La apachería en el siglo XIX (1)

1801

* El 17 de febrero de 1801, Antonio Cordero, gobernador de Coahuila, ordena la eliminación de tres apaches mescaleros vistos por la Sierra de La Paila (municipio de Saltillo, Coahuila) que han estado incursionando por la provincia.

* El 5 de junio de 1801, una banda apache sorprende a tres personas que estaban cuidando los rebaños de ovejas en el exterior de la misión de San José de Tumacácori ([Santa Cruz County, Arizona]. Los tres pastores fallecieron en la primera acometida al no poder ponerse a salvo tras los muros de la misión.

El más mayor de los fallecidos era Juan Antonio Crespo, un pima de 50 años, casado con la yaqui u ópata María Gertrudis Brixio. Su hijo Juan Antonio Crespo se alistaría como soldado en el presidio de Tucson [Pima County, Arizona] en mayo de 1819, figurando en su hoja de alistamiento, la siguiente descripción: moreno, sin barba, con cabello negro, ojos negros, nariz ancha y una cicatriz sobre la ceja izquierda.  

El segundo era José María Pajarito, de 20 años, un yaqui, hijo de Ramón Pajarito y de María Plancha Platas; y el tercero, Félix Hurtado, de 15 años, hijo de Francisco Hurtado y de Juana de Dios Mesa.

Para intentar provocar la salida del resto de habitantes de la misión, protegidos tras los altos muros, los apaches empezaron a matar ovejas, pero era tal el pánico que tenían que ver como eran sacrificadas 1.360 ovejas sin atreverse a salir. Los apaches se apropiaron de productos de los huertos cercanos y de alguna res que estaba por los alrededores.

De alguna manera, consiguieron avisar al cercano presidio de Tubac [Santa Cruz County, Arizona], situado a 4’8 km de distancia. Cuando a las 06:00 horas del 6 de junio, los apaches vieron la llegada de un grupo de soldados y colonos, huyeron rápidamente. Fue entonces cuando pudieron ser recuperados y enterrados los cuerpos de los tres pastores en el cementerio de la misión a cargo de fray Narciso Gutiérrez).

* El 30 de agosto de 1801, el comandante de la Punta de Lampazos (municipio de Lampazos de Naranjo, Nuevo León) recibe comunicación de que “hace días que tres apaches, resto de una ranchería de apóstatas del Bolsón, traen en continuo movimiento a varias partidas de tropa que se han empleado en su persecución para impedir los robos de bestias que han originado en estos contornos. Tengo noticia, han salido últimamente por Santa Cruz con dirección a Encinas y ese punto, imprimiendo cinco rastros, dos de caballo y tres de mulas, de que infiero, llevan consigo sus familias con el fin de situarse en alguna sierra de las de esa comarca. Por lo que se le ordena la pronta atención de este asunto y cortar a lo largo de su circunferencia para destruir a tan perversos vecinos.

* En 1801, el número de apaches residentes en Janos (Chihuahua) aumenta de 170 a 240 personas, apareciendo en los registros del presidio las rancherías apaches de Coyote, Jasquienelté, Juan Diego Compá, Pisago y Vívora. (Estarían allí durante más de una década).

1802

* En febrero de 1802, el nuevo comandante general de las Provincias Internas, Nemesio Salcedo y Salcedo, envía una collera con 84 cautivos apaches ([21 hombres y 63 mujeres]. Los 22 soldados de escolta estaban al mando del sargento José Antonio Uribe. Salieron del Presidio de Pilar de Conchos [municipio de Valle de Zaragoza, Chihuahua] y llegaron a Ciudad de México el 1 de abril, encerrando a los hombres en la cárcel de La Acordada y a las mujeres en el Hospicio de los Pobres.

No se sabe la asignación tribal de esos apaches, pero probablemente eran gileños, como así llamaban los españoles a los apaches que habitaban cerca de las fuentes del río Gila. El año anterior, 1801, el comandante del Presidio de Janos [Chihuahua] había informado de que varios jefes apaches gileños estaban en paz [en los registros del presidio figuraban la presencia de las rancherías de Coyote, Jasquienelté, Juan Diego Compá, Pisago y Vívora, sumando un total de 240 personas], y que estaban en pie de guerra contra otros apaches hostiles a los españoles. Probablemente, con la ayuda de estos aliados, los españoles capturaron a los apaches que más tarde fueron llevados en la mencionada collera.

Los españoles quedaron satisfechos con las capturas realizadas en el otoño e invierno de 1801, ya que afirmaron que el éxito de esas campañas hizo que tres jefes apaches gileños, Concha, Chafalote y Naranjo, solicitaran la paz el siguiente verano.

Si toda una familia era capturada, los oficiales solían separar a los jóvenes de sus parientes, dejándolos en el norte. A veces los dejaban a cargo de familias locales para que los criaran. Otras, los mismos militares que los habían capturado pedían hacerse cargo de ellos.

Algo de esto debió de ocurrir, ya que cuando los cautivos llegaron al Presidio de Pilar de Conchos a principios de febrero de 1802, no había ninguno que tuviera menos de 15 años. La mayoría eran adultos jóvenes o de mediana edad. Entre las mujeres, las más jóvenes eran dos muchachas de 15 años, y las de más edad, dos ancianas de 90 [una de ellas llegaría viva a La Habana].

El sargento Uribe, al mando de la collera de prisioneros, era un veterano en esas lides, consiguiendo que todos menos tres llegaran a Ciudad de México a fines de marzo de 1802, después de un viaje de casi dos meses. Félix Berenguer de Marquina, virrey de la Nueva España, elogió a Uribe por evitar las fugas, pidiéndole que informara de sus métodos para que otros destacamentos dedicados a la misma tarea los utilizasen.

Uribe explicó que encadenaba a los hombres de dos en dos a lomos de las mulas y rodeaba el convoy con soldados cada vez que se detenían. Por la noche, cuando encerraban a los cautivos en una posada junto al camino, ponía dos soldados dentro armados solo con garrotes [para evitar que los apaches se hicieran con armas de fuego] y uno en la puerta.

Como era costumbre, los cautivos apaches pasaron un tiempo en Ciudad de México, lo que explica el motivo de que muchos de ellos no llegaran hasta el puerto de Veracruz. La muerte por enfermedades o a causa de la edad, y las mujeres entregadas a familias pudientes para ser utilizadas como criadas, explican la disminución de su número.

Debido al hacinamiento se produjeron varios fallecimientos el 10 de abril, el 14 de mayo, el 16 de mayo, el 30 de mayo, y el 11 de junio, debido a la viruela, el cólera y otras enfermedades, haciendo todavía más aterrador su encarcelamiento, ya que, debido a sus creencias, no podían alejarse del lugar donde había ocurrido una muerte.

Cuando la collera llegó a Veracruz, los apaches volvieron a ser confinados en el castillo de San Juan de Ulúa a la espera de ser llevados en barco a La Habana. Allí, debido a que los nombres apaches eran imposibles de pronunciar, les identificaron por números. Tanto en el centro de México como en Cuba, los españoles no llamaban a los cautivos apaches así, sino que utilizaban la palabra “meco”, que deriva del término chichimeco, aplicado a los pueblos supuestamente incivilizados o nómadas. Les identificaban como “Meca número 1”, o “Meco número 10”.

En julio de 1802, los funcionarios de Veracruz planearon un bautismo masivo antes de enviarlos a La Habana y darles nuevos nombres cristianos. Algunos apaches aprovecharon la ceremonia para “huir en todas direcciones”. Esto, más los dejados en manos de ciudadanos pudientes, y los fallecidos, puede explicar por qué solo 16 hombres y siete mujeres salieron para La Habana.

A principios de agosto de 1802, subieron a bordo del Santa Brújula y el Santa Polonia con grandes medidas de seguridad. El gobernador de Veracruz señaló una vez que los apaches tenían tal desprecio por su vida que muchas veces se tiraban al agua desde el castillo de San Juan de Ulúa con las cadenas aún puestas.

Cuando un barco llevaba condenados a Cuba, el capitán llevaba sus sentencias para informar a los funcionarios de La Habana. En el caso de los “mecos” no había ninguna documentación, solo un recuento del número de hombres y mujeres a bordo. [En esos dos barcos no iban únicamente apaches. Otras personas habían sido condenadas por delitos graves a trabajar en fortalezas militares y en obras públicas de lugares lejanos del imperio español].

El gobernador de Cuba, Salvador de Muro y Salazar, más conocido como marqués de Someruelos, había anunciado en el “Papel Periódico de la Habana” la llegada de los “mecos” a los habitantes de La Habana para que “personas adecuadas les instruyeran en la religión y que quienes quisieran aprovechasen su servicio y contribuyesen a esta obra piadosa”. En cuestión de días, llegaron peticiones de ciudadanos deseosos de conseguir un hombre o una mujer, empleando argumentos religiosos, pero sin esconder el beneficio de tener a una persona no remunerada que se ocupase de las tareas del hogar.

Adquirir un esclavo africano era caro, por lo que conseguir un “meco” gratis era una opción muy apetitosa para personas no del todo pudientes. La viuda Ana María Gamonales explicó que la mantenían tres hijos que eran oficiales del ejército que no ganaban lo suficiente para poder comprar esclavos para trabajar en la casa, por lo que solicitaba una de las mujeres apaches que acababan de llegar, prometiendo tratarla como a una hija y que su incorporación sería un gran alivio. Lorenzo de Ávila, sargento del regimiento de Infantería, argumentó que su esposa estaba enferma y que al no poder atender la casa necesitaban la ayuda de un esclavo. No podía comprar uno, por lo que solicitó una mujer apache que ayudara a su esposa y cuidara de sus tres hijos.

Cuando el 2 de agosto de 1802 los barcos atracaron en el puerto de La Habana, los apaches desembarcaron en La Cabaña, un complejo fortificado que servía tanto de base militar como de prisión. Allí, o en la cercana plaza de Casablanca, eran entregados a las personas que los habían solicitado y los devolvían a la cárcel de la fortaleza si no convenían a sus amos, como ocurría en alguna ocasión. Algunos cautivos, en vez de trabajar en casas particulares, lo hicieron en la Casa de Beneficencia, el hospital de la ciudad o la fábrica de tabaco. A finales de agosto, todas las mujeres cautivas, excepto una, habían sido ubicadas, enviando Manuel Cavello, el sargento mayor encargado de la plaza de Casablanca, un informe al gobernador acerca de la distribución de los cautivos, detallando los nuevos nombres que los apaches habían recibido: “Meca número 1” se había convertido en “María Dolores”; “Meca número 4” en “María Antonia”, etc. Tres de estas mujeres ahora vivían en hogares de la zona, mientras que otras tres estaban sirviendo en el Hospital de San Francisco de Paula. Una mujer permanecía en prisión porque era muy mayor, siendo una de las dos mujeres de 90 años que había en la collera cuando partió del Presidio de Pilar de Conchos.

Por norma, los hombres apaches debían trabajar en obras de fortificación, en los astilleros y en las fábricas, pero había excepciones. José Muñoz, cirujano del barco Santa Brújula, hizo una solicitud para recibir un hombre y una mujer nada más atracar el barco, argumentando que los había “ayudado en su camino”. Quizás porque el gobernador ya había recibido varias peticiones, le concedió solo un cautivo, el “Meco número 3”, a quien Muñoz le llamó “José María”.

Es difícil seguir el rastro de los “apaches cubanos”, ya que todos los acontecimientos de sus vidas eran registrados en los mismos libros de contabilidad que los de los esclavos africanos. Al igual que estos, pudieron haber tenido hijos con sus amos, aceptar el catolicismo e incluso pudieron haber formado una familia.

Algunos apaches aprendieron el funcionamiento y las normas legales del entorno en el que vivían para tratar de conseguir la libertad. En marzo de 1805, dos “mecos” llamados Carlos y Manuel pidieron, con la ayuda de un notario español, su libertad al virrey José de Iturrigaray. Al no recibir contestación presentaron una segunda petición el 14 de octubre de 1805, explicando que habían trabajado en los puertos de Veracruz y La Habana durante 22 años junto a condenados y esclavos africanos. Citando su buen comportamiento, el bautismo en la fe católica, la vejez y el hecho de que no habían cometido ningún delito, pidieron al virrey que “les quitara las cadenas y les permitiera descansar lo que les quedara de vida. Sufrimos solo porque el Todopoderoso decidió criarnos entre los paganos.

Pero no todos se adaptaron igual. Menos de dos semanas después de la llegada de los dos barcos a La Habana, seis apaches escaparon de la plaza de Casablanca y huyeron al campo. Las fugas de “mecos” y su cooperación con esclavos africanos preocuparon lo suficiente a las autoridades de La Habana, por lo que el gobernador de la isla solicitó que no se enviaran más apaches allí.

Los huidos fueron hacia el sur, a la zona montañosa de San José de las Lajas. El capataz de una hacienda notó la falta de un buey y al ir a buscarlo, vio seis caballos sin silla atados en la ladera de la montaña. Rápidamente, dio aviso al capitán del distrito, José López Gavilán, quien salió con un grupo de hombres para investigar. Al llegar a la zona descubrieron a los seis apaches en una zona alta desde la cual se defendieron arrojando gran cantidad de piedras. Al llegar la noche, los españoles consiguieron atrapar a uno de ellos, enviándolo de vuelta a La Habana mientras seguían con la búsqueda de los cinco restantes.

El hallazgo del cuerpo de un esclavo llamado Pascual en un corral de una plantación cercana proporcionó una nueva pista a López y sus hombres. Días después, localizó a los fugitivos, y en un enfrentamiento que, intermitentemente, se alargó hasta el día siguiente, mató a uno y capturó a los otros cuatro, llevándolos a la cárcel de La Habana. Nueve meses después, en septiembre de 1803, Rafael, Vitaque, Oste, y Cle se enteraron de sus sentencias. Su ejecución fue conmutada por 10 años de trabajos forzosos en algún presidio del imperio.

El tribunal ordenó que uno de ellos, Rafael, cumpliera su sentencia en el castillo de San Juan de Ulúa. Cuando llegó allí, el gobernador de Veracruz tuvo que recordar a los funcionarios de La Habana que, por decreto real, no se permitía a los apaches regresar a México, por el riesgo de que pudieran escapar y regresar a sus territorios. Rafael no sobrevivió para cumplir toda su condena. Enviado otra vez de vuelta a La Habana, murió en el hospital, esperando ser enviado a otro lugar, esta vez a Cartagena de Indias [Colombia].

Aunque los consejeros reales rechazaron oficialmente las demandas del marqués de Someruelos de dejar de enviar apaches a Cuba, en la práctica no se produjo ningún envío más a partir de 1816).

* En la primavera de 1802, la población de apaches residentes en Janos (Chihuahua) sube a más de 300 personas. (A mediados de año, destacamentos españoles van dos veces a la zona de Santa Rita del Cobre [Santa Rita, Grant County, New Mexico] en busca de los jefes apaches Concha, Chafalote y Naranjo [Chihenne]. Los dos primeros, finalmente, fueron en agosto a Janos para establecerse con 45 apaches. Naranjo, aunque dijo que iba a ir, nunca fue. Los españoles continuaron teniendo muchos problemas con los apaches de estas rancherías, muchos de los cuales se fueron enseguida al interior del territorio).

* En el otoño de 1802, el Ayuntamiento de La Habana recibe varios informes de que un grupo de esclavos dirigidos por dos apaches que se habían escapado, destrozan varias casas, roban ganado, y queman campos. (En respuesta, las autoridades españolas enviaron un destacamento de 21 soldados para capturarlos. Cualquier conato de rebelión de los esclavos en Cuba provocaba una respuesta inmediata por la elevada proporción de ellos con respecto a la población española. Existen muy pocos datos de los cautivos apaches en Cuba y su rastro es muy difícil de seguir en los archivos cubanos. 

Dos apaches mescaleros, denominados en los registros como El Indio Chico y El Indio Grande, dirigieron una rebelión de un pequeño grupo de esclavos. Habían llegado a La Habana en enero de 1797. Eran lo que quedaba de 200 apaches, llevados en collera desde sus territorios a mediados de 1796. Vendidos o muertos durante el trayecto, menos de 100 llegaron vivos a Ciudad de México. De allí, a finales de octubre, salieron 57 hombres, mujeres y niños hacia Veracruz. El 7 de noviembre llegaron a la venta de Plan del Río [municipio Emiliano Zapata, Veracruz]. Allí huyeron 18, aunque uno fue capturado en Teocelo [un pueblo cercano a Jalapa, la actual Xalapa-Enríquez, Veracruz]. El Indio Chico y El Indio Grande, fueron de los que no pudieron huir, siendo llevados al castillo de San Juan de Ulúa, en Veracruz, donde fueron encerrados a la espera de ser enviados a Cuba junto a otros miembros de otras colleras.

Varias de las mujeres apaches fueron interrogadas por un oficial y un soldado que hizo de escribano. Una de ellas juró ser cristiana y bautizada, y llamarse Manuela Lorenzana, quien a pesar de ser apache, aseguró no haber participado en ninguna rebelión ni haber realizado ningún acto violento contra los españoles; que fue entregada siendo niña a una familia pima de uno de los pueblos fronterizos y se crio entre nativos mansos. Dijo haber sido capturada en un asalto apache a un poblado de Sonora, adonde había sido llevada; y que luego fue capturada, llevada por la fuerza a Ciudad de México, donde recibió la doctrina católica en el Real Hospicio de los Pobres, y bautizada en la parroquia de la Santa Veracruz de la capital [aunque ya había sido bautizada antes en Nuevo México]. Le preguntaron si las mujeres intentaron huir el 7 de noviembre en la venta de Plan del Río, contestando que las que no eran cristianas sí, pero las demás, entre las que se incluía, no se movieron del lugar. Aseguró que el trato en el camino con los cautivos fue cruel y humillante con las mujeres, en particular con las más jóvenes, por lo que el oficial dio por concluido el interrogatorio sin hacerle más preguntas.

Después fue a donde otra mujer apache quien dijo llamarse María Dolores, recibiendo la doctrina católica por primera vez en el Real Hospicio de los Pobres de Ciudad de México y bautizada en la parroquia de la Santa Veracruz. Ratificó lo dicho por Manuela, hablando muy poco castellano, incurriendo en largos silencios, comentarios en su lengua y abundantes lágrimas. En un descuido de sus vigilantes, María Dolores se arrojó al mar antes de ser embarcada. Soldados y cautivos vieron los rastros de sangre en el agua cuando varios tiburones dieron cuenta de su cuerpo.

El castillo de San Juan de Ulúa, ubicado en un islote frente a Veracruz, era su última oportunidad de escapar. Normalmente, estaban allí encerrados, pero a veces, ante la ausencia de mano de obra, les obligaban a cargar piedra múcara [extraída de los arrecifes y utilizada como material de construcción. El castillo de San Juan de Ulúa está construido con ella]. Era entonces cuando aprovechaban para arrojarse al mar, tratar de llegar a tierra y correr por la playa para luego esconderse e intentar regresar a sus lejanos territorios.

El 9 de marzo de 1785, el gobernador de Veracruz, Miguel del Corral y Horobio, informaría de que un grupo de apaches se lanzó al mar después de que dos de ellos se hubieran tirado antes para que los tiburones se ocupasen de ellos, permitiendo que el resto nadase hacia la playa. Añadiendo: “Y es que esta clase de gente no está bien en tierra firme ni aun encadenados en el castillo de San Juan de Ulúa, porque no conocen el riesgo a que se exponen, ni tienen conocimiento racional para reflexionar la perdición de sus almas, por lo que no solo me parecería muy conveniente darles destino ultramarino, repartidos en distintas islas y poblaciones, de donde no puedan regresar nunca, sino también a las mecas [centros de actividad económica], pues con el tiempo podría el Rey tener más número de vasallos que le sirviesen con utilidad…”.

El martes 10 de enero de 1797, fueron embarcados en la fragata “Ángel de la Guarda” con destino a La Habana, junto a otros reos condenados por diferentes motivos donde trabajarían para propietarios de plantaciones por el resto de su vida, junto a miles de esclavos negros y mulatos. El mar les impediría regresar a su tierra. Los cautivos encadenados fueron trasladados en collera a diferentes lugares [astilleros, talleres y plantaciones de la isla]. En concreto, los mescaleros fueron destinados al astillero, donde les obligaron a realizar diferentes trabajos de carpintería. Durante los siguientes meses, su adaptación al trabajo forzoso fue muy complicada, pero con el paso del tiempo la vigilancia se relajó. En junio de 1798, dos de ellos fueron trasladados bajo custodia a la enfermería del astillero, cuando en un descuido escaparon de allí. Eran El Indio Chico y El Indio Grande.

Cuando el marqués Salvador de Muro y Salazar, más conocido como marqués de Someruelos, llegó a La Habana en 1799, nombrado por el rey capitán general y gobernador de Cuba, tuvo que hacer frente a varias rebeliones de esclavos que no soportaban los castigos infligidos por sus amos. La mayoría de ellos eran negros, seguidos de reos que habían llegado a Cuba por delitos políticos, robos, asesinatos, etc. A ellos se sumaban nativos, y entre estos había más de 3.000 que fueron enviados desde la Nueva España entre 1770 y 1810 [muchos de ellos apaches]. Pero a medida que veían su naturaleza indómita y la poca capacidad para el trabajo que tenían, prefiriendo el suicidio a esclavitud, las autoridades de la isla trataron inútilmente de detener las deportaciones, aduciendo razones de seguridad.

Desde finales de siglo, se tenía noticia de que nativos provenientes del norte novohispano formaban parte de grupos de sublevados, mayoritariamente integrados por negros. El problema creció cuando las fugas aumentaron y, sobre todo, cuando varios nativos, con experiencia en luchar contra los españoles, lograron ponerse al frente de los sublevados, teniendo que enviar tras ellos a soldados y grupos a sueldo de los hacendados. Los apaches enseñaron al resto de sublevados a fabricar lanzas, arcos y flechas, a usar armas de fuego, a montar a caballo, y a realizar ataques por sorpresa.

Cuando el marqués de Someruelos llegó a Cuba, El Indio Chico y El Indio Grande merodeaban por el territorio de Nueva Filipinas [hoy Pinar del Río], encabezando un pequeño grupo de fugados, poniendo en vilo a las autoridades e inquietando a la población comprendida entre Guanajay y el cabo de San Antonio. En octubre de 1802, el capitán general de la isla, decidió cambiar la estrategia, retirando los cuatro grupos que desde hacía más de un año perseguían a los sublevados sin ningún resultado y nombrar para esa misión al capitán José López Gavilán, hombre con experiencia que había capturado a otros seis apaches que habían huido en septiembre de ese año de los astilleros de La Habana, y que fueron localizados y eliminados en menos de un mes. Las cabezas de esos apaches se expusieron en La Habana dentro de frascos con aguardiente para desanimar al resto.

En diciembre de ese año, López se encontraba en la Nueva Filipinas persiguiéndoles, recorriendo las haciendas y los montes, sin obtener ningún resultado. Se dio cuenta de que esos fugitivos sabían hacer y fabricar armas. En pocos meses habían asaltado por la noche varias plantaciones, llevándose caballos, armas, vestimentas, y provocando la huida de más esclavos que en ocasiones se les unían. López  decidió enviando a tres hombres, Eugenio Marbar, Manuel Ávila y al rastreador José Otero, a las haciendas del norte, mientras él, con sus ayudantes, fue al sur. Los tres hombres fueron avisados en San Cristóbal de los Pinos de que los sublevados habían quemado el Hato de Rangel y que pasaban habitualmente por la Hacienda Canalete [en el actual municipio La Palma], contando con la complicidad de algunos negros que permanecían en las plantaciones fingiendo lealtad a sus amos pero proporcionando alimentos a los huidos. Se apostaron durante tres días para esperar la aparición de los sublevados. Al tercer día, recibieron aviso del mayoral de la Hacienda de Canalete de que los sublevados estaban en un paraje llamado Vuelta de La Chorrera o La Chorrera, entrando en la casa, destrozando un cajón con loza, tirando la sal y el arroz, y robando muebles, un caldero, una navaja, 14 mudas de ropa y un sombrero, además de matar más de 20 reses, dos bestias, y siete perros. Entraron en la Iglesia de La Chorrera tras romper una puerta y se llevaron el mantel del altar, quitaron una mano a la imagen de Nuestra Señora la Pura y Limpia y se llevaron la vasija que servía de pila bautismal. Un testigo, Emigdio Miranda, dijo que: “… las muertes fueron muchas, pero de ciencia cierta conoce lo hecho por los indios en este particular combate: la de Francisco Peña, una mujer y tres niños, cuatro con el que le sacaron del vientre, en la Hacienda de Luis Lazo y […] a don Blas Hernández y a Isidro Remigio que los degollaron, y a otras muchas barbaridades cometidas […] y se robaron la ropa y varios muebles, picaron un cesto grande y se llevaron unas hicaduras o hilos de hamaca…”.

Inmediatamente, salieron hacia allí acompañados de José Ignacio Izquierdo, residente en «La Chorrera» alcanzando a los dos apaches que iban acompañados de pocos hombres, el 3 de enero de 1803, señal de que se habían dividido para evitar ser capturados todos a la vez. Se produjo un enfrentamiento en el que Eugenio Marbar disparó su trabuco matando a El Grande. También murió uno de los perseguidores, José Otero, atravesado por una flecha, y el mismo Marbar resultó herido en el hombro derecho por una flecha lanzada por El Chico, quien logró huir. La cabeza de El Grande, fue metida en un frasco de aguardiente y enviada al gobernador, José Ignacio Izquierdo.

Luego desaparecieron hasta agosto de 1804, cuando aparecieron en la Sierra del Guacamayo. En noviembre de ese año, otro grupo, también al mando del capitán López Gavilán, fue rechazado por los rebeldes, quienes lograron matar al principal miembro de los rastreadores que iban tras ellos. A los sublevados se les habían unido 11 hombres más, haciendo perder a sus perseguidores algunos víveres y munición. Los sublevados, dirigidos por El Chico, se movían por la zona de La Palma sin que sus perseguidores lograran capturarlos. Con el tiempo se asentaron en un cafetal abandonado en Vuelta Abajo [región de la provincia de Pinar del Río] con algunas cautivas mestizas y mulatas en calidad de concubinas.   

A primeros de enero de 1806, casi todos murieron por disparos y a machetazos, combatiendo contra una fuerza muy superior enviada desde La Habana. Herido, El Chico logró escapar, pero fue acosado por los rastreadores con una jauría de perros. Llegó a la cima de una elevación rocosa que separa La Palma de Pinar del Río y ante la vista de sus perseguidores se arrojó al vacío, no sabiéndose nada más de él, ya que su cuerpo nunca fue encontrado.

El consejo de La Habana solicitó a la corona española detener todos los envíos de los feroces indios de México. Aunque disminuyeron mucho a partir de 1803, continuaron hasta 1816).

1803

* En enero de 1803, la población de apaches residentes en Janos (Chihuahua) alcanza la cantidad de 400 personas. (No se harían más registros hasta 1810).

* En 1803, las patrullas españolas recorren las montañas Mogollón (Mogollon Mountains, Grant y Catron Counties, New Mexico) y El Cobre (?, Santa Rita del Cobre, Santa Rita, Grant County, New Mexico), siguiendo al jefe apache Jasquiegocá, que aparentemente es el mismo Asquegocá que desde el año 1787 estaba en libertad, realizando incursiones. (Jasquiegocá se las arregló para evitar todas las patrullas enviadas tras él).

* En 1803, comienza a extraerse cobre de manera intensiva en Santa Rita del Cobre (Santa Rita, Grant County, New Mexico) estableciendo los españoles una guarnición de soldados para proteger la mina de los apaches.

* En 1803, una collera de 82 apaches (19 hombres, 62 mujeres, y una  niña de 12 años) salen del Presidio de Pilar de Conchos (municipio de Valle de Zaragoza, Chihuahua), con destino a Ciudad de México.

1804

* En mayo de 1804, una banda apache ataca a los apaches mansos que viven en Tucson (Pima County, Arizona) desde hacía 10 años, matando a cuatro y capturando a tres. 

* En 1804, Namiquipa (Chihuahua) se convierte en un establecimiento de paz para diferentes bandas apaches provenientes de San Buenaventura (municipio de Buenaventura, Chihuahua) y a partir de mayo de El Carrizal (municipio de Ahumada, Chihuahua) además de la ranchería de Ojos Colorados. (Llegaron en varios grupos. El 3 de enero, una banda con 170 apaches, entre hombres, mujeres y niños; el 10 de enero, 173 apaches; el 17 de enero, 114; el 24 de enero, 117; el 31 de enero, 116; el 7 de febrero, 88; el 14 de febrero, 65; y el 21 de febrero, 47.

En los meses siguientes, llegaron varios grupos más de apaches, que iban de las dos hasta las 30 personas. Sin embargo, era difícil contabilizar bien a esas personas porque los mismos individuos se presentaban a veces en diferentes grupos. Los oficiales españoles iban a donde los jefes de las rancherías identificándolas con el nombre del líder. En cada presidio, como en el caso de la Segunda Compañía Volante de Namiquipa, había hasta ocho bandas apaches, cada una con uno o varios jefes. La ausencia de un jefe común causaba dificultades a la administración presidial, por lo que se pretendió nombrar un líder que representara a los demás. Pero eso era desconocer la organización social apache, dividida en rancherías, independientes unas de otras. 

A finales de 1814, las autoridades de Namiquipa continuaban dando provisiones a bandas apaches que al parecer no tenían un establecimiento fijo ni dentro ni cerca del presidio. Hacia 1825, solo residían 15 apaches de paz [varones adultos cabeza de familia]. Cuatro años después, los que permanecían en el lugar fueron trasladados a Galeana).

* En 1804, Los utes y los apaches jicarillas se unen a los españoles en una campaña contra los navajos por el noroeste de Nuevo México.

* En 1804, muere Vívora en el presidio de Janos (Chihuahua), pidiendo Jasquedegá (alegando que eran sus parientes) que los miembros de la familia de Vívora pudieran pasar a su ranchería. (Se desconoce si las autoridades españolas accedieron a esa solicitud. No mucho tiempo después, el nuevo comandante general de las Provincias Internas, Nemesio Salcedo, desaprobó que Jasquedegá saliese de El Carrizal [municipio de Ahumada, Chihuahua] con su ranchería de 74 miembros, incluyendo 16 guerreros, para ir al pozo de agua de El Carrizalillo [?], en el camino entre Janos y Santa Rita del Cobre [Santa Rita, Grant County, New Mexico] para ir a cazar porque podían cometer actos hostiles sin ser detectados. No obstante, dijo que si Jasquedegá insistía, el capitán de El Carrizal tendría que dejar que él y su gente fueran, pero el comandante de Janos tendría que vigilar su ranchería mientras se encontraba fuera. Para reducir los robos de ganado y las incursiones intermitentes, Salcedo ordenó que los permisos para cazar o recolectar alimentos silvestres solo se dieran para lugares donde los apaches pacíficos no estuvieran bajo sospecha. Ese fue el caso en la zona de Santa Rita del Cobre, donde los españoles trataron de restringir  los viajes de los apaches, la caza y las acampadas. Mientras tanto, se dio permiso a El Güero y a Juan Diego Compá para viajar por el territorio entre Janos y Sonora. De hecho, ya en 1803, quería Salcedo que Juan Diego Compá se fuera a Bavispe [Sonora] debido a las noticias falsas y rumores que difundió entre los apaches en Janos).

1805

En julio de 1805, Bartolomé de Rivera, justicia (cargo que se encargaba de temas judiciales) de la villa de Candela (Coahuila) informa a Antonio Cordero, gobernador de Coahuila, la llegada sin su pasaporte de cinco apaches lipanes, tres hombres y dos mujeres, para cambiar sus pieles. (Consulta si en adelante los deja entrar o se lo impide).

1806

En agosto de 1806, Matías de Hoyos, justicia (cargo que se encargaba de temas judiciales) de la villa de Candela (Coahuila), informa a Antonio Cordero, gobernador de Coahuila, haber salido en persecución de una partida de nativos, al parecer apaches lipanes, a los que no fue posible alcanzar.

1807

* El 25 de junio de 1807, 150 apaches asaltan la mina de Santa Rita del Cobre (Santa Rita, Grant County, New Mexico) matando a un soldado; hiriendo a otro hombre del servicio de escolta y llevándose unas cuantas cabezas de ganado. (El lugar fue reforzado con la llegada del capitán Juan Francisco Granados al frente de 70 soldados. Algunos de estos soldados eran ópatas traídos de acuartelamientos de Bavispe, Fronteras y Santa Cruz [los tres en Sonora]).

* En septiembre de 1807, José Joaquín de Ugarte, gobernador de la provincia de Coahuila, comunica a Nemesio Salcedo, comandante general de las Provincias Internas, que le han enviado preso a un apache mescalero llamado José María, autor de varios robos, por lo que sería conveniente enviarlo a México para que esté ocupado en algún trabajo para que de esa forma no esté cerca de los suyos.

1808

* En 1808, algunos españoles se establecen en la antigua misión de San Cayetano de las Calabazas (Calabasas, Santa Cruz County, Arizona) abandonada desde 1786, donde erigen una granja dependiente de la misión de San José de Tumacácori (Tumacacori, Santa Cruz County, Arizona) restaurando la capilla, pero los apaches la queman y saquean, y la propiedad es vendida al gobernador de Sonora, Manuel Gándara.

* En abril de 1808, un grupo de apaches se lleva varias reses a menos de 450 metros de las minas de Santa Rita del Cobre (Santa Rita, Grant County, New Mexico) matando a un hombre antes de que los soldados ópatas y los ciudadanos españoles les rechazaran.

1809

* El 27 de abril de 1809, un informe en Santa Rita del Cobre (Santa Rita, Grant County, New Mexico) relata que seis apaches han robado el ganado que pastaba a solo 500 metros de la localidad. (Los asaltantes mataron a un vaquero cuando este realizó un disparo para advertir a los demás de la presencia de los apaches. Inmediatamente, llegaron varios soldados ópatas y peones, recuperando la mayoría de los animales y rechazando a los asaltantes).

* El 1 de octubre de 1809, el capitán Juan José Elguézabal informa del estado en que se encuentra la Compañía de Caballería del Presidio de Agua Verde (hoy en ruinas, en el municipio de Zaragoza, Coahuila), donde se encuentran establecidos 16 apaches: 5 hombres, 8 mujeres, y 3 muchachos.

* El 17 noviembre de 1809, el gobernador de Nuevo México, José Manrique, informa desde Santa Fe al comandante general Nemesio Salcedo, con sede en Chihuahua, que el 29 de octubre un grupo de apaches gileños montados a caballo había atacado a un grupo de zuñis dando muerte a cinco hombres y dos mujeres. (Manrique dispuso que saliesen 200 hombres de Zuñi [McKinley County, New Mexico], Laguna [Cibola County, New Mexico] y Acoma [Valencia County, New Mexico] guiados por cuatro navajos acompañados por un intérprete llamado Antonio García. Pero al ser informado por estos que los atacantes estaban ya muy lejos y reunidos con los Western Apaches, optó por esperar la llegada del capitán Bartolomé Baca, que estaba de campaña). 

* El 13 de diciembre de 1809, son bautizados en la cárcel de La Acordada (Ciudad de México), 12 apaches que habían recibido el bautismo por parte del fraile del convento de San Diego.

1810

* En 1810, aparecen en los registros del presidio de Janos (Chihuahua) dos nuevos jefes apaches, José y Cayetano. (La ranchería de este último pasaría a manos de Feroz en 1812).

* El 25 de febrero de 1810, varios apaches atacan a los centinelas de la mina de Nuestra Señora de Guadalupe en Santa Rita del Cobre (Santa Rita, Grant County, New Mexico) hiriendo a una persona. (Al día siguiente, la patrulla que iba tras ellos encuentra su rastro dirigiéndose a la cercana Sierra de Nacayé [?]).

* En 1810, el gobierno del virreinato realiza varios tratados de paz con los [mimbreños] se les da un extenso territorio que comprendía partes de Chihuahua y de Nuevo México en las cuencas de los ríos Casas Grandes, Bravo, Mimbres y Gila).  

* El 26 de julio de 1810, son atrapados y muertos los apaches Rafael o Rafaelillo y José Antonio. (Rafael, José Antonio, El Chinche, y una mujer de nombre desconocido, lideraban una pequeña banda de apaches mescaleros que, de 1806 a 1810, causaron numerosos estragos. 

Rafael y su banda, fueron confinados a finales del siglo XVIII cerca del presidio militar de Santa María de las Caldas de Guajoquilla [hoy Ciudad Jiménez, Chihuahua] por orden de Jacobo de Ugarte y Loyola, comandante general de las Provincias Internas de la Nueva España.

Pero en 1803, por alguna razón desconocida [parece que el comandante general Nemesio Salcedo y Salcedo les quitó las raciones para obligarlos a trabajar, sublevándose], Rafael y sus apaches se fueron de Guajoquilla, comenzando una serie de asaltos que abarcaron a los actuales estados de Chihuahua, Durango, Coahuila y Zacatecas, dejando tras de sí una larga estela de sangre, muerte y destrucción. Sin dejar rastro, caminado distancias increíbles, ante los inútiles esfuerzos de sus seguidores que trataban de localizarlos. A causa de su contacto prolongado con los españoles, Rafael y los suyos hablaban con fluidez el español y en ocasiones se vestían con los uniformes de los soldados muertos para engañar a sus víctimas.

El 23 de octubre de 1804, el sargento José Baro llegó al Presidio San Pablo [Meoqui, Chihuahua] con el cadáver de un soldado que murió en el enfrentamiento producido la noche anterior, cuando logró alcanzar a la banda de Rafael. Baro informó que el ataque llegó con tres indios, quienes llevaron las armas y el caballo ensillado del soldado muerto… de los que antes estaban en paz en Guajoquilla [Rafael, José Antonio y El Chinche] y que al final de la batalla capturaron 16 bestias… y un niño de 3 o 4 años, hijo de Rafael. Dos días después, el 24 de octubre, presuntamente dolido por la pérdida de su hijo, Rafael atacó el Rancho de los Ojuelos, matando a un hombre y capturando a  su hijo de 10 años, al que poco después mataron atravesándole con una lanza. La esposa y madre de los muertos, se salvó junto con otros niños, y cuando llegó Baro al lugar, le dijo que los mescaleros le dijeron en español: Vete a casa con tus tres criaturas.

A partir de noviembre de 1804, Rafael y sus guerreros hicieron gala de una gran crueldad, atacando incluso a otros apaches a los que acusaron de ayudar a los españoles. El 23 de diciembre de 1804, atacaron una pacífica ranchería apache en El Carrizal [municipio de Ahumada, Chihuahua], capturando a la mujer del jefe; quien pidió autorización para perseguirlos, pero, incomprensiblemente, los españoles se negaron. Posteriormente, la mujer logró escapar, revelando que sus captores habían causado 18 muertes en el poco tiempo que estuvo en su poder.

El 22 de febrero de 1805, Morales, alcalde de Papasquiaro [Santiago Papasquiaro, Durango] describió a los jefes apaches: Rafael, de complexión normal, delgado, rostro hermoso, nariz aguileña, ojos marrones, ‘zambo de pies’ [probablemente Rafael iba torcido, debido a  algún tipo de deformidad en las rodillas o en los pies]; el otro es llamado José Antonio, delgado, un poco más alto, cara estrecha, nariz normal y ojos marrones; ambos llevan camisas grandes. El otro se llama El Chinche, bajo, gordo, cara oscura, redonda, plana, ojos negros, pelo gris; va con ellos una mujer india, desconocida.

El 26 de febrero de 1805, el teniente Lucas Valenzuela informó en la Hacienda de Guatimapé, haber recibido noticias de que en las cercanías de Durango, Rafael, José Antonio y El Chinche habían matado a 9 personas, con el truco de dirigirse a la gente en español.

El 29 de octubre de 1805, el comandante general Nemesio Salcedo envió una comunicación a los “Justicias Mayores”: Los tres apaches prófugos del establecimiento de Guajoquilla nombrados Rafael, José Antonio y El Chinche, habiendo sido sentidos en el Presidio del Carrizal y persiguiéndoseles por partida de tropa, tengo noticias de que han vuelto a internarse en esta Provincia y como entre otras cosas los conocimientos que les asiste de ella, facilitan a su iniquidad la ejecución de toda clase de atrocidades, para que no se repitan las que se experimentaron anteriormente, prevengo a V. S. comunique a todos los Jueces de Partido a fin de que adviertan a los vecindarios y Haciendas de cada comprensión estén con la debida vigilancia y que no permitan se separen de las Poblaciones individuos algunos sin llevar las respectivas armas para su defensa, encargando a V. S. al propio tiempo que en el caso de tener noticia de las inmediaciones de los tres mencionados enemigos, se empeñen dichos Jueces en su persecución hasta lograr matarlos o aprehenderlos… 

El 26 de noviembre de 1805, M. Carrasco tuvo una reunión en el Cerro El Tascate [municipio de Guachochi, Chihuahua] con Rafael y sus guerreros, pero estos estaban en una posición inexpugnable, donde era imposible atacarlos. Por lo tanto, la conversación se desarrolló a distancia. Rafael propuso a Carrasco una nueva reunión dentro de 5 días para poder ver a su hijo, probablemente con el propósito de liberarlo. Aparentemente, no llegaron a un acuerdo, por lo que Rafael no volvió a ver más a su hijo. El 23 de enero de 1806, el teniente Valenzuela informó que el día 7 del mismo mes, Rafael y sus guerreros habían matado a un vaquero, llevándose cautivo a un niño en un lugar llamado La Zanja [municipio de Valle de Zaragoza, Chihuahua].

El 25 de enero de 1806, en la Llanura de las Hormigas, al oeste de Coyame [Coyame del Sotol, Chihuahua], Rafael y sus guerreros atacaron a unos apaches mescaleros que viajaban con sus familias [vivían en paz en Coyame]. Durante el ataque resultó muerto El Chinche. Un ex cautivo de los guerreros de Rafael dijo que atacaron a los mescaleros para llevarse a las mujeres. 

El 24 de junio de 1806, el gobernador de Durango puso precio a la cabeza de Rafael y sus guerreros: 500 pesos a quien los entregue vivos o muertos.  El 28 de octubre de 1806, el comandante general de las Provincias Internas envió un informe al obispo de Durango, Francisco Gabriel de Olivares, en el que decía que Rafael había matado a varias personas en ese lugar, por lo que pedía que se celebrara una misa para que Dios Nuestro Señor nos libre de él

El 16 de diciembre de 1806, en la Villa de Chihuahua, Alberto Maynez, comentó al gobernador intendente de Durango, Bernardo de Bonavía: “La vaga noticia que corre en esta ciudad del indio Rafael, dice que ha regresado al interior de la provincia, entre la Ciénega de los Olivos y Parral, y así lo confirman los reconocimientos que se han hecho a mi orden en diferentes puntos de la frontera. El teniente don Lucas Valenzuela lo persigue constantemente, pero considero que solo la casualidad podría liberarnos de este enemigo, que conoce nuestro idioma, que usa nuestras mismas ropas, que tiene un conocimiento práctico de todas las tierras de esta provincia, y que finalmente observa la precaución de no realizar robos de ganado que retrasen su fuga o que puedan servir de rastro en su persecución”.

Félix Colomo, al mando del grupo que perseguía a Rafael, informó a Bonavía, que le perseguía porque su banda había matado a dos paisanos en el puesto llamado El Pachón, el 20 de enero de 1807; más adelante, el 25 de enero, en el Arroyo del Salto de Lucas mataron a dos vinateros, dejando otro malherido. Félix Colomo y su grupo llegaron a donde estaban los muertos, recuperando el rastro que iba hasta el Cañón de Morcillo, donde encontró los restos de una hoguera, encendida la noche anterior y dos yeguas que habían matado, habiéndose comido la mayor parte de una. Los siguió de cerca por los llanos de Guatimapé [municipio de Nuevo Ideal, Durango] perdiéndose las huellas por las muchas pisadas de caballos que había por allí.

En Guatimapé, Colomo se enteró de que en Navidad, la banda de Rafael había matado a tres hombres y capturado a un joven de 16 años, en la jurisdicción de El Oro e Indé [las dos en Durango], siguiendo con rumbo a Guanaceví, para después dirigirse a Canatlán y Santiago Papasquiaro [los dos en Durango].

El 30 de abril de 1807, el capitán Mariano Varela se enteró por José Díaz, juez del pueblo de San Miguel de las Bocas [municipio de Ocampo, Durango], que el 27 de marzo apareció en su Hacienda de Guadalupe el sargento Francisco Espinosa, herido por una flecha, junto a otro soldado, y otros dos más heridos por pedradas, como consecuencia del ataque que sufrieron a manos de los guerreros de Rafael en la Sierra del Carmen el pasado 26 de marzo, dejando en su poder cuatro animales cargados con todo su equipo.

El 11 de noviembre de 1807, Rafael atacó un poblado de nativos tepehuanes en la jurisdicción de Batopilas [Chihuahua], matando a tres hombres, tres mujeres, y tres niños, y prendiendo fuego a cuatro chozas. Se había presentado en el poblado disfrazado de arriero. Volvió al mismo lugar el 17 del mismo mes, matando a otras dos mujeres.

Desde Sombrerete [Zacatecas], Juan José Flores-Alatorre informó el 1 de diciembre de 1807: “Un indio apache llamado Rafael recorre el interior o provincias del interior, que ahora es tema de conversaciones en este lugar, y se dice que causó más de 200 asesinatos; que el comandante general envió tropas a diferentes bandos en su persecución, pero quien con mil disfraces y trucos siempre logra escapar; que se ofrezcan 1.000 pesos a quienes lo entreguen vivo o muerto. El 12 de diciembre, un informe del subdelegado de Sombrerete, Manuel Iglesias, informaba al gobernador intendente de Durango: que el día 9 se vio al indio Rafael, cerca de la Hacienda de San Sebastián, con otros dos hombres, una mujer y dos chicos; que nueve caballos habían sido robados de la Hacienda de Juan Pérez; que en la noche del mismo día envió a uno de los jóvenes presos [Salvador Bueno Laicano] a comprar puros, dando así noticia de dónde se encontraban. Finalmente, un grupo de personas se reunió para perseguirlo, pero el 10 de diciembre, al amanecer, solo encontraron el cadáver de Francisco Chávez, muerto por una lanza.

Un año después, el 12 de febrero de 1808, José María Durán, autoridad judicial de Cuencamé, informaba al gobernador intendente de Durango, Bernardo Bonavía, que el día 6 de febrero, unos apaches habían entrado en la estancia de Acatita, en las cercanías del río Nazas, donde después de matar a tres hombres se llevaron una manada de caballos, y que inmediatamente habían salido 22 hombres en su persecución sin poder darles alcance. En el Puesto de Tetillas los apaches mataron a dos hombres, y en el Cañón de las Ánimas a otros tres, saqueando y robando varios caballos, por lo que las autoridades de Cuencamé ordenaron la salida de tres destacamentos para perseguirlos y capturarlos. No obstante, no consiguieron darles alcance. En estos hechos no se menciona a Rafael, quien al aparecer había aparecido por esas mismas fechas en la hacienda de Ramos, jurisdicción de El Oro, en donde mató a un vaquero y a dos apaches mescaleros; acompañado por su hermano Antonio mataron a dos caminantes que iban del Parral y asaltaron y mataron a unos arrieros que llevaban maíz. Esto motivó que las tropas y vecinos de El Oro emprendieran su persecución. Rafael llegó a San Andrés de la Sierra, no sin antes matar a algunas personas por el camino, sin lograr sus perseguidores darle alcance.

El 14 de enero de 1809, Rafael apareció con su hermano Antonio y otros apaches en la laguna de Tlahualilo, donde mataron a un sirviente de la Hacienda de San Juan de Castro. De allí hasta el Cañón de Fernández mataron a otras 12 personas, desde donde fueron a la Sierra del Rosario, en las proximidades de río Nazas, perseguido por fuerzas militares. Aquí se fortificó y sus 11 perseguidores tuvieron miedo de atacarlo. Rafael les gritó que “… él y sus compañeros eran gente buena de La Laguna, que no llevaban armas, que los muertos que habían hallado no los habían matado ellos, sino unas mujeres, y que si querían saber más subieran a los cerros donde estaban o se fueran, porque ellos tenían cosas que hacer, y que ya se verían en La Laguna dentro de poco tiempo”.

Los perseguidores se fueron informando que “ Rafael vestía calzones azules y un coleto de gamuza con vuelta encarnada, mientras que Antonio iba vestido todo de gamuza, llevando ambos fusil, lanza, y carcaj bien provisto, y que en su compañía iban tres mujeres, una de las cuales, por la ligereza con que trepaba por las sierras mostraba traza de ser apache, y que todas iban con sombreros y montadas a caballo como los hombres”.

El 26 de julio de 1810, Rafael y José Antonio, fueron alcanzados en lo alto de los cerros cercanos a Acatita de Baján [municipio de Castaños, Coahuila], por un grupo mandado por Victoriano Waldo Rubio, mayordomo de la Hacienda de San Antonio de la Laguna, también llamado rancho El Marqués [municipio de Nadadores, Coahuila]. En el enfrentamiento que tuvo lugar, Rafael, estando escondido entre la vegetación, hirió de muerte a Inocente Perales, cuyo caballo se había enredado en unos matorrales, momento que aprovechó Rafael para hincarle una lanza en la pierna, atravesándole la rodilla, falleciendo esa misma noche. Pero al final, los dos apaches resultaron muertos y descuartizados, a los que cortaron la cabeza y algunas de sus extremidades.  Otras fuentes indican que resultaron muertos a manos de un grupo al mando de José Merino, formado por nativos de Analco, El Tunal y Santiago Bayacora, [los tres en el municipio de Durango] y que varios comanches que estaban comerciando en la ciudad de Durango colaboraron en su persecución. 

Desde la Villa de Chihuhua, el 21 de enero de 1811, Juan José Ruiz de Bustamante escribió su informe final al subdelegado real: De las declaraciones realizadas por los prisioneros, no hay absolutamente ninguna sospecha de que los dos indios mencionados [Rafael y José Antonio] tuvieran conexión, acuerdo, ayuda o comunicación en sus atrocidades con cualquier categoría de personas; al contrario, parece que eran enemigos acérrimos de su propia especie.

Rafael y su pequeño grupo de apaches cometieron numerosos ataques en el tiempo que  estuvieron activos. Los informes enumeraron 396 víctimas: 298 muertos, 53 heridos, y 45 personas capturadas en diferentes etapas.

Rafael nació en la Sierra del Cibolo, ubicada inmediatamente al este del Río Grande, porque es posible que su ranchería perteneciera a los apaches mescaleros. Sin embargo, más tarde se supo que Rafael no era un apache de pura raza, ya que su padre era un ópata capturado y adoptado de niño por los apaches. En 1856 su padre aún vivía, teniendo más de 100 años, y residiendo en Santa Cruz de Rosales [Chihuahua]. El hijo de Rafael, capturado por los españoles en 1804, se convirtió en un soldado y en 1856 todavía ocupaba era militar).

* En agosto de 1810, el jefe apache, Juan Diego Compá, comunica a Mariano Varela, uno de los principales ciudadanos de Janos (Chihuahua), que los apaches de ese lugar planeaban una rebelión para dentro de cuatro a seis días. (No ocurrió nada de eso, pero la información sirvió a Juan Diego Compá para cimentar sus relaciones de amistad con las autoridades españolas. Juan Diego Compá se servía para esas relaciones de su hermano Juan José, recién graduado en la escuela del presidio, por lo que sabía leer y escribir perfectamente en español.  

En diciembre, Juan Diego Compá instaló su ranchería, compuesta de 43 hombres, mujeres y niños, en los alrededores de Janos, con intención de pasar el invierno.

Ese mismo mes, un informe de Janos señalaba que un apache llamado Cosme, viajaba por varios presidios fronterizos incitando a la rebelión. Se desconoce el autor del rumor porque no ocurrió nada, excepto la preocupación de las autoridades españolas por este tipo de noticias que formaban parte de la vida cotidiana de los establecimientos de paz.

Los españoles estaban expectantes porque ese año, debido a las continuas depredaciones de los apaches, la población de Chihuahua había caído de 70.000 a 6.000 personas y que la hacienda de Encinillas [municipio de Chihuahua, Chihuahua], a modo de ejemplo, perdió más de 70.000 cabezas de ganado. Entre 1810 y 1821, los sucesos de la revolución mexicana obligaron a la Corona a retirar muchos soldados de los presidios fronterizos para luchar contra los independentistas mexicanos. Las guarniciones fueron drásticamente reducidas en número y la tropa que quedó no recibía ni la soldada ni los pertrechos y víveres necesarios para desempeñar su cometido. Después de la independencia en 1821, el nuevo gobierno federal se encontraría con una hacienda falta de fondos y por eso comenzaron a reducirse las raciones de los apaches, aunque se continuaron suministrando en Janos, Fronteras [Sonora] y Santa Rita del Cobre [Santa Rita, Grant County, New Mexico], la cantidad de ganado vacuno, maíz y otros víveres era insuficiente para alimentar a todos los nativos que acudían. Al verse privados del sustento al que se habían acostumbrado durante casi tres decenios, en 1824 los apaches nednais y chokonen acampados cerca de Fronteras se marcharon a las montañas y comenzaron a realizar depredaciones contra los poblados y explotaciones agrícolas y ganaderas del norte de Sonora, sur de Arizona y sudoeste de Nuevo México). 

1811

El 21 de marzo de 1811, varios apaches mescaleros, junto a un grupo de comanches y unos nativos de la misión de Peyotes (municipio de Villa Unión, Coahuila) ayudan a las tropas españolas en la batalla de Acatita de Baján (municipio de Castaños, Coahuila) contra los insurgentes durante la guerra de la Independencia de México. (El ejército insurgente huía hacia el norte buscando comprar armas en Estados Unidos. Los españoles enviaron a algunos nativos a observar los movimientos de los insurgentes que tenían poca disciplina militar. El día 19 de marzo, los exploradores nativos consiguieron llevarse 40 caballos del campamento insurgente, quienes creyeron que era una partida independiente de las tropas españolas. La noche del 20 de marzo, junto al intérprete Pedro Delgado y cuatro soldados más, se infiltraron en el campamento de los insurrectos robando dos caballos, un asador de carne y el sarape de un soldado que estaba durmiendo, proporcionando valiosa información a las fuerzas españolas. Los jefes mescaleros y comanches alardeaban de que cada uno de ellos valía como 10 rebeldes quienes, aunque sumaban cerca de 900, fueron derrotados huyendo en desbandada y sus jefes apresados y posteriormente fusilados en Chihuahua).

1812

* En 1812, pequeños grupos de apaches visitan el establecimiento de Janos (Chihuahua) como el jefe Prieto de San Buenaventura (municipio de Buenaventura, Chihuahua); los jefes Nanegí y Asquiedenchul de Bavispe (Sonora); el jefe Molote Pinto de El Carrizal (municipio de Ahumada, Chihuahua); y los jefes Mayá, Yescas y Compañé de San Elizario ([El Paso County, Texas]. El residente apache que más tiempo estuvo en Janos, El Güero, regresó brevemente de Bavispe con 97 personas. Sin embargo, el comandante de Janos, el capitán José Ronquillo, cada vez proporcionaba menos raciones).

* En enero de 1812, los apaches que llegan de las montañas Mogollón (Mogollon Mountains, Grant y Catron Counties, New Mexico) incursionan en Santa Rita del Cobre (Santa Rita, Grant County, New Mexico) y en pueblos y ranchos de Sonora en varias ocasiones. (El 17 y el 21 de abril, un grupo de apaches asaltó el pueblo y las minas de Santa Rita del Cobre en busca de caballos, pero se tuvieron que ir sin un solo caballo o mula. José Baca, un observador, escribió que estaba seguro de que los culpables no eran apaches “enemigos”, sino apaches pacíficos de El Paso del Norte [hoy Ciudad Juárez, Chihuahua]. El 17 de abril, el jefe Juan Diego Compá había llegado a Santa Rita con su ranchería camino del río Mimbres [Mimbres River, New Mexico] pero Baca no le acusó de los intentos de robos).

* En junio de 1812, el apache Ycujidillín dice a las autoridades españolas que está en curso una insurrección en El Carrizal (municipio de Ahumada, Chihuahua), conectada con cuatro apaches sin identificar que están en los montes y en guerra con los españoles. (En otra ocasión, llegaron noticias de que dos apaches, Chequé de Bacoachi y El Chiricaguito de Bavispe [los dos en Sonora] iban a provocar una rebelión; ya que estaban reclutando gente de Janos y Fronteras [los dos de Chihuahua] para unirse a ellos, pero no hay evidencias de que tal levantamiento tuviera lugar).

* En 1812, llega a Nuevo México, Robert McNight, personaje que, entre otras ocupaciones, se encargaría de proporcionar a los apaches mejores armas de fuego que las que tenían los mexicanos. (Sospechando que se trataba de un espía de los Estados Unidos, los españoles le encarcelaron durante nueve años en Chihuahua. Con la independencia de México conseguiría la libertad y en 1826 se asociaría con Stephen Courtier, amasando una considerable fortuna como copropietario de las minas de Santa Rita del Cobre [Santa Rita, Grant County, New Mexico]).

1813

* En 1813, apaches de las montañas Mogollón (Mogollon Mountains, Grant y Catron Counties, New Mexico) matan cerca de Bavispe (Sonora) al hermano de El Güero y a otros dos familiares. (También mataron a un apache pacífico en las montañas de la Florida [Florida Mountains, Luna County, New Mexico] y secuestraron a la familia de uno de los hijos del jefe Mayá. El Güero, con otros jefes apaches de Janos [Chihuahua], solicitaron la ayuda de las autoridades españolas. Un destacamento fue enviado al territorio de las montañas Mogollón, trayendo al jefe Brazo Mocho [al parecer, una variante de Mano Mocha] para realizar negociaciones de paz, aunque no se llegó a un acuerdo final.

Aparte de un breve intervalo en Janos a principios de 1822, Mano Mocha fue uno de los líderes de apaches chihennes o mimbreños que quedaron al margen de las autoridades españolas y mexicanas).

* El 18 de agosto de 1813, tuvo lugar la batalla del río Medina, también llamada del Encinal de Medina, o simplemente batalla de Medina ([un encinal a 32 km al sur de San Antonio, Bexar County, Texas]. Fue la batalla más cruenta jamás librada en suelo texano, en el que las tropas españolas derrotaron a un ejército revolucionario formado por texanos, estadounidenses, criollos novohispanos o mexicanos, ex soldados realistas españoles y apaches lipanes [llamado Ejército Republicano del Norte]. 

El 7 de agosto de 1812, bajo una bandera completamente verde y dirigido por Augustus William Magee, la vanguardia del Ejército Republicano del Norte cruzaba la frontera norte y entraba en territorio español, encontrando poca oposición por parte de las pequeñas guarniciones españolas que preferían retirarse sin hacerles frente.

Las cifras del número de componentes de ese ejército son muy dispares, variando entre 1.200 y 3.000 hombres. Incluso algunos de sus miembros que años después escribieron sobre dicha batalla no se pusieron de acuerdo. El número puede estimarse en unos 2.000 hombres, tras sumárseles unos 200 nativos [apaches lipanes y tonkawas].

Magee era un antiguo teniente de artillería graduado en West Point que, al no poder ascender a capitán al ser adelantado por otros compañeros de promoción, abandonó el ejército, se unió a la causa republicana en Texas, y fue nombrado coronel por la Junta Revolucionaria. Al ser Magee de origen irlandés, casi todos los historiadores coinciden en que fue él quien diseñó la bandera verde y el máximo responsable de la instrucción militar del incipiente ejército texano.

Dos días más tarde, el 9 de agosto de 1812, se unió a los revolucionarios el principal cabecilla de la rebelión, José Bernardo Gutiérrez de Lara, un terrateniente de Nuevo Santander, imbuido de las ideas de la Revolución Francesa. Gutiérrez había sido recibido en Washington por el gobierno estadounidense, que apoyaba su causa con la pretensión de anexionarse los territorios españoles. Solo dos poblaciones, San Antonio de Béjar [San Antonio, Bexar County, Texas] y La Bahía del Espíritu Santo [Goliad County, Texas], no habían sido ocupadas por los republicanos. El gobernador español de Texas, Manuel María Salcedo, decidió abandonar Béjar y agrupar sus escasas tropas para hacer frente a los republicanos en mejores condiciones. Salcedo contaba con pocos hombres disponibles porque los soldados que tenían que haber llegado de España estaban luchando contra la invasión napoleónica.

Sin embargo, Gutiérrez y Magee decidieron dirigirse a La Bahía. El presidio estaba defendido por una guarnición de 200 hombres que pertenecían a la milicia. Ante la abrumadora mayoría republicana se rindieron y muchos se pasaron a sus filas. Salcedo, junto al gobernador de Nuevo León, Simón Herrera, y las tropas españolas que habían logrado reunir, pusieron posteriormente sitio a la fortaleza. Al principio parecía que el final de los republicanos estaba cerca, incluso Magee planteó negociar la rendición con los españoles, pero sus oficiales se opusieron. El sitio se fue alargando y la llegada del duro invierno texano hizo mella entre los sitiadores, que escasos de suministros y careciendo de ropa apropiada para el frío, tuvieron que abandonar el lugar a principios de febrero de 1813.

Hostigados por la caballería texana mandada por Menchaca, los realistas consiguieron llegar a Béjar, que había sido saqueada por los nativos. El 8 de febrero de 1813 Magee murió aparentemente de tisis, pero pudo ser asesinado [Gutiérrez dijo en 1815 que se envenenó para no ser fusilado por intentar venderle a los realistas]. La verdadera causa de su muerte nunca ha podido ser demostrada. A Magee le sustituyó Samuel Kemper como jefe de los estadounidenses.

El 29 de marzo de 1813, Salcedo y Herrera se enfrentaron nuevamente a los republicanos en la batalla de Rosalis, también conocida como batalla del Arroyo de Rosillo, a unos 25 kilómetros de Béjar. Los españoles no pudieron resistir el empuje de los republicanos, ayudados por los apaches lipanes y tonkawas, siendo derrotados y sufriendo unas 300 bajas entre muertos y heridos en un enfrentamiento que duró unos 20 minutos. Los republicanos solo tuvieron seis muertos y 26 heridos. Salcedo negoció la rendición con los texanos, quienes recibió la promesa de que ni él, ni ninguno de sus hombres, sufrirían ningún daño. El gobernador español entregó su espada a Kemper, quien le dijo que se la diera a Gutiérrez. Salcedo, al considerar a este un traidor, tiró su espada al suelo a los pies de Gutiérrez. Los republicanos entraron en Béjar sin oposición e izaron la bandera verde.

Días más tarde, Salcedo, Herrera y 12 oficiales españoles fueron sacados de Béjar escoltados por 60 jinetes a las órdenes del capitán Antonio Delgado. A unos 10 km de Béjar, los desnudaron, les quitaron sus pertenencias y los mataron a sablazos. A continuación decapitaron los cadáveres y sus cabezas fueron llevadas a Béjar. Este hecho enfadó a algunos oficiales estadounidenses, entre ellos Kemper, quienes se habían unido a la causa de la independencia de Texas movidos por nobles ideales. Kemper y esos oficiales se fueron y regresaron a los Estados Unidos, a pesar de que Gutiérrez empeñó su palabra de que no tenía nada que ver con las muertes. Años más tarde, algunos testigos declararon que el mismo Gutiérrez había dado la orden. Ante la marcha de Kemper recayó el mando de los estadounidenses en Henry Perry.

El 6 de abril de 1813, en una ceremonia celebrada en San Antonio de Béjar, Gutiérrez de Lara, se nombró a sí mismo Presidente Protector del Gobierno Provisional del Estado de Texas, al que declaró territorio independiente de la Corona española. La nueva Constitución en su artículo 1º proclamaba que el nuevo Estado era una parte de la República Mexicana a la cual estaba inviolablemente unida. Eso no gustó al gobierno estadounidense cuya pretensión era unir Texas al territorio de Louisiana. Retiraron su apoyo a Gutiérrez y apoyaron como líder al cubano José Álvarez de Toledo y Dubois, que había sido oficial de la Armada española y que había representado en las Cortes de Cádiz, a Puerto Rico y a Santo Domingo. La Junta Revolucionaria destituyó a Gutiérrez y nombró jefe del ejército a Álvarez de Toledo.

El virrey de la Nueva España, Félix María Calleja, ordenó al recién nombrado comandante general de las Provincias Internas de Oriente, José Joaquín Arredondo, que terminara con la rebelión. Arredondo se puso en marcha con algo menos de 2.000 soldados, entre caballería e infantería y 11 cañones. Ordenó al teniente coronel Elizondo, comandante del presidio de San Juan Bautista del Río Grande [hoy municipio de Guerrero, Coahuila] que se reuniera con él en Río Frío [Real County, Texas] pero este desobedeció la orden y el 29 de junio se enfrentó con sus escasas fuerzas a los republicanos en Alazán [Nacogdoches County, Texas] donde dejó en el campo de batalla cerca de 400 muertos y decenas de prisioneros.

Elizondo y los supervivientes consiguieron reunirse con Arredondo, quien reprendió severamente Elizondo, dirigiéndose juntos hacia Béjar al encuentro de los republicanos. Les acompañaba también el teniente coronel Zambrano como oficial al mando de la caballería realista. Las tropas españolas llegaron a las proximidades del arroyo Galván el 17 de agosto de 1813. Esa noche, los republicanos acamparon en las cercanías del arroyo Gallinas. Habían salido de Béjar dos días antes despedidos con música y los vítores de sus partidarios. Aún se discute por qué los texanos abandonaron la ciudad y salieron al encuentro de los españoles. Álvarez de Toledo y los estadounidenses preferían defender Béjar, antes que enfrentarse en campo abierto a los realistas. Además, los españoles, tras varios días de marcha, estarían agotados, mientras que los texanos, descansados, tendrían agua y comida para resistir. Lo más seguro es que se dejaran convencer por mexicanos y texanos que temían por sus hogares y familias que vivían en la ciudad.

Álvarez de Toledo cometió el error de formar sus compañías y escuadrones por nacionalidades, sin tener en cuenta las rivalidades y diferente formación militar que había entre ellas. Su plan consistía en esperar a los españoles en el arroyo Gallinas para tenderles una emboscada. Situó una avanzadilla para dar la voz de alarma cuando aparecieran los realistas, pero sin delatar la emboscada que tenía preparada. La mañana del 18 de agosto de 1813, Arredondo levantó su campamento y con toda la columna se dirigió hacia el arroyo Galván para cruzarlo. A las 05:00 horas de la madrugada salió de exploración el teniente coronel Elizondo con 180 jinetes, pues el general desconocía la posición exacta del enemigo al que sus informes situaban en Béjar. Elizondo se movió posiblemente entre el arroyo Galván y el arroyo Gallinas. Elizondo envió por delante al alférez Francisco López, que, confiado, cabalgaba por el terreno arenoso que había entre los dos arroyos. Cuando la avanzadilla de los republicanos vio al alférez, abrió fuego sobre él que, de milagro, pudo escapar ileso. Los disparos alertaron a Álvarez de Toledo, cuya caballería, creyendo que se aproximaban los españoles, cargó sin esperar la orden de su jefe Menchaca.

Álvarez de Toledo, sin saber lo que ocurría, tuvo que ordenar avanzar a la infantería, topándose todos con los 180 hombres de Elizondo, quien envió un mensajero a Arredondo para prevenirle. Elizondo estuvo a punto de ser cercado. Tras intercambiar disparos con la caballería texana de Menchaca que hirieron a dos soldados españoles, uno de ellos gravemente, Elizondo consiguió escapar de la difícil situación en la que se había visto envuelto. Álvarez de Toledo mandó regresar a sus hombres a la posición inicial, pero Menchaca y Perry, cuya relación con Toledo nunca había sido buena, sobre todo la del primero, se negaron a obedecer alegando que habían venido para combatir y que no estaban dispuestos a dejar escapar a los españoles. Álvarez de Toledo tuvo que ceder y todo el ejército republicano salió en persecución de Elizondo y sus hombres a través del bancal de arena que hacía muy difícil la marcha, especialmente para la infantería y los artilleros, cuyos cañones quedaban hundidos en el terreno.

Mientras tanto, el mensajero enviado por Elizondo para alertar a Arredondo comunicó al general lo ocurrido, por lo que este envió al teniente coronel Zambrano con 150 jinetes y dos cañones de pequeño calibre para ayudar a Elizondo con la orden de evitar un enfrentamiento a gran escala y atraer a los republicanos a la trampa que les iba a preparar tras cruzar el arroyo Galván. Zambrano en su camino contactó con Elizondo, quien huía del acoso de los republicanos, quienes al ver nuevas tropas, creyeron que era el grueso del ejército español, por lo que continuaron su avance. Siguiendo el plan de Arredondo, los españoles huyeron abandonando los dos pequeños cañones que fueron capturados por los republicanos. La marcha por el terreno arenoso se hizo muy dura para la infantería texana y para los artilleros que tuvieron que dejar atrás los cañones más pesados atascados en la arena. La sed y el cansancio empezaron a agotarlos.

De repente, en medio del encinal cercano al arroyo Galván, se toparon con la infantería española formada en línea y preparada para disparar. Arredondo había colocado al Regimiento de Infantería de Vera Cruz en el centro, los cañones en los flancos [siete en total, ya que de los 11 con que contaba inicialmente, dos estaban desmontados y los otros dos, de pequeño calibre, los había perdido Zambrano] y la caballería cerrando los extremos cuando llegaron perseguidos por los republicanos. Antes de que Álvarez de Toledo pudiera reorganizar sus agotadas tropas, los cañones españoles empezaron a disparar. El informe de Arredondo indicaba que fueron cerca de 950 proyectiles.

Álvarez de Toledo situó sus tropas en línea, alternando una compañía de texanos o mexicanos con una compañía de estadounidenses. Esta decisión sería fatal para sus propósitos, ya que los mexicanos fueron los primeros en retroceder. Si hubiera mezclado en sus compañías todas las nacionalidades, la resistencia de los estadounidenses podría haber animado a los mexicanos a resistir. Aun así, como señala Arredondo en su informe dirigido al virrey: Ellos avanzaron sobre mi ejército con gran valor hasta que estuvieron al alcance del tiro de pistola. Durante más de dos horas, el intercambio de disparos fue continuo. Álvarez de Toledo intentó que su caballería desbordara a los españoles, pero la caballería realista les hizo desistir.

La caballería texana de Menchaca combatió con gran valor hasta que un trozo de metralla le alcanzó mortalmente en el cuello, derribándole del caballo. Su muerte desconcertó a sus hombres que empezaron a retroceder; al mismo tiempo lo hicieron las compañías mexicanas, y a continuación toda formación republicana se deshizo. Arredondo mandó a la caballería perseguirles. Los sables españoles causaron estragos entre los que huían. Cuando la huida se convirtió en desbandada, Arredondo ordenó a la banda de música que empezara a tocar y al redoble de los tambores la infantería española avanzó con las bayonetas caladas, usándolas contra los pocos que aún resistían. Después de más de cuatro horas de combate, la derrota republicana fue total. Cerca de 1.000 muertos dejaron los republicanos en el campo de batalla. Las bajas españolas fueron 55 muertos, 178 heridos y dos desaparecidos. De camino a Béjar, Arredondo capturó a otros 215, ordenando la ejecución de los que a su juicio merecían la muerte. Tras entrar en Béjar, Arredondo fusiló a otros 40 sospechosos de simpatizar con la rebelión. Las madres, esposas e hijos de estos desafortunados fueron encerrados en aposentos tan estrechos que ocho de ellos murieron asfixiados.

Álvarez de Toledo y Perry lograron llegar a los Estados Unidos y ponerse a salvo. La Primera República Independiente de Texas había dejado de existir. En el ejército de Arredondo luchó un joven teniente llamada Antonio López de Santa Anna, en el futuro hombre fuerte de México, fue condecorado por su valor tras la batalla.

El papel de los apaches lipanes en dicha batalla no se ha podido determinar).

1814

En el verano de 1814, el jefe apache chihenne Fuerte envía a su hermano Pitfhan a Santa Rita del Cobre (Santa Rita, Grant County, New Mexico) a negociar la paz, afirmando que se asentarán a lo largo del río Gila, posiblemente en Santa Lucía y en el río Mimbres, pero al final, va a Janos (Chihuahua) con 154 seguidores, incluyendo 58 guerreros. (Algunos instalaron sus rancherías en las afueras de Janos; y otros a no más de 48 o 64 km de allí. Varios historiadores señalan que Fuerte es el mismo que más tarde fue llamado Mangas Coloradas).

1815

* En 1815, nace posiblemente Cochise, futuro jefe apache chokonen.

* El 30 de junio de 1815, Fuerte [Mangas Coloradas] aparece en las listas residiendo en Janos (Chihuahua) junto a otros jefes apaches como Coyote, Juan Diego Compá, Feroz, Jasquienelté, y Pisago Cabezón,  sumando un total de 407 personas, entre chihennes, chokonen y nednais. (Fuerte permanecería en Janos hasta marzo de 1816).

* En diciembre de 1815, el jefe Chirimi llega a Janos (Chihuahua), desde San Buenaventura (municipio de Buenaventura, Chihuahua) llegando a ser un importante líder en la jurisdicción de Janos durante los próximos 20 años.

1816

* Entre 1739 y 1816, más de 2.000 apaches habían sido deportados desde sus territorios y obligados a trabajar en plantaciones y en casas de Ciudad de México o de La Habana (Cuba). 

* En 1816, llegan a Janos (Chihuahua) los jefes apaches Chantielé y José, el primero proveniente de San Buenaventura (municipio de Buenaventura, Chihuahua); y el segundo de Bavispe ([Sonora]. José, quizá sea el mismo que vivió en Janos unos cuatro años antes).  

* En marzo de 1816, llega al presidio de Janos (Chihuahua) el jefe apache Pluma, donde aparece en sus registros por primera vez. (El 4 de marzo, los españoles le regalaron a él, a Mano Mocha, y a Fuerte 33 mantas. Es posible que muriera allí en 1827 o 1828. Poco después, un brote de viruela hizo que Fuerte y muchos apaches se fueran del presidio hacia sus territorios tribales. 

En otoño, después de varias incursiones por Sonora, Fuerte y sus seguidores volvieron a la jurisdicción de Janos, permaneciendo allí, posiblemente, hasta el siguiente otoño).

1817

* En 1817, la población apache de Janos (Chihuahua) llega a 500 personas al llegar un grupo de visita desde las montañas Mogollón ([Mogollon Mountains, Grant y Catron Counties, New Mexico]. Las rancherías que vivían regularmente en Janos eran las de Jasquienelté, Pisago, Juan Diego Compá y Feroz).

* En 1817, los apaches Cegá y Cigarrito (este último un líder notable en la región durante unos 30 años) de El Carrizal (municipio de Ahumada, Chihuahua) informan a las autoridades españolas que varios apaches de Janos (Chihuahua) y San Buenaventura (municipio de Buenaventura, Chihuahua) estaban reclutando apaches de El Carrizal para una próxima rebelión. (Supuestamente, habían robado ganado y tenían miedo de las represalias españolas. Habían decidido sublevarse en vez de afrontar el castigo, y buscaban toda la ayuda posible que pudieran conseguir.

En noviembre, el comandante de Janos señaló que había entre 400 y 500 apaches en paz allí [los funcionarios consideraban esa cifra como el total de apaches de su jurisdicción, no solo a los que vivían en el presidio o recibían raciones semanales]; así como muchos otros de Bavispe [Sonora] y del territorio de las montañas Mogollón [Mogollon Mountains, Grant y Catron Counties, New Mexico]. No tenía noticias de ningún rumor o irregularidad entre ellos. Por eso pensó que la noticia de El Carrizal era claramente alguna maldad de los informantes). 

* En 1817, los españoles tienen que trasladar tropas de las zonas donde están asentados los apaches hacia el interior a causa de la Guerra por la Independencia de México.

* En 1817, Fuerte [Mangas Coloradas?] y sus seguidores pasan la mayor parte del tiempo en el territorio de Nuevo México, aunque de vez en cuando regresan para recibir raciones en Janos (Chihuahua).

1818 

* En 1818, llegan varios jefes apaches de visita a Janos (Chihuahua) para pasar una corta estancia. (Manta Negra, probablemente el Viejo [12 hombres, y 35 mujeres y niños], que vino del presidio de El Carrizal [municipio de Ahumada, Chihuahua]; Ecugidillín o Ycujidillin [15 hombres, y 51 mujeres y niños]; Segá [23 hombres, y 58 mujeres y niños]; Sumas [75 hombres, y 205 mujeres y niños]; Pluma, proveniente de las montañas Mogollón [Mogollon Mountains, Grant y Catron Counties, New Mexico] que llegó a principios de agosto y permaneció allí hasta más allá de 1820; Chirimi, que había pasado algún tiempo en Janos en 1816, vino de nuevo desde San Buenaventura [municipio de Buenaventura, Chihuahua]; así como Jasquedegá o Jasquiedega [25 hombres, y 66 mujeres y niños], que antes estaba en El Carrizal, pero también pasaba temporadas en San Buenaventura; y Fuerte. Otras veces, los apaches de Namiquipa [Chihuahua] y de Fronteras [Sonora] como Baltazarito, hacían apariciones cortas por Janos al pasar por la zona).

* A finales de 1818, una banda apache Pinal ataca a un destacamento de soldados y nativos auxiliares de Tucson (Pima Counthy, Arizona) siendo rechazados con muchas bajas. (Su jefe, Chilitipagé, se presentó el 17 de febrero de 1819 en Tucson con 78 guerreros pidiendo la paz. Pidieron que los españoles liberaran a seis prisioneros que el alférez Juan Alejo Carrillo había capturado. Se tuvieron que conformar con la entrega de una mujer y un muchacho que estaban cautivos en Fronteras [Sonora], firmando allí mismo la paz, prometiendo conservar la alianza con los españoles.

Tras la firma de ese acuerdo, otro jefe apache llamado Pascual Navicagé se presentó en Tucson con dos subjefes, solicitando la paz).  

1819

* En 1819, es el último en el que los españoles realizan censos de apaches residentes en Janos (Chihuahua), durante el período colonial. (Los siguientes informes serán hechos por las autoridades mexicanas. Entre el 4 de enero y el 21 de junio de 1819 se dieron raciones semanales a los apaches asentados en los alrededores de Janos, tal como aparece en la “Lista de raciones suministradas a indios de paz que habitan en las cercanías del Presidio de Janos”, firmada por el sargento Manuel Aguilar y el capitán José Ramón Ronquillo.

Los principales líderes apaches eran Jasquienelté, Pisago, Juan Diego Compá y Feroz. En abril, Fuerte [Mangas Coloradas] llegó a Janos con 43 seguidores para recibir raciones. Según el censo, venían tres mujeres y tres niños con él, y al menos una de ellas era su esposa; y quizás las tres. Dos-teh-seh [futura esposa de Cochise] podía estar entre los niños).

* En 1819, debido a que el 34% de los 835 soldados de la provincia de Sonora, es decir 281, estaban destinados a las áreas centrales de la Nueva España, los apaches vuelven a atacar los presidios fronterizos, comenzando por los de Tucson (Pima County, Arizona) y Bacoachi (Sonora) pero Antonio Pascual Narbona, capitán de la compañía de Tucson, logra pacificar a los apaches de las montañas del Pinal (Pinal Mountains, Gila County, Arizona) con su jefe Chilitipagé al frente, estableciéndose en Tucson. (El 25 de febrero, Juan Alexo Carrillo, alférez de la compañía de Tucson, informaba al capitán Narbona: El día 17 de este mes Chilitipagé, jefe de los apaches del Pinal, se presentó ante mí con 78 guerreros de su banda. Después de conferenciar con él, le dije que me parecía justo que para asegurar la paz, la promesa debía ser de buena fe y duradera. De acuerdo a la forma con que este indio habló, parece que la paz va a llegar. He dado ganado, tabaco y trigo a 14 mujeres que venían con él y los jefes han demostrado estar contentos. Al mismo tiempo, el cacique Pascual Navalcagé y dos guerreros me han pedido permiso para ir a esa ciudad con el fin de afirmar la fe de su paz y preguntarle a la mujer india a quien envié con Coyera, quien es hermana de uno de ellos. Según los informes oficiales, 236 apaches recién pacificados se unieron a los que estaban en Tucson).

* En septiembre de 1819, llega a Janos (Chihuahua) el rumor de que los coyoteros White Mountain planeaban atacar y quemar Santa Rita del Cobre ([Santa Rita, Grant County, New Mexico]. Aunque el ataque nunca se materializó, Fuerte lideró una campaña contra ellos por haber invadido el territorio de su banda. Aunque se conocen pocos detalles, se sabe que tuvo bastante éxito).

* El 22 de diciembre de 1819, el capitán José Romero del presidio de Tucson (Pima County, Arizona) informa de un enfrentamiento con una banda apache, quejándose de no tener hierro y acero para reparar las armas y hacer lanzas.

1820

* En 1820, tienen lugar una serie de ataques de apaches lipanes contra asentamientos españoles. (A principios de año, un grupo de lipanes mató a dos residentes de San Antonio [Bexar County, Texas]; también atacaron a un pequeño grupo de soldados españoles en Frio River, matando a cuatro soldados y llevándose todos los caballos; también atacaron a 200 soldados españoles y 50 milicianos saliendo del Presidio de La Bahía [Goliad County, Texas]. En represalia, las tropas españolas mataron a ocho apaches en un asalto a una ranchería lipán.

Por contra, una banda tawakoni [Wichita] atacó a los lipanes en el Colorado River [Texas] matándolos a todos [85]. Varios prisioneros mexicanos, la mayoría jóvenes, fueron liberados).  

* En 1820, las autoridades de Janos (Chihuahua) incluyen a Fuerte y a la banda de Pluma en sus listas de racionamiento.

* En 1820, José Pérez de Arizpe abre la primera mina en Cananea (norte de Sonora) pero los apaches acaban con ella.

* El 4 de febrero de 1820, Antonio Cordero, intendente gobernador de Arizpe (Sonora) informa a Alejo García Conde, comandante general de las Provincias Internas de Occidente, que los apaches atacaron Bacoachi (Sonora).

1821

* En enero de 1821, Joaquín de Arredondo, de la Diputación de las Provincias Internas de Oriente, envía a Monclova (Coahuila) un exhorto de esa diputación a los habitantes de esas provincias para que contribuyan a la formación de una tropa de 500 hombres para la defensa contra los comanches, y contra los apaches mescaleros y lipanes. (En agosto de 1821, Gaspar López, comandante general de las Provincias de Oriente, informó al alcalde de Río Grande, haber llevado a cabo un plan para lograr la paz con los comanches y apaches lipanes, que logrará la unión de todos los habitantes de esa provincia. El cabildo del Presidio de Río Grande, informó al gobernador de la provincia de Coahuila, que ningún vecino había querido ir a las rancherías comanches y lipanes a informarles del plan por miedo a perder la vida, conociendo lo cruel y sanguinarios que eran.

En noviembre de 1821, Alejandro Estrada, alcalde de Monclova [Coahuila], comunicó al gobernador de la provincia de Coahuila, que ese Ayuntamiento recibió la noticia de la buena disposición en que se encontraban los comanches y lipanes para firmar la tan deseada paz, dando muestras de ello al enviar a dos hijos de los jefes, Quiase y Menchaca al presidio de San Antonio de Béjar [Béxar County, Texas]).

* En 1821, México consigue la independencia. (A lo largo de su frontera norte, en general, el país se abre a los extranjeros y al comercio, pero el control administrativo de los apaches disminuye. Aumentan los contactos entre los habitantes de las poblaciones y los apaches, a través del comercio o a causa de enfrentamientos entre ellos. Las condiciones económicas empeoran en todo Sonora y Chihuahua, mientras el nuevo gobierno mexicano no está preparado para hacer frente a los apaches).

* En 1821, 16 apaches de la ranchería del jefe Jasquedegá acamparon en la Laguna de Guzmán (municipio de Ascensión, Chihuahua) donde robaron y descuartizaron nueve novillos. (Los mexicanos les reprendieron severamente, instándoles a que no lo hagan más y pidan ayuda cuando tengan hambre. Jasquedegá, sin embargo, culpó del robo a miembros de la ranchería del jefe Chicoín). 

* En diciembre de 1821, 1.423 apaches reciben raciones en toda Chihuahua. (Aunque las autoridades asignaron un millar de reses para alimentar a esas bandas, resultó insuficiente y algunos apaches pasaron hambre).

