La apachería en el siglo XIX (2)

1851

* A principios de enero de 1851, dos partidas de guerra apaches incursionan por Sonora. (La primera, formada por guerreros chokonen, estaba liderada por Posito Moraga, Trigueño e Yrigoyen, con algunos nednais de rancherías situadas en Janos [Chihuahua]; la segunda, liderada por Mangas Coloradas [entonces tenía unos 60 años], incluía los chihennes de Delgadito y Ponce, los bedonkohes de Teboca, y los chokonen de Miguel Narbona y Esquinaline, más varios coyoteros White Mountain y, según algunas fuentes, unos cuantos mescaleros liderados por Cadete y Ratón. También estaban Cochise, Gerónimo, y probablemente Juh. Merejildo Grijalva, un cautivo ópata de los chokonen, diría que Cochise regresó a su ranchería al frente de sus guerreros llevando 150 caballos y mulas que repartió entre sus seguidores, sin quedarse él ninguno. Añadió que era el botín conseguido en una incursión que llegó hasta Hermosillo [Sonora], a principios de 1851.

Los nednais de Coleto Amarillo no participaron, permaneciendo en Janos. Según informes mexicanos, cada grupo tenía, al menos, 150 guerreros cada uno.

La primera partida se dirigió a las estribaciones occidentales de la Sierra Madre, a lo largo del río Bavispe y al sur hasta Sahuaripa [Sonora]. La segunda cruzó el río Sonora, llegando por el suroeste hasta los alrededores de Hermosillo, donde dieron la vuelta para emprender el regreso. Ranchos, haciendas, aldeas y viajeros cayeron presa de los guerreros, perdiendo vidas, caballos, mulas, ganado y bienes. Guiados por su odio a Sonora, los apaches mataron despiadadamente a cualquier mexicano que se cruzara en su camino. A mediados de enero, ambos grupos se dirigieron hacia el norte con 1.300 cabezas de ganado y caballos. Su ruta era previsible, por lo que el capitán Ignacio Pesqueira salió de Arizpe con 50 soldados de la Guardia Nacional de Sonora, enviando un correo a Bacoachi para que los efectivos allí presentes, bajo el mando del capitán Manuel Martínez, se reunieran con él en un lugar llamado “Cerro Colorado”, un pequeño grupo de colinas a 19 km al este del “Pozo Hediondo”. Pesqueira y Martínez se juntaron allí el 16 de enero, sumando en total 80 infantes y 20 dragones de caballería.

Al día siguiente, Pesqueira llevó el destacamento a unos 19 km al nordeste de la Sierra del Cobre [municipio de Altar, Sonora], donde se ocultaron para preparar una emboscada a los apaches que se dirigían al norte. Pesqueira envió una patrulla, la cual llegó el 20 de enero, diciendo que habían visto por el sur, una nube de polvo que avanzaba por el valle. Al filo del mediodía, Pesqueira tomó posiciones en el “Pozo Hediondo” [la actual Bella Esperanza, 12 km al sur del río Nacozari, Sonora], a unos 32 km al este de Arizpe y a unos pocos kilómetros al suroeste de Nacozari.

El polvo era el grupo de Mangas Coloradas y Cochise. Delante venía la vanguardia con unas 350 cabezas de ganado. Detrás, Mangas Coloradas llevaba una manada de cerca de 1.000 caballos. Al acercarse la vanguardia, los mexicanos, que superaban a los apaches en una proporción de dos a uno, les atacaron, cogiéndoles por sorpresa. Al estar en desventaja numérica, los guerreros abandonaron el ganado, retirándose a posiciones defensivas en las colinas, peleando ferozmente. Los mexicanos les persiguieron, atacaron sus posiciones, las superaron y los derrotaron, pero no sabían que el grueso de la banda venía detrás. Mangas Coloradas, viendo lo que pasaba, ordenó a sus guerreros [unos 150] cargar para rescatar a sus hermanos. Ahora fueron los mexicanos los que resultaron sorprendidos. Los dos bandos estaban tan cerca que los apaches podían usar sus lanzas y arcos. En muchos momentos la lucha fue a cuchillo”; es decir, mano a mano. Cuando el caballo de Pesqueira fue herido en una pata, los mexicanos se retiraron. El duro enfrentamiento duró tres horas, obligando a los mexicanos a buscar posiciones defensivas, colina tras colina.

Sobre las 16:00 horas, todos los oficiales mexicanos habían resultado muertos o heridos. Pesqueira y el teniente, Rafael Ángel Corella, estaban  heridos; y su segundo al mando, el capitán Manuel Martínez, había fallecido. Sobre esa hora, llegó el otro contingente chiricahua dirigido por Yrigoyen, Posito Moraga, Tapilá, Trigueño, Delgadito y Ponce, sumando al menos unos 100 guerreros más. Los dos bandos tuvieron escaramuzas hasta el anochecer, cuando Pesqueira hizo recuento de sus bajas: 26 muertos [entre ellos Martínez y otros tres oficiales]; 46 heridos [entre ellos Corella, tenía cuatro heridas, y él mismo]. Según los mexicanos, los apaches sufrieron 70 bajas, entre muertos y heridos, cifra que parece exagerada.

Siendo imposible continuar luchando, los mexicanos se retiraron hacia la localidad de Cumpas [Sonora], marchando los heridos a pie, cayéndose y levantándose, pues solo sobrevivieron cinco caballos que llevaron a los heridos más graves. Antes, Pesqueira había enviado un mensajero a Cumpas para pedir refuerzos.

Mangas Coloradas se dirigió a Bacoachi donde había poca guarnición, ya que bastantes soldados habían ido al Pozo Hediondo”. A las 09:00 horas del 21 de enero, los apaches sorprendieron a 11 personas fuera del presidio, matando a seis, incluyendo al alcalde Teodoro Bustamente, y capturando a los otros cinco. Poco después, según su costumbre, pidieron parlamentar para intercambiar sus prisioneros. Después de una larga reunión con Mangas  Coloradas y otros apaches, los mexicanos recuperaron a tres, pero los otros dos quedaron en poder de los apaches. Eran dos muchachos, Severo Heredia y Jesús Arvizu [Heredia, de 13 años, sería rescatado en el mes de junio por miembros de la Comisión Fronteriza en Santa Rita del Cobre {Santa Rita, Grant County, New Mexico}; mientras Arvizu fue cambiado por un caballo por Mangas Coloradas en un trato con los navajos, en julio de 1852].

Luego, los chiricahuas se dirigieron al este, hacia la Sierra Pitáicachi [municipio de Agua Prieta, Sonora], donde se dividieron. La mayoría de los chokonen permanecieron allí. Los chokonen de Yrigoyen y los nednais [el joven Juh entre ellos] regresaron a los alrededores de Janos [Chihuahua] para luego, en unión del también nednai Coleto Amarillo, dirigirse a Casas Grandes [Chihuahua]; Mangas Coloradas con sus bedonkohes y chihennes regresaron a New Mexico a las Burro Mountains [Grant County, New Mexico]; los chokonen de Miguel Narbona y Cochise cruzaron el valle de San Bernardino para dirigirse a sus rancherías de las Dragoon Mountains [Cochise County, Arizona]; los chihennes de Cuchillo Negro, Ponce, Nana y Loco, y del nednai Cigarrito, se dirigieron a Janos [Chihuahua]; los mescaleros de Cadete y Ratón hacia el sur de New Mexico; y los coyoteros White Mountain hacia el sur de Arizona.

Informes mexicanos hablaban de que la fuerza chiricahua era de 400 a 700 guerreros. Por supuesto, eso era del todo imposible. Incluso 400 era una gran cantidad, considerando que muchos chihennes se habían quedado en New Mexico, y que la mayoría de los nednais estaban en Janos. Una cantidad aproximada podía ser la siguiente: los chihennes de Ponce, 50 hombres; los bedonkohes de Teboca, otros 50; los chokonen de Miguel Narbona, Cochise, Esquinaline, Carro, Posito Moraga, Trigueño, Tapilá e Yrigoyen, unos 175 hombres; unos 25 nednais de Juh; y una banda White Mountain, unos 50; en total unos 350 guerreros. No hay seguridad de la presencia de guerreros mescaleros, pero algunas fuentes mencionan su presencia.

El teniente coronel de la Guardia Nacional del presidio de Moctezuma [Sonora], José Ignacio Terán y Tato, al recibir el mensaje de Pesqueira, envió 100 hombres para que volvieran al Pozo Hediondo” a enterrar a los muertos y seguir el rastro de los chiricahuas. Al ver los cuerpos muertos, de soldados y caballos esparcidos por el campo de batalla, los mexicanos se negaron a seguir el rastro de los apaches. Un guerrero capturado de la banda chokonen de Posito Moraga dijo a Terán y Tato que Yrigoyen había dirigido a los chokonen en el ataque a Pesqueira. Este testimonio fue refutado por Luis García, un veterano comandante de la Guardia Nacional, natural de Bacerac [Sonora], que fue enviado por Terán y Tato, el 28 de enero, para hacer un registro de las bandas apaches acampadas en los alrededores de Janos [Chihuahua] y un informe sobre  su posible participación en la incursión y en el enfrentamiento en el Pozo Hediondo”. García dijo que las 180 familias apaches de Janos eran inocentes de eso; que los autores eran apaches chokonen y coyoteros White Mountain llegados de los Estados Unidos. Desgraciadamente, cuando García estaba escribiendo su informe oficial, el coronel José María Carrasco [ahora comandante general de Sonora] iba camino de Janos con un gran destacamento. A mediados de febrero, Carrasco llegó a Bacoachi, donde manifestó su intención de declarar una guerra a muerte y sin cuartel contra todas las tribus apaches, excepto contra las mujeres y niños menores de 15 años”, culpando a los comandantes militares de los anteriores fracasos. Candelario, hijo del jefe nednai Juan José Compá, estando en Pitaicachi [municipio de Agua Prieta, Sonora] se enteró de que en Sonora había una expedición para atacar a los apaches de Janos. Coleto Amarillo informó a Zozaya de los rumores que llegaban de Sonora sobre una expedición para atacar a los apaches de Janos. Zozaya intentó calmarle, probablemente con la idea de que el informe de García detuviese a Carrasco. Se sabía que la banda nednai de Coleto Amarillo no participó en la batalla de “Pozo Hediondo” por encontrarse en Janos desde junio de 1850, pero Carrasco, no lo creyó o no le importó, considerando a Janos, al igual que muchos sonorenses, como un refugio para los asaltantes apaches y un centro de mercado para la venta del ganado robado.

Antes, a finales de enero, Mangas Coloradas había llegado a su ranchería en las Burro Mountains pero antes de salir de México había enviado un emisario a Janos para preguntar si era posible firmar un tratado de paz allí. Juan José Zozaya, comandante de Janos, dijo al emisario que primero debían firmar la paz con Sonora. Al mismo tiempo, Teboca y Esquinaline pidieron que Zozaya les firmara un salvoconducto para volver a Sonora y abrir negociaciones de paz. Los dos jefes apaches debieron de tener muchas dudas, ya que volver a Sonora después del enfrentamiento del Pozo Hediondo”, podía equivaler a un suicidio. Mientras, nada más pisar Mangas Coloradas suelo estadounidense, Delgadito le dijo que un oficial deseaba reunirse con él para hablar. Ese oficial era el capitán Louis S. Craig.

Craig había sido enviado por John Russell Bartlett, responsable de la Comisión Fronteriza de los Estados Unidos, a inspeccionar Santa Rita del Cobre [Santa Rita, Grant County, New Mexico] como posible sede de la Comisión. Con Craig iba John Carey Cremony, que escribiría el libro Life Among the Apaches”. Cremony tuvo, a finales de enero, un encuentro con el jefe apache chihenne Baishan o Cuchillo Negro [Cremony escribió en su libro que fue en 1850, pero es un error, ya que ocurrió en 1851]. Lo relató así: “Un día me adelanté unos 4’5 km por delante del carro de la Comisión, el cual se había detenido al pasar por el Cooke’s Canyon [Luna County, New Mexico], un áspero y rocoso desfiladero muy peligroso, a unos 64 km al este del río Mimbres, y después de haber encontrado algunas huellas de antílopes, miré alrededor con la esperanza de ver a los animales, cuando me vi rodeado por una banda de alrededor de 25 indios, que avanzaban hacia mí desde todos los lados, dirigido por un salvaje que montaba varios metros por delante de los demás. En ese momento yo podría haber roto el cerco y unirme a mi grupo con muy poco riesgo, ya que mi caballo era infinitamente superior en fuerza y velocidad a sus ponis, pero como veía que el carro iba a estar a la vista dentro de poco tiempo, adopté otra postura. En ese momento, su líder iba a unos 25 metros por delante de sus seguidores y aproximadamente a la misma distancia de mí, percibiendo que acercaba mi mano derecha a mi cartuchera y que podía picar espuelas, me salió al encuentro. Me dirigí a él en los siguientes términos en español: ‘No te acerques o te pego un tiro’. A lo que él respondió: ‘¿Quién eres y de dónde has venido?’.

Al ver que sus guerreros me estaban cercando, le dije: ‘Mira indio, aunque haya muchos guerreros contra un hombre, estás en mi poder; tu gente podrá matarme, pero yo te mataría antes, por lo que te digo que se detengan de una vez’.

Involuntariamente, el apache hizo un gesto con la mano y sus guerreros se detuvieron a unos 35 metros de distancia. Al no gustarme tan poca distancia, volví a instar al jefe a que dejara a sus guerreros más atrás, dando, al mismo tiempo, un significativo movimiento a mi pistola. Esto hizo que los apaches aumentaran la distancia en unos 135 metros. El jefe, quien después supe que se llamaba Cuchillo Negro, se esforzó en ganar mi lado izquierdo, lo que me impidió mantener la cabeza de mi caballo en la dirección en la que él se movía. Luego dijo: ‘Adiós’ y comenzó a reunirse con sus compañeros, pero de nuevo le hice ver en qué posición se encontraba, diciéndole que no lo permitiría, y que debía quedarse conmigo hasta que mis amigos se acercaran. Eso le sorprendió, pues evidentemente creía que yo estaba solo, o algo así. El siguiente diálogo tuvo lugar a continuación:

Cuchillo Negro: ‘¿Qué buscas en mi territorio?

Cremony: ‘Vine aquí porque mi jefe me ha enviado. Él vendrá pronto con muchos soldados y pasará a través de este territorio, pero no tiene la intención de permanecer en él o hacer ningún daño a sus hermanos apaches. Venimos en son de paz y siempre actuaremos en paz, a menos que nos obligues a adoptar otras medidas; si lo haces, las consecuencias pueden ser muy dañinas para ti’.

Cuchillo Negro: ‘No creo en tus palabras. Tú estás solo. Mi gente ha estado vigilando el camino y no ha visto que venga ningún grupo. Si viniese alguno lo sabríamos. Tú estás en mi poder. ¿Qué más tienes que decir?’.

Cremony: Indio, eres tonto. Tienes que tener mucha seguridad para volverte descuidado. Una compañía de soldados se encuentra tras de mí, pero vuestros jóvenes han estado dormidos. Las mujeres los han retenido en el campamento cuando deberían haber estado vigilando. Yo no estoy en tu poder, pero tú sí estás en el mío. Tu gente me puede matar, pero antes te meto una bala en el cuerpo. Cualquier señal que les hagas o cualquier movimiento tuyo hacia adelante, también significará tu muerte. Si no me crees, espera unos instantes y verás como mis amigos llegan alrededor de aquella colina. Ellos son muchos y tienen la intención de permanecer varias lunas en tu territorio. Si los tratas bien puedes hacerte rico y conseguir muchos regalos, pero si los tratas mal te buscarán entre las rocas y las colinas de tu territorio, se apoderarán de tus manantiales, destruirán tus plantaciones y matarán a tus guerreros. Ahora elige’.

Cuchillo Negro: ‘Durante muchos años el hombre blanco no ha venido a estas regiones y no permitimos que la gente entre en nuestro territorio sin conocer su propósito. Si tuvieras amigos como dices, no les habrías dejado y venido solo, por eso es una tontería. Mis jóvenes no han sido retenidos por sus mujeres, pues no hay ninguna a dos soles de marcha y si viniera un gran grupo contigo, lo habrían sabido y me lo hubiesen dicho. Tú tienes muchas armas, pero yo tengo muchos hombres y no te podrás escapar si doy la señal’.

Cremony: Indio, no creo que des la señal, siempre y cuando tú y yo estemos tan juntos. Espera un momento y verás si te digo la verdad’.

Finalmente, aceptó la proposición y nos sentamos en nuestros caballos esperando la llegada del carruaje. No es necesario decir cuáles eran mis sentimientos durante el siguiente cuarto de hora, ni explicar las maniobras que cada cual hacíamos para mantener la ventaja sobre su enemigo. Me siento incapaz de explicar esos instantes. Al terminar el plazo mencionado, el carruaje se puso a la vista a unos 400 metros, rodeando la cima de la montaña, que se había detenido durante la marcha a través del desfiladero rocoso y terrible, llegando con él la infantería con un formidable arsenal de brillantes tubos en su espalda. Ante esta inesperada visión, Cuchillo Negro miró por un momento como si estuviera soñando, pero reculando rápidamente, avanzó directamente hacia mí, extendiendo su mano derecha: ‘Jeunie, jeunie’, que significa amable, amistoso, bueno. Me negué a coger su mano para que, de repente, pudiera tirarme de mi caballo y apuñalarme al caer, pero contentándome me dijo: ‘Somos amigos’. Luego se volvió rápidamente y se marchó a toda velocidad, asistido por sus guerreros. Desaparecieron en otro rocoso cañón, a unos 365 metros de distancia. Posteriormente, me reuní con estos salvajes otras veces y estoy convencido de que el recuerdo de nuestro encuentro anteriormente narrado, no me perjudicó, ni con él ni con su tribu.

La comitiva de la Comisión Fronteriza llegó al Río Grande acampando cerca de una gran laguna, en la orilla occidental del río, observando cómo los apaches cazaban gran cantidad de patos silvestres y barnaclas [o brantas, género de aves anseriformes de la familia Anatidae] de la siguiente manera.

A principios del invierno, cuando estas aves comienzan a llegar en grandes bandadas, los apaches cogen un gran número de calabazas, colocándolas a la deriva a barlovento en la laguna, siendo impulsadas gradualmente por el viento hasta al lado opuesto. Después las recogen y las vuelven a poner otra vez a la deriva. Al principio, los patos y los gansos recelan y sospechan de esos extraños objetos flotantes, pero pronto se acostumbran y pasan junto a ellos sin prestarles atención. Entonces, los apaches encajan las calabazas en sus cabezas, después de haber hecho agujeros para los ojos, la nariz y la boca y, armados con un saco, entran en el agua a no más de 1’5 metros de profundidad, imitando exactamente el movimiento de la calabaza vacía sobre el agua para conseguir estar lo suficientemente cerca de las aves. Luego las agarran por las patas y las arrastran repentinamente bajo el agua, metiéndolas en el saco.  

La comitiva de la Comisión Fronteriza llegó a una fuente termal, cuyas aguas tienen 51º de temperatura, situada a unos 30 km al este de las minas de Santa Rita del Cobre. Cerca había un gran número de antílopes alimentándose en la llanura, a no más de 800 metros de distancia. John Carey Cremony fue a cazar uno, cabalgando a unos 450 metros de la manada. Desmontó y ató su caballo a un arbusto de yuca, avanzando a pie con cautela, con la carabina en la mano. Arrastrándose de arbusto en arbusto y escondiéndose tras las piedras, apuntó a uno de ellos cuando, de repente, se levantó sobre sus patas traseras, gritando en un razonable español: ‘¡No tiras, no tiras!’ [¡No dispares, no dispares!]. Lo que parecía que era un antílope, resultó ser un joven, hijo del jefe apache chihenne Ponce, quien, después de haberse envuelto en la piel de un antílope, con la cabeza, cuernos y todo lo demás, se había deslizado hasta el rebaño bajo su disfraz para cazar, hasta que vio que Carey apuntaba hacia él. Los apaches adoptan con frecuencia este método de caza e imitan las acciones de los antílopes tan bien que engañan completamente a los animales. 

John Carey Cremony, relata en su libro “Life Among the Apaches” un incidente que tuvo con un grupo de apaches: “Pocos años después de terminar mi trabajo en la Comisión Fronteriza, fuimos cinco estadounidenses, haciendo yo de guía porque conocía en camino, a Sonora en busca de provisiones. Una noche acampamos en un lugar donde había varios pozos cavados por anteriores viajeros, llenos de agua potable. Rodeando los pozos había una extensa llanura, sin rocas ni árboles, con algún que otro arbusto, pero ninguno de más de 45 centímetros de altura. Había estado antes en este lugar cuando trabajaba para la Comisión Fronteriza norteamericana. Fue un regalo de Dios, ya que habíamos estado sin agua durante casi 60 horas. Durante el día, habíamos observado numerosas señales indias, por lo que estuvimos en guardia colocando dos centinelas a la vez. Richard Purdy y yo hicimos la primera guardia, cada uno a un costado del campamento. Acordamos no caminar sobre nuestros puestos, sino ocultarnos todo lo posible manteniendo una aguda vigilancia. Antes de la caída de la noche, Purdy y yo arrancamos unos arbustos yendo silenciosamente a nuestro puesto de vigilancia sobre la hierba, estando cada uno protegido por un pequeño arbusto. No había luna, pero la luz de una estrella brillante nos permitía percibir objetos a cierta distancia. El tiempo pasó tranquilamente y a las 23:00 horas llamamos a otros dos compañeros, quienes ocuparon nuestras posiciones. A las 02:00 horas fuimos despertados para reanudar la guardia y cada uno ocupamos nuestro puesto. Apenas había transcurrido una hora cuando me pareció que un pequeño arbusto había cambiado un poco de sitio; pero para no crear una falsa alarma y que se rieran de mí, decidí simplemente observarlo con más atención. Mis sospechas y precauciones se cumplieron al percibir que el arbusto se aproximaba, poco a poco. No me atreví a llamar a Purdy, pero apunté mi rifle, lo mejor que pude, a la raíz del arbusto. Cuando pensé que acertaría, apreté el gatillo. El disparo fue seguido por los gritos de unos 15 apaches que se habían acercado a unos 30 pasos de nuestro campamento, cubriendo sus cabezas con hierba y arrastrándose sobre sus vientres. Nuestros compañeros se pusieron en pie y comenzaron a disparar, haciéndoles. Tuvimos un caballo muerto y otro ligeramente herido, pero, tras una inspección, encontramos al apache que movía el arbusto, muerto de un disparo en la cabeza. Sin esperar al amanecer, preparamos inmediatamente a los animales y continuamos de nuevo el viaje por temor a que los apaches nos adelantasen para emboscarnos en algún paso o cañón peligroso”.

El capitán Louis S. Craig, estaba al mando de una escolta de 85 hombres de la Comisión Fronteriza de los Estados Unidos, dirigida por John Russell Bartlett. Debido a la imprecisión de la nueva frontera entre los Estados Unidos y México, se designó una comisión para explorar y determinar la localización exacta de la misma. Bartlett estableció su cuartel general, con su numeroso séquito de oficiales y soldados, en las minas de Santa Rita del Cobre.

Craig había llegado a Santa Rita el 25 de enero. El día anterior, se había reunido con los chihennes Delgadito y Ponce; y el nednai Coleto Amarillo, a los que regalaron tabaco, grano y unas telas de algodón. Craig dijo que quería ver a su jefe Mangas Coloradas, ya que le constaba que tenía intenciones amistosas con los estadounidenses. Mangas Coloradas había llegado a New Mexico al mismo tiempo que Craig estaba reunido con ellos.

El 2 de febrero, Mangas Coloradas visitó a Craig en Santa Rita. Craig escribió: Fue un gran placer reunirme con él, diciéndole que sabía que él era amigo de los estadounidenses; que el territorio en el cual, él y su pueblo vivían, había sido comprado hace poco por el gobierno estadounidense al gobierno mexicano, y que él y su pueblo tendrán un trato amistoso por parte del gobierno estadounidense, siempre que se comporten de manera correcta; que íbamos a mover la frontera entre los dos países, y esperaba estar entre su gente durante unos 18 meses o más y que esperaba que sus jóvenes no se metieran con nuestros animales mientras pastasen en las cercanías de los cuarteles. Mangas Coloradas dijo que sentía un gran odio por los mexicanos, pero que miraba a los estadounidenses como sus amigos, y que en lugar de interferir con nuestros animales, si alguno fuera por mal camino, haría que los trajesen de vuelta”.

* El 19 de enero de 1851, se produce un enfrentamiento entre una banda de apaches mescaleros y un destacamento estadounidense en un lugar cercano a la actual Mayhill (Otero County, New Mexico) en el que muere el capitán Henry Whiting Stanton. (Los soldados habían salido para buscar a los apaches mescaleros que habían robado caballos, reses y ovejas a los colonos, que estaban ocupando su territorio. Dos columnas, totalizando 180 hombres, convergieron en los campamentos de invierno de los apaches mescaleros junto al río Peñasco, llegando, una desde el norte [Albuquerque, Bernalillo County, New Mexico], y la otra desde el sudoeste [Fort Fillmore, hoy Las Cruces, Doña Ana County, New Mexico]. Los apaches mescaleros tuvieron varios enfrentamientos y un gran combate con los soldados dirigidos por el capitán Richard Stoddert Ewell, falleciendo varios de ellos y huyendo los demás. Los soldados tuvieron tres muertos, entre ellos el capitán Stanton. El futuro Fort Stanton sería llamado así en su honor). 

* El 28 de febrero de 1851, cinco chiricahuas llegan a Janos (Chihuahua) para hablar con Juan José Zozaya. (Desgraciadamente, no hay informes de quienes eran, pero Gerónimo recordaría que él estaba presente con los bedonkohes al mando de Mangas Coloradas. Se puede especular que los otros tres eran Esquinaline, Posito Moraga y Tapilá [este último estaba en Janos a principios de marzo intentando cambiar la silla de montar de Pesqueira que había cogido en el “Pozo Hediondo”]. Se sabe que los nednais Coleto Amarillo y Arvizu, y el chokonen Yrigoyen estaban en Janos. Es posible que el bedonkohe Teboca, también, o que hubiese venido con Mangas Coloradas. También puede ser que Mangas Coloradas llegase y se marchase, a tenor de lo afirmado el 24 de febrero por Zozaya: “… Las paces que solicitó Mangas Coloradas, Teboca y Esquinaline, en esta frontera, la primera y más esencial condición que se les puso fue de que la habían de celebrar [la paz] primero con Sonora…”; y sigue: “… que Mangas Coloradas baja de las Burras [Burro Mountains, Grant County, New Mexico], y al efecto me ha puesto dos correos, solicitando la paz que tengo orden de admitirle”. 

Es posible que Mangas Coloradas esperase una respuesta militar de Sonora después de lo sucedido en el Pozo Hediondo”. La última campaña de Sonora había llegado hasta las Burro Mountains por lo que bien pudo pensar que ahora harían lo mismo contra los apaches de Janos, por los rumores que llegaban en ese sentido. Para el resto de líderes era su principal preocupación. Querían asegurarse de que el rumor de que un destacamento venía de Sonora era falso.

El 3 de marzo, Zozaya, distribuyó raciones de alimentos para 180 familias, que sumaban un total de 600 apaches, entre chihennes, chokonen y nednais, que vivían en cinco rancherías, a pocos kilómetros de Janos. Las penurias económicas de la hacienda pública obligaron a Zozaya a posponer la entrega de raciones a 200 apaches más para la siguiente ocasión. En ese momento, el coronel José María Carrasco estaba cruzando el límite de Sonora con Chihuahua. La escusa era la búsqueda de siete mulas recientemente robadas en Bacerac [Sonora]). Cuando llegó esa noticia a Janos, Zozaya intentó tranquilizar a Coleto Amarillo diciéndole que solo era un rumor. Según informó un apache que Carrasco capturó en Janos, allí estaban todos los apaches. En otras palabras, ningún chiricahua estaba incursionando por Sonora.

Dos días más tarde, al amanecer del miércoles 5 de marzo, el destacamento del coronel José María Carrasco, estaba cerca de Janos, sin ser detectado por ningún apache o mexicano. Más tarde justificó su entrada en Chihuahua diciendo que estaba persiguiendo a los ladrones de las siete mulas robadas en Bacerac. Fuese cierto o no, quería venganza. Llegó a las inmediaciones de Janos, poco después de la medianoche del 5 de marzo, dividiendo su destacamento en dos grupos, uno bajo el mando del teniente coronel Prudencio Romero, y el otro por él mismo. Carrasco envió al destacamento de Romero, guiado por un soldado de Janos, a atacar una ranchería situada en el Rancho de la Virgen, a pocos kilómetros al sureste de Janos. Eran alrededor de las 04:30 de la mañana. Habían planeado un ataque por sorpresa, pero encontraron la ranchería abandonada porque los apaches se habían cambiado de ubicación, dándoles tiempo para llegar a la población, donde se refugiaron en casas particulares. Entonces se dirigió hacia Janos. De camino encontró a siete apaches rezagados. Un sargento llamado Ballesteros mató a uno. Capturaron a cinco, además de 16 caballos. El séptimo se tiró al río Janos para intentar salvarse, pero se ahogó. Luego fue a Janos, llegando a las 06:30 de la mañana, rodeando la población. Cuando los vieron llegar, un grupo de apaches que huía del otro destacamento mandado por Carrasco, huyó [entre esos apaches se cree que estaba Gerónimo].    

Mientras tanto, Carrasco atacó la ranchería de Yrigoyen, a pocos kilómetros al oeste de Janos, provocando la huida, río arriba, de la mayoría de los apaches, dirigidos por Tapilá. El jefe Yrigoyen, con tres hombres y cuatro mujeres ancianas, intentaron detener el asalto, plantándose ante los soldados intentando parlamentar, pero los mataron al instante (otras dos mujeres resultaron gravemente heridas). Seguidamente, los hombres de Carrasco destruyeron la ranchería para llegar a Janos por el oeste, a las 07:00 horas, media hora después de la llegada de Romero, juntándose los dos grupos. Carrasco entró en la población para capturar a los apaches que se habían refugiado allí, entrando en las casas particulares para buscarlos. Allí mataron a varios apaches más, entre ellos a Arvizu [estaba en la calle, desarmado, no habiendo participado en la batalla del “Pozo Hediondo”], lugarteniente de Coleto Amarillo. Al final de la operación, Carrasco había matado a 21 apaches [16 hombres y cinco mujeres]; y capturado a 62 [seis hombres, llamados Antonio, Barriga, Calisto, Marcelo, Octla, y Tinaja; cuatro muchachos adolescentes; cuatro mujeres, dos de ellas llamadas Rita y Sirgalle; y 48 niños]. La mayoría de las bajas eran chokonen y nednais, aunque parece probable que mataron más mujeres y niños que los que Carrasco reflejó en su informe, al menos eso diría Gerónimo. Carrasco también capturó 38 caballos y mulas con marcas provenientes de Sonora.

Gerónimo, cuando era prisionero de guerra en Fort Sill [Oklahoma] narró sus memorias en 1905 y 1906 a Stephen Melvil Barrett, inspector de escuelas en la comarca de Lawton [Comanche County, Oklahoma], teniendo como traductor a su primo segundo Asa Daklugie, hijo del jefe nednai Juh. Daklugie había estudiado en la Escuela India de Carlisle, donde aprendió inglés. En su relato y, posiblemente, por su avanzada edad [85 años], Gerónimo confundió las fechas, trasladando la matanza a 1858, cuando en realidad fue en 1851; y el lugar, afirmando que fue en Kas-ki-yeh, nombre apache para designar el pueblo de Ramos, situado junto a un pequeño río cerca de Casas Grandes, cuando en realidad sucedió en Janos. El informe del coronel Carrasco no ofrece dudas, está bien documentado en los periódicos de la época y derivó en un conflicto político entre los Estados de Sonora y Chihuahua.

En el ataque a Janos, Gerónimo perdió a su madre, Juana o Juanita, a su primera esposa Geeshkizn [más conocida como Alope] y a sus tres hijos pequeños. Gerónimo, en su vejez, dijo al artista Elbridge Ayer Burbank que los encontró tumbados sobre un charco de sangre, cuando anteriormente había dicho en sus memorias que no vio los cuerpos de su familia, pero él los dio por muertos. No pudo recuperar los cuerpos porque los jefes, tras reagruparse, lo prohibieron, marchando hacia el norte. ¿Por qué no pudieron estar entre los 62 cautivos que el coronel Carrasco se llevó hacia Sonora? Charles Leland Sonnichsen en su libro “Gerónimo. El final de las guerras apaches” dijo: “En 1851 el coronel José María Carrasco decidió poner freno a las incursiones de los chiricahuas y llevó a cabo la masacre de Janos, en la que murieron, según el relato de Gerónimo, su madre, su esposa y sus tres hijos. Las investigaciones más recientes han puesto en duda que la familia de Gerónimo fuera masacrada en aquella ocasión [más bien parece que su familia fue vendida en el mercado de esclavos], pero desde ese día Gerónimo juró vengarse de todos los mexicanos y se ensañó con una crueldad inusitada con todos cuantos cayeron en sus manos”.

Gerónimo diría en sus memorias: “Cada día íbamos al pueblo a comerciar, dejando el campamento bajo la protección de una reducida guardia, para que no pasara nada con nuestras armas, nuestros víveres, nuestras mujeres y niños durante nuestra ausencia.

Una vez, cuando volvíamos, nos salieron al encuentro unas pocas mujeres con niños diciendo que soldados mexicanos de alguna otra ciudad habían atacado nuestro campamento, matando a todos los guerreros de la guardia, capturando todos nuestros caballos, destruyendo nuestras reservas de víveres, y matando a muchas mujeres y niños. Nos separamos rápidamente, escondiéndonos lo mejor que pudimos hasta que llegó la noche; entonces nos reunimos en asamblea en un lugar que teníamos previsto, una zona de matorral muy espeso, junto al río. Llegamos cautelosamente uno por uno; colocamos centinelas y, una vez hicimos el recuento, descubrí que mi anciana madre, mi joven esposa y mis tres hijitos estaban entre los muertos. No habíamos encendido ninguna luz en el campamento, de modo que, sin que los demás se dieran cuenta, me fui. Estuve mucho rato de pie junto al río. No sé cuánto, pero cuando vi que los guerreros estaban preparando un consejo, me reuní con ellos y ocupé mi lugar.

Aquella noche no voté ni a favor ni en contra de ninguna de las propuestas; se decidió sin mi voto que, puesto que no quedábamos más que 80 guerreros, estábamos sin armas ni víveres, rodeados por los mexicanos, no podíamos tener ninguna esperanza de combatir con éxito. De modo que nuestro jefe, Mangas Coloradas, dio la orden de ponernos en marcha, desde allí mismo y en silencio, hacia nuestros territorios de Arizona, y dejar allí los muertos.

Estuve allí de pie, quieto, hasta que todos hubieron pasado, sin saber qué haría. No tenía armas, ni tampoco deseaba mucho luchar, ni tampoco pensaba en recuperar los cuerpos de los que yo amaba porque eso se había prohibido. Tampoco recé, ni decidí nada en particular, pues me encontraba sin objetivo en la vida. Al final seguí en silencio a mi tribu, manteniéndome a la distancia justa para oír el suave roce de los pies de los apaches en retirada.

A la mañana siguiente, algunos guerreros consiguieron algo de caza, parándonos el tiempo justo para asarla y comerla; luego reemprendimos la marcha. Yo no había cazado nada y no comí. Durante los primeros días, y mientras estuvimos allí, no hablé con nadie, ni nadie me habló. No había nada que decir.

Durante dos días y tres noches caminamos a marchas forzadas, sin pararnos nada más que para comer; luego montamos un campamento cerca de la frontera [entre los Estados Unidos y México], y nos quedamos allí descansando dos días. Allí ya comí un poco y hablé con los demás apaches que habían sufrido pérdidas. Pero ninguno había perdido tanto como yo, que lo había perdido todo.

A los pocos días llegamos a nuestro campamento habitual. Allí estaban los adornos que había hecho Alope, los juguetes de nuestros pequeños. Lo quemé todo, incluso mi wickiup, la de mi madre y todas sus pertenencias [De acuerdo con las costumbres apaches, Gerónimo no podía quedarse con las pertenencias de sus parientes, pero no estaba obligado a destruir su wickiup ni los juguetes de sus hijos].

Ya no volví a estar contento en nuestro tranquilo campamento. Es verdad que podía visitar la tumba de mi padre, pero había jurado vengarme de los mexicanos que me habían hecho tanto daño, y siempre que estaba cerca de la tumba de mi padre o veía algo que me recordara los felices días pasados, me dolía el corazón de las ganas de vengarme de los mexicanos”.

El 9 de marzo, cinco días después del ataque de Carrasco, Miguel Narbona lideró una partida de guerra chokonen, matando a varias personas en Bámori y Sinoquipe [municipio de Arizpe, Sonora]. En Bámori, un mexicano infligió una herida en la cabeza a Miguel Narbona. Cuando al día siguiente atacaron Sinoquipe, llevaba un vendaje en la cabeza, diciendo a Justo Calderón, poco antes de clavarle su lanza, que había sido herido en Bámori durante su anterior ataque. 

El capitán Juan José Zozaya, comandante de Janos, protestó ante Carrasco por el ataque, quién defendió su acción, permaneciendo durante cinco días, registrando testimonios de apaches capturados. Su principal informante fue Tinaja, un apache cercano a Mangas Coloradas, que confesó que hacían pequeñas incursiones a Sonora todos los días para robar ganado; y que cada tres o cuatro lunas organizaban grandes partidas de guerra, mientras sus familias permanecían en sus rancherías, yendo cada lunes a Janos para recibir sus raciones. En muchas ocasiones solo las mujeres y los niños aparecían en los días de racionamiento. Tinaja implicó a varios ciudadanos de Janos en el comercio con diferentes chiricahuas como Candelario, Yaqui y Pealche [Piase], ninguno de estos, miembro de su banda. Estos ciudadanos eran miembros de una red organizada para llevar los bienes robados para venderlos en El Paso del Norte [Ciudad Juárez, Chihuahua]. Sirgalle, probablemente una mujer del chokonen Chagaray, confirmó la versión de Tinaja. Otra mujer, Rita, confirmó que los apaches vendían las mulas abiertamente a los ciudadanos, al igual que Negro y Gato, probablemente, dos muchachos también capturados en Janos.

Carrasco afirmó haber recuperado 300 cabezas de ganado, incluyendo 38 caballos y mulas, de la ranchería de Yrigoyen, que algunos pertenecían a ciudadanos de Sonora y otros al destacamento de Ignacio Pesqueira, tras la batalla del Pozo Hediondo” [la silla de montar, en poder de Tapilá; y el caballo de Pesqueira, con una herida de bala en su pie derecho, fueron recuperados de la ranchería de Yrigoyen]. Tapilá y Pealche [Piase] habían ido a Janos el día anterior al ataque, siéndoles prohibida la entrada en el presidio, por lo que fueron a la ranchería de Yrigoyen, donde pasaron la noche, estando presentes, por coincidencia, durante el ataque de Carrasco. Este planteó el caso de José María Robles, un ciudadano de Santa Fe [Santa Fe County, New Mexico] que había comprado una mula a un apache en Janos que antes había sido robada a un ciudadano de Tepache [Sonora]. ¿Cómo acabó la mula en poder del apache?

Zozaya negó las acusaciones de Carrasco de que apaches y ciudadanos locales estuvieran involucrados en el intercambio de bienes robados. Los apaches habían estado viviendo pacíficamente en las inmediaciones del presidio; todo el ganado estaba legalmente registrado y marcado por el Estado. El periódico oficial de Chihuahua, criticó severamente la acción del destacamento de Sonora. Su gran victoria había sido capturar a los apaches dentro de las casas de Janos, personas que esperaban obtener seguridad por un tratado de paz. Sus tropas habían violado el territorio de Chihuahua y subvertido todas las reglas de la disciplina militar. El coronel Medina, comandante militar de Chihuahua, protestó ante el gobierno central, pero este, dio su apoyo al coronel Carrasco. El 10 de marzo, Carrasco salió de Janos hacia Ures [entonces capital de Sonora] con los 62 apaches capturados [seis hombres, cuatro mujeres, y 52 niños]. Esa tarde, un grupo de asustados apaches entraron cautelosamente en Janos esperando en vano que Carrasco no se llevara a sus familiares. No responsabilizaron a Chihuahua de lo ocurrido; sino que intentaron convencer a Carrasco para que devolviera a sus parientes. Por cada pueblo que pasaba era recibido como un héroe. Llegó el 26 de marzo, entregando los cautivos al capitán Teodoro López de Aros, quien los llevó a Guaymas, no sabiéndose nunca más nada de ellos. ¿Estaban los familiares de Gerónimo entre ellos? Pocos meses después, Carrasco diría a John R. Bartlett, responsable de la Comisión Fronteriza, que los cautivos habían sido llevados al interior [de México], siendo distribuidos entre las haciendas y ranchos como sirvientes.

Un grupo local de Janos, liderado por el nednai Chinito, reanudó las hostilidades en Chihuahua, sin duda para vengar la muerte de Arvizu. Con otros 20 guerreros emboscó, en la Hacienda de la Nariz, al sur de Janos, un grupo de carros propiedad de Juan María Ponce, matando a dos hombres, hiriendo a otros, y quemando cuatro o seis carros. Se llevó 300 fanegas de maíz, 80 bueyes y 20 mulas, después de esparcir por el suelo otras 100 fanegas de maíz. Ponce y Coleto Amarillo denunciaron este ataque, declarando que los hostiles se habían ido al Picacho del Mimbres [Chihuahua].

A pesar de eso, 2/3 de los chiricahuas [95 familias que sumaban unas 400 personas] que recibían raciones antes del ataque de Carrasco, volvieron a primeros de abril.

Mientras, la prensa mexicana se hacía eco de la intervención de Carrasco y de sus consecuencias. El periódico “El Siglo Diez y Nueve” publicó el martes, 15 de abril: “Al dar el correo la noticia que oficialmente se sabe que los indios de Janos fueron atacados y derrotados por el comandante general de Sonora, D. José María Carrasco, acusa a este jefe de ligereza, por haber acometido a una ranchería de apaches, que estaban confiados en la garantía del tratado de paz que habían celebrado con el gobierno y comandancia general de Chihuahua. Se espera aún que no se altere la tranquilidad, si se devuelven a los apaches los prisioneros que se les hicieron, y sobre todo, si no vuelven a ser atacados, mientras no falten a sus convenios”.

En la primavera, Mangas Coloradas estaba con los chokonen de Miguel Narbona, Carro y Cochise en el nordeste de Sonora, realizando las primeras represalias contra Sonora. Un grupo fue muy al sur, hasta Tepache, donde atacaron varios ranchos. Poco después asaltaron Granados, matando a siete hombres).

* En marzo de 1851, el teniente estadounidense J. P. Holliday visita a una banda de hambrientos apaches jicarillas que vivía a unos 95 km al sudeste de las Manzano Mountains ([Torrance County, New Mexico]. Su jefe, Francisco Chacón, que deseaba permanecer en paz, viajó a Albuquerque [Bernalillo County, New Mexico], entregando un rebaño de ovejas robado a los colonos por los navajos, quejándose amargamente de sus incursiones en su territorio).

* El 2 de abril de 1851, los jefes apaches mescaleros Josecito y Lobo, y el jicarilla Francisco Chacón, firman un tratado de paz con James Silas Calhoun, gobernador de New Mexico y de oficio, Superintendente Indio. (El 16 de mayo, el gobernador de New Mexico, James Silas Calhoun, se reuniría con ellos en Anton Chico [Guadalupe County, New Mexico], 32 km al sur de Las Vegas [San Miguel County, New Mexico], dando maíz a los jicarillas y a una banda comanche que había venido de Texas, pero que huyó cuando los comancheros [comerciantes que vendían armas y licor a los comanches] les dijeron que los estadounidenses los iban a matar.

El sucesor de Calhoun, John Greiner, continuaría su política y el 1 de julio de 1852, firmaría otro tratado. Sin embargo, estos tratados estaban condenados a romperse desde el día que se firmaban. Un jefe de una banda de apaches mescaleros que vivía en las White Mountains podía prometer vivir en paz, pero eso no era vinculante para las bandas que vivían las Guadalupe o Davis Mountains al sur. O peor aún, los estadounidenses no diferenciaban si una banda de apaches mescaleros estaba en paz, y una banda de apaches jicarillas cometía depredaciones, o al revés, y ambos sufrieron sus represalias).

* Durante la tercera semana de mayo de 1851, el coronel José María Carrasco está en Fronteras (Sonora) preparando una segunda campaña contra los chiricahuas. (Mientras estaba ultimando los preparativos, el 23 de mayo llegó John Russell Bartlett, responsable de la Comisión Fronteriza, con una pequeña escolta al mando del coronel Craig. Iban camino de Arizpe en busca de suministros. Los 400 hombres de Carrasco [tres compañías de Infantería y una de Caballería] contaban con la presencia de un apache con el rango de sargento. Este apache, probablemente, Mariano Arista, había servido mucho tiempo con los mexicanos, siendo bien tratado y estando familiarizado con los lugares favoritos de su gente. Bartlett escribió que Carrasco estaba decidido… a hacer una guerra de exterminio”.

A finales de mayo, Carrasco partió de Fronteras para las Alamo Hueco Mountains [Hidalgo County, New Mexico], donde atacó la ranchería del líder nednai Láceris. Allí capturó a un anciano, que murió poco después, y recuperó 23 animales. Luego fue a Janos donde se reunió con varios líderes chokonen y nednais, quienes expresaron su preocupación por los familiares que había llevado a Sonora. Con Yrigoyen muerto, representaron a los chokonen Chepillo y Chagaray, quienes tenían familiares entre los cautivos. Gervasio [un hijo de Juan José Compá] y Calderón representaron a los nednais. Carrasco dijo que devolvería a sus prisioneros si los chiricahuas hacían la paz y se asentaban en Fronteras, Bavispe y Bacoachi. Sus términos, los cuales contenían 28 artículos, eran innegociables. Los apaches, desesperados por ver a sus seres queridos, estuvieron de acuerdo en todo y prometieron enviar el mensaje de Carrasco a los chokonen que estaban en la Sierra Pitáicachi [municipio de Agua Prieta, Sonora] y a Mangas Coloradas.

Carrasco volvió a Fronteras a mediados de junio. Después se fue a Arizpe, donde fallecería de cólera el 21 de julio. Por su parte, a mediados de julio, 400 chokonen cumplieron con su palabra yendo a Fronteras y acampando en sus inmediaciones. En agosto, Chepillo y Chagaray viajaron a Ures a ver a sus familiares, entre quienes estaban la mujer de Chagaray, pero al no poderlos ver regresaron a Fronteras, reunieron a sus seguidores y se fueron a las montañas).

* En el verano de 1851, una banda de apaches chiricahuas acude a México en busca de venganza por el ataque de marzo del coronel José María Carrasco en Janos ([Chihuahua]. Gerónimo diría en sus memorias: Cuando reunimos armas y víveres, nuestro jefe Mangas Coloradas [en ese tiempo, Gerónimo vivía temporalmente con él] convocó un consejo, donde todos los guerreros estuvieron dispuestos a emprender el sendero de la guerra. Me encargaron buscar el apoyo de otros apaches. Cuando llegué al campamento de los apaches chokonen de Cochise, este convocó un consejo al alba. Los guerreros nos reunimos en silencio, en un claro de una cañada, sentándose en filas según su rango, en silencio, fumando. A una señal de Cochise, me levanté y expuse mi causa de la siguiente manera: ‘Parientes habéis oído lo que recientemente han hecho los mexicanos sin ningún motivo. Vosotros sois parientes míos, tíos, primos, hermanos. Somos hombres igual que los mexicanos; podemos hacerles a ellos lo mismo que ellos nos han hecho a nosotros. Vayamos y persigámoslos. Yo os guiaré hasta su población. Los atacaremos en sus casas. Yo combatiré en primera línea de batalla. Lo único que os pido es que me sigáis a vengar esta afrenta hecha por los mexicanos. ¿Vendréis? Será bueno que vengáis todos. Recordad la ley de la guerra, los hombres pueden regresar o morir. Si algunos de estos jóvenes mueren, no espero condena de sus parientes, pues ellos mismos decidieron venir. Si yo muero, nadie tiene que llevar luto por mí. Toda mi familia ha muerto allí y yo también moriré allí si hace falta’.

Volví a mi campamento y conté el buen resultado a mi jefe, e inmediatamente me fui hacia el sur, al territorio de los apaches nednais. Su jefe Juh me escuchó sin decir nada, pero inmediatamente dio orden de convocar un consejo y cuando todos estuvimos reunidos, hizo señal de que yo hablara. Les dije lo mismo que a los apaches chokonen, prometiendo también ayudarnos.

Tiempo después, guerreros bedonkohes, chihennes, chokonen y nednais nos reunimos con las caras pintadas y con cintas de guerra atadas a la frente [cintas de piel de unos 5 cm de ancho atadas alrededor de la cabeza] listos para emprender el sendero de la guerra. Las familias quedaron escondidas con un contingente de guerreros en un lugar montañoso [cerca de la frontera internacional entre Estados Unidos y México] donde las recogeríamos al regreso, concertándose una serie de lugares diferentes en caso de que tuvieran que abandonar el primer campamento. Cuando todo estuvo dispuesto, los jefes dieron orden de avanzar. Ninguno iba a caballo y cada guerrero llevaba calzado y un paño con el que se envolvía la cintura que servía para cubrirnos al dormir y durante la marcha era una prenda amplia y protectora. Cada guerrero llevaba una ración para tres días, pero como frecuentemente conseguíamos caza durante la marcha, era raro que nos encontráramos sin alimentos.

Viajábamos en tres secciones, los bedonhohes y chihennes, dirigidos por Mangas Coloradas; los chokonen de Cochise; y los nednais dirigidos por Juh; pero no había ningún orden regular dentro de las tres tribus. Generalmente, andábamos unas 14 horas cada día, hacíamos tres paradas para comer y hacíamos de 65 a 85 km diarios.

Seguíamos el curso de los ríos y las montañas porque así podíamos ocultar más fácilmente nuestro avance. Nos dirigimos hacia el sur, pasando cerca de Quitaro [?], Nacozari [Nacozari de García, Sonora] y otros pueblos pequeños, llegando a Arizpe [Sonora] en el verano.

Acampamos en las cercanías de Arizpe saliendo a caballo ocho hombres de la localidad para parlamentar con nosotros. Los capturamos, los matamos y les arrancamos sus cabelleras. Lo hicimos para hacer salir a los soldados de la población; y al día siguiente salieron. Durante todo el día hubo escaramuzas, sin ninguna gran batalla, pero al caer la noche capturamos su intendencia y así tuvimos gran cantidad de víveres y algunos fusiles más.

Por la noche pusimos centinelas y no trasladamos el campamento, sino que descansamos bien toda la noche, pues esperábamos cansarnos al día siguiente. Al amanecer nos reunimos muy temprano para rezar, no para pedir ayuda, sino para pedir salud y poder evitar las emboscadas y engaños del enemigo.

Como preveíamos, toda la fuerza mexicana apareció hacia las 10:00 de la mañana. Eran dos compañías de caballería y dos de infantería. Reconocí la caballería, eran los soldados que habían matado a mi familia. Se lo dije a los jefes y ellos me dijeron que entonces yo podía dirigir el combate.  

Yo no era jefe ni lo había sido nunca, pero como había sufrido más que nadie, me concedieron ese honor, y yo decidí mostrarme digno de él. Dispuse a los  guerreros en un semicírculo cerca del río, y los mexicanos extendieron su infantería en dos líneas, con la caballería de reserva. Nosotros estábamos en el bosque y ellos avanzaron hasta unos 365 metros, se pararon y abrieron fuego. Entonces dirigí una carga contra ellos mientras mandaba a unos cuantos guerreros para atacarlos por la espalda. Durante todo el combate estuve pensando en mi madre muerta, mi mujer y mis hijos, en la tumba de mi padre y en mi juramento de venganza; y luché con furia. Muchos murieron de mi mano, y siempre estuve dirigiendo el ataque. Murieron muchos bravos. El combate duró unas dos horas.

En un lugar del campo de batalla, solo quedamos yo y otros tres guerreros. Se nos habían acabado las flechas y habíamos roto las lanzas en los cuerpos de los enemigos. No nos quedaban más que las manos y los cuchillos para combatir, pero aun así, conseguimos matar a todos los que se nos enfrentaron de cerca. Entonces nos vieron dos soldados armados con fusiles que estaban en otro lugar del campo. Abatieron a dos guerreros y los dos que quedamos, corrimos hacia atrás, hacia nuestras filas. Mi compañero cayó de un sablazo, pero yo llegué a nuestras filas, cogí una lanza y me volví. El que me perseguía falló y yo le maté con la lanza. Le cogí el sable y me lancé contra el soldado que había matado a mi compañero. Nos agarramos y nos caímos al suelo. Le maté con el cuchillo y me levanté enseguida con su sable en la mano, por si había más soldados que matar. No había ninguno. Pero los apaches lo habían visto todo. Resonó el orgulloso grito de guerra de los apaches por el campo ensangrentado y cubierto por los cuerpos de los mexicanos.

Todavía estaba cubierto de la sangre de mis enemigos, aún tenía en la mano mi arma y estaba encendido por la alegría de la batalla, la victoria y la venganza, cuando me rodearon los guerreros y me hicieron jefe de guerra de todos los apaches. Entonces di la orden de cortar las cabelleras de los enemigos muertos.

No podía resucitar a los  que había amado, ni tampoco a los demás apaches muertos, pero podía regocijarme con la venganza. Los apaches se habían vengado”.

