía apache, ya que los soldados estaban considerados como prisioneros de guerra, pero eran miembros del ejército regular. De cara al futuro, Wotherspoon dudaba de que los miembros de su compañía, una vez licenciados, pudieran competir laboralmente con personas blancas al este del río Mississippi, pero a la vez, sentía que los hombres no debían volver al estatus de prisioneros de guerra. Por lo tanto, su deseo era que todos alcanzasen pronto la libertad.

Robert Patterson Hughes, Inspector General del Ejército, apoyó la libertad de, al menos, 31 de los 41 apaches que quedaban en la compañía “I”. Elogiando su historia, Hughes señaló que solo 10 hombres de la compañía habían estado con Gerónimo en 1886, mientras que los otros habían sido injustamente declarados como prisioneros de guerra simplemente por ser apaches. Recomendó la libertad inmediata para 31 de los soldados y lo mismo para los otros 10, al terminar su alistamiento. El general Howard también apoyó al regreso de los apaches al oeste, donde al ser dados de alta podrían servir como exploradores del ejército y policías de la reserva.

El 2 de octubre, 305 chiricahuas [en 1888 había en Mount Vernon 389] partieron en tren, acompañados por la compañía “I”, del 12º de Infantería, al mando del subteniente Allyn Capron. Cerca de 45 apaches seguían en la Escuela Industrial India de Carlisle; en el Hampton Institute [Hampton County, South Carolina]; y en otros lugares del este.

El 4 de octubre, los chiricahuas llegaron en tren, vía Fort Worth [Tarrant County, Texas] a Rush Springs [Grady County, Oklahoma] en 10 vagones de pasajeros. Al bajar del tren oyeron aullar a lo lejos a unos coyotes, comenzando las mujeres a llorar porque habían pasado ocho años sin oír esos sonidos tan cercanos. Eugene Chihuahua describió los sentimientos de los prisioneros a su llegada: “Pudimos ver las montañas. No eran altas como las nuestras, pero eran montañas. Había árboles, y no tuvimos que subir uno para ver el sol. Había agua en el arroyo, agua clara y brillante de la montaña. Había frijoles de mezquite, y comenzamos a recolectarlos y desgranarlos. No habíamos visto uno desde que nos llevaron a Florida. Recogimos varias bolsas de ellos. Y había ciervos, no tantos como en Turkey Creek, pero muchos… Lo mejor de todo era escuchar a los coyotes aullar, y también el canto de las codornices. Y el olor a salvia fue bueno para nosotros. Viajaron 48 km en carros hasta Fort Sill [Lawton, Comanche County, Oklahoma]. 

Había preocupación en Fort Sill por si los chiricahuas podrían intentar huir y regresar a sus territorios de origen. El temor se vio agravado por el trato que habían recibido en Florida y en Alabama. Antes de la llegada de los apaches a Fort Sill, Hugh Lennox Scott [nuevo responsable de los prisioneros chiricahuas] preguntó a un apache mescalero que vivía con los comanches, dónde estaban los pozos de agua y el camino a la reserva de Mescalero. Scott creía que si los apaches iban a huir, su destino sería New Mexico, principalmente porque en 1889, 12 apaches mescaleros recibieron permiso para ir a la Reserva Mescalero. Scott envió copias de un mapa para el comandante del Departamento en caso de necesitar tropas para interceptar a los apaches. Cuando llegaron a Fort Sill, les advirtió que mejor sería que no trataran de escapar porque los comanches eran mis amigos, no vuestros, y me dirían por dónde iríais, y yo os dispararía nada más veros.

El 7 de octubre, los prisioneros de guerra chiricahuas se instalaron en Fort Sill. La actitud de los ciudadanos de Oklahoma por su llegada se refleja en el diario Minco Minstrel, de la localidad de Minco [Grady County, Oklahoma)]: Gerónimo y su banda llegó ayer a Rush Springs en una caravana especial de 12 carros, escoltados por la compañía ‘I’ del 12º de Infantería, al mando del subteniente Allyn Capron. Cuando llegaron a Fort Sill fueron instalados por el capitán Marion Perry Maus y por el teniente Hugh Lenox Scott, tras lo cual, este último asume la supervisión sobre ellos… Sí, aquí vamos a ver al rey de los asesinos y al príncipe de la destrucción, ahora famoso por la adulación sentimental de fanáticos y desacertados filántropos. El viejo diablo [Gerónimo] debería haber sido ahorcado 15 años atrás. En cambio, se le dio una real recepción en Fort Worth, con cientos de idiotas dispuestos a inclinarse ante la realeza, no importa de qué forma.

Además de la gente del puesto, había varios cientos de comanches, kiowas y Kiowa-Apaches viéndoles bajar de los carros. La caravana se detuvo a unos 3’2 km al nordeste del puesto, donde Gerónimo tendría, en el futuro, su poblado. Los apaches estaban hambrientos, desaliñados y apáticos. Los comanches, kiowas y Kiowa-Apaches vieron que no tenían ganado, ni siquiera perros, llevando su poca ropa y sus pertenencias personales. Intentaron conversar con ellos por medio del lenguaje de signos, pero los apaches no entendían nada. Ambas partes tenía algún muchacho que había estado en la Escuela Industrial India de Carlisle [Cumberland County, Pennsylvania] consiguiendo entenderse en inglés).

* En octubre de 1894, el ejército estadounidense abandona Fort Bowie. (En ese momento, la guarnición la formaban las compañías “B” y “I”, del 2º de Caballería.

Apache Pass fue llamado por los españoles Puerto del Dado, porque pasar por allí y sobrevivir era cuestión de suerte, debido a los apaches chiricahuas. Era un paso de montaña de 1.560 metros de altura, entre las Dos Cabezas Mountains y las Chiricahua Mountains, situado a unos 32 km al este de Willcox [Cochise County, Arizona].

Debido a su estratégica ubicación y a la existencia de una importante fuente de agua, los estadounidenses erigieron Fort Bowie en 1862. Al principio era más un campamento temporal que un puesto militar permanente. En 1868, construyeron el segundo Fort Bowie, en una meseta a unos 460 m al este. A partir de entonces, fue el punto central de las operaciones militares que los estadounidenses desarrollaron contra los chiricahuas, culminando con la rendición de Gerónimo en septiembre de 1886. Desde Fort Bowie la banda de Gerónimo y Naiche fue llevada a la estación de Bowie, distante unos 21 km de Fort Bowie, para ser enviada a Florida.     

En la fotografía se ve a cuatro soldados apaches del ejército regular [no exploradores], miembros de la compañía “I”, del 10º de Infantería, en Fort Bowie. La fecha de la fotografía es desconocida pero tuvo que ser antes de abril de 1893, cuando la  compañía “I”, del 10º de Infantería, abandonó Fort Bowie para ir a otro destino). 

* A finales de 1894, el pintor Henry Farny se reúne con Gerónimo en Fort Sill. (Pintó un retrato en la que aparece la firma de Gerónimo).

1895

* El miércoles, 9 de enero de 1895, el periódico de Los Angeles (Los Angeles County, California), Los Angeles Herald publica un artículo titulado Un lote de apaches. (El artículo decía: Ayer por la mañana, desembarcaron en la isla de Alcatraz, 19 indios apaches acusados de asesinato. El artículo identificaba, erróneamente, a 19 hopis que habían sido arrestados en Orayvi [Navajo County, Arizona] en noviembre del año anterior. El artículo estaba lleno de estereotipos raciales, como asesinos y astutos pieles rojas que se negaban a vivir de acuerdo con las normas civilizadas del hombre blanco. Para muchos ciudadanos de la lejana California, era fácil confundir a cualquier nativo de Arizona con los temidos apaches).

* En enero de 1895, Hugh Lennox Scott es ascendido a capitán, estando a cargo de los prisioneros apaches, ayudado por el teniente Allyn Capron. (Scott les organizó un campamento en lo alto de una pequeña loma. La temporada estaba demasiado avanzada para erigir casas, por lo que los apaches construyeron wickiups que cubrieron con lonas. Con ellos estaba su intérprete George Wratten, quien acompañó a la banda desde su captura en Arizona. El ganado que trajo el capitán Scott eran vacas, cerdos, pavos y pollos. A los apaches les costaba criar a los cerdos, lo hacían un poco mejor con los pavos y los pollos; en cambio, con las vacas lo hacían muy bien junto con los pocos caballos que tenían. Los apaches no podían vender el ganado asignado. Se encargaba de ello un oficial que daba parte del dinero a los prisioneros, colocando el resto en un fondo común que servía para comprar víveres, herramientas, mobiliario, etc. En una visita del general Miles a Fort Sill, Gerónimo le pidió que tuviese en cuenta su edad a la hora de trabajar. A partir de entonces se encargó de preparar forraje y cuidar el ganado.

Los hijos de los apaches eran llevados a la escuela de nuevo mientras los adultos eran mantenidos bajo vigilancia militar. Varios apaches regresaron de la Escuela Industrial India de Carlisle, entre ellos, Asa Daklugie y Jason Betzinez. [Asa Daklugie, hijo de Juh, y sobrino [en realidad primo 2º] de Gerónimo, diría años más tarde: “Solo hubo una cosa buena al ser enviados a Florida y ser prisioneros de guerra durante 27 años, y es que los exploradores apaches también fueron detenidos y trasladados, sufriendo el mismo castigo que los apaches combatientes, y probablemente más. Tuvieron que soportar el desprecio y antipatía de su gente durante todo ese tiempo. Los descendientes dijeron, en la década de 1950, del persistente odio y las disputas que había, siete décadas más tarde, entre los descendientes de los apaches, exploradores y renegados].

* A mediados de junio de 1895, con la llegada del buen tiempo, Scott pone a los prisioneros apaches a trabajar cortando tablas y haciendo casas. (Los repartió en pequeños poblados dispersos por varias zonas, nombrando un jefe en cada uno, los mismos jefes apaches que estuvieron alistados en la compañía “I” del 12º de Infantería, cuando estaban en Mount Vernon Barracks [Mobile County, Alabama]. Gerónimo fue tratado igual que los demás con la intención de que perdiese prestigio a fin de premiar el trabajo y la lealtad más que la destreza guerrera del pasado. A Naiche, el jefe hereditario, se le dio más autoridad que a Gerónimo, aunque este fue una constante fuente de atracción e interés para los blancos. Su reputación como guerrero atraía multitudes donde quiera que fuera. Cada apache tenía su propio campo donde cultivaba hortalizas y cereales. El primer verano de estancia en Fort Sill, los apaches recogieron más de 250.000 melones y sandías, cuyos excedentes vendían al personal militar y en los alrededores.

