* El 3 de enero de 1886, el capitán Emmett Crawford sale de su campamento base en la Sierra Madre para ir tras los chiricahuas. (El grupo, estaba equipado con raciones para 12 días, llevando 11 de las mulas más fuertes y mejor adaptadas [según declararía Henry W. Daly, el jefe de las recuas de mulas], tres empacadores, y 75 exploradores apaches [entre ellos Dutchy, Mickey Free, Ruby [Rubie], Ramón o “Chi-kis-in” [hijo del jefe apache White
Mountain Pedro], Samuel Binday, y Nah-wah-zhe-tah [“hombre-medicina” White Mountain, también llamado Nosey]. Iban todos a pie, dejando a Daly a cargo del resto de mulas, y a los exploradores apaches más débiles y enfermos para proteger el campamento.
La noche antes de partir, Nah-wah-she-tah [Nosey], el “hombre-medicina”, organizó una ceremonia. Sacando un cinto sagrado, se pusieron uno a uno a danzar, poniéndose de rodillas y posando sus labios en él, tras haber sido bendecido por el “hombre-medicina”. Después los apaches celebraron un consejo tras el cual dijeron que iban a cumplir con su deber y que lucharían contra los apaches “hostiles”. Unos 45 años más tarde, el explorador chiricahua Kinzhuna recordaría la intención del “hombre- medicina”: “El fue a protegerlos. Lo que sucedió después era su secreto. Si algo iba a pasar, él lo sabía. Él cantó. Esa noche dijo a los exploradores que… veríamos a Gerónimo. Y eso pasó”. Kinzhuna situó la danza la noche antes del ataque al campamento de Gerónimo pero eso fue simplemente producto de su deteriorada memoria. La danza ocurrió la noche del 2 de enero. Maus y Shipp mencionaron los dos que la danza tuvo lugar la noche antes de partir hacia el río Aros.
El grupo siguió la ruta de avanzadilla que habían seguido Tom Horn y los 10 exploradores apaches [entre ellos Noche, Tsedekizen, Fatty, Cooney, y Segotset o Seegotsi, también llamado Juan Pedro], que iban varios kilómetros por delante. Iban hacia el río Aros, donde los mexicanos habían informado que Gerónimo tenía su campamento. Vadearon el Aros y ascendieron por las altas colinas situadas al otro lado. Allí descubrieron el rastro de cinco chiricahuas uniéndose a uno más grande con reses y caballos robados.
El 7 de enero, Horn envió al cabo bedonkohe Segotset y a otro explorador con un despacho para Crawford. Ahora que habían encontrado un rastro, Crawford envió a Segotset al campamento base con la orden de que Daly avanzara con las recuas de mulas. Luego Crawford llevó su destacamento por la áspera región entre el río Sátachi y el Aros. Noche, Fatty y Horn, viajaban principalmente por la noche, avanzando por un difícil terreno que les llevaba directamente hacia la Espinosa del Diablo, que así se llamaba esa zona que estaba justo al oeste de la línea con Chihuahua.
Crawford avanzó por cañones y crestas escarpadas, y peligrosos precipicios. A lo largo del camino encontraron cadáveres de reses muertas, claro indicio de que se estaban acercando a su campamento. Por las señales, los exploradores dijeron que Naiche estaba con Gerónimo. Naiche, como su padre Cochise, usaba a veces calzados de piel para proteger las pezuñas de sus monturas. El destacamento avanzaba mayormente por la noche. Sufrían mucho por el frío y la manta que cada uno utilizaba para dormir apenas les protegía. A menudo era imposible dormir. A veces bebían café y cocinaban su comida durante el día, eligiendo lugares donde la hoguera no pudiera ser vista y usando leña seca para evitar hacer humo. Los exploradores apaches iban muy por delante, de avanzada. Encontraron varios campamentos abandonados por los chiricahuas, cuya elección indicaba su cuidado constante. Estaban ubicados en puntos altos, de tal manera que al ascender fuese imposible verles; mientras que al descender, ningún grupo perseguidor podría aparecer por sorpresa ante los puestos de observación que mantenían siempre en la retaguardia. El trabajo de las mujeres apaches trayendo agua y leña a esos lugares no era menos importante.
Maus apreció que sus exploradores chihennes se tomaba su trabajo en serio, especialmente cuando se trataba de su bienestar. En un lugar del camino, Maus se alejó del destacamento para ir a cazar. No había ido muy lejos cuando vio al sargento Ruby, quien estaba siguiendo las instrucciones de su suegro [Loco] al pie de la letra. Ya que se habían descubierto huellas de los chiricahuas en las cercanías, indicó a Maus que volviera al campamento. Este diría de los exploradores: “Nada escapa a sus vigilantes ojos mientras marchan silenciosamente sobre sus mocasines… Su sistema de avanzadilla y de flanqueo era perfecto”.
Shipp, que en su compañía “D” tenía 15 chokonen, un bedonkohe [Binday], y un nednai [Fatty], estaba igualmente asombrado, especialmente con Noche, Cooney, y Fatty. A los dos últimos los describió como “bajos, de torso ancho, y con una casi ilimitada resistencia; dentro de su naturaleza salvaje eran todo lo honestos y leales que podían ser, y unos espléndidos exploradores”. Y añadió: “Viendo a los exploradores cualquiera podía entender que sería difícil intentar atrapar a los hostiles chiricahuas con hombres entrenados y equipados a la manera de nuestros propios soldados”. Shipp también reconoció las ventajas que tenían los exploradores chiricahuas sobre los Western Apaches: “Los chiricahuas nunca terminaban de maravillarme. Su conocimiento del terreno; su poder de observación y deducción; su atención, dureza, y habilidad para cuidarse bajo toda circunstancia, les hacía parecer a veces como seres superiores de otro mundo”. Shipp terminó diciendo: “Si nuestro pequeño ejército de 25.000 hombres fuese como estos, animados por el mismo espíritu, sería invencible para el mejor ejército existente actualmente en Europa”.
Crawford siguió avanzando. Las dificultades por ir de noche sobre un terreno como este, donde era necesario pasar por encima de las rocas y descender por cañones profundos y oscuros, eran enormes. No podían moverse hasta el final del día ya que necesitaban inspeccionar una gran porción de terreno por delante antes de avanzar. Abundaban los ciervos pero no podían dispararles para no hacer ruido. Por fin, después de una fatigosa marcha, al atardecer del 9 de enero, dos exploradores del grupo de avanzada de Noche regresaron al campamento de Crawford diciendo que habían encontrado el campamento de los chiricahuas, situado sobre una alta cresta en la zona del Espinazo del Diablo [municipio de Tepache, Sonora], a unos 20 km al sudeste [la ranchería chiricahua estaba a unos 96 km al sur de Nácori Chico, Sonora], en el río Aros. Sin perder tiempo, Crawford decidió hacer una marcha nocturna, esperando estar en posición de ataque al amanecer.
Hicieron un pequeño alto de unos 20 minutos, sin encender fuego y comiendo un poco de pan duro y tocino crudo. El médico, el Dr. Davis, estaba agotado y el intérprete Concepción por desgracia tampoco podía ir más lejos. Ya habían marchado de forma continua durante unas seis horas; estaban muy maltrechos y con los pies doloridos, incluso los exploradores apaches mostraban el cansancio de la exigente marcha. Unos pocos se quedaron también, junto a los tres empaquetadores y las 11 mulas. Partieron Crawford, Maus, Shipp, el jefe de exploradores William H. Harrison, el soldado sanitario Frank J. Nemick [de la compañía “G”, del 4º de Caballería], y unos 77 exploradores, la mitad de ellos chiricahuas. Los militares llevaban mocasines para evitar hacer ruido.
Estas marchas nocturnas, al seguir una pista por el peor terreno posible, cruzando y volviendo a cruzar un río turbulento que había que vadear, fueron muy duras. Pero la noticia de que el campamento estaba tan cerca les dio nuevas fuerzas y esperanzas, apresurándose a cubrir los 20 km que había entre ellos y los chiricahuas. Era una noche obscura y sin luna. Durante gran parte de la distancia, el camino era por roca sólida, sobre las montañas, hasta cañones tan oscuros que parecían sin fondo. Parecía un milagro que los exploradores pudieran encontrar el camino. A veces, el descenso era tan duro que no podían seguir adelante, teniendo que regresar y encontrar otro camino. El capitán Crawford, acabó muy agotado; a menudo se detenía y se apoyaba en su rifle utilizando otras veces un bastón para ayudarse.
Poco antes del amanecer del 10 de enero, el grupo de Crawford alcanzó a Noche, Fatty, y a Tom Horn. Habían caminado durante 18 horas por un territorio tan difícil que cuando llegaron, Gerónimo dijo que sentía que ya no había un lugar donde el hombre blanco no le perseguiría. Estaban al nordeste del campamento chiricahua desde donde pudieron ver a lo lejos las siluetas borrosas de la posición rocosa ocupada por los “hostiles”. Crawford, Noche y Horn decidieron rodear el campamento. Crawford y Harrison permanecerían en el lado norte, mientras Horn, Maus, y Shipp con un grupo de exploradores irían al este, sur, y oeste, respectivamente. Los chiricahuas “hostiles” no sabían que una fuerza militar estadounidense, guiada por chiricahuas, estaba tan cerca de ellos. Estaban tan seguros que no habían puesto centinelas. Pero tenían mulas y burros.
Casi habían tomado posiciones rodeando el campamento de Gerónimo, cuando se escuchó el rebuzno de los burros. Tres guerreros fueron a ver qué pasaba, viendo a Maus y a los exploradores apaches que se acercaban al campamento, empezando el tiroteo. El explorador apache Harvey Nashkin diría que los chiricahuas “hostiles” dispararon al sargento explorador White Mountain, Jin-ni-lsa-ke [Jin-ni-ke], que iba con Shipp. Pero este, que estaba en el lado oeste, dijo que creía que fueron los exploradores los que iniciaron el tiroteo contra los “hostiles”, cuando estos fueron a ver qué ocurría con los animales. Horn estaba de acuerdo con Shipp, diciendo que los exploradores White Mountain abrieron fuego prematuramente sobre dos guerreros porque querían vengarse por los familiares muertos por el grupo de Jolsanny [Ulzana] cerca de Fort Apache.
Una vez que comenzó el ataque, los jefes reunieron a sus guerreros para enfrentarse a los exploradores. Tom Horn pudo oír claramente la voz de Gerónimo diciendo a las mujeres y niños que abandonasen la ranchería y corriesen hacia el sudoeste, hacia el río Aros, pasando entre las posiciones de Maus y Shipp. Como la ranchería estaba a unos 365 metros de la manada de animales, las mujeres y los niños llevaban una buena ventaja cuando evacuaron el campamento.
Horn escribiría en su libro “Life of Tom Horn. Government Scout and Interpreter”: “Gerónimo saltó sobre una roca y gritó: ¡Cuidado con los caballos!. Y un minuto después dijo: ¡Dejen los caballos y vayamos a pie hacia el río! ¡Hay soldados y exploradores [apaches] por ambos lados y por encima de nosotros! ¡Que las mujeres y los niños vayan por el río y los hombres se queden atrás!”.
La poca visibilidad contribuyó a la confusión, disparándose los dos bandos sin producir ningún herido. Finalmente, viendo que la situación empeoraba, Gerónimo gritó: “¡Disolveos y huid como podáis!”. Formas tenues podían verse descender rápidamente por las laderas de las montañas y desaparecer a continuación. Varios chiricahuas “hostiles” huyeron en dirección a donde estaban los exploradores apaches al mando del teniente Maus. Hubo intercambio de disparos sin que nadie cayese. Un chiricahua atacó al teniente Maus a caballo; este disparó dos veces contra él, quien abandonó el caballo herido y desapareció sin saber que fue de él. Los chiricahuas fueron perseguidos durante unas pocas horas, pero desaparecieron entre las rocas.
Los chiricahuas tenían dos opciones, rendirse o huir. Podían alejarse de los hombres de Crawford, pero los exploradores apaches les habían sorprendido en lo que Gerónimo consideraba su seguro santuario. Además, Chihuahua y Naiche estaban preocupados porque no sabían nada de Jolsanny.
Los hombres de Crawford consiguieron capturar a nueve chiricahuas [dos hombres y siete mujeres y niños]. Tom Horn en su libro “Life of Tom Horn. Government Scout and Interpreter” decía: “Cuando les perseguíamos vi a un renegado tratando de cruzar un pequeño canal de drenaje abierto a unos 90 metros de distancia, el cual iba cojeando […] Los dos estábamos corriendo y a no más de 22 metros de distancia le disparé. Entonces se paró en seco y se volvió hacia mí. Era el viejo Nana, cercano a los 90 años. Me dijo con tanta calma como si estuviera pidiendo sus raciones: ‘Me rindo‘. Luego empezó a hablar en español, lengua que hablaba con tanta fluidez como un mexicano”.
Nana dijo: “Soy viejo y no valgo para la guerra que se está librando. En este momento de mi vida todo ha cambiado. Ahora los mejores guerreros son los que primero empiezan a correr, y su habilidad como guerreros depende de lo mucho que puedan correr cuando empieza el enfrentamiento. Te conozco, eres el hijo de Sibi [no era hijo de Al Sieber], hijo del hombre de hierro, y él te ha enseñado a luchar de todas las maneras posibles […]. Teníamos suficientes hombres para hacer una buena pelea, y podíamos huir en la oscuridad tras la lucha, pero no, estos bravos corren, corren, corren”. Todavía tenía su rifle. Agarrándolo por el cañón, lo giró sobre su cabeza y lo golpeó contra una roca, rompiéndolo y tirando el cañón al suelo, diciendo: “Para servirle a usted”. Luego volvieron al campamento.
Uno a uno, los exploradores apaches regresaron. Los chiricahuas, unos 80 en total, con 23 o 24 guerreros, lo habían abandonado todo [comida, mantas, suministros, 30 caballos y mulas, casi toda su manada. Iba a ser difícil para los chiricahuas sobrevivir en las altas montañas sin sus artículos de primera necesidad. Los hombres de Crawford empezaron a devorar la comida del campamento, consistente en mescal, carne de caballo fresco, una pequeña parte de un ciervo y una carne seca. Todos estaban agotados. Hacía frío y humedad. Uno de los exploradores chiricahuas había podido hablar con Naiche. Este le dijo que notificara al oficial al mando que quería hablar con él. El explorador le dijo que el oficial era el capitán Emmet Crawford, a quien Naiche conocía. Poco después, Naiche envió a una mujer al campamento de Crawford [La mayoría de informes dicen que solo fue una mujer, pero Maus contó al periodista Charles Lummis que fueron dos, una después de otra. Algunos informes dicen que Gerónimo envió a su hermana, pero parece que eso ocurrió en otro momento].
Hacia la mitad de la tarde, mientras Crawford y sus hombres estaban descansando, llegó la mujer apache diciendo que Gerónimo y Naiche estaban acampados junto al río Aros, a pocos kilómetros de distancia. Por lo que dijo la mujer, y por lo que Naiche dijo al explorador, parece que estaban considerando la posibilidad de rendirse y regresar a la reserva. Crawford envió a dos exploradores a traer al grupo del cirujano Thomas B. Davis, porque con él estaba Concepción, el intérprete que hablaba apache y español. Después de dar a la mujer un poco de carne, Crawford accedió a reunirse con los jefes al día siguiente en una meseta a 1’5 km del campamento. Un explorador chiricahua, en compañía de otros cinco, fue enviado a vigilar a una colina al este del campamento, preocupándose cuando estos se quedaron dormidos, atribuyéndolo a algo sobrenatural. Con Gerónimo en las cercanías, estaba convencido de que el “hombre-medicina” [Gerónimo] había lanzado un hechizo para dormir en todo el mundo. Así que el explorador, que bien pudo haber sido Eskinzon [más
tarde conocido como Jim Miller], usó su propia “ceremonia” para contrarrestar el “poder” de Gerónimo. Se puso a cantar sin parar hasta que despertaron.
Los chiricahuas estaban preocupados porque habían sido descubiertos no solo por exploradores apaches White Mountain sino también por chiricahuas. Que su propia gente fueran exploradores del ejército les resultó muy inquietante, ya que conocían el territorio y sus escondrijos, ¿Cuál hubiera sido el resultado de esa conferencia? Nunca se sabrá por el ataque de los mexicanos al día siguiente. Los estadounidenses tuvieron suerte al ocupar una posición fuerte del campamento hostil).
Al amanecer del 11 de enero, los hombres de Crawford estaban tomando el primer café en el campamento capturado a Gerónimo. Habían hecho fogatas tratando de descansar, pero era difícil a causa del intenso frío. Habían estado sin comida durante muchas horas; de hecho, no habían comido alimentos cocinados durante días. Con tantas noches de marcha continua no era de extrañar que los exploradores apaches estuvieran cansados, echándose entre las rocas a dormir. Al amanecer, el campamento fue alertado por los gritos de algunos centinelas. Los tenientes Maus y Shipp, y Tom Horn, corrieron hacia adelante para saber el motivo. Unos pensaron que llegaba el capitán Wirt Davis con el 1.er Batallón de exploradores apaches, por lo que los centinelas les gritaron en su lengua.
Una densa niebla se cernía sobre las montañas, haciendo que la luz de la mañana fuera muy débil. Pero al ascender por las rocas vieron los contornos de formas oscuras que se movían a lo lejos. Entonces, de repente, se produjo una descarga de fusilería, iluminando la escena. Tres de los exploradores apaches resultaron heridos, uno gravemente, y rápidamente buscaron cubierta. Los exploradores apaches mantuvieron el fuego hasta que el capitán Crawford, que se había quedado echado junto a la hoguera, gritó que pararan. En unos 15 minutos cesó el fuego y entonces se dieron cuenta de que los atacantes eran mexicanos [después se supo que eran unos 128 tarahumaras del Estado de Chihuahua, y es posible que, al oír a los exploradores apaches, pensaran que eran “hostiles”]. Con solo unos pocos burros para llevar los suministros y la munición, del calibre 44 de sus rifles Remington, los tarahumaras marcharon durante 17 días desde el este de la Sierra Madre. Varios, unos 13, se estaban acercando. Cuatro de ellos se adelantaron.
Como el teniente Maus hablaba español, avanzó unos 70 metros a su encuentro, seguido por el capitán Crawford. Les dijo quienes eran y que luchaban contra Gerónimo, habiendo capturado su campamento. El capitán Crawford, que no hablaba español, preguntó a Maus si se lo había explicado todo a los mexicanos, contestando que sí. En ese momento todos estaban de pie, a pocos metros de distancia, los unos de los otros. El oficial al mando de los mexicanos, nativos tarahumaras, era el comandante Mauricio Corredor [el mismo que estuvo en Tres Castillos luchando contra Victorio]. Era alto y corpulento de más de 1’80 metros de altura, actuando como portavoz.
El gobernador de Sonora, Luis Emeterio Torres había escrito al general Crook para quejarse de las “depredaciones” cometidas por los exploradores apaches del destacamento del capitán Crawford. El mismo 11 de enero, Crook contestó: “Nadie más que yo, lamenta que haya problemas entre nuestras fuerzas militares y el pueblo mexicano. He enviado con un correo, copia de su comunicación al capitán Crawford para que lo investigue y me informe, y que cualquier ultraje cometido por los exploradores apaches sea severamente castigado“. Crawford nunca recibió esta comunicación. Con posterioridad a esta acción, una investigación posterior llevada a cabo por el gobierno mexicano indicó que los mexicanos sabían que estaban atacando a exploradores apaches y no a “renegados”. El explorador Western Apache Harvey Nashkin oyó a un mexicano decir a sus hombres que “el pelo de los exploradores era bueno y largo y que era el mejor para hacer cuerdas, así que matémosles a todos para conseguir su cabello”. Varios tarahumaras y exploradores apaches se insultaron entre sí. Los chiricahuas dijeron: “No huyáis si sois hombres porque hoy os encontraréis con hombres”, refiriéndose al gran número de mujeres y niños que murieron o fueron capturados en Tres Castillos y en el río Sátachi. Los tarahumaras contestaron: “Somos las tropas que barrieron al grupo de Victorio… Matamos a Victorio y podemos mataros a todos vosotros”. Esto irritó a los líderes de los exploradores chiricahuas, ya que muchos habían perdido familiares en Tres Castillos y en el río Sátachi. El chihenne Tsedekitzen, miembro de la compañía “A” de Maus estaba listo para ir al combate contra los tarahumaras. Los exploradores habían llevado una mula con cartuchos empezando a reponer sus cartucheras. Luego un chiricahua, probablemente Fatty, dijo: “De acuerdo, preparaos. Vamos a dispararos ahora mismo”.
El teniente Maus, en su libro “A Campaign Against the Apaches, 1885-1886” dijo: “Mirando a las rocas pudimos ver las cabezas de muchos de nuestros exploradores apaches con sus rifles listos, oyéndose el fuerte chasquido de las recámaras al insertar los cartuchos. También recuerdo la expresión de los rostros de los mexicanos al pensar que nuestros exploradores iban a disparar; de hecho, también me lo imaginaba yo. Al mismo tiempo me di cuenta de que un grupo de mexicanos iba de la parte baja de un barranco hacia un punto más alto en el que se dominaba y enfilaba nuestra posición, a unos 360 metros de distancia. Llamé la atención del capitán Crawford sobre ello, así como el aspecto de nuestros propios exploradores. Él dijo: ‘Por el amor de Dios, no dejes que abran fuego’. El comandante Corredor también dijo: ‘No tiréis, no abráis fuego’. Yo le dije que no dejara a sus hombres abrir fuego. Entonces me volví hacia los exploradores diciendo en español ‘No disparéis’ sosteniendo la palma de mi mano hacia ellos. Casi todos entienden español, aunque no todos lo hablan. Había dado unos pasos hacia adelante para llevar a cabo las instrucciones del capitán cuando un disparo resonó claro y solitario; los ecos eran
tales que no podía decir de dónde vino, pero sonaba como una sentencia de muerte y fue seguido por andanadas de ambos lados. Como todos buscamos cubierta, miré hacia atrás justo a tiempo para ver al jefe mexicano soltar su rifle y caer, con un tiro en el corazón. Otro mexicano, el teniente Juan de la Cruz, cayó mientras corría, atravesado por 13 balas. Los otros dos corrieron a protegerse tras un roble pequeño, pero casi fue cortado por las balas y ambos murieron. Otros nueve o diez que estaban a la vista rápidamente se echaron a tierra o se resguardaron en huecos tras las rocas, que era lo único que había cerca. Al llegar a las rocas donde había buscado refugio, me encontré con el capitán Crawford acostado con la cabeza perforada por una bala. Su cerebro le corría por la cara y parte de él yacía sobre las rocas. Debió haber recibido un disparo justo cuando llegó y subió a las rocas. Por encima de su rostro había un pañuelo rojo agarrado con su mano temblorosa. Dutchy estaba cerca de él. Le presté toda la atención posible en esas graves circunstancias. La caída del capitán Crawford fue un evento triste y desafortunado, muy de lamentar, que nos entristeció a todos, no pudiendo quitárnoslo de la cabeza”.
Tras el enfrentamiento, los mexicanos habían tenido cuatro muertos y cinco heridos, mientras que por parte estadounidense habían resultado heridos el capitán Crawford, que moriría siete días después; tres exploradores apaches, uno de ellos de gravedad, y el jefe de los mismos, Tom Horn, con una herida en el brazo. Dutchy mató al mexicano que había disparado a Crawford, y Samuel Binday a Mauricio Corredor, alcanzándole en el corazón. Mithlo, 25 años después, alardearía ante el comandante Hugh L. Scott, que “los leales exploradores se habían mantenido firmes sin huir”.
El teniente Maus, al ser el más alto oficial, tomó el mando enviando exploradores para evitar que intentaran atacar su lado derecho y tras cerca de dos horas, los mexicanos fueron expulsados y el fuego cesó gradualmente, aunque ocupaban una fuerte línea de colinas, con un excelente refugio, eran el doble y estaban armados con rifles Remington calibre 44, que llevaba un cartucho similar al de los estadounidenses. Estos estaban sin raciones y casi sin municiones; la canana suministrada a cada explorador apache en muchos casos se había agotado por completo ante el intenso tiroteo. Entre cuatro y cinco mil cartuchos habían sido disparados y a algunos no les quedaba ninguno.
El teniente William Ewen Shipp afirmó que la mayor parte del enfrentamiento la hizo una compañía de exploradores chiricahuas, lo que concuerda con su historia oral, como señaló el sargento Tsedekizen. Al comienzo del enfrentamiento, al frente de un puñado de exploradores, emergió de sus cubiertas disparando al grupo de Corredor. Uno de los exploradores chiricahuas dijo: “Todos los soldados [mexicanos] le dispararon, pero no pudieron alcanzarle”. Maus envió a Tsedekizen con una compañía de exploradores chiricahuas para evitar que los tarahumaras les flanqueasen, consiguiendo mantenerlos lejos. Estos se retiraron a una serie de colinas entre 275 y 450 metros al oeste de los estadounidenses. Tsedekizen pidió permiso a Horn para lanzar un ataque contra los tarahumaras, pero este se negó.
Años más tarde, Tsedekizen, Cooney, Tuzzone, Astoyeh, Kinzhunna y Guydelkon recordaban riéndose como los hombres de Corredor caían unos sobre otros tratando de salir del camino. Los tarahumaras estaban desmoralizados, indecisos y desesperados, ya que sus dos oficiales al mando estaban muertos. Gritaron que les gustaría hablar, pero tenían miedo de avanzar. Cuando el teniente Maus y Tom Horn fueron a hablar con ellos, el sargento Santa Ana Pérez y otros tres más se acercaron hasta una distancia de unos 135 metros para hablar. El hermano del teniente que había muerto estaba llorando amargamente y todos estaban tristes por los compañeros caídos. El teniente Maus creyó sinceramente que los mexicanos pensaron que eran “hostiles” al llevar tantos exploradores apaches. Con soldados regulares todo habría sido distinto. Todos pensaron en las risas de los chiricahuas cuando se enterasen de ese enfrentamiento. Estos habían visto todo el enfrentamiento desde los riscos situados junto al río. Estaban considerando hablar con los estadounidenses, pero no con los tarahumaras cerca. Los chiricahuas conocían al segundo jefe de los exploradores, William Harrison, al que conocían de cuando coincidieron en Ojo Caliente, a principios de la década de 1870. No conocían a Maus ni a Shipp, y solo un poco a Horn. Confiaban en Crawford, sabiendo que era la mano derecha de Crook.
No tenían casi municiones, ni comida, ya que los suministros estaban con la recua de mulas con Daly, casi sin protección en el noroeste [nadie sabía dónde exactamente]. Si los mexicanos hubieran atacado por la retaguardia, donde estaban totalmente desprotegidos, su posición hubiera sido insostenible. De haber habido un ataque así, el resultado probablemente hubiera sido la dispersión del destacamento por las montañas y puede que los exploradores chiricahuas se hubiesen unido a los apaches “hostiles”. Al final del día llegó el médico T. B. Davis y después de haber atendido a los heridos, el teniente Maus le envió a cuidar a los cinco heridos mexicanos, algunos de los cuales estaban en grave estado.
El médico Davis dijo que la muerte del capitán Crawford era cuestión de tiempo, por lo que el teniente Maus dio la orden de prepararse para partir, ya que esperaba, cuando los mexicanos estuviesen lejos, poder tener una reunión con los jefes chiricahuas y conseguir, posiblemente, una rendición. Eso no podía hacerlo con los mexicanos cerca, y estos dijeron que no se moverían porque tenían miedo de ser atacados por los exploradores apaches. Con el fin de trasladar al capitán Crawford, hicieron una hamaca para llevarle a mano. Trajeron del río cañas, que unieron por los laterales
con un trozo de tela para la cama. Cuando estaban ocupados en ello [era el 12 de enero, el día siguiente al enfrentamiento], se oyeron gritos del intérprete Concepción, quien estaba con algunos mexicanos a unos 180 metros de distancia. Este hizo una seña al teniente Maus quien fue a hablar con ellos, pues era el único que podía hablar español porque Tom Horn, que también lo hablaba, estaba herido. Concepción había sido enviado por Maus a traer objetos capturados del campamento de Gerónimo que habían abandonado al huir. Según avanzaba hacia los mexicanos, le saludaban con mucha cortesía y de manera amistosa, diciendo que antes de partir querían tener una charla. Estaba lloviendo y le pidieron pasar bajo un cercano refugio rocoso. Era el lugar desde donde habían hecho el primer disparo. Al cruzar bajo la roca, Maus se encontró frente a 50 mexicanos armados con rifles Remington, mirándole fríamente. El teniente Maus escribiría en su libro “A Campaign Against the Apaches, 1885-1886”: “Me gustaría declarar aquí que les había enviado, como prometí, seis de los caballos indios capturados; sin embargo, según decían, no eran los mejores al estar heridos y agotados; pero de eso yo no sabía nada en ese momento. El viejo Concepción estaba en su poder. El ánimo de los mexicanos mientras me encontraba en su poder experimentó un cambio notable. Se volvieron insolentes, indicando que habíamos matado a sus oficiales y que éramos merodeadores y no teníamos autoridad en su país. Exigieron mis papeles. Les expliqué que había un tratado entre México y los Estados Unidos, pero que yo no tenía papeles, pues el capitán Crawford había dejado todo nuestro equipaje con la recua de mulas. Su lenguaje era insolente y amenazador. Ahora me di cuenta de mi situación y comprendí que la consecuencia de estar lejos del destacamento con el intérprete, era que no había nadie con los exploradores que pudiera hacerse entender por ellos. Los mexicanos dijeron que yo les había prometido los animales para llevar de vuelta a sus heridos y no se los había dado y que los que les había enviado no tenían ningún valor. Les dije que les iba a enviar otros animales a mi regreso y empecé a caminar, cuando me rodearon, diciendo que debía permanecer allí hasta que yo enviara las mulas. Al darse cuenta de ello, los exploradores apaches empezaron a gritar preparándose para luchar.
Unos pocos disparos hubieran precipitado las cosas. Los mexicanos llamaron mi atención sobre mis exploradores y yo les dije que los apaches evidentemente temían una traición y que no podía controlarlos mientras estuviera lejos. Luego me dijeron que podía ir si les enviaba seis mulas, tras lo cual debía abandonar el país. Les prometí que lo haría, pero no confiaban en mi palabra y mantuvieron al viejo Concepción prisionero hasta que yo les enviara las mulas. Exigí un recibo; me lo dieron y después el gobierno mexicano pagaría al nuestro el valor total de los animales. Ese día era ya tarde para partir, pero a la mañana siguiente empezamos la marcha de regreso a casa, llevando al capitán Crawford a mano. Los exploradores apaches, siempre supersticiosos, no querían ayudar, pero fueron persuadidos, ayudando también el teniente Shipp. Para añadir más dificultades, era la estación de lluvias y las laderas de las escarpadas montañas se subían con gran dificultad. Sería difícil describir esta marcha. El primer día solo hicimos 3 o 4 km con gran esfuerzo. El apache explorador herido fue colocado en un poni y aunque gravemente herido, parecía ir bien. Los otros dos exploradores heridos y Tom Horn fueron heridos levemente moviéndose sin problemas”.
El 13 de enero, avanzaron bajo una constante lluvia hacia el oeste, vivaqueando cerca de un río. Esa noche, llegaron dos mujeres apaches diciendo que Gerónimo y Naiche habían oído el tiroteo que se produjo cuando los mexicanos atacaron al destacamento de Crawford y huyeron, pero que querían parlamentar. Maus accedió. Las mujeres dijeron que Gerónimo pedía poder juntar a toda la banda. Acordaron reunirse con él, y a la mañana siguiente [14 de enero], Maus, Horn, el intérprete Concepción, Noche, y otros cuatro exploradores salieron hacia el punto de reunión, desarmados, como estipuló expresamente Gerónimo como condición.
Después de avanzar 1’5 km de distancia, se encontraron con dos chiricahuas [uno de ellos era Nat-cul-baye,] prometiendo que los jefes vendrían al día siguiente. A la mañana siguiente [15 de enero], llegaron Gerónimo, Naiche, Chihuahua y Nana con otros 14 hombres, completamente armados con sus cinturones llenos de municiones, y al estar Maus desarmado según el acuerdo, este lo tomó como una deslealtad. Al parecer, sospechando una traición, cada apache se sentó con su rifle en posición vertical, formando un círculo alrededor del teniente, con Gerónimo en el centro. Según Santiago McKinn, los chiricahuas llamaban a Naiche, “nantan” [que significa líder], aunque fue Gerónimo quien llevaba la voz cantante. Se sentó allí durante un minuto, mirándole fijamente a los ojos y finalmente le dijo: “¿Por qué has venido aquí?”. Maus contestó: “He venido a capturarte o destruirte a ti y a tu banda”.
Maus escribió en “A Campaign Against the Apaches, 1885-1886”: “Gerónimo sabía perfectamente que era la única respuesta que yo le podía dar y que era sincera. Luego se levantó, se acercó a mí y me dio la mano, diciendo que confiaba en mí y luego me pidió que informara al comandante del departamento de lo que tenía que decirle. Enumeró sus quejas sobre la Agencia, las cuales eran puramente imaginarias o supuestas. Le aconsejé que se rindiera y le dije que si no lo hacía, las tropas de los Estados Unidos y los mexicanos no le dejarían descansar. Estuvo de acuerdo en rendirse, comprometiéndose a reunirse con el general Crook cerca del río San Bernardino [Sonora] en el plazo de dos meses para entablar negociaciones sobre la rendición. Gerónimo envió [al día siguiente, 16 de enero] a nueve personas, incluyendo a un guerrero; a Nana y su esposa Nah-dos-te [hermana de Gerónimo]; una de las esposas de Naiche y su hijo; Ih-tedda [embarazada de Lenna], una de las esposas de Gerónimo y una de las hijas de este. [La fotografía de la supuesta Ih-tedda fue realizada por A. Frank Randall en 1886, cuando todavía no habían nacido Lenna y Robert. Robert Geronimo nació el 2 de agosto de 1889 en Alabama. Randall hizo varias fotografías de la misma mujer, en las cuales aparece escrito a mano: ‘Mescalero Apache e hijos’ o ‘Mescalero Apache madre e hijo’]. Con este acuerdo regresé al campamento. Al poco tiempo envió a unos prisioneros con la petición de que yo les diese un poco de azúcar y harina. Accedí habiendo enviado mientras tanto a algunos de mis exploradores a donde estaba la recua de
mulas. Aquí, casi a la media noche, fui despertado por los exploradores que se habían reunido diciendo que habían visto a los mexicanos que se acercaban para atacarnos y que necesitaban municiones. No tenía la intención de darles más por ahora, ya que solo quedaban unos 3.000 cartuchos, pero me lo suplicaron con tanta fuerza que finalmente les di 1.000 cartuchos, aunque apenas podía creerles. Los mexicanos no aparecieron. Los apaches de Gerónimo tenían mucho dinero y me enteré posteriormente que nuestros exploradores les habían vendido municiones a razón de un dólar por cada cartucho. Al día siguiente continuamos nuestra difícil marcha a causa del traslado de nuestros heridos.
El 17 de enero, mientras estaba sentado con el capitán Crawford, abrió los ojos y me miró directamente a la cara y luego me apretó la mano. Sin duda, estaba consciente y traté de hacerle hablar o escribir, pero no pudo. Le aseguré que haría todo lo que estuviese en mi mano para arreglar sus asuntos. Puso su brazo alrededor de mí y me atrajo hacia él, pero solo podía mover la cabeza como respuesta. Este intervalo consciente solo duró unos 5 minutos y luego la mirada inteligente pareció desaparecer para siempre. Al día siguiente murió mientras estábamos marchando, falleciendo en silencio, no sabiendo nadie la hora exacta de su muerte. Envolvimos su cuerpo en la lona y lo colocamos en una de las mulas de carga. Ahora avanzábamos más rápidamente, pero cuando llegamos al río Satachi no podíamos cruzarlo, ya que estaba desbordado por las lluvias tardías y era profundo y turbulento. Por tanto, nos vimos obligados a ir al campamento y perder un día. Mientras tanto, el cuerpo del capitán Crawford comenzó a descomponerse, por lo que nos apresuramos, cruzamos el río al día siguiente y al otro llegamos a Nacorí [el 22 de enero]. Aquí enterramos al capitán Crawford, poniendo su cuerpo a cargo del alcalde de la localidad y marcando bien el lugar de su sepultura. Solo pude conseguir cuatro tableros en la población y los utilizamos en la fabricación de un ataúd con el cuerpo envuelto en la lona. [Dos meses más tarde, E. C. Bunker, un empaquetador civil, fue enviado, junto a un enterrador, a recuperar el cuerpo. Lo desenterraron y lo transportaron sobre una mula durante un viaje de 320 km hasta la estación de Bowie {Cochise County, Arizona}].