Se cree que en esa batalla, Goyaalé adoptó el nombre de Gerónimo por las exclamaciones de los mexicanos al verle luchar con tanto valor. “Por San Jerónimo” exclamaban con temor. ¿Era el 30 de septiembre, onomástica de ese santo?).

* El 2 de mayo de 1851, John Russell Bartlett, miembro de la Comisión Fronteriza entre los Estados Unidos y México, llega a Santa Rita del Cobre ([Santa Rita, Grant County, New Mexico]. Mangas Coloradas y muchos chihennes y bedonkohes estaban en Sonora cuando llegó Bartlett, quien salió para Sonora en busca de suministros.

El 1 de junio, estando Bartlett en Arizpe, población de unos 1.200 habitantes, ocurrió el siguiente suceso. Un grupo de 25 soldados llevaba a cinco presos apaches, dos hombres y tres mujeres, a la cárcel de Arizpe a la espera de su destino final. Dos días después, llovió torrencialmente; la noche era sumamente obscura y tormentosa; los truenos sacudían las colinas y los repetidos relámpagos de los rayos asustaban a la gente. Los guardias mexicanos que vigilaban a los apaches entraron a fumar. Poco después de la medianoche, oyeron unos peculiares ruidos que venían de fuera de la prisión, repitiéndose con un énfasis que les llamó la atención. Instintivamente, los guardias sabían que esos ruidos procedían de los apaches que estaban llamando a sus amigos encarcelados, lo que pronto se hizo evidente por los prisioneros, los cuales comenzaron a cantar en su lengua materna lo suficientemente fuerte para ser oídos desde fuera.  Ningún guardia se atrevía a salir a causa de la impenetrable obscuridad para enfrentarse a los apaches, cuyo número era desconocido. Los guardias no podían confiar en recibir ayuda; nadie les asistiría en caso de ataque, ya que solo contaban con ocho hombres y un sargento, estando atemorizados. Percibiendo esto, los prisioneros apaches clamaron con audacia que los dejasen salir, dando al mismo tiempo, gritos para informar a sus amigos de su ubicación, siendo secundado por repetidos golpes con piedras contra la puerta. En su abrumador terror, los guardias se agruparon y abriendo un poco la puerta permitieron salir a los apaches. No es necesario añadir que no fueron vistos nunca más. 

Otro incidente que ilustra este temor, lo contó John Carey Cremony, también miembro de la Comisión Fronteriza, en su libro “Life Among the Apaches”: “Un grupo de 15 apaches siguió a una recua de mulas, cuyos arrieros alcanzaron, por poco, unos 300 metros, Arizpe. Se salvaron gracias a la obscuridad de la noche, pero la recua fue saqueada. En menos de una hora, cerca de 200 hombres se armaron con el propósito de perseguir a los salvajes y recuperar el saqueo. Sucedió que me encontraba [Cremony] en la plaza en ese tiempo, y pude observar a los indios en las montañas situadas al este de la población. ‘¿Por dónde se fueron?‘, preguntó el jefe mexicano. Señalé en qué dirección y también llamó su atención, la cantidad de polvo levantado por los salvajes en su retirada. Me dio las gracias, poniéndose a la cabeza de su columna, gritando, ‘Marchamos valientes’, dirigiéndose en sentido contrario a la que señalaba. En ese momento me di cuenta de que un asunto parecido nunca ocurriría donde yo soy, en cambio, un mexicano debe preguntar por la ruta que han seguido los indios, sabiendo que es la opuesta a la que realmente han seguido”.

A principios de junio, un estadounidense llamado Antonio Hicks llegó a Janos [Chihuahua] con un grupo de cuatro estadounidenses, un inglés, un francés y un mexicano, en dirección a California. (Los habitantes de Janos les advirtieron del riesgo de ser atacados por los apaches, pero el grupo de Hicks decidió seguir adelante, uniéndose otros dos hombres.

El 8 de junio, llegaron a la parte mexicana del Cañón de Guadalupe, donde unos 50 apaches [aunque dijeron que eran 200] les emboscaron, matando a un estadounidense e hiriendo a otros tres. [El Cañón de Guadalupe o Guadalupe Canyon está situado en el vértice que une los estados de Arizona {Cochise County}; New Mexico {Hidalgo County}; y Sonora {municipio de Agua Prieta}]. Este incidente lo relató John Carey Cremony, miembro de la Comisión Fronteriza entre los Estados Unidos y Mexico, en su libro “Life among the Apaches”: “Al regresar de Sonora nos encontramos con una fuerza de 200 soldados mexicanos en el Guadalupe Pass, quienes nos informaron que un grupo de 10 estadounidenses habían sido asaltados por los apaches, cerca de la localidad de Janos con el resultado de un muerto y tres heridos, salvándose los aterrorizados supervivientes gracias a su precipitada huida”. Cremony tuvo la convicción de que ese ataque había sido perpetrado por apaches mimbreños, quienes habían sido aparentemente amistosos con ellos, pero no se pudo comprobar. Revelaciones posteriores indicaron que las sospechas estaban bien fundadas poco tiempo después a su llegada a Santa Rita del Cobre [Grant County, New Mexico] cuando John Russell Bartlett, responsable de la Comisión Fronteriza, habló con el jefe chihenne Mangas Coloradas sobre el tema, negando este tener conocimiento de lo sucedido. Sin embargo, dos días después admitió que lo sabía y que lo habían hecho unos malos hombres “sobre los que él no tenía autoridad”. Mangas Coloradas pudo haber mentido sobre este punto para no admitir que su gente había matado a un estadounidense, aunque hubiese sido en Sonora. Probablemente, participó en el ataque al grupo de Hicks junto con los chokonen de Miguel Narbona y Cochise.

Durante su estancia en Santa Rita del Cobre, John Carey Cremony conoció a un guerrero apache mescalero llamado Gian-nah-tah [en el futuro sería conocido como Cadete]. Este, en el curso de una conversación, le dijo: “¿no mantengo a siete mujeres?”, esto a pesar de no ser el jefe de su banda, pero sí el saqueador más hábil.

Cremony contó otra anécdota estando en Santa Rita del Cobre: “Estaba una tarde escribiendo una carta, sentado delante de mi tienda de campaña, cuando se acercó un apache y por alguna razón me miró con atención.

– ‘¿Qué estás haciendo?’, preguntó al fin.

– ‘Hablando con mis amigos que están en casa’.

– ‘Pero ¿cómo se puede hablar con ellos tan lejos?’.

– ‘Yo te lo diré. Cuando el apache quiere indicar velocidad, hace la figura de un pájaro; si desea indicar algo hermoso o dulce, dibuja una flor; si desea expresar la pereza, hace la figura de una tortuga. Pero nosotros no usamos símbolos, y en su lugar hemos acordado ciertos caracteres que, poniéndolos juntos, hacen las palabras e indican ideas. Por ejemplo, ves que hacemos estas marcas; bien, yo enviaré esta carta a mis amigos y ellos saben exactamente lo que significan estas marcas; igual que  sabrían lo que significan un pájaro o una tortuga; porque estamos de acuerdo en una interpretación distinta y especial’.

Estas ideas le fueron expresadas en español y repetidamente hasta que pareció comprender lo esencial.

El apache reflexionó un rato y luego dijo: ‘No te creo, esos caracteres parecen todos iguales; nadie puede distinguir alguna diferencia entre muchos de ellos; estás tratando de engañarme y hacerme creer que eres un gran hombre medicina’.

– ‘Indio’, le contesté. ‘Yo te daré la prueba. ¿Ves al hombre de allí? Es el proveedor. Te daré una nota para él que le autoriza a darte un trozo de tabaco; hay por lo menos 370 metros de distancia y no puede saber lo que estamos hablando. Si te da el tabaco a la recepción de mi nota, me tendrás que creer’.

– ‘Muy bien. Mi hermano de ojos blancos habla muy bien. Voy a hacer la prueba y veremos si dices la verdad’.

Escribí la nota y se la di a mi amigo cobrizo, que comenzó a trotar hasta que alcanzó al proveedor, dándosela. Tras leerlo, el proveedor le entregó un trozo de tabaco, pareciendo asombrarle mucho. Mi amigo miró la maleza, a continuación se rascó la cabeza y miró de nuevo, sin disimular su asombro, avanzando sin detenerse hacia mi tienda. Cuando a unos 18 metros, noté que sus ojos brillaban con satisfacción contenida y a toda prisa por llegar, dijo: ‘Mira, hombre blanco, has intentado poner en ridículo a un pobre apache. Tú y el otro hombre habéis ideado esto de antemano para obligarme a creer que tienes una gran medicina. Ahora, si quieres que te crea, escribe otra carta para otro trozo de tabaco y si me lo da, entonces te creeré’.   

No es necesario añadir que el ardid del astuto apache para conseguir dos trozos de tabaco, no tuvo éxito”.

Bartlett regresó a Santa Rita el 23 de junio y al final del día se reunió con Mangas Coloradas, quien, por aquel entonces, era el jefe máximo de toda la banda chihenne. Bartlett escribiría el 5 de julio en su diario que los jefes chihennes Mangas Coloradas, Cuchillo Negro, Delgadito y Ponce; y el nednai Coleto Amarillo habían venido a conferenciar.

Bartlett dio a los jefes varios regalos. A Mangas Coloradas le dio un “traje de paño azul”, describiéndolo así: “Era una levita forrada de escarlata y ornamentada con botones dorados. Sus pantalones, a petición suya, estaban abiertos desde la rodilla hacia abajo, a la manera de los mexicanos, con una fila de pequeños botones de fantasía a un lado, y una amplia tira de tela escarlata al otro, desde la cadera hacia abajo. Una camisa blanca y una faja de seda roja completaban el vestido. Mientras el sastre lo tenía en la mano, lo visitaba a diario para ver su progreso, y cualquier niño lo envidiaría por su placer”. Pocos días después, Mangas Coloradas perdió el traje en una apuesta con otro apache.

Bartlett acababa de regresar de Sonora y dirigiéndose a él, Mangas Coloradas le dijo que los apaches le habían estado observando todo el tiempo. El jefe declaró que aunque él y su pueblo profesaban amistad a los estadounidenses, estos debían tener cuidado cuando viajaban por el territorio porque había indios hostiles. Bartlett contestó que también deseaba tener buenas relaciones con los apaches y explicó que ahora los estadounidenses y los mexicanos habían designado comisiones para determinar el trazado exacto de la nueva frontera internacional entre las dos naciones. Asimismo, explicó el contenido del artículo 11 del tratado de Guadalupe Hidalgo, por el que los Estados Unidos tenían la obligación de prohibir toda incursión contra México y devolver las propiedades robadas allí. Aunque Mangas Coloradas no comprendía por qué, él y su gente, tenían que dejar de hacer lo que siempre habían hecho, aparentemente aceptó la explicación. Por lo menos así lo entendió Bartlett. Pero los apaches se sentían libres y las costumbres adquiridas a lo largo de más de dos siglos de conflicto con los españoles y mexicanos no iban a cambiar tan fácilmente.

El 27 de junio, los miembros de la Comisión Fronteriza de los Estados Unidos rescataron a una joven mexicana cautiva de los apaches. John Carey Cremony, miembro también de la Comisión Fronteriza, lo relató en su libro “Life among the Apaches”: “En la tarde del 27 de junio [Cremony se equivocó de año siendo en 1851 y no en 1850], el Sr. W. Bausman, el Sr. J. E. Wierns y yo estábamos parados frente a la tienda del cantinero, cuando nos dimos cuenta de una luz, parecida a un fuego de campamento, a unos 180 metros de distancia, cerca de la orilla del arroyo. Sabíamos que los indios tenían prohibido estar ahí después de la puesta del sol y como nadie de la Comisión acampaba por esa zona, acordamos ir y averiguar quiénes eran. Nos acercamos cautelosamente y nos encontramos con un vivac de indios y mexicanos [en realidad eran de New Mexico]. Entre ellos se encontraba una joven y guapa muchacha, vestida con una camisa hecha jirones, con una falda de piel de ciervo y otra piel echada sobre sus hombros. Esta joven, que no era india, parecía ser la que servía al grupo, para los cuales estaba preparando la cena. Nos aproximamos sin ser vistos y tranquilamente nos dirigimos hacia el fuego, que estaba a unos 3’5 metros del grupo, y pregunté a la joven en voz baja, quienes eran esas personas. Ella parecía asustada y se negó a responder, alejándose a esperar a sus acompañantes. Nos quedamos hasta que regresó, cuando le dije que era necesario que supiésemos quiénes eran; a lo que ella puso un dedo en sus labios denotando que no se atrevía a hablar. Vuelta a preguntar afirmó en un susurro que era una cautiva y que los mexicanos presentes la habían comprado y que la iban a llevar a New Mexico. Como esto está totalmente prohibido por las leyes de los Estados Unidos, nos dirigimos de inmediato al señor Bartlett y pusimos el asunto en su conocimiento para su consideración. Con prontitud, el Sr. Bartlett comunicó los hechos por escrito al coronel Craig, y pidió al oficial un grupo de soldados para rescatar a la chica de su triste condición. Esta petición fue aceptada inmediatamente, por lo que el teniente Green recibió la orden de guiar un destacamento para llevar a la muchacha ante el Comisionado. Esto se hizo sin demora y la cautiva fue instalada para pasar la noche bajo el cuidado del Sr. Bartlett, quien le asignó una cómoda habitación con una guardia de protección.

Mientras tanto, los apaches habían escapado, pero los tratantes mexicanos fueron puestos bajo custodia durante la noche. Al día siguiente fueron convocados ante el Comisionado para que diesen cuenta de la posesión de la chica y de sus futuras intenciones. Declararon llamarse Peter Blacklaws, Pedro Archeveque y Faustino Valdés. Los testimonios extraídos de estos hombres eran muy contradictorios, pero a tenor de los mismos concluimos que estaban de acuerdo con otros 50, en el trueque y comercio ilegal con los indios, vendiéndoles pólvora y armas, probablemente, a cambio de prisioneras mexicanas, caballos, pieles, etc. El Sr. Bartlett estaba plenamente autorizado para arrebatarles a la cautiva, pero no para castigar a esos sinvergüenzas, que fueron puestos en libertad;  pero indicándoles que abandonasen inmediatamente el lugar, cosa que hicieron en menos de 20 minutos. 

La joven cautiva, de 15 años, dijo llamarse Inés González, la mayor de los hijos de Jesús González, de Santa Cruz, en la frontera de Sonora. Unos nueve meses antes, ella había salido de Santa Cruz con su tío y otras personas para estar presente en la fiesta grande de Nuestra Señora de la Magdalena. Estaban protegidos por una escolta militar de 10 soldados y un alférez [era el teniente Saturnino Limón]. El segundo día del viaje, el 30 de septiembre de 1850, fueron emboscados por un gran grupo de Pinal Apaches [Western Apaches], matando a su tío y a ocho soldados, incluyendo a su oficial; llevándola a ella y a dos amigas más. Había estado durante siete meses en su poder, obligados a realizar los duros trabajos de una mujer apache, recibiendo patadas y golpes como recompensa. Sin embargo, una anciana de la tribu, que tenía una lengua ante la cual, incluso los guerreros se acobardaban, ayudó a Inés, y desde ese momento la protegió ante los insultos o daños, mientras estuvo entre ellos. Sus compañeras de cautiverio fueron posteriormente adquiridas por otros comerciantes mexicanos que se fueron al norte. Nunca más las vio u oyó hablar de ellas. Un segundo grupo la compró, con vistas a llevarla a Santa Fe [Santa Fe County, New Mexico] para revenderla, cuando fue rescatada por la Comisión, cuyos miembros compitieron entre sí para dar su protección y cuidar a esta pobre y sufridora chica. 

Inés González regresó a su hogar el 23 de septiembre, cuando faltaba un día para cumplirse el año de su captura. Posteriormente, tendría dos hijos con el capitán Gómez, comandante de la guarnición mexicana de Tubac [Santa Cruz County, Arizona], entonces perteneciente a México; y con quien se casaría después. A su muerte se casaría otra vez con el alcalde de Santa Cruz [Sonora]”.

Al día siguiente, el 28 de junio, Mangas Coloradas y Delgadito llegaron con varios apaches más cuando dos muchachos mexicanos se introdujeron en la tienda de John Carey Cremony. Se llamaban Severo Heredia, de 13 años, natural de Bacoachi; y José Trinfan, de alrededor de 11 años, y natural de Fronteras.

Cremony, basándose en las actas de Bartlett, escribió en su libro “Life among the Apaches” los antecedentes de la reunión y la reunión misma:Tenía mi tienda a varios cientos de metros del resto de la Comisión, oculta a la vista de mis compañeros por una loma. Siendo la tarde extraordinariamente calurosa y sofocante, estaba yo acostado en mi catre leyendo una obra prestada del Dr. Webb, mientras José [mi criado] estaba ocupado frente a la tienda, lavando algo de ropa en un balde. Un gran número de los apaches se encontraba en el campamento ese día, pero no me habían molestado, como era su costumbre. De repente, dos niños mexicanos se introdujeron en mi tienda, escondiéndose debajo de mi catre. Esto me sorprendió por lo que les pregunté quiénes eran y qué querían. ‘Somos mexicanos, caballero y estamos cautivos de los apaches y nos hemos escondido aquí para escaparnos. Por Dios no nos lleve otra vez con ellos’. Llamé a José y le pregunté: ¿Hay apaches cerca?’. No, señor’, respondió, pero están llegando por el camino’.

Al instante salté de la cama, introduje dos revólveres en mi cinturón, cogí dos más, una en cada mano, ordené a José colgarse la carabina al hombro y llevar la escopeta de dos cañones en sus manos, diciendo a los chicos que se colocasen tras de mí, uno a cada lado, dejando la tienda de campaña para llevarlos ante el responsable de la Comisión.  

No habíamos avanzado unos 20 metros cuando un grupo de unos 30 o 40 apaches nos rodearon y, con palabras y gestos amenazantes, exigieron la inmediata liberación de los cautivos; pero yo estaba decidido a pesar de los riesgos. Le dije a José que juntase su espalda a la mía, amartillase el arma y disparase al primer apache que armase su arco o que diese señales de hostilidad; mientras que, con una pistola amartillada en cada mano, fuimos dando vueltas, con el fin de hacer frente a todas las partes del círculo y a la vez, advirtiendo a los apaches que se mantuviesen a distancia. De esa manera avanzamos unos 180 metros, cuando mi situación fue percibida por varios miembros de la Comisión quienes, sacando sus revólveres, vinieron en mi ayuda. Los apaches nos acompañaron a donde el Comisionado, a quien le entregué los niños. Al día siguiente por la noche, el señor Bartlett los envió al campamento del general García Conde, Comisionado mexicano, acompañados por una fuerte escolta quien, posteriormente, los devolvió a sus respectivas familias.

El 4 de julio, Mangas Coloradas, Ponce, Delgadito, Cuchillo Negro, Coleto Amarillo y unos 200 guerreros, entre los que estaba el que reclamaba a los chicos, llegaron a Santa Rita del Cobre, para conferenciar. El grupo de apaches formaron en semicírculo, en tres filas de profundidad, frente a la puerta del local donde tenía lugar la conferencia, mientras que los principales jefes y alrededor de una docena de miembros de la Comisión, bien armados, ocupaban una sala en nuestro edificio de adobe. Se repartió tabaco y una nube de humo se elevó antes de que se iniciara la sesión. Unos 150 miembros de la Comisión estaban cerca con sus armas listas. Después de un largo y profundo silencio, la conversación fue comenzada por Mangas Coloradas, por parte de los apaches, y por mí mismo, por parte de los americanos. Cada frase de los apaches se escribía y se traducía al señor Bartlett, quien decía algo, si le parecía importante, o permitía que el intérprete respondiera, según las circunstancias. Como las sucesivas conversaciones de la entrevista fueron originalmente escritas en su totalidad por mí mismo, y entregadas al señor Bartlett como registro oficial, y posteriormente publicadas por él sin ninguna alteración, considero justificado hacer uso de ellas para mi libro.

Mangas Coloradas habló y dijo: ¿Por qué cogisteis nuestros cautivos?’

– John Carey Cremony: ‘Vuestros cautivos vinieron a donde nosotros y pidieron nuestra protección’.

Mangas Coloradas: ‘Usted vino a nuestro territorio. Ustedes fueron bien recibidos. Sus vidas, sus propiedades, sus animales estaban a salvo. Vinisteis solos, de dos en dos, de tres en tres a través de nuestro territorio. Fuisteis y vinisteis en paz. Siempre trajimos vuestros animales perdidos de nuevo. Nuestras esposas, nuestras mujeres y niños vinieron aquí y visitaron sus casas. Éramos amigos, éramos hermanos. Creyendo eso, estábamos entre ustedes y trajimos a nuestros cautivos, confiando en que éramos hermanos y que sentiríais lo que nosotros sentimos. No ocultamos nada. Nosotros no vinimos a escondidas ni de noche. Vinimos a pleno día y ante sus caras, mostrando nuestros cautivos. Creíamos en sus demostraciones de amistad y confiábamos en ellas. ¿Por qué nos quitasteis nuestros cautivos?’.

John Carey Cremony: ‘Lo que hemos dicho es verdad. No decimos mentiras. La grandeza y la dignidad de nuestra nación prohíben que lo hagamos. Lo que nuestro hermano ha dicho es verdadero y bueno también. Ahora vamos a decirle por qué nos llevamos a sus cautivos. Hace cuatro años, nosotros también estábamos en guerra con México. Sabemos que los apaches distinguen entre Chihuahua y Sonora. Ahora están en paz con Chihuahua pero en guerra con Sonora. Nosotros, en nuestra guerra, no hacemos esa distinción. Los mexicanos, ya vivan en uno u otro Estado, pertenecen todos a una sola nación, y lucharon como nación. Cuando terminó la guerra, en la que vencimos, hicimos la paz con ellos. Ahora son nuestros amigos y, por los términos de la paz, estamos obligados a protegerlos. Nosotros dijimos esto cuando vinimos por primera vez aquí y les pedimos el cese de las hostilidades contra México. Pasó el tiempo y creció la amistad; todo ha ido bien. Usted vino aquí con sus cautivos. ¿Quiénes eran esos cautivos? Mexicanos; la misma gente que le dijimos que estábamos obligados a proteger. Se los quitamos y los enviamos al general García Conde, quien los puso en libertad en su propio país. Demostramos que no mentimos. Prometimos protección a los mexicanos y se la dimos. Prometemos amistad y protección para ustedes y se la vamos a dar. Si no lo hubiésemos hecho con México, no nos creerían ustedes con respecto a sí mismos. No podemos mentir’.

Durante la lenta conversación, Ponce se estaba volviendo muy excitado y, siendo incapaz de contenerse por más tiempo, se levantó y con aspavientos dijo: ‘Sí, pero usted cogió nuestros cautivos sin advertirnos de antemano. Éramos ignorantes de esa promesa de devolver cautivos. Fueron hechos cautivos en guerra lícita. Ellos nos pertenecen. Ellos son de nuestra propiedad. Nuestro pueblo también ha sido hecho cautivo por los mexicanos. Si hubiéramos sabido eso, no habríamos venido aquí. No habríamos puesto nuestra confianza en ustedes’.

– John Carey Cremony: Nuestro hermano habla con ira y sin reflexionar. Los niños y las mujeres pierden los estribos, pero los hombres reflexionan y argumentan; y el que tiene la razón y la justicia de su lado, gana. Sin duda, ustedes han sufrido mucho por los mexicanos. Esa es una cuestión en la que es imposible para nosotros decir quién está equivocado o quién tiene la razón. Ustedes y los mexicanos se acusan mutuamente de ser los agresores. Nuestro deber es cumplir con nuestra promesa para ambos’. 

Ponce: ‘No soy ni un niño ni una mujer. Soy un hombre y un bravo. Hablo con reflexión. Sé lo que digo. Hablo de los males que hemos sufrido y del que ahora se nos hace’. Entonces, poniendo su mano sobre mi hombro, dijo de una manera muy excitada: No debes hablar más. Deje que alguien más hable’.

Como era yo el que estaba negociando, inmediatamente coloqué ambas manos sobre sus hombros y, empujándolo hasta el suelo, le dije: ‘Quiero que sepas que soy el único intérprete que puede hablar con ustedes. Ahora permanezca sentado. Usted es una mujer y no un bravo. Voy a elegir a un hombre para hablar por los apaches. Delgadito venga aquí y hable en nombre de su nación’.

Es imposible describir la rabia contenida de Ponce, pero, viendo que no tenía ninguna posibilidad, no pronunció una palabra más durante la sesión. Luego Delgadito se levantó y dijo: ‘Que mi hermano diga las explicaciones de su pueblo’.

John Carey Cremony: Queremos explicar a nuestros hermanos apaches por qué hemos hecho eso y lo que podemos hacer por el dueño de esos cautivos. Sabemos que ustedes no han actuado a escondidas o en la oscuridad. Vinisteis de día y trajisteis a vuestros cautivos entre nosotros. Nosotros los cogimos en pleno día, obedeciendo las órdenes de nuestro gran jefe en Washington. El gran jefe de nuestra nación, dijo que debíamos coger a todos los cautivos mexicanos que estén en poder de los apaches y ponerlos en libertad. Nosotros no podemos desobedecer esa orden y por esa razón cogimos a vuestros cautivos’.

Delgadito: ‘No podemos dudar de las palabras de nuestros valientes hermanos blancos. Los americanos son valientes. Sabemos y creemos que un valiente desprecia mentir. Pero el dueño de esos cautivos es pobre. Él no puede perderlos, conseguidos a riesgo de su vida y adquiridos por la sangre de sus parientes. Él justamente exige sus cautivos. Somos sus amigos y deseamos que esto se cumpla. Es justo, y de justicia nos lo pide’.

– John Carey Cremony: ‘Vamos a decirles a nuestros hermanos apaches lo que se puede hacer. Los cautivos no se pueden devolver. El Comisionado no puede comprarlos. Ningún americano puede comprarlos; pero hay un mexicano empleado nuestro que está ansioso por comprarlos y devolverlos a sus hogares. No tenemos ninguna objeción de que lo haga; y si no es lo suficientemente rico, algunos de nosotros le ayudaremos’.

Delgadito: ‘El dueño no quiere vender, sino que quiere sus cautivos’.

– John Carey Cremony: ‘Ya le he dicho a nuestro hermano que eso no puede ser. No hablamos con dos lenguas. Entenderlo’.

A continuación, se celebró una breve consulta entre los líderes apaches, después de lo cual, Delgadito dijo: ‘El dueño quiere 20 caballos por ellos’.

John Carey Cremony: ‘El apache se ríe de su hermano blanco. Piensa que soy una mujer y que puede jugar con él como con una flecha. Que el apache hable otra vez’.

Delgadito: El bravo que es dueño de esos cautivos no los quiere vender. Él ha tenido a uno de esos niños durante seis años. Creció bajo su cuidado. Sus lazos le obligan a permanecer con él. Es como un hijo para su vejez. Habla nuestra lengua y no lo puede vender. El dinero no puede comprar el afecto. Su corazón no se puede vender. Le enseñó a manejar el arco y empuñar la lanza. Le encanta el chico y no lo puede vender’.

– John Carey Cremony:Lamentamos que eso sea así. Lo sentimos por nuestro hermano apache y nos gustaría aliviar su corazón. Pero no es culpa nuestra. Nuestro hermano ha fijado su afecto en el hijo de su enemigo. Es muy noble. Pero nuestro deber es sagrado. No podemos evitarlo. Hiere nuestros corazones herir a nuestros amigos; pero si fueran nuestros muchachos y la ley nos obligara a ello, diría: Parte con ellos; parte con ellos. Nosotros lo haríamos. Deja que nuestro hermano apache reflexione y fije su precio’.

Delgadito: ‘¿Qué le van a dar?’. A lo que el Sr. Bartlett respondió: ‘Venid y os lo mostraré’.

Todo el grupo se disolvió yendo al almacén del economato, donde estaban las mercancías, tales como tejidos de algodón, mantas y chaquetas, que por valor de 250 $ fueron presentadas para obtener su aceptación. Eso era más de lo que la codicia apache podía soportar; cerrándose pronto el trato y el asunto terminó en paz. Pero nunca fue olvidado, y estaba seguro de que llegaría la hora en la que procurarían vengarse. Mis expectativas fueron justificadas, ya que, finalmente, robaron casi 200 animales de la Comisión”.

El 6 de julio, se produjo una discusión en Santa Rita del Cobre entre un mexicano llamado Jesús López, trabajador de la Comisión Fronteriza estadounidense, y un apache, resultando este último herido por un disparo del mexicano. Un gran número de apaches, que estaban en Santa Rita, incluyendo Mangas Coloradas, Delgadito y Coleto Amarillo, montaron en sus caballos y huyeron en varias direcciones, sin duda recordando la masacre de Johnson. El coronel Craig, comandante de la escolta de la Comisión Fronteriza, indicó a Cremony que los siguiera. Este los alcanzó en las colinas y les convenció de que regresaran, que eran amigos, que el mexicano había sido detenido, y que se le pondrá en manos de la justicia. Al detenido le encadenaron los pies y puesto bajo vigilancia; mientras que el apache herido fue llevado al hospital, dándole toda clase de asistencias. Aguantó cerca de un mes, hasta el 19 de julio, cuando murió, siendo enterrado por los apaches, quienes rechazaron el ataúd y el entierro ofrecido por los estadounidenses de la Comisión Fronteriza. 

El 21 de julio, Mangas Coloradas regresó a Santa Rita, donde un gran grupo de chiricahuas se reunió con Bartlett para discutir qué hacer con el mexicano que disparó a un apache. Había salido de Santa Rita el 10 de julio para ir a cazar ciervos a Santa Lucía Springs [después conocido como San Vicente de la Ciénega; y finalmente Silver City, Grant County, New Mexico]. Mangas Coloradas cenó con Bartlett y, a continuación, volvió a su campamento en Santa Lucía Springs.

El 23 de julio, Ponce, Delgadito, Coleto Amarillo, Nachesoa y la madre del chiricahua muerto por el mexicano se reunieron con Bartlett para pedir la entrega del mexicano, contestando Bartlett que enviaría al hombre a Santa Fe [Santa Fe County, New Mexico] para ser juzgado. Un gran grupo de apaches se había congregado para escuchar a los que iban a hablar, para pedir la entrega del mexicano. John Russell Bartlett estaba decidido a que solo se aplicara la ley estadounidense. Ese día los almacenes de la Comisión y los de los cantineros estaban cerrados y cada estadounidense estaba listo para actuar ante la menor advertencia. 

Bartlett: Me siento triste, igual que todos los estadounidenses aquí presentes, y simpatizo con nuestros hermanos apaches por la muerte de uno de sus bravos. Todos somos amigos. El fallecido era nuestro amigo, y lamentamos su pérdida. Yo sé que él no cometió ningún delito; que incluso no provocó el ataque sobre él. Pero nuestros hermanos apaches deben recordar que no murió por la mano de un estadounidense. Fue por la de un mexicano, aunque empleado de la Comisión. Por esta razón, es mi deber velar porque se haga justicia y el asesino sea castigado. Estoy aquí al mando de la Comisión Fronteriza para trazar la línea divisoria entre los Estados Unidos, el país de los estadounidenses, y México. Más allá de esto, no tengo poderes. El gran jefe de los estadounidenses vive lejos, muy lejos, hacia el sol naciente. De él, recibí mis órdenes y las órdenes se deben obedecer. Yo no puedo interferir en el castigo a cualquier hombre, ya sea indio, mexicano o estadounidense. Hay otro gran jefe que vive en Santa Fe. Él es el gobernador de todo New Mexico. Este gran jefe administra las leyes de los estadounidenses. Solo él puede castigar a un hombre cuando ha sido encontrado culpable. Enviaré a este gran jefe al asesino de nuestro hermano apache. Él le juzgará y, si es hallado culpable, le castigará de acuerdo a las leyes estadounidenses. Esto es todo lo que puedo hacer. Es lo que me dispongo a hacer con este hombre. Es todo lo que tengo derecho a hacer”.

Ponce se levantó para responder y dijo: “Todo esto es muy bueno. Los apaches sabemos que los estadounidenses son nuestros amigos. Los apaches creemos que lo que dicen los estadounidenses es cierto. Sabemos que los estadounidenses no hablan con dos lenguas. Sabemos que usted nunca nos dijo una mentira. Sabemos que va a hacer lo que dice. Pero los apaches no estarán satisfechos al saber que el asesino ha sido castigado en Santa Fe. Queremos castigarlo aquí, en Santa Rita del Cobre, donde la banda del bravo muerto pueda ver a quien le quitó la vida cuando todos los apaches puedan verlo muerto [Ponce hizo la señal de colgarle por el cuello]. Entonces los apaches verán y sabrán que sus hermanos estadounidenses les hacen justicia”.

Bartlett: Voy a proponer otro plan para los apaches. Mantener al asesino encadenado, como lo veis; hacerle trabajar y dar todo lo que gane a la esposa y a la familia del bravo muerto. Eso lo pagará en mantas, en tela de algodón, en maíz, en dinero, o en cualquier otra cosa que la familia desee. Les daré todo eso ahora, lo que deba este hombre, y al final de cada mes les daré 20 $ en bienes o en dinero. Cuando venga la temporada del frío, estas mujeres y sus hijos vendrán y recibirán sus mantas y telas para mantener el calor, y el maíz para satisfacer su hambre”.

Ponce: Habla usted bien. Sus promesas son buenas. Pero el dinero no va a satisfacer a un apache por la sangre de un bravo. El dinero no ahoga el dolor de esta pobre mujer por la pérdida de su hijo. ¿Satisfaría a un estadounidense el dinero por la muerte de su gente? ¿Pagaría usted dinero, señor Comisionado, por la pérdida de su hijo? No; el dinero no iba a enterrar su dolor. No va a enterrar el nuestro. La madre del bravo muerto demanda la vida de su asesino. Nada más va a satisfacerla. Ella no quiere saber nada de dinero. Ella no quiere ningún bien. Ella no quiere maíz. ¿Satisfaría el dinero [golpeándose el pecho] la muerte de mi hijo? ¡No! Exigiría la sangre del asesino. Entonces yo estaría satisfecho. Luego estaría dispuesto a morir. No me gustaría vivir y sentir el dolor que la pérdida de mi hijo me haría”.

Bartlett: “Sus palabras son buenas. Usted habla con el sentimiento del corazón. Siento lo mismo que usted. Todos los estadounidenses sienten como usted. Nuestros corazones están tristes por su pérdida. Nosotros lloramos con esta pobre mujer. Haremos todo lo posible para ayudarla a ella y a su familia. Yo sé que ni el dinero ni los bienes pagarán su pérdida. No quiero que los apaches, mis hermanos, lo consideren así. Lo que propongo es para el bien de esta familia. Mi deseo es que se sientan confortables. Deseo darles la ayuda de la que han sido privados por la pérdida de su protector. Si se arrebata la vida al detenido, se satisface su deseo de venganza. La ley y la justicia están satisfechas, pero esta pobre mujer no obtiene nada. Ella y su familia siguen siendo pobres. No tienen a nadie que trabaje por ellos. ¿No será mejor prever sus necesidades?”.

Se produjo un breve intercambio de opiniones entre los apaches y la madre del hombre muerto fue llamada para saber su opinión. Exigió con vehemencia la entrega del asesino de su hijo, indicando su determinación de no estar satisfecha con nada más. De acuerdo con esta opinión, Ponce volvió a hablar y dijo: Si un apache mata a un estadounidense, ¿no nos hacen la guerra y matan a muchos apaches?”.

Bartlett: No, yo pediría la detención del asesino y estaría satisfecho con castigarlo como los apaches castigan a los que cometen asesinatos. ¿No lo hice con una banda de apaches que atacaron a un pequeño grupo de estadounidenses, hace muy poco, en el camino de Janos? ¿Acaso no mataron a uno de ellos, hiriendo a otros tres con sus flechas? ¿Y no llegaron a repartirse todos sus bienes? Todos ustedes saben que eso es cierto y yo sé que es verdad. Pasé cerca del lugar donde ocurrió, tres días después. ¿Por qué los estadounidenses no nos vengamos de ustedes por ese acto? Somos lo suficientemente fuertes. Tenemos muchos soldados y en pocos días podemos traer mil más aquí. Pero no habría justicia en ello. Los estadounidenses creemos que ese crimen fue cometido por hombres malos y cobardes. Los apaches tienen malos hombres entre ellos; pero los que ahora se encuentran entre nosotros son nuestros amigos, y no vamos a exigir la compensación a ustedes. Sin embargo, como dije antes, ustedes deben esforzarse por encontrar a los hombres que mataron a nuestro hermano y castigarlos. Nuestros animales se alimentan en sus valles. Algunos de sus malos hombres podrían robarlos, como ya lo han hecho; pero los estadounidenses no hacemos la guerra por eso. Nosotros os hacemos responsables y hacemos un llamamiento para que los encuentren y los traigan aquí, como antes hacían. Mientras los apaches continúen haciendo esto, los estadounidenses serán sus amigos y sus hermanos. Pero si los apaches cogen nuestras propiedades y no las devuelven, ya no pueden ser amigos de los estadounidenses. Entonces vendrá la guerra; miles de soldados tomarán posesión de sus tierras, sus valles de pastoreo y sus abrevaderos. Matarán a todos los guerreros apaches que encuentren, y cogerán cautivos a sus mujeres y niños”.

Este firme discurso amenazante aplacó las peticiones de los apaches y, después de conversar entre ellos, la madre del difunto acordó dejar el castigo del mexicano en manos estadounidenses y de recibir por su pérdida todo el dinero que se le debía al prisionero, y 20 $ al mes, la cantidad de su salario, mientras estuviese en Santa Rita del Cobre).

* El 21 de julio de 1851, aproximadamente 400 chiricahuas están cerca de Fronteras (Sonora) teniendo que trasladarse allí desde Janos (Chihuahua) de acuerdo con el tratado firmado en mayo con el coronel José María Carrasco.

* El 28 de julio, la banda chihenne de Delgadito roba unas mulas que estaban a cargo del coronel Craig, miembro de la Comisión Fronteriza estadounidense, en Santa Rita del Cobre ([Santa Rita, Grant County, New Mexico]. John Carey Cremony, en su libro “Life Among the Apaches” relató el incidente así: “Después de buscarlas por todo el territorio circundante, unos 48 km, el coronel Craig me invitó a su puesto de mando y me pidió mi opinión sobre el tema. Sin dudarlo, le informé que pensaba que las habían robado los apaches, ya sea con la esperanza de la recompensa por traerlas de nuevo [ya que el Comisionado Bartlett había concedido anteriormente regalos a los apaches que trajeran animales] o que las hubieran cogido para quedárselas. Después de dos o tres horas de conversación, el coronel aceptó mi razonamiento y decidió ir a buscarlas él mismo. Llevando 30 soldados, visitó el campamento de Delgadito, en el río Mimbres. Los indios estaban un tanto excitados, declinando toda participación en el robo o tener cualquier conocimiento de los animales desaparecidos; pero prometieron buscarlos y si los encontraban, devolverlos. Ocho días después de cumplir su promesa, desapareció otra manada de mulas y caballos del coronel. Como sólo tenía infantería, el coronel Craig no pudo mantener una campaña activa contra estos audaces y bien montados salvajes, por lo que reclamó la ayuda de la compañía de dragones del capitán Buford, de Doña Ana [Doña Ana County, New Mexico]. Poco después de la llegada de ese oficial, otro lote de animales desapareció de la misma manera misteriosa, iniciando una expedición conjunta, integrada por los dragones y la infantería montada, para recuperar los animales perdidos o castigar a los ladrones, si fuera posible. Esta expedición resultó totalmente ineficaz, ni se recuperaron los animales, ni castigaron a los indios; pero durante la ausencia de la tropa, los apaches, inteligentemente, habían atacado el campamento minero, a 4 o 6 km, según la costumbre, llevándose el ganado. Unos 20 miembros de la Comisión Fronteriza, encabezados por el teniente A. W. Whipple, montaron en sus caballos y salieron inmediatamente en su persecución. Los indios se dirigieron a un espeso bosque y un grupo, de unos 50 guerreros, se quedaron para presentarnos batalla, mientras que el resto se alejaba rápidamente con el ganado. Los indios se ocultaron detrás de unos grandes pinos, pero dejando ver su avanzadilla. Nuestro grupo desmontó y, acompañado por el señor Hay, el jefe minero, con cuatro de sus socios, dejamos nuestros caballos al cuidado de 8 hombres, y nos dirigimos a los árboles, manteniendo un vivaz fuego desde nuestro informal refugio.

Aquí acabó, por primera vez, las dudas sobre la identidad de los ladrones, ya que eran dirigidos por Delgadito, quien se mantenía a una distancia segura, vertiéndonos torrentes de los abusos más viles. Ese mismo sinvergüenza había dormido en mi tienda solo dos noches antes, cuando le di una buena camisa y un par de buenos zapatos.

El gobierno estadounidense había proporcionado a la Comisión Fronteriza varias armas recién patentadas, y entre estas estaban algunos rifles Wesson, cuyas balas podían alcanzar con bastante exactitud una distancia de unos 365 metros, en ese tiempo una distancia muy notable.  Uno de esos rifles estaba equipado con una nueva y fina alza, y a 320 metros un buen tirador podía alcanzar un objetivo del tamaño de su sombrero, 8 de cada 10 veces.

Entre nuestro grupo estaba Wells, conductor del carro del Comisionado, un hombre excelente, valiente y frío, y un crack disparando. Indiqué a Wells donde estaba Delgadito y entregándole mi rifle, le dije que se acercara lo más posible, apuntara bien y abata al canalla. Wells se deslizó entre los árboles con la mayor prudencia y rapidez, hasta que llegó a 237 o 246 metros de Delgadito quien, en ese momento, estaba golpeándose sus nalgas y nos desafiaba con su lenguaje más oprobioso. Estando exponiendo su trasero, una de las burlas favoritas entre los apaches, se descubrió ante Wells, quien apuntó intencionadamente al objetivo y disparó. Delgadito lanzó un grito sobrenatural y realizó una serie de bailes y cabriolas como haría un maestro de ballet. El líder apache se dio cuenta de su expuesta posición por el silbido de tres o cuatro balas en las proximidades de la parte superior de su cuerpo y cuando terminó su danza, corrió frenéticamente a través de un espeso bosquecito, seguido por su banda. Volvimos hacia nuestros  caballos y después de volver a montar, proseguimos de nuevo la persecución. En 15 minutos habíamos pasado el bosque y llegamos a la abierta llanura, sobre la que los apaches corrían por su vida. La persecución se prolongó durante 48 km, y solo al anochecer alcanzamos a las bestias, cuando el grupo a su cargo los abandonó y buscó la seguridad de sus compañeros. Percibiendo que la persecución sería inútil, nos contentamos con traer de vuelta el rebaño del señor Hay. Yo después me enteré de que la bala del fusil de Wells abrió un limpio agujero sobre esa parte de la persona de Delgadito denominada en la jerga escolar como el “sitio del honor”. No pudo montar a caballo durante varias semanas”.

Cremony relató en su libro “Life among the Apaches” un suceso que ocurrió algún tiempo después de los acontecimientos antes mencionados: “Era necesario que yo visitase la ciudad de Socorro [Socorro County, New Mexico], con el propósito de ayudar en la compra de ovejas. Tenía la suerte de poseer un caballo como nunca se había visto. Valiente y resistente; fuerte, rápido y bien parecido, había entrenado un animal especial y noblemente respondía a mi llamamiento cuando la ocasión lo requería.

En esos tiempos Fort Craig [Socorro County, New Mexico] no existía, y el espacio entre Doña Ana [Doña Ana County, New Mexico] y Socorro, una distancia de unos 200 km, es un gran desierto, cubierto con hierba fina en algunas partes, pero absolutamente desprovisto de agua o sombra en 155 km. Esta franja intermedia de territorio es conocida por la denominación poco atractiva de ‘la Jornada del Muerto’. Por qué recibió este nombre nunca lo supe claramente, pero supongo que fue por causa de las muy numerosas masacres cometidas en ella por los apaches. El este del camino está bordeado por unos 100 km de la Sierra Blanca, un fuerte observatorio elegido por ellos donde, desde sus alturas, pueden percibir claramente cualquier grupo de viajeros por la amplia y desprotegida extensión de ‘la Jornada del Muerto’. Como la llanura no ofrece ninguna oportunidad para la emboscada, siguen al viajero desprevenido en número más de lo habitual y si tienen éxito en su ataque, derrotan a todo el grupo porque allí no es posible huir, y los apaches nunca cogen prisioneros, pero las mujeres y los niños pequeños, se convierten en cautivos de por vida.

En Socorro había una pequeña guarnición estadounidense consistente en cerca de la mitad de una compañía del 2º de Dragones, al mando del teniente Reuben Campbell, un oficial que había conocido durante la guerra mexicana y con quien abrigué una relación sincera.

Salí de Doña Ana como a las 03:00 de la mañana y viajé tranquilamente hasta las 16:00 de la tarde, cuando desensillé mi caballo, le até a un fuerte arbusto plantado en un campo de hierba fina establecido a sotavento de un cactus, para coger un poco de sombra. A las 00:00 horas, a la medianoche, reanudé mi viaje y llegué a Socorro al día siguiente, a las 11:00 de la mañana, después de haber viajado durante el fresco de la noche a un ritmo mucho más rápido. Durante el viaje, no vi señales de indios; y permítanme añadir que los apaches de ‘la Jornada del Muerto’, o más adecuadamente los apaches mescaleros, estaban por esas fechas en un estado de hostilidad activa. Pasé dos días agradables con el teniente Campbell recordando escenas e incidentes de la guerra mexicana… Después de haber descansado yo y mi noble caballo, me despedí de Campbell a la mañana del tercer día, a las 15:00 horas… Esperaba que mi viaje fuese tranquilo, pero no iba a ser así. Di descanso a mi noble bestia todo lo que pude, desmontando con frecuencia y llevándolo de la brida, a fin de mantener su fuerza y rapidez en caso de necesidad. Así íbamos hasta eso de las 15:00 de la tarde, momento en el cual habíamos recorrido unos 80 km, faltando 120 aún por recorrer. El sol estaba alto e intenso y se veía como un escudo de latón al rojo vivo. Un arbusto agradable, rodeado de fina hierba, de pie, a unos 90 metros a la izquierda del  fuerte y espléndido camino natural que corre a través de las 4/5 partes  de ‘la Jornada del Muerto’, me invitó a compartir  su modesta sombra y dirigí mi caballo en esa dirección cuando me sorprendió ver una columna de polvo a mi izquierda, en dirección a la Sierra Blanca, que tenía la apariencia de moverse rápidamente y que venía a mi encuentro. Instintivamente, sentí que era causado por los apaches; y yo tomé la precaución de apretar las cinchas de mi caballo, ver que la silla estaba correctamente, y comprobé mis cuatro ‘seis tiros’, dos de los cuales estaban en mi cinturón y otros dos en mi funda. También desaté un sarape mexicano [manta], que estaba atado a la parte posterior de mi silla, y atándolo, lo pasé por encima de los hombros y lo até debajo de la barbilla por una correa de robusta piel de ante. Para entonces el carácter del grupo que venía era inconfundible, y estaban evidentemente decididos a cortarme el paso en el camino. Mi valeroso caballo parecía apreciar lo que ocurría casi tan bien como yo. El grupo perseguidor fracasó en su primer intento, entrando en el camino, a unos 275 metros detrás mi. Notando que mi caballo era infinitamente superior en velocidad  y poder, tiré de las riendas para darle descanso todo lo que pude, lo que permitió a los indios acercarse a unos 45 metros. Eran unos 40, y ninguno con armas de fuego, pero pertrechados principalmente de lanzas, solo cinco o seis de ellos llevaban arcos y flechas. Estos proyectiles comenzaron a silbar cerca de mí; pero no presté atención, manteniendo de forma constante la carrera, hasta que uno penetró en mi manta; aunque fue completamente roto por el revoloteo de sus pesados pliegues dobles, que tenían un movimiento de traqueteo por la velocidad a la que íbamos. Al percibir que la fuerza de la flecha había sido neutralizada, saqué un revólver y, dándome media vuelta en mi silla, apunté a los salvajes. Esto les causó cierta alarma, aprovechando eso para redoblar mi velocidad durante 1’5 km o así, ganando unos 550 metros sobre mis perseguidores, cuando de nuevo tiré de las riendas para dar descanso a mi caballo.

Requería mucho tiempo para que recuperaran de nuevo la distancia de disparo, pero sus gritos y aullidos eran perpetuos. De esta manera, alternativamente comprobaba la aceleración de mi caballo y apuntaba mi revólver contra los salvajes, que me seguían durante muchos kilómetros de esa infernal ‘Jornada’. Varias flechas sobresalían en mi manta; una había rozado mi brazo derecho, saliendo simplemente la sangre, y otra había rozado mi muslo izquierdo. Entonces me convencí de que mi caballo era el principal objeto de su persecución. Su valor y cualidades inigualables eran bien conocidos por los apaches, y estaban decididos a obtenerlo, si era posible. Por supuesto, habrían sacrificado mi vida, si hubiesen tenido éxito en este pequeño asunto. Yo había comprado el caballo al capitán A. Buford, del 1º de Dragones de los Estados Unidos, quien me aseguró que no existía igual en todo el Territorio. Un apache mescalero le había ofrecido 100 mustangs por el caballo, pero se negó, alegando que podría cuidar de un animal con facilidad; pero si tuviera 100, los apaches tendrían posibilidad de robarlos en cualquier momento mientras pastaban.

Cerca del final de ‘la Jornada del Muerto’, el camino toma una pronunciada curva a la izquierda, en dirección a Doña Ana, interrumpida por una serie baja pero robusta de pequeñas colinas y profundos barrancos. Cerca de las 20:00 horas, la luna estaba brillante y ni una sola nube a la vista. Me dirigí alrededor de la primera colina, y me sorprendió ver que los apaches, aparentemente, habían abandonado la persecución, porque no escuché ni vi nada más de ellos, a pesar de que estaba unos 370 metros por delante… Golpeé mis espuelas en los malolientes flancos de mi pobre corcel, y gallardamente respondió a esta última llamada. Voló sobre el camino. Pasaba colina tras colina con maravillosa rapidez hasta que casi había transcurrido un cuarto de hora cuando escuché de nuevo a mis amigos apaches, a unos 75 metros detrás de mí… Sus caballos galopaban vigorosamente, tanto como el mío. Habían cabalgado más suave todo el camino, mientras que yo había le había dado descanso de vez en cuando. Si hubiera ido los 80 km a un paso lento el día antes… 

Así continuamos nuestra carrera hasta que llegué a 8 km de Doña Ana, a las 23:00 horas cuando, sintiéndome relativamente seguro, comencé a vaciar los cilindros de mis revólveres contra ellos. Entonces sus gritos y alaridos se volvieron temerosos, pero no dejé de disparar hasta que estuvieron de nuevo fuera de mi alcance. El resto del viaje lo realicé sin compañía, y llegué a Doña Ana a las 00:00 horas, medianoche, después de haber hecho la distancia de 200 km, en un caballo, en el espacio de 21 horas, los últimos 112 km a la carrera.

Tan pronto como llegué, me quité mi sarape, que tenía un buen número de flechas clavadas en él, llamé a mi criado José, quien se encargó de mi caballo… Varios intentos posteriores fueron realizados por los apaches para obtener la posesión de esa noble bestia, pero, estoy orgulloso y feliz de decir, que siempre sin éxito. En Santa Rita del Cobre lo salvé por mero accidente. En cierta ocasión, recordando que había perdido una herradura, envié a José a traerlo de la manada que estaba pastando a 1’5 km de distancia, bajo el cuidado de un guardia. La orden fue obedecida de inmediato y, media hora después de irse, todo el rebaño fue robado por los apaches.

Se puede decir, como norma invariable, que las visitas de los apaches a campamentos estadounidenses son siempre con fines siniestros. No tienen nada que cambiar, por lo que, en consecuencia, no es el trueque lo que les trae. Piden, pero de ninguna forma comparable a otras tribus indias; y difícilmente esperar recibir cuando piden. Sus agudos ojos perciben todo. Memorizan las armas y equipos, el número del grupo, su cohesión y precaución, el curso de su marcha, su sistema de defensa en caso de ataque, y la cantidad de botín que pueden obtener con el menor riesgo posible. Siempre que sus observaciones las pueden hacer desde cercanas alturas con posibilidad de una emboscada exitosa, los apaches nunca se muestran ni dan ninguna señal de su presencia. Como tiburón de tierra, uno nunca sabe que están allí hasta que siente su mordedura. En la naturaleza y disposición, en las costumbres, leyes, usos y costumbres, en la religión y ceremonias, en la organización tribal y familiar, en el lenguaje y signos, en la guerra y en la paz, son totalmente diferentes de todos los demás indios del continente de América del Norte…”).

* El 18 de agosto de 1851, Mangas Coloradas y un gran grupo de navajos llegan a Santa Rita del Cobre [Santa Rita, Grant County, New Mexico] aparentemente para comerciar con miembros de la Comisión Fronteriza de los Estados Unidos. (Mangas Coloradas había enviado emisarios a su yerno, jefe de los navajos, para que le ayudase a robar caballos de los estadounidenses. Los emisarios dijeron a los navajos que los estadounidenses tenían muchos caballos, mulas, vestidos de algodón, collares, cuchillos, revólveres, rifles y munición. El responsable de la Comisión Fronteriza, John Russell Bartlett, creía que buscaban conocer el número y la fuerza de los estadounidenses. Por supuesto, ni los navajos ni los chiricahuas querían una abierta confrontación, aunque buscaban robar unos cuantos caballos y mulas sin ser detectados.