Gerónimo estaba contento con su huerto, cultivando melones, maíz, patatas y verduras. Sam Kenoi recordó el orgullo que Gerónimo sentía por su jardín: De vez en cuando cogía una sandía, la cortaba debajo de un árbol y decía: ‘Vamos chicos’. Le gustaba bastante la sandía. Solía decirles a los chicos: ‘No fuméis hasta que hayáis cazado un coyote a pie, chicos. Es una vieja costumbre apache. Con 71 años, cuando llegó a Fort Sill, Gerónimo era considerado por los oficiales, demasiado viejo y cansado para desempeñar los deberes de un explorador, o para ser líder de su gente. Le gustaba su uniforme y lo llevaba con orgullo. Pero no estaba agotado, como demostró en el futuro. Su nombre aún despertaba curiosidad por todo el país, aunque en Fort Sill, la muchedumbre no podía llegar hasta él, como en Florida y Alabama).

* El 3 de diciembre de 1895, un grupo de apaches mata a Horacio Harris Merrill, de 58 años, y a su hija Elizabeth Ann, de 14 años de edad. (Poco después de la puesta del sol, Merrill y su hija Elizabeth, iban de Pima [Graham County, Arizona] a Clifton [Greenlee County, Arizona] viajando en una carreta cuando fueron emboscados a 48 km al este de Pima por un grupo de apaches armados con rifles. Una versión dice que fue Apache Kid; otra que fue Massai

Viniendo de Sonora, Apache Kid fue a la Reserva de San Carlos y Fort Apache, con cuatro chiricahuas para secuestrar mujeres apaches y llevarlas a México. Capturaron a una chica de unos 18 años del clan Ta’ha’ga’idn’ de apaches White Mountain, de Fort Apache, llamada Dja’okinDesde Fort Apache, fueron al río San Carlos, cerca de Rice [Gila County, Arizona] donde vieron a un Tonto Apache y a su mujer trabajando entre la maleza. Apache Kid mató al hombre y se llevó a la mujer, dejándola con sus hombres mientras él iba a ver si había más mujeres cerca.

Nada más irse, los cuatro chiricahuas, que no aprobaron la muerte del Tonto Apache, dijeron a la mujer que se escondiera de ese loco [Apache Kid] para que no pudiera llevársela. Lo hizo entre un montón de hierba que había cerca, justo cuando llegó Apache Kid, quien preguntó dónde estaba la mujer. Los chiricahuas dijeron que se había escapado, pero Apache Kid la encontró escondida entre la hierba. Ella le golpeó con un palo, y los cuatro chiricahuas le obligaron a soltarla. La mujer se dirigió lo más rápido posible a San Carlos para informar al Agente de lo que había ocurrido. Apache Kid y los chiricahuas continuaron por Peridot [Graham County, Arizona], donde capturaron a la hija de John Mahsill, un explorador apache Pinal. Mahsill les persiguió, intentando atrapar con un lazo a Apache Kid, a pesar de no ir armado. Apache Kid le disparó, pero falló y los chiricahuas, temiendo una persecución organizada, liberaron a la chica y se fueron río abajo. Un poco más abajo había un cañón por el que tenían que pasar. Aquí el Agente tuvo que enviar a sus policías Tonto Apaches para tender una emboscada a los cinco apaches. El sargento Tonto Apache les vio venir y obligó a sus hombres a dejarles pasar para no detenerlos. El Agente de San Carlos se disgustó tanto que despidió a todo el grupo. John Mahsill y su esposa Alma-Naltsideskay pertenecían a la banda Pinal Apache).

1896

* El 28 de marzo de 1896, una pequeña banda de cinco a siete apaches procedentes de Sonora, ataca la casa de los hermanos Hands cerca de Cave Creek (Chiricahua Mountains, Cochise County, Arizona), estando solo el hermano menor Alfred, de 21 años, a quien matan. (Alfred era el menor de tres hermanos. Cada uno tenía una cabaña junto al Cave Creek. Alfred tenía un cartel electoral con los nombres de los candidatos republicanos de las elecciones de 1888 colgado en la pared para decorar su cabaña. Alfred se quedó solo en su caseta después de que sus hermanos se habían ido a Pearce [Cochise County, Arizona]. Alfred tenía 21 años, con estudios universitarios, según un relato periodístico. Estaba trabajando en una ecuación de cálculo en su pizarra cuando la dejó y fue a atender a las cabras cuando se encontró con un grupo de cinco a siete apaches. Según el relato de los que le encontraron, estaba cortado en pedazos. Es el último estadounidense muerto por apaches en Arizona, los cuales formaban parte de una banda que probablemente vivía escondida en las montañas de la Sierra Madre del norte de México. 

Tras la muerte de Alfred, el teniente Nathan King Averill, del 7º de Caballería, salió tras ellos pasando por el rancho de John Slaughter, uno de los mayores ranchos ganaderos de Arizona, situado en San Bernardino, a 72 km al este de Bisbee [Cochise County, Arizona]. Parte del rancho se encontraba en México. Según Slaughter, estaba acostumbrado a que forajidos mexicanos robaran su ganado, muchos de los cuales lo pagaron con su vida. Pero los apaches eran otro tema a pesar de ser un buen rastreador, ya que había sido sheriff del Cochise County durante dos épocas, pero ahora necesitaba la ayuda del ejército. Se formó un grupo mixto de soldados, exploradores apaches y vaqueros del rancho, en total unos 40 hombres. A principios de mayo de 1896, el capataz de Slaughter, Jesse Fisher, le había dicho que un grupo de apaches estaba acampado en la Sierra de Guadalupe, situada nada más cruzar la frontera con Sonora.

Fueron hacia allí, descubriendo un campamento abandonado. Los exploradores siguieron el rastro hasta otro campamento situado a unos 32 km de distancia. Era el 8 de mayo. Se acercaron sigilosamente al amparo de la obscuridad, pero fueron descubiertos. Por el intercambio de  disparos, los apaches se percataron de que les superaban en número, por lo que huyeron abandonándolo todo. Averill informó que algunos de sus hombres mataron o hirieron a un hombre e hirieron a una mujer mientras el resto huía. Uno de los apaches disparó varias veces desde detrás de un árbol antes de escapar. Slaughter afirmó que fue él quien mató al apache y que ese hombre era Apache Kid [algo bastante improbable. Son varias las personas que se atribuyeron la muerte de Apache Kid].

Cuando los soldados y vaqueros entraron en el campamento, encontraron unos pocos potros y nueve caballos, cuatro de los cuales pertenecían a Slaughter. Había también carne, maíz, frijoles, y además utensilios como hachas, tijeras, agujas e hilo, pólvora negra y herramientas para recargar cartuchos.  

En una de los wickiups, Slaughter encontró a una niña de alrededor de un año. La envolvió en un chal marrón de lana que encontró cerca y la llevó a su rancho. No pasó mucho tiempo antes de que se dieran cuenta de que la camisa que llevaba la niña estaba hecha con el vestido de Elizabeth Merrill. El chal marrón también había sido de Elizabeth. Además, el vestido del bebé estaba hecho con el cartel electoral de tela que los apaches se habían llevado de la cabaña de Alfred Hands.

John Slaughter y su esposa Viola llamaron a la niña, Apache May, por el mes en que la encontraron. Siempre pensaron que su padre era Apache Kid. Otra niña adoptada por ellos, llamada Lola Robles, comenzó a llamarla Pache, que rápidamente se transformó en Patchy. Cuando la llevaban a Tombstone [Cochise County, Arizona] despertaba la curiosidad de la gente. El fotógrafo Camillus Sydney Fly [famoso por sus fotografías de las negociaciones entre Gerónimo y Crook] le hizo varias fotos.  

El 17 de junio de 1896, The publicó una historia sobre los Slaughter y la joven apache: La señora Slaughter y su encantadora hija, la señorita Addie, llegaron hoy a la ciudad desde el Rancho San Bernardino con la pequeña niña apache.

Tan pronto como se supo que la niña estaba en la ciudad, un flujo constante de personas visitó el estudio de Fly para echar un vistazo a la joven cautiva.

‘¿No es linda?’, dijeron cada una de las damas a su vez mientras la joven se sentaba en silencio pero tranquilamente, comiendo un pastel.

Sus facciones estaban cubiertas con la sonrisa más propicia y parecía que le habían hecho cosquillas hasta la muerte, lo que a su vez se contagiaba a las damas presentes.

Es una niña gordita de unos dos o tres años de edad, con una buena cabeza de pelo áspero, negro, ojos enormes y hermosos, y para su tamaño, es fuerte y saludable, y un color de tez que distingue a un apache. ¡La pequeña niña con su elegante vestido rojo, cara limpia y cabello despeinado la hace ver realmente ‘linda’!

La señora Slaughter, quien investigó el asunto y descubrió que su madre no había regresado a la reserva, decidió adoptar y criar a la niña. Toda la familia se ha vuelto bastante apegada a la joven cautiva, y si ella se adapta a la vida civilizada, sin duda recibirá una educación liberal y se educará en la forma adecuada. La señora Slaughter dice que ‘Apache‘, como ha sido bautizada, se muestra amable con su entorno y se ha convertido en la mascota del Rancho San Bernardino.

Todas las personas del rancho adoraban a Apache May pero el que más, John Slaughter. El sentimiento era mutuo. Ella le llamaba Don Juan, siguiéndole a todas partes. Cuando Slaughter salía, ‘Patchy‘ se sentaba en el porche durante horas esperando su regreso. Lo que más le gustaba era montar a caballo con Don Juan.