El sentimiento de la gente era decididamente hostil y en Bacerac y Bavispe [Sonora], unos 200 soldados mexicanos se unieron con intenciones nada amistosas. Para añadir más problemas, los exploradores apaches obtuvieron mescal estando muy indisciplinados. Tuve que tener mucho cuidado de evitar un conflicto en Bacerac. Me vi obligado a pasar a través de la localidad, ya que había un monte a un lado y un río al otro. Los funcionarios se negaron en un primer momento a dejarme pasar, pero trasladé a varios de mis soldados al centro y con el apoyo del resto, evitamos un conflicto. En Bavispe los exploradores apaches obtuvieron gran cantidad de mescal mientras las autoridades civiles trataron de quitarnos todo lo que habíamos capturado. Envié a los exploradores apaches fuera del campamento porque estaba seguro de que, al estar ebrios, hubieran disparado contra ellos. Aquí se produjo una pelea entre una compañía de exploradores White Mountain y otra de chiricahuas [empezó con un enfrentamiento entre los sargentos de cada compañía, por parte de los chiricahuas, Noche y Tsedikizen], cargando sus rifles para disparar unos sobre otros, pero finalmente logré sofocar el incidente”. El hecho ocurrió el 28 de enero, a 11 km de Bavispe, cuando comerciantes de dicho pueblo vendieron a escondidas gran cantidad de mescal a los exploradores apaches. Los efectos del alcohol hicieron aflorar las diferencias entre los White Mountain y los chiricahuas hasta el punto de apuntarse con las armas. Solo la intervención de Maus impidió el derramamiento de sangre. Al día siguiente, el teniente se adelantó al destacamento dirigiéndose hacia New Mexico.
El 30 de enero, el capitán estadounidense Wirt Davis envió un informe al general mexicano Joaquín Terrazas: “El 10 de enero el capitán Crawford con 80 exploradores apaches atacó y capturó un campamento de apaches chiricahuas hostiles en un lugar, a unos 95 km, al sur de Nácori. Capturaron nueve apaches, dos hombres y siete mujeres y niños; y todas las provisiones y potros [60] de los hostiles. En la mañana del 11 de enero, a plena luz del día, los exploradores apaches del capitán Crawford fueron atacados por unos 150 ciudadanos de Guerrero [Chihuahua]. El capitán Crawford, del 3º de Caballería, murió al tratar de detener el ataque. Tres exploradores apaches y un jefe estadounidense de los exploradores fueron heridos. Hubo varias víctimas entre los ciudadanos de Guerrero. El capitán Crawford fue enterrado en el cementerio de Nácori… Los exploradores del teniente Maus llevan consigo a nueve prisioneros chiricahuas, quienes afirman que Mangas y otros 12 hostiles están en la cabecera del Río Verde [Aros] en Chihuahua. Se cree que el resto de los hostiles se han dispersado por Sonora hacia el noroeste. Me quedaré aquí un día o dos más y luego iré hacia el norte en dirección al Guadalupe Canyon, en los Estados Unidos. La muerte del capitán Crawford es triste y causará un profundo dolor y pesar en los Estados Unidos. Muy respetuosamente, su obediente servidor, Wirt Davis, comandante de las fuerzas estadounidenses en México”.
Machokay, un explorador apache White Mountain diría: “Como yo había estado de campaña alrededor de un año, me retiré al llegar a San Carlos y estuve fuera durante más de un año, pero me alisté nuevamente durante la huida de Gerónimo en 1885 y fui a las montañas de la Sierra Madre de México con 100 exploradores, bajo el mando del capitán Dorst, del 4º de Caballería. El capitán Crawford iba por delante de nosotros con 100 exploradores White Mountain. Me enviaron a los puntos de alta montaña con 15 exploradores para tratar de localizar a los hostiles. Era invierno y hacía un frío intenso; con frecuencia teníamos carámbanos colgando de nuestro cabello. Mientras cumplíamos con nuestro deber, nos enteramos de que el capitán Crawford había resultado muerto por tropas mexicanas y, en aproximadamente una semana, su destacamento, ahora bajo el mando del teniente Maus, se unió a nosotros, y como nuestro alistamiento se estaba acabando, nos llevaron a San Carlos y nos licenciaron. Debido al duro servicio que habíamos sufrido, nuestra ropa estaba hecha jirones y nuestros mocasines gastados.
Sieber quería que me volviera a alistar de inmediato y me ofreció ser sargento 1º si lo hacía, pero lo rechacé porque quería descansar un poco, por lo que Sieber nombró sargento 1º a Apache Kid. El alistamiento de Apache Kid como sargento 1º posiblemente tuvo una gran influencia en la futura vida de Sieber. Pronto me volví a alistar y cumplí cuatro periodos de alistamiento más en San Carlos con Sieber”.
El 1 de febrero, Maus llegó al Rancho de Lang, en el Animas Valley [Hidalgo County, New Mexico] habiendo recorrido más de 1.600 km. El 5 de febrero, Maus recibió la orden de regresar a Sonora para esperar a los apaches en la frontera, a unos 16 km al sur de la orilla del río San Bernardino [aproximadamente a 135 km de Fort Bowie, Cochise County, Arizona]. Cerca del campamento de Maus, los cuatro hermanos Tribolet, Siegfried, Robert, Godfrey y Charley, habían establecido un campamento de mescal, vendiendo esa bebida a varios exploradores. Maus envió a los tenientes Shipp y Faison para decirles que no vendiesen más mescal a los exploradores. A pesar de que prometieron no hacerlo, la venta prosiguió.
Los chiricahuas se vieron obligados a reemplazar los suministros perdidos durante el ataque de Crawford a su campamento. Por entonces creían que, si llegaban a un acuerdo, Crook les permitiría volver a la reserva con el ganado que tuvieran en su poder, como antaño. Para eso tenían que realizar más incursiones. El 31 de enero, un grupo de 12 a 15 guerreros, probablemente bajo el mando de Gerónimo, habían atacado a dos hombres a unos 9’5 km al norte de Sahuaripa, hiriendo mortalmente al teniente Francisco Hurtado y disparando a su caballo. Luego se habían dirigido hacia el este, hacia los asentamientos situados junto al río Sonora.
Mientras en el norte, Chihuahua y Jolsanny habían emboscado el 9 de febrero una reata de mulas entre Oputo y Huásabas, matando a cuatro hombres, Cipriano Velarde, Jesús María Durazo, Jesús Valencia y Francisco Laborin. Dos días más tarde, habían asaltado el rancho Capadeguachi, a unos 16 km al suroeste de Oputo. Soldados de Huásabas y Granados fueron en su ayuda ahuyentando a los apaches. A mediados de febrero, los incursores de Chihuahua y Jolsanny habían ido al oeste, hacia Cumpas, siendo por entonces 8 o 10 guerreros, ya que algunos de ellos fueron a incursionar con Naiche y Gerónimo. Cerca de Cumpas mataron a un estadounidense llamado Resse e hirieron a su compañero llamado Quirk. El 17 de febrero, asaltaron un rancho cerca de Cumpas matando a dos hombres, Luis Peralta y a otro estadounidense. La esposa de Peralta y su hijo permanecieron escondidos hasta que un destacamento del coronel Emilio Kosterlitzky les encontró. Más tarde, esa noche, los chiricahuas robaron ganado y una carreta de bueyes de un corral en el rancho de Salvador Hoyas [la carreta de bueyes sería vista más tarde en posesión de los exploradores, pudiendo haber sido comprada o ganada a los chiricahuas mediante apuestas]. La mañana del 18 de febrero, incursionaron en tres ranchos entre Cumpas y Nacozari. El primero de ellos era el Rancho Noria, donde robaron ganado e hirieron a un hombre, quien diría a Kosterlitzky que había oído disparos provenientes del Rancho Ventura [municipio de Cumpas, Sonora]. El coronel se dirigió al lugar, encontrando a Francisco Martínez inconsciente a causa de dos disparos. El rastro iba hacia el noreste, hacia el Rancho Alisos, donde robaron más ganado. Con unos 100 caballos, mulas y reses, se fueron al norte, y de camino mataron a dos estadounidenses, William Brown y James Moses.
Mientras, los incursores de Gerónimo asaltaban en Banámichi y Motepori matando a dos hombres. En Banámichi no había medios para perseguirles porque los soldados, con la mayoría de las armas de fuego, estaban en el sur luchando contra los yaquis. Luego los chiricahuas siguieron el río Sonora hacia el norte, hacia la Sierra de los Ajos [municipio de Fronteras, Sonora], donde a primeros de marzo, decidieron hacer una incursión antes de dirigirse hacia el norte, hacia la frontera. Poco antes del amanecer del 8 de marzo, 22 chiricahuas todos a pie, salieron de un cañón cerca del Rancho Mababi [municipio de Fronteras, Sonora], perteneciente a John Hohstadt, localizado en el lado este de la Sierra de los Ajos, a mitad de camino entre Bacoachi y Fronteras. Un vaquero madrugador los vio y corrió de vuelta al rancho, alertando a Hohstadt, a su hermano, y a otros dos estadounidenses, quienes salieron de la casa y se ocultaron esperando que apareciesen los apaches, quienes llegaron a hurtadillas hasta el corral. John Hohstadt alzó su Winchester, disparando a un guerrero cuando abría la puerta. La bala impactó en la frente de Chinche, matándolo al instante. Los compañeros de Hohstadt empezaron a disparar hiriendo [eso pensaron] a dos apaches más, haciéndolos huir y apoderándose de dos caballos. Luego alguien del rancho, cortó la cabellera y las orejas de Chinche, y luego le desnudaron [encontrando 38’50 $], para terminar quemando su cadáver en una hoguera.
Deseando vengarse, los chiricahuas descubrieron esa tarde a un grupo de siete mexicanos que venían por el camino desde Bacoachi. Eran cuatro hombres, una mujer, y dos niños que se pararon en Capulin, a unos 800 metros del Rancho Mababi. Los apaches rápidamente mataron a tres hombres y capturaron a la mujer, Felipa Andrade, que estaba embarazada, y a sus dos niños, de uno y tres años. Después de matarles brutalmente, abrieron el vientre de la mujer, sacaron el feto y lo pusieron en sus brazos. El hombre que pudo salvarse, Jesús Anselmo, corrió a pie hasta Bacoachi. Pocas horas después, alrededor de las 17:00 horas, Refugio Federico cabalgaba por el lugar de la terrible escena camino de Fronteras, cuando los apaches le dispararon hiriéndole a él y a su caballo.
Mientras esto pasaba, Chihuahua y Jolsanny asaltaron el Rancho Cuchuta, a 19 km al este del Rancho Mababi, hiriendo a un hombre y robando 25 caballos y mulas. Como el de Gerónimo y Naiche, su rastro iba al sureste, hacia la Sierra Pilares de Teras [municipio de Agua Prieta, Sonora]. Ambos grupos estaban preparados para reunirse con Crook, quien esperaba en Fort Bowie que Maus le diese noticias de los chiricahuas. El general sabía por los exploradores Dutchy y Gonaltsis [también llamado Patricio, hermano de Chato], que estos estarían reuniendo su ganado disperso adquirido en sus incursiones, pudiendo llegar a la frontera al final de mes.
El 14 de marzo, Maus estaba en su campamento cuando observó señales de humo en el Cerro Pitaycachi [municipio de Agua Prieta, Sonora], a unos 32 km al sur. Se dirigió allí con cuatro exploradores [entre ellos el sargento 1º Noche] encontrándose con cuatro mensajeros de Gerónimo y Naiche [un hombre, una mujer, y dos muchachos]. El hombre tenía una herida reciente en el pie, probablemente recibida seis días antes en el Rancho Mababi, admitiendo que habían perdido un hombre [Chinche] en el enfrentamiento. Los mensajeros informaron que toda la banda, excepto Mangas, se encontraba a unos 64 km de distancia, acampada en las montañas cerca de Fronteras [Sonora], al otro lado del río Bavispe. Maus les dijo que volvieran y trajeran a Gerónimo de inmediato, ya que los mexicanos estaban persiguiéndolos con el consiguiente peligro de que fuesen atacados en cualquier momento. Maus les dijo que Crook vendría a reunirse con ellos y que con él vendría Dos-teh-seh, la madre de Naiche.
El 16 de marzo, Crook recibió el mensaje de Maus. De inmediato envió un telegrama a su superior en San Francisco, el general John Pope, solicitándole la liberación de Kaahteney, preso en Alcatraz. Este fue trasladado en tren, con una escolta, hasta Fort Bowie. Nada más llegar, emprendió viaje con Crook hacia el noreste de Sonora, junto a Dos-teh-seh, Alchesay, y Na-dis-ough.
El 19 de marzo, Gerónimo y Naiche llegaron, cerca del campamento de Maus en el Cerro Pitaycachi, con 22 guerreros y un gran rebaño de ganado robado. Chihuahua y siete de sus seguidores se quedaron por los alrededores. Mangas no tenía intención de acudir. Gerónimo y Naiche mantuvieron varias conversaciones con el teniente Maus al día siguiente, quien les pidió que se acercaran a la frontera, a lo que se negaron, declarando que Crook podía reunirse con ellos ahí mismo. Advertidos repetidamente de la posibilidad de un ataque mexicano, accedieron tres días más tarde, el 22 de marzo, a acercarse a la frontera para evitar a las tropas mexicanas. Quedaron en un pequeño barranco llamado Cañón de los Embudos, a 40 km al sur de la frontera.
Henry Daly, el jefe de empacadores, describió su llegada: “Los 75 chiricahuas llegaron como un torbellino alrededor de la base de las colinas, en el lado opuesto de la corriente, sobrepasándonos a toda velocidad mientras nos examinaban, cabalgando por nuestro campamento hasta perderles de vista en el bosque”. Los empacadores pudieron oír a Gerónimo dar órdenes a sus guerreros eligiendo cuidadosamente el lugar. Los chiricahuas, y también Maus, estaban preocupados por la ausencia de Crook. Maus avisó al general: “No me sorprendería si se van pronto. Continuamente preguntan cuando va a venir Vd., y los exploradores también”. Maus proporcionó algo de harina y azúcar a los chiricahuas mientras urgía a Crook que informara del lugar donde se encontraba. Después de observarles durante cuatro días, Maus pensó que estaban cansados de vagar por las montañas. Creía que la mayoría querían rendirse sin condiciones porque confiaban en Crook. Chihuahua y sus siete guerreros todavía no habían venido.
El mismo día que Maus había llegado al Cañón de los Embudos, el 22 de marzo, Kaahteney llegó en tren a la estación de Bowie. Crook había planeado salir el día 21, pero el tren que traía a Kaahteney había sufrido un retraso entre San Francisco y Los Angeles. Los 20 meses que Kaahteney había pasado en Alcatraz lo habían transformado en un hombre pacífico, según el capitán John Gregory Bourke. Agradecido por su libertad, accedió a jugar el papel que le asignó Crook en las futuras negociaciones. Esa tarde, Kaahteney, Alchesay, Dos-teh-seh y Na-dis-ough dejaron Fort Bowie con el empacador Thomas Moore, dos intérpretes, Charles Moses Strauss [exalcalde de Tucson], y una reata de 56 mulas. Pasaron la noche en el rancho de White, frente a Turkey Creek.
Mientras esperaban la llegada de Crook, Gerónimo estaba acampado en una posición entre las rocas, a unos 800 metros de distancia del campamento de Maus, a donde acudía casi a diario para preguntar al teniente cuando iba a llegar el general. Un guerrero con su esposa y sus dos hijos se entregaron a Maus, sumando en su poder 13 prisioneros.
A las 07:09 horas del 23 de marzo, Crook salió de Fort Bowie en un carruaje de cuatro ruedas, con sus dos ayudantes, John Bourke y Cyrus Roberts; y Charles Roberts, su hijo de 12 años. A las 17:30 horas estaban en Mud Springs [a 88’5 km], donde pasaron la noche en tres grandes tiendas. A las 08:00 horas de la mañana siguiente pararon en Silver Creek, donde les esperaban dos compañías del 4º de Caballería al mando del capitán Allen Smith, el mismo que fue emboscado en el Devils Canyon por Gerónimo y Mangas, cinco días después de huir de la reserva. También estaba allí Camillus Sidney Fly, un fotógrafo de Tombstone [y su ayudante Chase] quien tenía permiso de Crook para acompañarles. Todos pasaron la noche del 24 de marzo a pocos kilómetros al sur de la frontera.
Para entonces, Maus ya sabía que Crook llegaría al día siguiente. Maus estaba preocupado por Charles Tribolet, el comerciante que seguía vendiendo whisky y mescal, ahora también a los chiricahuas. Crook llegó al Cañón de los Embudos una hora antes del mediodía del 25 de marzo. Antes de reunirse con los chiricahuas fue al campamento de los empacadores para almorzar. Henry Daly le dijo que estaba contento de verle, pero le dijo que su retraso había contribuido a
que los chiricahuas se emborracharan mientras le esperaban. Poco después de almorzar, llegaron Naiche y Gerónimo con varios seguidores. Crook eligió para la reunión la sombra de un álamo y un sicomoro, sentándose en un pequeño saliente en la base de una loma. Charles Tribolet quiso asistir, pero Maus no le dejó.
Estaban presentes los capitanes Bourke y Roberts; los tenientes Maus, Shipp y Faison; el Dr. Davis; el exalcalde de Tucson, Charles Moses Strauss; los muleros Henry Daly, Moore, y Tommy Blair; Charlie, hijo del capitán Roberts; Camillus Fly, fotógrafo y su asistente, Chase; y un niño de 10 años llamado Howell, que les siguió desde el Rancho San Bernardino. Con Gerónimo estaban Naiche, Chihuahua, Jolsanny, Laziyah, Yahnozha, Tsisnah, Fun, y Nana [a quien Crook había ordenado ir, junto con Alchesay y Kaahteney]; el explorador apache George Noche; y los intérpretes, Concepción, José María Yaskes, Antonio Besias y José Montoya. Cuando Gerónimo, vio a Kaahteney se sorprendió y alegró, ya que lo último que sabía de él es que había sido enviado a una lejana prisión [Alcatraz].
Crook se mostró seco con Gerónimo: “Diga lo que tenga que decir”. Antes de comenzar, Gerónimo tuvo una breve conversación con Naiche. Luego Gerónimo culpó de su huida de la reserva al teniente Britton Davis, Chato y Mickey Free, señalando que se fue solo después de que Nadiskay y Huera le hubieran avisado de que planeaban detenerle y ahorcarle. A continuación dijo: “Quiero que mis agentes e intérpretes sean hombres buenos; gente que hablen claro… Cada vez que me reúno con usted, hablo bien de usted, y usted de mí, y la cálida paz llega pronto; pero cuando usted va a la reserva, nos pone agentes e intérpretes que hacen cosas malas… En el futuro no quiero que se permita a estos malos hombres estar cerca de donde vamos a vivir…”. Irónicamente, esto era lo único que Crook no podía prometer.
Gerónimo continuó su discurso: “Sé que tengo que morir en algún momento, pero incluso si el cielo fuera a caer sobre mí, quiero hacer lo que es correcto. Creo que soy un buen hombre, pero en los periódicos de todo el mundo dicen que soy un hombre malo; pero es malo decir eso sobre mí. Yo nunca hago algo malo sin motivo. Cada día pienso, de qué manera le voy a hablar a Vd. para que crea lo que le digo; y creo también que Vd. está pensando en lo que me va a decir. Hay un solo Dios mirándonos a todos nosotros. Todos somos hijos del único Dios. Dios está escuchándome. El sol, la oscuridad, el viento, están escuchando lo que decimos ahora”. Mientras hablaba, sujetaba una pequeña bolsa de piel de ante, y unas gotas de sudor caían por sus mejillas. Crook miraba impasible al suelo, aparentemente sin prestar atención a lo que decía, porque pensaba que no decía nada más que mentiras.
Cuando Gerónimo terminó de hablar, la respuesta de Crook fue particularmente humillante: “Tu boca habla de diferentes maneras”. Recordó a Gerónimo que dos años antes, cuando se rindió en enero de 1884, prometió vivir en paz, pero mintió: “Cuando un hombre me ha mentido una vez quiero una prueba mejor que su propia palabra antes de poder creerle de nuevo”. Gerónimo se irritó con el comportamiento de Crook, diciéndole: “No quiero oír más”, lo que hizo que algunos chiricahuas se pusieran nerviosos hasta que Naiche agitó su mano para que guardaran silencio.
De repente, los exploradores gritaron que venían unos jinetes. A pesar de que el centinela creyó que eran mexicanos, enseguida se comprobó que eran Chihuahua, Jolsanny y seis guerreros que traían una manada de caballos robados. Maus pensó que su llegada podía interrumpir las negociaciones, a causa de la reputación de buenos guerreros de los dos hermanos. Era la primera vez que los exploradores White Mountain estaban cerca del hombre que había matado a 21 personas de los suyos. Llegando sin miedo, Jolsanny [Ulzana] llevó su caballo a través del campamento de empacadores, perturbando la cena de varios hombres. Cuando Chihuahua vio a Crook fue a donde él y le dio la mano, saludándole con calidez. Cuando se reanudó la reunión, Chihuahua y Jolsanny permanecieron en el perímetro hasta el final de la conferencia observando.
Finalmente, Crook señaló sin rodeos: “Vd. debe tomar su propia decisión, si va a permanecer en pie de guerra o se va a rendir incondicionalmente. Si no acepta, después le perseguiré y mataré hasta el último de Vds., aunque me lleve 50 años”. Dijo a los jefes chiricahuas que fuesen a su campamento y reflexionasen sobre lo que iban a hacer antes de dar su respuesta. Sabían que no estaban negociando desde una posición de fuerza. Querían rendirse y volver a Fort Apache bajo su antiguo estatus, pero Crook no les había ofrecido nada. En su diario reflejó: “El resultado de la entrevista no indica nada”.
El capitán Bourke más tarde describiría la escena: “Todo el barranco estaba románticamente hermoso, protegiendo el murmullo suave del agua, había… largos y delgados sicómoros… 24 guerreros oían la conferencia o estaban cerca para oír; unos con munición del mismo calibre, otros no. Cada hombre y joven de la banda llevaba dos cartucheras. Los jóvenes tenían en las camisas la marca, hechas y vendidas en México, de algodón alemán y casi todo joven o viejo, llevaba nuevas mantas multicolores, algunas manufacturadas, lo que demuestra que desde la destrucción de su campamento por Crawford, en enero, habían adquirido más, ya sea saqueando o comprándolas”.
Bourke describió a Gerónimo como “nervioso y agitado” durante la reunión: “… Las gotas de sudor caían por sus sienes y sus manos, cogiendo, de vez en cuando, una bolsa de piel de ante que mantenía firmemente en una mano”.
De regreso a su tienda de campaña, Crook llamó a Alchesay [fiel amigo del general] y Kaahteney [que había cambiado de opinión, a favor del general, a raíz de su estancia en Alcatraz]. Esa tarde, Crook los envió al campamento de Gerónimo para promover la división entre ellos e influir en su decisión de rendirse. En sus conversaciones con Crook, Naiche era más flexible y Gerónimo, y más firme. De los dos, Gerónimo habló más y mostró la tenacidad que a Naiche le faltaba. Sin embargo, Gerónimo siempre desempeñó el papel de subordinado de Naiche porque este era un jefe, hijo de Cochise, mientras que Gerónimo nunca lo fue. Naiche podía pensar distinto, pero en asuntos importantes raramente discrepaba de Gerónimo.
Al día siguiente [26 de marzo], los chiricahuas hablaron entre ellos sobre lo que debían hacer, estando presentes Alchesay y Kaahteney. Esa mañana, Fly, Bourke y Strauss visitaron el campamento chiricahua. Fly encontró a Gerónimo muy cooperativo, tomando la mayoría de sus famosas fotografías. Fue entonces cuando vieron a Santiago McKinn, el muchacho capturado por Gerónimo en las Mimbres Mountains, el 11 de septiembre de 1885. Fly le fotografió.
Crook envió, ese mismo día, un despacho oficial que decía: “De conformidad con las órdenes que contenían las comunicaciones anteriores, fui al lugar donde los indios tenían el campamento, y el 25 de marzo de 1886, tuve mi primera entrevista con ellos… Encontré a los enemigos, aunque cansados por la constante persecución de la campaña, en excelente condición física, armados hasta los dientes, y con gran cantidad de municiones. Estaban cautelosos y, al mismo tiempo, autosuficientes y seguros de sí mismos. Después de mi primera entrevista, telegrafié al teniente general:
Campamento en el Cañón de los Embudos,
32 km al Sureste de San Bernardino, México, 26 de marzo de 1886,
Vía Fort Bowie, Arizona, 28 de marzo de 1886.
Teniente general P. H. Sheridan,
Washington, D. C.”.
Después del mediodía del 26 de marzo, Crook mantuvo reuniones privadas con Naiche, Gerónimo, Chihuahua y otros apaches diciéndoles que deberían ser trasladados al Este y permanecer allí hasta que las opiniones y sentimientos que había contra ellos entre la población cambiara. Mientras, Alchesay y Kaahteney iban y venían al campamento chiricahua para difundir su división y alentar la rendición, en especial Kaahteney, tal como le había indicado Crook. Finalmente, para llegar a un acuerdo, Crook accedió a limitar su exilio en el Este a dos años y luego podrían volver a Arizona. Esa tarde, Kaahteney informó a Crook que Chihuahua, desesperado por ver a su familia, se rendiría al día siguiente. Al parecer, Gerónimo se mostró satisfecho con las respuestas de Crook, quien añadió un anexo al mensaje que decía: “Conocí a los hostiles ayer en el campamento del teniente Maus, estando acampados a unos 450 metros de distancia. Los encontré muy autosuficientes y tan feroces como tigres, sabiendo ellos mismos las bestias despiadadas que son, desconfiando de los demás. Después de hablar con ellos, parecía que sería imposible controlarles, salvo aceptando las condiciones que les permitiesen volver a la reserva con su antiguo estatus. Hoy las cosas parecen más favorables.
Firmado, George Crook, general de Brigada”.
Al mediodía del día siguiente, 27 de marzo, los chiricahuas y Crook reanudaron las conversaciones. Gerónimo llegó con el rostro ennegrecido por galena en polvo [sulfuro de color gris plúmbeo]. Él y otro guerrero se sentaron aparte, no participando en las negociaciones. Chihuahua dijo: “Tengo ganas de obedecer. Creo que el sol me está mirando y la tierra está escuchando. Ahora pienso mejor. Creo que he visto a Aquel que hace que llueva y envía los vientos; o que le envía a usted a este lugar. Me entrego a usted, porque creo en usted y usted hace que no nos engañen”. Después estrechó la mano del general, quien, aliviado porque terminase la guerra, dijo una palabra en apache, “En-juh”, que significa, “está bien”.
Naiche siguió su ejemplo, diciendo: “Yo digo lo mismo que Chihuahua. Me rindo exactamente igual que como él ha dicho… Le doy mi palabra, le entrego mi cuerpo. Me rindo, no tengo nada más que decir… Ahora que me he rendido, estoy contento. No voy a tener que esconderme detrás de las rocas y en las montañas; iré a través de la llanura abierta. Ahora voy a dormir bien, a comer contento y satisfecho, y también lo hará mi gente”.
El último en hablar fue Gerónimo, quien se acercó, diciendo: “Dos o tres palabras son suficientes. Tengo poco que decir. Me entrego a ti”. Hizo una pausa para estrechar la mano de Crook, continuando: “Todos somos compañeros, todos una familia, todos una banda. Lo que han dicho los demás, lo digo yo también. Me entrego a usted. Haga conmigo lo que quiera. Me rindo. Una vez yo me movía como el viento. Ahora me entrego a usted y eso es todo”. De nuevo estrechó la mano de Crook.
Gerónimo, Chihuahua, Cathlay, y Tah-ni-toe, pidieron a Crook poder reunirse con sus esposas e hijos que estaban en San Carlos y Fort Bowie. La mujer de Gerónimo era Eschichilla [probablemente Zi-yeh]. También tenía una mujer y una hija en Fort Bowie dando Crook órdenes de que se reuniesen con Gerónimo a lo largo del camino.
Ese mismo día, Crook envió un despacho al general Sheridan: “Esos espías nocturnos [Alchesay y Kaahteney] fueron al campamento hostil para averiguar lo que pensaban. Con la información obtenida fue posible establecer una forma de actuar. Aunque se cree que todos los hostiles tenían confianza en mí, preferí trabajar con ellos individualmente, eligiendo a Chihuahua y Naiche, líderes influyentes entre los renegados, concentrando mis esfuerzos en
ellos. Los exploradores seleccionados tenían la confianza de su propia tribu, siendo cuidadosamente instruidos y enviados a hablar con esos jefes, que pensé que se rendirían, en los términos más favorables que yo podía esperar. Esto separó a los hostiles en dos grupos, dividiendo a la banda. El hecho de que esto se hubiera realizado a través de los esfuerzos personales de su propio pueblo, tuvo un efecto desmoralizador sobre los hostiles y también sobre todos los demás de la tribu, haciendo que la gestión posterior de su rendición, una cosa más fácil. Antes de esto, simplemente el haber insinuado la posibilidad de su traslado de sus antiguos santuarios, hubiera llevado a toda la tribu a las montañas. El éxito es el resultado del trabajo hecho entre estos indios [los exploradores apaches] durante los dos años que habían estado en la reserva, y finalizando al día siguiente con la entrega de todo el grupo de hostiles, hecho que se comunica al teniente general en el siguiente telegrama:
Campamento en el Cañón de los Embudos, México,
27 de marzo de 1886,
Vía Fort Bowie, Arizona, 29 de marzo de 1886.
Teniente general P. H. Sheridan, U. S. A.,
Washington, D. C.
En una conferencia con Gerónimo y otros chiricahuas, les dije que debían decidir de inmediato la entrega incondicional o luchar. Si decidían iniciar las hostilidades, mataríamos al último de ellos, aunque costase 50 años. Les dije que reflexionaran sobre lo que iban a hacer antes de darme su respuesta. Las únicas propuestas que había eran tres: ser enviados al Este durante no más de dos años, para estar con sus familias, dejando en Fort Apache a Nana, anciano de 70 años; que todos ellos regresasen a la reserva con su antiguo estatus; o volver a estar en pie de guerra, con todo su horror. Como tenía que actuar, he aceptado hoy su rendición a la primera proposición.
Kaahteney, el joven jefe que hace menos de dos años era el peor chiricahua de todos, está ahora perfectamente sometido. Está completamente reformado, me ha prestado una valiosa ayuda, y será de gran ayuda para controlar a estos indios en el futuro. Su estancia en Alcatraz ha hecho que se reforme completamente su carácter. No me cabe duda de que un tratamiento similar producirá el mismo resultado con toda la banda y al final de ese tiempo, la agitación habrá desaparecido. Mangas, con 13 chiricahuas, seis de los cuales son hombres [solo había tres hombres con Mangas, como se supo tiempo después de escribir este telegrama], no está con los otros chiricahuas. Estuve con ellos el pasado mes de agosto y desde entonces no he sabido más de ellos, salvo que no han cometido depredaciones. Como es probable que lleve por
lo menos un año encontrarle en las inmensas sierras montañosas del sur, creo que no es aconsejable intentar buscarle en este momento, especialmente porque él se entregará indudablemente tan pronto como oiga que los otros lo han hecho.
Parto para Bowie mañana temprano para llegar allí la próxima noche. Solicito respetuosamente que se me informe si mi acción ha sido aprobada y también que las instrucciones correspondientes se encuentren en ese lugar.
Los chiricahuas saldrán para Bowie mañana con los exploradores apaches a cargo del teniente Maus.
Firmado George Crook, general de Brigada”.
Durante la noche del 27 de marzo, Charles, uno de los hermanos Tribolet, que tenían un campamento de venta de licor, a unos 4’8 km de distancia, vendió a los chiricahuas tres garrafas de cinco galones [18’9 litros] de whisky por 300 $, quienes lo llevaron a su campamento. Parece ser que dijo a Gerónimo y Naiche que cuando llegasen a Arizona los matarían. Henry Daly recordaría que al final de esa tarde “el caos reinaba en el campamento… oyéndose frecuentemente gritos de los apaches y algún que otro disparo”. Más tarde, esa noche, varios chiricahuas borrachos hicieron algunos disparos hacia el campamento de los empacadores. Unos pocos de los alborotadores incluso apuntaron a las tiendas de los soldados, impactando sin producir daños un poco más lejos. A primeras horas de la mañana siguiente [28 de marzo], Kaahteney y Alchesay dijeron a Crook que Naiche se había desmayado al estar totalmente borracho.
A pesar de este caos, Crook salió inmediatamente del Cañón de los Embudos a las 06:45 horas de esa misma mañana, como había planeado. Pocos kilómetros al norte, se encontraron con Gerónimo, Cathlay, y otros tres guerreros, montando dos mulas, totalmente borrachos. Gerónimo abrazó a Crook, asegurándole que le seguiría con su gente “dentro de poco”. Su estado enfadó a Bourke, quien presintió un desastre inminente, advirtiendo a Crook que “se debía matar a Tribolet como enemigo de la humanidad. Si Vd. no lo hace, será el mayor error de su vida”. Crook se ciñó a su plan y continuó hacia Fort Bowie, dejando a tres oficiales [Maus, Shipp, y Faison], Alchesay, Kaahteney, los exploradores, y la reata de mulas para escoltar a los chiricahuas. El jefe de empacadores Henry Daly no daba crédito. Crook se escudó en sus deberes oficiales que requerían su presencia en constante contacto telegráfico con Sheridan.
Esa mañana del 28 de marzo, Maus esperaba llevar a los chiricahuas pronto, pero no pudo hacerlo debido al estado de embriaguez en el que se encontraban. Sin embargo, decidió levantar el campamento de los seguidores de Chihuahua, quien representaba a más de la mitad de la banda. Enviando la reata de mulas hacia su antiguo campamento base, a 16 km al sur de la frontera, Maus se quedó atrás con un intérprete, Kaahteney, Alchesay, y los exploradores. Finalmente, los chiricahuas levantaron el campamento alrededor del mediodía. Maus se reunió con Gerónimo a media tarde, pero este le dijo que se mantuviera a distancia, ya que algunos de los suyos todavía estaban ebrios. Los chiricahuas acamparon a 800 metros de la reata de mulas. Naiche, todavía ebrio, disparó a su esposa, E-clah-eh, en la pierna, creyendo que estaba flirteando con otro hombre.
A la mañana siguiente, 29 de marzo, Maus estaba más optimista cuando notificó a Crook que había enviado al teniente William Ewen Shipp a destruir las existencias de alcohol de los hermanos Tribolet. Maus había suministrado carne de vaca a los chiricahuas, esperando cruzar la frontera y alcanzar Silver Creek esa misma tarde. Pero Gerónimo y Naiche no pensaban lo mismo, a pesar de levantar el campamento rápidamente. Después de recorrer unos 11 km, Maus y Daly se sorprendieron cuando vieron que la cabeza de la columna se había detenido, dirigiéndose a unos 3 km al sur de la frontera. Dijeron a Maus que habían dejado atrás su ganado y que su gente se estaba recuperando de la reciente borrachera. Una señal que debiera haber alertado a Maus fue el hecho de que Chihuahua, con 51 de los 92 chiricahuas, estableció su propio campamento separado del de Naiche y Gerónimo. Maus vivaqueó justo al norte de Gerónimo y al este de Chihuahua. Daly inmediatamente sospechó, diciendo a Maus que esta repentina parada, después de una breve marcha, solo podía significar una cosa: “Los chiricahuas habían avanzado todo lo lejos que habían querido”. Aunque Maus estaba preocupado, los chiricahuas se estaban comportando mejor. Además, Shipp había destruido el campamento de mescal de los hermanos Tribolet, y Maus había visto a Gerónimo desarmado, lejos del campamento, buscando caballos extraviados. Pero para Daly, algo no iba bien. Poco después de anochecer, un guerrero del campamento de Gerónimo disparó un tiro por encima de las cabezas de los hombres del campamento de Maus. Poco después, dos chiricahuas, uno muy bebido y el otro aparentemente sobrio, pasaron junto a la hoguera de los empacadores haciendo ostensibles gestos, insultándolos en una mezcla de español y apache. Daly estaba seguro de que los chiricahuas iban a huir. Todo el mundo salvo Maus y Daly se fueron a dormir. Poco después, un hombre disparó de nuevo desde el campamento de Gerónimo. Daly dijo a Maus que por la mañana no habría un chiricahua en el campamento. El teniente no estuvo de acuerdo y se fue a dormir, seguido poco después por Daly.