El capitán Louis S. Craig, comandante del escolta de la Comisión, dijo a Mangas Coloradas que desconfiaba de los navajos, contestando que “aceptaba hacerse responsable de cualquier animal perdido”. Esta declaración quedó en nada, ya que a finales de agosto, seguidores de Ponce y Delgadito cometieron varios robos de ganado en Santa Rita del Cobre. Los apaches y navajos robaron unos 150 caballos y mulas de los miembros de la Comisión Fronteriza. Los navajos se fueron hacia el norte y los chiricahuas hacia el sur, a Janos y Corralitos. 

En esas fechas, la banda de Mangas Coloradas, [probablemente con él estaba su yerno Cochise] sumaba unos 300 guerreros, permaneciendo acampada a unos 6 km de distancia de Santa Rita del Cobre; mientras que la de Delgadito, sumaba casi la misma cantidad, ocupando el valle de río Mimbres, a 29 km de distancia de Santa Rita del Cobre; y unos 400 navajos ocupaban las orillas del río Gila, a 45 km de Santa Rita del Cobre).    

El 26 de agosto, Mangas Coloradas, quizás desilusionado con los estadounidenses, envió un emisario de paz a Juan José Zozaya, en Janos [Chihuahua]. Zozaya, que se había disgustado mucho cuando se enteró de que los chiricahuas habían hecho la paz con los estadounidenses en Santa Rita del Cobre, les invitó a hablar.

Trías había pasado parte del verano de campaña contra Cojinillín, Francisco y Felipe, líderes de los grupos locales nednais de El Carrizal [municipio de Ahumada, Chihuahua], aunque ellos se llamaban Gol-ga-ene, que significa “gente de lugar abierto, o Gul-ga-ki, “gente de perros de las praderas. Después se reunió, el 26 de agosto, con Coleto Amarillo en Corralitos [municipio de Casas Grandes, Chihuahua]. El jefe nednai dijo a Trías que los apaches querían la paz. Dos días más tarde, Trías se reunió con varios líderes chiricahuas, quienes le aseguraron de que eran dignos de confianza.

Pero durante el mes de agosto, una banda apache, probablemente los chokonen de Miguel Narbona y de Cochise, mató a 59 mexicanos en Sonora, cuyas autoridades anunciaron represalias. El teniente coronel José María Flores, que había sucedido a Carrasco, empezó a reunir soldados para una campaña contra los apaches.

El mismo día, 26 de agosto, una banda apache atacó a un destacamento de la compañía “B del 1º de Dragones, al mando del teniente Abraham Buford, en un lugar entre los ríos Gila y Pinto, en el sudoeste de New Mexico. Uno de los soldados falleció, y otro soldado y un apache resultaron heridos.

El 4 de septiembre, el capitán Craig, quien había estado persiguiendo apaches durante las dos semanas anteriores, escribió al general Winfield Scott, comandante en jefe del Ejército en Washington: “Hay que dar una buena paliza a los indios, y deben devolver todas las propiedades que han robado, o este país nunca podrá ser habitado… Mi opinión es que el gobierno debería enviar dos regimientos montados a este territorio, independientemente de las tropas que hay aquí o deberían retirar las que hay aquí y dejar que los indios tengan el territorio. Los apaches tienen manadas de caballos. Creo que Mangas Coloradas tiene algunos de los mejores caballos que yo haya visto desde que estoy en este territorio. Si podríamos quitarles sus caballos, no tengo duda que pronto serían persuadidos a volver su atención a la agricultura”.

El 5 de septiembre, la Comisión Fronteriza pasó a través de Apache Pass [Cochise County, Arizona] donde tomó contacto con Gerónimo en algún lugar de esa zona).

* Durante las primeras semanas de septiembre de 1851, Ángel Trías, gobernador de Chihuahua, se reúne en Janos (Chihuahua) con Láceris (a veces llamado Pláceris, padre de Juh), Coleto Amarillo, Delgadito, Ponce y Mangas Coloradas. (Quedaron de acuerdo en que recibirían raciones, pero el 22 de septiembre, Trías llegó a Janos con tantos soldados que  los chiricahuas, al verlos, huyeron por temor a ser traicionados. Mangas Coloradas se fue a las Burro Mountains [Grant County, New Mexico] y Mogollon Mountains [Grant & Catron Counties, New Mexico] a recolectar piñones, bellotas, frijoles de mezquite, nueces, bayas y dátiles [estos últimos introducidos por los españoles en 1765]).

* A finales de septiembre de 1851, el teniente coronel José María Flores, que había sucedido a Carrasco, está al mando de un destacamento de más de 300 hombres, divididos en dos grupos. (El primero, mandado por él mismo, formado por 172 soldados presidiales y dos piezas de artillería; y el segundo  por el teniente coronel José Ignacio Terán y Tato, al frente de 150 soldados de tropas regulares. Establecieron un campamento base en el San Simon Valley [Cochise County, Arizona], a 15 km al noreste de Apache Pass [Cochise County, Arizona].

En octubre, los dos destacamentos avanzaron por el San Simon Valley. De camino, Terán y Tato envió de avanzada a una patrulla al mando del capitán Eusebio Gil Samaniego, quien el 13 de octubre descubrió una ranchería perteneciente a los jefes chokonen Posito Moraga y Trigueño, cerca de Carretas [Chihuahua], matando a cuatro guerreros, dos mujeres y un muchacho, y capturando a seis mujeres y tres niños. Entre los capturados estaba la mujer de Posito Moraga y familiares de Trigueño. Samaniego se reunió con Terán y Tato al sur de las Chiricahua Mountains, explorándolas antes de alcanzar el 21 de octubre el San Simon Valley.

Allí Flores dividió su fuerza. Él se dirigió al río Gila y después al territorio de los Western Apaches, donde mató a cinco hombres y capturó a otros cuatro.

Terán y Tato fue al territorio de Mangas Coloradas, a las Burro Mountains, pero este eludió a los mexicanos yéndose al norte, hacia las Mogollon Mountains por lo que Terán y Tato volvió a México donde, a finales de octubre, sorprendió en la Sierra los Pilares de Teras [municipio de Agua Prieta, Sonora] la ranchería del jefe chokonen Tapilá, matando a ocho guerreros y capturando otros cinco, además de 37 animales.

Poco después [todavía era finales de octubre], Tapilá fue a Bavispe [Sonora] con un gran grupo de chokonen, entre los que se encontraban Chepillo y Chagaray, para negociar un intercambio de cautivos. Según los informes mexicanos, los apaches llegaron borrachos y en actitud belicosa, mientras que estos afirmaron que los mexicanos ofrecieron hospitalidad a los chiricahuas y se divirtieron emborrachándolos para luego matarlos más fácilmente. Sea como fuere, en el enfrentamiento que siguió, los mexicanos mataron a Tapilá, Ponesino [un hermano de Chepillo], a un hermano de Chagaray, y a otros 11 hombres, capturando a 27 mujeres y niños.

Este golpe fue muy duro para los chokonen por lo que Cochise convocó una reunión de chihennes, bedonkohes y chihennes en las Chiricahua Mountains para principios de 1852 con intención de vengarse.

Mangas Coloradas contaría, en julio de 1852, su versión de los hechos al agente indio de New Mexico, John Greiner. Por supuesto, su relato contradecía la versión oficial dada por el comandante de Bavispe). 

* El 28 de octubre de 1851, el jefe apache lipán Juan Castro firma el tratado de San Saba (San Saba County, Texas) entre la República de Texas, el gobierno de los Estados Unidos y los apaches lipanes de su banda. 

* Durante el otoño de 1851, bandas apaches tienen varias escaramuzas con los estadounidenses a lo largo del Río Grande (Texas y New Mexico).

* En diciembre de 1851, quizás en venganza por la muerte de Tapilá, una gran partida de guerra de unos 200 hombres, probablemente chokonen, incursiona por Sonora, asaltando el distrito de Moctezuma y los alrededores de Hermosillo y Ures, matando a unos 30 hombres en un encuentro. (No se sabe si Mangas Coloradas tuvo algo que ver en esta incursión, ya que ningún apache fue reconocido durante el enfrentamiento, pero como el jefe chihenne no se encontraba en su territorio de New Mexico, a principios de 1852, parece probable que estuvo con los chokonen en esta incursión contra Sonora.

Los escritos de Jose Miguel Castañeda pueden ofrecer una prueba más de que Mangas Coloradas había llevado a su gente al territorio chokonen. Castañeda era un adolescente en 1851, cuando iba  en el grupo de John Able de Chihuahua a California. A finales de año, Able tenía 10.000 ovejas que intentaba llevar a California. Por entonces acampó en el abandonado rancho de San Bernardino, al nordeste de Douglas [Cochise County, Arizona], donde se reunió con Mangas Coloradas y 300 apaches de su banda, entre hombres, mujeres y niños. Able dio 10 ovejas a los apaches, quienes “después de una fiesta partieron dando muestras de amistad”. Pocos días después, volvieron y, al recibir solo dos ovejas, se fueron de mal humor. Poco después robaron varios caballos, pero no pudieron llevarse ninguna oveja.

Mientras Mangas Coloradas estaba ausente de New Mexico, se produjeron varios cambios en su territorio. El Departamento de Guerra en Washington había dado órdenes al nuevo comandante del Departamento de New Mexico, el coronel Edwin Vose Sumner, a llevar a cabo una política diferente “para revisar todo el sistema de defensa”. Sumner decidió trasladar las guarniciones fuera de los asentamientos civiles para controlar mejor a los indios y proteger más eficazmente la frontera mexicana.

La política de Sumner tendría consecuencias para los mescaleros, al este del Río Grande, y para los chiricahuas al oeste. Sumner retiró guarniciones de El Paso [El Paso County, Texas], Doña Ana [Doña Ana County, New Mexico], y Socorro [Socorro County, New Mexico]; y estableció nuevos fuertes. El 8 de septiembre de 1851, Fort Conrad [Socorro County, New Mexico], a 38’5 km al sur de Socorro, en el extremo norte de la Jornada del Muerto; el 23 de septiembre de 1851, Fort Fillmore [Doña Ana County, New Mexico], a 9’6 km de La Mesilla; y el 23 de enero de 1852, Fort Webster [Grant County, New Mexico], en Santa Rita del Cobre). 

1852

* El 21 de enero de 1852, José Cordero, gobernador de Chihuahua, edita en el Boletín Oficial una orden por la que declara la guerra total a los apaches, ofreciendo recompensas por sus cabelleras.

* El 23 de enero, Delgadito y Ponce, con unos 100 chiricahuas, van a Fort Webster ([Grant County, New Mexico]. El capitán Israel Bush Richardson pensaba que estos chiricahuas habían robado caballos y mulas a los miembros de la Comisión Fronteriza de los Estados Unidos el verano anterior y que eran responsables de las muertes ocurridas a finales de 1851, cuando unos chiricahuas de las bandas de Cuchillo Negro, Ponce y Delgadito, mataron a varios hombres a lo largo del Río Grande. En uno de los ataques, los apaches mataron a un conductor y capturaron 51 mulas, en el área entre El Paso y Fort Fillmore.

Richardson rápidamente ordenó a los soldados coger las armas y prepararse para actuar, lo que detuvo a los apaches, los cuales enviaron a una mujer al puesto enarbolando una bandera blanca. Esta dijo que buscaban hacer un tratado de paz. Richardson la envió de vuelta con el mensaje de que él solo hablaría con toda la banda presente. Finalmente, llegaron Ponce y Delgadito. Richardson les preguntó por la incursión realizada cerca de Fort Fillmore a lo que contestaron que los autores eran unos apaches miembros de una banda que vivía al otro lado de las montañas en México al mando de Mangas Coloradas, lo que sugeriría que el jefe chihenne estaba viviendo con los chokonen en el suroeste de New Mexico y en el sudeste de Arizona. Richardson les dijo que si les pillaba merodeando por los alrededores, él y sus soldados les enviarían rápidamente a sus felices terrenos de caza. Tan pronto como los jefes volvieron a sus líneas, mostraron señales de prepararse para luchar, por lo que ordené abrir fuego, primero con los mosquetes y poco después con nuestro viejo cañón. La descarga de los soldados dispersó a los apaches en todas direcciones, hiriendo a varios apaches y capturando a dos mujeres heridas. 

El 25 de enero, el teniente Alfred Pleasanton, al mando de un destacamento de 14 soldados de las compañías D, E y H del 2º de Dragones, destinadas en Fort Conrad [Socorro County, New Mexico] tuvo un enfrentamiento con un grupo de apaches, cerca de la actual Truth or Consequences [Sierra County, New Mexico]. Los apaches, que no tuvieron bajas, mataron a dos soldados de la compañía E, y a dos de la K al día siguiente, hiriendo a otros tres, y espantando las mulas. Según el gobernador de New Mexico, James S. Calhoun, culpó a los apaches con el nombre genérico de chiricahuas, pero no se debe descartar la participación de los mescaleros.

El 26 de enero, los chiricahuas volvieron a Fort Webster, cayendo sobre los bueyes y la manada de reses para provocar la salida de los soldados del fuerte. Mientras las mujeres y los jóvenes se llevaban las reses, los guerreros protegieron su retirada poniendo señuelos, haciendo creer a los soldados de que iban hacia otra dirección. Los 50 chihennes atacaron con sus flechas a los soldados. 

El capitán Richardson con la compañía K, del 3º de Infantería, tuvo el enfrentamiento más duro, sufriendo tres muertos [los sargentos Bernard O’Daugherty y Nicholas Wade, y el soldado John Croty] un herido. Los apaches habían capturado a Wade, al que torturaron hasta morir. Normalmente, no arrancaban cabelleras, pero ese día le arrancaron la suya, que era pelirroja, probablemente en venganza por las muertes del 23 de enero. Las pérdidas apaches son desconocidas, pero los soldados creían haber herido a varios de ellos. Informes posteriores dijeron que Delgadito pudo ser uno de ellos, yéndose al norte de Sonora.

Poco después, los chihennes robaron en Cooke’s Spring toda la reata de bueyes perteneciente a un mexicano llamado Constante, residente en Doña Ana [Doña Ana County, New Mexico]. Constante había entregado ocho carros de maíz en Fort Webster y al regresar se detuvo en Cooke’s Spring para pasar la noche, dejando los bueyes pastando. A la mañana siguiente, se despertó viendo que habían desaparecido. Esa mañana, cinco guerreros llegaron a su campamento ofreciendo devolverles los bueyes a cambio de pólvora, balas de plomo, tabaco, mantas y telas de algodón. Constante accedió, pero los apaches habían aumentado de número, amenazando con atacarles. Constante y sus hombres abandonaron los carros y caminaron hasta Doña Ana. También robaron todos los animales de Juan Felipe Ortiz, vicario del Territorio).

* El 3 de febrero de 1852, el coronel Edwin Vose Sumner ordena al comandante Marshall Saxe Howe salir de campaña contra los apaches chihennes y bedonkohes. (Sumner esperaba que los 300 soldados de Howe, del 2º de Dragones, golpearan duramente a Mangas Coloradas. La base de operaciones se estableció en Fort Conrad [Socorro County, New Mexico].

El 25 de febrero, al acercarse Howe al río Mimbres [suroeste de New Mexico], unos pocos apaches emboscaron a su guía, un indio pawnee, hiriéndole en la cadera izquierda. El destacamento vio a 15 apaches situados en una posición inexpugnable. Sus hombres querían rodearlos y matarlos, pero Howe decidió dirigirse a Fort Webster [Santa Rita, Grant County, New Mexico] a donde llegó el 27 de febrero.

Después de descansar, salió el 1 de marzo para el río Gila y Santa Lucía Springs [después conocido como San Vicente de la Ciénega; y finalmente Silver City, Grant County, New Mexico] en busca de Mangas Coloradas. Al segundo día, encontraron rastros frescos de apaches, pero según el diario del soldado James Bennett, el comandante Howe decidió ir por otro camino, mientras enviaba un correo a Fort Webster para pedir refuerzos al comandante Gouverneur Morris. Esta petición enfureció a Morris quien pensaba que Howe estaba haciendo una búsqueda inútil, pero envió al capitán Richardson, con dos suboficiales, 30 soldados, y un cañón de campaña. También se quejó al cuartel general en Santa Fe de que Fort Webster estaba más vulnerable ante un posible ataque apache.

Por su parte, aunque Mangas Coloradas había reunido unos 90 guerreros, no tenía intención de enfrentarse a una fuerza de 300 soldados. Howe llegó el 5 de marzo a Santa Lucía Springs y luego al río Gila, donde subió a una colina, viendo con sus prismáticos columnas de humo en uno o dos lugares y un rastro fresco de apaches y ganado. Sin embargo, Howe, otra vez, se dirigió en dirección opuesta, hacia el sur, a lo largo del río Gila, según los diarios de los soldados Bennett y Matson, llegando a Fort Webster el 12 de marzo con las manos vacías).

* En la primavera de 1852, James S. Calhoun, gobernador de New Mexico, prepara un tratado con los Western Apaches. (Las diferentes bandas apaches incursionaron por ambos lados del Río Grande, atacando intensamente en Sonora).

* El 6 de marzo de 1852, un destacamento de Fronteras (Sonora) mandado por el capitán Miguel Lozada y guiado por el chiricahua Mariano Arista, se dirige a las montañas Caguillona, a unos 24 km al norte de Fronteras, donde encuentra, una hora antes del amanecer, la ranchería del chihenne Delgadito. (Lozada dividió su destacamento en tres columnas y al amanecer cargó contra los apaches, sorprendiéndolos totalmente. Mataron a cinco guerreros, dos mujeres y un niño, y capturaron a cinco mujeres, un niño y 54 caballos y mulas. Los mexicanos hirieron a varios más, incluyendo a Delgadito, supuestamente con serias heridas. Los supervivientes se dirigieron al norte, a las Chiricahua Mountains [Cochise County, Arizona] para unirse a los chokonen de Miguel Narbona y de Cochise.

Ese mismo mes, en marzo, el capitán Miguel Escalante salió de Santa Cruz [Sonora] para dirigirse a territorio chokonen. El 18 de marzo se unió en las Perilla Mountains [Cochise County, Arizona] a 30 dragones al mando del capitán Teodoro de Aros. A últimas horas de la tarde siguiente, llegó un grupo de apaches provenientes de las Chiricahua Mountains haciendo signos de que querían parlamentar. Delgadito y Casimiro hablaron con el alférez Manuel Gallegos, acordando volver con otros jefes para parlamentar.

A la mañana siguiente llegaron unos 180 guerreros haciendo signos de que quería hablar. Gallegos habló con ellos llevando las propuestas del capitán de Aros. Cuando empezó la reunión, una manta separaba a de Aros y Gallegos de Miguel Narbona, Casimiro, Esquinaline, Delgadito, un hijo de Mangas Coloradas [probablemente Cascos], al menos dos hijos de Teboca, y probablemente Cochise y su hermano Coyuntura. La reunión tuvo lugar en algún lugar al norte de las Swisshelm Mountain [Cochise County, Arizona], a pocos kilómetros al oeste de la parte sur de las Chiricahua Mountains.

Mientras se desarrollaba la reunión, los mexicanos descubrieron otro gran grupo de guerreros que venían de las Chiricahua Mountains. Temiendo una trampa, los mexicanos suspendieron las conversaciones, regresando a su campamento. Poco después, Delgadito fue allí para hablar otra vez con Gallegos, diciéndole que los mexicanos habían atacado hace poco [el 6 de marzo] su ranchería, capturando a varios miembros de su banda, queriendo llegar a un acuerdo para recuperarlos, sabiendo que estaban confinados en Fronteras. Gallegos le dijo que no tenía autoridad para prometer nada y que, además, tenían que irse para encontrar agua y pastos para sus monturas. A la mañana siguiente, los mexicanos fueron a lo largo de las estribaciones del lado oeste de las Chiricahua Mountains llegando hasta el Bonita Canyon [Cochise County, Arizona] donde acamparon.

Esa noche vieron hogueras en la parte superior del cañón, por lo que Escalante envió a unos cuantos hombres a investigar, informando que las laderas estaban llenas de apaches.

Al amanecer de la siguiente mañana, 22 de marzo, unos 300 o 400 guerreros atacaron, llegando de todas direcciones, la mayoría montados, hiriendo a de Aros en la primera carga. Escalante y de Aros reagruparon a sus hombres, realizando nutridas descargas que hicieron huir a los apaches. Los dos bandos se dispararon durante las siguientes dos horas. El enfrentamiento duró 2 horas  y 36 minutos, en el que los mexicanos tuvieron tres muertos y 10 heridos, seis de ellos seriamente. El capitán de Aros estimó que mataron a 12 guerreros e hirieron a 30. Tras el enfrentamiento, los mexicanos se dirigieron a Apache Pass y de allí a Sonora.

Ese mismo mes, un destacamento de soldados de Bavispe y Fronteras salió de campaña al mando del capitán Eusebio Gil Samaniego. El 16 de marzo, cerca de la Sierra de Carcay [municipio de Janos, Chihuahua] atacó la ranchería de Láceris, matando a tres mujeres y capturando a cinco más, a quienes enviaron a Bavispe. De allí Samaniego fue a Janos donde alistó como guías a dos apaches, Gervasio [hijo de Juan José Compá] y Josecito, además de unos pocos ciudadanos de esa localidad.

El 24 de marzo, el destacamento de Samaniego se unió al de Miguel Lozada en Boca Grande [municipio de Ascensión, Chihuahua], sumando un total de 230 hombres. Enviaron a los exploradores, encontrando un rastro que iba de las Florida Mountains [Luna County, New Mexico] hacia el sur, hacia la Laguna Guzmán [municipio de Ahumada, Chihuahua].

A primeras horas de la mañana del 27 de marzo, encontraron una gran ranchería de 80 wickiups en los alrededores de las Florida Mountains [Luna County, New Mexico], el mismo lugar donde Padilla había matado al jefe nednai Soquilla dos años y medio antes. Después de abrir fuego desde una distancia de 180 metros, los mexicanos asaltaron el campamento, cogiendo por sorpresa a los apaches [nednais y unos pocos chihennes]. Cuando todo terminó, yacían 28 apaches muertos [siete guerreros, incluidos Coleto Amarillo y El Chinito, quizás también llamado Chino, y 21 mujeres y niños]. Los mexicanos también capturaron a cuatro apaches adultos y a 12 niños, y recuperaron a un cautivo de El Paso, y 39 mulas y caballos, y 24 reses. Los ciudadanos de Janos se llevaron tres cabelleras, una de ellas de Coleto Amarillo. Itán consiguió escapar).

* A mediados de marzo de 1852, un grupo de mineros llega a Fort Webster (Grant County, New Mexico) informando que habían visto a Mangas Coloradas y su banda de unos 100 guerreros, acampados en lado oeste de las Burro Mountains (Grant County, New Mexico) preparándose para atacar a los soldados. (Los guerreros de Mangas Coloradas iban camino de Arizona para unirse a los chokonen, bedonkohes, y a los chihennes de Delgadito para su anual incursión de primavera por Sonora.

Mangas Coloradas, con su banda de más de 100 guerreros, había alcanzado el lado oeste de las Chiricahua Mountains [Cochise County, Arizona] poco después del mediodía del 20 de marzo. Enfrente está la parte norte de las Swisshelm Mountains [Cochise County, Arizona], donde Mangas Coloradas se sorprendió de encontrar, a unos 180 chokonen, bedonkohes y chihennes, parlamentando con un destacamento de Sonora mandado por Terán y Tato, y los capitanes Miguel Escalante y Teodoro de Aros. Uno de los hijos de Mangas Coloradas, probablemente Cascos, se había unido a la reunión, junto con Miguel Narbona, Esquinaline y varios hijos de Teboca. Los mexicanos, al ver a la banda de Mangas Coloradas, dieron por finalizada la reunión.

Poco después, llegó Delgadito y habló con el alférez Manuel Gallegos sobre su deseo de recuperar a su gente capturada dos semanas antes en las montañas Caguillona mediante un intercambio de cautivos. Como Gallegos no tenía autoridad para hacerlo, terminaron su conferencia.

Al día siguiente, el destacamento mexicano se dirigió al Bonita Canyon [Cochise County, Arizona]. Al amanecer, el día del 22 de marzo, los chiricahuas, unos 300 guerreros, les atacaron. Llegaron de todas las direcciones, la mayoría a caballo, hiriendo al capitán Teodoro de Aros al inicio del enfrentamiento. Escalante y de Aros agruparon a sus hombres disparando un efectivo fuego contra los apaches. Al perder el elemento sorpresa, los chiricahuas se retiraron, manteniendo un intercambio de disparos durante las siguientes dos horas. Los chiricahuas habían matado a tres hombres y herido a 10, seis de gravedad. De Aros estimó que los apaches habían tenido 12 muertos y 30 heridos. Poco después de acabar el enfrentamiento, los mexicanos se dirigieron al norte de Apache Pass [Cochise County, Arizona] mientras los chiricahuas iban al sur, hacia Sonora).         

* El 30 de marzo de 1852, Delgadito y, posiblemente, Mangas Coloradas, aparecieron por Fronteras (Sonora) sorprendiendo a 14 hombres que estaban trabajando sus campos en las afueras de la población. (La mayoría de los soldados estaban de campaña contra los nednais en el sur de New Mexico y en el norte de Chihuahua. Los apaches mataron a dos hombres y capturaron a otros seis, varios de los cuales resultaron heridos. Luego los apaches fueron a las colinas al este de Fronteras y aparecieron con bandera blanca. Buscaban cambiar sus prisioneros por los capturados en las montañas Caguillona el 6 de marzo. El comandante militar de Sonora, que estaba en Arizpe, autorizó el intercambio el 2 de abril, aunque no estaba contento con el capitán Gabriel García, pero el intercambio de prisioneros se produjo según lo acordado y los apaches se fueron al interior).

* Entre abril y mayo de 1852, Mangas Coloradas se encuentra en territorio chokonen, utilizándolo como base de operaciones para incursionar por Sonora. (A primeros de junio, el chihenne Cuchillo Negro acampó a lo largo del río Mimbres, reuniéndose con el comandante Morris en Fort Webster ([Grant County, New Mexico] para pedir la paz a los estadounidenses. El viejo jefe reclamó que todos los líderes chihennes buscaban la paz y que él podría enviar mensajeros a Mangas Coloradas y a otros jefes para pedirles que viniesen a Fort Webster a conferenciar.

Cuchillo Negro dijo que los jefes estaban lejos y dispersos por el territorio, por lo que le podría llevar 9 o 10 días tomar contacto con ellos, lo que indicaría que Mangas Coloradas estaba todavía en territorio chokonen quizás reuniendo mescal antes de irse a sus campamentos del norte, cerca del Gila. Cuchillo Negro dejó claro que Mangas Coloradas aún era el más importante líder. El diario del soldado Matson corroboró lo que Cuchillo Negro decía: Ellos nos dijeron que ningún tratado que pudieran hacer sería efectivo a menos que los firmara Mangas Coloradas. Por lo tanto, algunos de los jóvenes jefes fueron enviados a buscar a Mangas Coloradas, para informarle y que asistiese a un consejo de paz. Al saber cómo sería tratado en Sonora, probó ser receptivo a las buenas intenciones de los estadounidenses).

* En la primavera de 1852, Carl Ferdinand Julius Fröbel, viajero y científico (exiliado de Alemania), sale de Ciudad de México hacia el norte, pasa por Chihuahua, y cruza el sudoeste de los Estados Unidos en caravana como los pioneros. (En su obra: Siete Años de Viaje en Centroamérica, Norte de México y lejano Oeste de los Estados Unidos, Fröbel escribió: En la tarde divisamos al otro lado del río una toldería grande de indios, frente a la cual, pero de este lado, armamos el corral. Al poco rato, gran número de hombres y mujeres cruzaron el río para venir a visitarnos. Había entre ellos varios jefes que nos honraron con su presencia, todos provistos de sendas constancias de su filiación y buena conducta, extendidas algunas por empleados civiles del gobierno o por oficiales del ejército americano a cuyo cargo está la vigilancia de esa zona. Esos certificados, que ellos se apresuran a mostrar, tienen por objeto hacer que los viajeros confíen en el comportamiento del portador, y son, a la verdad, una cómica contraparte de los pasaportes del Viejo Mundo, y son además los únicos de ese género que se ven en Estados Unidos. Su fraseología es de por sí ridícula; y si no véase el siguiente ejemplo: ‘El portador del presente certificado es Manga Roja, famoso jefe de los apaches que al presente está en paz con los blancos. Los viajeros harán bien en ser amables con él y respetarlo, pero al mismo tiempo mantenerse en guardia’. Bajo este escrito se pone la visa del viajero: ‘Manga Roja visitó nuestro campamento y se condujo, junto con sus acompañantes, de manera respetuosa’. Más abajo puso otro viajero: ‘No se fíen de este tipo, es un indio artero’. Cuando un indio, con la gravedad de la que so lo él es capaz de presentar, pone en manos de usted un carnet como ese, debe uno controlar, como hace él, los movimientos de los músculos de la cara para no traicionarse, pues una indiscreción podría tener desagradables consecuencias.

… En nuestro campamento de La Joyita vi por primera vez cara a cara a los temidos apaches. Mientras almorzábamos llegaron dos indios a caballo; se apearon, estrecharon las manos y con toda naturalidad comenzaron a compartir nuestra comida. Vestían ropa de gamuza y traían buenos fusiles, que pusieron a un lado. Nos dijeron que pertenecían a la tribu de los mescaleros, y uno de ellos se las echaba de jefe de tribu, pero sus rudos modales lo traicionaban. Los jefes indios, por lo general, son ceremoniosos y de porte distinguido. La fisonomía de esos dos hombres, a quienes al poco rato se les juntó una mujer, era muy semejante a la de los chinos, sobre todo por la nariz chata; sin embargo, también se ve entre ellos gran variedad de fisonomías, y vi después tipos bien perfilados y señoriales. Debido a que tienen hijos con mujeres mexicanas robadas, y a que la tribu suele adoptar a los niños prisioneros, se hace cada vez más difícil determinar la configuración facial y el color de la piel originales…

… Quise aprovechar esta oportunidad para colectar unas pocas palabras de la lengua de los apaches, pero me fue muy difícil lograr mi propósito. Mis preguntas les disgustaron al principio, y no me contestaron. Luego me valí de una artimaña que me dio resultado. Les dije que yo sabía hablar, esa lengua, y pronuncié unas palabras del comanche que yo conocía. El odio que los apaches sienten por los comanches llegó a tal punto que, para probarme la superioridad de su lengua, me enseñaron algunas palabras…

… Por esta gente supe que no todas las tribus apaches hablan la misma lengua. La de los apaches de la Mina del Cobre y la de los del Gila, por ejemplo, distan mucho de ser como la de ellos, y no la entienden. Nuestros huéspedes se fueron al anochecer. Esa noche dormí en las rondas de nuestro campamento, situado en una sabana cercana al pueblo; junto a mí se acostó el cocinero. De pronto nos despertaron el trote de unos caballos y los ladridos de nuestro perro. A cinco pasos de nosotros vimos a dos indios montados. En un segundo encañoné con mi escopeta a uno, y el cocinero, tomando uno de mis revólveres, apuntó al otro, mientras el perro se colgaba del pescuezo de una de las bestias. ‘¡No tire, compadre!’, exclamó uno de los indios. ‘¿No conoce a sus amigos, los apaches, que vuelven a tomarse una taza de café con usted?’. Les dijimos que no recibíamos visitas de noche, que se largaran; pero que si querían, podían volver en la mañana a desayunarse con nosotros. Se fueron refunfuñando, y, cuando se habían alejado un poco, uno de ellos se volvió y me dijo: ‘¡Oiga, amigo!, los apaches somos buenos, nosotros somos amigos suyos, pero los de allá son bandidos!’, calificando así a los de La Joyita. En la mañana los esperamos en vano; y más tarde los vimos rondar con ocho o diez más en una loma vecina. No queda duda de que su visita nocturna tuvo por objeto pulsar nuestra vigilancia, y solo gracias a que el resto de nuestros hombres se encontraba cuidando las mulas a media milla de allí fue que no ocurrió nada desagradable…

… Jesús Domínguez me acompañó en varias excursiones, y tenía fama de osado y muy valiente; de él hablaré cuando relate mi viaje a Sierra Madre. Cuando lo conocí supe que había sido herido varias veces, y para entonces se curaba de un flechazo cerca de la columna vertebral. Cierta vez, yendo en misión de recuperar algunos caballos valiosos de su patrón que los apaches habían robado, junto con otros siguió a los ladrones hasta cerca de su toldería en las sierras. Al anochecer llegaron a la vista de ellos. Domínguez, que de muchacho había sido prisionero de los apaches, se quitó la ropa que llevaba y adoptó la facha de guerrero comanche. Por un atajo se llegó sigilosamente casi junto a los apaches, y mientras sus compañeros se acercaban a caballo, él irrumpió de pronto detrás de una peña lanzando el grito de guerra de los comanches; tiró a dos apaches y de tal modo los aterrorizó que, en el tumulto, no solo recobró los caballos robados, sino que también se llevó otros…

… El jefe comanche ‘Bajo el Sol’. Se había elevado sobre el nivel de los demás de su tribu, y, de haber vivido, hubiera sido su reformador. Tenía él como cosa sagrada el cumplimiento de su palabra empeñada con el gobierno de Chihuahua, que era de luchar contra los apaches en donde quiera que los encontrara. En una expedición que en compañía de algunos jóvenes guerreros de su tribu emprendió con el fin de averiguar dónde se encontraba el enemigo, dio de improviso con una toldería de apaches, de la tribu de los espejos. Como no habían sido vistos, los compañeros del joven le aconsejaron que era mejor retirarse; pero él desechó la idea. ‘He dado mi palabra de destruir a los apaches’, dijo, ‘y Bajo el Sol la cumplirá’. Y acto seguido lanzó el grito de guerra de su tribu; seis de sus compañeros le siguieron, y como fieras irrumpieron en la toldería enemiga, arrasando con todo a su paso, y sembrando la muerte y el terror por todas partes, hasta que él y todos sus hombres cayeron en la lucha. Estas cosas se saben en México porque las cuentan los cautivos que logran escapar; y los mismos mexicanos, conscientes de la sangre india que corre por sus venas, divulgan con orgullo esas hazañas; esto a mí me consta. Muerto ‘Bajo el Sol’, su hermano, que le sucedió en la jefatura de la tribu, se sintió obligado a continuar la guerra contra los apaches. Durante mi permanencia en Chihuahua atacó una de sus rancherías y volvió con 37 cabelleras enemigas. Después, en mi viaje de Chihuahua a Texas, pasé por el Presidio del Norte [en el Río Grande, más allá de El Paso]; de donde poco antes los espejo-apaches se habían llevado a varias muchachas. Los norteños pidieron ayuda a los comanches, y con ellos salieron en campaña a Sierra Rica, en donde vivían los espejos; y como nosotros habíamos acampado cerca del Presidio, nos despertamos en la noche al oír las risotadas y las canciones de una caballería que pasaba en frente. Eran los norteños y comanches de la expedición. Supe después que lograron echar a la tribu apache de Sierra Rica a territorio texano. En otro viaje que hice de Texas a California, en la base del este de las montañas de Limpia, me encontré con el resto de esa tribu, la cual, habiéndose aliado con otra de los apaches mescaleros, fueron por mucho tiempo el terror de otra zona del Estado de Chihuahua. Los mismos hicieron amagos de atacar nuestra caravana…

… Durante mi estadía en Chihuahua, los mescaleros, viéndose en apuros por los ataques de los comanches, enviaron delegados para concertar la paz. En tales ocasiones, los comisionados viajan con salvoconducto. Se me dijo que los delegados mescaleros fueron asesinados en su viaje de regreso por orden del gobierno, pero yo no me atrevo a avalar el cuento. Sin embargo, alevosías de esa especie fueron cometidas en los tiempos de aquel Glanton…

… Salimos de la Villa de Chihuahua el 3 de febrero por la tarde, y tomamos el camino de Santa Isabel, pequeña ciudad o pueblo situado unas 48’2 km al sur de la capital. En las afueras de la ciudad se toma un camino que va sobre terreno de pórfido y fragmentos basálticos, luego sobre profundas torrenteras, que, aunque secas entonces, en la estación lluviosa acarrean correntadas. Aun aquí el viajero debe precaverse, pues muchos pobres leñadores desarmados han sido tirados allí por indios ocultos mientras seguían inocentemente detrás de su mula cargada. Esa tarde no hicimos más que 19’3 km, y vivaqueamos cerca de las casas de Rancho del Fresno. Pronto se hizo una fogata en la que Domínguez cocinó la comida, y a cuyo alrededor se sentaron otros viajeros. Pasamos la velada en alegre conversación, cuyo tema principal fue el peligro del camino. Un hombre que del río Conchos venía a la ciudad con una pequeña partida de ganado, trajo ‘novedades’ [desgracias] acontecidas al sur del Estado. Varios hombres de Chihuahua que iban en viaje a Durango, habían sido emboscados por una banda de comanches; algunos perdieron la vida y también unos 3.000 dólares en mercancías. Un viejo de Villa de la Concepción, hacia donde íbamos, dijo que los apaches habían cometido últimamente numerosas fechorías en esa localidad, y nos enseñó las cicatrices de heridas de balas y de flechas recibidas en varios encuentros con ellos. Yo era allí el único que ni directa ni indirectamente había sido víctima de los pieles rojas…

… A la mañana siguiente debíamos pasar la Caña del Fresno, uno de los lugares de más reconocido peligro del Estado de Chihuahua. Es un desfiladero de unos 6’4 km de largo; queda entre bosques de robles achaparrados y asciende gradualmente hasta la meseta. En este paso han aprovechado tanto los apaches las ventajas del terreno que, sin exageración, en su longitud de 6’4 km no hay un solo trecho de cien pasos en donde no haya corrido sangre de algún desdichado viandante. Un gobernador de Chihuahua que pasó un día por allí encontró tan lleno de cruces el camino que parecía un cementerio, por lo que ordenó quitarlas todas y quemarlas, pues que al verlas, dijo, los hombres se acobardaban. Más, con todo yeso, son tantas ahora las nuevas cruces que se han puesto, que los viajeros se acostumbran a la idea de la muerte. Fue suerte que nosotros llegáramos hasta arriba sin ‘novedad’. Allí pastaban numerosos hatos de ganado, y pudimos ver las hermosas casas de la Hacienda Los Charcos. Esta bella y valiosa propiedad pertenece a don Estanislao Porras. En esos días estaba él construyendo un sólido edificio en el extremo superior de la cañada, en el cual pudieran estar los viajeros a salvo de los indios. El edificio se hallaba casi terminado. Pero cuatro semanas después, estando ya nosotros de vuelta en Chihuahua, los apaches se apoderaron de él de noche, y al amanecer atacaron a una caravana que pasaba por allí, matando a 12 o 15 personas. En la sabana de arriba vimos otra prueba del espíritu emprendedor de don Estanislao. Se trataba de un canal que había cortado, bajando de las montañas con rumbo al noreste, hasta llegar al camino, que es una distancia de por lo menos 12’8 o 16 km, con el propósito de regar la tierra comprendida en ese espacio, que es toda suya. Pero los apaches se sirven del canal como de camino cubierto por el cual llegan sin ser vistos a orillas del camino real, y, agazapados en acecho, tiran a los viajeros cuando no son numerosos…

… Los prados de los alrededores de la ciudad se engalanan de flores silvestres, Santa Isabel debe ser un paraíso. Altos cerros de extravagantes perfiles circundan el valle. Varios de ellos situados al norte fueron refugio de una tribu de apaches. Cuando estos salvajes tenían allí sus danzas nocturnas, en la ciudad se oía el taran tantán de sus tambores; de ahí su nombre: Sierra del Tambor…

… Hace algunos años un jefe apache, educado cristianamente en casa de un cura del Estado de Sonora, se convirtió en el terror de estos lados. Se aprovechó de que sabía leer y escribir, tal como en su situación lo hubiera hecho un salteador de caminos civilizado. Interceptaba el correo de las minas para saber cuándo y por dónde enviarían las cargas de plata y mercaderías, y planeaba con éxito el asalto. Pero al fin cayó con su banda en una emboscada que le pusieron las tropas mexicanas, y todos fueron exterminados. Este indio vivía con una muchacha mexicana a quien había robado de casa de sus padres. En el encuentro de la emboscada ella peleó contra las tropas a la par de los hombres, y unos soldados que la reconocieron le gritaron que si se rendía le perdonarían la vida. La muchacha desestimó la propuesta y cayó junto con los demás, habiendo antes matado a flechazos a varios soldados. En un viaje posterior que hice a través del continente supe de un caso similar que me contó un vecino de La Mesilla [Doña Ana County, New Mexico] respecto de una sobrina suya que había sido raptada por los apaches, y que entonces vivía por su gusto con ellos. El tío la encontró un día en Santa Bárbara con el jefe de la tribu apache ‘mina de cobre’ – en paz en aquel momento con los estadounidenses – y le dijo el apache que él no se oponía a que la muchacha, si quería, volviera a casa de sus padres; pero ella rechazó indignada el ofrecimiento, y cuando su tío trató de convencerla, ella se negó a hablarle. ‘¡Y era muchacha cristiana!’, advirtió, y acto seguido explicó despectivamente: ‘¡Pero aindiada, apachada!…’.

… El desfiladero del Puerto de las Casas Coloradas tiene reputación casi igualmente mala. En varios lugares encontramos restos de vagones saqueados y destruidos por los apaches…

… Seguimos adelante sin parar, y pasamos la noche en Mátachic. Dos días antes, los apaches habían robado aquí 150 reses, y casi toda la población masculina del pueblo, junto con la de Tejológachic, Santo Tomás, Temosáchic y Yepómera, andaban persiguiéndolos. Entre Mátachic y Temosáchic paramos en un rancho perteneciente a un amigo de don Guillermo. Encontramos a don Blas en estado lastimoso. La semana anterior, un apache de un lanzazo le había pasado el cuerpo de claro en claro; me pareció que recuperaría…

… El pueblo de Yepómera, situado pocos kilómetros al norte, es el último de esta región del Estado de Chihuahua. Región despoblada, con casas en ruinas destruidas por los apaches, con ganado cimarrón, resto de grandes rebaños, que se extiende hacia Corralitos, Casas Grandes y Janos, lo más extremo del Estado, hacia donde desde aquí lleva un camino muy solo…

… La primera noche acampamos cerca de las casas del Rancho de El Sauce, pertenecientes a la Hacienda de Encinillas. En la mañana de ese día los apaches habían asesinado a un hombre allí. Seis mil ovejas estaban siendo apacentadas allí mismo, protegidas por dos piezas de artillería que, una a cada lado del rebaño, las llevaban de arriba para abajo de la pradera. Sin embargo, pocas semanas después que regresaba yo de El Paso, vi cubiertos de ovejas muertas y moribundas los alrededores de las casas. No quedaba una sola de las ovejas, y los cañones yacían abandonados. Las mujeres salieron a recibirnos anegadas en lágrimas y lamentándose. Una banda de apaches había atacado el rebaño, asesinando a los pastores, haciendo huir a los artilleros, llevándose gran parte de las ovejas a la montaña, y por puro gusto habían flechado a unas 100, gusto que estos salvajes nunca dejan de darse en tales ocasiones. Pocos días después, estos mismos fueron sorprendidos a su vez por los habitantes del pueblo de San Andrés, quienes recuperaron las ovejas, y de vuelta a Chihuahua llevaron en triunfo 16 o 18 cabelleras de los apaches. En mayo hice un viaje de Chihuahua al Presidio del Norte. Al segundo día llegamos a la Hacienda de Bachimba, en donde encontramos a sus moradores sumamente atemorizados. Los apaches acababan de matar, en el camino muy cerca de allí, a un grupo de hombres, mujeres y niños – 14 en total – que regresaban de los baños termales de Julimas. Cuatro cadáveres de mujeres fueron hallados traspasados a lanzadas, sin ropas, y sus cabelleras anudadas; los niños habían sido estrellados contra las rocas; los hombres muertos a flechazos, probablemente antes de que advirtieran el peligro. Esto fue venganza de los pieles rojas por la derrota sufrida a manos de los hombres de San Andrés, y como secuela de su sangriento ataque al Rancho del Sauce…

… Los norteños, como se les llama en México a los moradores del Presidio del Norte [Ciudad Juárez, Chihuahua] son los aliados, espías, suministradores de pólvora, y receptores y compradores de todo lo que se roban los comanches texanos. Tal vez la necesidad les obligue a hacer esto porque, por lo aislados y expuestos que están a los peligros, a duras penas podrían pasarla de otra manera entre los comanches y los apaches. Su alianza con los comanches conviene a sus paisanos mexicanos, pues gracias a ella, ayudan a exterminar a los apaches. Ya he dicho algo acerca de ataques efectuados contra estos por fuerzas combinadas de norteños y comanches.

Vuelvo ahora a nuestra entrada a la Sierra Limpia [Davis Mountains, Jeff Davis County, Texas], después de la tormenta de nieve. El primer aguadero que debíamos encontrar, un pequeño manantial entre rocas del lado norte, al que indistintamente dan los mexicanos los nombres de Agua Escondida y Los Barriles, lo teníamos todavía a 3’2 km, y los animales no habían bebido agua desde hacía dos días. De repente tuvimos que parar ante la presencia de una banda de 80 o 100 apaches, todos bien armados. Venían exactamente adelante de nosotros, y clavaron una lanza en el camino, como señal de que debíamos parar. Hasta ese momento no habíamos tenido que luchar más que contra los elementos de la naturaleza, pero ahora parecía que tendríamos que abrirnos paso por la fuerza de las armas. El encuentro, naturalmente, nos alarmó. Tan pronto como la avanzada de nuestra caravana vio bajar a los apaches en fila por una cuesta con un pendón que traía el de adelante, los primeros vagones comenzaron a formar el corral mientras el grito de ‘¡los indios, los indios!’ recorría la caravana de punta a punta. Yo venía de último y a pie para hacer ejercicio y había dejado mis armas en el vagón. Bestias y vagones corrieron en barajustada a formar el corral, dejándome solo atrás, mientras los indios comenzaron a desplegarse en alas, por la derecha y la izquierda, envolviéndonos en círculo. Esforzándome para no quedar aislado, logré llegar a donde se estaba formando el corral.

Las cosas, sin embargo, tomaron un cariz más pacífico de lo que al principio esperábamos. Habíamos hecho nuestra maniobra rápidamente y en orden perfecto; y aun cuando algunos mexicanos se habían acobardado embadurnándose la cara de harina, probablemente para que los indios los tomaran por blancos, sumábamos unos treinta buenos tiradores atrincherados detrás de los vagones; así que los pieles rojas, si nos hubieran atacado, habrían salido trasquilados. Tal vez esto lo vieron antes y solo trataron de amedrentarnos para que les regaláramos algo.

La banda apache tenía dos jefes, los hermanos Marcos y Soldadito, ambos muy conocidos. Pertenecían a la familia de los mescaleros, y habitaron antes las riberas del Río Grande, cerca del Presidio del Norte, donde, por largo tiempo, habían sido el terror de los alrededores, hasta que fueron echados de allí y empujados a las soledades de Texas por los norteños y sus aliados los comanches. Supe después que los restos de la banda del renombrado Espejo se habían juntado a estos que ahora teníamos en frente en son de guerra, y que eran los mismos que nueve meses antes habían sido vencidos por las fuerzas norteñas en combinación con los comanches.

Tan pronto como me desocupé, me fui al grupo en que los dos jefes hablaban con mis compañeros. Allí vi la lanza que habían clavado para detenernos; la rubia cabellera de una mujer asesinada flameaba al viento. La punta era una vieja hoja de espada con esta inscripción:Por el Rey Carlos III’. Un prisionero mexicano era el intérprete de la conferencia, y oí que Marcos se dirigía a don Guillermo llamándole ‘capitán’. ‘Usted es rico’, le decía el apache; ‘sus vagones suenan como truenos en la pradera. Los hemos venido espiando. Ustedes se sientan alrededor de sus fogatas y fuman bastante tabaco. Nosotros, en cambio, somos pobres y pacíficos. Somos sus amigos’. Un generoso obsequio de tabaco selló los términos de paz y amistad. Soldadito se esforzaba en querer hacerme entender que no debíamos temer nada de ellos. Sobre su mano abierta apoyaba la cabeza con los ojos cerrados y repetía: ‘¡Seguro!’, queriéndome decir que podíamos dormir tranquilos. ‘¿No cree usted’, me decía por medio del intérprete, ‘que pudimos haberlos saqueado y matado a muchos de ustedes? Por muchos días no les hemos quitado los ojos. Pero nosotros no les tenemos mala voluntad; ahora pueden viajar sin temor; no nos volverán a ver’. Al principio toda la banda – cuyo número había aumentado con la presencia de muchas mujeres y niños, y todos tan bien armados como los hombres – quería acompañamos hasta el aguadero; pero, al rehusarles su ofrecimiento, los jefes acataron nuestra voluntad. Uno de ellos dijo algo a la gente, e inmediatamente se dispersaron por todos lados, uno a uno o en parejas. Y no volvimos a verlos. Antes de nuestro encuentro, y también después, mataron y robaron a otros, pero de nosotros no se llevaron ni una mula…

… Visto desde esta altura, el valle de La Mesilla, con su verde hondonada, el río apareciendo y desapareciendo entre el ramaje de los álamos, y por el lado de allá la Sierra de los Órganos, ofrece un panorama de imponente grandeza […] Estando allí se nos agregó Mr. W., un norteamericano de Virginia. […] Mr. W., quien había vivido en Santa Bárbara, hizo amistad allí con la tribu de los apaches llamados mina de cobre [chihennes o mimbreños], que por entonces estaban en paz con los estadounidenses, y se le veía con frecuencia en sus establecimientos. Nos trajo la desagradable noticia de que últimamente se habían agriado las relaciones entre ellos y los blancos. Un hijo del jefe, llamado Ponce, cogió las viruelas, y el comandante del fuerte más cercano – era el decir común – no permitió que el médico del ejército fuese a verlo, y murió. El viejo jefe salió del lugar con su tribu diciendo que en el futuro los viajeros no lo encontrarían tan amigable como antes; y así fue, pues pocos días después nos convencimos de que había hablado en serio. Entre nuestro grupo iban varios estadounidenses con sus esposas mexicanas, los que tenían la costumbre de adelantarse a nosotros en el camino, unos en coche y otros a caballo. Estando a pocas millas de la fuente de Cook, vimos venir por el camino adelante a toda carrera a un jinete que resultó ser el criado mexicano de aquellos, diciendo que sus amos habían sido sorprendidos en el aguadero por una banda de apaches y que los habían matado. Con los señores W. y C. corrí a toda rienda hacia el lugar mencionado; pero antes de llegar vimos venir a las supuestas víctimas; un accidente curioso les había salvado la vida. Uno de los viajeros llevaba la cara horriblemente desfigurada por las viruelas. Cuando los indios rodearon el coche y miraron adentro en busca de botín, vieron al enfermo, y fue tal su terror que huyeron espantados. Su jefe era el renegado Delgadito, de pésima reputación, que de no haber sido por aquello, los viajeros la hubieran pasado muy mal.

En esa oportunidad me contaron varias anécdotas características del viejo Ponce. Había hecho prisionero a un hombre de La Mesilla, y ya los pieles rojas tenían todo listo para quemarlo vivo; pero para gozar más de la terrible escena, se emborracharon. Entonces, ya entrada la noche, una de las esposas del jefe se acercó al prisionero que estaba atado a un poste, y con un cuchillo cortó las ligaduras que lo ataban, dejándolo en libertad para que huyera. Ponce prefiere el aguardiente a cualquier otra cosa. Cuando su hijo murió de las viruelas, vendió su mejor mula para comprarse una garrafa de aquello. Se sentía tan apesadumbrado que solo el licor podía hacerlo olvidar. Tomando la garrafa en sus manos la llevó a su hijo menor diciendo: ‘Le duele tanto la muerte de su hermano al muchacho que voy a contentarlo’. […] Al otro lado de Ojo de Vaca, por donde el camino pasa sobre las primeras estribaciones de una serranía, que dejamos al norte, y a cuyo más alto pico los estadounidenses llaman Ben Moore, dícese que hay un manantial que brota del agujero de una roca, y que tiene por nombre Ojo de Inés, el cual se deriva de un episodio romántico acerca de una muchacha mexicana llamada Inés que habiendo sido raptada por los apaches fue rescatada por un oficial norteamericano [John Carey Cremony]

… Cruzando el valle íbamos cuando vimos venir a paso lento, y como a 1’6 km sobre una loma, a dos indios. A unos 800 metros de nosotros alzaron una bandera; nosotros hicimos lo mismo. Se acercaron. Uno de los nuestros se adelantó a saludarlos, y comenzaron a platicar. Al poco rato ya sumaban ellos 20 o 30. Eran apaches, con fisonomía distinta de la de otros de su misma tribu que yo había visto antes, en tanto que al mismo tiempo tenían señaladas características, y una gran uniformidad del tipo nacional indígena. No se veían en ellos los rasgos chatos del mestizaje comunes a los apaches y a los lipanes de Texas. Su contorno facial era más bien griego: las cejas, la nariz, los ojos y la boca bien trazados, y lo indio solo se les notaba en los pómulos pronunciados y la siniestra expresión de sus facciones. Llevaban sombrero de cuero y un trapo colorado, en forma de casco, adornado de plumas y, como diadema, un trapo amarillo recortado en piquitos. El plumaje que de la cabeza les bajaba por la espalda consistía de plumas de la cola de los pavos silvestres, y a su lado llevaban colgados pellejos con sus plumas de diversos pajaritos. Un barbiquejo de cuero sostenía el plumaje que baja por detrás, y su conjunto les daba, a hombres y muchachos, aire verdaderamente bélico. Por dibujos que he visto, esta vestimenta es la misma de los navajos, de Nuevo México.