Desgraciadamente, una fría mañana de febrero de 1900, Apache May y varios niños estaban jugando cerca de un fuego usado para hervir agua en una enorme caldera cuando se cayó o fue empujada al fuego. Su ropa se incendió corriendo aterrorizada, alejándose de la casa del rancho. Willie Slaughter, el hijo mayor de John, producto de un matrimonio anterior, escuchó los gritos y corrió detrás de la niña. Pero cuando Willie pudo sofocar las llamas, Patchy tenía graves quemaduras en gran parte de su cuerpo. Sufrió horriblemente. En un momento dijo a Slaughter: Don Juan, voy a morir. El médico más cercano estaba a unos 75 km, en Bisbee [Cochise County, Arizona], tardando más de 8 horas en llegar. Cuando el Dr. Dudley la examinó, la niña estaba en estado de shock y sus signos vitales eran muy débiles. El doctor dijo a John y Viola que no había esperanza, quedando destrozados. Apache May murió a la mañana siguiente. El capataz Jesse Fisher construyó un ataúd, siendo enterrada en el cementerio de la familia Slaughter, ubicado en el rancho. Su vestido se encuentra en la Arizona Historical Society.

Dos o tres días después del 8 de mayo, el capitán James M. Bell, del 7º de Caballería, ordenó al teniente Sedgwick Rice que saliese de Fort Grant [Graham County, Arizona], con tres exploradores apaches y cuatro soldados. Primero se dirigieron a San Simón [Cochise County, Arizona], y luego al sur a través de las Peloncillo Mountains [Cochise County, Arizona]. Al día siguiente, 12 de mayo, los exploradores apaches detectaron un rastro de cinco caballos, uno de los cuales tenía herraduras de hierro y los otros cuatro estaban calzados con trozos de cuero crudo. Dijeron que dos de los caballos iban montados por mujeres y que solo uno iba montado por un hombre. Estaba oscureciendo, por lo que Rice decidió acampar para pasar la noche. Al amanecer de la mañana siguiente, 13 de mayo, Rice y sus hombres continuaron hacia el sur para girar, el 14 de mayo, al este hacia el Animas Valley [Hidalgo County, New Mexico].  

El teniente Averill llegó hasta donde estaba Rice, informándole que los apaches habían cruzado la frontera a unos 5 km al oeste de Cloverdale [Hidalgo County, New Mexico]. Rice creía que los apaches estaban todavía por la zona, por lo que al día siguiente, 15 de mayo, él y Averill dejaron el campamento y siguieron con 12 soldados, 10 exploradores apaches y cuatro vaqueros, incluidos John Slaughter y su capataz Jesse Fisher. No alcanzaron a los apaches ese día, pero a la noche, mientras los soldados descansaban, Rice envió a los exploradores apaches para intentar encontrarlos. A la mañana del 16 de mayo, los exploradores encontraron el campamento de los broncos en algún punto del Guadalupe Canyon. En esa época, las tropas de los Estados Unidos no podían entrar en territorio mexicano, pero todo indica que el ataque tuvo lugar al sur de la frontera.  

Dos de los exploradores apaches regresaron al campamento de Rice para informarle de la presencia de los apaches broncos. Averill se llevó 12 soldados, tres exploradores apaches y el grupo de cuatro vaqueros, para dirigirse al norte del campamento de los broncos. Una vez allí, Averill dejó un explorador y los cuatro vaqueros para cubrir el lado norte, mientras él, con los soldados y los otros dos exploradores, se separaron para cubrir los lados este y oeste. El teniente Rice tuvo que aproximarse con un soldado y los siete exploradores apaches restantes. A las 04:00 horas del 17 de mayo, Rice estaba a unos 230 metros por encima del campamento apache y en un lugar desde donde tenía una buena visión. Rice esperó hasta el amanecer para atacar, teniendo que esperar unas tres horas. A las 06:00 horas, las mujeres apaches del campamento se despertaron recorriendo el campamento. A esa distancia eran objetivos fáciles, pero Rice había prohibido disparar a las mujeres, salvo en defensa propia, porque los exploradores apaches le habían dicho que las mujeres probablemente se rendirían si los guerreros eran abatidos.

Alrededor de las 07:00 horas, justo cuando amanecía, apareció Atelnietze [un primo o medio hermano de Naiche que, 10 años antes, huyó antes de que Gerónimo se rindiese a Miles en el Skeleton Canyon]. Rice informaría más tarde que Atelnietze había sido avisado por una de las mujeres, quien vio a varios soldados apostados en la ladera de la montaña. Cuando Averill estaba ordenando a un sargento y a dos soldados ir, por un lado, para ir él por el otro para llegar a la parte trasera del campamento apache, Rice ordenó abrir fuego. Los primeros disparos  alcanzaron a Atelnietze, pero este pudo correr por la ladera de la montaña, a través de una estrecha abertura entre las rocas, seguido por una de las mujeres. Los soldados también dispararon contra Massai, quien se había despertado, huyendo del campamento, mientras las balas impactaban cerca de él.  

Rice confiaba que los apaches que huían se toparían de frente con los hombres de Averill, pero no sabía que este había separado a sus hombres. Averill luego culpó a sus exploradores por no estar dispuestos a acercarse al campamento de los broncos. Citó a uno de ellos diciendo: Sherman Curley se movió muy lentamente y finalmente se negó a seguir adelante, ya sea por miedo o por temor a alarmar a los renegados. Britt W. Wilson, autor de Soldiers vs. Apaches: One Last Time at Guadalupe Canyon” dijo que cuando los disparos hicieron huir a las tres mujeres apaches directamente hacia Averill, Curley las asustó disparando al aire. El relato de Curley fue otro. Dijo que mientras las mujeres corrían hacia él, trató de dirigirlas hacia Averill, pero no pudo verle. Curley pensó que debería abrir fuego no solo para advertir a Averill de la llegada de los hostiles sino para conseguir que el enemigo no huyera. Sea como fuere, las mujeres buscaron refugio detrás de una serie de formaciones rocosas para luego escapar. El informe de Averill culpó a Curley por no haber estado en la posición correcta y por advertir a los broncos con los disparos. Averill también se quejó del explorador apache que dejó con Slaughter y los otros tres vaqueros.

Cuando Rice se dio cuenta de que los hombres huían, solo pudo perseguir a uno, así que siguió el rastro de sangre de Atelnietze. Sin embargo, este escapó y la persecución fue suspendida 48 horas después porque los exploradores apaches le dijeron a Rice que  probablemente el herido moriría a causa de su herida. Rice más tarde ordenó al teniente Bullock seguir buscando a Atelnietze y a los otros apaches que, se creía, habían resultado heridos el 8 de mayo. El periódico “Tombstone Prospector” informaría más tarde que ambos cuerpos fueron encontrados y que la mayoría de las pertenencias de Atelnietze fueron capturadas, incluido su rifle Springfield de 1873, con el cañón acortado, un arco, dos caballos, mocasines y unas polainas manchadas de sangre. Los exploradores apaches también encontraron prendas de vestir que pertenecían a la difunta Elizabeth Merrill y su padre. Todas las pertenencias de Atelnietze fueron cogidas en el campamento, excepto las polainas, que fueron encontradas en una zona de tierra empapada de sangre.  

El 4 de junio de 1896, los estadounidenses recibieron permiso del gobierno mexicano para cruzar la frontera para perseguir a unos apaches. El 21 de junio, el teniente William Yates fue al Cerro El Púlpito [municipio de Bavispe, Sonora] al frente de un pequeño destacamento, cuando se encontró con un campamento apache. Tras el ataque, en el que no hubo ningún enfrentamiento, cuatro guerreros, cuatro mujeres y un niño consiguieron escapar, capturando a una niña de cinco años, un caballo y algunos objetos del campamento. Los periódicos estadounidenses afirmaron que los exploradores apaches habían “advertido” al campamento apache antes de que comenzara el ataque, permitiendo que la mayoría de ellos huyeran.  

Britt W. Wilson dijo que Massai fue emboscado y muerto en septiembre de 1906 por un grupo de mexicanos. Sin embargo, hay quien dice que no era Massai sino Apache Kid, por lo que el área se llamó Apache Kid Wilderness).

* El 19 de mayo de 1896, muere Nana a una edad aproximada de 96 años, siendo enterrado en el Cementerio Apache de Beef Creek (Lawton, Comanche County, Oklahoma) donde también sería enterrada su esposa Nah-dos-te, hermana de Gerónimo en 1907.

1897

* El 17 de febrero de 1897, los jefes kiowas y comanches acuerdan vender más tierras a la reserva militar de Fort Sill ([Lawton, Comanche County, Oklahoma]. Esa tierra era para ser utilizada para fines militares y para proporcionar tierras a los apaches.

El 31 de mayo, desfiló por última vez la compañía “L” del 7º de Caballería, mandada por el capitán Hugh Lennox Scott, entregando su equipo. Esa compañía, compuesta de kiowas y comanches, se había desempeñado bien bajo el mando de su capitán. El Juez Abogado General, Guido Norman Lieber, dijo que debido a su excelente trabajo, todos los chiricahuas deberían ser libres cuando terminara su alistamiento.  

El 11 de junio, se creó un destacamento de 16 soldados apaches, con la paga de explorador del ejército, dándoles uniformes. Entre ellos estaba Gerónimo [estaría hasta el 10 de junio de 1900]. Esa excelente idea iba encaminada a conseguir su lealtad. La compañía apache del teniente Allyn Capron no tenía deberes militares. Vigilaban el campamento chiricahua y, al igual que su gente, trabajaban en la construcción de sus casas y labraban sus huertas, y cuidaban el ganado.

Mientras los chiricahuas trabajaban, sentían que ahora ocupaban la reserva que Miles les prometió en 1886. Ellos no lo sabían, pero una combinación de acontecimientos parecía que iban a volver a ser engañados. Por un lado, reflejando la ferviente demanda de las organizaciones por los derechos de los indios con poder político, la Ley Dawes de 1887 preveía la asignación de tierras a los indios. Por otro, la demanda de tierra por parte de muchos blancos llevó a la compra de toda la tierra “sobrante” de la reserva que no era necesaria para las asignaciones, comprándola antes de que comenzaran a asignar las parcelas.

La Reserva Kiowa-Comanche fue víctima de un acuerdo fraudulento en 1892: la “Jerome Commission” no había conseguido el voto de las 3/4 partes de los varones adultos, como exigía el Tratado de “Medicine Lodge” de 1867. El ejército pretendía, cuando finalmente abandonara Fort Sill, que los kiowas y comanches fueran pagados por la reserva militar y convertirse en una Reserva Chiricahua. La fortaleza solo abarcaba tierras suficientes para asignaciones de 32’37 hectáreas. Así, en 1896, el capitán Scott, junto al agente interino de los kiowas y comanches, el capitán Frank D. Baldwin, negoció con las dos tribus la superficie adicional necesaria. Esos indios confiaban en el capitán Scott y harían lo que les aconsejara: estaban de acuerdo. La Reserva Chiricahua parecía estar segura.