Gerónimo y Naiche cumplieron parcialmente los pronósticos de Daly, ya que, a las 02:30 horas del 30 de marzo, se fueron con otros 18 hombres, 20 mujeres y dos niños. Este grupo estaba formado, en parte, por los familiares más cercanos de Gerónimo. Inexplicablemente, nadie se enteró, ni siquiera Alchesay, ni Kaahteney, ni Noche, quienes dijeron desconocer las intenciones de Gerónimo y Naiche. Cuatro años más tarde, Naiche diría a Crook que los que estaban con Chihuahua lo sabían, pero que no quisieron irse, y que por eso montaron su campamento separado del suyo. Durante los dos días anteriores, los cuales los pasaron con una fuerte resaca, Naiche y Gerónimo habían tenido tiempo de reflexionar sobre el comportamiento que había tenido Crook hacia ellos quien, sin diplomacia y con bruscas maneras, les desconcertó y asustó. Desde su perspectiva, “les habló mal”, no estando seguros si podían confiar en él, preguntándose si la rápida marcha del general significaba que algún plan pernicioso se cernía sobre ellos. Como Naiche admitió cuatro años más tarde, “estábamos borrachos y teníamos miedo de la incierta vida en Florida”.
Otro asunto que les preocupaba era que ellos pensaban que Crook había decidido designar a Chato como jefe de la tribu. Por entonces, Chato y Gerónimo se detestaban. La combinación del alcohol, la indiferencia de Crook, y los temores por sus vidas bajo la jefatura de Chato eran suficientes motivos para ellos para renegar de las promesas hechas a Crook. Mientras, Chihuahua, Nana, Jolsanny [Ulzana], Cathlay y otros nueve hombres [entre ellos el huérfano de 17 años, Tu-da-snoogne, más tarde conocido como Harold Dodestonay], y 47 mujeres y niños se dirigieron hacia Fort Bowie, escoltados por el teniente Faison, mientras los tenientes Maus y Shipp, fueron con el resto del destacamento tras los chiricahuas huidos.
A unos 9’5 km del campamento, los exploradores apaches dieron con la pista que iba hacia el oeste a través de una cadena de altas montañas, pero el rastro cambió de repente hacia el sur, yendo por una pendiente escarpada y difícil, a través de una cuenca densa y cortada por barrancos que hacía el camino más difícil y lento, sobre todo porque cada arbusto estaba lleno de espinas que desgarraban a los perseguidores y a sus monturas. Al otro lado de esa cuenca, a unos 16 km, el camino subía una montaña alta, muy empinada y rocosa. El rastro de un caballo de los apaches huidos les llevó a pensar que podían seguir por allí, pero después de llegar a la cima encontraron ese caballo apuñalado y abandonado entre las rocas; no habían podido llevarlo más lejos. Más allá, el descenso era vertical y de roca sólida, desde 15 hasta 90 metros de altura a cada lado. Aquí el camino se perdía, habiéndose separado los apaches yendo siempre por las rocas.
Sin duda, habían descubierto que les perseguían gracias a los prismáticos que llevaban y un observador, sin duda, se había quedado atrás según su costumbre. Es así, mediante la elección de su ruta desde esos puntos altos, que su retirada puede ser siempre vigilada y evitar el peligro. De la misma manera que su avanzadilla explora el terreno durante varios kilómetros por delante. Estas precauciones demuestran lo difícil que es encontrar a un apache, que una vez que está sobre aviso es como un animal salvaje, con su sentido de la vista y la audición agudamente desarrollado.
Los soldados no podían descender por ese camino, así que se vieron obligados a volver sobre sus pasos y dar un rodeo de 16 km para tomar de nuevo otro sendero. Pero cuando llegaron al arroyo estaba oscuro y la búsqueda durante esa noche era imposible. A la mañana siguiente fueron por el arroyo, llegando a unos senderos que se unían a unos 6’5 km más abajo, siguiendo durante unos 16 km hacia el sur. Los apaches huidos no se habían detenido desde que se fueron habiendo hecho unos 72 km, llevando unas 10 horas de ventaja. El camino se dividía en dos caminos, uno, el más grande, cruzaba las quebradas montañas del norte de Bavispe, en la Sierra Madre, mientras que el otro iba hacia las montañas al norte de Fronteras.
Los exploradores parecían desanimados; sus calzados estaban desgastados por el continuo duro trabajo de los últimos cinco meses y no era atractiva la perspectiva de volver a los escenarios de sus últimas actuaciones. Además, se licenciaban al cabo de un mes. Pidieron al teniente Maus no ir más lejos, que era inútil seguir. Este accedió, decidiendo regresar. Entonces volvieron sobre sus pasos y continuaron el camino de vuelta a casa. Cuando regresaban, dos de los apaches que habían escapado llegaron y se entregaron, encaminándose hacia Fort Bowie [Cochise County, Arizona].
Antes, Crook, después de nueve horas viajando a través de una tormenta de arena, había llegado a Fort Bowie a las 15:00 horas del 29 de marzo. Ese mismo día telegrafió a Sheridan explicando que el acuerdo con los chiricahuas no implicaba una rendición incondicional como pretendía el gobierno de Washington, pero razonó: “Tuve que actuar de inmediato”. Dadas las circunstancias, usó el poder discrecional que le otorgó el gobierno para cambiar los términos de la rendición.
Un día después, la euforia de Crook se tornó en desesperación. El 30 de marzo recibió dos mensajes. El primero era del general Sheridan informándole que el presidente Cleveland había desautorizado su acuerdo con los chiricahuas. Por consiguiente, Sheridan ordenó a Crook que dijera a los chiricahuas que el gobierno respetaría sus vidas, pero nada más. Si rechazaran esos términos, debía desplegar sus tropas y “completar la destrucción de los hostiles”. Esta orden dejó pasmado a Crook, sintiéndose engañado por Cleveland y Sheridan.
El segundo mensaje lo trajo un correo desde el Guadalupe Canyon, llegando a primeras horas de la tarde. El mensaje era del teniente Maus anunciándole la huida del grupo de Gerónimo y Naiche. Crook inmediatamente telegrafió a Sheridan, añadiendo que el teniente Maus y sus exploradores apaches iban tras él. Sheridan se quedó estupefacto y luego se puso furioso, creyendo que había habido una conspiración entre los exploradores apaches y los “hostiles”. El 31 de marzo, Sheridan respondió escuetamente: “Recibido su despacho de ayer. Ha ocasionado gran decepción. Parece extraño que Gerónimo y su grupo hayan podido escapar sin el conocimiento de los exploradores [apaches]”. Ese mismo día, Crook respondió con irritación: “No se puede poner en duda que los exploradores apaches son completamente leales y hubiesen evitado la huida de los hostiles si hubiese sido posible”.
En un segundo informe, Crook aconsejó a Sheridan: “Informar a los apaches que los términos por los que se rindieron son rechazados ahora, no solo impediría a mi juicio seguir negociando con ellos, sino que haría que se dispersaran por las montañas”. Sheridan preguntó a Crook qué estaba haciendo para proteger la vida y las propiedades en Arizona y para detener a los “hostiles”: “Tienes 46 compañías de Infantería y 40 de Caballería. Tienes que ser capaz de hacer un buen trabajo con esas fuerzas”, sugiriéndole que desplegara esas tropas para proteger la frontera de las incursiones apaches. En resumen, que no hiciese más campañas ofensivas en México y usase las tropas regulares en vez de los exploradores apaches. Esta insinuación de deslealtad por parte de los exploradores apaches era un ataque directo a la capacidad y el juicio de Crook porque reclutarlos había sido una idea suya. Esto era una bofetada en la cara de Crook y ambos lo sabían.
El 1 de abril, Crook informó al general Sheridan: “… Ha sido mi objetivo durante las operaciones actuales proporcionar el mayor grado de protección de las vidas y propiedades, y las tropas han obrado en consecuencia. […] Que las operaciones de los exploradores apaches en México no han resultado tan exitosas como se esperaba, se debe a la enorme dificultad con que se han visto obligados a trabajar, partiendo de la naturaleza de los indios [apaches ‘hostiles’] que han estado buscando, y el carácter del territorio en el que han trabajado…”. Lo que Crook estaba diciendo era que Sheridan y los funcionarios de Washington, incluyendo el presidente, no tenían conocimientos suficientes para decirle cómo llevar a cabo esta guerra. Crook sabía que no se enfrentaba a un enemigo que luchaba según los libros de West Point, por lo que declaró: “Creo que el plan con el que he llevado a cabo las operaciones es más que probable que tenga éxito al final”. Le dolió la crítica implícita de Sheridan, queriendo saber si todavía tenía la confianza del general. No podía hacer la pregunta directamente, por lo que recurrió a un método indirecto: “Podría ser, sin embargo, que estoy demasiado aferrado a mis propios puntos de vista en este asunto y como he pasado casi ocho años, de los más duros de mi vida en este Departamento, solicito que me permita respetuosamente ser ahora relevado del mando”. Si su solicitud era rechazada, sería una declaración de apoyo de Sheridan y del presidente; su aceptación significaría lo contrario.
El 2 de abril, Sheridan relevó a Crook del mando, asignándole al Departamento del Platte [Distrito administrativo militar que abarcaba Iowa, Nebraska, Territorio de Dakota, Territorio de Utah y una pequeña porción de Idaho]. Sheridan ordenó al general Nelson Appleton Miles asumir el mando del Departamento de Arizona y la responsabilidad de la captura de Gerónimo.
Estas fotografías fueron realizadas a primeros de abril de 1886, cerca de la base del Sentinel Hill, junto a Fort Bowie. La guardia estaba al mando del sargento Dietz, del 1º de Infantería. Estas mujeres y niños estaban esperando la llegada de Chihuahua y su banda que se habían rendido al general George Crook en marzo, en el Cañón de los Embudos.
La mujer nº 1 es Taz-ayz-slath y el nombre del niño nº 2 es desconocido, aunque es confundido con Fenton, el hijo de Zi-yeh.
Esta fotografía fue realizada en abril de 1886, y Fenton nació en 1883, por lo que ese muchacho no puede ser Fenton, ya que aparenta más edad. ¿Era Taz-ayz-slath madre de ese niño cuando se casó con Gerónimo? Otra duda es si Taz-ayz-slath y Zi-yeh son la misma persona.
La niña nº 3 es Nina Dahkeya, hija de Mike Dahkeya y de Dohn-say. Nina falleció el 6 de septiembre de 1895.
La mujer nº 4 es Tze-go-juni, más conocida como Huera y Francisca, esposa de Mangas. Falleció el 19 de mayo de 1901.
La mujer nº 5 es Dohn-say, también llamada Lulu, hija de Gerónimo y de Chee-hash-kish. Falleció el 24 de abril de 1898.
La mujer nº 6 es Hulda Kinzhuna, también llamada Countenza. Falleció el 26 de febrero de 1890.
La mujer nº 8 es Nah-zitz-ohn, esposa de Mohtsos. Falleció alrededor de 1893.
La mujer nº 11 es Nah-dos-te, esposa de Nana. Falleció el 18 de septiembre de 1907.
El niño nº 15, en un “tsoch”, es Ah-tay, también llamado James Holly, hijo de Mohtsos y de Nah-zitz-ohn. Falleció el 16 de marzo de 1906.
El niño nº 16 es Adam Jolsanny, hijo de Jolsanny [Ulzana] y de Nah-zis-eh. Falleció el 3 de septiembre de 1898.
La mujer nº 17 es Nah-zis-eh, también llamada Neschila, 1ª esposa de Jolsanny. Falleció el 9 de septiembre de 1901.
La muchacha nº 18 es Tsalth-nah-zizzy, sobrina de Nah-zis-eh.
La mujer nº 19 es Hah-dun-key, esposa de Perico. Falleció el 28 de enero de 1897.
La mujer nº 20 es Tascelona, esposa de Beshe.
La mujer nº 22 es Ilth-gazie, también llamada Gazie, 3ª esposa de Chihuahua.
El niño nº 23 es Eugene Chihuahua, hijo de Ilth-gazie. Falleció el 16 de diciembre de 1965.
El niño nº 24 es Tom Chihuahua, hijo de Ilth-gazie. Falleció el 4 de julio de 1896.
El resto de mujeres y niños no están identificados, habiendo alguna mujer que no aparece en las dos fotos de grupo, como otra esposa de Gerónimo, Marionetta [Early Morning], fotografiada individualmente.
El militar nº 26 es el sargento Dietz, del 1º de Infantería.
Al mediodía del mismo día [2 de abril], el teniente Samson Faison, con unos 20 exploradores, llegaba a Fort Bowie [Cochise County, Arizona], trayendo a Chihuahua y a otros 50 chiricahuas. Se acercaron desde el Bear Canyon, cabalgando en fila india por el cuartel general de Crook antes de desaparecer por el arroyo hacia el Siphon Canyon. Los exploradores llevaban chaquetas azules para distinguirse de los antiguos “hostiles”. El grupo de Chihuahua y los exploradores fueron a un campamento situado a menos de 1’5 km al oeste del fuerte, donde se juntaron con 23 mujeres y niños, entre ellos la familia de Chihuahua, que les estaban esperando. Diez días antes, el cadáver del capitán Emmet Crawford había llegado al fuerte desde Nácori Chico [Sonora], siendo trasladado a Nebraska.
Nada más llegar Faison, se presentó el sheriff de Tombstone, Robert S. Hatch, con una orden de arresto para Nana, Chihuahua, y otros chiricahuas. Crook se negó a entregarlos a menos que lo ordenase el secretario de guerra. Chihuahua, después de reunirse con sus familiares, tuvo una reunión de una hora en Fort Bowie, estando presentes Alchesay y Kaahteney, en la que abiertamente admitió haber cometido muchas depredaciones, pero culpó a Gerónimo por haberle sacado de la reserva con mentiras. Dijo que Naiche podría venir, pero Gerónimo no vendría ahora. Sin embargo, Crook no dijo a Chihuahua que el presidente Cleveland había rechazado el acuerdo.
El miércoles, 2 de junio de 1886, el periódico de Tombstone [Cochise County, Arizona], “The Daily Tombstone” reproducía las impresiones de un periodista presente en el lugar:
“Apaches en cautividad.
Hombres y mujeres disfrutan la vida a expensas del Tío Sam.
Una interesante descripción de la vida en un puesto fronterizo.
En el Territorio de Arizona… Una danza de despedida en Fort Bowie.
Un corresponsal del ‘New York Mail and Express’, escribiendo desde Fort Bowie da la siguiente interesante descripción de la llegada de Chihuahua y su banda a Fort Bowie, y su vida anterior a la salida para St. Augustine, Florida.
El clamor de los residentes de Arizona pidiendo protección contra los estragos de los indios apaches, el cual asciende cada día al Cielo, parece que no se oye en Washington. El laborioso granjero y el honesto ganadero quieren que se detenga la guerra, pero los hay aquí, en gran número, también, quienes desean que el conflicto se prolongue indefinidamente con fines mercantiles. Durante algunos meses, muchas mujeres y niños, capturados por los capitanes Crawford y Davis han participado de la hospitalidad de la cabaña de troncos contigua al cuerpo de guardia, diluido con una relativa libertad. Los más pequeños retozaban fuera a sus anchas, y las mujeres adornaban el porche del cuerpo de guardia diariamente. Era un grupo bastante trabajador y ganó muchos pesos tejiendo hermosas canastas con hierba de oso al estilo Mosqui, haciendo mocasines para los soldados y construyendo modelos de juguete de sus cunas únicas. También les dieron trabajo livianos para hacer en el puesto, el cual les ayudaba a mantenerles saludables y felices. Entre estos cautivos había varios hijos de Naiche, dos esposas de Gerónimo, y un hijo y una hija del mismo temible renegado. Cuando el teniente Faison llegó con sus 58 prisioneros capturados en Sonora, los cautivos del cuerpo de guardia fueron llevados para unirse a ellos. Fue una feliz reunión.
El jefe Chihuahua estaba especialmente encantado de reunirse con su esposa y sus tres hijos. Toda la banda bajó a un pequeño arroyo seco, a unos 1.200 metros del puesto, y acamparon en medio de la arena y las rocas. Les trajeron leña y raciones, y rápidamente se acomodaron. Para el primer día, las mejoras comprendían únicamente un desbroce de cactus y la construcción de cortavientos semicirculares con arbustos, etc. Pero pronto las pacientes mujeres habían desarrollado un poblado. Los altos tallos de la planta del siglo se pasaban por los espacios delimitados por cortavientos; y alrededor de estos rudimentarios postes se extendían mantas o numerosas varas de muselina cruda. Estos tejados se encontraban, por término medio, a un metro y medio del suelo. El efecto general de cada tienda recordaba a un paraguas como el que nos presta nuestro amigo en un día lluvioso. Sin embargo eran efectivos para protegerse del viento y de la lluvia, que es donde superaron al paraguas. Mientras las mujeres se dedicaban a estas actividades domesticas, los hombres eran igualmente laboriosos en los juegos de azar. Se pusieron en cuclillas alrededor de las mantas extendidas en la arena y hábilmente repartieron conquián [el monte mexicano], palmeando sus jugadas con la peculiar vehemencia que se puede ver tanto en un salón de Chicago como en un campamento apache. Apostaban dinero, cartuchos, mantas y caballos. Sus fichas eran algunas veces café, judías, a veces cartuchos, y a menudo carne, porción de hierbas de oso, ingeniosamente empaquetadas. Sin embargo, una buena parte del día descansaban del juego y se dedicaban al adorno personal. Abajo, bajo algún arbusto contra el viento, tropezarías con un atlético guerrero, pintándose cuidadosamente la cara con círculos y rayas carmesí, o tal vez, suavizando su melena con un trozo de sebo de cordero, práctica bárbara de quien aún no ha aprendido la delicadeza del refinamiento civilizado en coloretes y sustancias perfumadas.
Los chiricahuas son una tribu limpia, atlética, de buen tamaño, con rasgos inteligentes, cuerpos ágiles, y manos y pies notablemente pequeños. Las mujeres, grandes y pequeñas, usan vestidos sencillos estampados, que les llegan hasta los tobillos. El estilo del diseño de la Madre Hubbard no parece impopular entre las ancianas, aunque las jóvenes lo evitan. El resto del vestuario se compone de mocasines de piel de ante de caña alta, un pañuelo brillante y pulseras de plata, latón, estaño, y abalorios, con cordones y pendientes de forma similar. El hombre, cuando está de gala, viste una camisa estampada, calzones de lino, mocasines y un tanga voluminoso. Los calzones pueden omitirse a voluntad, pero sin el tanga nadie puede tener acceso a los mejores círculos apaches.
Como tocado, el apache enrolla un gran pañuelo en una banda de tres pulgadas y lo ata alrededor de su abultada cabeza de lado a lado. En su prosperidad, adorna esta banda con grandes discos de plata. Alrededor de su cintura lleva uno, dos o tres cinturones de cincha llenos de cartuchos de cobre del Tío Sam del 45-70. A los lados cuelgan su bolsa de tabaco de piel de ante, un punzón recubierto para remendar mocasines, y un cuchillo de carnicero Sheffield en una vaina que cubre todo excepto el extremo del mango. Además luce aros, el viejo Nana tenía dos pesadas cadenas de reloj atadas al suyo, de dos a una docena de collares de grandes cuentas, un espejito circular, y anillos y pulseras hasta que no caben más. Había un joven que tenía 13 anillos en la mano izquierda, 11 en la derecha y una docena de brazaletes [cuentas, latón y plata] en cada muñeca. Era el tipo raro de todo el grupo escasamente dispuesto para la guerra. Los 77 hostiles capturados fueron enviados el día 7 como prisioneros de guerra a Fort Marion, St. Augustine, Florida. En la noche del 6 hicieron una danza de despedida, lo que fue el asunto más prodigioso desde el punto de vista apache”.
El 3 de abril de 1886, Sheridan ordenó a Crook enviar, lo más pronto posible, a Chihuahua, a su hermano Jolsanny, Nana y al resto de apaches a Fort Marion [St. Augustine, St. Johns County, Florida]. A primeras horas de esa tarde, el destacamento del teniente Maus regresaba a Fort Bowie después de su infructuosa persecución de los 42 chiricahuas con Gerónimo y Naiche al frente. Maus traía a Nezulkide y Shoie. Cerca del Rancho Riggs, en el Bonita Canyon [Cochise County, Arizona], los dos guerreros fueron caminando al campamento de Maus y se entregaron. Nezulkide era un hermano de Kaahteney; y Shoie, un hermano de Chipuesa [o Chepuede]. Declararon que estaban durmiendo cuando oyeron que los demás se iban y, pensando que algo iba mal, también se fueron. Cuando vieron que ese no era el caso, decidieron dejar a Gerónimo y Naiche. Probablemente, simplemente tuvieron dudas y, en el caso de Shoie, quería ver a sus familiares. Después de dejar a Gerónimo y Naiche, decidieron abandonar sus monturas, declarando haber dejado dos caballos y una mula cerca del Rancho San Bernardino. Estas deserciones redujeron el número de los “hostiles” a 40 en total, 18 de los cuales eran hombres.
El resultado total de las operaciones de ninguna manera podía considerarse un fracaso, ya que habían capturado a la mayor parte de los apaches “hostiles”, 79 en total, de los cuales 15 eran guerreros.
Crook informaría a Washington: “No existe la menor duda de que su rendición fue hecha de buena fe. Que Gerónimo y Naiche hayan sido emborrachados con mescal y asustados por las mentiras de un personaje [Tribolet], retirándose del camino a Fort Bowie con un grupo de seguidores, fue un lamentable, pero no irreparable accidente. Los hombres enviados a Fort Marion están entre los más valientes y más capaces de los renegados; el viejo jefe Nana, a pesar de su edad, es el cerebro reconocido de la banda; Chihuahua y Jolsanny [Ulzana] son sus líderes más influyentes; mientras que entre los presos hay dos esposas y tres hijos de Gerónimo, la familia de Naiche, y también parientes, o algunos miembros de las familias de los que están fuera.
Solo era necesario entablar contacto con los renegados que, con la ayuda de los exploradores, hubiese sido un asunto de poca dificultad. Cuando se hubiesen recuperado del susto y reconsiderado la posición en la que se encontraban, probablemente se hubiese solucionado el problema sin más derramamiento de sangre. Así se hubiese llevado a cabo, pero mi relevo al mando del Departamento impidió tales medidas.
El regreso voluntario de dos de los indios que se habían ido [Nezulkide y Shoie], es un hecho significativo en lo referente a esta línea de actuación”.
Puede que Crook cometiera tres errores. Primero, esperó demasiado tiempo para pedir la liberación de Kaahteney de Alcatraz, lo que retrasó su salida de Fort Bowie en un momento crítico cuando los chiricahuas querían parlamentar, y en lugar de eso, estuvieron esperando bebiendo el alcohol de Tribollet durante tres días. Segundo, se fue muy rápido del Cañón de los Embudos en la mañana del 28 de marzo, dejando al teniente Maus con los chiricahuas borrachos para ir a Fort Bowie. Su presencia podría haber evitado la huida de Gerónimo y Naiche. Y tercero, incluir en los términos de rendición su regreso a Arizona tras dos años en Florida, sabiendo que el gobierno estadounidense no lo iba a cumplir.
El 4 de abril, Crook informó a Sheridan que no diría nada a los prisioneros chiricahuas sobre la decisión del presidente porque si Gerónimo y Naiche se llegaran a enterar, nunca se rendirían. Al día siguiente, 5 de abril, Sheridan envió dos telegramas a Crook, el primero aprobando su decisión, y el segundo justificando su engaño porque Gerónimo había roto las condiciones de rendición, anulando así los términos por el que el grupo de Chihuahua se había rendido. Ordenó que la custodia de los chiricahuas se hiciese en calidad de prisioneros de guerra. Tenían que ser enviados a Fort Marion sin hacer referencia a cualquier comunicación anterior.
En la mañana del 6 de abril, Chihuahua entregó a Crook a Santiago McKinn, quien a pesar de estar solo seis meses con los chiricahuas no quería ir con ningún estadounidense, teniendo que llevarle a la fuerza al fuerte. Cuando Chihuahua le dejó con Crook, Santiago actuó como “un animal salvaje en una trampa”. Estaba desafiante, hablando únicamente en apache, insistiendo que quería permanecer con los chiricahuas. Finalmente, los soldados le subieron a un carro y le llevaron a la estación del tren de Bowie. Dos días después se reunió con su padre en Deming [Luna County, New Mexico]. Charles Fletcher Lummis, reportero de “Los Angeles Times” le conoció en Fort Bowie: “Lo que más destaca, aparte del secuestro de Jimmy McKinn, es que no quería ser rescatado por el general George Crook. Santiago había sido totalmente asimilado. Cuando le dijeron que iba a ser llevado de vuelta con sus padres, comenzó a llorar. Dijo en apache [porque el pequeño bribón ya hablaba con bastante fluidez ese idioma] que no quería volver, que quería quedarse siempre con los indios. No quería saber nada de todo lo que se le decía de su casa y actuaba como un joven animal salvaje encerrado en una trampa. Cuando lo sacaron del carro que había de llevarlo a la estación del ferrocarril, retomó sus lamentos y todavía continuaba mientras desaparecía de nuestra vista”. Santiago creció para convertirse en un herrero en Silver City [Grant County, New Mexico]. Más tarde, se trasladaría con su esposa e hijos a Phoenix [Maricopa County, Arizona] donde fallecería el 10 de diciembre de 1941.
Más tarde, durante ese día, Crook se reunió con los exploradores apaches y con Chihuahua. Primero dijo a los exploradores: “Os voy a dejar”, quedando estos en shock. Les agradeció su lealtad y su trabajo, y luego les dijo que dejasen el tiswin y criasen ganado. Les aseguró que el nuevo comandante sería un “hombre bueno y honesto”. Luego se volvió hacia Chihuahua diciéndole que él y su gente tenían que estar listos para salir antes del mediodía del día siguiente. También le dijo que el capitán Pierce, destinado en San Carlos, había enviado esa tarde a Osolo [Tom Chihuahua], su hijo de tres años, que estaba con Goody, con la banda de Cassadora, hacia la estación de Bowie.
A las 11:30 horas del 7 de abril, los prisioneros chiricahuas partieron de Fort Bowie montados en caballos y mulas. En total eran 76 [los 51 del grupo de Chihuahua]; los dos que había traído Maus [Nezulkide y Shoie]; y los 23 capturados el año anterior. Crook les acompañó en un carruaje. En la estación de Bowie, en medio de una cegadora tormenta de viento, Chihuahua pudo reunirse con su hijo, sumando al final 77 chiricahuas. Los 16 hombres eran Cathlay [Colle]; Chihuahua; Mike Dahkeya; Harold Dodestonay; Eskinye; Jolsanny [Ulzana]; José Second [Saditsa]; Len-sey [Giles Lancy]; Nazee [Nah-do-zinne]; Nana; Nezegochun [Neehzgolthkisen]; Nezulkide; Seeltoe; Shooey [Shoe o Shoie]; Sta-losh [Los-chosa o Nilosh]; y Burdett Tsisnah. Dos hombres estaban heridos por arma de fuego debido a los últimos enfrentamientos. Cathlay aún cojeaba debido a la herida sufrida durante la incursión de Jolsanny. Solo uno de ellos hablaba algo de inglés.
Entre las 33 mujeres estaban Dahn; Dohn-say Geronimo [Lulu o Tozey]; Dorothy Naiche; E-cla-eh y Nah-de-yole [dos esposas de Naiche]; Hah-dun-key [esposa de Perico]; Hulda Kinzhuna o Countenza; Ih-tedda y Zi-yeh o Ta-ayz-slath [dos esposas de Gerónimo]; Ilth-gazie, Ilth-gozey o Gazie [esposa de Chihuahua]; Nah-dos-te [esposa de Nana]; Nah-zitz-ohn [esposa de Mohtsos]; Nah-zis-eh o Neschila [esposa de Jolsanny]; Ni-yah o Najah [esposa de Nezulkide]; Tsalth-zay-nah-zizzy [sobrina de Nah-zis-eh]; Tze-go-juni, Huera o Francisca [esposa de Mangas].
Entre los 28 jóvenes y niños estaban James Ahnandia [Bilsh-da-wos-la]; Ah-tay [James Holly]; Bah-nas-kli Naiche [hijo de Naiche y E-clah-eh]; Hattie Chachee; Eugene Chihuahua; Ramona Chihuahua; Tom Chihuahua; Joseph Ezhuna; Fenton Geronimo; Nina Dahkeya; Paul Naiche [hijo de Naiche y Nah-de-yole]; Dorothy Naiche [hija de Naiche y E-clah-eh]; Adam Jolsanny; Thomas Pelcoy Jolsanny; Pauline Shooey; Willy Tally [hijo de Stalosh y Dishte].
Con ellos iban dos oficiales. El primero era el teniente James Richards, del 4º de Caballería, quien había mandado una compañía de exploradores apaches al principio de la década de 1880. Richards sería su agente provisional en Florida. El oficial de intendencia en Fort Bowie les había suministrado las raciones necesarias para el viaje, y Crook había autorizado un anticipo de 125 $ para que Richards pudiese comprar café durante el trayecto.
El segundo oficial era el capitán Egbertt Barnum Savage, cuya compañía “G”, del 8º de Infantería, les escoltaría hasta Florida. Antes de subir al tren, los exploradores desarmaron a la banda. Esta era una delicada situación, ya que durante todos los años que los chiricahuas habían pasado en reservas, siempre habían conservado sus armas. Según Crook, este hecho produjo gran nerviosismo entre los hombres, pero Chihuahua apaciguó la situación. Los prisioneros subieron a un tren con cuatro “vagones-cama”, tres para los chiricahuas y uno para la escolta, que les llevaría a Fort Marion. Los apaches subieron al tren pensando que iban a estar dos años en el este para luego regresar a Arizona. De vuelta a Fort Bowie, Crook escribió en su diario: “Es un gran alivio deshacerse de ellos”.
Crook esperaba pacientemente en Fort Bowie la llegada de Miles, quien llegó a primeras horas de la tarde del 11 de abril. Crook salió a saludarle, dándose seriamente las manos. Después de cenar con Eugene B. Beaumont [comandante de Fort Bowie], Miles caminó hacia la oficina de Crook, entregando este oficialmente el mando del Departamento de Arizona. Al día siguiente, 12 de abril, Crook tuvo la última reunión con los exploradores chiricahuas de Maus y Shipp, y con los exploradores White Mountain. El periodista Charles Lummis describió la emocionante escena cuando muchos de los más importantes exploradores como Noche, Charley [Askadodilges] o Dutchy abrazaron al general. Miles dijo unas pocas palabras a los exploradores, pero estaba claro que no iba a contar con ellos. Charles Lummis tuvo una conversación privada con Miles en la que el periodista sacó la conclusión de que al general le gustaría seguir utilizando los servicios de los exploradores, pero Sheridan le había indicado que iniciase “vigorosas operaciones haciendo un uso, activo e importante, de las tropas regulares. No haga lo que hizo Crook, confiar en los exploradores y en la diplomacia”. Miles entendió el mensaje. Pero aunque iniciase una inmediata campaña con grandes fuerzas, su éxito estaba ligado a lo que los “hostiles” hicieran. Gerónimo y Naiche “controlaban el tiempo”, pudiendo prolongar el conflicto durante meses e incluso años, si ellos decidían permanecer en las montañas de la Sierra Madre, lo que no gustaría a Washington, que buscaba una rápida solución, y sin exploradores apaches… sus opciones disminuían.
El teniente Maus y los exploradores salieron para Fort Apache al mediodía, mientras una hora después, Crook partía hacia su cuartel general en Prescott [Yavapai County, Arizona], desde donde saldría para asumir el mando del Departamento del Platte.
El 13 de abril, los 77 chiricahuas del grupo de Chihuahua llegaron a Fort Marion. Según el “Annual Report of the Secretary of War” eran 10 hombres casados; cuatro solteros; dos adolescentes; 12 mujeres casadas; 20 solteras; 17 varones menores de 14 años; y ocho muchachas menores de 14 años. En total 73, porque cuando hicieron el recuento habían muerto un adulto y tres niños. Fue el primer contingente de apaches chiricahuas de los cinco que fueron enviados a Florida.
Fort Marion se encontraba en un estado deplorable para albergar a nadie, por lo que los prisioneros apaches pasaron dos meses acampados en la Anastasia Island, situada frente a la bahía, hasta que se hicieron algunas mejoras. Eugene Chihuahua comentó: “Nos pusieron en un lugar llano cerca de un gran agua y nos dejaron acampar allí, no sé cuánto tiempo. Hacía bochorno y calor. Los mosquitos casi nos devoran vivos. Éramos tan miserables que no nos importaba cuán pronto pudieran matarnos”.
Mientras, poco después de la marcha de Crook, Miles se puso manos a la obra. Sabía que, seguir al pie de la letra las instrucciones de sus superiores no garantizaba el éxito, por lo que empezó a considerar la idea que le habían sugerido los exploradores chiricahuas de Crook. Enviar a dos importantes chiricahuas, Jolsanny y Shoie, con un mensaje para los “hostiles”. De hecho, los dos habían sido “hostiles” antes. El problema es que los dos estaban en Florida. El 18 de abril telegrafió a Sheridan pidiéndole que los trajera tan rápido como fuera posible. La respuesta fue breve: “El teniente general lo desaprueba”. Sheridan no estaba de humor porque evidentemente conocía la sangrienta incursión realizada por Jolsanny [Ulzana] seis meses antes. Claramente, Sheridan quería utilizar solo al ejército regular contra los “hostiles” pero Miles pensó en utilizar la opción de enviar emisarios si las operaciones militares se estancaban.
El 20 de abril, Miles publicó la Orden General n.º 7, en la que los soldados regulares tendrían toda la responsabilidad, usando a la caballería para perseguir y explorar; y a la infantería para ocupar pasos estratégicos de montaña, proteger ranchos vulnerables, almacenes y los pozos de agua, y escoltar los suministros. Organizó una fuerza de choque de élite al mando del capitán Henry Ware Lawton, acompañado del cirujano Leonard Wood.
El mismo día, 20 de abril, la División del Pacífico notificaba a las fuerzas militares que operaban en el sur de Arizona y New Mexico: “El objetivo principal de las tropas será capturar o destruir cualquier banda de indios apaches hostiles que se encuentren en esta sección del país; y para ello se requerirán los esfuerzos más enérgicos y persistentes de todos los oficiales y soldados hasta que se logre el objetivo”.
Miles hizo algo diferente a Crook. Estableció distritos de observación, instalando estaciones de heliógrafos en las cimas de las grandes elevaciones cercanas a la frontera, las cuales emitían señales telegráficas por el reflejo de los rayos solares. Los encargados de las mismas tenían prismáticos y un telescopio. Estas estaciones eran una parte importante del plan de Miles para proteger los asentamientos al norte de la frontera, pudiendo dar el primer aviso de la llegada de incursores chiricahuas y desplegar tropas para interceptarlos. En New Mexico había 13 estaciones y en Arizona 14. La distancia media en línea recta entre estaciones era de unos 40 km.
Antes de todo esto, esperando que Crook enviase tras ellos a los exploradores chiricahuas hasta la Sierra Madre, Gerónimo y Naiche decidieron dirigirse hacia el oeste. A primeras horas de la tarde del 3 de abril, seis guerreros fueron al rancho de Cayetano Silvas, a 8 km al este de Fronteras, donde sacrificaron cinco animales, llevándose una docena más, entre bueyes y caballos, para luego ir al este, hacia Cuquiárachi [municipio de Fronteras, Sonora], donde se llevaron otros cuatro caballos. Otra banda asaltó el Rancho Janaverachi [municipio de Cananea, Sonora], llevándose 25 caballos. Cuando los asaltantes se unían al grupo principal, se dirigieron al Rancho Mababi de John Hohstadt, donde había muerto Chinche el mes anterior. Cuando Silvas encontró el rastro, estimó que los apaches eran unos 40, es decir, todo el grupo de “hostiles”. Después de descansar en la Sierra de los Ajos [municipio de Fronteras, Sonora], durante un corto tiempo, el 11 de abril, toda la banda [30 o 40 apaches montados], incursionaron por el Rancho Duron, cerca de Bacoachi, sacrificando varias reses y robando más caballos. Luego giraron al oeste, cruzaron el río Sonora, y continuaron hasta las alturas de la Sierra Azul [municipio de Ímuris, Sonora], donde establecieron un campamento a 2.450 metros de altura. Según el soldado estadounidense Lawrence Vinton, que estuvo en el lugar poco después de que los chiricahuas se fueran, diría: “Nadie podía aproximarse a 40 km sin ser visto”.