Estos apaches traían algunos muchachos mexicanos robados, y nos ofrecieron vender a uno. De buena gana hubiéramos comprado su libertad, pero no pudimos convenir en el trueque, pues querían pólvora y plomo, lo cual después bien podrían utilizar contra nosotros mismos. Para negarnos, sin tener que ofenderlos, le dije al jefe que no teníamos suficiente de eso. Pero Mr. Kaufmann me interrumpió exclamando airadamente: ‘¡Sí, tenemos pólvora y plomo de sobra, pero para tirarle a los apaches!’. Ante esa actitud, el jefe, sin darse por aludido, dijo que retendría al prisionero en espera de una venta ventajosa; pero, apenas volvió al lado de su gente, la tropa entera salió de prisa. Supimos después que este hombre se llamaba Miguel [Pindah-Kiss], y que tenía fama de ser uno de los apaches más temibles.

Iba entre ellos un viejo que hablaba español bastante bien y tenía aire señorial. Hablando con él le di a entender que no confiábamos en sus manifestaciones de amistad. Él, entonces, levantando sus manos y clavando los ojos en el sol, se expresó así: ‘¿No cree usted que Dios, este sol ve todo lo que hacemos, y que nos castiga cuando hacemos maldades?’. Su gesto era en verdad impresionante, pero nunca hubiera confiado mi vida a la verborrea de su santurronería. Esa partida de indios era conocida en los pueblos de Sonora con el nombre de vizcaínos, que es el gentilicio de los nativos de Chihuahua, pues ese Estado se llamaba antes Nueva Vizcaya. […] Estas tierras estaban tan en orden y tan limpias que parecían haber estado en constante cultivo por más de 100 años. Pero un amontonamiento de restos de vagones incendiados nos recordaba que todavía estábamos en tierra de salvajes, en la que los apaches merodeaban impunes. […] En este valle solo falta seguridad para que venga a él gente progresista. El temor a los apaches impide que los pobladores tímidos de por aquí disfruten de los dones de la naturaleza…

… Cuando pasábamos por la Hacienda La Calabaza, el primer lugar habitado más allá de Santa Cruz, un criado me invitó a visitar la casa. Al patio salieron a recibirnos dos alemanes que la ocupaban con numerosos criados mexicanos, indios pimas y apaches ‘domados’. […] Mis dos paisanos me dijeron que a poco de haberse instalado en la hacienda, fueron atacados por una banda de apaches. Los indios, que en su ranchería estaban proyectando su expedición predatoria, fueron tan imprudentes que se fiaron de un prisionero mexicano revelándose el plan, y este, tan pronto como la banda salió a ejecutarlo, corrió a Tucson. El comandante de la guarnición mexicana en ese lugar, al enterarse del caso, ordenó a sus hombres montar en el acto y salir en auxilio de la hacienda amenazada. Y justamente cuando los apaches bajaban por una loma de al lado, las tropas mexicanas aparecían por el otro. En el choque de ambas fuerzas -según supe después- Mr. H. mató a tres indios, y los asaltantes quedaron tan escarmentados que no volvieron a aparecerse por allí…

… Un tal Mr. M., de Texas, a quien últimamente había visto en El Paso, se encontraba asimismo en San Xavier del Bac con una partida de ganado. Este hombre corrió una aventura extraordinaria en su viaje a California. Parece que su socio llevaba en mente deshacerse de él en el camino a fin de apoderarse del ganado. Para ejecutar su plan encabezó un motín entre sus mismos arrieros. Estos se negaron rotundamente a obedecer a Mr. M., lo que le puso en desesperada situación, cuando en eso llegaron los apaches y asesinaron a los dos líderes del motín. Esta casualidad hizo creer a los demás que la Divina Providencia había intervenido, gracias a lo cual todos volvieron a someterse a la obediencia. Sin embargo, este suceso ocasionó a Mr. M. la pérdida de parte de su ganado, otra parte murió de sed en el camino y el resto se lo robaron los indios; de modo que llegó a California con una mano atrás y otra adelante…

… No muy allá de San Xavier, sobre una altura del valle, junto al río y circundado de mezquites, descansa el pueblito de Tubac, cuyos habitantes son mayormente indígenas, entre los cuales hay muchos apaches ‘domados’. […] Para completar el cuadro de esta tribu de indios pimas, debo decir que a sus afables y pacíficas cualidades juntan un ánimo resuelto, y de tal manera así que hasta a los salvajes apaches les imponen respeto.

Fröbel relató el consejo que le dio el coronel Emilio Langberg, de origen danés, pero educado en Alemania e Inspector interino de las colonias militares de Chihuahua, … no salga del camino, ni siquiera 20 pasos. Aun cuando acampamos en las afueras de Fort Franklin [El Paso County, Texas], se juzgó necesario llevar por la noche las mulas al patio del abandonado fuerte y vigilarlas, por estos temidos pieles rojas, principalmente apaches que habitan en las zonas montañosas de Nuevo México, Chihuahua y el oeste de Texas….

También Langberg le informó del tratado firmado entre las autoridades del estado de Chihuahua y los comanches, contra los apaches; así como datos de una ranchería apache.

Respecto a la colonia militar de Guadalupe, Fröbel dice que los alcanzó un escuadrón de la caballería mexicana. Le informaron que Langberg había enviado tropas a esa colonia para sofocar una sublevación, a causa del hambre que estaban pasando, echando al comandante y apoderándose de algunas reses y exigiendo su sueldo atrasado. […] la noche anterior antes de nuestra llegada, los apaches se habían llevado 30 reses de los alrededores. Un respetable lugareño me comentó que los soldados se están muriendo de hambre y no tienen caballos ni ropa, y así, ¿cómo van a protegernos de los indios? Los mismos soldados les temen tanto como los guadalupanos, y estos temen tanto a los soldados como a los indios

Fröbel continuó: … El 17 de noviembre por la mañana llegamos a Carrizal, hoy en ruinas, pero antaño un importante pueblo, cuando fue un puesto militar establecido allí para proteger a la población de los ataques de los apaches. Estos enemigos de la civilización tienen una ranchería en uno de los cerros vecinos. Desde las casas del pueblo me señalaron sus fragosidades, y esos bandidos pueden siempre, desde sus atalayas rocosas, espiar el ganado que en cualquier momento puede pasar a sus manos. Los habitantes de Carrizal, al igual que todas las localidades del norte de México, viven como alertas pastores contra los apaches, y por eso es que todos los hombres andan armados. Semejante modo de vivir ha hecho de los carrizaleños, gente indómita y brutal, así que es mejor que los viajeros se anden con cuidado allí….

… Fröbel mencionó a Estanislao Porras, ganadero chihuahuense, de la hacienda de Agua Nueva: una de las pocas grandes ganaderías del norte de México, en donde se crían rebaños al estilo y magnitud del antiguo norte de México. Mencionó, que protege su ganado de las correrías de los pieles rojas manteniendo un numeroso grupo de hombres armados, aun cuando dos de sus hijos y varios criados han sido asesinados por los apaches…).

* El 13 de mayo de 1852, el periódico “El Constitucional” de Nuevo León (México) publica una lista de antiguos cautivos de los apaches lipanes:

1. Mariano Ramos, de 19 años, hijo de Nicolás Talavera y Micaela Ramos. Capturado en el Rancho de San Jerónimo (Chihuahua), permaneciendo cautivo durante 5 años.

2. Atanasio Flores, de 12 años, hijo de Juan Flores e Irinea. Capturado en el Rancho de Casa Blanca (Tamaulipas), permaneciendo cautivo 3 años.

3. José María Treviño, de 8 años, no recordando el nombre de sus padres. Capturado en Guerrero (Tamaulipas), permaneciendo cautivo 3 años.

4. Pedro Rodríguez, de 11 años, no recordando el nombre de sus padres. Capturado en la Hacienda de la Enramada (Chihuahua), permaneciendo cautivo 6 años.

5. Valentín Sánchez, de 7 años, hijo de Hermenegildo Sánchez y Margarita. Capturado en el Rancho de las Cuevas (Zacatecas), permaneciendo cautivo 3 años.

* El 17 de junio de 1852, un grupo de 300 apaches ataca la Colonia Militar de Tucson (Pima County, Arizona), siendo comandante del puesto, el capitán Agustín Romanos. (Los alféreces Miguel Romanos y Manuel Romero, y el juez de paz, Ygnacio Saenz participaron en el contraataque contra los apaches).

* El 30 de junio de 1852, un grupo de nativos Pueblo llega a Santa Fe (Santa Fe County, New Mexico) para informar al Superintendente de Asuntos Indios en New Mexico, John Greiner, de que varias bandas bedonkohes y chihennes, querían ir al Ácoma Pueblo (Cibola County, New Mexico), el 11 de julio, para firmar un tratado de paz. (Esta noticia alegró a Greiner, por la posibilidad de que viniera el mismo Mangas Coloradas. El coronel Edwin Vose Sumner, comandante del 9º Departamento Militar, a cargo de la Oficina Ejecutiva de New Mexico, estaba organizando una ofensiva contra los chiricahuas cuando llegó la noticia. 

Charles Overman, Agente Especial para los Indios, estaba por entonces en Santa Fe preparándose para ir a Santa Rita del Cobre y traer a tres líderes chiricahuas. Overman pospuso su viaje cuando los nativos Pueblo llevaron el mensaje de Mangas Coloradas.

Después de firmar un tratado con los apaches mescaleros el 1 de julio, Greiner preparó su viaje al Ácoma para reunirse con los chiricahuas. El 3 de julio, Greiner pidió al coronel Sumner una escolta para el viaje al Ácoma, donde un gran grupo de chiricahuas estaba esperándole. Sumner dijo: Yo mismo voy a ir al Ácoma para reunirme con los apaches del Gila…. Llegaron el 11 de julio.

Una gran banda de chiricahuas estaba en las cercanías, pero temían entrar en la población porque el Ácoma estaba construido sobre una gran meseta de 105 a 120 metros de altura sobre la llanura, con solo una vía de entrada y salida. ¿Por qué Mangas Coloradas eligió el Ácoma, situado al norte de su territorio? Quizás por su alianza con los navajos, y porque había comerciado allí en el pasado. De paso, visitó a sus parientes y amigos que estaban con los navajos, comerciando con ellos. Por ese tiempo, o poco antes, Mangas Coloradas y los líderes navajos habían establecido un límite que separaba el territorio apache del navajo. Años más tarde, George Martine, hijo del explorador chiricahua Martine [el nednai que actuó como emisario del teniente Gatewood para encontrar a Gerónimo y Naiche en agosto de 1886], dijo a los estadounidenses que las dos tribus habían establecido su línea limítrofe en Gallup [McKinley County, New Mexico], en el noroeste de New Mexico, pero esta afirmación parece errónea, estableciéndose ese límite por la línea que iba desde la frontera oriental de Arizona hasta Quemado y Datil [Catron County, New Mexico], y Magdalena y Socorro [Socorro County, New Mexico], sobre el  Río Grande.

Estando con los navajos, Mangas Coloradas les entregó, a cambio de un caballo, al cautivo de 13 años, Jesús Arvizu, capturado en Bacoachi [Sonora], el 21 de enero de 1851, el día siguiente del enfrentamiento en el Pozo Hediondo. El cambio dejó desolado a Arvizu, pero más tarde se acostumbró a la vida sedentaria de los navajos, llegando a ser un importante intérprete en años venideros. Debido a los problemas que tuvo con John Russell Bartlett, el responsable de la Comisión Fronteriza, con sus cautivos mexicanos, quizás Mangas Coloradas pensó que sería mejor obtener un beneficio antes de que los estadounidenses pidieran liberar a los cautivos mexicanos como requisito para firmar un tratado. En cualquier caso, el líder chihenne estaba acampado cerca del Ácoma cuando llegó el contingente estadounidense.

Greiner se preocupó cuando se enteró de que los apaches tenían dudas de ir al Ácoma. Greiner dijo a Charles Overman que fuese a donde los navajos, con regalos por valor de 20 $, para que se los diesen a Mangas Coloradas, para convencerle de que viniese al consejo de paz, cosa que hizo poco después. Acompañado por Blanquito, Capitán Simón, Capitán Vuelta, Cuentas Azules, y Negrito, entró en la tienda del coronel Sumner diciendo: Usted es jefe de los hombres blancos. Yo soy jefe de los apaches. Ahora hablemos y hagamos un trato. A pesar de que tenía unos 60 años, Mangas Coloradas impresionó a John Greiner, describiéndole como un indio de magnífico aspecto… Él es el líder espiritual de su tribu. Mangas Coloradas, quien se jactó de que su voluntad y palabra son ley para mi gente, admitió que los suyos se habían cansado de la guerra y ahora querían la paz con los estadounidenses. Sin embargo, los mexicanos eran otra historia. El tratado tenía 11 artículos:

Artículo 1º: Dicha nación o tribu de indios, a través de sus jefes autorizados antes mencionados, por la presente, reconocen y declaran que están legal y exclusivamente bajo las leyes, la jurisdicción y el gobierno de los Estados Unidos de América y a su poder y autoridad por la presente se someten.

Artículo 2º: Desde y después de la firma de este tratado, cesarán para siempre las hostilidades entre las partes firmantes, y existirá para siempre paz y amistad perpetuas entre dichos indios y el Gobierno y el pueblo de los Estados Unidos; por la presente dicha nación o tribu de indios se compromete solemnemente a no asociarse nunca, ni apoyar ni ayudar a ninguna tribu o banda de indios, u otras personas o potencias, que puedan estar en cualquier momento en guerra o enemistad con el Gobierno o pueblo de dichos Estados Unidos.

Artículo 3º: Dicha nación o tribu de indios, se por la presente se comprometen para todo el tiempo futuro a tratar honesta y humanamente a todos los ciudadanos de los Estados Unidos con quienes puedan tener relaciones; así como a todas las personas y potencias en paz con dichos Estados Unidos, que puedan estar legalmente entre ellos, o con quienes puedan tener relaciones legales.

Artículo 4º: Toda dicha nación, o tribu de indios, por la presente se obligan a referir todos los casos de agresión contra ellos mismos o su propiedad y territorio, al Gobierno de los Estados Unidos para que los ajuste y a conformarse en todo a las leyes, normas y reglamentos de dicho gobierno en lo que respecta a la tribu india.

Artículo 5º: Dicha nación o tribu de indios se obligan por la presente a desistir y abstenerse para siempre de realizar incursiones en el territorio de México de carácter hostil o depredador; y que en el futuro se abstendrán de tomar y llevar en cautiverio a cualquiera de las personas o ciudadanos de México, o los animales o propiedad del pueblo o Gobierno de México; y que tan pronto como sea posible después de la firma de este tratado, entregarán a su agente todos los cautivos que ahora están en su poder.

Artículo 6º: Si cualquier ciudadano de los Estados Unidos, u otra persona o personas sujetas a las leyes de los Estados Unidos, matan, roban o maltratan de cualquier otro modo a un indio o indios apaches, él o ellos serán arrestados y juzgados, y una vez condenados, estarán sujetos a todas las penas previstas por las leyes para la protección de las personas y bienes de los habitantes de dichos Estados.

Artículo 7º: El pueblo de los Estados Unidos de América tendrá paso libre y seguro a través del territorio de los indios antes mencionados, bajo las reglas y reglamentos que puedan ser adoptados por la autoridad de dichos Estados.

Artículo 8º: A fin de preservar la tranquilidad y brindar protección a todas las personas e intereses de las partes firmantes, el Gobierno de los Estados Unidos de América establecerá puestos militares y agencias, y autorizará casas comerciales en los tiempos y lugares que dicho gobierno pueda designar.

Artículo 9º: Confiando con seguridad en la justicia y la generosidad del gobierno antes mencionado, y ansiosos por eliminar toda posible causa que pudiera perturbar su paz y tranquilidad, los Apaches antes mencionados acuerdan que el gobierno de los Estados Unidos deberá, tan pronto como sea posible, designar, establecer y ajustar sus límites territoriales, y aprobar y ejecutar en su territorio las leyes que se estimen conducentes a la prosperidad y felicidad de dichos indios.

Artículo 10º: Por y en consideración del fiel cumplimiento de todas las estipulaciones aquí contenidas por parte de dichos indios apaches, el gobierno de los Estados Unidos otorgará a dichos indios donaciones, regalos e implementos, y adoptará otras medidas generosas y humanas,  que dicho gobierno estime adecuadas y apropiadas.

Artículo 11º:  Este tratado obligará a las partes contratantes desde y después de la firma del mismo, sujeto únicamente a las modificaciones y enmiendas que pueda adoptar el gobierno de los Estados Unidos; y finalmente, este tratado debe recibir, en todo momento y en todo lugar, una interpretación liberal con el fin de que dichos indios apaches no sean responsables de la conducta de otros, y que el gobierno de los Estados Unidos legislará y actuará de tal manera que asegure la permanente prosperidad y felicidad de dichos indios.

El tratado llamaba a los chihennes y bedonkohes a reconocer la jurisdicción de los Estados Unidos; a establecer relaciones amistosas entre ellos; a permitir el establecimiento de puestos militares y agencias en su territorio; a devolver los cautivos mexicanos que tuvieran y a no incursionar en México.

Por contra, los estadounidenses se comprometían a darles regalos y otros artículos, pero el pacto no indicaba un calendario regular para proporcionar esos artículos. Mangas Coloradas estuvo de acuerdo con todas las condiciones hasta que los estadounidenses hablaron de prohibir las incursiones en México. Al oírlo, la expresión del jefe chiricahua cambió. Él había venido al Ácoma a hacer la paz con los estadounidenses, no con los mexicanos. Greiner preguntó a Mangas Coloradas por qué odiaba tanto a los mexicanos, a lo que contestó: ¿Debemos permanecer de brazos cruzados mientras nuestras mujeres y niños son asesinados a sangre fría, como lo fueron hace poco en Sonora? [octubre de 1851] Esas personas invitaron a mi gente a una fiesta. Ellos demostraron en todo momento ser amistosos con nosotros. Esto nos dio seguridad cuando al final de la fiesta, trajeron [los mexicanos] un barril de aguardiente [whiskey]. Mi gente bebió y se emborrachó, y luego los sonorenses reventaron la cabeza de 15 de ellos con estacas. ¿Debemos ser víctimas de tal traición y no vengarnos? ¿No debemos tener el privilegio de protegernos a nosotros mismos?

Hace algún tiempo mi gente fue invitada a una fiesta donde había aguardiente o whiskey; mi gente bebió y se emborrachó, quedándose dormidos, cuando un grupo de mexicanos vino y golpeó con garrotes sus cráneos [la matanza de James Johnson en 1837]

Otra vez, un comerciante vino de Chihuahua. Mientras estaba comerciando… un cañón oculto entre las mercancías abrió fuego contra nosotros, matando a un buen número de ellos… [masacre de Janos en 1851] ¿Cómo puedo hacer la paz con este tipo de gente?.

Sumner y Greiner le escucharon con atención. Greiner más tarde diría: Va a ser extremadamente difícil mantener a estos indios en paz con el pueblo de México

Desde la perspectiva de Mangas Coloradas, él no cedía ningún territorio a los estadounidenses, ya que no tenían ninguna razón para exigirlo. Si lo hubieran hecho, no lo habría consentido. A lo largo de su vida, Mangas Coloradas nunca estuvo de acuerdo con ningún tratado que perdiera sus derechos sobre su territorio.

Él era el único líder chiricahua que había firmado el tratado de Ácoma, puesto que ningún otro jefe había querido ir, aunque representaba a otros cinco, Ponce, Itán, Sargento, Doscientos y José Nuevo.

Al hacer este acuerdo y asegurar la paz, Mangas Coloradas podía concentrar sus esfuerzos en sus enemigos del sur, Sonora. Según la historia oral apache, Mangas Coloradas dijo a su gente: Les mostraremos [a los estadounidenses] la importancia de nuestra palabra. Si decimos que mantendremos la paz, lo haremos. Mantendremos nuestro acuerdo. Greiner y el nuevo gobernador, William Carr Lane, mantuvieron el tratado que sería ratificado por el presidente Franklin Pierce el 25 de marzo de 1853.

Mientras Mangas Coloradas estaba en el Ácoma, muchos chihennes habían ido a Fort Webster [Grant County, New Mexico]. La primera semana de julio, un gran grupo acampó cerca del puesto, donde el subteniente Nathan George Evans les dio whiskey, provocando algún problema. El 4 y el 5 de julio, el soldado Matson escribía en su diario que todos los indios estaban bebidos. Cuando un soldado borracho disparó a un apache, todos huyeron a las colinas, temiendo una traición.

Al día siguiente, convencieron a los apaches que volvieran, y una semana más tarde, llegó Ponce con la noticia de que Mangas Coloradas había hecho la paz con el coronel Sumner y se dirigía hacia Fort Webster para reunirse con los oficiales. Matson escribió: No creo que el viejo tramposo venga aquí. Pero el jefe chihenne le sacó de su error cuando llegó el 23 de julio, anunciando que había firmado la paz con el coronel Sumner. Según Matson, Mangas Coloradas iba vestido con el uniforme de un oficial mexicano de Artillería, probablemente perteneciente a un mexicano muerto en combate. Matson diría: Hay una recompensa de 10.000 $ por el viejo Mangas Coloradas ofrecida por el gobierno mexicano, vivo o muerto, pero esta cantidad no ha sido suficiente para asegurar su captura por ese gobierno. Mangas Coloradas habla bien español. Él profesa gran poder sobre la gente apache y tiene gran opinión de sí mismo. Llamó a uno de los suyos y nos lo mostró. Tenía la nariz y sus dos orejas cortadas, desfigurándole completamente. Mangas Coloradas dijo a nuestro oficial que le había hecho eso para deshonrarle para siempre porque no le había dado permiso para matar a un mexicano y quitarle su caballo y su rifle.

Estos comentarios contienen algunas medias verdades. Hubo rumores de que México ofrecía una recompensa de 5.000 pesos por la cabellera de Mangas Coloradas; y el dato de que había desfigurado a un miembro de su banda por matar a un mexicano, no casa con su personalidad. Los líderes apaches no practicaban la crueldad con su propia gente.

Mangas Coloradas llegó un poco más tarde que una partida de guerra chiricahua, mandada por Delgadito, Ponce, Cuchillo Negro y Láceris, que partieron a incursionar, probablemente, por Sonora, dejando a sus mujeres y niños acampados cerca del fuerte. Las tropas mexicanas habían matado, recientemente, a varios miembros del grupo de Poncito, preparándose los chiricahuas para vengar esas muertes. No se sabe mucho del incidente de Poncito, pero pudo haber ocurrido en las Sierras Pitáicachi el 19 de junio; o en la de Teras [las dos en el municipio de Agua Prieta, Sonora], el 9 de julio. Soldados de Bavispe combatieron a los apaches, sufriendo tres muertos y 12 heridos en un enfrentamiento mano a mano. Cuando llegaron refuerzos de Bacerac persiguieron a los apaches hasta la Sierra Pitáicachi donde, aparentemente, les sorprendieron matando a varios guerreros.

Un grupo de Huásabas atacó una ranchería en la Sierra de Teras, capturando bastante material y ganado. Pudo ser el mismo incidente, cuando el 7 de julio, un gran número de apaches atacaron a unas cuantas familias de indios pápagos en el pueblo de Guitica [?]. Ese mismo día, el diario “El Sonorense” informaba de la persecución que hizo la Guardia Móvil nacional de Moctezuma [Sonora] sobre una partida de apaches. No les alcanzaron, pero los apaches abandonaron 236 reses. Sea como fuere, varias mujeres del grupo de Poncito aparecieron en Fort Webster con su pelo cortado, una costumbre de las mujeres chiricahuas durante el periodo de luto.

El 3 de agosto, Mangas Coloradas pudo haberse reunido con su gente, ya que el diario del soldado Matson reflejó que dos guerreros navajos y varias mujeres habían venido al fuerte a buscar provisiones. Probablemente, habían venido al sur con Mangas Coloradas, quien estaba preparando su vuelta a su territorio, ahora que sus seguidores se habían dirigido al sur a encontrarse  con la partida de guerra que había salidos dos semanas antes.

El 12 de agosto, el Superintendente de Asuntos Indios de New Mexico, John Greiner llegó a Fort Webster para reunirse con otros jefes chiricahuas que no habían ido con Mangas Coloradas al Ácoma. Al no encontrar allí a  ningún jefe, envió a varios mensajeros para buscarlos. Tres días más tarde, llegaron Ponce e Itán, que justo venían de su incursión por México con unos 200 apaches, aceptando el mismo tratado que firmó Mangas Coloradas. También protestaron por el punto que indicaba que tenían que hacer la paz con México, aunque dijeron que lo aceptaban si el gobierno les protegía a ellos y a sus familias, una declaración difícil de creer. Finalmente, Greiner informó de una sorprendente declaración [si fuese cierta]: Los apaches podrían considerar vender parte de su territorio si tuvieran una compensación apropiada.

Mientras se firmaba este tratado, Mangas Coloradas estaba probablemente en México. Greiner llamaba a estos apaches genéricamente apaches del Gila bajo la jefatura de tres jefes, Mangas Coloradas, Ponce y Llatana [más conocido como Itán]. El territorio de Mangas Coloradas abarcaba desde el río Gila hasta el oeste de las Burro Mountains; el de Ponce, desde las Burro Mountains hasta el este del Río Grande y norte de Santa Bárbara; el de Itán abarcaba toda el área circundante a Santa Rita del Cobre. Greiner no mencionó a Delgadito porque no estuvo presente en la firma del tratado; ni a los nednais de Janos de los líderes Láceris y Eligio, que habían ido al territorio chihenne después de su derrota a manos de Eusebio Gil Samaniego, la anterior primavera).

* El 25 de agosto de 1852, el prefecto de Moctezuma (Sonora) informa de las incursiones de apaches en el pequeño pueblo de Granados. (Ese mismo día, la prefectura de Sahuaripa [Sonora] informó del paso de una partida apache rumbo al pueblo de Romualdo Amabisca [?] robando mulas y caballos. Alcanzados los apaches en Batemaneco [?], tuvieron un muerto y varios heridos, perdiendo el botín.

El 2 de septiembre, Fort Webster [que estaba en Santa Rita del Cobre] fue abandonado y trasladado 22’5 km más al este, en la orilla occidental del río Mimbres, a 1’6 km de la actual San Lorenzo [Grant County, New Mexico], teniendo el mismo nombre. Alrededor de una semana más tarde, un soldado mexicano llegó a la nueva ubicación informando que su destacamento, quizás operando desde el distrito de Galeana, había derrotado recientemente a una banda de apaches, probablemente una banda chihenne que regresaba de una incursión por México.

Mientras los soldados del comandante del puesto, Gouverneur Morris, construían los nuevos edificios, algunos apaches que los jefes no podían controlar, reanudaron los robos cerca de Fort Webster. En agosto se llevaron 30 mulas del juez Hopping cerca de La Mesilla [Doña Ana County, New Mexico], llevándoselas hacia la Laguna de Guzmán [municipio de Ahumada, Chihuahua]. El 17 de septiembre, otra banda robó 15 mulas y cinco o seis caballos del puesto. Como se supo después, dos de las mulas pertenecían al teniente Evans y al comandante Morris, quien recomendó que el Ejército descontara el dinero de los fondos asignados a los apaches por el tratado para compensar las pérdidas sufridas por los oficiales y ciudadanos.

Ponce llegó a Fort Webster, el 22 de septiembre, con la mayoría de las mulas y caballos robados cinco días antes, declarando que habían sido los navajos. Morris omitió en su informe que había dado a Ponce una recompensa por llevar los animales. El soldado Matson reflejó en su diario que Morris recompensó a Ponce y su grupo con whiskey, haciéndoles gritar y manteniendo despierta a toda la guarnición durante toda la noche).

* El 17 de septiembre de 1852, una compañía de Texas Rangers al mando del capitán Owen Shaw ataca un campamento de apaches lipanes. (Los ciudadanos de Laredo [Webb County, Texas] solicitaron protección cuando un grupo de apaches lipanes cruzó el Río Grande y comenzó a incursionar a lo largo del río. Shaw encontró el rastro y lo siguió al norte del río Nueces, y luego río arriba. A unos 30 km al noroeste de Fort Ewell, sobre el San Roque Creek, y a unos 19 km al oeste de la actual Cotulla [La Salle County, Texas] encontró su  campamento. Los lipanes se acercaron a los texanos desde el arroyo, abriendo fuego con rifles, flechas y un seis tiros [revólver]. Desde unos 70 metros de distancia, Shaw y sus hombres respondieron con sus rifles, cargando después. Los lipanes se alejaron del arroyo, siendo alcanzados por los texanos a caballo, quienes mataron a nueve e hirieron a 11, logrando escapar solo uno. También capturaron 23 caballos y mulas, más sillas de montar, bridas, y armas. Los texanos no tuvieron bajas). 

* Durante el otoño de 1852, Mangas Coloradas está en las Burro Mountains (Grant County, New Mexico) y Mogollon Mountains (Catron & Grant Counties, New Mexico) recolectando piñones, bellotas y nueces, yendo también a Socorro y a Lemitar (Socorro County, New Mexico) para comerciar, diciendo a los ciudadanos de la zona que él cooperará para recuperar todo ganado que se lleven los apaches. (Mangas Coloradas se había distanciado de su antiguo aliado, Delgadito, el único líder chihenne que había rechazado el tratado firmado recientemente por el resto de jefes. El 22 de septiembre, Delgadito, al frente de 45 apaches, había robado 132 cabezas de ganado y cuatro caballos pertenecientes a Alexander Degas, cerca de Doña Ana [Doña Ana County, New Mexico].

*  El 6 de noviembre de 1852, el nuevo Agente Indio, Edward H. Wingfield, sale de Santa Fe (Santa Fe County, New Mexico) camino de Fort Webster ([Grant County, New Mexico]. Pasó siete días en Fort Conrad [Socorro County, New Mexico], donde inesperadamente se encontró con Itán y otros tres apaches. Wingfield le dijo que quería reunirse con los líderes chihennes en Fort Webster. Itán prometió traer a su gente en unos 20 días y envías mensajeros a Mangas Coloradas y Ponce, quienes aparentemente habían establecido sus campamentos de invierno en sus territorios locales.

Después de dejar Fort Conrad, Wingfield se topó con una expedición mexicana de unos 100 hombres, probablemente un destacamento del Paso del Norte [Ciudad Juárez, Chihuahua] mandado por Mariano Varelo, a unos 32 km al sur de Fort Webster. El gobernador Ángel Trías había ordenado a Varelo cazar apaches de acuerdo a la nueva política militarista de Chihuahua. A Wingfield no le gustó su actitud, de aspecto sospechoso diría, sintiéndose aliviado cuando regresaron a México sin molestar ni a los apaches ni a los ciudadanos del sur de New Mexico. Finalmente, llegó a Fort Webster el 7 de diciembre, donde encontró a la mitad de los soldados alojados en tiendas, mientras el resto estaba en edificios hechos de troncos y barro. Al mando estaba el capitán Enoch Steen, que había reemplazado al comandante Morris.

El 7 de enero de 1853, Ponce y Negrito llegaron expresando sus deseos de vivir en paz. Dijeron que vendrían en 20 días con sus seguidores, pero no mencionaron a Mangas Coloradas, quien había ido al territorio chokonen para su incursión anual de invierno contra Sonora).

1853

* A principios de 1853, se forma en San Diego (San Diego County, California) un grupo de 10 hombres para explorar zonas de Arizona, para localizar minas de oro y plata. (John Carey Cremony, que trabajó en la Comisión Fronteriza mexicano-estadounidense, comentó en su libro “Life Among the Apaches” que fue contratado como intérprete y guía del grupo con un salario de 500 $ al mes, y añade: “… Estábamos expuestos a las visitas de los Tonto Apaches, que habitan el lado norte del río Gila, desde el Antelope Peak [Pinal County, Arizona] a los poblados pimas.

Nuestro grupo estaba bien armado, con dos revólveres cada uno, un buen rifle y un cuchillo de grandes dimensiones, sintiéndonos igual a un número de indios cuatro o cinco veces al nuestro en lucha abierta, pero también éramos conscientes de que era necesaria la mayor precaución posible. Una parte del camino está cubierto por una capa de fino polvo de 10 o 12 cm, que contiene abundante álcali. Las ruedas levantan nubes de polvo por encima de la cabeza, y envuelve a un grupo de hombres a caballo, evitando que se reconozcan entre sí a un metro de distancia. En algunos lugares, el camino pasa por el centro de una extensa llanura, incapaz de esconder a una liebre. Habíamos llegado a una de las abiertas llanuras, envolviéndonos en una nube de polvo tan densa que impedía la visión de todos, excepto de los dos que iban delante. Uno o dos intentaron cabalgar, por un lado del camino, pero las terribles espinas de los cactus y las hojas puntiagudas de la yuca pinchona o bayoneta española, pronto cubrieron las patas de sus caballos de sangre, y cojeando los pobres animales, les llevó a reanudar el camino polvoriento. Nadie esperaba un ataque en tan abierto, expuesto y desprotegido lugar, sin embargo, los apaches lo eligieron para tal fin. Sabían que estaríamos en guardia al pasar por un desfiladero, un espeso bosque, o un cañón rocoso; y también pensaron que podíamos estar menos atentos al cruzar una llanura abierta. Ellos conocían bien el carácter polvoriento del camino y confiaron en ello para ocultar su presencia, ocultándose cerca de su extremo sur, a la espera de nuestra llegada.

En cierto lugar, donde una o dos docenas de árboles de yuca elevan sus hojas afiladas sobre cuatro pies por encima suelo, y mientras estábamos envueltos en una nube de polvo, una fuerte descarga cayó sobre nosotros desde una distancia de unos 18 metros. Siempre me ha sorprendido que nadie de nuestro grupo resultara muerto o herido en esa descarga; pero perdimos dos mulas y tres caballos. El denso polvo impidió a los apaches apuntar y dispararon demasiado bajo. No era el momento de dudar y dando la orden, desmontamos y luchamos a pie. No podíamos distinguir nada; hacíamos disparo tras disparo en dirección de los salvajes; primero veíamos un cuerpo oscuro y hacia  allí disparábamos. Cada uno se tiró al suelo; pero apenas sabíamos dónde estaban nuestros compañeros. Fue principalmente una pelea en la que cada uno estaba en ‘su propia emboscada’.

Mientras estábamos postrados, el polvo se asentó un poco, viendo un poco al enemigo, cuando John Wollaston gritó ‘muchachos, están corriendo’. Cada uno se levantó al oírlo, produciéndose una competición mano a mano con los mencionados granujas. Fue en ese momento que nuestros revólveres se pusieron a trabajar, como se demostró después. De nuevo, el polvo se levantó en cegadoras nubes, subiendo por los pies de los contendientes. Nos pusimos de pie con tantas posibilidades de ser alcanzados entre nosotros mismos como por ellos. El traqueteo rápido de los revólveres se escuchó por todos lados, pero los autores en esa mortal labor eran invisibles. La última carga de mi segundo revólver se había agotado; mi gran cuchillo se perdió en el espesor del polvo del camino, y la única arma que me quedaba era una pequeña daga de doble filo, fuerte pero afilada, con una empuñadura de hueso de ballena, con una hoja de cerca de 10 cm de largo. Estaba volviendo a cargar un revólver de seis tiros, cuando un robusto y atlético apache, mucho más pesado que yo, se puso delante de mí, a no más de un metro. Estaba desnudo con la única excepción de un paño para cubrirle sus partes, y su cuerpo estaba aceitado de pies a cabeza. Yo vestía una cazadora de color verde, con bordes negros, un par de pantalones verdes, adornados con ribetes negros, y un sombrero de fieltro de ala ancha verde. Nada más verme, avanzó hacia mí con un cuchillo largo y afilado, con el que se abalanzó sobre mi pecho. Aguanté el ataque deteniendo su muñeca derecha con mi mano izquierda, al mismo tiempo que dirigía mi pequeña daga hacia su abdomen. Él cogió mi muñeca derecha con su mano izquierda y, durante un par de segundos en esa posición, estuvimos cada uno, con mi mano izquierda sosteniendo su derecha por encima de mi cabeza, y su izquierda sujetando mi derecha a la altura de su cuerpo. Sintiendo que estaba untado de grasa y que yo no podía esperar, le lancé una rápida y violenta patada con el pie derecho que lo tiró a tierra, pero en la caída se agarró y me tiró con él. En un momento, se puso encima y se plantó con firmeza sobre mí, con la rodilla derecha sobre mi brazo izquierdo, inmovilizándolo, y su brazo izquierdo sujetando mi derecho sobre el suelo, mientras que su brazo derecho estaba libre. Estaba completamente a su merced. Su fuerza y peso eran mayores que los míos. Su triunfo y alegría se reflejaron en sus brillantes ojos negros, y exteriorizó su placer salvaje. Sosteniéndome hacia abajo con las garras de un gigante contra el cual, todo mi esfuerzo eran totalmente en vano, levantó en alto su cuchillo largo y afilado, y dijo: ‘Pindah lickoyee das-ay-go, dee-dah, tatsan’, que significa, ‘el hombre de ojos blancos, pronto morirá’. Sentí que me mataba y, en ese momento espantoso, hice un elogio apresurado de mi alma al Benefactor, pero mezclándolo con un ardid para salir de mi situación, si era posible.

Expresar las sensaciones que experimenté en ese momento no se puede hacer por escrito. Mi errática e inútil vida pasó revista ante mí en un momento. Viví más en ese minuto de nuestra lucha a muerte que lo que había hecho en años y, como estaba totalmente impotente, me di por perdido víctima de la ferocidad apache. Sus ojos inyectados en sangre brillaban sobre mí con intenso deleite, y parecía retrasar el golpe mortal con el propósito de alegrar su corazón ante mi miedo y atroz tortura. Todo eso ocurrió en menos de medio minuto, pero a mí me parecieron horas. De pronto, levantó su brazo derecho para la estocada final. Vi el descenso del arma mortal, y sabía con qué fuerza venía.

El amor a la vida es un fuerte sentimiento siempre; pero  morir como un cerdo, por un apache, me parecía terrible y denigrante. El cuchillo venía, contra mi garganta, como objetivo, y por su posición sobre mi cuerpo era la parte más expuesta a su ataque. Al instante giré la cabeza y el cuello a un lado para evitar el golpe y prolongar mi vida todo lo posible. El afilado cuchillo pasó peligrosamente cerca de la garganta y se enterró profundamente en el blando suelo, traspasando mi negra corbata de seda, mientras que su pulgar derecho quedó cerca de mi boca, quedando atrapado rápidamente entre mis dientes. Tenía miedo de que pudiese sacarlo, pero mi vida dependía de lo contrario. Viendo que no podía, quitó su mano izquierda de mi brazo derecho para apoderarse de su cuchillo, pero el cambio, hecho bajo un fuerte dolor, invirtió el estado de las cosas. Antes de que mi antagonista pudiera sacar su arma profundamente enterrada con su mano izquierda, y al mismo tiempo que el pulgar de su derecha estaba firmemente sujeto entre mis dientes, di la vuelta a su cuerpo y hundí mi fuerte y afilada daga dos veces entre sus costillas, justo debajo de su brazo izquierdo, al mismo tiempo que hacía otro supremo esfuerzo para apartarme de su peso. Lo conseguí y, en unos momentos, tuve la satisfacción de ver a mi enemigo jadeando bajo mis repetidas acometidas. La palabra no expresaría mis sensaciones durante esa contienda mortal, y no lo voy a hacer.

Casi al mismo tiempo terminó la lucha con la derrota de los agresores, que tuvieron 10 muertos y varios heridos, aunque no supimos cuántos. Por nuestra parte, perdimos un solo hombre, James Kendick, y tres heridos, John Wollaston, John H. Marble y Theodore Houston. Los dos últimos murieron de sus heridas poco después de llegar a Tucson, aunque recibieron los mejores cuidados y la atención del noble caballero, Juan Fernández, y su amable familia. Este triste resultado disolvió el grupo, y volví a San Diego poco después con un grupo de inmigrantes que iban a California.

Esa vez fue una de las pocas ocasiones en que los apaches atacaron valientemente a viajeros sin tener la esperanza de obtener un gran botín y perdiendo muchas vidas en la lucha. Probablemente, fueron empujados a atacar por sorpresa por su espíritu audaz, planeándolo y confiando en tener éxito en su imprevista y característica naturaleza. Estábamos precisamente en una parte del territorio que no ofrece ninguna cubierta ostensible y, por lo tanto, nos volvimos menos cautelosos. Conocían las características del camino y el carácter cegador y la cantidad del polvo. Ellos dependían de los primeros disparos para matar a la mayoría de nuestro grupo y producir el pánico entre los supervivientes. Contaban con la sorpresa y una fácil victoria, y esperaban apoderarse de nuestros caballos, mulas, armas y provisiones. Lo habían planeado así y actuaron valientemente, pero se vieron frustrados, aunque los resultados fueron más tristes para nuestra pequeña empresa, ya que alteraron por completo nuestras originales intenciones por la muerte de Theodore Houston, capitalista y fundador de la expedición. 

Con ese suceso aprendí otro aspecto del personaje apache que nunca antes había visto. Resultó que son capaces de audaces y peligrosos compromisos bajo circunstancias muy adversas, o cuando las posibilidades están parejas; pero eso rara vez ocurre, ya que casi siempre tienen la oportunidad de examinar a las personas o grupos que entran en las zonas habitadas por ellos, y planean todo aprovechando todas las ventajas  posibilitando el perder los menos hombres posibles”).  

* En febrero de 1853, dos grandes bandas de apaches incursionan por Sonora. (A principios de año, el jefe chihenne Mangas Coloradas había ido al territorio chokonen a reclutar guerreros para incursionar por Sonora. En enero, el capitán Eusebio Gil Samaniego, al frente de un destacamento de Sonora, había matado a cinco chiricahuas en la Sierra Larga [?], en el nordeste de Sonora, y peleó, a mediados de febrero, con los líderes chokonen Trigueño, Carro y Yaqui, en la Sierra de Teras [municipio de Agua Prieta, Sonora].

El 19 de febrero, una banda apache atacó un rancho en el distrito de Sahuaripa [Sonora], robando muchas mulas y caballos. Ese mismo día, otra banda atacó Milpillas, una hacienda cerca de Bacanora [Sonora], matando a nueve personas y robando todo el ganado.

Una semana más tarde, otra banda apache de unos 70 guerreros, asaltó un rancho cerca de Tonichi [municipio de Soyopa], matando a cinco personas y capturando a varios más. Los chiricahuas continuaron incursionando durante el mes de marzo, atacando ranchos y viajeros en varios lugares de los distritos de Arizpe, Bavispe y Sahuaripa. A final de mes, los diferentes grupos se dirigieron al norte, donde se juntaron en la Sierra de Teras [municipio de Agua Prieta, Sonora].

Mientras Mangas Coloradas incursionaba por Sonora, mantenía a su gente en paz en New Mexico, a pesar de que unos pocos chihennes habían cometido allí pequeños robos. El 8 de enero, unos pocos jóvenes guerreros del grupo de Ponce, robaron algo de ganado de un corral en Los Lunas [Valencia County, New Mexico], situado en la orilla occidental del Río Grande. El capitán Richard Stoddert Ewell, con 30 hombres y unos pocos mexicanos, les persiguió. Los apaches fueron en línea recta al sur, hacia La Mesilla [Doña Ana County, New Mexico] pero antes de llegar giraron al oeste y se internaron en las Mimbres Mountains [Grant & Sierra Counties, New Mexico]. Ewell detuvo su persecución porque sabía lo que Mangas Coloradas había dicho: “Recuperaría lo robado en caso de que él lo supiera”. Además, los apaches habían cometido el robo para comer. Ewell sabía la diferencia entre guerra e incursión.

Unas pocas semanas más tarde, unos apaches se llevaron algo de ganado de San Antonito [Bernalillo County, New Mexico] al sur de Socorro. El capitán William Steele les siguió hasta el río Mimbres, donde sorprendió su campamento, matando a uno e hiriendo a otros dos, antes de destruir la ranchería de 17 wickiups. Entre los heridos estaba Ponce, según oyó más tarde el soldado Matson en Fort Fillmore [Doña Ana County, New Mexico]. Poco después, parientes y amigos de los chihennes muertos atacaron el correo cerca de Fort Webster, matando a dos soldados y llevándose sus mulas y caballos.

A mediados de febrero, varios chihennes llegaron a Fort Webster para hablar con el capitán Enoch Steen y el agente Edward H. Wingfield, expresando su pesar por las recientes incursiones, prometiendo no hacer ninguna más.

El 31 de marzo, William Carr Lane, gobernador del Territorio de New Mexico, llegó a Doña Ana [Doña Ana County, New Mexico] esperando reunirse con los apaches mescaleros, pero estos no aparecieron porque a primeros de febrero, unos guardias de La Mesilla [todavía pertenecía a México] habían matado a 14 o 15 mescaleros cerca de Doña Ana. Los mescaleros habían ido pacíficamente, pero los mexicanos, sin otra razón aparente que no fuera su odio hacia los apaches, los mataron. [La Mesilla, en Estados Unidos, Gadsden Purchase, es una región de 76.845 km² del actual sur de Arizona y el suroeste de  New Mexico, comprada a México por los Estados Unidos mediante un tratado firmado el 24 de junio de 1853 por el presidente estadounidense Franklin Pierce y el 30 de diciembre de 1853 por el presidente mexicano Antonio López de Santa Ana, siendo ratificado por el Senado de los Estados Unidos el 25 de abril de 1854].

Los chihennes de Ponce y de Cuchillo Negro habían tenido anteriormente buenas relaciones con los mescaleros, pero el mes de octubre último, el coronel Dixon Stansbury Miles, comandante de Fort Fillmore [Doña Ana County, New Mexico] había informado de una disputa entre ellos. Según Miles, los mescaleros tenían miedo de los chihennes porque estos habían matado recientemente a uno de sus jefes.

Cuando Lane se fue de Doña Ana para ir a Fort Webster, dejó para los mescaleros, por si aparecían, mantas, tabaco y maíz, al cuidado de José Pablo Melendres, alcalde de esa localidad.

Lane llegó a Fort Webster el 2 de abril, negociando hasta el día 6, con varios jefes apaches [había unos 300 chihennes], a los que explicó cuidadosamente los artículos del pacto, dando “medallas y emblemas que realzaran su autoridad” a José Nuevo y a Cuchillo Negro, dejando una al agente Wingfield para Ponce, que llegaría el 7 de abril. Ese día, Lane escribió en su diario: “El tratado o convenio firmado con los mimbreños o apaches del Gila, mediante el cual están de acuerdo en volverse estacionarios, a dejar de vivir del saqueo…”.

Los seis líderes que firmaron el acuerdo fueron Ponce, Cuchillo Negro, José Nuevo, Veinte Reales, Riñón [posiblemente un hijo de Cuchillo Negro], y Carrocero [también llamado Corrosero]. Otros apaches presentes eran Josecito [hermano de José Nuevo], Sargento [chihenne?, conocido en el río Mimbres desde 1843] y Largos [chihenne?].

El tratado invitaba a Mangas Coloradas, Victorio, Itán [a veces llamado Gitane y Llatana], Delgadito, Láceris, Placero, y Tusho [Losho o el que en el futuro sería conocido como Loco?] que no estaban presentes, a firmar el acuerdo. Algunos de estos jefes estaban en el río Gila recolectando mescal mientras Mangas Coloradas estaba incursionando por Sonora con los chokonen, no viniendo hasta el 18 de mayo para dar su aprobación al acuerdo.

Dos días después de firmar el tratado, Lane y su escolta, acompañado por el capitán Steen y 16 Dragones, fueron a examinar la zona de Santa Lucía Springs y el río Gila, estimando que los apaches de esas zonas sumaban unas 1.000 almas, concluyendo que ese era un buen lugar para establecer una reserva para ellos.

Volvieron a Fort Webster el 17 de abril, reuniéndose otra vez con los jefes chihennes, saliendo al día siguiente para el Río Grande. Washington finalmente rechazaría este tratado el 15 de junio, aunque ese intento marcó el comienzo de una nueva fase de contactos entre los apaches y los estadounidenses).

* A primeros de abril de 1853, un incidente llevó a Mangas Coloradas a entablar contacto con dos viejos enemigos, José María Elías González e Ignacio Pesqueira. (A mediados de marzo, una banda apache había robado 25 burros y dos caballos en Bacanuchi [municipio de Arizpe, Sonora], a 16 km al oeste de Bacoachi. Al día siguiente, el joven de 22 años, Abundio Elías González [sobrino de José María], reunió un grupo de 22 hombres y siguió el rastro durante cuatro días sin poder alcanzarlos. La tarde del 3 de abril, los apaches regresaron inesperadamente robando todas las mulas del lugar. De nuevo, Abundio Elías reunió otro grupo de 18 hombres para seguir el rastro. Poco después, salieron otros nueve hombres para unirse a Elías. Antes de juntarse, el grupo de Elías alcanzó a los apaches, ordenando este cargar, ante el espanto de sus hombres. Durante el enfrentamiento, Abundio Elías descubrió que sus hombres le habían abandonado. Los apaches mataron a un hombre, hirieron a otros tres, y capturaron a Abundio Elías.

Su captura recibió inmediatamente la atención en todo el Estado. El prefecto de Arizpe envió tropas a buscar el rastro, el cual prefería ir hacia Fronteras. El gobernador de Sonora, Manuel María Gándara, envió 30 soldados al mando del capitán Ignacio Pesqueira, quien fue a Banamichi [municipio de Banamichi, Sonora] donde recibió el refuerzo de otros 50 soldados. El 12 de abril iba a salir para Fronteras cuando, esa misma mañana, los apaches robaron algunos de sus caballos, retardando su salida. Pidió a Elías González, que estaba en Bacoachi, que le enviase todas las mulas y burros disponibles.

El 13 de abril, Pesqueira llegó a Turicachi [municipio de Fronteras, Sonora], viendo el rastro de un gran grupo de apaches. Pesqueira envió un correo a Fronteras para dar el aviso, pero era demasiado tarde. Mangas Coloradas había decidido atacar Fronteras antes de volver a Arizona y New Mexico. Los grupos incursores se habían reunido al sur de la localidad.

A las 10:00 horas del 12 de abril, unos 300 apaches asaltaron el presidio por el sur. Mataron a cinco muchachos que estaban cuidando unos rebaños de ovejas, llevándose la mayoría de bueyes, caballos y mulas. El capitán Mendoza les persiguió con 25 hombres, alcanzando al final del día la retaguardia de Mangas Coloradas, entablándose un fuerte enfrentamiento en el que murieron cuatro soldados y dos resultaron heridos. Según el informe de Mendoza, los apaches tuvieron ocho muertos y varios heridos, llevándose los cuerpos con ellos. Un mes más tarde, Mangas Coloradas diría al capitán Enoch Steen que él había perdido tres guerreros, pero bien pudo haberse referido a sus bedonkohes y chihennes, no mencionando las bajas chokonen].

En cuanto a Abundio Elías, probablemente había revelado su identidad a sus captores ante la posibilidad de ser intercambiado por cautivos apaches. Seguramente no pensó que su tío, José María Elías González, era uno de los mexicanos más odiados por los apaches, ya que los había combatido durante al menos una década. El cuerpo de Abundio Elías nunca fue encontrado, sufriendo, quizás, una larga tortura antes de morir, como solían hacer con los prisioneros mexicanos.

Mientras, Pesqueira llegó a Fronteras donde, inexplicablemente, estuvo una semana. Salió el 24 de abril para explorar las Chiricahua Mountains [Cochise County, Arizona]. El 1 de mayo, sus hombres capturaron a un apache que estaba observándoles. Pesqueira le interrogó admitiendo que su poblado estaba a pocos kilómetros del campamento mexicano. Enseguida preparó un destacamento de hombres al mando de Rafael Ángel Corella [teniente herido en el “Pozo Hediondo”]. Cuando se aproximaron al campamento, el apache gritó para advertir a su gente, dándoles la oportunidad de escapar. Después de ver señales de humo por todos los lados, Pesqueira decidió suspender la campaña y volver a Fronteras.

Pesqueira no se dio cuenta de que estaba en medio de varios cientos de apaches dirigidos por el mismo Mangas Coloradas. Era el 1 de mayo, cuando él y su banda, con sus mujeres y niños, había acampado en la cara este de las Chiricahua Mountains, entre Apache Pass y Cave Creek, estando recolectando mescal, esperando que sus hombres volvieran de la incursión por Sonora.

A las 18:00 horas de ese día, un centinela de Pesqueira dio aviso de que veía a dos apaches con pañuelos blancos a corta distancia del campamento. Pesqueira hizo lo mismo con la esperanza de rescatar a Abundio Elías y a otros cautivos que pudieran tener. Envió a Loreto Surdo, un ciudadano de Fronteras, para preguntar a los apaches qué es lo que querían y proponerles un cambio de cautivos. Uno de los apaches era Mangas Coloradas, el cual accedió a un intercambio. Mangas Coloradas envió a Surdo para que preguntara a Pesqueira cuándo y dónde iba a tener lugar el intercambio. Pesqueira respondió: “Fronteras, en ocho días”. Mangas Coloradas se negó diciendo que era poco tiempo, que necesitaba 20 días.

La oferta de Mangas Coloradas no era sincera. Pesqueira volvió a Fronteras, mientras sus hombres dispararon y mataron al prisionero apache “cuando intentaba escapar”, una frase muchas veces utilizada. Una vez allí, esperó la llegada de Mangas Coloradas, pero este nunca tuvo intención de ir, ya que siempre dudó de la sinceridad de los dirigentes de Sonora, por lo que levantó su campamento durante la noche, yendo a New Mexico con sus caballos y mulas cargados con el botín conseguido en Sonora y con el mescal recién cosechado, en compañía de varios chokonen.