En junio, el capitán Scott trató de comprar más tierras de los kiowas y comanches para los chiricahuas. El Departamento de Guerra quería que el Departamento del Interior [que no tenía intención] asumiera la jurisdicción sobre los apaches a partir del 30 de junio de 1897).

* En marzo de 1897, el pintor Elbridge Ayer Burbank va a Fort Sill con la idea de pintar un cuadro de Gerónimo. (Al llegar a Fort Sill, Burbank vio que Gerónimo se movía en libertad [creía que estaba entre rejas]. Un niño apache, tal vez su nieto, Joe o Thomas Dahkeya, le dijo cuál era su casa. Gerónimo había ido a buscar su caballo, llegando enseguida. Burbank escribiría: Nos sentamos y esperamos y pronto vimos a Gerónimo venir hacia nosotros. Cabalgó directamente hacia mí y lo saludé como Jefe Gerónimo, lo que le complació. [Más tarde se enteró de que eso había estado bien porque los soldados del fuerte le llamaban Gerry‘, nombre que él detestaba]. Desmontó de su caballo y me dio la mano, y dijo ‘¡How!’. Le di una caja de cigarrillos y él me ofreció uno a mí y otro a mi guía. Nos sentamos y fumamos el cigarrillo de la paz.

Gerónimo me miró atentamente y, con la ayuda del indio apache como intérprete [Thomas Dahkeya], me hizo varias preguntas. Quería saber todo sobre mí, de dónde vengo y hacia dónde voy. Le hablé de Chicago, que pareció interesarle. Cuando le dije la altura de algunos de los edificios de Chicago, no me creyó. Quería saber cuánto tiempo pensaba quedarme y a qué vine. Respondí que vine a verlo, pero no dije nada sobre pintar su retrato. Después de unos momentos de conversación, nos invitó a su casa.

Cuando entramos fue a un baúl, lo abrió y sacó de él una fotografía de sí mismo, que me mostró y dijo. ‘Un dólar’. Siempre está ansioso por ganar dinero. Compré la fotografía y pensé que este era un momento oportuno para hablar de mi objetivo al visitar Fort Sill. Dije al intérprete que dijera a Gerónimo que quería que posara para un retrato; que él podría sentarse en un lugar y yo frente a él, y lo miraría y pintaría su cuadro en colores. Gerónimo pareció entender y consintió de inmediato, pero me preguntó si yo era un jefe, a lo que respondí que sí. Fue una respuesta afortunada, porque tiempo atrás, cuando otro artista quiso pintar su retrato, preguntó al artista si era un jefe, y al responder que no, Gerónimo no quiso tener nada que ver con él. Después de decirle que yo era un jefe, respondió: ‘Está bien, ¿cuándo vienes?’. ‘Mañana’, le dije, y después de estrecharle la mano, regresé al fuerte.

El capitán Hugh Lennox Scott rápidamente dio su consentimiento para que yo pintara el retrato de Gerónimo y le indicó al jefe la ventaja que sería para él, posar para mí. Estuve en casa del jefe a la mañana siguiente. Envolvió una manta roja alrededor de sus hombros y ató un paño rojo alrededor de su cabeza. Posó en el borde de la cama, dándome una caja ya que no tenía sillas. Antes de dejar que comenzara el trabajo, llamó a una intérprete, quien habló un momento con Gerónimo [probablemente su hija Eva que estaba jugando al lado].

Volviéndose hacia mí, dijo: Gerónimo quiere saber cuánto le vas a pagar’. Le dije que no había pensado en el precio, pero que preguntara a Gerónimo cuánto quería. No dije nada, pero esperé a que continuara. Finalmente dijo: ‘Te van a pagar mucho dinero por el cuadro; quizás te paguen 5 $. Quiero la mitadEl trato se hizo rápidamente.

Burbank le dijo que si posaba para dos cuadros, le daría los 5 $. Gerónimo aceptó. Mientras trabajábamos día tras día, mi idea de Gerónimo, el apache, cambió. Me sentí tan atraído por el viejo indio que eventualmente pinté siete retratos de él. También pintaría a Naiche, Chihuahua, Loco, Chato y a Eva Gerónimo.

Mientras estaba sentado para el primer retrato, Gerónimo se cansó mucho, ya que no tenía silla, y con frecuencia lo dejaba acostarse. Era paciente y bondadoso, aunque tenía una expresión severa y desagradable. Antes de pintar un segundo cuadro, un perfil, compré una silla para él, lo que hizo que su posición fuera más cómoda. Mientras estaba sentado, el menor ruido parecía sobresaltarlo. Había construido un palomar y lo había colocado encima de un poste, cerca de su casa. Cuando las palomas se posaban en el techo sobre nuestras cabezas, saltaba como asustado. Era extremadamente curioso, y si alguien pasaba cerca de la casa, se levantaba y se acercaba a la ventana para ver quién era.

Tenía otra característica, que los estadounidenses llamaban ‘cara’ o ‘jeta’, que lo hizo impopular al principio entre los blancos. Si pasaba un comerciante por la casa, Gerónimo compraba maíz, harina o cualquier cosa que se le antojara, pensando que yo se lo pagaría y se lo regalaría. Le permití hacer eso solo una vez, porque sabía que se convertiría en una molestia costosa.

Gerónimo tenía un rostro feroz y arrugado, y no me gustó la idea de que viera el retrato, temiendo que no le gustara, pero cuando miró, dijo: ‘Bueno. Tu un montón, gran jefe’. Llamó a otros indios para que vieran las imágenes y todos parecían complacidos con ellas.

Un día, al mediodía, su esposa [Zi-yeh] trajo la cena en una tabla. La cena consistió en carne hervida, pan y café, pero sin azúcar ni leche. No se utilizaron cuchillos, tenedores o cucharas, sus dedos ocuparon el lugar de los últimos artículos mencionados. Se sentó con su esposa e hija en el suelo. Me invitaron a unirme a ellos y comí un poco de pan y carne. Siempre tomaba un buen almuerzo conmigo y ocasionalmente le pedía que comiera conmigo. Olía a todo antes de comerlo y se negaba a comer pan con mantequilla. Le gustaba extraordinariamente el pastel.

A veces, Burbank le dejaba descansar porque se cansaba de estar sentado, echándose en la cama donde, con su voz profunda y potente, cantaba canciones. Una de ellas decía:

O, ha le
 O, ha le
Por el aire
Sobre una nube vuelo
Camino del cielo, lejos, lejos, lejos.
O, ha le
O, ha le
A encontrar allí el lugar sagrado
¡Ah, ahora el cambio me sucede a mí!
 O, ha le
    
O, ha le.   

Gerónimo era amable con su gente, les daba dinero y comida cuando lo necesitaban. Firma su nombre en sus fotografías, imprimiendo cada letra laboriosamente y con dificultad, ya que es miope. No conoce el alfabeto, solo está familiarizado con las letras de su nombre.

Gerónimo es bajo de estatura, bastante corpulento y tiene un físico espléndido. Sus pequeños ojos negros brillan penetrantemente debajo de unas cejas pobladas. Su nariz está bien formada, los labios finos y firmes, la barbilla prominente y los pómulos altos. Por naturaleza, es valiente, audaz y sutil. Al principio, era reservado, pero poco a poco esto dio paso a la genialidad y nos convertimos en los mejores amigos. Gerónimo, aficionado a las bromas y con un agudo sentido del humor, era un compañero entretenido. Los soldados se deleitaban en burlarse de él. A menudo se desviaban para encontrarse con él y preguntarle, como si fuera un extraño: ‘¿Dónde está Gerónimo?’. Él respondía: ‘¡Aquí! Yo, Gerónimo. Fingiendo dudar, lo seguían provocando: ‘No, no, no eres Gerónimo. Estamos buscando al gran jefe, Gerónimo‘. Entonces el anciano, dándose palmaditas en el pecho, declaraba con mucho sentimiento: “Yo, el jefe Gerónimo. Yo gran jefe, gran jefe.

Al año siguiente, Burbank quiso pintar de nuevo a Gerónimo,  por lo que fue a Fort Sill, llegando el 20 de julio de 1898: Visité a Gerónimo, y su cordial saludo mostró que no se había olvidado de mi. Como es natural, accedió a mi propuesta y a la mañana siguiente fui a su casa y el cuadro no tardó en ponerse en marcha. Le pedí que se pintara la cara a la manera de los jefes apaches en el sendero de la guerra. Un fisonomista se habra deleitado con el estudio que su semblante severo e impasible. La pintura de guerra parecía acentuar las líneas austeras de su rostro. Durante el día, la india de Gerónimo [Zi-yeh] entró en la habitación. Ella lo miró y se echó a reír a carcajadas, diciéndole que se había pintado la cara como la de una mujer. Desde mi primera visita a Fort Sill, el anciano jefe había dado rápidos pasos en los métodos civilizados de vida. Me invitó a cenar con él [junto a Zi-yeh y Eva]. Esta vez, en lugar de sentarnos en el suelo, nos sentamos en sillas en una mesa cuidadosamente cubierta con un mantel, donde había platos, cuchillos, tenedores y cucharas. La cena consistió en carne asada, patatas, salsa, tarta de manzana y café. La cena estaba bien preparada y todo estaba limpio.

Zi-yeh tenía mala salud [por la tuberculosis] ocupándose Gerónimo de todas las tareas de la casa, lavaba los platos, barría el suelo, teniendo la casa perfectamente limpia. Un día, al entrar Burbank, ensució el suelo de barro. La furiosa mirada que le echó mientras cogía la escoba le hizo tener más cuidado en el futuro.

Gerónimo vivía con su hija Eva de unos seis años, a quien quería mucho. Deseaba que pintara su retrato. Hacía un calor intenso, el termómetro marcaba 110 grados [43º C] a la sombra. El viejo jefe sufría de calor, y mientras yo pintaba el retrato de Eva, andaba por la habitación gruñendo como un oso. Un día se llenó la boca de agua y la sopló en el aire diciendo: ‘Lluvia, lluvia, caliente, caliente’. Gerónimo se fue una tarde, dejándome a su sobrino pequeño, pidiéndole al niño que me divirtiera. El niño se sentó en el suelo y rodó una piedra hacia mí. Se lo devolví y lo mantuvimos así hasta que se cansó.