El 19 de abril, Gerónimo y Naiche dejaron la Sierra Azul. Al día siguiente mataron a dos hombres y a tres mujeres, continuando al sur, hacia Ímuris, donde se llevaron algo de ganado del Rancho Aribabi. A las 09:00 horas del 23 de abril, asaltaron el Rancho Casita, cercano a Nogales [Sonora]. Varios hombres estaban trabajando cuando los chiricahuas abrieron fuego, matando al propietario e hiriendo a su hijo. Parece que los chiricahuas podían haber matado a la esposa del dueño y a su hijo pequeño, pero, en cambio, les permitieron llegar a la casa y ponerse a salvo. Algunos vaqueros galoparon a Ímuris para dar el aviso, extendiendo el rumor de que los apaches habían matado a todo el mundo en el rancho, unas 15 personas. Inmediatamente, salió un grupo de 10 soldados al mando de Joaquín Quiroga, llegando al lugar y encontrando los cuerpos de tres hombres. Fueron tras ellos, pero los apaches les emboscaron, matando a dos soldados, Francisco Grijalva y Estarislio Bonilla. Esa noche, Andrés Rivero, prefecto de Magdalena de Kino [Sonora], llegó en tren a Imuris con 30 hombres y allí se le unió otro grupo de Nogales. Un día después encontraron el rastro, pero los chiricahuas habían puesto mucha distancia entre ellos y sus perseguidores, siendo vistos por Agua Zarca [municipio de Nogales, Sonora].
Al día siguiente, los chiricahuas fueron al norte, a lo largo de la cara este de la Sierra de Pinitos [municipio de Nogales, Sonora]. Seis guerreros robaron seis reses del Rancho Cibuta, yendo a la Sierra de Pinitos, cruzando la cima de su cara este. Dejando unos pocos hombres con las mujeres y los niños, Gerónimo y Naiche partieron el 26 de abril, con el resto de los guerreros hacia el norte, hacia el Rancho Buena Vista, a 16 km al este de Nogales, donde sorprendieron a cuatro hombres que estaban haciendo mescal. Tras un rápido enfrentamiento los mataron [eran tres mexicanos y un estadounidense]. Antes de irse, aplastaron sus cabezas. Luego fueron hacia el norte, siguiendo las vías del “Ferrocarril de Sonora”, a lo largo del río Magdalena, hasta su unión con el “Southern Pacific Railroad”, en Benson [Cochise County, Arizona], entrando en Arizona el 27 de abril, donde emboscaron a dos mexicanos cerca de Calabasas [Santa Cruz County, Arizona], matando a uno y persiguiendo al segundo hasta la población. Calabasas era una pequeña localidad con un hotel y una docena de casas y chabolas de pobre aspecto. A primeras horas del día siguiente, sus habitantes se quedaron pasmados al ver a seis u ocho guerreros entrar en la población y llevarse seis caballos antes de espantarlos y llevárselos lejos. Tras ellos salió George Atkinson con seis hombres hasta un cañón a 1’5 km al noroeste de allí, donde inesperadamente se toparon con los apaches, quienes comenzaron a disparar, hiriendo a un hombre y persiguiendo al grupo hasta que pudieron alcanzar Calabasas.
A las 09:00 horas, los chiricahuas se fueron al oeste, hacia el rancho ganadero de Artisan Leslie Peck [Santa Cruz County, Arizona], junto al río Santa Cruz. A primeras horas de la mañana, Peck y su vecino, Charlie Owens, habían salido a buscar ganado extraviado. Al acercarse, un joven guerrero se subió a una valla que rodeaba un corral y se sentó, empezando los perros a ladrar. Petra, la esposa embarazada de Peck, dijo a su sobrina de 10 años, Trinidad Verdin, que fuera a ver qué pasaba, diciendo esta que veía a un apache cerca del gallinero. Petra salió corriendo con su niña en sus brazos. El apache disparó y la mató. Después cogió al bebé por las piernas y aplastó su cabeza contra una pared de adobe. Parece ser que el guerrero hablaba algo de inglés. Al ver lo ocurrido, Trinidad corrió al interior de la casa y se escondió debajo de una cama, entrando 15 apaches a saquearla. Uno de ellos encontró a Trinidad, la arrastró por los pies, y cuando estaba a punto de matarla, Gerónimo le perdonó la vida. La sentó en la grupa del caballo de Chappo, su hijo. Antes de irse quemaron la casa, llevándose 12 caballos, algo de ganado, un rifle Winchester y dos revólveres.
Después cabalgaron 3 km hasta el oeste de una loma, desde donde vieron a dos hombres sujetando a un toro con un lazo. Eran Peck y Charlie Owens, quienes estaban desarmados. Los apaches les dispararon y cuando oyeron los disparos, montaron en sus caballos para huir. Un disparo atravesó el cuello de Owens, matándolo. Otro alcanzó al caballo de Peck, derribándolo. Unos guerreros empujaron a Peck con sus rifles para que se moviera. Le llevaron a una loma y formaron un círculo alrededor de él. Un joven apache que hablaba bien inglés hizo de traductor de Gerónimo, quien se dirigió a Peck llamándole “Mangas Coloradas” porque llevaba ropa interior de color rojo debajo de su camisa, estando esta remangada.
Peck vio a su sobrina sollozando histéricamente montada tras un apache. El que traducía le avisó, bajo amenaza de muerte, que no dijese nada a su sobrina, pero esta le dijo lo que había pasado. Gerónimo dijo que él “era un buen hombre” y que le perdonaba la vida, dejándole en ropa interior y quitándole sus botas. Solo Gerónimo supo por qué le dejó ir; quizás porque estaba desarmado; quizás porque sabía lo que era perder una familia; o quizás porque la ropa interior roja de Peck le recordaba, nostálgicamente, los tiempos que pasó con Mangas Coloradas. Otra versión decía que Peck fingió estar loco [los apaches creían que una persona demente estaba poseída por el demonio, y que podía contagiarse], versión que el teniente Leonard Wood oyó varias veces. Peck volvió al rancho donde encontró los cuerpos de su esposa y de su bebé.
Según Trinidad Verdin, los chiricahuas se dirigieron al sudoeste, hacia las Pajarito Mountains [Santa Cruz County, Arizona], una estrecha sierra de 16 km que va de este a oeste a lo largo de la frontera. Pero antes de llegar, unos pocos guerreros al mando de Gerónimo mataron, al día siguiente 28 de abril, a un hombre e hirieron a otro, llevándose 50 caballos cerca de Oro Blanco, a unos 16 km al oeste del rancho de Peck. Ellos, u otros miembros de su banda, mataron a ocho personas cerca del antiguo Fort Crittenden [Santa Cruz County, Arizona].
El 29 de abril, Gerónimo cruzó las Oro Blanco Mountains hacia las Pajarito Mountains. Atravesando las vías del ferrocarril al sur de Nogales, entró el 1 de mayo, en Sonora, por la Sierra El Pinto [municipio de Nogales, Sonora] para recoger, el 2 de mayo, a sus mujeres y niños. Por entonces, él y Naiche sabían que un destacamento estadounidense iba tras ellos. Era el capitán Thomas Coverly Lebo, con unos 30 “Buffalo Soldiers” de la compañía “K”, del 10º de Caballería, que les perseguía desde Calabasas, teniendo conocimiento de lo ocurrido en el rancho de Peck. Varios de sus soldados eran veteranos de la campaña de Victorio, seis años antes. Lebo no llevaba guías nativos, pero siguió las huellas de los apaches [estos habían abandonado lo que quedaba de los cuerpos de unos 30 caballos]. Lebo cruzó la vía férrea, acampando en el rancho La Arizona [municipio de Nogales, Sonora].
El 2 de mayo, Lebo realizó una dura marcha de 43 km sobre una complicada ruta que le llevó a la cara este de la Sierra de Pinitos [municipio de Nogales, Sonora]. A las 06:00 horas del 3 de mayo, levantaron el campamento dirigiéndose al cañón conocido hoy como Cajón de los Negros [municipio de Ímuris, Sonora], llamado así por el 10º de Caballería. Allí encontraron evidencias de la existencia de un campamento, siguiendo el rastro hasta el mediodía, cuando se encontraron con los chiricahuas a unos 180 metros de distancia, ocupando una fuerte posición tras las rocas, sobre la cima [sus caballos estaban agotados al igual que los de los soldados]. Lebo ordenó a sus soldados desmontar y prepararse para subir la pendiente que llevaba a la cima. Los soldados corrieron bajo un intenso fuego que mató al soldado Joseph Hollis, e hirió al cabo Edward Scott en la rodilla, destrozándosela.
Mientras, siguiendo con su táctica de no dar descanso a los chiricahuas, Miles había enviado otro destacamento para relevar a Lebo y seguir el rastro. El teniente Harry C. Benson, al mando de una compañía del 4º de Caballería y cinco exploradores apaches, se dirigió al campamento de Lebo. El 5 de mayo, los exploradores encontraron el rastro, el cual iba hacia el sur, “el peor territorio para viajar”. Ese día tres mulas cayeron por los acantilados. Los exploradores estaban nerviosos por la cercanía de los “hostiles”, desertando el principal explorador. Los chiricahuas habían realizado incendios para impedir su avance.
El 4 de mayo, Luis Emeterio Torres, gobernador de Sonora, envió un telegrama al general Miles: “Nuestras tropas estatales tienen órdenes de actuar en perfecto acuerdo con las suyas en la persecución de salvajes, hostiles, que parecen ahora más audaces y más decididos a luchar que nunca. Por favor infórmeme qué más puedo hacer para ayudarle”. El mismo día, llegó a Fort Huachuca la orden de Miles de que el capitán Henry Ware Lawton se preparase para actuar contra los chiricahuas al sur de la frontera. El 5 de mayo, el periódico “The Washington Critic.” publicó la noticia de que el delegado en el Congreso por Arizona, Curtis Coe Bean, había propuesto que el gobierno estadounidense ofreciese 25.000 $ de recompensa por la captura de Gerónimo.
El 9 de mayo, el prefecto del distrito de Altar [Sonora], Lorenzo Chavarín salió con 50 hombres encontrándose con el capitán Camberos en el rancho La Arizona de Barnett [municipio de Nogales, Sonora] mientras las fuerzas del distrito de Magdalena [Sonora], lograron establecer contacto con Gerónimo en el Cañón de las Avispas [Nogales, Sonora]. Cruzando a un lado y al otro del “Ferrocarril de Sonora”, los chiricahuas los habían visto. El 11 de mayo, les esperaron entre las rocas, y en cuestión de minutos, los chiricahuas mataron a dos mexicanos e hirieron a tres hombres, uno mortalmente, llevándose 30 caballos. Esa misma tarde, una fuerza de Altar de 150 hombres, muchos de ellos nativos pápagos, se dirigió al lugar. Los chiricahuas abrieron fuego desde las alturas, haciendo que los mexicanos y los pápagos simplemente corrieran, dejando atrás 33 caballos y muchos de sus suministros. Al día siguiente, el comandante mexicano justificó su partida por estar escaso de munición y provisiones. Los chiricahuas abiertamente mostraron a Trinidad Verdin, retando a los mexicanos a que fueran a rescatarla.
El día anterior, el 10 de mayo, el general Miles envió al capitán Henry Ware Lawton, del 4º de Caballería, tras Gerónimo. Llevaba 22 exploradores apaches, dirigidos por Tom Horn y 100 mulas con suministros, dirigidas por 30 empacadores civiles. Ese mismo día unos vaqueros informaron haber visto a toda la banda chiricahua con 70 caballos, a unos 40 km al sur de Nogales. Por la tarde, la avanzadilla chiricahua formada por seis guerreros atacó y mató a dos estadounidenses, Charles Murray y Thomas Shaw, a unos 4’8 km al sureste del Rancho La Arizona.
El 12 de mayo, Lawton encontró los cuerpos de tres mexicanos y dos estadounidenses. En un campamento abandonado, encontraron un sombrero de mujer, creyendo que podía ser el usado por Trinidad Verdin. Lawton supuso que los chiricahuas continuarían al sur, a lo largo del río Magdalena, pero Gerónimo y Naiche habían cambiado de dirección, escabulléndose.
El mismo 12 de mayo, después de pedir ayuda a las fuerzas que habían venido de Altar [Sonora] y que estaban en el rancho La Arizona, tuvo lugar otro enfrentamiento en el mismo Cañón de las Avispas, comenzando el mismo alrededor de las 11:00 horas, durando todo el día. Alrededor de las 17:00 horas, los apaches empezaron a quemar el pasto como distracción para dar después un rodeo para atacar por la retaguardia. Dado lo avanzado del día, Lorenzo Chavarín ordenó la retirada al rancho La Arizona y al día siguiente se encontró con que los apaches, como acostumbraban, habían huido durante la noche, dejando únicamente 14 monturas de las fuerzas de Magdalena. Gerónimo recordaría en el futuro: “Los estadounidenses eran más duros, rastreándonos y combatiéndonos casi todos los días”. Ellos tenían dos objetivos. Uno, lógicamente, sobrevivir, y el otro, enterarse qué opciones tenían de negociar con los estadounidenses. Esta última era claramente la decisión de Naiche, y la mayoría de los hombres le apoyaban, liderando un grupo al norte de la frontera. Sabían que los soldados patrullaban la frontera desde la actual Columbus [Luna County, New Mexico] hasta Nogales [Santa Cruz County, Arizona] pero aun así lo intentarían.
El 14 de mayo de 1886, se encontraban a 56 km al este, donde unos vaqueros del Rancho Milpillas [municipio de Santa Cruz, Sonora] los descubrieron. Un vaquero cabalgó hasta el campamento del capitán Charles Hatfield, situado sobre el río San Pedro, a 4’8 km al sur de la frontera, para avisarle. Una hora más tarde, Hatfield iba tras ellos con 34 soldados de la compañía “D”, del 4º de Caballería. A la puesta del sol se encontraban a pocos kilómetros del rancho cuando un vaquero llegó con la noticia de que a las 15:00 horas de ese día, 10 chiricahuas se habían llevado 30 caballos en dirección al este de Santa Cruz.
A las 04:30 horas del 15 de mayo, el destacamento de Hatfield, guiado por dos mexicanos, Ramón Moreno y Xabier Méndez, siguieron sus huellas. La naturaleza del terreno hizo que gran parte de la persecución se hiciera a pie, llevando los caballos de las riendas. Hatfield ordenó que unos soldados llevasen de las riendas todas las monturas [cada soldado siete u ocho], yendo el resto de los hombres hacia adelante. Sobre las 09:00 horas llegaron a una sierra de unos 2.000 metros de altura, cuando los mexicanos subieron a una cresta y descubrieron el campamento apache. Pero el centinela chiricahua los vio, dando la alarma. Cogieron sus armas y trasladaron a las mujeres y a los niños a la retaguardia, fuera de la vista de los soldados, comenzando a dispararles desde una distancia de entre 180 y 275 metros. Los dos exploradores mexicanos vieron a Naiche y a Gerónimo usar sus prismáticos para analizar la situación. Estando Hatfield en terreno más alto, y tras un breve intercambio de disparos que no produjo heridos, los chiricahuas se dispersaron, dejando atrás 21 caballos, 15 sillas de montar, mantas y comida. Gerónimo diría: “Nos sorprendieron a eso de las 09:00 horas de la mañana, capturaron todos nuestros caballos [19] y nuestra reserva de carne seca. Perdimos a tres apaches en ese enfrentamiento”. [Esta afirmación de Gerónimo es un fallo de traducción o un fallo de memoria, ya que ningún hombre chiricahua falleció en combate durante la etapa del general Miles]. Hatfield informó de la captura de 21 caballos [dos más de los que diría Gerónimo] y el equipo del campamento, creyendo erróneamente que en él había 70 apaches [lo que sería casi el doble de su número real].
Hatfield decidió continuar hasta Santa Cruz, la localidad más cercana. Al mediodía, a unos 4’8 km de la población, Gerónimo y Naiche devolvieron el golpe, atacándole en un manantial de un estrecho barranco, donde mataron a dos hombres, hirieron a otros dos, y recuperaron sus caballos y suministros, además de llevarse cuatro caballos más, uno de ellos la montura de Hatfield. Gerónimo diría: “Les atacamos por detrás cuando pasaban por una pradera, matamos a un soldado, y no perdimos ningún guerrero. En esa escaramuza, recuperamos todos nuestros caballos, excepto tres que me pertenecían”. El enfrentamiento ocurrió así: Hatfield asignó algunos hombres a custodiar las capturas y sus propios caballos y mulas, hasta que volvieron a un terreno más llano. Luego reorganizó su pequeño destacamento en tres grupos. Un sargento y 14 hombres a pie para hacer frente a cualquier escaramuza. Estos iban precedidos por un solo hombre a caballo, y flanqueados por dos soldados a caballo a cada lado, acompañados por Moreno y Méndez. Hatfield con 12 soldados, iba a cargo de los caballos de los soldados; seguido por siete hombres, conduciendo la recua de mulas y los caballos capturados. El destacamento tenía que pasar por un terreno escabroso antes de llegar a la relativa seguridad de la población de Santa Cruz. Pasando a través de un estrecho cañón, la vanguardia encontró un manantial, con suficiente agua para abastecer las necesidades de hombres y animales, ya que habían estado sin agua durante más de 24 horas.
Los apaches se habían adelantado al destacamento, observando los movimientos de Hatfield y tomando posiciones sobre esa fuente, previendo que la iban a usar. Dejaron que la vanguardia bebiera y siguiera adelante, igual que los dos grupos con los caballos. Los apaches permitieron a Hatfield que diera de beber a los caballos de los soldados, y solo atacaron cuando el último grupo de siete hombres llegó al manantial con la recua de mulas y los caballos capturados.
Abrieron fuego desde las rocas, provocando el temor entre los soldados cuando fue herido su sargento. Tanto Hatfield como el último grupo fueron inmovilizados durante media hora, antes de que varios de los soldados que iban por delante volvieran y ayudaran a los que quedaron atrás. Esto implicó un fuerte tiroteo durante el cual, un soldado cayó herido y murió cuando iban a rescatarlo. Hatfield ordenó a los demás retirarse. Hatfield tuvo dos hombres muertos y dos sargentos heridos, y perdió sus mulas [que llevaban la comida y las municiones] y los apaches recuperaron sus caballos. El capitán también perdió su propia montura, y tres caballos de los soldados que quedaron atrás al calor de la acción.
Sobre las 11:00 horas del día siguiente, 17 de mayo, el teniente Robert A. Brown, y soldados de la compañía “I”, del 4º de Caballería, sorprendieron a los chiricahuas que estaban descansando en un arroyo en las estribaciones occidentales de la Sierra de Cananea [municipio de Cananea, Sonora]. Se apoderaron de cinco caballos [dos de los cuales pertenecían a soldados de Hatfield], siete rifles Winchester, munición, y unas pocas sillas. Los soldados vieron a Gerónimo saltar sobre una mula blanca y escapar. Esa noche reemplazaron sus pérdidas, llevándose 25 caballos de Santa Cruz. Fue en este asalto o durante el primer enfrentamiento con Hatfield que Naiche perdió a unos de sus mejores amigos, Tah-ni-toe, un miembro de su banda. Su caballo resultó muerto de un disparo, perdiendo su arma. Durante la confusión se quedó aislado del resto. Pudo haberse reunido con los demás, pero estaba harto de huir y añoraba a su mujer, E-dood-lah, a la que no veía desde hacía exactamente un año. Ansioso por ver a su familia, había pedido a Crook, en el Cañón de los Embudos, que la enviase a Fort Bowie para reunirse con él, pero al huir, todo cambió. Decidió ir a Fort Apache aunque fuera andando [Miles identificó a este hombre como Kayitah, pero estaba equivocado, ya que Kayitah había permanecido en la reserva, sirviendo como explorador con el teniente Britton Davis].
Después del enfrentamiento con Brown, Naiche intentó una arriesgada maniobra. Envió cinco hombres al este, a la Sierra de San José [municipio de Naco, Sonora], desde donde planeaban entrar en Arizona para llamar la atención de las tropas que estaban a lo largo de la frontera. Él y Gerónimo, con la mayoría de su gente, continuarían hacia Nogales. No se sabe quien lideraba a este pequeño grupo, pero pudo ser Atelnietze, quien contaba con la total confianza de Naiche, llamándole “hermano”. Durante ese día, 17 de mayo, los cinco guerreros encontraron a cinco mexicanos con una reata de mulas cargadas con mescal. Los apaches mataron a dos de los mexicanos que iban armados y capturaron a los otros tres, atándolos. El jefe, después de beber gran cantidad de mescal los soltó, diciendo: “Os podéis ir; no teníais rifles, así que no os haremos daño”. A primeras horas de la mañana del 18 de mayo, entraron en Arizona a través de las Mule Mountains [Cochise County, Arizona] y enseguida robaron caballos en Antelope Springs, 19 km al este de Tombstone [Cochise County, Arizona]. Llevaron los caballos a las Dragoon Mountains donde el 19 de mayo hirieron a un hombre y mataron a Fred Latley en Granite Springs. Después descansaron unos días, esperando reunirse con Naiche, al norte de las Dragoon Mountains.
Mientras, Gerónimo y Naiche fueron hacia la frontera. Pasaron la noche del 17 de mayo al sur del Rancho Buena Vista, el lugar por donde cruzaron la frontera tres semanas antes. Ellos giraron al suroeste con Trinidad Verdin viajando con ellos. Llevaban un día de ventaja al destacamento del capitán Lawton. Esa tarde, cuando estaban a punto de cruzar las vías del ferrocarril y dirigirse al oeste, vieron a dos vaqueros, los hermanos Andrade, yendo hacia ellos. Gerónimo y Naiche enviaron un pequeño grupo para emboscarles. Los primeros disparos mataron a uno de los hermanos, mientras el segundo se protegió tras un árbol para defenderse tenazmente antes de caer.
Al día siguiente, 18 de mayo, los apaches bordearon la parte norte de la Sierra Cibuta [municipio de Nogales, Sonora] yendo luego al noroeste a través del Cañón Las Planchas [municipio de Nogales, Sonora] donde mataron a dos estadounidenses, J. Sullivan y D. McCarty, y a Torcuato de la Huerta, un empleado de Guillermo Barnett, dueño del rancho La Arizona, enviado para avisar a las poblaciones mineras. Los chiricahuas iban tan rápido que dejaron los caballos ensillados de los hombres muertos, los cuales espantados huyeron del lugar. Un destacamento militar mexicano encontró los caballos con sangre y los cuerpos de los tres hombres. Por orden del gobernador, el prefecto de Magdalena se dirigió a Ímuris [Sonora] a buscar más refuerzos.
Al final de ese día, Gerónimo y Naiche entraron en Arizona a través de las Pajarito Mountains [Santa Cruz County, Arizona], dirigiéndose al Bear Canyon [Pima County, Arizona]. Lawton seguía fácilmente su rastro por los cadáveres sacrificados del ganado que los chiricahuas dejaban por el camino. En ese momento, con la deserción de Tah-ni-toe, y la incursión de los cinco guerreros que estaban haciendo la maniobra de diversión en las Dragoon Mountains, los chiricahuas sumaban 34 individuos. Gerónimo no quería abandonar México hasta pactar unos términos aceptables con un oficial en el que pudiera confiar, por lo que volvió a Sonora con dos hombres, dos mujeres, un niño, y con Trinidad Verdin, dirigiéndose a los alrededores del Rancho La Arizona. Naiche quería explorar la situación existente en Fort Apache, indagar cómo estaba su familia, y quizás tantear las propuestas de paz del general Crook [no sabía que estaba en Nebraska].
El grupo de Naiche [27 en total] fue hacia el norte y cruzó las Santa Rita Mountains [Santa Cruz County, Arizona] hacia las Whetstones Mountains [Cochise County, Arizona], donde el 20 de mayo mataron a tres mexicanos. Dos días después, a primeras horas del 22 de mayo, asaltaron el Rancho Telles, en las estribaciones del suroeste de las Rincon Mountains [Pima County, Arizona], donde en esas montañas escondieron a las mujeres y los niños.
Capturaron a un muchacho de siete años, hijo de Juan Gastelo; y apedrearon a su madre, que escapó con unos pocos moratones. Un grupo de 17 hombres persiguió a los chiricahuas durante unos 16 km, alcanzándoles cuando estaban asando carne de vaca, huyendo y dejando ocho caballos y al chico detrás. Esa noche, Naiche y cinco guerreros se dirigieron a las Whetstones Mountains donde al día siguiente se reunieron con el grupo incursor de las Dragoon Mountains, sumando entonces 11 hombres, yendo todos hacia el norte.
El 23 de mayo, mataron a Frank Thurston, a 16 km al sur de Fort Thomas [Graham County, Arizona], mientras estaba encendiendo un horno de cal. También pasaron por el asentamiento mormón de Curtis [hoy llamado Eden, Graham County, Arizona], en el lado norte del río Gila, llevándose varios caballos. A las 19:00 horas del mismo día, ocho guerreros [Naiche había enviado a tres de ellos de vuelta a las Rincon Mountains para escoltar a las mujeres y a los niños de regreso a la frontera] cruzaron el Black River y acamparon en una aislada zona al noreste de la unión de los ríos Little y el Big Bonito. Al anochecer del 25 de mayo, llevaron sus caballos a un prado y escondieron las sillas, bridas, mantas, y suministros entre los árboles y arbustos bajo una cresta de un cañón boscoso, cerca de la cabecera del Bonito Creek, al sureste de Fort Apache, dirigiéndose a pie hacia los campamentos chiricahuas, a unos 11 km de allí.
Tres semanas antes, Cooney, el sargento de exploradores que estaba con Noche al mando del teniente William Ewen Shipp, había ido a San Carlos para llevar a las mujeres y niños parientes de los “hostiles” de vuelta a Fort Apache. Así que cuando Naiche se deslizó al interior del campamento, donde estaba su antiguo grupo, ahora encabezado por Bish-to-yeh, vio a su madre Dos-the-seh, y a otros parientes, descubriendo que Crook había enviado al resto de su familia lejos. Naiche estuvo poco tiempo, enterándose de que los exploradores chiricahuas no estaban ya tras su rastro, yéndose de mal humor. Wade creyó que solo un hombre había entrado al campamento, pero eso no está claro.
Wade informó de todo esto a Miles, quien había salido de Calabasas [Santa Cruz County, Arizona] para coger el tren hacia Willcox [Cochise County, Arizona]. Miles telegrafió a Wade diciéndole: “Sería importante atrapar a ese hombre [Naiche]”, sugiriéndole que enviase al chiricahua más anciano para que tomase contacto con los “hostiles” pero después de dos noches hablando con los jefes chiricahuas, no pudo persuadir a ninguno para esa delicada misión. Finalmente, durante la tarde del 26 de mayo, dos mujeres accedieron a ir, Dos-the-seh [la madre de Naiche]; y otra mujer, cuyo hijo estaba con Naiche, pudiendo ser Et-tso-hnn, también conocida como Bonita [la madre de Fun]. Tenían que llevar el mensaje de que el grupo de Naiche sería tratado con justicia.
En la tarde del 26 de mayo, el capitán John T. Morrison, con soldados de la compañía “A”, del 10º de Caballería, y 10 exploradores apaches, encontraron las sillas, los caballos y los suministros que Naiche había dejado atrás. Sus hombres dejaron todo como lo encontraron, limpiando cualquier rastro que delatara su presencia y preparando una emboscada durante toda la noche, esperando el regreso de Naiche. Morrison y sus hombres estaban impacientes. Finalmente, sobre las 07:00 horas del 27 de mayo, vieron a Naiche sobre el borde del cañón, en el lado opuesto a donde estaban. Naiche estudió la zona con unos prismáticos, y al no ver nada extraño, envió a un hombre hacia delante, seguido de otro. Comenzaron a descender en fila india por el sendero del cañón. Naiche iba al frente, mirando a todas partes, cuando de repente lanzó un grito de advertencia. Todos los apaches buscaron cubierta en la cima. Los hombres de Morrison dispararon sin alcanzar a nadie, montaron en sus caballos, y cabalgaron hacia la cima, pero los chiricahuas se habían ido. ¿Qué fue lo que vio Naiche? La versión más extendida sugiere que vio la huella de una bota que los soldados habían olvidado limpiar. Un periódico dijo que, a pesar de que Morrison decía a sus hombres que tuvieran paciencia, Naiche vio a un “Buffalo Soldier” que, no pudiendo aguantar más, asomó su cabeza para ver a los apaches. Al final del día, los exploradores intentaron encontrar el rastro, el cual iba hacia el norte, a través de un áspero terreno.
Mientras esto ocurría, las madres chiricahuas fueron a buscar a sus hijos. En caso de encontrarse con soldados, llevaban un salvoconducto firmado por Wade. Dos días después, el 29 de mayo, regresaron, negando haber visto a sus hijos. A pesar de eso, Dos-the-seh pudo haberse reunido con Naiche, a tenor de lo que ella dijo a Wade: “Los hostiles tuvieron un fuerte susto [la emboscada de Morrison] y serán muy cautos durante unos pocos días”. Ella pensó que permanecerían en las inmediaciones a menos que las tropas siguieran acosándolos. Tres meses más tarde, Dos-the-seh confirmó a Wade que había visto a Naiche, denominándole “hijo ingrato que no tendrá nada que ver con ella”.
Naiche había ido al norte, posiblemente para rendirse. Cuando Miles recibió el primer informe de Wade sobre el “trabajo” de Dos-the-seh, pensó que los “hostiles” estaban pensando en rendirse, por lo que telegrafió a Wade indicándole términos más específicos que la original promesa de darles un justo trato. Las dos mujeres fueron otra vez, pero Naiche ya se había ido de la zona. El 30 de mayo, el grupo de Naiche, asaltó el rancho de Hampson, en el Eagle Creek, matando a dos estadounidenses antes de irse al oeste, hacia Fort Thomas. A primeros de junio volvieron a las Rincon Mountains, descubriendo que sus mujeres e hijos [25 personas] ya se habían ido a Sonora por ser demasiado peligroso esperales, no sin antes matar, el 1 de junio, a dos estadounidenses. Después fueron a las Pajarito Mountains, para cruzar desde allí la frontera. Mientras Naiche se dirigió al sur, matando el 3 de junio a Clinton Davis, a 6’5 km al ese del Rancho Vail. Al día siguiente mataron a un hombre llamado Carr. Dos días después robaron caballos en los Ranchos Mathews y Courtney [en este último 40 caballos], en las Whetstones Mountains. El 6 de junio, mataron a un hombre llamado Thomas Hunt cerca de Harshaw [Santa Cruz County, Arizona], para luego irse a las Patagonia Mountains [Santa Cruz County, Arizona].
Al atardecer del 6 de junio, un destacamento de 26 hombres de la compañía “B”, del 4º de Caballería, al mando del teniente Robert D. Walsh [del destacamento de Lawton] y 13 exploradores apaches, interceptaron al grupo de Naiche cerca de las minas Mowry, en las Patagonia Mountains. Los chiricahuas saltaron de sus caballos y abandonaron todo, utensilios de cocina y harina incluidos, y huyeron a zonas más altas. Walsh recuperó seis caballos y cuatro mulas, que dio a sus exploradores para que los montaran, pero no pudo impedir que Naiche llegara a Sonora, a donde llegó a la mañana siguiente, 7 de junio, después de matar a 13 personas.
Antes, el 20 de mayo, Miles había preguntado al capitán Pierce que estaba en San Carlos: “¿Tiene alguien que pueda ir al campamento de Gerónimo?”. Pierce contestó: “No hay nadie que se arriesgue a ir al campamento hostil. Quizás Kaahteney, que está en Fort Apache, lo intente”. Aunque no quería usar chiricahuas, a regañadientes pidió al teniente coronel Wade sondear a los chiricahuas sobre la posibilidad de llevar un mensaje a Gerónimo. Wade habló a los jefes chiricahuas, pero no encontró mensajeros. Miles autorizó una recompensa de 2.000 $ por Gerónimo, vivo o muerto, y 50 $ por cada guerrero. El Secretario de Guerra rechazó la recompensa ofrecida por el general al no estar de acuerdo con ese método de actuación.
Cuando Miles oyó que los mexicanos estaban luchando con los apaches cerca de Tres Álamos, dijo al capitán Lebo que reclutase más mexicanos. Lebo podía ofrecer 4 $ por día y 2.000 $ si ellos capturaban a Gerónimo. Miles también autorizó al capitán Pierce que ofreciese una razonable recompensa a los apaches de San Carlos por la captura de Gerónimo. Aun así, ninguno accedió.
Miles, había enviado más soldados por tren a Agua Zarca [municipio de Nogales, Sonora] e Imuris [Sonora]. Estaban al mando del capitán Henry Ware Lawton. Con él iban el capitán Wirt Davis, y los tenientes Robert D. Walsh, Benson, y Leonard Wood, más 20 exploradores nativos [ningún chiricahua]. El jefe de la Gendarmería Fiscal, Miguel Ahumada, puso bajo las órdenes del cabo de 1ª Clase, Tranquilino Cuen, a 25 celadores montados y armados para perseguir a Gerónimo.
Lawton persiguió a Gerónimo, quedándose con pocos suministros. El 19 de mayo, por única vez durante la campaña, los empacadores le fallaron. Envió al teniente Harry C. Benson a Nogales [Sonora] para averiguar qué había ocurrido, encontrando al oficial al mando borracho. Benson presentó cargos contra él [se suicidaría antes del juicio], luego cogió una parte de la recua de mulas y regresó con Lawton. Desde entonces, hasta el 5 de junio, la unidad había perdido el rastro de Gerónimo.

La idea de que los oficiales del ejército estaban “permitiendo” evitar la captura de Gerónimo caló también dentro de las filas del ejército. Se presentaron cargos contra el capitán G. E. Overton por cobardía y no ejercer sus funciones en la detención de los apaches “hostiles”. Las acusaciones fueron interpuestas por el teniente John N. Glass, de la propia compañía de Overton. Los cargos fueron investigados, pero Overton no fue llevado a juicio. Aparentemente, había ciudadanos indignados por el fracaso de Overton de capturar a la banda de Gerónimo, y un artículo periodístico dijo: “El ejército está entre nosotros para proteger a nuestros ciudadanos de la masacre de los indios. No pedimos esto como un favor. Esto es un derecho que pertenece a nuestra ciudadanía. Esto es la excepción donde oficiales del ejército no están preparados y dispuestos a exponer sus vidas en defensa de ciudadanos del asesinato realizado por indios. Cuando esta excepción ocurre, es deber de todos los ciudadanos, por supervivencia, llevar ante los tribunales a cualquier oficial del ejército que ha actuado cobardemente, y ha dejado a los ciudadanos a la misericordia sensible de indios crueles”.
Después de cruzar la frontera, el 7 de junio, Naiche llevó su banda al suroeste, bordeando la Hacienda San Lázaro, de camino a la Sierra de Pinitos [municipio de Nogales, Sonora], a donde llegó al final de ese día. Dos días después, el 9 de junio, llegó a su ranchería situada en la zona más alta de la Sierra Azul [municipio de Ímuris, Sonora], donde había planeado reunirse con Gerónimo, quien había estado tranquilo después de separarse de Naiche el 19 de mayo. Trinidad Verdin estaba con él. Ella contaría que habían viajado al suroeste, un territorio deshabitado al norte de Altar, una zona desconocida para ellos. Un hombre canoso iba de avanzadilla, probablemente Nat-cul-baye. Con ellos iban dos mujeres [probablemente una era Dejonah o Ejonah, esposa de Nat-cul-baye], un joven guerrero [probablemente Hunlona], y una joven muchacha. Trinidad recordaría que la trataban muy bien. Solo la riñeron una vez cuando dejó huellas en lugar de pisar sobre las rocas. Después de varios días deambulando, el pequeño grupo se dio la vuelta. El 27 de mayo, unos vaqueros de la Hacienda San Lázaro encontraron el rastro de Gerónimo, que iba a la Sierra de Pinitos, y desde allí se fueron a la Sierra Azul para reunirse con Naiche y con el grupo principal.
Dos días después, para confundir a sus perseguidores, la banda de 40 chiricahuas abandonó la Sierra Azul, dirigiéndose a la Sierra de la Madera [municipio de Ímuris, Sonora] donde, según Trinidad Verdin y los informes oficiales de Sonora, se dividieron en tres grupos. Trinidad recordaría que alrededor del 11 de junio, “un indio joven, alto, delgado y con la espalda un poco curvada, que a veces parecía dar órdenes [obviamente Naiche], se fue con seis hombres y algunas mujeres y niños, yendo a una alta montaña al suroeste”. La montaña era seguramente un pico de la Sierra Cucurpe [municipio de Santa Ana, Sonora]. Trinidad fue al este con el grupo de seis apaches de Gerónimo. Un tercer grupo de nueve guerreros, con unas pocas mujeres, fueron al noreste. Los tres grupos planearon reunirse más al sur, cerca de la confluencia de los ríos Aros y Yaqui, al norte de Sahuaripa, donde decidirían el lugar al que ir.