Mientras todo esto pasaba, el Agente Indio en Fort Webster, Edward H. Wingfield, esperaba la llegada de Mangas Coloradas. El 17 de abril, notificó a William Carr Lane, gobernador de New Mexico, que estaba preparado para dar raciones a 300 chihennes, cantidad que se iba a incrementar cuando Mangas Coloradas, Delgadito e Itán llegaran de su incursión por Sonora. El 27 de abril, Wingfield dijo a Lane que los chihennes habían comenzado a cultivar sus campos cerca del fuerte. Según el capitán Steen habían plantado 20 hectáreas de maíz, calabazas y melones. Cuando Wingfield estaba escribiendo su informe, llegaron dos mujeres de la banda de Mangas Coloradas. Ellas pudieron haber salido una semana antes de la reunión entre Mangas Coloradas y Pesqueira, ya que ellas llegaron el 2 de mayo. Dijeron que el jefe chihenne “estaba contento de oír que todos los apaches del río Mimbres estaban en paz plantando maíz”. Ellas no dijeron nada del enfrentamiento de los chiricahuas en Fronteras, pero sí que los mexicanos habían atacado a una banda apache cerca de la Laguna de Guzmán. Se referían al ataque del capitán Baltasar Padilla, el 26 de abril, a la banda de Poncito [hermano de Ponce] cerca de las Florida Mountains [Luna County, New Mexico]. A los 69 soldados mexicanos les guiaban dos apaches, uno era Gervasio Compá, un hijo de Juan José Compá. Descubrieron a los apaches recogiendo mescal, les atacaron y mataron a un hombre [un pariente de Poncito] y capturaron a una mujer joven. El destacamento de Padilla quemó las wickiups y se llevaron 25 caballos. Los supervivientes escaparon a pie a Fort Webster llegando casi desnudos y muertos de hambre.

Mangas Coloradas llegó a Fort Webster el 18 de mayo, reuniéndose con Wingfield y Steen. Wingfield escribió al gobernador Lane, diciendo: “Mangas Coloradas llegó hoy. Le aseguro que es un noble espécimen del género humano. Él se acerca más al ideal poético de un jefe, igual que Homero describió en su Ilíada, de cualquier persona que yo haya visto antes. Ningún señor feudal en los miserables días de la caballería tuvo alguna vez a sus vasallos mejor sometidos. Sus modales son austeros, dignos y reservados, raramente habla, pero cuando lo hace, va al grano y con gran sentido. Yo puedo asegurar que él es un líder entre los apaches. Los indios van a celebrar un consejo esta noche y el resultado nos lo harán saber mañana”. Al día siguiente, Mangas Coloradas y varios jefes se reunieron con Wingfield y Steen aceptando los artículos del tratado.

Solo una semana después, el 25 de mayo, el tratado se puso a prueba. Un jefe chihenne llamado Losio o Losho [Loco?], miembro del grupo de Ponce, llegó a Fort Webster con cuatro niñas mexicanas cautivas, de seis a 11 años, sin duda esperando que los estadounidenses ofrecieran un rescate. Pero el capitán Steen liberó a las niñas sin dar a Losho nada más que sus raciones. Al irse, los chihennes se mostraron tremendamente enfadados.

Otro problema fue la repentina llegada de unos 200 chiricahuas, probablemente bedonkohes, aunque también podrían ser chokonen, quienes nunca habían estado antes en la Agencia. A pesar de estar lejos de su territorio, buscaban raciones. Su llegada alarmó a Steen, quien pensaba que podrían causar problemas.

* A finales de mayo de 1853, Josecito y un pequeño grupo de apaches mescaleros Sierra Blanca entraron en Santa Fe (Santa Fe County, New Mexico) para seguir en contacto con los estadounidenses. (Dijeron que estaban teniendo suerte con sus cosechas, y todavía esperaban que construyeran una instalación militar en su sierra para protegerlos).

* A primeros de junio de 1853, la banda de Delgadito llega a Fort Webster (Grant County, New Mexico) de su incursión por México. (Delgadito ignoró al agente Wingfield, rechazando toda relación con los estadounidenses, intentando permanecer a distancia del hombre blanco. Su banda contenía muchos guerreros jóvenes que habían desertado de las bandas de Itán, Ponce y Cuchillo Negro después de que estos hicieran la paz con los estadounidenses.  El soldado Matson reflejó en su diario que Steen había hecho una campaña contra la banda de Delgadito, cerca de las Mimbres Mountains [Grant & Sierra Counties, New Mexico], matando al menos a dos guerreros e hiriendo a varios más.

El 3 de junio, el Dr. Michael Steck, que era agente de los utes y los apaches jicarillas en Taos [Taos County, New Mexico], fue nombrado agente de los apaches mescaleros y los apaches del Gila en Fort Webster, sustituyendo a Wingfield. Mangas Coloradas y sus subjefes, Delgadito, Cuchillo Negro, Ponce e Itán estaban envejeciendo por lo que su mundo, necesariamente, iba a cambiar. 

Steck llegó a Fort Webster el 8 de julio de 1853, donde informó de las condiciones en que se encontraban los apaches. A principios de agosto, Steck recorrió las rancherías apaches a lo largo del río Mimbres, constatando que cada hombre tenía de dos a cinco esposas y que un hombre podía tener  de 10 a 15 personas bajo su dependencia. Declaró que la invasión de los blancos y la guerra con México habían reducido la población apache y que el gobierno tenía dos opciones, alimentarlos o exterminarlos. Esta última fue la decisión de David Meriwether, gobernador de New Mexico que, aunque los que vivían en las White Mountains parecía que habían hecho todo lo posible por vivir en paz, en agosto lanzó una serie de campañas contra los apaches mescaleros, la mayoría de las cuales discurrieron por las zonas más al sur de New Mexico).

* En junio de 1853, dos bandas chokonen incursionan por Sonora. (Una estaba liderada por Posito Moraga y Trigueño; y la otra por Carro, Casimiro y Yaqui [Yaque]. La primera incursionó a lo largo del río Sonora, mientras la segunda atacó la pequeña población de Granados. Una mañana de junio, 40 ciudadanos de Granados dejaron sus casas para trabajar en sus campos cuando los chiricahuas les atacaron desde varias direcciones, matando a nueve de ellos [cinco hombres y cuatro niños] y capturando una mujer y dos niños. Después los chiricahuas se dirigieron a Tepache, donde se llevaron varias mulas y bueyes. Durante las siguientes tres semanas aterrorizaron los asentamientos situados a lo largo de las faldas occidentales de la Sierra Madre. Finalmente, las dos bandas se unieron en Tecoripa [municipio de La Colorada, Sonora], a 128 km al sureste de Ures, derrotando a un destacamento de 20 soldados nacionales, matando a cuatro [entre ellos a un capitán]. Al día siguiente, a 5 km al norte de Cumuripa [municipio de Cajeme, Sonora], unos 200 apaches destrozaron la Hacienda de Cieneguita, matando a 12 personas, hiriendo a dos y capturando a uno. Uno de los heridos, José Vega, contó al capitán Pascual Cota, de la Guardia Nacional de Cumuripa, lo ocurrido, por lo que salió al frente de un asustado grupo al lugar de los hechos. Los hombres, horrorizados al ver la escena, se negaron a seguir a los chiricahuas).

* A primeros de agosto de 1853, el capitán mexicano Eusebio Gil Samaniego captura ceca de Batepito (municipio de Bavispe, Sonora) a un muchacho de 16 años, hijo de un líder chokonen llamado Pascualito. (Samaniego llevaba de guía al sargento apache Mariano Arista. Pascualito, acompañado por dos importantes líderes chokonen, Carro y Yaqui [Yaque] intentó organizar un intercambio de cautivos.

Los apaches tenían gran recelo en acercarse a Samaniego, quien por entonces era su principal adversario en el nordeste de Sonora. El hijo de Pascualito informó que los chokonen estaban con Mangas Coloradas y que muchos de los apaches que tenían sus rancherías junto al río Mimbres tenían muchos mexicanos cautivos. Estimaciones mexicanas decían que los apaches tenían en su poder de 50 a 70 mexicanos cautivos.

Samaniego informó al gobernador de Sonora, Manuel Gándara, quien se enfureció por la actitud estadounidense. Gándara escribió al gobierno central en Ciudad de México para que realizase una protesta oficial ante el gobierno estadounidense por entender que hacían una labor de “protección” de los apaches en el país vecino. Gándara sugirió que el gobernador de Chihuahua, Ángel Trías, hiciese una investigación debido a su cercanía a New Mexico, o que el gobierno mexicano enviase una comisión secreta para investigar sobre el terreno la postura de las autoridades estadounidenses.

México planteó el problema a James Gadsden, que estaba en Ciudad de México negociando con Santa Anna la compra de todo el territorio mexicano que este estuviese dispuesto a vender. Gadsden escribió cuatro cartas en dos semanas al coronel John Garland, nuevo comandante militar de New Mexico, para que los oficiales de Fort Webster comprasen a los apaches los prisioneros mexicanos que estuviesen en su poder.

Garland escribió a Gadsden el 25 de diciembre que, durante una visita a Fort Webster dos meses antes, había visto a varios cautivos mexicanos en poder de los apaches liberados a la fuerza por los oficiales estadounidenses, sin recurrir a la compra. La única excepción fue la compra a los apaches de dos cautivos por parte del comerciante Esteban Ochoa [nacido en Chihuahua, tenía buenas relaciones con los chihennes y en 1864 fundaría en Tucson la empresa “Tully, Ochoa & Co.”]. Ochoa lo hizo a petición del responsable de la Agencia, James Smith, después de que el gobernador de New Mexico, David Meriwether, se negara con el argumento de que incitaría a los apaches a capturar a mucha más gente.

El soldado Sylvester W. Matson, destinado en Fort Webster, reflejó en su diario el 8 de julio de 1853: “La mujer del hijo de Ponce, una ‘mujer-medicina’, es una mexicana capturada siete años antes. Su padre está aquí reclamándola. Fue capturado a la vez que ella. Aún tiene las cicatrices de los cuchillos de los indios que le torturaron. Su destino era la hoguera, pero escapó. Hasta ahora nunca tuvo noticias de su hija. El comandante Steen ordenó a Ponce que la trajera o luchara, diciéndole que entraríamos en su campamento y se la quitaríamos. Los apaches la trajeron”.

Los apaches comprendieron que no podían llevar sus cautivos con ellos cuando iban a los puestos a comerciar o a recibir sus raciones. También los llevaban lejos cuando los estadounidenses visitaban sus rancherías).

* El 21 de agosto de 1853, dos grupos chihennes dependiendo de Cuchillo Negro y Josecito llegaron a La Mesilla (Doña Ana County, New Mexico) solicitando un tratado para comerciar con los ciudadanos de la población. (Dijeron que habían venido desde Fort Webster [Grant County, New Mexico] y que iban a permanecer allí 10 días. El alcalde Domingo Cubero se negó, informando que multaría a cualquier individuo con 25 pesos por violar la ley que prohibía vender licor a los apaches. Pocos días después volvieron los chihennes, siendo rechazados de nuevo por Cubero. Finalmente, el 24 de agosto, Cuchillo Negro cruzó el Río Grande con Francis Fletcher [un intérprete que había vivido varios años con los coyoteros White Mountain] jurando que habían venido en paz, deseando solo comerciar amistosamente. Por tercera vez, Cubero los rechazó. Sin embargo, Fletcher, que se suponía que estaba enseñando a los apaches cómo cultivar, no tenía ningún problema en comerciar por ellos. Al cambiar las mulas de los apaches, consiguió whiskey para un guerrero llamado Ratón, un miembro de la banda de Delgadito. Ratón rápidamente se emborrachó, matando a sus dos esposas y a su cuñado. [Había dos apaches llamados Ratón. Uno era miembro de los chihennes de Delgadito y otro, aparentemente, un miembro de los nednais de Láceris]. Este, junto a Costales, estaba en una misión para el agente Steck cuando les mataron los mexicanos mientras dormían, aplastando sus cráneos y cortando sus gargantas, a finales de diciembre de 1856, en San Diego Crossing, sobre el Río Grande, a unos 16 km al sur de Fort Thorn [Doña Ana County, New Mexico].

Mientras, el 26 de agosto, llegaba a Fort Webster, James Smith, el nuevo Agente Indio. Pocos días después de su llegada, se reunió con Delgadito, “un poderoso hombre y un belicoso líder de gran influencia, superado solo por Mangas Coloradas”. Smith prometió a Delgadito que castigaría a Fletcher. También elaboró un censo de las bandas chiricahuas que vivían en New Mexico: los mimbreños [chihennes], 100 chozas; los mogollones [bedonkohes], 125 chozas; y los apaches del Gila [probablemente la banda de Mangas Coloradas y los chokonen], 150 chozas. Los chiricahuas que vivían en México eran los janeros [un grupo local nednai], 100 chozas; y los carrizaleños [otro grupo nednai], 80 chozas.

Según sus estimaciones, en cada choza había unas cinco personas, con una población total de unos 2.775 individuos en 1853. Según Edwin R. Sweeney, esas estimaciones están un 10 o un 15 % por encima de la realidad. En 1840, las cuatro bandas chiricahuas totalizaban de 2.800 a 3.000 individuos, pero las campañas de James Kirker, José María Elías González, José María Carrasco y Eusebio Gil Samaniego, por fuerza, hicieron disminuir significativamente su número.

Smith diría: “Los indios [chihennes] eran pobres, desdichados y estaban sucios. Viven de la caza cuando pueden, del mescal, de los piñones [nueces], del cedro y otras bayas… Cuando tienen hambre se comen sus propias mulas y caballos, y si no tienen, acuden a los caminos y a los asentamientos para robarlos”.

Llegó a la conclusión de que el gobierno solo tenía dos opciones: alimentarles o exterminarles. No había término medio. Los jefes chihennes pedían raciones de maíz, carne, pólvora y balas, quejándose a Smith de que el gobierno no había cumplido sus obligaciones. No entendían por qué Washington no aprobaba el tratado. Smith contestó que el gobernador de New Mexico, David Meriwether les proporcionaba raciones regularmente a pesar de que seguían realizando incursiones. Smith pensaba que “una pequeña cantidad de dinero evitará esto, pero serán necesarios millones para exterminarlos”.

Durante el verano, nadie supo decir donde estaba Mangas Coloradas, aunque todo el mundo pensaba que estaba en el sur, incursionando por Sonora. Del 10 al 31 de julio, varias partidas chiricahuas habían incursionado por Sonora, matando a 150 personas. Los chokonen estaban involucrados, una banda al mando de Posito Moraga, Trigueño y Teboquita; y otra por Carro y Yaqui [Yaque]. Probablemente, Miguel Narbona, Esquinaline y Cochise formaban la tercera banda, y quizás Mangas Coloradas y algunos bedonkohes iban con ellos.

El periódico oficial del Estado, El Nacional editorializaba así: “… numerosas partidas de indios están recorriendo la parte central de nuestro Estado… Los apaches son un cáncer que amenaza la existencia del Estado. La desesperada lucha nos deja impotentes y sin aliento… No hay remedio; mientras tanto, los salvajes pisotean nuestro país. No tenemos más esperanza que la miseria y la muerte, porque la prosperidad y el progreso son imposibles para la gente que cada día pierde su fortuna y su vida”.

En cualquier caso, el 8 de septiembre, Mangas  Coloradas apareció en Fort Webster. Iba acompañado por Itán y Delgadito para pedir raciones y conocer al nuevo agente. Al no tener más raciones, Smith tuvo que comprar dos reses, y de 50 a 75 fanegas de maíz para calmar a los apaches. Mangas Coloradas impresionó a Smith: “Mangas Coloradas es el jefe principal de todas las tribus y llega aquí desde el Gila con sus guerreros y mujeres para recibir maíz y carne. Él rechazó lo poco que yo le di al principio, tirando una porción de carne, pero luego la cogió y desde entonces se ha portado bien… Es el más digno y noble indio que yo haya visto. Es un hombre de gran figura y gran poder muscular. Dicen que es un hombre honesto y sincero en todo lo que dice, y si se le integra adecuadamente puede controlar a todas las bandas”. 

Ese mismo mes, una gran banda chiricahua se reunió en las Burro Mountains [Gran County, New Mexico] para incursionar por México. Desde entonces no hay ningún registro de la presencia de Mangas Coloradas en la Agencia, ni en Fort Webster [Grant County, New Mexico] ni en la nueva ubicación de Fort Thorn [cerca de la actual Hatch, Doña Ana County, New Mexico] hasta otoño de 1854. Se desconoce el motivo. Quizás no quería recibir las escasas raciones que le ofrecían. Quizás la nueva ubicación de la Agencia le parecía demasiado lejos para tan escasas raciones. O quizás los éxitos de las partidas de guerra chiricahuas durante el verano y otoño de 1853, aumentó su deseo de luchar contra los mexicanos. Cualquiera que fuese la razón, decidió pasar el año 1853 y el siguiente junto a los chokonen. Con su yerno Cochise incursionó a partir de octubre por Sonora. Volvería a New Mexico en el otoño de 1854, después de casi un año de ausencia.

Al regreso de la incursión por Sonora, Mangas Coloradas se encontró con un gran rebaño de 50.000 ovejas camino de California. Uno de los propietarios, Miguel Antonio Otero, quien había conocido a Mangas Coloradas durante el tratado en Ácoma [Cibola County, New Mexico], en julio de 1852, habló con él y con 300 guerreros en Cow Springs [Luna County, New Mexico] en el sudoeste de New Mexico o cerca del río San Pedro [Arizona], en territorio chokonen. Según el Dr. Thomas E. Massie, quien iba con el rebaño, Mangas Coloradas estaba intranquilo y “hambriento” después de que Washington había paralizado su política de racionamiento y por consiguiente hizo una terrible incursión por México. A su regreso con su rico botín fue al campamento de Otero, asegurándole que podía pasar por el territorio sin ser molestado. En Tucson [Pima County, Arizona], Otero se enteró de que Mangas Coloradas acababa de venir de Sonora. Había dicho arrogantemente a los vaqueros de la hacienda del gobernador de Sonora, Manuel María Gándara, en Calabasas [Santa Cruz County, Arizona] que volvieran a poner en orden el ganado cuando regresara para otra incursión).

* El 29 de agosto de 1853, Manuel María Gándara, gobernador del estado de Sonora, comunica a Antonio López de Santa Anna, presidente de la república mexicana: Por declaraciones de un apache hecho […] prisionero, por los informes de varias personas, y por noticias adquiridas de los americanos que pasan de Texas para California, sabe este gobierno que el jefe apache Mangas Coloradas con su ranchería y otros salvajes hasta el número de 600 se han establecido sobre las orillas del río Mimbres, donde nuestro puesto militar guarnecido por fuerzas de los Estados Unidos, que no solo viven en paz con los bárbaros, sino que los protegen, racionándolos y manteniendo con ellos un tráfico […] cuyos objetos de cambio son, por una parte, los ganados de toda especie robados en nuestros campos y por otra las armas y la pólvora suficientes para perpetuar el robo y el asesinato que asolan el territorio de la República. Y no es todo […] los apaches del Mimbres guardan prisioneros como 60 cautivos mexicanos a ciencia y paciencia de la autoridad de los Estados Unidos […] la cual no solo no gestiona la libertad de los prisioneros, sino que permite pasar uno que otro como regalo de los bárbaros a poder de individuos americanos.

* A finales de año de 1853, aunque hay apaches pacíficos que viven en Janos (Chihuahua) no existen registros de si reciben raciones. (De noviembre de 1853 a diciembre de 1856, los censos administrativos en Corralitos [municipio de Nuevo Casas Grandes, Chihuahua] informaron de 15 apaches viviendo en la ranchería del jefe Dos Reales, quien estaba familiarizado con la zona después de haber vivido en el distrito de Janos desde agosto de 1842 hasta octubre de 1843, cuando se fue a Corralitos, recibiendo allí raciones de los mexicanos).

* En diciembre de 1853, el entonces comandante James Henry Carleton lidera una expedición militar de reconocimiento por la zona del Gran Quivira ([Torrance County, New Mexico]. Carleton informaría que un guía de su expedición estuvo cautivo de los apaches mescaleros durante ocho meses, pasados los cuales pudo escapar. El guía proporcionó a Carleton importante información sobre los mescaleros y el número de ellos: Barrancia tenía 19 guerreros; Josecito 9; José Largo 15; La Pluma 13; Negrito 20; Santana 19; y Santos 40. Había otros jefes en las Sacramento Mountains [Otero County, New Mexico] sumando otros 50 entre todos.

Antes de esa información, los estadounidenses conocían la existencia de dos grandes grupos de mescaleros, el primero viviendo al sur de las Sacramento y Guadalupe Mountains [Culberson & Hudspeth Counties, Texas], liderados por Venancio y Mateo; y el otro en las Sierra Blanca Mountains y norte de las Sacramento Mountains, cuyo jefe era Gian-nah-tah más conocido como Cadete. El gobernador de New Mexico, William Carr Lane, estimaba que los mescaleros sumaban 600 en total, mientras Carleton opinaba que eran unos 800).

* El 20 de diciembre de 1853, la guarnición militar abandona Fort Webster (Grant County, New Mexico) y se traslada a Santa Bárbara (cerca de la actual Hatch, Doña Ana County, New Mexico) junto al Río Grande. (Esta nueva instalación se llamaría Fort Thorn, convirtiéndose en sede de la Agencia Apache de Estados Unidos, reemplazando a Fort Webster durante los próximos cinco años, siendo el principal punto de contacto de los estadounidenses con los apaches mimbreños, y de vez en cuando con los chokonen y los Western Apaches más al oeste; y con los apaches mescaleros al este.

Dan L. Thrapp, biógrafo de Victorio, cree que este traslado tuvo profundos efectos en la unidad de los bedonkohes y chihennes. La mitad de los chihennes, esencialmente los grupos de Cuchillo Negro y de Ponce, movieron sus rancherías a la cara este de las Mimbres Mountains [Sierra County, New Mexico] para estar más cerca de la Agencia. Así, estos grupos se separaron de los de Delgadito y de Mangas Coloradas. Delgadito se quedó junto a las Mimbres Mountains la mayor parte del tiempo; Mangas Coloradas, cuando no estaba en territorio chokonen, permaneció en su tradicional feudo de Santa Lucía, con la mitad de los chihennes y bedonkohes).

1854

* A principios de enero de 1854, Mangas Coloradas y Delgadito están con los chokonen en las Chiricahua Mountains (Cochise County, Arizona) planeando atacar asentamientos en Sonora. (Esta información estaba en poder del capitán Eusebio Gil Samaniego, ya que un destacamento de Sonora había capturado a tres apaches [dos mujeres y un anciano llamado Naguile] en la Sierra Pitáicachi [municipio de Agua Prieta, Sonora]. Poco después, Samaniego descubrió una ranchería cerca de Batepito [municipio de Bavispe, Sonora], capturando a otros cinco [una era una hija del líder chokonen Casimiro], y matado a un guerrero llamado Taleluz. Este guerrero, conocido por su bravura, había herido a uno de los soldados de Samaniego antes de caer abatido por varios disparos. Los prisioneros dijeron que iban hacia la Sierra los Pilares de Teras [municipio de Agua Prieta, Sonora] para reunirse con otros grupos. Inmediatamente, Samaniego se dirigió hacia allí, descubriendo una ranchería a través de su catalejo, preparándose para atacar con las primeras luces. A pesar de la dificultad del terreno, consiguió capturar a cuatro mujeres [una, la esposa de Teboquita], y recuperar a una cautiva, a quien los apaches habían herido durante el ataque. Los apaches, liderados por Trigueño, la habían capturado el 3 de enero en Tepachi [Tepache, Sonora]. Samaniego quemó la ranchería y una gran cantidad de mescal además de recuperar 30 reses, 200 balas, y mucha pólvora.

Samaniego obtuvo más información cuando 63 chokonen aparecieron cerca de Bavispe a finales de enero, esperando cambiar sus cautivos por los nueve que él había capturado a primeros de mes. Los chiricahuas estaban enfurecidos por su ataque, organizando precipitadamente una partida de guerra que actuó, directamente, contra el propio Samaniego. Los chiricahuas sabían quien les había atacado, decidiendo vengarse. A primeras horas de la mañana del 28 de enero, asaltaron el rancho de Samaniego, al sur de Bavispe, pero los trabajadores se pusieron a salvo en la hacienda. Los apaches detuvieron su ataque dirigiéndose al sur, hacia Bacerac. Antes de llegar asaltaron una hacienda en Teramochic [municipio de Bacerac, Sonora], matando a un hombre y a un niño, capturando a otros cuatro, y teniendo poco después un enfrentamiento a caballo con 18 soldados de Bacerac, en el que mataron a tres mexicanos. Mientras tanto, los capitanes Sebastián Reyes y Eusebio Gil Samaniego llegaron al lugar con un gran destacamento, incluyendo al sargento apache Mariano Arista.

Esa tarde, Casimiro liberó a un niño capturado en Teramochic, proponiendo un intercambio de prisioneros. La siguiente mañana, 29 de enero, tuvo lugar el cambio de la hija de Casimiro por un mexicano, seguido poco después por otro, un apache por otro mexicano. Los chokonen estuvieron de acuerdo en volver al día siguiente y liberar dos cautivos más de Bacerac y el ganado que habían robado por el resto de apaches que estaban en Bavispe. Este intercambio no salió tan bien, ya que uno de los chokonen, un hombre llamado Chirumpe, llegó aparentemente intoxicado, por lo que Casimiro y Crisóstomo se acercaron a la localidad para saber el motivo. Lo que ocurrió fue tan confuso como diferentes los informes de los capitanes Reyes y Samaniego. Aparentemente, Reyes había dejado las líneas mexicanas para hablar con Casimiro y otros pocos apaches cuando Samaniego, viendo el seis tiros [revólver] en el cinturón de Casimiro, y sospechando una traición, lanzó un ataque contra los chokonen, matando a Casimiro, a Crisóstomo, a Chirumpe, y posiblemente a otros apaches. Mientras, el resto de la banda, bajo el mando de Carro y Yaqui [Yaque] desaparecieron en la Sierra Madre, no sin antes matar a sus dos prisioneros de Bacerac. Nunca se supo la verdadera razón por la que Samaniego atacó a los apaches.

En abril, Samaniego enviaría a los apaches cautivos a Moctezuma. A mediados de mayo, Terán y Tato los trasladaría a Ures [entonces capital del Estado], excepto un bebé que estaba enfermo y permaneció en Moctezuma.

Durante los dos días de conversaciones entre Samaniego y Casimiro, este dijo que había habido un consejo en las Chiricahuas Mountains [Cochise County, Arizona] entre los chokonen de Miguel Narbona, Cochise y Taces; y los bedonkohes y chihennes de Mangas Coloradas y Delgadito. Los chiricahuas decidieron hacer una incursión por las poblaciones y ranchos entre Sahuaripa y Ures. Sobre el 10 de enero, entraron en Sonora por las Peloncillo Mountains [Hidalgo County, New Mexico & Cochise County, Arizona], y el Guadalupe Pass [Hidalgo County, New Mexico], yendo hacia el sur, hacia la Sierra Madre. Sobrepasando Bacadéhuachi [municipio de Granados, Sonora], se dirigieron al este, al río Moctezuma, y luego al sur. En algún punto el camino, la banda de 200 o 300 guerreros se dividió en grupos de 30 a 50 para abarcar mayor terreno.

No se sabe en qué grupo estaba Mangas Coloradas. Cuando Manuel María Gándara, gobernador de Sonora, tuvo noticia de varias depredaciones apaches, El Nacional, el periódico oficial del Estado, publicó el 17 de febrero que numerosas partidas de apaches habían aparecido en el Estado los últimos días, armados con carabinas y rifles adquiridos recientemente. También publicó que los apaches habían obtenido sus armas del nefasto comercio con estadounidenses a lo largo del río Mimbres. Según Luis Tánori, un comandante ópata que estaba a cargo de la Guardia Nacional del distrito, estos apaches eran los mismos que habían cometido las sanguinarias incursiones del último verano.

Los informes decían que Mangas Coloradas lideraba un grupo que estaba incursionando al sureste de Ures. Su grupo atacó el rancho Agua Caliente [municipio de San Pedro de la Cueva, Sonora]; Rancho Viejo, y Álamos [los dos en el municipio de Álamos, Sonora]. Gándara, esperando que la partida de guerra continuase hacia el norte, hacia Cumpas y Moctezuma, ordenó a las tropas que les esperase cerca del Pozo Hediondo. Sin embargo, Mangas Coloradas, quizás recordando el sangriento enfrentamiento de tres años antes, no fue a ese lugar. También había otra razón, según James Box, quien visitó Bacoachi y Fronteras durante ese tiempo: Los apaches sabían que allí no había nada que robar, yendo a otros lugares más ricos. Por lo tanto, en vez de ir al norte, fueron al este, a la Sierra Madre, cerca de Oputo [municipio de Huásabas, Sonora] para seguir la cordillera hacia el norte, hacia Arizona).

* El 1 y 2 de marzo de 1854, un grupo de chiricahuas visita el campamento del subteniente John Grubb Parke situado en Apache Pass (Cochise County, Arizona), en las Chiricahua Mountains. (Parke estaba explorando el terreno para la posible construcción de una vía ferroviaria a través del sur de Arizona, acampando durante unos pocos días en Apache Pass. El 2 de marzo, los apaches le robaron algunas mulas. Parke no mencionó a ningún líder de los que se reunieron con él. Si Mangas Coloradas hubiera estado cerca, probablemente hubiese estado con él por su tendencia natural a reunirse con oficiales estadounidenses, pero lo más probable es que todavía no había regresado de su incursión por Sonora).

* El 5 de marzo de 1854, se produce un enfrentamiento entre una banda de apaches jicarillas del jefe Lobo Blanco y un destacamento del 2º de Dragones. (El teniente coronel Philip St. George Cooke era el comandante de Fort Union [Mora County, New Mexico], cuando llegó la noticia de un robo de ganado perteneciente a Samuel B. Watrous, proveedor de carne para el ejército. Nadie sabía si los autores del robo eran utes o jicarillas. Cooke ordenó al subteniente David Bell partir con 35 hombres de la compañía “H”, del 2º de Dragones. Llevaban raciones para 15 días, dirigiéndose a explorar más allá y río abajo del Canadian, hasta Cinto Mountain. El capitán George Sykes, del 2º de Dragones y el subteniente Joseph E. Maxwell, del 3º de Infantería, fueron como voluntarios. Salieron de Fort Union la mañana del 2 de marzo; tres días después, su guía [no identificado] encontró un rastro perteneciente a una partida de caza jicarilla. Pronto vieron a varios cabalgando al otro lado de un barranco rocoso. Cruzando al otro lado, los soldados capturaron a un solitario jicarilla, viendo que el resto se alejaba a toda velocidad a una distancia de unos 1,2 km. Dejando al prisionero bajo vigilancia, Bell y sus hombres galoparon tras ellos. Llegaron a la cima de una colina, encontrando a un grupo de guerreros cabalgando hacia ellos, con los arcos y los escudos preparados y listos para el combate. Se detuvieron a unos 150 pasos de distancia, haciendo el líder movimientos en forma de curvas irregulares, golpeando su escudo, y gritando consignas, arengando a sus guereros.

Bell le gritó en español que quería hablar. El jefe desmontó, se adelantó y estrechó la mano de Bell, quien estaba seguro de que era la banda del jefe jicarilla Lobo Blanco, el probable autor del robo del ganado. Lobo Blanco lo negó diciendo que había sido la banda ute del jefe Chico Velázquez. Bell no le creyó, amenazando con detenerle y llevarse algunos de sus ponis como indemnización. Durante la conversación, dos viejos arengaron a los guerreros jicarillas, que habían desmontado. En un momento determinado de la tensa conversación, Lobo Blanco alzó su rifle para disparar, provocando que Bell y sus hombres le dispararan varias veces mientras los jicarillas se dispersaban hacia el arroyo cercano, el Congillon Creek, a unos 112 km al sureste del fuerte. Lobo Blanco, gravemente herido, fue rematado por un soldado que le aplastó su cabeza con una gran piedra.

Bell ordenó cargar pero los jicarillas eludieron la maniobra y atacaron por la retaguardia. Los Dragones se dieron la vuelta y cargaron de nuevo, mostrando los jicarillas una gran destreza lanzando sus flechas con gran rapidez por debajo del cuello de sus caballos. A medida que iban sufriendo bajas se separaron y huyeron hacia los barrancos y arroyos que conducían al río Canadian. Los Dragones los persiguieron hasta el borde del escabroso terreno, pero el temor a una emboscada les hizo darse la vuelta.

Los soldados tuvieron dos muertos [el soldado James Bell por una flecha y el soldado W. A. Arnold por un golpe de lanza. Ambos fueron enterrados allí mismo], y cuatro heridos, falleciendo además dos caballos, y dos más heridos, capturando otros seis a los jicarillas, quienes tuvieron cinco muertos, incluido su jefe, y unos 11 heridos. La muerte de Lobo Blanco fue motivo de alegría para muchas personas que creían que él era el responsable de la muerte del comerciante de Santa Fe, J. M. White, y de varios otros en 1849, secuestrando a la Sra. White, su hija y una sirvienta negra. También se le atribuyó la muerte en 1850 de unos correos en Santa Clara Springs.    

Bell envió al sargento Lawless a Fort Union para notificar lo ocurrido, llegando a las 22:00 horas después de recorrer 112 km. Bell iba por detrás con el destacamento, cuando su guía se desorientó en la noche [eran las 03:00 horas del 6 de marzo].  Por la mañana, en el cruce del río Canadian, llegó un correo de Fort Union avisando de que en una hora llegaría una ambulancia con el cirujano John Byrne.

Cuando todavía iban de regreso, a la mañana del 7 de marzo, llegó un jinete diciendo a Bell que, unas 24 horas antes, los jicarillas se habían llevado alrededor de 200 cabezas de ganado del gobierno que estaban junto al río Canadian, habiendo salvado su vida gracias a la intervención de una banda de utes al mando de Chico Velázquez. El jinete señaló un cerro a varios kilómetros de distancia, diciendo que el jefe ute estaba allí y quería hablar. Bell dejó el destacamento y fue solo a hablar con el ute, quien estaba  con 15 guerreros. Dijo a Bell que la manada robada estaba a cargo de cinco jicarillas que la llevaban río arriba, ofreciéndose  a ayudar a recuperarla.   

La mayoría de la gente pensó que Chico Velázquez había estado involucrado en la incursión y había abandonado a los jicarillas cuando le pareció conveniente. Cuando se enteró, Meriwether dijo que no creía que Chico Velázquez traería el ganado; sino más bien que los utes y los jicarillas estaban juntos en algún lugar para pasar el verano.

El 25 de marzo, Kit Carson fue al puesto militar de Cantonment Burgwin [Taos County, New Mexico], situado a 16 km al suroeste de Taos, donde se reunió con ocho jicarillas, entre los que había dos jefes. Le dijeron que unos 100 guerreros y sus familias estaban acampados cerca del Pueblo de Picurís [Taos County, New Mexico], dedicándose a hacer vasijas de barro, y que no habían estado involucrados en las recientes incursiones. Carson recomendó nombrar un agente para que les diera raciones urgentemente.

La actitud de Carson hacia los jicarillas contrastaba con sus sentimientos hacia los utes. Unos días antes de su reunión en Cantonment Burgwin, dijo a William S. Messervy [gobernador interino y Superintendente de Asuntos Indios durante la ausencia de Meriwether] que los utes deberían ser severamente castigados, y obligados a sentir el poder del gobierno. En opinión de Carson, los utes manipulaban a los jicarillas, siendo los organizadores de las recientes incursiones.   

Messervy sabía que la caza escaseaba en su territorio, no atreviéndose a ir a cazar a otras zonas porque las tropas podrían confundirles con hostiles. Cazar bisontes en las llanuras era complicado por la hostilidad de las tribus que allí vivían y había pocas posibilidades de comerciar con sus vasijas. Para evitar que los jicarillas que estaban en Pueblo de Picurís se unieran a los jicarillas [alrededor de un tercio] que estaban en otras zonas, debían de ser alimentados.  

Anticipándose a los problemas con los jicarillas, el comandante del Departamento, el general de Brigada, John Garland, emitió órdenes desde Albuquerque para preparar y desplegar el limitado número de efectivos que tenía a su disposición. Soldados del 1º de Dragones al mando del teniente Samuel D. Sturgis y el subteniente Isaiah N. Moore, fueron enviados a Fort Union. El comandante del 1º de Dragones, George A. H. Blake, al mando en Cantonment Burgwin, recibió instrucciones de cooperar con el teniente coronel Cooke en cualquier expedición que hiciera “contra los apaches [jicarillas] u otros indios”.  

La tardanza y la tacañería del gobierno tuvo sus consecuencias. Tres días después, tuvo lugar un enfrentamiento en las Embudo Mountains [Rio Arriba County, New Mexico] entre una fuerza combinada de jicarillas y utes, y un destacamento del 1º de Dragones.

El día anterior a dicho enfrentamiento, Messervy había dado instrucciones a Kit Carson para que volviera a Pueblo de Picurís y prometiera a los jicarillas que allí había, que les suministrarían raciones semanales de trigo o maíz. Pero ya era demasiado tarde. Ese mismo día se habían ido. Blake mandó que los siguiera la compañía “I” y un destacamento de la compañía “F” [60 hombres en total], del 1º de Dragones, pertenecientes al Cantonment Burgwin, al mando del teniente John Wynn Davidson.

El 30 de marzo de 1854, unos 250 jicarillas y utes [algunas fuentes los cifran entre 100 a 130], al mando de Flechas Rayadas, emboscaron al destacamento en las Embudo Mountains. Cada soldado iba armado con un mosquete Springfield, modelo 1847, del calibre 69; y una pistola Springfield, modelo 1842, del calibre 54; aunque algunos llevaban el revólver Colt Dragoon, calibre 44. La columna salió del pueblo de Cieneguilla [Santa Fe County, New Mexico] a primeras horas de la mañana del 30 de marzo, siguiendo la ruta hacia las Embudo Mountains. Al frente iban dos soldados y un explorador, Jesús Silva. Davidson les siguió durante un tiempo, pero pronto se desvió hacia otro sendero que se dirigía hacia las montañas. El motivo no está claro. Pero Davidson encontró pistas frescas de numerosos jicarillas, siguiéndolas hasta un estrecho desfiladero en cuya cresta estaban acampados. Los soldados subieron por la parte inferior del cañón a lo largo del sendero hasta llegar a un afloramiento rocoso con cuestas cada vez mayores, que impedían avanzar más, teniendo que ir por el lado derecho a una zona suavemente inclinada, cerca de la base de la cresta, justo sobre el fondo del cañón, desmontando a unos 340 metros del arroyo.  

A las 08:00 horas de la mañana, cuando los soldados estaban subiendo la pendiente, los guerreros les desafiaron a gritos. Habían oído el ruido del eco de los caballos, aproximándose hasta el estrecho cañón, enviando a sus ancianos, mujeres y niños, lejos, a las boscosas barrancas al sur del campamento. Los guerreros estaban listos para el combate y probablemente habían tenido el tiempo suficiente para discutir cómo hacerlo. Davidson decidió atacar para que el desafío no quedase sin respuesta. Ataron sus caballos a los árboles, quedándose el médico D. L. Magruder y ocho soldados custodiándolos. El resto se dividió en dos pelotones, el primero al mando del sargento 1º William C. Holbrook avanzando por la derecha y el segundo, al mando del sargento William Kent, por la izquierda. Los jicarillas simularon una retirada dirigiéndose a ambos lados del cañón, atacando a los soldados cuando subían por la empinada pendiente, a unos 100 o 145 metros del campamento. Los soldados agrupados sufrían los ataques de los guerreros que estaban escondidos detrás de los árboles y las rocas, por encima de ellos. Un pelotón ascendió un corto camino a través de un estrecho paso hacia el norte, mientras el otro iba hacia arriba desde el lugar en el que estaban atados los caballos. Subieron despacio, combatiendo durante algo más de una hora. 

Sobre las 09:30 horas, los soldados llegaron a la cima, después de un breve descanso, donde estaban los guerreros esperándoles apostados en los alrededores. Tras un combate de 10 minutos, los soldados se retiraron ante las bajas sufridas [el sargento Kent y cuatro soldados fallecieron nada más llegar a la cima, y varios más resultaron heridos] pero tuvieron que detenerse a luchar ante las acometidas de los guerreros [cayendo más soldados] hasta, más o menos, las 10:30 horas. 

El soldado James Strowbridge, de la compañía I, diría: Los indios enseguida cargaron contra nosotros desde tres puntos a la vez. Los rechazamos de nuevo y nos protegimos tras cualquier árbol o roca que pudimos alcanzar. Pusimos los caballos en una especie de círculo mientras los indios hicieron dos cargas más desde tres sitios a la vez. Los rechazamos otra vez. Entre estas cargas pasaron, algunas veces 20 minutos, otras media hora. Después cargaron juntos, unas veces, por un lado, y otras por otro. Los hombres, de un lado, iban al otro donde los indios estaban cargando para ayudar a repelerlos. Nosotros los rechazamos todas las veces. Luchamos en ese lugar durante una hora y media a dos horas, perdiendo a algunos hombres allí y matando a algunos indios. Vi a dos indios caer ante mí.

Davidson ordenó retirarse hasta una pequeña colina a 160 metros de distancia. Una vez allí fueron atacados por todos los lados. Davidson se dio cuenta de que la posición era débil, cambiando de dirección para cruzar el arroyo. Durante estos movimientos llevaban los caballos que todavía vivían, yendo desmontados, deteniéndose a mitad de la cuesta para descansar. Strowbridge diría: Estuvimos allí un minuto o dos viendo a los indios cruzar el barranco para subir a la cima de la montaña para dirigirse hacia nosotros. Fuimos hacia arriba, a la colina que estaba más lejos que parecía tener una posición mejor para luchar. Subimos a la colina y plantamos cara a los indios permaneciendo en esa posición durante unos 15 minutos. Los indios siguieron rodeándonos, frente a nosotros, por ambos lados.

Los soldados vieron a los jicarillas esperándolos en la parte superior. Allí siguieron disparando durante 10 minutos, antes de que Davidson llevara a sus hombres a lo largo de la cresta mientras eran atacados varias veces. Davidson, que estaba herido por una flecha, ordenó a sus hombres dejar a los muertos, reunir a los heridos y llegar a la cima del cercano cañón. Habían perdido 17 hombres más durante la retirada, con la mitad de los supervivientes heridos. El soldado James A. Bronson diría: En el momento en que llegamos a la cumbre nos atacaron, teniendo un enfrentamiento de 10 minutos. Después la columna cambió de dirección, a la izquierda, yendo a la cima de una montaña. Pero a unos 100 o 160 metros de nuestro primer enfrentamiento, en la cima de la montaña, los indios nos atacaron por la retaguardia.

Los heridos estaban sobre los caballos, mientras los demás defendían las alas y la retaguardia. Nos movimos lentamente así durante cerca de 800 metros, siendo atacados varias veces por los indios, pero cada vez fueron rechazados.

Cuando los soldados se acercaron al sendero, vieron que la pendiente lateral era menos empinada, por lo que se retiraron por el lado de la cresta hasta el cañón adyacente, recorriéndolo durante varios kilómetros antes de pararse a descansar. El soldado Peter Weldon, de la compañía F recordaría que: Sentía que ya no podía levantarme, mientras el soldado James A. Bronson diría: Al final de esa distancia llegamos a donde la montaña llevaba a un profundo barranco o cañón, donde los indios aparecieron para hacer su gran carga y rodearnos. También los rechazamos. Davidson estaba también herido en esos momentos, y también varios hombres que estaban de pie junto a mí. Davidson habló para ser oído y dijo: ‘No se inquieten, hombres. Mantengan la calma. He estado en lugares peores que este’.

La lluvia de flechas en ese lugar había sido tan grande, que el suelo estaba completamente sembrado de ellas. Los soldados que combatían eran pocos, ya que la mayoría estaban heridos, antes de alcanzar ese punto, y escuché a los que defendían la retaguardia y las alas quejarse de que estaban completamente ‘cubiertos’ por ellas. Davidson ordenó al corneta tocar ‘llamada’ para montar y moverse. Entonces comenzó, lo que consideré, una retirada ante los indios, y un testigo ocular, podría reconocer que fuimos vencidos al ser más [los jicarillas] en esos duros enfrentamientos…

… Cuando llegamos al pie de la colina, de unos 40 metros de altura, me volví en la silla y vi en la cima de la colina que habíamos dejado, un gran grupo de indios, unos 60 o 70, y también otros en los dos flancos, que nos hacían gestos con sus brazos de que podían con nosotros. Después de seguir el barranco a unos 100 metros, vi a dos indios a la derecha del barranco, disparando uno de ellos su arma, alcanzando la grupa del caballo que iba delante de mí. Ese fue el último de los indios que vi.

Strowbridge diría: La última vez que nos enfrentamos fue justo antes de bajar al otro lado de la colina. Mantuvimos nuestra posición allí durante unos 20 minutos, luchando contra los indios, creo que con la intención de mantener la posición. Yo estaba sentado tras un árbol tratando de conseguir disparar a un indio cuando un disparo golpeó el suelo junto a mí, y otro pasó entre las piernas del soldado Newhand cuando estaba en cuclillas, diciendo que no era bueno que nos quedásemos allí, ya que no estábamos protegidos. Los indios en ese momento comenzaron a disparar flechas, viéndose 15 o 20 de ellas clavadas en el suelo. Cuando nos levantamos para cambiar de posición escuché a alguien decir que el teniente estaba herido. Me di la vuelta y vi una flecha clavada en su hombro, diciendo que ‘no importaba, que no era nada’. Creo que fue el cabo Dempsey quien se la sacó. Davidson se hirió a sí mismo en el pie por una bala y uno de sus pulgares fue partido en dos trozos.

En esos momentos, el sargento Holbrook vino caminando hacia mí, preguntándome si podría conseguirle un caballo, ya que le habían disparado y no podía seguir a pie. Le conseguí un caballo e intentó montar, pero estaba tan débil que no pudo. Sangraba mucho porque tenía clavadas dos flechas, una en su espalda, casi hasta las plumas. Cuando intentó montar el caballo, cayó hacia atrás y falleció. No puedo decir cuánto tiempo después nos alejamos de ese lugar. Fue el último combate que tuvimos. Davidson dio la orden de montar y avanzar colina abajo. Había pocos que no estaban heridos. Pusimos a cada herido en un caballo, y uno ileso tras él, retirándonos así hasta campo abierto. Así llegaron al camino de Taos dirigiéndose a Cantonment Burgwin.

Los jicarillas y utes habían conseguido vencer a un destacamento del ejército de los Estados Unidos, dirigidos por Flechas Rayadas, que había sucedido a Lobo Blanco, muerto el 5 de marzo anterior en un enfrentamiento con el destacamento del teniente Bell. Los Dragones tuvieron 22 muertos y 23 heridos [al menos uno mortal], además de perder 45 caballos [muchos muertos y otros en poder de los jicarillas], y gran parte de los suministros. Las pérdidas de los jicarillas no están claras, pero estimaciones militares creen que llegaron a 50 [entre muertos y heridos]. Chacón, un jefe jicarilla que no estuvo presente en la batalla, diría que otro jefe, Pacheco, murió allí. Cuando comenzó el combate, los indios estaban haciendo vasijas de barro y algunos de ellos incluso estaban de rodillas pidiendo la paz. Los soldados mataron al jefe Pacheco, y una bala entró en las entrañas de una mujer, que sobrevivió. Alrededor de 50 indios murieron en Cieneguilla.

El “Santa Fe Weekly Gazette” informaría: “Fue una de las batallas más duras que jamás haya tenido lugar entre las tropas estadounidenses e indios”.

En su informe, dos días después de la batalla, Davidson afirmó que se encontró con los apaches cerca de Cieneguilla mientras sonaban los gritos de guerra. James A. Bennett, un sargento que sobrevivió a la emboscada, afirmó que la batalla duró unas cuatro horas, pero parece que duró de dos horas y media a tres horas.

Otra versión sugiere que Davidson y sus tropas no sufrieron una emboscada, sino que menospreciaron a los jicarillas y utes, y atacaron a una fuerza superior.

Un tribunal militar investigó el papel del teniente Davidson en el combate, siendo exonerado de toda culpa. En su informe oficial, Davidson declaró: Después de un desesperado combate de cerca de tres horas, me vi obligado a retirarme con mis heridos, logrando llevarlos a Taos.

El triste deber me lleva a informar que 22 de mis valientes soldados quedaron sobre el terreno y 23 heridos, y además 45 caballos muertos y perdidos en acción. Enumero la lista de los muertos y heridos con detalle. Por mi propia observación y la de los indios Pueblo que fueron con el comandante George Alexander Hamilton Blake para traer a los muertos, dijeron que más de 300 apaches [jicarillas] y utes se enfrentaron a mí.

Los estudios arqueológicos contradicen el informe de Davidson. Un grupo de objetos como cápsulas de percusión y botones de soldados demuestran que el combate donde los caballos estaban atados era, en realidad, un terreno reducido. Numerosas cápsulas de percusión fueron encontradas ahí y el 60 % habían sido disparadas, demostrando que los soldados se mantuvieron inquietos mientras estuvieron rodeados. En el posterior combate sobre la cresta, solo el 30 % habían sido disparadas, indicando la creciente fatiga y pánico de los Dragones.

Los estudios revelan que la retirada no fue tan ordenada como Davidson declaró. En el suelo del camino había munición, cápsulas de percusión sin usar, y otros restos. Parece que los Dragones entraron en pánico en ese lugar. Finalmente, Davidson informó que allí había más de 300 guerreros, pero el terreno era demasiado pequeño para tantos; y aunque los jicarillas eran más numerosos que los Dragones, combatieron con peores armas. El uso del terreno y de la astucia, y el exceso de confianza del propio Davidson, decidió el resultado de la batalla.

Después, el teniente coronel Philip St. George Cooke, del 2º de Dragones, salió en persecución de los jicarillas, con la ayuda de nativos Pueblo, exploradores mexicanos al mando del capitán James H. Quinn, y con Kit Carson como principal guía. El invierno llegó persiguiéndolos a través de las montañas, cuando Cooke los alcanzó y derrotó el 8 de abril en su campamento en el cañón de Ojo Caliente [Taos County, New Mexico. No confundir con la reserva de Ojo Caliente o Warm Springs, Socorro County, New Mexico]. Los jicarillas se dispersaron en pequeñas bandas eludiendo la persecución, pero muchos fallecieron en el invierno a causa del duro clima invernal).

* El 25 de abril de 1854, el Senado de los Estados Unidos ratifica la compra de La Mesilla ([en USA, Gadsden Purchase], llamada así por James Gadsden, diplomático, soldado y hombre de negocios, enviado a Ciudad de México para conseguir dicha compra para el trazado del ferrocarril. Esta compra hizo que la frontera que estaba en el río Gila se trasladase hacia el sur, hasta su actual ubicación, lo que modificó el estatus geopolítico de varias bandas apaches que pasaron a depender de la jurisdicción mexicana a la estadounidense).

* En mayo de 1854, una partida de unos 200 guerreros chiricahuas incursiona por Sonora, liderada por Delgadito y Costales, en unión de Miguel Narbona. (El 11 de mayo, un cautivo fugado, residente de Sahuaripa, llegó a Huásabas, informando que había huido de una banda liderada por Delgadito y Costales [este era un mexicano capturado de niño por los chihennes y criado por Delgadito]. Dijo que este último era muy cruel con los cautivos a pesar de ser mexicano de nacimiento. No mencionó a Mangas Coloradas, pero probablemente estaba presente.

La banda estaba formada por chihennes, bedonkohes y chokonen. El 21 de mayo, unos vecinos de Pueblo de Álamos [municipio de Ures, Sonora] encontraron el rastro de unos apaches en los alrededores del pueblo, por lo que, alarmados, avisaron al comisario Ayala, autoridad civil de la localidad. Unos vecinos que fueron a ver las huellas, dijeron que habían localizado a un pequeño grupo de apaches a algo más de 1 km de la población. Al mando de la milicia de Pueblo de Álamos estaba el ópata Luis Tánori, quien salió en persecución de los apaches con una fuerza de 16 hombres. Nada más salir del pueblo vio a seis guerreros que huyeron rumbo a la Sierra Rancho Yaquis [municipio de Ures, Sonora]. Tánori decidió seguirlos hasta casi alcanzarlos, pero cuando llegaba a una cima, se dio cuenta de que había caído en una trampa y estaba rodeado por un gran grupo de apaches. Mataron a Tánori, y a 11 de sus hombres. El resto huyó a Pueblo de Álamos con los apaches en sus talones, quienes rodearon la población, matando a dos mujeres y un hombre, y quemando una hacienda que tenía siete edificaciones.

El comisario Ayala informó de lo ocurrido al gobernador Manuel María Gándara: “… al llegar al pie de la Sierra Rancho Yaquis aparecieron los apaches en gran número, dando muerte a Dº Luis Tánori, y a 11 más que le acompañaban. Resultaron muertos los soldados José María Cota, Manuel Rodríguez, Loreto Savedra, Gabriel Galindo, Jesús Andrade, y Lion Andrade. Estos son vecinos e indios ópatas de este pueblo. Francisco Chumina, Antonio Gurizo, Pedro Lluvinula, Andrés Lion, Rufino Molina… no han aparecido, debiendo haber sido capturados.

El mismo día aparecieron los apaches en el pueblo, como a las 11:00 horas, y al no haber fuerzas para rechazarlos, reuní a todas las familias en el centro y con los pocos hombres que había para protegerlas, se defendió el pueblo. Llegaron los apaches a las afueras del pueblo, incendiándolo, y con unos disparos que les echamos se retiraron. Entonces llegaron dos mujeres y un hombre que venían del Rancho La Feliciana [municipio de Ures, Sonora], y al entrar en el pueblo les mataron a los tres, quemaron unas cuantas casas, y de allí se dirigieron al arroyo… se llevaron todos los burros que encontraron para la Sierra Rancho Yaquis, rumbo al norte, quedando el pueblo a la espera de los refuerzos que se pidieron a la mañana a Mazatán [municipio de Mazatán, Sonora], Nácori y Mátape [municipio de Villas Pesqueira, Sonora], y habiendo venido 23 hombres bastante tarde, como al meterse el sol, no se pudo reconocer el campo por ser poca la fuerza y estar los indios por allí. A la noche llegó el comandante Dº Pío Llescas con 25 hombres, decidiendo que salieran otro día a reconocer el campo en donde hallaron los cadáveres, retirándolos y quedando Dº Pío Yescas reconociendo el terreno en busca de los dos hombres últimos que no aparecen…”.