1822

* En 1822, dos jefes apaches lipanes, Cuelgas de CastroYolcna Pocarropa, firman un tratado con el nuevo gobierno mexicano. (Los términos del tratado implicaban olvidar la pasada enemistad, obedecer las leyes del Imperio de México, devolver a los cautivos, proporcionan ayuda militar contra los comanches, y dar a los lipanes los derechos sobre todos los caballos salvajes de Texas. Una disposición de ese tratado ofrecía tierras a los lipanes con el fin de tenerlos “bajo los cuidados de la civilización”. Posteriormente, los jefes fueron a Ciudad de México para reunirse con Agustín de Iturbide y asistir a su coronación como emperador de México.

El 7 de julio de 1822, Antonio Martínez, gobernador de Texas, comunicó a Gaspar López, comandante general, que fueran a la ranchería de los lipanes, los enviados de los jefes Cuelgas de CastroYolcna Pocarropa para informar a su tribu la buena bienvenida que les dieron en Ciudad de México; indicándoles además que se abstuvieran de cometer daño alguno a los habitantes de esos territorios.

El 26 de septiembre de 1822, Antonio Crespo, gobernador de la provincia de Coahuila, comunicó al ayuntamiento de la Villa de Nava [Coahuila] haber remitido un ejemplar del tratado de paz celebrado con Cuelga Castro y Yolcna Pocarropa.

El 5 de octubre de 1822, Nazario Lombraña, alcalde del Presidio de San Juan Bautista del Río Grande del Norte (Coahuila), comunicó a Antonio Crespo que se había recibido el oficio donde se firmaban los tratados de paz, celebrado con Cuelga de Castro y Yolcna Pocarropa.

Entre 1822 y 1834, Cuelgas de Castro es ampliamente documentado en el Archivo de Béjar [Bexar County, Texas] como representante de los lipanes). 

* En 1822 año, la población apache en Janos (Chihuahua) era de 200 personas. 

1823

* En 1823, es la fecha más probable del nacimiento de Goyaałé, transcrito en inglés como Goyathlay, que significa “el que bosteza”, conocido más tarde como Gerónimo. (Cuando dictó sus memorias a Stephen Melvin Barrett, afirmó haber nacido en 1829, pero es claramente un error, quizá debido a su edad. Una de las mejores biografías de Gerónimo es la de Angie Debo, quien escribió: Mientras el anciano guerrero trataba de ordenar la sucesión de los hechos, parece que Barrett se esforzó por sistematizarlos conforme al calendario de los blancos. Ahora, confrontando sus experiencias con los datos históricos conocidos, es posible obtener una cronología más precisa. Jason Betzinez afirmó que su madre [Nah-thle-tla] y Gerónimo, de niños, se habían criado juntos. El nacimiento de ella puede fijarse aproximadamente en 1823 por sus recuerdos del cometa Halley y de la ‘noche en que cayeron las estrellas’. [Beztzinez dijo que Nah-thle-tla y Gerónimo tenían 9 o 10 años en la noche en que cayeron las estrellas, una majestuosa lluvia de meteoritos que asustó a muchos nativos de América del Norte en 1832. Tres años más tarde, tuvo lugar la asombrosa aparición del cometa Halley]. También cabe establecer, por testimonios contemporáneos, que Gerónimo tenía mujer y tres hijos en 1850 e incluso antes.

Gerónimo se refería a su lugar de nacimiento con el nombre apache de No-doyon Canyon y lo situaba en las proximidades de las fuentes del río Gila, en la actual Arizona sudoriental, entonces parte de México. Pero, según la nomenclatura geográfica moderna, el Gila no nace en Arizona. De hecho, de los brazos que se unen cerca de la actual ciudad de Clifton [Greenlee County, Arizona] para formar el curso principal, el que lleva el nombre de Gila nace en New Mexico. En consecuencia, Daklugie situó el lugar de nacimiento río arriba a partir del lugar de confluencia de los tres brazos del río, cerca del actual Gila Cliff Dwellings National Monument [Catron County, New Mexico], en la parte sudoccidental de New Mexico. Gerónimo no pudo haberse equivocado sobre el lugar; los apaches daban una importancia especial al lugar de nacimiento. Al niño se le decía siempre dónde había nacido y, si alguna vez, en su constante vagar, la familia pasaba por los alrededores, le hacían rodar por el suelo en dirección a los cuatro puntos cardinales. Este rito se celebraba todos los años durante la infancia, e incluso los adultos se revolcaban de este modo cuando regresaban al lugar natal. Pero Gerónimo, o el redactor de sus memorias [Barrett], bien pudiera haberse equivocado de Estado [Arizona o New Mexico]. Pero eso también es improbable, pues los apaches enseguida se dieron cuenta de tales subdivisiones políticas cuando se escabullían de las persecuciones por parte de las fuerzas militares. Lo único que puede afirmarse es que Gerónimo nació en los primeros años del decenio de 1820, cerca del curso superior del río Gila, en los montes que atraviesa la actual frontera del estado, probablemente en el lado perteneciente a Arizona, cerca de la actual Clifton.

El mismo Gerónimo dijo, siendo prisionero de guerra: No existe otro clima o suelo como el de Arizona. Es mi tierra, mi casa, la tierra de mi padre, a la que ahora no me dejan volver. Quiero terminar allí mis días, y ser enterrado entre aquellas montañas).

* En junio de 1823, apaches de Janos (Chihuahua), Carrizal (municipio de Ahumada, Chihuahua) y Sonora realizan una serie de ceremonias con otros apaches acampados cerca de Casas Grandes ([Chihuahua]. Aunque las autoridades mexicanas no vieron problema en esas reuniones, la noticia causó cierta aprensión, sobre todo cuando en septiembre, nativos no identificados mataron a nueve mexicanos en un ataque cerca de El Paso del Norte [hoy Ciudad Juárez, Chihuahua]. Las autoridades pensaron como hipótesis que los culpables eran navajos o miembros de rancherías de apaches hostiles de Mano Mocha y su hijo).

1824

* En 1824, los oficiales mexicanos deciden no dar más raciones y suministros a los apaches que no estén presentes. (El control del gobierno mexicano sobre los apaches disminuyó haciendo que  muchos chiricahuas dejasen los asentamientos debido a la disminución de los suministros).  

* En 1824, los habitantes de San Juan de Allende (hoy Allende, Coahuila) se quejan de las incursiones constantes de los apaches lipanes. (Cuando el jefe apache lipán Cuelgas de Castro fue preguntado por ello, argumentó que rompió el acuerdo porque los colonos les robaban sus caballos).

* En 1824, los chiricahuas que han vivido cerca de Fronteras (Sonora) se trasladan a la zona de Dos Cabezas (Sonora), incursionando por el territorio. (Las bandas involucradas eran los bedonkohes del jefe Teboca y los chihennes de Mano Mocha y Fuerte; estos realizaron varias emboscadas contra viajeros en la ruta que enlazaba Janos con Fronteras. En consecuencia, las autoridades del estado de Sonora decidieron organizar una expedición compuesta por soldados de la guarnición de Fronteras y la milicia de diversos poblados como Santa Cruz y Bavispe. Aunque inicialmente la tropa no pudo actuar por falta de armas y pertrechos, se arregló parcialmente la situación, y en noviembre un destacamento mexicano logró interceptar una partida de apaches, hiriendo a varios de ellos).

* En octubre de 1824, un juez de El Paso del Norte (hoy Ciudad Juárez, Chihuahua) solicita al alcalde de El Carrizal que el vecino Juan Sandoval restituyera a Güero de lanación apacha […] una silla, un caballo con una camisa, unos calzoncillos blancos, un freno y una jáquima [cordel para caballos, acolchado en la nariz y el cuello, que sirve para atarlos y llevarlos]”. (En un juicio se demostró que Sandoval había robado esos objetos Güero y los había vendido a otra persona [Ramón Herrera]. Resulta sorprendente que un apache haya llevado a juicio a un vecino y, aún más, que haya tenido éxito). 

* En diciembre de 1824, cuando todavía no había grandes enfrentamientos, el jefe de los apaches nednais Juan José Compá y otros tres líderes apaches acuden a Santa Rita del Cobre (Santa Rita, Grant County, New Mexico) y solicitan un acuerdo que no tarda en pactarse. (En 1824, en México, se proclamó una nueva Constitución de carácter federal, por la cual se facultó a los distintos estados a crear sus propias milicias locales. Estas no podían desplegarse fuera de los límites de sus respectivos estados o territorios sin obtener previamente un permiso especial del Congreso de la República. Dichas milicias incluían a todos los hombres aptos, salvo aquellos cuya posición social o riqueza les permitía abonar una cantidad de dinero que les eximía de prestar el servicio militar. A partir de 1828, este sistema se implantaría en casi todos los estados. Puesto que Nuevo México no estaba constituido como estado, sino que formaba un territorio, no fue hasta 1834 que pudo disponer de una milicia propia, teniendo que conformarse con los soldados regulares, mal pagados y mal equipados como estaban).

* En diciembre de 1824, un apache llamado Gaylán y su esposa visitan Santa Rita del Cobre (Santa Rita, Grant County, New Mexico) donde el oficial al mando de la guarnición les encarcela inmediatamente. (La razón fue que Gaylán había mostrado “poco respeto” a los militares mexicanos. Inmediatamente, dos jefes apaches solicitaron hablar con Gaylán, pero el comandante dio audiencia a uno solo. Al parecer, creía que las rancherías apaches, acampadas cerca, estaban detrás de los robos de ganado en Santa Rita del Cobre).

1825

* En febrero de 1825, aparentemente, los apaches de El Carrizal, El Paso y San Elizario tenían reuniones secretas para planear un levantamiento general y que los instigadores de esas reuniones eran los asentados cerca de El Carrizal. (Al respecto, el gobernador, José de Urquidi, comunicó al alcalde de El Carrizal, José Borrego, el 25 de febrero de 1825: “Por el oficio de usted […] quedo impuesto acerca de los robos que dice han cometido los indios [apaches] de ese establecimiento de paz, así como de hallarse usted en determinación de mandar una partida de gente a reconocer las rancherías con el fin que indica. Tal disposición no solo queda desaprobada por este gobierno, sino que prevengo a usted muy particularmente el que se abstenga de proceder en ninguna manera de modo que los indios puedan darse por ofendidos, pues aun cuando haya tal cual desconfianza de su conducta, todavía no llega el caso de descubrirla y mientras es necesario conducirse con la prudencia que exigen nuestras propias circunstancias, procurando entretanto, con el modo más cuerdo, impedir en lo posible esos robos rateros y demás daños, que hasta ahora no se presentan con el aspecto grave que tendrían si con una mala providencia provocásemos un rompimiento que desde luego traería al Estado las más fatales consecuencias […]”.

* En 1825, los chiricahuas retornan a sus establecimientos de paz en Santa Rita del Cobre (Santa Rita, Grant County, New Mexico), Fronteras (Sonora) y Janos ([Chihuahua]. En diciembre se realizó un censo en Janos indicando que los apaches eran dos veces más [556 personas] que la población hispana [275 personas], aunque el número real de apaches en los alrededores o, al menos, los que iban a recoger sus raciones, era alrededor de 100 personas ese año.

En general, los apaches acampaban a cierta distancia de sus establecimientos de paz. En Janos vivían a unos 80 km o más. En Casa de Janos [municipio de Janos, Chihuahua, a unos 30 km]; Carretas [Santa María de Carretas, municipio de Janos, Chihuahua] aproximadamente al oeste; en la Sierra de Álamo Hueco [Alamo Hueco Mountains, Hidalgo County, New Mexico]; o en la Sierra de las Ánimas [Animas Mountains, Hidalgo County, New Mexico], al norte. Los apaches de Galeana [Chihuahua], tan estrechamente relacionados con los de Janos, por parentesco y amistad, vivían cerca del Valle de San Buenaventura [municipio de Buenaventura, Chihuahua]; o en Casas Grandes [Chihuahua].

En Janos residen las rancherías de los jefes Jasquienelté, Feroz, Sidé, Chirimi, Pisago Cabezón y Juan Diego Compá

Jasquienelté residía permanentemente en Janos, siendo citado cada año en los informes de racionamiento y en el censo.

Feroz estuvo en Janos desde 1800 como parte de la ranchería de Vívora, pero, a partir de 1810, fue miembro de la ranchería de Cayetano, encabezándola en noviembre de 1812, cuando Cayetano dejó de ser citado, probablemente a causa de su muerte. Después Feroz estuvo permanentemente en Janos hasta que él y otros apaches se fueron a mediados de 1831, a causa de una epidemia de viruela. Su nombre se oyó, por última vez, en agosto de 1832, cuando regresó a Janos como parte de una delegación de paz.

Sidé [también llamado Cidé] apareció en las listas de racionamiento de Janos en 1800 como miembro de las rancherías de Pisago y Juan Diego Compá [probablemente debido a imprecisiones en los registros]. Se alió con Pisago de 1812 a 1819, y a partir de 1822 fue catalogado como jefe de pleno derecho. Salió de Janos en junio 1831 con otros apaches, pero operó en la región durante otros siete años más o menos. Lo último que se supo de él, fue durante una incursión contra unas carretas en El Carrizalillo [municipio de Ascensión, Chihuahua] el 30 de marzo de 1838.

Chirimi estaba en Janos desde diciembre de 1815, donde se había trasladado desde San Buenaventura [municipio de Buenaventura, Chihuahua]. Era habitual en Janos hasta que se fue con los demás apaches, a mediados de 1831, viviendo en la zona de Santa Rita del Cobre [Santa Rita, Grant County, New Mexico]; río Mimbres [Mimbres River, New Mexico]; y las montañas Mogollón [Mogollon Mountains, Grant y Catron Counties, New Mexico], últimos lugares en donde se le mencionó, en la primavera de 1836.

Pisago se hace llamar por esa época, Pisago Cabezón, siendo un prominente apache en la jurisdicción de Janos en la década de 1830, hasta principios de 1840. Por su edad, probablemente era hijo del primer Pisago muerto en mayo de 1791. Sin embargo, hay dudas. Después de 1800 hubo otros dos apaches citados como Cabezón [apodo español referido a alguien agresivo y con autoridad]. Sin embargo, no hay dudas de que Pisago Cabezón estuvo en Janos y en sus alrededores durante estos años.

1826

* El 4 de abril de 1826, 30 milicianos y un grupo de tonkawas y lipanes, dirigidos por James Jeffres Ross (uno de los primeros colonos de Trexas), atacan un campamento de tawakonis y kichais o keeches (wichitas) en el Colorado River, a 24 km de La Bahía (Goliad County, Texas) en el que resultaron muertos ocho tawakonis, incluidos tres jefes: Cordero, Lisaque y Guichupa. 

* En abril de 1826, el jefe apache lipán Cuelgas de Castro llega a Laredo (Webb County, Texas) a firmar la paz con el gobierno de México. (Yolcha Pocarropa, otro de los jefes, no quiso acompañarle, permaneciendo en pie de guerra. Cuelgas de Castro recibió una comisión como teniente coronel y un sueldo de la República de México. Su banda recibiría regalos y alimentos en Laredo en abril de 1827).

* El 15 de abril de 1826, el comandante general de Chihuahua solicita a Mauricio Ugarte, comandante de El Carrizal, que enviara una patrulla a la Sierra del Gallego (municipio de Ahumada, Chihuahua) a buscar algunos caballos que creían estaban en poder de los apaches de paz. (El día 22, Ugarte solicitó a Jesús Domínguez, alcalde de El Carrizal, le proporcionara ocho vecinos montados y armados, pues carecía de tropa suficiente. Esta acción serviría para comprobar que los apaches no tuvieran otros animales de esa población).   

* En 1826, Adrian Balbi escribe el “Atlas etnográfico del mundo”. (En él dice: “Apaches, hablado por los apaches, nación muy numerosa dividida en muchas tribus, derramadas desde la Intendencia de San Luis Potosí hasta la extremidad septentrional del golfo de California, y que parece hablan dialectos muy diversos, de los cuales algunos podrían considerarse como lenguas hermanas. A excepción de algunas tribus cultivadoras, que tienen la civilización de los indios de paz, los apaches son errantes, enemigos de los ietanes [nombre antiguo de los comanches] más aún de los españoles, a quienes tienen en continua alarma con sus ataques, tan terribles como frecuentes; la mayor parte de sus guerreros van montados al caballo, armados con grandes lanzas. Las principales tribus apaches son: los faraones y mescaleros, que viven entre los ríos Puerco y del Norte; los gileños, que vaguean cerca de las fuentes del Gila; los mimbreños, que habitan las agrestes quebradas de la Sierra de la Acha y de la de los mimbreños. Estas tribus son las más numerosas, viniendo en seguida los chiricaguis, que habitan al suroeste de los mimbreños; los tontos, que viven en la orilla meridional del Gila; los llaneros, al este de la gran cadena bajo el paralelo de 38º y 100º de longitud Oeste, y los lipanes más al oeste hacia el meridiano 104º”). 

* El 5 de agosto de 1826, una banda apache dirigida por los chihennes Fuerte (Mangas Coloradas) y Pluma y por el bedonkohe Mano Mocha, se reúne con un grupo de tramperos norteamericanos liderados por Sylvester Pattie y su hijo James Ohio Pattie en la zona de Santa Rita del Cobre ([Santa Rita, Grant County, New Mexico]. Se cree que este fue el primer encuentro entre apaches chiricahuas y anglosajones.

El 1 de agosto, dos estadounidenses habían descubierto huellas de seis apaches cerca de las minas. Poco después, los hombres de Pattie capturaron a dos de ellos, liberando a uno con una explícita advertencia. Si no venían a parlamentar, matarían al otro apache.

El 5 de agosto, los chiricahuas llegaron. Eran unos 80, mandados por cuatro jefes [entre ellos Fuerte {Mangas Coloradas}, Pluma y Mano Mocha], quienes no ocultaron su desprecio por los mexicanos de Santa Rita del Cobre, relatando antiguos actos de traición sufridos a manos de ellos. Admitieron que habían incursionado por las minas, pero que ahora querían cesar las hostilidades ahora que los estadounidenses trabajaban allí. Después ambos grupos fueron a Santa Rita del Cobre, donde Pattie mató tres vacas para dar de comer a los apaches. Después, el jefe apache regaló a Pattie 25 km² de un trozo de terreno junto a un río, a unos 4’8 km de las minas. Pattie dijo que si el terreno fuese suyo tendría que contratar mexicanos para cultivarlo. El jefe aseguró a Pattie que los apaches no molestarían a los trabajadores, que deseaba estar en paz con los estadounidenses porque no habían intentado matarle, excepto en la guerra. ¿El jefe era Fuerte [Mangas Coloradas]? Pattie no lo reflejó, pero parece que sí. Pattie solo mencionó el nombre de uno de los cuatro jefes, Mano Mocha, aunque no lo consideró como el líder del grupo.

Fuerte [Mangas Coloradas] nacido entre 1790 y 1795 en el seno de una banda bedonkohe o chihenne, destacaba en primer lugar por su físico pues pesaba unos 114 kilos y medía 1’92 metros, algo muy poco corriente entre los apaches que no solían superar el 1’70 m. Es posible que se tratara del jefe llamado Fuerte que figuraba como uno de los jefes chihennes entre 1815 y 1840, cuando se dejó de mencionarle. En 1842 apareció Mangas Coloradas en documentos mexicanos que le identificaban como uno de los jefes más importantes de los chiricahuas.

El origen del nombre español se pierde en las leyendas de la época, alguna de las cuales describe cómo el jefe se embadurnaba con la sangre de sus víctimas hasta los hombros, una exageración a la que difícilmente se puede dar crédito. La versión más probable se remonta a un incidente entre los apaches y una partida de 14 tramperos mandados por Sylvester Pattie y su hijo James. Poco después de llegar a Taos, los Pattie se enteraron de que había gran cantidad de castores en el río Gila. Sylvester reclutó a los hombres y en diciembre se pusieron en marcha caminando por el Río Grande y luego al oeste hasta las minas de cobre de Santa Rita. En ese lugar contrataron a dos mexicanos para guiarles hasta las fuentes del Gila. Durante algún tiempo se perdieron en un agreste laberinto de montañas hasta que dieron con un río, posiblemente, el San Pedro [Arizona]. Allí lograron capturar muchas pieles de castor hasta que los apaches les tendieron una emboscada. Según el relato de James Pattie los apaches les ahuyentaron los caballos, aunque pudieron esconder las pieles antes de regresar a Santa Rita en una penosa caminata en la que pasaron verdadera hambre. Pattie dijo que durante el regreso tuvieron que ascender una serie de “heladas montañas” que se ocultaban en el valle hacia el este. Debían ser las Galiuro Mountains [Graham & Pinal Counties, Arizona]. Dado que se quejaron de la falta de agua, probablemente fueron más al sur del Aravaipa Creek.

Ahora bien, según relataría Mangas Coloradas, los apaches atacaron a los estadounidenses, mataron a la mitad y se llevaron las pieles. Se sabe que los Pattie llegaron a Santa Rita con solo cinco hombres y que los apaches mimbreños durante algún tiempo se vistieron vistosamente con pieles de castor. También un guerrero enorme llevaba puesta la camisa roja de Sylvester Pattie. Se especula que se trataba de Fuerte y de allí el eventual cambio de nombre a Mangas Coloradas. Los indios cambiaban de nombre con cierta frecuencia debido a las incidencias experimentadas durante sus vidas y este puede que sea uno de esos casos, aunque se tardara unos cuantos años en darse a conocer con el nuevo nombre.

En cualquier caso, además de su habilidad como jefe y guerrero, Mangas Coloradas era conocido por sus dotes como negociador. Una de sus esposas se llamaba Tu-es-seh y se dice que era una bella cautiva mexicana. Sobre el año 1840, una hija de ambos llamada Dos-teh-seh se casó con Cochise; otra con el jefe de los navajos; y la tercera con el principal líder de una banda White Mountain. Pero Will Levington Comfort, en su libro “Apache dijo que la primera hija la casó con Cochise; la segunda con Kutu-hala, un jefe apache White Mountain; y la tercera con Cosito, el jefe de guerra de los apaches coyoteros White Mountain. 

Si Mangas Coloradas planificó estos enlaces matrimoniales con la intención de unificar a los indios contra los estadounidenses que ya empezaban a emigrar al Sudoeste, constituye una prueba de su habilidad política. Sin embargo, la única alianza que realmente funcionó fue con Cochise. En años sucesivos, Mangas Coloradas y Cochise colaboraron estrechamente en innumerables incursiones y combates contra los mexicanos y los estadounidenses).

1827

* El 24 de agosto de 1827, Ramón Muñoz, Jefe del Partido, escribe al alcalde de El Carrizal, que hay que tener cuidado con las acusaciones de pequeños robos que se hacían a los apaches y a no hacer nada contra de ellos sin tener todas las pruebas: Queda impuesto el Gobierno de los […] robos que cometen los indios apaches de paz; y [al] respecto [le repito lo] que ya tengo advertido a esa presidencia […]: mientras no aparezcan quienes son los verdaderos agresores, ni puede reconvenírseles ni castigárseles por inferencias, por tanto, los reclamos como el castigo deben recaer sobre los verdaderos agresores de los daños y no sobre los apaches en general, que en el caso de disgustarlos serían más frecuentes y aun mayores los robos, muertes y daños […].

* En 1827, llega a Oposura (Sonora) el aventurero John James Johnson (Oriundo de Kentucky, vivió varios años en Missouri dedicándose al oficio de sombrerero. Con un socio llamado Antonio Aguirre adquirió una hacienda. Desde Sonora viajó a menudo a Santa Fe; allí realizó negocios con McNight y otros norteamericanos. Asimismo, comerció con varios jefes apaches, incluyendo al nednai Juan José Compá. Por esa época llegaría a  Nuevo México el irlandés James Kirker. Como se verá más tarde, Johnson y Kirker se hicieron famosos por organizar sendas matanzas de apaches).

* En febrero de 1827, una banda de wacos (wichitas) y comanches atacaron a los lipanes y tonkawas en el Río San Marcos, a 14’5 km por encima de Gonzáles (Gonzáles County, Texas), robando varios cientos de caballos.

1828

* Durante 1828, 552 apaches chiricahuas reciben raciones semanalmente, o cada dos semanas, en el presidio de Janos [Chihuahua], aumentando unos pocos más al año siguiente. (La ranchería de Asquinielte, con 107 personas, entre hombres, mujeres y niños; la del chokonen Pisago Cabezón, con 98 personas; la de Feroz, con 87 personas; la del nednai Juan Diego Compá, con 121 personas; y la de Fuerte [Mangas Coloradas] con 168 personas. Manteniéndose la paz desde el acuerdo de 1824, las autoridades mexicanas tienen que reducir nuevamente, por motivos económicos, las raciones de los apaches, lo que obliga a que muchos se trasladen a las montañas para dedicarse a la vida tradicional de caza y recolección. Incluso algunos chiricahuas del grupo de Pisago Cabezón llegan a sembrar algo de maíz en las montañas de Álamo Hueco [Alamo Hueco Mountains, Hidalgo County, New Mexico] lo que indica que practicaban la horticultura, aunque no tan extensamente como sus parientes, los Western Apaches).

* En 1828, tres apaches de Janos (Chihuahua) y de San Buenaventura (municipio de Buenaventura, Chihuahua), Calabazas, Yayame, y Andrés roban en Bavispe (Sonora) varios caballos que llevaron al río Temehuaque, al oeste de Casas Grandes ([Chihuahua]. Al enterarse de ello, Juan José Compá, para intentar mantener su liderazgo, igual que su hermano Juan Diego hizo con los españoles, investigó quienes fueron los autores. Cuando lo supo, comunicó al comandante de Janos sus nombres y la ubicación de la manada de caballos.

Al saberse que eran miembros de rancherías pacíficas, se les advirtió que no debían cometer más actos de ese tipo y que solo iban a ser detenidos).

* En 1828, un grupo de tramperos encabezados por Ewing Young, un famoso hombre de la frontera que iba de Taos (Taos County, New Mexico) al río Colorado para cazar, son atacados por Western Apaches en algún lugar cerca del cruce de los ríos Salt y Verde. (Young, un nativo de Tennessee, había creado un puesto comercial de pieles en Taos, para evitar el pago de tasas en la aduana, cuyos funcionarios no pasaban de Santa Fé, 112 km más al sur.

En la primavera de 1826, Young envió a su socio, William Wolfskill, al frente de un pequeño grupo de tramperos a la cuenca del río Gila a cazar castores, mientras él iba a St. Louis en una expedición comercial. El grupo de Wolfskill fue emboscado por apaches coyoteros White Mountain teniendo que regresar a Taos con las manos vacías.

Casi al mismo tiempo, otro grupo de tramperos estaba cazando castores a lo largo de los ríos Gila, San Pedro y San Francisco. En este grupo iba James Ohio Pattie, consiguiendo una gran cantidad de pieles. Una banda apache se llevó sus mulas por lo que los tramperos tuvieron que esconder las pieles al no poder llevárselas, procurando ocultar las huellas, para después dirigise a Santa Fé a por más mulas. Cuando regresaron, descubrieron que los apaches se habían llevado todas las pieles.  

En el otoño de 1826, Young fue con varios estadounidenses a cazar castores al río Gila. Se dirigieron al sur, siguiendo el curso del Río Grande hasta Socorro [Socorro County, New Mexico], para luego girar al oeste, hacia las Mogollon Mountains [Grant y Catron Counties, New Mexico] y llegar a las minas de Santa Rita del Cobre [rant County, New Mexico], cerca de la actual Silver City. La mina estaba a cargo de un estadounidense, quien dejó a los tramperos instalarse allí antes de dirigirse al Gila. Antes de empezar a cazar, Young quiso hacer una demostración de fuerza ante los apaches. Llevó a su grupo de 16 tramperos al territorio de los coyoteros White Mountain, infringiéndoles numerosas bajas.

Mientras tanto, también Pattie estaba de vuelta en el Gila, esta vez con un grupo de tramperos franceses, encabezados por Michel Robidoux. Llegaron a un poblado nativo en la unión de los ríos Salt y Gila [en el extremo oeste del Salt River Valley]. Pattie afirmó que eran papagos, pero los antropólogos han sugerido que podían ser apaches o yavapais. Los nativos invitaron a los tramperos a pasar la noche en el poblado, y todos accedieron menos Pattie y otro trampero, quienes acamparon lejos del poblado. A mitad de la noche, les despertaron ruidos lejanos. Los nativos esperaron a que los tramperos se durmieran para atacarlos. Todos murieron excepto Robidoux, quien pudo escabullirse en la oscuridad, logrando contactar con Pattie, probablemente en algún lugar cercano a la actual Phoenix. Los tres hombres se ocultaron hasta el día siguiente. Cuando llegó la noche avanzaron en la oscuridad hasta que encontraron lo que creyeron que era un campamento nativo. Cuando se acercaron un poco más, escucharon a un par de hombres hablando en inglés. Era el campamento de Ewing Young, quien al oír lo ocurrido decidió actuar.

Se dirigió, al frente de unos 30 tramperos, por el cauce de un arroyo seco hasta los alrededores del poblado, enviando a dos hombres para hacerse ver y actuar como señuelos para atraer a los guerreros a una emboscada. Unos 200 guerreros no se percataron de la treta, saliendo en persecución de los dos hombres. Cuando llegaron a unos 20 metros del arroyo, Young y sus hombres empezaron a disparar sus rifles de gran calibre matando, según Pattie, a 110 guerreros [cifra que parece excesiva, aunque probablemente fueron muchos]. Después fueron al poblado, encontrándolo abandonado, excepto un anciano ciego y sordo que los tramperos dejaron en paz. Después de incendiarlo, desenterraron  los cuerpos mutilados de los tramperos franceses. Al día siguiente, el jefe del poblado pidió parlamentar, accediendo a no atacar más a los tramperos.

Desde allí, Young llevó a sus hombres por el Salt River, más allá de lo que hoy es Scottsdale [Maricopa County, Arizona], hasta el cruce del río Verde, recorriéndolo y volviendo por el Salt y el Gila, consiguiendo cazar, a veces, hasta 30 castores por noche. Siguiendo el curso del Gila, fueron los primeros estadounidenses en llegar hasta su desembocadura, contactando, en un pacífico encuentro, con los yumas.  

Después remontaron el río Colorado, donde se toparon con mohaves, cuyo jefe pidió que le dieran  un caballo. Young se negó, atravesando el jefe al animal con una lanza, lo que hizo que un trampero le matara de un tiro. Los mohaves retrocedieron y desaparecieron entre la maleza, pero sospechando un contraataque antes del amanecer, los tramperos les esperaron, matando a 16 guerreros. Los mohaves no se dieron por vencidos, y después de varias noches, atacaron el campamento de Young con flechas envenenadas, matando a dos hombres e hiriendo a dos más. Pattie contaría que su manta estaba perforada por 16 flechas.

Jurando venganza, Young les persiguió matando a varios más, colgando sus cuerpos en las ramas de un álamo como advertencia para el resto. Aún así, Young tomó precauciones, dividiendo su grupo en dos, mientras uno cazaba, el otro vigilaba. Los mohaves atacaron de nuevo, matando a tres tramperos en el río Bill Williams. Cuando Young encontró a los hombres, sus cuerpos habían sido cortados en pedazos y estaban siendo quemados en una hoguera.

Young decidió que era hora de volver a Taos. Después de recorrer unos 1.600 km, habían conseguido pieles por un valor de unos 20.000 $, habiendo perdido un tercio de sus hombres. Cuando llegó a Santa Fé, se llevó una sorpresa.

En 1824, México aprobó una ley por la cual, solo los ciudadanos mexicanos podían ser tramperos. Mientras algunos estadounidenses, simplemente ignoraron la ley, otros se convirtieron en ciudadanos mexicanos. En Taos, los tramperos estadounidenses acudían a donde el sacerdote, Antonio José Martínez, quien por un módico precio, arreglaba bautizos y matrimonios para que pudieran obtener la ciudadanía fácilmente.

Esta nueva ley entró en vigor mientras Young estaba cazando en Arizona. Cuando volvió a Santa Fe en la primavera de 1827, descubrió que su licencia había sido anulada por lo que sus pieles fueron confiscadas; y su amigo, el gobernador Antonio Narbona, había sido reemplazado por Manuel Armijo.

Milton Sublette, un miembro del grupo de Young, cogió sus pieles y corrió al interior de una casa ocupada por tramperos. Cuando las autoridades pudieron entrar por la fuerza, Sublette y sus pieles habían desaparecido. Su audaz desaparición corrió de boca en boca, por las hogueras de los tramperos durante años.  Enojado, Armijo, responsabilizó personalmente a Young por la huida de Sublette, presentando cargos contra él. Fue puesto en libertad unos días después cuando Armijo no pudo encontrar una copia de la Ley de 1824. Sin embargo, Young no recuperó sus pieles.  

Young montó otra expedición en 1827-28 al territorio del Gila, pero en algún lugar cerca de la unión de los ríos Salt y Verde, los apaches tendieron una emboscada al grupo y mataron a 18 de los 24 tramperos. Young no se rindió y equipó otra expedición más, durante 1828-29, en la que iba un protegido suyo, quien en el futuro sería famoso, Christopher «Kit» Carson.

Para evitar a las autoridades mexicanas, Young se dirigió al norte de Taos, a unos 80 km, luego cruzó las Jemez Mountains [Rio Arriba, Sandoval, & Los Alamos Counties, New Mexico], hasta el pueblo de Zuni. Desde allí se dirigió a las White Mountains hasta la cabecera del Salt River. Como venganza, Young buscó a los apaches que habían diezmado su expedición el año anterior, matando a 15 de ellos, e hiriendo a muchos más. Luego recorrió el río Verde hasta su cabecera en Chino Valley [Yavapai County, Arizona]. Young y su grupo se dedicaron a colocar trampas. Los apaches continuaron hostigándolos, robando sus trampas y de vez en cuando matando a un caballo o a una mula. Pero los apaches no les atacaron. En la ladera occidental de la montaña Bill Williams, cerca de la actual Ash Fork, [Yavapai County, Arizona], dividió a su expedición, enviando a un grupo cargado de pieles de regreso a Taos. Young con 17 hombres, incluido Carson, se dirigió hacia California, territorio que había oído que tenía grandes recursos. Volvió a Arizona a cazar pero regresó a California para asentarse posteriormente en Oregón, donde falleció).

* A finales de 1828, los jefes apaches Feroz y Pisago Cabezón (chokonen) se quejan ante el gobernador de Chihuahua de que ciudadanos mexicanos están invadiendo sus tierras convirtiéndolas en propiedades privadas. (Le pidieron que decretase que las Sierras de Enmedio [municipio de Janos, Chihuahua]; las Ánimas [Animas Mountains, Hidalgo County, New Mexico] y el Hacha [Big Hatchet Mountains, Hidalgo County, New Mexico] no se entregasen a ciudadanos mexicanos. Estas sierras contenían recursos, especialmente el mescal, del que los apaches pacíficos dependían ampliamente para complementar sus raciones. Poco después, los jefes Pisago Cabezón, Chirimi, Carabinero, y Bocón solicitaron que al mexicano Serafín Calderón, se le negase el derecho a quedarse con las tierras que se había apropiado en la Sierra del Álamo Hueco [Alamo Hueco Mountains, Hidalgo County, New Mexico]. Los apaches habían limpiado y plantado esas tierras, habiendo un buen mescal en ellas. El comandante general Simón Elías estuvo de acuerdo y subrayó que los apaches necesitaban protección, y que dada la situación actual, nada debía perturbar la paz actual, dando el 10 de enero de 1829, la concesión a los cuatro jefes apaches la posesión de esa propiedad. El incidente no terminó ahí y, un poco más tarde, los cuatro jefes pidieron permiso para vender el mismo terreno a Calderón a cambio de 30 yeguas. El comandante general lo prohibió enérgicamente, explicando que la posesión de esa tierra era un derecho de usufructo, solo para disfrutar de los productos naturales de la tierra, pero nada más. Por otra parte, pensó que los apaches, probablemente, no usarían las 30 yeguas para nada bueno).

1829

* En 1829, los mexicanos expulsan a los españoles que quedaban del país, por lo que serán los que se encarguen de suministrar las raciones  a los apaches en los presidios.

* En 1829, se repite la tragedia de hace 30 años. (Marín Ortiz, era un niño de siete años de La Punta de Lampazos [Lampazos de Naranjo, Nuevo León] nacido en 1822 que ayudaba a su padre en sencillas labores agrícolas mientras aprendía las primeras letras gracias a su madre.

Mientras Marín Ortiz jugaba con otros niños, un tropel de caballos los sorprendió. Al girarse, vio una partida de indios frente a ellos y una mano que desde lo alto agarró sus cabellos, sentándolo frente al jinete. Los niños corrían hacia todas direcciones, tratando de escapar, siendo atrapados uno a uno.

Inútilmente, se debatían entre los brazos de sus captores hasta que a golpes los fueron sometiendo, quedándose quietos y temblorosos, listos para una larga cabalgada, mientras los montes iban pasando ante sus ojos y los paisajes se tornaban desconocidos. Aquel día, fueron capturados siete niños de entre cinco a siete años.

¡Apaches! ¡Apaches! ¡Los apaches se han llevado unos niños…!, gritaron los vecinos para alertar a las familias y poner en guardia a todo el pueblo. Las madres corrían llamando con desesperación a sus hijos y los hombres salían con los rifles preparados.

Se dio también parte a la guarnición militar e inmediatamente, junto con un numeroso grupo de vecinos, salieron a rastrear los montes y caminos. Pero tras muchas horas vieron que las huellas de los caballos se unían a otro grupo más numeroso que iba hacia la Sierra de Santa Rosa [municipio de Ciudad Melchor Múzquiz, Coahuila], territorio dominado por los apaches lipanes, cuya ferocidad ya conocían, necesitando más hombres para hacerles frente. No se podía hacer nada, por lo que los niños se dieron por perdidos. Las madres lloraron durante mucho tiempo.

Los apaches lipanes hicieron tres campamentos camino a su destino comiendo carne cruda, pero a los pequeños les daban arcadas y solo pudieron comer pinole y frutos silvestres. Aprendieron que durante una incursión no encendían fuegos porque el humo podía delatar su presencia. Su avance era invisible e inaudible en la oscuridad, pudiendo pasar a 50 metros de una casa sin ser detectados. Su presencia era silenciosa, furtiva, por eso la gente era presa fácil en los ranchos, siendo los perros los primeros en caer silenciados por las flechas.

Un atardecer, llegaron a su ranchería. Un coro de alaridos y un gentío de curiosos salió al encuentro de los que llegaban, observando, entre despectivos y burlones, a los niños capturados que sobrecogidos por el miedo esperaban a que les bajaran de los caballos. Los jinetes gritaron algo en su lengua, tirándolos desde lo alto de los caballos y unas mujeres los iban recogiendo para llevarlos a sus tipis.

Cada mujer tenía uno a su cuidado y aunque trataron de ser cariñosas, los chiquillos no entendían el idioma y temblaban de miedo ante su nueva vida, con comidas indeseables, rodeados de rostros de niños semidesnudos que los miraban retadoramente, sin consolarles la sonrisa de las mujeres ni los frijoles que les ofrecían. Esa noche cada uno lloró amargamente y a lo largo de toda la noche, se despertaban llamando entre sollozos a sus madres, que allí, en la lejanía, también mojaban de lágrimas la almohada. Así fueron recibidos y adoptados por la tribu. El matriarcado imperante se encargaba de cuidar la salud y formación de los niños. Una joven india, paciente, risueña y mujer del jefe principal, se hizo cargo de Marín.

Los niños conocieron la dura vida del nómada caminando para hacer campamento tras campamento por el sur de Texas, norte de Nuevo León, Tamaulipas y Coahuila. Mujeres, viejos y niños caminaban por los montes cargando los enseres de la tribu y solo los guerreros o ancianos de cierto rango utilizaban caballos. Su vestimenta fue poco a poco cambiada por las calzoneras de piel, de manta, u otras telas robadas, chaparreras de piel de venado y calzado, o teguas de piel suave. Padecieron semidesnudos bajo el ardiente sol de agosto y los fríos vientos de enero. Su niñez pasaría aprendiendo a pescar y cazar piezas menores con los hombres; recoger leña, hierbas medicinales y frutos silvestres con las mujeres, y aprender a tallar armas y devastar piedras para las puntas de flechas y lanzas.

Pasaron dos años, y de los niños cautivos solo quedaban dos o tres, pues murieron uno a uno por la vida tan dura, las enfermedades que acababan con los más débiles, o como consecuencia de los enfrentamientos contra el ejército estadounidense, mexicano, y los comanches; donde no se perdonaba a nadie, hombres, mujeres o niños. Vivían en un constante sobresalto al que se tenían que acostumbrar, agudizando su instinto de supervivencia y aprendiendo a huir mientras los hombres defendían el poblado. Se acostumbraron a ver guerreros con graves heridas causadas por sables, balas o flechas; pero el sufrimiento más grande era el castigo que sufrían cuando no obedecían, y los golpes eran el pan de cada día. Los niños, nativos o cautivos, crecían disciplinados y resistentes al dolor.

Marín Ortiz sufrió duros castigos por no entender las órdenes que le daban en una lengua que no conocía. Y aunque muchos lipanes hablaban castellano por su contacto con españoles [soldados, colonos y franciscanos de las misiones], se negaban a hablarle en su idioma.

Los caballos eran la posesión más importante del lipán y durante el día, los niños se encargaban de cuidarlos. Los alimentaban, les daban agua y los custodiaban dando vueltas alrededor de ellos.

Un día que los guerreros venían de cazar búfalos, el jefe lipán llamado Bajo el Sol, fue a bajarse del caballo y haciendo un círculo en el aire con el dedo índice dirigiéndose a Marín, este interpretó, “rodea a la manada…”, pero quería decir, “cambia mi caballo…”. El joven se puso a dar vueltas en torno a los animales, mientras el jefe enfurecido, empezó a dar órdenes a sus hombres. Un lipán se lanzó contra el joven dándole golpes. El jefe bajó del caballo y pronto, un grupo de lipanes lo zarandearon. El joven, sin comprender nada, indefenso, rodaba y rebotaba de golpe en golpe, mientras lloraba y pedía piedad.

Al final, ataron unos arneses al lomo de una mula, atando al joven colgado bajo la panza, entre las patas del animal. Después los lipanes encabritaron a la mula que, asustada, salió al galope, lanzando coces en un intento de deshacerse del bulto que tenía entre las patas. Mientras tanto, Marín iba dejando la piel y la carne de la espalda por los arbustos.

La mula corrió y corrió tratando de zafarse del bulto; y el joven, creyendo morir, suplicó que alguien hiciera algo para terminar con aquel suplicio. Al fin, la mula cayó reventada y Marín quedó a su lado, luchando por liberarse. Las cuerdas se habían aflojado un poco por el sudor y la sangre, y así pudo liberar una muñeca, y después se desató. Luego, penosamente, se arrastró buscando la sombra de unos arbustos, donde se desmayó del dolor que sentía.

Pronto llegó la noche, que se hizo eterna. Las horas transcurrieron lentas, y la luna y las estrellas abandonaron al pequeño moribundo; hasta que llegó la mañana en que despertó. Abrió los ojos y los primeros pensamientos fueron que había despertado en el paraíso de los lipanes en el que hechiceros y ancianos de la tribu le habían enseñado a creer. Pero estaba vivo, y tendría que soportar el dolor de las llagas, llenas de sangre y tierra. Cerca había un río. Se levantó en busca del agua donde lavar sus heridas y, tambaleándose, caminó hasta una pequeña cascada. De ahí en adelante, buscó sobrevivir dándose baños de agua; haciendo trampas para atrapar peces y conejos, y buscando hierbas para hacer cataplasmas que había visto a las mujeres usar en las heridas de los guerreros. Pero las suyas sanaban muy lentamente y las llagas todavía supuraban y sangraban al paso de muchos días. Consiguió comida, pero las fiebres y la pérdida de sangre le debilitaba cada vez más. Tenía que intentar algo diferente.

Pensó que no tenía más elección que buscar a la tribu para que le curaran o le mataran, para terminar de una vez con aquel sufrimiento. Así, emprendió el camino de regreso y con raíces confeccionó una cuerda con la que fue atando leña hasta hacer un montón, llevándola al poblado en señal de sumisión y súplica.

Aquella mañana, el poblado estaba solo ocupado por ancianos, mujeres y niños. Los guerreros habían salido a cazar y solamente los ancianos y los niños lo vieron llegar enflaquecido, como un cadáver, con paso inseguro, tambaleante, con un montón de leña sobre su cabeza, sentándose frente a un tipi, de donde salió una mujer que, inmediatamente inundó sus ojos de lágrimas.

Conmovida por su estado, lo levantó en brazos y lo tendió sobre una piel de bisonte para alimentarlo. Luego, fue lavando suavemente su espalda con infusiones de hierbas medicinales. Mientras le ponía cataplasmas, la lipán sollozaba y susurraba al oído del joven suaves palabras que no entendía.

Marín Ortiz se quedó dormido bajo el cuidado de la mujer, mientras los ancianos más sabios de la tribu entraron en el tipi, intercambiando miradas de silenciosa condena, reprobando aquel desmesurado castigo.

Horas después, el poblado se alborotaba en alaridos con la llegada de Bajo el Sol y sus guerreros. Cuando el jefe se encaminó al tipi, la mujer salió corriendo a recibirlo y habló con él. Sumisa, pero firmemente, pedía piedad y perdón para el joven, mientras el jefe hacía furiosos aspavientos, amenazando con golpear a la mujer que parecía dispuesta a desobedecerle por salvar al joven.

Los ancianos, testigos del estado de Marín, con el peso de la autoridad y respeto que todo lipán les debía, intervinieron, le hicieron callar, y le introdujeron en el tipi para enseñarle su espalda. En algunas partes, se veían los huesos. El jefe comprendió sus excesos y agachó la mirada, antes fiera, y ahora triste, observando al muchacho. En su furia había olvidado algo, ¡era solo un niño de nueve años…!

El pequeño disfrutó de un plácido y largo sueño, pero despertó aterrorizado al descubrir ante él al jefe apache. Pero este tendió la mano invitándolo a tranquilizarse y para su sorpresa, con una lágrima corriendo por su mejilla, pero con el rostro pétreo e inexpresivo, le habló conciliador y paternal: “Zesnacané… Tú ahora eres de mi pueblo… Yo no hacerte más daño. Ahora tú eres de mi pueblo… Tú eres mi hijo y tu nombre es Zesnacané”.

Ese era su nuevo y sonoro nombre: “Zesnacané”. Sería tratado como uno más de la tribu y le enseñarían la lengua apache, cosa que nunca intentaron. Pasó mucho tiempo recuperándose bajo el cuidado de la que ahora sería su madre. Más adelante, pudo sentarse a un lado de la entrada del tipi hasta que pudo incorporarse plenamente a la vida tribal. Lo peor había pasado, aunque le quedaban las horrendas cicatrices que le cubrían la espalda, costados y brazos como recordatorio.

Zesnacané, preguntaba a sus mayores y siempre obtenía una respuesta. El lipán era libre como el venado de la sierra y jamás aceptaría el sometimiento ante el invasor que solo les querían como esclavos en los campos y en las minas. Antes lo habían intentado, se habían acogido a la protección de los misioneros, pero los españoles, con permiso de los sacerdotes, se los llevaban a lejanos lugares para usarlos en trabajos forzados y ni la Iglesia ni las autoridades lo impedía.

Los hombres eran separados de sus mujeres y los niños de sus madres para morir trabajando en minas. Las mujeres sufrían abusos en las haciendas. O morían lentamente como esclavos o huían a las sierras; considerados indios hostiles a los que había que perseguir y matar. Los lipanes no tenían más remedio que huir y luchar para sobrevivir.

El blanco quería la tierra para él solo y cogía más de la que necesitaba; la tierra daba sus frutos a los hombres, pero el blanco la explotaba para esquilmarla; la ocupaba con sembrados y ganado, y no quería al indio más que como peón, como esclavo. El lipán tenía que vagar siempre porque si pedía tierra no se la daban; si pedía paz se la negaban porque eso suponía un lugar propio donde vivir y cuando el indio recibía una ranchería que podía prosperar también se la quitaban. La única condición para vivir en paz era dejarse matar de hambre, por el trabajo forzado y humillado constantemente. Los lipanes tenían como destino pelear hasta el exterminio, que era su trágico destino.

Con el entrenamiento en el manejo de las armas y el caballo, Zesnacané pasó la adolescencia y, con los años, deseó combatir contra los comanches, con los cuales rivalizaban por los campos de caza del búfalo. En esporádicos encuentros conoció guerreros de otros pueblos apaches; principalmente los apaches mescaleros.

Aunque se distinguía por su barba, pronto se olvidó de las demás diferencias y se convirtió en un orgulloso guerrero que, aunque de cabellera ondulada y piel diferente, fue haciendo propias todas las virtudes del lipán como su fiereza en el combate, su lealtad, su fidelidad, tomando como suya la afrenta recibida por cualquier ranchería por lejana que estuviera, el afán por proteger con su vida a las mujeres y niños, las habilidades como vigía, rastreador, cazador y como luchador a cuchillo, hacha, lanza, arco y rifles que obtenían en asaltos a ranchos y destacamentos militares.

Al fin, fue a luchar contra los comanches y contra los blancos. Combatió y sobrevivió en muchas batallas y escaramuzas, demostrando coraje y valor ante su jefe, quien supo valorar una habilidad más, muy rara en ese tiempo y más entre los indios: Zesnacané sabía leer y escribir. Lo utilizaría también como redactor y traductor de mensajes en los intentos de concertar alianzas y acuerdos de paz. Fue así como iría siempre al lado del jefe, estando presente en todas las conferencias.

Los años pasaron y parecía que Marín Ortiz había perdido ya las ansias de recuperar su origen.

Poblados enteros de lipanes eran masacrados. Al lipán se le prohibía portar cualquier tipo de arma, así que todo jinete era despojado de su cabalgadura o muerto si portaba armas sin más averiguaciones ni preocupaciones de ningún tipo. Como los lipanes no aceptaban eso, cada vez que eran atacados por faltar a la ley del blanco, en respuesta, poblados y ranchos eran arrasados. Así fue como Zesnacané, conoció la otra verdad y justificó pagar sangre con sangre, hasta ver normal la violación, degüello e incendios, ya que el enemigo también lo hacía con las mujeres y niños lipanes.

Cuando atacaban haciendas o pequeños poblados, si el objetivo no era el secuestro de mujeres o niños, solo cogían armas de fuego, de acero, herramientas y animales. El dinero no servía a los lipanes y lo enterraban en bolsas de cuero por los cerros, en sitios con alguna señal que lo recordara. Así, contenedores repletos de joyas y monedas de plata y oro quedaron por ahí, perdidos tanto para los lipanes como para los blancos. Zesnacané, atestiguaba cada entierro…

Era una tarde de invierno de 1849. Bajo el Sol, el jefe lipán había muerto. Alrededor del fuego, el consejo formado por ancianos y jefes se reunió para plantear las estrategias de una ambiciosa incursión. Se escuchó el plan de realizar ataques para acabar con los habitantes del pueblo y presidio militar de Santa Rosa [hoy Múzquiz], y Aguapoquita, nombre apache de la Punta de Lampazos. Al oír esa palabra, Zesnacané tenía una tempestad interior que agitaba su alma mientras, a la distancia, el hechicero elevaba cánticos, implorando que no se derramara más sangre que la de los invasores del territorio pertenecientes a los lipanes.

El plan de los ancianos era perfecto. Todas las bandas esparcidas por los alrededores del noreste de Coahuila, se reunirían en dos puntos para formar un gran grupo. El avance se iniciaría desde La Babia y La Piedra, con cientos de combatientes a caballo y a pie, bien motivados y armados. Los guerreros entrarían sigilosamente en cuatro columnas a la media noche, cerrando el cerco para efectuar el ataque en el centro, en la iglesia de Santa Rosa de Lima [Melchor Múzquiz, Coahuila], aprovechando que todos los pobladores estarían desprevenidos participando en la Misa de Gallo, ya que sería la víspera de Navidad. Mientras rezaban serían emboscados y exterminados. Matarían a todos los soldados y pobladores y con pocas bajas quedarían dueños de todo Santa Rosa. Llevarían caballos de repuesto para la carga de bienes, el rapto de niños y de mujeres. El aprovisionamiento de granos, semillas, telas, armas y toda clase de bienes sería difícil de predecir. El botín de guerra sería grande. El siguiente paso, Aguapoquita…

Todo estaba listo, pero Zesnacané estaba con el rostro impávido, pero con el recuerdo de imágenes que regresaban a su memoria. Calles queridas, rostros amables y sonrisas que empezaron a desfilar por su mente.

El plan se prolongó hasta altas horas de la madrugada y al terminar, se festejó con una frenética danza ante el fuego para invocar la asistencia de los antepasados en la futura incursión. Solo Zesnacané se retiró para ocultar su turbación, y sentado, pensaba y fijaba la vista en cada estrella consultando sus dudas. Lleno de confusiones repasaba en su mente todos los caminos posibles y parecía que la conclusión era siempre la misma; aquello no era bueno…

Pensó en la lucha hombre a hombre contra el blanco, voraz y asesino de los lipanes y en eso estaba de acuerdo; pero se imaginó la cacería y degüello de hombres desarmados, jóvenes y ancianos desvalidos, víctimas de la matanza, y algo se revolvía en el fondo de su ser al recordar lejanamente que tenía familiares, en Santa Rosa y en Aguapoquita. Ante esto, algo se empezaba a mover dentro de su espíritu.

Ahora tenía 27 años y tal vez nadie se acordaba de él, que ahora, con vestimentas lipanes y con pelo largo, no era ni la sombra del Marín Ortiz que fue arrebatado a su familia. Se encariñó con la tribu que lo adoptó tras el suceso, aquel en que fue atado a la mula y tal vez lo hizo como el perro que está con la mano que le da de comer, pero ¿qué hacer si le tocara matar a los de su propia sangre o secuestrar a una hermana y ponerla al servicio del lipán con los consabidos golpes? Se consideraba un auténtico lipán y sentía fidelidad por las ancianas que lo criaron y los guerreros que lo habían formado, pero no deseaba que nadie más de su sangre viviera la miserable existencia que a él le tocó. Todo aquello, ¡definitivamente no estaba bien…!

En la segunda noche, los guerreros descansaban escondidos en los bosques de la Sierra de Santa Rosa. Estaban listos para marchar hacia el primer objetivo y la mañana siguiente proseguirían el camino para hacer el último campamento en la loma de La Rosita. Solo surgió un inconveniente, una nevada cubrió de blanco las montañas y aquel frío de varios grados bajo cero mantenía adormecida a toda la banda. Mientras los guerreros dormían, Marín se levantó sigiloso y cogió su caballo para ir a Santa Rosa.

Cabalgó hasta reventar el caballo, obsesionado en salvar a su familia; siguió corriendo con la agilidad del venado, cubriendo muchos kilómetros gracias a la resistencia, a su juventud y al entrenamiento guerrero. Pasó por la loma de La Rosita y siguió hasta llegar desfallecido a un mirador desde donde podía ver el presidio militar de Santa Rosa.

A la salida del sol llegó a las orillas del pueblo y, agotado, se escondió cerca de la primera vivienda. Vio salir un niño al patio de aquella casa y le dijo: “Niño, niño, soy cristiano… No tengas miedo… Háblale a tu papá…”.

El pequeño se asustó ante el intruso y corrió al interior de la casa. Su madre lo calmó, cerró todo, puso trancas en puertas y ventanas y sin saber qué más hacer, se rodeó de sus críos y entre rezos siguió cocinando en espera de la llegada de su esposo.

Desde su escondrijo, Zesnacané podía percibir el casi olvidado olor que despedía una olla de café al fuego y el aroma de unas tortillas de harina. Los recuerdos del hogar perdido se agolpaban en su mente e inhalaba los olores hasta el fondo de sus pulmones, sintiendo en ello las caricias de la madre y todas las bendiciones del hogar que nunca olvidó. Sentía que, en cualquier momento, las lágrimas lo iban a traicionar; pero le habían enseñado que un guerrero, no estaba hecho para el llanto.

Cuando el hombre de la casa llegó, recibió la noticia y, con paso felino y las armas listas, se acercó. Ahí lo recibió un extraño lipán vestido con los típicos botines de gamuza, taparrabos, chaparrera, chaleco y con el largo cabello atado con una correa.

Marín tiró sus armas en señal conciliatoria y habló con el desconfiado lugareño: “Vengo en paz… Soy cristiano… Mi nombre verdadero es Marín Ortiz, nacido en la Punta de Lampazos… Fui cautivo mucho tiempo… Los apaches lipanes vienen y vengo a salvarlos porque aquí viven hermanos de mi padre. Quiero hablar al jefe de tu pueblo…”.

Dio al asombrado campesino los nombres de sus padres y los familiares residentes en Santa Rosa. El hombre dejó al guerrero lipán atado, saliendo corriendo al centro del pueblo y regresando rápido en compañía de un grupo de hombres armados.

Con ellos venía el coronel Francisco de Castañeda, jefe de la guarnición militar, que tomó con calma la presencia de alguien que podría ser la punta de una avanzadilla enemiga que lo enviaba a una trampa mortal; sin embargo, escuchó atento y paciente la historia de Marín Ortiz. Tras el interrogatorio, quedó formalmente preso. Lo escoltaron a las celdas del pueblo.

Mientras la noticia de la captura de un guerrero blanco corría como río por todas las calles de Santa Rosa, formando corrillos por las esquinas y provocando encontradas reacciones entre el desasosiego y la curiosidad en la población, Zesnacané, recibía la visita de un barbero que fue enviado para arreglar su cara. Le cortó el pelo y lo vistió con ropas civilizadas, recuperando la apariencia del hombre blanco. Le llevaron el almuerzo y quedó tras las rejas, resignado a lo que viniera.

El 19 de diciembre de 1849, desde el cuartel se dio la señal de alarma por todas las rancherías y haciendas. Al escuchar la llamada que convocaba a la defensa de los pueblos cada vez que se acercaban indios hostiles, presurosos, decididos empezaron a llegar todos los vecinos en edad de manejar un arma. Bajo la mirada de preocupación de madres y esposas, se preparó un destacamento formado por soldados y voluntarios; jóvenes, adultos y ancianos dispuestos al encuentro con los apaches lipanes antes de que llegaran a asaltar sus casas. Sabían que no había elección, o morían luchando, o los matarían uno a uno junto a toda su familia. En aquellos tiempos, los hombres estaban dispuestos a matar para defender su vida, su familia y sus bienes.

Marín Ortiz los guiaría y combatiría junto a ellos. Si se negaba o trataba de escapar, lo matarían; si había mentido, sería fusilado. Una vez más la vida lo acorralaba, le cerraba todos los caminos; pero, confiado en que el plan de los lipanes no había variado con su huida, puso su vida otra vez al azar del destino.

Para empezar, Marín les recomendó atacar de madrugada. Los apaches lipanes, con tiempo frío, eran de sueño pesado; y cuando dormía, nada los despertaba. Se les podría sorprender fácilmente. Él se encargaría de los guardianes y robaría los caballos para cortar toda posibilidad de escape. Los lipanes serían vencidos.

Desde el medio día ya se habían enviado partes a Monclova Viejo, San Fernando de Austria y Zaragoza [Coahuila], pidiendo que enviaran tropas de auxilio con las que se encontrarían en El Aguaje del Oso para formar un destacamento mayor. Aunque no superaban en número a los lipanes, la estrategia militar, la bravura y veteranía de los civiles podría valer. El contingente armado se despidió de padres y esposas y en perfecta formación, infantes y jinetes, desfilaron por las calles rumbo a la montaña. Marín iba al frente, era guía y prisionero a la vez.

Al unirse con los refuerzos en El Aguaje del Oso, confirmaron que eran todavía inferiores en número a los lipanes; pero confiados en el elemento sorpresa, continuaron la marcha al enfrentamiento en que se decidiría la suerte de sus familias. Al llegar a la loma de La Rosita, la avanzada descubrió el campamento de los lipanes dormidos, envueltos en pieles. Fueron tomando posiciones, rodeándolos silenciosamente.

Bajo la mira de los fusiles que le apuntaban para prevenir una traición y sin más armas que una piedra, Zesnacané dio cuenta de los dos guardias que dormían sentados al lado de los caballos. Algunos minutos después, los caballos del enemigo ya estaban lejos y a la voz de ataque, se lanzó la primera descarga; y tras ello, se inició la lucha cuerpo a cuerpo, desatándose una verdadera carnicería.

A la distancia, con los caballos en custodia, Marín Ortiz derramó una lágrima al saber que, en ese momento, muchos de sus hermanos serían heridos o muertos, y nunca más podría ser llamado con el nombre con que Bajo el Sol le bautizó; pero el lejano recuerdo de sus verdaderos padres y hermanos, se impuso en su memoria. Aunque no podía estar orgulloso de ello, su conciencia le decía que cualquier hombre hubiera hecho lo mismo, que había tomado el camino correcto.

En el campo de batalla, los guerreros sorprendidos corrían por todas partes y caían bajo las acometidas de sables y fusiles. La defensa fue débil al ser improvisada, y al principio, unos pocos luchaban desesperadamente, cayendo también hombres y caballos de los atacantes. Tras los primeros instantes de sorpresa, los pechos se teñían de sangre por la lanza y el sable, la flecha y la bala; hombre a hombre se revolcaban con el cuchillo en alto hasta que, al fin, los sorprendidos lipanes fueron vencidos. Amparados por las sombras del amanecer, bastantes guerreros pudieron escapar, pero perdieron armas, caballos, muchos combatientes y con ellos, la esperanza de poder volver a organizarse a ese nivel con fines de guerra.

Los atacantes gritaron llenos de júbilo. Había sido cierto el aviso que les llevó el indio blanco. Aunque con la pena de cargar sus muertos y heridos, regresaron al pueblo gritando vivas a Marín, el héroe de Santa Rosa. Gracias a él la población entera se había salvado; y de paso, también el lejano pueblo de la Punta de Lampazos.

Marín encontró solo un puñado de primos hermanos que en realidad ya no conocía; pero en ellos encontró asilo y refugio a sus tristezas. Era el héroe del momento y todos lo invitaban a su casa, tal vez con la curiosidad por delante o quizá apreciando lo que había hecho por el pueblo; pero mientras decidía que hacer con su vida, se quedó a vivir en Santa Rosa. Ahí supo que sus tíos se habían ido al territorio de Texas, sus padres ya habían muerto, y estaba solo en el mundo.

Aquella noche del 24 de diciembre de 1849, Marín Ortiz, con su identidad todavía confundida, cambió el semblante triste, y tímidamente volvió a sonreír al vivir otra vez los festejos navideños. Las voces de hombres, mujeres y niños llenaban la nave de la iglesia de Santa Rosa de Lima entonando cánticos navideños. Las voces se elevaban al cielo, llenas de gratitud por aquella Navidad que pudo ser la última de sus vidas. Y Marín también se arrodilló y participó del festejo. Se sentía renacido. El restañar su interior dolorido, tal vez vendría después.

Recuperó el sentido que el blanco da al dinero y, recordando sus andanzas con los apaches lipanes, recorrió lejanos parajes entre cerros y cañadas en repetidas excursiones, para rescatar los entierros que presenció y regresaba al pueblo con bolsas de cuero llenas de oro y plata en alhajas y monedas. Con eso se pagaría los sufrimientos y los 20 años que pasó desde el secuestro. Poco a poco se hizo con una fortuna. 

Paulatinamente, iba tomando posesión de su nueva vida. Aprendía los quehaceres del campo ocupado con sus familiares en la cría de ganado y el cultivo de la tierra; actividades que diferencia al nómada y al sedentario. Asistía a Misa y a los paseíllos dominicales alrededor de la plaza, donde se enamoró de Prudenciana Orozco, una sencilla joven del pueblo. Unos meses después, siguiendo las reglas del cortejo entre blancos, al hacer la petición de mano y ser aceptado, las campanas de la iglesia de Santa Rosa lanzaron al viento sus voces de bronce llamando a los pobladores para una boda que atestiguaron los invitados del pueblo y todas las rancherías cercanas.

Tantas cosas buenas habían llegado a su vida en tan corto tiempo, que Marín permanecía incrédulo ante todos los acontecimientos dichosos. Jamás habría soñado con todo aquello mientras cabalgaba por los despoblados territorios al norte y al sur del río Bravo [Río Grande], siempre con la lanza o el fusil, al viento, a la caza del búfalo y del blanco.

Con los tesoros que desenterró, compró reses y cabras. Y cargando con su familia, bienes, y nuevos sueños, salió de Santa Rosa en alegre caravana arreando su ganado para ir en busca de otro lejano amor, La Punta de Lampazos.

Se acomodó en la casa que fue de sus padres, la número 3 de la calle Guerrero, y allí se llenó de hijos, que lo llenaron de nietos, que lo llenaron de bisnietos; conoció algunos tataranietos, y así fue envejeciendo plácidamente teniendo siempre frente a sí un niño de su sangre preguntando lleno de curiosidad por las cicatrices en la espalda del paciente abuelo.

Fue así como la trágica historia de Marín Ortiz, Zesnacané, el indio blanco, el héroe todavía recordado por la tradición y la historia en Santa Rosa de Múzquiz, tuvo un final feliz y fue pasando a través de generaciones como una de las más bellas leyendas de Lampazos de Naranjo).

* En 1829, el apache Quidé es detenido bajo sospecha de robo. (Aunque las leyes mexicanas prohibían los castigos extremos, el comandante de Janos [Chihuahua] le colgó cabeza abajo, durante dos horas. Considerando que esa situación era deshonrosa para él, Quidé intentó suicidarse. El comandante general de Chihuahua dio una fuerte reprimenda al comandante por su comportamiento, diciéndole que Quidé debía ser tratado correctamente, aunque para el comandante toda la ranchería de Quidé pasó a ser sospechosa de cometer robos.

Durante este año, 575 chiricahuas recibieron raciones en el presidio de Janos, mientras otros permanecían en las cercanías de Santa Rita del Cobre [Santa Rita, Grant County, New Mexico] y Fronteras [Sonora]).

* En agosto de 1829, un grupo formado por texanos y apaches lipanes, y liderado por Stephen Austin, emprende una expedición contra los tawakonis (wichitas).  

1830

* El 11 de enero de 1830, cinco jefes apaches, el chokonen Pisago Cabezón, el nednai Juan Diego Compá, Feroz, Chirimi, y Costilla del Hueso, se reúnen con el comandante de Janos (Chihuahua) para exponer varias quejas: Que los suministros que les entregan son escasos y de poca calidad, al no incluir carne”. ([Antes recibían maíz, carne, cigarrillos, mantas, y dinero, pero ahora solo estaban recibiendo maíz, 379 gramos por persona de más de tres años de edad, y 189 gramos para los niños, y una ración solo por cada individuo presente. Los apaches afirmaron haber permanecido leales y pacíficos, sin robar, pero que las asignaciones actuales eran insuficientes para alimentarse, ellos y sus familias. Querían que la carne volviese a ser suministrada].

Que los días de entrega de suministros, cuando los apaches se ponen en fila para recibir sus raciones, los soldados mexicanos se retiren al Cuerpo de Guardia porque su presencia es una falta de confianza en ellos”.

Que necesitan un intérprete para que la comunicación sea más fácil”. [Los intérpretes apaches habían dimitido en octubre del año anterior porque no les pagaban].

Que les den aperos de labranza”. Dos de los jefes, Chirimi y Juan Diego, pidieron tres azadas y un hacha para poder cultivar. En el largo intervalo de contacto pacífico con los españoles, muchos de los apaches habían comenzado una transición hacia la vida sedentaria, dependiendo no solo de las raciones, sino del cultivo de maíz y habichuelas. No obstante, esta situación iba a cambiar radicalmente durante los años siguientes, cuando se vieron obligados a reanudar su tradicional vida nómada con una economía basada en la caza, la recolección y el botín adquirido en las incursiones llevadas a cabo contra los asentamientos mexicanos.

Estas quejas tuvieron pocas soluciones. No se podía hacer nada con las raciones porque los suministros eran pocos para todos los establecimientos de paz del norte, y las tropas también notaban su falta.

La forma de actuar en los días de racionamiento era costumbre y no se podía cambiar.

Se puso en nómina un nuevo intérprete apache.

El comandante general  de Chihuahua estaba de acuerdo en proporcionar herramientas agrícolas a los apaches para que pudieran ayudar a mantenerse a sí mismos.

El hecho es que la corrupción de los funcionarios que se encargaban de los suministros era una constante en los dos presidios más importantes, Janos [Chihuahua] y Fronteras [Sonora]).

* En mayo de 1830, un destacamento de 154 soldados mexicanos del presidio de Tucson (Pima County, Arizona) al mando del capitán Antonio Comadurán, se dirige a la zona del Aravaipa Creek ([Graham County, Arizona]. A veces, los apaches encendían fuegos para despejar la tierra para el cultivo o para ahuyentar a los animales y dirigirlos hacia una determinada dirección donde les esperaban para cazarlos. Los mexicanos vieron el fuego a lo lejos y fueron a investigar. Quizás otros apaches aravaipas vieron a los soldados y se escondieron, pero tres de ellos avanzaron sin saberlo hacia el lugar en el que los mexicanos les esperaban para emboscarlos. Dos de los apaches se adelantaron al que prendió el fuego, resultando uno muerto y el otro gravemente herido en el pulmón por una lanza. El tercer apache consiguió llevar al herido a su ranchería, falleciendo poco después. Cuando vieron partir al destacamento, algunos guerreros fueron a recuperar el cuerpo del compañero  caído). 

* El 7 de julio de 1830, el gobernador de Chihuahua, emite una circular en la que prohíbe y sanciona la venta de bebidas alcohólicas a los apaches.

* En el invierno de 1830, varias partidas de apaches incursionaron por Sonora llevándose grandes rebaños de ganado hacia sus rancherías de las montañas.

* A finales de 1830, los apaches que residen en San Buenaventura (municipio de Buenaventura, Chihuahua) se van por la falta de alimentos y por una epidemia de viruela.

1831

* A principios de 1831, las autoridades de Chihuahua y Sonora suspenden el sistema de raciones. (Aunque en ese momento parecía la decisión más lógica, resultó ser un error de terribles consecuencias. Los españoles primero, y los mexicanos después, habían apoyado los establecimientos de paz donde estaban instalados los apaches. La administración mexicana decidió que se mantuvieran por sí mismos, cuidando sus propios cultivos y su ganado, asentándose y sacando adelante a sus familias de la misma manera que lo hacían los mexicanos. Aunque el coste de las raciones representaba solo una pequeña parte del presupuesto militar en el norte fronterizo de Sonora y Chihuahua, costaba casi lo mismo mantener a un apache [mantas, maíz, sal, cigarrillos y carne de vacuno] durante un año que lo que ganaba un mexicano trabajando durante el mismo periodo de tiempo. Eso era indecente desde el punto de vista mexicano.

Pero no desde el punto de vista apache. De alguna manera tenían que ser compensados por la pérdida de las mejores tierras, zonas con agua, territorios de caza, etc., al haber sido ocupadas antes por los españoles, y luego por los novohispanos.

Los militares mexicanos que servían en el norte se consideraban agraviados por el hecho de que los apaches recibían raciones mientras ellos sufrían recortes salariales debido a la situación económica del país.

Las autoridades decidieron que eso tenía que cambiar, por lo que durante la década de 1820, empezaron poco a poco a eliminar productos de las raciones (sal, tabaco, e incluso carne de vacuno). También dejaron de darles raciones si no estaban presentes, eliminando la práctica que había permitido a los apaches que sus familiares recibieran sus raciones mientras ellos iban de caza o a recoger alimentos a otros lugares

En 1831, incluso lo que quedaba de las raciones [maíz], dejó de repartirse a los apaches que anteriormente iban a recogerlo. La administración de Sonora y Chihuahua decidió que había llegado la hora de que los apaches se valieran por sí mismos.

Según Kristine Z. Jones, en su trabajo “Comparative Raiding Economies: North and South”, calcula que el coste total de los tratados firmados con los apaches en Chihuahua, incluidas las raciones, ascendió a solo el 4 % del presupuesto militar general de la frontera; y Robert C. Stevens, en su trabajo “The Apache Menace in Sonora 1831-1849”, declara que, antes de reducir las raciones en la década de 1820, las autoridades mexicanas gastaban un promedio de 180 pesos por apache al año.

Víctor Orozco, en su trabajo “Tierra de libres: los pueblos del distrito de Guerrero en el siglo XIX”, escribe que en 1848, una encuesta en un pueblo del norte de Chihuahua encontró que el 85 % de la población ganaba menos de 240 pesos al año.

Los apaches no tuvieron otro remedio que irse de los establecimientos de paz y en cuestión de poco tiempo, empezaron a incursionar, atacando ranchos y pequeñas poblaciones, con las consabidas muertes y captura de cautivos. La población apache del presidio de Janos pasó de más de 200 personas en 1820 a 100 habitantes en 1831.

Los apaches que habían vivido en esos establecimientos de paz eran principalmente chiricahuas, pero también algunas bandas de Western Apaches y mescaleros. Los miembros de los grupos locales de estos tres grupos, gracias a las redes de parentesco, tenían comunicación con otras bandas que vivían más al norte, actuando la mayoría de las veces de forma coordinada, tanto en la paz como en la guerra.

Mientras los mexicanos proporcionaron raciones a los líderes apaches de más edad y con más influencia entre su gente, estos podían redistribuir los recursos recibidos entre sus parientes que vivían lejos, creando una red clientelar, haciéndoles ver que tenían más que ganar con la paz con México que con la guerra.

Cuando las raciones se redujeron y luego desaparecieron, los apaches defensores de realizar incursiones cobraron fuerza y ​​recurrieron a esas mismas redes de parentesco para impulsar su apoyo a la guerra. Uno de estos líderes fue Pisago Cabezón, según algunas fuentes, padre de Cochise. Pisago Cabezón envió mensajeros a las diferentes bandas apaches en busca de guerreros con los que aumentar la frecuencia e intensidad de las incursiones. Los asaltos chiricahuas produjeron tal cantidad de daños que la economía y la densidad de población del norte de Sonora y Chihuahua disminuyó drásticamente.

Por costoso que pudiera haber sido el sistema de raciones para la economía o la sensibilidad de los mexicanos, a finales de 1831, el coste de un poco de tabaco, sal, carne vacuna y maíz parecía razonable, comparándolo con lo que iba a venir. De hecho, hubo voces para volver a instaurar el sistema de raciones para alcanzar la paz, pero la confianza mutua ya estaba rota. Un gran líder como Mangas Coloradas podía mejorar la vida de su gente con las incursiones más que con las escasas raciones que le pudiera dar México, ya que conocía muy bien el estado de la economía mexicana.

Los apaches se convirtieron en “rancheros”, solo que no gestionaban ningún rancho. Dejaron que los mexicanos lo hicieran por ellos, por eso no se llevaban todo el ganado ni mataban a todos los habitantes. Necesitaban que hubiera los suficientes para que la hacienda que habían atacado se recuperara y volviera a tener más ganado que llevarse en el futuro.

Cuando los mexicanos y los apaches comenzaron a matarse, capturarse y robarse los unos a los otros, el odio, las represalias y la venganza, adquirieron un nivel tal que superó los niveles de la guerra que sus abuelos habían sufrido durante las décadas de 1770 y 1780. Pero ahora México era diferente a la Nueva España, y esta guerra sería peor.

Fue tal la crudeza de los enfrentamientos que los gobernadores, a instancias de los ciudadanos más influyentes, pusieron en funcionamiento medidas drásticas. Primero, ordenaron a los ranchos y a las poblaciones fronterizas que tomaran medidas prácticas para prepararse para la guerra, y cuando estalló, las autoridades de Chihuahua y Sonora instaron a cambiar los comportamientos relajados que se habían vuelto habituales durante el periodo de paz. El gobernador de Chihuahua, José Isidro Madero, se quejó de la “apatía y el descuido” que había en su estado, ordenando a las autoridades locales que armaran a todo el pueblo, si no había suficientes fusiles, al menos con arcos, flechas, y lanzas. Los que no supiesen usar dichas armas, debían ser instruidos los domingos. Debían fortificarse pueblos, ranchos y haciendas, colocando vigías y organizándose patrullas. Nadie debía viajar por el campo en grupos de menos de tres hombres armados. Uno orden de Madero del 16 de junio de 1832, decretó que aquellos que se negaran a luchar contra los apaches debían de ser ejecutados en el acto.

Segundo, los gobernadores intentaron unir a la población contra el enemigo apache, ordenando que los informes de los enfrentamientos viniesen reflejados en los periódicos oficiales del estado y publicaron encendidas circulares destinadas a levantar el ánimo de la población. El gobernador de Sonora, Manuel Escalante y Arvizu, incitó a la población, diciendo que los “bárbaros y crueles” apaches, habían cometido actos atroces en Sonora, sin perdonar ni a los más inocentes, hasta ponerse al margen de la ley. Autorizó a todos los habitantes del estado a perseguir y exterminar a los apaches “como animales sanguinarios”. Los gobernadores también trataron de controlar ciertas conductas de sus ciudadanos. Había mexicanos que intercambiaban con los apaches licor y alimentos a cambio de animales que habían sido robados. En 1834, el gobernador de Chihuahua, José Joaquín Calvo, decretó que esas personas debían ser entregadas a las autoridades militares al descubrirse sus delitos, ser juzgadas y, de ser declaradas culpables, ejecutadas de inmediato. Sonora aprobó una medida similar el 7 de septiembre de 1835.

Y tercero, y lo más importante que podían hacer los gobernadores para mejorar la seguridad de la gente era gastarse el dinero. Ante las incursiones apaches, parte de la población empezó a abandonar ciertas zonas fronterizas, sobre todo cuando se intensificaron a principios de la década de 1830. Esto agravó el problema porque redujo la cantidad de asentamientos fronterizos y dejó a los que quedaban con menos posibilidades de hacer frente a los apaches. Para evitar la fuga de ciudadanos, los gobernadores trataron de mantener a la gente en sus haciendas. El gobernador de Chihuahua, José Joaquín Calvo, trató de frenar el éxodo eximiendo a las personas “menos pudientes” de aportar fondos para la guerra y dando importantes cantidades de dinero a las comunidades que mantuvieran a sus ciudadanos y pelearan. El gobernador también abolió todos los aranceles sobre productos domésticos y productos manufacturados enviados a los asentamientos fronterizos del norte del estado.

Los gobiernos de Sonora y Chihuahua establecieron otro tipo de medidas menos “civilizadas”, como las “contratas de sangre”, mediante las cuales pagaban recompensas por las cabelleras de hombres, mujeres y niños apaches.

La llegada a la zona de los estadounidenses supuso para los apaches, el tener que enfrentarse a otro enemigo superior, no solo en términos numéricos, sino también en términos cualitativos. Su formación y preparación, y sus recursos tecnológicos eran muy superiores a los que tenían los mexicanos, por lo que los apaches tuvieron muchos más problemas a la hora de enfrentarse a ellos).

* En abril de 1831, desaparecen dos caballos de la Hacienda de Gallego (municipio de Ahumada, Chihuahua), al parecer, robados por apaches pacíficos de los establecimientos de paz, pero una incursión en Santa María de Carretas (municipio de Janos, Chihuahua), acaba con la muerte de dos pastores, atribuidos a un grupo de coyoteros White Mountain.

* El 2 de mayo de 1831, los apaches abandonan Janos (Chihuahua), a causa de una epidemia de viruela. (La enfermedad golpeó a los miembros más vulnerables de la comunidad mexicana y apache de Janos, los niños. Murieron 40, entre ellos la hija del capitán Juan José Zozaya y Petra Varela.

El 9 de mayo y el 20 de junio, funcionarios de Janos proporcionaron a los hermanos nednais Juan José y Juan Diego Compá, raciones de 4’5 kg de maíz a cada uno porque se habían ido con sus rancherías, el 2 de mayo, a la Sierra de Enmedio [municipio de Janos, Chihuahua] a causa de la viruela. En ese momento, las demás rancherías ya habían salido del presidio, incluidas las del chokonen Pisago Cabezón y las del bedonkohe Teboca. Durante ese mes, Chihuahua y Sonora abandonaron el sistema de presidios y de racionamientos, por lo que los apaches se fueron de los establecimientos, retomando sus incursiones, y permaneciendo casi continuamente en pie de guerra. El fin de los suministros fue el motivo más importante por el que los apaches volvieron a las montañas de Sonora, Chihuahua, Arizona y New Mexico. Las relaciones hostiles continuarán en el futuro con cortos períodos de paz).

* En 1831, los apaches Pinal, una banda de los Western Apaches, intentan negociar un acuerdo de paz con los “apaches mansos” que viven cerca de Tucson. (El jefe de los apaches de Tucson, Antuna, envía una delegación de dos hombres y tres mujeres para hablar con los “apaches bárbaros” [en México se llamaba así a los apaches hostiles] pero por razones desconocidas, la reunión acaba en una pelea; los Pinal mataron a uno de los dos “apaches mansos” mientras el compañero de este mató al jefe de guerra Pinal. Unas semanas después, unos 50 hombres, amigos y familiares del fallecido jefe de guerra, montados a caballo, efectuaron una exhibición de fuerza dando vueltas al pueblo de Tucson, pero sin atacarlo).  

* El 16 de octubre de 1831, José Joaquín Calvo, comandante militar de Chihuahua, declara la guerra total a los apaches.

* En 1831, las bandas apaches del chokonen Pisago Cabezón; del bedonkohe Teboca; y del nednai Juan Diego Compá dejan sus asentamientos cerca de Janos (Chihuahua) y Fronteras ([Sonora]. En Janos se declara una epidemia de viruela que contribuye a la decisión de los apaches de marcharse. Aquel año, toda la frontera mexicana fue devastada por los apaches que consiguieron un gran botín y muchos habitantes fallecieron a manos de los atacantes).

1832

* En 1832, el comandante de Lampazos (municipio de Arteaga, Coahuila) informa que el jefe Cuelgas de Castro y sus apaches lipanes vivían en la Laguna de la Leche, cerca de Candela ([Coahuila]. Cuarenta hombres desarmados fueron a pedirle unos caballos robados, pero Cuelgas de Castro se negó a sus pretensiones, yéndose con las manos vacías. Cuelgas de Castro hablaba inglés y español y negoció con jefes políticos y militares españoles y mexicanos).

* En 1832, los robos de mulas y caballos por parte de los apaches, obligan a parar el transporte de metales de las minas de Cusihuiriáchic ([municipio de Cusihuiriáchi, Chihuahua]. Entonces aún se usaban las bestias como única fuerza motriz para todo el trabajo minero. También Parral [Hidalgo del Parral, Chihuahua] fue escenario de dos devastadoras incursiones de bandas apaches y comanches, robando el ganado y destruyendo su escasa agricultura).

* En enero de 1832, el jefe nednai Juan José Compá, envía una carta a Mariano Varela, propietario de la Hacienda de Ramos (amigo desde hace tiempo de la familia Compá, suegro del capitán Juan José Zozaya y de José Ignacio Ronquillo, y probablemente padrino de Juan José) diciendo que los apaches quieren vivir en paz y tranquilidad. (Las mujeres apaches que llevaron esa carta a Janos [Chihuahua] dijeron que los apaches estaban unidos y preparados para luchar, pero que si los mexicanos les concedían una tregua, Juan José aseguraba que cada ranchería volvería a su propio establecimiento de paz. El hecho de que Juan José Compá, un líder importante en el establecimiento de paz de Galeana [Chihuahua], en quien los mexicanos habían confiado durante años, estuviese con los hostiles, significaba que la situación era realmente grave.

Poco después, en enero, entre 300 y 400 apaches incursionaron en el perímetro comprendido entre Carretas, Concepción, El Carrizal y San Buenaventura o Galeana [todos en Chihuahua]. Los gobernantes del Estado toman medidas extraordinarias para hacer frente a la amenaza apache, organizando y armando a los vecinos de los pueblos.

A mediados de enero, los apaches atacaron un rancho llamado “Lo de Ruiz donde mataron a tres vecinos y capturaron a un menor, que luego pudo escapar. El 15 de enero, Mariano Ponce de León, comandante de El Carrizal, pidió al alcalde que proporcionara algunos vecinos para acompañar al alférez y dos soldados, la única fuerza con la que contaba. Unos días después, Ponce de León comunicó al alcalde que en el punto de las Lagartijas los apaches habían atacado la recua del sargento retirado, José Escageda, que iba rumbo a San Elizario, llevándose la caballada. Pidió que algunos vecinos armados fueran a custodiar El Carrizal mientras él salía en su persecución. No sabemos los resultados de ambas acciones, pero no debieron de tener éxito, ya que no se produjo ninguna documentación posterior.