E-ney, una joven de 16 años, era llamada la bella de los apaches. Era bonita y muy brillante, y tenía un aspecto agradable, vestida con un traje apache con la cara rayada de rojo. Cuando una doncella apache alcanza los 16 años, se la considera en edad de contraer matrimonio. El evento se celebra con un baile que tiene muchas características extrañas. Este baile es equivalente a la fiesta de ‘presentación en sociedad’ de una chica americana. Había la habitual gran fogata, lo que me llevó a pensar que los indios debían tener un dicho: ‘¿Qué es bailar sin una fogata?’. Los espectadores indios estaban sentados en grupos, cada familia había construido una pequeña fogata propia. Muy pocos tomaron parte en el baile.

Algunos estaban vestidos para representar a los payasos y llevaban objetos de aspecto extraño en la cabeza que giraban cuando los payasos giraban la cabeza de un lado a otro mientras bailaban. En esta danza se usaban muchos objetos que encontraban los indios cuando salían a cazar. La música se hacía tamborileando sobre una piel, estirada en el suelo. Gerónimo estuvo presente con su esposa y su pequeña hija pero no bailaron. E-ney, la doncella morena en cuyo honor se hizo el baile, vestía un traje apache completo. Una joven apache a la que pronto también se le daría un baile de presentación en sociedad, era compañera de E-ney. Los que participaron bailaron lentamente en círculo. La alegría se mantuvo toda la noche y al día siguiente los indios participaron de la fiesta que duró todo el día. Cuando esto terminó, se enterraron los tocados que se habían usado.

Renové mi amistad con el jefe Naiche. El es un Indio para ser admirado y respetado, y es un buen hombre en todo el sentido de la palabra. Tiene un maravilloso don para tallar. Tengo un hermoso bastón tallado de una sola pieza de madera. Representa una serpiente enroscada por todo el largo de la caña.

Los indios apaches de Fort Sill son inteligentes, avanzados y fáciles de gobernar. Se enorgullecen de tener buenas cosechas y de criar buenos rebaños de ganado, y no solo mantienen la tierra que poseen en cultivo, sino que me dijeron que les gustaría tener más tierra, ya que no tenían suficiente ocupación para mantenerlos ocupados todo el tiempo.

Los kiowas, comanches y apaches viven en la misma reserva en Fort Sill. El contraste entre estas tribus es muy marcado, siendo los apaches más laboriosos que los otros. De cada familia apache, se elige a un hombre que sirve al gobierno como explorador. A estos hombres se les paga 25 $ al mes. Estuve presente en una inspección de ellos. Eran trece en número y, vestidos de uniforme y montados a caballo, presentaban una apariencia hermosa y parecían muy orgullosos de su posición.

Todos los indios muestran gran bondad con sus hijos y muy pocas veces los castigan; nunca severamente. Gerónimo es amable y considerado con su familia y su gente, y en algunos aspectos es generoso casi hasta el extremo. Lo he visto dar un dólar a su pequeña Eva y decirle que se compre cualquier cosa que quiera en la tienda del comerciante indio.

Burbank visitó Fort Sill por tercera vez en 1899. Al día siguiente de mi llegada, salí a ver a Gerónimo y lo encontré en el camino montando a caballo, con su hijita sentada detrás de él, y su sobrino detrás de Eva. Los tres sentados en un caballo era un espectáculo bastante cómico. Gerónimo se veía muy bien y parecía varios años más joven que la última vez que visité el fuerte. Nos dimos la mano, pero parecía estar de mal humor y, apuntándome con el dedo, dijo: ‘Mientes’. No podía entender la causa de este arrebato, pero decidí averiguarlo. Agarró la brida, dio la vuelta al caballo y dijo: ‘Ven conmigo’. Fuimos a su casa, donde una india tradujo para nosotros. Le dije que preguntara a Gerónimo cómo lo había engañado. Le dijo que yo había prometido enviarle un traje que había usado durante mi última visita al puesto y que no había cumplido mi promesa. Esto en cierta medida era cierto, pero en aquel momento le pedí que se probara el abrigo para ver si podía usarlo. Era demasiado pequeño para él y no podía ponérselo, y como no podía usar la ropa, no se la envié. Le expliqué esto a Gerónimo. Recordó las circunstancias y se arrepintió mucho de haberme hablado tan bruscamente. Me estrechó la mano y se olvidó el asunto.

Entonces le dije que quería que posara para otro retrato. ‘¿Cuánto me das?’, preguntó. Le respondí: ‘Lo mismo que te di antes’. A esto dijo muy enfáticamente: ‘Toda’, que significaba: ‘No’, y agregó: ‘Yo sé, ganas mucho dinero con mis fotos. Yo he estado en Omaha. Debes pagar mucho’, levantando ambas manos dos veces, luego una mano otra vez, lo que significaba 25 $.

Gerónimo dijo que deseaba llevar a su hijita al médico porque no estaba bien, pero que me volvería a ver. El día siguiente [domingo] lo pasé con él. Había visitado la Exposición de Omaha como una atracción para la exposición y me mostró los diversos artículos que había recopilado y otros que le habían dado mientras estuvo allí.

La atención que recibió mientras estuvo en Omaha había aumentado su autoestima y ampliado su conocimiento de los asuntos mundanos. En consecuencia, había subido el precio de los artículos que hacía para vender. Anteriormente había cobrado 2’5 $ por un arco y una flecha; había aumentado el precio a 7 $. Tenía mi rifle conmigo, y sugirió disparar a un blanco. Cada vez que daba en él, quería que le diera 10 $, y él me daría la misma cantidad cada vez que yo acertara, pero el anciano parecía demasiado ansioso y yo no estaba de acuerdo, por lo que le dije que dispararíamos solo para divertirnos. El blanco al que disparamos estaba a unas setenta y cinco yardas [68 metros] de distancia. El blanco en sí era un trozo de papel tan pequeño que apenas podíamos verlo. Me pidió que disparara primero, lo hice y fallé. Había oído que la vista del anciano jefe estaba decayendo. Miré sus ojos y parecían borrosos. Me quitó el rifle, y al principio le temblaba, como si sus manos estuvieran inestables, pero lentamente apuntó y disparó, dando de lleno en el centro del blanco. Esto probó que su ojo no había perdido nada de su agudeza. Gerónimo disparó varias veces después de eso, siempre dando en el blanco. Esto lo consideré toda una proeza para un anciano de 70 años [tenía alrededor de 76] y en silencio me felicité por negarme a aceptar su apuesta.

Después fuimos a cazar perritos de la pradera, y fue divertido verlo acercarse sigilosamente detrás de ellos, como si estuviera siguiendo a un enemigo. Me han dicho que un apache es tan experto en disparar a los perros de las praderas con un arco y una flecha que puede medir la velocidad de la flecha para que atraviese al perro de las praderas, haciendo imposible que llegue a su madriguera.

Por la tarde visitamos un lugar donde se reunían los indios comanches, kiowas y apaches con el propósito de dedicarse a los juegos de azar y a las carreras de caballos. No entendía su juego de cartas, pero se podía jugar cualquier suma, y repartían las cartas sucesivamente. Gerónimo es un jugador empedernido y suele tener suerte. Nadie puede engañarlo. Participó en los juegos, que a veces se volvían muy emocionantes. Parecían apostar al girar una carta. Muy a menudo, cuando Gerónimo estaba negociando, tres o cuatro comanches intentaban engañarlo, pero el astuto jefe siempre cubría su dinero. Un trato que hizo fue particularmente emocionante. Después de que se repartieron las cartas, los indios comenzaron a apostar, y cada vez Gerónimo igualaba su apuesta, hasta que por fin se acabó toda su plata. Me miró significativamente y llegué a la conclusión de que quería pedir prestado algo de dinero, pero en lugar de eso, sacó de la pechera de su camisa un gran fajo de billetes, y de ellos colocó en el suelo la cantidad que cubría todos los otras apuestas. Repartió más cartas, desde el fondo de la baraja, con las cartas boca abajo, pero giraba una esquina de cada una hacia atrás y las miraba antes de dejarlas. Finalmente, una que se repartió a sí mismo resultó ser la carta ganadora. Después de recoger el montón de plata y billetes, mostró la carta ganadora, luego se puso de pie de un salto y gritó a todo pulmón.

Mientras se desarrollaba el juego de cartas, un hombre blanco se acercó a Gerónimo y, poniéndole un billete de 10 $ debajo de la nariz, dijo que apostaba 10 $ a que su caballo vencía al de Gerónimo en una carrera. El jefe [así llamaba Burbank a Gerónimo] dejó el juego y examinó cuidadosamente el caballo del hombre blanco. Ningún aspecto, bueno o malo, escapaba a su ojo observador. Luego aceptó la apuesta. El poni con el que Gerónimo quería correr estaba pastando y no se veía por ninguna parte. El jefe se agachó y buscó el rastro del caballo, una brizna de hierba aplastada y otras marcas tan insignificantes que ningún hombre blanco habría notado, indicaron a este maravilloso rastreador la dirección que había tomado el poni. Seguimos el rastro y después de recorrer una larga distancia, finalmente encontramos al poni. Luego se hicieron los preparativos para la carrera. Cuando Gerónimo pensaba que un caballo era fácil de vencer en una carrera, generalmente lo montaba él mismo, pero cuando tenía dudas sobre el resultado, elegía a un muchacho como jinete. Esta vez escogió a un pequeño muchacho apache, que casualmente estaba jugando a béisbol con otros.

El muchacho apache bateó la pelota hacia el campo y corrió a la primera base. Gerónimo, que no entendía el juego, pensando sin duda que el niño deseaba escapar, corrió tras él, y antes de que el jefe tuviera oportunidad de hablar, el muchacho fue a la segunda base, perseguido de cerca por Gerónimo. Esta carrera continuó hasta que llegó a la base final. Era un espectáculo muy cómico ver al muchacho, regateando de un lado a otro y a Gerónimo balanceándose detrás de él. Cuando recuperó el aliento, el anciano jefe explicó lo que deseaba, y el muchacho se alegró de tener la oportunidad de montar el poni.