De allí se fueron al norte con su botín, llevándose caballos y ganado con ellos. Cerca de Mazocahui [municipio de Baviácora, Sonora] mataron a dos mineros, y más tarde a cinco milicianos cerca de Baviácora. Esperando cortarles el camino antes de que se retiraran más al norte, el gobernador Gándara envió una compañía desde Fronteras. José Yescas, un veterano sargento, muy conocido por los chiricahuas gracias a su largo servicio en Fronteras, guio a su destacamento sin poder alcanzar a los chiricahuas. Estos habían establecido sus campamentos base en Sonora, desde donde lanzaban sus incursiones. Los chihennes en las montañas cercanas a Oputo [municipio de Huásabas, Sonora]; y los chokonen en dos lugares, Miguel Narbona y Cochise cerca de Turicachi [municipio de Fronteras, Sonora], y Posito Moraga, Trigueño, Carro y Yaqui [Yaque] entre Fronteras y Bacoachi. A finales de mayo, los guerreros ya habían llegado a esos campamentos.

Mientras se dirigían al norte, Mangas Coloradas, al frente de 19 guerreros, hizo una incursión relámpago contra Janos [Chihuahua], matando a tres civiles, y robando algunas reses. El 1 de junio, Miguel Narbona, al frente de 50 chokonen, acosó a unos ciudadanos en la ciénaga cercana a Fronteras, quitándoles 16 mulas y caballos, y capturando a un muchacho, antes de dirigirse a la Sierra de Teras [municipio de Agua Prieta, Sonora]. Los chiricahuas no encontraron ninguna resistencia, ya que solo pocas horas antes, 135 hombres habían salido de Fronteras para explorar las Chiricahua Mountains. Llegando el verano, las bandas chiricahuas llegaron a Arizona y New Mexico).

* El 9 de mayo de 1854, se produce un enfrentamiento entre una banda de apaches lipanes y un destacamento formado por las compañías F e I, de los Mounted Rifles de Texas, al mando del teniente George B. Cosby. (Cosby iba con 11 hombres al sur de Fort Merrill [Live Oak County, Texas] cuando un jinete mexicano le informó que había un campamento de 40 apaches lipanes en las orillas del Trinidad Lake, cerca de la actual Ben Bolt [Jim Wells County, Texas]. Aunque solo iban armados con revólveres y tenían poca munición, ordenó dirigirse allí.

Los apaches lipanes resistieron la carga de los soldados, rodeándolos. Cosby no tuvo más remedio que romper el cerco, avanzando hacia un punto, disparando sus revólveres. Cosby se quitó una flecha del pecho que le hubiese matado si no se hubiese clavado en su cartera. Cuando otra flecha se clavó en su brazo, sacó su sable. Un guerrero fue a atacarle interponiéndose el sargento John Byrne, sable en mano. El guerrero lanzó una flecha al cuerpo del sargento, derribándolo para caer en manos de los lipanes.

El resto de los soldados cabalgó unos 180 metros hasta donde estaba el teniente herido, para desmontar y rodearle. El cabo William Wright diría después que los soldados querían combatir allí, repartiéndose la munición del revólver de Cosby. Ante la firme posición de los soldados, los lipanes prefirieron perseguir a dos de ellos que se habían separado del grupo, aprovechando un soldado para cabalgar hasta el campamento de Santa Gertrudis [Kingsville, Kleberg County, Texas] para pedir ayuda. Los refuerzos llegaron en menos de dos horas, pero los apaches lipanes se habían ido.

Al ayudar a Cosby y a dos soldados heridos, murieron el sargento Byrne y otros dos soldados. Se cree que tres apaches lipanes murieron y otros dos resultaron heridos).

* El 9 de junio de 1854, las autoridades de Chihuahua firman un tratado de paz con los apaches mescaleros acampados en las inmediaciones de la hacienda de El Carmen (municipio de Buenaventura, Chihuahua).

* A finales de junio de 1854, un destacamento mexicano al mando de Eusebio Gil Samaniego sale de Bavispe (Sonora) guiado por el chiricahua Mariano Arista y por el ópata Alberto Guaymuri. (No se sabe la razón, pero Arista decidió adoptar el modo de vida mexicano. Según Samaniego era su mejor hombre, conocía las prácticas de los apaches y todo su territorio. Samaniego se dirigió a las Animas Mountains [Hidalgo County, New Mexico], en el suroeste de New Mexico, donde vivían un extenso grupo de chokonen y nednais. Las Animas Mountains era, históricamente, un excelente lugar donde cazar y recolectar frutos, con varios buenos manantiales. Allí atacó una ranchería, capturando a 14 personas, incluyendo a un viejo guerrero llamado Gillén. La mayor parte de los hombres no estaban en el campamento. Después Samaniego fue a la Sierra de Teras [municipio de Agua Prieta, Sonora] donde capturó a un guerrero bedonkohe llamado Severiano, un viejo aliado de Mangas Coloradas de los tiempos de Santa Rita del Cobre, cuando todavía era conocido como Fuerte. La presencia allí de Severiano sugería que Mangas Coloradas estaba cerca.

Samaniego también liberó a un niño mexicano capturado en Fronteras durante la última incursión allí de Miguel Narbona. El niño le dijo que un grupo de chokonen había ido a Turicachi [municipio de Fronteras, Sonora]. Mató a Severiano mientras intentaba escapar como informaría más tarde. Samaniego recompensó a sus dos exploradores, Arista y Guaymuri).

* El 8 de julio de 1854, el  Dr. Michael Steck, reelegido como Agente Indio, emite un informe desde Doña Ana (Doña Ana County, New Mexico) sobre el estado de los apaches. 

* A finales de agosto de 1854, un grupo de chokonen emboscan a cinco hombres en el camino que va de Bavispe a Oputo (municipio de Huásabas, Sonora), matando a un hombre y capturando a Fulgencio Samaniego, un pariente de Eusebio. (Le dijeron que escribiera una nota ofreciendo cambiarle a él y a Abundio Elías por Guillén y los demás apaches capturados en las Animas Mountains [Hidalgo County, New Mexico], el mes de junio. Terán y Tato los había enviado a Ures donde no estarían mucho tiempo. Poco después escaparon, por lo que asumió que pronto estarían con los chokonen y que estos ya no cambiarían a sus prisioneros. De Fulgencio Samaniego y Abundio Elías no se supo nunca nada más.

Al mismo tiempo, unos apaches habían emboscado y aniquilado a un grupo de cinco hombres entre Bavispe y Huásabas [Sonora]. Uno era un hijo del capitán Sebastián Reyes. ¿Fue casualidad o los chiricahuas planearon esos ataques directos contra familiares de quienes mataron a Casimiro y otros apaches el último invierno?

También en agosto, Mangas Coloradas incursionó cerca de Santa Cruz [Sonora]. Atacó a dos grupos de emigrantes estadounidenses que iban de San Bernardino [municipio de Agua Prieta, Sonora] a Santa Cruz. No se sabe si Mangas Coloradas tenía conocimiento de que eran estadounidenses, ya que los emigrantes iban por Sonora. El primer grupo iba dirigido por un hombre llamado Beck, en el que James Houston resultó muerto; el segundo, dirigido por Fairchild, cuyo hermano resultó muerto al este de Santa Cruz. Ambos grupos perdieron varias cabezas de ganado.

Según J. G. Bell, un ganadero que llevaba ganado texano a California, los mexicanos de Santa Cruz le dijeron que Mangas Coloradas estaba en los alrededores y que había cometido depredaciones. Si es así, Mangas Coloradas no permaneció allí mucho tiempo, ya que un grupo de 36 estadounidenses bajo el mando de un hombre llamado Callahan, acompañado por 25 voluntarios mexicanos de Santa Cruz, siguió a unos apaches a las Huachuca Mountains [Cochise County, Arizona], atacándoles y matando a 21 de ellos, y recuperando a un cautivo capturado en Tucson [Pima County, Arizona], unos cuatro años antes. Dada la ubicación, uno podía concluir que habían atacado a un grupo de chiricahuas, pero los Western Apaches estaban activos en el sur de Arizona ese verano, siendo improbable que una banda chiricahua tuviese cautiva a una persona de Tucson a no ser de haberla conseguido mediante un intercambio.

En cualquier caso, poco después Mangas Coloradas llevó a su gente de vuelta a New Mexico. Muchas cosas habían cambiado durante su ausencia. Los soldados habían evacuado Fort Webster el último diciembre, siendo enseguida quemado por los chihennes.

El 12 de agosto, Cuchillo Negro y Josecito visitaron a Steck manifestándole sus deseos de paz. Al día siguiente salió de la Agencia con dos hombres con destino a los poblados apaches sobre el río Mimbres para determinar el sentimiento de los jefes apaches hacia nuestro gobierno y ver cuánto habían cultivado. Después de un viaje de seis días en el que se reunió con varios chihennes, aunque ningún jefe importante, unos pocos mexicanos dijeron a Steck que los líderes chihennes tenían intención de evitarle. Los mexicanos habían sugerido a los apaches que Steck era un espía del ejército estadounidense, el cual estaba planeando una campaña contra ellos. La ausencia de cultivos decepcionó a Steck, aconsejando a los apaches que pasasen la mayor parte del otoño recolectando bellotas, bayas, y mescal porque él no tenía mucho que ofrecerles.

Los líderes chihennes no evitaron a propósito a Steck. Habían ido a La Mesilla [Doña Ana County, New Mexico] con intención de comerciar. Estaban todos los líderes chihennes importantes, excepto Mangas Coloradas, que estaba en Arizona con los chokonen. El 13 de agosto, Crisanto, acompañado por un hombre y tres mujeres, todos del grupo de Delgadito, llegaron a La Mesilla. Dijeron al alcalde, Domingo Cubero, que su jefe Delgadito buscaba hacer la paz y recibir una licencia para comerciar con la gente de La Mesilla.

Cinco días después, el 18 de agosto, llegó Itán, acompañado por Cuchillo Negro, Josecito, Poncito, Riñón, Costales [intérprete de los apaches porque era un mexicano capturado de niño por los chihennes y criado por Delgadito], y 50 mujeres y niños. Itán fue el que más habló. Dijo a Cubero que Delgadito había desarrollado una inesperada enfermedad estando demasiado enfermo para viajar. Quizás Delgadito, el más belicoso de esos jefes chihennes, decidió no ir porque desconfiaba de Cubero, conocido por su inflexible oposición a los apaches. Los apaches buscaban una paz sólida, no habiendo realizado antes depredaciones cerca de La Mesilla. Itán destacó que los mescaleros eran responsables de las recientes incursiones efectuadas cerca de allí. La población no quiso comerciar con los apaches diciendo a Cubero que los echase de allí.

Tras esto, los apaches decidieron visitar a Steck en Fort Thorn [cerca de la actual Hatch, Doña Ana County, New Mexico] pero no antes de que algunos miembros de la banda de Delgadito robaran algunos caballos en La Mesilla. El 1 de septiembre, el gobernador de New Mexico, David Meriwether emitió un informe en el que describía a los apaches del Gila y su territorio. El 10 de septiembre, Delgadito e Itán llegaron con su gente a Fort Thorn, donde recibieron raciones de Steck.

En octubre, el Dr. Michael Steck visitó a los principales jefes chihennes a lo largo del río Mimbres [suroeste de New Mexico]. Los encontró pacíficos, pero cerca de la indigencia, prometiéndoles raciones. Steck advirtió a Meriwether que mucho se les ha prometido y si el gobierno no cumple sus acuerdos, los apaches empezarán a incursionar. Steck instó al gobernador que el cultivo del suelo es el camino más seguro para la civilización… No se debe perder tiempo en la realización de un objetivo que promete tanto bien.

Steck reconoció que la caza, la recolección, y las incursiones formaban parte de la economía de los chiricahuas.

El 25 de octubre, llegaron a Fort Thorn, los líderes chihennes Cuchillo Negro, Josecito y Sargento con 60 apaches para recibir las raciones y suministros de Michael Steck.

Dos días después, el 27 de octubre, llegaron Mangas Coloradas, Itán y Delgadito con unas 90 personas, entre ellas probablemente Gerónimo. Era la primera vez que Mangas Coloradas se reunía con Steck, entablándose entre los dos una relación de amistad y respeto mutuo.

El 11 de noviembre, David Meriwether, gobernador del Territorio de New Mexico, fue a Fort Thorn y se reunió con varios líderes chiricahuas. En un escueto informe declaró que la entrevista fue satisfactoria. Steck proporcionó alrededor de mil dólares en regalos para unos 300 chiricahuas. El gobernador se encontró con Mangas Coloradas y otros jefes. También habló con el grupo de nednais de Janos de Láceris, José Nuevo, y Delgadito Janeros [así llamado para distinguirle del líder chihenne Delgadito]. Además de Mangas Coloradas, los otros líderes chihennes eran Delgadito, Itán, Losho [probablemente Loco], y Josecito. Meriwether prometió ayudarles, pero si los apaches le tomaron en serio o no, es otra cuestión.

A mediados de diciembre, Michael Steck proporcionó en Forth Thorn más raciones a las bandas chihennes de Cuchillo Negro, Delgadito, Josecito, Losho [Loco], Lucero [Láceris?], y Veinte Reales, pero los nednais de Janos y Mangas Coloradas no acudieron. Excepto la banda de Cuchillo Negro, que vivía al este de las Mimbres Mountains, la mayoría de los chiricahuas encontraron inconveniente la nueva ubicación para recibir raciones. Así lo reflejó Steck en su informe del 31 de diciembre. Por lo tanto, en los próximos años, llevaría frecuentemente sus raciones a un punto más céntrico, Santa Rita del Cobre).

* El 15 de noviembre de 1854, 50 mescaleros atacan unos carros mercantes cerca de El Muerto Springs ([Jeff Davis County, Texas]. Durante el enfrentamiento, dos conductores resultaron heridos, los cuales mataron a cinco guerreros).

* A finales de 1854, se celebra una reunión en Las Cruces ([Doña Ana County, New Mexico]. Participaron los jefes Palanco y Santos con rancherías al oeste de las Sacramento Mountains [Otero County, New Mexico] y al norte de Manzano [Torrance County, New Mexico]; Varela, Francisco Hanero, y El Marco Hanero acampados al este de las Sacramento Mountains; al sur estaba Bigotes; y más al sur Chino Guiro; y Santana [yerno de Cadete] en las Guadalupe Mountains [Culberson & Hudspeth Counties, Texas]).

1855

* En 1855, un gran grupo de apaches lipanes están acampados alrededor de las Davis Mountains (Jeff Davis County, Texas) cuyas colinas tienen mucha caza y gran cantidad de frutas silvestres. (Un día, una banda comanche regresaba de una incursión por México, al mando de dos jefes. Cruzaron el Río Grande y acamparon sin saber que los lipanes tenían varias rancherías cerca. Al día siguiente, muy temprano, los comanches reiniciaron su viaje hacia su territorio. Al pasar por una colina vieron una gran manada de caballos pastando. Uno de los jefes comanches dijo a sus guerreros que los cogieran para llevárselos, pero el otro dijo que eran caballos apaches, que mejor era  dejarlos en paz. El primer jefe llamado Madzil dijo: Cuando dejé mi territorio con mis armas fue para asaltar; no para hacer amigos”.

Aun así, el otro jefe siguió pidiendo irse en paz: Mira a estos jóvenes. No hemos perdido ninguno. Mantengamos la paz y divirtámonos esta noche. Mira todo lo que llevamos, muchas cosas y buenos caballos”. Madzil quería pelear. Los dos jefes se encararon y discutieron mientras los guerreros se habían hecho ya con la manada de caballos de los lipanes. Madzil dijo que lucharía contra ellos y se llevaría a sus esposas e hijos y los haría trabajar. El otro jefe dijo: No hables así, los lipanes son buenos guerreros”. Siguieron adelante y llegaron a la cima de la colina, viendo unas pocas rancherías lipanes sin saber que el resto estaba tras otra pequeña colina.

Un guerrero lipán fue a donde estaban los caballos y los vio, yendo corriendo a su campamento. Mientras, los dos jefes comanches seguían discutiendo. Uno decía: Vamos al campamento lipán y démosles unos pocos regalos pero Madzil contestó: Yo quiero luchar; y dirigiéndose a sus guerreros, dijo: Hombres, estamos en un campamento lipán. Preparaos, estad listos, no puedo saber qué va a pasar, si saldremos vivos o moriremos aquí en este hermoso día”. El otro jefe se enfadó más: No implores ayuda porque tú vas a empezar este combate, te lo he dicho de buenas maneras, pero no me escuchas, así que veremos lo que pasa antes de que se ponga el sol”.

Madzil dijo que se apoderaría de sus mujeres y niños. Mientras tanto, los lipanes habían dado la alarma, llevando a sus mujeres y niños lejos del campamento. Los comanches llevaban sus pinturas de guerra, y sus mejores ropas, con los caballos lipanes en su poder. Viéndoles, los apaches se reunieron para prepararse para el combate. Un comanche dijo: Hay muchos para un campamento tan pequeño. Deben tener su campamento principal al otro lado”. Los apaches se acercaron formando una línea de combate. Su jefe, montado en un caballo al frente de ellos, dijo: Debéis ser valientes y pelear, que es lo que ellos quieren. Han cogido nuestros caballos. Preparad los arcos y las lanzas. Hoy comienza nuestro combate. No pedimos luchar. Ellos son los que veis, así que carguemos juntos. Jóvenes, sed valientes, ya veis, piensan que son hombres. Así que seamos hombres nosotros también. Veamos antes de que se ponga el sol, quiénes son hombres de verdad”.

Otro jefe apache dijo: Lo que dice el jefe es cierto. Todos somos hombres, así que vamos a mostrarles a esos comanches cómo luchamos”.

Una vez más, el jefe comanche dijo a sus hombres: He intentado convencer a Madzil que hiciera la paz con los apaches, pero no me ha hecho caso, así que ahora peleemos con ellos lo mejor que sepamos. Creo que vamos a perder este combate porque ya he luchado antes con ellos. Pero el problema lo hemos creado nosotros, así que tenemos que luchar”. Los comanches formaron en línea con los dos jefes al frente. El jefe lipán dijo: Ya vienen, así que sed valientes, nosotros, los lipanes, ya hemos tenido antes muchos combates con ellos, pero este será un enfrentamiento difícil”.

Los comanches cargaron a caballo, pero los apaches se mantuvieron firmes y resistieron, rechazándoles. Las flechas apaches y comanches se cruzaban en el aire. Varios apaches resultaron heridos, algunos con heridas superficiales. La lucha siguió con los apaches rechazando a los comanches. El jefe lipán saltó de su caballo y atacó con su lanza, pero fue rodeado por dos comanches que le atacaron a la vez, haciéndole retroceder. El terreno tenía muchas afiladas plantas de mescal, tropezando con una de ellas mientras retrocedía, haciéndole caer. Uno de los dos comanches le disparó una flecha y el otro le clavó su lanza, matándole. Otro guerrero lipán resultó muerto.

El jefe comanche gritó: Los apaches no sois hombres, no sabéis pelear. Me voy a llevar mis cosas y los caballos que os quité. Es mejor que volváis a vuestro campamento y haced el trabajo de las mujeres, ya que no podéis con nosotros. Luego los insultó. Otro jefe apache dijo:Sigamos. Hemos perdido a un gran guerrero, así que vamos a empezar de nuevo. Hay aquí muchos cuñados, suegros. Los comanches nos insultan, pero nosotros acabaremos con ellos”. Luego se incrustó en la formación.

Otro jefe lipán se puso al frente de la línea, montado a caballo arengando a sus guerreros, cuando un disparo de arma de fuego que vino del campo comanche le abatió.

Mientras esto ocurría, llegó al campamento apache un viejo “hombre-medicina” que había estado cazando perritos de las praderas. No sabía nada porque venía por el oeste cuando el enfrentamiento tenía lugar en el este. Iba a soltar su caballo cuando le dijeron lo que estaba ocurriendo, por lo que rápidamente se dirigió hacia allí. Cuando llegó, los guerreros le dijeron que los comanches habían cogido todos los caballos y habían matado a dos de los jefes. Entonces cabalgó de un lado a otro de la línea lipán, arengando a los guerreros, diciendo que su medicina tendría efecto: Está bien, id a por ellos, sed valientes y luchad contra ellos. Pronto os darán la espalda, id todos contra los dos jefes, cuando se acerquen con sus hombres”. Los apaches atacaron con los escudos al frente, cuando uno de los líderes lipanes hirió con su lanza al jefe comanche. La embestida hizo caer a muchos guerreros comanches de sus caballos. La lucha continuó a pie, con el campo lleno de cuerpos comanches. Cuando a los lipanes se les agotaban las flechas, usaban las que les lanzaban los comanches. Una de esas flechas abatió a uno de los dos jefes comanches, el que no quería combatir.

Madzil, el otro jefe, también recibió una herida, aunque no de gravedad. Los comanches supervivientes empezaron a huir. Un líder lipán dijo que les dejasen ir, apoderándose de sus mulas cargadas con el botín mexicano y de los caballos que dejaron atrás.

Los pocos comanches que quedaron no podían cazar al estar heridos y algunos probablemente murieron en el camino. Cuando estaban cerca de su campamento, tuvieron que hacer señales de humo para que vinieran a socorrerles. Solo siete quedaron con vida, Madzil entre ellos. Amargamente se lamentó: Cuando dejamos nuestro territorio, bajamos al Viejo México, pasando cuatro meses o poco más allí. Asaltamos las reatas de mulas y burros de los mexicanos, conseguimos muchos chales finos y una buena manta. Muchos rollos de calicó [tejido de algodón] y muchos buenos caballos. Salimos felices de allí, peleamos con soldados mexicanos y no perdimos a ningún hombre. Volvimos de allá abajo con mucho para comer, ya que también conseguimos varias cabezas de ganado. Todo iba bien, cantamos mientras regresábamos con todo, cargado en mulas y burros, hacia el Agua Rojiza [Río Grande].

Cuando lo cruzamos, acampamos y después vimos huellas de caballos, por lo que pensamos que debía de haber cerca algún campamento lipán. Si los vemos, lucharemos contra ellos y les quitaremos a sus esposas e hijos, y nos los llevaremos. Pensé que los eliminaríamos, pero fui tonto porque no hice caso de la palabra del otro jefe cuando dijo: ‘Vámonos en paz y así no perderemos a ningún hombre’. Él tenía razón. Creía que yo era un buen luchador, pero ese día, descubrí por mí mismo, que peleé con algunos buenos guerreros.

Cuando nos llevamos sus caballos pensé que no eran muy buenos luchando. Alguna vez antes hicimos lo mismo, por lo que creíamos que eran fáciles de vencer, pero ahora, luchando mano a mano, comprobamos que eran tenaces, y la muestra son mis heridas, a un lado del brazo, tres en la pierna, también en la cabeza. Menos mal que no vinieron con lanzas, si no, me hubieran matado.

Vi que mis guerreros se tambaleaban con una flecha en el cuerpo. Me asusté pensando que se acercaba mi fin. Es mi culpa por hablar de pelear con los apaches, soy el culpable de todos los problemas. Eso dijo mi compañero, ‘no pelea, no pelea’. Pero seguí hablando de pelear, y casi nos peleamos nosotros. Hoy soy un hombre pobre, ya no soy jefe por perder a todos mis hombres. Aunque lucharon bien, murieron todos. Debería haber escuchado, y así no perder a tantos de los nuestros, pero ese día fui un cabezota”.

Mucho tiempo después, Madzil llegó a viejo. Un día se levantó la chaqueta de piel de alce y mostró las cicatrices en su cuerpo, diciendo: Los apaches me hicieron todas estas cicatrices cuando tuvimos un gran enfrentamiento en Coyote Mountain [ahora llamado Davis Mountains]. Esta es la historia de ese combate que tuvo lugar alrededor de 1850 y que Percy Bigmouth escuchó de su padre).

* A primeros de enero de 1855, un destacamento del 1º de Dragones al mando del capitán Richard Stoddert Ewell (y los tenientes Isaiah N. Moore y H. B. Davidson) inspecciona el curso de los ríos Pecos y Bonito para buscar a unos apaches mescaleros que habían robado ganado en la zona de Anton Chico ([Guadalupe County, New Mexico]. El 13 de enero, Ewell se juntó en las Capitan Mountains [Lincoln County, New Mexico] con otro destacamento de 50 soldados del 3º de Infantería y 29 Dragones, al mando del capitán Henry Whiting Stanton [y los tenientes Junius Daniel y Henry W. Walker].

El 17 de enero, Ewell acampó en el Peñasco, un arroyo que baja de las montañas hacia el Pecos. Por la noche, los mescaleros atacaron el campamento, disparando flechas y realizando algunos disparos. A la mañana siguiente, los mescaleros hicieron frente al destacamento, acosándolo desde los barrancos por donde avanzaban los soldados.

Un grupo de soldados bajo el mando de los tenientes Daniel y Walker, alternativamente, y después de Dragones montados y a pie, bajo el mando del teniente Moore, abrieron la marcha para permitir el avance del resto del destacamento. El teniente Moore persiguió a caballo a varios mescaleros en campo abierto, llegando a la conclusión de que estaban tratando de alejarles de sus familias.

Unos 15 mescaleros fueron alcanzados por los disparos, aparentemente sorprendidos por el alcance de los mosquetes de los soldados. Recogieron a sus heridos y los llevaron a una alta colina, desde donde retaron a los soldados.

Aproximadamente a las 15:00 horas del 18 de enero, Ewell llegó a una ranchería abandonada donde acampó para pasar la noche. Ewell ordenó al capitán Stanton que fuera con sus hombres a inspeccionar un pequeño valle cercano y a tratar de encontrar la dirección que habían seguido los mescaleros.

Al llegar al valle, Stanton cargó contra unos guerreros que estaban en lo alto de una empinada colina, quienes rápidamente galoparon alejándose. Los caballos de los soldados estaban cansados y cuando Stanton ordenó tocar a llamada, solo 12 hombres pudieron acudir. Avanzó por el valle, pero se dio cuenta de que los mescaleros no habían huido en esa dirección, por lo que emprendió el regreso. Al pasar por una zona arbolada en la que el valle se estrechaba, muy cerca de donde Ewell estaba acampado, los soldados fueron emboscados.

Con los primeros disparos cayó muerto el soldado John Hennings. Stanton ordenó retirada, quedándose en la retaguardia, disparando su carabina Sharps, cuando recibió un tiro en la cabeza, falleciendo en el acto. Otro soldado, Thomas Dwyer, después de matar a un guerrero, fue rodeado, desmontado, y atravesado por lanzas.

Al oír los disparos, Ewell ordenó al teniente Moore que fuera con sus hombres a ayudar a Stanton. La llegada de más soldados hizo huir a los mescaleros. Moore recogió los cuerpos de Stanton, Hennings y Dwyer, y el caballo y el rifle del guerrero que Dwyer había matado.

Los mescaleros se dividieron y se dispersaron, haciendo imposible la persecución, por lo que Ewell dio orden de regresar. El 20 de enero, pasó por las fuentes del Peñasco, con los caballos totalmente agotados. Los mescaleros, al tener tantas pérdidas, al menos 16 muertos, pidieron la paz. El Dr. Michael Steck [agente de las tribus de apaches chiricahuas del sur desde 1854 a 1859] llevó su petición a Santa Fe.

El 4 de mayo de 1855, soldados del 1º de Dragones, y del 3º y 8º de Infantería, empezaron a construir una instalación militar en el corazón del territorio mescalero, llamada Fort Stanton [Lincoln County, New Mexico].

Un panel histórico en la localidad de Mayhill [Otero County, New Mexico], es testigo de uno de los muchos enfrentamientos entre soldados de los Estados Unidos y los apaches mescaleros.  

El 20 de enero, Steck proporcionó raciones a Mangas Coloradas en Fort Thorn [cerca de la actual Hatch, Doña Ana County, New Mexico] por lo que, durante ese invierno, el jefe chiricahua no incursionó por Sonora. Sin embargo, su hijo Cascos y su hermano Phalios Palacio continuaron liderando a los bedonkohes en sus incursiones por las pequeñas poblaciones y asentamientos del Río Grande.

Otro motivo para no incursionar era su edad y su enfermedad, debilitando su cuerpo. Durante 18 meses vivió semi retirado, aparentemente careciendo de la energía necesaria para liderar las facciones guerreras de los chiricahuas.

El 31 de enero, Steck envió al Comisionado Indio, George W. Manypenny, el primero de sus informes: Durante el mes, he visto a todos los capitanes de la tribu, a saber: Mangas Coloradas, Delgadito, Itán, Láceris, Josecito, Cuchillo Negro, Sargento, y Riñón, los cuales han visitado la Agencia y recibido raciones de maíz y carne. Ellos se han dispersado por el territorio desde el Gila al Río Grande y desde el límite entre México y los Estados Unidos al territorio ocupado por los navajos….

En su informe mensual de febrero, Steck escribió los problemas que había con los chiricahuas, afirmando que:

1. Los chiricahuas tienen relaciones amistosas con los estadounidenses.
2. El gobierno debe cumplir sus promesas en relación con las raciones y a la ayuda en materia agrícola.
3. Hay que abordar el problema de los cautivos mexicanos.
4. Hay que abordar el problema de las bandas hostiles de chiricahuas.

Los chiricahuas preferían la carne de vaca más que ninguna otra [excepto las mulas] pero Steck no tenía suficientes fondos para distribuir más que unas pocas reses).

* El 7 de febrero de 1855, la Guardia de La Mesilla ataca a una banda apache en Doña Ana (Doña Ana County, New Mexico).

* Durante la noche del domingo del 25 de febrero de 1855, un grupo de apaches se lleva una gran cantidad de ganado de la Hacienda Las Delicias, propiedad de Ignacio Pesqueira, prefecto de Ures. (Durante la mañana del 28 de febrero, avisaron a Rafael Ángel Corella, prefecto de Arizpe, de lo ocurrido, por lo que organizó un grupo formado por 13 milicianos y 12 vaqueros de la Hacienda Las Delicias, para iniciar la persecución saliendo sobre las 13:00 horas.

Corella informaría al gobernador: “… Salí […] en seguimiento del robo cortando la tierra a la Sierra de Tehuachi donde tomé la huella, por la oscuridad de la noche, se me extraviaron cinco hombres, y solo me quedé con 18, incluso Don Rafael Buelna que me acompañaba. El día 1 de marzo amanecí en el valle de Chupisonora donde observé con la claridad del día que la huella tenía ya tres días y lo confirmaban las reses que había muertas por estar ya hediondas; sin embargo, de esta ventaja que llevaba el enemigo, seguí a paso veloz con la esperanza que se pararía a descansar, se me fue a ser noche en las inmediaciones de la despoblada hacienda de Bacanuchi [municipio de Arizpe, Sonora] donde di dos horas de descanso a la partida, y seguí el resto de la noche, llegué al día siguiente como a las ocho de la mañana cerca del rancho de Cuitaca [municipio de Cananea, Sonora], donde me convencí de que ya no podía alcanzar nada, tanto porque ya se habían concluido los escasos víveres que sacó la partida, como por lo muy cansado y la infantería y las bestias a causa de lo forzado de la marcha como lo verá Vuestra Excelencia por las jornadas, dispuse volverme, manteniendo la partida con raíces hasta este pueblo a donde llegué ayer en la noche).

* En marzo de 1855, el gobernador interino de Chihuahua, Luis Zuloaga, ordena perseguir a los apaches por las sierras del Torreón, Güérachic, Malanoche, Las Rucias, Tepehuanes, Negritos, Santa Clara hasta el Carmen, pasando por San Lorenzo, sin resultados positivos. (También en marzo, el capitán Andrés Centeno, comandante de las guarniciones sonorenses de Santa Cruz, Tucson y Tubac, lideró un destacamento de 80 hombres para reconocer las montañas entre Fronteras y Bavispe, sin encontrar rastro de apaches en los lugares que casi siempre estaban ocupados por los chiricahuas llamados janeros.

Poco después, el capitán Bernabé Gómez envió un destacamento de 80 hombres al territorio de los Western Apaches. Cerca del río Gila, en Arizona, sus hombres se enfrentaron a una banda de 200 Western Apaches [coyoteros White Mountain y Tonto Apaches] que se dirigían al sur para incursionar por Sonora. En un combate que duró dos horas, echaron a los apaches al norte del Gila, matando a cuatro de ellos, y apoderándose de 25 carcajes con sus arcos, tres carabinas, tres lanzas, varios mocasines, y una gran cantidad de mescal.

Poco después, Gómez envió a Centeno con otros 120 hombres a las Chiricahua Mountains [Cochise County, Arizona]. Una mujer Western Apache de la banda Pinal [posteriormente los apaches Pinal se incluirían dentro de los apaches San Carlos] que había llegado a Tucson huyendo de un violento marido, había dicho al capitán Gómez que los apaches estaban recogiendo mescal en las Chiricahua Mountains. También dijo que las bandas Western Apaches habían contemplado hacer un tratado en Tucson, pero recibieron información de comerciantes estadounidenses de que los mexicanos no podían cruzar el Gila, por lo que paralizaron el intento de pedir la paz, decidiendo continuar la guerra. Esta revelación confirmó a las autoridades de Sonora de que los apaches buscaban refugio al norte del río Gila. Mientras, en el nordeste de Sonora, Terán y Tato, después de perseguir una partida apache al interior de la Sierra Madre, dedujo que los apaches habían llevado mulas de Sonora a Chihuahua).

* En la primavera de 1855, los chihennes Mangas Coloradas, Delgadito, Ponce (hijo del Ponce padre), Itán están a lo largo del río Mimbres [suroeste de New Mexico] para plantar maíz, mientras, junto a Costales, consiguen más armas de fuego de comerciantes estadounidenses. (Cuchillo Negro estaba plantando unas tres hectáreas de maíz, en la cabecera del Animas River, a 72 km al noroeste de Fort Thorn [Doña Ana County, New Mexico]).  

* El 9 de mayo de 1855, Michael Steck, que estaba visitando los campamentos chihennes, regresa a Fort Thorn. (Al llegar se enteró de las instrucciones del gobernador de New Mexico para juntar en Fort Thorn a los mescaleros y chiricahuas el 7 de junio. A mediados de mayo informó al gobernador que todos los jefes chihennes estaban presentes, excepto Mangas Coloradas, que “aún estaba muy enfermo”. Se desconoce qué enfermedad tenía Mangas Coloradas, y desgraciadamente Steck, que era doctor, no lo mencionó).

* El 24 de mayo de 1855, una banda chiricahua incursiona por los alrededores de Janos (Chihuahua) siendo dirigida por los jefes chihennes Itán, Josecito y Costales. (El comandante de Janos, el capitán José Baltasar Padilla, reunió una fuerza de civiles y soldados para dirigirse a la abandonada hacienda de Ramos, donde pasaron la noche. A la mañana siguiente, Gervasio [hijo de Juan José Compá] y los demás exploradores encontraron el rastro de 20 apaches que iban hacia la Sierra del Pajarito [municipio de Buenaventura, Chihuahua], alrededor de 12’8 km al sur de Ramos. Siguiendo las huellas encontraron a dos apaches. Mataron a uno y capturaron al otro, un joven guerrero llamado Nalze, sobrino de Itán e hijo de Monteras [este un importante guerrero chihenne]. Nalze dijo a Padilla que el grupo incursor había salido de Santa Rita del Cobre para reunirse con los chokonen en Apache Pass [Cochise Countuy, Arizona], uniéndose más guerreros en las Peloncillo Mountains [Hidalgo County, New Mexico & Cochise County, Arizona], llegando a ser 30 guerreros [chihennes, bedonkohes y chokonen] antes de separarse [unos fueron a Sonora y otros a Chihuahua].

Delgadito no participó en esa incursión, permaneciendo en el río Mimbres hasta primeros de junio, que fue a Fort Thorn a recibir raciones y a firmar un tratado con el gobernador de New Mexico, David Meriwether.

Nalze también dijo a Padilla que muchos líderes apaches, incluyendo Mangas Coloradas, habían expresado el deseo de hacer la paz con Chihuahua. Según él, el jefe chiricahua sopesaba venir a Janos para discutir los términos de paz, quizás porque había oído que el capitán Antonio Sánchez Vergara [a quién había conocido a primeros de 1843 y en quién había llegado a confiar] estaba envuelto en negociaciones. De hecho, un grupo chokonen liderado por Yrinco había ido a El Carmen [municipio de Buenaventura, Chihuahua] para reunirse con Antonio Sánchez para saber si podía adherirse al tratado hecho con el grupo local de nednais del Carrizal [municipio de Ahumada, Chihuahua].

A finales de abril o primeros de mayo, los jefes habían ratificado los términos del tratado. A cambio, ellos pidieron raciones y permiso para marcar su ganado. Esta banda, de 289 personas, tenía 57 guerreros con siete líderes [incluyendo a Cojinillín y Felipe], 100 mujeres [44 eran viudas], y 133 niños.

Poco después de capturar a Nalze, el capitán Padilla parlamentó con el líder chihenne Costales y con un guerrero llamado Crisanto en Cerros Colorados, un pequeño grupo de colinas al este de Janos. Costales reiteró lo que Nalze había dicho a Padilla, los apaches querían volver a hacer un tratado. Cuando Padilla y Zuloaga descubrieron que Nalze era hijo de Monteras y sobrino de Itán, pensaron que los chiricahuas abrirían pronto negociaciones, pero eso no ocurrió hasta julio de 1856, cuando Itán y sus seguidores llegaron a Janos para hablar de paz y recuperar a Nalze.

El tratado de paz de El Carmen tendría corta vida, ya que pocos meses después, una banda nednai comenzó a incursionar, por lo que las autoridades del Carrizal y Galeana recibieron órdenes de comenzar acciones contra los apaches).

* El 5 de junio de 1855, algunos jefes apaches mescaleros, entre ellos Cisneros, Espejo, Metal, El Gordo, Marcos y El Chino, firman un tratado de paz con el coronel José Quintanilla, jefe del 3.er Batallón de Línea, en el rancho Santa Teresa ([municipio de Ojinaga, Chihuahua]. Esos mescaleros tuvieron que instalarse en el rancho Santa Teresa y devolver los cautivos que tenían en su poder, así como los animales que habían robado en Chihuahua).

* El 7 de junio de 1855, llega a Fort Thorn (cerca de la actual Hatch, Doña Ana County, New Mexico) el gobernador del Territorio de New Mexico, David Meriwether, para firmar un tratado con varias bandas de apaches chihennes y mescaleros. (El gobernador diría que las bandas participantes habían llevado a mucha de su gente, pero otros informes estimaron que eran 250 los apaches presentes.

El tratado con los chiricahuas se firmó el 9 de junio, en medio de una fuerte ola de calor [los termómetros marcaron una media, durante esos días, de más de 38° C]. Firmaron el tratado 15 líderes chihennes y nednais de un grupo local de Janos. Por los chihennes firmaron Cuchillo Negro, Itán [quién ya había regresado de la incursión a Janos del mes anterior], Delgadito, Loco y Riñón; y por los nednais Láceris y José Nuevo. Otro nombre que aparece es Lucero. En la lista de firmantes también aparecen dos mujeres chiricahuas, Mónica y Refugia, quienes actuaron como intérpretes. Las memorias de Meriwether, escritas 30 años más tarde, resultan algo confusas, ya que mencionan la presencia de Cuchillo Negro y de Mónica, una mujer chihenne cuyo nombre aparece como intérprete de vez en cuando en otras negociaciones, a pesar de su avanzada edad.

Meriwether dijo que Mónica tenía de 70 a 75 años, actuando como intérprete de español a apache. Su competencia impresionó tanto al gobernador que dijo: Es la mejor intérprete que yo haya tenido nunca. Él le preguntó como sabía tan bien el español, a lo que ella contestó: Cuando yo era una muchacha, aproximadamente a mitad del crecimiento, mi madre me entregó a unas monjas, quienes me enseñaron a leer en un libro, a cantar y a rezar. Pero después de la muerte de mi madre, mi padre me sacó de las monjas y me llevó de vuelta a la tribu, cuando yo ya había crecido totalmente. Nunca he olvidado lo que aprendí en los libros, los cánticos y las oraciones, y como vivo con mi tribu, actúo como intérprete con los comerciantes mexicanos, que vienen a comerciar con mi gente.

Por los términos de ese tratado, los chiricahuas, por primera vez, acordaron ceder parte de su territorio al gobierno a cambio de raciones regulares, herramientas, y una renta vitalicia. Los chihennes y nednais estuvieron de acuerdo en vivir en un tramo de tierra que bordeaba al oeste por el río Mimbres y el este por las Mimbres Mountains [Sierra County, New Mexico], y las Black Range [Sierra & Grant County, New Mexico]. Pero si se descubría yacimientos mineros en esa área, el gobierno tenía el derecho a reclamar esa tierra y ubicarlos en otra zona. El último artículo del pacto prohibía a los apaches incursionar por México. Es probable que los jefes apaches no conocieran las condiciones hasta que llegaron a Fort Thorn, y cabe preguntarse si entendieron bien lo que estaban firmando. Meriwether informó que no pusieron objeciones a ninguna disposición del tratado. Con todo, los mescaleros y chihennes [cada uno de los dos grupos sumaban de 600 a 700 personas], estuvieron de acuerdo en ceder al gobierno parte de su territorio a cambio de una reserva. Cumpliendo con los términos del tratado, los apaches entregaron 40 caballos robados y cuatro niños mexicanos.

El 14 de junio, Meriwether firmó el tratado con los mescaleros, los cuales acordaron ceder todas sus tierras en New Mexico, estimadas en 3.107.985 hectáreas, al gobierno federal. Los mescaleros rehusaron ubicarse al oeste del Río Grande para no estar cerca de los chihennes. Meriwether al principio dudó, pero después de que un mescalero matase a un chihenne durante una pelea, decidió que las dos tribus debían tener reservas separadas. Los mescaleros recibirían 776.996 hectáreas para una reserva y 72.000 $ pagados en 72 cuotas. Desgraciadamente, el tratado nunca fue ratificado por el Congreso. Durante ese mismo año, se construyó Fort Stanton [Lincoln County, New Mexico] en el río Bonito, en el corazón del territorio de los mescaleros.  

Mangas Coloradas no ratificó el tratado, siendo reacio a firmarlo porque pensaba que los supuestos beneficios del tratado nunca llegarían a manos de los apaches. Quizás entendió que perdería sus santuarios de Santa Lucía y las Burro Mountains. Inicialmente, estuvo de acuerdo en ir a Santa Fe [Santa Fe County, New Mexico] con Steck para terminar el pacto, pero luego tuvo dudas de realizar un viaje tan largo desde el territorio chiricahua, poniendo como excusa las altas temperaturas. Aunque aceptó cumplir con lo que Delgadito e Itán habían firmado, no pondría su firma en el documento. También objetó que su territorio podía ser invadido por tropas de Sonora.

Al final, el Congreso estadounidense no ratificó los acuerdos firmados por David Meriwether porque consideró que no se debía pagar a los indios por tierras que se habían comprado a México.

Mientras, jóvenes guerreros de la ranchería chihenne de Mangas Coloradas, junto a otros apaches coyoteros White Mountain, hicieron una incursión en Sonora. Algunos regresaron con cautivos y animales).

* El 9 de junio de 1855, el jefe apache Tomás Pino firma en la Villa de Chihuahua un tratado de paz con el teniente coronel Miguel Castro, en representación del gobierno del Estado de Chihuahua.

* A mediados de julio de 1855, apaches chihennes de Josecito y algunos bedonkohes atacan a unos mineros cerca de Corralitos (municipio de Casas Grandes, Chihuahua), matando a 14 e hiriendo a dos. (También incursionaron por Galeana, capturando a dos muchachos, uno de ellos llamado Refugio Corrales, quien permaneció en poder de los bedonkohes durante 16 meses. Más tarde declaró que los apaches regresaron a Santa Rita del Cobre [Santa Rita, Grant County, New Mexico] donde se dividieron. Josecito fue a su ranchería, que estaba cerca de allí; y los bedonkohes al territorio de las Mogollon Mountains [Grant & Catron Counties, New Mexico]).

* El 30 de julio de 1855, Michael Steck realiza un recuento de los apaches que dependen de su Agencia. (Steck comprobó que la población chiricahua dependiente de él estaba disminuyendo. Incluyendo los chihennes, un grupo de bedonkohes liderado por Phalios Palacio [hermano de Mangas Coloradas], y quizás los nednais de Láceris y Eligio [cuñado de Coleto Amarillo], sumaban 893 personas, de los cuales 178 eran hombres. Le preocupó la gran diferencia en el número de hombres y mujeres producto de las constantes hostilidades de los últimos 25 años, reduciendo la cantidad de guerreros prácticamente a la mitad. Informó que durante los últimos seis meses 12 hombres habían fallecido, nueve por enfermedades y tres en combate).

* A mediados de agosto de 1855, Mangas Coloradas conduce una pequeña partida que incursiona por Janos (Chihuahua), matando a un hombre e hiriendo a otro, para regresar después a New Mexico. (Mientras, tropas de Sonora habían perseguido a varias partidas chiricahuas que iban camino de New Mexico con su botín y sus cautivos. Tres diferentes bandas llevaron un total de 42 cautivos, según oyó el Dr. Michael Steck [agente de las tribus de apaches chiricahuas del sur desde 1854 a 1859]. Steck envió un comerciante al campamento de Mangas Coloradas situado en Santa Lucía Springs [luego San Vicente de la Ciénega; y finalmente en Silver City, Grant County, New Mexico] para convencerle de que fuese a la Agencia. Mangas Coloradas puso reparos diciendo que «no podía dejar a su gente en esos momentos» porque un destacamento de Sonora estaba por la zona de las Peloncillo Mountains [Hidalgo County, New Mexico & Cochise County, Arizona]. No hay muchos datos de ese destacamento, pero pudo ser liderado tanto por el capitán Ignacio Pesqueira como por el capitán Eusebio Gil Samaniego, o por ambos. En cualquier caso, no hubo ningún enfrentamiento).

* En octubre y noviembre de 1855, varios grupos pequeños de apaches bedonkohes dejaron sus refugios en las Mogollon Mountains (Grant & Catron Counties, New Mexico) para dirigirse al Río Grande. (Cuatro apaches robaron 150 mulas a José Chávez en el Bernalillo County [New Mexico] pero fueron perseguidos por 20 soldados al mando del subteniente Isaiah N. Moore, del 1º de Dragones, recuperando 120 de ellas. Otro grupo dirigido por Chaynee robó ganado a Ramón Luna, probablemente cerca de Socorro o Lemitar [Socorro County, New Mexico].

El 25 de noviembre, otro grupo de ocho apaches mató a un hombre e hirió a otros dos al oeste de La Mesilla [Doña Ana County, New Mexico]. Entre ellos iban dos parientes de Sargento [un yerno y un sobrino]; un hermano de Ronquillo; y un hermano y un hijo de Delgadito Janeros. Poco después de esta incursión, Delgadito Janeros estaba en Fort Thorn [Doña Ana County, New Mexico] para recibir sus raciones, el cual, antes de partir, admitió ante el agente Michael Steck que algunos de los suyos habían robado algo de ganado en La Mesilla, llevando al teniente coronel Dixon Stansbury Miles a concluir que ellos eran los autores de la persona muerta [un mexicano]. Esto era frustrante para los estadounidenses, que no comprendían la estructura social de los apaches, cuya autoridad estaba dividida entre varios líderes grupales en lugar de ser ejercida por un jefe principal. Inevitablemente, esta confusión llevaba a los militares a buscar soluciones basadas en generalizaciones o incorrectas suposiciones. Para ellos un apache era un apache, una simple visión que llevaría una y otra vez a más violencia y muertes, con víctimas inocentes por ambos lados.

El 5 de diciembre, el capitán Joseph Horace Eaton salió de San Diego Crossing [Doña Ana County, New Mexico] con un destacamento de 31 Dragones y 30 soldados de infantería, y raciones para 21 días. Eaton había intentado ocultar sus planes ante los chihennes y mescaleros congregados alrededor de la Agencia de Fort Thorn [Doña Ana County, New Mexico], pero sus esfuerzos fueron en vano. Creyendo que los apaches estaban acampados en las Florida Mountains [Luna County, New Mexico], Eaton llevó su destacamento hacia el oeste, hacia el Cooke’s Spring, en el corazón del territorio de Mangas Coloradas. Dos días después, llegó un mensajero con una nota del agente Steck que decía que Costales [segundo al mando de Delgadito] había informado sobre los apaches que habían incursionado en La Mesilla. La nota indicaba que los incursores habían venido de México, por lo que serían nednais, y que los chihennes o bedonkohes no eran responsables. Steck recomendaba a Eaton buscar las huellas en el Cooke’s Spring, confiando que le llevarían a las Florida Mountains y luego a Janos [Chihuahua].

Eaton siguió el consejo de Steck, pero no encontró huellas en el Cooke’s Spring que fueran hacia las Florida Mountains, sino que iban hacia el río Gila. El capitán quiso hacer una demostración de fuerza ante los apaches, recorriendo el territorio mientras aguantaran sus hombres y provisiones. A mediados de diciembre llegó a San Vicente Spring, a unos 16 km al sur de la actual Silver City [Grant County, New Mexico], donde acampó al tener uno de sus oficiales enfermo. Estando allí llegó un grupo de guerreros, entre los que había dos parientes de Mangas Coloradas, su hijo Cascos y su hermano José Mangas, quienes aparecieron de repente sobre una colina desde donde se divisaba el campamento de Eaton. Este les invitó a venir, por lo que Cascos, José Mangas y otros dos guerreros más entraron en el campamento, dando aparentemente precisa información sobre su ranchería y sobre la de los «hostiles» bedonkohes, lo cual era extraño, ya que Cascos era un importante líder entre ellos. Indicaron que la ranchería de Mangas Coloradas estaba a un día de marcha, indudablemente en Santa Lucía Springs [luego San Vicente de la Ciénega; y finalmente Silver City, Grant County, New Mexico]. Dijeron a Eaton que las huellas que iban hacia el río Gila pertenecían a Chaynee, donde tenía su ranchería. Eaton dijo que sería bueno que Mangas Coloradas fuera a la Agencia como demostración de buena voluntad, ya que las huellas del ganado robado entraban en su territorio. Cascos y José Mangas prometieron trasladar esa petición a Mangas Coloradas, indicando que este podría ir dentro de los siguientes ocho días.

Sin embargo, Mangas Coloradas no fue. Steck dijo a Eaton que planeaba reunir a los jefes para pedir la entrega del guerrero que había matado al mexicano y del ganado robado en La Mesilla y Socorro. Si se negaban, Eaton tenía una simple solución: No vacilaría en declarar la guerra a los apaches al oeste del río y estos deberían comprender que nunca tendría fin. No importaba que el 95 % de los chihennes y nednais en el sur de New Mexico hubiera permanecido en paz. Sugirió que los soldados podían establecer un puesto en Santa Lucía o San Vicente desde donde pudieran lanzar una campaña contra las Mogollon Mountains [Grant & Catron Counties, New Mexico]. En su informe, basado en la información proporcionada por Cascos y José Mangas, identificó a los líderes chokonen Miguel, El Carro, Juan Apache, El Fresco, y Capitán Chaynee. Miguel era Miguel Narbona; El Carro, Carro; y El Fresco, probablemente el White Mountain Francisco [Gochaahá], un cercano aliado de Cochise.

Los apaches estaban inquietos a causa de la expedición de Eaton por su territorio. El 20 de diciembre, robaron en Socorro más de 30 animales, entre caballos, mulas y reses. Varios civiles siguieron el rastro que iba hacia el campamento de uno de los jefes que había firmado el tratado del 9 de junio del presente año, por lo que Steck les dijo que no les daría más raciones hasta que devolviesen lo robado. Al estar en el comienzo del invierno, los apaches tendrían problemas para conseguir alimentos, por lo que sin las escasas provisiones de Steck, lo pasarían mal. Este, envió a dos mexicanos a las rancherías apaches de las colinas de las Mimbres Mountains [Grant & Sierra Counties, New Mexico], pero no pudieron convencerlos de que fueran a llevar el ganado. A finales de diciembre, Steck fue con dos hombres a las rancherías chihennes situadas en el Tierra Blanca Creek [a 5 km al sureste de la actual Kingston, Sierra County, New Mexico), donde se reunió con los chihennes Delgadito, Itán, Cuchillo Negro, Riñón y Pajarito; y con los nednais Láceris y José Nuevo. Con Costales y Mónica haciendo de intérpretes, los jefes negaron que su gente participara en ninguna de las recientes incursiones, excepto en la de La Mesilla, en la que estuvieron implicados un hijo de Negrito y un hermano de Ronquillo. Dijeron que los bedonkohes y mescaleros habían sido los autores del robo de ganado en los condados de Socorro y Valencia. Cuchillo Negro dijo que el rastro del ganado robado que los civiles habían seguido era el de una pequeña banda de mescaleros dirigida por Showano, un belicoso jefe que se jactó de haber matado personalmente a 14 hombres blancos y que continuaría incursionando incluso después de haber firmado el tratado el 14 de junio con el gobernador de New Mexico, David Meriwether. Itán y Delgadito dijeron que los bedonkohes eran los autores de la mayoría de los robos cometidos a lo largo del Río Grande, sugiriendo a Steck que los militares enviaran tropas a su territorio para que dejaran de robar. Confirmaron lo que José Mangas había dicho a Eaton, las Mogollon Mountains eran extremadamente escabrosas, con altas montañas y angostos cañones, pudiendo las tropas salir de Lemitar o Socoro y seguir el curso de cualquiera de los dos ríos, el Gila para entrar por el norte de esas montañas, o el Tularosa, situado al norte de las Mogollon Mountains, el cual discurría hacia el sur, hacia el Gila. Steck no vio a Mangas Coloradas, quien posiblemente estaba en Santa Lucía Springs para pasar el invierno. El agente aparentemente creyó a los jefes, aunque encontró unos pocos huesos de reses cerca de sus campamentos. 