Miles estaba listo para enviar un destacamento a la Sierra Madre, creyendo que los chiricahuas con seguridad irían allí. Ahora sabría si su principal destacamento, liderado por Lawton y Wood, podría aguantar la dureza de una persecución de un enemigo que solo buscaba salvar la vida. En mayo, el destacamento de Lawton había cubierto 800 km persiguiendo a los chiricahuas. Necesitaba exploradores nativos y soldados de refresco para una campaña por el interior de Sonora. Al anochecer del 7 de junio, Lawton salió de Nogales para asumir el mando de la compañía del teniente Walsh, quien estaba siguiendo a Naiche hacia la Sierra de Pinitos [municipio de Nogales, Sonora]. Al día siguiente descubrieron el rastro. Con él estaban unos 40 soldados y 20 exploradores apaches bajo los tenientes Finley y Walsh. El médico Leonard Wood cruzó la frontera el 12 de junio con la reata de mulas, varios días después de Lawton, quien por entonces había encontrado el abandonado campamento base en la Sierra Azul. El 18 de junio, el destacamento entró en un cañón cuando inesperadamente se topó con un grupo de mexicanos que había tenido un mortal encuentro con Gerónimo el día anterior.
Su jefe era Patricio Valenzuela, dueño de la Hacienda Agua Fría, situada a 12’8 km al este de Cucurpe [Sonora]. La noche del 16 de junio, sus vaqueros habían encontrado los cuerpos masacrados de una vaca y un buey en un lugar llamado Tapacadepe [?], donde encontraron huellas de cuatro apaches. Valenzuela reunió una fuerza de 21 hombres, a los que se sumaron nueve más con unas mulas cargadas de cartuchos provenientes de Cucurpe. Los 31 hombres cabalgaron hacia el norte, alcanzando al mediodía del 17 de junio el Cerro el Gusano, donde se detuvieron para abrevar y dar de comer a sus caballos. Poco después reanudaron la marcha, alcanzando a los apaches que estaban descansando en una cresta. Fueron al sur y luego al este, a un cañón en las montañas bordeando el río San Miguel. Trinidad dijo que los apaches vieron primero a los mexicanos. Gerónimo ordenó avanzar por el cañón. Rápidamente, montaron, poniendo a Trinidad Verdin en el caballo detrás de él. Los mexicanos dispararon contra los apaches que huían. Gerónimo vio caer a su esposa. Ella se había apartado con su caballo y disparó un revólver contra los mexicanos, pero una descarga la derribó, matándola. El caballo de Gerónimo tropezó con una piedra, tirándole a él y a Trinidad entre las rocas. Él huyó a pie llamándola, pero ella, muy magullada por la caída, corrió hacia los mexicanos, quienes habían capturado sillas de montar, ropa, cafeteras y pólvora.
Valenzuela desplegó a sus hombres en dos grupos para rodear a Gerónimo. Yendo a pie, los mexicanos fueron hasta el final del cañón, donde Gerónimo se había refugiado en una cueva, estando quizás levemente herido. Rodeado, Gerónimo se agazapó con su fusil Springfield, 45-70 de Infantería, modelo de 1873, preparándose para el asalto que esperaba iba a ocurrir en cualquier momento, decidido a llevarse por delante a cuanto más mexicanos mejor. Valenzuela admitió que no podía verle, incluso con su catalejo. Había avisado a sus hombres que no se expusieran sin motivo. Uno de los vaqueros, llamado Francisco Valenzuela Munguía, levantó la cabeza para intentar verle cuando un disparo le alcanzó entre los ojos. Gerónimo realizó tres disparos más. Al atardecer, Patricio Valenzuela llamó a sus hombres. Tres de ellos habían resultado muertos, alcanzados en la cabeza, y otro herido. Desmoralizado, Valenzuela se retiró, aprovechando Gerónimo para huir en la obscuridad.
Al día siguiente, 18 de junio, el destacamento de Lawton se topó con el grupo de Valenzuela en el lugar del enfrentamiento. Los mexicanos confundieron al principio a los exploradores apaches con “hostiles”, estando a punto de entablarse un tiroteo. Los estadounidenses vieron los cadáveres de los tres mexicanos y el de la mujer de Gerónimo, recién escalpada, porque Sonora aún pagaba recompensas por cabelleras apaches. Lawton interrogó a Trinidad Verdin, quien contó todas las acciones que Gerónimo y su banda habían hecho desde su captura. Dijo que los apaches se habían separado para huir de las tropas estadounidenses y, que los que estaban con ella, estaban buscando al resto de su gente. Lawton fue con Valenzuela a la Hacienda Agua Fría para esperar la llegada del teniente Harry C. Benson, con soldados y exploradores de relevo.
A 120 km al sureste del lugar del enfrentamiento entre Valenzuela y Gerónimo, el grupo de Naiche, de unas 20 personas, donde había siete hombres, había matado a cuatro mexicanos en un lugar llamado Escondida, entre Motepori y Banámichi. Fueron al sur, hacia la Sierra Aconchi [municipio de Rayón, Sonora], donde permanecieron poco tiempo para coger un viejo sendero apache hacia Tepache y entrar en la Sierra Madre. Mientras el tercer grupo había ido al Rancho Janaverachi de John Hohstadt, en el noreste de la Sierra de los Ajos [municipio de Fronteras, Sonora], donde sacrificaron varias reses antes de cruzar el río Sonora hacia la Sierra Manzanal [municipio de Arizpe, Sonora]. Su aparición en tres diferentes lugares confundió, al principio, al destacamento de Lawton y a las tropas mexicanas, pero sus perseguidores comprendieron que, tarde o temprano, buscarían refugio en la Sierra Madre. La única duda era saber dónde. ¿Podría ser la parte superior del río Bavispe, cerca de los refugios favoritos de Gerónimo, en la Sierra de Teras [municipio de Agua Prieta, Sonora], como muchos oficiales de Sonora predijeron? ¿O volverían al deshabitado territorio a lo largo del río Aros, donde Crawford los había encontrado? Lawton creía que los tres grupos se reunirían para erigir un campamento permanente, y entonces “habría una posibilidad de encontrarles”.
El grupo de Gerónimo se reagrupó continuando su caminata hacia el este y luego hacia el sur, por el río Sonora, buscando a las otras dos bandas. En su huida mataron en la Sierra de Anivácachi [cerca de Fronteras, Sonora] a Jesús Gaxiola, quien llevaba un cargamento de mercancías. Después de encontrar a los otros dos grupos de chiricahuas, Gerónimo acampó en un aislado lugar entre dos alturas sobre el río Yaqui, a unos 10 km por debajo de su confluencia con el río Aros.
El 22 de junio, el explorador civil Tom Horn y tres soldados llegaron a la Hacienda Agua Fría con un mensaje del teniente Benson, cuyo destacamento había acampado cerca de Cumpas [Sonora]. El 23 de junio, Lawton salió para el río Sonora. El teniente Brown, con 30 exploradores apaches y 19 soldados de Infantería de Fort Huachuca, se unió a él en Sinoquipe [municipio de Arizpe, Sonora]. Lawton envió al médico Leonard Wood con la compañía de exploradores de Brown a explorar la zona mientras él iba con la infantería y la caballería a Cumpas, donde acampó esperando su regreso. La lentitud de las operaciones estaba agobiando a Lawton, la comida era mala, los mosquitos no les dejaban dormir, y pasar de 45º era bastante común en esos días. Además, la moral de los soldados de Infantería era baja, estando a punto de amotinarse, a pesar de haber sido elegidos para una campaña en la que tenían que soportar los cambios del desierto a la montaña [Por alguna razón desconocida, no había ningún oficial disponible en Fort Huachuca para mandar la Infantería]. Wood llegó el 2 de julio, tratando a más de 100 personas en Cumpas y haciéndose cargo de la desmoralizada infantería.
Poco después de la llegada de Wood llegó un correo de Moctezuma con la noticia de que el 1 de julio, los chiricahuas habían matado a José Rodríguez en un rancho de mescal, cerca de Tepache, a 40 km al sureste. A última hora de la tarde del 6 de julio, Lawton salió para Moctezuma, con destino a Tepache, donde esperaba que sus exploradores encontraran el rastro. Sabiendo que la caballería sería inoperante en ese territorio montañoso, Lawton fue con el teniente Brown, una reata de mulas, 30 exploradores apaches, y a los 19 soldados de infantería al mando de Wood.
Habían avanzado varios kilómetros cuando llegó un correo del prefecto de Moctezuma diciendo que en un rancho de Tonibabi [municipio de Moctezuma, Sonora], a unos 13 km de allí, los chiricahuas habían disparado a un hombre a primeras horas del día. Asumiendo que eran los mismos que habían estado en Tepache, Lawton dio marcha atrás, dirigiéndose al rancho donde Wood extrajo una bala del hombro de un hombre. Cuando los exploradores encontraron el rastro, que venía del norte, Lawton se dio cuenta de que había dos grupos de chiricahuas. Al día siguiente, 7 de julio, sus exploradores encontraron el rastro de dos caballos y una mula yendo hacia el sur. Aparentemente, era el grupo de cinco personas de Gerónimo. El 20 de junio, tres días después del enfrentamiento con los vaqueros de Valenzuela, Gerónimo se había dirigido al rancho de Leonardo Gómez, al norte de Arizpe. Gómez había visto el rastro de seis apaches yendo hacia el este. El 25 de junio, un destacamento había visto el rastro de seis apaches, dos a pie, cerca de Cumpas, dirigiéndose a la Sierra de Teras [municipio de Agua Prieta, Sonora]. Gerónimo estuvo allí poco tiempo, dirigiéndose al sur, hacia Tepache.
Los exploradores de Lawton tenían problemas en seguir el rastro. La estación de lluvias había comenzado, por lo que las torrenciales tormentas borraban las huellas. El 9 de julio, Laton y Wood fueron a Tepache para conocer las últimas informaciones, enterándose de que varios ciudadanos habían visto a unos chiricahuas el día anterior. Aunque los exploradores Western Apaches [ningún chiricahua] podían seguir el rastro, no conocían la zona, así que cuando los oficiales mexicanos ofrecieron los servicios de dos hombres que conocían el territorio, Lawton aceptó.
Los chiricahuas fueron al sureste, hacia el río Yaqui. Brown fue detrás, con sus 30 exploradores apaches, seguido por Lawton, Wood, 19 soldados de Infantería, y la reata de mulas, atravesando las peores montañas con los más escabrosos cañones, llevando solo camisetas por el calor y la humedad, encontraban un rastro tras otro, solo para que desapareciera después de haber llovido. El 12 de julio, alcanzaron el río Yaqui, encontrando un rastro de 20 animales que venían del oeste. Era el grupo de Naiche que iba a reunirse con los demás, como había pronosticado Lawton.
Al mediodía del día siguiente, 13 de julio, dos exploradores de Brown llegaron sofocados al campamento con buenas noticias. Habían encontrado el campamento chiricahua junto al río Yaqui, a unos 9’5 km más abajo de su unión con el río Aros. Lawton, que estaba a unos 12’5 km, partió inmediatamente con la infantería de Wood y los dos exploradores, quienes les llevaron hasta una cima, en la esquina noreste de la Sierra los Pavos [municipio de Sahuaripa, Sonora], desde donde podían ver el campamento chiricahua, encajonado entre dos lados por montañas. Wood vio hogueras para cocinar, caballos pastando, y hombres, mujeres y niños moviéndose por todos lados. Lawton y Brown idearon un plan para cogerlos entre dos fuegos. Brown y sus exploradores harían un movimiento de flanqueo por la izquierda para situarse aguas arriba, y Lawton y la infantería aguas abajo. Lawton, justo, había empezado a aproximarse a la ranchería cuando oyó disparos. Corrieron hacia el campamento, encontrándolo ocupado por los exploradores de Brown. Los exploradores habían abierto fuego antes de tiempo, haciendo que los chiricahuas huyeran río arriba. “Capturó todo en el campamento, excepto a los indios… Todo el mundo estaba muy decepcionado”, escribiría Wood en su diario. El destacamento se refrescó en el río mientras esperaba la llegada de la reata de mulas con las provisiones, la cual llegó a la medianoche. [Wood recordaría años después que una vez que los exploradores de Brown estuviesen en posición, él y Lawton llevarían a la infantería a un asalto frontal para empujar a los chiricahuas hacia los exploradores de Brown. Es más factible la versión de Lawton porque este escribió a su mujer al día siguiente].
Wood se enteró pocos meses después de que uno de los chiricahuas, que estaba fuera cazando, había descubierto su rastro, volviendo inmediatamente al campamento a dar la alarma. Naiche recordaría que su llegada le desanimó tanto que tuvo ganas de rendirse. Una mujer joven, embarazada de siete meses, tuvo que correr. Pocos meses después, Gerónimo expresaría su admiración por la obstinada determinación de Lawton. Gerónimo llevó rápidamente a toda la gente por un sendero entre el río y una escarpada garganta, dejando todo su equipamiento en el campamento, [utensilios, provisiones, y 19 caballos y mulas], excepto sus armas. Una vez más, Gerónimo consiguió con gran habilidad sacar a su gente de un campamento a punto de ser atacado. Perder dicho campamento y todo su contenido no significaba nada comparado con la vida de su gente. Gerónimo y su pequeña banda [los exploradores de Lawton calcularon que eran, al menos, 30 personas] continuaron por el río Yaqui, para luego subir por el río Aros. Los exploradores se quedaron con todo lo que capturaron en el campamento chiricahua, no esforzándose en seguir a la gente de Gerónimo. En realidad, el destacamento de Lawton necesitaba descansar, ya que había exigido un gran esfuerzo a sus hombres durante la marcha de aproximación a la ranchería chiricahua. De hecho, varios soldados llegaron exhaustos. El médico, Leonard Wood, estaba sufriendo los efectos de una picadura de tarántula que casi le hizo perder la vida; y en las siguientes semanas, fue Lawton quien casi falleció de enfermedad. La caballería, al mando del teniente Robert D. Walsh, se había reunido con él, pero estaba en tan mal estado que apenas podía cumplir cualquier deber. Durante las siguientes tres semanas, Lawton fue a lo largo del río Aros, esperando que los exploradores pudiesen encontrar el rastro. Pero los chiricahuas se habían ido de la Sierra Madre, yendo al oeste.
El 31 de julio, Lawton había escrito a su mujer diciendo que permanecería en las montañas hasta matar a Gerónimo o conseguir que se rindiera. Al día siguiente, se enteró de que el teniente Charles Gatewood estaba cerca con dos exploradores chiricahuas. Miles le había enviado para convencer a Gerónimo que se rindiera. Mientras el gobierno estadounidense planeaba trasladar a todos los chiricahuas fuera de Arizona.
Antes, a finales de mayo, el general Miles había pedido al capitán Pierce, en San Carlos; y al teniente coronel Wade, en Fort Apache, que tratasen con los jefes chiricahuas sobre un traslado a un indeterminado lugar. Esto alarmó a los jefes, especialmente a Zele y a Noche [uno de los principales exploradores de Crook], quienes consideraron la posibilidad de huir con sus seguidores [unos 110 en total] a Fort Union [Mora County, New Mexico]. Para evitarlo, Wade los encerró en el calabozo de San Carlos. Además, Loco, que tenía parientes en la Reserva Navajo, hubiera llevado allí a su gente si hubiera podido, especialmente a raíz de sus problemas con los White Mountain después de la incursión de Jolsanny [Ulzana]. Una mayoría de chiricahuas en Fort Apache hubiera estado de acuerdo en trasladarse a una reserva de New Mexico.
Con los “hostiles” dirigiéndose a la Sierra Madre, Miles comprendió que las posibilidades de Lawton de acabar con ellos habían disminuido considerablemente. Había contratado a Tom Jeffords como asesor y enlace con los chiricahuas. Miles, aconsejado por Jeffords liberó a Zele y a su sobrino Noche, y les envió a Fort Apache. Luego invitó al agente especial L. Q. C. Lamar, Jr., hijo del Secretario del Interior, a visitar con él, Fort Apache, a donde llegaron el 30 de junio. Al día siguiente, junto a Jeffords, se reunieron con los principales hombres chiricahuas. La presencia de Jeffords [su antiguo agente] ayudó a Miles a ganarse su confianza. Lo que Miles les dijo les horrorizó. Debían ser trasladados a una nueva reserva por su propio bienestar. También dijo a los líderes que debían formar una delegación para ir a Washington para tratar con las autoridades las condiciones del traslado. Miles envió un telegrama al general Oliver Otis Howard haciendo hincapié en la importancia militar de la reubicación de todos los apaches. También solicitó autorización para enviar una delegación de chiricahuas a Washington para discutir su traslado de Arizona.
Miles sugirió al general Sheridan y al presidente Cleveland que todos los apaches fueran trasladados de Arizona al Territorio Indio [Oklahoma] en vez de a Florida: “Señor: Después de considerar el tema en todos sus aspectos, y, con el Sr. Lamar, del Departamento de Interior, examinando personalmente su condición, creo que se pueden trasladar fuera de las zonas de montaña de Arizona y New Mexico y ponerles dentro del control del gobierno, ya que no serán un elemento perturbador, o una amenaza para los asentamientos dispersos. Para hacer esto con su consentimiento sería más aconsejable y deseable, y después de visitar sus campamentos y hablar con sus líderes, he convencido a 11 [al final irían 13] de los principales hombres para ir a Washington, a cargo del capitán Dorst, para ver a las autoridades y comprobar lo que el gobierno haría por ellos, y lo que se podría esperar que ellos hagan, y para ver las tierras que el gobierno puede darles. Presumo que no es el propósito del gobierno mantener de forma permanente a los 72 apaches, en su mayoría mujeres y niños, en Florida, donde fueron enviados recientemente. Se trata de una raza de montaña, acostumbrado a altas latitudes, y en poco tiempo, lo más probable es que morirían si se les mantiene en Florida. Si los apaches se encuentran permanentemente en un lugar saludable y adecuado a sus necesidades naturales, creo que los elementos hostiles se rendirían”.
Durante una segunda reunión, unos pocos días después, 10 de los principales hombres accedieron a ir, entre los que se encontraban Chato y Noche por los chokonen; y Loco, Kaahteney y Charley [Askadodilges] por los chihennes.
El 7 de julio, el general Sheridan manifestó al Secretario de Guerra, William Crowninshield Endicott sus dudas sobre la propuesta de Miles, sin embargo, el 10 de julio comunicó a Miles que autorizaba que una delegación apache viajase a Washington, encabezada por Chato. Saldrían el 13 de julio para Washington.
Mientras tanto, otra novedad tuvo lugar. El 1 de julio, Miles había hablado con Tah-ni-toe, el guerrero que había abandonado a Naiche a mediados de mayo, entregándose el 27 de junio. Tah-ni-toe había dicho que muchos “hostiles” estaban desanimados y ansiosos de rendirse. Esta afirmación dio a Miles la justificación [en caso de que Sheridan cuestionase su decisión] para adoptar medidas diplomáticas que ayudasen a terminar el conflicto. Por lo tanto, abandonó su táctica de lograr una victoria militar sobre los apaches “renegados”, y recuperó la política de Crook de utilizar la diplomacia, consistente en buscarlos en México y convencerles de que se reunieran con él para intentar persuadirles de que se entregaran. Por eso pidió a los chiricahuas, voluntarios para llevar un mensaje a Gerónimo y Naiche. Miles quería hombres que hubieran estado con ellos, pero Tah-ni-toe,
después de un largo viaje a pie desde México, no quiso tomar parte [estaba cultivando tranquilamente sus huertos]. Bonito no quería saber nada de los “hostiles”, ya que, recientemente, se había casado con una mujer White Mountain de la banda de Alchesay. En la primavera de 1886, llevó a su familia de nueve individuos, y se unió a la gente de su esposa, quien era también su gente por nacimiento. Después de oír hablar del traslado, dijo a Wade que estaba participando en la conferencia como un apache White Mountain y no como un chiricahua. Los chihennes de Loco, quienes habían respondido a la llamada de Crawford para servir como exploradores, tampoco querían servir de mensajeros. Sus hombres no querían a Gerónimo, a quien culpaban de la tragedia del Arroyo de los Alisos.
Solo quedaban los chokonen. Miles habló con Noche [a quien había conocido en Fort Bowie] y con Chato. Con Chiva demasiado viejo para ejercer el liderazgo, Noche había reemplazado a Bonito como jefe de su pequeña banda. Al día siguiente, 2 de julio, Noche recomendó a Kayitah, y Chato sugirió a Martine, quien se había casado con la viuda de Chinche. Ambos tenían parientes con los “hostiles” y conocían bien a Gerónimo. Miles ofreció a Kayitah y a Martine 10 potros a cada uno, si encontraban a Gerónimo, y le convencían de que se rindiera. El 3 de julio, Miles pensó al principio enviarles a Fort Bowie, donde el teniente James R. Richards estaba a punto de partir para México con varios exploradores apaches. Sin embargo, se lo pensó mejor, decidiendo esperar hasta que eligiese a la persona que iba a dirigir la misión. Tom Jeffords podía ser una opción, pero la desestimó porque pensó en un militar para asegurarse el honor del éxito, para él y sus oficiales.
El 7 de julio, el teniente Thaddeus W. Jones alistó oficialmente a Kayitah y Martine como exploradores. Dos días más tarde, el 9 de julio, Miles les dio un salvoconducto que decía: “A los oficiales y comandantes de las tropas de los Estados Unidos.
Nelson A. Miles, General de Brigada, U. S. A.”.
Miles siguió el consejo de Wade de elegir al teniente Charles Gatewood para dirigir la misión. Con el general Crook cesado, Crawford muerto y Britton Davis ya civil, Gatewood era el único hombre disponible que podía tener una oportunidad de ir al campamento chiricahua y salir con vida. Miles se dio cuenta de que los apaches “hostiles” no se reunirían con un oficial desconocido para ellos, y Gatewood tenía nueve años de servicio en la región, los tres últimos a cargo de la Agencia de Fort Apache. Gatewood conocía y era conocido por todos los miembros de la banda de Gerónimo, estaba familiarizado con sus familiares y amigos, al igual que con sus enemigos, y sabía de las dificultades que habían sufrido en las reservas. Miles no podía enviar a uno de los oficiales que había traído con él. Incluso el capitán Lawton no se había reunido nunca con el líder chiricahua. Ahora Gatewood mandaba una compañía de exploradores navajos en Fort Wingate [McKinley County, New Mexico]. Desilusionado, debilitado por reiterados episodios de reumatismo y otras dolencias, y menospreciando el trabajo de los navajos como exploradores, Gatewood quería marcharse del suroeste. Pero, estando en Albuquerque [Bernalillo County, New Mexico] en una misión oficial, fue llamado por Miles, que también estaba allí, reuniéndose ambos el 13 de julio, recibiendo la orden de ir con Kayitah y Martine a México. Según Louis Kraft, en su libro “Gatewood and Geronimo”, el teniente pensó que “la misión sonaba como la tarea para un tonto”, pero se vio obligado a aceptar de mala gana cuando Miles le ofreció nombrarle ayudante de campo. Antes de salir de Albuquerque, accidentalmente se reunió con George Wratten [entonces de 20 años], al mando de un cuerpo de exploradores nativos. Antiguo comerciante en San Carlos, Wratten conocía a los apaches tanto como Gatewood y hablaba su lengua, por lo que aceptó acompañarle. A pesar de que Miles no podía ofrecer condiciones a los “hostiles”, autorizó una oferta con condiciones limitadas, la principal respetar sus vidas.
Tres días más tarde, Gatewood y Wratten se reunieron con Kayitah y Martine en Fort Bowie. Allí, Gatewood añadió a Frank Huston, un experimentado mulero, para encargarse de tres reatas de mulas. Miles había ordenado al comandante de Fort Bowie, Eugene B. Beaumont, que proporcionase a Gatewood mulas y suministros. Pensando que los chiricahuas podían capturar a Gatewood y usarle como moneda de cambio, le ordenó llevar 25 militares de escolta. Beaumont declaró que no podía prescindir de ningún hombre, pero aseguró a Gatewood que tendría una escolta de camino a México. Gatewood llevaba orden de unirse al teniente James Parker, cuya tropa del 4º de Caballería había seguido un rastro de seis apaches en México. Parker recibió orden de detenerse y esperar a Gatewood, y acompañarle al lugar donde estaban las huellas, que presumiblemente le llevarían a donde estaba Gerónimo.
El 21 de julio, Gatewood llegó a Carretas [municipio de Gran Morelos, Chihuahua] con Kayitah, Martine, George Wratten como intérprete, Frank Huston como mulero, y Tex Whaley un ranchero que haría de correo. Allí estaba Parker [el mismo que había conocido a Gerónimo en Fort Apache], quien dijo a Gatewood que el rastro que había seguido tenía tres semanas de antigüedad y las lluvias lo habían borrado. Gatewood no quería la escolta, por lo que dijo a Parker que volviera e informara de lo ocurrido. Parker se negó, si el general quería poner a Gatewood sobre un rastro, Parker encontraría uno, o al menos le pondría en contacto con Lawton, que seguramente podría encontrar otras huellas. Gatewood dijo que estaba enfermo para continuar, probablemente disentería. Parker respondió que permanecerían acampados hasta que Gatewood estuviera lo suficientemente bien para continuar. Seis días más tarde, Gatewood se había recuperado lo suficiente para partir. Con sus suministros embalados y los hombres montados en buenas mulas, partieron hacia la Sierra Madre. El 3 de agosto, llegó al campamento de Lawton, a unos 250 km de la frontera, cerca de la unión de los ríos Nácori y Aros.
Cuando Lawton se enteró de la misión de Gatewood se opuso firmemente, argumentando que sus órdenes venían directamente del presidente, encontrar a Gerónimo y matarlo, y no tratar con él. “Si encuentro a Gerónimo, lo atacaré. Me niego a tener algo que ver con este plan de tratar con él. Si quiere tratar con él, puede hacerlo con sus propios medios”, dijo a Gatewood. Parker se quedó tres días con Lawton, diciéndole que el general Miles había cambiado su estrategia y que había que seguirla. Finalmente, Lawton aceptó llevar a Gatewood con él, y realizar la misión del teniente, solo si lo permitían las circunstancias. Gatewood protestó diciendo que no podía conseguir que sus dos exploradores chiricahuas, Kayitah y Martine, se acercasen a Gerónimo si Lawton insistía en atacarle. El 8 de agosto, Lawton decidió seguir el consejo de Kayitah y Martine y dirigirse al sureste, donde Crawford había encontrado a los chiricahuas. Dijo al teniente cirujano Wood que no tenía fe en la misión. Todavía no se encontraba bien, sufriendo una inflamación de vejiga que le molestaba al cabalgar, por lo que pidió un certificado médico a Wood que le permitiera renunciar a la misión y regresar a Fort Bowie. Wood se negó porque creía que la misión era la única esperanza de acabar con el problema de Gerónimo. Lawton, reconociendo que las perspectivas para una solución militar eran ahora menos prometedoras, comenzó a ver la misión de Gatewood de forma más positiva. Lawton escribió a su mujer: “Ahora que tengo a Gatewood conmigo, con la autoridad para comunicar con ellos y ofrecerles la oportunidad de rendirse, tengo gran esperanza de terminar la guerra pronto. Todo lo que quiero ahora es encontrar el rastro otra vez”.
Avanzaron unos 13 km cuando llegaron dos correos de Sahuaripa informando de que los chiricahuas habían emboscado una reata de mulas cerca de Ures [Sonora]. Lawton ordenó a uno de sus correos, Billy Long, y al soldado Lawrence Vinton, que informase al teniente Benson que estaba en Oposura [hoy Moctezuma, Sonora] con el tren de suministros de su destacamento [de Lawton]; y después informaran al general Miles. Lawton dijo a Long y a Vinton que cabalgaran tan rápido como fuera posible, y si uno de los dos moría o no podía continuar, siguiera solo. También fueron instruidos para que se informaran por el camino de la ubicación exacta de los “hostiles”. En caso de tener noticias, debían contratar correos mexicanos para ir a donde Lawton para informarle.

Lawton había girado sobre sus pasos para dirigirse a su antiguo campamento, al norte del río Aros. Esperaba tener noticias de que los “renegados” estaban al norte o al oeste de él. Los 38 chiricahuas habían dejado la Sierra Madre, dirigiéndose a Ures. El 23 de julio, Naiche y Gerónimo emboscaron una reata de 60 mulas en un cañón de la Sierra Mazatán [municipio de Ures, Sonora]. Habían pasado tres años desde que los chiricahuas incursionaran en las cercanías de la antigua capital de Sonora [Ures]. Su sorpresa fue completa. Mataron a cinco hombres, huyendo otro hombre y dos mujeres. Los chiricahuas consiguieron muchas provisiones y monturas, empaquetando lo que necesitaban en 15 mulas, degollando a las otras 45.
Durante los próximos días, toda la banda estaba montada gracias a los ranchos cercanos a Nácori Grande [municipio de Villas Pesqueira, Sonora]. No encontraron resistencia porque Sonora había desplegado unidades de la Guardia Nacional hacia el sur para luchar contra los yaquis. Una semana más tarde, Gerónimo y Naiche estaban a 80 km al norte, en las montañas al este de Baviácora, donde tres mexicanos descubrieron el rastro de hombres, mujeres y niños. Después de descansar unos pocos días, dejaron el río Sonora y se dirigieron al noreste, hacia un lugar conocido, la escabrosa Sierra de Teras [municipio de Agua Prieta, Sonora], al sur de Batepito [municipio de Bavispe, Sonora]. Antes de llegar a su destino, Gerónimo y Naiche lanzaron cuatro ataques durante un periodo de cinco días, a partir del 8 de agosto. Ese día, 20 guerreros a caballo mataron a Antonio Vázquez y a Ramón Castillo en las minas de San Luis,
cerca de Cumpas [Sonora]. Al día siguiente, emboscaron a Antonio González, un correo que llevaba despachos a Lawton, a pocos kilómetros al norte de Cumpas. Los primeros disparos mataron al caballo de González, pero él escapó a pie a Cumpas. El 11 de agosto, los chiricahuas estaban a 32 km al norte de Cumpas. A las 11:00 horas de ese día, Gerónimo y Naiche emboscaron a seis estadounidenses que habían salido de las minas de Santa Rosa para perseguirles. Al comienzo del enfrentamiento, uno de los estadounidenses se enfrentó a Naiche. Ambos dispararon al mismo tiempo. La bala del estadounidense impactó contra la mirilla trasera del rifle de Naiche, rozando su brazo y pecho antes de impactar en su pierna. Naiche falló el primer disparo, pero el segundo mató al estadounidense. Pocas semanas después, Naiche confirmó su participación en el enfrentamiento diciendo a un estadounidense que su oponente había sido muy valiente. El enfrentamiento duró cuatro o siete horas, dependiendo de la fuente, dejando a tres estadounidenses muertos [J. E. O’Brien, P. Hatcher, y John Thompson] y dos heridos [F. McMahone y John Off]. Otro hombre [James Kirk] escapó herido, cabalgando a Bacoachi para pedir ayuda. Además de las heridas de Naiche, Gerónimo también resultó herido. Los chiricahuas se llevaron los caballos y las armas de los muertos. Al día siguiente, asaltaron Turicachi [municipio de Fronteras, Sonora], llevándose algo de ganado. Su rastro iba hacia el norte, a Cuchuta [municipio de Fronteras, Sonora].
Allí, desde la cima de una cercana colina, Gerónimo dijo a tres vaqueros mexicanos del Rancho de Cuchuta que buscaban una tregua. Eran las primeras horas de la noche del 13 de agosto. Los vaqueros dieron la vuelta y se dirigieron a Cuchuta, dando la noticia al alcalde, José Ríos. Este salió con un pequeño grupo para hablar con Gerónimo, quedando en hablar, dos días después, con el prefecto de Fronteras. Al día siguiente, Antonio González, yendo a Fort Huachuca con los informes de Lawton, se reunió con Gerónimo [que tenía su brazo derecho en cabestrillo], Naiche, Nat-cul-baye, y tres vaqueros de Cuchuta. Al día siguiente, 15 de agosto, el prefecto de Fronteras se reunió con los jefes, quienes accedieron a esperar ocho días a que llegasen los términos del acuerdo del gobernador Luis Emeterio Torres. A pesar de que algunos de los apaches hablaban algo de español, las conversaciones se desarrollaron en ambas lenguas, actuando Nat-cul-baye [José María Elías] como intérprete.
Pero Gerónimo no pensaba rendirse a los mexicanos. Pocos días después, dos mujeres apaches llegaron a Cuchuta [otras fuentes dicen que a Fronteras] para comprar utensilios de cocina y alimentos que pagaron con dinero, mientras Gerónimo iba al este, a través de las montañas y acampaba cerca de la Hacienda Cuchuverachic [municipio de Agua Prieta, Sonora].
¿Quiénes eran estas dos mujeres chiricahuas? Según un informe mexicano, sus nombres españoles eran Felicitas y Cruz, pero según Kayitah y Martine, sus nombres apaches eran Tah-das-te [también llamada Dahteste] y Dejonah [Ejonah]. Tah-das-te estaba entonces casada con Ahnandia, un guerrero de Gerónimo, quien tenía su primera mujer en la reserva. Dejonah era probablemente la mujer hispanohablante de Nat-cul-baye [también llamado José María Elías]. Hay versiones que dicen que Dejonah era la esposa de uno de los dos hombres adultos [siete apaches en total] que evitaron la deportación a Florida, escapando la noche antes de llegar a Fort Bowie. La escritora Eve Ball sugirió que Dejonah era en realidad Lozen, pero la hermana de Victorio estaba en la reserva durante el final de la “Guerra de Gerónimo”, siendo enviada a Florida con la banda de Loco. Pero Ejonah falleció en Fort Sill [Oklahoma] el 26 de agosto de 1900, según aparece en el libro de Alicia Delgadillo “From Fort Marion to Fort Sill”, por lo que si Ejonah y Dejonah son la misma persona no pudo escapar a México.
Según la versión mexicana, Felicitas hablaba un buen español y era comunicativa. Cruz no hablaba con nadie pareciendo ser estúpida. Tenía amputada parte de la nariz según la costumbre apache cuando una mujer era acusada de infidelidad. Las dos mujeres eran “increíblemente feas”. Si Felicitas era Tah-das-te, y viendo su foto, el informe mexicano hay que tomarlo con reservas.
Antes, el 17 de julio, la delegación apache había llegado a Washington, a cargo del capitán Joseph H. Dorst, siendo instalados en el Hotel Beveridge, a ocho manzanas de la Casa Blanca. La delegación incluía a los cuatro principales líderes en Fort Apache, Chato; Kaahteney; Loco; y George Noche; más los importantes exploradores Askadodilges [Charlie o Ke-to-rilq-lez]; Nelson Gonaltsis [hermano de Chato, también llamado Patricio]; Paul Guydelkon [Ke-lilq-kau]. Otros hombres eran No-stle [Knox Nostlin]; No-talq; y Tom Chiricahua [Be-da-zis-shu]. Las mujeres eran Chiz-pah-odlee y Chish-odl-netln [hermanas entre sí y esposas de Loco. La 3ª esposa, Clee-hn permaneció en San Carlos cuidando al resto de la familia]; y Ke-nai-didlg [nieta de Loco].
Con ellos iban los intérpretes, Mickey Free [hablaba apache, español e inglés], Concepción [hablaba apache y español], Víctor Gómez y Sam Bowman [este hablaba un poco de apache, español e inglés].
El capitán Bourke se reunió con ellos e hizo de “Cicerone” llevándoles a la ópera. La anécdota la protagonizaron Víctor Gómez y Concepción, que se quejaron del desorden del hotel, de las malas camas y peor comida, añadiendo que los platos estaban rotos y no había servilletas.
El 19 de julio, la delegación apache se reunió con el secretario de Guerra, William Crowninshield Endicott. Endicott entregó a Chato una medalla de plata de parte del secretario del Interior, Lucius Lamar, Jr. Una de las caras de la medalla tenía la efigie del anterior presidente estadounidense Chester Alan Arthur; y en la otra se veía a un colono señalando a un nativo la puerta abierta de su casa. Encima de ella estaba escrita la palabra ‘Paz’. La medalla estaba grabada con caracteres pequeños: ‘Del Secretario Lamar a Chato‘. El capitán Bourke estaba presente en la reunión y proporcionó una transcripción.
El 26 de julio, Chato, Kaahteney y Askadodilges [Charley] se reunieron de nuevo con el Secretario de Guerra, Endicott, haciendo Chato de portavoz, diciendo que querían vivir en Fort Apache, donde había buena hierba, agua, y buenos sitios para plantar. También pidió que intercediera ante el gobierno mexicano para recuperar a su familia. Endicott prometió intentarlo.
Al día siguiente, 27 de julio, la delegación apache se reunió con el presidente Cleveland, quien afirmó que no había necesidad de discutir nada porque estaba todo decidido.
El 30 de julio, el general Philip Henry Sheridan ordenó que la delegación apache fuera enviada a Fort Marion [St. Augustine, St. Johns County, Florida].