En febrero, una banda apache se llevó los caballos de la ganadería de La Virgen de los Dolores en Janos, matando a un vaquero, y dirigiéndose al norte, hasta la Laguna de Guzmán [municipio de Ascensión, Chihuahua]; y al este, hasta el Corral de Piedra. También en febrero, un grupo de apaches robó dos manadas de un rancho de Álamos de Peña [municipio de Ahumada, Chihuahua] y las mulas de un vecino. Al día siguiente, salió una partida de 40 hombres, entre vecinos y soldados, que logró alcanzarles, hiriendo a cuatro apaches y recuperando los caballos.

El 26 de marzo, los apaches se llevaron una manada de caballos de Fronteras [Sonora], e incursionaron por diferentes partes del Estado. Una semana después, interceptaron el correo entre Bavispe [Sonora] y Janos obteniendo información de los planes mexicanos para exterminarlos, gracias a que algunos estaban alfabetizados, como Phalios Palacio, hermano de Mangas Coloradas, que había aprendido español en El Paso del Norte. Con el aumento de las incursiones, los gobernadores y comandantes militares de los estados de Sonora y Chihuahua decidieron organizar expediciones punitivas contra los apaches.

En abril, una banda apache se llevó algunos caballos del presidio de Janos, asaltó las Haciendas de San Miguel, San Diego, y Carretas, e incursionó más al sur, en Rubio [hoy Colonia Obregón, municipio de Cuauhtémoc, Chihuahua]. José Ignacio Ronquillo preparó una campaña de represalia.

Era un hecho que, a principios de 1832, las incursiones apaches se habían generalizado. Según expresó el Congreso de Chihuahua, habían pasado 21 años en que, gracias a la paz con los apaches, la producción agrícola y ganadera, y las actividades comerciales habían progresado considerablemente: “Hoy […] vuelven a verse estos desgraciados habitantes envueltos en las escenas terribles y destructoras de la guerra. En menos de un mes han asolado muchas haciendas y ranchos que eran el sustento de honradas familias y que se contaban entre los más ricos propietarios del Estado. La muerte de los moradores y el robo de sus propiedades se experimenta desde Carretas hacia la raya del Estado de Occidente hasta las inmediaciones del presidio de San Buenaventura, Villa de Concepción, Carrizal, etc., es decir, que en un espacio de doscientas leguas de terreno son hoy las incursiones de esta nueva sublevación […].

Según el historiador José Agustín de Escudero, en su trabajo “Noticias estadísticas del estado de Chihuahua, la reanudación de las hostilidades tuvo lugar “por la falta de política y circunstancias con que fueron tratados” los apaches: “Se quiso reducir a las tribus apaches a una vida civil y regularizada […]; esta empresa mal meditada y que no podía llevarse en ningún sentido a buen término ha traído la más terrible de las desgracias. Se sublevaron los apaches y comenzaron con tanto furor las hostilidades, que en muy pocos días contamos muchos muertos y un número escandaloso de bienes de campo robados. A gran priesa [sic] se despoblaron todas las aldeas, ranchos y labores en que había pocos hombres capaces de resistir a los bárbaros y nuestra campesina gente inerme y confiada en la paz que disfrutaba, se llenó de sorpresa y pesar, porque la miseria y la muerte eran los únicos objetos que tenían a la vista […]”.

El 28 de abril de 1832, los apaches Pedro José, Pegate, Yanté Ruiz, el Manco y su hijo mataron al también apache Cegá y a su hijo Agapito porque se negaron a levantar su ranchería y unirse a ellos para realizar incursiones. Los propios apaches de la ranchería de Cegá capturaron a los autores entregándolos a José Peña, capitán de la compañía de El Carrizal [municipio de Ahumada, Chihuahua]. En otro incidente, en abril, Peña salió de El Carrizal, avistando a tres apaches, a los que persiguió, matando a dos de ellos.

El 1 de mayo, Azulito, un jefe apache pacífico, informó a Juan Ramírez, comandante del presidio del Norte [Ciudad Juárez, Chihuahua], ubicado en la zona de incursión de los comanches, que muchos ataques realizados en la zona a principios de año eran de apaches mescaleros que se hacían pasar por comanches.

El destacamento de José Ignacio Ronquillo se dirigió al sur del río Gila [New Mexico] donde, durante tres días [del 21 al 23 de mayo], tuvo varios encuentros con chiricahuas liderados por el chokonen Pisago Cabezón, Fuerte [o Mangas Coloradas] y Mano Mocha [bedonkohe, algunas fuentes señalan a este último como Mahko, el abuelo de Gerónimo], matando a 22 guerreros, hiriendo a unos 50, capturando a dos y recuperando 140 caballos. [Según Edwin Sweeney, Cochise pudo participar siendo un joven guerrero de 22 años]. Los mexicanos tuvieron tres muertos y 12 heridos. El informe de Ronquillo decía: “El comandante de la división de operaciones D. José Ignacio Ronquillo con fecha 3 del corriente, comunica al Sr. comandante general de este Estado, entre otras cosas, lo que sigue:

El 21 de mayo atacaron cinco exploradores a seis apaches que echándose pie a tierra, unos y otros, dieron muerte a uno, y otro que dejaron malherido en el campo que recogí el 22. Ese día me atacaron 40 de ellos, murieron siete a mi vista y se recogieron ocho monturas, 12 carcajes; y el 23 nos atacaron más de 300 gandules a pie y a caballo. Se empezó la acción desde las 12:00 del día hasta las 17:00 de la tarde, muriendo 14 indios, les quité cuatro fusiles, 22 carcajes, y 18 caballos ensillados. Murieron tres soldados, Matías Villalobos, de la compañía de Janos; Refugio Lara, de la del Príncipe; y José Antonio Campos, de la de El Carrizal.

Los heridos de nuestra parte lo fueron… El punto de esta acción fue abajo del paso de las garzas del río Gila, terreno bastante quebrado y áspero, de modo que, de 138 hombres con que salí a campaña, 24 estaban empleados de caballería; 20, defendiendo el agua que no la quitase el enemigo; y 30, parapetados con las monturas, bastimentos y parque; y 64, operando contra los enemigos, que se relevaban a ratos para que descansasen los más fatigados y heridos, respecto a que nuestra caballada en seis días no bebía agua ni comía, pues en 45 a 50 leguas [217 a 241 km] de travesía, desde la playa de Santo Domingo al río Gila, 85 hombres fueron a pie por sus caballos cansados, llegando con dos soldados al río atravesados en la silla muertos de sed.

El resultado de todo fue que con 60 o 70 hombres se atacaron más de 300, se lograron las ventajas que llevo manifestadas, se batieron en las trincheras que formaron, se desalojaron de ellas, y se pusieron en vergonzosa huida, y no se les pudo perseguir por falta de caballería, que de haberla habría quedado el campo lleno de cadáveres de ellos.

El 23 de mayo último, al ponerse el sol, pusieron los enemigos bandera blanca de parlamento, después de la acción; les correspondí en iguales términos, trataban de revolverse entre nosotros con armas, no lo permití, algunos llegaron sin ellas, y solo el capitancillo Pisago [Pisago Cabezón, chokonen] y su hijo Tichac se acercaron a 10 pasos a hablar conmigo y aunque traían sus armas no quisieron que yo fuera con las mías; pero sin ellas los abracé y hablé sobre paces, y quedamos en que otro día a las 12.00 resolverían retirándose a dormir un cuarto de legua [1’2 km] distante de nosotros todos los apaches. A la mañana siguiente del 23, a 500 varas [419 metros] en una lanza enarbolaron bandera blanca, vinieron algunos al campo nuestro [excepto Juan José], y a las 11:00 del día, ya incorporados los capitancillos del Mogollón [Mogollon Mountains, Grant & Catron Counties, New Mexico], Fuerte [Mangas Coloradas], Pluma [chihenne], Mano Mocha [bedonkohe], Oyá, Caballo Ligero, y Boca Matada, se retiraron. Estos últimos me pidieron papel para celebrar paces en el Cobre; se los di, y observé con el anteojo iban de retirada más de legua para su tierra; pero luego retrocedieron para incorporarse con los demás, y viniendo cuatro a mi caballada que bajaba al agua, me lancearon un caballo melado [de color de miel], cuyo insulto no pude sufrir y a las 12:00 de este día rompí las hostilidades, conociendo a muchos indios del Mogollón que habían vuelto a la guerra. Desde esta hora hasta meterse el sol duró la acción, y solo una trinchera que se dificultaba ganarse, en donde dieron muerte a los tres hombres que llevo manifestados, me pareció ser la primera en asaltarla, poniéndolos en vergonzosa fuga.

No puedo menos de recomendar… Como los apaches del Mogollón trataron de hacer las paces en el Cobre, dirigí mi marcha a aquel punto para ver si llegaban a él en los expresados días, y no habiendo recurso para subsistir en aquel punto, dejé seis enfermos y 24 hombres destacados… 

El punto del Cobre lo he dejado fortificando para su defensa…

… Y para satisfacción de los habitantes del Estado se pone en su conocimiento tan plausible noticia. Chihuahua, 7 de junio de 1832”.

Los apaches luchaban en su mayoría con arcos, flechas y lanzas, siendo derrotados por los fusiles de los mexicanos.

Mientras tanto, unos 67 guerreros de las rancherías chihennes de Jasquedegá y Cristóbal, quizá también llamado Armijo e hijo del jefe chihenne Cigarrito de la Sierra del Cobre [?], se trasladaron al sur y atacaron El Carrizal [municipio de Ahumada, Chihuahua]. Fueron alcanzados por un contingente mexicano que logró recuperar unos 150 caballos, pidiendo los dos jefes una tregua.

Ese mismo mes, un apache llamado Miguel Lamedas llegó a Janos [Chihuahua] borracho, insultado a los ciudadanos y llamándolos cobardes. Decía que los apaches eran mucho más valientes y estaban más unidos que los mexicanos y que pronto les vencerán. Las autoridades metieron a Lamedas en una celda del cuerpo de guardia, pero pronto se escapó.

En mayo, los apaches mataron a varios vecinos desarmados en las haciendas de Picacho y Babícora, en la zona de La Concepción [valle del río Papigochi, Chihuahua].

El 24 de mayo, el capitán José Peña, comandante del Carrizal [municipio de Ahumada, Chihuahua] informó de la solicitud de paz que hicieron los jefes chihennes Esquedegad [Jasquedegá] y Cristóbal, dejando a sus familias en las inmediaciones de la mina de El Cobre para luego robar los caballos de varios ranchos de la zona).

* El 4 de junio de 1832, un destacamento de civiles voluntarios de Sonora, al mando del teniente coronel Ignacio Elías González, atacan a una banda de apaches aravaipas en el Cajón del Aribaypa (Aravaipa Canyon, 80 km al norte de Tucson, Pima County, Arizona), matando a 71 guerreros (algunas de las víctimas habían estado viviendo con los “apaches mansos” de Tucson y Santa Cruz), capturando 13 niños (fueron repartidos entre los mexicanos) y recuperando 216 caballos y mulas que habían sido robados en anteriores incursiones. (Las pérdidas mexicanas fueron de un muerto [Roque Somosa] y 12 heridos.

El 27 de junio, Manuel Escalante y Arvizu, gobernador de Sonora escribió a José Isisdro Madero, gobernador de Chihuahua: “Su Excelencia, ya que su jurisdicción de Chihuahua y la nuestra de Sonora están ambas sitiadas por los crueles e indómitos apaches, sentimos que debemos compartir la buena noticia de cualquier ventaja que obtengamos sobre ellos. Además, siempre nos hemos tratado como vecinos y hermanos en la República que apoyamos juntos. En el Cañón Aravaipa a los cuatro días del presente mes, una fuerza de unos 200 de nuestros ciudadanos voluntarios se enfrentaron a nuestro enemigo común en su propio terreno. Después de un ataque implacable y valiente que duró cuatro horas, nuestros ciudadanos proclamaron una victoria completa. Setenta y un guerreros apaches yacían muertos en el campo. Se cogieron 13 cautivos menores de edad. Se recuperaron 216 caballos y mulas. ¡Dios y libertad!”).

* El 1 de julio de 1832, un gran grupo de apaches llega a Santa Rita ([Santa Rita del Cobre, Grant County, New Mexico]. Entre ellos había varios representantes de los antiguos establecimientos de paz: ocho de Janos [Chihuahua], entre ellos el nednai Juan Diego Compá; Francisco, de San Buenaventura [municipio de Buenaventura, Chihuahua]; varios de presidios de Sonora; y uno de Namiquipa [Chihuahua]. Aunque no había representantes de El Carrizal [municipio de Ahumada, Chihuahua], sus miembros estaban reunidos con el resto en el río San Francisco [afluente del Gila, Arizona] a la espera del resultado de la conferencia de paz. A los pocos días, los enviados Mayá, Cantador, Pluma [chihenne], Antonino, Juan Albino, y Oyá llegaron a Janos. Después de conferenciar con los mexicanos, cuatro de ellos fueron a donde los apaches hostiles, a la zona del río Gila.

Los apaches iban y venían durante varias semanas. Esos emisarios eran Selga, Matías [chokonen], Joaquín, Vicente, Costilla, Antonino, Feroz, Juan Albino, Miguel Lamedas [el que huyó de la celda en Janos], y Cantador, yendo a Janos para organizar la paz. Por último, el 21 de agosto de 1832, 29 jefes apaches concluyeron tratados con el capitán José Ignacio Ronquillo.

Los apaches acordaron cesar sus ataques en las explotaciones y haciendas mexicanas, devolver todo el ganado robado durante las recientes incursiones, y abstenerse de entrar en el territorio de Chihuahua sin permiso. ¿Cuáles eran las obligaciones mexicanas con respecto a los apaches? No están claras. No hablaron de volver a darles raciones, y parece que los funcionarios pensaron que los apaches tendrían que trabajar como los mexicanos para mantenerse.

Las autoridades mexicanas asignaron a los apaches tres zonas específicas para ellos. A las rancherías de los antiguos establecimientos de paz de Janos, San Buenaventura, y El Carrizal se les dieron la primera zona: La Boquilla de Janos y Corral de Quintero, las montañas de El Hacha [Big Hatchet Mountains, Hidalgo County, New Mexico]; El Sarampión [?, Peloncillo Mountains, Hidalgo County, New Mexico]; de Las Burras [Burro Mountains, Grant County, New Mexico] a la Casita [?, del Gila], y las sierras intermedias hasta Santa Lucía [?]. El nednai Juan José Compá, estableció su ranchería en Janos. 

A las rancherías del distrito Mogollón se les dio la segunda zona en la región de El Cobre [?]; La Negrita [?]; Mimbres [Mimbres Mountains, Sierra & Grant Counties, New Mexico]; y Mogollón [Mogollon Mountains, Grant & Catron Counties, New Mexico]. El jefe Fuerte [Mangas Coloradas], instaló su ranchería en Santa Rita del Cobre [Santa Rita, Grant County, New Mexico].

Los apaches que vivían a lo largo de la cuenca media del río Gila, en Sonora constituyeron la tercera región, encabezada por Aquién, apache de poca importancia bajo ese nombre en la jurisdicción de Janos, pero que pudo haber sido el mismo con el nombre de Matías [chokonen] en Sonora. Además, la paz fue acordada con apaches mescaleros del este de San Elizario [El Paso County, Texas] hasta el Presidio del Norte [hoy Ciudad Juárez, Chihuahua].

Ahora había una tregua en las hostilidades. Aunque los apaches pudieron acampar en las inmediaciones de Janos y Santa Rita del Cobre, no vivían allí con regularidad. Los mexicanos mantuvieron relaciones pacíficas con muchos apaches gracias a regalos ocasionales y limosnas).

* El 6 de julio de 1832, el gobernador de Sonora comunica al de Chihuahua la victoria lograda el 4 de junio por los vecinos en el Cajón de Aribaypa donde habían matado a 71 apaches y capturado a 13 niños; mientras el alférez Mariano Rodríguez Rey recupera a los apaches numerosas reses y caballos en la  Sierra del Corral de Piedras (municipio de Galeana, Chihuahua).

* El 20 de julio de 1832, el apache chihenne Cigarrito y su ranchería llegaron a Janos (Chihuahua) donde les dieron un novillo.

* El 21 de agosto de 1832, se firma un tratado de paz en Santa Rita del Cobre (Santa Rita, Grant County, New Mexico) entre 29 jefes y subjefes apaches y el comandante de Santa Rita, José Ignacio Ronquillo (el acuerdo había sido solicitado por los apaches al comandante militar de Chihuahua José Joaquín Calvo) en relación con el tratado de 1810, concediendo a Fuerte (Mangas Coloradas) y sus chihennes una zona para que transitasen desde el norte del presidio de San Elceario hasta la Sierra del Sacramento (Chihuahua); a Aquién y sus chokonen desde la Sierra del Cobre hasta la Negrita incluidas las Montañas Mogollón y Mimbres (Mogollon y Mimbres Mountains, New Mexico); y a los nednais de San Buenaventura, El Carrizal y Janos, dirigidos por Juan José Compá, desde La Boquilla de Janos hasta Santa Lucía con las sierras intermedias ([todas en Chihuahua]. Según parece, el copropietario de las minas de Santa Rita, Robert McNight, intervino en las negociaciones y el éxito logrado se debió en parte a su amistad con algunos de los apaches. Siguiendo la anterior política de la Corona española, Calvo asignó a cada banda una zona que correspondía al territorio de esta y asimismo se designó un jefe para cada banda que se hacía responsable de sus miembros y además, incorporaba la expectativa de que se convirtieran en agricultores, algo impensable en su cultura. El tratado era un acuerdo entre el Estado de Chihuahua y los chiricahuas y no incluía a Sonora, uno de los objetivos preferidos de las incursiones apaches, con otras bandas diferentes en su territorio. No había ninguna cláusula para la entrega de raciones a los chiricahuas, quienes no tardaron en trasladar su comercio a Santa Rita del Cobre, donde se había firmado el acuerdo. Uno de los principales motivos de este cambio de lugar era la llegada a Nuevo México de muchos estadounidenses, algunos de los cuales se dedicaban al comercio ilegal con los apaches. Los chiricahuas comerciaban con bienes, producto de las incursiones realizadas en Sonora, con James Kirker y McKnight en Santa Rita del Cobre. Kirker era un trampero y comerciante que trabajaba fuera de Santa Rita, proporcionando, además, escolta en las operaciones mineras de Cuicier y Robert McKnight, y en las caravanas de la “ruta del cobre”).

Durante mucho tiempo, el nednai Juan José Compá, a la vez que encabezaba rebeliones, fue el interlocutor más importante con los mexicanos. Pertenecía a una antigua familia apache que durante tres generaciones había mantenido una tradición de liderazgo entre los apaches. Era hijo de El Compá, otro jefe que, en la década de 1790, había hecho la paz con los españoles. Había ido a la escuela, por lo que hablaba español fluidamente, habiendo sido premiado por el comandante de las Provincias Internas, Nemecio Salcedo, como alumno destacado en 1806. Su hermano Juan Diego Compá también fue dirigente de los apaches.

Durante el dominio español, las autoridades controlaron el flujo de armas a los apaches. Se procuraba suministrar a los indios fusiles de poca calidad que se estropeaban con relativa facilidad. Para repararlos tenían que acudir a los servicios de un armero en el presidio de la zona en que habían acordado establecerse. Esta situación cambió cuando el gobierno mexicano, debido a la inestable situación política que imperaba junto con la falta de recursos, no pudo continuar su suministro a los apaches y estos adquirieron armas de buena calidad a los traficantes estadounidenses.

* El 16 de septiembre de 1832, llegaron a Janos (Chihuahua), los apaches Feroz, Costilla y Chato de la zona del Gila y Santa Rita del Cobre (Santa Rita, Grant County, New Mexico).

* El 29 de septiembre de 1832, los apaches Juan Albino y Antonino pasan por Janos (Chihuahua), camino de la ciudad de Chihuahua con mensajes para el comandante general.

* El 5 de octubre, el apache nednai Juan José Compá llega a Janos (Chihuahua) con su familia. (Las autoridades mexicanas trataron de controlar a los apaches a través de Juan José Compá y Mariano Varela [dueño de la Hacienda de Ramos, municipio de Casas Grandes, Chihuahua, y amigo de la familia apache de Compá], quienes tenían una relación muy estrecha.  Juan José Compá confiaba claramente en Varela. Aunque no era considerado cristiano por los mexicanos, algunas de sus declaraciones hablan del cristianismo, y  probablemente había sido bautizado en la década de 1790. Estos hechos sugieren que Varela fue posiblemente el padrino de Juan José Compá.

Las cartas de Juan José Compá ofrecen el punto de vista apache de las relaciones entre estos y los mexicanos, en la década de 1830, y que revelan la posición marginal con los apaches. El 25 de abril de 1833, escribió desde su campamento en la Sierra de Carcay [municipio de Janos, Chihuahua, en la Sierra Madre] que los mexicanos habían estado matando apaches, a veces en circunstancias pacíficas e incluso en presencia del comandante Ronquillo. Los mexicanos habían matado apaches en la Hacienda de Agua Nueva y en el camino a Ciudad Chihuahua [los dos en el municipio de Chihuahua], aunque en la cercana Sierra de Encinillas [municipio de Camargo, Chihuahua] habían huido de las tropas atacantes. Los apaches se dirigieron hacia el oeste de la Sierra Madre, informando de estos hechos a Pisago Cabezón [chokonen] y a las rancherías de la región Mogollón [Mogollon Mountains, Grant & Catron Counties, New Mexico], Santa Rita del Cobre [Santa Rita, Grant County, New Mexico]. Juan José Compá escribió a Varela informándole que iba a decir a los apaches que no creyesen esas historias y mentiras, que si bien era cierto que habían muerto apaches, algo debían haber hecho para ofender a los mexicanos. Terminó su carta pidiendo dos hojas de papel [para poder escribir más cartas] y una caja de pólvora [para poder defenderse] diciendo que “los apaches no soportarán verme cuando sepan que he informado a su gente, algunos lo entenderán y otros no”.   

En otra misiva a Varela unos días más tarde, Juan José Compá indicó que la mayoría de las rancherías ya habían partido de la zona. Sin embargo, planeaba ir a la Hacienda de Ramos o a Janos temiendo que, si se quedaba lejos, los mexicanos podrían pensar que estaba actuando de mala fe. Terminó con “Padrecito, como ustedes saben, tengo confianza en Dios y en usted., que yo no sufra ningún perjuicio al no haber cometido ningún error”. Y añadió: “Por favor envíeme un poco de tabaco”.

Varela, respondiendo el mismo día, apremió a Juan José Compá a llevar a su esposa e hijos a Janos. Allí estarían a salvo y no les pasarían nada. Incluso los “malos apaches” no podían hacerle daño en el presidio. Continuó: “Recuerde, su padre vivió en Janos hasta que murió, y nunca se preocupó de si gustaba a los apaches o no; … Usted debe hacer lo mismo. Le aprecio y le digo que vaya a Janos, y usted verá como el comandante general tendrá consideración con usted”. Cuatro días más tarde, el alférez Carbajal escribió a Varela desde Janos diciendo que Juan José Compá no había llegado. Una nota sin firma del mismo día denunció que estas cartas eran simplemente tácticas dilatorias y que Juan José Compá se excusaba alegando estar en poder de “indios malos”. Otra persona, probablemente también Carbajal, añadió que estaría agradecido si Varela podía persuadir a Juan José Compá que aceptara los tratados de paz recientes. Él acababa de saber, sin embargo, que una manada de caballos robados había sido conducida hacia la Sierra de Enmedio [municipio de Janos, Chihuahua], y no había duda de que los animales habían sido trasladados al campamento del chokonen Pisago Cabezón. Carbajal esperaba que Juan José Compá le convenciera para que viniera a Janos.

No es de extrañar que Juan José Compá se mostrara reacio a residir entre los mexicanos. Unos meses antes, había solicitado que le devolvieran un muchacho apache. Ponce de León, el comandante de San Buenaventura [municipio de Buenaventura, Chihuahua], le contestó que la gente de allí tenía un odio terrible hacia los apaches debido a las maldades que habían hecho, y ni Juan José Compá ni otros debían aparecer por allí.

Sin embargo, las autoridades mexicanas estaban dispuestas a hacer una excepción con Juan José Compá ante la “remota posibilidad de que decidiera ir a vivir a Janos”. El comandante general, en una carta remitida a Juan José Compá a través del comandante de Janos, instó a Pisago Cabezón, o a cualquier otro jefe a ir a la ciudad de Chihuahua [o a El Carmen {municipio de Buenaventura, Chihuahua}]; o Encinillas [municipio de Chihuahua, Chihuahua], si les gustan más] para entablar negociaciones de paz, dándoles toda la asistencia necesaria para el viaje, incluyendo escolta militar.

Juan José escribió a Varela de nuevo. Ahora estaba con “todos los apaches”, exhortándolos a mantener la paz y la calma. Su opinión, sin embargo, fue que “ya no hay un Dios o es su ley divina en este mundo la que está haciendo mil injusticias con los apaches”. El jefe Costilla y su esposa acababan de llegar de Bavispe [Sonora] cuando los mexicanos, sin provocación y bajo tregua, habían hecho prisioneros al resto de su ranchería cuando los apaches estaban todos juntos, aún sin rebelarse, asaltar, o matar. Juan José Compá siguió advirtiendo que no se crean las historias que se cuentan, porque era imposible para los cristianos romper la ley de Dios. “Les he dicho todo lo que ha sido posible decirles”. Él y los otros jefes, Pisago Cabezón [chokonen], Juan Diego, El Carabinero, Costilla, y el resto de los apaches “están solicitando que, por amor de Dios, los mexicanos recuerden la ley divina y hagan el esfuerzo para que nuestra tierra no sea turbulenta”, no porque tengan miedo de los apaches, sino porque la ley divina lo exija). 

* El 18 de octubre de 1832, llega a Janos (Chihuahua) el chokonen Matías, jefe de los apaches en Sonora, con toda su ranchería. (A varios otros apaches, designados como “fieles”, se les dio dinero para su subsistencia; y a tres de ellos se les concedió una ayuda debido a una enfermedad. Esta asistencia esporádica a los apaches paró después de 1832).

* En 1832, vecinos de Cucurpe (Sonora) y Nacameri (municipio de Hermosillo, Sonora), dirigidos por el capitán José Cosme de Urrea, atacan en su retirada al jefe chihenne o mimbreño Baishan, más conocido como Cuchillo Negro que había incursionado por los alrededores de Ures (Sonora).

1833

* En febrero de 1833, los apaches chiricahuas están en la Sierra de Chiricahua (Chiricahua Mountains, Cochise County, Arizona) desde donde incursionan por Sonora, mientras la banda chokonen de Pisago Cabezón ataca Janos ([Chihuahua]. Los chiricahuas, al tener que buscar su sustento por las montañas, no tardaron en reanudar sus incursiones contra los mexicanos. A lo largo del año las incursiones se extendieron a los ranchos y pueblos de Sonora, incluyendo ciudades como Arizpe. Más de 200 personas murieron y las pérdidas materiales fueron enormes; los apaches se llevaron un cuantioso botín en ganado y enseres de los habitantes, dejando atrás los humeantes restos de sus viviendas. Los gobiernos de los estados de Sonora y Chihuahua respondieron recaudando fondos de sus ciudadanos a base de impuestos y contribuciones para armarse y organizar expediciones contra ellos. También en distintos momentos se ofreció una recompensa por el cuero cabelludo de cada apache que se mataba; hombre, mujer o niño).

* En abril de 1833, se produce una gran sublevación apache en Chihuahua, negándose el comandante militar a combatirlos ante la falta de medios, siendo sustituido por el coronel retirado Simón Elías González, con gran experiencia en la lucha con los nativos desde la época virreinal.

* El 11 de abril de 1833, unos apaches se llevan dos vacas y caballos de Carretas ([municipio de Janos, Chihuahua]. El apache Sidé estaba acampado con 25 guerreros y sus familias en la Sierra de Las Espuelas [municipio de Agua Prieta, Sonora], cuando soldados de Janos [Chihuahua] los descubrieron. Se vivieron momentos tensos cuando los apaches empuñaron sus armas, mientras las mujeres y los niños se fueron en silencio del lugar. Los mexicanos, calculando que Pisago Cabezón y otras rancherías chokonen estaban cerca para ayudarles, trataron de convencer a los apaches que no iban a luchar, desistiendo de investigar más. Sidé negó toda participación en la redada de Carretas, echando la culpa a apaches coyoteros White Mountain).

* En abril de 1833, un destacamento mexicano al mando del capitán mexicano Manuel Barragán, ayudado por un grupo de apaches lipanes, mata a siete comanches al oeste de San Antonio (Bexar County, Texas).

* El 8 de mayo de 1833, sale de Santa Rita del Cobre (Santa Rita, Grant County, New Mexico), el jefe apache Chirimi para ir a El Carrizal ([municipio de Ahumada, Chihuahua]. Chirimi estuvo residiendo con su familia en las inmediaciones de Santa Rita desde 1832, teniendo buenas relaciones con la población local, siendo sus hijos bien tratados en la mina. Fue a El Carrizal para recoger mescal, dándole las autoridades de Santa Rita algunos artículos para el viaje. Mientras tanto, envió dos emisarios al este del río Mimbres [New Mexico] para convocar a los jefes Mano Mocha [bedonkohe], Caballo Ligero, Antonio, Pluma [chihenne] que estaban preparando allí unas parcelas para sembrar maíz.  

Justo después de la salida de Chirimi, unos apaches [al parecer no los del río Mimbres] incursionaron en Santa Rita, robando caballos de una hacienda cerca de Pachatijú Springs [?]; mataron al vigilante y a una hermana del nednai Juan José Compá. Los mexicanos siguieron el rastro de los animales hasta Santa Lucía [municipio de Chihuahua, Chihuahua] donde los jefes Fuerte [Mangas Coloradas, chihenne], Teboca [bedonkohe], Geta Matada [probablemente el mismo Boca Matada de varios años más tarde], y Oyá [Ohoá] estaban acampados, pero volvieron a Santa Rita sin incidentes. Más tarde, el chihenne Jasquedegá llevó una gran manada de caballos de El Carrizal al río Mimbres, donde tenía previsto acampar mientras atacó Santa Rita.

No mucho después de esto, el chokonen Pisago Cabezón y otros jefes fueron a Santa Rita para hacer la paz y luego desaparecieron. Los funcionarios mexicanos llamaron al nednai Juan José Compá, entonces en las cercanías de Santa Rita, que confirmó sus sospechas. Pisago Cabezón había ido a visitar a los apaches coyoteros White Mountain mientras sus aliados preparaban dos partidas para incursionar, una a Sonora y otra contra los navajos en Nuevo México. Los mexicanos se mostraron escépticos, y dudaron de Juan José Compá. Creyendo que había ocultado información, los funcionarios estaban seguros de que las rancherías “sujetas a Compá” habían entregado solo una parte de los caballos [30 para ser exactos] de un rebaño mucho más grande robado en El Álamo [El Álamo Nuevo, municipio de Namiquipa, Chihuahua]. Consideraron que el resto, así como otros robados recientemente en Janos, habían sido llevados a la ranchería de Pisago Cabezón.

La población apache de Janos era muy variable y cuando estos se levantaban en armas, los funcionarios registraban el hecho de diferentes formas: “No se presentan”; “se ignora donde andan los apaches”; “las rancherías que estaban en las inmediaciones de diferentes sierras, se han retirado”; “se ignora para dónde porque no hay quien de razón, pues ya no viene ninguno de ellos a presentarse a este presidio”).

* El 2 de junio de 1833, una banda de apaches chiricahuas ataca Bavispe (Sonora), matando a un soldado, a un ciudadano, e hiriendo a varios más. (En julio, Pisago Cabezón enviaría dos partidas de guerra, una contra los navajos en New Mexico, y la otra contra Sonora).

* El 15 de julio de 1833, los apaches atacan un rancho de la Hacienda de Babícora, en la zona de La Concepción (Valle del río Papigochi, Chihuahua) saliendo en su persecución 24 hombres desde Temósachic (municipio de Temosachi, Chihuahua), otros 20 desde la Hacienda de San Miguel y 15 más desde Babícora y Chávez; todos bajo el mando del capitán José María Zuloaga.

* A mediados de julio de 1833, el capitán José María Zuloaga y 57 soldados luchan con una partida apache en la Laguna de la Ascensión (municipio de Ascensión, Chihuahua), matando a un guerrero y recuperando 86 caballos y 10 novillos. (El 27 de julio, Rafael Revilla, vicegobernador de Chihuahua, comunicó al presidente de la Junta Municipal de El Carrizal, la resolución del Congreso de Chihuahua por la que tanto los particulares como los militares y miembros de las milicias recibirían una compensación de 25 pesos por cada apache que muriera en batalla, antecedente directo de las contratas de sangre que se establecieron en el futuro).

* A primeros de agosto de 1833, los apaches matan en la Hacienda de San Miguel (Chihuahua) a 20 vecinos que iban a ayudar a los habitantes del valle de San Buenaventura (municipio de Buenaventura, Chihuahua) que se encontraban sitiados por los apaches.

* En agosto de 1833, un contingente de 97 soldados y 30 civiles sale de campaña contra el jefe nednai Juan José Compá. (No se sabe el resultado, pero parecer ser el mismo destacamento mexicano que, a principios de septiembre, alcanzó una partida de guerra apache, recuperando una reata de caballos robados, aunque sufrieron varias bajas mientras los apaches no tuvieron ninguna).

* El 17 de agosto de 1833, el gobernador de Chihuahua, José Isidro Madero, emite una orden, que, entre otras cosas, decía: ¿No sería una degradación vergonzosísima, ciudadanos, que tres o cuatro mil salvajes talen los campos, destruyan la ganadería, dificulten la agricultura, entorpezcan el comercio, y finalmente pongan en consternación y abatan la cerviz de 140.000 habitantes? No, chihuahuenses, no permitamos ser remarcados con tan negra ignominia […] A las armas, no entre un solo apache en las inmediaciones de los poblados y rancherías, que no sea perseguido hasta que en la muerte halle el escarmiento de su temeridad.

* El 3 de octubre de 1833, unos vecinos de Janos (Chihuahua) capturan a seis varones, tres mujeres y cinco muchachos apaches.

* En octubre de 1833, un grupo de apaches, mandados por el chokonen Manuel, pidieron la paz en la Hacienda de San Diego, en el Valle de San Buenaventura ([municipio de Buenaventura, Chihuahua]. Los mexicanos, sin embargo, desconfiaron de ellos. Estaban seguros de que la gente de Manuel espiaban para los apaches hostiles, y querían que fueran al presidio de Galeana [Chihuahua], donde podrían estar mejor vigilados).

* Entre abril y octubre de 1833, los apaches matan a unos 200 ciudadanos mexicanos. (El 14 de diciembre, el gobierno de Chihuahua manifestaba: … por desgracia nuestras tropas no han podido alcanzar ventaja alguna: el tesoro va disminuyendo día a día considerablemente y el enemigo (los apaches) con doble insolencia multiplica sus víctimas, extiende sus depredaciones según es su acostumbrada táctica y de este modo hace más difícil su persecución”.  

El 23 de diciembre de 1833, el gobernador de Sonora, Sánchez Pareja, emitía una circular, que, entre otras cosas, decía … al rumbo de nuestras fronteras nos agita fuertemente la sublevación general y temible de las naciones apaches y demás, esparcidas ya también en el interior del estado […]; y los coyoteros y otras familias del Estado de Sonora obran en combinación con los primeros”).

1834

* En 1834, el licenciado José Agustín de Escudero edita “Noticias estadísticas del Estado de Chihuahua”, un compendio social, económico y político de la situación de dicho Estado. (El apartado 23 dice: “Indios apaches que existen de paz a la inmediación de varios puestos de la frontera”. 

Queda referido que las tribus Lipan, Navajóe y Jicarilla viven en sus respectivos países sin causarnos daño; y las rancherías reducidas de las demás parcialidades, son las siguientes:

En Bacoachi: 1 ranchería de Alej. o Netá [?], con 60 hombres, y 130 mujeres y niños. En total 190 personas.

– En Bavispe: 1 ranchería de El Huero, con 13 hombres, y 24 mujeres y niños. En total 37 personas.

– En Coyame: 1 ranchería de José, con 3 hombres, y 9 mujeres y niños. En total 12 personas. 

– En El Carrizal: 4 rancherías, de Jasquiede, 91 personas; de Mantanegra, 47 personas; de Segá, 76 personas; y de Ycujidillin, 66 personas; sumando 75 hombres, y 205 mujeres y niños. En total 280 personas.

En Janos: 5 rancherías, de El Fuerte, 56 personas; de Juan Diego, 124 personas; de Jasquinetl, 65 personas; de Manomocha, 54  personas; y de Plumas, 111 personas; sumando 127 hombres, y 283 mujeres y niños. En total 410 personas.

– En Namiquipa: 1 ranchería de N. [?], con 4 hombres, y 11 mujeres y niños. En total 15 personas.

En el Presidio del Norte: 2 rancherías de El Carav. [?], 32 personas; y de El Taraum. [?], 25 personas; sumando 17 hombres, y 40 mujeres y niños. En total 57 personas.

En San Buenaventura: 3 rancherías de El Flaco, 102  personas; de José, 24  personas; y de Yadalgalí, 23 personas; sumando 29 hombres, y 120 mujeres y niños. En total 149 personas. 

En San Elizario: 10 rancherías, de Bigotes, 338 personas; de Intaé, 119 personas; de Isquinédiseñé, 59 personas; de José, 30 personas; de Maya, 52 personas; de Nataesyá, 47 personas; de Organo, 69 personas; de Papel, 309 personas; de Tacintayé, 92 personas; y de Yescas, 87 personas; todos en Nueva Vizcaya; sumando 312 hombres, y 890 mujeres y niños. En total 1.202 personas.

En Tucson: 1 ranchería de Queneyala, con 47 hombres, y 97 mujeres y niños. En total 144 personas.

 La suma daba un total de 687 hombres, y 1.809 mujeres y niños. En total 2.494 personas).

* El 8 de enero de 1834, una partida de unos 300 chokonen llega a la localidad de Fronteras (Sonora), capturando unos 50 caballos. (Cochise pudo haber estado presente porque los dos principales líderes chokonen, Pisago Cabezón y Reyes, dirigieron la incursión.

El capitán Bernardo Martínez salió tras ellos con un destacamento del presidio, pero a unos 800 metros de Fronteras, los chokonen salieron de las colinas, rodearon a los soldados y mataron al capitán y a otros tres hombres, siendo contemplado por el resto de la dotación del presidio. Tras ello, se dirigieron hacia el sur, arrasando el rancho de Narivo Montoya y matando a dos civiles camino de Bacoachi, donde mataron a otros seis hombres. De allí, se dirigieron a Chinapa [municipio de Arizpe, Sonora] donde se llevaron todo el ganado existente antes de dirigirse hacia el norte, a sus rancherías situadas en las Chiricahua y Mule Mountains [las dos en el Cochise County, Arizona]).

* El 12 de enero de 1834, el vicegobernador de Chihuahua solicita la participación de la población civil para combatir a los apaches. (Vecinos de la ciudad de Chihuahua aportaron 26.500 pesos).

* El 13 de enero de 1834, el alférez Miguel Ochoa, comandante en las operaciones en la zona de Julimes (Chihuahua), tiene noticias de que los apaches se han llevado varios caballos de la hacienda de Nogalejo y de la Zanja, saliendo tras ellos con los tres soldados que llevaba y con el paisano Basilio Ávila. (Durante la persecución se les unieron seis vaqueros y más tarde, en el Llano de los Cristianos, el cabo Miguel Lerma con otros 11 paisanos. Alcanzaron a los apaches en la Laguna de Chigüas [?] recuperando 123 caballos y mulas. Durante el tiroteo falleció un paisano de La Cruz y dos resultaron heridos; falleciendo un apache, mientras los demás huyeron con 15 o 20 caballos mansos. Les volvieron a ver en el cañón de la Sierra de Aguachile, pero fue imposible alcanzarlos por el cansancio de los caballos del grupo del alférez.

El 23 de enero, mientras Ochoa estaba entregando los caballos a sus propietarios, llegó un correo de Julimes diciendo que el destacamento de Cholome [municipio de Julimes, Chihuahua] había avistado a 14 apaches en el Gramal. Al estar solo a 14 km de distancia, salió con sus tres soldados a su encuentro, mientras se reunía el grupo que debía salir en su persecución).

* El 30 de marzo de 1834, una banda chokonen liderada por Matías embosca y mata a Leonardo León, capitán de Tubac (Santa Cruz County, Arizona) cerca del rancho Babocómari, cuando iba con unos pocos soldados. ([El rancho Babocómari, perteneciente a la influyente familia de Elías González, estaba junto a la orilla del Babocómari Creek, a unos 32 km al sur de las Whetstone Mountains, Santa Cruz & Cochise Counties, Arizona]. En el rancho, los chokonen capturaron a una mujer. Esa banda venía para reunirse con otros bedonkohes y chokonen mandados por Tutijé y por Fuerte [Mangas Coloradas], en Batepito [municipio de Bavispe, Sonora], a unos 29 km de Fronteras [Sonora]. Las dos bandas discutieron sobre el objetivo de su próximo ataque. Tutijé y sus bedonkohes querían atacar Fronteras; mientras Matías y sus chokonen preferían incursionar por el interior de Sonora, porque habían estado viviendo pacíficamente en Fronteras. Finalmente, no se produjo ninguna incursión y las dos bandas se separaron, regresando Tutijé, Pisago Cabezón y Fuerte [Mangas Coloradas] a las Mogollon Mountains [Grant & Catron Counties, New Mexico] mientras Matías y Reyes, fueron a las Chiricahua Mountains [Cochise County, Arizona] a recoger mescal. Se sabe esa información por Montijo, un guerrero de Matías que fue al mes siguiente a Fronteras, contando que unos 400 apaches habían estado acampados en Batepito preparando un ataque que no llegó a producirse; y por la mujer capturada en el rancho Babocómari, la cual consiguió escapar a primeros de julio de la ranchería de Matías en las Chiricahua Mountains, consiguiendo llegar a Tucson).

* La mañana del 15 de junio de 1834, Jesús María Orozco, jefe político de La Concepción (hoy en día llamado Vicente Guerrero, Chihuahua) parte con 15 soldados y 15 vecinos hacia algunos ranchos y pueblos de la jurisdicción de Bachíniva donde habían sido vistos apaches con caballos robados. (Antes de la llegada de Orozco a Bachíniva, ya había partido de esa  localidad otro grupo que había ido tras los apaches que se dirigían a las faldas de la Sierra de San Miguel [ubicada entre la villa de La Concepción y el pueblo de Bachíniva]. Durante los dos días siguientes no pudieron localizar los caballos robados ni dar alcance a los apaches, a pesar de haberse reunido los dos grupos. Gastaron solo 45 cartuchos porque dos soldados y los 15 vecinos de la expedición carecían de armas de fuego. La falta de armamento y recursos para combatir a los apaches era evidente.

El 9 de julio, el Ayuntamiento de La Concepción reclamó al gobierno del estado de Chihuahua que no estableciera ningún tipo de acuerdo de paz con los apaches si estos no devolvían todos los bienes robados.

El día 12 de julio, a las 08:00 horas, un grupo de unos 30 apaches atacó a unas personas en el paraje de la Boquilla [cerca del pueblo de Las Cruces] donde mataron a Nepomuceno Cos. A las 18:00 horas partió Jesús María Orozco con 50 hombres, entre ellos 12 soldados al mando de un capitán. Dieron la alarma al pueblo de Bachíniva, presentándose 30 vecinos que colaboraron en la persecución; y al pueblo de Santo Tomás para que fueran a inspeccionar los puntos de Teseachi y Nayurachi, los más cercanos a ese lugar. Cuando volvieron con las manos vacías, los vecinos pidieron a las autoridades que les dieran armas de fuego, ya que tuvieron que salir sin ellas.

Ese mismo mes de julio, tres apaches hicieron huir a un vaquero de la Hacienda de San Miguel de Bavícora [municipio de Ignacio Zaragoza, Chihuahua], mataron a una yegua a lanzadas, y la descuartizaron para comérsela. Unos mensajeros dieron la noticia a Salvador Solís, alcalde de Bachíniva, quien envió a varias personas para confirmar el suceso e informar a las autoridades de La Concepción. El rastro de los apaches iba hacia el cañón de San José [municipio de Guerrero, Chihuahua?] pero nadie salió tras ellos, ya que las armas disponibles estaban siendo usadas por otro grupo de unos 130 vecinos al mando del presidente de la villa de La Concepción, Jesús María Orozco, que iba tras las 3.000 reses robadas por los apaches. Dieron aviso a los pueblos de Matachí y Temósachic [los dos en el municipio de Temosachi, Chihuahua] para que protegiesen el Cañón del Toro [Chihuahua)]. En el pueblo de Bachíniva solo se quedaron los soldados inválidos con armamento en malas condiciones, encargados de proteger a la población.

El día 23 del mismo mes de julio, los correos que iban a pedir ayuda en Bachíniva, se toparon en el camino con el administrador de la Hacienda de San Miguel de Bavícora y otros vaqueros que iban a inspeccionar las reses que apacentaban en ese lugar. Inmediatamente, emprendieron la persecución de los apaches, al menos durante dos días. En la mañana del día 25, divisaron desde La Casita, en el camino entre San Miguel y el rincón de La Serna, a dos apaches que estaban llevando caballos a la Sierra de San José [municipio de Guerrero, Chihuahua].

Mientras tanto, otro hecho había ocurrido el día 24 de julio, al constatar la presencia de apaches cerca de Santa Clara [municipio de Namiquipa, CHihuahua], cuyos habitantes pidieron ayuda al alcalde de Namiquipa, quien a su vez avisó al juez de Bachíniva. Al anochecer, dicho juez envió a Santa Clara a dos correos a todo galope, quienes regresaron el día 25 de julio, alrededor de las 12 del mediodía, informando al juez que desde antes del alba, se estaba organizando una partida mandada por el capitán Vázquez para salir tras los apaches.

A finales de julio, el alcalde de Temósachi informó de un encuentro con los apaches en el arroyo de los Álamos; ocurriendo lo mismo en la región de Pedernales y Cerro Prieto [las dos de Chihuahua].

Con el propósito de hacer frente a las incursiones chiricahuas, el jefe político del distrito de Paso del Norte, Alejandro Ramírez, y el capitán José María Ronquillo, entonces comandante general en el estado de Chihuahua, firmaron un tratado con una banda comanche, el 23 de julio de 1834. Los comanches se comprometieron a negociar la paz con el resto de bandas y a hacer la guerra a los chiricahuas, además de aceptar las raciones que les iba a suministrar el gobierno estatal. Sin embargo, la falta de fondos, dio al traste con esa estrategia. Los comanches respondieron asaltando Santa Clara, llevándose más de 1.000 reses).

* A mediados de julio de 1834, varios líderes chiricahuas aparecieron en la deshabitada misión ópata de Cuchuta (a unos 19 km al sur de Fronteras, Sonora), hablando con unos vaqueros de un rancho cercano. (Los vaqueros reconocieron a los dos líderes, uno era Félix [que probablemente era Phalios Palacio, hermano de Mangas Coloradas], y el otro Reyes, quienes afirmaron que a finales de julio querían ir a Fronteras a concertar un armisticio, pero, por alguna razón, no aparecieron siendo probablemente un ardid para anticiparse a la ofensiva que el Congreso de Sonora había autorizado al gobernador Escalante y Arvizu para llevar a cabo ese otoño. Parece que eran miembros de una partida de guerreros bedonkohes y chokonen, sin intención de negociar con Sonora por su desconfianza hacia sus dirigentes. De firmar algún acuerdo, preferían hacerlo con Chihuahua, con quien grupos de bedonkohes, chihennes y nednais habían abierto negociaciones a principios de año. A finales de febrero, Geta Matada había ido a El Paso del Norte [hoy Ciudad Juárez, Chihuahua] para hablar con el teniente Santos Horcasitas sobre el deseo de paz de los apaches, quienes quedaron contentos porque en marzo siete líderes, liderados por Fuerte [Mangas Coloradas], hablaron con Horcasitas en El Paso del Norte. Mano Mocha lideraba a los bedonkohes y Jasquedegá a los nednais de la zona de El Carrizal [apaches carrizaleños del municipio de Ahumada, Chihuahua]. Desgraciadamente, los detalles de la conferencia son escasos, aunque debieron conseguir un armisticio porque dos meses más tarde, el capitán Ronquillo intentó hacer un tratado con los apaches acampados cerca de Santa Rita del Cobre [Grant County, New Mexico] y el río Mimbres, pero por una desconocida razón no llegó a buen término.

En mayo, los chiricahuas enfurecieron a Ronquillo llevándose 160 caballos de Santa Rita del Cobre, dejando a los soldados sin monturas. Antes, con lo que habían saqueado en Sonora, lo habían cambiado por pólvora, plomo y provisiones con los habitantes de Santa Rita del Cobre). 

* El 1 de agosto de 1834, el alférez de la milicia de Allende, José de la Luz Soto, informa del tiroteo y recuperación de 200 caballos y mulas en el cerro del Peñol, en la sierra del Río Florido (Chihuahua).

* El 11 de agosto de 1834, el alférez Miguel Ochoa llega a la hacienda de Río Florido (Chihuahua) con 220 caballos y mulas recuperadas y 23 apaches que ha capturado en la Sierra de Baos, falleciendo el cabo civil de San Pablo, Pedro Blanco; el cabo y sargento de su compañía, Rico y Dámaso Portillo, respectivamente. (En esa acción murieron cuatro apaches y unos cuantos heridos que consiguieron huir). 

* El 31 de agosto de 1834, el gobernador de Chihuahua José Joaquín Calvo, emite una circular en la que dice que los apaches preparan varias incursiones, ya que una partida de mescaleros y gileños, al mando de Gómez, viene para investigar si con los soldados está el hacendado Estanislao Porras, enemigo suyo, con el fin de matarle; en la sierra del Caballo se estaba reuniendo una banda al mando de Estrella, el Viejo, quien se encuentra dolido por el robo de caballos que le habían hecho varios vecinos del Vado y que tenían intenciones de incursionar por el territorio de Nuevo México y Chihuahua; los gileños entregan a un grupo de siete extranjeros, al mando del inglés Santiago Bosue, 200 mulas en el río Mimbres a cambio de pólvora; en Boca Nueva unos carreteros reconocieron a los apaches Gómez y Chepito quienes dejando sus armas se aproximaron para hablar diciéndoles que su partida se componía de unos 200 guerreros y que la recua de caballos que llevaban se la habían quitado a los comanches, lo cual es difícil de creer.

* La mañana del 28 de septiembre de 1834, un grupo de 200 a 300 apaches, liderados por el chokonen Pisago Cabezón y Reyes, entre los que también está el chihenne Mangas Coloradas, incursiona por Janos (Chihuahua) matando a dos mexicanos y llevándose 130 caballos. (Las tropas mexicanas les siguieron hasta cerca del río Casas Grandes. Lucharon hasta la tarde cuando, usando un cañón, mataron a seis guerreros, e hirieron a 20; mientras que los mexicanos tuvieron tres muertos y dos heridos. El ataque dejó a las tropas de Janos prácticamente sin monturas. Pocos días después, los mexicanos formaron una pequeña compañía de reconocimiento.

Este hecho llevó a varios líderes apaches, incluido Fuerte [Mangas Coloradas], a reanudar las negociaciones con Chihuahua. Los mexicanos conocían las intenciones de los chiricahuas gracias a un muchacho de 12 años, llamado José Gregorio Madrid, que había sido cautivo del jefe Pescas en el norte del río Gila, y que había conseguido huir. Dijo que la ranchería era grande, con mucho ganado, donde nueve chicos y una mujer estuvieron cautivos de los apaches. Los líderes apaches consultaban con el nednai Juan José Compá, y regularmente enviaban partidas de guerra a Chihuahua y Sonora. Según Madrid, después de un consejo, las bandas chiricahuas habían enviado tres partidas de guerra. Una, de 136 guerreros, había incursionado por Janos [Chihuahua]. Otra, del mismo número, por los asentamientos a lo largo del Río Grande, en New Mexico, para robar ovejas. Y la tercera, de 100 hombres, por Sonora, pero tuvo que regresar después de sufrir graves pérdidas. Madrid también confirmó que los apaches habían comerciado con aventureros estadounidenses que les habían proporcionado mosquetes y pólvora. También dijo que varios apaches habían muerto por beber lo que los supervivientes creían que era café envenenado, responsabilizando a los comerciantes estadounidenses y prometiendo vengar esas muertes. Habían planeado atacar El Carrizal [municipio de Ahumada, Chihuahua] y Janos [Chihuahua], disfrazándose con uniformes del ejército. Luego iban a aliarse con apaches mescaleros y atacar El Paso del Norte [hoy Ciudad Juárez, Chihuahua]. Sin embargo, había otros apaches que estaban dispuestos a unirse al chihenne Cigarrito y al grupo local de nednais [carrizaleños], para ir a El Paso del Norte y hacer la paz; que es lo que querían los ancianos en vez de los hombres y mujeres jóvenes que querían luchar, según dijo Madrid.

Pero de cara al invierno, intentaron alcanzar una tregua. A principios de octubre, los jefes apaches nednais de El Carrizal [carrizaleños, municipio de Ahumada, Chihuahua] Cigarrito y Jasquedegá enviaron dos emisarios a El Paso del Norte [hoy Ciudad Juárez, Chihuahua] para buscar la paz. Además, los bedonkohes y chihennes de Caballo Ligero, Cuchillo Negro y Fuerte [Mangas Coloradas] autorizaron a los dos líderes nednais a hablar por ellos).

* A finales de septiembre de 1834, el gobernador de Sonora, Manuel Escalante y Arvizu, dirige en persona una expedición de 442 hombres para atacar las rancherías apaches que pudiera encontrar. (Guiados por varios ópatas y siete apaches pacíficos de Tucson y Tubac, llegaron el 15 de octubre al entonces llamado Puerto del Dado [Apache Pass, Cochise County, Arizona]. Allí los ópatas se negaron a continuar, a pesar de que el gobernador amenazó con ejecutarlos, por lo que desertaron. Por el camino habían encontrado 13 rancherías abandonadas [tres en las Chiricahua Mountains; tres en Apache Pass, una de ellas cerca de los manantiales; y el resto cerca del cañón].

De Apache Pass siguieron el rastro hacia el norte. El 24 de octubre, al pie de las colinas de las Mogollon Mountains (Grant & Catron Counties, New Mexico) sorprendieron a una banda dirigida por Vívora y Tutijé que venía de incursionar por Chihuahua. Después de un breve, pero duro enfrentamiento, mataron a dos guerreros y capturaron a Tutijé junto a varios caballos ensillados. Al día siguiente, los mexicanos emprendieron el regreso.

En lugar de retener al jefe como rehén para asegurar la paz o canjearlo por cautivos mexicanos, Escalante optó por llevárselo a Arizpe [Sonora] donde Tutijé fue exhibido en un desfile por las calles de la ciudad antes de morir ahorcado. Escalante se dirigió así a los ciudadanos de Arizpe el 22 de noviembre de 1834: “… que con los castigos que han sufrido los apaches en nuestras diversas correrías, y principalmente por el triunfo obtenido por la campaña de voluntarios sobre el principal caudillo de aquellos, memorable Tutijé, que en esta capital fue pasado por las armas, debe rebajarse notablemente el orgullo de esos enemigos, reconcentrados en el día a las remotas regiones del norte, a donde se ha dirigido en su persecución una campaña…”.

Lejos de impresionar o amedrentar a los apaches, dicho acto produjo el efecto contrario y estos, enfurecidos, intensificaron sus incursiones. Además del ejército regular y la milicia de ciudadanos, se contrató el servicio de cazadores de recompensas estadounidenses y mexicanos. También hubo casos de apaches que murieron a consecuencia de raciones envenenadas con arsénico que recibieron de los mexicanos. Los apaches, ya conocidos por su crueldad, respondieron con mayor saña que nunca contra sus enemigos, muchos de los cuales sucumbieron con una muerte lenta a manos de sus torturadores. Ahora bien, también era una práctica de los apaches exigir un rescate por sus cautivos o bien canjearlos por aquellos de los suyos que se hallaban en manos mexicanas).

* En octubre de 1834, los apaches atacan dos veces el pueblo de Cusigüiriachi (Chihuahua), quedando prácticamente despoblado.

* En octubre de 1834, Stephen Courcier, patrón de James Kirker, (este último trampero, comerciante y aventurero que proporcionaba seguridad a las minas) contribuye con 50.000 $ a un fondo de guerra en la ciudad de Chihuahua para luchar contra nativos hostiles. (A ellos se sumaron otros dos ciudadanos de esa ciudad, Mariano Orcasitas y Juan Álvarez, contribuyendo con otros 50.000 $ cada uno. Los mexicanos conocían a Courcier como Esteban Curcier, estadounidense de ascendencia francesa, que tenía el monopolio del cobre en Santa Rita del Cobre [Grant County, New Mexico] y fijaba los precios del metal  a su antojo).

* El 7 de octubre de 1834, el gobernador de Chihuahua y Nuevo México, José Joaquín Calvo, recibe facultades extraordinarias para realizar la guerra a los apaches. (El 14 de octubre de 1834, el “Periódico Oficial” del Estado de Chihuahua, publicaba que los chihuahuenses, en su lucha contra los apaches, se verían obligados a pedir ayuda a otra nación, si la Federación no lo hace).

* El 21 de octubre de 1834, el periódico “El Fanal de Chihuahua” denuncia que algunas partidas apaches utilizan fusiles modernos, superior a las viejas carabinas y mosquetones de los soldados mexicanos, y así, su editorial, dice: … Todas son carabinas muy buenas: sabemos igualmente que rompen las que llegan a quitar a los nuestros en señal de desprecio y porque no las necesitan. Nadie ignora que los referidos apaches son incapaces de fabricarlas y para decirlo de una vez que se habilitan de ellas, así como también de pólvora con los extranjeros”.

* A primeros de noviembre de 1834, 26 líderes apaches negocian la paz en El Paso del Norte (Ciudad Juárez, Chihuahua), estando dispuestos a devolver cautivos y animales robados a los mexicanos. (Los jefes eran Fuerte [Mangas Coloradas], Caballo Ligero e Itán por los chihennes; Mano Mocha, Teboca y Pluma por los bedonkohes; Tapilá por los chokonen; Juan José Compá, Juan Diego Compá, Jasquedegá y Cigarrito por los nednais; junto a varios jefes apaches mescaleros. El portavoz era Jasquedegá, de 60 años, quien llegó al frente de 15 apaches a primeros de noviembre para empezar las negociaciones. Tuvo varias negociaciones con el capitán Ronquillo, quien utilizó medios no convencionales para obligar a los chiricahuas a hacer la paz. Una vez que terminaron las conversaciones, ordenó detener al grupo de Jasquedegá.

El chihenne Fuerte [Mangas Coloradas] y el chokonen Pisago Cabezón, al que acompañaba un joven guerrero llamado Chis [Cochise?] querían venganza por la ejecución de Tutijé en Sonora, y por el encarcelamiento del grupo de Jasquedegá en Chihuahua. Un apache chiricahua, hablando con el antropólogo Morris Edward Opler, le explicó los principios generales de la venganza chiricahua: … van tras cualquier cosa, un escuadrón de caballería, una población. Si están enojados, luchando, se desquitarán”. El grupo partidario de la paz tenía en Juan José Compá su portavoz, pero no necesariamente era el líder. Querían negociar con el capitán Ronquillo para obtener la liberación de Jasquedegá, después de lo cual volverían voluntariamente a vivir junto al viejo presidio.

No se sabe cómo diferenciaban los mexicanos entre apaches gileños o mimbreños y mescaleros. A veces agrupaban a los gileños o mimbreños juntos; otras a los gileños los llamaban mogolloneros. El área geográfica de residencia estaba solo vagamente adjudicada a hombres como los chokonen Pisago Cabezón y Tapilá, que al parecer vivían lejos, hacia el oeste, a lo largo del río Gila, definiéndoles como mimbreños; mientras que a otros, Fuerte [Mangas Coloradas] y Mano Mocha [bedonkohe] les llamaban gileños. Juan José y Juan Diego Compá eran hermanos, pero fueron asignados a diferentes grupos, aunque eran nednais. Esto probablemente era por la costumbre apache de vivir con el grupo de la esposa [la residencia matrilocal posmarital].

Diez de los jefes apaches presentes en las conversaciones de paz son citados como gileños: Juan José Compá [nednai, el jefe principal durante los dos últimos años]; Chino [apodo probablemente por los rizos de su pelo, era probablemente el mismo que había estado alrededor de Janos desde 1800 y un líder importante en la década de 1840]; Cigarrito [citado a veces como mimbreño, fue mencionado por primera vez en El Carrizal en 1817, operaba generalmente al este de Janos desde El Paso hasta El Carrizal y Encinillas. Estuvo con los apaches pacíficos en Janos en 1857]; Fuerte [Mangas Coloradas, citado como jefe importante dos años antes, estando en la zona desde 1814]; Handi [probablemente una variante o error de imprenta de Itán, Itana, Itane e Itandi, mencionado por primera vez en ese tratado, fue un jefe chihenne importante hasta 1852]; Manco [con una sola mano] no se le mencionó más; Mano Mocha [bedonkohe, en la zona desde hace más de 20 años, fue citado en el tratado por última vez]; Pluma [chihenne, que había estado por los alrededores de Janos desde 1816, desaparecería totalmente en 1836]; Ronquillo [estuvo en Janos en 1818, comenzando a adquirir importancia a partir de ese momento. Estaba a menudo aliado con rancherías al este de Janos y, en la década de 1850, vivió en El Carrizal]; y Teboca [Tevoca], un líder bedonkohe relevante en el río Gila de 1833 a 1850, muy de vez en cuando estaba en Janos, permaneciendo a menudo en el noreste de Sonora.

Diez de los jefes apaches presentes en las conversaciones de paz son citados como mimbreños: Caballo Ligero [era un jefe muy conocido en la zona de los ríos Gila, Santa Rita y Mimbres, desde 1833 hasta 1836]; Chirimi [habitual en Janos desde 1815; desapareció de los registros en 1836]; Juan Diego Compá [nednai, residente durante mucho tiempo en Janos, fue citado, relativamente pocas veces, durante estos años]; Cristóbal [chihenne, posiblemente hijo de Cigarrito, citado anteriormente como gileño; estaba en la zona desde 1832 en El Carrizal, operando desde El Paso hasta el distrito de Encinillas. Se tuvo noticias de él la última vez, en diciembre de 1845]; Francisquillo [chihenne, comenzó a ser importante en este momento en el área del río Mimbres, en Janos y Galeana hasta 1849]; Manuel de San Buenaventura [es sin duda el Manuel chokonen que se convirtió en jefe de los apaches gileños en la década de 1840]; Pisago Cabezón [chokonen, tal vez el más influyente de todos los líderes apaches en ese momento; fue citado hasta mediados de 1843]; Sidé [que había estado presente desde 1800, desaparecería de los registros en 1838]; Tapilá [chokonen, estuvo regularmente en Janos de 1818 a 1828, volviendo un par de veces en 1843; fue un importante líder chokonen en el noreste de Sonora hasta 1850]; y Vicente de Namiquipa [apache de notable importancia en Janos y Galeana desde 1834 a 1846].

Seis de los jefes apaches firmantes del tratado de paz son citados como mescaleros: Funcionarios mexicanos pueden haber considerado a algunos de estos apaches mescaleros como mimbreños o mogolloneros en otros momentos y en otros contextos. Costilla [era, al parecer, un hombre diferente del citado en Janos en 1812 y su última residencia allí fue en 1843]; Muchacho [es, tal vez, el que se menciona entre 1834 y 1836, residente en el río Mimbres]; Matías [está claro que no es el conocido Matías de Sonora]; Estrella [fue citado de 1834 a 1836 en el área de El Paso, y una vez en las montañas de la Florida [Florida Mountains, Luna County, New Mexico]; y Vueltas [jefe mescalero prominente que iba desde El Paso hasta las montañas de Sacramento {Sacramento Mountains, Otero County, New Mexico} desde 1834 hasta mediados de 1845].

Muchos apaches no fueron mencionados en este tratado de paz, al contrario que en las negociaciones de julio de 1832, en las que Albino, Antonino, Cantador, Chato, Feroz, Joaquín, Lamedas, Mayá, Oyá, Pegá y Selgas fueron mencionados como jefes aunque, quizá, solo eran jefes de guerra y no jefes permanentes. No obstante, la ausencia de Feroz, que estuvo en Janos desde 1800, podía significar que ya no era un líder importante, tal vez debido a su edad o a su muerte, ya que no fue mencionado después de 1832. De los otros, Albino había estado en Janos a partir de 1826; Chato, citado en 1832, se convertiría en un jefe importante durante la próxima década; y Selgas, en Janos desde 1812, no fue conocido como jefe hasta 1832; Antonino, Cantador, Joaquín, Lamedas y Pegá fueron mencionados solo en 1832; y Oyá solo en 1832 y 1833. ¿Por qué los chihennes Jasquedegá o Cuchillo Negro no participaron  en el tratado de paz de noviembre? Jasquedegá era un líder relevante durante estos años, y hasta el final de la próxima década. Cuchillo Negro era también un jefe conocido y, si es el mismo, citado en la zona del río Gila en la década de 1820, en El Paso, después de 1834, una vez en Janos, en febrero de 1843 y de nuevo en 1857).

* A finales de 1834, solo en Chihuahua se habían registrado cerca de 200 acciones con los apaches, ya sean ataques, robos de ganado, secuestros de personas o encuentros militares, como por ejemplo, los realizados a Encinillas, El Sáuz, San Pedro de los Conchos o San Diego, donde se llevaron cautivos a tres mujeres  y a dos jóvenes.

* El 3 de diciembre de 1834, el periódico “El Fanal de Chihuahua” amenaza a la Federación con romper vínculos si no les ayuda contra los apaches.

* El 15 de diciembre de 1834, el comandante José Ronquillo recibe en El Paso del Norte (Ciudad Juárez, Chihuahua) seis ”documentos” del nednai Juan José Compá que está en la Sierra de la Negrita (?) invitándolo a conferenciar allí con los apaches. (Juan José Compá continuó siendo interlocutor entre los mexicanos y las rancherías de apaches hostiles).

* El 19 de diciembre de 1834, se decreta pena de muerte al miliciano que huya frente a los apaches.

1835

* A partir de 1835, la población anglosajona incrementa su presencia en territorio apache, aumentando el intercambio, especialmente de reses robadas por armas de fuego y pólvora. (La escasez de caballos dificultó el servicio de los correos mexicanos, impidiendo el flujo de mensajes entre Janos [Chihuahua] y Santa Rita del Cobre [Santa Rita, Grant County, New Mexico]. Los mensajeros tuvieron que viajar a caballo en grupos de 15 o 20, ya que individualmente, o en grupos pequeños, era muy arriesgado. Al interceptar las cartas, los apaches estuvieron al tanto de las acciones e intenciones de los mexicanos [el nednai Juan José Compá sabía leer, y otras rancherías tenían cautivos mexicanos que traducían las cartas]).

* A finales de enero de 1835, el jefe apache nednai Juan José Compá llega a Santa Rita del Cobre (Santa Rita, Grant County, New Mexico) con un séquito para negociar la paz. (A Santa Rita llegaron también 50 soldados mexicanos de refuerzo, junto a dos ingenieros con planes para construir un presidio. Muchos civiles, debido a su pobreza, se convirtieron en soldados, aunque poco dispuestos para combatir, y a menudo, obligados a marchar escasos de suministros y equipos.

Durante las negociaciones, los apaches y los mexicanos desconfiaban los unos de los otros, rechazando mutuamente las demandas planteadas. Severiano, un apache pacífico de El Paso del Norte [Ciudad Juárez, Chihuahua], tuvo un papel importante en la negociación, viajando varias veces entre los puestos mexicanos y los campamentos apaches. El papel que tuvo Juan José Compá es difícil de saber, aunque posiblemente rechazó el acuerdo cuando comprendió que simplemente los mexicanos estaban tratando de conseguir que los apaches aceptaran cualquier acuerdo.

El 12 de febrero, Juan José Compá y otros 16 líderes apaches volvieron a Santa Rita del Cobre para entablar negociaciones de paz. Los militares y los funcionarios civiles mexicanos, y el administrador de la mina de Santa Rita, Robert McKnight, fueron a su encuentro, reuniéndose con el coronel Cayetano Justiniani. Mientras que los apaches aceptaron algunas condiciones tales como dedicarse a la agricultura, se plantaron cuando Justiniani exigió que entregaran el ganado robado. Al no poder obligarles a hacerlo, Justiniani eliminó ese requisito, porque esos animales [muy pocos, según los apaches] eran botín de guerra, adquirido legítimamente en lucha contra sus enemigos y les pertenecía por derecho. Estaban dispuestos a sacrificarse ellos y sus familias en la guerra antes que entregar lo que habían adquirido en la batalla”.

Los apaches sabían que estaban en una posición de fuerza, ya que los mexicanos carecían de recursos para hacer con éxito la guerra. Para mantener la paz y obtener que los apaches les ayudaran contra los comanches que asaltaban esos años el este y sur de Chihuahua, las autoridades mexicanas dieron marcha atrás sobre el ganado. Estaban encantados de que los apaches no pidieran raciones. A excepción de la indemnización a los propietarios del ganado robado, ahora se ahorrarían los grandes gastos incurridos en el sistema de los establecimientos de paz de antaño.

Juan José Compá, al que los mexicanos llaman “General”, tenía poca influencia entre los jefes apaches al ser, simplemente, líder de una pequeña banda, aunque hacía de intermediario al ser bilingüe y saber leer y escribir. Mientras se desarrollaban las negociaciones, Juan José Compá mencionó que una partida chokonen había dejado el río San Francisco [afluente del Gila] para incursionar por Sonora, dirigida por Chees o Chis [Cochise]. Tampoco estaba presente el chokonen Pisago Cabezón [quien podía estar con Cochise], ni el bedonkohe Teboca; ni Fuerte [Mangas Coloradas, chihenne], Mano Mocha [bedonkohe], y Vívora. Las autoridades de Sonora se negaron a participar en el tratado.

El 31 de marzo, 16 jefes apaches, con el nednai Juan José Compá al frente, representando a cuatro bandas chiricahuas, ratificaron el tratado ante las autoridades de Chihuahua, quienes reeditaron las disposiciones del Reglamento de 1791 de la época colonial para el gobierno de los establecimientos de paz, añadiendo disposiciones propias:

1. Se prohíbe a los ciudadanos mexicanos comprar ganado robado a los apaches, quienes se quedarán con él por las raciones que no van a recibir.

2. Los mexicanos no podrán vender armas, pólvora y bebidas alcohólicas a los apaches, o jugar a las cartas con ellos.

3. Los ciudadanos mexicanos no podrán viajar sin permiso a territorio apache.

4. Los extranjeros no podrán entrar en territorio apache.

5. Los apaches no podrán trasladarse al interior de Chihuahua sin permiso previo del comandante general. Si lo hicieran será considerado un acto de guerra y tratado en consecuencia.

Las autoridades de Santa Rita del Cobre hicieron un censo de los apaches y una lista de los jefes que firmaron la paz:

Por los nednais: Juan José Compá, su hermano Juan Diego Compá, Francisquillo y Cigarrito.
Por los chihennes: Itán, Cuchillo Negro, Caballo Ligero, Boca Matada y Geta Matada.
Por los chokonen: Reyes, Sidé, Matías y Tapilá.
Por los bedonkohes: Mano Mocha.

Sorprende la firma de ese tratado por parte de Tapilá y Mano Mocha, normalmente alineados con los líderes más hostiles, a no ser que actuaran como los ojos y oídos de Mangas Coloradas y Pisago Cabezón, dos de los 12 jefes chiricahuas que rehusaron firmar el acuerdo por la muerte de Tutijé.

Juan José Compá fue nombrado capitancillo de los apaches pacíficos, con un sueldo de 20 pesos al mes desde el 1 de abril de 1835, dado por el capitán Cayetano Justiniani. El nuevo tratado no tuvo un efecto notable en las relaciones entre los mexicanos y otros apaches con los que no existían acuerdos, ni con anglosajones cada vez más presentes en la zona, incursionando los apaches por el interior de Chihuahua. Atacaron el “Rancho Ruiz”, cerca de Casas Grandes, donde mataron al capitán Francisco Vallés y cinco milicianos. Luego fueron a El Carmen [municipio de Buenaventura, Chihuahua] donde mataron a tres personas más. Más tarde, un cautivo liberado relató que los apaches no querían ningún tratado de paz, porque los mexicanos no habían devuelto unos prisioneros, quizás familiares del chihenne Jasquedegá, que estaban detenidos en El Paso del Norte [Ciudad Juárez, Chihuahua]; y que iban a acabar con todo el estado de Chihuahua; que ya tenían a los mexicanos “en las puntas de sus lanzas”. Los mexicanos temían que los apaches atacaran Santa Rita del Cobre [Santa Rita, Grant County, New Mexico], por lo que el capitán Guillermo Dryden fue enviado allí con 40 soldados de infantería  como refuerzo. Sin embargo, el comandante de Santa Rita, Cayetano Justiniani, resultó imposible determinar qué rancherías eran las culpables.

Un soldado mexicano llamado Pedro Betancourt, destinado en Santa Rita, dijo al jefe apache nednai Juan José Compá que las autoridades mexicanas consideraban “muertos” los tratados de paz; que iban a durar solo tres meses, tiempo suficiente para que los apaches les ayudaran a luchar contra los comanches; planeando después enviar 1.600 soldados contra ellos. Inmediatamente, Juan José Compá contrastó esta información con el comandante Cayetano Justiniani y con Robert McKnight, propietario de la mina. Al ser interrogado, el soldado admitió haberlo dicho, pero únicamente para responder a Juan José Compá, que había amenazado con atacar Santa Rita.

En una carta a José Joaquín Calvo, comandante general de Chihuahua, Juan José Compá protestó por dos prohibiciones impuestas a los apaches, la venta de pólvora, el principal recurso para cazar y poder mantenerse a sí mismos; y la venta de cartas de juego, porque necesitaban hacer algo en sus ratos libres. Prometió que no jugarían a juegos prohibidos [juego de albur ni juego de montes], pidiendo que esas prohibiciones se modificasen para adaptarlas a las circunstancias).

* En abril de 1835, una banda apache incursiona en Saguripa (Sahuaripa, Sonora) matando a Blas Medrano, jefe de los ópatas, aliados de los mexicanos contra los apaches. (Los días 2, 4 y 22 de abril, se produjeron varias incursiones apaches en Santa Clara, en el camino de Agua Zarca que unía ese lugar con Namiquipa [Chihuahua]. En Los Charcos de Santa Clara se enfrentaron 30 apaches y seis mexicanos; en Agua Zarca, un número desconocido de apaches mató a un hombre llevándose cuatro reses. En el pueblo de Namiquipa hubo igualmente un enfrentamiento, pero se desconocen los detalles del mismo. Los apaches se refugiaron en la Sierra de Agua Zarca. Un incidente más ocurrió el 9 de abril en la Hacienda de Rubio [municipio de Bachíniva, Chihuahua]. En el resto del mes de abril llegaron más noticias de la presencia de apaches, sin que hubiera más robos ni muertes).

El 10 de mayo, el nednai Juan José Compá y puede que Fuerte [Mangas Coloradas] y el chokonen Pisago Cabezón asaltaron, con cerca de 100 guerreros, la Hacienda de la Boca, cerca de San Buenaventura [municipio de Buenaventura, Chihuahua], llevándose 270 animales, entre sementales, yeguas, potros, mulas y burros, pertenecientes a Tomás Carbajal; también asaltaron a un vaquero y a un sirviente, robándoles sus armas. Cuando un guerrero iba a matar con su lanza al sirviente, Juan José Compá [con un traje rojo, un collar de fina plata, y montando una silla con adornos de plata] le gritó: “¡No lo mates, con el golpe es suficiente! ¡Coge su camisa y vámonos!”. Aunque él negó haber tomado parte en esa incursión).

* El 19 de mayo de 1835, Ignacio Bustamante, vicegobernador del estado de Sonora, envía una carta al Secretario de Estado y del despacho de Guerra y Marina, en la que afirma que: … la única política hacia los grupos apaches debía ser la guerra. (Ante las intenciones del comandante general de Sonora y Sinaloa, coronel Ignacio de Mora, de enviar emisarios de paz a la Apachería, Bustamante señaló que: … implorar la paz a los bárbaros [apaches] sería humillante, no produciría otros resultados que alentar más la audacia de este feroz enemigo, convencerlo de nuestra impotencia para refrenar su criminal osadía, perder en el interior un tiempo precioso de lograr el mismo objeto después de un severo escarmiento”.   

Ignacio de Mora planteaba buscar una tregua con los grupos apaches porque su nombramiento era para consolidar la paz en Sonora y Sinaloa y que para lograr dicho fin era necesario … hacer la guerra a los bárbaros o consolidar la paz con ellos”. Bustamante alzó la voz en contra exponiendo que no se trataba de un pueblo organizado para discutir de igual a igual, sino de un pueblo salvaje que no tenía ningunos principios”.

Bustamante reprochó a Mora … que si conociera el escenario estatal de la guerra contra los apaches, habría obtenido los conocimientos prácticos y medios eficaces para alcanzar una paz duradera. Por el contrario, subrayó “… sin experiencia alguna en el modo en que deben ser tratados estos bárbaros que tanto difieren de los demás enemigos, quiere dictar órdenes a 300 leguas [1.448 km] de distancia”. Bustamante concluía que … en Sonora no hay tropas, no hay armamento, no hay recursos pecuniarios, no hay caballos, no hay monturas, no existe uno solo de los elementos necesarios para una regular defensa”).

* El 29 de mayo de 1835, el gobierno mexicano aprueba una solicitud del jefe apache lipán Cuelgas de Castro para instalarse con 100 familias en Carricitos ([municipio de Zaragoza, Coahuila]. El documento, redactado por Francisco Fernández, se guardaría en los Archivos de Laredo [Webb County, Texas] y la transacción de tierras sería documentada por el topógrafo Luis Berlandier. Parece ser que Cuelgas de Castro y Pocarropa iban a recibir tierras por su lealtad al Imperio mexicano).

* El 21 de mayo de 1835, el apache chihenne Itán aparece como jefe, en las listas del censo de Santa Rita del Cobre (Santa Rita, Grant County, New Mexico).

* El 2 de junio de 1835, el comandante general de Sonora, José María Elías González, se opuso a su homólogo de Chihuahua por el tratado de paz de abril con los apaches. (Bandas apaches habían incursionado por las comunidades fronterizas de Sonora, robando y matando; no apoyando el tratado que los apaches habían firmado con Chihuahua. Los ciudadanos de Sonora exigieron vengarse, por lo que se hicieron planes para hacer una campaña contra los apaches.

El comandante general de Chihuahua, José Joaquín Calvo, trató de parar la campaña de Sonora. Era cierto que, justo antes de la ratificación definitiva del tratado de paz, una banda apache había entrado en Sonora para atacar, pero ahora la mayoría de los apaches estaban en paz. Habían devuelto cautivos y dado muchas otras pruebas de lealtad. Mientras la mayoría de los apaches cumplieran los términos del tratado, no debía hacerse la guerra.  

De todos modos, el estado de Sonora realizó la campaña contra los apaches, expulsando a los apaches de Pisago Cabezón [chokonen] a las montañas. El nednai Juan José Compá y otros subjefes que habían estado frecuentando Santa Rita del Cobre [Santa Rita, Grant County, New Mexico] huyeron de la zona para evitar cualquier enfrentamiento con los soldados de Sonora. Más tarde informaron que habían estado observándoles mientras estaban escondidos en las montañas.

Al mismo tiempo, las autoridades de Chihuahua mostraron cautela en el manejo de algún caso por robo, por ejemplo cuando detuvieron a un apache llamado Pintado; que aunque había robado después de firmarse el tratado, decretaron que él no estaba obligado por ningún acuerdo, que se había entregado voluntariamente y porque Juan José Compá había suplicado clemencia en su nombre. [También puede que los funcionarios reconocieran el impacto negativo que un castigo podría causar en otros apaches, por lo que decidieron exonerarlo].

Para complicar el panorama, muchos estadounidenses llegaron al territorio, algunos como tramperos, pero otros para comerciar, estimulando el mercado de mercancías, intercambiando principalmente ganado robado por pólvora. Esto debilitó el control de los mexicanos en la región.

El papel de Juan José Compá tuvo su importancia. Sin los lazos con los mexicanos podría haber sido solo un jefe menor, aunque no se dispone mucha información sobre la composición de su ranchería. Al parecer, no disfrutó de gran reputación como guerrero, ni se tiene noticias de que poseyera “poderes”, cualidad tan importante entre los apaches. Su principal mérito es que era bilingüe, y que había montado una red de comunicación entre los mexicanos y los apaches. Tenía gran libertad para actuar como agente de información y podía controlar la cantidad y el momento de la información que iba de los mexicanos a los apaches y viceversa. Lo que no está claro para todos es, en qué medida lo hizo. Funcionarios de Chihuahua no confiaban mucho en la autoridad que tenía entre los apaches).

* El 3 de junio de 1835, se produce una gran incursión comanche por las cercanías de Parral (Hidalgo del Parral, Chihuahua) como colofón a las realizadas a finales del año anterior, por lo que varias bandas apaches dejan de incursionar en Chihuahua para no tener que enfrentarse a los comanches y a los mexicanos a la vez. (Los mexicanos clasificaban a los apaches de una forma que no siempre se correspondía con la realidad.

Gileños: Juan José Compá [nednai], Fuerte [Mangas Coloradas, chihenne], Haní, Ronquillo, Cigarrito [chihenne], Tevira, Manco, Chino, Mano Mocha [bedonkohe] y Pluma [chihenne].

Mimbreños: Caballo Ligero, Pisago Cabezón [chokonen], Chirimí, Tapilá [chokonen], Cristóbal [chihenne], Vicente de Namiquipa, Francisquillo [chihenne], Manuel de San Buenaventura, Cidé [Sidé] y Juan Diego Compá [nednai].

Mescaleros: Vueltas, el Carabinero, el Muchacho, Matías, Costilla y Estrella.

A pesar de eso, una banda de apaches asaltó la población de El Socorro [municipio de Chihuahua, Chihuahua] matando a 33 personas, según informó Blas Hinojos, comandante de esa región).

* También el 3 de junio de 1835, una banda apache ataca la Hacienda de Las Ánimas (Hidalgo del Parral, Chihuahua) matando a seis personas, hiriendo a 17 y llevándose cautivas a 22 mujeres después de quemar todas las casas.

* El 4 de junio de 1835, el alférez Francisco Horcasitas es detenido para ser juzgado por haber vendido un barril de aguardiente al jefe apache José Doporto Pescas en El Paso del Norte (Ciudad Juárez, Chihuahua), lo que estaba terminantemente prohibido.

* A finales de junio de 1835, el jefe apache chihenne Francisquillo (llamado por los mexicanos “capitán de los apaches”) da 10 caballos y un burro al comandante de Santa Rita del Cobre (Santa Rita, Grant County, New Mexico) Cayetano Justiniani, diciendo que los había recuperado de un apache que había pasado cerca de su ranchería, ubicada al oeste de la localidad. (Se comprobó que los animales pertenecían a ciudadanos de Casas Grandes y Janos [los dos en Chihuahua]).

* El 10 de julio de 1835, el gobierno de Sonora concede a los apaches del establecimiento de Tucson [Pima County, Arizona] el terreno necesario para la fundación de un pueblo para su residencia”. (El decreto señalaba el rancho de Sonoyta como el lugar designado para ello. Probablemente, la concesión no trajo los resultados esperados, pues dos meses después, un decreto les declaraba la guerra, al designarlos “enemigos comunes del estado” y se establecieron castigos y premios para los vecinos, en materia de lucha con los apaches.