* Durante la tarde del 1 de noviembre de 1855, 11 mexicanos son atacados por un grupo de apaches cuando pasaban por El Capulín ([municipio de Fronteras, Sonora]. Los mexicanos eran 11 ciudadanos de Fronteras, a donde se dirigían provenientes de Cuquiárachi [municipio de Fronteras, Sonora] después de pasar el día atendiendo sus negocios. Iban juntos como medida de protección.

Solo hubo un superviviente, Juan Luna, el cual logró llegar a pie a Fronteras a la mañana siguiente y dar aviso al comandante de la Compañía General de Fronteras, Eligio Hurtado. Poco después llegó Luis Escalante, también vecino de Fronteras, diciendo que mientras estaba trillando trigo, vio a unos apaches que se dirigían rumbo a Cuquiárachi, y que una carreta que transitaba por el lugar con varios labradores de la zona llevando su trigo recién cosechado estaba en grave peligro.

Según informó Hurtado al gobernador, Manuel María Gándara de Gortari, cuando iba a enviar un grupo, “se me presentó el vecino Juanito Salazar, uno de los que escoltaban la carreta, dándome parte de que los apaches habían sorprendido a los que iban en la carreta, escapando solamente él, de la ligereza de su caballo, e inmediatamente dispuse se pusieran sobre ellos [los apaches] los pocos soldados y vecinos, despachando al mismo tiempo un aviso violento a los que se hallaban pescando sus maíces en las labores de la Sapa y Ciénaga, para que se incorporaran a este punto, caminando con la precaución debida con los pocos caballos y bueyes que consigo tenían.

A las dos del mismo día de ayer se avistaron nueve apaches montados por la parte del poniente acercándose hasta la distancia de 300 varas de la población, como los que fueron rechazados por unos cuantos tiros que se les tiraron, y luego enseguida se dirigieron los indios para las labores de la Sapa y Ciénaga donde encontrándose con los pocos hombres que se retiraban de aquellas labores, se encontraron con los indios y después de unos tiros que unos y otros se tiraron con ellos se espantaron los bueyes y se apoderaron los indios de ellos consistiendo estos en cuatro yuntas y dos muchachos que tomaron cautivos, enseguida dispuse salieran 10 hombres, únicos de que se podía disponer, a auxiliar a los que se hallaban en La Ciénaga, los que habiéndose incorporado con ellos siguieron a los indios a la distancia de una legua de donde se devolvieron por considerar inútil alcanzarlos por ir a pie y además dejar la población sola sin saber los resultados que en ella podía haber.

En la tarde del día de ayer dispuse salieran para el pueblo de Cuquiárachi 15 hombres para que se informaran las desgracias que se hubieran causado por los indios, igualmente se retiraron tres hombres que estaban cuidando el trigo, regresando la partida de Cuquiárachi a las 12 de la noche dándome parte de que los apaches se habían llevado siete bestias de la represa que por orden del señor Ortega, comandante inspector, se habían facilitado al ciudadano Felipe Pérez para que trillara un poco de trigo; [también] se llevaron dos muchachos cautivos de los que iban en la carreta, habiéndose escapado dos hombres de los de la escolta de la carreta y también se llevaron las dos yuntas de bueyes y un macho, un caballo y dos burros.

Todo lo que convenientemente le comunico a Vuestra Excelencia, quedando con la incertidumbre si por fin serían víctimas los hombres que fueron atacados en el punto de El Capulín, pues por los correos que esta última tarde despaché para Bacoachi, sabré hasta el regreso el resultado […])”.

1856

* Alrededor del 20 de enero de 1856, Delgadito, para demostrar sus buenas intenciones al agente Michael Steck, le notifica que un hijo de Cigarrito tenía intención de hacer una incursión cerca de La Mesilla ([Doña Ana County, New Mexico]. Cinco guerreros robaron cuatro bueyes llevándolos hacia el oeste, pero 12 miembros de la Guardia de La Mesilla fueron tras ellos, alcanzándolos a 12’5 km al oeste de la población, matando y arrancando las cabelleras de tres de ellos, incluyendo al hijo de Cigarrito. Según Steck, estos incursores también habían robado unos pocos caballos de los chihennes, quienes les siguieron, matando a otros dos guerreros. A pesar de que el inter tribal derramamiento de sangre no era frecuente, alguna vez tuvo lugar).

* En febrero de 1856, una gran partida chiricahua va a Sonora para vengar las muertes de dos guerreros que tuvieron lugar cerca de Fronteras, en una desconocida incursión, a finales de diciembre del año anterior. (Mangas Coloradas pudo haberles acompañado. Al volver del interior asaltaron los alrededores de Fronteras, matando y capturando a varias personas, llevándose también todos los animales que encontraron. Esa noche, los apaches dejaron en libertad a Juan José Granillo, al que dijeron que su objetivo era conseguir cautivos para cambiarlos por munición en los Estados Unidos. Tanto si Mangas Coloradas participó o no, en la primavera estaba en su ranchería.

El 24 de febrero, el coronel John Garland dio la orden de realizar una campaña contra los bedonkohes de las Gila [Grant County, New Mexico] y Mogollon Mountains [Grant & Catron Counties, New Mexico] desde dos puntos. Un destacamento, al mando del capitán Daniel T. Chandler, estaba guiado por Blas Lucero [un conocido explorador de Albuquerque] con otros 15 mexicanos, saliendo de Fort Craig [Socorro County, New Mexico] hacia el río Tularosa, en el norte de las Mogollon Mountains para luego ir al sur, a la parte inferior de esas montañas, donde se unirían al destacamento llegado de Fort Thorn [Doña Ana County, New Mexico], al mando del teniente Alexander Early Steen [hijo del capitán Enoch Steen]. Con el destacamento de Steen, también iba el agente Steck.

El 12 de marzo, el destacamento de Steen estaba acampado a 19 km al oeste de Santa Rita del Cobre [Santa Rita, Grant County, New Mexico]. Allí Steck escribió una nota rápida que Riñón, probablemente un hijo de Cuchillo Negro, entregó al capitán Eaton en Fort Thorn, la cual decía que Delgadito e Itán habían informado de la ubicación de las rancherías bedonkohes. Según ellos, estos tenían más de 200 mulas, caballos, y reses; y un gran rebaño de ovejas que habían robado recientemente de un asentamiento en el Río Grande. Steen continuó hacia el noroeste, en dirección a Santa Lucía, cruzó el Gila cerca de la actual Cliff [Grant County, New Mexico], marchando durante dos días hasta el punto de reunión con el destacamento del capitán Chandler, el cual había llegado desde el río Tularosa, marchando hacia el sur, a lo largo de las pendientes occidentales de las Mogollon Mountains. El encuentro se produjo varios kilómetros por encima de la actual Buckhorn [Grant County, New Mexico]. Allí, los exploradores encontraron el rastro de un gran rebaño de ovejas, tal como habían dicho los chihennes, siguiéndolo hacia el suroeste, hacia la Black Mountain [Catron County, New Mexico].

El 16 de marzo, atacaron la ranchería de El Cautivo, donde mataron a un hombre, hirieron a tres o cuatro [dos de ellos morirían más tarde], y se llevaron 250 ovejas y 21 caballos y mulas. El grupo estaba estrechamente asociado con Mangas Coloradas y Cochise. Refugio Corrales, un muchacho mexicano que había sido capturado en Galeana [Chihuahua], diría a mediados de noviembre de 1856, cuando consiguió la libertad, que muchas familias de esta ranchería acababan de venir de las Chiricahua Mountains, donde habían estado recolectando mescal. También hacía poco que había llegado el grupo incursor con el rebaño de ovejas que habían robado en el Río Grande. Según Corrales, el ataque de Chandler cogió a los bedonkohes por sorpresa, no sabiendo que había soldados cerca hasta que entraron en su campamento. Los bedonkohes recordarían este ataque, pensando en vengar esas muertes.

Después del ataque, Chandler se dirigió al sur, hacia el Gila, siguiéndolo al sureste, hacia Santa Lucía. De camino descubrieron y destruyeron varias rancherías recientemente abandonadas, incluyendo una que era de Phalios Palacio, un hermano de Mangas Coloradas. A finales de marzo, en Santa Lucía, Chandler giró al este para volver a sus cuarteles, Fort Craig y Fort Thorn. Iba varios kilómetros por delante del destacamento de Steen. Cuando se acercaba al río Mimbres, donde los chihennes estaban esperando para ver al agente Steck, Chandler abrió fuego sin motivo aparente contra un campamento chihenne sin importarle sobre quienes estaba disparando. Después de varias descargas, Costales se acercó y les convenció de que pararan. Chandler dijo a Delgadito y a los otros jefes que había abierto fuego al creer que esos apaches habían estado en las Mogollon Mountains. Los disparos habían matado a una mujer y herido a cuatro más [una mujer y tres niños], haciendo huir al resto. Otro niño nunca fue encontrado.

Chandler ofreció dar una compensación a los apaches por sus pérdidas. Más tarde declaró que sus exploradores habían capturado un caballo que tenía la misma marca que los recuperados en el ataque a la ranchería de El Cautivo. De hecho, la noche antes del ataque, algunos chihennes habían salido de la ranchería de El Cautivo para volver a su territorio. Refugio Corrales mencionó la estrecha relación que había entre los bedonkohes y los chihennes. Steck estaba furioso con Chandler por su conducta, declarando: Para llevar la administración de nuestros indios, deben tener confianza en sus buenas intenciones y cómo pueden confiar en usted cuando… los saluda con mosquetería y los gritos de mujeres y niños muertos y heridos. Tres semanas después, el agente distribuyó regalos por valor de 108 $ para compensar a los familiares de las mujeres y niños que los soldados de Chandler habían matado o herido.

A pesar de ese ataque, Delgadito e Itán confiaban en Steck y, por entonces, pensaban que podían permanecer en paz con los estadounidenses. En cuanto a Mangas Coloradas, Refugio Corrales declaró que estaba en contra de realizar incursiones en suelo estadounidenses, sobre todo en New Mexico. Mangas Coloradas estaba probablemente en el suroeste de New Mexico o en las Chiricahua Mountains en Arizona cuando las tropas estaban pasando por su territorio.

Pocas semanas después de volver a la Agencia, Steck salió para el río Mimbres [suroeste de New Mexico] para reunirse con los chihennes y repartir raciones para que comiencen a plantar. El 18 de abril llegó Mangas Coloradas. Steck informó que “es amistoso, está solo, su pueblo le ha abandonado”. Mangas Coloradas y Delgadito advirtieron a Steck que unos pocos bedonkohes estaban por la zona, probablemente para ir al Río Grande a incursionar. Tres días antes [el 15 de abril] habían visitado la ranchería de Mangas Coloradas, situada en Santa Lucía, matando un caballo para él [una forma de demostrar respeto hacia el jefe]. El 20 de abril, Steck dio raciones a toda la banda chihenne, unas 500 personas en total. Muchos chihennes comenzaron a plantar a lo largo del río Mimbres [Unos pocos meses después, Steck informaría que habían plantado unas 81 hectáreas, suficiente para mantener a los chihennes durante seis meses]. Steck suministró a Mangas Coloradas semillas y azadas para comenzar a cultivar en Santa Lucía, a donde regresó después de recibir sus raciones).

* En marzo de 1856, el licenciado Jesús María Palacios, gobernador interino de Chihuahua, ordena al 3.er Batallón de Línea, al que se suman vecinos de Chuvíscar y Nombre de Dios, perseguir a los apaches por las Sierras de las Damas, El Tule, Ojitos, Las Rucias, Monte de Terán, Metates, Palomino hasta el cañón del Nido donde en su entrada les atacan, consiguiendo varias cabelleras.   

* A principios de marzo de 1856, el gobernador de Coahuila y Nuevo León, Santiago Vidaurri, ordenó al coronel Pablo Espinosa realizar una campaña contra los apaches lipanes establecidos en el norte del estado. (En Lampazos [Nuevo León], el coronel Juan Zuazua recibió órdenes de reforzar a Espinosa. El objetivo era terminar con las incursiones que los lipanes hacían en Texas.

Las tropas de Espinosa marcharon a la cabecera del río Chupadero, cerca de Gigedo [hoy en día Villa Unión, Coahuila] donde había una ranchería lipán. Simultáneamente, Zuazua se dirigió hacia la confluencia de los ríos Salado y Sabinas, en el este de Coahuila, donde había otra ranchería lipán. El plan era que Espinosa atacase primero y luego unir su destacamento a los hombres de Zuazua para atacar la segunda ranchería.

El 19 de marzo, el destacamento de Espinosa, compuesto de 175 hombres, liderado por el capitán Miguel Patiño, atacó la ranchería lipán cerca de Gigedo, capturando a la mayoría de sus pobladores. El destacamento y los cautivos emprendieron la marcha hacia el lugar donde se encontraban los hombres de Zuazua. Las mujeres iban atadas unas con otras marchando a la vanguardia en fila india.

A media mañana del 20 de marzo, la comitiva se detuvo a descansar en Gracias a Dios [municipio de Hidalgo, Coahuila]. Espinosa comunicó al coronel Juan J. Galán lo ocurrido: “Miguel Patiño, comandante de la fuerza que opera sobre los lipanes me dice con fecha de ayer desde el punto de Gracias a Dios lo que sigue: en el momento de llegar al punto de Gracias a Dios cosa de las 11:30 del día de hoy, en donde estaba sesteando con la fuerza y prisión que llevo a mis órdenes, se me dio parte por el teniente D. Julián Salinas que ocupaba la vanguardia y custodia de las indias, que estando en descanso se habían amotinado, unas con otras, degollando a los chiquitos, que llevaban, lo que en el momento ocurrí al punto que ocupaban las citadas indias, a ver si de alguna manera las podía persuadir de aquel acto tan horroroso, lo que no pude conseguir, motivo que me obligó a matar todos los indios grandes y 17 mujeres, entre estas, una chica que ellas mismas le habían dado muerte, quedando en el resto de estas otra herida por las mismas. Al presentárseme el capitán José María Flores con una comunicación de V. S. en que me dice me remite un indio y dos mujeres para que los incorpore al número de piezas que llevo capturadas, me da parte el expresado capitán que habiendo hecho fuga los expresados indios, le obligó a matarlos, porque de otra manera habría sido muy difícil haberlos cogido por lo escabroso del terreno en que lo habían verificado.

El informe termina:… nos conviene estar prevenidos porque los pocos lipanes que en esta vez escaparon no dejarán de buscar siempre los medios de la venganza en estos pueblos”.

Al final del día, los hombres de Espinosa habían matado a 19 hombres, 20 mujeres y dos niños. Los únicos supervivientes fueron 16 mujeres y una niña.

¿Intentaron realmente las mujeres lipanes matar a sus hijos? El historiador mexicano Isidro Vizcaya Canales sostuvo que Espinosa inventó esa historia para justificar el haber disparado contra cautivos indefensos.

En cambio, hay un dato que sugiere que Espinosa podría haber dicho la verdad. El 8 de marzo de 1880, una niña lipán llamada Kesetta fue matriculada en la Escuela Industrial India de Carlisle [Cumberland County, Pennsylvania]. A su llegada, el personal médico le hizo un reconocimiento. A Kesetta le descubrieron tres grandes cicatrices, una en la frente y dos en la parte delantera y trasera de su hombro. Preguntada dijo que se los había hecho su madre con una piedra para matarla para evitar que los hombres blancos se la llevaran.

Pocos días después, Zuazua atacó la segunda ranchería lipán en la confluencia de los ríos Sabinas y Salado. Al encontrar que la mayoría de los guerreros se habían ido, Zuazua marchó con sus hombres a la Hacienda del Álamo. Los lipanes que encontró allí estaban desconsolados, tal vez porque habían oído hablar del destino de sus parientes en Gigedo.No se puede dar una idea del furor que se apoderó de estos bárbaros cuando, por nuestra propia seguridad, fue necesario amarrarlos, escribió Zuazua. Con profundo dolor, los lipanes recordaron cuántas veces habían combatido contra los texanos y comanches, enemigos de los mexicanos. Los lipanes maldijeron a los mexicanos por volverse contra ellos por una exigencia de los texanos. En su desesperación, intentaron quitarse la vida, y cuando los hombres de Zuazua los detuvieron, gritaron queDios estaba enojado con los lipanes y les había negado hasta el consuelo de la muerte en defensa de sus hijos, sus mujeres, y sus caballos. A continuación, Zuazua se reunió con las fuerzas de Espinosa y marchó hacia Monterrey con las mujeres y los niños que habían sobrevivido a la masacre de Gracias a Dios. En el camino, los lipanes que habían escapado de los dos ataques anteriores les tendieron una emboscada. Las fuerzas mexicanas les derrotaron, matando a 37 lipanes más.

Vidaurri informó al general Persifor F. Smith, comandante del Departamento de Texas, el resultado de la campaña).

* El viernes 18 de abril de 1856, “El Eco de la Frontera”, periódico del gobierno del estado de Chihuahua, publica una victoria conseguida contra los apaches. (Tuvo lugar en la Sierra del Arroyo de los Álamos [muy cerca de San Buenaventura, Chihuahua] cuando un grupo de 34 hombres del valle de San Buenaventura que habían seguido sus huellas, encontraron su ranchería la noche del sábado 19, observando que estaban bailando en plena celebración. Se trataba de la ranchería de jefe nednai Cojinillín [citado por primera vez en 1850, viviendo, a veces, en el Carrizal [municipio de Ahumada, Chihuahua].

Al amanecer del domingo 20 de abril, con la primera descarga de los fusiles, mataron a siete apaches [dos hombres, dos mujeres y tres muchachos]. Liberaron al joven Julio Cano, quien había sido capturado en San Buenaventura el día 7 de marzo. Los apaches huyeron hacia los puntos más altos de la sierra y en la persecución fallecieron otros siete más. Los mexicanos no pudieron arrancarles la cabellera porque los apaches se llevaron sus cuerpos. Los apaches mataron a un mexicano e hirieron a otro. Los mexicanos se llevaron todos los bienes de los apaches. De las municiones que proporcionó el gobierno del estado a la gente de San Buenaventura, 189 cartuchos y 192 fulminantes se consumieron en la acción).

* A finales de abril de 1856, grupos de bedonkohes, chihennes y chokonen dejan sus rancherías para dirigirse a Sonora y Chihuahua. (Cascos [hijo de Mangas Coloradas] y posiblemente su padre, lideraron a los bedonkohes; Delgadito, Victorio, Monteras y Negrito a los chihennes; y Cochise a los chokonen. Usando las montañas al este y sur de Bavispe [Sonora] como campamento base, enviaron grupos incursores hacia  el este, hacia Chihuahua; y al oeste, al interior de Sonora. En mayo, el contingente chihenne, de unos 30 guerreros, incursionó por el noroeste de Chihuahua, principalmente en Janos, Barranco, Corralitos, y Casas Grandes. Los guerreros de Delgadito y Victorio asaltaron varias veces los alrededores de Casas Grandes, matando a un hombre y robando mucho ganado, para después dirigirse al norte, hacia la Sierra Carrizalillo [municipio de Ascensión, Chihuahua] y New Mexico. El capitán José Baltasar Padilla reunió una fuerza mixta de soldados y civiles de Janos, Barranco, y de las minas de José María Zuloaga en Corralitos [52 hombres en total, todos montados]. Durante tres días persiguieron a los chihennes, quienes habían reunido el ganado robado en el Vado de Piedra, una pequeña montaña al norte del Lago Guzmán, a 24 km al este de Boca Grande [municipio de Ascensión, Chihuahua]. Allí los chihennes se dividieron, yendo el grupo principal hacia la Sierra Carrizalillo, mientras un grupo de cuatro guerreros bajo el mando de Negrito fueron, con el ganado robado, hacia el norte, hacia la actual Columbus [Luna County, New Mexico].

Negrito no esperaba que soldados mexicanos les siguieran a su refugio al norte de la frontera. Gervasio [hijo de Juan José Compá], el guía apache de Padilla, había encontrado su rastro cerca del río Casas Grandes, siguiéndolo y alcanzándolos en terreno abierto. Los mexicanos mataron a tres guerreros y capturaron al cuarto. Cortaron la cabellera de los tres muertos para cobrar la recompensa, uno de ellos la de Negrito. El apache capturado reveló a Padilla que su grupo había venido del río Mimbres y que una gran banda de chiricahuas, compuesta de bedonkohes y chihennes, la cual incluía a muchos guerreros de la banda de Mangas Coloradas, se habían dirigido a Sonora a incursionar.

No se conoce qué grado de implicación tuvo Mangas Coloradas en esta incursión, no sabiéndose nada de él hasta el 29 de junio, cuando Steck le suministró raciones a él y a su grupo de 50 personas en Santa Lucía Springs. Desde el 18 de abril no se habían visto. El guerrero capturado por Padilla mencionó a Cascos, probablemente el hijo mayor de Mangas Coloradas, como el líder del contingente bedonkohe que incursionó por Sonora, siendo el líder de guerra de su padre. Mangas Coloradas había recuperado su salud y permanecía vigoroso a pesar de su avanzada edad. Pocos meses después, John Coleman Reid, un viajero estadounidense, describiría a Mangas Coloradas como grande, erguido, y de fuerte carácter. Mangas Coloradas pudo haber acompañado a su hijo Cascos y a su yerno Cochise porque no perdía ninguna oportunidad de atacar a sus odiados enemigos del sur de la frontera.

Durante el mes de mayo, los apaches habían asaltado Bavispe y Bacerac, matando y capturando a unos pocos ciudadanos, dejando al resto, asustados hasta el punto de no querer ir a trabajar en sus campos. Las autoridades militares habían ordenado al comandante de Bavispe enviar patrullas a Batepito y Carretas [municipios de Bavispe, Sonora] para emboscar a los apaches en su retirada hacia el norte con su botín. El mejor explorador de la región, un chiricahua llamado El Negro, acababa de morir. La población de Bavispe, donde vivía, confiaba en él, pero sin su presencia, estaban paralizados por el miedo.

El 25 de mayo, llegó a Bavispe un grupo de ciudadanos procedentes de Janos [Chihuahua] con la información que el cautivo de Padilla había proporcionado. Los ciudadanos dijeron que la campaña se había originado en las rancherías chihennes situadas a lo largo del río Mimbres, donde Costales, Delgadito y Mangas Coloradas estaban plantando maíz con ayuda de los estadounidenses. El guerrero capturado dijo que el objetivo de los jefes era conseguir caballos para extender su incursión por el interior de Sonora. Según él, los apaches sabían que el gobernador de Chihuahua estaba ofreciendo una recompensa de 200 pesos por la cabellera de un guerrero, 1.000 pesos por la de Costales, y la enorme cantidad de 5.000 pesos por la de Delgadito o Mangas Coloradas.

Pocos días antes de que las autoridades de Sonora recibieran esta información, los chokonen, probablemente con algunos bedonkohes, prácticamente destruyeron Chinapa [municipio de Arizpe, Sonora] situada sobre el río Sonora, por debajo de Bacoachi. Ocurrió el 21 de mayo, cuando los chiricahuas tomaron por asalto la población, matando y capturando a todo el que se cruzaba en su camino. Uno de los ciudadanos de Chinapa corrió hasta Arizpe al final de esa tarde para informar al prefecto, Rafael Ángel Corella: Hoy la población de Chinapa no existe… Los apaches la han arruinado; han capturado Chinapa. Corella inmediatamente reunió una fuerza de 85 soldados con la que se dirigió a Chinapa, a donde llegaron a las 23:00 horas, descubriendo el más espantoso de los silencios. Después de tropezar con varios cadáveres, el ladrido de un perro llamó la atención de Corella. Venía de una casa de piedra donde los supervivientes de la población [10 hombres y muchas mujeres y niños] se habían refugiado. La salida estaba ardiendo, pero solo la puerta estaba quemada.

Se sabe que Mangas Coloradas pasó el verano en el río Mimbres, en Santa Rita del Cobre y en Santa Lucía. En julio, Michael Steck, acompañado por seis estadounidenses [uno de ellos, Charles Debrille Poston, el que sería conocido como el padre de Arizona] salió de Fort Thorn con varios carros cargados de maíz, dirigiéndose a Santa Rita del Cobre, donde el 25 de julio, dio raciones a toda la banda chihenne. Tres días más tarde, Mangas Coloradas llegó a Santa Rita del Cobre desde Santa Lucía con 65 seguidores y recibió raciones. Poston se percató que los apaches hacían tiswin con el maíz suministrado por Steck. Poston recodaría que, estando en Santa Rita del Cobre, había conocido a unos 350 apaches, la mayoría gente de Mangas Coloradas, un bien parecido jefe. El grupo de Steck y Poston acampó en el viejo fuerte triangular, mientras los apaches permanecían fuera. Poston tuvo muchas conversaciones con los chiricahuas durante la semana que permaneció con Steck. Mangas Coloradas y los otros jefes declararon que querían la paz con los estadounidenses, pero que los españoles y los mexicanos les habían tratado mal, queriendo matarles y robarles en todo momento. Los estadounidenses exhibieron sus nuevas armas de fuego, los rifles Sharp y los revólveres Colt. Hicieron tiro al blanco, bebieron tiswin, comieron venado asado y dieron algunos regalos a los apaches, entre los cuales, lo que más apreciaron eran las cerillas que envolvieron cuidadosamente con pieles. Los jefes aseguraron a Poston que no molestarían a los estadounidenses siempre que no interfirieran en sus incursiones por México. Cuando los estadounidenses volvían al río Mimbres, descubrieron que había desaparecido una mula. Poston se quejó a un jefe, Mangas Coloradas o Delgadito, quien admitió que alguno de los muchachos la habían robado y que él la devolvería, cosa que hizo.

Durante el verano, varios grupos de apaches [chihennes, chokonen, y nednais] enviaron emisarios a Janos [Chihuahua] para solicitar la paz, reuniéndose con el capitán José Baltasar Padilla. Las negociaciones comenzaron el 30 de julio, cuando llegaron Itán y Monteras [chihennes], y Láceris [nednai], con siete guerreros, nueve mujeres y unos pocos niños, para solicitar una tregua. Principalmente, su propósito era intercambiar a uno de sus cautivos [Prudencio Arelos, un vecino de Janos capturado tres meses antes] por Nalze [hijo de Monteras y sobrino de Itán], quien había sido capturado en Janos hacía más de un año. Zuloaga pensó que el gobernador aprobaría el intercambio. A pesar de que los chihennes pronto volvieron al río Mimbres, las negociaciones convencieron a algunos, especialmente al líder nednai Láceris, cuyo territorio estaba tradicionalmente en el noroeste de Chihuahua, que podían recibir un mejor trato en Janos que el que Steck podría proporcionarles en ese momento. Padilla y José María Zuloaga alentaron estas peticiones porque era una oportunidad de tener a los apaches lejos del control estadounidense. Mangas Coloradas no simpatizaba con estos grupos locales que habían solicitado la paz, haciendo todo lo que estaba en su mano para romper el frágil pacto que se había conseguido, como lo hizo en el pasado.

Al menos dos de los grupos chokonen también habían entablado relaciones con Janos, al estar cansados de la guerra, ya que habían estado luchando contra los mexicanos desde el ataque de Carrasco al campamento de Yrigoyen en Janos en 1851. Aguirre [hermano de Yrigoyen], Yrinco [hermano de Manuelito], y otro jefe llamado Parte, habían enviado emisarios a Janos. Durante ese verano, un segundo grupo de chokonen que vivía en las Chiricahua Mountains, bajo el liderazgo de Chepillo y Esquinaline, también enviaron emisarios. Un tercer grupo de chokonen [el más belicoso] no quiso participar en las negociaciones. Su líder era Miguel Narbona [fallecería a finales de año, aparentemente de causas naturales]. Tanto él como su sucesor, Cochise, no mostraron interés en negociar ni con Padilla ni con José María Zuloaga. El 15 de agosto, unos 36 apaches residentes cerca de Corralitos [municipio de Casas Grandes, Chihuahua], partirían de esa población para acompañar al comisionado Zuloaga a la Villa de Chihuahua para firmar la paz con el gobernador.

Dos sucesos acabaron con la frágil paz. El primero ocurrió a finales de agosto, cuando el comandante de la Guardia Nacional de Sonora, Luis García, persiguió a un lado y al otro de la frontera en Chihuahua a algunos apaches que habían incursionado en Sonora. Gracias a la intervención de la gente de Janos se evitó el inicio de los enfrentamientos. Los oficiales de Chihuahua calificaron la acción de García de criminal, y contra la dignidad e intereses de este Estado. El segundo suceso fue más grave. El 2 de septiembre, Mangas Coloradas asaltó Janos. Parece que su objetivo era quebrantar el breve armisticio conseguido en Janos. A la hora de la siesta, 30 o 40 guerreros asaltaron la manada de caballos de Janos, llevándose más de 100 cabezas. Los mexicanos reconocieron a varios de los guerreros que iban con Mangas Coloradas, entre ellos a su hijo Cascos y a El Cautivo, entre los bedonkohes; Barboncito, Galindo y Perea, entre los nednais del grupo local de Janos. Otros apaches no fueron mencionados por Padilla, como Durasnillo y Tapaye, y otros chokonen, estando probablemente con ellos Cochise.  

Mangas Coloradas sabía que un pequeño grupo de nednais, en el que estaba un hermano [Esquiriba] y un sobrino de Láceris, había entrado a Janos bajo los términos de un acuerdo preliminar de paz. Unos pocos miembros de esta banda, incluyendo una influyente mujer llamada Jusepa, había llegado a la Villa de Chihuahua, el día antes de la incursión de Mangas Coloradas, para conferenciar con el gobernador sobre los términos del tratado. La incursión desconcertó a Padilla, poniendo inmediatamente bajo custodia, hasta nuevo aviso, al grupo de Esquiriba de 13 personas, de ellos cuatro hombres. Varios testigos habían reconocido a diferentes guerreros implicados en la incursión. Algunos de ellos, incluyendo Barboncito, habían hablado recientemente de paz con Padilla. Esto indignó a Padilla, quien se sintió traicionado. El capitán y José María Zuloaga decidieron usar los cautivos para obligar a Mangas Coloradas a devolver los caballos y atraer a otros chiricahuas a Janos, lejos del control estadounidense. Según un informe, los apaches capturados creyeron que Mangas Coloradas pudo ofrecer devolver los caballos como moneda de cambio para conseguir la liberación de los prisioneros. Padilla admitió que los chiricahuas se habían llevado ya los caballos a New Mexico, probablemente a un lugar llamado Agua Tiznada [?], y creían que no tenían intención de devolverlos. Temiendo que los chiricahuas quisieran liberarlos por la fuerza, pidió refuerzos civiles a Zuloaga. 

Tras dos semanas de inactividad, Padilla envió a una mujer apache llamada Carlota, acompañada de 10 soldados, para visitar la ranchería de Láceris, situada en el río Mimbres. Después de una breve conferencia, Láceris envió a Boquerón [quien había recibido raciones en Janos a finales de 1843 como un miembro de la banda de Coleto Amarillo] para intentar la liberación de los cautivos chihennes y nednais de su ranchería. Boquerón y Carlota también llevaron una carta de Félix [Phalios] Palacio [hermano de Mangas Coloradas] para el capitán Padilla. Los dos mensajeros llegaron a Janos el 24 de septiembre y permanecieron allí durante seis días, cuando Boquerón salió para las rancherías chiricahuas del río Mimbres, llevando la respuesta de Padilla a Félix [Phalios] Palacio, el jefe bedonkohe que se había ido de su territorio a las Mogollon Mountains para recibir raciones del agente Steck y del gobernador Meriwether.

La carta de Padilla decía: Carlota me dio la carta que me enviaste. Boquerón fue tratado bien aquí y está volviendo para llevarte esta carta en la que tú verás, y él te dirá que los hombres, mujeres y niños que están detenidos aquí están siendo bien tratados. Ellos no son prisioneros como tú sostienes. Ellos estarán detenidos aquí bajo Láceris, Itán, y Delgadito, con todos los apaches janeros, y todos los demás que quieran venir a ratificar la paz que habían pedido al comisionado Don José María Zuloaga. No debemos perder nunca nuestra amistad porque lo que queremos es que todos aquellos que deseen el bien, la paz a lo grande, vengan aquí a vivir con nosotros. Debes decir esto a todos los apaches para que, sin miedo, vengan a este presidio a recibir sus raciones. Di a Jusepa que no tenga miedo. Ella debería venir para ver lo bien que aquí la trataría la gente. Todo el mundo sabe que ella no tiene la culpa y que lo que ellos quieren es la paz con todo el mundo. Di a Yrinco lo mismo, y di a Láceris que le estamos esperando, ya que se ha ofrecido a venir con todo lo que Mangas Coloradas se llevó, y mejor si puede traer la cabeza de este último porque pagaremos todo lo que él quiera….

La afirmación de Padilla con relación al grupo de Esquiriba no era sincera. Ellos permanecieron confinados en Janos aunque los mexicanos les trataran bien. Padilla y Zuloaga vieron una excelente oportunidad para tentar a los apaches a volver a Janos, donde estarían bajo control mexicano. Para atraerlos, ellos jugaron sus cartas: la oferta de distribuir raciones regulares, algo que los estadounidenses nunca habían hecho, a pesar de haber hecho esas promesas en tres tratados durante los últimos cuatro años. Pero quizás, lo más notorio es la proposición de Padilla a Láceris de traer la cabeza o la cabellera de Mangas Coloradas. Los mexicanos ofrecieron pagar una gran suma a la persona que lo hiciera. Esa misma oferta se la hicieron a Manuelito siete años antes. Sin embargo, ningún apache tomó en serio la oferta de Padilla porque eso conllevaría su probable muerte y la de su familia. Mangas Coloradas tenía estrechos lazos con los bedonkohes y con los chokonen de Cochise, quienes con seguridad se vengarían de tal acto.

Pocas semanas después de que Boquerón regresara al río Mimbres con la carta de Padilla, se la enseñaron a Steck y al gobernador David Meriwether, quien había viajado al río Mimbres a suministrar los “regalos” anuales. El 19 de septiembre, Ceran St. Vrain, editor de la “Gaceta de Santa Fe” envió una carta a Steck proporcionando información sobre los apaches de las Mogollon Mountains, citando a Mangas Coloradas como “el jefe principal en tiempos de guerra”.

El 20 de septiembre, Steck y Meriwether proporcionaron raciones en el río Mimbres a Mangas Coloradas y a 50 de sus seguidores. Steck informó que Mangas Coloradas había expresado su descontento por las inadecuadas raciones que distribuía el agente, quejándose de que este favorecía  a los chihennes de Delgadito, Cuchillo Negro, e Itán a expensas de los suyos. En octubre, Steck cabalgó con el gobernador hasta el río Mimbres, llegando allí el 14 de octubre, viendo los campos cultivados. Meriwether esperaba continuar hasta Santa Lucía, donde Mangas Coloradas estaba plantando, pero no tenía tiempo porque tenía prevista una reunión con los mescaleros en Fort Thorn, permaneciendo en el río Mimbres durante dos días para reunirse con los principales jefes. Uno de ellos era Félix [Phalios] Palacio, cuya banda informó Meriwether ocupaba una zona en la cabecera del río Mimbres”, aunque probablemente se refería al Gila. El gobernador le describió como un hombre que hablaba español bastante bien, a causa de que, a la muerte de sus padres, fue adoptado, criado y educado por un sacerdote hasta su mayoría de edad, cuando volvió con su gente otra vez. El gobernador distribuyó mantas, cuchillos, camisas, hachas, cafeteras de latón, tazas de lata, tabaco, azadas, palas, y unas pocas reses. Los apaches mostraron a Steck y a Meriwether la carta de Padilla que claramente decía que este no quería liberar al grupo de Esquiriba hasta que Mangas Coloradas devolviera los caballos robados. Ambos animaron al jefe chiricahua a cumplir con la petición, pero para entonces habían repartido los caballos entre varias rancherías y muchos habían sido sacrificados como alimento.

Seguidamente, Steck y Meriwether volvieron a Fort Thorn, desde donde escribieron a Padilla, a petición de los apaches, pidiéndole que liberase al grupo de Esquiriba porque no tenían nada que ver con los que cometieron la incursión. Apenó al agente ver a los chihennes unidos a Mangas Coloradas y a los bedonkohes. A pesar de que sabía que los chihennes habían continuado incursionando por México, aseguró a Padilla que ellos habían manifestado su deseo de hacer la paz, tanto con los Estados Unidos como con México. Steck admitió ante Padilla que Mangas Coloradas y su gente, y Delgadito, habían cometido muchas depredaciones en México, principalmente en Sonora [la muerte de Negrito el pasado mayo era prueba de ello]. Señaló que el grupo de Esquiriba eran inocente, estando en desacuerdo con los seguidores bedonkohes y chihennes de Mangas Coloradas

El 24 de octubre, Padilla informó que Mónica, la intérprete chihenne, había llegado a Janos desde Fort Thorn con las cartas de Steck y Meriwether solicitando la liberación del grupo de Esquiriba. Padilla respondió categóricamente que los prisioneros apaches eran realmente culpables, existiendo abundantes pruebas de ello; todos estaban aliados con la ranchería de Mangas Coloradas. La historia de que los mimbreños [chihennes] eran pacíficos era simplemente mentira; realizando constantemente asaltos, tanto en Chihuahua como en Sonora. Enumeró las informaciones obtenidas de los apaches que había capturado durante los últimos ocho meses. Comenzó por nombrar a varios guerreros que habían participado en la incursión de septiembre al mando de Mangas Coloradas, incluyendo a unos pocos que pertenecían a la banda de Láceris. También informó a cerca de las informaciones suministradas por los cautivos mexicanos liberados que muchas de esas incursiones [citando las de Victorio, Costales, y Negrito] habían partido sin duda de los campamentos apaches del río Mimbres. Costales con 14 guerreros había  incursionado cerca de Corralitos [municipio de Nuevo Casas Grandes, Chihuahua], cuando Padilla capturó a Pajarito, quien reveló muchas cosas sobre la actualidad de los apaches [eso fue un año antes]. Monteras, con 15 guerreros, entre ellos Victorio, desde el área del río Mimbres, hizo otra incursión en la jurisdicción de Janos. El propio Padilla alcanzó a ese grupo en la Sierra Vado de Piedra [municipio de Ascensión, Chihuahua], donde recuperó los animales robados y mató a tres guerreros. El prisionero confirmó que los apaches mimbreños, aliados con rancherías afines a Mangas Coloradas, atacaban continuamente en Chihuahua y en Sonora.

Padilla dijo que los estadounidenses no habían tenido tiempo suficiente para comprender a los apaches, dejándose  engañar por ellos. Los mexicanos tenían décadas de experiencia y sabían mucho sobre ellos y que en su contacto con algunos apaches, estos habían reconocido a muchos guerreros que habían participado en las incursiones. Sin embargo, estaba encantado de que los estadounidenses estuviesen dispuestos a cooperar. En cuanto a los cautivos apaches, cualquier decisión tendría que venir de sus superiores en la comandancia general de la Villa de Chihuahua. Para terminar, agradeció a Steck sus esfuerzos por devolver los animales robados a sus legítimos propietarios.

En noviembre, Steck estaba ocupado con los apaches mescaleros, los cuales estaban divididos en dos facciones, una a favor de la paz, y otra partidaria de la guerra.  A pesar de que la mayoría parecía estar a favor de la paz, las acciones de un belicoso grupo afectaba al resto de la tribu. Desde principios de año, un pequeño grupo dirigido por Showano se había refugiado al oeste del Río Grande, en territorio chihenne. En abril y mayo, después de cometer varias depredaciones, Showano buscó refugio entre la gente de Cuchillo Negro, quien tenía buenas relaciones con los mescaleros porque sus territorios estaban juntos. A mediados de mayo, el capitán Eaton envió un destacamento desde Fort Thorn para atacar a los seguidores de Showano, quienes estaban en el campamento de Cuchillo Negro, a unos 11 km al oeste del Río Grande. Los apaches detectaron el destacamento y huyeron. Eaton sospechó de Costales, creyendo que pudo haber avisado a los mescaleros. Poco después, Cuchillo Negro llegó a Fort Thorn con Steck, siendo conminado por Eaton a que se fuera, amenazándole con detenerle a él y a los suyos si, en los próximos 45 minutos, seguía allí. Dijo a Cuchillo Negro que consideraba a su banda como enemigos desde que habían dado cobijo a los mescaleros. Ellos debían empujar al grupo de Showano hasta la orilla este del Río Grande.

Steck ya había decidido paralizar las raciones a los mescaleros. La mayoría de la tribu estaba en las montañas del sureste de New Mexico para no tener problemas con la gente de La Mesilla, con quienes parecían tener la misma relación de amor-odio que los chiricahuas tenían con la gente de Janos. A primeros de marzo de este año, una banda de mescaleros había visitado Fort Stanton [Lincoln County, New Mexico], en el río Bonito. Su comandante, el capitán Jefferson Van Horne les dio unas pocas raciones. Dos meses después, el gobernador Meriwether solicitó al comisionado de Asuntos Indios, George W. Manypenny a nombrar otro agente para los mescaleros, ya que un hombre no podía atender de manera adecuada a los apaches del Gila, a los chihennes y a los mescaleros. Recomendó que Manypenny autorizase el establecimiento de una agencia en Fort Stanton. Para finales de año, el ejército asumió la responsabilidad de alimentar a los mescaleros en Fort Stanton, con las provisiones y regalos proporcionados por Steck. Los regalos eran principalmente mantas, camisas, cuchillos, y tabaco. Los mescaleros estaban comiéndose los caballos que robaban para poder sobrevivir porque los suministros prometidos no llegaban. A principios de diciembre, dieron raciones a unos 300, incluyendo 106 guerreros. Después fueron persuadidos de que cultivasen en el La Luz Canyon [Otero County, New Mexico], al pie de las Sacramento Mountains. Los mescaleros mantuvieron la paz con los blancos, principalmente por los esfuerzos de Steck.

Steck había conseguido cambiar los hábitos de, al menos, dos jefes chihennes, Cuchillo Negro y Delgadito. La conversión de este último, de incursor en granjero, fue un gran logro, ya que pocos años antes, la belicosidad de Delgadito hacia los mexicanos era similar a la de Mangas Coloradas y los bedonkohes. Steck se había ganado su confianza, convenciéndole de que la supervivencia de su gente dependía de que se mantuviera en paz. Le había convencido también de que practicara la agricultura, por lo que los seguidores de Delgadito habían plantado una considerable cantidad de maíz en 1855 y 1856).

* En octubre de 1856, una partida de guerra de apaches coyoteros White Mountain sale de su territorio, en el este de Arizona, para dirigirse al norte a asaltar las granjas y los rebaños de los zuñis y navajos. (Alrededor del 10 de noviembre, un destacamento al mando del comandante Henry Lane Kendrick partió de Fort Defiance [Apache County, Arizona] con destino para Zuñi [McKinley County, New Mexico], con el propósito de trazar una carretera desde ese puesto hasta el Zuni Salt Lake [Catron County, New Mexico]. En Zuñi los apaches habían incursionado hacía un mes. Con el destacamento iba el capitán Henry Lafayette Dodge, Agente Indio para New Mexico, y unos pocos navajos como guías. En Zuñi, unos pocos días después, se unió al destacamento, Salvador, el jefe de guerra de los zuñis.

El 19 de noviembre, mientras el destacamento vivaqueaba a unos 48 km al sur de Zuñi, Dodge y Armijo, un jefe navajo, fueron a cazar antes de desayunar. A primeras horas, Dodge disparó a un ciervo, yendo a por más caza mientras Armijo se quedaba con el cuerpo del animal. Más tarde, Armijo llegó a donde estaba el destacamento, cerca de Zuni Salt Lake, con el ciervo sobre la grupa de su caballo. Dijo que Dodge había ido tras las huellas de otro animal y que volvería más tarde. Dodge no apareció, lo cual no preocupó demasiado a Kendrick, ya que el agente era un buen hombre de campo, y no habían visto señales de la presencia de apaches. Pero al anochecer, Kendrick salió en su busca, ordenando a 12 hombres subir a las cercanas colinas y disparar sus rifles. Dodge no respondió. 

Esos disparos fueron oídos por un grupo de bedonkohes que estaban recogiendo sal antes de comenzar una campaña. Habían llegado a Zuni Salt Lake ese día, pero al ver que los estadounidenses se acercaban, se dirigieron a las colinas a esperar la llegada de la obscuridad. Esa noche volvieron y, mientras ellos y sus caballos estaban bebiendo, fue cuando escucharon los disparos del grupo de búsqueda de Kendrick, disparando sus armas para llamar la atención de Dodge, pero los bedonkohes creyeron que los soldados les habían descubierto. Como resultado, el grupo de apaches, formado por cuatro o cinco guerreros, una mujer y tres cautivos, se dispersaron. Durante la confusión se escapó, Refugio Corrales, el muchacho mexicano de 15 años que había sido capturado 16 meses antes en Galeana [Chihuahua]. A la mañana siguiente llamó la atención de una de las patrullas de Kendrick.

Corrales no sabía nada de la captura de Dodge, aunque imaginó que el responsable era un grupo que había ido a pie de avanzadilla. Resultó que durante la noche, los apaches habían robado varios animales pertenecientes al destacamento. Esa mañana Kendrick, ahora preocupado por la seguridad de Dodge, envió a exploradores navajos y zuñis a buscarle, encontrando su rastro. Lo siguieron hasta el lugar donde los apaches habían capturado a Dodge, pero, aparentemente, no le habían matado, o así lo creían. Por las señales, Armijo y Salvador concluyeron que los captores de Dodge eran apaches del Gila y de las Mogollon Mountains [bedonkohes] en vez de coyoteros White Mountain. Estos últimos habían ido a atacar a los zuñis o a los navajos, con quienes habían estado en guerra los últimos años.

Una información, proveniente de dos distintas fuentes, decía que una expedición apache compuesta de coyoteros White Mountain y bedonkohes había salido de campaña al territorio navajo. Una semana antes, el comandante Enoch Steen estaba acampado con su compañía del 1º de Dragones en el desierto de Sonora, cerca de Fort Buchanan [Santa Cruz County, Arizona], cuando un muchacho mexicano, harapiento y medio muerto de hambre, salió de la obscuridad y se acercó a los fuegos del campamento. Gracias a un intérprete y al alimento, el mexicano explicó que había estado cautivo de los coyoteros White Mountain, pudiendo escapar de su ranchería gracias a que la mayoría de los hombres estaban fuera incursionando. Dijo que la partida de guerra era muy grande, hasta unos 200 guerreros, entre coyoteros y apaches de las Mogollon Mountains [bedonkohes], creyendo que se dirigían hacia el norte, hacia el territorio de los navajos. Steen informó del hecho a sus superiores, llegando la información a Michael Steck, agente en Fort Thorn [Doña Ana County, New Mexico].

Refugio Corrales pensó que los bedonkohes habían capturado a Dodge, pero que no le habían matado. Tres días después de la captura del agente, el destacamento de Kendrick volvió a Zuñi. Desde allí, envió un despacho con los detalles del asunto al capitán Van Horne, en Albuquerque [Bernalillo County, New Mexico], pidiéndole que lo reenviara al coronel John Garland y al gobernador David Meriwether, con la sugerencia de que Steck estuviera informado para que este contactara con Mangas Coloradas o con su hermano Phalios Palacio para que usaran su influencia entre los bedonkohes para conseguir el rescate De Dodge. Kendrick llegó a Fort Defiance el 26 de noviembre, estando optimista sobre el destino de Dodge, ya que Refugio Corrales le había dicho que Dodge y Mangas Coloradas se conocían, por lo que el jefe apache pediría su liberación en cuanto lo supiera.

Meriwether ordenó a Steck que dijera a Mangas Coloradas que enviara a su gente para contactar con los bedonkohes e intentar el rescate de Dodge. Steck acababa de salir para Fort Stanton con presentes para los mescaleros, no estando presente cuando llegó el mensaje de Meriwether, pero el comandante de Fort Thorn, el capitán Thomas Claiborne, tomó la iniciativa de enviar, el 4 de diciembre, a Ammon [o Ammin] Barnes con dos chihennes, Costales y Ratón, a la ranchería de Mangas Coloradas. Steck volvió del territorio mescalero el 5 de diciembre, comentando la situación con Delgadito, quien accedió a enviar a Tinaja, un importante apache con lazos entre los chokonen y los bedonkohes, a las Mogollon Mountains, donde creía que los bedonkohes habían situado sus campamentos de invierno.

Delgadito volvió el 17 de diciembre con la siguiente información. Mangas Coloradas le había indicado que dijera a Steck que los bedonkohes y los White Mountain, probablemente la banda oriental, habían enviado una partida de guerra al territorio de los navajos, donde habían robado caballos, mulas, y ovejas; y capturado dos carros con mercancías. Mangas Coloradas creía que las depredaciones habían ocurrido cerca de Ácoma Pueblo [Cibola County, New Mexico], sin embargo, la partida de guerra se había dividido en dos grupos. Uno incursionó cerca de Ácoma y Zuñi mientras el otro lo hizo cerca de Los Lunas [Valencia County, New Mexico] y el río Puerco. A causa de que Mangas Coloradas todavía no sabía nada del destino de Dodge, decidió enviar a su hermano José Mangas al territorio bedonkohe y chokonen para averiguar todo lo que pudiera.

Al día siguiente, 18 de diciembre, el capitán Claiborne proporcionó más información al cuartel general en Santa Fe. Hablaba de las actividades de Mangas Coloradas. Cuando Dodge fue capturado, Mangas Coloradas acababa de llegar a Lemitar [Socorro County, New Mexico] a comerciar. Claiborne escribió: Tengo el honor de enviarle un mensaje urgente, que acabo de conocer del Dr. Steck y Delgadito, jefe de los apaches mimbreños [chihennes]. Mangas Coloradas envía aquí un mensaje para la información de los blancos del valle, que los apaches de las Mogollon Mountains [bedonkohes] y los coyoteros se han unido para hacer la guerra contra los blancos… Han decidido no hacer la paz.

Mangas Coloradas envió a su hermano [José Mangas] a informarse del destino del capitán Dodge, el agente Indio, pudiendo en pocos días esperar noticias sobre su destino. Mangas Coloradas estaba en Lemitar en el momento de la captura de Dodge y no sabe nada del hecho, y no se aliará con los indios rebeldes. Su conducta en esta oportuna información parece ser totalmente justa; Delgadito y los indios mimbreños son muy amistosos y desean seguir siendo así. Él y Tenacher [Tinaja] vinieron con el Dr. Steck a verme e informarme.

El 2 de enero de 1857, José Mangas y Tinaja volvieron con la triste noticia de que los apaches habían matado a tiros a un estadounidense a quien habían capturado mientras cazaba, a un día de marcha de Los Lunas. Steck dedujo que, sin duda, ese estadounidense era el agente Dodge. Los apaches le habían matado para vengarse. Aproximadamente un mes antes, un grupo de apaches White Mountain atacaron un gran rebaño de ovejas en Zuñi, protegidos por unos pocos pastores, que rápidamente huyeron. Un gran número de zuñis les persiguieron, viéndose obligados a dejar atrás el rebaño. En la acción, los zuñis mataron a un apache. El hermano del muerto había ayudado a organizar la coalición de White Mountain y bedonkohes. Cuando capturaron a Dodge, este hombre, bajo la ley apache, ejerció su derecho a vengar la muerte de su hermano, matando a Dodge. Después, la partida de guerra se dividió en dos grupos, los White Mountain fueron hacia Zuñi y Ácoma; mientras los bedonkohes continuaron al este, hacia Los Lunas y el río Puerco, donde cometieron varias depredaciones. Tropas desde Los Lunas persiguieron a los bedonkohes hasta la cara occidental de las Black Mountains, enfrente de las Mogollon Mountains, alcanzándolos, matando al menos a un guerrero y recuperando parte de lo que habían robado.

José Mangas y Tinaja habían hablado con un pequeño grupo de bedonkohes o chokonen en las Peloncillo Mountains [Hidalgo County, New Mexico & Cochise County, Arizona], o en las Dos Cabezas Peaks [Cochise County, Arizona]. Estaban al mando de El Cautivo y Lsana, los líderes del campamento que Chandler había atacado la última primavera. No hay confirmación, pero Lsana pudiera ser Jolsanny o Ulzana, el hermano de Chihuahua. El Cautivo y Lsana contaron a José Mangas y a Tinaja los detalles de la muerte de Dodge.

A mediados de febrero, un grupo salió de Fort Defiance, regresando al lugar de la captura de Dodge, donde descubrieron sus restos. El teniente Carlisle informó: “Una parte de sus restos [sólo se encontró su calavera] fueron encontrados cerca de donde se separó de Armijo, la nieve estaba manchada de sangre, creemos que fue asaltado, asesinado, arrancado el cuero cabelludo y despojado de su ropa”. Parece ser que le quemaron vivo en una hoguera. Su cráneo fue llevado a Fort Defiance y enterrado con honores militares. El coronel Benjamin Louis Eulalie de Bonneville, temporalmente a cargo del Departamento de New Mexico mientras Garland estaba de permiso en el este, juró castigar a los bedonkohes).