El 31 de julio, el general Sheridan telegrafió al general Miles pidiéndole su opinión sobre el plan de reubicación de los apaches. Miles respondió que Chato y los demás fueran enviados a Carlisle [Cumberland County, Pennsylvania]. Miles aún esperaba reubicar a los chiricahuas en el Territorio Indio [Oklahoma]. Se celebró una conferencia en la Casa Blanca con el presidente Cleveland, Endicott, Lamar Jr., y los capitanes Bourke y Dorst. Planearon enviar a todos los apaches chiricahuas, y también a la delegación de Chato a Florida. El capitán Dorst apoyó la reubicación afirmando que el resto de apaches estaba a favor de la reubicación de los chiricahuas porque si a estos se les permitía permanecer en Arizona, Gerónimo podría conseguir reclutas entre ellos. El capitán Bourke se posicionó en contra.
Lamar, Jr., dio a Chato un certificado de buena conducta en el que decía: “Departamento de
Interior, Washington, 31 de julio de 1886. Esto es para certificar que conozco personalmente a Chato, jefe de los indios apaches chiricahuas, y que desde su regreso a la reserva en 1883, ha vivido en paz con la humanidad, ejerciendo en todo momento una buena influencia sobre su pueblo. Tiene la
reputación de ser un hombre fiable y valiente. L. Q. C. Lamar, Jr.”.
Según Chato, Lamar Jr. le dijo que si necesitaba aperos de labranza no tenía más que pedirlo. Chato le habló de lo que necesitaba, y Lamar Jr. le dijo que cuando regresase recibiría todo eso. [Chato había dicho al secretario que no quería abandonar su hogar en Fort Apache]. Le dijo a Chato que volviera a casa, a su trabajo, para ocuparse de sus cosas.
El 2 de agosto, el capitán Dorst recibió la orden de llevar a Chato y a su delegación a la Escuela Industrial India de Carlisle [Cumberland County, Pennsylvania] para poder visitarla porque algunos de los miembros de la delegación tenía algún familiar allí. Luego tenía orden de llevarlos a la Reserva de San Carlos para ser arrestados allí. En esas fechas, ya había unos cuantos jóvenes apaches en Carlisle, internados varios años antes:




El 4 de agosto, el capitán Dorst llegó a Carlisle con la delegación de Loco y Chato. El 6 de agosto, Miles dio la orden de retener indefinidamente a la delegación en Carlisle, pero ya habían salido, encontrándose en Kansas de regreso a Arizona.
El 11 de agosto, Dorst recibió la orden de llevar a la delegación apache a Fort Leavenworth [Leavenworth County, Kansas] y reunirse con el general Miles en Albuquerque [Bernalillo County, New Mexico]. Chato dijo que se sentía feliz y con ganas de llegar a su casa.
El 14 de agosto, Dorst se reunió con Miles en Albuquerque. A petición del presidente Cleveland, Dorst informó del “estado de ánimo” de Chato y los demás apaches. Escribió que creían que residirían en Fort Apache [Navajo County, Arizona] pero que sospechaban que el gobierno quería hacer algo con ellos).
El 16 de agosto, Dorst firmó con la delegación apache de Chato y Loco en Fort Leavenworth, un proyecto de tratado que les prometía una reserva y una compensación económica. Dorst les dijo que, cuando regresaran, el general Miles les daría una reserva de 155 km² con mejores tierras que la antigua. En esta nueva reserva Chato iba a recibir 50 $ al mes, y los demás, de acuerdo a su posición, 30 y 20 $ al mes. Chato supuso que se habían compadecido de ellos debido a su pobreza).
* A finales de julio de 1886, un ciudadano llamado Montgomery había decapitado a un apache entre el Eagle Creek y el Blue River ([ambos en el Greenlee County, Arizona]. Montgomery afirmó que había estado explorando una zona donde había hostiles y en una “pelea” decapitó a uno de ellos [conservando la cabeza y llevando el cuero cabelludo en el cinturón]. Oficiales del ejército investigaron el caso, teniendo dificultades para determinar la ubicación exacta del enfrentamiento y, debido a la proximidad de una reserva india, pensaron que Montgomery había llegado allí y matado a uno por la recompensa como si fuese un apache hostil. El informe no indica si se hizo algo contra Montgomery o si recibió los 750 $ de recompensa. Sin embargo, no parece que los ciudadanos de Clifton [Greenlee County, Arizona] estuvieran agradecidos por lo que Montgomery había hecho. Un telegrama con fecha de 23 de julio, decía: “La última noche, ciudadanos de Clifton dieron 90 $ a Montgomery por llevar la cabeza india. Dice que está seguro que acertó [de un disparo] a otro”. Otro telegrama fechado al día siguiente da incluso más detalles sobre el encuentro y parece confirmar las sospechas de la investigación: “El indio muerto por Montgomery era… uno de los cuatro apaches White Mountain de este puesto que habían ido a cazar… Estos indios eran pacíficos y no creo que le atacaran. Hasta donde yo sé, los indios estaban cazando y Montgomery estaba realizando una prospección del terreno cuando se encontraron, disparando y matando a uno de los indios”).
* El 15 de agosto de 1886, Henry Ware Lawton y Charles Bare Gatewood llegan a Bavispe (Sonora) en su persecución de Gerónimo y su banda. (Partieron hacia Fronteras [Sonora], no solo por las noticias recibidas de los correos Long y Vinton, sino también porque los apaches Kayitah y Martine habían hablado con algunos mexicanos, enterándose de que Gerónimo estaba allí, tratando su rendición con el gobierno de Sonora.
El 17 de agosto, Gerónimo fue visto a 24 km al sur de Fronteras, en el camino principal a Nacozari [Sonora]. Poco después, la mejor pista sobre el paradero de los chiricahuas provenía nada menos que del general Miles. Un despacho del gobernador de Sonora del 18 de agosto alertaba a Miles de que los chiricahuas estaban tratando de hacer las paces con su gobierno en Fronteras. Geronimo y Naiche habían gritado a tres vaqueros desde lo alto de una colina diciendo que querían hacer la paz. Más tarde, enviaron a dos mujeres a esa población para comprar provisiones y mescal. Uno de los exploradores apaches de Lawton, camino de Fort Huachuca, confirmó el informe. Había encontrado a Gerónimo y a Naiche con una docena de chiricahuas camino de Fronteras. Parecían agotados y hambrientos y le dijeron que querían hacer la paz. Gerónimo llevaba su brazo derecho en un cabestrillo. El explorador apache describió este incidente a Miles en Fort Huachuca.
Los chiricahuas estaban cansados de vagar, y muchos, especialmente Naiche y Gerónimo, anhelaban ver a sus familias [estaban en Florida con la gente de Chihuahua que se había rendido al general Crook. Eran las mujeres y niños capturados en los ataques de junio y agosto de 1885, y retenidos en Fort Bowie por Crook]. Estaban decididos a rendirse, pero necesitaban hacerlo ante un estadounidense en el que pudieran confiar. Ese hombre pronto llegaría.
Mientras Gerónimo y Naiche esperaban que las dos mujeres llegaran de Fronteras con las provisiones y mescal, Luis Emeterio Torres, el gobernador de Sonora, envió las condiciones de paz. Ofreció un armisticio a cambio de la promesa de entregar sus armas y dirigirse a un designado lugar donde oficiales mexicanos les cuidarían y abastecerían de lo necesario. Torres ordenó al prefecto de Arizpe, Jesús Aguirre, que propusiese estos términos a los chiricahuas. Por supuesto, Torres no tenía intención de cumplirlos. La política oficial mexicana con los apaches cautivos, como tantas veces, era matarles o enviarles a una prisión de por vida en Ciudad de México, como ocurrió con los hijos de Juh a finales de 1885. Torres no reveló su plan a Aguirre, quien suponía que iba a plantear a Gerónimo los términos del acuerdo. Si este los rechazaba, Aguirre tenía orden de desplegar más tropas con el fin de acabar con toda la banda.
En caso de que la recompensa actual de 300 pesos fuera insuficiente incentivo, Torres la incrementó a 500 pesos. Aguirre se dirigió a Fronteras, donde el 21 de agosto recibió un telegrama con los términos del gobernador. Si Gerónimo aceptaba, Aguirre enviaría a los chiricahuas con una escolta a Ures. A dos días de acabar el plazo del alto el fuego, Aguirre fue a Cuchuta, pero Gerónimo se había ido de la zona. A primeras horas de la mañana del 21 de agosto, las dos mujeres chiricahuas [Felicitas y Cruz o Tah-das-te y Dejonah] y dos guerreros que Gerónimo había enviado en su busca, salieron de Fronteras hacia su campamento. En ese momento estaba allí el teniente estadounidense Wilber E. Wilder con un pequeño destacamento, hablando la noche anterior con los cuatro apaches, a los que informó de las condiciones que ofrecía Miles [presumiblemente que respetaría sus vidas]. Wilder convenció a las autoridades mexicanas de que dejasen ir a los chiricahuas para que fueran al campamento de Gerónimo con la idea de que se rindiesen. Los apaches ofrecieron llevarle a él y a otro hombre al campamento de Gerónimo, pero Wilder se negó, diciéndoles que regresasen y obtuviesen de sus jefes garantías más concretas. Los cuatro chiricahuas salieron con tres caballos cargados con alimentos y mescal camino de la Sierra de Teras.
Desde que el 13 de julio tuvieron que abandonar sus bienes en su campamento en el río Yaqui, al ser atacados por Lawton, estaban huyendo. Querían hacer la paz, pero temían ser engañados. Como tantas otras tentativas de paz con los mexicanos, esta también fracasó. Gerónimo, en particular, sospechaba tanto de los oficiales estadounidenses como de los mexicanos. En Fronteras había muchos soldados por lo que se fueron. Gerónimo puso su ranchería en una escarpada cresta de la Sierra de Teras, desde donde se veía la gran curva del río Bavispe. Durante dos días calmaron su hambre gracias a las provisiones adquiridas por las dos mujeres en Fronteras y se entregaron a una prolongada borrachera con mescal. Los centinelas vigilaban a los estadounidenses que sabían que los estaban buscando. El sentimiento de rendición empezó a aumentar, pero la gente y las condiciones de esa rendición tenían que ser adecuadas.
Yendo hacia el norte por el río Nacozari, Lawton se enteró de la presencia de Gerónimo en Fronteras por los conductores de una reata de burros que iba río abajo. Ordenó a Gatewood que fuera con Kayitah, Martine, George Wratten y una escolta de 10 hombres con una reata de mulas hacia Fronteras, para tratar de contactar con Gerónimo. Todavía enfermo, Gatewood se demoró en partir durante la tarde del día 18. Aquella noche, Lawton al ver que Gatewood no se había marchado, se dirigió furioso a la tienda de Wood, con intención de poner a Gatewood bajo arresto y enviar a otro oficial. Wood se lo contó a Gatewood provocando que a la medianoche se pusiese en marcha. Eran las 02:00 horas del 19 de agosto, cuando partió con seis soldados con escolta, dejando el campamento de Lawton para dirigirse al norte. Después de 88 km llegó a Cuchuta esa noche. Al día siguiente llegó a Fronteras, enterándose de que dos mujeres apaches habían estado allí diciendo que Gerónimo quería negociar la rendición con el gobierno mexicano si las condiciones eran aceptables.
A última hora de la tarde del 22 de agosto, Gatewood salió con su grupo, más el explorador Tom Horn, el intérprete José María, y otros seis soldados del destacamento del teniente Wilder, que todavía seguía allí. El prefecto de Fronteras ordenó a Gatewood irse y no seguir a las mujeres apaches. El prefecto, en realidad, no tenía ninguna intención de aceptar la rendición de los apaches. En secreto, reunió 200 soldados, con intención de atraer a la gente de Gerónimo, emborracharlos y matarlos. Sin embargo, Gerónimo conocía bien la psicología mexicana y la mutua historia de traiciones. Más tarde, diría a Gatewood que nunca tuvo intención de rendirse a los mexicanos; que intentó negociar con ellos solo para dar tiempo a que su banda descansase, y que pensaba [como así ocurrió] que permitirían a las mujeres apaches regresar con unos alimentos y suministros muy necesarios.
Lawton fue también hacia Fronteras. Llegando con Wood y otro oficial a las afueras de la localidad el 22 de agosto, se encontraron con George Wratten. Dijo que Gatewood, Kayitah y Martine estaban en Fronteras y aún no habían seguido el rastro de Gerónimo. Enojado, Lawton pidió que Gatewood se presentara ante él. Cuando llegó, Wood le dijo que Lawton estaba ocupado, pero le ordenaba que partiera inmediatamente, y le transmitiera el “profundo malestar” que tenía porque aún no había comenzado su misión. De hecho, Wood estaba protegiendo a Lawton, que estaba totalmente borracho. Gatewood se puso en camino de inmediato en dirección sur para después girar hacia el norte y seguir a las dos mujeres apaches que habían estado en Fronteras hasta el campamento de Gerónimo. Las siguieron, adelantándose Kayitah y Martine a Gatewood unos 13 km, encontrando el rastro de los chiricahuas que iba hacia Batepito.
El 24 de agosto, el joven chiricahua Kanseah estaba en la ladera que daba al río Bavispe vigilando el valle con unos prismáticos. Enseguida vio a dos hombres a caballo acercándose. A medida que llegaban, vio que uno sostenía un largo tallo de un cactus llamado sotol, del cual “algo blanco” se agitaba. Vio que eran exploradores militares. Gerónimo y los demás se reunieron. Gerónimo dijo a Kanseah que cuando se acercaran lo suficiente, tendría que dispararles. A esa distancia fueron reconocidos como Kayitah y Martine. Alguna versión sugiere que Gerónimo quería matarles, pero Perico, Fun, y Yahnozha amenazaron con disparar al primero que siguiese la orden de Gerónimo, por lo que este cedió.
Yahnozha, primo de Kayitah y uno de los mejores y más leales guerreros de Gerónimo, se subió a una roca y les preguntó qué querían. Kayitah respondió que habían sido enviados por el general Miles y el teniente Gatewood para hablar de paz con Gerónimo. “Vamos”, dijo Yahnozha, “nadie te va a hacer daño”. Gerónimo les dijo que fueran a su campamento, sentándose todos ante la hoguera para hablar.
Kayitah habló. Describió la lastimosa condición de Gerónimo y su gente: “No tenéis ningún amigo en este mundo. Su objetivo es mataros a todos, aunque les cueste 50 años”. También describió su agradable vida en la Reserva White Mountain e instó a Gerónimo a regresar allí. Este respondió: “No quiero ir a San Carlos. Me cortarán el cuello. Este es mi hogar. Me quedo aquí, aquí mismo. Me persiguen. Me quieren matar. Bien. Moriré aquí mismo. Tengo que morir alguna vez”. Kayitah respondió: “No tienes que morir ahora. Ven y habla con los soldados. Estarás bajo bandera blanca, no te harán daño”. A lo que Gerónimo declaró: “Mangas Coloradas fue bajo bandera blanca. ¿Qué le hicieron?”. Kayitah dijo: “Estos oficiales no harán tal cosa. Se puede confiar en ellos”. Después de otra discusión, incluso rogándoselo, Gerónimo cedió. “Bueno, vamos, hablaremos. Iré contigo”.
Más tarde, Martine diría: “Gerónimo nos dijo que si bien en el pasado perdió la confianza en los soldados estadounidenses, ahora estaba realmente dispuesto a rendirse y hacer la paz”. A continuación, trajo algo de mescal cocido, dándoselo a Kayitah y a Martine, diciéndoles que se lo llevasen a Gatewood. Este último diría: “Cuando le envió mescal, Gatewood no dudó de su sinceridad de darse por vencido”.
Kayitah permaneció en el campamento de Gerónimo mientras Martine llevaba el mescal a Gatewood, explicándole lo que había pasado y señalando el campamento apache. Martine también trajo un mensaje de Naiche, diciéndole a Gatewood que él y sus hombres estarían totalmente seguros en el campamento chiricahua. Gatewood y sus hombres sabían que Naiche era el verdadero jefe de los chiricahuas y que su palabra tenía peso, pero aun así no podían relajarse. El teniente ordenó que sus hombres comieran el mescal que Gerónimo les había enviado en rodajas con el pan que llevaban. El intérprete George Wratten diría: “Nos tumbamos con nuestros rifles toda la noche, solo para estar listos en caso necesario, ya que aún no habíamos tenido una conversación con ellos y no sabíamos exactamente qué iban a hacer”. También eran conscientes de que si había un enfrentamiento, no tendrían ninguna ayuda).
* El 20 de agosto de 1866, en un telegrama al Secretario interino de Guerra, Richard Coulter Drum, el general Miles aclara su posición. (La delegación de Chato debía ser tratada como a los nativos en los tratados, o como prisioneros de guerra. Quería que se firmara un tratado que obligara a su traslado de Arizona para que pudiesen ser clasificados como prisioneros de guerra y ser reubicados.
El 22 de agosto, el gobernador de Arizona, Conrad Meyer Zulick abogó, como informó un artículo del “New York Times”, que todos chiricahuas fueran expulsados de Arizona.
El 23 de agosto, el comandante de Fort Marion [St. Augustine, St. Johns County, Florida], el teniente coronel Loomis L. Langdon informó de las condiciones en que se encontraban los prisioneros apaches: “… Pero en cuanto a los hombres [los prisioneros apaches], no hacen absolutamente nada, por regla general, más allá de lo necesario de la vieja fortaleza. No tienen trabajos que hacer. Pero en justicia hay que decir que es opinión unánime de todos aquellos que tienen algo que ver con ellos, que todo hombre estaría dispuesto a trabajar si hubiera algo que hacer y se les enseñara cómo hacerlo”.
Langdon recomendó que Chihuahua y su grupo fueran enviados a Carlisle, afirmando que Fort Marion era inadecuado para alojar allí a 447 prisioneros que había por esas fechas, de ellos 82 hombres, y el resto, mujeres y niños. Desde su llegada habían muerto 22 apaches, seis mujeres, un hombre y 15 niños, habiendo habido 10 nacimientos. Como no había cementerio, eran enterrados en el lado norte de la isla.
También este día, el presidente de los Estados Unidos, Grover Cleveland, envió un telegrama a Richard Coulter Drum, Secretario interino de Guerra: “Si bien se debe prestar respeto por las opiniones del general Miles, no creo que estos indios deban ser tratados de otra manera que como prisioneros de guerra, ya que es bastante seguro de que no están de acuerdo con el gobierno en cuanto a su ubicación, que estoy satisfecho de que debe ser Fort Marion; y puesto que se nos informa que su traslado puede ser ahora realizado con éxito, creo que se debe hacer de una vez, y que la sensación que ellos tenían en Fort Leavenworth, justifica nuestra prevención de su retorno de cualquiera de ellos a la reserva. Espero que no se haga nada con Gerónimo que impida tratarlo como prisionero de guerra, si no se le puede ahorcar, como yo prefiero. Consulte a Lamar y a Sheridan, y si están de acuerdo con estos puntos de vista, transmitirlas al general Miles”.
El 24 de agosto, el Secretario de Guerra W. C. Endicott respaldó la propuesta del general Miles de erradicar de Arizona a los chiricahuas. Afirmó que la única preocupación del presidente Cleveland era que “toda esa peligrosa banda sea trasladada y ubicada con éxito porque si alguno se escapase y siguiese en pie de guerra, el resultado sería terrible”.
También ese día, el general P. H. Sheridan envió un telegrama al Cuartel General del Ejército: “Coincido plenamente con las opiniones expresadas por el presidente. Mi recomendación en cuanto a la adecuada disposición para ubicar a los prisioneros [apaches] en Fort Marion coincide con todos los detalles esenciales de la proposición del general Miles, como indico en el siguiente telegrama. Esto no lo vi hasta que mis sugerencias estuvieron escritas. Aunque los indios [apaches] firmaron un documento de acuerdo a los planes del general Miles, las autoridades no permiten que se lleve a cabo”).
* Al amanecer del 25 de agosto de 1866, el teniente Gatewood y su grupo comienzan a ascender la montaña, sosteniendo en alto una bandera blanca. (A 1’6 km del campamento de Gerónimo, se encontraron con un desarmado guerrero chiricahua que decía que Gerónimo deseaba reunirse para discutir los términos de la rendición. Mientras estaba hablando con Gatewood, aparecieron otros tres chiricahuas armados [uno de ellos Perico] con un mensaje de Naiche, quien quería que la mayor parte del grupo de Gatewood volviese al lugar donde habían pasado la noche anterior, sugiriendo que Lawton se acercase a acampar allí, esperando los resultados de la conferencia, al igual que cualquier tropa que pudiera llegar. Gatewood ordenó que la mayor parte de su grupo [el teniente Brown y los exploradores] regresara llevando un mensaje para Lawton. Naiche proponía que el sitio de la reunión fuese una curva cercana del río Bavispe donde había mucha madera, agua, hierba y sombra. Los apaches intercambiaron señales, de humo y disparos, con sus compañeros que esperaban en el campamento de la montaña.
Gatewood fue hacia el lugar designado para la reunión con Martine [Kayitah estaba en el campamento chiricahua], el intérprete George Wratten, y dos soldados, Martin Koch, y George Buehler. Al llegar a la curva del río, detuvo a sus hombres fuera del punto del encuentro y les dijo que esperaran. Cabalgó hacia adelante, desensilló y dejó su silla sobre un tronco, junto a sus armas. Esperó de pie, solo y desarmado, cuando a los 10 minutos llegaron los guerreros desde varias direcciones, que en silencio desensillaron, entre otros Chappo, Fun, Hunlona, Kanseah, Kasegoneh, Motzos, Naiche, Onodiah, Perico, Tissnolthos, y Yahnozha. Este último, cuñado de Gerónimo, se sentó sobre la silla de Gatewood, mientras que este lo hizo sobre la silla de otro apache. Entre los últimos en llegar estaba Gerónimo, quien colocando su Winchester a unos seis metros de distancia, se acercó a darle la mano a Gatewood, comentando la delgadez del teniente y preguntando por su salud. Luego Naiche llegó y estrechó la mano a Gatewood, quien ordenó a su grupo que desmontara y desensillara. Más tarde, Gatewood diría: “Amable lector, dé marcha atrás, vuelva a mirar su cara [de Gerónimo], imagine que me mira a los ojos, viendo cada movimiento, 24 hombres sentados cerca de sus armas, mi pequeño grupo disperso […] y diga si me culpa por sentir escalofríos”.
El intérprete George Wratten fue aún más gráfico: “Bueno, sí, comenzamos a sentir los pelos de punta cuando vimos que estábamos rodeados y superados en número. Había alrededor de 35 o 40 apaches hostiles [contaba tanto a las mujeres como a los guerreros] a nuestro alrededor antes de que comenzara la reunión y yo comencé a sentir que lo mismo podrían ser 300 o 400”.
Las primeras palabras de los chiricahuas fueron para pedir tabaco y licor. Gatewood respondió que tenía muy poco tabaco y nada de whisky. Pasaron el tabaco y pronto casi todo el mundo en el campamento, apaches y soldados, fumaron cigarrillos enrollados al modo apache, en hojas de maíz. La siguiente idea fue almorzar. Como ninguna de las partes había traído comida, algunos guerreros apaches y George Wratten fueron a cazar. Gerónimo anunció entonces que su banda estaba dispuesta a escuchar el mensaje del general Miles. Gatewood dijo brevemente: “Ríndase y usted será enviado a Florida, donde está el resto de su gente y donde esperarán la decisión del presidente para su destino final. Acepte estos términos o pelee hasta el final”. Mientras se traducía, los guerreros escuchaban atentamente. Varias mujeres viejas hablaban entre sí en voz alta. La costumbre apache permitía que estuvieran en la conferencia mientras no participaran directamente, pudiendo escuchar lo que se decía y expresar sus sentimientos, aparentemente solo para sí, pero de forma que todos lo pudieran oír. Cuando se tradujo el mensaje de Miles a los apaches, se hizo un silencio eterno.
En realidad, solo duró un momento, tras lo cual Gerónimo se pasó una mano por los ojos y extendió sus brazos hacia adelante. Ambas manos temblaban, y preguntó de nuevo si Gatewood tenía algo de beber. “Hemos estado bebiendo durante tres días el mescal que los mexicanos nos enviaron por medio de las mujeres que fueron a Fronteras. Los mexicanos esperaban utilizar su habitual truco de emborracharnos y matarnos, pero nos hemos divertido y ahora me siento un poco débil. No tema darme un trago de whiskey, ya que nuestra juerga terminó sin una sola pelea, como puede ver al mirar a los hombres sentados en este círculo, a todos los cuales usted conoce. En Fronteras, hay ahora mucho vino y mescal, y los mexicanos y los estadounidenses están teniendo buen tiempo. Pensamos que tal vez hubieras traído algo contigo”. Era obvio para Gatewood que, a pesar de la bebida, Gerónimo estaba muy bien informado de las actividades de sus perseguidores, mexicanos y estadounidenses.
El teniente respondió que él y sus hombres habían dejado Fronteras con tanta prisa que se habían olvidado de proveerse de bebidas alcohólicas. Dado que no había nada que beber, Gerónimo dijo que deberían seguir adelante con su asunto. Declaró que él y sus seguidores dejarían el sendero de la guerra solamente con la condición de que se les permitiera regresar a su reserva de Arizona, volver a las granjas que ocupaban cuando se fueron, y que les proporcionaran las raciones habituales y aperos de labranza, con la exoneración garantizada de las penas por lo que habían hecho desde que huyeron. Por último, se refirió a no ser juzgados por tribunales civiles. Si Gatewood estaba autorizado a acceder a estos términos, la guerra ha acabado. “Le expliqué que el general Miles, a quien no conocían, no me había ordenado hablar de todo eso, y sabía que empeoraría las cosas si me excedía en mis instrucciones”, escribiría más tarde Gatewood, añadiendo que esta sería la última oportunidad de los apaches renegados para rendirse, ya que, si continuaban combatiendo, todos serían cazados hasta la muerte, o si se rendían a partir de entonces o eran capturados, las condiciones no serían tan magnánimas. Tanto Gerónimo como Gatewood hablaban en términos enérgicos, cada uno afirmando su absoluta voluntad, no como lo que se podría aceptar como una solución de compromiso.
Siguió una hora o más de discusión, haciendo Gerónimo un apasionado discurso, detallando la historia de su tribu, sus problemas, y los fraudes y robos de los agentes de las reservas. Personalmente, Gatewood podía estar de acuerdo con la mayor parte de lo que decía, pero también sabía que el Ejército no podía hacer nada al respecto, ya que este asunto estaba en manos del Departamento de Interior. Y para los efectos de la negociación, él no podía ofrecer nada más. Así que, en voz baja, reiteró las demandas de Miles. Los apaches, acto seguido, se retiraron a un lado del claro para tener una conferencia entre ellos, que duró una hora. Cuando acabaron era mediodía y la hora de la comida y el café. Después del almuerzo, reanudaron la charla. Gerónimo dijo que, para los chiricahuas, entregar todo el Sudoeste “a una raza de intrusos” era más de lo que Miles podía exigir, que él y sus seguidores habían decidido que, o regresaban a sus tierras en San Carlos o lucharían hasta la muerte. “Llévanos a la reserva o lucha”, fue su ultimátum diciéndolo mientras miraba a Gatewood directamente a los ojos.
“Yo no podía llevarlos a la reserva, no podía luchar, tampoco podía irme ni sentirme tranquilo” declaró Gatewood. Habían llegado a un callejón sin salida del que parecía que no podían salir. Gatewood y sus hombres se pusieron visiblemente nerviosos, preguntándose cuál sería su destino. Naiche aparentemente se dio cuenta de ello porque dijo que, si la guerra continuaba, el teniente y su grupo estarían a salvo hasta que empezaran las hostilidades, que habían venido como amigos y se irían en paz. Conociendo la influencia de Naiche y su palabra, Gatewood y sus hombres respiraron.
Llegados a este punto, Gatewood solo tenía una última carta que jugar y la puso sobre la mesa. Informó a los apaches hostiles que regresar a San Carlos sería un error porque todos los apaches chiricahuas, los 400 o 500, iban a ser trasladados a Florida para unirse a los 77 que estaban allí con Chihuahua, incluidos la madre y la hija de Naiche, así como la familia de Gerónimo. No quedarán apaches chiricahuas en Arizona, por lo que volver a la reserva sería solo para vivir entre sus enemigos tradicionales, los apaches White Mountain, los apaches aravaipas, y otros subgrupos apaches.
Los guerreros se quedaron sorprendidos por esta información, ya que no sabían nada. Otra vez fueron a parlamentar entre ellos durante una hora [Perico, Ahnandia y Fun expresaron su deseo de rendirse para reunirse con sus familias]. Después Gerónimo dijo que habían decidido seguir en pie de guerra, pero que querían hablar más durante la noche. Gatewood protestó diciendo que llevaban todo el día y que seguir por la noche sería demasiado, pero no tuvo más remedio que acceder. Un guerrero fue a por carne para comer durante la conferencia de la noche, pero regresó poco después diciendo que se había acabado. Siguieron fumando y conversando hasta las primeras horas de la noche. De repente, Gerónimo cambió el curso de la conversación cuando caía la noche. “¿Qué clase de hombre es el general Miles?”, quiso saber. Dijo que sabía que el general Crook era bueno y podía rendirse a él, pero no sabía nada de Miles. Preguntó por su edad, su estatura, el color de sus ojos y pelo, si su voz era áspera o agradable al oído. Si habla mucho o poco, y quiere decir más de lo que dice. Si mira a los ojos o hacia el suelo cuando habla. Si tiene muchos amigos entre su gente y si creen en lo que dice. Si los soldados y oficiales hacen lo que él quiere. Si ha tenido experiencia con otros indios. Si es cruel o bondadoso. Si cumple sus promesas. Gatewood respondió a cada una de estas preguntas con la verdad, cuando la conocía, declarando su ignorancia en algunos puntos. Los apaches escucharon con atención cada una de sus respuestas. Entonces Gerónimo dijo: “Debe ser un buen hombre, ya que el ‘Gran Padre’ le ha enviado desde Washington, toda esa distancia, por nosotros”. Al parecer, Gerónimo había tomado una decisión, pero no dio ninguna señal de cuál era.
Gatewood sugirió que su grupo volviera a su campamento, 6’4 km río abajo, a donde había llegado Lawton durante el día y donde le estaba esperando. Sugirió que durante la noche Gerónimo y sus seguidores continuaran discutiendo y que su hombre medicina “echara unas cuantas miradas al futuro”. Los chiricahuas estuvieron de acuerdo, pero, antes de partir, Gerónimo hizo una última pregunta al teniente: “Queremos su consejo. Considérese uno de los nuestros y no un hombre blanco. Recuerde todo lo que se ha dicho hoy y como apache, ¿qué aconseja que hagamos en estas circunstancias?”. Gatewood no dudó, de haberlo hecho habría sido fatal para su misión. “Yo confiaría en el general Miles y me fiaría de su palabra”, respondió.
Todos los presentes conocían a Gatewood y sabían que nunca les había mentido. Finalmente, Gerónimo dijo que, a la mañana siguiente, comunicaría a Gatewood lo que hubieran decidido. Antes de que se fuera, Gerónimo le pidió que cabalgase al puesto estadounidense más próximo y hablara con Miles para ver si los términos del general podían ser modificados porque los apaches querían retornar a la reserva sin castigo. Dijo que iba a enviar guerreros para protegerle [a Gatewood], para advertirle de la presencia de mexicanos o de otros peligros. Gatewood respondió que sería un viaje inútil, que Miles ya había considerado totalmente el asunto y había tomado una decisión. Su mensaje era definitivo y nada de lo que Gatewood pudiera decir o hacer, lo cambiaría. Tras decir esto, el teniente dio la mano a los apaches, y él y sus hombres partieron hacia el campamento de Lawton.
No lejos de la curva del río Bavispe donde se celebró la conferencia, Gatewood fue alcanzado por Chappo, hijo de Gerónimo. No dijo nada mientras tiraba de las riendas de su caballo junto al del teniente. Gatewood cabalgó con paciencia, esperando que Chappo hablara. Tras recorrer 1’6 km y cuando el apache aún no había hablado, Gatewood le preguntó a dónde iba. “Con usted. Voy a dormir cerca de usted esta noche y mañana volveré a nuestro campamento. Tengo permiso de mi padre para hacerlo”. Gatewood no podía permitirlo porque los exploradores apaches del campamento de Lawton odiaban a Gerónimo y alguno de ellos podía matarlo mientras dormía. “El riesgo de que le clavaran un cuchillo durante la noche era demasiado grande”, declararía más tarde Gatewood. Su muerte haría inevitable la continuación de la guerra. Se lo explicó a Chappo, quien accedió a regañadientes a volver con su padre. Gatewood le hizo prometer que iba a explicar a su padre el motivo de enviarle de vuelta, no pretendiendo insultar ni a Chappo ni a Gerónimo. Más tarde se enteró de que Gerónimo se había quedado impresionado al conocer los motivos de Gatewood. El teniente y sus hombres llegaron al campamento de Lawton mucho después de oscurecer, le explicó lo que había sucedido, y se fue a descansar.
Al amanecer del 26 de agosto, se oyeron gritos de los exploradores apaches del campamento de Lawton y Gatewood gritando “Bse-chee Day-son”, que en apache significa “Gran Nariz”, como llamaban a Gatewood. Los chiricahuas, con Gerónimo y Naiche a la cabeza, se estaban acercando y preguntaban por el teniente. Gatewood salió a su encuentro con sus intérpretes y cuando los chiricahuas le vieron acercarse, desmontaron, desensillaron sus caballos y pusieron sus armas en sus monturas, todos excepto Gerónimo, que tenía un revólver bajo su chaqueta en su cadera izquierda. Gatewood y los apaches hostiles se sentaron bajo un viejo mezquite y otra vez parlamentaron, mientras que el campamento estadounidense estaba en silencio, sin hacer ningún movimiento brusco para no precipitar una crisis.
Primero los apaches hostiles querían oír otra vez toda la descripción del general Miles, estando satisfechos con las respuestas del teniente. Inmediatamente después, Gerónimo dijo que él, sus guerreros y sus mujeres y niños estaban dispuestos a reunirse con el general en algún lugar de los Estados Unidos para hablar y entregarse a él en persona, siempre que Gatewood y los soldados les acompañaran a la frontera para protegerlos de los mexicanos y de otros estadounidenses que pudieran encontrar. Gerónimo quería que sus guerreros pudieran mantener sus armas hasta que formalmente se hubieran rendido; además, quería que cualquiera de cada grupo tuviera libertad para ir al campamento del otro, y deseaba que Gatewood cabalgara con los apaches y durmiera junto a ellos mientras fuera posible. Gatewood llevó a Gerónimo al campamento estadounidense para presentárselo a Lawton y a Leonard Wood, ya que nunca le habían visto en persona. Lawton dio el visto bueno, con lo cual, todos los apaches “hostiles” entraron en el campamento estadounidense. Todos, soldados y apaches, estaban visiblemente relajados. Gatewood empleó su tiempo, esa mañana, para escribir a su esposa: “26 de agosto. Querida esposa: Ahora estoy en un campamento en el río Bavispe, a unos 48 km al sur de San Bernardino. Bueno, he tenido una charla en persona con Gerónimo. Estuvimos todo el día de ayer y acabé muy cansado. Nos hemos convertido en grandes amigos […] Así que ya ves que no corrí ningún peligro.
Esta mañana llegó Gerónimo a este campamento del capitán Lawton. Salí a su encuentro y se dirigió derecho al campamento, dejando su arma y su caballo fuera. Me dijo que iría conmigo a donde, sea ya que nunca le he hecho daño y siempre le ayudé cuando estaba en Fort Apache. Quería conocer al capitán Lawton así que se saludaron delante de todo el destacamento.
Ayer les di el mensaje del general Miles, pero ellos no quieren ir a Florida. Estarían de acuerdo en volver a las White Mountains, como antes. Me pidió ver al general en persona y hablar con él. Están cansados de luchar y quieren estar junto a sus familias una vez más […] Ellos hacen muchas bromas y fuman tabaco y tienen buen humor, en general, a excepción de Naiche. Todo lo que dice es que quiere reunirse con sus hijos. Realmente sentí pena por él porque yo sé cómo se anhela estar con la familia. Tengo nostalgia al verlo porque yo quiero ver a mi esposa y a mis pequeños también […] Mi misión habrá acabado cuando Gerónimo y Miles se reúnan […]
A Gerónimo no le gusta el capitán Wirt Davis, ni Chato ni Mickey Free. Él me dijo: ‘Usted puede venir a nuestro campamento cuando quiera. Usted no es más responsable de esta guerra que yo. Yo le conozco. Si el general Miles no quiere la paz, venga y díganoslo. Nunca más tengamos miedo. Si quiero hablar, voy a su campamento a cualquier hora y siéntanse seguros. Iré con ustedes ahora solo al campamento del capitán Lawton, si usted lo desea. Es lo que siento hacia usted‘.