El dinero apostado en la carrera se ataba en un pañuelo y se dejaba en el suelo para que lo cogiera el ganador. Un joven blanco estaba montado en el caballo del hombre blanco. El muchacho apache cabalgaba a pelo y estaba firmemente unido al lomo del caballo como si fuera parte de él. Los caballos parecían igualados. Kiowas, comanches, apaches, soldados y ganaderos se reunieron a su alrededor. Por fin todo estuvo listo, y se dijo la palabra ‘adelante’. Los caballos partieron como el viento, ambos muchachos eran espléndidos jinetes. Pronto recorrieron el recorrido del cuarto de milla. Los espectadores, muy emocionados, vitorearon y gritaron, mientras el muchacho apache, cabalgando a un paso furioso, salió vencedor por medio cuerpo. La carrera puso fin a los emocionantes acontecimientos del día”.

* En 1897, Francis Ellington Leupp, activista por los Derechos de los Indios, y futuro Comisionado de Asuntos Indios, visita Fort Sill. (Leupp recorrió los poblados chiricahuas, describiéndolos a detalle. Acababa de llegar de Arizona, donde todo el mundo le decía que Gerónimo era el archienemigo apache. Si algún día ponía los pies allí, sería ahorcado al instante. Eso, 10 años después de que Gerónimo abandonara Arizona, impresionó a Leupp. Pero al pasar por Oklahoma y encontrarle trabajando como campesino en los campos y, a veces, poniéndose su uniforme de explorador de los Estados Unidos, y presentándose con los otros exploradores para la revista, era aún más impresionante”).

* El 22 de julio de 1897, muere Fenton, hijo de Gerónimo y de Zi-yeh, siendo enterrado en el Cementerio Apache de Beef Creek (Lawton, Comanche County, Oklahoma).

* El 15 de agosto de 1897, el periódico The San Francisco Call publica la siguiente noticia: Encuentra a un apache renegado. Topógrafos mexicanos se topan con uno de los sub-jefes de Gerónimo. Hermosillo, México, 14 de agosto. Los ingenieros Ignacio Bonillas, Luis Bolívar, y Francisco Larrañaga, que acaban de regresar de un viaje de topografía a San Lázaro, informan que se encontraron con uno de los viejos sub-jefes de Gerónimo, llamado Elías [José María Elías o Nat-cul-baye].

En el tiempo en el que el general Miles capturó a Gerónimo en 1886, Elías y dos o tres hombres se escaparon de la redada y se han estado reuniendo en las Sierras del Perico [municipio de Chihuahua, Chihuahua] y del Pinito [municipio de Bacanora, Sonora], al este de Bacochi [Sonora], y yendo desde allí hasta la Sierra Teras [municipio de Agua Prieta, Sonora] otra muy inaccesible región.

Ninguno de los topógrafos sabía quien era el anciano, pero su acento traicionó su origen apache, y ellos le interrogaron muy de cerca. Elías les dijo que había estado en Nogales por unos asuntos. Tenía una pesada mochila en la espalda y estaba bien armado. Ninguno del grupo de topógrafos estaba armado o hubiesen arrestado al apache bajo sospecha y principio general de estar tan lejos de la reserva de San Carlos [Arizona].

Al día siguiente los topógrafos se enteraron de que habían conversado con Elías y que varios días antes había estado en La Mexicana intentando comprar cartuchos. Estos le fueron negados. Se supone ahora que Elías subió a Nogales [municipio de Heroica Nogales, Sonora] y obtuvo su munición, y estaba de vuelta camino de su fortaleza montañosa, donde los topógrafos se encontraron con él.

* El 27 de noviembre de 1897, Hugh Lennox Scott deja Fort Sill, siendo sustituido por el teniente Allyn Capron. (Scott hizo una declaración sobre las tierras que iban a ser para los apaches y su sospecha de que serían engañados).

1898

* En febrero de 1898, los periódicos publican la inminente guerra que se avecinaba contra España. (Los chiricahuas se enteraron de la noticia, y varios de ellos dijeron al teniente Capron que querían ir con él y derrotar a los españoles).

* El 24 de abril de 1898, muere Dohn-say, antiguo nombre de Lulu, hija de Gerónimo y Chee-hash-kish, siendo enterrada en el Cementerio Apache de Beef Creek (Lawton, Comanche County, Oklahoma) donde también serían enterrados sus tres hijos, Nina en 1895; Joe, en 1899 y Thomas en 1908; y su esposo Dah-ke-ya, en 1899.

* El 25 de abril de 1898, Estados Unidos declara la guerra a España. (Todas las compañías militares partieron de Fort Sill [muchas unidades fueron movilizadas antes de declararse la guerra], excepto un destacamento de 20 hombres a las órdenes del teniente Beach. La última unidad que partió fue la compañía ‘E’ del capitán W. C. Brown, del 1º de Caballería, a las 14:00 horas del 18 de abril. Poco después, corrió el rumor de que los apaches iban a masacrar a las indefensas personas de Fort Sill. El rumor salió de una muchacha apache, la hija de uno de los prisioneros, que había sido educada en la Escuela Industrial India de Carlisle [Cumberland County, Pennsylvania] y trabajaba de criada en el puesto. La muchacha había oído por casualidad una conversación en uno de los poblados que la llevó a creer que los apaches planeaban un levantamiento. No era así. La muchacha oyó decir en broma a algunos hombres, lo fácil que sería escapar ahora que los soldados se habían ido, pero los apaches ya no pensaban en ello, eso eran cosas del pasado. Ella había olvidado en parte la lengua apache, tras una larga estancia con los blancos, o no escuchó toda la conversación.

En cualquier caso, cuando el comerciante del puesto, Willikam H. Quinette se reunió esa tarde con algunas esposas de oficiales, le advirtieron que no fuera a su almacén porque, seguramente, le matarían. Quinette no salía de su asombro. Cuando llegó al almacén encontró que el teniente Beach, por insistencia de las mujeres, había dado armas a los empleados del almacén y había rodeado con alambre el cuartel general hasta el regreso del capitán Brown. Beach consideraba que estaban en grave e inmediato peligro. Quinette hizo algunas averiguaciones y consideró que el rumor era falso. Luego por la noche, el jefe comanche Quanah Parker ofreció a toda su tribu para controlar a los apaches. “Mataremos a todos si intentan algo”, dijo Quanah Parker, a quien le llegaron noticias de la amenaza del levantamiento en su rancho, al oeste del puesto.

El capitán Brown, cuando llegó a Rush Springs a la medianoche, recibió por telégrafo instrucciones para que volviera a Fort Sill. Regresó a marchas forzadas. Hizo una investigación al día siguiente llamando a Gerónimo, Naiche y a otros líderes apaches para interrogarles. Ellos protestaron, casi entre lágrimas, que no había ninguna verdad en ese rumor. “Yo soy un soldado de los Estados Unidos”, dijo Gerónimo, “yo llevo el uniforme y mi corazón está dolido por tanta sospecha”. Brown no tuvo dudas de que era absolutamente leal y que el problema radicaba en lo que dijo la joven y algunos irresponsables jóvenes.

El capitán Brown envió un informe telegráfico al cuartel general para evitar que más tropas fuesen enviadas de regreso. Sin embargo, recibieron la orden de ir a Fort Sill, las compañías de los tenientes Tompkins y Gaston. El teniente Tompkins llegó el 24 de abril al mando de la compañía “B” del 7º de Caballería compuesta de 65 soldados, proveniente de Fort Grant [Graham County, Arizona]. Brown partió una vez más hacia Rush Springs y hacia Cuba).

* En agosto de 1898, el Reverendo Frank Hall Wright, de la Iglesia Reformada Holandesa, fue el primer misionero protestante que impartió el catolicismo a los prisioneros chiricahuas en Fort Sill. (Mientras estaban en Mount Vernon, algunos chiricahuas se habían acercado al catolicismo aunque sin perder su identidad cultural. Uno de ellos fue Chihuahua, quien tomó parte en algunas ceremonias religiosas).

* El 4 de agosto de 1898, 20 chiricahuas prisioneros de guerra, entre hombres, mujeres y niños, viajan bajo custodia, supervisada por el teniente Francis H. Beach, desde Fort Sill al Congreso Indio” en el marco de la Exposición Internacional Trans-Mississippi” en Omaha ([Douglas County, Nebraska]. Durante el trayecto, cuando el tren se detenía en las estaciones, Gerónimo quitaba los botones de su chaqueta para venderlos por 25 centavos y su sombrero por 5 $. Antes de llegar a otra estación, cosía otros botones y sacaba otro sombrero, que llevaba en cantidad para la ocasión.

Llegaron el 14 de septiembre y estuvieron hasta el 30 de octubre. Eran Gerónimo; Naiche y su esposa Ha-o-zinne y sus hijos, Amelia Naiche [hija de Ha-o-zinne] y Jane Naiche [hija de su 2ª esposa E-clah-heh]; Tom Chiricahua con su esposa Coshey y su hija Hattie Tom; Toclanny y su mujer Syekonne [también llamada Siki, Tsa-Kan-e y Tse-kan] con su bebé, Jenny Toclanny; John Loco y su mujer Marion Juan o Naizha; Leonard Kanesewah; Sam Haozous; Frank Mangas; Perico; Yahnozha; y las mujeres Banatsi y Tahdaste.

El Congreso Indio era la mayor concentración de tribus nativas americanas que había tenido lugar hasta esa fecha, reuniéndose más de 500 personas de 35 tribus diferentes. Los apaches de Fort Sill se encontraron con algún viejo conocido entre los apaches que habían ido de San Carlos. El Omaha Daily Bee describió el 15 de septiembre la llegada de Gerónimo como el famoso terror apache, que tiene unos rasgos que refuerzan su imagen de recalcitrante salvajismo. Él era el antiguo terror de todo el Sudoeste, vestido con piel de ante, grotescas mantas, plumas y pinturas de guerra. Ese periódico explicó el negativo retrato de Gerónimo a su manera: Tiene 63 años de edad [en realidad tendría 70 o más] y tan recto como una flecha. Es de estatura media y bastante fuerte. No habla inglés, aunque entiende bastante. Es un crónico refunfuñón y decididamente se notó eso ayer. Nada más llegar al campamento encontró fallos porque las tiendas no habían sido levantadas hasta que él y su grupo llegó. Después protestó porque la cena no estaba preparada y estaban esperando su llegada.