En julio, una banda apache robó la mayoría de los caballos de San Buenaventura [municipio de Buenaventura, Chihuahua], y al mes siguiente incursionó por Fronteras [Sonora], Casas Grandes [Chihuahua], Ramos [municipio de Casas Grandes, Chihuahua], y Janos [Chihuahua], matando varias personas y robando gran cantidad de ganado. Juan José Compá intentó distanciarse de estos hechos, pero se vio envuelto en los enfrentamientos entre los apaches y las autoridades mexicanas. Los incursores apaches no prestaron atención a las quejas de Juan José Compá, quien admitió que no tenía control sobre los apaches que vivían en las Mogollon Mountains [Mogollon Mountains, Grant & Catron Counties, New Mexico], y en el río Gila. Sin embargo, envió dos mensajeros a Pisago Cabezón, quien abiertamente admitió que sus guerreros habían incursionado por Sonora, dirigidos por Nantanilla, el principal líder de los apaches White Mountain. Finalmente, admitiendo que traer a Pisago Cabezón o Mangas Coloradas era una causa perdida, Juan José Compá sugirió a los mexicanos que estacionaran tropas en las Florida Mountains [Luna County, New Mexico], al sur del actual Deming; y en las Chiricahua Mountains [Cochise County, Arizona], para estar a lo largo de las principales rutas incursoras y poder tener una oportunidad de interceptarlas).

* El 30 de agosto de 1835, un grupo de apaches se presenta en el arroyo de Calabazas y en la Sierra de San Miguel, ubicados ambos unos 5 km hacia el oeste del pueblo de Namiquipa ([Chihuahua]. En el arroyo de Calabazas, que aún se conoce con ese nombre, al parecer había un rancho o estancia ganadera. Allí perdió la vida un mexicano que luchó contra cuatro apaches que resultaron ilesos, pero no lograron llevarse ninguna res).

* Durante el verano de 1835, los apaches chokonen están en las montañas San Francisco (San Francisco Mountains, Catron County, New Mexico) y por el territorio del río Gila (sur de Arizona y New Mexico).

* El 7 de septiembre de 1835, Manuel Escalante y Arvizu, gobernador de Sonora, establece un decreto que da recompensas por cabelleras apaches, ofreciendo 100 pesos por cada una perteneciente a un guerrero mayor de 14 años, y que las mujeres y niños fueran capturados para ser deportados o colocados como sirvientes en familias mexicanas. (Los cazadores de cabelleras también podían conservar el botín que consiguieran. Asimismo, se estipulaba que “… siendo los apaches enemigos comunes del Estado, todos los pueblos quedaban facultados para perseguirlos como a fieras sanguinarias que cruelmente lo devoran […] Deseando el Ejecutivo, el exterminio del enemigo apache” se le declaraba la guerra y lo señalaba como enemigo de la sociedad sonorense; castigaba la deserción de los soldados que les persiguieran y la apatía e indiferencia de los vecinos; estipulaba que el ganado recuperado se subastaría para comprar parque y que cualquier sonorense que favoreciera directa o indirectamente las incursiones sería considerado como enemigo y castigado.

El gobierno y el Congreso de Sonora inauguraron así lo que personas críticas contemporáneas llamaron “la vil industria de vender cabelleras” y una nueva etapa en las relaciones entre los apaches y los mexicanos, caracterizada por masacres y odio mutuos. Las recompensas por cabelleras provocaron víctimas de hombres, mujeres y niños apaches, pero también de otros pueblos indios, e incluso de mexicanos, motivadas por la codicia de mercenarios, principalmente anglosajones ayudados por indios del Este. Estos grupos desarrollaron tácticas para cazar apaches, evitando las confrontaciones de frente de las que difícilmente podrían salir victoriosos. Por ejemplo, sorprendían a un campamento mientras sus miembros estaban durmiendo, los emboscaban o atraían con engaños a un lugar preparado de antemano para atacarlos cuando se encontraran desprevenidos. Según los cazadores de cabelleras, sorprender un campamento apache antes del amanecer era como encontrar una mina de oro).

* El 19 de septiembre de 1835, se informa de ataques apaches en el Cerro Blanco (municipio de Guerrero, Chihuahua) y en la Cieneguilla de los Gachupines (municipio de Balleza, Chihuahua) donde roban ganado equino y mular.

* El 25 de septiembre de 1835, se informa de enfrentamientos con apaches a los que se les decomisa el ganado robado en la Hacienda de la Noria, en Arizpe, y en la Hacienda de Tetauachi (los tres en Sonora); en Chihuahua; Coahuila y Texas. (En Sonora corrían los rumores de que, al firmar el apache nednai Juan José Compá el tratado de paz con el estado de Chihuahua, otros jefes apaches estaban preparando un grupo de 500 guerreros para incursionar por Sonora. En Chihuahua creían que solo Chirimi, perteneciente a las rancherías del chokonen Pisago Cabezón, que aún no había firmado el tratado, había incursionado por el estado vecino.

Juan José Compá admitió que no podía impedir las incursiones de apaches de otras rancherías como las de Cigarrito [chihenne], Itán y otros apaches que vivían al este de Santa Rita del Cobre [Santa Rita, Grant County, New Mexico], y de Pisago Cabezón [chokonen] en el río San Francisco [afluente del Gila, Arizona y New Mexico]. Decía que los jefes que cometían robos debían ser detenidos en su propio territorio hasta que devolviesen los animales, pero que solo los verdaderos culpables debían ser castigados. Admitió que, en realidad, tenía poca autoridad ante los líderes apaches. El comandante de Santa Rita informó que “… los apaches no lo respetan, ni le prestan atención, excepto en las conferencias con los mexicanos, donde tiene que hablar con los jefes. Aparte de eso, es visto como uno entre muchos […] Conozco la astucia y contundencia de Juan José Compá y veo la imparcialidad y razonabilidad con que se expresa […] Si a veces se comporta sospechosamente, es en primer lugar porque a él le gusta la forma de vida apache, y en segundo lugar, porque  nunca recibe de nosotros el apoyo suficiente para ser capaz de hacerse respetar por los indios”. Pero por esas fechas, Juan José Compá se dio cuenta de que las esperanzas de paz se habían desvanecido, por lo que se fue a Santa Rita del Cobre y se unió a los hostiles).

* El 30 de septiembre de 1835, Manuel Escalante y Arvizu, gobernador del estado de Sonora, envía otra expedición formada por 267 hombres a caballo y 148 a pie contra los apaches. (A la vez, el jefe apache Pescas fue encontrado en posesión de caballos y ganado robado de la zona de Santa Rita del Cobre [Santa Rita, Grant County, New Mexico]).

* El 17 de octubre de 1835, James Kirker, habiéndose convertido en ciudadano mexicano, recibe una licencia de seis meses del gobernador de Nuevo México para atrapar apaches.

* También el 17 de octubre de 1835, el periódico mexicano “El Noticioso”, en su número 26, informa de ataques apaches en las inmediaciones del departamento de Chihuahua. (Los apaches robaron ganado al alférez José Madrid y a un vecino de este, siendo perseguidos por una compañía. También robaron y mataron asnos, mulas y caballos en la Hacienda de San Miguel del Valle). 

* Alrededor del 22 de octubre de 1835, soldados de Sonora se enfrentan a los apaches, muchos de ellos estando en paz en Fronteras (Sonora) y Bavispe (Chihuahua) matando a 10 guerreros, entre ellos a un apache coyotero White Mountain.

* El 27 de octubre de 1835, un destacamento de soldados de Sonora al mando del coronel José María Elías González, descubre una ranchería chokonen en un lugar cercano al actual límite entre Arizona y New Mexico, probablemente al norte del Stein’s Peak. (En el enfrentamiento resultaron muertos 10 guerreros y varios más heridos. Los apaches mataron a tres mexicanos e hirieron a nueve. Los soldados de Elías reconocieron a varios apaches que habían estado viviendo en Fronteras y Bavispe.

Pisago Cabezón se encolerizó porque, según Elías, un hijo suyo estaba entre los muertos. Pisago Cabezón siguió sus incursiones junto a Fuerte [Mangas Coloradas].

A finales de año, varias bandas chokonen estaban en las Chiricahua Mountains [Cochise County, Arizona], según informó un muchacho cautivo de 15 años que había podido huir de la banda de Matías. Dijo que Matías tenía ocho cautivos más y gran cantidad de ganado robado que cambiaba por pólvora y armas con los estadounidenses en Santa Rita del Cobre [Santa Rita, Grant County, New Mexico]. Incluso mencionó a Juan José Compá, quien había finalizado la tregua en septiembre. Según el muchacho, muchos chiricahuas querían ir a la guerra hablando de realizar incursiones a lo largo de la frontera. Hechos posteriores confirmaron las afirmaciones del muchacho. En diciembre, 18 apaches mataron a un hombre en Cuchuta [municipio de Fronteras, Sonora]. La siguiente semana, incursionaron en Galeana [Chihuahua], y a primeros de año mataron a cinco vaqueros en la Hacienda San Pedro [municipio de Janos [Chihuahua]).

* El 11 de diciembre de 1835, milicias formadas por vecinos de Reinosa (Reynosa, Tamaulipas) se enfrentan a dos partidas de apaches lipanes, quienes causan daños en los ranchos de esa jurisdicción.

1836

* En enero de 1836, una compañía de unos 70 hombres (compuestos por tropas regulares y las milicias de Janos, Galeana, y el Valle de San Buenaventura; los tres en Chihuahua) mata a dos apaches y a una mujer, en Corral de Piedra (municipio de Guerrero, Chihuahua).

* El 6 de enero de 1836, el comandante general de Sonora informa de las operaciones realizadas del 4 al 21 de octubre del año anterior contra grupos de apaches. (Fueron atacadas dos rancherías, capturando 18 apaches y persiguiendo a otros que habían robado caballos al ejército.

Al día siguiente, 7 de enero, informó de las operaciones realizadas del 22 de octubre al 11 de noviembre del año anterior. Mató a varios de ellos que habían robado ganado ordenando cortarles las orejas).

* El 5 de marzo de 1836, el capitán Antonio Comadurán, comandante del presidio de Tucson (Pima County, Arizona), firma un tratado de paz con los aravaipa y Pinal Apaches, quienes habían luchado durante años contra los españoles y mexicanos. (Dos años antes, en 1834, el Presidio de Tucson tuvo noticia de que los apaches planeaban un ataque  contra Tubac y Santa Cruz [los dos en el Santa Cruz County, Arizona]. Para evitarlo, los mexicanos enviaron 500 soldados al norte, penetrando en el territorio de los aravaipas y Pinal Apaches hasta el Salt River y las Mogollon Mountains. Eso fue una sorpresa para los aravaipas y su banda hermana, los Pinal Apaches, ya que los soldados mexicanos nunca habían llegado tan al interior de su territorio.

Probablemente, los apaches habían recibido noticias de que el presidente mexicano Antonio López de Santa Anna, había ido a Texas con 6.000 soldados para aplastar la rebelión texana. Los apaches no querían que les pasase lo mismo por lo que enviaron un grupo a Tuson para pedir un tratado de paz. El 5 de marzo se firmó un tratado con los aravaipa y Pinal Apaches que tenía 10 puntos: 

1. Que se someten [los apaches] al gobierno de la nación mexicana y prometen observar sus leyes.

2. Que, en consecuencia, ninguna tropa mexicana los atacará, como ninguna tropa los ha atacado desde que pidieron la paz.

3. Que se comprometen como aliados de nuestras tropas contra todos los agresores, aunque fueran sus propios vecinos, las naciones de los Tonto o los White Mountain.

4. Que están de acuerdo en devolvernos cualquier mujer cautiva, siempre que les devolvamos dos apaches ya capturados, uno capturado por los pimas del Gila y el segundo un cautivo actualmente en Nacameri [municipio de Hermosillo, Sonora], en el centro de Sonora.

5. Que se comprometen a no hacer la paz con otras naciones, particularmente los janeros, sin el consentimiento previo del gobierno mexicano.

6. Que se comprometen a no hacer daño a ningún ciudadano mexicano.

7. Que ningún apache viaje más al sur de Tucson sin un salvoconducto del comandante de Tucson, expedido a no más de cuatro o cinco apaches a la vez.

8. Que por ahora se asienten en la unión del Arroyo Aravaipa y el río San Pedro, o después a otro lugar con la aprobación del comandante de Tucson. Obedeciendo estas condiciones, se les proporcionará con raciones suministradas a otros apaches pacíficos y las herramientas y bueyes necesarios para el cultivo de la tierra.

9. Que informen cada dos semanas al comandante de Tucson de los acontecimientos en su región, particularmente cualquier señal anticipada de ataque hostil.

10. Que permanezca abierta la puerta para los nuevos tratados de paz ya solicitados por las naciones de los Tonto y los White Mountain. Para lograrlo, esas naciones deben declarar el número de guerreros, mujeres, y niños de sus bandas, y acordar con el comandante de Tucson su lugar de asentamiento.

Solo un día después de la firma de ese tratado, el 6 de marzo de 1836, las tropas mexicanas dirigidas por el general Santa Anna conquistaron la antigua Misión de San Antonio de Valero, por entonces llamada El Álamo. Siendo un niño de aproximadamente 6 años, el jefe apache lipán Magoosh fue testigo de la caída de El Álamo: Los lipanes simpatizaban con los Ojos Blancos [texanos] en esa lucha y podían haber ayudado a los sitiados si hubiesen podido”.

El comandante de El Álamo, William Travis, había pedido voluntarios estadounidenses del este de Texas cuando Santa Anna llegó a San Antonio el 23 de febrero de 1836, pero su petición no fue atendida. Pudo haber pedido ayuda a los lipanes, pero es posible que desconociera su presencia cerca de San Antonio; pero aunque la conociera, esa petición de ayuda debía haber sido realizada por Sam Houston, quien había ordenado a Travis que se retirara antes de la llegada de Santa Anna, por lo que Travis no estaba en condiciones de pedir a su superior el envío de refuerzos lipanes.

En esa época había un grupo lipán viviendo cerca de San Antonio dirigido por Moreno, quien quizás no tenía suficientes guerreros para proporcionar una ayuda eficiente; o es posible que la presencia en los alrededores de una banda comanche hiciera que los lipanes buscaran primero su propia seguridad.

Cualquiera que fuera la razón, el papel de los lipanes en la Batalla de El Álamo fue el de meros espectadores. Podemos especular que si esa ayuda hubiese podido ser realizada, los lipanes se hubiesen dedicado a hostilizar el avance del ejército mexicano, retrasando su marcha o produciéndoles algunas bajas, en hombres y en monturas.

En 1965, el lipán Modesto González Castro habló del sitio de El Álamo, como a él le fue contado por su padre, Calisto González Castro. La tradición oral lipán relata esa batalla a través de los relatos del jefe Cuelgas de Castro, quien describió cómo los lipanes fueron detenidos por el ejército mexicano para impedir que se acercasen o ayudasen a los defensores texanos, viendo como al final, El Álamo fue destruido: “Estábamos cazando lejos, cuando volvimos, vimos el humo procedente de El Álamo, obligándonos los soldados mexicanos a entrar allí, siendo testigos de cómo tiraron y quemaron los cuerpos de los texanos muertos en grandes incendios. Perdimos algunos familiares en El Álamo, donde enterramos a nuestros muertos”.

La cooperación de los lipanes con los anglos venía de antes. Dada la hostilidad que había entre los españoles y los lipanes y tonkawas, no es de extrañar que aprovecharan la primera oportunidad que tuvieron de conseguir poderosos aliados. Estos llegaron en forma de comerciantes estadounidenses, quienes empezaron a llegar a Texas a finales del siglo XVIII para comerciar con caballos. Después de que Estados Unidos adquiriera Louisiana en 1803, esta actividad aumentó.

La independencia de México de España en 1821 no cambió las relaciones entre lipanes y mexicanos. La llegada de colonos anglos a Texas resultó beneficiosa para los lipanes. Los anglosajones, dirigidos por el empresario Stephen F. Austin, tenían muchos productos que los lipanes necesitaban. Para comprarlos, los lipanes asaltaban ranchos en México en busca de caballos para comerciar con ellos. Aunque México negó a Austin un permiso para abrir un local para comerciar con los lipanes, los anglosajones llevaron a cabo actividades comerciales de todos modos. Además, establecimientos anglosajones del este de Texas estaban siendo asaltados por antiguos enemigos de los lipanes, los wichitas. La situación estaba madura para firmar una alianza.

Para la mentalidad actual, la idea de una alianza entre anglosajones y nativos puede parecer extraña. ¿Por qué una tribu nativa se aliaría con anglos, que ansiaban adquirir más tierras y rompían tratados? Para los lipanes y tonkawas de la época, la amistad y la cooperación con los colonos anglos fue una bendición diplomática y económica. En primer lugar, esa alianza les proporcionaba los productos que tanto necesitaban. En segundo lugar, los lipanes y tonkawas vieron la oportunidad de restablecer el equilibrio de poder en las llanuras. Durante el último siglo habían sido empujados lentamente hacia el sur por el empuje continuo de los comanches y wichitas, mucho más poderosos. La alianza de los “norteños” con España no hizo más que aumentar esta presión. Bajo el gobierno de México y con una mínima presencia militar mexicana en Texas, los lipanes y tonkawas finalmente tuvieron la oportunidad de formar una alianza propia y recuperar el acceso a sus antiguos cotos de caza y rutas comerciales. El deseo de vengarse de los comanches y wichitas, que habían matado a tantos miembros de su tribu y los habían expulsado de las llanuras, donde pastaba el bisonte, fue otro factor importante.

Esta alianza fue beneficiosa para los lipanes y tonkawas, pues de lo contrario no la habrían mantenido tanto tiempo. La alianza también fue beneficiosa para los anglosajones, muchos de ellos recién llegados del sureste de los Estados Unidos y algunos con gran experiencia en la lucha contra otros nativos. Los comanches y wichitas no se parecían a ningún otro pueblo nativo con los que hubieran tratado, ya que no vivían en poblados estables y eran difíciles de atrapar después de una incursión. Tener aliados nómadas les beneficiaba.

Ya en 1825, Austin consideró a los lipanes como “amigos y hermanos de los colonos estadounidenses de esta provincia”, al emitir un pasaporte para el jefe lipán, Juan Novale. En 1829, los lipanes dirigidos por Flacco, junto con algunos tonkawas y cherokees, se unieron a la milicia de Austin dirigida por Abner Kuykendall en una campaña contra los wacos y tawakonis, dos bandas wichita. Atacaron a una banda tawakoni en un lugar llamado Wood’s Prairie [Fayette County, Texas]. Los texanos desmontaron y dispararon sus rifles mientras los lipanes perseguían a los tawakonis que intentaban huir. Fallecieron seis tawakonis. Más tarde, la misma fuerza invadió un campamento waco en San Saba. En 1832, una fuerza mexicana al mando de Manuel Barragán se unió a la milicia de Bexar y Monclova, así como a los colonos de Austin y los guerreros lipanes y tonkawas en una campaña contra los comanches. Atacaron un campamento comanche en el Llano, y los lipanes y tonkawas se llevaron 50 caballos.

Cuando comenzó el proceso de la independencia de Texas en 1835, los anglosajones ya tenían más de una década de relaciones amistosas y cooperación con los lipanes  y tonkawas. Con la instauración de la República de Texas en 1836, el presidente Sam Houston buscó continuar esas relaciones no solo con los lipanes y tonkawas, sino también con otros nativos de Texas.

Houston hizo propuestas de paz y pudo hacer tratados con los lipanes, tonkawas, Keechis [kitsais], wacos, tawakonis, taovayas y comanches. Sin embargo, todas estas tribus, excepto los lipanes y tonkawas, reanudaron rápidamente las incursiones por los asentamientos de Texas. Los comanches estaban alarmados por la cantidad de colonos anglosajones que continuaban llegando a su territorio y estaban enfadados con la negativa del gobierno de Texas a establecer una línea fronteriza entre las tierras de los anglosajones y las de los comanches. Los lipanes y tonkawas estaban deseosos de mantener el equilibrio de poder. La presencia de los texanos les proporcionó un poderoso aliado contra sus enemigos comanches y wichita, adquiriendo de ellos no solo armas y otros productos, sino que también les ayudaron a luchar contra sus enemigos. En resumen, los intereses de los texanos, lipanes y tonkawas coincidieron durante este período de tiempo.

Durante el primer mandato de Sam Houston como presidente de la República de Texas [del 22 de octubre de 1836 al 10 de diciembre de 1838] tomó medidas para asegurar la alianza de los lipanes y tonkawas. Ambas tribus jugaron un papel importante en los enfrentamientos con otros pueblos nativos, enseñando a los texanos cómo localizar y luchar contra los comanches y kiowas. Aunque esta alianza era frágil, resultó beneficiosa para los lipanes y tonkawas, permitiéndoles mantener una posición de importancia por más tiempo del que probablemente hubieran tenido de haber actuado de otra manera).

* El 29 de marzo de 1836, el Juez de Paz de El Carrizal informa que en ese mes los apaches habían robado más de 300 animales, haciendo “ruinosa la existencia de este vecindario”, ya que solo había unos cuantos bueyes para realizar los trabajos del campo, además de que era imposible perseguir a los apaches, pues los vecinos tenían muy pocos caballos. (Cuando tenía lugar un robo, los ciudadanos iban, la mayor parte de ellos, a pie, sin poder darles alcance).

* En abril de 1836, después de una prolongada ausencia, los jefes apaches Francisquillo [chihenne], Itán [chihenne], Ronquillo y Muchacho, acompañados de unos guerreros y mujeres, llegan a Santa Rita del Cobre (Santa Rita, Grant County, New Mexico) desde sus campamentos en el río Mimbres. (Juraron que habían permanecido en paz en El Paso del Norte [Ciudad Juárez, Chihuahua], o cazando bisontes; que ahora desean una paz formal con el gobierno mexicano. El comandante Mariano Rodríguez Rey lo aceptó. Dijeron que iban a cultivar en El Berrendo [municipio de Janos, Chihuahua] y en el río Mimbres [New Mexico] pero que vendrían a Santa Rita de visita. Rodríguez Rey se enteró de que los jefes apaches no le habían dicho que tenían cautivos y que vendían ovejas clandestinamente a ciudadanos de Santa Rita; lo que le hizo sospechar de ellos. Pensó que estaban huyendo de los soldados mexicanos de García Conde que estaban buscando rancherías hostiles, y también que querían adquirir bienes de personas de Santa Rita; que “ellos han venido con su pretexto favorito de hablar de paz”; y que esperaba que, dentro de pocos días, llegarían más, pidiéndoles jurar una tregua más que efímera.

Ese mismo mes, un gran grupo de chiricahuas mató, en los alrededores de Fronteras [Sonora], a cuatro ciudadanos para después ir al interior a realizar más incursiones.

* El 10 de mayo de 1836, como pensaba el comandante Rodríguez Rey, llegan a Santa Rita del Cobre (Santa Rita, Grant County, New Mexico) el jefe chokonen Pisago Cabezón y el nednai Juan José Compá, pero se niegan a entrar porque sospechaban una traición de los mexicanos. (Su desconfianza, según dijeron, venía de la época del comandante Cayetano Justiniani, quien se presentó en las conversaciones con gran número de soldados para atemorizar a los apaches. Rodríguez Rey dijo que ese proceder no era necesario si uno era honesto con los apaches. Los apaches habían dicho, a través de unos cautivos, que el gobierno quería exterminarlos; no era de extrañar que dudaran de la buena fe de los mexicanos. Pisago Cabezón se comprometió a conseguir que todos los jefes juntos desde las montañas Mogollón [Mogollon Mountains, Grant & Catron Counties, New Mexico] y los ríos San Francisco y Gila [Arizona y New Mexico] discutieran la paz; que él volvería en persona o enviaría un mensajero con la respuesta.

Durante estas conferencias, “Juan José Compá no aporta nada de importancia”. Rodríguez Rey informó más tarde. “Está convencido que no tiene  ningún prestigio en su propia nación”. Los apaches se quejaron de la astucia y el engaño de Juan José Compá, que puede aprovecharse del conocimiento de la lectura y la escritura. Quién disfrutaba de la mayor influencia y a quien todos los otros apaches “obedecían” era a Pisago Cabezón. Rodríguez Rey sugirió que el mando mexicano invitara a este jefe tan pronto como se ratifique la paz).

* El 26 de mayo de 1836, el periódico “El Noticioso de Chihuahua” informa del enfrentamiento ocurrido entre las milicias urbanas y rurales en el departamento de Chihuahua contra apaches mescaleros, apaches llaneros y apaches gileños, y comanches. (El gobierno de Chihuahua pide a los vecinos que tomen las armas y ayuden a las tropas, ya que estas carecen, en gran medida, de armas y municiones).

* El 30 de mayo de 1836, un grupo bien armado de apaches a caballo llegan a Santa Rita del Cobre (Santa Rita, Grant County, New Mexico) ocupando rápidamente todos los caminos de acceso a la localidad. (El capitán Mariano Rodríguez Rey movilizó inmediatamente a los soldados y, para demostrar su desprecio por los apaches, ordenó encarar el cañón hacia ellos, colocando solo un centinela a la vista. Luego esperó a los apaches, con sus oficiales y con Robert McKnight, en el arroyo junto a la fortaleza. Poco después llegó una mujer y habló en nombre de los chokonen Pisago Cabezón e Itán; del nednai Juan Diego Compá; y otros líderes. Habían venido a averiguar por qué los mexicanos tenían presos a dos apaches, Chato y San Juan. Rodríguez pidió hablar con los jefes y pronto llegó el nednai Juan José Compá, cuyo mensaje fue breve. El chokonen Pisago Cabezón y los demás jefes querían que Chato y San Juan fuesen liberados de inmediato; sabían de la reciente muerte de dos mujeres apaches, probablemente muertas por mexicanos. 

Rodríguez fue con Juan José Compá para ver a Chato y a San Juan para que confirmasen que habían recibido buen trato. Los dos no estaban actualmente en la cárcel, pero estaban detenidos hasta que los apaches entregaran a dos hombres: Santana [un hijo de Carro, líder de un grupo chokonen], que había cogido a un joven pastor como cautivo; y El Adivino [probablemente un chamán u hombre medicina], que había robado dos veces, caballos a Robert McKnight. Rodríguez pidió a los apaches que se fueran, pero dijo a Pisago Cabezón, Juan José Compá, y a otro jefe que volvieran al día siguiente para continuar parlamentando.

Los apaches se retiraron a unos cerros cercanos, sacrificando seis vacas para comer mientras esperaban. Al día siguiente aparecieron por las lomas circundantes, y Juan José Compá llegó con mensajes de todos los jefes. Todo ese día lo pasaron en discusiones estériles. A última hora de la tarde, Rodríguez, por pura frustración, dijo a Juan José Compá que se fueran o serían expulsados. Si los apaches realmente querían la paz, ¿por qué ese retraso tan ridículo? Los soldados no eran niños y no tenían miedo. Juan José Compá dijo que unos 15 jefes volverían en cuatro días para concluir las negociaciones. Los mexicanos podrían dejar sueltos los caballos del presidio porque los apaches se abstendrían de robarlos.

El 1 de junio, los alrededores de Santa Rita del Cobre estaban llenos de apaches. Ahora era el nednai Juan Diego Compá el que habló con Rodríguez y con Robert McKnight. Compá entregó a El Adivino para que los mexicanos pusieran en libertad a San Juan [cosa que hicieron] y se comprometieran a liberar a Chato [más arde se escaparía], tan pronto como trajeran a Santana. Rodríguez dijo a los apaches que se fueran o les dispararían, ya que no podían entrar en la localidad hasta concluir las negociaciones.

De improviso, entraron siete guerreros. Juan Diego Compá salió corriendo hacia fuera, gritando los soldados de la fortaleza que se detuvieran. En vez de obedecer, insultaron a los soldados, disparando los mexicanos un cañón y apuntándoles con sus armas. Los apaches desaparecieron al instante, llevándose a Juan Diego Compá a pesar de que estaba aparentemente ileso. Rodríguez declaró que los apaches no habían atacado el presidio porque los coyoteros White Mountain y los navajos no habían llegado para ayudarles.

Después de esto, los ciudadanos podían ver la gran actividad de los apaches enviando señales de humo y movimientos para hacer ver que muchos apaches se acercaban a la zona. Solo la esposa de Chato entró en la localidad. Apareció con una gran cruz de madera que exhibió en todas las direcciones, trayendo tres cartas de Juan José Compá.

El 21 de junio, los apaches volvieron a Santa Rita del Cobre para continuar las negociaciones. Los apaches, uno con una bandera blanca, aparecieron en la colina de Guadalupe, en las afueras de Santa Rita. El nednai Juan José Compá no entró en la localidad, pero transmitió el mensaje de que los chokonen Pisago Cabezón e Itán; Caballo Ligero, y otros jefes deseaban ardientemente la paz. Como muestra de su buena fe, enviaron una imagen de la Virgen de Guadalupe. Volviendo al día siguiente, Juan José Compá se negó de nuevo a entrar en Santa Rita. Juan José Compá dijo que no iba a entrar en la localidad, ya que temía ser hecho prisionero. Los apaches pudieron ver los cañones sobre la fortaleza.

La conferencia duró varias horas. Juan José Compá relató que los recientes combates habían causado muchas bajas a los apaches. Él, con Pisago Cabezón y los demás jefes, estaba convencido de que lo mejor para los apaches era concluir una paz sólida y duradera. Examinó varios tratados que le mostraron los mexicanos y los aprobó. Rodríguez conferenció con Juan José Compá de la importancia de la paz, afirmando que se trataba no solo de Santa Rita, sino de todo el estado.

Juan José Compá pidió que Pisago Cabezón y los otros jefes conferenciasen con el comandante general, incluso viajando a la villa de Chihuahua. Él quería vivir en Santa Rita en una pequeña casa con ayuda económica. Eso sería lo mejor; estaría libre de las sospechas de los mexicanos y no estaría en dificultades con los apaches. Aunque su solicitud fue aprobada, nunca se instaló.

El comandante general de Chihuahua, José Joaquín Calvo, se animó por estos sucesos. Durante las negociaciones, los apaches habían amenazado con poner en pie de guerra, 500 guerreros entre coyoteros White Mountain, navajos, y otros aliados. Estaba de acuerdo en quitar a Juan José Compá el título de “general” y dárselo a Pisago Cabezón, ya que esa era la voluntad del resto de los apaches.  

No se sabe si ese título se le quitó alguna vez a Juan José Compá, quien continuó en su papel de informante. Pronto se dijo que los jefes Ronquillo, Manta Negra y Estrella se habían trasladado a las montañas de la Florida [Florida Mountains, Luna County, New Mexico], preparándose para enviar incursiones al interior de Chihuahua; Pescas que había radicado su ranchería en la Sierra de los Órganos [Organ Mountains, Doña Ana County, New Mexico]; y que el chihenne Cigarrito había ido con su ranchería para unirse a los apaches mescaleros que planeaban atacar El Paso del Norte [Ciudad Juárez, Chihuahua].

Mariano Ponce de León, el nuevo comandante en Santa Rita, dudaba de las intenciones de la mayoría de los apaches que residían desde el Picacho de los Mimbres [Mimbres Peak, Grant County, New Mexico] al este de El Paso. Solo Caballo Ligero, antes de llevar su ranchería a cosechar mescal en las montañas de La Negrita y San Mateo, había llegado para pedir el permiso requerido).

* El 17 de agosto de 1836, un soldado avisa de la presencia de apaches mescaleros en Chihuahua al ser atacado cuando llevaba el correo de Nuevo México.

* El 18 de agosto de 1836, el apache Chato huye de Santa Rita del Cobre ([Santa Rita, Grant County, New Mexico]. Chato no estaba considerado como prisionero de guerra, solo estaba custodiado porque, tanto él como San Juan, “eran pacíficos”, no estaba encarcelado porque el nednai Juan José Compá y otros jefes habían convencido a Ponce de León que eran inocentes.

Desde el principio, Chato se comportó bien, asistía a misa y, de vez en cuando, iba a la localidad por asuntos personales con un soldado desarmado, y nunca dio el más mínimo indicio de que planeaba huir. Ponce de León admitió que Chato, ocultando sus intenciones, había engañado a todos. En la tarde de su fuga, Chato pidió permiso para ir con el asistente de Ponce de León y su cocinero para lavar la ropa. Ponce de León se culpó por la fuga de Chato diciendo “Accedí a ello porque no despertó en mí la menor sospecha, pero esta persona desagradecida, sin tener duda ante un ligero descuido, voló a las montañas como un ganso”.

Un suceso el día anterior pudo haber estado relacionado con la desaparición de Chato. El jefe chokonen Tapilá y varias mujeres aparecieron fuera de Santa Rita pidiendo permiso para vender pieles y otros artículos a cambio de maíz. Tapilá dijo que había traído a José Antonio Pino de las montañas Mogollón [Mogollon Mountains, Grant & Catron Counties, New Mexico]. Pino se había separado de un grupo de hombres de su pueblo que habían salido en persecución de los apaches que habían robado caballos allí. Tapilá lo encontró cerca de la muerte, cuidándolo hasta que se curó, trayéndolo a Santa Rita para que pudiera ser enviado de vuelta a casa. Pino, sin embargo, no estaba convencido de las buenas intenciones de Tapilá. Unos días más tarde, desapareció, viajando a pie durante la noche a la ranchería de Tapilá; cogió 16 caballos y tres mulas, llevándolas a Santa Rita “a toda velocidad”. Esa era su manera de exigir retribución, según dijo más tarde, por la muerte de sus compañeros, que estaba seguro de que los apaches eran los autores.

Tapilá regresó a Santa Rita el 6 de septiembre en busca de sus animales. Tardó tanto porque había ido a ver a Pisago Cabezón. Ponce de León informó a Tapilá, como lo había hecho con Pino, que el ganado no se podía mover o transferir hasta que el comandante general de Chihuahua tomara una decisión. Al final, Pino consiguió la mayor parte de los animales, 17, por haber expuesto su vida para recuperarlos).

* El 30 de agosto de 1836, los líderes chokonen Reyes, Matías, Marcelo, Eugenio y Miguel (probablemente Miguel Narbona), negocian la paz con Sonora en Arizpe, y después se reunen el 27 de octubre en Fronteras (Sonora) para ratificar el tratado. (Comandancia general e Inspección del Departamento de Sonora._ En la capital de Arizpe a los 30 días del mes de agosto de 1836: reunidos en la casa morada del teniente coronel Ayudante Inspector D. Ignacio Elías González, comandante militar interino del Departamento de los presidios de la frontera por ausencia  del Sr. comandante general Inspector coronel D. José María Elías González, los capitancillos apaches Reyes, Matías, Marcelo, Eugenio, y Miguel, con el objeto de acordar asuntos sobre paces que vinieron a solicitar por si y a nombre de otros de su parcialidad, después de haber hablado largamente en el particular protestaron y quedaron en observar fiel y cumplidamente los artículos siguientes:

1º. El de someterse al gobierno de la nación mexicana, protestándole obediencia y el de respetar sus leyes.

2º. El de cesar en lo sucesivo por parte de los que han solicitado la paz, toda clase de hostilidad, y el de auxiliar con todo su poder las operaciones de campaña que puedan emprender las tropas de la nación contra las tribus que continúen de guerra, sin exceptuar sus parciales, y salir contra ellos cuando lo dispongan los jefes superiores.

3º. Protestan no entrar jamás por jamás en relaciones de amistad de ninguna clase, ni en tratados de alianza o paz con ninguna nación o tribus de las enemigas nuestras, sin conocimiento y aprobación del gobierno de la República.

4º. Bajo ningún pretexto causarán el más leve daño a ningún individuo de la República que encuentren en el campo o se acerque a los puntos de sus rancherías, antes bien le proporcionarán los auxilios que pueda necesitar y estén en su posibilidad.

5º. Por ahora y en todo el próximo mes entrante de septiembre, protestan mantener su residencia fija con sus familias y demás resto de sus cuadrillas a la inmediación del presidio viejo de San Bernardino, de cuyo punto no se separarán sin conocimiento del comandante de Fronteras, a excepción de dos jefecillos que con pasaporte del citado comandante, saldrán en busca de los demás capitancillos parciales suyos con el justo fin de imponerlos de los tratados de paz que han celebrado, para que si son conformes con su opinión se vengan con ellos.

6º. Ofrecen quedará concluida esta operación en todo el próximo mes de septiembre, y a su fin o ya sea muy pocos días después, estarán de vuelta en San Bernardino con todos los apaches que así como ellos solicitan la paz, siendo advertencia que darán los avisos necesarios de los que no conviniesen en solicitar dicha paz, para que se les haga la guerra por las tropas de la República, así como también lo verificarán todos los rendidos de paz de la manera que lo dispongan los jefes superiores.

7º. Tan luego como estén reunidos en San Bernardino todos los que solicitan la paz y han dejado de hacerlo, se trasladarán al presidio de Fronteras, y con acuerdo de su comandante fijarán su residencia a su inmediación con sujeción a obedecer las órdenes de su comandante conforme con las disposiciones del Sr. comandante general Inspector del Departamento, y las del alto gobierno, ofreciendo no separarse de aquel punto ya sea para hacer sus cacerías o cualesquiera otros fines sin su conocimiento, y el que hiciere lo contrario no será reprendido o castigado según convenga, y conforme con la práctica establecida y corriente se les auxiliará con las raciones de grano que ha sido de costumbre.

8º. Entre tanto dura su permanencia en las inmediaciones del presidio viejo de San Bernardino solicitan se ponga entre ellos uno o dos individuos de tropa de confianza, con el justo fin de que diariamente vean estos que allí están todos reunidos y que si llega el caso de que por algún punto se cometa alguna hostilidad o robo, no se los atribuya, ofreciendo al mismo tiempo el dar parte al comandante de Fronteras de cualesquiera novedad que adviertan.

9º. Por lo tocante a las indicaciones que se les hicieron de que se han de reducir a pueblo tan luego como se determine, manifestarán que sobre este particular tratarían con el Sr. comandante general cuando ya estuviesen reunidos todos los que solicitan la paz.

10º. Manifiestan los presentes capitancillos no tienen en su unión ningún individuo cautivo nuestro, y de ser así desde luego lo entregarán, manifestando que si en los demás que están por rendirse los hay, les advertirán deben entregarlos.

11º. A todas las bestias que presenten en el acto de su bajada que manifestaron ser pocas, se les hará una marca con el justo fin de que si después aparecen otras en su poder puedan reclamarles por sus legítimos dueños, reconociendo juntamente por suyas las anteriores, para hacer de ellas el uso que les convenga.

12º. Entre tanto se concluye la reunión de todos cuantos solicitan la paz, con su acuerdo se nombra por principal capitancillo para el gobierno de los demás al apache capitancillo Marcelo, a quien le estarán subordinados, y después de que se verifique la reunión del todo de los que solicitan dichas paces, se resolverá por el Sr. comandante general Inspector el que deba ser elegido para principal caudillo de todos.

13º. De los antecedentes artículos quedan todos enterados y sujetos a la ampliación, restricción, reprobación, o aprobación del Sr. comandante general Inspector del Departamento, así como también de las ulteriores resoluciones del supremo gobierno general a quien repiten su entera obediencia y en fe de ella, y de la buena disposición con que se presentan a la observancia de lo tratado, lo firmó el capitancillo Reyes, y los demás por no saber escribir hicieron una señal de cruz, cuyo signo es el más respetable para ellos por ser el de la paz, firmando el citado teniente coronel Ayudante Inspector y comandante militar interino de la frontera, y como testigos que presenciaron la formalidad de este acto, el capitán D. Antonio Comadurán, y tenientes D. Roque Ibarra y D. Tiburcio Gallardo, en la referida capital de Arizpe en el citado día, mes y año.

Firmado: Reyes, +, +, +, +, Roque Ibarra, Tiburcio Gallardo, Antonio Comadurán, Ignacio Elías González. En el presidio de Fronteras, a 27 de octubre de 1836, reunidos en la casa habitación del Sr. comandante general Inspector del Departamento, coronel de Caballería D. José María Elías González, el capitancillo apache Marcelo y sus parciales Reyes, Matías, y Miguel, con que los capitancillos nuevamente presentados a solicitar la paz, que lo son Juan Diego, Fusilito, Costilla, Cabezón, Boca Matada, Vívora, Caballo Ligero, y Sayo Siza, con 108 gandules de sus parcialidades, después de una larga conferencia tenida para afianzar de una manera perpetua y estable las relacionadas paces, convinieron todas en los artículos siguientes:

1º. Con la mejor buena fe, ratifican y abrazan la paz, bajo los trece artículos que preceden, celebradas en la ciudad de Arizpe con el Ayudante Inspector D. Ignacio Elías González el día 30 de agosto del presente año, por el mencionado capitancillo Marcelo y sus parciales Reyes, Matías, Miguel y Eugenio.

2º. De los apaches presentados y admitidos a la paz por los presentes tratados, se formarán dos establecimientos para vivir reunidos.

3º. Los que antes pertenecieron a los establecimientos del Departamento de Chihuahua, se situarán por ahora en los puntos nombrados Santa Lucía, Valle de los Ángeles, hasta tres leguas poco más o menos, abajo de donde se junta el río de Santa Lucía con el de Gila, reconociendo por general al capitancillo Boca Matada, y por su segundo al capitancillo Sayo Siza, a quienes ellos mismos han nombrado.

4º. Los que pertenecieron a los establecimientos de este Departamento de Sonora, lo pondrán provisionalmente en el punto de Cuchuverachi a cargo del general Marcelo, que igualmente nombraron.

5º. Los generales y capitancillos de ambos establecimientos, se obligan a tener por enemigos y no darles entrada en sus rancherías, a los capitancillos y demás parcialidades que no han concurrido a los presentes tratados, siempre que invitados no se les reúnan y admitan la paz de buena fe, quedando con la obligación de dar aviso de los que no la admitan, para que sean perseguidos por las tropas de la República, con cuyo fin ofrecen cooperar con sus auxilios.

6º. El establecimiento de Cuchuverachi permanecerá por ahora en dicho punto, hasta que la  Comandancia general, de acuerdo con el gobierno del Departamento, señale el terreno a propósito para erigirlo en pueblo, y puede auxiliar esta empresa con bueyes y útiles necesarios para la labranza, recibiendo por vía de ración para sus alimentos, lo que únicamente pueda dárseles en vista de las escaseces que tiene la hacienda nacional.  

Y en prueba de cumplir los relacionados 13 artículos, y los seis que anteceden como adiciones, lo firmó Reyes, y pusieron una cruz los demás caudillos y parciales contratantes que en uno y otro se expresan, cuya cruz es el signo que ellos usan en tales convenios; y de los presentes, fueron testigos el teniente comandante de este presidio de Fronteras, D. Roque Ibarra, el de igual clase D. Tiburcio Gallardo, y los alféreces D. Antonio Ramírez, D. Francisco Lamadrid, y D. Manuel Romero. 

Firmado: Reyes, +, +, +, +, +, +, +, +, +, Roque Ibarra, Tiburcio Gallardo, Antonio Ramírez, Francisco Lamadrid, Manuel Romero, José María Elías González.

Es copia de su original, Fronteras 28 de octubre de 1836, Ignacio López, secretario.

Por el oficio de V. número 5 del 8 corriente, me he enterado de que en el mismo día se presentó el capitancillo Pisago con otros tres y diez gandules, con pliegos del Sr. comandante general de Sonora, en que manifiesta han celebrado la paz en aquel Departamento ofreciendo ellos traer a los demás gileños, mimbreños y mescaleros, y así mismo presentando la recomendación de dicho Sr. Comandante general para que se les entregasen las prendas de las personas asesinadas en ese punto.

Apruebo a V. las disposiciones que ha tomado en consecuencia, y supuesto que los tratados de paz celebrados en Sonora convienen con los que hizo el Sr. teniente coronel D. Cayetano Justiniani con los gileños en ese Mineral y el Sr. coronel D. Pedro García Conde con los mescaleros en El Paso, nada tengo que añadir, sino recomendar a V. la vigilancia y precaución para evitar una sorpresa bajo la salvaguardia de la paz y amistad; pero siempre hará V. se observe por nuestra parte la buena fe y honradez que debe caracterizar al hombre civilizado; haciéndoles conocer a los indios los bienes que les resultan de la paz y sociabilidad y a que procurará inclinarlos por los medios justos y legales.

Dios y libertad. Chihuahua, noviembre 20 de 1836 – José J. Calvo – Sr. comandante de la frontera Occidental, teniente coronel D. José María Arce.

En todas las negociaciones, Fuerte [Mangas Coloradas, chihenne] y Pisago Cabezón [chokonen] se mantuvieron al margen en las montañas Mogollón [Mogollon Mountains, Grant & Catron Counties, New Mexico]).

* El 15 de septiembre de 1836, se proclama en la Hacienda del Carmen (municipio de Buenaventura, Chihuahua) el “Plan del Carmen”, que tiene por objeto combatir a los apaches armando a todos los vecinos, aún en contra de la voluntad del gobierno del estado.

* El 16 de septiembre de 1836, una banda de más de 100 apaches incursiona por Canutillo (municipio de Ocampo, Durango), Torreoncillo (municipio de Hidalgo del Parral, Chihuahua) y Torreón ([municipio de Chihuahua, Chihuahua]. En este último lugar robaron ganado, llevándose varios cautivos. Al ir tras ellos liberaron y recuperaron todo el ganado).

* El 28 de septiembre de 1836, llegan de nuevo a Santa Rita del Cobre (Santa Rita, Grant County, New Mexico) unos apaches chokonen bajo bandera blanca. (El chokonen Pisago Cabezón, acompañado por dos de sus hijos, y por el también chokonen Tapilá, se reunió con el comandante de Santa Rita en las afueras de la localidad. Comenzó un largo discurso afirmando que había venido a pedir la paz; que siempre la había deseado, pero quería ratificarla con la formalidad y seguridad adecuada. Estaba convencido de que los apaches que habían pedido la paz en el pasado “no eran hombres serios ni capaces de mantener la paz de buena fe”, aunque en general fuese buscada por los apaches. Él nunca se había unido a otros jefes en las negociaciones, ya que no quería hacer el ridículo. Ponce de León respondió en el mismo tono, el gobierno mexicano también era serio acerca de la conclusión de una paz estable y la quería antes de que los apaches fueran totalmente exterminados como consecuencia de su propio egoísmo y falta de honradez.

Después de ese intercambio, tuvieron una acalorada discusión. Pisago Cabezón accedió a volver unos días después para terminar el acuerdo. A pesar de que carecía de influencia sobre los apaches en el área de El Carrizal [municipio de Ahumada, Chihuahua] y San Elizario [El Paso County, Texas]; en su opinión eran débiles y maliciosos y no tenían intención de mantener la paz de buena fe; que hablaría favorablemente sobre el nuevo acuerdo al jefe Fuerte [Mangas Coloradas] y a otros de su propio territorio. Hizo dos peticiones finales, que al menos dos de los caballos de Tapilá sean devueltos mientras el comandante general determine qué hacer con el resto [se ofreció a intercambiar dos de sus propios animales con Ponce de León como sustitutos de los dos de Tapilá], y que se le conceda permiso para vender algunas vacas y novillos de su última campaña en Sonora. Ponce de León, accedió con tal de que Tapilá no entre en Santa Rita.

Debido a las conversaciones con Pisago Cabezón, Ponce de León creía que las relaciones entre los apaches y los mexicanos estaban mejorando [aparentemente estaba poco preocupado por la compra del ganado robado de Sonora] al punto de que una paz duradera era posible. Pero la esperanza del nuevo tratado de paz se truncó, el 3 de octubre, por la actuación de unos habitantes de Santa Rita.

El 3 de octubre, ocho apaches, cinco mujeres [dos de ellas eran mujeres del jefe chokonen Pisago Cabezón y, al menos dos, parientes de Sidé] y tres hombres [dos yernos de Pisago Cabezón] llegaron a Santa Rita del Cobre para comerciar. Llegaron con 15 novillos permaneciendo fuera de la localidad, pidiendo permiso para comerciar con los ciudadanos. Las mujeres entraron en la localidad, mientras que Ponce de León hizo que los hombres esperan fuera. Sin embargo, los ciudadanos demostraron, aparentemente, afecto hacia ellos, animándoles a que entraran dentro. Los tratos comerciales concluyeron sin incidentes, pero enseguida, Manuel Ruedas, alcalde sustituto, ordenó matar a uno de los apaches. Durante el incidente, Ponce de León y el capellán trataron de detener a las personas que querían matar a los apaches. Salvó la vida de cuatro mujeres a las que llevó al fuerte, pero una mujer y dos hombres fueron golpeados, apuñalados, heridos con lanzas, para terminar disparándoles. Lo que pasó con el tercer hombre no se sabe; quizá pudo escapar para contar lo ocurrido. 

Salvar a las cuatro mujeres no fue fácil. Cuando Ponce de León intentó sacarlas de la ciudad poco después, la población local bloqueó la entrada a la fortaleza con las armas en las manos. Los soldados se pusieron del lado de la gente. Ponce de León finalmente lo consiguió, pero solo prometiendo que iba a liberar a dos mexicanos que estaban detenidos por las muertes de los apaches. Para protegerlas, acompañó personalmente a las cuatro mujeres durante casi 3 km. Esa misma tarde, cuatro apaches [tres hombres y una mujer] llegaron a Santa Rita para averiguar qué había ocurrido. Cuando se enteraron se fueron; no viéndose más apaches durante un mes. Ponce de León no superó la decepción. Sabía ahora que no había manera de recuperar la confianza de los apaches para futuras negociaciones. Ese hecho marcó el principio del fin de las relaciones de los apaches con los mexicanos en Santa Rita del Cobre.

El jefe chokonen Pisago Cabezón lo intentó en Fronteras [Sonora], yendo a finales de octubre con otros apaches a negociar la paz. A los chokonen se les asignaron tierras en Cuchuverachi [municipio de Agua Prieta, Sonora] a 16 km al sur de San Bernardino [municipio de Agua Prieta, Sonora]; y a los chihennes desde Santa Lucía [después conocido como Santa Lucia Springs; luego San Vicente de la Cienega; y finalmente Silver City, Grant County, New Mexico] hasta el río Gila. La mayoría de los apaches todavía eran hostiles. Aunque el tratado duró poco tiempo, los apaches continuaron viviendo en las zonas designadas.

El 8 de noviembre, 10 apaches liderados por Pisago Cabezón, Boca Matada [probablemente el mismo Geta Matada, que se encontraba en la zona de los ríos Gila y Mimbres en 1833 y 1834], y Caballo Ligero aparecieron en La Loma Blanca [municipio de Juárez, Chihuahua], pidiendo hablar de paz con el comandante del puesto. Se pusieron de acuerdo para volver a los pocos días, pero no volvieron).

1837

* El 5 de marzo de 1837, debido al aumento de incursiones apaches en Sonora, el gobernador Manuel Escalante y Arvizu proclama:Guerra hasta la muerte del enemigo”. (A principios de año, el apache Reyes había llegado al presidio de Fronteras [Sonora], donde los apaches del jefe chokonen Matías estaban en paz. Mientras Fuerte [Mangas Coloradas] había ido al río San Francisco [afluente del Gila, Arizona y New Mexico] desde donde incursionaba tanto en Sonora como en Chihuahua. Marcelo [chokonen o nednai] estaba en paz, pasando el invierno en el Cañón de los Embudos [lugar que se haría famoso por la reunión, en 1886, entre Gerónimo y Crook], afirmando que si el comandante general de Chihuahua quería, cogería su ranchería y se establecería en Santa Rosa [municipio de Chihuahua, Chihuahua].

El 26 de enero, Fuerte [Mangas Coloradas] atacó Santa Rita del Cobre [Santa Rita, Grant County, New Mexico] para luego irse al oeste.

El 18 de febrero, Teboca llegó a Fronteras desde el territorio del río Gila con un grupo incursor, formado por bedonkohes y unos pocos chokonen, incluidos El Rapado y San Juan, al que los mexicanos habían liberado en Santa Rita del Cobre. Teboca había residido en Fronteras cuando estaba en paz, y había sido un cercano aliado de Fuerte [Mangas Coloradas]. Su grupo había rodeado a varios mexicanos a unos 11 km de Fronteras, despojándolos de todo y robándoles cinco caballos y 200 cabezas de ganado. Luis Romero, uno de los mexicanos, los identificó, testificando: “Yo conozco al jefe Teboca muy bien… Le he visto en este presidio varias veces cuando él vino aquí para pactar la paz. Varios civiles y militares de Fronteras dijeron que los apaches se habían burlado de su amistad”.

El 28 de febrero, el comandante militar de Sonora comunicó al gobernador de Chihuahua que la banda del jefe apache Tívora [Vívora?] se dirigía a su estado porque en Sonora había llegado a un acuerdo de paz. De hecho, la banda de Vívora incursionó por Chihuahua.

Una banda apache mató a dos hombres que escoltaban unos carros que iban de Janos a Santa Rita del Cobre; atacaron varias granjas en el área de Janos y Casas Grandes, impidiendo a los granjeros ocuparse de sus campos; las poblaciones fronterizas de Sonora estaban desprotegidas.

Ante estos hechos, Elías González, el comandante militar de Sonora, declaró que los apaches habían roto los tratados de paz, dándoles un ultimátum: “Todos los apaches que no estén en Fronteras para el 19 de marzo de 1837, serán declarados inmediatamente como enemigos”. Pero las incursiones chiricahuas se intensificaron.

Con la llegada de la primavera, Juan José Compá, que había pasado el invierno en la Sierra de las Ánimas, al noroeste de Janos, se unió a su hermano Juan Diego, a Marcelo y a Vívora. El 27 de marzo, unos 50 guerreros mataron a nueve personas e incendiaron varias casas en un rancho cercano a Santo Tomás, prosiguiendo por los pueblos de la zona hasta San José de Baquiachi y San Antonio de Aguilar [los tres del municipio de Guerrero, Chihuahua] en los que mataron a otras siete personas.

El 31 de marzo, una banda apache mató a otras siete personas en el valle de San Buenaventura [municipio de Buenaventura, Chihuahua]. Cuando los hombres del pacífico Marcelo vieron regresar a un grupo con más de 500 cabezas de ganado, 30 guerreros salieron para incursionar. Marcelo admitió que no podía controlar a sus jóvenes.

Durante ese mes se hallaba por casualidad en el pueblo de Moctezuma [Sonora] un grupo de estadounidenses procedentes de Missouri para comprar mulas, pero se encontraron con que los apaches habían robado todo el ganado mular de la comarca. Los apaches acababan de asaltar el rancho Noria, a 48 km al norte de Moctezuma. Charles Ames, el líder del grupo, contactó con John James Johnson, que tenía una tienda en Moctezuma por aquel entonces. Los dos obtuvieron autorización del gobernador Manuel Escalante y Arvizu para realizar una campaña contra los apaches, según la cual, podían quedarse con la mitad del ganado robado que lograsen recuperar.

Además, el 3 de abril, el estado de Chihuahua decidió ofrecer 100 pesos de recompensa por cada cabellera de apache adulto, 50 por la de una mujer, y 25 por la de un niño. Ese mismo día, Johnson salió de Moctezuma al mando de un grupo compuesto por 17 estadounidenses y cinco arrieros mexicanos para cazar apaches. Siguiendo un rastro apache, fueron hacia el noreste, llegando a Fronteras el 12 de abril, donde Johnson y Ames hablaron con Antonio Narbona, comandante del presidio. Al principio, el oficial intentó convencerles de que no siguieran por el peligro que suponía una expedición de esa naturaleza. No obstante, Johnson llevaba una recua de mulas cargadas con artículos, confiando en que los chiricahuas querrían comerciar con ellos. En aquellos años, la mayoría de los estadounidenses de la región tenían buenas relaciones comerciales con los apaches. Según parece, al verles decididos en continuar, Narbona entregó a Johnson un pequeño cañón como protección.

El 20 de abril, el grupo de Johnson y Ames, siguiendo el rastro de ganado robado, llegó a los manantiales de Agua Fría, situados en la Sierra de las Ánimas [Animas Mountains, Hidalgo County, New Mexico], a unos 16 km al norte de la frontera. Los chiricahuas llamaban a esas montañas “Dzisl-di-jole” [Montaña Redonda] que utilizaban para cazar y como base para incursionar por México. Por los alrededores había dos, y probablemente tres, rancherías apaches, con un total de 80 guerreros, incluyendo la de los nednais de los hermanos Juan José y Juan Diego Compá, con quienes los estadounidenses acordaron comerciar. También estaban Marcelo [chokonen], Guero y Vívora [la ranchería de este último había sido visitada por Reyes {chokonen} y García]. Se dio el caso que Johnson conocía a Juan José Compá, a quien había conocido unos años antes.

Unos apaches vieron el grupo, avisando por medio de señales de humo de su presencia. Cuando Juan José se acercó preguntó a Johnson porque no iban por el camino principal, a lo que Johnson contestó que era a causa de la guerra de México contra Texas. Juan José tenía conocimiento del plan de operaciones de los mexicanos en la guerra contra Texas por la correspondencia capturada [sabía leer español].

Cuando Johnson ofreció comerciar con whisky, harina, azúcar, pólvora y un paso seguro para ir a Santa Rita del Cobre, Juan José, confiado, aceptó. Johnson le dijo que tenía un saco de pinole [mezcla de polvos de vainilla y hierbas aromáticas] y mescal para ellos, por lo que acordaron acudir al día siguiente para intercambiar unas mulas robadas que estaban en varias rancherías cercanas. En el curso de la conversación que Johnson mantuvo con Juan José Compá, el apache le informó que, aunque tenía intención de proseguir con las incursiones contra los mexicanos, también estaba considerando la posibilidad de efectuar una tregua con ellos.

La idea de Johnson era embriagarlos para después matarlos, por eso aquella noche Johnson y sus hombres prepararon un ataque por sorpresa contra los apaches [los cinco arrieros mexicanos rehusaron participar y se fueron]. En un lado del campamento escondieron el cañón de modo que apuntaba hacia el lugar donde tenían el saco de pinole y otros artículos para intercambiar. Solo era cuestión de esperar a que regresasen los apaches.

El 22 de abril, mientras los apaches acudían a comerciar, Johnson disparó el cañón que estaba cargado a rebosar con trozos de metralla. Según Lautora García, una cautiva de los apaches rescatada por Johnson, estos confiados, empezaron a beber mescal hasta emborracharse. Seguidamente, dispararon el cañón contra el grueso de los apaches y les dispararon para después pasarlos a cuchillo. Los que pudieron, incluido Vívora, huyeron montados en sus caballos.

En el suelo yacían los cadáveres de 20 apaches, entre ellos Juan Diego Compá, a quien la metralla del cañón le impactó en el torso, casi partiéndolo en dos; Juan José Compá, apache bautizado y educado hasta el punto de saber leer y escribir perfectamente español, siendo un interlocutor imprescindible entre los apaches y los mexicanos; Marcelo y Guero, llevándose sus cabelleras. Se dice que el mismo Johnson remató a Juan José Compá mientras yacía malherido en el suelo.

Aunque ningún informe menciona la presencia de Fuerte o Mangas Coloradas en el lugar, la tradición oral apache le sitúa en la escena. Los informantes apaches de la escritora Eve Ball, autora de Indeh, le dijeron que Mangas Coloradas estaba presente, y que con la primera descarga, cogió a un bebé y huyó del lugar. Dijeron que ese bebé era su hijo. También contaron a Eve Ball que entre los muertos estaban dos de las cuatro esposas de Mangas Coloradas. Si todo esto ocurrió así, se entiende el tremendo odio que Mangas Coloradas sentía por Sonora. Después del asunto Johnson, Mangas Coloradas se volvió más agresivo y se convirtió en un vigoroso líder que buscó venganza contra Sonora.

Otras evidencias indican que Mangas Coloradas estuvo presente. Las Animas Mountains rodeaban el territorio de tres bandas chiricahuas, chokonen, chihennes y nednais. Unos 15 años después, Mangas Coloradas recordaría amargamente los detalles: “un comerciante vino a donde nosotros desde Chihuahua. Mientras inocentemente estábamos comerciando, … un cañón oculto detrás de las mercancías abrió fuego contra mi gente matando a bastantes”. Después de la matanza, Fuerte [Mangas Coloradas] se dirigió a la región del río Gila.

Los estadounidenses no tardaron en marcharse a Janos [Chihuahua] con una muchacha mexicana que estaba cautiva, desde donde Johnson escribió al gobernador de Chihuahua, informándole que había obtenido una gran victoria contra, más de 80 apaches: “Al ver cuántos eran, retrasé mi ataque desde el 20 hasta las 10:00 de la mañana del 22, viendo que no podía esperar más debido a los actos de desconfianza y traición que vi que preparaban… a pesar de los peligros y obstáculos que había en el camino… como resultado dejaron en el campo de batalla 20 indios renegados muertos, incluyendo los tres jefes, Marcelo, Juan José y Juan Diego, cuyas cabelleras he presentado al comandante de este presidio [Janos]”. Johnson no mencionó el cañón ni como mató a los 20 apaches sin sufrir una sola baja. Luego continuó viaje a Moctezuma, vía Bavispe, donde entregó las cabelleras de los tres jefes apaches a las autoridades, recibiendo 100 pesos en compensación.

La matanza perpetuada por Johnson y Ames dejó un recuerdo de amargura imborrable entre los apaches y en años posteriores sus líderes, Mangas Coloradas, Cochise y otros, constantemente se refirieron al asunto como uno de los peores actos de traición cometidos contra su pueblo. Sin embargo, si se tienen en cuenta otros muchos sucesos todavía peores, como por ejemplo la matanza de Galeana nueve años después, lo de Johnson se reduce a uno de los múltiples actos similares que ocurrieron a lo largo de la historia de la Apachería.

En venganza, los apaches atacaron en el río Gila a un grupo de 22 tramperos mandado por Charles Kemp, matándolos a todos. Quizás fueron los guerreros de Fuerte [Mangas Coloradas]. Después emboscaron unos carros, matando a los 12 hombres que los llevaban de El Paso a Santa Fe. Otros grupos de estadounidenses sufrieron la furia apache, cuyos líderes más destacados en ese momento eran los chokonen Pisago Cabezón y Tapilá; y el chihenne Fuerte [Mangas Coloradas]. Todos ellos organizaron numerosas incursiones en Sonora y Chihuahua para vengar la matanza. Durante el período transcurrido entre 1837, año de la matanza urdida por Johnson y Ames, y mediados de la década siguiente, nuevos jefes comenzaron a destacar en los ataques organizados por los chiricahuas en la frontera norte de México.

Según la tradición oral apache, poco después del enfrentamiento con el grupo de Kemp, Fuerte se puso una camisa con las mangas de un rojo muy brillante, y así tomó su nuevo nombre, convirtiéndose en Kan-da-zis-tlishishen, o Mangas Coloradas. Según dijo un apache al etnólogo Grenville Goodwin: “Si un apache adquiere un llamativo nuevo nombre, los demás comienzan a usarlo y abandonan el viejo nombre”.

Pocas semanas después del “asunto Johnson”, los chiricahuas capturaron a un trampero llamado Benjamin Davis Wilson, y a sus dos compañeros, quienes desconocían que la guerra había estallado después del ataque de Johnson. Años más tarde, Wilson recordó el suceso: “Nos quitaron todo lo que teníamos. Nos llevaron hasta el campamento apache donde nos dijeron que algo terrible había sucedido entre los apaches y los estadounidenses y que los jóvenes guerreros estaban decididos a sacrificarnos. Expresamos nuestro asombro ante el cambio de conducta de los apaches, de quienes antes habíamos recibido muchas evidencias de sentimientos amistosos… Esa noche, en el campamento, los apaches bailaron una danza de guerra al este de la choza, donde el jefe Mangas Coloradas nos tenía confinados. Ese viejo jefe se oponía a que nos mataran diciendo que había recibido muchos favores de los estadounidenses y creía que interesaba a su pueblo mantener buenas relaciones con ellos en ese tiempo. De nuestro grupo solo quedábamos tres hombres… Mangas Coloradas nos dijo que se había esforzado en disuadir a sus hombres de que no nos mataran, pero sin éxito. Finalmente, a última hora de la noche, Mangas Coloradas vino excitado, diciendo que había vuelto con sus guerreros y que uno de nosotros debía irse, ya que era el único que podía salvar. Pregunté a mis hombres qué deberíamos hacer. Uno llamado Maxwell tenía un tobillo torcido y no podía caminar. El otro llamado Tucker estaba inválido… por lo que llegamos a la conclusión que yo debería irme… Cogí un pequeño manto de búfalo y me lo eché sobre mis hombros [los apaches me habían despojado de toda la ropa] y partí”. Poco después, Mangas Coloradas, consiguió la libertad de Maxwell y Tucker).

* El 23 de abril de 1837, unos 80 hombres de Sonora al mando del teniente Sebastián Reyes entra en Chihuahua. (Asaltaron una ranchería apache de 46 personas en el río Temehuaque, cerca de Casas Grandes [Chihuahua]. Aunque está situado en un lugar de muy difícil acceso, los apaches fueron cogidos por sorpresa y apenas tuvieron tiempo de escapar. Los mexicanos mataron a 10 personas y recuperaron dos cautivos).

* El 15 de junio de 1837, una banda apache incursiona en la Hacienda de la Zarca (municipio de Hidalgo, Durango).

* El 8 de julio de 1837, una banda chiricahua, ataca Cumpas (Sonora) en la orilla oriental del río Moctezuma, a 32 km al norte del pueblo de Moctezuma (Sonora), matando a tres personas. (Informes del ataque indicaban que la banda estaba formada por chokonen porque testigos oculares habían identificado a dos hijos de Reyes, aunque se cree que también participaron chihennes.

En otro ataque realizado el 26 de julio, se llevaron una manada de caballos de Huepac [Sonora], sobre el río Sonora, a unos 48 km al sur de Arizpe [Sonora]. El 7 de agosto, incursionaron por los alrededores de Fronteras [Sonora]. Soldados de esa localidad les persiguieron y, en un breve enfrentamiento cerca de San Bernardino, mataron a dos apaches y recuperaron los caballos).

* A las 08:00 horas del 8 de julio de 1837, llega a la casa consistorial de Bachíniva (Chihuahua), el joven Juan José Domínguez, quien era vecino de ese pueblo, diciendo que era un cautivo que había escapado de los apaches. (A las 18:00 horas, el joven se había presentado en la casa del indígena José Sánchez, alias “Corio”, el cual inmediatamente dio parte a las autoridades, siendo llevado a la casa consistorial. Domínguez fue interrogado por la autoridad local, José María Merino, quien informó de lo siguiente: “Que el viernes 7 del que rige logró fugárseles a los indios de una sierra incógnita, trayéndose consigo un caballo melado en que vino montado y llegó en él a este pueblo. No queda duda, según el examen referido, en que este desgraciado joven, solo por un milagro de la divina providencia, pudo haber sabido, así como no pueda también en decir veracidad en la sucinta narración que ha hecho. En ella hay mención de que los indios se hallan viviendo con sus familias en la tierra donde le tenían, que aunque no la conoce él llevará la gente a ella, que allí viven efectivamente pues tienen hechas rancherías y que esta se compone de 8 gandules, 8 indias, sus familias [que son algunas] y dos cautivitas chicas: que no tienen más de 5 armas de fuego incluida una pistola; y en fin por la premura del tiempo, no digo a porción de cosas interesantes que dan a conocer viven hoy los apaches. 

Como el interés de castigar a estos es sobrenatural; en tal concepto me puse de acuerdo con los oficiales que componen las fuerzas de este enunciado pueblo y en unanimidad dijeron que se resolvían hacer una campaña de 40 o 50 hombres con el fin de exigir al castigo de tan perversos enemigos, por la Sierra de [Manta Negra] o Metates, según dice el cautivo que por el rumbo donde salió en una de ellas se hallan. Dice también el joven le contaron los indios que en este pueblo mataron 3 hombres y uno se les escapó porque echó a huir, lo que da a conocer que estos son los que a cada paso nos están haciendo muertes”.

Una tropa al mando del comandante Félix Nava fue enviada a Bachíniva. A las 20:00 horas del 16 de julio, se presentó en ese lugar el subteniente Salvador Solís, quien provenía de la sierra del cañón del Palomino y Carrizalejo, en cuyo interior hallaron las rancherías de los apaches que habían tenido cautivo a Jesús José Domínguez.

Para recompensar la honradez y el valor demostrados por el joven, el alcalde de Bachíniva, Juan José Ortega, le dio en propiedad el caballo con el que había huido de los chiricahuas).

* El 17 de julio de 1837, el teniente de la compañía de Janos (Chihuahua) informa que una partida de apaches, al avistar a sus soldados, bajaron de sus caballos y los atacaron pie a tierra … con tanta osadía que casi llegaron con la lanza…, dando fe de la audacia de los ataques apaches, incluso contra tropas regulares y en un plano de igualdad.

* El 25 de septiembre de 1837, una banda bedonkohe, probablemente bajo el mando de Mangas Coloradas, captura a un muchacho de Galeana (Chihuahua) llamado Felipe de Jesús Fuente. (Tres días más tarde atacaron a un grupo de mexicanos cerca de Casas Grandes [Chihuahua], matando a dos e hiriendo a otros cuatro. Un grupo de mexicanos les persiguieron y les dieron alcance y, combatiendo mientras cabalgaban, hirieron a tres apaches antes de agotar sus caballos.

El 1 de octubre, robaron 80 reses y 11 caballos de la Hacienda de Ramos, una gran hacienda a unos 24 km al sur de Janos, donde casi matan a Juan María Varela, pariente de Mariano Varela, amigo de los Compás. Poco después asaltaron Janos, quizás porque John Johnson residía allí después de la matanza de apaches que perpetró el último 22 de abril. Mataron a dos personas, capturaron a dos mujeres y se llevaron gran cantidad de caballos.

Después, el 4 de octubre, atacaron la Hacienda del Carmen [municipio de Buenaventura, Chihuahua], a unos 80 km al sudoeste de El Carrizal, donde mataron a ocho vaqueros que venían de Corralitos [municipio de Janos, Chihuahua] antes de ser rechazados por los defensores, al reunir estos 37 hombres, 10 de ellos con armas de fuego y el resto con arcos, flechas y lanzas. Los apaches se llevaron todo el maíz de los alrededores y también, según algunas fuentes, secuestraron a un niño mexicano que en el futuro sería conocido como Victorio. Sin embargo, otros, incluidos apaches, señalan que Victorio era chihenne de pura sangre).   

* El 4 de octubre de 1837, el gobierno nacional de México prohíbe el pago de recompensas por cabelleras. (El presidente Anastasio Bustamante lo declara inconstitucional, inmoral y repugnante para la civilización).

* El 8 de octubre de 1837, una partida de más de 100 apaches tiene un enfrentamiento con unos vecinos del valle de San Jerónimo de Huejotitán (municipio de Balleza, Chihuahua), colindante con el vecino estado de Durango, y en el que mueren 16 mexicanos, entre ellos el juez de paz Martín Ruiz que encabezaba el grupo, y nueve apaches contando a su jefe. (Lo excepcional de este encuentro es el lugar donde se produjo, tan al sur de las zonas de incursiones habituales de los apaches y con un número tan elevado de guerreros).

* El 26 de octubre de 1837, una banda chiricahua mata a dos hombres, captura a dos mujeres y una reata de caballos cuando venían de los campos de cultivo. (Un grupo de mexicanos salió tras ellos, pero se volvieron a poco menos de 1’6 km de Janos [Chihuahua] cuando vieron que los apaches les superaban en número). 

* El 10 de noviembre de 1837, el juez de paz de La Joya (municipio de Satevó, Chihuahua) informa de un enfrentamiento en el que resultan muertos cinco vecinos y heridos otros cinco, entre ellos tres tarahumaras, y un número indeterminado de apaches.

* El 16 de noviembre de 1837, un grupo de apaches sitia la casa del Cerro Colorado (municipio de Matamoros, Chihuahua), derrotando a los que estaban dentro refugiados.

* El 4 de diciembre de 1837, una banda apache irrumpe en la Hacienda de Ramos, en los alrededores de Janos (Chihuahua) matando a su propietario, Juan María Varela, de 53 años y juez de paz, y a otros ocho vecinos que venían de un rodeo en Corralitos ([municipio de Casas Grandes, Chihuahua]. Los apaches se dirigieron a Corralitos, donde atacaron a unos vaqueros, llevándose 400 novillos hasta el Cañón de Piedras Verdes, al oeste de Casas Grandes, en la Sierra Madre. Los ciudadanos del distrito exigieron protección y algunos, incluyendo los dueños de la Hacienda de Ramos, amenazaron con abandonar sus hogares para irse a lugares más seguros. Pero poco después, alternando las incursiones con las solicitudes de paz, tan habituales en los apaches, un cautivo que escapó de los apaches residentes en las montañas Mogollón [Mogollon Mountains, Grant & Catron Counties, New Mexico] llegó a El Paso [El Paso County, Texas] con la noticia de que iban a enviar emisarios a Janos para pedir la paz).

* El 21 de diciembre de 1837, las autoridades de El Paso del Norte (Ciudad Juárez, Chihuahua) piden autorización para aceptar la paz que les proponen los apaches mescaleros que residen en el sur de Nuevo México.

* En diciembre de 1837, se producen varios ataques: en la zona de Cusigüiriachi (hoy Cusihuiriachi, Chihuahua); en el pueblo de Nombre de Dios, en las afueras de la ciudad de Chihuahua; y en el pueblo de Aldama, a unos pocos kilómetros de la ciudad de Chihuahua, matando a varias personas y robando ganado.

1838

* El 8 de enero de 1838, el jefe apache lipán Cuelgas de Castro firma con la República de Texas, el tratado de paz de Live Oak Point ([Aransas County, Texas]. Los puntos del tratado eran:

Artículo 1: La República de Texas promete y por la presente garantiza paz, amistad y protección a dicha tribu de indios lipanes mientras permanezcan en paz y de buena fe, y no molesten a los ciudadanos, sus bienes ni de ninguna manera actúen indignos de la amistad de la República de Texas.

Artículo 2: Los indios lipanes prometen y se comprometen solemnemente a ser y seguir siendo los amigos eternos de la República de Texas. 

Artículo 3: La República de Texas, con miras a manifestar a los lipanes su deseo de cultivar y asegurar su amistad y promover su interés y felicidad, acuerda nombrar a un comerciante, o comerciantes, o establecer una casa, o casas comerciales, entre ellos en los lugares o momentos que requieran sus hábitos errantes que puedan permitir que se les proporcionen los artículos que sus necesidades requieran y sus medios les permitan comprar. 

Artículo 4: La República de Texas por James Power hace como promesa de amistad porque dichos habitantes lipanes acuerdan dar a su jefe el valor de 250 dólares en artículos que puedan administrar la mayor parte de las necesidades actuales de dichos lipanes, y ellos en consideración de los mismos, y con el fin de mostrar su amistad a la República de Texas y sus ciudadanos, se compromete a entregar a los ciudadanos de dicha República todo el ganado, caballos, mulas u otra propiedad que pueda llegar a sus manos, siempre que tengan derecho a ello y pueda establecerse mediante señales, marcas u otros medios legales que establezca el Presidente de la República de Texas, siempre que a dichos lipanes se les pague al momento de entregar dicha propiedad una contraprestación justa y equitativa por coger y entregar dicha propiedad a sus dueños. El modo de otorgar el derecho a los mismos será prescrito por el Presidente de la República de Texas.

Artículo 5: Se acuerda mutuamente entre las partes contratantes que en caso de que alguno de dichos lipanes cometa algún tipo de violencia sobre alguno de los ciudadanos de la República, o cualquier atropello o apropiación indebida de los bienes de los ciudadanos de dicha República, el mencionado jefe en el poder Castro coincide en nombre de su pueblo para entregar a las autoridades de dicha República a los indios que cometan tal violencia, quienes estarán sujetos a la ley de la República y restituirán la propiedad tomada y la República de Texas por James Powers está de acuerdo, en caso de que alguna violencia fuera cometida por cualquiera de los ciudadanos de Texas a uno de dichos lipanes tras el informe de lo mismo hecho por el jefe lipán al presidente de la República, para que los infractores sean castigados de acuerdo con las leyes de Texas y para que se les restituyan sus propiedades, en caso de que se demuestre que cualquiera de los ciudadanos de la República debió haber tomado ilegalmente la misma y en ningún caso ninguna de las partes tomará reparación por su propia mano, por los atropellos, violencia o hechos ilícitos que cualquier lipán pueda cometer sobre las personas o bienes de los ciudadanos de Texas, o por cualquier violencia, atropellos o actos ilícitos que los ciudadanos de dicha República puedan cometer sobre las personas o propiedades de cualquiera de dichos indios lipanes, pero la solicitud de justicia y reparación se hará por y a través de las autoridades gobernantes de cada una de las partes contratantes, de acuerdo con el espíritu y tenor de este artículo.

Artículo 6: Queda además acordado por las partes contratantes que las personas y bienes de cualquiera de los lipanes estarán seguros y no serán molestados por ninguno de los ciudadanos de la República mientras puedan transitar por cualquier parte del mismo de manera pacífica, y las personas y bienes de los ciudadanos de la República y todas las demás personas y sus bienes en paz con esta República, o aquellas otras personas y sus bienes que puedan ser invitados a esta República por su política o autoridades, no serán molestados ni perturbados por ningún de los lipanes, mientras pasa por cualquier parte de esta República, con excepción de las tribus indias con las que los lipanes puedan estar en guerra abierta.

James Power [LS]

Cuelgas de Castro [LS] Por su marca [x]

Firmado, sellado y entregado de buena fe en Live Oak Point por James Power en nombre de la República de Texas y por Cuelgas de Castro, jefe gobernante de los lipanes en este día 8 de enero del año de Nuestro Señor 1838, en presencia de Samuel A. Plummer [abogado]; George W. Sutton; Thomas Bines [intérprete indio]; y R. D. Dunlap.

El 6 de marzo de 1838, el vicepresidente de la República de Texas, Mirabeau Buonaparte Lamar dijo de Cuelgas de Castro: Conocida la fama como hombre de estado y guerrero, y confiando en su unión con el pueblo americano, el gobierno de Texas se complace en recibir al general de Castro en términos de amistad… Por lo tanto, será el deber del general de Castro, como jefe ilustrado de una nación poderosa, difundir estas importantes verdades entre su pueblo, e inculcar en ellos las ventajas de mantener con esta amigable República relaciones sociales.

(Sin embargo, en 1839, Lamar se había convertido en presidente de la República de Texas y Samuel Hewes [ciudadano de Aransas City, Aransas County, Texas] se quejó de que familias angloamericanas tenían dificultades para ocupar el oeste de la parte superior del río Nueces [Texas] por culpa de los apaches lipanes, expresando su desconfianza en el jefe Castro. Sin embargo, Cuelgas de Castro y su hijo Juan Castro llevaron 40 lipanes como exploradores para acompañar al coronel John Henry Moore y 55 texanos y 12 tonkawas en el ataque a un asentamiento comanche cerca del río San Sabá [Texas] el 15 de febrero de 1839.

Juan Castro y sus lipanes se llevaron la numerosa manada de caballos, pero al ser demasiado pocos para conducir más de 2.000 caballos, los comanches lograron recuperar más de 300 caballos y resistir la acometida. Después de una hora de lucha, el coronel Moore se vio obligado a retirarse.

El Departamento de Guerra de la República de Texas autorizó al coronel Moore a alistar exploradores lipanes para otra expedición contra los comanches en el río San Sabá. Moore escribió una carta a Castro el 12 de septiembre de 1840, prometiendo que los errores de la campaña anterior no se repetirían).

* A finales de enero de 1838, una banda apache quema la Hacienda Bacanuchi, cerca de Bacoachi (Sonora) siendo perseguidos por el capitán Francisco Narbona. (Fueron alcanzados antes de que se internaran en las montañas, matando a dos guerreros. Por las mismas fechas, los apaches se llevaron 600 reses de Santa Cruz, siendo perseguidos sin éxito).

* El 11 de febrero de 1838, los apaches atacan el pueblo tarahumara de Pichachi (municipio de Guerrero, Chihuahua) matando a cinco habitantes y llevándose cautivos a varios niños.

* A mediados de marzo de 1838, el chihenne Mangas Coloradas y el chokonen Pisago Cabezón convocan una  reunión de líderes apaches cerca de Santa Lucía (después conocido como Santa Lucia Springs; luego San Vicente de la Cienega; y finalmente Silver City, Grant County, New Mexico) con la intención de vengar las muertes producidas  por Johnson. (Decidieron enviar dos grupos. El primero, de 200 guerreros, al mando del chokonen Tapilá y el bedonkohe Teboca, estaba armado con mosquetes nuevos, con mucha pólvora, adquirida de comerciantes estadounidenses. Solo dos guerreros tenían arcos, flechas y lanzas. Con ellos iba James Kirker, llegando hasta las laderas occidentales de la Sierra Madre de Sonora. El segundo, al mando de Pisago Cabezón, planeaba acechar los carros de suministros que iban a Santa Rita del Cobre [Santa Rita, Grant County, New Mexico].

Se dirigieron hacia el sur, atravesando las Florida Mountains [Luna County, New Mexico]. El 19 de marzo, emboscaron a un grupo de vecinos de El Carrizal [municipio de Ahumada, Chihuahua] que les seguían por haberles robado las pocas reses que les quedaban. En el enfrentamiento mataron a cinco mexicanos e hirieron a siete, quitándoles 38 caballos ensillados. Este hecho motivó una comunicación del gobernador de Chihuahua al ministro de la Guerra informando que los habitantes de El Carrizal habían tenido 35 muertos y 20 heridos desde 1832, además de haber perdido prácticamente todos sus bienes y propiedades. Además, seguía el gobernador, solo en el último mes los apaches habían dado muerte a otros 19 varones en los alrededores de la capital y a otros tres en la jurisdicción de Julimes [Chihuahua] llevándose una gran cantidad de caballos y mulas. 

El 26 de marzo llegaron hasta el cerro del Carrizalillo [municipio de Ascensión, Chihuahua], donde Pisago Cabezón colocó a sus guerreros para emboscar a cualquiera que se acercase al manantial que allí había. Con él estaban Mangas Coloradas, Manuel Chirimi y Sidé. Un convoy de mulas y 10 carretas había salido de Janos [Chihuahua] con suministros para Santa Rita del Cobre. Los apaches recordaban las afrentas recibidas por parte de los ciudadanos de Santa Rita, incluyendo la muerte de dos yernos de Pisago Cabezón, 18 meses antes. Los apaches ocuparon el pozo de agua y esperaron a emboscar los carros.

Al mando del convoy iba Ambrosio Tachán, guiándolo lentamente hacia el manantial de agua. Sobre las 15:00 horas del 30 de marzo, los apaches bajaron de improviso desde las colinas, dirigiéndose hacia el ganado y las mulas que Narciso Soto y Marcos Escudero llevaban por delante. De inmediato, la escolta formada por varios estadounidenses les persiguió, pero los apaches se detuvieron desafiándoles en una zona montañosa frente al manantial. Viendo que les superaban en número, la escolta se detuvo. Un informe mexicano dijo que los apaches eran 400 [300 a caballo y 100 a pie], algo que parece exagerado. Ambos bandos ocuparon posiciones defensivas, disparándose esporádicamente durante el resto del día y durante la noche.

Sobre las 11:00 horas del día siguiente, Chato Pisago, un hijo de Pisago Cabezón, se acercó pidiendo parlamentar. Un mexicano llamado Pascual Mora accedió a salir llevando un revólver escondido entre su ropa. Chato le dijo que Pisago Cabezón quería hablar con un ciudadano de Janos. Ambrosio Tachán contestó que si Pisago Cabezón quería hablar, que viniese a donde estaban ellos. Después de unos tensos momentos, un mexicano llamado Gabriel Zapata abandonó la protección de los carros y fue a la posición que ocupaban los apaches. [Pocos años después, el aventurero y escritor estadounidense George Wilkins Kendall conoció a un líder chiricahua que podría haber sido Pisago Cabezón. Si es así, su breve descripción del gran jefe es la única que tenemos hoy en día: “Mediana estatura, fuerte y bien proporcionado, de unos 65 a 70 años, y con el pelo tan blanco como la nieve].

Zapata recordaría: Ante mi petición, Pisago Cabezón bajó y los dos apaches que estaban con él me saludaron y me abrazaron. Después de hablar de varias cosas de manera amistosa, Pisago Cabezón dijo: ‘Yo quiero la paz. No quiero luchar’. Yo contesté diciendo que pese a que yo solo era un trabajador de la hacienda, me quedaría con ellos apostándome el pellejo que, si dejaban pasar los carros y las personas, recibirían una garantía de protección de Don Roberto [Robert McKnight, administrador de una mina en Santa Rita] o del gobernador. Pisago Cabezón accedió.

Entonces Bernavé, un mexicano que se había unido a los apaches, y que antes había vivido en Santa Rita, aconsejó a Pisago Cabezón que no accediera: “¿No te acuerdas de las muertes de las mujeres de Sidé y tus propios yernos que fueron golpeados con estacas hasta morir en Santa Rita? No, no debes dejar pasar los carros”. Antes de que Zapata hablara, Pisago Cabezón dijo que tenía que ir a hablar con otro jefe [no lo mencionó, pero posiblemente era Mangas Coloradas, ya que la historia oral apache le situó en este incidente].