Esta mañana envió a un hombre por delante para decirme que nos encontraríamos fuera de nuestro campamento. Así lo hice. Él dejó su arma, me cogió la mano y me dijo: ‘Yo iré con usted’. Ahora está holgazaneando por todo el campamento, charlando con el capitán Lawton. Realmente quieren rendirse, pero quieren que sus familias estén con ellos. ¿Puede alguien culpar a un hombre por querer ver a su esposa e hijos. ¿Estaría yo contento si les trasladan a Florida? Gerónimo quiere ir a Washington para hablar con el ‘Gran Padre’. Escribiré de nuevo en cuanto pueda. El correo sale ya y todavía tengo que hacer el informe para el general Miles. Con la esperanza de abrazar pronto a toda mi familia, sigo siendo tu amante esposo”.
Que Gatewood no mintió a su esposa lo corroboran las declaraciones de George Wratten, que sirvió como intérprete durante gran parte de las conversaciones de paz. Wratten escribiría más tarde: “¿Me crees? Soy tu amigo y voy a donde sea”, dijo Gerónimo a Gatewood. Él siempre tuvo mucha fe en el teniente Gatewood porque nunca lo había engañado. Él era el único hombre que podía tener éxito en esa misión y el general Miles lo sabía cuando le envió.
Como todos los chiricahuas, incluyendo las mujeres y niños, habían entrado en el campamento de Lawton esa mañana del 26 de agosto, el capitán quería salir de inmediato hacia la frontera. Como máximo mando en el campamento, tenía la responsabilidad de llevar a salvo a Gerónimo a la conferencia con el general Miles. Por eso estaba nervioso de que Gerónimo volviese a las montañas como había hecho antes con Crook, y Lawton no quería esa mancha en su historial. Gerónimo estaba dispuesto a salir y los apaches pasaron esa tarde y el día siguiente tranquilos, acompañados de Gatewood y George Wratten, moviéndose ante los soldados. “No nos acompañó ningún militar, sino que iban por delante de nosotros [de los apaches], la mayor parte del tiempo fuera de la vista de los soldados”, recordó más tarde Wratten, y añadió: “No hubiéramos salido con cualquiera militar, y no necesitamos a ninguno de los que nos acompañaban. Sabíamos que no debíamos tratar de capturar a Gerónimo, o llevarlo rodeado de soldados”. La noche del 27 al 28 de agosto, la banda de Gerónimo y los soldados de Lawton y Gatewood la pasaron, en campamentos separados, cerca del río San Bernardino [en su trayecto por Sonora].
Mientras tanto, la mañana del 27 de agosto, el presidente Cleveland había dado la orden de clasificar a los apaches chiricahuas como prisioneros de guerra y que debían ser recluidos en Fort Marion [St. Augustine, St. Johns County, Florida]; y el general Sheridan telegrafiaba al Secretario de Guerra, Endicott diciéndole que ignorase las declaraciones del coronel Langdon acerca de la imposibilidad de alojar a un gran número de prisioneros apaches en Fort Marion.
El 28 de agosto, cuando el grupo formado por el destacamento de Lawton y Gatewood, y la banda de Gerónimo, acababan de emprender la marcha hacia la frontera internacional, fueron interceptados en El Rusbayo [municipio de Agua Prieta, Sonora] por un destacamento de 180 soldados mexicanos al mando de Jesús Aguirre, prefecto del distrito de Arizpe [Sonora]. Gerónimo hizo amago de huir con los suyos a las montañas, pero Gatewood le aseguró que nada le pasaría. Que en caso necesario, el destacamento de Lawton se interpondría entre los mexicanos y ellos, para que los apaches continuasen hacia la frontera, protegidos por él mismo y sus hombres.

Primero llegó Aguirre, con 10 hombres fuertemente armados, siendo recibido formalmente por los estadounidenses. Entonces Gerónimo, a la cabeza de 10 guerreros, se acercó cauteloso entre los arbustos, llevando un rifle Winchester agarrado por el cañón con la mano izquierda y un revólver en la parte frontal de la cadera izquierda. Ambas partes esperaban una traición, pues así había sido la historia de sus encuentros durante años. Estando bajo un árbol, en un momento determinado, Aguirre agarró su pistolera para colocársela bien. Automáticamente, Gerónimo echó mano a su revólver y medio desenfundó. Aguirre retrocedió. En cuestión de segundos, todas las armas de los apaches estaban amartilladas, apuntando a los mexicanos. Los apaches, sin duda, habrían disparado si los hombres de Lawton no se hubieran interpuesto entre ellos y los mexicanos. Los estadounidenses les persuadieron,
bajaron sus armas y la tensión disminuyó. Gatewood describiría la escena: “Cuando Gerónimo se acercó, le presenté al prefecto, cuyo nombre he olvidado, y me aparté un poco tras él. Después de darle la mano, el mexicano colocó su revólver hacia adelante, lo que provocó que Gerónimo desenvainara el suyo a media salida de la funda; que el blanco de sus ojos se pusiese rojo, y que apareciese una expresión diabólica en su cara. El prefecto puso sus manos a la espalda, y Gerónimo bajó su mano derecha. Así se evitó un serio asunto. El prefecto le preguntó por qué no se había rendido en Fronteras. Gerónimo respondió que no quería que le matasen.
– Aguirre: ‘¿Vas para rendirte a los estadounidenses?’.
– Gerónimo: ‘Sí, porque puedo confiar en ellos. Pase lo que pase, no me matarán ni a mí ni a mi gente’.
– Aguirre: ‘Luego iré hacia adelante para ver si te has rendido’.
– Gerónimo: ‘No. Tú irás hacia el sur y yo hacia el norte. No tengo nada que ver con usted ni con nadie de su gente’.
Así ocurrió”.
El teniente Walsh recordaría más tarde: “Yo estaba de pie a un lado, a pocos metros de los apaches, y lo que me impresionó fueron los ceños fruncidos en sus rostros y el odio que mostraron hacia los mexicanos […] Los mexicanos estaban indudablemente nerviosos y sin duda contentos cuando la entrevista terminó. Ellos no habrían tenido ninguna oportunidad en un enfrentamiento contra los apaches”.
El informe de Lawton a Miles de ese día comentaba que los apaches no confiaban en los mexicanos y que temían ser engañados de alguna manera. “Cualquier declaración que autorizara o que desearan hacer un acuerdo con los mexicanos, dicen los apaches, que es falsa […] Gerónimo también me dijo que se alejó de Fronteras porque temía una traición por parte de los mexicanos”. Esa información le vino bien a Miles porque, pocas horas después, le llegó un telegrama de Luis Emeterio Torres, gobernador de Sonora, indicando que el prefecto de Arizpe le había informado que los apaches deseaban rendirse a él, pero que lo impidieron las tropas estadounidenses. Miles respondió al gobernador enviándole el mensaje de Lawton. El destacamento mexicano se volvió hacia el sur a excepción de un soldado que Aguirre dejó con los estadounidenses para comprobar la rendición.
Lawton también había informado a Miles que su destacamento estaría en San Bernardino [Cochise County, Arizona] con Gerónimo, Naiche y sus seguidores, en total 38, mañana, el 29 del corriente. Y añadía: “Gerónimo vino a rendirse y estoy seguro de que lo hará […] Existen muchas complicaciones y a veces temo por el resultado final”. Cada incidente provocaba los nervios de Lawton, el cual temía que, de alguna manera y por cualquier motivo, Gerónimo huyera a las montañas de nuevo.
Ese mismo día, el general Miles envió un telegrama a Richard Coulter Drum, Secretario interino de Guerra: “Su despacho transmitiendo el telegrama del presidente recibido. Por favor, transmita la siguiente respuesta: los apaches han estado, sobre el papel, considerados como prisioneros de guerra, pero nunca han estado desarmados ni sin caballos. Si ellos creen en los informes publicados de que van a ser desterrados a la enfermiza Florida, junto a los últimos hostiles, su traslado de un territorio montañoso y boscoso será más difícil, si no imposible. Están de acuerdo en ir a un lugar que yo podría designar. Mi propósito era, si el gobierno lo aprobaba, trasladarlos al menos a 1930 km al este, completamente desarmados, con sus objetos, en el invierno, al menos, a Fort Union, New México, dispersar a los niños por las escuelas industriales del país, instalar a los adultos en uno o dos puestos militares, donde adquirirían hábitos de trabajo, hasta que el gobierno les proporcionara una residencia permanente y medios para subsistir. De esta forma estarían completamente bajo control, estarían satisfechos, y la gente [de Arizona] liberada de su presencia y sin pérdidas de vidas. A Gerónimo se le ha notificado que puede rendirse, pero sujeto a las disposiciones del gobierno. Con mucho respeto, Nelson A. Miles, General de Brigada”.
El 29 de agosto, la banda de Gerónimo avanzaba hacia la frontera, con los tenientes Gatewood, Thomas Jacob Clay [que acababa de llegar con suministros] y Leonard Wood, el teniente cirujano, con el destacamento de Lawton más atrás. A eso de las 14:00 horas, se detuvieron para acampar y esperar a Lawton. Pasó una hora sin saber nada de él ni de los suministros que traía. Gatewood, Clay y Wood solo tenían una lata de leche condensada. Los apaches estaban haciendo fogatas para preparar su comida y Gatewood se fijó en la de Perico, primo 2º de Gerónimo, donde su mujer Biyaneta asaba trozos de carne de venado, un macho cazado esa mañana. También tenía harina, azúcar y café. Viendo sus rostros hambrientos, Perico les invitó a comer. Gatewood recordaría: “La mujer lo puso todo limpio, la comida estaba bien hecha y le gustó vernos comer así, de todo corazón”.
Ese día llega un mensaje de Miles: “Si la columna de apaches va a San Bernardino, deben ir acompañados por su destacamento o tenga rehenes en su poder para obligarles a actuar de buena fe, de lo contrario podrían no ir”. El capitán William A. Thompson, ayudante de Miles, añadió: “El general dice que puede decir a los apaches que lo mejor que pueden hacer es rendirse como prisioneros de guerra. Algunos de ellos pueden permanecer en su campamento como garantía. Usted está plenamente autorizado para recibir su rendición. El general dice que no permite que ninguno de sus oficiales u hombres estén en manos de los apaches, pero cuantos más rehenes tengan en su poder, mejor. Por orden del general Miles”.
Antes de oscurecer, Gerónimo se sorprendió al ver el rifle “Hotchkiss” de Leonard Wood, un arma que nunca había visto. Le preguntó si podía ver el mecanismo. “Debo confesar que me sentí un poco nervioso pensando que fuese un truco para hacerse con una de nuestras armas”, escribió Wood en su diario. Ante tal situación, no podía oponerse abiertamente, enseñando a Gerónimo cómo funcionaba el arma. Este pidió unas pocas municiones para poder disparar el arma. La cargó, apuntó y disparó. Al no tener un blanco fijo, casi da a uno de sus guerreros. Este “casi” fatal accidente, fue para él, divertido, riendo a carcajadas y diciendo varias veces, “buena arma”.
El 30 de agosto, el destacamento de Lawton, con la recua de mulas, llegó al campamento de Gerónimo y de Gatewood, estando todo el día esperando noticias del general Miles. Al analizar el mensaje de Miles del día anterior, Lawton se percató de que los oficiales del Cuartel General de Miles no entendían la situación real, al igual que el propio general, por lo que envió una comunicación: “Señor: Los apaches están acampados a 24 km al sur de aquí a la espera de tener noticias del general. No sé si los apaches hostiles se rendirán ante mí o ante alguien, pero sí al general, y solo es necesario comprender claramente lo que hay que hacer con ellos. Entregar las armas y rendirse incondicionalmente creen, al parecer que significa, que a algunos de ellos los van a matar. Prefieren morir con las armas en sus manos y luchando.
Es una tarea difícil hacerlos luchar cuando no desean, y más aún sorprenderlos y rodearlos cuando están observando cada movimiento.
Mi infantería todavía no ha llegado, aunque he enviado a buscarla dos veces. Solo tengo 26 hombres de caballería, en caballos casi agotados, y después de mi avance a marchas forzadas desde el río Aros y posteriormente por las duras marchas, mi recua de mulas está muy fatigada. He enviado un mensajero al comandante de las tropas en Cajón Bonito [municipio de Agua Prieta, Sonora] pidiéndole ayuda en caso de que los apaches hostiles huyan, lo que creo que harán.
Sinceramente, deseo que el propio general venga y lleve estos asuntos en persona. Si ellos no se rinden, creo que incursionarán de nuevo en los Estados Unidos, y será de nuevo tan terrible como lo puedan hacer, ya que estarán desesperados”.
El general Miles, sin embargo, no tenía intención de reunirse con los apaches “hostiles” hasta estar absolutamente seguro de que iban a rendirse. Si huían sería responsabilidad de un oficial de menor rango, pero no para él. La anterior huida de Gerónimo fue la ruina del general Crook. Él quería la gloria de la campaña de Gerónimo.
El 31 de agosto, el destacamento de Lawton partió, con todos los apaches, hacia el Cañón de Guadalupe [municipio de Agua Prieta, Sonora] acampando otra vez, esperando noticias de Miles. Lawton había estado intercambiando mensajes a través del heliógrafo con Miles, quien respondió al mensaje anterior de Lawton: “Cada vez que tenga una oportunidad de asegurar las personas de Gerónimo y Naiche hágalo por cualquier medio, y anule toda posibilidad de que escapen”.
Poco después, en otro mensaje, añadía: “Si usted cree que es mejor, cuando reciba este mensaje puede decirles que tiene un mensaje mío y del presidente y cuando se los lea, les puede decir que depongan las armas y permanezcan en su campamento o puede hacer lo que le parezca mejor. Si usted tiene alguna garantía o rehenes, yo iré, pero no si ellos van a poner su campamento en las colinas para tener otro tipo de conversaciones y ser solo un medio que les permita llegar varios días antes que las tropas”.
Sin embargo, Miles envió ese día un tercer mensaje: “Si los apaches le dan cualquier garantía, o rehenes, de que van a rendirse ante mí, iré, o puede utilizar cualquier otro medio que usted piense válido. Será justificado el uso de cualquier medida. Si se rinden no los mataremos sino tratados justamente. Estoy dispuesto a partir, pero no a menos que esté seguro de que lo haga bien”.
La ausencia de Lawton mientras intercambiaba estos mensajes, inquietó mucho a los apaches porque varios meses antes había habido allí una escaramuza [un ataque de Chihuahua el 8 de junio de 1885] donde murieron tres soldados, temiendo una venganza de alguien del destacamento. De hecho, el teniente Abiel L. Smith, el oficial que Lawton dejó al mando después de encontrarse con su destacamento poco antes, dijo que, si de él dependiera, pondría fin a todo el asunto de su rendición aniquilándolos. Los apaches se inquietaron tanto que, en un momento, montaron en sus caballos y comenzaron a salir del cañón; las mujeres y los niños delante y los guerreros atrás. Viéndolo, Gatewood montó y galopó hasta alcanzarles. Los soldados le siguieron pero a un ritmo más pausado.
Cuando llegó Gatewood al lado de Gerónimo, este preguntó al teniente qué haría en caso de que los soldados empezaran a disparar. Gatewood respondió que, si es posible, cabalgaría hacia las tropas para detener los disparos; de lo contrario, se iría con los apaches. Naiche, que se había unido a la conversación, dijo: “Tienes que venir con nosotros, por miedo a que alguno de los nuestros crea que quieres traicionarnos y te mate”. Gatewood les dijo que estuviesen alerta, pero que confiasen en los soldados y en el general Miles. Los apaches finalmente accedieron a unirse de nuevo al destacamento, aunque sin desechar del todo sus temores porque le propusieron que fuera con ellos a las montañas cercanas a Fort Bowie donde esperarían mientras él iba a informar al general Miles y a organizar su rendición ante él. Gatewood escribiría: “Yo sabía que el general no estaba en Fort Bowie, y al ir allí, los apaches podían ser atacados y huir dejándome a mí en la estacada”. También sabía que cualquiera que permitiera a los apaches «hostiles» huir, o que pudiera ser considerado responsable de la misma, arruinaría su carrera en el Ejército. Durante ese día, mientras Lawton estaba fuera, Gatewood se enteró de que algunos de los jóvenes oficiales habían concebido un plan para atraer a Gerónimo con un pretexto a su campamento y matarlo. Temiendo que los apaches se enterasen, Gatewood propuso esa noche a Lawton irse y unirse a algún otro destacamento. Dijo que sus órdenes eran ir con Kayitah y Martine para contactar con Gerónimo y entregarle un mensaje y que, ya que todo eso se había logrado, no debía quedarse con su destacamento [de Lawton]. Este respondió que era necesario que se quedara, que ambos tendrían problemas si los apaches huían de nuevo a las montañas, y que usaría la fuerza, si fuera necesario, para retenerle.
Gerónimo dio las garantías necesarias a Miles enviando a Fort Bowie como rehén a Perico, primo 2º suyo. Para acompañarle, Gatewood envió a Kayitah y al intérprete George Wratten [hombre blanco que sabía perfectamente apache y que llegaría a vivir más de 20 años con ellos, incluso siendo prisioneros de guerra]. Perico recibió orden de decir a Miles que los apaches «hostiles» querían rendirse, con la esperanza de que así se les permitiera regresar a Arizona en un plazo razonable de tiempo. Llegaron el 2 de septiembre, encontrando que Miles no estaba en Fort Bowie, pero este, incluso cuando le llegó el mensaje de que Gerónimo había entregado un rehén, expresó dudas sobre su sinceridad.
El 1 de septiembre, Miles había telegrafiado a Lawton: “Si usted está seguro de que los apaches se rendirán ante mí, partiré esta noche”. Miles se debatía entre dos sentimientos conflictivos. Si, efectivamente, querían rendirse, quería estar presente para apuntarse el éxito; pero si los apaches huían a las montañas, quería estar lejos para que no le pasara lo que a Crook, por lo que necesitaría un chivo expiatorio, lo que ponía al capitán Lawton de los nervios.
El 2 de septiembre, la banda de Gerónimo con los soldados de Lawton y Gatewood llegaron al Skeleton Canyon [Cochise County, Arizona]. Lawton envió un mensaje a Miles pidiéndole que viniese a negociar con Gerónimo: “Los apaches están muy inquietos e intranquilos en su último campamento, al ver el movimiento de las tropas y la cantidad de correos que llegan a mi campamento que, quizás, no pudieran entender. Están excepcionalmente alertas y vigilantes, y sorprenderles es sencillamente imposible. Quizás se podría matar a traición a uno o dos, pero solo lo empeoraría más.
Hoy, en una charla con Gatewood propusieron ir a las inmediaciones de Fort Bowie y esperarle a usted. Quieren verle y decirle que van a hacer lo que usted les diga. Estoy seguro, y esa es la opinión de los intérpretes y de Gatewood, que son sinceros y están ansiosos de rendirse, pero desean hacerlo solo ante la máxima autoridad.
Hoy nos trasladamos a este punto [Skeleton Canyon], y creo que usted debe venir a la vez y tratarlos como usted crea; o debe darme una orden definitiva sobre qué hacer. La responsabilidad en este momento es demasiado grande para mí. Los apaches están recelosos e inseguros, y la reunión de las tropas les ha hecho sospechar de mí. Hoy me dijeron que no querían dejar sus armas mientras los soldados estén por todas partes, pero cuando usted venga, si les dice que las dejen, lo harán y yo les creo. Ellos han mantenido todas las promesas hasta ahora.
Soy consciente ahora de que asumí una gran responsabilidad cuando les permití venir a mi campamento y les prometí que estarían seguros hasta que pudieran verle, y han lamentado una y mil veces que el teniente Gatewood jamás encontró mi destacamento, pero yo creí sinceramente, y todavía lo creo, que quieren rendirse, y que yo era trasmisor de sus planes. Les he seguido cuatro meses y sabemos lo difícil que es sorprenderlos, y creo que no debemos contribuir a que se vayan de nuevo. A lo sumo un poco de diplomacia los pondrá a todos en nuestras manos como prisioneros […] Yo estaría encantado de tener directamente un oficial suyo para que asuma el mando”.
El mensaje de Lawton llegó a Fort Bowie, enviado a galope hasta la estación de heliógrafo más cercana, y transmitido a Miles, quien iba ya de camino en carruaje. El capitán William A. Thompson, ayudante de Miles, responde a Lawton por heliógrafo que el general llegará al San Bernardino Valley [Cochise County, Arizona] esa misma noche del día 2. De hecho iba hacia el Skeleton Canyon pero muy lentamente, y no teniendo claro si estaba haciendo lo correcto. Siempre tuvo dudas, como lo prueba lo siguiente. El gobernador de Sonora, Luis Emeterio Torres, le había telegrafiado el 31 de agosto para ponerle en conocimiento de lo que le había dicho el prefecto de Arizpe: “Acabo de recibir de Arizpe noticias de la rendición de Gerónimo y su banda a sus tropas. Espero ansiosamente a tener estas noticias confirmadas por usted”. Miles respondió ese mismo día: “Los apaches han estado hablando de rendirse y han estado cerca de nuestras tropas en el cruce de los ríos San Bernardino y Bavispe [los dos en Sonora] pero yo no creo que tengan intención de rendirse y creo que estaría bien tomar todas las precauciones contra sus incursiones o su retorno a la región montañosa de la Sierra Madre”.
Ese mismo día, Miles envía dos mensajes intentando justificar un posible fracaso. El primero: “Al comandante general de la División del Pacífico, general Oliver Otis Howard: Hoy voy a la frontera mexicana para ver a los apaches hostiles, pero no anticipemos cualquier resultado favorable. Todavía están en las montañas y no bajo el control de nuestras fuerzas. Todavía hay una posibilidad de que algo bueno resulte”.
El segundo a su esposa: “Voy por la mañana a ver a los apaches hostiles que están con Gerónimo. Ellos han dicho que querían verme. Tengo muy poca fe en su sinceridad y no espero ningún buen resultado. Pero todavía hay una posibilidad de que vengan, y creo que debo agotar todos los esfuerzos para conseguir que no se pierdan más vidas, si es posible”. Miles pasó la noche en el Rucker Canyon [Cochise County, Arizona]).
El 3 de septiembre, Miles llegó a las 15:00 horas al Skeleton Canyon, en las Peloncillo Mountains [Cochise County, Arizona]. Gerónimo llegó desarmado desde su campamento, estrechó la mano de Miles y luego miró a los oficiales comenzando la reunión. “El general Miles es amigo tuyo”, tradujo el intérprete. “No lo había visto nunca, pero durante este tiempo he necesitado amigos. ¿Por qué, entonces, no estaba a mi lado?”, contestó Gerónimo. Cuando tradujeron esas palabras, los oficiales estallaron de risa. Más tarde, Miles diría: “Era uno de los hombres de aspecto más inteligente, más resuelto y decidido que haya encontrado nunca. Creo que nunca he visto una mirada tan clara, penetrante y misteriosa como la suya […] Cada uno de sus movimientos denotaba vigor, energía y determinación. Todo cuanto hacía tenía un propósito”.
La conversación fue traducida del inglés al español y del español al apache y luego al revés. Un estadounidense llamado Nelson hizo la traducción del inglés al español; y un apache, José María Yaskes, lo traducía del español al apache.
Gerónimo quiso saber bajo qué condiciones se rendía. Miles respondió dibujando una línea en el suelo, diciendo: “Esto representa el océano”. A continuación, puso al lado de la línea, una roca. “Esto representa el lugar donde está Chihuahua [estaba en Florida] con su banda”.
Luego puso otra piedra a corta distancia de la primera y dijo: “Esto te representa a ti, Gerónimo”. Cogió una tercera piedra y la puso cerca de la segunda. “Esta representa a los apaches en Fort Apache. El presidente quiere llevarte y juntarte con Chihuahua”. Acto seguido cogió la piedra que representaba a Gerónimo y su banda y la puso al lado de la que representaba a Chihuahua en Florida. Por último, puso la que representaba a los apaches de Fort Apache al lado de las que representaban a Gerónimo y Chihuahua, diciendo: “Esto es lo que el presidente quiere hacer, tener a todos juntos” [en Florida]. Miles dijo en esta
conversación que la estancia en el Este tendría una duración indefinida, pero que al final de la misma, los apaches serían devueltos a Arizona. Y concluyó: “Dile que no tengo nada más que decir. Me gustaría hablar normalmente con él, pero no entendemos nuestras respectivas lenguas”. Gerónimo acto seguido se dirigió a Gatewood, sonrió y dijo en apache: “Bueno, usted dijo la verdad”. Luego le dio la mano a Miles y dijo que no importaba lo que los demás hicieran, que él se rendía. Hasta que salieron para Fort Bowie al día siguiente, Gerónimo rara vez se alejó de la vista de Miles, como si temiera que el general se olvidara de su acuerdo. Gerónimo sabía lo suficiente sobre la legislación civil de Arizona y no tenía ningún deseo de estar a disposición de los sheriffs Robert S. Hatch [Cochise County, Arizona] o Eugene O. Shaw [Pima County, Arizona] para ser juzgado civilmente. Desde el 6 de octubre de 1885, había una recompensa de 500 $ por la entrega de Gerónimo, vivo o muerto; y 250 $ por cualquier otro miembro de su banda. Florida era preferible al tipo de justicia que le iban a ofrecer en Arizona. La única dificultad de la noche fue que Naiche no había aparecido a la conferencia con Miles. La rendición no sería completa hasta que el jefe hereditario de los apaches chiricahuas no estuviera presente [En realidad el hijo de Cochise era jefe de lo que quedaba de los apaches chokonen, pero por el prestigio de su padre y por la unión del resto de bandas, fue considerado así].
El 4 de septiembre, Naiche estaba en las colinas, a varios kilómetros de distancia, con varios miembros de la banda. Naiche estaba esperando a su “hermano”, que estaba buscando unos caballos que habían dejado en Sonora. Estaba preocupado por él porque cerca había soldados mexicanos. Naiche no tenía hermanos varones vivos. Se refería a Atelnietze, un miembro de su banda. Era unos ocho años mayor que Naiche, siendo probablemente su primo, un hijo de uno de los hermanos o hermanas de Cochise, o medio hermano, hijo de la segunda esposa de Cochise. Su esposa Ha-o-zinne, Gerónimo y Gatewood, fueron a decirle que Miles había llegado y que sería descortés hacerle esperar.
Gatewood, Naiche tenía con él de 12 a 15 guerreros con sus familias. Gatewood le dijo: “Naiche, usted me prometió que cuando llegáramos a la frontera hablaría con el general Miles sobre la rendición”. Naiche se quedó pensativo y respondió: “Así es”, y de inmediato fue con Gatewood a reunirse con Miles. Reunió a su banda, los llevó y se entregó formalmente. Todos los apaches “hostiles” dejaron sus armas y se hicieron los preparativos para el viaje a Fort Bowie. Miles diría de él: “Un joven guerrero, alto y delgado, cuya dignidad y elegancia de movimientos son dignos de cualquier príncipe”.
Miles continuó sus conversaciones con Gerónimo y Naiche quienes acabaron convencidos de ir a Fort Bowie [Cochise County, Arizona] cuando se desató una gran tormenta, por lo que todos se refugiaron en las tiendas de campaña y en los carros. Miles, Naiche y Gerónimo se sentaron juntos. Miles escribió en su informe que “Naiche, el hijo de Cochise y jefe hereditario de los apaches chiricahuas efectuó la rendición de su banda ayer por la mañana”. La última guerra apache había terminado.
Según los exploradores apaches Kayitah y Martine, los términos de la rendición de Gerónimo son controvertidos, la entrega estaba lejos de ser incondicional. De hecho, las circunstancias del caso parecen demostrar que el general Miles no estaba en condiciones de exigir la rendición incondicional de los “hostiles”, y que la persuasión era el principal factor de éxito en la última compaña contra Gerónimo. La reputación de astucia que tenía este no sería tal, si cuando estaba lejos de su enemigo, se hubiese entregado sin condiciones.
Entre los exploradores apaches presentes durante la rendición de Gerónimo estaban Víctor, llamado Beto por los apaches [un ex cautivo mexicano que había ascendido a la posición de líder de un grupo local aravaipa, y responsable del secuestro de Mickey Free], y Goodah-Goodah [también conocido como Goodygooya, uno de los primeros cuatro policías apaches que reclutó John Philip Clum].
A las 10:00 horas de la mañana del 5 de septiembre, Miles, Gerónimo, Naiche y otros cuatro apaches [tres hombres y una mujer] partieron en un carro ambulancia a Fort Bowie, escoltados por un destacamento al mando de los tenientes Wilder y Clay. Miles dijo a Bill Gadd, conductor del carruaje: “No dejes que el sol se ponga sobre ti”. El general tenía prisa por recorrer los 105 km antes de que se hiciese de noche. Al acercarse a Fort Bowie, Wilder cabalgó hasta allí regresando con una botella de whisky. Miles preguntó para qué era. Wilder respondió: “Clay debe de estar sediento por el polvo por ir detrás del carruaje, y pensé que querría beber algo”. Miles replicó: “No, espere a que Clay ponga a los apaches en el cuerpo de guardia y tendrá todo lo que quiera para beber”. Antes de llegar a Fort Bowie, Gerónimo miró hacia las Chiricahua Mountains diciendo: “Esta es la cuarta vez que me rindo”. Miles respondió rápidamente: “Y creo que es la última…”. Esa noche, una vez desarmados, la pasaron en el calabozo. A media tarde del mismo día, 5 de septiembre, el resto de apaches se dirigieron al norte con Lawton, Gatewood y Wood. La noche del 7 de septiembre la pasaron a 9’5 km al sur de Fort Bowie, donde Nohchlon, esposa de Chappo [hijo de Gerónimo] tuvo un bebé.
Miles envió mensajes al general Howard, y a los gobernadores de Arizona, Conrad M. Zulick; New Mexico, Edmund G. Ross; y Sonora, Luis Emeterio Torres, indicando que los apaches se habían “rendido como prisioneros de guerra y que la rendición de Gerónimo era incondicional”. Howard notificó a sus superiores el hecho y que “… los chiricahuas deben enviarse directamente a Fort Marion [St. Augustine, St. Johns County, Florida] como el presidente, a través del Departamento de Guerra, ordenó”).
El 6 de septiembre, Miles telegrafió a L. Q. C. Lamar, Jr., al Departamento de Interior: “Los apaches se han rendido como prisioneros de guerra el 4 de septiembre. Regresé aquí anoche trayendo a Gerónimo, a Naiche, el jefe hereditario y a otros tres. Lawton traerá al resto por la mañana, unos 40 en total. Están perfectamente obedientes y harán lo que yo diga. Tengo la intención de enviarlos a Florida en unos pocos días, a menos que se ordene lo contrario…”.
Antes, “The Washington Star” había anunciado la decisión del Departamento de Guerra de llevar a toda la tribu chiricahua a Fort Marion [St. Augustine, St. Johns County, Florida]. Miles había ordenado comenzar el proceso. Los apaches debían ser tratados como prisioneros de guerra. Con los cuatro jefes en Washington, los chiricahuas de la reserva estaban impacientes hasta su llegada, en especial Chiva [ahora líder de la pequeña banda de Bonito], Bish-to-yeh y Zele; al igual que los
chihennes esperando el regreso de Kaahteney y Loco. El domingo, 29 de agosto, el comandante Wade recibió la orden de reunir a los chiricahuas cuando fueran al fuerte a recoger sus raciones semanales. Miles envió cuatro destacamentos de caballería desde San Carlos, Fort Thomas [Graham County, Arizona], y Alma [Catron County, New Mexico] por si Wade los necesitaba. Al mediodía los chiricahuas estaban alineados para recibir
sus raciones. Cooney y otros cuatro chiricahuas servían como exploradores para mantener el orden. Toclanny estaba a punto de recibir su ticket cuando apareció un destacamento de caballería. Después llegó la infantería y los exploradores White Mountain, rodeando a los chiricahuas. Los hombres chiricahuas se quedaron allí sosteniendo sus armas sin saber qué hacer. Ante esta crítica situación, Wade llegó para calmar los ánimos. Después de asegurar a los chiricahuas que nadie les haría daño, ordenó que se sentaran, viendo a los soldados desarmar a los cinco exploradores chiricahuas, quitándoles sus rifles y cartucheras. Los demás chiricahuas sufrieron la misma experiencia mientras llevaban a las mujeres y niños a acampar cerca del fuerte.
Poco después, los hombres fueron llevados a un granero, donde Wade les informó que el gobierno había decidido llevarles a otro lugar. Dijo que los soldados querían la paz. Pocas horas después, los exploradores Western Apaches trajeron a Tuzzone [un antiguo sargento de exploradores con Crawford] y a su mujer desde San Carlos, quienes se habían escapado. Los exploradores le llevaron al granero con los demás. Durante los próximos nueve días permanecieron encerrados bajo una fuerte custodia. Estaban desconcertados ya que muchos de ellos habían servido como exploradores contra los “hostiles”. Según Betzinez, Massai fue el único que intentó incitar a una sublevación, pero no tuvo apoyo.
Mientras, el coronel Langdon analizaba las condiciones de Fort Marion, recomendando que los padres y los niños no fuesen separados y fuesen enviados juntos a Carlisle. Sugirió que se dispusiera para ese fin terreno suficiente en Carlisle).
El 7 de septiembre, el presidente Cleveland ordenó que todos los “hostiles” fueran custodiados como prisioneros hasta que puedan ser juzgados por sus crímenes y los que tengan que ser enviados a Florida, sean trasladados de inmediato. Esta orden fue enviada a Howard, quien la reenvió a Miles. Este envió un telegrama al Secretario interino de Guerra, R. C. Drum, quien se lo reenvió al presidente Cleveland diciendo: “Aquí no hay alojamiento para mantener a estos indios, y si se escapan a una de estas montañas pueden causar problemas y todo el trabajo realizado por el Ejército se habrá perdido. Todo está preparado para el traslado y yo, sinceramente, solicito permiso para sacarlos de este territorio montañoso por seguridad; por lo menos a Fort Bliss [El Paso County, Texas]; a Fort Union [Mora County, New Mexico]; o a Fort Marion [St. Augustine, St. Johns County, Florida]”.
El presidente Cleveland respondió a la solicitud de Miles: “Creo que Gerónimo y el resto de los hostiles deben ser enviados de inmediato a la instalación militar o prisión más cercana, donde puedan estar debidamente vigilados. Lo más importante ahora es evitar toda posibilidad de escape”.
A primeras horas de la mañana del 8 de septiembre, el teniente Robert F. Ames llegó galopando al campamento de Lawton, a unos 11 km de Fort Bowie, despertando a los soldados y chiricahuas por igual, haciendo que estos se dispersaran. Wood dijo que la acción de Ames era estúpida. Cuando se reagruparon, los soldados descubrieron que Atelnietze, Satsinitsu [cuñado, sobrino o hijo de Atelnietze?] y un viejo nednai llamado Nat-cul-baye [también conocido como José María Elías] habían desaparecido junto a tres mujeres [dos esposas de Atelnietze? y Dejonah, probablemente la esposa de Nat-cul-baye] y un niño. Si Dejonah y Ejonah son la misma persona como se cree, eso no fue así, ya que Ejonah falleció en Fort Sill [Oklahoma] el 26 de agosto de 1900. Se dirigieron hacia el sur, vagando por la Sierra Madre libremente durante una década. Una versión dice que, a pesar de la inmediata persecución, eludieron a las tropas internándose en México, falleciendo todos dos meses después, excepto una mujer, a manos de los Rurales de Sonora al mando del coronel Emilio Kosterlitzky, pero eso no fue así.
Atelnietze sería herido gravemente en una escaramuza con soldados estadounidenses en 1896 y probablemente falleció poco después. No se sabe cuando falleció Nat-cul-baye, pero se le menciona en un informe de un ataque a unos mineros en 1908, por lo que su muerte sería posterior.
Lawton siguió adelante, llegando con el resto de chiricahuas a Fort Bowie, esa misma mañana del 8 de septiembre. Llegó uno más porque Nohchlon, la esposa de Chappo [hijo de Gerónimo] había tenido una niña. Miles ordenó llevar a la banda de Gerónimo a la estación de Bowie para llevarles al Este, a cargo del capitán Lawton. Primero les desarmaron en la plaza de armas, y pocas horas más tarde les subieron a unos carros, siendo llevados a la estación de Bowie para su primera etapa de su viaje a Florida. Mientras dejaban Fort Bowie, la banda de música del puesto tocaba “Auld Land Syne”. A las 14:55 horas, el tren partió de la estación de Bowie con la banda de Gerónimo y Naiche y con los dos exploradores apaches del teniente Gatewood, Martine y Kayitah, acompañándoles el intérprete blanco George Wratten. Antes de que el tren saliese, llegó un telegrama de Sheridan diciendo:
“Como el presidente aún no ha decidido qué hacer con la banda hostil de Gerónimo y, ya que son presos sin condiciones, se les mantendrá confinados en Fort Bowie hasta que la decisión del presidente le sea comunicada”. Pero el ayudante de Miles, el capitán William A. Thompson, no informó a Miles del contenido del telegrama hasta que el tren partió. Miles declararía que no tuvo conocimiento del contenido del telegrama hasta seis semanas más tarde, pero todo hace indicar que era perfectamente consciente de su existencia.