Sin embargo, el intento del periódico de señalar a Gerónimo y sus compañeros [llamados ‘indios de Gerónimo‘] como incorregibles salvajes no tuvo mucho éxito porque tuvieron que vivir en tiendas del gobierno en lugar de en sus wickiups. A pesar de los informes del periódico, Gerónimo no llevaba ropa tradicional apache al llegar ni cuando estaba en la exposición, sino que adoptó una variante del uniforme de los exploradores del ejército de los Estados Unidos. De hecho, el rival Omaha World-Herald informó, en un artículo más preciso el 15 de septiembre, de la llegada de Gerónimo. Señalando que él será un gran cartel en el Congreso Indio, añadiendo que en el presente Gerónimo se encarga de actividades agrícolas y ganaderas. Él lleva uniforme de explorador indio. El primer público de Gerónimo fue en el simulacro de batalla del 17 de septiembre, y el Omaha World-Herald decía: Gerónimo ha anunciado que sus días de lucha han terminado y que se convertirá en un espectador de las batallas simuladas.

El artículo del Omaha Daily Bee editó un artículo informando sobre ese día: Gerónimo será un invitado de honor y ocupará un puesto en la tribuna frente a los alojamientos del capitán Mercer. Justo antes del combate, él irá y, posiblemente, ofrecerá un breve discurso en lengua apache.

El 19 de septiembre el Omaha World-Herald señaló que … él llevaba una limpia chaqueta de caballería azul obscura, pantalones y botas, como los que usa la policía india, y el único vestigio de atuendo salvaje que se puso fue un gorro, de color amarillo y adornado con dos cuernos cortos. El Rocky Mountain News de Denver confirmó la noticia, el sangriento jefe pintarrajeadodirigirá a 500 guerreros en el certamen simulado del día.

Gerónimo dijo a un periodista: “Durante años luché contra el hombre blanco, pensando que con mis pocos guerreros podía matarlos a todos y que volveríamos a tener la tierra que nuestro Gran Padre [Gran Espíritu] nos dio, llenándola de caza. Pensé que el Gran Espíritu estaría con nosotros, y que después de haber matado a los blancos, el búfalo, el ciervo y el antílope volverían. Después de haber luchado y perdido, y después de haber viajado por el país en el que vive el hombre blanco y ver sus ciudades y el trabajo que había hecho, mi corazón estuvo a punto de estallar. Yo sabía que la raza del indio se iba”. El periodista preguntó entonces sobre el futuro. “El sol se levanta y brilla durante un tiempo”, respondió Gerónimo, “y luego desciende, baja fuera de la vista y se pierde. Así será con los indios. La presencia de Gerónimo en Omaha aumentó su fama. Durante el resto de su vida, tuvo una continua petición para que asistiese a ferias, grandes y pequeñas.

Otros apaches acudieron desde Arizona, eran apaches San Carlos y White Mountain: Assuz [también llamado Jesús]; Bailda [también llamado Forgetfulness o Forgetting]; Banyate [un apache mojave también llamado Henry Wilson] con su esposa; Boni Titla [también llamado Bread Maker]; Deze [también llamado Long]; Go-zhozh Josh Jingling]; William Skinatela; y las mujeres Dashpul [también llamada Butte]; Klezh-azh [también llamada Brushing Against]; Nazhinta; Searching y su bebé Little Skint Eyes; Net the Waites; y Woman Whipper; con otros dos hombres y tres mujeres sin identificar; y el intérprete mestizo James Stevens [hijo de George Harold Stevens [antiguo sheriff del condado de Graham y de Nahlindestowhe, también llamada Francisca, hija de Eskeltecela, jefe de la banda apache de los coyoteros White Mountain].

También fueron a Omaha 11 apaches jicarillas [siete hombres, dos mujeres, un muchacho y una niña]; al igual que los Kiowa-Apaches: Chavi y su esposa; Tsayaditlti [también llamado White Man] y su esposa; Pablino Díaz o Big Whip [cautivo mexicano], y dos hombres no identificados.

Frank Albert Rinehart realizó una excelente documentación fotográfica de los nativos participantes en el Congreso.

El general Miles asistió al “Día del Ejército” y participó en un debate con Gerónimo en el que James Stevens hizo de intérprete. Su padre, George Stevens, Sheriff del condado de Graham y dueño de una granja de 10.000 ovejas, atacada en abril de 1882 por Gerónimo, Chihuahua, Naiche y Chato. Empezaron matando ovejas para comer, pero a Gerónimo le gustaba más la carne de caballo, por lo que mató la jaca del entonces niño “Jimmie”. Al irse, mataron a varios peones mexicanos. Antes del debate, Stevens reclamó a Gerónimo 50 $ por aquella jaca [no mencionó a los mexicanos]. No consiguió nada más que ver la cara de desconcierto de Gerónimo.

En el debate entre Gerónimo y Miles, el apache acusó a Miles de mentir para conseguir su rendición en 1886. El general, sonriendo abiertamente, admitió haber mentido, diciendo: “He aprendido a mentir de ti, Gerónimo. Tú mentiste a los mexicanos, a los estadounidenses y a tus mismos apaches durante 30 años. Los blancos te han mentido una sola vez, y fui yo quien lo hizo”. Gerónimo le pidió regresar a Arizona: “Las bellotas y los piñones, la codorniz y el pavo salvaje, el cactus gigante y el palo verde, todos me añoran… también yo los añoro a ellos. Quiero volver con ellos”. Cuando Stevens tradujo sus palabras, Miles sonrió de nuevo.Un pensamiento muy bonito, Gerónimo; muy poético. Pero los hombres y mujeres que viven en Arizona, esos no te añoran… ahora, los habitantes de Arizona duermen por la noche y no temen que venga Gerónimo a matarlos. Las bellotas y los piñones, la codorniz y el pavo salvaje, el cactus gigante y el palo verde tendrán que arreglárselas como puedan sin ti”. Hay dudas de que la traducción de James Stevens fuese literal ante el odio, no disimulado, que sentía por el anciano apache. Cuesta creer que Miles, ante una gran audiencia, hubiese ridiculizado tanto a su antiguo enemigo, pero, sea como fuere, así ha llegado la historia.

Los apaches tenían libre los domingos, por lo que Gerónimo, Naiche y otros apaches solían convencer a Jimmie Stevens para alquilar un carruaje e ir de paseo al campo. Un día nublado, mientras iban por varios caminos atravesando campos de maíz, se dieron cuenta de que se habían perdido. Gerónimo dijo: “No hay montañas, solo maíz”. Tenían que estar de vuelta antes de hacerse de noche, pero a causa de las nubes no veían las estrellas para orientarse. Finalmente, Stevens encontró un teléfono y pudo informar al oficial que custodiaba a los apaches.

A su regreso, el pánico se había apoderado de la gente. Gerónimo había hablado con los periodistas de su deseo de volver a Arizona. Todos creían que volvían dejando un reguero de sangre por el camino. Los granjeros se habían refugiado en sus casas, los telégrafos no paraban de enviar mensajes. Cuando el grupo entraba en la ciudad, los vendedores de periódicos vendían ediciones extras que decían: “¡Gerónimo y Naiche han huido! Se cree que los asesinos apaches están regresando a Arizona”. Stevens leyó a los apaches los periódicos, quienes fueron corriendo a presentarse ante sus vigilantes.

El periódico “The Omaha Daily Bee” informó el 25 de octubre que diferentes tribus indias, entre ellas los apaches San Carlos, regresaban a sus reservas; al igual que Gerónimo y los suyos a Fort Sill. Saldrían el 30 de octubre).

* 12 de noviembre de 1898, compañía A de exploradores apaches en Fort Grant ([Graham County, Arizona].

Noviembre de 1898, exploradores apaches de la compañía “A” a punto de partir de Fort Grant, en busca de Apache Kid).

1899

* En agosto de 1899, Gerónimo es fotografiado en Fort Sill ([Comanche County, Oklahoma]. Alguien, con una errónea y exagerada información sobre Gerónimo, escribió a lápiz en el reverso de esta fotografía la siguiente nota: Jefe Gerónimo de la Tribu Choctah. Una guardia de cuatro soldados asistiéndole para conseguir su imagen, vestido de civil y con el manto hecho de los cueros cabelludos humanos que había capturado, en el catre a su lado. Commanche [sic], Oklahoma, agosto de 1899).

* El 20 de diciembre de 1899, el comandante Richard Henry Pratt, superintendente de la Escuela India de Carlisle (Cumberland County, Pennsylvania), escribe al Comisionado de Asuntos Indios en Washington, D. C., para informarle de la enfermedad del corazón que sufre el chiricahua Sam Kenoi.

1900

* En la primavera de 1900, el general George W. Davis escribe sobre la necesidad de proteger los derechos de los apaches a la tierra en Fort Sill (Lawton, Comanche County, Arizona).

* El domingo 8 de abril de 1900, el periódico The Indianapolis Journal”, de Indianapolis (Marion County, Indiana) publica: Dirigidos por una mujer. Grupo de vaqueros persiguen a asesinos apaches. Tucson, Territorio de Arizona. Un destacamento de caballería de Fort Grant [Graham County, Arizona] está persiguiendo a una banda de indios, y una joven mujer ranchera está dirigiendo a un grupo de vaqueros. Un hombre blanco ha sido tiroteado por los indios y hay un informe no confirmado que otros han resultado muertos. La noticia llegó a Willcox [Cochise County, Arizona] hoy por un mensajero. La víctima que se conoce de los indios es J. D. Mack, un minero, que fue tiroteado la última noche, en el Pinery Canyon [Cochise County, Arizona], justo en el límite exterior de la reserva apache. Fue dado por muerto y su campamento saqueado. Mack se arrastró hasta el rancho de la señorita Hoda Riggs a 6’4 km, de distancia. Dijo que solo había tres indios en el grupo que le atacó, pero que había otros cerca. La señorita Riggs montó un rápido caballo y cabalgó hasta Fort Grant, donde dio aviso a los oficiales del ejército. Un destacamento fue enviado a la escena del tiroteo, guiado por la muchacha, quien cabalgó con los soldados hasta su rancho, donde organizó un grupo de vaqueros, dirigidos por ella misma, para seguir todos, el rastro. Los soldados fueron al campamento de Mack donde encontraron el rastro de los indios, siguiéndolos hasta las montañas”.