Al poco rato, Pisago Cabezón volvió con otros líderes [no con Mangas Coloradas] diciendo a Zapata que no harían ningún trato. Que dejaran todo y se fueran a Janos, que no les atacarían. Entonces ofreció un trago de agua a Zapata y este lo rechazó. Algunos apaches lo tomaron como una ofensa, gritando Manuel Chirimi, “¡matadlo!”, pero Pisago Cabezón y Chato Pisago, así como los guerreros Sicón, Voluntario y Coche [un líder nednai] se negaron, ayudándole este último a huir: Me puso a la grupa de un caballo y así me puse a salvo de los otros.

El 2 de abril, Tachán ordenó abandonar los carros y las provisiones, y volvieron a Janos, llegando el 3 de abril, con solo 22 monturas. Los apaches se apoderaron de las provisiones dirigiéndose hacia Santa Rita del Cobre. El comandante de Janos, temiendo que los apaches atacaran esa localidad, envió dos correos a Bavispe [Sonora] solicitando 40 hombres, pero el día antes, José Manuel Samaniego había enviado una patrulla para hacer frente a los apaches que incursionaban al norte de allí, sin duda la banda de Tapilá y Teboca. A pesar de eso, envió 30 hombres con una pieza de artillería.

Mientras tanto, la banda de Pisago Cabezón y Mangas Coloradas atacó las minas de Santa Rita del Cobre, matando a varios ciudadanos e hiriendo a otros. Se llevaron dos mulas, varios burros y 300 ovejas de una hacienda cercana.

En abril, atacaron Galeana [Chihuahua] matando a varios vecinos y robando varios caballos y bueyes, sin ser alcanzados por sus perseguidores. Días después, en otro asalto de los apaches en San Buenaventura [municipio de Buenaventura, Chihuahua] mataron a los vecinos Rafael Ramos, Néstor Gallegos, Miguel Durán, Gregorio y Justo García.

Ante la necesidad de suministros que tenían los mineros, otro convoy salió de Galeana el 6 de mayo con una escolta de 70 hombres. Vieron unos pocos apaches, pero no tuvieron problemas. Este sería el último convoy, pues a finales de junio, los mineros mexicanos abandonaron las minas de Santa Rita del Cobre. Cuando el convoy regresaba a Galeana cargado de mineral, unos cinco apaches gritaron que se apoderarían del convoy cuando volviese a Santa Rita con suministros, ya que los apaches no comían “cobre”, sino harina, dulces y otros alimentos.

El 6 de mayo, el juez de paz de El Carrizal informaba que los vecinos abandonaban el lugar a causa de los ataques apaches.

John Carey Cremony, autor del libro Life Among the Apaches”, dijo que salvo cuatro o cinco, todos los hombres, mujeres y niños de las minas de Santa Rita habían resultado muertos. Las exageraciones de Cremony son conocidas. Dos versiones desmienten a Cremony. Una, la del botánico Frederick A. Wislizenus, que viajó por el norte de México en 1846-47; y otra del historiador y lingüista John Russell Bartlett, miembro de la Comisión Fronteriza que inspeccionó la frontera entre los Estados Unidos y México. Ninguno de los dos mencionó una masacre de tal naturaleza. Wislizenus escribió que las minas tuvieron que ser abandonadas a causa de indios hostiles, los cuales mataron a algunos de los trabajadores y atacaron los convoyes”. Bartlett fue más específico, refiriéndose al enfrentamiento de Pisago Cabezón en el cerro del Carrizalillo, describiendo la emboscada en la que los apaches se llevaron los carros, mulas y caballos, proporcionando a cada hombre del convoy una mula para regresar, a la vez que les avisaban de que no permitirían pasar más provisiones hacia las minas y que les atacarían en cuanto tuvieran oportunidad, siendo mejor que abandonaran el lugar).

* En mayo de 1838, James Kirker, con otros 23 mercenarios, incluyendo a sus shawnees, atacan a los apaches en la parte alta del río Gila, obteniendo 59  cabelleras, nueve prisioneros y 400 cabezas de ganado. (Kirker llevó a sus prisioneros por Santa Rita del Cobre [Santa Rita, Grant County, New Mexico] y por los alrededores de Socorro [Socorro County, New Mexico]).

* El 24 de julio de 1838, una caravana que transita desde El Paso a la ciudad de Chihahua es atacada por una banda de apaches, con los cuales se concierta una tregua en medio del combate dado el equilibrio de ambas fuerzas. (Al parlamentar, los apaches dijeron al jefe de la caravana que había numerosas partidas en los montes de las inmediaciones, esperando a la campaña del gobernador que sabían iba a salir a pelear contra ellos.

El 26 de junio, asaltaron Namiquipa, matando a 20 vecinos y llevándose 56 caballos. El 28 de junio, el periódico “El Noticioso” de Chihuahua informaba de la formación de una partida para perseguir a los apaches que habían robado ganado al ciudadano Juan José Pérez en la Hacienda del Carmen [municipio de Buenaventura, Chihuahua]. Los apaches sorprendieron a la población en sus labores, llegando por la Sierra de los Arados [municipio de Ahumada, Chihuahua]). 

Antes, el 25 de julio, Kirker y su grupo atacaron otro campamento apache, matando a 34 de ellos, mujeres y niños incluidos, y capturando 125 caballos y  mulas;  y  36 cabezas de ganado. Había un desacuerdo entre las autoridades mexicanas sobre el uso de mercenarios extranjeros).

* El 7 de octubre de 1838, el gobernador Simón Elías González parte de la ciudad de Chihuahua con un destacamento hacia el norte para realizar una campaña contra los apaches. (Elías había anunciado el 18 de mayo, la constitución de una fuerza de 400 civiles y 100 soldados, pero no pudo conseguir los fondos necesarios, por lo que el 9 de junio, pidió a los ciudadanos que participasen y ayudasen económicamente, recordándoles que los apaches se habían apoderado de muchos víveres que iban en dirección a Santa Rita del Cobre, provocando el cierre de las minas.

Las primeras operaciones contra los apaches no se iniciaron hasta finales del otoño. En noviembre, inspeccionaron las Sierras de la Escondida, Capulín, Corral de Piedra y Laguna de Santa María [todas en Chihuahua] matando a un varón y a dos mujeres adultas, capturando a dos mujeres con cinco niños y recuperando 26 caballos.

El 15 de noviembre, ante el número de tropas, varias bandas de apaches gileños pidieron la paz en la Laguna de Guzmán [municipio de Ahumada, Chihuahua] y en la Sierra de la Escondida [municipio de Casas Grandes, Chihuahua]. Acordaron un tratado que se firmó entre el teniente coronel José Ignacio Ronquillo, prefecto del distrito de El Paso del Norte [Ciudad Juárez, Chihuahua] y varios jefes menores apaches, como Antonio Mancisco [desconocido hasta ahora]; Yescas [desconocido aunque tal vez sea el mismo que estuvo en paz en San Elizario {El Paso County, Texas} y que visitó Janos {Chihuahua} en 1812]; los chihennes Cigarrito y su hijo Cristóbal; y un total de 209 guerreros, 312 mujeres y 417 niños.

Los jefes apaches y sus guerreros declararon que estaban cansados de la guerra y desea una paz duradera, entregando más de 30 caballos y mulas con marcas del gobierno de Chihuahua. Las autoridades mexicanas esperaban ahora que al pactar con esas rancherías, podrían presionar a otros apaches para pactar.

El tratado de paz, sustancialmente, contenía lo siguiente:

1. Se establece la paz y amistad entre la nación mexicana y la tribu de apaches mimbreños, más particularmente con los departamentos de Chihuahua, Sonora, Nuevo México, Coahuila, Texas y Durango.

2. Se asigna como territorio a los apaches los campos y sierras de los ríos Gila, Mimbres, La Florida y Bravo, desde la villa de El Paso hasta la Sierra de San Mateo [todos en el departamento de Nuevo México].

3. Cada jefe de poblado se compromete a dar el número exacto de hombres, mujeres y niños y a llevar un distintivo que le distinga de las demás tribus, consistente en un pañuelo, cinta o gamuza blanca en la cabeza.

4. Inicialmente, no se asignan suministros, pero en caso de calamidad, se les proporcionará ayuda.

5. Los apaches se comprometen a auxiliar en las campañas contra los comanches y demás naciones con que los mexicanos estuvieran en guerra.

6. Los apaches pueden comerciar con los pueblos de El Paso, San Elceario el Viejo, Vado de Piedra, Norte y colonia de San Carlos [Chihuahua] pero necesitan un permiso especial para internarse al interior de otros departamentos de la República.

7. Los apaches conservarán todos los bienes que en este momento posean y el gobierno está obligado a marcarlos con un hierro especial que reconozca su propiedad.

8. Los apaches pueden vender todos los animales que hasta la fecha hayan obtenido en la guerra, teniendo preferencia sus antiguos dueños.

9. Los apaches no pueden vender las armas y municiones que tienen a ningún individuo que esté en guerra con los mexicanos.

10. Los jefes apaches están obligados a entregar a las autoridades a los criminales o delincuentes que vivan en sus rancherías.

11. Los apaches están obligados a entregar a todos los cautivos mexicanos que se encuentren en su poder sin poder exigir ninguna recompensa.

12. Cada jefe de poblado se compromete a dar el número exacto de hombres, mujeres y niños.

El 20 de noviembre, un boletín militar fechado en Janos [Chihuahua] informaba de una ambigua acción militar en la Sierra de La Escondida, en la que los apaches emboscaron a una de las columnas en que se dividía la fuerza del gobernador Elías, resultando varios muertos por ambas partes.

El 23 de diciembre, el último boletín militar resumía el fracaso de la campaña de Elías contra los apaches por las dificultades que encontraron, hombres y animales, para operar en pleno invierno, regresando a la villa de Chihuahua con siete apaches cautivos [dos mujeres y cinco niños]).

1839

* En enero de 1839, el coronel John Henry Moore, al mando de 55 voluntarios de Texas (el embrión de lo que luego fueron los Rangers); 40 apaches lipanes, liderados por Cuelgas de Castro y su hijo Juan Castro; y 12 tonkawas, salen de campaña contra los comanches. (Los lipanes habían descubierto un campamento comanche situado en el río San Gabriel, a unos 80 km al norte de Austin [Travis County, Texas], proponiendo a los texanos realizar un ataque contra el enemigo común. Los texanos accedieron encantados, especialmente Andrew Lockhart, cuya hija Matilda, de 15 años, había sido capturada junto a otros cuatro niños el otoño anterior, mientras recogían nueces junto al río Guadalupe.

Cuando llegaron al río San Gabriel, los comanches se habían ido, pero siguieron su rastro en medio de una fuerte tormenta, hasta que el 12 de febrero, los exploradores lipanes y tonkawas localizaron su campamento en el Spring Creek, un afluente del río San Sabá. Dejando atrás su tren de equipaje y sus monturas, los texanos avanzaron a pie, rodeando el campamento durante la noche. En la madrugada del 15 de febrero, atacaron, cogiendo a los comanches completamente por sorpresa. Abriendo los tipis o simplemente tirándolos abajo, los texanos mataron a muchos de los ocupantes y capturaron a unos pocos. El caos inundó el campamento ante la mezcla de disparos, perros ladrando, y mujeres y niños gritando de terror, impidiendo a Matilda Lockhart oír gritar a su padre: “¡Matilda, si estás aquí, corre hacia mí!”.  

Los comanches huyeron mientras los lipanes y tonkawas provocaron la estampida de la manada de caballos, apoderándose de unos 2.000 caballos, pero luego se reagruparon y contraatacaron al llegar más comanches de otros campamentos situados a 8 o 10 km río arriba. Moore ordenó a sus hombres retroceder. Más tarde dijo que lo hizo porque el humo de los disparos impedía definir los blancos y porque sus hombres tenían que recargar sus armas. Sin embargo, Cuelgas de Castro, estaba tan disgustado por la acción de Moore que cogió a sus guerreros y se fue llevándose todos los caballos que pudo [los comanches lograron recuperar más de 300]. Los texanos se retiraron a donde estaban sus caballos, pero se encontraron con que los comanches habían espantado a 46 de ellos.

Poco después de la batalla, los comanches enviaron bajo bandera blanca a una cautiva, una mujer lipán, para hablar con los texanos y concertar un intercambio de prisioneros, pero ya era tarde, ya que los lipanes habían matado a todos los comanches capturados, siendo imposible rescatar a Matilda Lockhart y a otros cuatro cautivos blancos. Los texanos tuvieron que retirarse con seis heridos, llevándolos en literas. Tras un viaje de 160 km consiguieron llegar a casa.

En enero de 1840, tres comanches llegaron a San Antonio para discutir la paz. Les dijeron que únicamente se podrían iniciar conversaciones si traían a los 13 cautivos que se creía que estaban en manos de los comanches. Dos meses después regresaron. Eran 65 personas [30 guerreros, y 35 mujeres y niños]. Solo trajeron a Matilda Lockhart, y ante el lamentable estado en que se encontraba y al no traer el resto de cautivos mataron a todos los guerreros, y a cinco mujeres y niños).

* El 10 de febrero de 1839, el gobierno de Sonora prepara una campaña contra los apaches.

* El 9 de abril de 1839, Stephen Courcier, socio de Robert McKnight en Santa Rita del Cobre (Santa Rita, Grant County, New Mexico) y patrón de James Kirker, pide una reunión en Chihuahua con la “Sociedad para hacer la guerra”. (James Kirker fue designado para organizar un grupo para matar apaches, dándole 100.000 pesos para liberar Chihuahua de ellos, cobrando con independencia de las cabelleras que presentasen).

* El 24 de abril de 1839, se organiza una partida al mando del comandante Gregorio Pérez, para perseguir a los apaches desde Santo Tomás ([municipio de Guerrero, Chihuahua]. El grupo salió por la noche y a las 06:00 horas del día 25, les dieron alcance en un punto llamado los Álamos de Teseachic, 25 km al noreste de Santo Tomás. En ese lugar combatieron los 12 hombres del grupo contra seis apaches. En el enfrentamiento perdió la vida José Anaya, y recibieron heridas graves Vicente Vargas y Juan Domínguez. Los apaches huyeron hacia El Picacho y Santa Clara, llevando consigo una considerable cantidad de animales robados. Las noticias de lo ocurrido fueron comunicadas por Benito Ortiz, quien formaba parte de la expedición).

* El 16 de julio de 1839, se tiene conocimiento de una reunión de unos 1.000 apaches en la Sierra del Chanate, de la subprefectura de Aldama (Chihuahua).

*  En agosto de 1839, unos apaches matan a dos soldados mexicanos que estaban fuera del corral de Bavispe ([Sonora]. El 21 de agosto, un grupo de apaches incursionó en los pueblos de Temósachic y Yepómera, [ambos en el municipio de Temosachi, Chihuahua], en la Sierra Madre). 

* El 4 de septiembre de 1839, Kirker y sus mercenarios tienen un enfrentamiento con apaches jicarillas.

* El 6 de septiembre de 1839, el capitán José Guadalupe Peña, de 72 años y uno de los más antiguos militares en servicio, comandante de la frontera del norte, informa que el apache pacífico Sacramento, establecido cerca de la colonia de San Carlos (Chihuahua), avisa de los planes del jefe Santa Anna de sublevar a su gente para pasar a robar animales al interior del departamento.

* El 18 de septiembre de 1839, los vecinos de Rosales (Chihuahua), dirigidos por Casimiro Cisneros y Jesús Baca, tienen un enfrentamiento con una banda de apaches a los que quitan 30 animales.

* El 19 de noviembre de 1839, el periódico de Chihuahua, “El Antenor” (ELAN) informa de ataques y robos producidos por apaches en Temósachic y Babícora (los dos en el municipio de Temosachi, Chihuahua); y en la Hacienda de San Diego (municipio de Casas Grandes, Chihuahua) y que, aún siendo rechazados por sus habitantes, no han podido evitar el robo de entre 3.000 y 4.000 animales, y causar la muerte de varias personas.

* En noviembre de 1839, Manuel María Gándara, el anterior gobernador de Sonora, ataca una ranchería chihenne situado en el río Mimbres ([sur de New Mexico]. Los soldados mataron a 17 guerreros [Gándara creyó erróneamente que uno de ellos era Pisago Cabezón], llevándose 280 caballos y mulas, 110 cabezas de ganado, y 19 rifles de fabricación estadounidense. Los mexicanos tuvieron dos muertos y tres heridos).

* El 4 de diciembre de 1839, ante la insoportable indefensión en que se encuentra Chihuahua ante los ataques apaches y la falta de ayuda del gobierno central, una junta de vecinos formada por José Artalejo, Ángel Trías, Vicente de Palacio y E. Cignour, formula un proyecto de guerra contra los apaches, llegando a la  conclusión de que es inconstitucional y que vulnera el orden jurídico, pero, para Chihuahua, se trata de respetar la ley o perecer.  (El plan principal consistía en contratar un grupo de mercenarios encabezados por el irlandés, residente en Nuevo México, James Kirker [Santiago Querquer para los mexicanos] y formado por estadounidenses, mexicanos y shawnees y delawares [nativos del este]:

1. Se asegura durante cuatro meses a Kirker y hasta 200 mercenarios su subsistencia a razón de 2 pesos diarios al primero, 1 peso a cada uno de los jefes indios y 4 reales a los demás.

2. La suma mensual a que asciende el gasto estará en la capital, Chihuahua, en poder de una persona de confianza designada por Kirker.

3. Se proveerá a Kirker de todo el equipo necesario para iniciar la campaña.

4. Se pagará a Kirker y a sus socios, 50 pesos por cada indio, muerto o prisionero, y 25 por cada india o muchacho prisionero que presente al gobierno.

5. Si al cabo de cuatro meses se considera provechosa la continuación de la campaña, se prolongará el contrato por otros cuatro meses.

6. Si Kirker consigue pacificar, a satisfacción del gobierno de Chihuahua, a las tribus apaches, se le recompensará a él y a sus socios con 25.000 pesos.

7. En el caso de que Kirker perdiera la vida, se indemnizará a su familia con la cantidad de 5.000 pesos.

8. Otras condiciones del contrato, como el destino de los animales recuperados, se discutirán en un acuerdo posterior.

El gobierno aprobó el proyecto, llevándolo a la práctica de inmediato con la llegada de Kirker a Chihuahua ese mismo mes de diciembre. El gobierno de Chihuahua cedía a los mercenarios todos los animales que no tuvieran dueño conocido y la mitad de los marcados que quitasen a los apaches, siempre que se verificase la acción de guerra por la prisión o muerte de algún indio).

* El 27 de diciembre de 1839, un pequeño grupo de apaches encabezados por el chokonen Pisago Cabezón llega a Janos (Chihuahua) para solicitar la paz. (Mientras, las autoridades indicaron a James Kirker que cesase sus ataques a rancherías apaches mientras durasen las negociaciones, informando a Pisago Cabezón que Kirker les volvería a atacar si volvían a las hostilidades o si abandonaban los territorios asignados).

1840

* Durante 1840, el jefe apache lipán Cuelgas de Castro y su banda residen en un campamento de búfalos cerca de la aldea de Estacas ([norte de Tamaulipas]. Un mexicano dijo: Sabía que los indios lipanes bajaban de Laredo a Estacas en una fecha tan tardía como 1840. Han matado muchos búfalos y han traído la carne y las pieles para hacer trueque con los mexicanos; y recuerdo haber visto una hembra de búfalo domesticada y entrenada por su jefe Castro para seguir a su montura”).

* En la mañana del 9 de enero de 1840, el grupo de mercenarios de James Kirker ataca una ranchería apache en Casas Grandes ([Chihuahua]. El grupo de Kirker, guiado por el juez de paz de Casas Grandes, José Morales, y reforzado por otros 23 hombres de esa localidad y de Galeana, atacó la ranchería del chokonen Pisago Cabezón, situada cerca de la Laguna de la Ascensión, en la Sierra Boca Grande [municipio de Ascensión, a unos 80 km al norte de Janos, Chihuahua]. Pisago Cabezón estaba esperando la ratificación de los acuerdos del 27 de diciembre del año anterior por parte del comandante general de Chihuahua. Mataron a 10 guerreros, capturaron a 20 mujeres y niños, y recuperaron 72 cabezas de ganado.

Después Kirker, fue a Janos, donde capturó a Marcelo, un hijo de Pisago Cabezón, el cual estaba interesándose por los acuerdos de paz dentro de los muros del presidio, llevándole junto a los otros cautivos a la villa de Chihuahua. Cuando Kirker se llevó a Marcelo, solo había unos pocos soldados de los 18 que componían la guarnición de Janos. 

Muchos de los apaches que fueron capturados por los mexicanos fueron obligados a trabajar en las minas. Otros fueron trasladados hasta plantaciones, incluso algunas tan lejanas como las del Yucatán. Las mujeres fueron obligadas a servir en las haciendas y los niños, una vez adoptados, se convirtieron en mexicanos.

A principios de año, apaches de Sonora y Chihuahua fueron, otra vez, convencidos para que se ubicasen en establecimientos de paz, mientras contrataban a cazadores de recompensas y mercenarios para cazar a otros apaches. Localidades de Chihuahua y Sonora realizaron individualmente acuerdos de paz con los apaches sin tener en cuenta al gobierno central y a otras localidades. Los apaches unas veces hacían incursiones [como en Santa Eulalia, Aldama y Cusigüirachi {hoy Cusihuiriachi, los tres en Chihuahua} con varios muertos, cautivos y robos de ganado] y otras solicitaban la paz.

Algunos ciudadanos de Janos fueron acusados y procesados por vender alcohol, armas y municiones a los apaches, por estar prohibido, pero a pesar de eso, nunca acabó ese comercio.

Pisago Cabezón fue a las montañas Mogollón [Mogollon Mountains, Grant & Catron Counties, New Mexico] para reunirse con Mangas Coloradas, a la vez que envió en febrero a Tapilá y a Negisle a Janos para hablar con las autoridades sobre su hijo y para saber si todavía había posibilidades para hacer la paz, estando dispuesto a aceptar las condiciones ofrecidas. 

Tapilá y Negisle hablaron de las muchas veces que Kirker había vendido mosquetes, pistolas, pólvora y cuchillos a los apaches; aprovechándose, como Johnson antes que él, de su amistad con los apaches para sus propios fines. Preguntaron cómo obtener la liberación de Marcelo, quien estaba legalmente bajo la protección de las autoridades mexicanas cuando Kirker llegó, lo atrapó de manera ilegal, y lo envió a la villa de Chihuahua.

El 11 de marzo, James Kirker atacó nuevamente otra ranchería apache ubicada en la Laguna de Santa María [municipio de Ascensión, Chihuahua]. Mató a seis personas y capturó a 13, recuperando 126 caballos y ocho barriles de aguardiente [se desconoce si ese licor era producto de robos recientes o llevado por comerciantes]).

* El 20 de marzo de 1840, una partida de 50 guerreros comanches incursiona cerca de la colonia de San Carlos (municipio de Chihuahua, Chihuahua) matando a seis personas. (Rápidamente, se formó un grupo de 20 vecinos y 40 apaches mescaleros teniendo un sangriento encuentro con los comanches. Días después se repitió el enfrentamiento entre las mismas fuerzas contendientes. Este caso insólito por esas fechas, se debe a que junto a la colonia de San Carlos había una ranchería de apaches mescaleros, dirigidos por Espejo, y ante el enemigo común, no dudaron en aliarse).

* Durante los meses de abril y mayo de 1840, se producen ataques apaches en La Soledad (a unos 96 km de El Paso), en La Candelaria y en Encinillas (todas en Chihuahua).

* El 27 de abril de 1840, James Kirker informa desde El Carmen (municipio de Buenaventura, Chihuahua) que ha atacado a una ranchería apache en la Sierra de Terrenate, al noroeste de Encinillas (municipio de Chihuahua, Chihuahua), matando a dos de ellos y quitándoles 48 reses, 18 caballos y tres mulas.

El 8 de mayo, Kirker atacó una ranchería de un grupo local de carrizaleños nednais en La Laguna Santa María [municipio de Ascensión, Chihuahua] mientras estaban durmiendo, matando a seis varones, capturando a seis mujeres y a seis niños, y recuperando 121 caballos y mulas, y cuatro barriles de aguardiente. Durante el resto de la primavera, viajó a través del territorio de los gileños y mimbreños buscando apaches).

* El 18 de mayo de 1840, José Nancha solicita la paz en nombre de Pisago Cabezón, pero las autoridades se niegan a negociar a menos que el jefe apache esté presente. (Entonces Pisago Cabezón envió a Janos [Chihuahua] a Chato Pisago, otro de sus hijos; mientras en El Paso del Norte [hoy Ciudad Juárez, Chihuahua] otro guerrero pedía la paz para él y para Ronquillo, un líder carrizaleño nednai.

El 16 de junio, el subjefe apache chokonen Matías anunció en Janos que todos los gileños querían la paz, pero que Pisago Cabezón estaba demasiado viejo y enfermo para viajar a la ciudad de Chihuahua. Las autoridades de Janos no creyeron a Matías porque Pisago Cabezón tenía la costumbre de no presentarse por temor a una traición. Como todavía tenían a Marcelo, el hijo de Pisago Cabezón, así como a otros apaches capturados por James Kirker, era obvio que Matías estaba en Janos principalmente para obtener su liberación. Además, aprovechó esa ocasión para evaluar el estado y la fuerza general del presidio; y comerciar para conseguir comida y licor, ya que ciudadanos de Janos a menudo violaban esa prohibición. El comandante dijo a Matías que daba un ultimátum a Pisago Cabezón para que fuese a Janos, en el plazo de dos semanas, con no más de tres o cuatro guerreros. A menos que Pisago Cabezón estuviese realmente incapacitado físicamente, tenía que estar listo para viajar a la ciudad de Chihuahua. Las negociaciones no avanzaron robando un grupo de apaches, una semana más tarde, 53 caballos de la manada del presidio, aunque no se supo quienes fueron los autores. Al final, Matías accedió a ir a la ciudad de Chihuahua con seis guerreros, con una escolta mexicana.

El 22 de junio, el gobernador de Chihuahua, Francisco García Conde, emitió un informe explicando la cancelación del contrato de Kirker, supuestamente por razones humanitarias.

El mismo mes de junio, poco después de que Matías saliera de la ciudad de Chihuahua, una banda chiricahua, al parecer guiada por el chihenne Mangas Coloradas, incursionó por el centro de Chihuahua asaltando los pueblos del valle del río Papigochi y de la Alta Tarahumara, como Tónachi, Tejolócachi, Matachí, Coyáchi y Cocomórachi. En este último pueblo de tarahumaras, los apaches entraron a saco el 24 de junio, matando a 27 personas, hiriendo a cuatro y llevándose a ocho cautivos, además de todos los animales que encontraron. Un grupo armado de Temosachi, que se había formado años antes, salió en su persecución logrando recuperar parte de los caballos robados pese a sufrir la muerte de uno de ellos y tres heridos graves, su comandante Dámaso Bencomo, Sóstenes García y Jesús Moncada. Los apaches volvieron sobre sus pasos, manteniendo Temósachic incomunicado durante varios días).

* El 30 de julio de 1840, tropas mexicanas dejan la ciudad de Chihuahua con 10 exploradores shawnees. (Persiguieron a una banda apache hasta la Sierra de los Arados [municipio de Ahumada, Chihuahua], matando a cuatro apaches, y capturando 100 caballos y mulas, y 90 cabezas de ganado).

* El 10 de septiembre de 1840, un grupo de apaches roba algo de ganado en Bacoachi ([Sonora]. Un grupo de 12 personas, liderado por el Juez de Paz, José Narbona, salieron en su persecución. Los apaches, en lugar de retirarse, les esperaron emboscados, matando a Narbona y a otros cinco hombres.

Dos semanas más tarde, en Cuquiárachi [municipio de Fronteras, Sonora], unos apaches, probablemente chokonen, mataron a seis ciudadanos cuando estaban trabajando en sus campos).

* El 14 de septiembre de 1840, la compañía de San Elceario de la prefectura de El Paso, compuesta por 42 soldados y 15 civiles, ataca en la Sierra del Fierro (municipio de Ahumada, Chihuahua) a una banda de apaches, a los que hace retroceder quitándoles más de 400 animales. (Pero al poco rato, otra partida de apaches se unió a la anterior, sitiando a los mexicanos y matando a 35 de ellos, quitándoles todo el armamento y los caballos. En el enfrentamiento falleció el comandante de la compañía, el capitán Santos Horcacitas. El impacto de esta derrota hizo que se abriera una investigación que concluyó exonerando completamente a los participantes. El gobernador Francisco García Conde dijo: “… los 35 soldados y paisanos que murieron perdieron la vida con el mayor valor, acreditando el honor como unos héroes […] yo no veo otra cosa que un lance desgraciado de aquellos tan comunes en la guerra en que la mayor fuerza destruye a la inferior”).

* El 26 de septiembre de 1840, el coronel John Henry Moore deja Austin (Travis County, Texas) con dos compañías de 90 voluntarios de Texas, al mando de los capitanes Thomas Rabb y Nicholas Dawson, más 12 apaches lipanes al mando de Cuelgas de Castro. (Fueron hasta donde se encuentra la actual Colorado City [Mitchell County, Texas]. Los exploradores apaches lipanes encontraron un campamento comanche, en una pequeña curva en la orilla este del río. Moore envió 30 hombres al mando del teniente Clark L. Owen a ocupar el acantilado sobre el río y atacó tan pronto como amaneció, cargando directamente contra el campamento, asolando el asentamiento.

Solo dos guerreros comanches escaparon cogiendo dos caballos que tenían a mano. Mataron a 130 comanches y capturaron a 34 mujeres y niños, además de varios cientos de caballos. Dejaron irse a unos pocos ancianos, hombres y mujeres. Varios hombres de Moore fueron heridos, pero ninguno resultó muerto.

El diálogo entre Moore y Cuelgas de Castro hizo pensar que las órdenes principales las dio el jefe lipán, quien tomó esa responsabilidad por los errores cometidos por Moore durante el ataque al campamento comanche del año anterior [12 de febrero de 1839].

También en algún momento del último tercio  de 1840, Hays fue con 35 voluntarios, incluidos varios exploradores lipanes al mando de Flacco, en busca de campamentos comanches. Descubrieron uno cerca de la cabecera del río Sabinal, permaneciendo ocultos hasta el amanecer. Mientras los comanches aún dormían, Hays y sus hombres cargaron. Los comanches asustados retrocedieron, pero cuando vieron que sus atacantes eran pocos, reunieron a sus guerreros y contraatacaron.

Hays formó a sus hombres en una formación en cuadro, retirándose lentamente ante el ataque comanche. El fuego certero de sus armas mantenía alejados a los comanches. En un momento determinado, Hays ordenó atacar. Los comanches se refugiaron en una ladera cercana, pero ante la precisión de las armas de fuego huyeron hacia el noroeste, dejando sobre el terreno 16 muertos, mientras los Rangers solo tuvieron un herido. Flacco dijo de Hays: Red Wing [Hays] y yo no tenemos miedo de ir juntos al infierno. El capitán Jack es muy valiente, no tiene miedo de ir solo al infierno).

* El 28 de septiembre de 1840, un grupo de apaches roba 18 animales y una gran cantidad de maíz de los campos cercanos a Janos ([Chihuahua]. Al día siguiente llegaron los emisarios del chokonen Pisago Cabezón para pedir la paz, pudiendo ser que su ranchería no fuese la autora de los robos. No se tuvo constancia de la presencia de apaches en Janos o en sus alrededores hasta el mes siguiente, cuando desaparecieron 60 novillos de Casas Grandes [Chihuahua], y asaltaron a un pequeño grupo de Janos que iban camino de Sonora para comprar ganado).

En octubre, los apaches incursionaron en Galeana y en la Hacienda del Carmen [norte de Chihuahua]. Por el sur, hubo enfrentamientos en Basúchil, Rosario y Ventanas, del partido de La Concepción, y en Cerro Prieto, del partido de Cusigüiriachi.

Durante las incursiones de este tiempo, los apaches estaban bien armados y con buenas cabalgaduras, pudiendo reunir 100 o más guerreros en alguna de ellas, teniendo las tropas mexicanas de Sonora y Chihuahua muchos problemas contra ellos. Mangas Coloradas se convirtió en un importante líder chihenne, identificándosele como líder de los hostiles. Nunca olvidó la masacre de Johnson, donde dos de sus mujeres fallecieron y desconfiaba de las autoridades de Chihuahua por haber contratado a Kirker y sus cazadores de cabelleras).

1841

* El 2 de enero de 1841, una banda apache (probablemente guerreros de Pisago Cabezón), comienza una incursión por el sur de Chihuahua, dirigiéndose al norte. (En Patos [?], a varios kilómetros de Hidalgo del Parral, asaltaron la casa de la viuda María del Rayo Chávez, matando a un hijo pequeño, al mayordomo y a dos pastores. Hirieron a otro de sus hijos pequeños y se llevaron a un tercero.

El 3 de enero, el alférez José Baltasar Padilla salió de Janos [Chihuahua] en persecución de un grupo de estos incursores que se habían llevado una manada de caballos de la Hacienda de Ramos, a 24 km de Janos. En un lugar llamado Punto de Parrito [?] alcanzó a cinco de ellos, obligándoles a huir y recuperando 76 caballos y mulas. [Ralph A. Smith, en su trabajo Apache ‘Ranching’ below the Gila, 1841-1845, indica que quien les dio alcance fue el capitán Antonio Gauspe]. 

El 4 de enero atacaron a cinco personas que viajaban por la Sierra del Ojito [municipio de Chihuahua, Chihuahua], situada a 160 km al sureste de la villa de Chihuahua, entre la capital y Rosales de Conchos [municipio de Rosales, Chihuahua]. Mataron a los cinco, siendo uno de ellos el teniente coronel José María Arce y Olguín, quien era el subprefecto en Rosales de Conchos. Solo cinco días antes había escrito al gobernador Francisco García Condé que los apaches habían matado a un hombre y robado a otros, en ese mismo lugar, el día después de Navidad.

El 10 de enero, el señor Morales hizo la siguiente proposición en la Cámara de Diputados: Pido a la Cámara se sirva acordar, se presente el señor ministro de Guerra para el día de mañana, informar qué medidas ha tomado el gobierno para contener y castigar la sublevación de los indios, así como a los apaches, que tienen asolado a Sonora”).

* El 5 de febrero de 1841, el cura de la parroquia de Yepómera (municipio de Temosachi, Chihuahua), se dirige a esa localidad, acompañado por el Juez de Paz de Janos (Chihuahua) con una escolta de 60 auxiliares. (Habían salido de Janos con dicha escolta y cuando su vanguardia iba por el Bajo del Rayo, un camino de montaña entre Janos y Yepómera, se toparon con unos 39 apaches. Al ver que venía el resto de la comitiva, los apaches huyeron después de matar a Hermenegildo Medrano. 

Cuando la comitiva reanudó su camino, los apaches se percataron que cinco personas se estaban retrasando cada vez más  a causa de la ventisca y el fuerte viento. Fueron fácil presa de los apaches. Sus nombres eran Francisco Esteban, Marcelino Luján, Luciano Montoya, Nazario Vallero y otro llamado Laureano. El periódico “La Luna” describió el 2 de marzo el hallazgo de los cadáveres: … encontraron estos desgraciados muertos en un corralito de que había formado un parapeto con sus frazadas y vestidos completos, el cadáver de Marcelino Luján se encontró con una lanzada y el de Laureano tenía siete balazos […] pero se le halló con su arco en la mano lo mismo que sus compañeros, que también tenían sus lanzas y sus carcajes sin flechas…. Como se ve, el armamento de la gente de los pueblos era sustancialmente igual al de los apaches y, a veces, inferior, cuando estos adquirían carabinas modernas de los comerciantes estadounidenses).

* El 23 de marzo de 1841, los apaches matan a 11 personas en el camino de Namiquipa hacia Temósachic ([ambos en Chihuahua]. El 24 de julio asaltaron Namiquipa, robando más de 100 reses). 

* El 12 de mayo de 1841, un grupo integrado por 22 hombres de San Carlos (municipio de Chihuahua, Chihuahua) bajo el mando de Albino Villa y 15 apaches mescaleros dirigidos por Espejo, emboscan a una banda comanche cuando volvía de una incursión por el norte del estado de Durango, y por el sur y este de Chihuahua. (En la laguna las Mesteñas, cerca de Agua Chile [municipio de Camargo, Chihuahua], mataron a ocho comanches y a una de sus mujeres, quitándoles 140 caballos. Los mescaleros, acérrimos enemigos de los comanches, exigieron la entrega de las cabelleras, según informó el comandante de San Carlos en su informe militar).

* Entre mayo y junio de 1841, una banda de apaches lipanes incursiona por el estado de Nuevo León, capturando cinco cautivos. (El 4 de junio, el subprefecto de Salinas Victoria (Nuevo León) escribe un informe al prefecto de dicho lugar, en el que indica que una partida de unos 30 a 40 apaches lipanes ha pasado por el lugar, yendo todos a pie, excepto dos que iban a caballo).   

* El 12 de julio de 1841, el “Texas Ranger, John “Jack” Coffee Hays, sale de San Antonio (Bexar County, Texas) al frente de 36 hombres: John S. Adams, S. P. Ball, Antonio Coy, Martin Delgado, Addison Drinkwater, Pedro Espeniso, Archibald Fitzgerald, J. A. Flores,  Peter Fohr, Damacio Galván, Francisco Granado, G. H. Grubbs, Nathaniel Harbert, Jacob Jackson Humphreys, William Isbell, Carlos Larso, Samuel H. Luckie, Joseph Miller, John L. Milner, William H. Moore, John C. Morgan, Robert Patton, Samuel Pepes, Pedro Pérez, James Perry, Robert Pollett, Benjamin Prior, Benjamin Prior Jr., Martín Salinas, Antonio Sánchez, John Slein, John Trapnell, Melchor Travieso, John O. Truehart,  Florencio Vázquez, y John Young; y siete exploradores apaches lipanes: Flacco, Antonio, Colquie, Juan, Plasedonce, Tom, y Wash.

(Hays se dirigió a un punto cercano al Río Frío (Real County, Texas), ya que tenía información de que había comanches acampados por los alrededores. Los exploradores lipanes descubrieron un campamento abandonado con signos de una precipitada huida, encontrando  varios cautivos muertos sobre el terreno. Persiguieron a los comanches durante una semana, siguiendo el rastro, hasta que llegaron a la cabecera de la orilla occidental del Río Frío. Por los rastros encontrados, los lipanes dedujeron que había gran cantidad de comanches en las cercanías.

El 24 de julio, varios cazadores comanches descubrieron al destacamento de Hays, huyendo rápidamente. Hays les persiguió durante 12’5 km con 24 hombres montados en los mejores caballos cuando divisaron un gran campamento.

Rápidamente, salieron unos 100 guerreros para proteger la retirada de sus familias. Hays avanzó, pero sus monturas estaban tan cansadas que los comanches consiguieron mantener la posición. Entonces Hays pidió a uno de sus hombres intercambiar sus monturas. Con el nuevo caballo se acercó a la línea de guerreros, disparando su revólver Colt Paterson, calibre 36, de cinco disparos, para luego volver a donde estaban sus hombres, pero el caballo se sobresaltó galopando hacia los comanches. Al verlo, Flacco espoleó su montura para colocarse junto a Hays, cabalgando los dos hacia los comanches. Hays disparó su revólver contra dos guerreros situados a ambos lados, luego se dio la vuelta con Flacco detrás de él. Un comanche trató de bloquearles el paso, pero Hays le disparó, pudiendo salir los dos al espacio abierto.

Cuando regresaron con sus hombres, Hays decidió que no tenía ninguna posibilidad de derrotar a los comanches, creyendo que eran unos 200 con unos 600 caballos. Por su parte, los comanches se retiraron protegiendo la retirada de sus mujeres y niños.  

En su informe, escrito poco después de regresar a San Antonio, Hays citó específicamente al jefe Flacco y a Damacio Galván por su servicio y valentía en el combate. Hays estimó que su compañía había matado o herido a ocho o diez comanches: Nosotros peleamos en gran desventaja. Los comanches eran lo suficientemente numerosos como para poder recuperar a todos sus muertos y heridos mientras cabalgaban.

John O. Truehart tuvo una herida en el cuello y el propio Hays en un dedo, mientras John Slein resultó muerto. Un prisionero mexicano fue encontrado muerto y colgado de sus talones en el abandonado campamento comanche. Este enfrentamiento fue denominado la Batalla del Llano. Flacco dijo tras el combate que Hays era demasiado bravo.

Hays regresó a San Antonio, llevando a Trueheart en una litera, el cual finalmente se recuperó. Los lipanes de Flacco dejaron la compañía de Rangers el 2 de agosto para dirigirse a su ranchería).

* En agosto de 1841, un grupo de 200 apaches matan a 16 vecinos del pueblo de Bachíniva ([Chihuahua]. Francisco García Conde, comandante general de Chihuahua, estableció la pena de muerte para quien comerciase con los apaches o los texanos. 

El 18 de octubre, los apaches incursionaron de nuevo en Namiquipa. Los apaches aprovechaban sobre todo la época de cosechas [de mediados de junio a principios de septiembre] para realizar sus ataques. El 19 de octubre, el periódico “La Luna” elogiaba a las autoridades de Chihuahua por su actitud frente a los texanos y por no descuidar la guerra contra los apaches. La derrota de los apaches mescaleros a manos de los comanches era la causa de que, por esas fechas, estos últimos asaltasen el norte de Chihuahua.

En noviembre y diciembre, los apaches mataron a unas 500 personas en todo el estado de Chihuahua. El 14 de diciembre, el diario “La Luna” de Chihuahua informaba del robo de maíz en Galeana y Namiquipa [ambos en Chihuahua] a manos de los apaches. Todo esto a pesar de la campaña dirigida por el comandante general José María Elías González, que con unos 300 hombres, exploró los Lagos de Guzmán, Santa María y el este de Janos, recuperando 300 caballos y obteniendo tres apaches [no se sabe si muertos o capturados]).

1842

* A principios de 1842, varias bandas apaches residen en Santa Rita del Cobre (Santa Rita, Grant County, New Mexico) recibiendo raciones en Janos y Corralitos (Chihuahua).

* El 18 de enero de 1842, la subprefectura del partido de Galeana (Chihuahua) informa de diversos robos de ganado y muertes de arrieros a manos de los apaches en varias haciendas.

* En 1842, Mangas Coloradas, que superaba los 50 años, aparece en los informes de los mexicanos. (Acampó en la región del río Gila, manteniéndose al margen de las negociaciones de paz. En febrero, tres jefes chokonen, Matías, Yrigollen y Esquinaline, junto al bedonkohe Teboca, aparecieron en Fronteras [Sonora] para solicitar la paz. Cochise es probable que estuviese cerca, ya que poco después Cochise, Teboca y Esquinaline se reunieron con Mangas Coloradas en las Alamo Hueco Mountains [Hidalgo County, New Mexico].

Es posible que Mangas Coloradas al principio fuese llamado Fuerte. Este era un importante líder chihenne alrededor de 1813, al mismo tiempo que Mangas Coloradas. Ambos eran de la misma edad. El territorio de Fuerte era Santa Lucia Springs [después conocido como San Vicente de la Cienega y, finalmente, Silver City, Grant County, New Mexico]; las Mogollon Mountains [Grant & Catron Counties, New Mexico]; y Santa Rita del Cobre [Santa Rita, Grant County, New Mexico], igual que Mangas Coloradas en los años 1840 a 1860.

Fuerte estaba asociado a Pisago Cabezón, el gran líder chiricahua de los años 1830 a 1840, como Mangas Coloradas a principios de 1840. Otros relevantes líderes chihennes de los años 1830 como Cuchillo Negro, Ponce e Itán tenían un papel subordinado a Fuerte [Mangas Coloradas]. Los oficiales mexicanos llamaban a ambos general, durante los tratados de 1832 y 1843. Ambos preferían estar lejos de los mexicanos, viviendo al modo tradicional apache, lejos de las normas de la vida de los presidios.

El nombre de Fuerte era por su corpulencia. Mangas Coloradas era inusualmente grande para un apache, e incluso para un hombre blanco. Fuerte desapareció de los archivos después de 1837 sin ninguna mención a su muerte, mientras las referencias de Mangas Coloradas empezaron en ese momento).

* El 11 de febrero de 1842, el periódico “La Luna” de Chihuahua informa de una incursión apache en Galeana ([Chihuahua]. Fueron alcanzados, abandonando lo robado y dándose a la fuga.

El 19 de febrero, el mismo periódico informó que dos apaches habían atacado la hacienda de la Ramada [municipio de Camargo, Chihuahua]; y también del robo de reses por parte de apaches en el valle de Galeana [Chihuahua]).

* El 28 de febrero de 1842, los apaches negocian un “protocolo” con Donaciano Vigil, representante del gobernador de Nuevo México, Manuel Armijo. (Plantearon varias demandas relacionadas con los asaltos de James Kirker).

* El 22 de marzo de 1842, el periódico “La Luna” informa de los asaltos perpetrados por los apaches y que las pocas campañas hechas contra ellos han resultado infructuosas. (El periódico afirmó que la paz momentánea que se disfrutaba en el departamento se debía a que los bienes existentes no incitaban la codicia de los apaches).

* El 28 de marzo de 1842, Sam Houston, presidente de la República de Texas, escribe una carta, en términos elogiosos, del jefe apache lipán Flacco. (Sam Houston mencionó también al jefe apache lipán Cuelgas de Castro: Castro, jefe principal de los lipanes, con varios de su tribu, ha estado en visita de negocios, y ahora está de vuelta a su campamento en los alrededores de Austin [Travis County, Texas]).

* El 10 de abril de 1842, el jefe apache Vicente (tal vez el nombre español del bedonkohe Mano Mocha), se presenta en Janos (Chihuahua) para solicitar la paz. (En ese momento, Mangas Coloradas estaba en contra de cualquier tratado de paz. Después de una corta reunión, en la que dijo ser portavoz de 28 jefes, incluyendo los chokonen Pisago Cabezón y Manuel [también conocido como Manuelito]; el chihenne Ponce; y Anayael capitán Pedro Madrigal le dio un salvoconducto para ir a la ciudad de Chihuahua para hablar con el gobernador, donde el 24 de abril, Vicente negoció un acuerdo preliminar de paz con el comandante general García Conde. Vicente regresó inmediatamente para informar a Pisago Cabezón y a los demás jefes. Los 28 jefes estaban esperando a Vicente en sus rancherías instaladas en la zona del río Gila [sur de Arizona y New Mexico]. Gracias al acuerdo, a finales de abril, otros grupos de apaches llegaron a los alrededores de Janos a discutir los términos; en concreto los subjefes Torres [hermano del chokonen Manuel], Francisco, Antonio, Negrito [nednai] y Cigarrito [chihenne]. Durante la primavera, las autoridades de Chihuahua liberaron a Marcelo, el hijo de Pisago Cabezón, que había sido capturado por Kirker en enero de 1840 en Janos.

El 23 de mayo, Vicente llegó a Janos  junto a dos guerreros y siete mujeres. Había sido enviado por los chokonen Pisago Cabezón y Manuel para continuar las negociaciones. En ese momento, la guarnición de Janos solo contaba con unos 20 hombres, dándose cuenta los apaches de la situación. El grupo de Vicente desconfiaba de los mexicanos. La noche que pasaron en Janos, estaban constantemente en guardia. A la mañana siguiente, temiendo una traición, ensillaron sus caballos y se trasladaron a poca distancia de la localidad. El capitán Pedro Madrigal preguntó a Mónica, una de las mujeres apaches que participaba en las negociaciones, ya que hablaba con fluidez el español, la causa de su rápida salida. Ella dijo que se marchaban por temor a ser traicionados y retenidos como cautivos, como ocurrió con el grupo de Jasquedegá, en noviembre de 1834 en el Paso del Norte [hoy Ciudad Juárez, Chihuahua]. Quizás la causa de su marcha fue que vieron como Madrigal tomaba medidas visibles para la defensa de Janos, ante un posible ataque al percatarse los emisarios apaches, que había pocos hombres para su defensa.

Aun así, el 4 de julio, se firmó el tratado de paz en Janos. Lo firmaron Pisago Cabezón, Manuel [Manuelito] y Vicente por los chokonen; y Ponce por los chihennes. Anaya y otros jefes menores, representaron a otros subjefes como Jasquedegá [chihenne], Jasquiatil y Nachindo, comprometiéndose las autoridades a proporcionar víveres y suministros.

Negrito [nednai], Vívora, Francisquillo [chihenne], Torres [chokonen] y Cristóbal [chihenne] aceptaron las condiciones de las autoridades de Galeana [Chihuahua] mientras otros jefes firmaron acuerdos con otras localidades como El Paso del Norte; El Carrizal [municipio de Ahumada]; Agua Nueva [municipio de Rosales] y San Buenaventura [municipio de Buenaventura]; todos en Chihuahua, donde se establecieron. La mayoría eligió Janos para establecerse y a Manuel como su nuevo “general” porque Pisago Cabezón era demasiado viejo. Mangas Coloradas no tomó parte del tratado. De hecho, a mediados de junio, lideró una incursión por Sonora. Según la prensa, era una partida de guerra de unos 500 guerreros, bien armados y montados, devastando el distrito de Sahuaripa. Aunque esa cantidad era evidentemente exagerada, sus depredaciones llevaron al prefecto de Sahuaripa a escribir al gobernador José Cosme de Urrea diciendo que los habitantes tenían dos opciones: quedarse y dejar que los apaches acabasen con ellos, o abandonar sus hogares para ir a un lugar seguro. El prefecto pidió al gobernador armas, provisiones y mulas [los apaches se las habían llevado todas]. En julio, Mangas Coloradas estaba de vuelta en sus rancherías situadas cerca del río Gila [New Mexico]).

* En la primavera de 1842, los apaches siguen un patrón de paz parcial, incursionando en comunidades con las que no tenían acuerdos y comerciando con las que sí tenían. (El 19 de abril, el periódico “La Luna” informaba de varias incursiones apaches a los ranchos Zuárez [?], Carrizo [?], Corral de Piedras y Los Charcos [municipio de Ahumada, Chihuahua]; y de la consiguiente persecución. También informó de la proposición de paz a los apaches mescaleros, que comunicó la comandancia general de Nuevo México a la de Chihuahua.

También informó de la proposición de paz a los mescaleros que comunicó la comandancia general de Nuevo México a la de Chihuahua. El 9 de julio, Francisco García Conde, gobernador y comandante general de Chihuahua, finalizó un tratado en El Paso del Norte [hoy Ciudad Juárez, Chihuahua] con 16 jefes mescaleros [el principal José María, y los subjefes Simón, Vueltas, Cuchillo Negro {¿era este el chihenne Baishan?}, Sigalito, Pluma, Paranquita, José Largo, Santos Órgano, Chino, Cuentas Azules, Sanapá Varela, Sanapá Ronquillo, Estrellita, Salazar y Cuchillo).    

* El 17 de junio de 1842, una banda apache asalta el pueblo de Namiquipa (Chihuahua) y al día siguiente, 18 de junio, otro grupo destruye el pueblo de Yepómera (municipio de Temósachi, Chihuahua).

* El 13 de julio de 1842, llega a Janos (Chihuahua) Collantes con un pequeño grupo, seguido dos días después por Chinaca y Vicente, quienes se reunieron con Justo Delgado, un habitante de Concepción ([Chihuahua]. Delgado dijo a las autoridades que los apaches habían trasladado sus rancherías a Boca Grande, a 32 km al sur del cerro del Carrizalillo [municipio de Ascensión, Chihuahua], justo al este del camino de Santa Rita del Cobre [Santa Rita, Grant County, New Mexico] a Janos. Estos cambios ayudaron a persuadir a los apaches que podían confiar en el capitán Pedro Madrigal. Este no podía evitar que los chiricahuas incursionaran por Sonora, pero tuvo que intervenir cuando algunos seguidores de Mangas Coloradas incursionaron por Corralitos [municipio de Casas Grandes, Chihuahua] el 14 de julio.

Por casualidad, un grupo de 13 guerreros más Pisago Cabezón y Manuel [o Manuelito, un influyente líder chokonen que pasó mucho tiempo en Janos desde 1810 hasta 1831], estaban en esa localidad cuando Madrigal se enteró de la incursión de los hombres de Mangas Coloradas. Cumpliendo con los términos del tratado de ayudar a los soldados mexicanos contra apaches hostiles, Manuel y unos pocos guerreros se unieron al pequeño destacamento del capitán Mariano Rodríguez Rey. Siguieron el rastro que les llevaba hasta la ranchería de Mangas Coloradas en las Burro Mountains [Grant County, New Mexico]. Rey alcanzó a los incursores en una zona arenosa al este de las Animas Mountains [Hidalgo County, New Mexico] y habló con ellos. Los apaches accedieron a devolver el ganado robado, probablemente gracias al prestigio que tenía Pisago Cabezón entre los chiricahuas. También pudo ocurrir que los incursores desconocieran la existencia del reciente tratado de paz firmado con Cihuahua, ya que en ese tiempo, Mangas Coloradas estaba incursionando por Sonora.

Si Mangas Coloradas y Manuel hablaron entre sí, no está claro, pero este último volvió a Janos el 29 de julio con información concerniente a las intenciones de Mangas Coloradas. Según Manuel, las bandas lideradas por Mangas Coloradas, Soquilla y Ronquillo todavía se oponían a pactar la paz con Chihuahua. Soquilla y Ronquillo, miembros de un grupo local nednai en Janos, estaban en guerra desde la masacre de Johnson).

* El 23 de julio de 1842, los jefes apaches Vívora y Francisquillo (chihenne) llegan a Galeana (Chihuahua), con más de 30 guerreros y tres o cuatro mujeres, para cumplir con el tratado de paz con el estado de Chihuahua y residir allí. (En ese momento estaban en Galeana, Vicente [que se había trasladado desde Janos, Chihuahua]; Rosario [también llamado Calabazas]; y El Rapado. Todos estaban acampados en las inmediaciones del Valle de San Buenaventura [municipio de Buenaventura, Chihuahua]. Todavía no habían llegado las rancherías de Torres [chokonen] ni de Cristóbal [chihenne], aunque las autoridades mexicanas les consideraba en paz. Solo unas pocas rancherías todavía estaban en guerra. Cada vez era más evidente que los asaltantes no eran los que se habían establecido en paz. Partes de las rancherías de Mangas Coloradas y Soquilla [sucesor de Juan José Compá] se supo que estaban operando en el distrito de Janos. Mangas Coloradas, que apareció en ese momento como un jefe importante, pudo ser el mismo que anteriormente se llamaba Fuerte. Tenían la misma edad que Fuerte, quien participó en el tratado de 1832; pero no hay absolutamente ninguna constancia de ello. Fuerte desapareció de la escena y surgió Mangas Coloradas, quien acampado en el río Gila, demostró poco interés por hacer la paz con los mexicanos. Su aliado Soquilla, que había residido en Janos de forma continua desde 1816 hasta 1831, y ahora considerado jefe por primera vez, comenzó a pedir la paz con los demás. Pero luego cambió de opinión y se trasladó de nuevo a la parte alta del río Gila para reunirse con Mangas Coloradas, al menos por un tiempo. Además, una partida apache incursionó en el distrito de Janos, llegando desde el territorio de los apaches coyoteros White Mountain. Pero, independientemente de quiénes fueron los autores, los gileños respetaron los acuerdos hechos con los mexicanos).

* El 24 de julio de 1842, el chokonen Manuel o Manuelito llega a Janos (Chihuahua) con varios hombres y mujeres y con la mayor parte del ganado robado la semana anterior, supuestamente, por apaches de Mangas Coloradas. (Después de otros robos en Janos, Manuel y López detuvieron a un guerrero con novillos robados, y poco tiempo después unos apaches capturados, fueron declarados culpables de los robos, y que, sin duda, pertenecían a la ranchería de Mangas Coloradas).   

* El 5 de agosto de 1842, el prefecto de Chihuahua realiza un informe al gobierno del mismo departamento que dice: Las parcialidades de apaches gileños que por vejez y renuncia de Pisago Cabezón tienen por jefe a Manuel [los dos chokonen], han celebrado ayer con el Excmo. Sr. gobernador tratados idénticos a los que estipularon los mescaleros de Sacramento y Aguanueva” ([los dos en el municipio de Chihuahua]. Notifica que las incursiones recientes son de otras parcialidades de apaches y que se están haciendo todos los esfuerzos por pacificarlos. Sin embargo, Pisago Cabezón mantuvo su influencia que fue fundamental para atraer a otros apaches a la paz.

Manuel, que siguió teniendo un papel destacado en las negociaciones, tenía gran experiencia en el trato con los mexicanos. Su padre había sido el jefe chokonen Coyote y, aunque no nació en Janos, fue criado allí a comienzos del siglo. También fue uno de los 26 jefes participantes en el tratado de paz de 1834.

Anaya fue importante en el tratado actual porque en ese momento actuó como jefe. Vivió en Janos en la década de 1820; y no fue visto más a partir de la primavera de 1844.

Ponce [o Poncito], que llegó a ser un jefe chihenne importante entre los apaches gileños en la década de 1850, estaba empezando a ganarse su reputación como líder.

Otros jefes menores eran Zozaya [conocido durante cuatro años, principalmente en el Carrizal, municipio de Ahumada, Chihuahua], y Coyante [conocido como apache pacífico en Janos, durante los próximos dos años]. Jasquiatil y Nachindo, pudieron ser solo jefes de guerra.

Torres [hermano de Manuel e hijo del fallecido líder chokonen Coyote] fue conocido en la zona de Janos y Galeana hasta 1846 en que murió. Cristóbal [hijo del chihenne Cigarrito] generalmente vivió en El Carrizal, aunque finalmente se estableció en la Hacienda del Carmen.

Antonio [probablemente el Antonio Charro, que vivió en Janos durante la década de 1820] fue conocido como jefe a principios de 1840 hasta la última referencia que se tiene de él, en 1850; vivió en Galeana durante ese período de paz.

Negrito [nednai] vivió en Janos desde 1810 hasta 1831, y regresó en 1842, aunque en ese momento frecuentó muchas veces Galeana; su última referencia fue en Corralitos en 1849).

* El 12 de agosto de 1842, la comandancia general de Chihuahua realiza un informe al ministro de Guerra presentando dos actas por las cuales, dos jefes apaches solicitaron tratados de paz, una celebrada en el valle de San Buenaventura, el 12 de julio; y otra, en la Hacienda de Nuestra Señora del Carmen, el 15 de julio (los dos en el municipio de Buenaventura, Chihuahua).

* El 14 de agosto, el chokonen Pisago Cabezón va a Janos (Chihuahua) para quejarse de la entrada de tropas de Sonora en Chihuahua en busca de apaches. (Allí se encontraba el coronel José María Elías, recién nombrado segundo oficial en la comandancia general de Sonora. Elías envió un mensaje a sus soldados para que no atacasen a los apaches que en Janos estaban en paz. La entrada en Chihuahua de tropas de Sonora complica la aplicación del tratado de paz en Janos. Los apaches pacíficos que vivían en Fronteras [Sonora] habían avisado a los de Janos que los soldados iban hacia allí. Unos 200 apaches huyeron al norte de la Sierra de Álamo Hueco [Alamo Hueco Mountains, Hidalgo County, New Mexico] y al Valle de las Ánimas [Animas Valley, Hidalgo County, New Mexico] para refugiarse de las tropas mexicanas. Tras la orden del coronel Elías, los soldados volvieron a buscar otras rancherías de apaches hostiles, pero sin éxito, marchando a Bavispe [Sonora]. Cuando los soldados se retiraron, los apaches hostiles siguieron cometiendo robos y depredaciones. 

Con el nuevo tratado, los apaches acordaron aceptar la autoridad suprema de la nación mexicana; ayudar a los militares mexicanos contra los apaches hostiles; comerciar libremente con los ciudadanos mexicanos; intercambiar cautivos con los mexicanos; registrar y calificar su ganado; vivir donde les dijeron las autoridades mexicanas; solicitar permisos cuando querían viajar; y lo más importante, recibir raciones regulares. Cada cabeza de familia obtendría tres almudes [2,277 kg] de maíz, dos paquetes de cigarrillos, un piloncillo [dulce], medio puñado de sal, y una ración de carne cada dos semanas, cambiado al final cada semana).

* El 15 de agosto de 1842, el jefe apache Anaya recibe las primeras raciones en Corralitos (municipio de Casas Grandes, Chihuahua), mientras el chokonen Pisago Cabezón recibe las suyas en Janos (Chihuahua) el 5 de septiembre. (Por razones desconocidas, los chokonen Manuel y Pisago Cabezón esperaron más de lo esperado para ubicarse en los presidios; quizá estaban esperando a Vicente, que estaba interno en el hospital militar de la ciudad de Chihuahua por una vieja herida en el costado que se le había inflamado por una pelea tras un consumo excesivo de alcohol. Los intercambios de cautivos, el registro del ganado apache y de los censos de cada ranchería no podían llevarse a cabo hasta que Manuel y Pisago Cabezón llegaran y dieran su aprobación. La situación se hizo especialmente delicada cuando los mexicanos trataron de determinar qué animales podían mantener los apaches mientras confiscaban las adquiridas en los últimos robos. Los apaches consideraban legítimos el botín de guerra, mientras los rancheros mexicanos reclamaban que les devolvieran su ganado).

* También el 15 de agosto de 1842, Sam Houston, presidente de la República de Texas, nombra a James Houston Grant, agente de los apaches lipanes.

* El 26 de agosto de 1842, el periódico “La Luna” de Chihuahua informa que los apaches han asaltado la hacienda de San José Babícora (municipio de Gómez Farías, Chihuahua) llevándose todos los bueyes.

* El 29 de agosto de 1842, los jefes chokonen Pisago Cabezón y Manuel, acuden con 172 apaches, entre ellos 32 hombres a Janos (Chihuahua).

* El 7 de septiembre, un editorial del periódico “La Luna” de Chihuahua habla de la paz firmada con grupos de apaches mescaleros y gileños, pronosticando una disminución de las hostilidades.

* En septiembre de 1842, el jefe chihenne Mangas Coloradas y su gente están en zonas de los ríos Gila y San Francisco (Arizona y New Mexico).

* En el otoño de 1842, varias bandas apaches se congregan en los asentamientos de El Paso del Norte (hoy Ciudad Juárez), El Carrizal (municipio de Ahumada), Agua Nueva (municipio de Rosales), Galeana, San Buenaventura (municipio de Buenaventura) y Janos ([todos en Chihuahua]. Mangas Coloradas y Cochise permanecieron en las Alamo Hueco Mountains [Hidalgo County, New Mexico] hasta octubre. Desde allí hacían incursiones y a la vez, enviaban espías a Janos y Fronteras [Sonora] para saber cómo estaban los apaches que estaban en paz. El jefe Ronquillo también incursionaba desde el distrito de El Carrizal [municipio de Ahumada, Chihuahua]).

* El 1 de octubre de 1842, el censo oficial de apaches en Janos (Chihuahua) registran a 304 personas, aunque solo alrededor de la mitad reciben raciones. (Coyante, Manuel o Manuelito, y Pisago Cabezón [chokonen], así como un nuevo nombre, Fusilito [en Janos desde el 15 de agosto de 1842 y permanecería hasta enero de 1844] fueron los principales jefes de Janos y acamparon cerca. La ranchería de Anaya se quedó cerca de Corralitos [municipio de Casas Grandes, Chihuahua]. Los chokonen Manuel y Pisago Cabezón fueron tratados con privilegio, obteniendo todo lo que pidieron, que no excedió de 20 pesos de valor cada uno).

Los jefes apaches Antonio Charro, Negrito [nednai], Rosario, Serrano [única referencia a este apache como jefe] y Torres [chokonen] no estaban lejos del Valle de San Buenaventura [municipio de Buenaventura, Chihuahua]. Desde el Cañón de San Diego [municipio de Casas Grandes, Chihuahua], Torres notificó a las autoridades mexicanas que algunos guerreros habían pasado por allí con una gran manada de ganado robado en Sonora. Vívora, ahora muy enfermo, se encontraba en las inmediaciones de Casas Grandes. Chato había pedido permiso para hacer un viaje a la zona de Namiquipa [Chihuahua], pero al final no fue. Francisquillo [chihenne] recibió permiso para hacer un viaje a la ciudad de Chihuahua, pero se trasladó a la Sierra de la Escondida [municipio de Coyame, Chihuahua] desde donde fue a Casas Grandes).

* El 3 de octubre de 1842, la comandancia general de Chihuahua informa al ministro de Guerra y Marina: Se goza de tranquilidad pública. Los comanches, que en su retirada tocaron esta demarcación, fueron totalmente escarmentados. Hubo pequeños robos que se atribuyeron a los apaches, pero en realidad fueron hechos por ladrones que ya han sido castigados. El jefe apache Gómez se une a la persecución de los comanches”.

* Los días 17, 24 y 31 de octubre de 1842, Cochise aparece con su esposa, probablemente Dos-teh-seh, y un hijo en las listas de raciones de Janos ([Chihuahua]. Janos era uno de los lugares preferidos por los apaches para comerciar y recibir raciones. Este comercio, en el que se hallaban involucradas las mismas autoridades locales, realmente se puede clasificar como contrabando. Por otra parte, al igual que habían hecho los españoles, las autoridades mexicanas llevaban listas con las fechas en las que figuraban las personas a quienes les entregaban raciones. Por ejemplo, se sabe que la banda del chokonen Pisago Cabezón acudía a menudo a Janos y que junto a este importante jefe y otros miembros de la banda, en octubre recibió raciones un tal Cuchise y su mujer. Se puede deducir que se trata de Cochise, probablemente en aquella época líder de un pequeño grupo familiar dentro de la banda de Pisago Cabezón. También es posible que Cochise fuese enviado por su suegro Mangas Coloradas para evaluar el funcionamiento de las autoridades mexicanas.

No obstante, en esta época, las relaciones entre los apaches y mexicanos eran inestables y algunos de los grupos de los chiricahuas consideraban la posibilidad de robar ganado a los pueblos de Chihuahua, incluyendo Janos. En marzo, un minero llamado Juan Chaimos advirtió a Robert McNight que se notaba un movimiento de apaches fuera de lo normal en la zona de la Sierra de la Escondida [municipio de Galeana, Chihuahua]. Además, se habían visto unos 60 apaches dirigiéndose a Janos, temiéndose que tuviesen la intención de llevarse algunos animales de la caballada de aquel presidio. Otros pueblos en peligro eran Galeana, Casas Grandes, Corralitos [municipio de Nuevo Casas Grandes] y Valle de San Buenaventura [municipio de Buenaventura]. Sin embargo, con la oportuna entrega de raciones a los apaches y la reanudación del comercio con los chihuahuenses, la situación volvió a la normalidad durante algún tiempo.

A principios de noviembre, Cochise aparentemente se fue de Janos porque no volvió a solicitar raciones hasta el mes de julio del próximo año. Quizás fue a informar a Mangas Coloradas de cómo iban los asuntos en Janos, ya que a finales de año envío un mensaje con intención de entablar negociaciones. El goteo de llegada de apaches a Janos continuó. Muchos apaches vinieron de Fronteras [Sonora] donde habían recibido raciones, pero al haber resultado muertos algunos de ellos a manos de mexicanos, perdieron la confianza en los funcionarios de Sonora.  

El comandante de Janos elogió a los apaches establecidos bajo los jefes Anaya, Manuel o Manuelito [chokonen] y Coyante. Anaya, ahora acampado en la Sierra del Pajarito [municipio de Casas Grandes, Chihuahua], cerca de la Hacienda de Ramos, no había hecho ninguna demanda a las autoridades mexicanas. Manuel y Coyante simplemente querían permiso para pasar el invierno en la Sierra de las Burras [municipio de Chihuahua, Chihuahua] donde recolectaban plantas silvestres y donde había abundante leña. Prometieron que cuando se encontraran con rancherías hostiles conseguirían que aceptasen la paz con los mexicanos.

Algunos apaches no estaban contentos con las nuevas disposiciones. Torres, ahora de vuelta en Janos, estaba descontento y se iría del presidio. Probablemente, pasó algún tiempo con Vívora o Pisago Cabezón [chokonen]. Este último, después de las negociaciones y un corto tiempo en Janos, casi nunca apareció por allí. En ese momento, los apaches se enteraron de que las autoridades de Sonora estaban de nuevo preparando otra campaña contra ellos).

* En noviembre de 1842, tiene lugar una operación militar de milicianos texanos contra asentamientos mexicanos cerca del Río Bravo para contrarrestar las tres incursiones realizadas anteriormente por los mexicanos en Texas. (Esta expedición fue llamada Somervell [por su comandante, el general Alexander Somervell], o Mier [por la batalla de la ciudad de Mier]. Con los texanos iba un grupo de apaches lipanes al mando de Flacco. A mitad de la campaña, Somervell vio que había pocas posibilidades de éxito, por lo que ordenó regresar. El capitán W. S. Fisher, apelando a una ley texana que decía que las tropas voluntarias podían nombrar a sus comandantes, siguió adelante con parte de los hombres [al final serían capturados].   

Con los hombres de Somervell que se retiraban iban los apaches lipanes. Flacco envió a sus guerreros, al mando de Luis, con la mayor parte de los caballos que habían quitado a los mexicanos, hacia sus rancherías. Flacco se quedó con un viejo apache lipán sordomudo llevando 30 o 40 caballos, junto a un mexicano y un hombre llamado Rivas. Cuando estaban acampados cerca de San Antonio [Bexar County, Texas], Rivas y el mexicano mataron a Flacco y al viejo sordomudo, llevándose los caballos al este de Texas y Louisiana).

* El 3 de diciembre de 1842, Antonio Comadurán, comandante del presidio de Tucson (Pima County, Arizona) refleja en un informe los problemas existentes entre los “apaches mansos” (quienes continuaban prestando una valiosa ayuda a los mexicanos) y los pápagos ([enemigos tradicionales de los apaches y, por tanto, aliados de los españoles]. El día anterior, los responsables de los pueblos de Santa Ana, Santa Rosa y Sofía, con un gran número de pápagos armados, entraron al presidio por los claros que había en la muralla [que estaba en bastante mal estado] e informaron a Comadurán que los “apaches mansos” habían robado 14 caballos de su pueblo de San Xavier del Bac. En realidad se trataba de una incursión de apaches hostiles que se retiraron rápidamente con los animales robados. Los pápagos se lanzaron en su persecución siguiendo las huellas de los ladrones hasta un punto donde el rastro se juntaba con unos “apaches mansos”. Según se pudo saber, cinco de estos habían salido a cazar y los pápagos confundieron sus huellas con las de los atacantes. Como resultado de ello, Comadurán tuvo que ordenar tocar  generala y sacar a la tropa para evitar que los pápagos atacasen el poblado de los “apaches mansos”).

* A finales de diciembre (o principios de 1843), al llegar el mensaje de que Mangas Coloradas quería entablar negociaciones, el teniente Vicente Sánchez Vergara sale de Janos (Chihuahua) acompañado por Manuel (Manuelito), y su hermano Torres ([ambos hijos de Coyote, un importante líder de la zona de Janos a comienzos de la década de 1800]. Vergara, llevando unos pocos empacadores mexicanos, se detuvo primero en las Burro Mountains [Grant County, New Mexico] donde habló con varios líderes nednais, incluyendo a Soquilla, Bartolo y Babosa. Ahora estaban en paz, aunque habían estado en guerra desde la masacre de Johnson en 1837. Prometieron llevar su gente a Janos.

Vergara continuó su viaje al norte de las Mogollon Mountains [Grant & Catron Counties, New Mexico], donde a finales de enero se reunió con los chihennes Mangas Coloradas, Itán, y Cuchillo Negro, y el bedonkohe Teboca, asegurándoles que los tratados de paz seguían en vigor. Mangas Coloradas aceptó el tratado, estando de acuerdo en ir a Janos a finales de marzo para reunirse con José Mariano Monterde, gobernador y comandante general de Cihuahua, y firmar un armisticio. Si Cochise estaba presente, lo hizo en un segundo plano.

Ese mismo mes de diciembre, un chiricahua llamado Chato entró en una huerta cercana a Janos donde comió varias sandías y pisoteó las plantas. Cuando el propietario se lo echó en cara, Chato le insultó y le amenazó. Montó en su caballo pisoteando el resto del huerto. El justicia de paz, un miembro de la familia de los Varela, intentó arrestarle, pero Chato le insultó. Cuando el alférez José Baltasar Padilla se enteró del incidente, decidió que la paz valía más que unas plantas de sandías).

1843

* En enero de 1843, el jefe apache chokonen Torres regresa a Janos (Chihuahua) para instalarse otra vez allí. (Pidió que el comandante general de Sonora sea informado de que los apaches que estaban en paz en Janos no tenían nada que ver con las recientes incursiones en ese Estado, y que el comandante de Sonora aprendiese a distinguir entre apaches pacíficos y hostiles. Durante este año, Chihuahua y Sonora tuvieron varias disputas por la incapacidad de distinguir entre apaches pacíficos y hostiles, teniendo lugar varios enfrentamientos entre mexicanos y apaches hostiles. Algunos apaches que estaban en paz en Chihuahua incursionaron por Sonora comerciando su botín en Chihuahua, sospechándose que los que recibían raciones en Janos eran responsables de esas incursiones. También surgieron frecuentes disputas en los asentamientos entre civiles mexicanos y apaches. En Chihuahua, las incursiones de apaches eran menos frecuentes que en el pasado.

José Mariano Monterde, gobernador y comandante general de Chihuahua, aseguró a Torres que los soldados de Sonora no podían atacar a los apaches que estaban en paz en ese Estado. Torres, aparentemente satisfecho, volvió a quedarse, pidiendo ayuda para los miembros de su ranchería para empezar a cultivar. Él y su hermano Manuel [Manuelito] querían parcelas en el Rancho de San Diego [municipio de Guerrero, Chihuahua], lugar que consideraban suyo debido a que su padre, Coyote, había sido “legalmente propietario” anteriormente. Torres y Manuel dijeron que iban a hacer la guerra a los “malos” apaches que se negaban a aceptar la paz.

Todavía era enero cuando Bartolo llevó a su grupo nednai de 35 hombres, 40 mujeres, y 61 niños a Janos. Bartolo, nacido en la década de 1790, había sido miembro de la ranchería de Juan Diego; por lo tanto, era, probablemente, un superviviente de la masacre de Johnson. En los años siguientes, sería eclipsado por otros líderes nednais como Láceris y Coleto Amarillo.

Llegaron más rancherías de los jefes Baboso, Bizcocho, Carabinero, Naperú y, finalmente, incluso Soquilla. Baboso vivió en Janos desde diciembre de 1810 hasta la primavera de 1831; ahora volvió como jefe, permaneciendo allí hasta enero de 1844. El nombre de Bizcocho apareció en Janos solo a principios de 1843 y no se mencionó más. Carabinero estuvo en Janos en la década de 1820 y permaneció allí durante esta nueva etapa de paz hasta 1844, cuando no apareció más. Naperú residió en Janos de 1826 a 1831, encontrándose en la zona de Santa Rita del Cobre [Santa Rita, Grant County, New Mexico] a mediados de la década de 1830. Él y Soquilla permanecieron en Janos hasta enero de 1844.

Mientras tanto, chiricahuas que colaboraban con los mexicanos, informaron que Mangas Coloradas había alcanzado las montañas al norte de Janos para esperar allí la llegada del gobernador de Chihuahua, José Mariano Monterde).

* El 3 de febrero de 1843, el diario “El Voto de Sonora” informa que una banda apache incursiona en las inmediaciones de Cucurpe (Sonora), matando a cuatro personas y llevándose un cautivo.

* También el 3 de febrero de 1843, el teniente coronel mexicano Juan José Galán firma un tratado de paz de nueve puntos con seis jefes comanches. (Uno de los puntos estipulaba que mediarán para que apaches lipanes y caddos firmasen la paz con los comanches y entregasen sus respectivos cautivos).

* El 17 de febrero de 1843, el periódico “El Voto de Sonora” informa de la derrota de una partida de apaches que había incursionado por las inmediaciones de Cucurpe (Sonora).

* El 6 de marzo de 1843, un informante apache en Janos (Chihuahua) llamado Tayachil (hijo de José Mentira), dice que solo los apaches que están con el chokonen Manuel en la Sierra del Pajarito (municipio de Buenaventura, Chihuahua) estaban todavía en paz. (El chokonen Pisago Cabezón; los chihennes Itán y Mangas Coloradas; el bedonkohe Teboca; y El Negro estaban ahora en la Sierra de las Burras [municipio de Chihuahua, Chihuahua] y decididos, con ayuda de apaches coyoteros White Mountain y navajos, a reanudar las hostilidades. El acuerdo de paz en Janos pronto terminaría).  

* El 21 de marzo de 1843, el juez del pueblo de Opodepe (Sonora) comunica que los vecinos atacaron a un grupo de apaches en la sierra de San Antonio (cerca del municipio de Imuris, Sonora) y que una partida salió hacia el Puerto del Tajo (?) persiguiendo a otro grupo de apaches.

* El 28 de marzo de 1843, llega a Janos (Chihuahua) el gobernador del Estado, José Mariano Monterde, esperando reunirse con Mangas Coloradas, quien llegó el 31 de marzo, como había prometido hasta el punto de impresionar gratamente al gobernador. (Junto a Mangas Coloradas estaban Itán, Fusilito, y posiblemente Teboca y Cuchillo Negro. Con ellos estaban otros líderes que previamente habían aceptado la paz: Manuel [Manuelito], su hermano Torres y Anaya.

Después de las presentaciones, Monterde se dirigió a los líderes chiricahuas, percatándose  de su desconfianza. Reconoció que la guerra se había intensificado a causa de varios actos atroces cometidos por México [refiriéndose a la masacre de Johnson y a los cazadores de cabelleras de Kirker]. Pacientemente, leyó los artículos del armisticio, teniendo cuidado de explicar bien las 10 condiciones. En esencia, ambos bandos debían cesar las hostilidades y aceptar una sincera paz. Cada uno debía liberar a sus cautivos, y los apaches estar de acuerdo en ayudar a las fuerzas mexicanas contra otros apaches hostiles. A su regreso, Monterde ordenaría darles raciones. Los apaches, unánimemente, eligieron a Mangas Coloradas como su “general”, y pidieron que Monterde nombrara una comisión para ir a Sonora a conferenciar con el gobernador José Cosme de Urrea y conseguir una paz duradera. Eligieron a Negrito, Matías y Marcelo [un hijo de Pisago Cabezón], siendo acompañados por uno de los representantes mexicanos, el teniente Antonio Sánchez Vergara.

El tratado, firmado el 1 de abril, tenía una oportunidad de éxito a pesar de la mutua desconfianza y enemistad entre ambos bandos. Mangas Coloradas se esforzó en que el tratado tuviera éxito, colaborando desde el principio con los oficiales mexicanos de Janos. El 17 de abril volvió a Janos y conversó con el capitán Pedro Madrigal. Sin embargo, noticias amenazadoras aparecieron en el horizonte.

El 30 de marzo varias bandas se habían establecido en Janos [Itán no llevó a toda su banda allí]. Los mexicanos descubrieron que algunos apaches de las rancherías de los chokonen Pisago Cabezón y Manuel [Manuelito] se habían llevado ganado de Janos. Acusaron a Selgas de robar un caballo de un soldado, pero resultó que lo había comprado a un apache del establecimiento de El Carrizal [municipio de Ahumada, Chihuahua] llamado José Largo [hermano del líder nednai Cigarrito]. Los apaches Torres [chokonen], Francisquillo [chihenne], Charro y Negrito [nednai] también fueron sospechosos de robos. Animales robados en el sur, en Cusihuiriáchic [municipio de Cusihuiriáchi, Chihuahua] aparecieron en el norte, en la Hacienda del Carmen [municipio de Buenaventura, Chihuahua], El Carrizal y Janos.

Además, pocas semanas después del acuerdo, un grupo chihenne mandado por Delgadito [un emergente líder de la banda de Itán. Sería un importante jefe chihenne en la década de 1850, estando en Janos solo un par de veces], incursionó en El Paso del Norte [Ciudad Juárez, Chihuahua]; matando a varias personas y llevándose una manada de mulas al cerro del Carrizalillo [municipio de Ascensión, Chihuahua]. Madrigal pidió a Mangas Coloradas que encontrara a los culpables y a los animales robados, accediendo a su petición, pero, aparentemente, no hizo nada porque varios de los incursores eran miembros de su banda [según informantes apaches de Janos] y, posiblemente, uno de sus hijos estaba implicado. Es posible que hubieran hecho la incursión sin saber que Mangas Coloradas había firmado el tratado. 

A mediados de abril, y después de que las autoridades de Sonora se quejaran de más incursiones apaches provenientes de Chihuahua, el teniente Sánchez Vergara llevó a Manuel, a Mangas Coloradas y a varios soldados a Sonora para investigar. Después de varios robos, Manuel y Chinaca ayudaron a los mexicanos a recuperar algunos de los animales. Chinaca cooperó con los mexicanos durante este período de paz [Chinaca había estado por los alrededores de Janos desde 1827, pero, posiblemente, procedía de Bavispe, Sonora, y que estaba en Janos desde septiembre de 1842 hasta principios de 1844, cuando murió de viruela]. El problema no disminuyó, habiendo en Chihuahua continuos rumores de campañas de tropas de Sonora. De hecho, una circular emitida en marzo por la comandancia general de Sonora decía que una campaña de los presidios de Fronteras [Sonora], Santa Cruz [Santa Cruz County, Arizona] y Tucson [Pima County, Arizona], será enviada en agosto a patrullar las rutas de entrada y salida de las bandas atacantes apaches y luchar contra ellos hasta ser totalmente derrotados.

El 5 de mayo, la “Revista Oficial de Chihuahua” informó que el general Monterde había logrado que el jefe Mangas Coloradas firmase la paz. Por esas fechas, Mangas Coloradas dijo a Manuel, quien a su vez informó a Madrigal, que 12 apaches [ocho del establecimiento de paz de Fronteras, Sonora; y cuatro de Janos] planeaban incursionar por los alrededores del presidio de Janos. Al mediodía, apareció un viajero de Sonora diciendo a Madrigal que unos apaches le habían hecho huir a pocos kilómetros de allí, quitándole 19 reses. Enseguida, Madrigal envió al alférez José Baltasar Padilla con 13 soldados, nueve civiles, y siete exploradores apaches para seguir el rastro. Este destacamento se encontró con Mangas Coloradas. Madrigal describió el encuentro al comandante general de Chihuahua: El destacamento de Padilla no perdió un momento, yendo a marchas forzadas hasta alcanzarles en un lugar llamado Agua Hueca [localizado en las Alamo Hueco Mountains, Hidalgo County, en el extremo sudoeste de New Mexico, a unos 21 km al norte de Chihuahua. Los chiricahuas conocían ese lugar como ‘Dzildatlis’, que significa ‘Montaña Azul’, que utilizaban como base para incursionar en México y un importante lugar para recoger mescal y cazar ciervos], a unos 174 km de Janos. Allí estaban Mangas Coloradas, Pisago Cabezón, Teboca, y otros líderes. Los incursores, quizás envalentonados por la presencia de estos jefes, se prepararon para defenderse en lugar de devolver el ganado robado [Cuando los soldados fueron a recuperar las reses robadas, los incursores cogieron sus armas pensando que los jefes les ayudarían]. Pero Mangas Coloradas se posicionó a favor de Padilla. Dirigiéndose a los incursores, les advirtió que, a no ser que devolvieran el ganado, les atacaría con su banda. Añadió que había hecho un tratado de paz y que iba a respetarlo con todas las consecuencias. Pisago Cabezón también le apoyó, advirtiéndoles de lo mismo y, además, pediría la muerte de su hijo, que era uno de ellos. Insistió en que tal hecho hizo de su hijo una mala persona, de quien estaba avergonzado. El resto de apaches se pusieron de nuestra parte.

El ganado fue inmediatamente entregado a Padilla. Los incursores prometieron cambiar de actitud en el futuro, siendo perdonados por los apaches que he mencionado… La única excepción fue Mangas Coloradas quien, después de haber llamado su atención por la gravedad de la ofensa, les dijo que como consecuencia de ello, no podrían poner en lo sucesivo un pie en ningún lugar donde él tuviera una ranchería”.