Los chiricahuas trasladados eran:
Ahnandia, bedonkohe de unos 26 años, primo 2º de Gerónimo, y su mujer, Tah-das-te, chokonen de unos 26 años.
Beshe, chokonen de unos 70 años, y su mujer Ugohun, chokonen de unos 58 años [padres de Ha-o-zinne].
Chappo [hijo de Gerónimo y de su 2ª mujer, Chee-hash-kish], bedonkohe de 22 años; su mujer, Nohchlon [Nahdclohnn], bedonkohe de unos 17 años; y su hija de un mes.
Fun [medio hermano de Perico y primo 2º de Gerónimo], bedonkohe de unos 22 años, y su mujer, Tah-tzil-toey, nednai de unos 19 años.
Gerónimo, bedonkohe de unos 63 años, y su mujer, She-gha [también llamada Ga-ah], chokonen-nednai de unos 35 años [Ih-tedda y Zi-yeh estaban en Florida].
Hunlona o Lonah, nednai de unos 21 años; [sobrino de Beshe y primo de Ha-o-zinne. Su mujer, Dolan, chokonen de unos 36 años; y su hija Bessie, de 3 años, estaban en Florida].
Kilthdigai, soltero de unos 35 años. No se sabe nada más de él, siendo posible que se le conociese por otro nombre.
Laziyah, nednai de unos 46 años [hermano de Nah-bay] y su mujer de unos 37 años de nombre desconocido.
Mohtsos, chokonen, de unos 35 años [su esposa chokonen Bashdelehi y sus hijos Clarence Bailtso y Archie Mohtsos; y su esposa chokonen Nahzit-zohn, y su hijo Ah-tay o James Holly estaban en Florida].
Nah-bay o Napi, [hermano de Laziyah] nednai de unos 45 años; su mujer de unos 35 años, de nombre desconocido; y su hija de 2 años.
Naiche, chokonen de unos 30 años, y su mujer, Ha-o-zinne, chokonen de unos 18 años.
Perico [medio hermano de Fun y primo 2º de Gerónimo], bedonkohe de unos 46 años, y su mujer, Biyaneta, chihenne-bedonkohe de unos 28 años.
Tissnolthos, chokonen de unos 26 años [sobrino de Eugene Chihuahua] y su mujer Oskis-say [Goskayzhn] de 16 años.
Yahnozha, nednai de unos 21 años [cuñado de Gerónimo y hermano de She-gha] y su mujer, Rachel Tsikahda, chihenne de unos 20 años.
Calvin Zhonne, chokonen, soltero de unos 21 años [hijo de Ugohun e hijastro de Beshe, y medio hermano de Ha-o-zinne.
Y los jóvenes:
Regis Alchintoyah [Estchinaeintonyah], nednai de 9 años, hijo de Ejonah y primo de Sam Kenoi.
Garditha, nednai, huérfano de unos 10 años.
Jasper Kanseah [Scayocarne], chokonen-bedonkohe de unos 15 años, sobrino de Gerónimo y pariente de la mujer de Fun.
Losahnne [Leosanni], nednai de 6 años, hija de Neezhgolthkisen y de Niyah, que estaban en Florida.
Miles tuvo una reunión final con Gerónimo y Naiche en la que les dijo: “A partir de ahora queremos empezar una nueva vida”; y sosteniendo una de sus manos con la palma abierta y hacia arriba, hizo una línea sobre ella con el dedo de la otra mano y, señalando a la palma de la mano, dijo: “Esto representa el pasado, todo cubierto de huecos y crestas”. Luego, frotando las dos manos, dijo: “Esto representa el borrado del pasado que se considera lisa y llanamente olvidado”.
Al mando de los 20 hombres del 4º de Caballería que custodiaba a la banda de Gerónimo en su traslado a Florida estaba el capitán Lawton, con los tenientes Thomas Jacob Clay y A. L. Smith, el teniente cirujano Leonard Wood, y el intérprete George Wratten. La Orden de Campo nº 89, emitida por el general Miles, indicaba: “… hacerse cargo de los prisioneros de guerra apaches chiricahuas y continuar con ellos hasta Fort Marion, Florida” [Luego serían llevados a Fort Pickens].
El mismo día, 8 de septiembre, el teniente coronel Wade, al mando de varios destacamentos de infantería, caballería, y exploradores Western Apaches, llevaban a 383 chiricahuas desde Fort Apache a Holbrook [Navajo County, Arizona]. Les dijeron que iban a Washington, D. C. para reunirse con el presidente de los Estados Unidos. Miles había ordenado llevar a Dos-teh-seh, porque “si dejas uno, otros querrán quedarse”. Su hija y su yerno Gokliz, un Western Apache, eligieron acompañarla. En la parte delantera y trasera de la columna iban compañías de infantería, mientras que las unidades de caballería cubrían los dos flancos. Los exploradores apaches iban con sus carabinas preparadas cortando cualquier vía de escape. Los soldados habían atado las manos de los hombres viajando en carros del ejército. Las mujeres y los niños iban con sus monturas, 140 caballos y mulas, y cientos de perros. El progreso era lento a causa de los caminos embarrados. El primer día, cruzaron el White River, donde varios carros volcaron, pero nadie se ahogó. Esa noche acamparon en el rancho de Cooley. Aquí los exploradores Western Apaches hicieron una danza, acompañados por las mujeres chiricahuas. Sus maridos solo podían mirar, sintiendo la humillación.
Por las noches, los soldados vigilaban estrechamente para que nadie pudiera escaparse y para protegerles de un grupo de vaqueros que seguían a la caravana de cerca, buscando una oportunidad para saldar viejas cuentas con los apaches. Llegaron el 12 de septiembre después de recorrer, lentamente durante cinco noches y seis días, los 160 km que les separaban de Holbrook. Esa noche, los exploradores Western Apaches realizaron otra danza con las mujeres
chiricahuas. Durante esa última noche en Arizona, permitieron a los apaches comer los últimos novillos que iban con la caravana. El teniente Stover describió esa noche: “¡Qué vista! Yo estaba de pie en una zona alta sobre la vía del tren, con vistas al gran campamento junto al río Little Colorado, viendo un espectáculo que quizás nadie verá de nuevo. Varios cientos de hogueras brillaban entre el monte bajo, y alrededor de cada una de ellas, grupos de indios bailaban y cantaban celebrando su próximo viaje para ver al ‘Gran Padre’ en Washington. Los tambores sonaban sin cesar y el frenético canto monótono de los indios impregnaba el aire de la noche, y el aullido lastimero de los miles de perros [que parecían olfatear una catástrofe], daba una impresión curiosa y maravillosa, difícil de olvidar. Esta reunión duró toda la noche y muchos habitantes de la pequeña localidad fronteriza de Holbrook la pasaron viendo el espectáculo”.
A primeras horas del día siguiente, 13 de septiembre, los 383 apaches chiricahuas fueron llevados al tren. Los 92 soldados y oficiales del teniente coronel James F. Wade, comenzaron a acercarse al tren, obligando a los apaches a subir a los vagones. Antes de subir a los vagones, los soldados soltaron las manos de los hombres. Muy pocos de ellos había estado alguna vez en un tren [solo unos pocos exploradores] por lo que se resistían a subir. Los soldados arrojaron
a las mujeres y a los niños al tren por la fuerza entre fuertes gritos. Los hombres siguieron a sus familias. Todas las ventanas de los vagones donde iban los apaches habían sido afianzadas para evitar huidas, a pesar del calor de septiembre. Cuando el tren arrancó de un tirón, todos los apaches se levantaron y comenzaron a gritar. Poco a poco se calmaron, observando el paisaje. Todas sus pertenencias quedaron atrás, y cuando el tren arrancó, los miles de perros abandonados corrieron frenéticamente para mantenerse al lado de los vagones en movimiento, ladrando con todas sus fuerzas.
Poco a poco los perros disminuyeron su velocidad, aunque algunos de ellos corrieron durante 30 km. El teniente Stover más tarde preguntó a un residente de Holbrook qué había sido de los perros: “Solo teníamos que llegar y dispararles desde lo alto de los caballos, lo que nos mantuvo ocupados. Los caballos de los apaches no supusieron mayor problema; el 10º de Caballería los llevó a Fort Union [Mora County, New Mexico], donde fueron vendidos en subasta pública”.
Durante el viaje del tren, los primeros y los últimos vagones iban ocupados por los soldados de la escolta y, entre cada vagón, en las plataformas, iban cuatro soldados. Las paradas para echar agua a la locomotora se hacían a lo largo de la ruta, no en las poblaciones. Las raciones se pusieron en seis montones, designándose a seis apaches para llevar la comida a sus respectivos grupos. Debido a que las puertas y ventanas estaban cerradas, al no poder asearse, al calor de septiembre del suroeste, y a la ausencia de sanitarios, el olor en el interior de los vagones aumentó de forma considerable. En cada vagón había de 50 a 60 personas. El teniente Stover recordaría más tarde: “En la primera parada, después de que hubiesen dejado salir a los indios, el superintendente de la ruta, que estaba en el tren, quiso ir al interior de uno de los vagones, pero no pasó de la puerta. ‘¡Uf!, esto es horrible!’, exclamó. ‘Supongo que todo lo que podemos hacer con esto es quemarlo cuando lleguemos a nuestro destino‘. Esa noche tuve que ir a la parte posterior del vagón del tren, y como no había paradas, me vi obligado a hacer mi camino a través de todo el tren. ¡Cielos! Cuando pienso en ese viaje, incluso en este momento, me mareo. Algo había que hacer para limpiar los coches, pero cualquier método normal hubiera sido insuficiente, por lo que cuando el tren se paró para comer a la mañana siguiente, el superintendente tenía cada vehículo preparado para lavarlo con una manguera y un potente chorro de agua. Claro que no era un placer ir en uno de los vagones después de esta limpieza, pero era la única manera de que cualquier humano, aparte de un indio, pudiese entrar en ellos”.
El tren pasó a través de Albuquerque [Bernalillo County, New Mexico] hacia St. Louis [St. Louis County, Missouri]. Como iba lentamente hacia el este, parando en los desvíos para que pasasen todos los demás trenes, los apaches sospecharon cada vez más de que no iban a Washington para ver al ‘Gran Padre’. Los soldados les prometieron que serían bien tratados; sin embargo, estaban llenos de dudas y en un constante estado de alarma. Cuando el tren entró en un largo túnel, los apaches se asustaron gritando de terror. Cuando el tren salió por el otro extremo del túnel, la mayoría estaban bajo sus asientos. Al este de St. Louis, una mujer apache dio a luz a un niño. En la siguiente parada, dos hombres [Massai y un nativo tonkawa adoptado por los apaches llamado Gray Lizard] lograron esconderse fuera del tren y huir, llevándoles un año regresar a Arizona. Varios autores dudan de la existencia de Lizard, entre ellos Leah Candolin Cook en su trabajo “The Last Apache ‘Broncho’: The Apache Outlaw in the Popular Imagination, 1886-2013”. Solo mencionó la existencia de Lizard, Alberta Begay, hija de Massai. Desde St. Louis, el tren se dirigió a Atlanta [Fulton County, Georgia], y luego a Jacksonville [Duval County, Florida], donde había tantos curiosos en el andén de la estación que los guardias del tren tuvieron que emplearse en mantener el orden entre ellos. Los espectadores se sorprendieron mucho al ver que los niños e incluso algunos hombres no llevaban el clásico taparrabos. También les impresionó la dignidad de los hombres. Como dijo un observador: “Las mujeres cargaban con el equipaje mientras que los hombres cargaban con su dignidad”.
Jacksonville estaba muy cerca de Fort Marion, [St. Augustine, St. Johns County, Florida], a donde llegaron en las primeras horas del 20 de septiembre, uniéndose al grupo de Chihuahua y a los miembros de la delegación de Chato y Loco. Además del pequeño grupo de Atelnietze, solo quedaba libre la pequeña banda de Mangas, formada por tres hombres y ocho mujeres y niños, los cuales se rendirían cerca de Fort Apache el 18 de octubre, siendo también enviados a Florida.
El 9 de septiembre, el general Miles, que había viajado a Albuquerque [Bernalillo County, New Mexico], recibió el telegrama que envió Sheridan y que llegó a Fort Bowie el día 8 [posiblemente, ese telegrama es el que recogió el capitán William Thompson]. Miles telegrafió al general Howard informando que los apaches se rindieron solo a condición de ser exiliados. Miles informó al Departamento de Guerra que él cumplió con la orden de llevarles al puesto o prisión más cercana. Afirmó que envió a los chiricahuas a Florida, pero podrían ser interceptados en Fort Sam Houston [San Antonio, Bexar County, Texas] o desviados a Fort Leavenworth [Leavenworth County, Kansas].
El general Howard telegrafió a Miles: “Tengo la orden del presidente, enviada directamente al general Nelson Appleton Miles desde el Departamento de Guerra, que ordena conducir a los prisioneros chiricahuas al fuerte más cercano o prisión militar”. Por el contrario, Gerónimo y su banda habían sido enviados a San Antonio [Bexar County, Texas] en ruta hacia Fort Marion y, ciertamente, esas no eran las órdenes del presidente de enviarlos al fuerte más cercano o prisión militar. Cuando en Washington se tuvo conocimiento del traslado de los apaches, pidieron explicaciones a Miles: “¿Por qué ha actuado así en contra de la orden dada por su superior Sheridan, el 7 de septiembre, de mantenerlos bajo vigilancia hasta que el presidente hubiese decidido sobre el asunto y por qué lo hizo con tanta celeridad?”. Estas fotografías fueron hechas por el fotógrafo A. J. McDonald, cerca de donde el ferrocarril “Southern Pacific Railroad” cruzaba el río Nueces, a unos 96 km al oeste de San Antonio.
El 10 de septiembre, el Secretario interino de Guerra, Richard C. Drum ordenó que el tren de Gerónimo fuese detenido en San Antonio. Los apaches fueron detenidos allí durante seis semanas. El propósito era determinar bajo qué condiciones se rindieron y decidir qué hacer con los apaches.
Los términos originales de la rendición ofrecidos por Gerónimo, Naiche y Nana, y aceptados en marzo por el general Crook en el Cañón de los Embudos, fueron, la estancia en Florida durante dos años para volver a las reservas de Arizona. El presidente Cleveland se negó a aceptar estos términos, a pesar de haber autorizado a Crook a aceptarlas si “era necesario para asegurar su rendición”. La posterior huida de Gerónimo a México dio a Cleveland y al general Sheridan la excusa para anular el acuerdo de Crook con los apaches “hostiles”, incluso con los que no habían huido. Después de la rendición final de Gerónimo al general Miles, no solo los “renegados”, sino otros apaches chiricahuas de la reserva y exploradores apaches leales fueron detenidos y enviados también a Florida. Crook lucharía toda su vida para revocar esa decisión y permitir a los apaches volver a una reserva más adecuada para el clima a los que estaban acostumbrados. Gerónimo expresó al intérprete George Wratten su preocupación. “¿Matarán a alguien de los míos? A mí no me van a matar”, aseguró a Wratten. “Tengo esa promesa de Usen, pero mis guerreros no están tan protegidos. Usen prometió que ni mi hermana [Nah-dos-te, mujer de Nana] ni Daklugie [el hijo de Juh] morirían, y que yo viviría para ser un hombre viejo y tener una muerte natural. Pero él no dijo nada con respecto a los bravos. Es por ellos por los que temo”. Mientras, el 12 de septiembre, el Secretario interino de Guerra, Richard Coulter Drum ordenó enviar a Chato y su delegación de Fort Leavenworth a Fort Marion.
En septiembre, Ih-tedda [esposa de Gerónimo] dio a luz a una niña [fue el único bebé apache nacido en Fort Marion durante ese mes] en Fort Marion a donde había sido enviada con el grupo de Chihuahua el pasado 7 de abril, a la que el teniente coronel Loomis L. Langdon registró como Marion por el lugar de nacimiento [pero en el futuro se cambiaría el nombre por Lenna]. El presidente Cleveland ordenó a Miles realizar un informe completo sobre los términos de la rendición que dio a los apaches).
* El 14 de septiembre de 1886, la delegación de Chato y Loco salen de Fort Leavenworth (Leavenworth County, Kansas) en tren, no hacia Arizona, sino hacia la prisión de Fort Marion. ([St. Augustine, St. Johns County, Florida]. Mientras, el 15 de septiembre, el periódico “Pensacola Commercial” de Pensacola [Escambia County, Florida] sugería que Gerónimo y sus seguidores fueran encarcelados en Fort Pickens [Escambia County, Florida].
El 18 de septiembre, la delegación de Chato y Loco llegaba a Fort Marion. Eran 13 apaches, 10 hombres [Askadodilges [Charlie], Chato, Nelson Gonaltsis [Patricio], Paul Guydelkon [Ke-lilq-kau], Kaahteney, Loco, George Noche, No-stle [Knox Nostlin], No-talq, y Tom Chiricahua [Be-da-zis-shu]; y tres mujeres, Chish-odl-netln y Chiz-pah-odlee [esposas de Loco], y Ke-nai-didlg [nieta de Loco], constituyendo el segundo contingente de apaches chiricahuas, tras el de Chihuahua, en llegar a Fort Marion.
El 20 de septiembre, llegaban a Fort Marion, custodiados por los soldados del teniente coronel Wade, los 381 chiricahuas [el tercer contingente] que habían salido el 13 de septiembre de Holbrook [Navajo County, Arizona]. Habían salido 383, pero por el camino se escaparon dos, Massai y Gray Lizard, un nativo tonkawa adoptado por los apaches. Según el “Annual Report of the Secretary of War”, eran 278 adultos; 41 niños entre 5 y 12 años; y 62 niños menores de 4 años. Entre ellos había 15 exploradores; los otros dos, Kayitah y Martine estaban con Gerónimo. El general Sheridan demostró su desprecio por los exploradores que habían servido lealmente a los Estados Unidos en la campaña contra Gerónimo al mantenerlos con los demás chiricahuas. Esos 381 apaches, más los 13 del grupo de Chato, más los 73 del grupo de Chihuahua [habían muerto un adulto y 3 niños] sumaban 471 personas en Fort Marion.
El 22 de septiembre, el capitán Bourke escribía a Herbert Welsh, secretario de la “Asociación por los Derechos de los Indios”: “… Si nuestro gobierno construye una política india basada en la traición, la mentira y el doble juego, no se puede culpar a los indios por hacer buenas imitaciones de malos modelos…”.
El 23 de septiembre, el presidente Cleveland ordenó al general Howard hacer un informe detallado relativo a las “circunstancias inmediatas que rodearon a la captura de los apaches”.
El 24 de septiembre, el general Miles respondía a la orden del presidente, presentando un informe completo sobre las condiciones de la rendición. El general Oliver Otis Howard envió un telegrama al presidente y al secretario de Guerra: “Yo creí en un primer momento, por los informes oficiales, que la rendición era incondicional, y que las tropas no iban a matar a los hostiles. Ahora, desde los despachos del general Miles, y desde su informe anual, remitido por correo el presente día 31, las condiciones son sencillas; 1º, que la vida de todos los apaches debe garantizarse; y 2º, que deben ser enviados a Fort Marion, Florida, con su tribu, incluyendo a sus familias, habiendo dado ya la orden.
Acabo de recibir un despacho del general Miles, y al ser por correo, es largo, pero no añade ningún hecho respecto a los términos de la rendición de los apaches hostiles”).
El 25 de septiembre, Richard Coulter Drum, Secretario interino de Guerra, ordenó al general Miles que explicase las condiciones exactas que dio a Gerónimo y Naiche para que se rindieran: “Parecería… que Gerónimo, en lugar de ser capturado, se entregó, y que la rendición, en lugar de ser incondicional, contrariamente a lo esperado aquí, fue acompañado de condiciones y promesas. Para que el presidente pueda entender claramente la situación actual de Gerónimo y su banda, quiere que usted informe por telégrafo las promesas exactas, si las hay, que se les hicieron en el momento de la rendición”.
El 29 de septiembre, el general Miles respondía a Drum, indicando las condiciones de la rendición. El informe era impreciso, careciendo de datos: “En esencia, las conversaciones y comunicaciones entre yo, Gerónimo, Naiche y los otros antes de su rendición y que ahora figuran en mi informe, son los siguientes: … a principios de julio, envié a dos hombres [los exploradores apaches Kayitah y Martine] para ir al campamento hostil para exigir su rendición. En ese momento, yo no tenía la menor idea de que los indios hostiles insinuaban rendirse a mis tropas, para ser tratados de manera diferente de aquellos que se entregaron a mí o a los demás, en otras partes del país. Cuando los hostiles se retiraron de las inmediaciones de la población mexicana de Fronteras, seguidos de cerca por el destacamento de Lawton, los dos hombres arriba mencionados entraron en su campamento y exigieron su rendición; que rehusaron al principio, pero desearon ver al capitán Lawton, quien accedió a entrevistarse con ellos. Los indios pidieron términos y privilegios similares a los que se les había dado antes.
Informé por heliógrafo al capitán Lawton que sus peticiones no podían ser concedidas, pero que él estaba autorizado a aceptar su rendición como prisioneros de guerra. A continuación, se comprometieron a entregarse ante mí, y con este fin, a petición del capitán Lawton, me uní a su destacamento. Gerónimo vino y me contó sus quejas. Le dije que el capitán Lawton y el teniente Gatewood eran honorables, y que yo estaba allí para confirmar lo que habían dicho ellos, y que si arrojaban sus armas y se ponían a nuestra merced, no morirían, pero que debían entregarse como prisioneros de guerra y confiar en la justicia del gobierno o confiar su futuro al presidente de los Estados Unidos. Les informé que estaba trasladando a todos los chiricahuas y Warm Springs [los estadounidenses denominaban así a los chihennes o mimbreños, también chiricahuas] de Arizona, y que todos serían sacados de este territorio, de una vez y para siempre, y así lo entendieron. Gerónimo respondió que iba a obedecer cualquier orden que le diera, y que iría a cualquier lugar, y que iba a traer su campamento, lo cual hizo. Posteriormente, Naiche rindió su campamento de la misma manera. Su situación es la misma que la del jefe Joseph, Toro Sentado, y tantos otros; que son estrictamente prisioneros de guerra, resultado de la habilidad y fortaleza de nuestras tropas”.
El general David S. Stanley [comandante del Departamento de Texas con sede en Fort Sam Houston] recibió la orden de determinar, tan completa y claramente como fuera posible, si Gerónimo y Naiche comprendieron bien las condiciones de su rendición y las circunstancias inmediatas que condujeron a ella. Stanley les interrogó por separado acerca de su comprensión de los términos por los que se habían rendido. Ambos dieron la misma respuesta. En el Skeleton Canyon, Miles dijo: “Bajen sus armas y vengan conmigo a Fort Bowie, y en cinco días verán a sus familias, que están ahora en Florida con Chihuahua, y no sufrirán ningún daño”. Más tarde, en Fort Bowie, Miles dijo: “Todos somos hermanos; no teman a nadie, nadie os hará daño; ustedes se reunirán con todos los chiricahuas; … Ustedes tendrán una reserva separada para su tribu, con caballos y carros, y nadie les harán daño”. En su entrevista, Gerónimo se inclinó y limpió un trozo de tierra con su mano; luego declaró que en Fort Bowie, Miles hizo lo mismo, y dijo: “Todo lo que has hecho hasta ahora será borrado así y olvidado, y comenzarás una nueva vida”. Los chiricahuas permanecieron en sus tiendas, sin nada que hacer, salvo jugar a cartas, masticar y fumar tabaco, y hablar.
Al día siguiente, el 30 de septiembre, el general Stanley, envió un telegrama al Secretario de Guerra: “Recibido su despacho. Obedeciendo sus instrucciones, he interrogado hoy, por separado, a Gerónimo y a Naiche, sin levantar sus sospechas; estando presente el capitán Lancaster, comandante del puesto. Ambos jefes dijeron que nunca pensaron en la rendición hasta que el teniente Gatewood, el intérprete George Wratten, y los dos exploradores apaches [Kayitah y Martine] llegaron a donde ellos diciendo que el ‘Gran Padre’ quería que se rindiesen; que creían esto, pero no creían al general Crook, porque habló mal de ellos, y pensaron que estarían bajo las órdenes de Chato…”. Ese mismo día, Wratten leyó una sinopsis del informe del general Miles a Washington. Gerónimo le interrumpió repetidamente con suspiros de aprobación. Todas las mañanas, Gerónimo preguntaba al oficial encargado si había recibido algún mensaje del “Gran Padre”. También preguntaba frecuentemente sobre sus esposas que estaban en Florida, a quienes quería ver tanto como a los demás. Sin embargo, día tras día, la respuesta del oficial era la misma: “Ningún mensaje del ‘Gran Padre’ de Washington”. A medida que pasaba el tiempo y el aburrimiento aumentaba, el oficial cogió a dos chiricahuas y a los dos exploradores, Kayitah y Martine, para pasear por San Antonio. Los apaches vieron un gran número de personas blancas y muchos edificios).
* El 1 de octubre de 1886, el teniente coronel Loomis Lyman Langdon, comandante de Fort Marion (St. Augustine, St. Johns County, Florida) informa sobre las condiciones de vida de los prisioneros chiricahuas: “No se ha producido ni un solo desorden, ni ningún indio ha dejado de cumplir con las instrucciones generales o particulares dadas por mí o por el oficial de guardia. Las raciones dadas a los prisioneros apaches se componen de carne vacuna, 453’59 gramos diarios por cabeza para los adultos; 226’79 gramos para los niños de menos de 12 años de edad; también pan, azúcar, café y frijoles. Una vez por semana, o cada 10 días, reciben patatas y cebollas en pequeñas cantidades. Samuel Bowman [intérprete mestizo de sangre cherokee y blanca] me informó que la cantidad de raciones durante el confinamiento es menor de lo que les daban en la reserva, donde obtenían un suministro considerable de caza y verduras; y frutas del mescal, raíces y semillas, y chumberas. Las personas confinadas deben obtener más vegetales y frutas de las que estos indios reciben. Especialmente con el presente ejemplo, donde hay una etapa de transición del salvajismo a la civilización, es deseable una dieta de frutas y verduras mayor. Las raciones son insuficientes.
Durante el invierno, la ropa de los apaches era totalmente insuficiente y nada adecuada. La mayoría de ellos llevaban solo la que traían de Arizona. Durante los días fríos, cuando, incluso en St. Augustine era necesario abrigarse bien, los niños apaches estaban obligados a estar dentro de las tiendas de campaña para protegerse. La mayoría de ellos no tenían nada con que taparse, salvo un trozo de tela de algodón. El Dr. Horacio Caruthers, un filantrópico ciudadano de St. Augustine, en vista de ello, pidió ayuda a varios amigos del Norte y, finalmente, a través de los esfuerzos del senador por Massachusetts, Henry Laurens Dawes, logró que el gobierno concediera un pedido de ropa”. (La ropa perteneciente a los hombres no llegaría hasta diciembre de 1886; y la de las mujeres y niños, hasta primeros de marzo de 1887. En estas fechas, había confinados 469 apaches, entre ellos adultos y niños, incluyendo también a 14 exploradores apaches. El general Crook escribe al capitán Bourke expresando su preocupación por las condiciones del encarcelamiento de los chiricahuas.
Mientras que la mayoría de los turistas que iban en masa al antiguo fuerte, veían a los apaches como una curiosidad, había unos pocos que sentían verdadera preocupación. Un periódico dijo: “Juntar entre 200 y 300 machos vigorosos, viejos y jóvenes, en Fort Marion, puede considerarse a todas luces un experimento peligroso. ¿Supongamos que, con su conocida astucia, van a los bosques aquí y se dirigen a los campamentos [de los seminolas] en los Everglades? ¿Entonces qué? Tal cosa no es una imposibilidad”. En realidad, solo había alrededor de 100 en el fuerte, pero entre ellos había nombres que todo el mundo conocía y respetaba: Chato, Chihuahua, Loco, Nana, y muchos más.
Este mes de octubre, el teniente Stephen C. Mills seleccionó a los hijos mayores de las familias apaches para ser enviados desde Fort Marion a la Escuela Industrial India de Carlisle [Cumberland County, Pennsylvania]).
* El 7 de octubre de 1886, el gabinete del presidente Cleveland se reúne para discutir el caso de los chiricahuas. (El 11 de octubre, el Secretario de Guerra, William C. Endicott envió un telegrama a Richard Coulter Drum, Secretario interino de Guerra: “Sus dos telegramas de ayer los recibí anoche. Estuve ausente durante el día. Sus órdenes para mantener a Gerónimo y al resto de su banda bajo estrecha custodia hasta que se decida qué hacer con ellos, como determine el presidente, han sido aceptadas. Por supuesto, el general Stanley tiene amplios medios para custodiarlos. Creo que Chato y los que están con él deben ser enviados a Fort Marion. Su carta del día 7 la acabo de recibir. Noto que usted dice en ella que no puede haber ninguna objeción a la entrega de Gerónimo y otros sujetos a las autoridades civiles. No debería mencionar que pueden ser entregados a las autoridades civiles, y no hacer ni decir nada hasta que se decida qué hacer. Acabo de recibir su carta del día 9, conteniendo el despacho del presidente sobre su custodia; y la información que tiene el general Miles del telegrama”.
Los días 14 y 15 de octubre, el gabinete del presidente volvió a reunirse para seguir tratando el tema. El 19 de octubre, Endicott informó al general Sheridan: “Por orden del presidente se ordena que los apaches adultos hostiles [varones], 15 en total, capturados recientemente en México y ahora en San Antonio [Bexar County, Texas]… sean enviados bajo adecuada vigilancia a Fort Pickens [Pensacola, Escambia County, Florida] y mantenidos en estrecha custodia hasta nuevas órdenes. Estos indios han sido culpables de los peores crímenes conocidos por la ley, cometidos bajo circunstancias de gran atrocidad, y la seguridad pública requiere ser alejado de la escena de sus depredaciones y vigilados con la más estricta vigilancia.
El resto de la banda capturada al mismo tiempo, formada por 11 mujeres, seis niños y dos exploradores [Kayitah y Martine], debe ser enviada a Fort Marion [St. Augustine, St. Johns County, Florida] junto con los otros apaches recientemente trasladados y ahora bajo custodia en ese puesto [la banda de Chihuahua]”.
Ese mismo día, 19 de octubre, el capitán Charles L. Cooper, del 10º de Caballería, llegó a Fort Apache con el grupo de Mangas. Asa Daklugie, contaría a Eve Ball lo ocurrido. Él y Frank Mangas tenían aproximadamente un año de diferencia de edad. Estaban bien armados con armas de fuego, arcos y lanzas. Daklugie, de unos 15 años, llevaba un rifle y dos revólveres, y tenía unas 200 puntas de flecha. Si fuese necesario, usarían primero sus arcos para no revelar sus posiciones, y luego seguir con las armas de fuego. Daklugie dijo que Mangas no había atacado a nadie para no revelar sus posiciones y ahorrar municiones.
Un día se encontraron con el grupo de Gerónimo, pero solo estuvieron juntos unos días. Daklugie quería quedarse con Gerónimo, pero Mangas se opuso porque eran pocos y era necesario para proteger a las mujeres y los niños. Gerónimo estuvo de acuerdo. Pronto se separaron, yendo Mangas hacia el norte, dirigiéndose hacia la frontera. Habían perdido la mayoría de sus caballos y mulas, por lo que iban a pie, usando los que tenían como animales de carga. Mangas decidió viajar de noche porque era mucho más seguro. Puso a su hijo Frank a unos 2 km de avanzadilla y a Daklugie a unos dos por detrás.
Aproximadamente a unos 225 km al sur de Deming [Luna County, New Mexico] vieron una manada de mulas, llevándoselas todas. Ahora todo el grupo estaba montado y el resto podrían comérselas. [Las mulas pertenecían a La Hacienda de Corralitos, dirigido por el ex-teniente Britton Davis, quien había dejado el ejército unos meses antes. El 9 de octubre de 1886, Davis informó del robo de más de 50 mulas al general Miles, intuyendo que el autor era Mangas, y que se dirigía a Arizona].
Viajaban de noche sin hacer fuego, llegando a las montañas al este de Fort Apache, donde un destacamento militar les vieron y les atacaron. Mangas, Daklugie y Fit-a-hat les hicieron frente para que el resto del grupo consiguiera huir. Cuando se reunieron, se escondieron hasta que Frank descubrió un campamento militar [según Britton Davis en su libro, “The Truth about Geronimo”, estaba mandado por el Capitán Charles L. Cooper del 10º de Caballería [“Buffalo Soldiers”] formado por 20 soldados y dos exploradores de Fort Apache, situado cerca de las Black Mountains [Sierra & Grant Counties, New Mexico]. Frank se acercó lo suficiente para ver a uno de los exploradores. Mangas dijo a Daklugie que vigilara el campamento, y si los soldados se iban, entrara y hablara con el explorador que estaba sirviendo como cocinero. Estuvo vigilando el campamento durante tres días antes de poder entrar en el campamento y hablar con el cocinero que le dio café mientras hablaban. Daklugie explicó quién era y que estaba con Mangas, preguntando al explorador qué debían hacer. Este respondió: “Ríndete. Es lo único que puedes hacer. Chihuahua lo ha hecho. Todos los demás se han rendido, excepto quizás el viejo Nana. Y puede que lo haya hecho”. [Nana se había rendido con Chihuahua a fines de marzo de 1886]. Daklugie preguntó: “¿Geronimo no?” El explorador dijo: “Sí. Él y Naiche ya han sido enviados al este en un tren”. [En esos momentos, Gerónimo y su banda estaban retenidos en San Antonio mientras el Departamento de Guerra y el presidente Grover Cleveland intentaban averiguar lo que Miles había prometido a Gerónimo y Naiche para que se rindieran y adónde se suponía que debían ser llevados]. El explorador le dijo a Daklugie que no los matarían si se rendían, que probablemente serían enviados al este con el resto, y le aconsejó que se reuniese con el capitán Cooper bajo bandera de tregua, y que sería seguro para Mangas venir y hablar con él. Así lo hizo. Mangas vino y se rindió.
Con Mangas iban dos guerreros [Goso y Fit-a-hat]; tres mujeres [una de ellas Dilth-cley-ih, esposa de Mangas e hija de Victorio]; y cinco niños [dos de ellos, Asa Daklugie y Frank Mangas]. Iban con 29 mulas y cinco ponis. Mangas dijo que su banda era tan pequeña porque parte de sus seguidores habían sido capturados por los mexicanos y nunca más se supo de ellos [De hecho, habían sido capturados el 3 de octubre, cuando les mataron soldados irregulares tarahumaras].
* El 22 de octubre de 1886, el general David Stanley vuelve a entrevistarse con Gerónimo y Naiche, quienes le reiteran las condiciones de su rendición, oponiéndose al plan del presidente Cleveland de separarlos de sus familias. (Repitieron lo que ya habían dicho sobre su rendición, añadiendo que Miles había puesto tres piedras en el suelo, representando a Gerónimo, Chihuahua, y los apaches de la reserva, y puso una encima de las otras. “Eso es lo que el presidente quiere hacer”, concluyó Miles, “ponerlos a todos juntos”. Wratten no había sido intérprete en el Skeleton Canyon, pero apoyó el relato apache de lo que pasó.
Finalmente, 42 días después de llegar a San Antonio, Stanley les informó que en unas pocas horas cogerían un tren, los 15 hombres subirían a un vagón; y las mujeres y los niños, más Kayitah y Martine a otro. Los hombres serían llevados a un lugar llamado Fort Pickens [Pensacola, Escambia County, Florida], mientras que las mujeres y los niños irían a Fort Marion, donde estaban Chihuahua y su gente desde hace más de seis meses; y donde los 381 chiricahuas de la Reserva de San Carlos habían llegado el 20 de septiembre. El tren salió de San Antonio a las 16:00 horas, con los descontentos y traicionados apaches.
La mañana del 25 de octubre, el tren llegó a Pensacola [Escambia County, Florida] trayendo a los apaches que habían salido de Fort Sam Houston. Era el cuarto contingente de apaches en llegar a Florida. Bajo vigilancia, subieron a los 15 hombres [Naiche y Gerónimo, entre ellos] al “Twin”, un barco de vapor para el corto viaje que realizaron a través de la bahía de Pensacola hasta Fort Pickens. Sus esposas e hijos [11 mujeres y 6 niños] permanecieron en el tren y fueron llevados, junto a los exploradores Kayitah y Martine [en total: 19 apaches] a Fort Marion, donde fueron encarcelados con los otros chiricahuas. En Fort Pickens, lo primero que hicieron fue trabajar para limpiar el lugar de las hierbas y matojos que había por todo el fuerte. El general Jo