* El 6 de junio de 1900, Fort Sill (Comanche County, Oklahoma) pasa a depender del Departamento de Guerra.

* La noche del 10 de noviembre de 1900, los perros del mormón Martin Harris empiezan a ladrar. (Harris tenía una granja cerca del asentamiento mormón de Colonia Pacheco [municipio de Casas Grandes, Chihuahua]. Algunas piedras cayeron con gran estrépito sobre el techo de la casa. Sospechando que era una trampa, no salió. Al amanecer vio que habían robado maíz y patatas de su huerto. Cogió una escopeta calibre 10, un morral lleno de cartuchos y fue en busca de su vecino, Thomas Allen, también mormón, quien también cogió su rifle. Siguieron las huellas de sus visitantes nocturnos hasta que subieron a un alto en cuya base había un campamento con un grupo de unos nueve apaches. Harris y Allen se escondieron a un lado del sendero sin pensar en atacarlos, pero los apaches subieron a sus caballos para dejar el campamento, yendo directamente al lugar donde estaban escondidos. Uno de los mormones hizo ruido, siendo descubierto por una mujer que iba delante, la cual avisó al hombre que iba detrás de ella. Parecía ser el jefe, llevando un gorro de guerra con plumas adornado con cuentas de plata y adornos alrededor de su muñeca y cuello.

La mujer intentó girar su caballo mientras todo el grupo se dispersaba, excepto el jefe, quien trató de sacar el rifle de su funda, pero el arma se atascó. Harris y Allen dispararon a la vez matando a la mujer para luego apuntar al jefe, que llevaba una niña atada a la espalda. El caballo del jefe se encabritó, pero logró controlarlo y volvió a intentar sacar su rifle, pero dos balas le alcanzaron, matándole a él y a la niña.  

Harris y Allen regresaron a toda velocidad a Colonia Pacheco, sin pararse a examinar a los muertos. Allí se encontraron con Anthony Woodward Ivins, Abraham Owen Woodruff  y Orson Pratt Brown, miembros de la comunidad mormona, quienes siguieron a los dos hombres hasta el lugar de los hechos. Los tres cuerpos estaban en el suelo, vestidos con pieles de ante y mocasines altos. En el lugar había un arco con flechas.

Avisaron a los hermanos Cluff, de la cercana Colonia García, quienes afirmaron haber conocido a Apache Kid en la escuela de la reserva en San Carlos, identificándole sin ninguna duda. El resto habían visto los carteles de recompensa con su rostro. Todos estuvieron de acuerdo en que el líder caído era Apache Kid. En el cuerpo del jefe había unos binoculares, algo raro, ya que solo algunos líderes los usaron al final de las guerras apaches, Gerónimo y Naiche entre ellos. Apache Kid también los usaba desde que se hizo explorador del ejército.

El 23 de noviembre, “The New York Times” informó del hecho: “Joseph F. Smith, presidente de la Iglesia mormona, quien llegó aquí acompañado por Abraham Owen Woodruff y el Dr. Seymour, después de una gira entre las colonias en México, informa de la muerte del famoso Apache Kid durante la reciente incursión india en Colonia Pacheco…”.

El más anciano de los  mormones, Orson Pratt Brown, dijo: “Había llevado la cámara e hice una fotografía del jefe indio. Le dispararon por el pezón y la bala salió por el lado izquierdo de su espalda…. Woodruff escribió: Tuve suerte de encontrar a los dos primeros indios que yacían muertos, pasé por encima de ellos sin decir nada y luego encontré un carcaj completo con 60 flechas bien hechas y también un buen arco… Después de examinar el suelo a cierta distancia para asegurarme de que no había apaches vivos entre los arbustos, cogimos los cinturones, los revólveres, los mocasines y el gorro del jefe… Iban bien vestidos con atuendos nativos… el jefe llevaba un cinturón con cartuchos del calibre 45-70, la mujer llevaba un cuchillo, revólver y muchas baratijas. La pequeña llevaba un cuchillo en el cinturón. Era el grupo de aspecto más salvaje que nunca haya visto. Seguimos el rastro de los que escaparon, pero no encontramos sus huellas. Regresamos al rancho Harris, bailamos y pasamos la noche”.

Los objetos encontrados fueron recogidos por funcionarios mexicanos de Casas Grandes:  prismáticos franceses; un arco y carcaj con unas 60 flechas; mocasines; tres cuchillos; un cinturón con cartuchos del calibre 45-70; un rifle; un revólver Colt con cachas de perla; pulseras; un cinturón de medicina cogido a la mujer con raíces y hierbas; varias baratijas; una cadena de cuentas de plata; un gorro de guerra con plumas con media luna de plata y piedra turquesa en el medio; funda de cuchillo y bolsas de cuero; dos cruces [católica y masónica]; y una silla de montar sobre un caballo abandonado por los apaches.

El grupo inspeccionó los alrededores en busca de señales de apaches. Localizaron un caballo y una silla de montar robados. El resto de la banda se había internado en las profundidades de las montañas de la Sierra Madre. Mientras, los tres apaches fueron enterrados dos veces porque funcionarios mexicanos de Casas Grandes quisieron asegurarse de que no había resultado muerto ningún mexicano. Los mexicanos removieron las rocas y las mantas, diciendo uno de ellos: Sí, son indios bárbaros. Habían sido enterrados en una grieta, envueltos en una manta, colocando primero el cuerpo del jefe, la niña a sus pies y la mujer sobre ambos. Luego taparon los cuerpos con piedras. Woodruff dijo que él e Ivins iban a informar al capitán William Jones Nicholson en San Carlos. El 22 de noviembre, la prensa declaró: “Muerto peleando con mormones. Apache Kid encuentra la muerte. Abraham Owen Woodruff presente en su entierro”.

Ivins pensó en cobrar la recompensa ofrecida por el gobierno de los Estados Unidos; sin embargo, nunca apareció esa foto y sin pruebas de la muerte de Apache Kid, la recompensa nunca se pagó a pesar de las visitas que los mormones hicieron a la Reserva de San Carlos para reclamarla. El gobernador de Sonora también había ofrecido una recompensa por su captura, pero no satisfecho con su identificación, nunca llegó a pagarla.

Ese mismo mes de noviembre, la prensa estadounidense se hizo eco de un enfrentamiento entre una banda de apaches y colonos mormones del asentamiento de Colonia Pacheco que no tuvo lugar. Ningún historiador se ha hecho eco de esa noticia ¿Por qué informó la prensa de esa noticia? Probablemente, fue una confusión con el enfrentamiento que provocó la muerte de Apache Kid. Por entonces también había prensa sensacionalista.

El periódico de Clifton [Greenlee County, Arizona], “The Copper Era., publicó el 22 de noviembre: “Estallido apache. Los pieles rojas más sangrientas del suroeste atacan a los mormones. Noticia tomada de ‘El Paso Herald’. Doce indios apaches y un desconocido número de mormones estadounidenses murieron en un sangriento enfrentamiento en Colonia Pacheco, cerca de Casas Grandes, en la tarde del jueves de la semana pasada. Esta noticia fue transmitida por telegrama del alcalde de Casas Grandes al alcalde Valentín Oñate de Ciudad Juárez [México].

El alcalde no dice en su informe cómo empezó todo, dando solo una breve declaración de la incursión. Parece que los indios llegaron a la colonia sin avisar, como en los viejos tiempos,  y antes de que nadie supiera exactamente lo que estaba sucediendo, empezó una guerra sangrienta.

Los indios, así lo afirma el alcalde de Casas Grandes, pertenecen a una tribu apache de Arizona. Huyeron de la reserva hace varios días, no siendo vistos por ningún sitio del camino hasta que surgió el conflicto.

La tarde del último jueves los mormones se acercaron al terreno y encontraron 12 indios muertos y unos cuantos mormones. El informe fue enviado a Casas Grandes, pero el alcalde no supo decir cuántos mormones habían fallecido.

El alcalde Oñate envió el informe del asunto al gobernador de Chihuahua, Miguel Ahumada, quien está ahora en Ciudad de México, ordenando enviar tropas al asentamiento para perseguir a los indios, llegando la última noche [Parece ser que una compañía de soldados mexicanos fue enviada desde el puesto militar de Ascensión [Chihuahua], a 80 km de Colonia Pacheco en su persecución, sin resultado positivo].

Nadie sabe como escaparon los indios de la reserva sin que se enterase el agente, pero parece que, probablemente, estaban cazando [Los apaches probablemente habían salido de San Carlos y ante la poca presencia militar en la reserva, entraron en México a incursionar]. Se afirma que todos los indios menos dos resultaron muertos. La historia no puede ser confirmada por los funcionarios de Ciudad Juárez, y por contra, si las maniobras significan algo, la incursión tuvo alguna consecuencia. Los soldados en Ascensión recibieron la orden de salir y la compañía de soldados regulares en Ciudad Juárez salió para el lugar. Si esto significa algo más que hacer guardia en caso de que aparezcan otros indios, no es más que una mera conjetura.

Phoenix, Arizona, 17 de noviembre. Han llegado aquí avisos no oficiales de centros apaches que un número de indios han iniciado el sendero de la guerra, atacando una colonia de mormones en Colonia Pacheco, México.

Los soldados de la reserva de San Carlos, donde la mayoría de los turbulentos apaches habían sido vigilados por varias compañías de militares durante años, han sido enviadas a servir en el Este, quedando solo nueve compañías de Caballería para vigilar a varios miles de apaches. Esta es probablemente la reserva desde la cual los apaches cruzaron la frontera hacia México. El agente ha hecho varias peticiones de refuerzos, afirmando que los indios estaban manifestando signos de inquietud, quejándose los colonos de la insuficiente protección que brindaban tan pocas tropas”.

Muchos apaches [14] saliendo de San Carlos sin que nadie se enterase. De ellos, demasiados apaches muertos [12] para que ningún historiador se haya hecho eco. ¿Y los muertos mormones? Ellos tampoco comentaron este hecho. Lo más seguro, dada la coincidencia de fechas, es que fue una exageración de las noticias del enfrentamiento en el que resultó muerto Apache Kid).