Padilla volvió a Janos con el ganado robado el 16 de mayo. El capitán Madrigal censuró severamente a algunos de los mexicanos perseguidores [un soldado y nueve ciudadanos] por su impetuosidad, alabando a los exploradores apaches, El Cochi [nednai], El Chino [chokonen], Lunes, Juan, El Negrito de Carretas, José Mentira y El Trigueñito. Habían plantado cara a los incursores con valentía, haciéndoles saber de manera inequívoca que tenían que devolver el botín, y que morirían antes de volver sin las reses. Al día siguiente, 17 de mayo, Mangas Coloradas llegó a Janos para hablar con Madrigal, diciéndole que, por su parte, el tratado de paz seguía vigente. El gobernador José Mariano Monterde premió con 10 pesos a los exploradores apaches y con 20 a Mangas Coloradas, pero antes de que este pudiera recibirlos, un deplorable suceso lo enturbió todo.

El 28 de mayo, Manuel Álvarez [se desconoce si era un hacendado] informó en Temósachic [municipio de Temosachi, Chihuahua]: Que el 23 del mismo se llevaron los indios en la noche veinte y tantas bestias entre caballares y mulares  del Pueblo de Yepómare tomando por rumbo el valle y Galeana, dejando de señas una mula que lancearon y murió luego, y cinco caballos que dejaron cansados en las inmediaciones de Yepómera y Babícora [los dos en el municipio de Temosachi, Chihuahua], y el total de bestias que llevan, son diez y nueve”. Entre los referidos animales, van cuatro caballos muy sobresalientes, que son: dos melados [color miel], un bayo [marrón claro] y un prieto [obscuro] con el hierro de la hacienda, que llevan también los demás, menos el prieto, y es el que está estampado al margen y además un caballo canelo [color canela] extranjero del mismo Álvarez.

El 30 de junio, el mismo Álvarez informó: “Que el 23 del mismo mes se llevaron del referido punto de Yepómera la caballadita de los vecinos del pueblo y los de un sirviente suyo llamado Hilario Favela;  que el número de bestias fue el siguiente: diez pertenecientes a los vecinos y seis del referido Favela, entre los que van como en la partida anterior, cuatro caballos muy sobresalientes y además dos mulas también muy buenas siendo los colores de dichos caballos, un rosillo, un bayo blanco, un colorado manchado y una yegua: una de las mulas es colorada, con el fierro de la misma hacienda”.

El 2 de junio, los chiricahuas que habían ido a Sonora con el teniente Vergara, se reunieron en Guaymas con el comandante general de Sonora, José Cosme de Urrea. Eran Marcelo, Matías y Negrito. Los tres prometieron mantener la paz con Sonora y ayudar a los mexicanos a defenderse de sus enemigos, sobre todo contra los apaches coyoteros White Mountain y los Apaches Pinal. El 16 de junio, el periódico “El Voto de Sonora” informó que “Negrito, representante de los apaches gileños de Chihuahua y Matías, de los apaches mogolloneros de Sonora, habían ido a la capital de Sonora [por entonces Guaymas era la capital del Estado] a solicitar la paz al comandante general, José Cosme de Urrea”.   

Pero antes, cuando iban de camino hacia Guaymas para reunirse con Urrea, unos soldados mataron en Fronteras a seis chokonen sin razón aparente. Era el 26 de mayo, cuando un grupo de Western Apaches, mataron a dos civiles e hirieron a un soldado cuando llevaban unos caballos cerca del presidio de Fronteras. Siete chiricahuas estaban allí cuando ocurrió ese hecho, ofreciéndose voluntarios para ayudar a los soldados. Después de una corta persecución, lograron recuperar la mayor parte de los caballos. Entonces, por una razón desconocida, los mexicanos decidieron matar a los chokonen. Sin previo aviso les apuntaron con sus armas, matando a seis de los siete sorprendidos apaches. Uno escapó para contar lo ocurrido, llegando la noticia a los campamentos apaches de New Mexico y Chihuahua, sentando las bases para iniciar la guerra, por la costumbre apache de vengar todas las ofensas.

El 31 de mayo, Mangas Coloradas, Manuel [Manuelito], Torres, Anaya, Chinaca, y Zozaya [este último de El Carrizal, municipio de Ahumada, Chihuahua] se reunieron en Janos con Madrigal. Dijeron que en el pasado, habían sido acusados de robos, porque los mexicanos no sabían distinguir entre buenos y malos apaches, siendo empujados a la guerra por la traición cometida por los mexicanos. Ahora pedían justicia al gobierno, ya que estaban bajo su protección, pero Chihuahua no podía hacer nada, excepto interponer una queja contra Sonora. Además, Madrigal tenía otros problemas. El gran número de apaches hizo que se agotaran los suministros para las raciones, por lo que había enviado a un grupo de soldados a por más, quedando su fuerza muy reducida en caso de un reinicio de las hostilidades por parte de los chiricahuas.

El 24 de julio, Manuel Álvarez dijo a Ángel Trías, gobernador de Chihuahua, que “el indio Torres no deja de hostilizar, porque después de los robos que se han referido, vino Torres con su gavilla y se robó cuanto ganado pudo llevarse de la Hacienda de Babícora: que las pruebas que tiene de que el citado indio Torres es quién ha cometido los robos anteriores es que el citado Señor Álvarez sabe que andaba montado en uno de sus caballos; y que el comandante de Galeana vendió un macho de los robados al mencionado Álvarez a un tal Flores”.

Aunque muchos chiricahuas siguieron viviendo pacíficamente en Janos, jóvenes guerreros buscaron venganza por la muerte de los seis chokonen, iniciando varias incursiones por Sonora. A partir de junio, la paz empezó a tambalearse. El 9 de junio, el periódico “El Voto de Sonora” publicó que el coronel Francisco Narbona había recuperado en Santa Cruz [Sonora] 60 animales robados por los apaches. El 23 de junio, un informe oficial relataba los robos cometidos por los apaches de Fronteras [Sonora] y de otros que recibían raciones en el presidio de Janos [Chihuahua]. Varias partidas salieron en su persecución, mandadas por jefes apaches gileños y mogolloneros, quienes obligaron a los asaltantes a devolver el botín. Manuel [chokonen] pidió que estos sucesos no alterasen el tratado de paz.

Reyes [chokonen] se quejó ante las autoridades de que había ciudadanos extendiendo rumores sobre la preparación de campañas mexicanas contra los apaches. Además, protestó porque los soldados de Janos deliberadamente hacían prácticas de tiro los días en que los apaches iban a recibir sus raciones, produciéndoles intranquilidad.

A mediados de julio, los mexicanos siguieron el rastro de unas reses robadas hasta el campamento de Mangas Coloradas y de Pisago Cabezón, pero esta vez los dos jefes no obligaron a los autores a devolverlas. Según José Mentira, el explorador chiricahua que guio a los mexicanos, Mangas Coloradas dijo a los culpables que entregaran el ganado, pero no les obligó a hacerlo.

Los dos jefes chiricahuas mantuvieron el pacto firmado con Chihuahua, pero Sonora era otro tema. A finales de año, grupos de chiricahuas incursionarían por Sonora. Mangas Coloradas y Pisago Cabezón lo harían por los alrededores de Fronteras, matando a dos personas e hiriendo a otra).

* El 24 de julio de 1843, el apache chokonen Cochise aparece en los registros de  Janos (Chihuahua) recibiendo raciones y suministros. (A la semana siguiente, no se presentó, pero una mujer llamada D-Tosa [quizás escrito así en los registros, siendo en realidad Dos-teh-seh] con un niño [quizás su hijo mayor Taza, nacido en 1842], sí recibió raciones. También estaba presente una mujer llamada María de Chis, con dos hijos. Si estos eran familiares de Cochise y fallecieron posteriormente, es algo desconocido. No se supo nada de Cochise durante los siguientes cuatro meses. Probablemente, se unió a Mangas Coloradas y Pisago Cabezón en el suroeste de New Mexico, participando en las incursiones con ellos).

* En agosto de 1843, un grupo de apaches chiricahuas guiados por el chokonen Yaqui incursiona por Fronteras (Sonora), llevándose caballos y mulas. (Cuando iba hacia Janos [Chihuahua] capturó a un mexicano y robó varias reses cerca de la Hacienda Carretas [municipio de Bavispe, Sonora]. Poco después, entregó el cautivo a unos ciudadanos a cambio de una jarra de whisky, regresando a Janos.

El 9 de septiembre, Yaqui volvió a Sonora. Atacó a un grupo de 11 hombres, matando a siete de ellos, cerca de Cuchuta [municipio de Fronteras, Sonora], a 16 km de Fronteras. Los otros cuatro escaparon a Fronteras declarando que habían reconocido a los líderes chokonen Yaqui, Posito Moraga, y Chepillo, los cuales vivían cerca de Janos).

* El 13 de agosto de 1843, Gerónimo aparece en las listas de racionamiento de Corralitos ([municipio de Ignacio Zaragoza, Chihuahua]. A esa edad, 20 años, ya había combatido durante tres años en muchas incursiones y enfrentamientos que determinarían su talla).

* El 10 de septiembre de 1843, se informa del diario de la campaña emprendida desde Tucson (Pima County, Arizona) por el coronel Antonio P. Narbona contra los apaches. (En diversas acciones murieron 12 apaches, premiándose a los apaches “pacíficos” por su colaboración en la campaña).

* El 22 de septiembre de 1843, el periódico “El Voto de Sonora” informa de las órdenes dadas al subprefecto de Sahuaripa (Sonora), al de Moctezuma (Sonora), al de Arizpe (Sonora), al de San Ignacio (municipio de Nogales, Sonora), al comandante del escuadrón de auxiliares Juan Mungui, y a los jueces de paz de Rayon (Sonora) y Opodepe (Sonora) para que manden partidas a recorrer, al mismo tiempo, todos los escondites apaches. (Se les indicaba la ruta que debían seguir cada uno, ordenándoles que permaneciesen de 8 a 10 días en cada sitio para desalojar a los apaches).

* A finales de verano de 1843, Mangas Coloradas (chihenne) y Pisago Cabezón (chokonen) dejan las Alamo Hueco Mountains (Hidalgo County, New Mexico) para ir a las Burro Mountains (Grant County, New Mexico), como base para incursionar por Sonora. (Quisieron mantener su pacto con Chihuahua, no incursionando en ese Estado, siendo Sonora su objetivo).

* En el otoño de 1843, muchos chiricahuas, principalmente chokonen y nednais, seguían recibiendo sus raciones en Janos (Chihuahua), Corralitos (municipio de Casas Grandes, Chihuahua), y Galeana (Chihuahua), pero una epidemia de viruela se manifestó en esta última localidad, haciendo que muchos se fueran al norte de Janos. (La banda del chokonen Yrigollen y del nednai Coleto Amarillo comenzaron a recibir raciones. Las autoridades de Janos contaron unos 800 chiricahuas. Ante la falta de raciones suficientes y haber pocos soldados, surgieron problemas entre la población y los apaches. Algunos de estos se fueron a incursionar por Sonora. Además, los chiricahuas no pudieron librarse de la viruela, ya que esta llegaría a finales de año al norte de Janos).

* También en el otoño de 1843, David Pyron (capitán de la República de Texas), Donovan, John Gravis, Jim Berry y Harrell se dirigen a Brushy Creek (Williamson County, Texas) a un lugar llamado Kinney’s Fort, para cargar el maíz de un pequeño campo que habían cultivado en ese lugar. (Después de cargar el carro y emprender el regreso, fueron atacados por unos 50 apaches lipanes a pocos kilómetros de la ciudad de Austin [entonces un simple poblado]. Antes del ataque había llovido mucho, humedeciendo las armas y dejándolas inservibles. Un lipán atravesó con su lanza el cuerpo de Pyron, matándolo al instante. Seguidamente, murió Donovan, pero los otros tres lograron ocultarse en un bosque cercano. Llegaron a Austin y contaron lo ocurrido saliendo inmediatamente un grupo en persecución de los lipanes sin llegar a alcanzarlos). 

* A finales de octubre de 1843, un pequeño grupo de seis guerreros bajo el mando de Náque roban algunos caballos en Casas Grandes. (Esto indignó al comandante de Janos [Chihuaua] Pedro Madrigal, porque había dado raciones a Náque, un miembro de la ranchería de Pisago Cabezón. Según los puntos del tratado, Manuel [Manuelito] siguió el rastro hasta el sureste de New Mexico. De allí salió hacia los campamentos apaches de las Mogollon Mountains [Grant & Catron Counties, New Mexico] antes de dividirse. Manuel siguió el rastro hasta el río Mimbres, donde inesperadamente se encontró con Mangas Coloradas, que estaba visitando un campamento chihenne, hablando con él y con Pisago Cabezón, quien recientemente había dejado Janos para conferenciar con Mangas Coloradas, quien dijo que ahora deseaba la paz para su banda de bedonkohes y chihennes que estaban viviendo en las Mogollon Mountains. Según Manuel, sus intenciones eran sinceras.

* Del 27 de noviembre al 25 de diciembre de 1843, Cochise, Reyes y Ponce están en Corralitos ([municipio de Casas Grandes, Chihuahua]. También estaban allí Collotura [Coyuntura] y Juan, ambos casados y hermanos de Cochise).

* En diciembre de 1843, el capitán Teodoro Aros, comandante del presidio de Fronteras (Sonora) es informado de que el pueblo de Cuquiárachi había sido atacado por apaches. (Aros acude con 30 hombres, pero cuando llegaron, los asaltantes ya se habían ido llevándose cautivo a un muchacho. Los habitantes del pueblo dijeron haber reconocido a varios de los apaches que residían en Janos [Chihuahua]).

1844

* El 27 de enero de 1844, Mangas Coloradas lidera un grupo de guerreros que entra en Sonora desde New Mexico. (La partida se componía de chokonen, bedonkohes y unos chihennes del grupo de Itán. Los jefes chokonen Esquinaline, Teboquita y Delgado [no confundir con el líder chihenne Delgadito] estaban entre ellos. El 4 de febrero, unos 200 chiricahuas atacaron Oputo, un viejo asentamiento ópata, a uno 24 km al norte de Huásabas, matando a cinco hombres y a dos mujeres. Se llevaron a varias mujeres cautivas.

El 7 de febrero, atacaron los corrales del presidio de Fronteras [Sonora] hiriendo de gravedad al sargento de guardia y a dos soldados, y llevándose a dos niños y más de 200 caballos y mulas. El capitán Teodoro López de Aros les persiguió con una fuerza compuesta de 10 soldados y 30 civiles, todos a pie para intentar dar con los animales robados, esfuerzo que resultó infructuoso, aunque logró encontrar a los apaches con los que consiguió dialogar y, sorprendentemente después de 6 horas de negociaciones, logró convencerles de que liberasen a los dos muchachos que habían apresado, probablemente a cambio de tabaco y pinole. López de Aros estimó que los apaches eran 500, indudablemente una exageración, pudiendo identificar a Mangas Coloradas, y a los líderes chokonen Esquinaline, Teboquita y Delgado. 

Después Mangas Coloradas se dirigió a Batepito [Sonora] donde la partida se separó. Los bedonkohes bajo Mangas Coloradas y Teboca, con unos pocos chihennes bajo el mando de Itán se dirigieron a las Burro Mountains [Grant County, New Mexico], mientras los chokonen bajo Yrigollen, Reyes y Tapilá permanecieron cerca de Batepito, donde celebraron otra conferencia con un destacamento de soldados de Sonora.   

* En enero y febrero de 1844, decae el establecimiento de paz de Janos (Chihuahua), aunque otros apaches todavía residen en otros establecimientos. (Mientras en diciembre anterior había unos 700 chiricahuas, a finales de enero solo había un centenar. La mayoría se había ido a causa de la viruela. Otros se fueron en respuesta a la llamada de Mangas Coloradas, quien había dejado New Mexico para preparar unas incursiones contra Sonora, por lo que a partir del 1 de febrero, la mayoría de los apaches dejaron de presentarse a solicitar sus raciones. 

Ante ello, el capitán Madrigal envió, el 2 de febrero, al teniente Sánchez Vergara, en compañía del apache Charago, a buscar a Manuel [Manuelito] para indagar el motivo. Encontró una ranchería chokonen en la Sierra del Pajarito [municipio de Buenaventura, Chihuahua] al oeste de la carretera entre Ramos y Casas Grandes. Los apaches impidieron a Sánchez Vergara entrar en la ranchería, diciéndole que se retirase unos 30 metros. Pronto apareció Reyes, manteniendo la distancia, diciendo que los apaches temían a la viruela; estando convencidos de que los mexicanos habían contaminado sus raciones deliberadamente. A pesar de la presión de otros apaches para romper el tratado, Reyes dijo que su ranchería seguía siendo pacífica y leal. A las 17:00 horas, Reyes le dijo a Sánchez Vergara que esperara mientras él iba a buscar a Manuel; Sánchez Vergara esperó hasta las 15:00 horas del día siguiente y luego se fue. Vergara no sabía que los 22 hombres de la ranchería de Reyes estaban listos para ir a Sonora y unirse a otros chiricahuas mandados por Mangas Coloradas.

De hecho, la banda de Reyes había estado incursionando en Sonora, donde con otros grupos chokonen habían matado el anterior diciembre, a un hombre y herido a otros, cerca de Oputo, que junto a Fronteras, sería el objetivo de casi todas las partidas de guerra chiricahua en 1844.

El 16 de febrero, el apache Selgas llegó a Janos preguntando por Nagué, informando que muchos apaches estaban juntos en las montañas de Mogollón [Mogollon Mountains, Grant & Catron Counties, New Mexico], invitando a Manuel a unirse a ellos, ya que su hijo estaba con ellos. Dos días más tarde, Manuel notificó a los mexicanos que los apaches de Janos le había estado alentando para que se rebelara. Al mismo tiempo, los robos en los alrededores de Janos aumentaron y los apaches que allí vivían pensaron que iba a haber un levantamiento general. 

La viruela afectó a varios apaches de Janos [la magnitud de la epidemia es incierta, aunque parece que el 20 de febrero solo había cinco apaches afectados y solo tres habían fallecido, dos de ellos Chinaca y Chato Pisago, un hijo de Pisago Cabezón], lo que hizo que la población apache disminuyera de 300 o 500 a menos de 50. Los apaches temían mucho a esa enfermedad, acusando a los mexicanos de infectarles a propósito. La mayoría de los apaches se fueron a las montañas del nordeste de Sonora.

A partir del 5 de marzo, solo un puñado de apaches aparecía en las listas de racionamiento, Nagué, Maguirreyco, Chango y Chato con algunas mujeres y niños.

Ese mismo 5 de marzo, a las 08:00 horas, un gran número de chiricahuas [eran los chokonen de Yrigollen, Reyes y Tapilá] emboscaron a varios ciudadanos de Fronteras mientras cultivaban sus campos, a solo 275 metros del cuerpo de guardia, matando a un hombre e hiriendo gravemente a otro. El capitán Teodoro López de Aros salió detrás tras ellos, con 29 hombres a pie [los apaches habían robado todas las monturas en el ataque del 7 de febrero]. Alcanzaron a los apaches porque se habían parapetado para esperarles en las colinas al este del presidio. Durante cinco horas, ambos bandos intercambiaron insultos y disparos, hasta que un tirador apache alcanzó al capitán en una oreja, haciendo que los mexicanos se retirasen. El capitán relató que había tenido un muerto y dos heridos, no mencionando ninguna baja apache, pero informes posteriores decían que sus soldados habían herido a Yrigollen y a Posito Moraga.

A finales del mes de marzo, incursionaron por Moctezuma, Bacerac y Bavispe [Sonora]. En Moctezuma, el odio que tenían por los sonorenses surgió cuando declararon que “los apaches sabían cómo luchar mientras los sonorenses iban solo a matar mujeres y niños”.

Poco después, la banda de Tapilá se dirigió a Bacerac, donde mataron al vecino Antonio Pisano, llevándose algunos caballos, mulas y reses. Después atacaron Bavispe, donde un apache exclamó que los sonorenses “eran todos malvados, pero nosotros [los apaches] robamos y matamos en Sonora cada vez que nos da la gana”. A veces los apaches mataban a sus cautivos, pero según el estado de ánimo en que se encontraban se conformaban con un simple rescate pagado con aguardiente, como fue el caso de José María Rojas, a quien los apaches hicieron prisionero y que el Mayordomo del Bavispe liberó mediante la entrega de cierta cantidad de esta bebida.

En represalia, el capitán Eusebio Samaniego movilizó 70 hombres de la Guardia Nacional de Bacadehuachi y Bacerac. Samaniego era un duro adversario para los chiricahuas, al que llamaban “Chato”.  Samaniego siguió el rastro de los apaches hasta la Sierra de Carcay [municipio de Janos, Chihuahua], donde hallaron una pequeña ranchería de cuatro apaches desollando reses robadas. Los mexicanos mataron a Collantes, e hirieron a otros tres apaches que huyeron a Janos. Sus familias fueron apresadas, tres mujeres, dos niños y un adolescente, quienes declararon que Tapilá [chokonen], Ronquillo y otros habían pasado por allí con ganado robado hacia sus rancherías que estaban al otro lado de Janos y que ellos habían participado recibiendo las reses que estaban desollando en el momento en que los soldados les atacaron. Los cautivos fueron enviados a Fronteras [Sonora], desde donde los ciudadanos volvieron a protestar por la actuación de los habitantes de Janos, Galeana, Corralitos y otros pueblos de Chihuahua, a donde los apaches acudían para vender el botín que obtenían en Sonora. Este botín incluía no solamente ganado, sino ropa, aperos y alhajas. Samaniego justificaría su acción en Chihuahua porque sus exploradores habían encontrado el rastro fresco de los apaches hostiles.

Las escaramuzas de los apaches con paisanos y milicianos mexicanos eran constantes y ambas partes sufrieron bajas, aunque la economía y la sociedad de Sonora eran las que llevaban la peor parte, a tenor de las repetidas denuncias realizadas por diversos vecinos y oficiales. Los relatos citan a personajes, muchos de los cuales únicamente aparecen en la historia en el momento de su violenta muerte: “En esta época se ha formado una cadena no interrumpida de robos y muertes que han sufrido estos mismos Pueblos y los de todo el partido: que en las inmediaciones de Bavispe dieron muerte los Apaches Yaqui, Cojo Americano y otros a Marcelino Grijalba llevándose a Don Juan Bustamante…”.

* El 6 de marzo de 1844, los jefes Pisago Cabezón, Mangas Coloradas, Itán, Teboca y El Negro se encuentran en las Burro Mountains (Grant County, New Mexico) preparando una incursión por Sonora. (Este Estado tenía una próspera ganadería que atraía a los chiricahuas como la miel a las moscas y Mangas Coloradas y el resto de jefes se dedicaron a realizar devastadoras incursiones llevándose todo el botín que podían, que luego vendían en Janos [Chihuahua] a traficantes mexicanos y estadounidenses.

En abril, unos 300 chiricahuas incursionaron por Sonora, liderados por Mangas Coloradas y Teboca [bedonkohes]; Cuchillo Negro [chihenne]; Chepillo, Esquinaline, Reyes, Posito Moraga, Miguel Narbona, Pisago Cabezón [probablemente su última incursión]; e Yrigollen [chokonen]; y Soquilla [nednai]. Sus principales objetivos eran los pequeños pueblos a lo largo de la orilla sur del río Bavispe, poniendo en riesgo todo el nordeste de Sonora. Atacaron el distrito de Sahuaripa, matando al menos 19 hombres, mujeres y niños. Regresaron al norte siguiendo el río Bavispe, y el 26 de abril, en Oputo, emboscaron y mataron a tres hombres, llevándose varios caballos, mulas y burros. Los chiricahuas asediaron el pueblo de Oputo durante varios días, pero los habitantes hicieron sonar unos tambores y los apaches, creyendo que se trataba de un nutrido destacamento militar, no se atrevieron a atacar y se limitaron a destruir los cultivos.

Poco después, los chiricahuas se toparon con un destacamento de soldados de Sonora, entablándose un duro combate, en el que resultaron muertos ocho apaches y heridos otros tres. Los apaches admitirían más tarde haber tenido seis muertos. Los mexicanos dijeron que uno de ellos había sido Cuchillo Negro [Un vecino de una hacienda de Casas Grandes [Chihuahua] se encontró con un grupo de mujeres apaches llorando la muerte de sus maridos. Al preguntarles por lo sucedido dijeron que, al regresar a su campamento, una partida de guerreros apaches había caído en una emboscada tendida por los mexicanos en la Sierra de Oputo, muriendo siete apaches, incluyendo el destacado jefe Cuchillo Negro. Esta afirmación de las mujeres apaches era errónea. Cuchillo Negro apareció en varios sucesos posteriores a 1844 y fallecería en mayo de 1857 durante la campaña del coronel estadounidense, Benjamin Louis Eulalie de Bonneville. Cabe la posibilidad de que Cuchillo Negro fuera herido, o bien se tratara de otro apache].

De Oputo los chiricahuas fueron al pueblo de Cuquiárachi, donde a las 08:00 horas del 28 de abril lo ocuparon sin poder hacer nada sus habitantes. Los apaches cabalgaron por las calles hasta llegar a la plaza situada en el centro de la población. Mataron o hirieron a varias personas, y capturaron a otras “a punta de lanza”. Durante las siguientes tres horas, los apaches mantuvieron un constante fuego hasta que ofrecieron liberar a tres de los niños que habían capturado. En la conversación que siguió estaban Mangas Coloradas, Pisago Cabezón, Yrigollen y Esquinaline, bien conocidos por los oficiales de Cuquiárachi.

Después de devolver a sus prisioneros, los apaches se dirigieron a Fronteras, donde mataron a siete personas más antes de dividirse. Mangas Coloradas y Pisago Cabezón partieron para Arizona y New Mexico; los nednais de Soquilla y algunos chokonen volvieron a Janos y a Corralitos [los dos en Chihuahua]. Uno de los muertos mexicanos, residente en Cuquiárachi, era un empleado del coronel Antonio Narbona, quien vengaría ese ataque en los meses siguientes.

Según el comandante de Janos [Chihuahua], Mariano Rodríguez Rey, a principios de julio, Mangas Coloradas estaba de vuelta en las Burro [Grant County, New Mexico] y Mogollon Mountains [Grant & Catron Counties, New Mexico] para recolectar mescal, piñones y bellotasLos chihennes solían recolectar en varios lugares, desde el extremo sudoccidental de New Mexico, en las Animas Mountains [Hidalgo County, New Mexico]; pasando por las Little & Big Hatchet Mountains [Hidalgo & Grant Counties, New Mexico]; hasta las Black Mountains [Catron County, New Mexico]. Mangas Coloradas tenía dos sitios favoritos para recoger mescal: el primero, un lugar llamado por los apaches “Nadazai” [que significa “mescal extendido hacia arriba”] situado entre los cañones y arroyos del Whitewater Baldy, en las Mogollon Mountains; el segundo y, probablemente, el más preferido, “Tceguna” [que significa “cañón que se extiende”], el cual engloba el valle entre las Mogollon Mountains y el territorio de Pinos Altos [Grant County, New Mexico]. Toda esta gran zona ha sido llamada algunas veces Mangas Springs. Además de recolectar, Mangas Coloradas estaba preparando otra incursión por Sonora.

Salió con sus hombres de uno de esos dos lugares, y se adentró en territorio chokonen, la ruta de la mayoría de sus incursiones hacia Sonora. En esta expedición también participaron miembros de las cuatro bandas chiricahuas. Desgraciadamente, los datos son desconocidos porque no hubo blancos que pudieran contar lo que ocurrió, y no nos han llegado testimonios desde el lado apache. Sin embargo, parece que esta incursión tuvo éxito.

A finales de julio, un gran grupo de apaches, probablemente liderados por Mangas Coloradas, eliminó a un destacamento de 29 hombres mandados por el alférez Manuel Villa, cerca de Santa Cruz [Sonora]. Villa y sus hombres no se dieron cuenta de que cabalgaban hacia una bien planeada emboscada porque los apaches le mataron a él y a sus 28 hombres, uno a uno. Hay una única circunstancial evidencia de la participación de Mangas Coloradas en este enfrentamiento. Él había sido reconocido por los mexicanos en sus anteriores campañas, pero en esta no hubo supervivientes para contarlo. Pero solo Mangas Coloradas podría haber reunido tal número de guerreros. La localización y características del enfrentamiento, y el hecho de que el coronel José María Elías González encontrara, poco después, partes del botín de esa victoria en las rancherías chiricahuas cerca de Janos, apuntan a una participación de estos, y solo Mangas Coloradas podía liderarlos).

* El 16 de agosto de 1844, sale de Fronteras (Sonora) un destacamento al mando del coronel José María Elías González en dirección a Chihuahua buscando rancherías apaches. (El 20 de agosto, alcanzaron la Hacienda Carretas [municipio de Bavispe, Sonora], el último asentamiento en Sonora, situado a pocos kilómetros del límite con Chihuahua. Elías envió una carta al comandante de Janos [Chihuahua], el capitán Mariano Rodríguez Rey, explicándole por qué cruzaba el límite del Estado. Empezó su carta declarando: “Encargado por el comandante general del Departamento de Sonora para dirigir las operaciones de la campaña contra los indios salvajes que lo están echando todo a perder, y convencido por la evidencia de que los pacíficos indios que vivían allí [donde está Vd.] son los mismos que en el presidio de Santa Cruz mataron al subteniente Manuel Villa, junto a 28 que estaban con él, incluyendo al padre Alday; y también los mismos que dos veces habían robado los caballos de Fronteras; y los mismos que habían atacado dos veces el mismo presidio; y los mismos que asaltaron la indefensa población de Cuquiárachi, donde mataron a varias personas; y los mismos que recientemente mataron a dos personas en Tetuachic Canyon, fanfarroneando en el mismo lugar de que uno, era el coronel Narbona [es un error, el coronel Antonio Narbona murió a manos de los apaches cuando estos asaltaron su casa en Cuquiárachi el 23 de diciembre de 1848] … y los mismos que los últimos días robaron los carros y animales de Cesáreo Corella que llevaba a Bavispe; y en resumen, aquellos que causaron a Sonora todo tipo de daño que se pueda imaginar… me veo obligado por la urgente necesidad de cruzar el límite del Departamento de Chihuahua para castigarles donde pueda encontrarles”.

Mientras escribía esta carta, avisó a Rodríguez de antemano. En realidad desconfiaba de la gente y de los militares de Janos, asegurándose de que la carta no fuese entregada hasta después de haber atacado los campamentos chiricahuas. Elías finalizó el mensaje: “Pero para que en ningún momento se piense que la autoridad de su Departamento está siendo ignorada, tengo el honor de darle esta noticia por adelantado. Confío en que se mantendrá el debido secreto y que, en vez de proteger a los indios por un análisis erróneo de la situación, Vd. se pondrá del lado de la justicia y de Sonora. Quiero aprovechar esta oportunidad para transmitirle mi estima y consideración”.

Cuando Elías entró en Chihuahua, dividió su fuerza. Una parte, dirigida por él mismo, se dirigió al sudeste, hacia Corralitos [municipio de Casas Grandes, Chihuahua]; mientras el otro mandado por el coronel Narbona fue al norte, hacia Janos. A últimas horas de la noche del 22 de agosto, el destacamento de unos 300 hombres de Narbona rodeó Janos, no enterándose nadie de su llegada hasta que un centinela del presidio escuchó ruidos provenientes del cercano campamento apache. Según el capitán Rodríguez Rey, comandante de Janos, la fuerza de Narbona actuó con “gran sigilo, no realizando ningún disparo, atacando con bayonetas para evitar hacer ruido”. Llegaron hasta el campamento de José Mentira, un viejo líder nednai que trabajaba de explorador para los mexicanos de Janos. Los sonorenses mataron a dos hombres, nueve mujeres y cinco niños, además de capturar a otros cinco, incluido a José Mentira.

Al amanecer del día 23, Rodríguez vio una escena espeluznante, entregándole un vecino la carta de Elías, escrita tres días antes. La unidad de Elías se había dirigido hacia Ramos, Casas Grandes, Corralitos y Barranco [todos en el municipio de Casas Grandes, Chihuahua] con el propósito de atacar a los apaches que encontraran allí. Ese mismo día Narbona se unió a Elías convergiendo contra varias rancherías cerca de Corralitos, destruyendo las rancherías del líder chokonen Manuel [Manuelito] y del nednai Soquilla. Las mayores pérdidas ocurrieron en estas rancherías. En total mataron unos 65 chiricahuas más, la mayoría mujeres y niños, y capturaron otros 25. Sumando los dos ataques, los sonorenses mataron a unos 80 apaches, capturaron a 30, y recuperaron una gran cantidad de evidencias que conectaban estas rancherías con las depredaciones en Sonora. Entre ellas recuperaron dos mosquetes que pertenecían a los soldados de Villa muertos, a finales de julio, en la emboscada de Santa Cruz. La mayor parte de los supervivientes huyeron a Arizona y New Mexico. Poco después, cuando los sonorenses llevaban a José Mentira, de Janos a Bavispe [Sonora], lo mataron.

Según Ralph A. Smith, autor del libro “The Scalp Hunter in the Borderlands 1835-1850”, indica que algunos de los niños apaches muertos, lo fueron “… golpeándolos contra las rocas”. Según John Bourke, en su libro “On the Border With Crook”, a veces también los apaches mataban así a niños mexicanos cautivos a una edad determinada en la que no podían sobrevivir por sí solos. 

El Estado de Chihuahua denunció el juego sucio de Sonora. Desde Janos, el capitán Rodríguez Rey protestó de que Elías González no había recibido permiso para cruzar a Chihuahua, señalando que Elías había entregado su carta, después de que su destacamento hubiera llevado a cabo sus planes. Pero Rodríguez decidió no pleitear con Elías, ya que no tendría sentido y no lograría más que convertirse en la diana de un insulto tras otro. La prensa de Chihuahua emitió una mordaz crítica por la invasión sin precedentes de Elías González. El gobierno federal en Ciudad de México pidió una respuesta a las demandas de Chihuahua sobre ese ataque, pero, al final, no le censuró por matar indios, especialmente apaches).

* En agosto de 1844, Mangas Coloradas y su gente están cerca del río Gila (sur de Arizona y New Mexico), donde comerciantes estadounidenses le proporcionan armas y municiones a cambio de caballos y mulas.

* El 9 de octubre de 1844, el jefe apache lipán Ramón Castro firma el tratado de Tehuacama Creek con la República de Texas.

* En octubre de 1844, la banda del chokonen Yrigollen incursiona a lo largo del río Bavispe, atacando Bavispe, Huasabas, Oputo y Moctezuma (todos en Sonora), matando a cinco hombres y capturando a una persona. (En un largo informe fechado el 3 de octubre de 1844, el comandante de Fronteras [Sonora] coronel Antonio Narbona, verificó que los apaches acampados en el vecindario de Janos incursionaban constantemente por el Estado de Sonora, yendo a Chihuahua a vender su botín. La zona de Moctezuma y Saguaripa sufrió especialmente a manos de los chiricahuas; aparentemente los coyoteros [White Mountain] no estaban implicados en la mayoría de las incursiones. El segundo jefe de la comandancia, José María Elías González, informó que habiendo sido atacadas algunas rancherías apaches se lograron recuperar dos yeguas del campamento de Soquilla que habían sido robadas de la caballada de Fronteras en febrero y otras dos en la ranchería de Manuel [Manuelito]. Asimismo, los soldados se hicieron con la montura del vecino Gabriel Escalante que los apaches habían matado en el mes de febrero. Narbona halló en Barranco una partida de reses y bueyes que un día antes los apaches habían vendido a Robert McNight. Por su parte, el vecino de Fronteras, José Argüelles, informó que en el departamento de Janos [Chihuahua] había hallado bienes pertenecientes a vecinos que habían resultado muertos por los apaches, incluyendo a niños raptados y ganado procedente de las haciendas de Sonora. En testimonio prestado ante el juez de paz Desiderio Escalante, Argüelles declaró que estando en Janos pudo hablar con varios de los apaches que habían realizado incursiones en Sonora y que andaban libremente por dicho Estado, incluyendo a un chokonen llamado Chino [hermano de Posito Moraga] que afirmó que él y su hermano Poquito fueron los que dieron muerte al vecino Julio Quijada. Asimismo, dijo que Yrigollen era el jefe que mandaba las partidas responsables de las muertes de varios soldados en Sonora y que el apache le había dicho que él mismo había dado muerte al vecino Ramón Estrada. Había otros testimonios visuales que identificaron a los jefes apaches más destacados como Yrigollen, Tapilá [chokonen], Delgado y Reyes. También citaron a Mangas Coloradas, Teboca y Casimiro.

En la misma época una partida de apaches dio muerte a un arriero, llevándose cautivo a otro junto con las mulas de algunos vecinos de Las Granadas, quienes acudieron al pueblo de Oputo [Sonora] a pedir auxilio. Siguieron el rastro de los atacantes hasta el Puerto de Maroni y allí fueron sorprendidos por los apaches que dieron muerte a siete de los mexicanos. Luego los apaches se lanzaron contra Oputo y mataron a dos hombres y sus familias, llevándose dos cautivos. Después asaltaron el paraje de Guepari apropiándose de más de 20 mulas y cierta cantidad de prendas de vestir.

Manuel Sierra y José Faxaron, que viajaban hacia Bacodeguachi, fueron atacados y les robaron sus jacas y una mula de carga con diversos efectos personales, incluyendo más de 200 pesos en dinero. Tuvieron suerte de sobrevivir y poder contar su experiencia; identificaron a Negrito como uno de los atacantes. Aunque el hombre que fue señalado como la cabeza visible en la mayoría de estas incursiones fue Mangas Coloradas. Por otra parte, las voces de protesta de los sonorenses unánimemente acusaron a los pueblos de Janos, Corralitos, Casas Grandes y Valle de San Buenaventura [todos en Chihuahua] como los lugares donde los apaches vendían su botín a cambio de aguardiente, armas de fuego y municiones. Pruebas no faltaban porque ganaderos sonorenses como Juan Sala, Luís García y Serario Bustamante acudieron a dichos pueblos para pagar rescate por su propio ganado. Otro punto predilecto de los apaches para comerciar era Santa Rita del Cobre en Nuevo México).

* El 24 de noviembre de 1844, un destacamento de unos 100 hombres, bajo el mando del teniente coronel Francisco Narbona, persigue a una banda apache que estaba incursionando por el nordeste de Sonora. (Fueron al norte de la Sierra de Enmedio [municipio de Janos, Chihuahua] y luego hacia Janos [Chihuahua]. A unos 6 km de distancia de El Picacho [municipio de Namiquipa, Chihuahua] capturaron al apache Negisle, uno de los pocos apaches que quedaban en Janos en ese momento. Con permiso del capitán Mariano Rodríguez Rey, comandante de Janos, se había trasladado a El Picacho con su familia, dos semanas antes, para cosechar mescal. En su poder tenía un caballo que los apaches habían robado en Sonora. La detención enfureció a Rodríguez, exigiendo el regreso de Negisle, insistiendo que era inocente de toda culpa y que había vivido en Janos durante mucho tiempo y que ahora era un hombre muy viejo “que apenas podía caminar”. Solo porque Negisle tuviera un caballo robado en su poder no significaba que lo hubiera robado en Sonora. Se lo podría haber dado, o vendido, otro apache.

Rodríguez sugirió sarcásticamente que, en lugar de capturar a Negisle, mejor sería que las tropas de Sonora fueran a las montañas de Álamo Hueco [Alamo Hueco Mountains, Hidalgo County, New Mexico] donde sin duda habría rancherías hostiles. Convencido por Rodríguez, Narbona liberó a Negisle antes de partir, un día después de su llegada. Mientras, Mangas Coloradas estaba en Santa Lucia Springs [después llamado San Vicente de la Cienega; y finalmente Silver City, Grant County, New Mexico], y en el río Gila, al sur de las Mogollon Mountains [Grant & Catron Counties, New Mexico]).

1845

* En marzo de 1845, informes de la jurisdicción de Janos (Chihuahua) indica que los apaches Reyes y Torres aún no han roto el tratado de paz con ese presidio. (El 13 de abril, tras un robo cometido por los apaches, se ofrecieron a entregar a los culpables [Ataderas, hijo de Dos Días, y Carmeno] a los mexicanos).

* A finales de abril de 1845, Legisle, el único apache aún residente en Janos (Chihuahua) va a los campamentos chiricahuas para buscar a su hija, que se había ido a vivir con los hostiles. (Los jefes le dijeron que ellos se consideraban en paz con Chihuahua, y que estaban considerando la posibilidad de solicitar un acuerdo de paz con Sonora. Probablemente, estos jefes eran chokonen, ya que estos habían establecido una gran ranchería en la Sierra de Las Espuelas [municipio de Agua Prieta, Sonora]. El lugar donde estaban acampados era llamado por los chiricahuas Tsel-ja-si-kaat, que significa grupo de rocas marrones).

* El 8 de mayo de 1845, un pequeño grupo de chokonen se lleva 117 reses de Corralitos ([municipio de Nuevo Casas Grandes, Chihuahua]. El 17 de mayo, en el pueblo de Namiquipa [Chihuahua] robaron nueve caballos y mulas. Quince días después volvieron y se llevaron 16 bueyes; y cinco días más tarde rompieron la valla del corral de la mina El Barranco, cercana a Corralitos, llevándose las 23 mulas que había. El alférez José Baltasar Padilla salió de Janos [Chihuahua] el 29 de mayo en su persecución con un sargento, un cabo, el corneta, 24 soldados, y un civil.

Llegaron esa tarde a la mina El Barranco, saliendo con las primeras luces del día siguiente, añadiendo a su grupo 52 personas de la mina El Barranco, y siete más de Corralitos. Siguieron el rastro hacia el noroeste, 48 km más allá de Ramos, donde descansaron hasta las 04:00 de la madrugada. Siguieron el rastro pasando por el oeste de Janos hacia el noroeste, recorriendo otros 80 km.

El 1 de junio llegaron a las estribaciones de la Sierra de Las Espuelas [municipio de Agua Prieta, Sonora], donde descubrieron una gran ranchería chokonen de unas 100 familias, probablemente de unos 500 a 600 individuos en total. Durante los  siguientes dos días, los apaches y los mexicanos tuvieron una serie de escaramuzas. Padilla declaró que sus hombres habían matado a 14 apaches, y herido a muchos otros; capturando también a una mujer y a un niño, y recuperando ocho caballos. Los apaches mataron a cuatro soldados e hirieron a cuatro más, y a cinco de los civiles que iban con ellos. En el fragor de los enfrentamientos, los hombres de Padilla perdieron 12 caballos y cuatro de los recién suministrados rifles Baker. Posiblemente Cochise estuvo presente. Después del enfrentamiento, los chokonen se dispersaron, y se reagruparon en las Chiricahua Mountains [Cochise County, Arizona].

Sobre el 28 de junio, sus líderes Manuel [Manuelito], Matías, Nagué e Yrigollen enviaron a tres mujeres a Janos solicitando una tregua, que tuvo como consecuencia un cese de las hostilidades [9 días antes habían matado a cuatro mexicanos en una mina de plata de Corralitos]. Chihuahua, esperando firmar otro tratado, envió a territorio bedonkohe y chihenne en Nuevo México, al teniente Antonio Sánchez Vergara, para averiguar las intenciones de los chiricahuas. Sánchez informó que estos se habían trasladado a las Mogollon Mountains [Grant & Catron Counties, New Mexico], siendo su jefe José María, más conocido como Ponce. Sánchez hubiese mencionado a Mangas Coloradas si este hubiese estado con él. Según la información que Sánchez recopiló, los bedonkohes y chihennes habían cometido varias depredaciones cerca de Doña Ana [Doña Ana County, New Mexico] y en El Paso del Norte [Ciudad Juárez, Chihuahua]; y que ellos habían enviado a algunos grupos a incursionar en Chihuahua, por lo que recomendó al gobierno de ese Estado que organizara una campaña contra los chiricahuas instalados en las Mogollon Mountains.

En junio, los apaches se presentaban en los alrededores de Janos casi a diario en grupos de cuatro a 15 guerreros. Matías había sido importante en Sonora desde 1832. Nagué había vivido en Janos desde 1812, pero se le conoció como jefe solo en 1843 o 1844, cuando desapareció de la historia. Yrigollen, viviendo frecuentemente en Sonora, estuvo en Janos desde marzo 1843 hasta enero de 1844, siguiendo siendo un líder relevante en la década de 1850. En julio, al menos, cinco mexicanos murieron en choques con los apaches, y los mexicanos temieron un aumento de los enfrentamientos. Durante el mes de julio, los apaches penetraron en la Hacienda de Santa Clara y dos veces más en el pueblo de Namiquipa [Chihuahua] en donde se llevaron 14 cabezas de ganado y mataron a una persona. Los días 11, 12, 13 y 23 de agosto, asaltaron el pueblo de Namiquipa del que se llevaron una parte de las cosechas, 26 bestias y mataron a un hombre. El 9 de septiembre volvieron a Namiquipa y se apropiaron de tres caballos y acabaron con la vida de tres hombres más. El 5 de octubre, en el mismo lugar, se hicieron con seis animales, probablemente cabras. El 27, 29 y 30 del mismo mes asaltaron una vez más Namiquip llevándose dos bestias. Ante ello, los militares de Janos planearon una expedición punitiva al río Gila.

El jefe José Chato [probablemente el Chato de los días de Santa Rita del Cobre {Santa Rita, Grant County, New Mexico}] estaba en paz en Namiquipa [Chihuahua]. Cuando los mexicanos mataron allí a cuatro apaches, entre ellos su hermano y un sobrino, exigió que los culpables le fueran entregados para hacer la justicia apache. Los mexicanos se negaron, recorriendo Chato y sus parientes, un camino de venganza durante muchos meses).

* En agosto de 1845, se presenta en Tucson (Pima County, Arizona) una joven mujer Pinal apache que al ser interrogada afirma que se había fugado de su hogar por desavenencias con su marido. (También informa al capitán Antonio Comadurán, comandante del presidio de Tucson, que los Apaches Pinal están ocupados en sus campos realizando la cosecha de maíz y calabazas, quizá con la intención de hacerle creer que no debían temer un ataque. Pero Comadurán, que era un veterano oficial con amplia experiencia en el trato con los nativos, duda de la veracidad de la información proporcionada por la joven apache y ordena su detención. En la zona de Tucson, nueve años después del tratado de paz de 1836, las relaciones de los Apaches Pinal con los mexicanos habían degenerado en franca hostilidad, dedicándose a hostigar a los pobladores hispanos, así como a sus enemigos, los pimas y pápagos. El terreno del ecosistema del desierto de Sonora consiste en una amplia variedad de vegetación que incluye arbustos quenopodiáceos, ocotillo, yuca, mesquite y cactus saguaro y ofrecía una excelente cobertura para que los apaches pudiesen moverse libremente y tender emboscadas a los viajeros solitarios o incluso a grupos de varias personas. No obstante, parece ser que sentían necesidad de averiguar la condición de las defensas del presidio y el número de soldados disponibles en Tucson).

* El 29 de agosto de 1845, civiles de Sonora atacan una ranchería apache en El Torreón ([municipio de Galeana, Chihuahua]. Sorprendieron a 14 apaches, matando a 11 y capturando a los otros tres. Poco después, a comienzos de otoño, el alférez José Baltasar Padilla lideraba una patrulla que capturaba a un guerrero apache en la Sierra de Enmedio [municipio de Janos, Chihuahua] que había estado con un grupo que se había llevado unos animales robados en Sonora. El guerrero dijo que los asaltantes pertenecían a la ranchería de Itán, que acampaba junto a la de Mangas Coloradas en las Mogollon Mountains [Grant & Catron Counties, New Mexico]; y que habían conseguido abrir un nuevo mercado para comerciar, Socorro [Socorro County, New Mexico], en donde intercambiaban su botín por armas y pólvora. Estas revelaciones llevaron a las autoridades de Santa Fe [Santa Fe County, New Mexico] a realizar una investigación donde varios ciudadanos testificaron sobre las ilícitas actividades que habían visto en Socorro, a donde pronto llegaría varias veces Mangas Coloradas.

Antes de que las autoridades de Chihuahua pudieran seguir el consejo de Sánchez Vergara de organizar una expedición contra los chiricahuas, el nuevo gobernador de Chihuahua, Ángel Trías, y su comandante general, Pedro García Conde, tuvieron que hacer frente a un serio problema en su Estado. Los nednais del grupo local de El Carrizal [municipio de Ahumada, Chihuahua] habían incursionado por la zona noroeste y central del Estado; y los comanches por la zona nororiental; por lo que García Conde prefirió hacer una mala paz que una buena guerra. Sin embargo, con los soldados incapaces de hacer frente a las dos incursiones, las comunidades fronterizas empezaron a organizar su propia milicia local para hacer frente a los apaches. Por añadidura, estas complicaciones llevaron a Chihuahua a considerar el volver a llamar a James Kirker y sus mercenarios, siendo este receptivo a la idea. Esta nueva política de Chihuahua no pareció afectar a Mangas Coloradas, el cual pasó la mayoría del tiempo en las Mogollon y las Burro Mountains [Grant County, New Mexico], donde era muy difícil para los soldados mexicanos causarle algún daño. Pero los nednais y chokonen que vivían en el noroeste de Chihuahua, se encontraban en el camino de los mercenarios de Kirker, cuyo objetivo era exterminar a todos los apaches.

Los mexicanos que sufrían el aumento de ataques apaches en Sonora, enviaron más de 300 soldados a una reunión de apaches [incluyendo las rancherías de Chato, Reyes, Francisquillo [chihenne], Vicente, Cristóbal [chihenne], El Negrito, Maturan, Nicanor, Pegates y Dos Reales] en la Sierra de Terrenate [al noroeste de Encinillas, municipio de Chihuahua, Chihuahua]. La mayoría de ellos eran jefes conocidos, pero tres [Maturan, Nicanor y Pegates] fueron reconocidos como jefes en ese momento; Dos Reales había estado en paz en Corralitos [municipio de Casas Grandes, Chihuahua] desde agosto de 1842 hasta octubre 1843.

Los mexicanos no pudieron entablar una batalla abierta con los apaches, a pesar de que atacaron al grupo durante las negociaciones, capturaron a varios rehenes de una delegación de paz, y mataron al jefe Pegates. Los apaches huyeron y los mexicanos enviaron propuestas de paz a los líderes, incluyendo a Reyes. Luego los mexicanos se retiraron).

* El 13 de septiembre de 1845, una banda apache ataca, a las 09:00 horas de la mañana, Santa Cruz ([municipio de Santa Cruz, Sonora]. Según un testigo, los atacantes iban montados y a pie, sumando unos 300 guerreros. Los apaches, que estuvieron durante seis horas en la localidad, se llevaron todo el ganado, matando a 10 personas y capturando a 13 más, incluido un muchacho de 12 años, Concepción Mejías, quien estuvo cautivo durante dos años hasta que pudo volver a su pueblo. Aunque 300 apaches parecen muchos, sí que serían numerosos, lo que hace indicar que serían chiricahuas aunque hay dudas de si podrían ser Western Apaches).

* El 19 de septiembre de 1845, Luis García, un comandante de la milicia local de Sonora, sale de Bacerac (Sonora) con 90 hombres de las poblaciones de los alrededores. (Pasaron por Bavispe [Sonora] donde alistaron a otros 14 hombres. Durante los siguientes 10 días, patrulló el nordeste de Sonora y el noroeste de Chihuahua, explorando cuidadosamente las Sierras de Las Espuelas [municipio de Agua Prieta, Sonora], y de Enmedio [municipio de Janos, Chihuahua]. Como los negocios de García le habían llevado con frecuencia a Janos y a Casas Grandes [los dos en Chihuahua] era muy conocido y respetado por esos lugares. García solicitó a las autoridades políticas y militares de Casas Grandes discutir con ellos temas relacionados con los apaches. Ahora Chihuahua quería colaborar con Sonora.

El 27 de septiembre, García entró en Casas Grandes para tener una reunión con los políticos locales. Contrató a siete hombres que conocían las montañas para servir como guías. Al día siguiente salió para Galeana [Chihuahua]. Cuando iba de camino, sus guías descubrieron un rastro fresco. Inmediatamente, envió al teniente Laureano May con 18 hombres, incluyendo el guía nativo de Casas Grandes, Antonio Ortiz. En La Angostura [municipio de Galeana, Chihuahua], a unos 48 km al sudeste de Casas Grandes, sorprendieron a un pequeño grupo de apaches, matando a cinco hombres y a seis mujeres, y capturando a un niño de pecho, entregándoselo a un vecino de Galeana. También capturaron a dos hombres que fueron interrogados. Uno de ellos tenía un caballo, aparentemente robado en Sonora. De hecho, un soldado de García dijo que era suyo. Los apaches dijeron que estaban en paz con Galeana.

García preguntó a sus hombres qué hacían con ellos, respondiendo que había que matarlos. García aceptó, pero no sin antes bautizarlos. Después de administrarles el sacramento, los ejecutaron. Antes de morir, uno de los chiricahuas admitió haber estado incursionando por Sonora. No dijo donde, pero quizás fue en la incursión de Santa Cruz, el pasado 13 de septiembre).

* El 29 de noviembre de 1845, el comandante del presidio de Tucson, Antonio Comadurán sale de esta localidad, al mando de un destacamento de 155 hombres, compuesto por 60 soldados de dicho presidio, 23 de Tubac (Santa Cruz County, Arizona), 20 vecinos de Tucson (Pima County, Arizona), 17 pimas de San Xavier del Bac (Pima County, Arizona) y 35 “apaches mansos”, yendo por las orillas de los ríos San Pedro y Gila, realizando un reconocimiento hasta el cañón de Arivaipa (Arizona) y algunos otros puntos logrando dar muerte a seis apaches y herir a otros tres. (Pero al deteriorarse los caballos de los expedicionarios, quedando inservibles, regresan a Tucson el 7 de diciembre).

* Del 13 al 21 de diciembre de 1845, James Kirker y 30 de sus mercenarios se unen al grupo de Manuel de la Riva y José Ponce de León, sumando en total 340 hombres, para cazar apaches.  (Encontraron a un grupo en la Sierra de Terrenate, al noroeste de Encinillas [municipio de Chihuahua, Chihuahua], y en un breve enfrentamiento, mataron a unos pocos antes de que se dispersaran por las montañas).

* El 29 de diciembre de 1845, Texas se integra en los Estados Unidos, comenzando una progresiva hostilidad entre los apaches lipanes y los norteamericanos. (Cuando Cuelgas de Castro murió, su hijo Juan Castro llevó a su pueblo a Laredo [Webb County, Texas], junto al río Grande. En 1855, Estados Unidos instituiría la política de: … buscar y atacar a todas partidas o bandas, cuyas depredaciones se puedan rastrear.

Juan Castro se negó a ubicarse en Fort Griffin [Shackelford County, Texas], sufriendo sus rancherías los ataques de los mexicanos, de los Rangers de Texas, y del ejército de los Estados Unidos).

1846

* El 18 de febrero de 1846, una banda apache liderada por Chato incursiona en Namiquipa ([Chihuahua]. El 20 de febrero, robaron 100 cabezas de ganado y mataron a un hombre y el 20 de marzo, en el puerto del Alamillo, cerca de Las Cruces, los mexicanos mataron a un apache y estos a su vez se llevaron 44 animales. A Namiquipa llegó James Kirker el 4 de marzo, de nuevo al servicio del gobierno de Chihuahua, con sus shawnees y delawares para reclutar tarahumaras e ir a cazar apaches.  El 13 de marzo, con 54 hombres, fue a Chuhuichupa [municipio de Madera, Chihuahua] en la Sierra Madre. El 20 de marzo, descubrieron las rancherías de Chato y Maturan. Al final de la tarde, Kirker atacó matando al apache Gachupín e hiriendo a otros nueve, y arrasando el campamento. Recuperaron 54 animales entre vacas, mulas y bueyes; 300 pieles de antílope y de vaca; frijoles; panes; bridas; calabazas secas; harina; hachas; ollas; azúcar; 30 sillas de montar; dos pistolas; y un montón de chatarra de poco valor, entre otras cosas).

* El 19 de mayo de 1846, más de 200 apaches asedian Janos (Chihuahua) matando a una persona, capturando a dos y llevándose 345 cabezas de ganado. (Los asaltantes no fueron identificados, pero podían pertenecer a rancherías que más tarde hicieron la paz en el noroeste de Chihuahua, especialmente en Galeana. A finales de mayo las rancherías de los jefes Cigarrito [chihenne], Gómez, Ramón y Zozaya estaban juntos en la Sierra de Terrenate [al noroeste de Encinillas, municipio de Chihuahua, Chihuahua], planeando incursiones).

* El 24 de mayo de 1846, una banda apache ataca Fronteras ([Sonora]. Al volver Chihuahua a contratar mercenarios, las tropas, por agravio comparativo, solicitaron recibir recompensas por las cabelleras de los apaches que matasen).

* En mayo y junio de 1846, los chokonen de Reyes, Yrigollen y Carro, y los nednais de Francisco y Láceris (también llamado Pláceres) tienen una serie de reuniones con el alférez Carlos Casares en San Buenaventura ([municipio de Buenaventura, Chihuahua]. Casares era un atípico oficial mexicano, ya que simpatizaba con los apaches. Deseaba olvidar los conflictos del pasado y establecer una paz duradera con ellos, reconociendo que ambos bandos compartían la culpa. Quería acabar con el comercio de ganado que robaban los apaches para intercambiarlo por armas y alcohol. También se negó a darles raciones hasta que los chiricahuas liberaran a todos sus cautivos.

Láceris regresó unos días después, el 12 de junio, con Carro y cinco apaches más. Verificaron la paz con Casares, comandante del presidio de Galeana. Láceris y Carro habían pertenecido al establecimiento de paz de Janos [Chihuahua]. Dos días más tarde, Chato fue a Galeana con su ranchería para tratar la paz, a pesar de que su banda quería vivir en Namiquipa [Chihuahua]. Torres llegó el 22 de junio, y él y Vicente, liberaron a los cautivos que habían capturado recientemente a los mexicanos.

Después Reyes se instaló en Galeana [Chihuahua]. Envió al apache Muchachito para traer a Francisquillo [chihenne] a Galeana, junto a otros apaches que no estaban en paz. Muchachito regresó ese mismo día con Francisquillo y Vicente, junto a cinco hombres, y 22 mujeres y niños. Por otra parte, Chato, Maturá y Láceris estaban en el interior de Chihuahua esperando para conocer los acuerdos).  

* El 8 de junio de 1846, una banda apache ataca el rancho del Sacramento, llevándose todo el ganado del vecino Jesús López, retirándose rumbo a Victorino, perseguidos por los vecinos de Nombre de Dios, Torreón y Encinillas (todos en Chihuahua).

* El 25 de junio de 1846, tropas de Sonora atacan a la banda del chokonen Tapilá. (En julio, las mismas tropas atacaron a la banda de Tito, mientras exploraban la Sierra Pilares de Teras [municipio de Agua Prieta, Sonora]).

* El 26 de junio de 1846, James Kirker, con el beneplácito de José María Irigoyen, gobernador de Chihuahua, sale de la ciudad de Chihuahua con 25 hombres para cazar apaches, preferentemente hostiles, aunque no tenía ningún problema en matar a cualquier apache que cayera en sus manos con tal de cobrar la recompensa de 200 pesos que daban por cada cabellera. (Tras 10 días de marcha, Kirker fue a casa de José de la Riva, subprefecto de Galeana [Chihuahua]. A primeras horas de la mañana del 6 de julio, José Ponce, un ciudadano de esa localidad, llegó a casa del subprefecto con la noticia de que el grupo de Kirker había matado a 18 chiricahuas en San Buenaventura [municipio de Buenaventura, Chihuahua]. Kirker dijo que estaba seguro de que eran los mismos que habían asaltado la Hacienda de Encinillas, siguiéndolos hasta el lugar donde los mataron. 

Sabiendo que los chiricahuas tenían un gran poblado cerca de Galeana, Kirker fue, con algunos ciudadanos de esta población y de Janos, liderados por José María Zuloaga [un habitual socio comercial de los chiricahuas] a matar a tantos apaches como fuera posible. Eran en total 44 hombres.

El 6 de julio, chiricahuas de ambos sexos y de todas las edades, de las bandas de Reyes y de Torres, fueron invitados a asistir a una fiesta en Galeana. Acudieron confiados y desarmados por sentirse protegidos por las negociaciones de paz emprendidas con el comandante del presidio de San Buenaventura, el alférez Carlos Casares. Durante toda la noche, los mexicanos dieron a los apaches tal cantidad de mescal y aguardiente que todos se emborracharon, quedando tendidos en el suelo.

A primeras horas de la mañana del 7 de julio, aparecieron los hombres de Kirker, que ayudados por vecinos de Galeana, mataron a los dormidos chiricahuas, con cuchillos y mazas, indiferentes a la edad y el sexo de sus víctimas. Mataron a 130 chiricahuas, incluyendo a una mujer embarazada que se había refugiado en la iglesia, cuyo feto fue extraído vivo del cuerpo aún palpitante de su madre, siendo sumergido en agua bendita para después ser estampado contra un muro. Luego les arrancaron las cabelleras.

La mayoría de las víctimas eran miembros moderados y pacíficos de la banda chokonen de Yrigollen [quien perdió varios familiares], de Carro, Manuel [Manuelito], Reyes y Torres. La banda nednai, consistente en el grupo local de Janos liderada por Láceris; y de El Carrizal, liderada por Francisquillo, también sufrieron varias pérdidas. Es posible que Cochise estuviera presente. También es posible que falleciera allí el chokonen Pisago Cabezón, puesto que a partir de esa fecha no se tuvo más noticias de él. Hay quien opina que Pisago Cabezón pudo ser el padre de Cochise. Si es así, se comprende el gran odio que este tenía a los mexicanos, al perder en la matanza a varios familiares. Otros, en cambio, creen que el padre de Cochise fue Reyes. Los supervivientes se refugiaron en la ranchería de Baishan, más conocido como Cuchillo Negro, acampado al oeste del Río Grande. Los apaches consideraron este hecho el mayor desastre sufrido por su pueblo, peor incluso que la matanza perpetrada por John Johnson en 1837. La acción de Kirker facilitó la unión de los chiricahuas moderados con los hostiles.

El 10 de julio, James Kirker llegó a la ciudad de Chihuahua con 148 cabelleras como trofeos, atadas a unos palos, recorriendo la localidad en una procesión encabezada por el gobernador, unos sacerdotes, y bandas de música, entre el entusiasmo de la gente. Las cabelleras fueron colgadas en una cuerda en la catedral con una gran celebración.

El informe de Kirker era impreciso, pero sabemos lo que pasó gracias a George Frederick Ruxton, un viajero y escritor inglés que estaba en la ciudad de Chihuahua poco después de ocurrir ese hecho. Lo contó en el libro Adventures in Mexico and the Rocky Mountains. Lo ocurrido fue corroborado por Yrigollen, Mangas Coloradas, y Jason Betzinez.

Yrigollen probablemente estuvo presente, o en las cercanías; Mangas Coloradas estaba preparando una expedición contra Sonora cuando se enteró de lo ocurrido por los supervivientes chokonen y nednais; y Jason Betzinez, primo de Gerónimo, contó lo sucedido en el libro I Fought with Geronimo tal como lo oyó de sus mayores: “… la horrible matanza de nuestras familias…” y “… uno de los conflictos más sangrientos en los que se vieron envueltos los apaches”). 

* A finales de julio de 1846, Mangas Coloradas lidera un grupo que incursiona por el interior de Sonora, pasando por alto algunos de los tradicionales objetivos de los apaches, quizás por carecer de caballos, mulas y ganado. (El 26 de julio, un grupo de cinco personas salió de Batuc [municipio de San Pedro de la Cueva, Sonora], un pequeño pueblo situado en la orilla este del río Moctezuma, a unos 64 km de Moctezuma, con destino a Tepache, a unos 48 km al norte. La ruta durante la primera mitad del trayecto atravesaba cañones y arroyos, con la Sierra Madre al este y al oeste. El grupo llegó a la hacienda La Ranchería [municipio de San Pedro de la Cueva, Sonora], encontrándose con una espeluznante escena.

A primeras horas del día, los apaches habían ocupado el rancho, propiedad de Francisco Blanco, matando al mayordomo, a su mujer, a dos hijos, y a seis vaqueros. Antes de irse, mataron con lanzas a 70 reses, llevándose los caballos y las mulas. Los cinco hombres decidieron irse a Tepache, pero no llegaron. En el camino fueron emboscados por los apaches, falleciendo dos hombres, una mujer, y un niño. Ignacio Salvatierra pudo escapar y llegar a Suaqui [municipio de San Pedro de la Cueva, Sonora], donde contó lo ocurrido.

Al final del día, un grupo de la milicia llegó a Suaqui diciendo que una partida de guerra liderada por Mangas Coloradas les había atacado y matado a su comandante, y a seis hombres más. Mientras, un destacamento de la Guardia Nacional había salido de Batuc para perseguir a los apaches hasta las montañas, atacando su campamento provisional que tenía en ese momento 24 guerreros. Los soldados rescataron a cuatro cautivos, y recuperaron parte del ganado robado. Los cautivos dijeron que Mangas Coloradas estaba por los alrededores, aunque no estaban seguros de si el jefe estaba en el campamento que los soldados habían atacado. Los apaches [bedonkohes y chihennes] regresaron a New Mexico. Probablemente, eran los mismos que, en agosto, atacaron a un grupo de vaqueros que llevaba ganado a Arizpe [Sonora]).

* Cuando en el verano de 1846, el general Stephen Watts Kearny llegó al norte de New Mexico con su “Ejército del Oeste”, prometió que los Estados Unidos pondrían fin a las incursiones de las tribus nativas. (Kearny prometió lo que no podría cumplirse tan fácilmente. Poco tiempo después, siguieron produciéndose incidentes.

Los habitantes mexicanos del norte de Nuevo México se habían acostumbrado a vivir con las periódicas incursiones de los apaches jicarillas y otros nativos. La muerte de un pastor y la pérdida de algunas ovejas era el precio por vivir en el territorio. Además, como los jicarillas acudían a los asentamientos para comerciar, proporcionaban algunos productos básicos que normalmente no estaban disponibles. Este comercio beneficiaba tanto a los jicarillas como a los habitantes del territorio.  

Santiago Boné vivía en la confluencia de los ríos Mora y Sapello, cerca del  actual Watrous [Mora County, New Mexico]. Saludó a Kearny y proporcionó algunas provisiones frescas a sus tropas. En octubre de 1846, mientras buscaba unos caballos que le habían robado, Boné resultó muerto donde el arroyo Dog desemboca en el río Mora, a unos 16 km al este de su casa. Aunque dijeron que los autores eran indios del norte, probablemente eran jicarillas.

El 6 de octubre de 1846, Kearny se encontró con Kit Carson, a unos 16 km al sur de Socorro [Socorro County, New Mexico], quien viajaba con un grupo de 16 hombres de California a Washington con un informe sobre la conquista de California por el destacamento de John C. Frémont. Antes, a unos 16 km de Santa Rita del Cobre [Santa Rita, Grant County, New Mexico], el grupo de Carson se había encontrado con una ranchería apache cerca de la futura Silver City [Grant County, New Mexico]. Probablemente, Mangas Coloradas estaba presente, ya que Kearny se reuniría allí mismo con el jefe apache pocos días después.

Carson dijo que los chihennes estaban algo asustados de vernos. Les dijimos que éramos amigos y que íbamos de camino a New Mexico, y que queríamos comerciar con animales. Ellos parecían amistosos… nos visitaron y empezamos a negociar, consiguiendo nuevas monturas, las cuales nos hacían mucha falta, ya que las nuestras estaban casi todas agotadas.

Carson no sabía que tropas estadounidenses habían ocupado New Mexico hasta que se lo dijeron los chiricahuas. Conocía el territorio porque en 1828 había trabajado como conductor para Robert McKnight [administrador de una mina en Santa Rita del Cobre], pudiendo haber conocido a Mangas Coloradas bajo el nombre de Fuerte. En todo caso, la acogida de los chiricahuas sorprendió gratamente a Carson, … estaban ansiosos de ser amistosos con los estadounidenses, recibiéndonos cordialmente. La posibilidad de una guerra entre México y los Estados Unidos era algo que agradaba enormemente a los chiricahuas.

Kearny envió a Washington a su guía Thomas Fitzpatrick, con el informe de Carson, y este se quedó con el general, ya que conocía mejor esa parte del territorio. Esperando reunirse con los chiricahuas en el río Mimbres, Kearny envió un pequeño destacamento al mando del capitán Henry Turner para comunicarles que los estadounidenses eran amistosos y que no debían alarmarse. Turner no vio a ninguno, encontrando muchas chozas dispersas por la pradera.

El 18 de octubre, Kearny pasó por la abandonada Santa Rita del Cobre, acampando a 3’2 km al oeste. Esa noche, llegó Mangas Coloradas con otro guerrero, conferenciando con Kearny. Era la primera vez que se reunía con soldados estadounidenses. El orden y la disciplina de las tropas le impresionaron. Fijándose en sus armas, tuvo la impresión de que eran mejores combatientes que los mexicanos. Según un testigo, Mangas Coloradas prometió ser fiel y amistoso con todos los estadounidenses. Después de recibir unos pocos regalos de Kearny, Mangas Coloradas prometió traer a miembros de su banda para comerciar con mulas.

Al día siguiente, 19 de octubre, Kearny acampó en el arroyo Santa Lucía [también conocido como Mangas Creek], un afluente del río Gila, que fluye rodeado, a una distancia de entre 16 a 24 km, entre las Big y Little Burro Mountains [Grant County, New Mexico]. Mangas Coloradas envió un mensajero con la promesa de que llegaría a la mañana siguiente con mulas para comerciar. 

A media mañana del 20 de octubre, llegó Mangas Coloradas con unos 30 apaches, prometiendo que los blancos podrán pasar a salvo a través de su territorio, manifestando además su odio a los mexicanos. La perspicacia de los apaches sorprendió a algunos estadounidenses, ya que no respondieron fácilmente a la oferta de agujas, hilo, camisas rojas, y cuchillos a cambio de sus mulas. Así, un sorprendido Turner comentó que ellos demostraron más astucia en el comercio que lo que nosotros esperábamos, utilizando la táctica de pedir más por lo primero que les ofrecías. Sin embargo, los apaches proporcionaron a Kearny unas pocas mulas a cambio de varios objetos.

El capitán Abraham Robinson Johnston mencionó que los tres principales jefes chiricahuas al oeste del Río Grande eran Mangas Coloradas, Cuchillo Negro y Lásada [posiblemente Láceris]. Johnston realizó una buena descripción de los chiricahuas, muchos de los cuales eran miembros del grupo familiar de Mangas Coloradas: Tenían pequeños, pero buenos caballos… iban parcialmente vestidos como los españoles, con anchos taparrabos, con mocasines y polainas hasta las rodillas; llevaban un cuchillo normalmente en el lado derecho; la puntera de sus mocasines estaba doblada hacia arriba; su pelo era largo, y la mayoría lo llevaba sin adornos; algunos tenían sombreros, otros unos fantásticos cascos; tenían algunas armas de fuego, pero la mayoría llevaban lanzas, arco y flechas.

El teniente William Hemsley Emory describió la variada banda de apaches, en la cual pudieron estar presentes, Loco y Victorio: Un gran número de indios se han reunido con nosotros, todos vestidos diferentes y algunos de la forma más fantástica. Predominan la ropa y sillas de montar mexicanas, mostrando donde han conseguido principalmente su vestuario… Varios llevaban hermosos cascos, engalanados con plumas negras, las cuales, con los cortos faldones, cinturones, las piernas al aire y los borceguíes, parecían guerreros de la antigua Grecia. La mayoría llevaba la caja de cartuchos mexicana, consistente en una correa alrededor de la cintura con cilindros para insertar los cartuchos… Sus colinas están cubiertas de abundante hierba que permite mantener sus caballos en buen estado, para poder perseguir con rapidez y retirarte para ponerte a salvo. La ligera y elegante manera con la que ellos montan y desmontan, siempre por el lado derecho, es la admiración de todos. Los niños están sobre caballos desde la infancia.

Antes de que Kearny dejara el territorio chiricahua, un jefe, mirando al general con aparente gran admiración, dijo: Vd. ha tomado New Mexico, y pronto tomará California, vaya y tome Chihuahua, Durango y Sonora. Nosotros le ayudaremos… Los mexicanos son granujas, les odiamos y les mataremos a todos. Evidentemente, Kearny se negó. Se fue en dirección al río Gila, sobrepasó Tucson [Pima County, Arizona] con su guarnición mexicana, y se dirigió a California, mientras los chiricahuas de Mangas Coloradas sembraban maíz en el arroyo Santa Lucía [también conocido como Mangas Creek], un afluente del río Gila.

Cuando Kearny y sus tropas partieron hacia California, fueron sustituidos por los Voluntarios de Missouri e Illinois. Pronto chocaron con los jicarillas. En mayo de 1847, un destacamento persiguió a un grupo de jicarillas que se habían llevado una manada de caballos que pastaban cerca de Wagon Mound [Mora County, New Mexico]. Consiguieron alcanzarles y recuperar algunos caballos mientras los jicarillas huyeron con el resto.

En septiembre de 1847 en Taos [Taos County, New Mexico], el juez Charles H. Beaubien pidió más tropas, informando que los jicarillas “habían estado robando y matando individuos y pequeños grupos durante algún tiempo”. Al mes siguiente, en Taos, los jicarillas robaron más de 100 cabezas de ganado y mataron a tres estadounidenses que trabajaban para un hombre llamado William Tharp. Dos compañías al mando del comandante William Reynolds, del 3º de Voluntarios Montados de Missouri fueron enviadas a Taos. A principios de noviembre, Reynolds y sus hombres partieron en busca de los jicarillas, pero no pudieron encontrarlos y regresaron a Taos debido a una tormenta de nieve.

El 24 de noviembre de 1847, un hombre llamado Isaac McCarty llegó a Santa Fe procedente de Fort Bent [Otero County, Colorado], informando que su tren de carga fue atacado por 50 o 60 nativos, probablemente jicarillas, dos días al norte de Las Vegas [San Miguel County, New Mexico], matando sus conductores a seis de ellos.

A finales de diciembre de 1847, el “Santa Fe Republican” informó que a Francis X. Aubry le robaron todas sus mulas en La Junta [Otero County, Colorado]).

* El 12 de octubre de 1846, una banda apache acude a Namiquipa (Chihuahua) pero un grupo de 143 mexicanos mata a ocho apaches.

* En noviembre de 1846, una partida de guerra chiricahua incursiona en Galeana (Chihuahua) en represalia por la masacre de Kirker. (Jason Betzinez diría: Durante muchos días, con sus noches, podíamos oír continuos lamentos en las tiendas y en la cima de las colinas circundantes al amanecer de cada día. No había familia que no hubiese perdido uno o más miembros. Los jefes consideraron durante mucho tiempo qué tipo de represalia deberían hacer contra los mexicanos de Galeana. El asunto era demasiado importante para decidirlo sin hacer una consulta o deliberación. Pero el deseo de venganza aumentó más intensamente a medida que pasaban los días y las semanas. Finalmente, Baishan [Cuchillo Negro], el principal jefe de los apaches chihennes, llamó a consejo a los jefes de varias bandas. Entre los que respondieron estaba Cochise, jefe de los chokonen, … Mangas Coloradas, jefe de los mimbreños [chihennes], quien vivía cerca de Santa Rita, y otros cuyos nombres no recuerdo

Al ser uno de los principales líderes, Cuchillo Negro fue el responsable de organizar la partida de guerra. Mangas Coloradas, Cochise, Delgadito y Miguel Narbona estaban presentes con sus guerreros, partiendo desde el sur de New Mexico. Antes de salir los jefes anunciaron que tendría lugar una gran danza de guerra. Todo el mundo fue invitado a asistir a este excitante espectáculo, cuyo propósito era reclutar voluntarios para la expedición y despertar el ardor guerrero. A pesar de que este evento ocurrió antes del nacimiento de Betzinez, él lo contó tal como lo oyó de sus mayores: Por la noche fue hecha una hoguera en el centro de un gran círculo alrededor de la cual se reunieron los espectadores. Diez pasos al oeste de la hoguera se sentaron cuatro o cinco hombres tocando tambores mientras entonaban altos cánticos, los cuales pueden recordar a los blancos la música de la gaita, siendo ambos marciales y estimulantes. De vez en cuando nombraban a algunos prominentes guerreros, quienes luego salían de la multitud y caminaban alrededor de la hoguera mientras los cantantes alababan su valentía y hazañas en el combate. Esta era la señal para otros apaches que querían emprender el sendero de la guerra para unirse a cada hombre en su andar y más tarde servir bajo su liderazgo durante la incursión.

Finalmente, cuando parecía probable que todos los valientes y futuros combatientes se unirían a la partida de guerra, los hombres formaron una línea en el lado opuesto al círculo donde estaban los músicos, avanzando en una sucesión de saltos, zigzagueando como si fuera un asalto real. Blandiendo sus armas se acercaron a los músicos, deteniéndose, gritando, y disparando sus armas o flechas por encima de las cabezas de los cantantes. Eso levantó el ánimo, especialmente a los jóvenes quienes, igual que los niños de hoy, querían organizar batallas ficticias imitando a sus mayores.

Después de la danza, los guerreros comenzaron a preparar la incursión a México. Hicieron nuevos arcos y flechas, reunieron munición para las pocas armas de fuego disponibles, y prepararon más mocasines y alimentos.

Según Betzinez, pasaron varios meses antes de partir para Chihuahua, el primer otoño después de la masacre de Kirker. Si esto es así, pudo haber sido en noviembre, ya que en octubre, Mangas Coloradas se reunió con Kearny y otros oficiales estadounidenses en New Mexico.

Las autoridades mexicanas informaron que la banda estaba formada por 175 guerreros, y varios dikohes. Cuchillo Negro planeó el ataque, asignando a cada banda objetivos específicos a los que atacar mientras pensaban en los parientes muertos. Los guerreros ocuparon la población entrando por sitios diferentes confluyendo en la plaza, donde unos 30 o 40 mexicanos, alertados por los gritos de la batalla, formaron una línea defensiva frente a la iglesia. La primera descarga mató a varios guerreros, pero el resto cargó antes de que los mexicanos pudieran recargar sus armas, entablándose un enfrentamiento mano a mano. Con la línea rota, unos pocos mexicanos intentaron huir por los callejones y patios, perseguidos por los chiricahuas, algunos a caballo, quienes les alcanzaron clavándoles sus lanzas en la espalda. Después de acabar con los hombres, mujeres y niños que encontraron en las casas, los chiricahuas cogieron todo lo que pudieron y se dirigieron al norte. La victoria  fue total, a pesar de sus bajas, regresaron a New Mexico con la moral alta. Los apaches que informaron al antropólogo estadounidense Morris Edward Opler dijeron: Cuando los hombres llegaron, todas las mujeres se reunieron alabándoles”. Los jefes repartieron los caballos y el ganado a cada uno que tomó parte en la incursión. Luego hicieron una danza para celebrar la victoria que duraría cuatro días y cuatro noches, recreando la batalla. 

Jason Betzinez contaría: Todos los hombres que tomaron parte en la batalla, especialmente mis familiares, más tarde me contarían que todos estaban de acuerdo que esa fue la mayor victoria apache… Toda la tribu estaba tremendamente orgullosa de sus guerreros y durante años después, les agradaba escuchar las historias de la recordada batalla. Entre los que aumentaron su reputación por la batalla de Galeana estaban Mangas Coloradas, Cochise, Delgadito, Benito, Goyaalé [Gerónimo, primo de Betzinez],  y Nahkedetis [abuelo de Betzinez].

Desgraciadamente, los datos sobre esta batalla son escasos, dedicándose los periódicos mexicanos a informar exclusivamente sobre los acontecimientos de la guerra contra los Estados Unidos. Sin embargo, algo podemos saber gracias al teniente estadounidense Cave Johnson Couts, del 1º de Dragones, que estuvo en Galeana en septiembre de 1848, pudiendo observar que lo que había sido una amplia población, ahora estaba bastante deteriorada, siendo sus habitantes terriblemente hostiles con los indios de los alrededores”. 

En mayo de 1849, Thomas Durivage, corresponsal del New Orleans Daily Picayune, pasó por Galeana describiéndola, una vez fue un próspero lugar, pero los indios la han arruinado y han empobrecido a sus ciudadanos más ricos. Parece que un gran ataque chiricahua tuvo lugar en Galeana entre el verano de 1846 y principios de 1848. Algunos datos de Betzinez son vagos, pero su historia, oída de sus mayores, es una verídica reconstrucción de un hecho que, indudablemente, ocurrió y se quedó grabada en las tradiciones orales de los chiricahuas).

* El 2 de diciembre de 1846, el teniente coronel Philip St. George Cooke, comandante del Batallón Mormón acampa en la abandonada hacienda de San Bernardino (Cochise County, Arizona), al sur de las Chiricahua Mountains. (Unos pocos días antes se había reunido con el jefe chokonen Manuelito, quien prometió volver con mulas para negociar. Con él vinieron otros apaches, entre ellos otro jefe, posiblemente Yrigollen [entonces el líder principal de los chokonen]; o también pudo ser el chihenne Mangas Coloradas [cinco años más tarde diría a John Russell Bartlett, miembro de la Comisión Fronteriza, que recordaba a Kearny y a Cooke cuando pasaron por su territorio unos años antes]. Si Mangas Coloradas se reunió con Cooke, fue, inmediatamente antes o después, de la incursión contra Chihuahua para vengarse de la masacre de Kirker.

Hablaron de los mercenarios Johnson y Kirker, asegurando Cooke a Manuelito que Johnson y Kiker representaban los  elementos más degenerados de la sociedad estadounidense, refiriéndose a ellos como “alevosos asesinos”. Pero Kirker se alistaría, ese mismo mes, como explorador de las tropas estadounidenses del coronel Alexander W. Doniphan en la guerra contra México).

1847

* En 1847, se publica en Londres (Reino Unido) “Adventures in Mexico and the Rocky Mountains: Experiences of Mexico and the American South West during the 1840s., del inglés Georges Frederick Augustus Ruxton, ex-militar y miembro de la “Royal Geographical Society” y de la “Etnological Society”. (Ruxton hizo la ruta de Veracruz a Ciudad México y de ahí, hasta Nuevo México con dirección a las Montañas Rocosas en 1846. Dijo sobre su experiencia en Nuevo México: Se han hecho varios intentos para colonizar esa ruta, pero todos han fracasado debido a la hostilidad de los apaches. Si este departamento pasara a manos de los norteamericanos, pronto sería una floreciente colonia, ya que los rudos hombres de los bosques, con su hacha en un hombro y el rifle en el otro, no estarían acobardados por los salvajes, como lo están ahora los pusilánimes propietarios de estas tierras, para poderles sacar provecho…

… [Chihuahua] capital del Estado de ese nombre […] frente a la entrada principal [de la catedral], sobre los portales que formaban uno de los costados de la plaza, colgaban las siniestras cabelleras de 170 apaches que habían sido atrapados e inhumanamente asesinados por los cazadores de indios que paga el estado [comandados por James {Santiago} Kirker]. Las cabelleras de los hombres, mujeres y niños, fueron llevadas en procesión triunfal a la ciudad y colgaban como trofeos del valor y la humanidad mexicanos”.

Al tiempo que cuestiona la brutalidad de quienes atacan a los apaches y comanches insurrectos, también condena la supuesta barbarie de estos indios, por la “crueldad y cobardía” con la que realizaban sus ataques contra los pobladores del norte de México, cuando escribe: “[Los apaches, son] […] una raza de indios cobarde y traicionera. Solo atacan en emboscadas. Cuando se han llevado los caballos y mulas que desean, envían una comisión para expresar a los gobernadores sus deseos de paz…”).

* A principios de marzo de 1847, una gran partida de guerra dirigida por los chokonen Miguel Narbona, Yrigollen y Esquinaline; el nednai Láceris; y el bedonkohe Teboca se unen para dirigirse a Sonora. (Es de destacar la presencia de Teboca, considerado el segundo al mando de Mangas Coloradas. ¿Por qué no estaba Mangas Coloradas con los bedonkohes en esta incursión cuando siempre lideraba todas las que hicieron en el pasado? A 6’5 km al suroeste de Fronteras sorprendieron a 20 personas. En unos minutos mataron a 14 y capturaron a dos, uno de ellos el cabo Juan Chacón. De Fronteras y Cuquiárachi [municipio de Fronteras, Sonora] salieron dos grupos en su persecución, el último dirigido por Antonio Narbona. Cuando los alcanzó, tuvo lugar una conversación entre Narbona y un apache, quien le dijo que los chokonen podían atacar Fronteras.

Los apaches siguieron adelante sin mayores problemas dirigiéndose al interior para seguir incursionando. De regreso al norte, divisaron a un grupo de cinco hombres y seis muchachos cerca de Bacoachi, matando a 10 de ellos.

A primeros de abril se dirigieron a Fronteras. El 5 de abril, varios apaches llevando bandera blanca, liderados por Yrigollen, aparecieron en las colinas al este del presidio. El juez de Paz, Desiderio Escalante; el militar retirado, Antonio Narbona; y el comandante del presidio, el capitán Mateo Calvo y Muro, salieron a parlamentar con los apaches a pesar de que pocas semanas antes habían matado a 14 ciudadanos de esa localidad. Yrigollen dijo que todos los líderes buscaban la paz, hablando por sus chokonen, por el grupo de nednais de Janos de Láceris, y por los bedonkohes de Teboca.

Avisaron al comandante militar de Sonora, José María Elías González, quien estaba preocupado por una hipotética alianza de los apaches con los estadounidenses, accediendo a un armisticio. Se dirigió a Fronteras y pronto dedujo por qué los apaches querían firmar la paz. Una fuerza militar de los Estados Unidos había ocupado New Mexico. Desde su primer contacto con los estadounidenses, los chiricahuas habían contraído el sarampión, afectando a muchos de ellos. Además, se aproximaba la cosecha de mescal. Lo último que querían era preocuparse por una campaña de Sonora al mismo tiempo que estaban recolectando mescal, mientras sus mujeres y niños corrían el riesgo de contraer la enfermedad. Por todo ello solicitaron la paz con Sonora).  

* El 3 de mayo de 1847, el periódico “El Sonorense” informa del enfrentamiento entre una partida de apaches y 20 hombres en las inmediaciones de la sierra del Gato (?) y Santa Bárbara (?).

* Durante el verano de 1847, varias bandas chiricahuas tienen rancherías en las Chiricahua Mountains (sureste de Arizona) desde donde hacen pequeñas incursiones. (Posiblemente, están afectados por el sarampión mientras recolectan mescal. Varios de ellos se dirigen a Fronteras [Sonora] solicitando una tregua y afirmando que representan a todas las bandas).

* En julio de 1847, aproximadamente 100 apaches bedonkohes establecen un campamento base en la Sierra de Oposura (municipio de Moctezuma, Sonora), desde donde envían varios grupos incursores para buscar caballos. (Mangas Coloradas pudo haber estado entre ellos. Según el testimonio de Francisco Acuña, quien escapó después de haber estado cautivo casi cinco años, estos apaches habían venido de las Mogollon Mountains [Grant & Catron Counties, New Mexico]. Además, ellos eran amigos de los estadounidenses con quienes recientemente habían comerciado con mulas y otros objetos. Desgraciadamente, Acuña no pudo determinar si Mangas Coloradas estaba presente.

* El 7 de septiembre de 1847, el coronel Antonio Narbona sale de Fronteras (Sonora) al mando de un destacamento mixto de 120 jinetes e infantes. (El 13 de septiembre, acampó en Apache Pass y al día siguiente descubrió y saqueó una ranchería abandonada, situada probablemente en el actual Goodwin Canyon [Cochise County, Arizona].

Al día siguiente, sus exploradores descubrieron otra ranchería y cuatro reses recién sacrificadas, indicando que los chiricahuas estaban cerca. Sus sospechas se confirmaron cuando encontraron a una anciana escondida entre las rocas. Frustrados por no encontrar a nadie más, la mataron.

Al final de ese día, varios jefes, entre ellos Miguel Narbona y Esquinaline, gritaron desde las montañas que ellos querían la paz y que se reunirían con ellos al atardecer. Narbona esperó, pero nadie se presentó. Miguel Narbona había aprovechado para dirigirse a Cuquiárachi [municipio de Fronteras, Sonora], llegando allí el 22 de septiembre.

Poco después de la campaña de Antonio Narbona, durante el otoño, soldados de Moctezuma [Sonora] capturaron a varios miembros de la familia de Yrigollen, indignando al líder chokonen.

En represalia, menos de tres meses después, una banda chokonen acosó durante varios días la población de Cuquiárachi, donde vivía Antonio Narbona. Finalmente, el 23 de diciembre, asaltaron su casa, matándole en el porche de su casa. Cuando se retiraron, habían matado a siete hombres y seis mujeres, llevándose cautivos a seis niños. Según contaron en el pueblo, Narbona había sido atraído con un señuelo por un apache que había sido adoptado cuando era un muchacho, en clara referencia a Miguel Narbona. Seis semanas después, los pocos habitantes que quedaban abandonaron el pueblo y se trasladaron a Bacoachi, a unos 48 km al sudoeste de Fronteras).

* En el otoño de 1847, tienen lugar varias escaramuzas entre apaches y mexicanos en Sonora y Chihuahua, siendo las más importantes en Chinapa (municipio de Arizpe, Sonora) y en Fronteras (Sonora).

1848

* El 2 de febrero de 1848, México y Estados Unidos firman el tratado de Guadalupe Hidalgo por el que los norteamericanos asumen el control del territorio apache por encima del río Gila (sur de Arizona y New Mexico).

* A principios de 1848, los chokonen organizan otra expedición contra Sonora, uniéndose miembros bedonkohes, chihennes y algunos White Mountain. (La razón por la que conocemos qué apaches participaron en la expedición radica en el testimonio de Manuel Bernal, un vecino de Chinapa [municipio de Arizpe, Sonora] capturado por los apaches, pero que consiguió huir. Bernal proporcionó muchos detalles sobre el estado de ánimo de los chiricahuas, dirigidos por Miguel Narbona. Dijo que los chiricahuas estaban muy enojados por el ataque a la ranchería de Yrigollen y la captura de sus familiares, pretendiendo conseguir su liberación cambiándolos por cautivos mexicanos que estaban en su poder. 

A las 11:00 horas de la mañana del 18 de febrero, los chiricahuas atacaron el pequeño pueblo de Chinapa, a mitad de camino entre Arizpe y Bacoachi. Su principal objetivo era obtener cautivos para cambiarlos por apaches retenidos en Sonora y Chihuahua. Los apaches, todos a pie, atacaron en gran número y por sorpresa. Mataron a 12 personas, hirieron a seis, y capturaron a otras 42 personas, muchas mujeres y niños. Antes de irse quemaron la mayor parte de la población. Yrigollen tenía su ranchería escondida en las Chiricahua Mountains.

Manuel Bernal dijo que los apaches no le mataron porque él no demostró miedo, haciéndole andar con las manos atadas. Después de siete días de marcha, llegaron cerca de San Bernardino, al sur de las Chiricahua Mountains. Durante la noche, mientras sus guardianes dormían, logró desatarse y con el mayor sigilo, se alejó del campamento sin ser oído, consiguiendo llegar a Fronteras.

El capitán Calvo y Muro le envió a Bacoachi, donde los oficiales locales le interrogaron. Parecía increíble que los apaches no mataran a un hombre adulto y que pudiera escapar de los guerreros que le habían capturado. Bernal reveló importante información sobre los chiricahuas oyendo a Miguel Narbona hablar sobre sus recientes campañas y sus planes futuros. Narbona dijo que sus próximos objetivos eran Bacoachi, y después Ures [municipio de Ures, Sonora], y Sinoquipe [municipio de Arizpe, Sonora]).

* El 24 de febrero de 1848, el gobierno de Sonora impone una contribución anual de 7.500 pesos a los distritos de Hermosillo, Ures y Álamos para mantener una fuerza armada de 500 soldados  para  combatir a los apaches, constituyendo una junta de guerra que debía encargarse de manejar los fondos y dirigir las operaciones. (La guerra contra los apaches aparecía como la … más urgente necesidad pública de Sonora, y personas como el ex gobernador Manuel Escalante y Arvizu se preguntaban si serían suficientes 500 hombres en campaña para lograr el total exterminio de los apaches, que consideraban … la única manera de asegurar las vidas e intereses de los habitantes de la frontera).

* A finales de marzo de 1848, apaches jicarillas realizaron una incursión a 6’5 km de Las Vegas ([San Miguel County, New Mexico]. La Infantería de los Voluntarios de Illinois [destinados en New Mexico] resultó inútil, ya que los asaltantes huyeron a caballo. El coronel Edward W. B. Newby, temporalmente al mando en Santa Fe, solicitó a Washington más tropas montadas.  

En mayo de 1848, el comandante Israel B. Donaldson, del 5º de Infantería de Voluntarios de Illinois, proporcionó en Las Vegas monturas a algunos de sus hombres y los envió en persecución de un grupo de jicarillas que habían estado incursionando por esa zona, sin resultados positivos).

* El 12 de abril de 1848, el estado de Chihuahua regula la caza de apaches, aprobando una ley que dice:

1. Se declara que la guerra contra los indios bárbaros es la primera urgencia del estado.
2. Se faculta al gobierno del estado para que pueda hacer la guerra contratando voluntarios nacionales y extranjeros.
3. Los contratos o contratas que celebre el gobierno serán bajo la base de cantidad determinada por cada indio muerto.

4. Los fondos que se destinen para la guerra serán los siguientes: a) El producto de octavo de aumento sobre cada cajilla de cigarros y papel puros, desde que fue consignado al estado por virtud de la contrata de la venta. b) El producto del derecho de quintos en todo el estado. c) La cantidad de 32.000 pesos. d) Las donaciones que se hagan por los particulares para esta guerra.

(Mes y medio después se precisaron las cantidades a pagar: 200 pesos por cada indio de armas muerto y 250 pesos por cada guerrero prisionero. Las mujeres y menores de 14 años: 150 pesos).

* El 10 de mayo de 1848, una banda apache mata a 17 mexicanos en Mustang Springs (en las Whetstone Mountains, Cochise County, Arizona), entre ellos al sargento Bautista Romero, y los soldados Antonio Ramírez, Antonio Silvas, Casimiro Santa Cruz, Eugenio Bernal, Manuel Rodríguez, y Nicolás Pacheco. (Este último llevaba en la Guardia Nacional desde el pasado 16 de marzo).

* El 18 de mayo de 1848, ciudadanos del distrito de Sahuaripa (Sonora) se dirigen al gobierno del Estado pidiendo que no se les cobre determinado impuesto, ya que estaban en imposibilidad de cumplir con el mismo debido a las continuas incursiones de bandas apaches que tenían sus campamentos en la Sierra de Guaynopa, cercana a la villa de Sahuaripa y a otras poblaciones, de donde llegaban para atacar. (Poblaciones como la villa de Sahuaripa estaban «sumidas en la miseria y a punto de desaparecer», las poblaciones se quedaban solas por la emigración o muerte de sus habitantes, las actividades económicas se encontraban casi paralizadas y las mujeres y niños eran llevados cautivos para con los apaches.

A partir de mayo, el norte de Sonora, estaba prácticamente despoblado por las continuas incursiones apaches que obligaron a abandonar 26 minas, haciendas y 98 ranchos. Las haciendas de San Bernardino, Cuquiárachi, Batepito, Pilares, Teras, San Nicolás y Cuchuta quedaron desiertas debido a la frecuencia de las incursiones. Los pocos soldados acuartelados poco podían hacer. Estaban mal pagados y a menudo ni cobraban).

* A primeros de junio de 1848, un grupo de personas salieron de Pueblo, y de Greenhorn, dos pequeños puestos comerciales (Pueblo County, Colorado) que estaban siendo abandonados desde la primavera  de 1848, situados en la ruta de Fort Bent ([fuerte de adobe construido por los hermanos Charles y William Bent  en 1833 junto al río Arkansas].

Después de la construcción de dicho fuerte, muchos comerciantes de Santa Fe [Nuevo México] llevaban sus mercancías a través del Raton Pass, altura montañosa de 2.388 metros fronteriza entre Colorado y New Mexico para llegar a Fort Bent y alcanzar Kansas.

Ese paso tenía agua, pastos y madera, y no era un lugar demasiado frecuentado por tribus nativas; aunque era un paso difícil para los carros por la caída de rocas y árboles que bloqueaban el camino. Además muchas ruedas se rompían por la dureza del trazado. Cuando el general Stephen Watts Kearny y su “Ejército del Oeste” cruzaron el Raton Pass durante el verano de 1846, restos de sus carromatos quedaron esparcidos por el camino. A partir de entonces, la mayoría de las carretas tomaron otro camino más corto y llano pero más peligroso, por la presencia de utes y apaches jicarillas, a través del llamado “Cimarron Cutoff”, atravesando el río Cimarron para llegar a Kansas.

Los apaches jicarillas estaban muy preocupados por la llegada de colonos y tropas estadounidenses en el contexto de la guerra contra México. Sus incursiones para llevarse unas cuantas ovejas y reses eran a menudo causadas por el hambre. Los jicarillas sufrían la presión de otras tribus, especialmente los comanches, mientras que estos eran empujados por los estadounidenses en su expansión hacia el oeste.

El grupo estaba formado entre otros por Lucien B. Maxwell, quien llevaba una manada de caballos; su criado nativo George; Charles Town; un comerciante mestizo llamado Pasqual Riviere, o Rives, más conocido como «Blackhawk»; el tendero de Greenhorn, John Brown, su esposa Luisa y su hijo de nueve meses; y Archibald Charles Metcalf que había estado comerciando con los utes por lo que llevaba 600 pieles de ciervo empaquetadas a lomos de mulas y caballos para llevar a Taos; Probablemente había más comerciantes y peones, y tal vez incluso algunas mujeres y niños más.

El 12 de junio de 1848, cerca de un río, más tarde conocido como Apache Creek [Colorado], un grupo de jicarillas atacó y ahuyentó la caravana de 30 mulas y 50 caballos, para luego perseguir a los que huían. Se estableció una frenética persecución en la que los jicarillas estaban alcanzando al caballo de Luisa Brown, quien llevaba a su bebé en brazos. Algunos hombres le gritaron que arrojara al bebé para evitar ser capturada. Eso la indignó y su instinto maternal le dio más fuerzas. Cuando llegaron al río, rodeó el cuello del bebé con el brazo y lo estrechó contra sí, espoleando su caballo, cruzándolo a toda velocidad, dirigiéndose a Greenhorn, mientras los hombres descabalgaron y se parapetaron junto al arroyo para contener a los jicarillas, quienes dieron media vuelta dejando atrás a tres guerreros muertos. El grupo regresó a Greenhorn y se reagrupó, pero John Brown y su familia, y Archibald Metcalf se negaron a volver a intentarlo.

Mientras el resto del grupo se reorganizaba el 14 de junio en Greenhorn, el capitán S. A. Boake de los Voluntarios Montados de Missouri, salió de Taos con 50 hombres para buscar rastros de los jicarillas. Encontró uno y lo siguió a través de las Raton Mountains hasta el río Purgatory, en las proximidades de la actual Trinidad [Las Animas County, Colorado]. Allí encontró un campamento, teniendo lugar una escaramuza que duró sólo unos minutos pues los jicarillas huyeron rápidamente. Los soldados capturaron 32 mulas y caballos, posiblemente algunos de ellos capturados en Apache Creek unos días antes. Al encontrarse enfermo Boake, el destacamento dio media vuelta y regresó a Taos. 

En la segunda semana de junio de 1848, Charles Town, Lucien Maxwell y “Blackhawk” partieron de Greenhorn hacia Fort Bent, para volver a intentar ir a New Mexico. En algún punto del camino, se les unieron dos hombres, el trampero Little Beaver, y un hombre llamado Piles que había estado trabajado como peón en Pueblo. Con el grupo iban dos niños de seis y cuatro años de edad, llamados Mary y James Tharp. Iban para reunirse con su abuelo que vivía en Taos después de que su padre, el comerciante William Tharp, falleciera a manos de los comanches en junio de 1846 cuando iba de Pueblo a St. Louis. En Fort Bent se les unieron Elliott Lee; Peter Joseph de Tevis, un rico comerciante; y varios peones, entre ellos, José Cortez, Andrés Fernández, Faustino Trujillo y José del Carnuel.

Salieron de Fort Bent el 16 de junio, formando un grupo de 14 hombres, más los dos niños Tharp. Se dirigieron directamente hacia el Raton Pass, pero en el río Purgatory vieron señales de los jicarillas por lo que decidieron ir a través del Manco Burro Pass. A mediodía del 19 de junio llegaron al pequeño valle que hay en la cima del paso. Allí se detuvieron para descansar y comer algo bajo las altas paredes del cañón, dejando que sus caballos pastaran a poca distancia. De repente, un grupo de jicarillas se llevó todas las monturas. Los disparos que recibieron no surtieron ningún efecto ya que para cuando quisieron reaccionar, los jicarillas estaban lejos con todos los animales.

Previendo más problemas, el grupo comercial se reunió a un lado del cañón entre rocas y árboles, encarando sus armas por el frente y los lados ya que la retaguardia estaba protegida por angosto acantilado que hacía imposible el acercamiento. Habían perdido todas sus monturas y mercancías pero tenían que defender sus vidas. Con el paso del tiempo el grupo comenzó a relajarse pensando que los jicarillas habían quedado estaban satisfechos con lo que se habían llevado. Alguien olfateó el aire y gritó que los apaches habían prendido fuego a la hierba y los arbustos para desalojarlos de sus cubiertas. Otro gritó que los jicarillas regresaban. Eran muchos más, unos 150 guerreros.

El grupo comercial tuvo que salir de allí manteniéndose juntos, cubriéndose unos a otros, disparando durante horas. Los jicarillas no tenían tantas armas de fuego, disparando la mayoría de los guerreros sus flechas.  Mientras intentaban buscar otra posición mejor, “Blackhawk” cayó herido mortalmente. Los niños Mary y James Tharp, no pudieron seguir el ritmo del grupo, quedándose atrás, siendo capturados. Las balas y las flechas de los jicarillas hirieron a cinco de los hombres. Lucien B. Maxwell recibió un disparo en el cuello desmayándose, “jugándose el tipo” George, su criado nativo, quien corrió a buscar agua y llevársela en su sombrero a su patrón herido.

Llegaron a la conclusión de que su única oportunidad era escalar los acantilados aunque estarían expuestos a los disparos de los jicarillas. Elliott Lee fue el primero que empezó la ascensión. Una bala le arrancó el dedo medio y una segunda le atravesó el muslo, aunque sin romperle el hueso.  

Otro disparo de un guerrero rompió la pierna de Charles Town, impidiéndole seguir. Rogó que alguien le llevara pero la subida era demasiado empinada. Nadie podía arrastrarse a sí mismo y a otro por el lado del cañón. Los guerreros pronto alcanzaron a Town y sus gritos cesaron rápidamente. Los guerreros jicarillas dispararon a José del Carnuel, alcanzándole a la altura de los riñones, quedándose también atrás. George cargó a Lucien Maxwell sobre su espalda sacándolo del cañón a cuestas. Al llegar a la cima, George cayó herido. Maxwell, aunque sangraba por la herida del cuello, fue a buscar agua y vendó la herida de George. 

Cuando llegó la noche, trataron de dormir, sufriendo el frío que hacía a esa altura. Al día siguiente subieron aún más alto y luego se escondieron, temiendo moverse a la luz del día por miedo a que los jicarillas los detectaran. 

Solo dos del grupo estaban ilesos. Uno de ellos, Peter Joseph de Tevis, se adelantó par ir a Taos y pedir ayuda. El comandante William Reynolds salió al frente de 40 hombres, guiados por el fronterizo Richens Lacy “Uncle Dick” Wootton, encontrando a los supervivientes heridos a 48 km de Taos, a donde les llevaron de vuelta, falleciendo al poco de llegar otro de los heridos, Andrés Fernández.

Los jicarillas habían matado a Charles Town, “Blackhaw”, José Cortés, y a José del Carnuel, e hirieron a todos, menos a dos; y capturaron a los niños Mary y James Tharp, junto a todos los animales.

Sin duda, los jicarillas tuvieron que sufrir bajas ante la desesperada defensa que realizaron los miembros del grupo, aunque más tarde solo reconocieron la muerte de su jefe, Chino.

Elliott Lee, tuvo que quedarse atrás, herido, al no poder seguir el ritmo de sus compañeros, siendo recogido por una caravana de carros. Un mes después, escribiría  una carta relatando lo ocurrido:  

Lodo Moro, Nuevo México

19 de julio de 1848

El 19 de último [19 de junio de 1848], un grupo de nosotros, 14 en número, fuimos atacados por unos 150 indios, en la cabecera del Río Rojo, y cerca de las montañas Raton. Llevábamos acampados alrededor de una hora, y justo estábamos comiendo nuestra cena, cuando nos alarmaron los gritos de los indios, mientras estaban espantando nuestros animales, que pastaban a poca distancia de nosotros. Cuando pasaron, les disparamos, pero estaban tan lejos que nuestros disparos no surtieron efecto. En unos 20 minutos regresaron todos, rodearon nuestro campamento y prendieron fuego a la hierba que nos rodeaba, con la intención de sacarnos de nuestra posición, que nos inclinábamos a mantener para salvar nuestro equipaje o parte de él. Pero no lo conseguimos. No obstante, nos defendimos durante unas cuatro horas, disparando al enemigo cada vez que teníamos ocasión. Como nuestra posición no era buena, nos llevaban una clara ventaja. Nos defendimos hasta que cinco de los nuestros resultaron heridos leves y uno muerto. Decidimos entonces retirarnos a las montañas, como última y única alternativa. Al retirarme, recibí dos disparos, uno en el muslo izquierdo, la bala atravesó el muslo, aunque afortunadamente no rompió el hueso; el otro en el dedo corazón de la mano izquierda. Charles Town, que iba delante de mí, recibió un disparo en una de sus piernas, que se la rompió. Él, por supuesto, se cayó, y al no poder caminar, quedó a merced de los indios. Fue lo último que vi de él. Hubo un español [mexicano] que recibió un disparo en los riñones, antes de que abandonáramos el campamento, que también fue abandonado. Éramos ahora once, ocho de nosotros heridos, y todos logramos escapar. Llegó la noche; viajamos hasta que llegamos al agua, cuando nos acurrucamos lo más cerca posible, con el propósito de descansar y tratar de dormir. Habiéndolo perdido todo salvo lo que llevábamos a la espalda, sufrimos mucho frío y no pudimos dormir. Al día siguiente subimos a la montaña, donde nos refugiamos hasta la noche, pues temíamos viajar de día. La noche del 20 partimos todos hacia Taos, distante unos 128 km. Aquellos del grupo que fueron heridos, lo fueron levemente, y en general en los brazos y el cuerpo, con la excepción de mí y un hombre, cuyo tobillo fue ligeramente herido. Mi herida en el muslo me impedía caminar. En consecuencia, el grupo tuvo que esperar a que subiera con frecuencia. Habíamos recorrido una corta distancia cuando me dejaron. Los llamé, pero no recibí respuesta; así que me quedé a algo más de 3 km del campo de batalla, y a la vista de los fuegos del poblado indio. Decidí no rendirme y proseguí mi viaje, manteniéndome cerca del curso de agua hasta que llegué al camino de  Fort Bent, que lleva a Santa Fe. Al tercer día de viaje, afortunadamente llegué a un campamento indio que, por lo que parecía, debía de llevar muy poco tiempo desierto. Sus fuegos estaban todavía encendidos, y parte de un antílope estaba en el suelo, del que me serví, ya que no había comido nada en cuatro días. Llené mi bolsa de carne y proseguí mi viaje, viajando día y noche lo mejor que pude, pues estaba muy cojo y no podía avanzar más de un kilómetro y medio   por hora. Algunas veces me arrastraba y, de hecho, avanzaba de todas las maneras que podía. Al séptimo día encontré huellas frescas de carretas, lo que me asombró mucho, pues no esperaba que ninguno de los comerciantes pensara en abandonar el camino de Santa Fe. Esto me alegró tanto que espoleé y, en poco tiempo, llegué a la vista de la caravana, compuesta por cuatro carros, una compañía de mineros, los señores Jackson y el señor Thos. O. Boggs, que habían abandonado el camino principal con la intención de ir a Taos. Tan pronto como me descubrieron, me enviaron un caballo y un hombre, que me ayudaron a llegar a la comitiva, donde recibí todas las atenciones que pudieron dispensarme. Al día siguiente partimos en dirección a Taos, pero fuimos inducidos a cambiar nuestra ruta, por haber descubierto una partida de indios, y se pensó que era aconsejable no intentar cruzar las montañas con una fuerza tan pequeña; con lo cual, llegamos a este punto.

Me complace decirle que, en cierto modo, me encuentro bien y que mañana me dirigiré a Santa Fe. Los otros hombres de nuestro derrotado grupo llegaron a Taos en peores condiciones, según les informé, que yo cuando me recogieron; uno de ellos, un español, ha muerto desde entonces a causa de sus heridas. Me reportaron como muerto sin lugar a dudas. En verdad era muy natural, pues creo que en mil situaciones del mismo tipo, en ninguna podría escapar una persona,

Respetuosamente, su obediente servidor,

Elliott Lee.

P. D. Todas las cartas confiadas a mi cuidado se han perdido. La distancia que recorrí en siete días, según los que saben, fue de 128 km.

Tres meses después, Mary y James Tharp, fueron recuperados en Taos por comerciantes estadounidenses pagando un rescate de 160,28 dólares, pero la niña murió poco después.

Pasados unos pocos años, el nombre de Manco Burro Pass cayó en desuso.  Hacia 1865, los nuevos colonos llamaron al río y al paso, San Francisco, nombre con el que se le conoce en la actualidad).

* El 20 de junio de 1848, varios mexicanos que estaban cuidando unas reses cerca de Turicachi (a 24 km del municipio de Fronteras, Sonora), vieron una banda de apaches llevando una gran manada de caballos y reses. (Miguel Narbona y Cochise regresaban de incursionar cuando, el 21 de junio, un grupo de ciudadanos armados de Fronteras les emboscaron, matando a dos e hiriendo a varios más. Tres mexicanos resultaron heridos levemente. A la mañana siguiente, los chokonen capturaron a cinco ciudadanos en la ciénaga cercana al presidio. El centinela situado en lo alto de la iglesia dio la voz de alarma, saliendo dos grupos, uno de ocho ciudadanos; y otro de 15, al mando de Eusebio Gil Samaniego. Cuando llegaron al lugar, los chokonen permanecieron allí desafiantes. Poco después parlamentaron. Miguel Narbona, Cochise y unos pocos guerreros se adelantaron para hablar con Samaniego, que iba acompañado por el mismo número de ciudadanos. Los jefes liberaron a los cinco cautivos sin saberse si recibieron algo a cambio. Sí se sabe que seguidamente empezó un enfrentamiento, probablemente iniciado por los chiricahuas, para vengar las bajas sufridas el día anterior.

En el curso del combate fue capturado un apache llamado Negrito Cucchisle [sin duda Cochise], siendo encadenado en el calabozo. Un disparo de cañón realizado desde el presidio hirió a Miguel Narbona, matando a su caballo, y poniendo al resto de guerreros en fuga. Cochise permaneció preso durante unas seis semanas y durante ese tiempo, sus sentimientos hacia los mexicanos se volvieron todavía más beligerantes.

Poco después del enfrentamiento, el capitán Calvo y Muro escribió al gobernador Manuel María Gándara de Gortari, explicándole la situación en Fronteras. Los chokonen habían establecido sus rancherías a unos 8 km del presidio con intención, según él, de capturar a cualquier persona que llegase o saliese de la población. Sus hombres estaban constantemente en alerta, mal alimentados, sin suministros, y con la moral muy baja. De sus 56 hombres, ocho estaban sirviendo en Ures; dos eran correos entre Fronteras y Bavispe; ocho estaban enfermos; y siete en el calabozo. Esto le dejaba solo 31 hombres aptos para el servicio. Ante esta situación, 25 soldados de Bacoachi recibieron la orden de dirigirse a Fronteras con provisiones y con 50 armas de fuego traídas de Bavispe.

Los chokonen cercaron Fronteras durante todo el mes de julio. Los ciudadanos tenían miedo de salir a trabajar en sus campos y nadie se aventuraba a dejar la seguridad del presidio. A finales de julio, Miguel Narbona instaló su campamento a solo 1’5 km de Fronteras. Nadie podía entrar o salir de allí. El 7 de agosto, los habitantes solamente tenían tortillas para comer. Finalmente, el capitán Calvo y Muro, permitió que un grupo de 23 soldados y ciudadanos salieran para buscar refuerzos. Por supuesto, fueron vistos por Miguel Narbona y Posito Moraga, dejándoles avanzaron unos 16 km hasta casi alcanzar la población de Cuchuta [municipio de Fronteras, Sonora], donde les emboscaron, matando o capturando a todo el grupo excepto a Jesús Escalante, que volvió herido a Fronteras.

Ante ello, Calvo y Muro envió otro grupo a Cuchuta. Los chiricahuas les estaban esperando. Habían matado a 11 hombres en la emboscada anterior, y capturando a 11 más, incluyendo a cinco soldados. Con el segundo grupo iban el soldado José María Yescas, y José Montoya, vecino de Bacadéhuachi [municipio de Granados, Sonora], quienes hicieron de intermediarios, ya que los dos hablaban apache. Hablaron con los hermanos Chino y Posito Moraga, y estos ofrecieron cambiar sus rehenes por Cochise. El acuerdo se realizó el 11 de agosto, intercambiando a los 11 cautivos [el cabo Serapio Olguín, cuatro soldados y cinco civiles] por Cochise.

Mientras estas negociaciones tenían lugar, un destacamento al mando del alférez Saturnino Limón entró en Fronteras, protegido por la obscuridad, esperando sorprender las cercanas rancherías chiricahuas. Salió el 13 de agosto explorando la Sierra los Embudos [municipio de Agua Prieta, Sonora] y las sierras adyacentes, pero no encontró a ningún chiricahua. Estando escaso de provisiones, regresó a Batepito [municipio de Bavispe, Sonora] para aprovisionarse y dirigirse al norte, a las Chiricahua Mountains, a donde pensaba que se habían ido los chokonen. Cuando llegó a Batepito, las hambrientas tropas de los alrededores habían acabado con todas las provisiones, por lo que tuvo que desistir. Además, los habitantes de Fronteras habían abandonado sus casas y cultivos para irse a Bacoachi.

Varias evidencias apoyan la tesis de que el guerrero capturado era Cochise. Primero, que Fronteras estaba dentro del límite inferior del territorio chokonen, siendo un lugar donde Cochise estuvo varias veces a lo largo de su vida. Segundo, que Cochise sucedió a Miguel Narbona como jefe de los chokonen, siendo su captura una gran pérdida dada la alta reputación que tenía dentro de la banda. Tercero, que debido a su status, intercambiaron a 11 mexicanos por él para conseguir su liberación. Y cuarto, que para referirse al capturado le denominaban capitancillo o subjefe).

* En agosto de 1848, Mangas Coloradas reúne a varias bandas en el Arroyo de los Alisos (40 km al sur de la Sierra de Enmedio [municipio de Janos, Chihuahua]. Desde entonces, Mangas Coloradas permanecería con los chokonen de Miguel  Narbona y Cochise, y con los bedonkohes de Teboca durante los próximos dos años.

El 10 de septiembre, una patrulla de Bavispe [Sonora], al mando del capitán Sebastián Reyes, capturó a un hombre y a una mujer apaches en la Sierra de Las Espuelas [municipio de Agua Prieta, Sonora]. La pareja había dejado su campamento en el río Gila ocho días antes para buscar a Mangas Coloradas porque habían oído que los indios shawnee y delaware, pertenecientes a la banda de cazadores de cabelleras de Kirker, habían ido con un grupo de estadounidenses a buscar apaches.

El grupo se dividiría en septiembre. Algunos apaches se dirigieron a las montañas de las Ánimas [Animas, Hidalgo County, New Mexico] y a las Hatchet Mountains [Hidalgo County, New Mexico]. Otros, posiblemente nednais, fueron a la Sierra Boca Grande [noroeste de Chihuahua]. Algunos chokonen fueron a las Chiricahua Mountains [Cochise County, Arizona]. Otros al oeste, a Turicachi [municipio de Fronteras, Sonora], desde donde a mediados de septiembre enviaron a Chino, un hermano de Posito Moraga, a Bacoachi [Sonora] a solicitar la paz. El capitán Calvo y Muro pidió instrucciones a sus superiores sobre si hacer la paz con ellos u … organizar una campaña al área donde Chino dijo que estaba su ranchería. Unas pocas semanas más tarde, Calvo y Muro fue a Turicachi descubriendo que los apaches se habían ido al norte, a las Peloncillo Mountains [Cochise County, Arizona; e Hidalgo County, New Mexico], o a las Chiricahua Mountains. En realidad, los chokonen no tenían intención de firmar la paz. Chino había ido a Bacoachi a buscar información y comerciar con whisky.

Como Calvo y Muro había supuesto, los chokonen se habían dirigido a las Chiricahua Mountains, escondiendo allí a sus familias, para después dirigirse a su próximo objetivo, Tubac [Santa Cruz County, Arizona], una localidad de arruinados edificios y pobres cabañas. El presidio no tenía guarnición y la población dependía para su defensa de Tucson y Santa Cruz. El 9 de diciembre atacaron, matando a nueve personas, y provocando tanto miedo que el resto de la gente abandonó la población. La mayoría fue a San Xavier del Bac, otros a Tucson [los dos en el Pima County, Arizona], otros fueron a Sonora, y el resto se dirigió a California. Cuando Elías González, inspector militar de Sonora, se enteró, ordenó el 20 de enero al capitán Antonio Comadurán, comandante del presidio de Tucson, que enviase 20 soldados para reocupar Tubac. Comadurán puso objeciones argumentando que la población se había ido y tenía miedo de volver; y además, cuando llegó la orden a Tucson, ocho soldados desertaron y abandonaron el presidio. Comadurán terminó su objeción con el argumento de que sus soldados estaban mal alimentados, con la moral muy baja, y con miedo de que el mismo Tucson fuese atacado por los apaches.

Elías González no llegó a saber si los atacantes de Tubac habían sido Western Apaches, chiricahuas, o una combinación de ambos, ya que era un área frecuentada por los dos grupos de apaches, los cuales dominaban lo que hoy es el noreste de Sonora y el sureste de Arizona, consiguiendo en las poblaciones de la zona, los caballos, mulas y reses que necesitaban).

* El 12 de diciembre de 1848, un pequeño grupo de apaches se acerca a Doña Ana (Doña Ana County, New Mexico) gritando a los soldados estadounidenses allí estacionados que querían hablar. (Cuando un pelotón salió, los apaches abrieron fuego y huyeron.

La guerra entre México y los Estados Unidos hizo que disminuyeran los suministros a la misión de San José de Tumacácori [Santa Cruz County, Arizona], provocando el abandono de sus habitantes, agravado por el invierno tan frío y la presión de los apaches).

1849

* En 1849, Estados Unidos envía un Agente Indio a Santa Fe (Santa Fe County, New Mexico) para establecer relaciones con las tribus del sudoeste, aumentando la presencia de civiles estadounidenses, lo que produce inquietud en los apaches. (El empeoramiento de la situación en la frontera entre México y Estados Unidos, llevó aparejado el abandono de numerosos pueblos y ranchos pequeños. Con el descubrimiento de oro en California, miles de personas atravesaron el continente hacia las explotaciones auríferas. La ruta meridional pasaba por New Mexico y el norte de Sonora, que por aquel entonces incluía el sur de la actual Arizona, por donde muchos de los habitantes hispanos de la región se marcharon a California, dejando el territorio más indefenso que nunca).

* A principios de 1849, una expedición al mando de los tenientes William Henry Chase Whiting, y William Farrar “Baldy” Smith, sale de San Antonio (Bexar County, Texas) para inspeccionar una nueva ruta a través de 965 km hasta El Paso ([El Paso County, Texas]. Después de cubrir 2/3 de la ruta alcanzaron las Davis Mountains [Jeff Davis County, Texas], donde, el 17 de marzo, encontraron un gran grupo de apaches mescaleros y, probablemente, también cabalgaban con ellos algunos apaches lipanes.

Eran 200 guerreros bajo el mando de los jefes Chinonero, Cigarrito, y el más importante, Gómez, conocido por sus incursiones en el norte de México y en lo que hoy es conocido como el Big Bend National Park [abarcando los Presidio, Jeff Davis, Brewster, Pecos & Terrell Counties]. Con solo 13 hombres armados, el grupo se acercó nerviosamente a los apaches. Whiting comentaría: “Fue una escena emocionante y pintoresca. Doscientos apaches, magníficamente montados, destacados por sus vestidos de muchos colores, sus escudos pintados y sus horribles rostros”.

Gómez quería pelear, pero Whiting hizo varios regalos a Chinonero y Cigarrito, y este último permitió el paso seguro del grupo. Los soldados se fueron por la noche, sobrecogidos, asolados por la tormenta, huyendo hacia el Limpia Canyon [Jeff Davis County, Texas]).

* También en 1849, los jefes apaches lipanes Chipota y Chiquito, junto al guerrero Sait-jah, visitan el campamento de la Comisión Fronteriza norteamericana. (El Tratado de Guadalupe Hidalgo, firmado el 2 de febrero de 1848, puso fin a la guerra entre los Estados Unidos y México, reconociendo la anexión de Texas a los Estados Unidos [consumada casi tres años antes] y cedida la Alta California a los Estados Unidos [el actual estado de California] y casi la totalidad del actual territorio del sur de los Estados Unidos desde California a Texas. El tratado trazó la frontera entre los dos países y se creó una Comisión Fronteriza Internacional para fijar los límites exactos de la frontera. John Carey Cremony, que trabajaba en la Comisión Fronteriza y que luego escribiría “Life among the Apaches” describiría a los jefes apaches lipanes. “Chipota parecía tener unos 60 años. Era bajo, corpulento y musculoso, con una frente alta y extensa, poco común, que se asombraba enormemente al observar los lejanos objetos a través del catalejo. Chiquito era alto, delgado, musculoso y tenía el aspecto de poseer muchas más atribuciones extraordinarias. El guerrero Sait-jah era un joven alto, fuerte, bien hecho y bien parecido que rechazaba ser llamado por cualquier nombre en español. Creía poseer cierta consideración y se pavoneaba con un muy decidido porte aristocrático. Tenía una espléndida silla de montar, aljaba llena de flechas, pantalones, etc.”. Refiriéndose a su jefe Chipota, Sait-jah dijo: “Nuestro jefe habla de vuestra gran medicina; que vuestra pistola dispara seis veces sin recargar; que acercan los árboles que están lejos cerca de los ojos, para poder contar las hojas; que vuestras armas llegan a una gran distancia y no te lo pierdas; habla de muchas otras cosas maravillosas que no puedo creer. Lo tenéis embrujado”. Posteriormente, no ocultó su sorpresa cuando presenció la precisión y alcance de los rifles Sharp y la rapidez con que se podían cargar y disparar. También quiso cambiar su caballo, su arco y flechas, y una espléndida piel por una pequeña imagen de una joven de Boston perteneciente a John Carey Cremony. Al recibir un no por repuesta, se alejó enfadado en su caballo). 

* Al amanecer del 10 de enero de 1849, unos 100 guerreros, la mayoría a pie, atacan un rancho llamado Duraznilla, situado a mitad de camino entre Hermosillo y Sahuaripa, a 56 km al sureste de Ures ([entonces la capital de Sonora]. Los apaches quemaron las construcciones más pequeñas del rancho. Antes de irse, mataron a dos niños, a cuatro mujeres, y a 10 hombres, la mayoría de ellos indios ópatas y yaquis que trabajaban como vaqueros en el rancho. Los supervivientes se refugiaron en la hacienda principal mientras los apaches saqueaban el rancho, llevándose el ganado antes de dirigirse al nordeste, hacia la Sierra Mazatán [municipio de Ures, Sonora].

En Álamos [municipio de Ures, Sonora], dos hombres habían visto el gran grupo de guerra apache rodeando la población y dirigirse hacia Duraznilla. Como la mayoría de los apaches iban a pie, los dos hombres con sus monturas los evitaron fácilmente. Llegaron a Álamos e informaron a Luis Tánori, un indio ópata comandante de la milicia de la Guardia Nacional. Reunió un grupo y se dirigió a las montañas, donde permaneció durante dos días antes de volver a Álamos, llegando el mismo día que los apaches atacaban Duraznilla. Al recibir la noticia de la incursión, Tánori salió rápidamente con 36 hombres para tender una trampa por la ruta que los apaches iban a pasar. Los apaches se aproximaron a media mañana del 11 de enero. Los mexicanos pudieron verles llegando a una distancia de unos 8 km desde donde estaban, empleando el tiempo en atrincherarse y buscar posiciones para protegerse. Tánori no sabía que los apaches estaban bien armados, bien aprovisionados, y equipados con muchos rifles, llevando de 800 a 1.000 caballos y mulas.

Con la primera descarga, los apaches se olvidaron de la manada, se reagruparon, y devolvieron el fuego contra las posiciones mexicanas, obligándoles a retirarse a una posición más segura sobre un terreno más alto, no sin dejar atrás siete muertos y siete heridos, cuatro de gravedad. Dos de ellos fallecerían a causa de sus heridas. Cuando los apaches se fueron, Tánori encontró los cadáveres descuartizados de nueve mexicanos. Según la costumbre apache, habían vengado sus pérdidas, matando a nueve de sus cautivos.

Al día siguiente, 12 de enero, esta partida de guerra se encontró con un destacamento de la Guardia Nacional estacionado en Ures. Sabemos pocos detalles, pero sí que durante este duro enfrentamiento los apaches, encolerizados por las bajas sufridas ante los hombres de Tánori, consiguiendo matar a 23 soldados y herir a otros 16.

Los apaches continuaron su marcha hacia el nordeste, dirigiéndose hacia el río Moctezuma, aparentemente camino de su campamento base en el nordeste de Sonora, pero una semana después, el 22 de enero, asaltaron el rancho Casas Grandes, situado a las afueras de Tepachi [municipio de Tepache, Sonora], matando a tres hombres, tres mujeres, y un niño. También capturaron cinco mujeres y dos niños. Al retirarse hacia el norte, la partida de guerra aumentó a 200 miembros. Los soldados de la Guardia Nacional les emboscaron sufriendo la pérdida de 34 hombres, entre ellos Francisco Terán y Tato [hermano de José Terán y Tato, comandante militar de Moctezuma {municipio de Moctezuma, Sonora}].

Este grupo incursor chiricahua mató a 98 personas, hirió a 22, y capturó a siete mujeres y niños entre el 9 y el 24 de enero, siendo esta cantidad solo la que informó el gobernador de Sonora, Manuel María Gandara de Gortari. Los líderes de esta partida de guerra fueron probablemente el chokonen Miguel Narbona, y el bedonkohe-chihenne Mangas Coloradas, secundados por los chokonen Yrigollen, Esquinaline y Cochise).

* En febrero de 1849, varias bandas apaches atacan Arizpe, Huepac, Baviácora y Huasabas (Sonora) matando a 12 personas.

* El 20 de febrero de 1849, seis apaches del grupo local de nednais de Janos (Chihuahua), llegan a esa localidad para parlamentar. (Al frente de ellos iban El Cochi y Anselmo. El teniente Baltasar Padilla salió fuera con un grupo de ciudadanos teniendo una corta conferencia en la cual los apaches dijeron que querían hacer la paz. Padilla intentó buscar el motivo por el que buscaban la paz, llegando a la conclusión de que actuaban de buena fe. El Cochi y Anselmo dijeron que habían estado viviendo al norte del presidio, probablemente cerca de Boca Grande y la Laguna de Guzmán [los dos en el municipio de Ascensión, Chihuahua], desde el anterior agosto y que no habían cometido ninguna depredación cerca de Janos. Además, manifestaron que su grupo local de nednais no había estado en New Mexico y, por lo tanto, no habían tenido contacto con estadounidenses. Los chiricahuas también entregaron un cautivo, quien corroboró lo que El Cochi había dicho a Padilla.

Durante el mes siguiente, los mensajeros chiricahuas volvieron a Janos tres veces para pedir la paz. Representaban a líderes de cuatro bandas, entre ellos los chihennes Ponce y Cigarrito, el chokonen Yrigollen, el bedonkohe Teboca, y los nednais Coleto Amarillo y Láceris [este nuevo entre los jefes apaches e importante durante la década de 1850]. La petición de Yrigollen y Teboca era un misterio, ya que habían estado incursionando recientemente por Sonora. Quizás estaban buscando un lugar donde colocar el botín que traían de Sonora.

Según el Negrito de Carretas, un apache que vivía pacíficamente en Janos y hacía de informador, aconsejó a José Baltasar Padilla, que, con el fin de alcanzar un acuerdo duradero, era necesario matar a Mangas Coloradas y a Delgadito, porque eran los dos líderes que se oponían sistemáticamente a cualquier acuerdo de paz. El chokonen Manuel [Manuelito], que había perdido muchos seguidores en las masacres de Elías González y Kirker, trató en varias ocasiones de matarlos sin éxito. Manuel dijo que hasta que el presidio de Janos no recibiese suficientes refuerzos, para proteger a los autores, nadie mataría a Mangas Coloradas ni a Delgadito. El origen de estos desacuerdos no se sabe; quizás venía de los tiempos en que Manuel había guiado a los soldados contra Pisago Cabezón y Mangas Coloradas para recuperar ganado robado en 1842 y 1843.

Manuel [Manuelito] pudo haber pagado caro su intención de matar a Mangas Coloradas porque al cabo de un año moriría en extrañas circunstancias. En la primavera de 1850, los chihennes, nednais, y unos pocos chokonen, esencialmente las mismas bandas que habían pedido la paz en 1849, más el grupo de Delgadito, se reunieron con Alejo García Conde en Janos. Le dijeron que Manuelito había muerto de congelación durante el último invierno, pero hay dudas de si los seguidores de Mangas Coloradas, Miguel Narbona, o Cochise pudieron haberle matado cuando hubo rumores de la conversación que tuvo con Padilla con el plan de matar a Mangas Coloradas).

* Cuando terminaba el invierno de 1849, una banda chiricahua, sale de sus rancherías en las Chiricahua Mountains (Cochise County, Arizona), liderada por el chokonen Miguel Narbona y el bedonkohe Mangas Coloradas, para incursionar a lo largo del río Sonora, al sur de Arizpe ([Sonora]. Su primer objetivo fue Bacachi, un pequeño poblado ópata situado a pocos kilómetros al este de la población minera de Banámichi [municipio de Banámichi, Sonora]. Planeado o no, eligieron un buen momento para atacar. Solo pocos días antes, 30 hombres [ocho de ellos de Bacachi] habían abandonado la zona para ir a los campamentos mineros de California. El 9 de marzo, poco antes de la siesta del mediodía, atacaron.

En el primer asalto, los apaches mataron a todo el que se cruzó en su camino, siete hombres y cinco mujeres. El resto, incluidos cinco hombres heridos, consiguieron huir. Tras quemar el poblado, se fueron, llevando cautivos a cuatro hombres, 10 mujeres, y varios niños. De vuelta a sus rancherías, los niños y las mujeres serían entregados a diferentes familias; mientras a los hombres les dejaron en manos de unas mujeres que les clavaron lanzas y cuchillos hasta morir desangrados. Era la costumbre chiricahua. Cuando una mujer perdía un familiar en un combate, quería venganza.

Conocemos el nombre de tres de los niños cautivos. Marijenia Figueira, tenía 7 años cuando fue capturada, siendo llevada por los bedonkohes, viviendo con la familia de Luis, probablemente un hijo de Mangas Coloradas. Sería liberada el 26 de febrero de 1864, tras un enfrentamiento entre chiricahuas y un destacamento estadounidense al mando del capitán James H. Whitlock en la población minera de Pinos Altos [Grant County, New Mexico]. Figueira dijo que durante sus 15 años de cautividad había sido bien tratada”.

Otro es Merejildo Grijalva. Tenía 9 años cuando se lo llevaron en compañía de su hermano, Francisco, y su madre. Francisco fue criado por apaches White Mountain, habiendo sido adquirido por ellos, probablemente a través de un trueque. En aquella época, las relaciones entre los chiricahuas y los Western Apaches eran cordiales, al contrario de lo que ocurriría varias décadas después. Quericueryes, un jefe Western Apache, era un aliado de Miguel Narbona y Mangas Coloradas. El destino de la madre de Merejildo Grijalva es desconocido.

Merejildo Grijalva Grijalva fue llevado por los chokonen de Miguel Narbona, quienes le preguntaron su nombre, a lo que respondió, El Chivero. Acabaría en la ranchería de Cochise, realizando trabajos para las mujeres, como recoger leña y acarrear agua. Al cabo de un año, ya era capaz de hablar y entender relativamente bien la lengua apache. Grijalva contaría la vida de su captor, Miguel Narbona. De niño fue capturado por soldados mexicanos al mando del capitán Antonio Narbona. Miguel Narbona vivió con la familia Narbona durante casi una década, adoptando su apellido, siendo educado y cristianizado. Cuando tenía 18 años escapó y volvió con su gente. Por alguna razón, desarrolló un odio feroz contra los mexicanos. Según Grijalva, su atrevimiento y destreza le procuró una alta posición en la banda. Su insaciable deseo de matar mexicanos aparentemente era el resultado de sus años en cautividad.

En Banámichi las autoridades estaban demasiado asustadas para enviar un grupo de ayuda a pesar de que podían ver el humo sobre Bacachi. Un destacamento de la Guardia Nacional llegó al lugar desde Huépac [municipio de Huépac, Sonora] y Aconchi [municipio de Aconchi, Sonora] descubriendo una aterradora escena. Las construcciones ardían lentamente y los cadáveres estaban dispersos por los alrededores. Después de enterrar los cuerpos, siguieron el rastro apache hacia el norte, hasta Sinoquipe [municipio de Arizpe, Sonora] en donde se dieron la vuelta y regresaron a casa.

Los apaches se dividieron en dos grupos, Miguel Narbona, estando posiblemente Cochise con él, fue a las Chiricahua Mountains, mientras Mangas Coloradas fue a la Sierra Pitáicachi [municipio de Agua Prieta, Sonora, 40 km al este de Fronteras], donde estaría alrededor de un mes, yendo después a las Chiricahua Mountains).

* El 29 de marzo de 1849, el líder nednai Coleto Amarillo va a Janos (Chihuahua) a pedir la paz. (Había vivido allí durante los últimos meses de 1843. Llegó con 10 hombres y varias mujeres para pedir un armisticio con México. Había salido de Santa Rita del Cobre [Grant County, New Mexico], ahora parte de los Estados Unidos, porque estaban llegando muchos estadounidenses, produciéndose algunos enfrentamientos. Ese mismo mes de marzo, unos chiricahuas mataron a varios texanos, incluyendo al capitán Schoomaker y a otros seis hombres, en un duro enfrentamiento en las Mimbres Mountains [Sierra County, New Mexico].

Los chiricahuas robaron algo de ganado cerca de Socorro [Socorro County, New Mexico] por lo que una patrulla estadounidense mandada por el teniente Abraham Buford los persiguió hasta el territorio chihenne sin poder alcanzarlos. Esto no desalentó a Buford, planificando una campaña con 100 soldados estadounidenses y 50 voluntarios de New Mexico. El plan de Buford llegó a conocimiento de los chiricahuas a través de unos comerciantes mexicanos.

Coleto Amarillo informó que muchos chiricahuas se habían ido de New Mexico a causa de las hostiles intenciones de los estadounidenses. Para algunos apaches, Janos era visto como un lugar de refugio. Coleto Amarillo buscaba la paz con Chihuahua, igual que Ponce y Cigarrito [chihenne]; mientras algunos chihennes [probablemente seguidores de Delgadito], habían ido a Sonora para unirse a Mangas Coloradas.

Vívora y Francisquillo [chihenne], y Ponce y Cigarrito también habían solicitado la paz en el presidio de Galeana [Chihuahua] no mucho antes. Cuando Anselmo y El Cochi, importantes emisarios en esas idas y venidas, regresaron a Janos en mayo, el oficial al mando leyó los artículos de los acuerdos establecidos previamente en Galeana. Esas disposiciones obligaban a los funcionarios mexicanos a distribuir raciones a los apaches, y ubicarlos donde los funcionarios designaran. Los jefes Manuel [Manuelito], Yrigollen [chokonen], Pocito, Carro  y Coleto Amarillo [nednai] recibieron la orden de venir a Janos para ratificarlo, pero Coleto Amarillo fue el único que se sabe que lo hizo. Por esas fechas fue designado por los mexicanos como “primer general” de los apaches; y Ronquillo, “segundo general”. No se sabe qué pasó con el título de Manuel como “general”).

* En abril de 1849, James S. Calhoun es nombrado Agente Indio en Santa Fe (Santa Fe County, New Mexico) donde se instala la Agencia del Gobierno, aunque, debido a lo lejos que se encontraba, no llegó a su destino hasta el 22 de julio. Calhoun no tardó en darse cuenta de la magnitud del problema con que se enfrentaba y en octubre envió varios informes a sus superiores en Washington. En primer lugar, indicó que las diversas tribus de indios nómadas [apaches, comanches y navajos] se movían por todo el territorio realizando libremente incursiones de rapiña y asesinatos sin oposición alguna. Calhoun aconsejó el envío inmediato de más tropas y la construcción de más fuertes para proteger los caminos. Sobre todo los apaches y comanches debían ser internados en reservas cuanto antes).

* El 5 de abril de 1849, Manuel (Manuelito) y su gente llegan a Janos (Chihuahua) solicitando la paz. (Mientras Mangas Coloradas asaltaba poblaciones en Sonora, otros pacíficos chiricahuas continuaban llegando a Janos. Una semana más tarde que Manuel, Coleto Amarillo hizo lo mismo).

* En abril de 1849, los chiricahuas planean atacar tres presidios en Sonora, Bavispe, Santa Cruz y Bacoachi. (Los mismos, u otros apaches, asaltaron una zona junto al río Mimbres [New Mexico] donde mataron a seis personas, llevándose la mayor parte del ganado.

El 8 de abril, aproximadamente 100 guerreros, divididos en dos grupos, atacaron Bavispe. Probablemente, iban dirigidos por Mangas Coloradas, matando a dos ancianos, a una mujer, y a un niño; y capturando a cuatro niños, además de quemar los campos de los alrededores. Diez días después, un cautivo apareció en Bavispe diciendo que la ranchería de Mangas Coloradas estaba en la Sierra Pitáicachi [municipio de Agua Prieta, Sonora, 40 km al este de Fronteras], según había dicho el líder nednai Coleto Amarillo al teniente Padilla en Janos [Chihuahua].

El domingo 29 de abril, llegaron por sorpresa al segundo objetivo, Santa Cruz, pero la llegada de un destacamento de soldados y civiles evitó cualquier daño. Al día siguiente, dos grupos de hombres dejaron el presidio para trabajar en sus campos, a pocos kilómetros de distancia, uno al norte y otro al sur del presidio. Esa mañana, los chiricahuas asaltaron a uno de los grupos, y en pocos minutos mataron a siete. El alférez Saturnino Limón inmediatamente envió dos grupos de 10 hombres, uno de ellos al mando del cabo Dionisio Aldecoa, y el otro bajo Juan Abad Telles, con instrucciones de llegar al río y ayudar a los vecinos. Cuando llegaron, los chiricahuas se retiraron llevándose la mayor parte del ganado de la población. Más tarde, Limón informaría que 18 hombres con sus familias se estaban preparando para emigrar al interior y que muchos más podrían seguirlos. Entre los atacantes, solo pudo ser identificado Teboquita, líder de un grupo local chokonen. Informes posteriores indicaron que esta incursión estaba formada por apaches chokonen-bedonkohes, dirigidos por Mangas Coloradas, Miguel Narbona, Posito Moraga, y probablemente Yrigollen.

El 5 de mayo, José Terán y Tato, salió de Moctezuma [Sonora] al frente de 118 hombres con una pequeña pieza de artillería. Por el camino fue alistando a 70 personas más. El 10 de mayo llegó a Bavispe, saliendo de allí el 13 de mayo con un destacamento de 188 hombres. A primeras horas de la mañana del 18 de mayo, sus exploradores descubrieron un rastro fresco que les llevaba a lo largo del río Yaqui, hacia Batepito [municipio de Bavispe, Sonora], situado a unos 6’5 km al noroeste de la actual Colonia Morelos.

A las 06:00 horas de la mañana, encontraron la ranchería de San Juan, uno de los campamentos base de los chokonen [en particular de Yrigollen] cuando se dirigían a Bacoachi. Por eso a la hora del ataque había pocos hombres en la ranchería, cosa que disgustó a Terán y Tato, quien buscaba un gran enfrentamiento. Con los primeros disparos, los mexicanos mataron a varias mujeres y niños. Los pocos guerreros cubrieron la retirada del resto de familiares que se dirigían a terreno más alto y boscoso. San Juan montó su caballo y cargó contra los mexicanos, pero Eusebio Gil Samaniego [lugarteniente de Terán y Tato, y que había participado en la captura de Cochise] atravesó con su lanza el cuerpo del chiricahua y luego disparó a otro guerrero, dejándolo herido. Larriano Mayén lo remató con su lanza. Los mexicanos mataron a tres hombres y a siete mujeres y niños, y capturaron a un hombre y a ocho mujeres y niños, una de ellas la mujer del jefe de guerra chokonen Demos, lo que le llevaría a entablar negociaciones con Elías González, en la primavera de 1850. Demos no estaba presente al estar incursionando con una partida chokonen, pero su esposa Petra y su suegra Dayundil estaban entre las mujeres capturadas, y es posible que un hijo, o los dos, resultaran muertos.

Los prisioneros apaches dieron a Terán y Tato importante información sobre los movimientos chiricahuas. Había otras rancherías en La Sierra de Enmedio [municipio de Janos, Chihuahua]; Mangas Coloradas se había ido a las Chiricahua Mountains [Cochise County, Arizona]; y Miguel Narbona e Yrigollen estaban acampados en el lado sonorense del río San Bernardino. Los prisioneros dijeron pertenecer a la banda de Yrigollen, y que recientemente habían venido de Janos [Chihuahua] donde habían estado comerciando, planeando volver allí dentro de poco.

Terán volvió a Moctezuma, y los nueve prisioneros fueron llevados a Hermosillo [Sonora], donde el hombre quedó preso, mientras que a las mujeres y los niños los llevaron para servir en casas de ciudadanos adinerados.

No tardaron los chiricahuas a hacer acto de presencia. A las 13:00 horas del 24 de mayo, Miguel Narbona, Yrigollen y Tapilá atacaron Bacoachi, el tercer objetivo. Mangas Coloradas no estaba con ellos porque había dejado la Sierra Pitáicachi para ir a recolectar mescal a las Chiricahua Mountains. El herrero, Francisco Durán, estaba trabajando en la herrería cuando los chiricahuas llegaron. Intentó repeler el ataque, pero su arma le falló tres veces, siendo entonces capturado. Los chiricahuas se llevaron gran cantidad de ganado, hiriendo de gravedad a dos hombres y a una mujer, la cual recibió una herida de lanza. También capturaron a cuatro niños, además de Durán, natural de Fronteras [Sonora], casado y de 36 años de edad.

El capitán Teodoro López de Aros, rápidamente reunió un grupo de 30 soldados y civiles, persiguiendo a los apaches hacia el oeste. De repente, los chiricahuas dieron la vuelta y contraatacaron. Superando a los mexicanos en una proporción de tres a uno, obligaron a huir al destacamento de Aros, matando a dos soldados y a dos civiles, y capturando a dos hombres, un soldado llamado Julián Romero y un civil llamado Félix Montoya. Poco después del enfrentamiento, los chiricahuas enseñaron un pañuelo blanco. López de Aros parlamentó con Yrigollen, Casimiro y Chino intentando convencerles de que devolvieran a los seis cautivos, a lo que se negaron, aunque dijeron que volverían dentro de tres semanas para intercambiar cautivos. Los mexicanos volvieron a Bacoachi, mientras los chiricahuas se dirigieron al norte, hacia Bavispe, para intentar el canje de sus cautivos.

Cuando los chiricahuas se retiraron, Durán vio a los seis cautivos, los cuatro niños, más Julián Romero y Félix Montoya. Durán y Julián Romero fueron interrogados por los jefes chokonen Carro [que había estado en paz en Janos durante la segunda mitad de 1843], Yrigollen, Posito e Yrineo [Yrinco]. Es probable que Miguel Narbona y Tapilá se hubieran separado del resto. Los chokonen preguntaron por el destacamento que había en Bacoachi, su composición y cuando salía de campaña. Durán les dijo que la campaña “debía salir lo más tarde un mes después, ya que estaban haciendo pinole para las expediciones”. Según la impresión de Durán, unos le creyeron y otros no.

Tras el interrogatorio, los chokonen se llevaron a los cautivos, y al llegar a su ranchería, mataron a Julián Romero. Según Durán lo hicieron porque durante el enfrentamiento, el soldado intentó matar a Yrigollen, por lo que quizás le capturaron con idea de matarlo más adelante. En cambio, perdonaron la vida a Durán porque Carro le dejó en manos de Luna, con el objetivo de “que este lo intercambiara por su familia que se hallaba cautiva en Bavispe”.

Después de cuatro días, los chokonen trasladaron su ranchería a la Sierra de la Cabellera [municipio de Agua Prieta, Sonora] para preparar una campaña contra Bacoachi; sin embargo, tras ocho días sin novedad, se dirigieron hacia Bavispe. Doce apaches escoltaron a Durán y otros tres cautivos, mientras que el resto del grupo, unos 110, se acercaron a Bavispe para averiguar si había allí cautivos apaches, llegando a los 10 días [principios de junio]. El destacamento militar se apercibió de su presencia por la polvareda que levantaron los caballos, adoptando los chokonen una actitud pacífica e iniciando conversaciones con los mexicanos. Carro, Yrigollen, Antonio [Charro o Vívora?], y Posito o Pocito [no Poncito, activo en la zona de Sonora] propusieron canjear cautivos, creyendo que sus familiares capturados por Terán y Tato estaban allí, para lo cual llevaron un cautivo de Tepachi, y tres de Bacoachi [entre ellos Durán]. Se entrevistaron con Sebastián Reyes, comandante de Bavispe, quien acordó que al día siguiente traerían los cautivos para el canje.

El periódico “El Universal” publicó el 21 de julio de 1849: “Los capitancillos apaches, al presentarse ante el comandante militar […] manifestaron que sabían que se les aproximaba una campaña seguida de este Estado, y que los norteamericanos también les iban a hacer otra […], por lo que solicitaban hacer las paces. Quedaron que en la tarde concluirían su negociación y al llegar la hora presentaron al cautivo Francisco Durán, sin embargo, solo había una indígena cautiva en Bavispe, por lo que los apaches decidieron no entregar a Durán solo por una muchacha, mencionando que regresarían días después para arreglar las paces y hacer el canje”.

Los chiricahuas permanecieron 12 horas más en las cercanías de Bavispe, pero decidieron irse al desconfiar de Reyes, temiendo que reuniera más soldados para atacarles. Durán dijo que cinco días después de irse de Bavispe fueron a donde había otras rancherías, donde iban a llegar más guerreros, esperando sumar unos 200 para incursionar por los ríos Sonora y Oposura. Para celebrar la próxima incursión, celebraron una danza de guerra, que duró ocho días, en la que no faltó gran cantidad de aguardiente, licor que conseguían en Janos [Chihuahua] gracias a ciudadanos de New Mexico que hacían intercambios comerciales con los apaches.

Estando Durán en la ranchería de Baboso, situada en la Sierra del Hacha [Big Hatchet Mountains, Hidalgo County, New Mexico], los ciudadanos de Janos proporcionaron a los chiricahuas licor al menos cuatro veces, una vez a cambio de dos cautivos y otras a cambio de botín. Durán manifestó que “trajeron aguardiente cuatro ocasiones con bastante abundancia”, y que se enteró por los mismos apaches de “la muy frecuente amistad y comercio que tenían con los de New Mexico”.

Los comerciantes de New Mexico suministraban a los apaches licor, armas y pólvora. Las armas de fuego que tenían los apaches eran de buena calidad, con gran cantidad de pólvora. Baboso dio dos cartas sin firmar a Durán para que las leyera. Una era del ex gobernador de Nuevo México, Manuel Armijo, y el primer párrafo era una factura sobre la venta de carabinas estadounidenses, pólvora, balas, telas, sarapes, cuchillos y otros artículos. El autor de la carta expresó su amistad y gratitud a Baboso, prometiendo “que tan luego como el gobierno de los Estados Unidos intente emprender campaña tendría oportuno aviso para que no le ocasionara daño”. Baboso afirmó que la otra carta era de Juan Zozaya, un importante ciudadano de Janos. Zozaya habló de su gran aprecio y amistad con Baboso, pidiéndole que fuera a Janos para discutir asuntos relevantes con él. Aunque la gente de la mina El Barranco mató recientemente a dos apaches, Baboso nunca dudó de la buena fe de sus amigos en Janos.

Según Durán, el 17 de junio de 1849, un grupo de 200 apaches salió con los jefes Mangas Coloradas, Yrigollen, Delgado y Carro. El plan de los apaches era dirigirse a Bavispe e inicialmente Durán iba a ir con ellos, pero tras el primer día de incursión fue devuelto a la ranchería. Cuando lo ataron, una mujer apache le dijo que lo iban a matar. Consiguió huir durante la noche del 22 de junio, pasando cinco días vagando por la sierra, hasta encontrar una caravana compuesta de estadounidenses y mexicanos que se dirigían a California. Le llevaron a Agua Prieta y luego fue a Bacoachi, llegando allí a las 20:00 horas del sábado 30 de junio, acompañado de Luis Quijada, uno de los miembros de la caravana.

El testimonio de Francisco Durán fue documentado el 30 de julio de 1849 por el Juzgado 1° de Paz en Bacoachi).

* A mediados de abril de 1849, una banda apache, probablemente chiricahua, ataca a un grupo de estadounidenses mandados por el capitán McMullen, un viejo Ranger de Texas, cerca de Huásabas ([municipio de Huásabas, Sonora]. Durante la emboscada, los apaches mataron a ocho hombres. Dos consiguieron escapar, llegando uno de ellos a Huásabas, diciendo que los apaches habían matado a sus compañeros, siete estadounidenses y un mexicano.

El mismo Mangas Coloradas participó en varios enfrentamientos. Un estadounidense llamado Ferguson declaró que había tenido un enfrentamiento con Mangas Coloradas y un centenar de guerreros cerca de Corralitos [municipio de Ures, Sonora]. A Ferguson le molestaba la insistencia del jefe apache de que se le diera un tributo en forma de una mula, cinco sacos de maíz, y suficientes cigarros para todos los guerreros. Parece que los apaches rodearon al grupo de Ferguson durante cuatro días, intercambiando disparos).

* El 25 de mayo de 1849, el Congreso de Chihuahua aprueba la “Quinta Ley”, que comprendía las siguientes disposiciones:

1º. La guerra contra los indios bárbaros debe ser la primera preocupación del estado.

2º. Para llevar a cabo esta guerra, se autoriza al gobierno a celebrar contratos con voluntarios nacionales y extranjeros.

3º.  Dichos contratos deben basarse en un precio fijo por cada indio muerto o hecho prisionero.

4º. Se autoriza al gobierno a realizar los gastos necesarios para el cumplimiento de estos contratos.

5º. Los precios a que se refiere el artículo 3º se fijan en 200 pesos por cada guerrero muerto, 250 pesos por cada guerrero presentado como prisionero, 150 pesos por cada mujer cautiva sin distinción de edad y 150 pesos por los indios cautivos de cualquier sexo menores de 14 años.

6º. Después de la presentación de estos al ayuntamiento de cualquier municipio, el pago conforme al artículo 5º por el indio muerto o capturado debía hacerlo el gobierno a la vista del certificado expedido por el ayuntamiento.

7º. Cuando el congreso del estado no esté en sesión, la diputación permanente será responsable del cumplimiento del decreto.

8º. El gobierno es responsable ante el Congreso de los contratos que celebre.

(Para demostrar el número de apaches muertos, sus cabelleras debían entregarse a las autoridades municipales locales, quienes emitían un certificado que se entregaba en la Oficina de Impuestos del gobierno para su reembolso. El estado de Chihuahua pagó 17.896 pesos por cabelleras apaches, sobre todo a extranjeros. Con el tiempo la “Quinta Ley” resultó cada vez más contraproducente. Para los funcionarios fue administrativamente incontrolable y muchos mexicanos perdieron sus vidas por ella, ya que cualquier cabellera india que no fuera apache, podía pasar como si lo fuera, e incluso de ciudadanos no nativos mexicanos. El gasto para las arcas públicas fue exorbitante, y desperdició fondos necesarios en otros lugares. De hecho, crearon más sentimientos de odio y venganza por parte de los apaches.

El 27 de mayo, Michael Hancock Chevallié salió de la ciudad de Chihuahua al mando de un grupo de 19 texanos y cinco mexicanos para dirigirse al norte a cazar apaches. El teniente coronel Michael Hancock Chevallié y el teniente John Joel Glanton, habían sido Rangers de Texas. Llegaron a la ciudad de Chihuahua el 24 de mayo, un día antes de aprobarse la Quinta Ley, camino de California. Al enterarse, decidieron cazar apaches como recompensa, firmando un contrato con el gobernador, quien dio a Chevallié 500 pesos para ese fin.

Cerca de la Hacienda del Carmen [municipio de Buenaventura, Chihuahua] encontraron una ranchería apache, atacándola al amanecer del 6 de junio, y matando a nueve personas, entre ellas al jefe chihenne Jasquedegá, y capturando a otros cuatro.

Posteriormente, el jefe político de Chihuahua, Juan José Terrazas, recibió presuntamente de manos de Chevallié, 12 cabelleras apaches y cuatro prisioneros. [El prefecto o jefe político era un funcionario que formaba parte del poder ejecutivo de los estados y se encargaba del gobierno y administración de un distrito, partido, o jurisdicción territorial, abarcando varios municipios).

Mangas Coloradas desconocía la existencia de la Quinta Ley cuando llevó su ranchería a las montañas del noroeste de Janos para seguir incursionando por Sonora. El 15 de junio, los nednais Negrito [aparentemente otra persona diferente a El Negrito], Ratón y Gervasio [un hijo de Juan José Compá] fueron a Janos a comerciar. El teniente José Baltasar Padilla, siguiendo órdenes de José María Zuloaga, comandante de Corralitos [municipio de Casas Grandes, Chihuahua] de que todo apache que entrase en Janos debía ser detenido, los encarceló. Los tres admitieron haber participado en las recientes incursiones en Bavispe y Bacerac [Sonora], revelando que tres días antes habían combatido con tropas de Sonora, en el que resultaron muertos cuatro apaches y varios soldados. Gervasio declaró que su hermano Candelario se enfureció por los cuatro muertos, matando a un joven capturado en una reciente incursión en Bavispe. Los apaches se preocuparon cuando Negrito, Ratón y Gervasio no regresaron a su campamento.

El 17 de junio, Bartolo y otros familiares fueron a averiguar qué había sido de ellos. Padilla le dijo que estaban los tres retenidos como rehenes. La situación era tensa, pero al día siguiente, los apaches, vieron a Negrito; por lo que luego se retiraron a la base de una colina cercana y más tarde se trasladaron a Lagunitas, noroeste de Janos, donde estaban acampadas sus familias y contó lo sucedido a Láceris, el jefe de su banda, quien pidió ayuda a Mangas Coloradas. En el camino a Las Lagunitas recogieron a los miembros de la familia nednai de El Cochi que estaban cosechando mescal, llevándose dos caballos que pertenecían a Juan Zozaya, un importante ciudadano de Janos. Pocos días después, El Cochi y su hijo Perea abandonaron el presidio y volvieron a su ranchería.

El 19 de junio, por la mañana, consciente del gran número de apaches en la zona, trasladó a los nednais Negrito, Ratón y Gervasio a Corralitos, cuyo comandante era el capitán José María Zuloaga.

El 20 de junio, el jefe nednai Láceris llegó con 25 apaches bien armados, preguntando donde estaban detenidos los tres apaches, especialmente Negrito. Al parecer querían averiguar si los prisioneros estaban aún con vida antes de realizar alguna acción de venganza. Padilla se encontró en una difícil posición, al estar los apaches cautivos en Corralitos, pero logró convencer a Láceris para que esperase un día, con la promesa de que podría ver a Negrito. Láceris se jactó de que planeaba incursionar por los asentamientos del sur de Casas Grandes. Otros apaches, incluyendo Mangas Coloradas, estaban esperando en las colinas, listos para unirse a Láceris si estallaban los enfrentamientos.

Láceris y sus guerreros se fueron, pero Tonina, el hermano más joven del prominente guerrero nednai, Galindo, se quedó atrás al emborracharse. Al día siguiente Padilla lo detuvo, enviando un mensajero a Zuloaga pidiendo refuerzos y que trajesen a Negrito y a sus compañeros. Zuloaga salió esa tarde hacia Janos con 70 soldados, llevando a los tres prisioneros chiricahuas con él. Con Zuloaga iba John Johnson [el autor de la matanza de apaches el 22 de abril de 1837] contratado como intérprete y asesor. De camino a Janos, se toparon con unos estadounidenses de Texas conocidos como el grupo Duval que iban hacia California. Zuloaga les invitó a participar en lo que planeaba hacer. Cuando los apaches entrasen en Janos daría la señal para atacarlos. Como pago a su ayuda les permitiría llevarse los caballos que capturasen a los apaches. La mitad de los estadounidenses aceptaron, unos 27. Ni los informes de Padilla ni de Zuloaga mencionan lo que pasó después. Pero Benjamin Butler Harris, un miembro del grupo Duval que se había unido a Zuloaga, escribió que el grupo mixto de mexicanos y estadounidenses llegó a Janos, con los prisioneros apaches, antes del amanecer del 21 de junio, siendo ubicados por Zuloaga en las casas situadas frente a la plaza.

Esa mañana, los apaches llegaron en pequeños grupos, parándose en las tabernas, buscando señales de alguna traición. Alrededor de 100 guerreros se habían reunido en la plaza para negociar buscando la liberación del grupo de Negrito. Otros chiricahuas estaban en las colinas esperando para atacar si era necesario. Mangas Coloradas estaba fuera de Janos porque siempre sospechaba de los mexicanos. Pocos días después, dijo al grupo de Duval que los apaches también tenían un plan. Según Harris, querían matar a todos los mexicanos con el pretexto de hacer un trato, pero la inoportuna llegada de la otra mitad del grupo de Duval, hizo creer a los apaches que llegaban refuerzos a Janos, por lo que abandonaron la plaza, frustrando el trato para liberar a los prisioneros, o la eliminación de los apaches bajo el pretexto de un trato, en palabras de Harris. Mangas Coloradas se retiró a sus campamentos base en las Sierras de Enmedio [municipio de Janos, Chihuahua] y Espuelas [municipio de Agua Prieta, Sonora].

El grupo de Duval dejó Janos el 26 de junio, yendo a pocos kilómetros al este de la Sierra de Enmedio, donde la mayoría paró para comer. Un grupo de unos 18 hombres fueron de avanzadilla cuando oyeron el grito de guerra de los apaches mientras les rodeaban. Los estadounidenses formaron un cuadrado alrededor de los animales disparando a los apaches, que devolvían el fuego sin cargar contra un enemigo tan bien atrincherado.

Pero uno de ellos, Tom Edwards, de 30 años de edad, montó su mula y cabalgó a unos 90 metros de la posición de los apaches, disparándoles, pero la bala impactó en el suelo cerca del caballo de Mangas Coloradas, quien devolvió el fuego haciendo que Edwards picara espuelas mientras vaciaba su revólver contra el jefe chiricahua. Mangas Coloradas disparó a Edwards, pero también falló. Finalmente, siete u ocho estadounidenses salieron de sus posiciones y rescataron al temerario Edwards. Pocas horas después llegó el resto del grupo, viendo con preocupación a unos 200 apaches armados, algunos con arcos y flechas, otros con lanzas, y otros más con armas de fuego, montados a caballo. Pero en vez de atacar, avanzaron llevando una bandera blanca diciendo que querían hablar. Mangas Coloradas se aproximó a unos 90 metros de los estadounidenses. Elisha L. Davis se adelantó para parlamentar. Mangas Coloradas dijo que era amigo de los estadounidenses y que quería ir a hablar con ellos. Se aproximaron unos 100 apaches a caballo. Después de reunirse con el capitán Duval, Mangas Coloradas pidió conocer al hombre que le había disparado. Duval llamó a Edwards, y Mangas Coloradas, mirándolo de pies a cabeza, dijo muy mal muchacho, aunque no estaba claro si le estaba censurando o alabando su coraje. Mangas Coloradas dijo que él quería a los estadounidenses. Que hasta unos cinco años antes, no había visto a ninguno. Dijo que uno había sido un verdadero amigo. No está claro de a quién se refería, pero pudo haber sido Jack Gordon [su verdadero nombre era Peter Worthington]; un fuera de la ley que había vivido con los apaches. En octubre de 1849, estando trabajando para el antiguo Ranger de Texas, John Coffee Jack Hays, Gordon dijo a un estadounidense en El Paso [El Paso County, Texas] que había vivido cuatro años con los apaches. Finalmente, Mangas Coloradas se retiró, dirigiéndose al norte, hacia Arizona y New Mexico).

* A finales de primavera de 1849, una banda apache asalta Fronteras (Sonora) matando a cinco mexicanos, alanceando a una mujer, y llevándose a cuatro prisioneros.

* En junio de 1849, una banda apache mata a 14 personas en el río Gila (Arizona y New Mexico).

* Al amanecer del 22 de junio de 1849, unos 100 guerreros a caballo atacan Bavispe (Sonora), matando a un anciano, hiriendo gravemente a otro, y llevándose a un muchacho. (Mangas Coloradas no estaba con ellos porque se había ido a Janos [Chihuahua]. Después se dirigieron al norte y giraron al este, hacia Chihuahua. A pesar de los pocos daños, los chiricahuas consiguieron que con las poblaciones de Tubac y Fronteras prácticamente abandonadas [Fronteras volvió a ser reocupada en septiembre de ese mismo año] y la moral en Santa Cruz por los suelos, los ciudadanos de Bavispe empezaron a considerar la posibilidad de irse. Durante ese mes, algunos apaches siguieron apareciendo por Janos para intentar algún tipo de negociación).

* Durante el verano de 1849, las autoridades mexicanas contratan al mercenario John Joel Glanton y a su banda para cazar apaches. (Para cobrar la recompensa debían presentar los cueros cabelludos de los apaches, pero Glanton mataba también a otros indios e incluso a ciudadanos mexicanos. En 1849, el Estado de Chihuahua pondría precio a su cabeza, declarándole fuera de la ley. Se trasladaron a Arizona, donde mataron a varios yumas. Allí se hicieron cargo del transbordador sobre el río Gila, que transportaba a los emigrantes que iban a buscar oro a California. A veces mataban a los pasajeros mexicanos y norteamericanos para robarles. Una banda de yumas, dirigida por Caballo en Pelo, mató y arrancó la cabellera a Glanton y a la mayor parte de su banda).

* El 25 de junio de 1849, el comandante inspector del Estado de Sonora, José María Elías González, emprende una campaña contra los apaches con un destacamento de 80 hombres, consiguiendo atacar la ranchería del chokonen Tapilá. (Además de liberar a un cautivo mexicano, cuatro mujeres apaches fueron apresadas junto a 18 caballos y cuatro mulas. Con Elías iba el comandante de Bacoachi [Sonora] Teodoro de Aros, quien fue enviado a reconocer los lugares de La Pera [Sonora] y Calabasas [Santa Cruz County, Arizona]. En este último lugar se encontró de nuevo con los apaches, logrando recuperar el ganado que envió a Bacoachi con un destacamento de 20 hombres. Pero los apaches atacaron Las Bellotas [Nogales, Sonora] llevándose cautivos a una mujer y a un muchacho. El sargento Cayetano Avizu persiguió a la partida con 10 hombres, pero no pudo alcanzarla. El 27 de julio, Teodoro de Aros salió con 60 hombres para intentar hallar los escondites apaches en la zona de los Pilares de Nacozari [Sonora], desde donde atacó la ranchería del subjefe Fito, que logró escapar dejando 14 caballos en manos de los mexicanos).

* El 30 de junio de 1849, un grupo de hombres de Casas Grandes (municipio de Nuevo Casas Grandes), El Barranco (?), Corralitos (municipio de Nuevo Casas Grandes) y Galeana (Chihuahua) enviado por José María Zuloaga (Jefe Político del Cantón de Galeana y antiguo comandante de la guarnición de Janos, que entonces vivía en Corralitos) a cazar cabelleras, y guiado por Negrito, encuentran una pequeña ranchería chokonen, matando a su jefe Nachul, quizá el Nachindo del que se tuvo conocimiento en el área del río Gila en 1842. (También recuperaron dos niños que habían sido capturados en Bavispe la primavera anterior. Zuloaga recibió 500 pesos por la liberación de los dos cautivos. Supuestamente, fue socio de Kirker cuando este fue contratado por el estado de Chihuahua para matar apaches. Zuloaga estuvo tan involucrado en la caza de apaches que Corralitos se hizo famoso como centro de esta sórdida actividad. En una ocasión, un apache fue muerto en Corralitos cuando quiso llevarse una mula. Negrito, todavía prisionero en Corralitos, identificó al apache como miembro de la ranchería del chihenne Ponce).

* A primeros de julio de 1849, Mangas Coloradas está en Santa Lucia Springs (después conocido como San Vicente de la Ciénega; y finalmente Silver City, Grant County, New Mexico) y en las Burro Mountains ([Grant County, New Mexico]. A primeros de julio, resultó muerto un hijo de Mano Mocha en Corralitos.

El 4 de julio de 1849, Yrigollen, Posito Moraga y Carro se reunieron con el capitán Sebastián Reyes, comandante de Bavispe [Sonora] para intercambiar cautivos pero los chiricahuas que querían recuperar estaban en Hermosillo por lo que las negociaciones no avanzaron).

* El 22 de julio de 1849, un viejo apache llamado Perico llega a Janos (Chihuahua), al parecer, para establecerse allí. (Su esposa, su hijo, y un cautivo estaban esperando fuera de la ciudad. Un pelotón de soldados fue tras ellos, lo que les asustó, no volviéndoselos a ver. Mientras tanto, el teniente Padilla, comandante de Janos, encarceló a Perico, aunque él y el juez local le consideraron demasiado viejo para ser considerado un guerrero. Padilla envió a Perico a Zuloaga, jefe político en Corralitos, hasta que el comandante general de Chihuahua tomase una decisión.

* El 2 de agosto de 1849, Teodoro de Aros, comandante de Bacoachi, reemprende una campaña contra los apaches con 40 hombres. (Este destacamento consiguió interceptar una partida de apaches con ganado robado, quitándoles 96 reses, seis caballos, cuatro mulas y un asno. En el breve combate, dos soldados resultaron heridos. Seguidamente, el sargento Olguin con 12 hombres fue enviado a Arizpe [Sonora] con el ganado, pero los apaches lograron emboscar su columna, matando al sargento y a cuatro vecinos. Un total de 28 personas fueron capturados por los apaches entre soldados, vecinos, mujeres y niños que viajaban con los militares. Al recibir la noticia, el comandante Aros, al mando de 50 hombres, salió en su persecución, logrando recuperar el ganado, liberar a los cautivos y capturar a cuatro miembros de la familia del chokonen Tapilá).

* El 16 de agosto de 1849, el capitán Enoch Steen, al mando de la compañía H del 1º de Dragones estacionada en Doña Ana (Doña Ana County, New Mexico), lucha con los apaches en Santa Rita del Cobre ([Grant County, New Mexico]. Alrededor de 100 apaches, probablemente chihennes y bedonkohes, guiados por Mangas Coloradas [posiblemente estaba presente Gerónimo], mataron a unos civiles mexicanos cerca de El Paso [El Paso County, Texas] dirigiéndose a su territorio con una gran manada de mulas. El destacamento de Doña Ana les persiguió hasta su campamento cerca de Santa Rita del Cobre. En un enfrentamiento de dos horas, los soldados derrotaron a los apaches, destruyeron su campamento con todo su contenido, y recuperaron algunas de las mulas robadas. Apache Jack o Jack Gordon [su verdadero nombre era Peter Worthington], un fuera de la ley que vivía con los apaches, diría más tarde que había disparado y herido a Steen. Desde el punto de vista apache, no habían hecho nada malo. Cuando el 18 de octubre de 1846, Mangas Coloradas se había reunido con el general estadounidense Stephen Watts Kearny, le dejó claro que los chiricahuas siempre guerrearían contra los mexicanos, a los que odiaban profundamente.

Seis días después, el 22 de agosto, los chihennes emboscaron a un grupo de colonos cerca de Santa Rita del Cobre, matando a un hombre e hiriendo a otros dos. Los soldados estadounidenses intervinieron poco después, consiguiendo matar o herir a ocho apaches, según una carta escrita por el capitán Bunches).

* El 31 de agosto de 1849, la banda nednai de Soquilla, un viejo aliado de Mangas Coloradas, roba todos los caballos del presidio de Janos ([Chihuahua]. Cuando esto ocurría, un grupo de aventureros dirigido por un francés llamado M. Ronde estaba en Corralitos [municipio de Casas Grandes, Chihuahua]. Zuloaga enseñó a Ronde los prisioneros apaches que tenía, el grupo de Negrito. Estaban encadenados y su vida transcurría trabajando como esclavos en las fundiciones.

Negrito impresionó a Ronde, quien le describió como un “hombre sabio para su gente con un semblante amable”.

Gervasio, un hijo de Juan José Compá, era “perfectamente proporcionado… con una voz tan dulce como el de una muchacha”.

Tonina, un hermano del jefe nednai Galindo, tenía “un semblante tímido y pasaba el tiempo entre lamentos cuando no estaba llorando”.

El más joven y de feroz mirada era Ratón, “un tipo salvaje con una actitud severa que nunca reía”.

El teniente Padilla salió tras ellos al día siguiente con 36 soldados y 17 voluntarios civiles, todos a pie, liderados por Pedro Zozaya. Los apaches no contaban con que les perseguirían porque habían dejado al presidio sin monturas.

El 9 de septiembre, alcanzaron la ranchería apache al norte de la Laguna de las Palomas [Puerto Palomas de Villa, municipio de Ascensión, Chihuahua], cerca de la frontera y de las Florida Mountains [Luna County, New Mexico], matando a cinco hombres, incluido a Soquilla, y a siete mujeres y niños, capturando a 19, más 54 caballos y siete novillos.

Mientras tanto, el grupo de Ronde, que había dejado Janos para ir a Santa Rita del Cobre, se topó con Padilla, que volvía con sus cautivos. Ronde afirmó haber visto 19 cabelleras de apaches cuando el informe hablaba de 12 muertos. También oyó que una mujer joven, probablemente la hija de Soquilla, reaccionó tan violentamente contra los soldados mexicanos al ver a su padre muerto que uno de ellos se vio obligado a dispararle con su pistola. Los cautivos fueron encarcelados en Corralitos.

El grupo de Ronde continuó hacia el norte, llegando a Santa Rita del Cobre sobre el 18 de septiembre. Al día siguiente alcanzaron el río Gila, donde los chiricahuas les atacaron, obligando al grupo a poner los carros en círculo para defenderse. Después de unos pocos días intercambiando disparos, el 22 de septiembre llegó Mangas Coloradas, accediendo a dialogar con Ronde, permitiendo al grupo irse si abandonaban el territorio. Ronde aceptó llegando a Janos el 27 de septiembre.

Antes, el 14 de septiembre, dos días después de que Padilla volviese con sus 19 prisioneros, un grupo de 32 chokonen dirigidos por Yrigollen se llevaron algunas reses pertenecientes a varios ciudadanos de Janos. Después fueron hacia el Rancho La Galera [municipio de Janos, Chihuahua] para robar maíz. Padilla, que había salido inmediatamente con 60 soldados y civiles, los alcanzó allí. Los apaches ondearon una bandera blanca gritando que querían hablar. Yrigollen y Padilla hablaron largo tiempo, acordando devolver esos animales y otros que habían robado, antes de volver a Janos como prueba de que sus ofertas de paz eran genuinas. Padilla acordó remunerar a los apaches por los animales, determinando un lugar para ratificar la tregua.

Diez guerreros comenzaron a guiar el ganado hacia donde estaba el destacamento de Padilla, pero, de repente, cambiaron de dirección y llevaron los animales hacia Las Lagunitas [?]. Padilla, con 12 hombres a caballo y 50 a pie, salió en su persecución. Alcanzó a los apaches en El Cerro Largo [?], atacándolos y recuperando todo el ganado. Yrigollen al frente de 30 guerreros contraatacaron, matando a seis mexicanos, hiriendo a uno, y llevándose las armas y monturas de los mexicanos. Cuando llegaron los refuerzos mexicanos, no pudieron hacer nada más que inspeccionar el campo de batalla.

Zuloaga, jefe político de Corralitos [Chihuahua] se quejó amargamente de que Padilla se negaba a detener a los apaches que llegaban al presidio de Janos. Citó algunos casos ocurridos en junio. En un caso, Bartolo, con otro hombre, una mujer y un niño, había ido al presidio para conferenciar con Padilla. En otro, el jefe nednai Láceris y varios apaches habían tenido una gran borrachera en Janos; Tonina [Tovina], ya rehén, se unió a la fiesta. Cuando Zuloaga llegó allí al día siguiente con un pequeño grupo, todos los apaches habían partido, excepto Tonina. Zuloaga, enfadado, mandó que Tonina fuese hecho prisionero y el producto de la “Quinta Ley” distribuido entre las tropas. Padilla replicó que Tonina ya estaba bajo su custodia.

Las finanzas eran un problema importante en la administración de los prisioneros apaches en Corralitos, ya que el pueblo no formaba parte del presupuesto militar estatal como era Janos, por lo que Zuloaga se vio obligado a llevar allí a los presos apaches [Ratón, Gervasio y Perico] para trabajar picando mineral para la fundición para que pagaran su sustento.

Los prisioneros apaches en Corralitos, los nednais Negrito y Ratón, más Gervasio, Perico y Tovina [o Tonina, el rehén tomado a mediados de junio, en el momento de la visita del jefe nednai Láceris] y los capturados en septiembre en la Laguna de Guzmán y en Janos seguían detenidos porque no llegaba de la ciudad de Chihuahua la orden del destino de los prisioneros, de conformidad con la “Quinta Ley”. Mientras tanto, el comandante Padilla y el Jefe Político Zuloaga estaban en desacuerdo sobre cómo debían tratar a los prisioneros apaches. De hecho, no fue hasta el 18 de marzo de 1850, cuando se darían las órdenes para enviar a los detenidos a la comandancia general de la ciudad de Chihuahua, retrasándose el envío hasta principios de mayo. Los apaches, por su parte, siguieron reclamando la liberación de sus parientes).

* El 23 de septiembre de 1849, el comandante inspector de Sonora, Elías González, inicia una campaña contra los apaches saliendo de Bacoachi ([Sonora]. Organizando su fuerza en tres destacamentos, él tomó el mando de 191 hombres [soldados del presidio y de la milicia de la Guardia Nacional], dirigiéndose al norte, hacia el actual Cochise County [Arizona]. Envió a otro destacamento de 130 hombres al mando de José Terán y Tato a reconocer el nordeste de Sonora y eliminar a todo apache que encontrase allí. El tercer destacamento, mandado por el capitán Agustín Moreno, con 80 hombres y la caravana de suministros, fue a establecer un campamento base en la montaña de El Sarampión, en la parte baja de las Peloncillo Mountains [Cochise County, Arizona e Hidalgo County, New Mexico], donde Elías González y Terán y Tato habían quedado a finales de septiembre.

El 24 de septiembre, el capitán Antonio Comadurán y unos 60 soldados de Tucson [Pima County, Arizona], se unieron al destacamento de Elías González, ya que, a la primera semana, varios hombres, incluyendo los apaches mansos de Tucson, habían desertado. Además, tuvo que dejar en Santa Cruz, a 14 hombres enfermos. Durante su marcha a las Chiricahua Mountains, sufrieron varias tormentas eléctricas sin desalentar a los hombres. Envió grupos de exploración, pero no encontraron ningún rastro. Un grupo fue al Rucker Canyon, al que llamaron Colorado Canyon y hoy es llamado Red Rock Canyon [Cochise County, Arizona], una zona de acampada de los chokonen. Después de explorar las Chiricahua Mountains, tan al norte como el Apache Pass, y no encontrar a ningún apache, Elías González se dirigió a El Sarampión para descubrir que sus suministros no habían llegado. Entonces se dirigió al sur y en San Bernardino se topó con una caravana de estadounidenses en ruta hacia California, quienes le dijeron que habían visto apaches en las Mimbres Mountains [Sierra County, New Mexico] aunque ninguno desde entonces.

Finalmente, el 5 de octubre, Elías González cruzó la actual línea fronteriza con Sonora, encontrando la caravana de suministros del capitán Moreno cerca de las montañas Caguillona, un grupo de pequeñas colinas con buena agua a unos 24 km al norte de Fronteras [Sonora]. Más de la mitad de los 80 hombres de Moreno habían caído enfermos, por lo que al día siguiente envió una escolta para llevar a 52 hombres a Bacoachi, partiendo con el resto de nuevo hacia las Chiricahua Mountains.

El 7 de octubre, un grupo de exploración capturó a un guerrero chokonen cerca de San Bernardino, quien reveló que todas las bandas chiricahuas, excepto el grupo de chokonen de Trigueño, se habían ido a las Burro Mountains [Gran County, New Mexico] a causa de una epidemia. Elías González se dirigió allí con su fuerza de casi 400 hombres, marchando hacia el suroeste de New Mexico y al norte a través del Animas Valley.

El 8 de octubre, encontraron a dos mexicanos que habían escapado de los campamentos apaches en las Burro Mountains. Uno de ellos se llamaba Ramón Aguirre, habiendo sido capturado el anterior agosto en Berrendos [?] por la banda de Tapilá. El 12 de octubre, el destacamento de Elías González alcanzó las estribaciones de las Burro Mountains sin ser detectados por los apaches.

Acampados en las cercanías había apaches de tres de las cuatro bandas chiricahuas [los bedonkohes estaban en las Mogollon Mountains]. Una partida de guerra de unos 150 guerreros había salido para Janos, mientras que los que estaban allí, incluido Mangas Coloradas, estaban más preocupados por un grupo de 100 estadounidenses mandados por John Coffee Jack Hays, recientemente nombrado subagente [el 11 de abril de 1849] para los apaches del río Gila, quien estaba intentando establecer contacto con los chiricahuas.

En la mañana del 13 de octubre, unos exploradores mexicanos descubrieron a dos apaches en las estribaciones de las Burro Mountains. Elías González envió al capitán Terán y Tato con su caballería mientras él seguía a los dos apaches hacia el oculto campamento chokonen. Los mexicanos atacaron matando a tres guerreros [uno de ellos El Cochi] y a un muchacho; y capturaron a cuatro de ambos sexos [uno de ellos Yrinco, hermano de Manuel o Manuelito, quien escapó durante la noche]. Los mexicanos se llevaron 89 caballos y mulas, y diferentes armas. Las bajas mexicanas fueron dos muertos y un herido. Negrito, había guiado a los mexicanos, quienes le dieron la cabellera de El Cochi para que la presentara ante los funcionarios de Janos y cobrara la recompensa.

Debido al excelente rendimiento del nednai Negrito, no se le tuvo bajo vigilancia como a los demás. A pesar de ser un prisionero, Negrito hizo de guía en varias operaciones militares mexicanas. Lo había hecho tan bien que los mexicanos le dieron un traje de tela de alta calidad. Un día pidió permiso para casarse con una mujer cautiva en Janos, a lo que las autoridades mexicanas accedieron, pero durante las negociaciones, la mujer escapó. El comandante de Janos envió un pelotón tras ella, sin éxito. Tanto él como Ratón trabajaron como exploradores. 

Nada más acabar el enfrentamiento, Elías González envió a Terán y Tato con 14 hombres a caballo y 140 a pie a buscar otras rancherías. Los prisioneros apaches dijeron que la mayoría de los guerreros habían ido a incursionar por los alrededores de Janos. Después de explorar completamente las Burro Mountains, Elías González dedujo al ver las desiertas rancherías que unas 300 familias se habían ido hacia el río Gila. Dos días más tarde, los mexicanos lucharon con Mangas Coloradas y sus guerreros. En un enfrentamiento a caballo, participando dos cañones de montaña, los mexicanos mataron a siete apaches más, poniendo en fuga a los demás. También liberaron a cuatro cautivos mexicanos, dos niños y dos niñas.

Apache Jack Gordon estaba con los apaches intentando que parlamentaran con Hays, participando en el enfrentamiento contra los mexicanos. Esa misma noche fue a donde Hays, diciéndole que no había muchas esperanzas de que los apaches quisieran hablar, ya que estaban de muy mal humor. Gordon informó que los apaches se habían ido hacia el río Gila [sur de Arizona y New Mexico], o a las Mogollon Mountains [Grant & Catron Counties, New Mexico].

Después del enfrentamiento, los destacamentos de Elías González y de Hays se encontraron cerca de Santa Lucía. Además de los prisioneros, los mexicanos llevaban algunas cabelleras y varias orejas que habían cortado a los cuerpos de los apaches muertos. Cuando se separaron, Elías González se dirigió hacia Janos con la esperanza de encontrar a la partida de guerra chiricahua que había ido allí a incursionar, pero cuando llegó, ya se habían ido, por lo que decidió volver a Sonora, con un balance de 11 apaches muertos, cinco capturados, y liberado unos pocos cautivos mexicanos a costa de perder cinco soldados y cinco más resultar heridos.

Hays escribiría el 3 de enero de 1850 al Secretario del Interior: … Busqué tener una reunión con los apaches del Gila, pero no pude verles. Estaban esquivos y hostiles, con excitados sentimientos contra los blancos, por un reciente ataque realizado contra ellos por algunos estadounidenses contratados por el gobierno de Chihuahua para luchar contra los apaches [la masacre de Johnson]… Fui al territorio de los apaches del Gila y busqué por todos los medios establecer una amistosa relación con ellos sin éxito. En un momento unos pocos se prepararon para venir a nuestro campamento, e incluso se habían reunido a unos 4 km de nosotros, pero desgraciadamente fueron dispersados por una fuerza mexicana de 400 hombres el día antes que nos iban a visitar… Pensé que era una locura intentar hacer algo bueno con estos indios. Si yo permanecía mucho tiempo en su territorio, ponía en peligro mi vida y en consecuencia me vi obligado a abandonar, como algo imposible, el compromiso de tratar o mediar con estos peligrosos y obstinados indios. De todo lo que yo he visto y conocido de los apaches, ellos son traicioneros, belicosos y crueles, y necesitan castigos severos antes de que puedan conocer la norma de cumplir la buena fe con los blancos. Algunos de mis propios compañeros fueron muertos por ellos al mismo tiempo que indicaban su intención de tratar con nosotros. Es extremadamente peligroso para cualquiera, si no es en grandes grupos, intentar pasar a través de su territorio….

El informe de Hays coincide con la historia oral de los descendientes de Loco [Moses y Raymond Loco], quienes hablaron de un intento de acuerdo interrumpido por una fuerza mexicana de 400 hombres. Coincide salvo que situaron el hecho en Cañada Alamosa y 20 años más tarde. Es difícil que un grupo tan grande de mexicanos hubiese llegado a Cañada Alamosa, al noroeste de Fort Craig [Socorro County, New Mexico] sin ser detectados por tropas estadounidenses. Sin embargo, la historia oral de los familiares de Loco sugiere que este tuvo conocimiento del hecho, y si es así, probablemente Victorio no estaría muy lejos, dada la conexión entre ambos.

Mientras tanto, el 11 de octubre, un gran grupo de guerreros, que los mexicanos contabilizaron en 115 apaches, habían asaltado Janos. Eran las 07:00 de una mañana con niebla baja. A medida que la niebla se disipó, los soldados vieron a varios grupos de guerreros persiguiendo los caballos de la guarnición. Un apache agitó una bandera blanca y gritó que querían parlamentar en nombre de varios jefes, los nednais Arvizu, Coleto Amarillo y Láceris; el chihenne Itán; los chokonen Yrigollen, Manuel [Manuelito] y Posito. El teniente Padilla, comandante de Janos, indicó que comparecieran en la plaza del pueblo donde podrían discutir mejor. Solo Manuel y Arvizu [que se crio en Janos en la década de 1820 y regresó como jefe para quedarse allí desde finales de 1842 hasta enero de 1844] apareció con unos pocos guerreros. El grupo se negó, sin embargo, a entrar en el patio de la fortaleza y se quedó fuera de la pared norte. Arvizu, cuya hermana Gertrudis estaba entre los prisioneros, hizo de portavoz. Pidió al comandante que devolviera los prisioneros capturados dos semanas antes y que seguían detenidos en el presidio [el grupo de Soquilla], así como los cinco, detenidos en Corralitos por Zuloaga. Padilla le informó en términos inequívocos que, en primer lugar, tendrían que devolver todo el botín capturado, los caballos del presidio y otros animales.

Padilla se dio cuenta de que algunos guerreros querían llevarse a los prisioneros por la fuerza, pero estaba convencido de que la mayoría de los apaches querían la paz. En ese instante vieron a un grupo de 27 estadounidenses, franceses y alemanes [presuntamente cazadores de cabelleras] que venía por el camino que llevaba a la localidad. Los guerreros inmediatamente les rodearon, aparentando ser amistosos, cuando repentinamente les capturaron, llevándolos a las colinas. Les  despojaron de todo, les quitaron sus caballos y sus equipajes. Al final del día, Arvizu volvió a Janos, ofreciendo a Padilla cambiar a los estadounidenses por los apaches cautivos. Desgraciadamente, mientras Arvizu estaba en Janos, los chiricahuas recibieron la noticia de la campaña de Elías González en las Burro Mountains. Empezó una discusión entre ellos, aconsejando Coleto Amarillo no matar a los estadounidenses. Gracias a ello y a la obscuridad de la noche, la mayoría de ellos, desnudos y magullados, escaparon a Janos. Pero los chokonen, cuyo campamento había sido atacado por Elías González, querían venganza. Siete hombres [tres estadounidenses, dos alemanes, un francés, y un mexicano de Corralitos] no tuvieron tanta suerte, siendo encontrados al día siguiente muertos por lanzas [un informe de lo ocurrido incluía la versión de un superviviente, llamado Thompson].

Estas muertes crearon un revuelo en Janos. Zuloaga envió refuerzos desde Casas Grandes y Corralitos, y un cazador de cabelleras estadounidense John Joel Glanton, con contrato del gobierno de Chihuahua para cazar apaches que estaba cerca de El Paso del Norte [hoy Ciudad Juárez, Chihuahua], llegó al lugar con la esperanza de ganar dinero rápidamente exterminando apaches. Incluso el teniente Padilla, que normalmente prefería mantener relaciones pacíficas con los chiricahuas, unió sus fuerzas con Glanton para realizar algunas exploraciones. El 28 de octubre realizaron una campaña de dos semanas en las Chiricahua Mountains [Cochise County, Arizona] pero no encontraron apaches, regresando a Janos el 12 de noviembre. Glanton luego llevó a sus hombres a explorar las Lagunas de Guzmán y de Santa María [municipio de Ascensión, Chihuahua] y no se supo más de él en el distrito de Janos.

Los chiricahuas abandonaron todo su botín, dirigiéndose a toda velocidad hacia sus campamentos en New Mexico para saber qué había pasado con sus familiares. Todas las bandas chiricahuas se habían ido al territorio que iba desde norte del río Gila a las Mogollon Mountains, y al este hacia Santa Rita del Cobre).

* El 24 de octubre de 1849, la banda de Lobo Blanco, jefe apache jicarilla, ataca una caravana de carros del comerciante James M. White en el Camino de Santa Fe, cerca de Point of Rocks ([Colfax County, New Mexico]. Los hermanos James y Charles White, de Missouri, buscaron fortuna en New Mexico, llegando a Santa Fe en julio de 1848, donde abrieron un negocio mercantil. Después de un exitoso verano, Charles se dirigió al sur para explorar otras perspectivas comerciales entre Santa Fe y Chihuahua [México]. Mientras tanto, James regresó a Missouri a depositar su dinero.

En febrero de 1849, Charles White, junto con Francois Aubry, un comerciante franco-canadiense y explorador del suroeste de Estados Unidos, viajó a Chihuahua, a través de El Paso [El Paso County, Texas]. En algún momento, Aubry y Charles White establecieron un nuevo negocio en El Paso. Después de vender sus productos al por mayor, Aubry regresó a Missouri, el 23 de agosto. En el camino, su caravana fue atacada tanto por apaches jicarillas como por pawnees, pero no sufrieron pérdidas, y Aubry inmediatamente compró bienes para el viaje de regreso a Santa Fe. Allí, James White también estaba haciendo planes para regresar a Santa Fe, esta vez con su esposa Ann Dunn y su pequeña hija Virginia, para hacer de Santa Fe su nuevo hogar.

Durante el verano de 1849, el Camino de Santa Fe había sido complicado para varias caravanas de carros, siendo algunas de ellas atacadas, perdiéndose bastantes mercancías. Esa situación hizo que el 15 de agosto, el agente indio de Santa Fe, James Calhoun, solicitara más tropas, señalando que los indios, en general, están de mal humor, la cantidad de tropas no son suficientes para mantener la situación controlada.

Aunque conscientes del peligro, Francois Aubry, que estaba al frente de la caravana, y James White, estaban decididos a hacer el viaje. La caravana de Aubry incluía 10 vagones propiedad de Ceran St. Vrain y 13 vagones propiedad de James White. Con James White iba su esposa, Ann, su hija Virginia de 10 años, un empleado mulato llamado Ben Bushman, y una niñera de color de la pequeña Virginia. La caravana partió de Westport [Jackson County, Missouri], el 15 de septiembre.

En algún punto del camino, Aubry decidió enviar a su maestro de carros, William Calloway, a Santa Fe, en busca de mulas frescas. James White tomó la decisión de ir con él para llevar a su familia más rápido a Santa Fe. Aubry se opuso, pero White estaba decidido. Subió a su esposa, a su hija, a Bushman y a la niñera en dos carros. Iban acompañados por un viajero alemán llamado Lawberger y dos de los empleados mexicanos de Aubry.

Cuando iban por el Camino de Santa Fe, se detuvieron a unos kilómetros al este de Point of Rocks. Allí, el 24 de octubre, fueron abordados por una banda de apaches jicarillas y utes que pedían algunos obsequios. Rechazando su petición, les dijeron que se fueran. Volvieron varias veces y otras tantas les dijeron que no volvieran. Los guerreros atacaron los carros, matando a todos los hombres, salvándose solo Ann White, su hija y su sirvienta, a quienes se llevaron cautivas.

Poco después llegó un grupo de cazadores de búfalos, siendo también atacados por los jicarillas. Huyeron dejando atrás a dos miembros caídos. Sin embargo, uno de ellos no estaba muerto. Era el joven hijo de un cazador de búfalos que se había hecho el muerto para intentar salvarse. Consiguió llegar a Point of Rocks, donde contó la historia.

Cuando el agente indio James Calhoun tuvo noticia del ataque el 29 de octubre, contrató a un comerciante indio llamado Encarnación García, dándole 1.000 $ para que intentase negociar el rescate de las cautivas. Aubry llegó a Santa Fe al día siguiente y ofreció otros 1.000 $ para su liberación, contratando además a varios indios Pueblo y a unos amigos de New Mexico para intentar el rescate de las cautivas.

Cuando la noticia llegó a Taos [Taos County, New Mexico], el capitán William Grier salió con 42 hombres de su compañía del 1º de Dragones, junto con 40 voluntarios de New Mexico al mando del capitán José Valdez. A ellos se unieron los expertos guías Antoine Leroux, Robert Fisher, Dick Wootton, Jesús Silva y Tom Tobin. La tercera noche llegaron a Rayado [Colfax County, New Mexico], donde se les unió Kit Carson, dirigiéndose al lugar del ataque cerca de Point of Rocks, llegando el 9 de noviembre, más de dos semanas después del ataque. Allí encontraron algunos vestidos de Ann White en un campamento abandonado, animándoles a seguir la persecución.

Siguieron el rastro durante unos 320 km, descubriendo el campamento jicarilla en el río Canadian, cerca de la actual Tucumcari [Quay County, New Mexico]. En la madrugada del 17 de noviembre, Carson dijo a Grier que tenían que atacar de inmediato, pero uno de los guías convenció al capitán para que parlamentase con el fin de conseguir la liberación de las cautivas. En ese momento de indecisión, los jicarillas huyeron, dejando siete muertos atrás. Según Carson, Ann White se dio cuenta de la presencia de los soldados e intentó escapar, pero solo recorrió unos 180 metros cuando una flecha le atravesó el corazón. Carson encontró su cuerpo, aún caliente, a poca distancia.

Kit Carson diría más tarde en su autobiografía: Los seguimos durante 10 o 12 días por el rastro más difícil que yo haya seguido nunca…

Finalmente, vimos el campamento indio. Yo estaba en la vanguardia, dirigiéndome a su campamento, diciendo a los hombres que me siguieran. El oficial al mando [Grier] ordenó parar, por lo que nadie me siguió. Me informaron que Leroux, el guía principal, dijo al oficial al mando, que se detuviera, que los indios querían parlamentar. Los jicarillas empezaron a reunir sus cosas para huir, disparando un tiro que alcanzó al capitán Grier, sin causarle heridas graves. El capitán ordenó cargar, pero el retraso permitió que todos, menos uno, consiguieran escapar. Cuando íbamos unos 180 metros persiguiendo a los jicarillas, encontramos el cuerpo de la Sra. White, aún caliente, no habiendo pasado más de cinco minutos de su muerte. Tenía una flecha en el corazón… Estoy seguro de que si hubiésemos cargado inmediatamente al llegar, ella habría sido salvada… Sin embargo, el trato que recibió… fue tan brutal y horrible que no podría haber sobrevivido mucho tiempo.

Encontramos un libro en el campamento, el primero de esa clase que yo haya visto nunca, en el que yo era representado como un gran héroe, matando a los indios por cientos. A menudo he pensado que la Sra. White lo debió haber leído y, sabiendo que vivía cerca, debió haber rezado para que yo apareciese para que ella pudiera ser salvada. Vine, pero me faltó poder persuadir a los que mandaban sobre mí para que siguieran mi plan para rescatarla.

El libro era probablemente “Kit Carson: Prince of the Gold Hunters”, de Charles Averill, publicado a principios de ese año, siendo la primera de muchas novelas dedicadas a exagerar las heroicidades de Carson. Disgustado, Carson instó a sus compañeros a arrojar el libro al fuego, sobre la tumba de Ann White. El fracaso de su viaje para salvar a Ann White lo perseguiría el resto de su vida.  

Grier acampó esa noche en el abandonado campamento. Al anochecer algunos soldados oyeron un ruido que venía de los sauces de los alrededores. Cogieron las armas yendo a investigar, encontrando a un bebé jicarilla abandonado, atado a su cuna. Fue el Dr. James A. Bennett quien encontró al niño, registrando el siguiente acontecimiento en sus memorias: Un viejo soldado se acercó y, bruscamente, dijo: ‘Déjame ver a ese mocoso’. Se lo entregué, cogió una pesada piedra, la ató a la madera de la cuna, y la echó al agua con el bebé dentro, y en un momento no quedó rastro de él. El único comentario del soldado fue: ‘Ahora eres su pequeño compañero, pero harás grandes despedidas a los indios. Ojalá hubiera más para hacer lo mismo.      

Grier persiguió a los jicarillas durante varios kilómetros, matando a un guerrero, apoderándose de varios caballos y capturando todo su equipamiento. No encontraron a la hija, Virginia White, ni a su niñera. El destacamento llegó a Taos el 29 de noviembre. Poco después, William Bransford, un comerciante de Mora [Mora County, New Mexico], ofreció dos caballos y la mitad de las mercancías de su tienda a quien trajese a la niña, pero muchos hombres que comerciaban con los indios declararon [incluidos algunos indios] que ella estaba muerta.

En febrero de 1850, el Congreso estadounidense autorizó al agente indio James Calhoun a pagar 1.500 $ a quien recuperase a Virginia White. Luego, Calhoun envió a Auguste Lacome, un destacado explorador, comerciante y montañero, y al también comerciante, Encarnación García, para localizarla. Lacome se reunió con varios utes, aliados de los apaches jicarillas, quienes confirmaron que habían matado a la niña poco después del ataque al campamento, arrojando su cuerpo a un río. La niñera murió poco tiempo después, al no poder seguir el ritmo de la banda).

* A finales de 1849, soldados estadounidenses detienen a 15 apaches ebrios, incluidos dos jefes, en Lemitar (a 9’5 km al norte de Socorro, Socorro County, New Mexico), llevándolos a Socorro, donde los mantuvieron confinados. (Pronto escaparon, pero este incidente hizo pensar a los chirichahuas que el ejército estadounidense era igual que los mexicanos a quienes odiaban).  

* El 17 de diciembre de 1849, un grupo de apaches mescaleros, apaches lipanes y comanches (el informe no explica si estaban juntos [algo muy difícil] o por separado) estaban reunidos en un paraje llamado el Aguaje de La Rosita (Coahuila) listos para atacar Melchor Múzquiz. (El ataque estaba planeado para la víspera de Navidad cuando prácticamente todo el mundo estaría en la iglesia. Pero un cautivo llamado Marín Ortiz, que se había escapado de los apaches, avisó al coronel Francisco Castañeda, dando así tiempo suficiente para preparar la defensa de la villa. Alsate se encontraba entre los mescaleros durante la batalla y el coronel Castañeda lo describió como “un joven alto, delgado, musculoso, con la nariz ligeramente aguileña y ojos de águila”).

* El 25 de diciembre de 1849, los apaches mescaleros matan al comerciante David Kilburn Torrey y a todos sus compañeros, excepto a uno, en un campamento comercial cerca del Presidio del Norte ([Ojinaga, Chihuahua]. Torrey llegó a comerciar con unos 700 u 800 mescaleros, pero estos se volvieron en contra cuando llegó al campamento la noticia de que algunos mescaleros habían muerto en un enfrentamiento con unos norteamericanos que viajaban a California).

* El 27 de diciembre de 1849, una banda chihenne dirigida por Josecito captura en Doña Ana (Doña Ana County, New Mexico) a dos muchachos, Teófilo y Mateo Jaramillo, cuando venían de Santa Rita del Cobre ([Santa Rita, Grant County, New Mexico]. Los Jaramillo pertenecían a una de las familias más antiguas de Doña Ana, habiendo venido de España para establecerse en el sur de New Mexico. Gracias al testimonio de los dos muchachos, conocemos lo que ocurrió en el campamento chihenne, situado cerca de Santa Rita. En enero de 1850, decidieron enviar a Itán a entablar negociaciones con los estadounidenses. El grupo de Itán salió de Santa Rita para Doña Ana, donde esperaban llegar a algún acuerdo con el capitán Enoch Steen. Camino del Río Grande, se encontraron con algunos estadounidenses [quizás eran civiles, ya que no hay ningún informe oficial de ningún enfrentamiento con soldados]. En cualquier caso, el grupo de Itán tuvo varios muertos y heridos, según contaron los dos muchachos. Itán volvió a su ranchería preparando la venganza, honor que recayó en Miguel Narbona.

A primeras horas de la mañana del 2 de febrero, Miguel Narbona, al frente de una partida de guerra de 56 guerreros, atacó Doña Ana, matando a un hombre, hiriendo a otros tres, y llevándose todos los caballos del lugar. La audacia de los apaches sorprendió a los estadounidenses, viendo cómo se los llevaban de los corrales. El capitán Enoch Steen rápidamente formó un destacamento, cruzando la Jornada del Muerto, mientras el subteniente Lawrence W. O’Bannon, al mando de 25 hombres, se dirigió al noroeste para interceptar a los apaches antes de que alcanzasen las Mimbres Mountains [Sierra County, New Mexico]. Al norte de San Diego Crossing [el mayor vado del Río Grande, Doña Ana County, New Mexico], O’Bannon alcanzó a los apaches, hiriendo, al menos, a tres de ellos, y posiblemente a más, ya que los Jaramillo oyeron que habían sufrido fuertes pérdidas, resultando herido un soldado.

Mientras, Steen se topó con un grupo de 30 o 40 guerreros a caballo, maldiciendo a los soldados en un mal español. A pesar de que el destacamento de Steen había quedado reducido a siete hombres [muchas de sus monturas habían perecido], siendo muy pocos para representar una amenaza real para los apaches, estos, respetando la potencia de fuego de los soldados, cabalgaron lejos para evitar un incierto resultado.

Estos enfrentamientos con los estadounidenses dejaron en los apaches respeto y temor por los nuevos oponentes. Comerciantes mexicanos agravaban las preocupaciones de los apaches al difundir rumores de que los estadounidenses tenían la intención de matarlos a todos. Cuando el grupo de Miguel Narbona llegó, con varias bajas, a sus rancherías, muchos chiricahuas decidieron irse a Sonora y unirse a los bedonkohes y chokonen, que habían abierto negociaciones con su enemigo de siempre, Elías González. Los seguidores de Mangas Coloradas tenían pocas ganas de permanecer en New Mexico, por lo que el líder chihenne partió, a primeros de marzo de 1850, hacia el nordeste de Sonora y Sureste de Arizona).

1850

* En 1850, James S. Calhoun, Agente Indio en Santa Fe (Santa Fe County, New Mexico), informa del mercado de esclavos en poder de los nativos: El valor de los cautivos depende de la edad, el sexo, la belleza y la utilidad. Las hembras de buen ver, ‘cuyo follaje aún no se agosta y amarillea’, se cotizan entre 50 y 150 $ cada una; los varones, en la medida en que sean útiles, la mitad de eso, nunca más. (Calhoun conoció a muchos de estos esclavos y escribió sobre ellos: “Refugio Pícaros, de unos 12 años de edad, raptado de un rancho [rancho de Papascal] cerca de Santiago [Santiago Papasquiaro, Durango], hace dos años [1848] por comanches, que inmediatamente lo vendieron a los apaches mescaleros, y con ellos vivió y vagó […] hasta enero pasado [1850], cuando lo compró José Francisco Lucero, un mexicano radicado en El Moro [municipio de Ahumada, Chihuahua]”. Lucero lo compró en el Coro Carmel, a dos días de viaje al este del Río del Norte [Río Grande], por cuatro cuchillos, un taco de tabaco, dos fanegas de maíz y 5’48 metros de tela roja. Los padres de Refugio estaban muertos, pero tenía hermanos y hermanas.

Teodoro Martel, de 10 o 12 años de edad, que estaba al servicio de José Alvarado, en Las Popes, cerca de Saltillo [Coahuila], fue capturado hace dos años por apaches y ha permanecido la mayor parte de su tiempo en el lado oeste del Río del Norte. Powler Sandoval, residente en El Moro, compró a Teodoro en Agua Azul, cerca del Río Pecos, en febrero, por una yegua, un rifle, una camisa, un par de calzones, 30 cargas de pólvora, algunas balas, y una túnica de piel de bisonte. El muchacho fue reclamado por Diego Sandoval).

* En enero de 1850, el jefe político del Cantón de Bravos (Chihuahua) firma un tratado de paz con los jefes apaches mescaleros Pino, Marco Chato, Bigotes y Chico.

* A principios de 1850, los bedonkohes y tres de las cuatro bandas chokonen de Posito Moraga, Esquinaline e Yrigollen, negocian la paz con Sonora. (La participación de Yrigollen era relevante, ya que había sido un antiguo aliado de Mangas Coloradas durante la década de 1840. Quizás el motivo era que nueve miembros de su banda estaban cautivos en Sonora, y porque había liderado dos ataques contra Janos [Chihuahua] por lo que pensó que el teniente Padilla no le recibiría con los brazos abiertos.

Mientras, alrededor de la mitad de los nednais y muchos chihennes, se trasladaron al noroeste de Chihuahua desde el río Gila y las Burro Mountains [Grant County, New Mexico] esperando hacer un tratado de paz con Janos. Por lo tanto, en febrero, los únicos chiricahuas hostiles eran el grupo local de bedonkohes y chihennes de Mangas Coloradas en Santa Lucía [Santa Lucia Springs, después conocido como San Vicente de la Ciénega; y finalmente Silver City, Grant County, New Mexico]; y los chokonen de Miguel Narbona y Cochise, los cuales permanecieron al margen de las negociaciones de paz. Estos líderes se opusieron a establecer una tregua con Sonora y Chihuahua, aunque entendían el motivo por el cual, los otros chiricahuas entablaron conversaciones de paz, al tener familiares cautivos por los mexicanos).

* En 1850, una epidemia de viruela hace que la banda apache lipán del jefe Magoosh huya de la zona de San Antonio ([Bexar County, Texas]. Una parte va a México estableciéndose cerca de Zaragoza [Coahuila]. Otra dirigida por Magoosh se refugia con los apaches mescaleros en New Mexico). 

* El 7 de febrero de 1850, el congreso de Sonora promulga una ley, similar a la de Chihuahua, autorizando la organización de grupos formados por mexicanos y extranjeros con el fin de perseguir a los apaches. (La ley señalaba:

1. Se autoriza la organización de guerrillas de nacionales o extranjeros, en persecución de los apaches que invaden el estado.

2. Se concede a los jefes de guerrillas o “empresarios” un premio de 150 pesos por cada indio de armas muerto o prisionero y 100 por cada mujer prisionera. Los menores de 14 años se entregarían a los “empresarios” para que los educaran en los principios sociales.

3. Los dueños del ganado robado que se recuperara pagarán una cuota, según el animal en cuestión, a los represadores para poder recuperarlo.

4. Se establece un fondo “de guerra” para pagar las recompensas por indio muerto o prisionero.

5. Se creará una junta “de guerra”, formada por cuatro individuos de probidad, nombrados por el gobernador, quien será el jefe de ella, vigilará la recaudación y uso de los fondos, hará las calificaciones necesarias para obtener los premios y publicará en el periódico oficial los ingresos y egresos.

6. Esos premios también se harán extensivos a los destacamentos de Guardia Nacional enviados en persecución de los apaches, con la condición de deducir de sus premios lo que el gobierno del estado les hubiese suministrado para provisiones).

* En febrero de 1850, una banda apache ataca nuevamente Bacoachi (Sonora) llevándose los caballos que tres soldados llevaban a abrevar; uno de ellos resulta muerto y otro es herido de gravedad. (El 7 de febrero de 1850, tres chokonen [dos hombres y una mujer] se acercaron a Bacoachi con una nota diciendo que querían hacer un tratado de paz. Representaban a varios líderes como Esquinaline, Posito Moraga, Tapilá, Teboca, Trigueño, Yrigollen e Yrinco [Yrineo]. Faltaba Miguel Narbona, quien junto a Cochise, estaban con Mangas Coloradas en New Mexico. El capitán Manuel Martínez [quien moriría el 21 de enero de 1851 en la batalla de Pozo Hediondo] dejó ir a la mujer, dándole 10 días para que los jefes se presentaran en Bacoachi, y retuvo a los dos hombres [Antonio y Néstor, este hermano de Demos, el jefe de guerra chokonen que tenía presa a su familia en Hermosillo [Sonora], no dejando nunca de intentar recuperarla. En febrero de 1850 adquirió, por trueque o incursión, al menos una mujer mexicana para tratar de canjearla por sus familiares.  

Yrigollen, Tapilá, Posito Moraga y Trigueño habían establecido sus rancherías en Cuchuta y Turicachi, al sur de Fronteras [Sonora]. Los chokonen, Esquinaline, y el bedonkohe Teboca estaban en las montañas Caguillona, al norte de Fronteras; y otros chiricahuas como Irinco estaban en Cerro Prieto y Los Alisos [municipio de Fronteras], en el nordeste de Sonora.

Además de Yrigollen, estaban Virján [aparentemente el Virján, que había vivido en Janos de 1816 a 1831, y brevemente en 1843]; Calderón [que no mucho antes había estado viviendo en Janos]; Escribá [o Esquiriba]; Irineo [Yrinco]; Yaqui [Yaque]; y Cavanillo, hijo del chokonen Esquinaline, y otros cuatro más que estaban dispuestos a firmar la paz en Bacoachi. Querían residir en sus antiguos asentamientos [los establecimientos españoles de paz] con la ayuda del gobierno para no tener que recurrir a las incursiones. El anciano jefe bedonkohe Teboca, por su parte, se dirigió al presidio de Santa Cruz [Cochise County, Arizona] con su propia petición de paz, que al final no dio frutos, dirigiéndose a Arizpe [Sonora].

Los chokonen Posito Moraga y Esquinaline fueron conocidos más en Sonora, mientras que el también chokonen Trigueño, ahora en Sonora, estuvo en paz en Janos en 1843 [tal vez era el apache que apareció allí en 1818 y 1819 con el jefe Jasquenelté]; Irineo era probablemente hermano de los jefes Manuel [Manuelito] y Torres.

El 27 de febrero, otro grupo de chokonen llegó a Bacoachi. Eran Chino [un hermano de Posito Moraga], que hablaba muy bien español; Demos; otros tres guerreros; y varias mujeres. Una de ellas entregó una carta desesperada de una cautiva llamada Armita Bolancio, rogándole a José María Elías González,  comandante militar de Sonora, que aceptara el intercambio: “Por Dios, les pido que nos quiten las falsas esperanzas de una vez  por todas… Quieren que Vd. traiga a los cautivos. Dicen que si no los trae  no nos entregan. Por el Santísimo Sacramento, mande  avisar si los traen o no, porque estamos pasando muchas penalidades y mucha hambre. No les vendan maíz ni licor ni nada de nada. Dígales que nos entreguen a Vd., y si nos devuelven entonces les venderá todo lo que quieran comprar. Dígales que si nos llevan a vender les dará lo que quieran a cambio de nosotros… Déjenos saber qué hacer. No se demore. Haga algo por nosotros. Acuérdese que somos cautivos”.

las cuales tenían una carta de Posito Moraga en la que hablaba de cambiar sus cautivos por los que había capturado Terán y Tato un año antes. El capitán Martínez envió la oferta al comandante inspector de Sonora, Elías, y este al gobernador, José de Aguilar.

Elías salió de Arizpe para Bacoachi para realizar personalmente las gestiones. El 5 de marzo llegaron Posito Moraga y Demos, y al día siguiente se reunieron con Elías, y como muestra de buena voluntad, los chiricahuas entregaron a Armita Bolancio. Antes de partir, Posito Moraga dijo a Elías que quería la paz y que regresaría en cuatro días para continuar con las negociaciones. Demos se quedó, viendo a su hermano Néstor, esperando la llegada de Hermosillo de sus familiares. Pero la desconfianza flotaba en el ambiente, por lo que Posito Moraga no regresó temiendo una traición, recordando lo ocurrido en Galeana [la masacre de Kirker].

A su vez, el gobernador dijo a Elías que cuando los apaches entreguen a sus cautivos, daría la orden de liberar a la familia de Demos. Enojado por la actitud de Pósito Moraga, Demos se ofreció a ir al campamento de dicho jefe y traer de vuelta a los cautivos. Con su hermano detenido en Bacoachi, y su esposa y suegra en Hermosillo, Demos partió hacia Cuchuta, 40 km al noreste de Bacoachi, prometiendo arreglar el asunto.

La madre de Demos intentó advertirle de su peligrosa misión, sin éxito: “Volveré con los cautivos”, juró. Voy a cumplir mi palabra. Y si luego me cortan el cuello, estaré satisfecho porque soy un hombre, y no esclavo de nadie, y caminaré sin temor ante el peligro y no haré un espectáculo falso aunque se derramen las lágrimas de mi madre. José Yescas, el tambor de Fronteras, ahora destinado en Bacoachi, acompañó a Demos en su peligrosa misión, siendo testigo de una verdadera demostración de valentía.

Los chiricahuas eran reacios a devolver a los cautivos sin antes haber firmado un tratado o hasta que al menos hubieran visto a sus familiares que estaban en manos de los sonorenses. Demos sabía que si no iba con los cautivos, la negociación con Elías se acabaría. A la mañana siguiente, la insistencia de Demos dio sus frutos, permitiéndole llevarse a todos los cautivos, María Acuña, Anita Blanco, Exquisel Blanco, Fernando Blanco, Marcelina Villa y Juana Tacho. Demos tuvo que comprar a dos de ellos a sus captores, quienes, viendo su determinación, prefirieron venderlos antes que quedarse sin nada. Según Elías, Demos no sólo cumplió su palabra sino que para triunfar tuvo que superar dificultades que lo elevan a los héroes del cielo.

Elías dijo: “Llegó a la ranchería y avisó a los indios del objetivo de su misión. Se alarmaron y se opusieron abiertamente a su idea, diciendo que si no hubiera venido habrían tenido que devolver menos cautivos. Mostrando sus armas, Demos tomó una resolución, con toda la fortaleza de un hombre, que estaba obligado por esta firme decisión de cumplir su palabra aunque le costara la vida.

Cuando iba a Bacoachi con los cautivos, dijo a José Yescas que se adelantara, montado en su mejor caballo. En una nota escrita por Anita Blanco, Demos notificaba a Elías que había hecho su parte y que esperaba que, por lo menos, liberaran a su hermano Néstor. La nota terminaba: “He cumplido mi palabra para que tú también cumplas la tuya. Demos llegó con los cautivos a Bacoachi el 14 de marzo

Los cautivos recién liberados dijeron a Elías González que había otras dos mujeres cautivas de la familia Blanco en el campamento de Yrigollen. Inmediatamente, Elías González envió a Demos para recuperar esas dos mujeres. Elías escribió: “Una vez más, Demos actuó con el sentido de la responsabilidad que caracteriza su carácter.

El 19 de marzo, Demos regresó con la noticia de que Yrigollen y su banda venían a hablar de paz y traían a las dos cautivas. Yrigollen llegó al final del día, diciendo a Elías que su gente quería la paz pero también “admitieron que primero tenían que vencer el miedo de que los sonorenses los acechasen para traicionarlos como sucedió en Galeana [Chihuahua], y como de hecho ha sucedido en otros lugares. Yrigollen se refería la masacre de apaches perpetrada por James Kirker en julio de 1846. Elías dudaba, pero estaba animado por la posibilidad de alcanzar la paz. Expuso cinco condiciones y esperó que esa tregua proporcionase a Sonora un respiro ante las devastadoras incursiones apaches. Los principales puntos del tratado acordado con los jefes Yrigollen y Posito Moraga estipulaban que los apaches deberían vivir en las zonas designadas, hacer la guerra a los Western Apaches, y ayudar a los destacamentos mexicanos en su lucha contra los hostiles.

Elías González estaba contento. Yrigollen prometió tratar de convencer a los demás apaches para que vivieran en una población. Llevaría tiempo, por supuesto, pero los apaches debían aprender a confiar en los mexicanos. No debían ser engañados y atacados de nuevo como había ocurrido en Galeana [Chihuahua], refiriéndose aparentemente al acto de James Kirker. A pesar de que Elías se mostró escéptico sobre una paz duradera, incluso una tregua temporal, valdría la pena. A mediados de abril de 1850, gracias al acuerdo, los pueblos del noreste de Sonora, disfrutaron de un respiro de las hostilidades apaches durante unos dos meses. Aunque las partidas de guerra habían hecho algunas incursiones, estas fueron pequeñas, no rompiendo los mexicanos sus acuerdos con las diferentes rancherías. El principal problema, como en Chihuahua, fueron las raciones. Los apaches anunciaron que querían ayuda de los mexicanos, tal como lo había hecho el gobierno colonial en tiempos de los españoles. Elíasb dijo que entendía que los alimentos destinados a los apaches eran escasos, proponiendo que unas colonias agrícolas les dieran ayuda económica hasta que se valieran por sí mismos.

El 21 de marzo, Elías partió hacia Arizpe acompañado de Demos y los nueve cautivos, ya liberados. Informado de las acciones de Demos, el gobernador de Sonora ordenó el 23 de marzo al comandante de Hermosillo, Gabriel Ortiz, que liberara a Petra y a Dayundil [al menos una de ellas vivía en la casa de Hilaron Gabilondo, un importante ciudadano de Hermosillo]. El sargento Manuel del Río recibió la orden de llevar a las dos mujeres a Arizpe, donde Demos estaba esperándolas, y las pusiera en manos de Elías. El 31 de marzo se juntaron.

Cuando Elías llegó a Arizpe, llegó se encontró con la noticia de que el jefe bedonkohe Teboca había estado allí solicitando la paz. Esto le sorprendió, ya que anteriormente, Teboca había sido uno de los apaches más beligerantes. Dijo que volvería en 15 o 20 días para saber la respuesta, y que iría a avisar a Mangas Coloradas porque era su general.

Demos y Elías se separaron ese mismo día, escribiendo este último: “El guerrero chokonen partió para Bacoachi muy contento y agradecido”. Incluso creyó que Demos estaría en las próximas negociaciones. Pero Elías no había entendido del todo los motivos de la actuación de Demos, para quien el vínculo desarrollado entre ambos sólo había sido un medio para obtener la liberación de su familia. Sus sentimientos hacia Sonora seguían siendo los mismos. Con el fracaso de las negociaciones, Demos volvió a actuar como un guerrero. A finales de ese año, soldados sonorenses lo reconocieron al frente de una partida de guerra que luchó contra soldados de Bavispe. Incluso luchó varias veces, en 1853 y 1854, contra José Terán y Tato, y contra Eusebio Samaniego, los soldados que habían capturado a su esposa. Demos siguió siendo un importante jefe de guerra chokonen hasta mediados de la década de 1850, cuando desapareció de la escena.

Por otra parte, el 1 de marzo, se informó de la desaparición del nednai Negrito, el apache cautivo que hacía de guía para los mexicanos. Estos pensaron que había huido de Corralitos [Nuevo Casas Grandes, Chihuahua] pero no fue así. Fue muerto por uno o dos hombres, al parecer soldados, la noche anterior después de un juego de apuestas entre los tres, arrojando su cuerpo al río Casas Grandes.

A principios de marzo, Mangas Coloradas, Miguel Narbona y Cochise dejan New Mexico para ir al sureste de Arizona y al noreste de Sonora. El 12 de marzo, Sonora promulgó una segunda ley que recompensaba la caza de apaches, similar a la ley de Chihuahua. Un informe mexicano decía que Teboca, Yrigollen y Posito Moraga estaban cansados de tanto enfrentamiento, buscando honestamente la paz; mientras Mangas Coloradas y Miguel Narbona, al frente de grupos de bedonkohes, chokonen y chihennes reanudaron, a finales de marzo, las incursiones por Sonora.

Los seguidores de Mangas Coloradas atacaron primero a lo largo del río Magdalena. El 1 de abril, un gran grupo de guerreros a caballo, mató a un pastor a las afueras de San Ignacio [municipio de Magdalena, Sonora]. Poco después atacaron a varios viajeros cerca de San Ignacio, matando a dos mujeres, hiriendo a un hombre, y capturando a una muchacha de 10 años. De allí continuaron a Magdalena, donde mataron a varias personas más. Unos días después, admitieron ante un grupo de estadounidenses que pertenecían a la banda de Mangas Coloradas, aunque no estaba claro si él estaba realmente presente, ya que otro informe, aunque sin confirmar, le situaba por entonces cerca de Tucson [Pima County, Arizona] donde tendría una reunión con varios estadounidenses, incluyendo a John Glanton.

Alrededor de tres semanas más tarde, otra banda chiricahua, probablemente bedonkohes, asaltaron a un grupo de 11 mexicanos en El Tulito [municipio de Cumpas, Sonora], entre Banamichi y Cumpas. Con los primeros disparos, seis de los mexicanos escaparon, capturando los apaches a los otros cinco, desnudándolos. En vez de torturarlos hasta la muerte, como normalmente habrían hecho, se pusieron a hablarles. Les dijeron que eran bedonkohes y que no querían hacer la paz. Luego, inexplicablemente, les dejaron ir, aunque les robaron todas sus pertenencias. Quizás los bedonkohes dudaban si ir con los apaches que querían la paz, o quizás les perdonaron la vida por si entablaban futuras conversaciones con los mexicanos. Como Mangas Coloradas había explicado recientemente a un grupo de estadounidenses, Si nosotros matamos a todos los mexicanos, ¿quién criará ganado y caballos para nosotros?.

Por entonces, Elías González tenía muchas dudas sobre el frágil armisticio firmado con Yrigollen y Posito Moraga. El 10 de abril, los chiricahuas entregaron a José María Mejías, un muchacho de 12 años, cuyo testimonio sugería que había sido cautivo de un grupo hostil, probablemente la banda de Miguel Narbona. Mejías dijo que los apaches habían puesto sus ojos en Bacoachi, y que el principal motivo de haber solicitado la tregua era para obtener suministros. Ahora necesitaban más maíz y que después de la tregua planeaban reanudar los asaltos. Mientras tanto, estaban preparando sus armas. Elías González, aunque dudaba sobre la duración de la tregua, no dio mucho crédito a las explicaciones del muchacho, ya que no conocía la lengua apache. Además, Bacoachi, era el lugar más protegido del Estado, habiendo 135 soldados más una pieza de artillería. El 24 de abril, dijo al capitán Manuel Martínez: no pierda la más mínima oportunidad de firmarlo [un posible tratado de paz]).

* El 6 de abril de 1850, el sargento William Holbrook, al mando de 10 hombres de la compañía  I, del 1º de Dragones, ataca a nueve apaches jicarillas que habían robado varios caballos a dos vaqueros mexicanos, a los que hirieron gravemente, cerca de Rayado Creek, a unos 80 km de Ratón ([Colfax County, New Mexico]. El capitán W. N. Grier envió a Holbrook  a proteger el asentamiento de Rayado, acompañándoles Kit Carson, William New y Robert Fisher, tres hombres de la frontera.

Cuando llegaron al lugar del ataque, siguieron el rastro durante 40 km hasta el lugar donde estaban acampados los apaches jicarillas. Al amanecer, Holbrook atacó, matando a cinco, hiriendo a dos y recuperando los caballos robados, regresando al día siguiente con cinco cabelleras que, según dijo,  habían arrancado dos vaqueros mexicanos que llegaron después del enfrentamiento).  

* El 22 de abril de 1850, el gobernador Elías González continúa las negociaciones de un tratado en Bacoachi (Sonora) con las facciones pacíficas de los apaches, siendo las raciones un elemento clave, mientras los chiricahuas hostiles continúan incursionando por Sonora. (Las autoridades civiles y militares informaron de incursiones apaches en Bacoachi, Moctezuma y Granados. Teboca no había regresado como prometió, por lo que Elías González llegó a la conclusión de que Mangas Coloradas y Miguel Narbona habían venido a Sonora para boicotear los planes de paz de Yrigollen y Posito Moraga. José Yescas, informador de confianza de Elías González, y a quien los chiricahuas respetaban, acababa de venir de las rancherías de Yrigollen y de Posito Moraga, a donde había ido para observar el comportamiento y las conversaciones de los apaches. Vio señales positivas de que los chokonen querían sinceramente la paz si Sonora les proporcionaba suministros para vivir en paz. Elías González llegó a la conclusión de que los autores de los recientes ataques habían sido cometidos por los Western Apaches [o coyoteros, como él les llamaba].

Elías González propuso a Yrigollen y a Posito Moraga un nuevo tratado con raciones para los apaches como piedra angular del acuerdo. El 15 de abril, escribió al gobernador explicándole su plan: Resumiendo, … considerando no solo que la situación de las tropas no ha mejorado, sino también me temo que … puedan desertar. Eso podría asegurar la completa ruina del Estado… El principal objetivo de esta nota fue explicarle a su Excelencia que sospechaba de las primeras conversaciones de paz que tuve con los jefes Posito Moraga e Yrigollen. Supe que su objetivo era recibir raciones, como ocurría antes, para que pudieran vivir sin verse obligados a robar. Pero evité el tema porque… dudaba aún más si habría suficientes recursos para ponerlo en práctica, ya que la concesión otorgada a los asentamientos para alimentar a los indios no era suficiente… sin esta medida es imposible obtener una paz duradera, ya que de la misma manera los indios no pueden vivir simplemente de la caza y el mescal, que son los recursos que tienen a mano; y a la vista del hecho de que sin proporcionarles lo que necesitan para vivir, no es posible obligarlos a residir en lugares fijos. Mientras ellos están errantes por el desierto, es muy difícil hacerles ver las ventajas de la vida social o hacerles coger gusto por el trabajo… y dado que es absolutamente imposible establecer una ciudad o un asentamiento para ellos, me estoy tomando la libertad de pedirle a su Excelencia que interceda ante el gobierno supremo [Ciudad de México] para obtener: , autorización para establecer, … uno o más asentamientos para aquellos apaches que quieran aceptar un tratado de paz en… tierras no usadas en la frontera. , se les deben proporcionar de forma gratuita las herramientas e instrumentos necesarios para trabajar la tierra, y que se les deben otorgar todos los privilegios que las leyes brindan a los colonos., que hasta que ellos recojan su primera cosecha, deben recibir suficiente grano para mantenerse a sí mismos, a costa del Tesoro Nacional. , si se acuerda este proyecto, el o los asentamientos que se puedan establecer, estarán sujetos a las autoridades militares por el tiempo que sea necesario para que se organicen y consoliden. Tal como lo veo, esta es la única manera de obtener resultados humanitarios… Mientras tanto, y para no perder lo poco que se ha logrado, voy a dar instrucciones para ofrecer todo esto a los apaches para obtener su confianza, diciéndoles que a partir de la próxima cosecha se les dará raciones siempre que acepten la paz y se dediquen a trabajar.

Elías González envió esta propuesta al comandante militar en Bacoachi, quien lo discutió con Yrigollen y Posito Moraga. El 23 de abril, Chino salió para Arizpe con una escolta para discutir los términos con el comandante militar de Sonora. Varios emisarios chiricahuas permanecieron en Bacoachi, incluyendo Yrigollen, Yaqui [Yaque], Yrineo [Yrinco] y Cavanillo [un hijo de Esquinaline]. La presencia de estos tres últimos es interesante porque Yrineo era un hermano de Manuel o Manuelito, el mismo que un año antes había sugerido en Janos al capitán Padilla crear un complot para matar a Mangas Coloradas. Manuel había fallecido recientemente de congelación, pero hay dudas de si los seguidores de Mangas Coloradas, Miguel Narbona, o Cochise pudieron haberle matado cuando hubo rumores de la conversación que tuvo con Padilla con el plan de matar a Mangas Coloradas. Yaqui era un empedernido incursor y en los últimos años un contemporáneo de Cochise. Y Esquinaline era un conocido aliado de Mangas Coloradas y Miguel Narbona.

Cuando Chino llegó a Arizpe comenzó a hablar con Elías González, quien aceptó dar raciones, a partir del 1 de julio, a los apaches que se asentasen en Bacoachi, Bavispe o Santa Cruz. Para ello, los apaches deberían colaborar en la lucha contra los hostiles. Para evitar malentendidos, Elías González ordenó al capitán Martínez, en Bacoachi, repetir estos términos a Lucía, Soledad, Carro, y otros apaches que hablaban español; y a José Yescas, que iría a los campamentos apaches para informar a Elías González de cómo iban las cosas.

El tratado nunca se materializó, posiblemente debido a las continuas incursiones de Mangas Coloradas, y porque las raciones no podían ser repartidas hasta el próximo 1 de julio.

El 30 de abril, poco después de que los apaches hubieran comenzado a aparecer en el este de Sonora pidiendo la paz, Gertrudis, hermana del jefe nednai Arvizu, fue a Janos [Chihuahua] a negociar, representando a 10 jefes chihennes y nednais. Gertrudis había escapado a finales de enero, cuando estaba en poder de los mexicanos. Una de las razones que dio para su renovado interés por la paz fue que supieron que Zuloaga ya no era el jefe político de Corralitos [Nuevo Casas Grandes, Chihuahua], ahora lo era del cantón de Galeana [Chihuahua]. Las autoridades mexicanas dijeron a la mujer que concedían un plazo de 10 días para que los 10 jefes vinieran a Janos para conferenciar. También querían obtener la liberación de sus parientes cautivos.

No fue hasta el 22 de mayo, cuando un centenar de chiricahuas, incluyendo siete jefes, entre los que se encontraban Coleto Amarillo, Delgadito, Itán y Láceris, y unos 50 guerreros, se presentaron en Janos. La mayoría se marcharon tres días más tarde, pero el jefe nednai Arvizu y algunos hombres se quedaron. El 30 de mayo, llegaron con unos guerreros y sus mujeres para discutir la paz, los jefes chihennes Ponce e Itán, y los nednais Láceris, Ortiz [un jefe poco conocido que estuvo asociado, a veces, con apaches de El Carrizal {municipio de Ahumada, Chihuahua}] y Babosa [considerado por las autoridades mexicanas como el más inteligente entre ellos porque estaba alfabetizado desde los tiempos del sistema de presidios. Los ciudadanos de Janos les vendieron gran cantidad de licor, lo que molestó mucho al comandante.

El 18 de junio, los apaches recibieron raciones, y el 24 de junio, firmaron un armisticio en Janos. Los chihennes Ponce, Delgadito e Itán; y los nednais Coleto Amarillo, Láceris y Arvizu acordaron establecerse en paz, instalándose cerca del presidio. Coleto Amarillo fue nombrado general. Mientras tanto, Yrigollen, el jefe apache chokonen, firmó un acuerdo de paz con el comandante general de Sonora y se fue a vivir a Fronteras [Sonora].

Antes, a mediados de mayo, Mangas Coloradas había organizado una incursión a lo largo del río Yaqui. Estaba compuesta principalmente por bedonkohes y chokonen, con algunos chihennes del grupo de Mangas Coloradas, y quizás unos pocos Western Apaches. A finales de abril, en Arizona, cerca del río Gila, comerciantes estadounidenses se reunieron con apaches [probablemente White Mountains] quienes dijeron que iban al nordeste de Sonora, donde se reunieron con el grupo de Mangas Coloradas, dirigiéndose al sur, pasando por Bavispe hacia la Sierra Madre. Sobre el 10 de mayo, unos apaches vieron el rastro de un gran grupo de apaches dirigiéndose al sur, un hecho corroborado por Yrigollen, quien envió aviso al comandante de Bavispe de que Mangas Coloradas estaba por los alrededores.

Sus objetivos eran Soyopa, un pequeño poblado agrícola y minero situado en una colina baja en la orilla occidental del río Yaqui [a unos 145 km al sur de Moctezuma y a unos 48 km al suroeste de Sahuaripa]; y Onavas [a unos 48 km al sur de Soyopa]. Los apaches atacaron Onavas el 19 de mayo, matando a un gran número de personas. Después se dirigieron a Soyopa donde, el 23 de mayo, mataron a 16 personas, hirieron a otros seis, y capturaron a nueve. Esta incursión pudo haber sido la misma que Mangas Coloradas hizo cuando atacó a Jesús García [bisabuelo de Manuel Valenzuela] a pocos kilómetros de Tacupeto [a 48 km al este de Soyopa]. Según Valenzuela, García volvía a casa desde las minas de oro de California cuando un apache emboscado le hirió en la espada con una flecha. El apache, aproximándose, saltó de su caballo, y le quitó todo lo que tenía de valor. Era muy alto, diciendo en español a García que era Mangas Coloradas y que tu gente me debe mucho. Unos vecinos de Bámori [municipio de Arivechi, Sonora] encontraron a García antes de morir, contando la historia de su encuentro con el jefe chiricahua [Manuel Valenzuela contó esta historia a Edwin Sweeney en 1992].

El chihenne Mangas Coloradas, el bedonkohe Teboca, y los chokonen Esquinaline y Miguel Narbona, seguían siendo contrarios a la tregua, negándose a asistir a cualquier tratado o conferencia de paz en Sonora. Sin embargo, no mucho tiempo después, propusieron la paz en Janos, negándose Juan José Zozaya hasta que se estableciera una tregua en Sonora. Mientras tanto, esas rancherías, a veces aliadas con coyoteros White Mountain, continuaron asaltando asentamientos de Sonora).

* En mayo de 1850, una banda de apaches jicarillas asalta unos carros que llevaban el correo estadounidense en el camino que une Independence (Jackson County, Missouri) con Santa Fe ([Santa Fe County, New Mexico]. El 18 de abril, Frank Hendrickson, James Clay y Thomas E. Branton habían salido de Fort Leavenworth [Leavenworth County, Kansas] llevando el correo con destino a Santa Fe. Cuando salieron no llevaban pasajeros. Aproximadamente una semana después de su viaje, los tres hombres alcanzaron una caravana de carros en el centro de Kansas, donde se les unieron Thomas W. Flournoy y Moses Goldstein. Unos días más tarde se encontraron con un tren de bueyes en dirección este. Cinco miembros de ese grupo decidieron regresar a Santa Fe, pero Benjamin Shaw, John Duffy, John Freeman, John Williams y un conductor alemán se les unieron.  

En mayo, el grupo estaba en New Mexico, donde una mañana fueron atacados por una banda de apaches jicarillas, produciéndose un enfrentamiento que duró todo el día. Dos hombres blancos fueron heridos siendo colocados en un carro, resistiendo el resto. Por la noche, una banda de utes se unió a los jicarillas. A la mañana siguiente, cuando los carros iban cerca de Wagon Mound [Mora County, New Mexico] fueron atacados por la  fuerza conjunta de más de 100 jicarillas y utes, matando a los 10 hombres y a todos los animales.

Los soldados que llegaron de Santa Fe, al mando del teniente Ambrose Burnside, encontraron los cuerpos desnudos, pero con sus cabelleras intactas, el 19 de mayo de 1850, cerca de Santa Clara Spring, que se encuentra en el cañón al noroeste del actual Wagon Mound, donde los enterraron. Las flechas cubrían el suelo y el correo estaba disperso por la llanura).

* A principios de junio de 1850, un destacamento estadounidense sale de Doña Ana (Doña Ana County, New Mexico) para explorar las Organ Mountains (Doña Ana County, New Mexico) y el Tularosa Basin (Otero & Doña Ana Counties, New Mexico), llegando al centro de la Sierra Blanca (Lincoln & Otero Counties, New Mexico), el corazón del territorio de los apaches mescaleros. (En ese tiempo estaban bajo la dirección principalmente de los jefes Barranquito, Josecito y Santana. De los tres, Barranquito fue de lejos el menos amistoso para los blancos y el más firme en el combate, Josecito era poco conocido, pero probablemente estaba en un término medio, mientras Santana más tarde demostró ser un leal amigo los estadounidenses. Cuando los soldados acamparon en las cercanías, Santana envió un mensaje de que les atacaría si avanzaban más. El teniente al mando informó que me dijeron que había unos 2.000 guerreros que me esperaban, y que mi destacamento no era suficiente para enfrentarse a un grupo tan grande de indios, por lo que pensé que era más prudente retirarse .... Fue un tremendo farol, pero funcionó.

Sin embargo, el creciente número de hombres blancos en su territorio llevó a varias bandas de apaches mescaleros y jicarillas a buscar algún tipo de acercamiento pacífico. Sus jefes enviaron a los militares mensajes diciendo que estaban dispuestos a renunciar a todos sus cautivos y bienes robados a cambio de un tratado. Contactaron con otras bandas de jicarillas e incluso con los comanches para que no cometiesen depredaciones que pudiesen entorpecer la paz. Ese otoño, un grupo de los más peligrosos apaches mescaleros de Texas contactó con Jefferson Van Horne, comandante militar de la guarnición de San Elizario, cerca de El Paso [El Paso County, Texas], para explorar la posibilidad de una paz. Fueron bien tratados y prometieron volver, pero nunca lo hicieron. Probablemente, porque fueron dos jefes menores, Simón Porode y Simón Manuel, que si hubiesen sido reprendidos por el más poderoso Gómez, probablemente no hubieran podido enfrentarse a él. Las órdenes de Van Horne eran combatir a los indios, no tratar con ellos, por lo que pidió instrucciones y mientras tanto los alentó con comida y regalos.

Estos contactos propiciaron que se abrieran de nuevo las minas de Santa Rita del Cobre [Santa Rita, Grant County, New Mexico] con el establecimiento en las cercanías de Fort Webster [Grant County, New Mexico]; pero estos contactos eran lo suficientemente buenos como para animar a los apaches, por medios pacíficos, a practicar la agricultura y porque había menos de 13.000 hombres en todo el ejército estadounidense, y menos de 1.400 en New Mexico para luchar contra ellos).

* A primeros de junio de 1850, la banda de Mangas Coloradas, que venía de incursionar por Sonora, llega a los campamentos de Yrigollen y Posito Moraga, situadas en el nordeste de Sonora, produciéndose un enfrentamiento en el campamento de este último, cuando Mangas Coloradas intentó convencer a los chokonen de que se uniesen a él y rompiesen las negociaciones con Elías González. (Un informe decía que dicho enfrentamiento entre los seguidores de Mangas Coloradas y Miguel Narbona, y los de Posito Moraga, produjo varios muertos o heridos.

Elías González se encolerizó cuando tuvo noticia de la incursión chiricahua. Al saber que iban al norte, ordenó al capitán Martínez que saliese de Bacoachi con un destacamento para intentar interceptarlos. Martínez debía obtener exhaustiva información sobre… los campamentos de Trigueño, Posito Moraga e Yrigollen, quienes decían estar en paz, al igual que de Mangas Coloradas y sus seguidores, por las noticias de que estaban librando una cruel guerra contra nosotros. También debía confirmar los rumores del enfrentamiento entre las dos facciones chiricahuas. Fuese verdad o no, debía llevarlos tras Mangas Coloradas, con o sin el consentimiento de Posito Moraga.

Elías González creía que Mangas Coloradas había organizado esta incursión para socavar el trato con Yrigollen y Posito Moraga, quienes anteriormente habían sido aliados de Mangas Coloradas en la guerra contra Sonora. Al final, el tratado de paz no llegaría a culminarse.

A mediados de junio, Mangas Coloradas, Miguel Narbona y Cochise se dirigieron al este, hacia Carretas [municipio de Bavispe, Sonora], donde tuvieron una reunión con una banda de Western Apaches mandados por Quericueryes. Hicieron planes para futuras incursiones antes de separarse. Mangas Coloradas fue a Carrizalillo Springs [a lo largo de la frontera de Chihuahua con New Mexico]; Yrigollen llevó a sus chokonen a la Sierra Pilares de Teras [municipio de Agua Prieta, Sonora]; y Quericueryes y unos pocos chokonen se dirigieron a incursionar por Sonora.

Mientras, el 18 de junio, grupos de chihennes y nednais estaban negociando un tratado de paz en Janos [Chihuahua], intentando que las autoridades liberasen a sus familiares que seguían estando prisioneros. Yrigollen, ansioso de un armisticio ahora que su tregua con Elías González había fallado, envió a Janos a su hermano Aguirre para representarle durante las conversaciones de paz.

El 24 de junio, seis líderes apaches, los chihennes Ponce, Delgadito e Itán; y los nednais Coleto Amarillo, Láceris [también llamado Pláceres] y Arvizu, firmaron un acuerdo de paz en Janos y Galeana [Chihuahua] con el teniente coronel Alejo García Conde, el capitán Antonio Guaspe y el jefe político del Cantón de Galeana, Juan José Zozaya. Tuvieron que abstenerse de incursionar en Sonora y Chihuahua, y devolver los caballos robados en ranchos y haciendas de la región.

A finales de junio, el capitán Manuel Martínez salió de Bacoachi para interceptar a una banda apache que estaba cerca de Turicachi [municipio de Fronteras, Sonora]. Eran Western Apaches, y algunos chokonen, mandados por Quericueryes, quienes se toparon con los mexicanos cerca de Turicachi. Los apaches mostraron una bandera blanca, por lo que Martínez y José Yescas, con una pequeña escolta, se reunieron con ellos. Martínez les preguntó qué estaban haciendo allí, interesándose por el ganado robado. Los apaches, atrincherados en una colina, dijeron que ellos querían la paz. Entonces Martínez se reunió solo con Casimiro, un líder chokonen, a medio camino de la colina. Los dos hablaron, quedando en reunirse al día siguiente. Martínez dijo que si los chokonen realmente querían la paz, le dijesen a Yrigollen que trajera su gente a vivir en Bacoachi. Mientras, Martínez permitió que Quericueryes comerciara con varios ópatas de su destacamento. Era un curioso acuerdo, ya que, aunque los apaches habían estado robando, Martínez prefirió negociar con ellos que pelear. Esto enfureció a Elías González cuando se enteró).

* En julio de 1850, Mangas Coloradas se encuentra en el sur de New Mexico, probablemente en Santa Lucia Springs ([luego conocido como San Vicente de la Cienega; y finalmente Silver City, Grant County, New Mexico]. El 20 de julio, tres líderes chokonen, Carro, Casimiro y Esquinaline, entraron en Bacoachi para hablar con el capitán Martínez pidiendo las raciones que Elías González había prometido, aunque admitieron que habían cometido depredaciones en el interior de Sonora. A pesar de haber robado cerca de Bacoachi, dijeron que tenían derecho a recibir raciones. Dijeron que sus campamentos permanentes estaban en las Chiricahua Mountains aunque, ahora, estaban acampados cerca de Cuquiárachi [municipio de Fronteras, Sonora]. El capitán Martínez no tenía nada para darles, por lo que Carro, el líder del grupo, pidió un peso para él, y cuatro reales para Casimiro, Esquinaline y Gato Negro. Además, pidieron la libertad de Antonio, prisionero en Bacoachi desde el último febrero. Martínez les dijo que no podía hacerlo sin recibir órdenes. Carro y Esquinaline volvieron al día siguiente amenazando con asaltar Bacoachi si Martínez no liberaba a Antonio. Martínez, después de discutir la situación con las autoridades civiles, lo liberó.

* El 26 de julio de 1850, mientras patrullaban por el Camino de Santa Fe, las compañías C e I  del 1º de Dragones; y la Compañía K del 2º de Dragones, sorprenden un campamento de unas 150 tiendas, que identificaron de apaches jicarillas, en la parte superior del río Canadian, junto a la actual Ratón ([Colfax County, Texas]. Los jicarillas consiguieron escapar sin saber los soldados con cuantas bajas, falleciendo un soldado).

* El 15 de agosto de 1850, Mangas Coloradas se reúne con el capitán Enoc Steen en Santa Rita del Cobre ([Santa Rita, Grant County, New Mexico]. Steen salió de Doña Ana [Doña Ana County, New Mexico] con 60 dragones para Santa Rita del Cobre para tratar de conseguir la paz con los apaches. Durante seis días hablaron Steen, Mangas Coloradas y José Cito, otro jefe chihenne que vivía entre las Mimbres Mountains y el Río Grande. Los dos jefes habían llegado con unos 20 guerreros y unas pocas mujeres.

Steen volvió a Doña Ana el 21 de agosto. El 2 de septiembre, los apaches chihennes Ponce, que hacía de portavoz, Itán y Cuchillo Negro, llegaron a Doña Ana, seguidos poco después por Josecito y otros 30 hombres y mujeres. Ellos renovaron sus votos de amistad con los estadounidenses. Steen preguntó por Mangas Coloradas y por el motivo por el que no estaba allí. Estaba preparando una incursión contra Sonora.

Steen llegó a la conclusión de que si un agente civil de la Oficina de Asuntos Indios se establecía en Santa Rita en las próximas seis semanas, podía firmarse una paz duradera. Eso no sucedió porque el coronel Edwin V. Sumner, un viejo y duro dragón que mandaba el ejército estadounidense en New Mexico, no quería la paz. En enero de 1852 erigió Fort Webster en las minas de cobre, pero lo trasladó nueve meses más tarde a 22’5 km al este, sobre el río Mimbres, territorio chihenne o mimbreño. El coronel esperaba que Fort Webster controlara a los apaches. Los apaches bedonkohes y chihennes nunca habían dejado de asaltar los asentamientos del Río Grande. Sumner los consideró en guerra y envió columnas militares a su territorio. Y los apaches se consideraban en guerra, ya que los soldados habían llegado con intención hostil. Sumner culpó a las autoridades civiles por el fracaso de las iniciativas de paz. La verdad es que no había dinero y funcionarios para extender su influencia por el territorio chiricahua.

A finales de septiembre, Mangas Coloradas lideró una banda de unos 300 apaches, incluyendo varios coyoteros White Mountain, que incursionó por los asentamientos a lo largo del río Santa Cruz, al norte de Sonora. Los otros jefes eran Teboca, Esquinaline y Miguel Narbona y, probablemente también participaron, Cochise y Gerónimo.

Al principio, se llevaron muchas reses de los ranchos de la zona de Santa Cruz y San Ignacio. Cerca de Imuris mataron a ocho personas antes de volver a Arizona a primeros de octubre. Era el 30 de septiembre, cuando un grupo de apaches Pinal, que iban con los White Mountain, emboscaron a un destacamento de 10 soldados mexicanos.

Los apaches Pinal regresaban al norte con su botín, cuando divisaron el pequeño destacamento, o vieron sus huellas y las siguieron, decidiendo emboscarles.

Ese destacamento de 10 soldados mexicanos al mando del teniente Saturnino Limón, era la escolta de varios civiles que se dirigían a Magdalena [Magdalena de Kino, Sonora]. Entre esos civiles estaba Inés González, una joven de 15 años, de mediana estatura, con ojos oscuros, ademanes encantadores, y con una bonita sonrisa. Su padrastro, Jesús Ortiz, poseía una hacienda ganadera en Santa Cruz [Sonora] junto al río San Pedro, en el norte de Sonora. Fue educada en un convento de monjas en Magdalena, pasando varios años entre ellas.

Cuando llevaba una temporada en su casa, quiso visitar a las monjas y llevarles algunos regalos con motivo de la Fiesta de San Francisco, celebración que iba a tener lugar el próximo 4 de octubre.

Con Inés iba su tío, su tía, su sirvienta Beta María, y un muchacho llamado Francisco Pacheco. La distancia hasta Magdalena era de 120 Km.

Durante el segundo día, el 30 de septiembre, y cuando llevaban cuatro horas de viaje, subieron por una cuesta hasta una alta cresta. Justo cuando llegaron arriba y sintieron el cálido aire de la cima, oyeron los gritos de guerra de los apaches.

Todo ocurrió muy rápido. Los primeros disparos mataron al teniente Limón, cayendo de su caballo. Alguien dijo a las mujeres, que iban a pie mientras subían la cuesta, que se tiraran al suelo para esquivar las flechas que alcanzaron a la mayoría de hombres. Un apache fue a donde ellas y golpeó con su mano la garganta de Beta María para que dejase de gritar. Esta cayó al suelo boca abajo, siendo girada por el guerrero con el pie, quien sintió la forma de un cuchillo bajo su falda. El apache revisó el interior de las faldas de Inés y de su tía para comprobar si también iban armadas.

Junto a ellas había un caballo herido pateando el suelo de dolor. Otro guerrero cogió sus riendas y tirando de ellas, le cercenó la garganta con su cuchillo. Inés vio a dos apaches agarrando a uno de los mexicanos por los brazos, el cual imploraba a la Virgen María que su final fuese rápido. El que parecía el jefe, un joven guerrero, hizo un gesto y los pocos mexicanos que quedaban con vida fueron rápidamente eliminados. Solo tres habían conseguido huir durante los primeros momentos del ataque. Beta María, la tía y el muchacho fueron atados y subidos a unos caballos, mientras Inés viajó en la montura del jefe, tumbada sobre sus rodillas.

El jefe respetó la integridad física de Inés, no permitiendo que nadie le hiciera daño, pensando quizás que, por su porte, era demasiado valiosa. Nada más llegar el invierno, unos comerciantes de New Mexico llegaron a la ranchería y compraron a Beta María, la tía de Inés y a Pacheco, mientras Inés pasó varios meses más con los apaches Pinal. Posteriormente, fue vendida a un comerciante blanco de Santa Fé llamado Peter Blacklaws, quien se dirigió con ella al sur, en compañía de dos mexicanos, Pedro Archeveque, un trabajador de Algodones [Sandoval County New Mexico] y José Faustino Valdés, un trabajador de Santa Fé.

Las intenciones de Blacklaws se desconocen. Quizás quería llevar a Inés con su familia para conseguir una buena recompensa; o quizás revenderla para obtener más beneficio por ella; el caso es que se topó con un gran grupo de estadounidenses, miembros de la Comisión Fronteriza, encargada de delimitar correctamente la frontera entre México y los Estados Unidos, después de la guerra que había tenido lugar entre los dos países.

Hay dos relatos escritos de lo ocurrido a Inés González por dos miembros de dicha Comisión Fronteriza. Uno, escrito por quien estaba al mando, John Russell Bartlett, titulado “Personal Narrative of Explorations and Incidents in Texas, New Mexico, California, Sonora, and Chihuahua…”. Bartlett se hizo cargo de Inés y la cuidó hasta que fue devuelta a su familia. El otro, lo realizó John Carey Cremony, en su libro “Life among the Apaches” .

La incursión de Mangas Coloradas enfureció a Elías González, quien ordenó a José Terán y Tato ir tras el jefe chihenne. El 14 de octubre, salió de Fronteras con 272 hombres para perseguirle, siguiendo su rastro por el norte de Apache Pass [Cochise County, Arizona], San Simón [San Simon, Cochise County, Arizona], y hasta el río Gila en su curso por Arizona, donde se dio la vuelta. Pensó que el rastro que había seguido era el de Miguel Narbona y Teboca.

De vuelta hacia el sur, dividió su destacamento, enviando al capitán Reyes Cruz, con 100 hombres, al cañón de Los Embudos, y a la Sierra Pitáicachi [los dos en el municipio de Agua Prieta, Sonora]; mientras Terán y Tato llevó el resto hacia la abandonada Hacienda Cuchuverachic [municipio de Agua Prieta, Sonora] donde había dejado sus suministros. Desde allí continuó hasta la Sierra Pilares de Teras [municipio de Agua Prieta, Sonora], donde el 30 de octubre encontró la ranchería de Posito Moraga y Trigueño. En el ataque mató a dos hombres, cinco mujeres, y un niño; y capturó a otros dos, miembros de la familia de Trigueño. Los prisioneros admitieron que Posito Moraga acababa de llegar de Janos. Cuatro meses más tarde, Trigueño se vengaría de Terán y Tato atacando su hacienda en Pibipa [municipio de Moctezuma, Sonora], matando a cuatro personas y llevándose algo de ganado).

* En noviembre de 1850, dos meses antes de dejar la comandancia general de Sonora, Elías González, un hombre con una profunda experiencia en la frontera, hace un informe de la situación general de los apaches. (Estos habían devastado el territorio durante 18 años, a pesar de que habían entrado en conversaciones de paz en muchas ocasiones. Habían tenido una tregua de cuatro meses con Sonora a principios de año y, probablemente, habrían permanecido en paz si hubieran tenido adjudicaciones del gobierno, pero, simplemente, no había recursos para ello. Mientras que el gobierno estaba tratando de resolver ese problema, el jefe apache chihenne Mangas Coloradas, al parecer con la ayuda de apaches coyoteros White Mountain, obstaculizaba todos los esfuerzos de paz con las otras rancherías. A pesar de ello, el chokonen Yrigollen había advertido a los mexicanos en Bavispe [Sonora] de esos asaltos; trasladándose con su gente a Janos [Chihuahua] para hablar de paz, en parte porque allí recibirían raciones.  

Un problema importante era que los apaches coyoteros White Mountain, Tonto Apaches y apaches San Carlos de la banda Pinal, vivían en el lado norte del río Gila, fuera de la jurisdicción de México. Los mexicanos suponían que los Estados Unidos los controlaban de acuerdo con el Tratado de Guadalupe Hidalgo, pero sin éxito. Por lo tanto, esos apaches simplemente se escondían al otro lado de la frontera internacional, y las fuerzas mexicanas no podían cruzar para perseguirlos. Dado que la única manera de detener sus incursiones era descubrirlos en sus territorios de origen, la nueva frontera era un enorme obstáculo para la pacificación de la frontera.

A eso había que añadir las rancherías apaches todavía en guerra [las del chihenne Mangas Coloradas; las del bedonkohe Teboca; y las de los chokonen Esquinaline,Trigueño] que dejaban a sus familias en los campamentos seguros de apaches pacíficos cuando estaban fuera para incursionar).

* A mediados de diciembre de 1850, el jefe chihenne Mangas Coloradas se encuentra en el norte de Chihuahua, manteniendo contactos con las autoridades de Janos (Chihuahua), lo que sugiere que buscaba la paz.

* El 16 de diciembre de 1850, una banda apache acude a Tucson (Pima County, Arizona) para negociar la paz. (Enviaron a negociar a José Antonio Acuña, un cautivo de los apaches que había sido capturado cuando era niño en el rancho de Cornelio [posiblemente Cornelio Elías]. La llegada de los indios pápagos de San Xavier de Bac, a 16 km de Tucson, produjo un enfrentamiento que fue aprovechado por Acuña para escapar).