* El 22 de diciembre de 1856, el jefe nednai Láceris envía a Bartolo a Janos (Chihuahua) para hablar con el capitán José Baltasar Padilla sobre la posibilidad de firmar un tratado. (Bartolo dijo que muchos apaches estaban acampados cerca de allí. Los mexicanos pensaron que en ese grupo, probablemente, había familiares de los cautivos apaches [el grupo de Esquiriba], sospechando que podían intentar recuperar a sus parientes por la fuerza. Padilla discutió las peticiones de los apaches con José María Zuloaga, comisionado de paz, quien creía que podía solucionar el asunto por medios diplomáticos. Estuvo de acuerdo en pasar por alto los caballos que Mangas Coloradas había robado el verano anterior porque sabía que los apaches habían matado a muchos de ellos para comérselos. Por ello, invitó a Láceris a entablar conversaciones. 

* El 29 de diciembre de 1856, dos mexicanos de El Paso (El Paso County, Texas), Manuel Mestas y Dolores Sánchez, roban 16 caballos de la ranchería del chihenne Delgadito. (Los apaches recuperaron 12 caballos al día siguiente. Steck envió a Costales y Ratón a seguir el rastro que iba hacia La Mesilla [Doña Ana County, New Mexico] pero decidieron volver al San Diego Crossing [sobre el Río Grande, a unos 16 km al sur de Fort Thorn, Doña Ana County, New Mexico] a pasar la noche. Esa fue una fatal decisión, ya que en algún momento de esa noche, otros dos mexicanos [uno de ellos llamado Martín Corrales], que trabajaban en la casa del transbordador, mataron a Costales y a Ratón mientras dormían. Luego les cortaron la cabeza con un hacha y les arrancaron la cabellera, arrojando los dos cuerpos al río. Al no regresar, el comandante de Fort Thorn envió al subteniente Alexander Early Steen a investigar. El 1 de enero de 1857, Steen descubrió el cuerpo de Costales, sacándolo del río. El cuerpo de Ratón nunca fue encontrado.

Los dos mexicanos que mataron a Costales y a Ratón, dijeron que lo habían hecho por el mismo motivo por el que los apaches habían matado al agente de los navajos, Henry Lafayette Dodge, por venganza. Increíblemente, Martín Corrales era hermano de Refugio Corrales, el muchacho mexicano de 15 años que huyó de los bedonkohes en noviembre, y que fue encontrado por una patrulla militar. De hecho, el día antes de que Martín Corrales y su compañero mataran a Costales y a Ratón, William Augustus Nichols, adjunto al comandante del Departamento de New Mexico, había ordenado a Gouverneur Morris, comandante de Fort Fillmore [Doña Ana County, New Mexico], que informara a Martín Corrales que su hermano había escapado de los apaches y estaba a salvo en Santa Fe. Pero antes de tener noticia de ello, aprovechó la oportunidad para vengarse, matando a los dos apaches. Los dos mexicanos huyeron a Chihuahua para librarse de la justicia. Delgadito aseguró a Steck que los chihennes no buscarían venganza).

* A finales de 1856, muere el jefe chokonen Miguel Narbona, quedando Cochise como líder principal de la tribu. (El joven cautivo y “dikohe” Merejildo Grijalva fue de gran utilidad para Cochise durante sus incursiones por Sonora al saber apache y español).

1857

* El 2 de enero de 1857, llegan a Janos (Chihuahua) los nednais Láceris, Poncito, Felipe, y Pascolo. (Llegaron con nueve guerreros y 14 mujeres a solicitar la paz, esperando conseguir la liberación del grupo de Esquiriba [probablemente un hermano de Láceris], estando allí tres días. Pasados los cuales, Láceris fue a Corralitos [Casas Grandes, Chihuahua] a concluir los acuerdos con el comisionado de paz, José María Zuloaga. Se desconoce si los demás apaches estuvieron en Janos durante ese tiempo, pero Láceris y Zuloaga partieron el 19 de enero hacia la Villa de Chihuahua a ratificar el tratado con el comandante general José Merino, llegando allí el 19 de enero.

Merino quedó impresionado por la sinceridad de Láceris, concluyendo un tratado, cuyos principales puntos eran que los apaches debían devolver a los cautivos que estuvieran en su poder y que los mexicanos les darían raciones. Cuando se convenció de sus buenas intenciones, Merino autorizó a Padilla a liberar al grupo de Esquiriba, asegurando Láceris que llevaría a su gente a Janos.

El 1 de febrero, Láceris y Poncito llevaron a sus seguidores a Janos, acampando en las cercanías de la localidad. Láceris lo hizo con 149 apaches, y Poncito, con 33. Las raciones comenzaron a ser distribuidas a los recién llegados el 10 de febrero, permitiendo las autoridades mexicanas que los apaches mantuvieran sus campamentos río abajo, a unos 10 km de distancia. En febrero, el número de apaches en Janos llegaría a 282. El 1 de abril llegaron a Janos, el chihenne Delgadito con 50 apaches; y el nednai Felipe, con 97.

A principios de abril, un grupo de 150 civiles mexicanos [de origen desconocido aunque no parece que fueran de Sonora] llegó a Casas Grandes para atacar a los apaches que estaban en paz en Janos y Corralitos. Aunque el destino de esa expedición era desconocido, las autoridades locales impidieron que atacasen a los apaches.

Por entonces, la banda chihenne, dominada por Mangas Coloradas durante el último cuarto de siglo, comenzó a dividirse en cuatro pequeñas facciones bajo el mando de cuatro líderes, Delgadito, Itán, Josecito y Cuchillo Negro.

Delgadito sería el más influyente, convirtiéndose en un líder moderado. Itán quizás fallecería a principios de marzo [nunca se supo más de él] mientras Cuchillo Negro estaba envejecido, empezando a emerger líderes más jóvenes como Victorio, Riñón y Loco. En cuanto a Mangas Coloradas, quien había liderado a los chihennes con el apoyo, principalmente, de Itán y Delgadito, empezó a alinearse más con su yerno Cochise, el líder más influyente de los chokonen).

* A mediados de enero de 1857, un pequeño grupo de apaches roba unos caballos y unas pocas reses en los alrededores de La Mesilla ([Doña Ana County, New Mexico]. Unos 40 mexicanos pertenecientes a la Guardia de La Mesilla siguieron el rastro hasta las Florida Mountains [Luna County, New Mexico], donde el 21 de enero les alcanzaron, matando a un importante apache llamado Flacón y a sus dos hijos. Los mexicanos consiguieron apoderarse de 10 caballos.

A primeros de marzo, unos apaches robaron los caballos del inspector adjunto de New Mexico, llamado Garretson. El 8 de marzo, el teniente Alfred Gibbs de los Mounted Rifles, siguió su rastro con 16 hombres y dos guías civiles [el mismo Garretson y otro hombre llamado Dickens], cruzando el Río Grande a unos 16 km al norte de Doña Ana. Al mediodía del día siguiente, descubrieron el lugar donde los apaches habían descansado, constatando que eran siete, cuatro montados y tres a pie. Siguieron las huellas, y a las 13:30 horas les alcanzaron. El jefe apache y Gibbs atacaron al frente de sus hombres. En palabras de Gibbs, esto fue lo que ocurrió: Ascendiendo una pequeña altura, vimos a un indio a unos 45 metros que venía a donde nosotros, y a la vez vimos las mulas al pie de un pequeño arroyo y a seis indios mirándonos y luego echando a correr. Los hombres desmontaron inmediatamente y disparamos los rifles. Nada más hacerlo, mis hombres cargaron y montaron, siguiendo al galope a los indios, quienes corrían como pavos salvajes. Era evidente que la caza aumentaba. Tres estaban malheridos, aunque aún corrían, con 1’6 km por delante para que pudieran alcanzar las montañas. Mis hombres estaban animados y firmes para usar sus revólveres hasta el final. Mientras avanzábamos, su jefe, que estaba gravemente herido, animaba a los suyos, y cada vez que lo hacía, se giraban y nos atacaban furiosamente. Cuando yo pasé cerca de él, se dirigió hacia uno de mis hombres que iba a pie, porque su caballo había sido disparado. Me detuve y le disparé con mi revólver. Se volvió hacia mí y como mi caballo se encabritó, dirigió su lanza hacia mí, aunque le paré con mi revolver. Uno de mis hombres le derribó. Cabalgando unos 400 metros más adelante, llegué con el resto de mi grupo cerca de los indios, disparando continuamente. Aquí, estando débil por la pérdida de sangre, desmonté para evitar caerme, dando mi caballo al cabo Collins, ya que el suyo había sido disparado, para que fuera con el resto del grupo a matar a todos los indios o hasta que la persecución fuese imposible y luego volver a donde cayó su caballo para poder encontrarme. Yo observé al jefe muerto con 10 balas dentro de él y los cinco hombres que quedaron atrás con los animales informaron que tenían un caballo, cinco mulas, arcos y flechas, cuchillos, mantas, etc. de los indios. Al cabo de media hora, llegó el cabo Collins con el grupo, informando de la muerte de seis indios y otro gravemente herido, y probablemente muerto).

Por entonces, los chihennes habían dejado de ir a la Agencia de Steck en Fort Thorn. Steck estaba preocupado por lo que, a primeros de marzo, envió a un hombre a las Mimbres Mountains [Sierra County, New Mexico] a averiguar el motivo. Cuando volvió dijo a Steck que había visto solo un campamento con cinco guerreros y un centenar de mujeres y niños. Parece probable que los guerreros que el destacamento de Gibss había matado, iban de vuelta a este campamento de las Mimbres Mountains. Si fuese así, los hombres de Gibbs pudieron haber matado a Itán, porque no hubo más referencias de él en el futuro, o a Monteras, un importante jefe de guerra. A ambos les gustaba hacer incursiones a lo largo del Río Grande.

En marzo, Steck oyó a dos ciudadanos de Janos decir que los apaches estaban comerciando con caballos y mulas, y habían vendido 600 ovejas. En febrero, el chokonen Yaqui [Yaque] había llegado a Janos desde las Chiricahua Mountains con varios cientos de ovejas robadas en el río Puerco [New Mexico]. Steck tenía claro que parte de los chihennes se habían ido a Janos [Chihuahua] o a las Chiricahua Mountains [Cochise County, Arizona] a donde Mangas Coloradas había ido a cosechar mescal. Otros residían en las Alamo Hueco Mountains [Hidalgo County, New Mexico]. Steck ordenó que regresaran todos a la Agencia en el plazo de un mes, porque si no, serían tratados como enemigos. Mientras tanto, el 14 de marzo, solo cinco días después del enfrentamiento del destacamento de Gibbs, unas pocas mujeres y niños llegaron del campamento de Cuchillo Negro, diciendo al coronel Dixon Stansbury Miles que Mangas Coloradas, Delgadito, y la mayoría de los chihennes habían dejado las Mimbres Mountains para ir a Janos y que no volverían hasta la siguiente luna. Una banda de chihennes tuvo una escaramuza con un destacamento estadounidense en las Mimbres Mountains, en el lugar donde habitualmente acampaba Delgadito. Los soldados mataron a un apache e hirieron a otro. Si Delgadito no había llegado todavía a Janos, probablemente salió para allí poco después de este enfrentamiento. Los rumores de que los estadounidenses estaban preparando una campaña contra los apaches del río Gila y de las Mogollon Mountains; y las noticias que llegaban de que Janos había aumentado las raciones que daban a los apaches, pudieron contribuir a que los chihennes abandonaran la Agencia. La mayoría de los nednais abrieron negociaciones en Janos con el capitán José Baltasar Padilla. Indudablemente, la liberación de sus familiares era su principal objetivo, pero el incremento de las tensiones y la ausencia de aceptables raciones al norte de la frontera, ayudó en su decisión.

Mientras, en New Mexico, el coronel Benjamin Louis Eulalie de Bonneville, comandante del Departamento de New Mexico, estaba preparando una campaña en la que esperaba castigar a los bedonkohes, y en menor grado, a la banda oriental de los White Mountain por sus recientes depredaciones, entre ellas la muerte del agente de los navajos, Henry Lafayette Dodge. La campaña de Bonneville alarmó a los chiricahuas por lo que unos 258 de ellos, pertenecientes a las rancherías de Riñón, Veinte Reales, El Sargento y Victorio, se dirigieron hacia el sur, hacia Janos. Mangas Coloradas, con sus chihennes y bedonkohes, se unió a su yerno Cochise, ahora el principal jefe de los chokonen, permaneciendo juntos hasta que la campaña de Bonneville terminó.

La columna del norte, al mando del coronel manco, William Wing Loring, de los Mounted Rifles, salió el 1 de mayo de Albuquerque [Bernalillo County, New Mexico] para el lugar de reunión. Su destacamento consistía en tres compañías de su propio regimiento y dos compañías del 3º de Infantería. En total 300 soldados, 100 exploradores navajos y nativos Pueblo, y 30 guías mexicanos. Fueron al sur, a lo largo de la base occidental de las Mogollon Mountains, pero no vieron a ningún apache. Llegaron al río Gila el 18 de mayo.

La columna del sur, salió también el 1 de mayo, de Fort Thorn [Doña Ana County, New Mexico] bajo el mando del teniente coronel Dixon Stansbury Miles, con tres compañías del 1º de Dragones; dos de los “Mounted Rifles”; y un destacamento del 3º, y otro del 8º de Infantería. En total 300 soldados y 30 guías mexicanos. En esta columna iba el teniente John Van Deusen Du Bois, mandando la compañía “K”, quien escribió un diario relatando los eventos de la campaña.

Una tercera columna salió desde Fort Buchanan [Santa Cruz County, Arizona] al mando del capitán Richard Stoddert Ewell, con unos 120 soldados, yendo hacia el este, a las Chiricahua Mountains [Cochise County, Arizona] a donde llegó a mediados de mayo, estableciendo un campamento base, probablemente cerca de Apache Pass. De allí, Ewell salió con 65 hombres para realizar una patrulla, rodeando las Chiricahua Mountains, regresando al campamento base después de una semana de exploración. Tras descansar un día, Ewell decidió hacer otra exploración por otra ruta diferente. Un día después, recuperó 21 caballos, posiblemente cerca de Cave Creek, en la parte noreste de las Chiricahua Mountains. Poco después, los chiricahuas, probablemente bajo la dirección de Cochise, desplegaron una bandera blanca, enviando a un muchacho mexicano cautivo a hablar [seguramente Merejildo Grijalva, intérprete de Cochise, quien al final de su vida diría que se reunió con el capitán Ewell].

Ewell intentó convencer al muchacho para que abandonara a Cochise, pero el mexicano temía que los apaches le volviesen a capturar y le matasen, ya que eran muchos y valientes… y que ellos le trataban bien, especialmente las mujeres“. Cuando Ewell situó a sus hombres en posición de ataque, el mexicano volvió con los apaches. Si era Merejildo Grijalva, tendría entonces 16 o 17 años. Posiblemente, Cochise creía que El Chivero estaba totalmente asimilado, considerándolo un apache en todos los sentidos, pero, aparentemente, él no pensaba lo mismo. ¿Por qué no se quedó con los soldados? ¿Quizás dudó debido a su juventud? ¿No sabía el destino que habían corrido su madre y su hermano, y quería averiguarlo? No lo sabemos.

Esa noche los chiricahuas dispararon contra el campamento de Ewell, intentando espantar a los caballos, pero Ewell había ordenado atarlos bien. Sin embargo, los chiricahuas consiguieron recuperar los 21 caballos que los soldados habían capturado, más otros dos pertenecientes a los soldados. Estos hicieron varias descargas de fusilería, creyendo Ewell que habían tenido cierto éxito por los gritos y lamentos que oyó en las posiciones de los chiricahuas. La presencia de Ewell obligó a algunos chokonen a dirigirse al sur de la frontera mexicana y a considerar establecer relaciones con México.

El 2 de mayo, el coronel Bonneville salió de Fort Thorn con la reata de mulas, llegando al punto de reunión el 11 de mayo, acampando en la orilla oriental del río Gila, a pocos kilómetros al sureste de Clifton [Colfax County, New Mexico]. Allí hicieron planes para atacar a los bedonkohes, sacarles de sus refugios, obligarles a rendirse, o matarles, pero ellos habían dejado su territorio, yendo al sureste de Arizona y deslizándose al sur de la frontera. Sin embargo, después de encontrar un sendero indio, Bonneville envió a Loring a explorar los Pinos Altos [Grant County, New Mexico] y las Mimbres Mountains [Grant & Sierra Counties, New Mexico]. Loring encontró el rastro de 2.000 ovejas que iba al noreste a las Mimbres Mountains y luego más lejos al norte, a las Black Mountains. Allí, el 24 de mayo, atacó la ranchería del chihenne Cuchillo Negro en el Cañón de los Carneros Muertos [Catron County, New Mexico], donde exploradores nativos Pueblo de Loring le mataron, junto a otros cinco hombres y a una mujer; hiriendo gravemente a otros dos; y capturando a nueve mujeres y niños, incluyendo a la esposa de Cuchillo Negro. También recuperaron varias reses y más de 1.000 ovejas.

Mientras, el 27 de junio, el destacamento del coronel Miles, acompañado por Bonneville, atacó a los White Mountain, a 56 km al noroeste del Mount Graham [Graham County, Arizona], matando a unos 38 hombres y cuatro mujeres, capturando a otros 45, en su mayoría mujeres y niños. Los apaches hirieron a dos oficiales y a siete soldados. El teniente Du Bois afirmó en su diario que los muertos apaches fueron 24 y los cautivos 26. Más tarde, el agente Steck consideró desafortunada la campaña. Temía que los coyoteros White Mountain buscaran venganza.

Antes, a finales de mayo y principios de junio, los chokonen habían enviado emisarios a Fronteras [Sonora] para entablar relaciones. Quizás Mangas Coloradas no estaba pensando en ello porque aún odiaba a los sonorenses, pero muchos chihennes, incluyendo su viejo amigo Delgadito, estaban contentos en Janos [Chihuahua] donde Padilla y Zuloaga les estaban dando raciones semanalmente.  

A primeros de junio, las autoridades militares en Bavispe [Sonora] recibieron noticias de donde estaba Mangas Coloradas. El 31 de mayo, un grupo de chokonen atacó el rancho de Miguel Samaniego, capturando a dos muchachos. Dos días después, otra banda apache robó 12 mulas y caballos a Agustín Acuña. El capitán Reyes Cruz fue tras ellos con un pequeño destacamento. El 4 de junio, sus soldados capturaron en Sierra Larga [Sonora] a una muchacha apache de unos 15 años, y mataron a un guerrero. Cruz se enteró por la mujer que los incursores pertenecían a los grupos de Carro y Parte; además había dejado la frontera para dirigirse al sur un gran grupo de chiricahuas que habían rechazado hacer la paz en Janos. Eran bedonkohes y chihennes pertenecientes a las bandas de Mangas Coloradas y Cascos, y chokonen de Cochise, Esquinaline, Carro y Parte.

Inmediatamente, Cruz escribió a José María Zuloaga que estaba en Janos, esperando que este pudiera descubrir el destino de los dos muchachos capturados en el rancho de Samaniego. El comisionado de paz contestó que haría todo lo necesario para recuperar los animales robados y los dos muchachos.  Zuloaga inequívocamente culpó de las hostilidades a Mangas Coloradas. Zuloaga dijo a Cruz: A pesar de que he hecho los máximos esfuerzos para que ciertos jefes y sus bandas aceptaran la paz, como Mangas Coloradas, Cascos, Esquinaline, Parte y otros de los broncos, no he tenido éxito y aún están reunidos en Alamo Hueco y en el área que lo rodea, tierra que está al otro lado de la frontera estadounidense. Zuloaga, que tenía un buen conocimiento de los chiricahuas, manifestó que Mangas Coloradas, a pesar de aproximarse a los 70 años de edad, aún ejercía una tremenda influencia entre los bedonkohes y chokonen: Ya que Mangas Coloradas ha estado siempre opuesto a la paz, no me sorprendería que, ya que él estaba en dicho consejo, intentara evitar que los indios aceptaran la paz e incluso que causara molestias a los que viven cerca de dichos lugares [Janos]. Iré allí el próximo domingo a ver si se puede descubrir que indios han cometido los robos, y detener a aquellos que hayan venido de sus campamentos.

Una semana más tarde, Mónica [la antigua intérprete de la banda de Delgadito] envió a su hijo a Janos a avisar a Padilla de que Cascos planeaba incursionar allí, pero por alguna desconocida razón, el ataque nunca tuvo lugar. En cambio, los bedonkohes, chokonen y chihennes, probablemente influenciados por la presencia del enorme destacamento de Bonneville en el corazón del territorio de Mangas Coloradas, decidieron hacer la paz con México. A primeros de julio, Pablo [un hijo de Matías, el viejo jefe chokonen de la década de 1830] fue a Fronteras a hablar con el capitán Gabriel García. Pablo representaba a toda la banda chokonen, unas 700 personas, bajo el liderazgo de Cochise, Chepillo, y Esquinaline. Con Cochise estaba también el jefe bedonkohe o chokonen El Cautivo. García le prometió raciones, aprobadas tanto por el gobierno del estado como por el federal. Pero a finales de mes, los chokonen se negaron a ir por desconfiar del gobierno de Sonora. En cambio, a finales de junio, Mangas Coloradas llegó a Janos con otros líderes chihennes, como Victorio, Sargento y Veinte Reales, uniéndose a sus parientes que estaban con Delgadito y Riñón [un yerno de Delgadito]. El grupo de Mangas Coloradas lo formaban 65 personas [20 hombres, 30 mujeres, y 15 niños]. Pocos meses después, llegaron otras 30 mujeres y niños, alcanzando un total de 95 individuos. Eventualmente, algunos chihennes y nednais eligieron acampar cerca de José María Zuloaga, en Corralitos [municipio de Casas Grandes, Chihuahua]. Mangas Coloradas no fue tan lejos, desconfiando de Zuloaga. A principios de ese verano, las autoridades de Chihuahua denunciaron que los recién llegados habían inflado la población nativa a más de un millar, aunque informes oficiales de Janos indicaban que eran alrededor de 600.

A finales de julio, aparte del grupo de Dos Reales que estaba en Corralitos; había en Janos 336 apaches de las rancherías de Láceris [nednai], Poncito, Felipe [nednai], Pascolo y Delgadito [chihenne]. Otras cinco rancherías de los chihennes Mangas Coloradas, Victorio, Sargento, Veinte Reales, y Riñón, con otras 258 personas llegadas en junio, sumaban la población apache en julio y agosto a 608 personas en 10 rancherías. Estaban en Janos para obtener la liberación de sus familiares y conseguir raciones y suministros. Por razones desconocidas, varias rancherías cambiaron su residencia a Corralitos durante los últimos tres meses del año. De octubre a diciembre, además de la ranchería de Dos Reales, estaban las de Poncito, Felipe, Victorio, Veinte Reales, Riñón y Cojinillín [nednai], aumentando la población apache allí en 350 personas, habiendo solo 198 en Janos).

* El 24 de julio de 1857, un destacamento formado por 14 soldados destinados en Fort Davis (Jeff Davis County, Texas) y en Fort Lancaster (Crockett County, Texas) son atacados por una banda de apaches mescaleros. (El destacamento llevaba varios carros que transportaban correo de los Estados Unidos y troncos de madera. Aproximadamente a 40 km al noroeste de Fort Lancaster [cerca de la actual ciudad de Iraan, Pecos County, Texas], el destacamento fue abordado por más de 40 apaches mescaleros bajo bandera blanca, mientras otro grupo estaba oculto en un barranco cercano. Al ponerse en guardia los soldados, los mescaleros que estaban protegidos por el barranco abrieron fuego hacia los carros, matando al sargento Ernest Schroeder. Superados en número por cuatro a uno, los soldados desengancharon los equipos y utilizaron los carros para cubrirse. Más tarde, se retiraron y abandonaron los vagones a los mescaleros, yendo a pie durante toda la noche hasta llegar a Fort Lancaster. 

Al día siguiente, el comandante de Fort Lancaster ideó un plan para localizar a los mescaleros que habían atacado a los soldados. Varios carros cubiertos fueron cargados con unos 80 soldados, y disimulados como una desarmada caravana de suministros. Se dirigió a Fort Davis por el mismo camino que había sido atacado el día anterior, esperando que los mescaleros vieran la caravana y la atacasen. Así fue. Después de viajar durante algún tiempo, los soldados vieron un gran grupo de guerreros mescaleros en el horizonte. El oficial al mando, el teniente Edward Hartz escribió: Un cuerpo considerable de 30 a 40 indios, bien montados y provistos de armas de fuego, cayeron de repente sobre los carros.

Los soldados salieron de los carros desplegándose para disparar sobre los primeros mescaleros. Sorprendidos por los soldados y ahora superados en número, los mescaleros detuvieron su avance intercambiando disparos durante varios minutos antes de retirarse fuera del alcance de los rifles de los soldados. El teniente Hartz escribió: Ellos [los mescaleros] luego prendieron fuego a la pradera con la evidente intención de quemar la caravana y aproximarse al amparo del humo.

Pero la rápida actuación de los soldados evitó el desastre. Los carros fueron conducidos rápidamente a varios cientos de metros de distancia a un claro libre de hierba y maleza. Después de esperar a que el fuego amainase, los soldados avanzaron, provocando que los mescaleros se replegaran más allá del alcance de los fusiles de los soldados para ver cómo podían apoderarse de los carros. Al final los mescaleros se retiraron llevándose los cuerpos, muertos o heridos, de dos o tres guerreros. El teniente Hartz dijo: La estratagema tuvo éxito… ninguno de mis hombres resultó herido).

* En agosto de 1857, Cochise y sus seguidores chokonen llegan a Janos (Chihuahua) a recibir raciones y whiskey, y a comerciar con ganado robado. (Que Mangas Coloradas considerase incluso fiarse de José María Zuloaga, indicaba lo desesperada que era la situación en New Mexico, a donde temía volver a causa de la presencia las tropas de Bonneville. Zuloaga y Padilla les llamaban «broncos» [incorregibles]. Los dos mexicanos recordaban la incursión de Mangas Coloradas el septiembre anterior, incumpliendo la promesa de negociar y llevándose los caballos del presidio. Percibían la situación como una buena oportunidad de eliminar a tantos «broncos» como fuera posible, incluyendo al hombre a quien habían estado intentando matar durante la pasada década, Mangas Coloradas. Los detalles son escasos, pero parece que a finales de agosto o principios de septiembre, Zuloaga había envenenado las raciones de los apaches, probablemente mezclando arsénico o estricnina con el whiskey proporcionado.

A primeros de septiembre, muchos chokonen caen enfermos con altas fiebres, partiendo de Janos para dirigirse a Fronteras [Sonora]. Otros muchos se habían ido porque en agosto, un preso apache se había escapado de la cárcel de Corralitos [municipio de Casas Grandes, Chihuahua] yendo a las rancherías cercanas, anunciando que los mexicanos planeaban enviar tropas para matarlos. Esa noticia, junto con el temor de que un apache recientemente desaparecido [Potrillo] había muerto a manos de los mexicanos, provocó que muchos se fueran.

El 22 de septiembre de 1857, el capitán Gabriel García, comandante de Fronteras, dio raciones a 680 chiricahuas, principalmente chokonen que estaban con algunos bedonkohes. Cochise estaba allí, pero Mangas Coloradas había permanecido en Janos, según los informes de ese presidio [se quedaría hasta el otoño, regresando a New Mexico o a las Chiricahua Mountains a recoger piñones, bellotas y otros frutos secos]. Victorio y otros chihennes permanecieron en Janos hasta el final de año. García pidió fondos para alimentar a los apaches, pero el nuevo gobernador de Sonora, Ignacio Pesqueira, estaba ocupado en el sur suprimiendo una rebelión yaqui y luchando contra las fuerzas de Manuel María Gándara [Guerra de la Reforma entre conservadores y liberales], por lo que su tesorería estaba agotada. García no pudo proporcionar mucha asistencia a los apaches. Lo mejor que hizo fue nombra como comisionado de paz a Rafael Ángel Corella, un oficial endurecido en mil batallas que prefería castigar al enemigo en vez de apaciguarles. No creía en las peticiones de los apaches, opinando que esos salvajes no tienen ninguna buena voluntad).

* En medio de una intensa ola de calor, el martes 1 de septiembre de 1857, tuvo lugar la batalla de Maricopa Wells, conocida  también como batalla de Pima Butte (Pinal County, Arizona), cerca del río Gila. (Fue denominada como la última gran batalla entre nativos americanos, participando una coalición de yumas, mojaves, yavapais y Tonto Apaches, por un lado; y maricopas y pimas por el otro.

El capitán Henry Stanton Burton, del 3º de Artillería, y comandante de Fort Yuma [Imperial County, California] escribió una carta al Superintendente de Asuntos Indios de California: La causa inmediata de estas dificultades parece ser la siguiente. A principios de mayo pasado, José María, un jefe yuma, con cuatro de sus hombres se unió a los Tonto Apaches en una incursión sobre los maricopas. En ella, cuatro de los maricopas murieron y varios resultaron heridos. Hacia finales de junio, los maricopas tomaron represalias contra los Tonto Apaches matando a 16 y capturando a tres prisioneros, una niña de 12 o 13 años y dos niños bastante pequeños.

Los maricopas vendieron los prisioneros a Ignacio Rovelo, que ahora está en Los Ángeles con los niños. Pasó por este lugar justo antes de que yo llegara aquí desde San Diego.

En el momento en que los yumas vieron a los prisioneros se emocionaron mucho y enviaron información a los apaches de inmediato.

Sin embargo, antes de esto, en los últimos días de julio, los apaches notificaron a sus amigos de un ataque que realizaría en agosto una gran fuerza contra los pimos y maricopas. Por esta época murió ‘Caballo en Pelo’, el jefe de guerra de todos los yumas, y sus últimas palabras fueron una orden para su pueblo de ‘nunca hacer las paces con los maricopas’.

Esto con la aparición de los prisioneros apaches precipitó los movimientos de las tribus del río, y el 2 o 3 de septiembre [en realidad fue el día 1] una fuerza aliada de yumas, mojaves, Chima-way-wahs [chemehuevis], Yumpis [yavapais] y Tonto Apaches, entre 600 y 700 guerreros atacaron a los maricopas”.          

Hubo un testigo de la batalla, Isaiah Churchill Woods. Estaba con R. W. Lane, y otros tres hombres. Woods había sido nombrado superintendente de la San Antonio – San Diego Mail Line, para unir Texas con California. Woods había elegido como estación de correo un lugar con agua llamado Maricopa Wells. Al norte, al otro lado del río Gila, había una cadena larga y baja de colinas, más tarde llamada South Mountains. Al este, a menos de una milla, había dos prominencias rocosas llamadas Pima Butte. Al sur, a lo largo de muchos kilómetros, la tierra era llana; y al oeste, a unos 4 km de distancia, estaba la cordillera llamada Sierra Estrella.

Woods estaba sentado descansando bajo un gran mezquite cuando vio la mayoría de las viviendas de los maricopas, en al menos uno de sus dos poblados ardiendo [llamados El Juez Tarado y Sacaton], y la gente corriendo y gritando. No oyó disparos de armas de fuego. Vio guerreros luchando con mazas, garrotes, arcos y flechas. Los atacantes iban a pie. Algunos maricopas pudieron montar sus caballos y huir hacia las aldeas pimas que estaban río arriba.

Con la victoria en sus manos, algunos mojaves, los yavapais y los Tonto Apaches, decidieron irse y volver al norte y al noroeste. Sin embargo, los yumas y una parte de los mojaves se quedaron a celebrar su victoria, desconociendo que un gran grupo de guerreros pimas, muchos a caballo, se habían unido a los maricopas que habían huido y regresaban a sus poblados. Los ocho poblados pimas estaban habitados por 4.000 personas, de los cuales unos 1.000 eran guerreros.

Ahora la situación había cambiado, ya que unos 1.200 pimas y maricopas atacaron a los yumas y mojaves que se habían quedado, los cuales eran poco más de 100, todos a pie. Todos los mojaves y casi todos los yumas fallecieron. Woods que lo vio todo, dijo que sobrevivieron 11 yumas que consiguieron llegar a la Sierra Estrella, donde los caballos no podían seguirlos.

A las 15:00 horas todo había terminado. Woods, Lane y otros dos hombres partieron hacia San Diego. El 5 de septiembre cruzaron el río Colorado en Fort Yuma y llegaron a San Diego tres días después.

Por suerte, Isaiah Woods llevaba un diario donde anotaba todo lo que ocurría. En marzo de 1858, envió un informe a Aaron Venable Brown, Director General de Correos de los Estados Unidos. Entre otras cosas, narró la batalla: 1 de septiembre [1857] … Acampamos para desayunar en Maricopa Wells, que desde entonces hemos seleccionado como el lugar para nuestra estación; permanecimos en los pozos [de agua] hasta las 15:00 horas esperando a que llegase nuestro agente al que ayer dejé en el camino. Finalmente, llegó y nos preparamos para salir. Mientras acampaba en los pozos fui testigo de la batalla india más grande de la época. Los indios yumas [quechan], ayudados por sus aliados, los mojaves y Tonto Apaches, atacaron a los maricopas justo antes del amanecer de esta mañana. Los maricopas y pimas están fuertemente aliados. Los primeros, que son comparativamente pocos en número, están más bien bajo la protección de los pimas, más numerosos. Los maricopas son los más occidentales de las dos tribus, y cuando los yumas se acercaron río abajo, sus poblados fueron en consecuencia los primeros en ser atacados. Algunos guerreros y sus familias murieron y sus chozas incendiadas antes de que se conociera la presencia de los yumas. Vimos chozas en llamas y pensamos que eran señales de fuego. Además de los guerreros a pie, todos los indios que podían conseguir un caballo participaban en la lucha, muchos de ellos recorrían media docena de kilómetros para llegar al campo de batalla. Un anciano jefe, cuya esposa falleció a manos de los yumas, cabalgó furiosamente hasta nuestro campamento, echando espuma por la boca, y nos suplicó en buen español que les ayudáramos contra los yumas; por supuesto que nos negamos. Cuando terminó la batalla, se negó a hablar o comprender una palabra de español.

La pelea principal tuvo lugar a lo largo de la orilla del Gila, a menos de un kilómetro de nuestro campamento. Ciento cuatro yumas dejaron sus aldeas en el cruce de Gila y Colorado, guiados por un jefe joven y ambicioso, cuya nueva dignidad requirió algún acto sorprendente para deslumbrar a su pueblo. Él y 93 de sus guerreros murieron en media hora, en la ladera de una colina a plena vista desde el sitio donde yo estaba recostado debajo de un árbol. Partimos de Maricopa Wells a las 15:00 horas viajando toda la noche… Hoy hicimos 111 km”).

* El 2 de septiembre de 1857, un jefe coyotero White Mountain llamado Chino Peña y tres compañeros visitan al Dr. Michael Steck en la Agencia India en Fort Stanton ([Lincoln County, New Mexico]. Los coyoteros acababan de celebrar un consejo, dijo Peña. Después de conferenciar durante tres días y tres noches, fue enviado a solicitar la paz. Dijo que era portavoz de todos los jefes entre las Pinal Mountains [Graham County, Arizona] y Mogollon Mountains [Grant & Catron Counties, New Mexico], y que ofrecían sus montañas, agua y alimentos a cambio de la paz. Steck envió a Peña de regreso a su pueblo, asegurándole que los estadounidenses no querían sus tierras, sino solo la paz. Steck advirtió que si las depredaciones continuaban, destacamentos militares serían enviados a su territorio. Los coyoteros tenían mucho que perder, incluyendo sus huertos y sus rebaños, como para participar en una guerra).

* El 9 de octubre de 1857, Cochise envía un emisario a Fronteras (Sonora) para solicitar la paz. (El hombre pudo haber sido Coyuntura [el hermano de Cochise], que fue con su mujer Yones y sus dos hijos. Cochise solía encomendar a su cuñada tareas de traducción porque sabía algo de español. El emisario proporcionó al capitán Gabriel García detalles de las recientes actividades de los chokonen, revelando que Cochise y El Cautivo habían acampado cerca del Guadalupe Canyon o Cañón de Guadalupe [situado en el vértice que une los estados de Arizona; New Mexico; y Sonora], donde mucha de su gente estaba enferma con fiebre, víctimas de la malaria o de la comida envenenada en Janos. El emisario dijo que cuando estaban en Janos, estaban siempre enfermos. Habían muerto varias mujeres y niños y, al menos, 10 hombres. García respondió: Si todos los apaches están tan enfermos, ¿quién está cometiendo las depredaciones en el interior?. A lo que contestó que no habían perdido los pases que les habían dado en Janos y que quienes cometen esas depredaciones deben ser de las bandas que están viviendo en Janos. Esta información se la dio Colchón, a quien había dejado unos pocos días antes.

También dijo que los miembros sanos habían ido a recoger bellotas y plantas silvestres; y que Nabecilla, un chokonen, había ido al norte a recoger algo de oro que tenía escondido en las Chiricahua Mountains, para comerciar después con el capitán Padilla en Janos. 

Antes, en septiembre, Steck había enviado un mensaje a los jefes chihennes que estaban en Janos, diciendo que quería verlos. El 15 de octubre habían llegado unos 150 chihennes a Fort Thorn [Doña Ana County, New Mexico], recibiendo raciones de Steck. Quizás estos chihennes era los seguidores del difunto Cuchillo Negro, cuya banda nunca abandonó New Mexico.   

En noviembre, la mujer del chokonen Colchón apareció en Fronteras representando a su marido, Cochise y Esquinaline. Esos tres grupos estaban viviendo en las Sierras Pitaicachi [municipio de Agua Prieta, Sonora]; y de Enmedio [municipio de Casas Grandes, Chihuahua]; y en las Animas Mountains [Hidalgo County, New Mexico]. Conversó con el prefecto, Rafael Ángel Corella, diciendo que varios apaches permanecían gravemente enfermos y que 10 hombres habían muerto, incluyendo Carro, Tinaja [quien había sido emisario de Steck durante la desaparición de Dodge, el agente de los navajos], y Chabila. También habían muerto varias mujeres y niños [probablemente unos 40 o 50 en total]. Comentó que si se alcanzaba la paz, Esquinaline planeaba asentarse en Cuchuverachi [municipio de Agua Prieta, Sonora]. La mujer también dijo que los estadounidenses habían enviado un mensaje a los chokonen [probablemente el mensaje que el Dr. Steck había enviado a los chihennes, pidiéndoles que volviesen a New Mexico], lo cual pudo haber hecho extensiva la invitación a los chokonen.

Pero la conferencia no tuvo éxito. Temiendo al contingente de 70 soldados de Corella, los chokonen permanecieron en las colinas, lo que agradó a Corella, ansioso por enfrentarse a ellos. Informó de que los apaches habían reanudado las incursiones, aunque no mencionó ninguna de ellas. Solicitó nuevas órdenes para perseguir a aquellos que se habían levantado en armas contra el Estado.

Pero no todos estaban de acuerdo. A mediados de noviembre, José María Elías González, aunque oficialmente retirado, pidió que Sonora diese raciones a los apaches antes de que fuesen al norte a firmar la paz con los estadounidenses. El mes siguiente, el comandante de Fronteras, el capitán Gabriel García, apoyó la propuesta, pero no llegó del gobierno ningún tipo de ayuda.  

Según una carta escrita por Sylvester Mowry [un empresario minero], Mangas Coloradas había ido a Fronteras [Sonora] pero estaba equivocado. Entonces estaba en Janos [Chihuahua], pudiendo haber considerado hacer la paz con Chihuahua, pero nunca con Sonora. Pero a principios de septiembre, sospechó de Zuloaga cuando su gente comenzó a enfermar después de consumir las raciones. Probablemente, se dirigió a las Chiricahua Mountains en otoño para recoger bellotas, nueces y bayas. Aparentemente, la idea de Zuloaga era envenenar selectivamente a los seguidores de Mangas Coloradas, a los bedonkohes, y a los chokonen; ya que otros grupos, incluyendo los de Victorio, Láceris, y otros chihennes, permanecieron en Janos hasta principios de 1858. Cuando Mangas Coloradas se dio cuenta de lo que Zuloaga estaba haciendo, decidió volver a New Mexico, llegando a primeros de noviembre, enviando rápidamente un mensaje a Steck.

Durante su ausencia, un hombre llamado Leonardo Siqueiros había comenzado operaciones mineras en Santa Rita del Cobre [Santa Rita, Grant County, New Mexico]. Cuando llegaron los chihennes, Siqueiros tuvo una violenta confrontación con un hermano de Mangas Coloradas. El 13 de noviembre, José Mangas llegó a las minas, completamente ebrio, después de haber estado varios días bebiendo tiswin. Empezó insultado gravemente a Siqueiros, diciéndole que él no tenía ningún negocio en las minas y que esa parte del territorio pertenecía a su tribu, y que les echaría de allí inmediatamente. Siqueiros dijo a José Mangas que se fuera y volviese cuando estuviese sobrio para hacer lo correcto con él. José Mangas se puso violento con Siqueiros. Desde La Mesilla, un hombre llamado E. Leonard describió lo que ocurrió: El indio José Mangas tenía su rifle en su silla, cogiéndolo inmediatamente, estando listo para disparar contra Siqueiros cuando uno de los hijos de este corrió a la casa a coger el rifle de su padre por orden de este. Él [el hijo] disparó, esperando derribar al indio que estaba en su caballo. El hijo de Siqueiros no apuntó al indio, ya que no quería matarlo. Sin embargo, el primer disparo erró su objetivo; el segundo disparo alcanzó al caballo, traspasando su cuerpo y matando a una anciana mujer india que estaba en línea con el caballo, lo cual enfureció a los indios, declarándonos inmediatamente la guerra en todo el territorio, y que ninguno de nosotros debía irse para contar lo ocurrido. Siqueiros dio a los jefes apaches mercancías por valor de 300 o 400 $, pareciendo estar satisfechos, no mencionando si Mangas Coloradas era uno de los jefes a los que había compensado por la muerte de la mujer. A pesar de que estaba cerca de Santa Rita del Cobre, probablemente iba camino de Fort Thorn para reunirse con Steck.

El 17 de noviembre, Mangas Coloradas y unos 350 chiricahuas llegaron a Fort Thorn para conferenciar con Steck que acababa de regresar del territorio de los mescaleros. Al día siguiente mantuvieron una larga conferencia, estando presentes otros jefes, pero no Delgadito, quien quizás pensó que Steck todavía estaba con los mescaleros, yendo a Fort Stanton [Lincoln County, New Mexico], donde su comandante le ordenó que regresara a Fort Thorn.

El 21 de noviembre, Steck escribió a James L. Collins, superintendente de Asuntos Indios en New Mexico: “Ellos son extremadamente pobres, casi desnudos, y actualmente pasando mucha hambre. Desde mayo pasado, cuando les dije que fueran al sur para evitar a las tropas enviadas contra los Mogollones [bedonkohes], han estado viviendo en Janos y ocasionalmente recibieron raciones del gobierno de México. Han sufrido mucho por las enfermedades y muchos de ellos han muerto. Ellos cuentan que la mortalidad ha sido muy grande. No hay una familia que haya regresado, que no tenga el pelo corto, señal de luto por algún pariente cercano. Ellos creen que han sido envenenados y tengo pocas dudas de que muchos de ellos, por los informes que han llegado aquí de ciudadanos de Janos, han sido envenenados y los síntomas, según describen los indios, se asemejan a los de envenenamiento por arsénico, probablemente administrado con el whiskey que formaba parte de sus raciones”. Dijo que los apaches estaban tristes por haber salido de su propio territorio, pero que también habían sufrido mucho por una campaña de Estados Unidos, y por eso se habían ido a México, para escapar de las tropas estadounidenses. Mangas Coloradas dijo a Steck que varios bedonkohes habían contraído enfermedades y muchos de ellos habían muerto. Steck diría más tarde que habían muerto 60 chihennes por las raciones envenenadas, pérdidas similares a las sufridas por los chokonen de Cochise.

Mangas Coloradas dijo a Steck que estaba dispuesto a enterrar el hacha de guerra y hacer la paz, yendo a finales de otoño a Santa Lucía Springs, al norte de las Burro Mountains [Grant County, New Mexico] para practicar la agricultura. Incluso contempló la posibilidad de vivir en una casa si Steck le proporcionaba una. Admitió la llegada, en gran número, de granjeros y rancheros, asentados a lo largo del río Mimbres; trabajadores de la Overland Mail Company, la cual construyó estaciones de postas por todo el territorio; y soldados establecidos en una temporal instalación en las Burro Mountains, pensando que era consecuencia de los nuevos tiempos. En cambio, no le gustaban los mineros. Ya había rechazado su presencia en Santa Rita del Cobre y más tarde en Pinos Altos [los dos en el Grant County, New Mexico] cuando se descubrió oro allí. A pesar de ello, no hizo nada contra ellos. Los chiricahuas recordaban la ofensiva de Bonneville y la potencia de fuego que los estadounidenses podían demostrar.

Los chihennes continuaban disminuyendo en número, y con el envejecimiento de Delgadito, les faltaba un firme líder. En cuanto a Mangas Coloradas, siguió manteniendo su alianza con su yerno Cochise, quien se encontraba en el sureste de Arizona. Cuando surgían problemas, especialmente con Sonora, iba con Cochise).

1858

* En 1858, Samuel Woodworth Cozzens (juez del primer distrito judicial en Arizona, y viajero que escribiría el libro The Marvellous Country; or, Three Years in Arizona and New Mexico, the Apaches’ Home); el Dr. Michael Steck (Agente Indio en Fort Thorn [cerca de la actual Hatch, Doña Ana County, New Mexico]); y otro ciudadano llamado Laws, visitan las minas de cobre situadas junto al río Mimbres, en Santa Rita del Cobre ([Santa Rita, Grant County, New Mexico]. Con ellos iban un guía y tres sirvientes, y contando las mulas de carga, llevaban 13 animales. En el camino de regreso de las minas, los sirvientes se habían adelantado con las mulas de carga para buscar un lugar apropiado para levantar el campamento, mientras Cozzens, Steck y Laws, acompañados del guía, iban por detrás, ya que habían salido más tarde. Cozzens en su libro escribiría: Mientras cabalgábamos despreocupadamente, riendo y bromeando, la mula que montaba el Sr. Laws hizo inconfundibles gestos de que los apaches estaban cerca, pero al final decidimos que era una falsa alarma; y el Dr. Steck comentó, en plan jocoso, que por muy salvajes que fueran, preferirían atacar a otro antes que al ‘Gran Padre’, como le llamaban las tribus indias del territorio; y por lo tanto, no dimos más importancia al asunto.

Nada más entrar en un cañón que atravesaba las colinas que conducía a la pradera que había tras ellas… Sonó de pronto en nuestros oídos, el aterrador grito de guerra de los apaches, cuyo eco resonaba de lado a lado de las inmensas paredes… A pesar del susto, tuvimos el suficiente ánimo para espolear a nuestras mulas hacia la salida del cañón, a la que nos faltaba poco para llegar. Nada más alcanzarla y dejar atrás las obscuras paredes para salir a la hermosa y verde pradera, lanzamos un inconsciente grito de triunfo, pero ¡ay!, habíamos cantado victoria demasiado pronto. Una de las flechas que nos dispararon alcanzó al pobre Laws en la espalda, cayendo muerto en el acto mientras su mula, ya sin jinete, huía a todo galope por la llanura.

Nada más alcanzar la loma más cercana, lejos del alcance de las flechas de los apaches, decidimos defender nuestras vidas a cualquier precio. Estuvimos una hora, revólver en mano, esperando a los apaches, pero no aparecieron. Entonces fuimos, con mucha precaución, a coger el cadáver de nuestro compañero, que seguía en el lugar donde había caído; y colocándolo sobre una de las sillas de nuestras mulas, nos dirigimos tristes hacia el cerro más alto que había por las inmediaciones y allí montamos nuestro campamento. Cuando la noche cubrió la tierra con su obscuridad y a la tenue luz de la luna, cavamos una fosa con los pocos medios de que disponíamos, depositando allí el cuerpo de nuestro compañero….

En otro episodio del libro, Cozzens comenta el encuentro que tuvo con un apache cuando, estando con un grupo acampado en el río Tularosa [New Mexico], salió solo a cazar un antílope que había visto, perdiéndose y teniendo que pasar la noche a la intemperie: Debía llevar varias horas durmiendo cuando me despertaron los relinchos de mi mula. Pensando que algo iba mal, me levanté, y con el revólver en la mano, me acerqué al lugar donde estaba atada. La encontré con los ojos asustados, las fosas nasales dilatadas, y luchando con todas sus fuerzas para romper la cuerda, que al estar hecha de pelo, aguantó todos sus tirones. Al verla así me di cuenta de que había indios cerca… Luego vi, o creí ver, un pequeño arbusto… que se movía… apunté a la parte baja del arbusto y disparé mi revólver. Oí un grito y el arbusto desapareció… Mi mula pastaba tranquilamente lo que me tranquilizó… Así pasaron lentamente las horas hasta que aparecieron por el este las primeras luces, por lo que, inmediatamente ensillé mi mula y cogiéndola con una mano por el hocico y empuñando mi  revólver con la otra, me acerqué despacio hacia el arbusto… Encontré un rastro, largo y serpenteante, que indicaba claramente que quien se había ocultado tras el arbusto, se había  aproximado boca abajo, usando los codos para avanzar. Siguiendo el rastro unos 83 metros, encontré a un indio dentro de un pequeño arroyo que parecía dormido, de costado. Un lado de su cara estaba pintada de bermellón y el otro, manchada de fango… Bajé al arroyo, cogí su arco y sus flechas, le corté su cabellera y me dirigí a la zona más alta de los alrededores donde, después de pocos minutos, vi a lo lejos, por mi izquierda, el ‘humo del hombre blanco’ [su campamento] a donde me dirigí….

Cuesta creer que todas las aventuras que Cozzens comenta en su libro ocurrieran de verdad, dando la impresión de que son historias contadas de oídas. El libro se publicó en 1873, narrando hechos ocurridos en los años 1858, 59, y 60; años de una baja actividad bélica de los apaches chiricahuas en el sudoeste de los Estados Unidos [no así en el norte de México].

Cozzens comete muchos errores, tanto de fechas como de clasificación de las tribus apaches [confunde a los Pinal y Tonto Apaches {Western Apaches} con chiricahuas, al afirmar que Cochise era un jefe Pinal cuando era un chokonen, y Mangas Coloradas un jefe Tonto Apache, cuando era líder de los bedonkohes y chihennes.

Comenta que Mangas Coloradas era jefe de todas las tribus apaches [jamás tuvo influencia sobre las diferentes tribus de Western Apaches ni sobre los mescaleros, lipanes o jicarillas].

No menciona en ningún momento la palabra wickiup, refiriéndose siempre a los hogares apaches como chozas; ni sus n’deh b’ken o botas altas, siempre comentando que llevaban mocasines. A todos los apaches los describe desnudos, salvo con taparrabos, cuando en esa época muchos ya usaban ropas occidentales. Menciona que Mangas Coloradas solo llevaba una lanza y Cochise, arco y flechas, cuando muchos usaban fusiles de avancarga, sobre todo los jefes.

Describe a los apaches como feos, sucios, con uñas como garras, y cuenta la extrañeza de las mujeres y los niños apaches de verle lavarse en el arroyo con una pastilla de jabón. Antes de esa fecha, los apaches, Cochise y Mangas Coloradas, en particular, habían tenido mucho contacto con los mexicanos en los presidios y establecimientos de paz donde los apaches acudían a recibir raciones, conociendo perfectamente la forma de vida de los mexicanos, pastilla de jabón incluido. En la ranchería de Cochise podía no haber jabón, pero que lo conocían, seguro. En cuanto a lo sucios que eran, es bien sabido que el apache, siempre que había agua cerca, se aseaba convenientemente y solo aparecía desaliñado cuando se veía obligado a esconderse en lugares alejados de fuentes de agua.  

Cuesta mucho creer que la danza de las cabelleras [que se describe más adelante] fuese tal como dice. Originalmente, los atabascanos no tenían la costumbre de escalpar; desarrollándola al tomar contacto con otras tribus que sí la llevaban a cabo [y posteriormente con los españoles] y lo hicieron de forma parcial. El etnólogo Grenville Goodwin señaló que las cabelleras enemigas nunca eran llevadas a casa por los apaches, eran arrancadas en territorio enemigo, danzaban en ese mismo lugar y ahí mismo eran tiradas. Los apaches chiricahuas escalpaban en pequeña proporción, pues las cabelleras eran temidas al ser consideradas porciones de los muertos. 

Gerónimo narró un episodio en los que tuvo lugar esa práctica en Sonora, cuando estábamos casi en Arizpe, acampamos y ocho hombres vinieron a parlamentar con nosotros. Los capturamos, matamos y escalpamos. Al día siguiente se enfrentaron con soldados a los que derrotaron, vengándose por las muertes de Kaskiyeh. Gerónimo, en su calidad de jefe de guerra, ordenó escalpar a los enemigos muertos. Su testimonio concuerda con la tradición oral de los atabascanos al indicar que la toma de cabelleras solo tenía lugar en territorio enemigo, y que tenía como finalidad mostrar el grado de odio que tenían por él.  

En posteriores enfrentamientos con mexicanos narrados por Gerónimo, no se hace mención de escalpados, por lo cual se puede pensar que esta práctica era ejecutada por apaches cuando la venganza era el motivo principal del ataque. En otras circunstancias, Gerónimo relataba la muerte de varios sonorenses, pero señala que no los escalpamos porque no eran guerreros, probablemente se refería a que no eran miembros de la Guardia Nacional que se enfrentaba a los apaches, sino civiles.

Cozzens utiliza un lenguaje despectivo y lleno de odio contra los apaches, coincidiendo con la opinión de la mayoría de sus contemporáneos. ¿Conoció verdaderamente a Cochise y a Mangas Coloradas o solo les describió, a ellos y a los demás apaches, con el cliché típico de la época? De todas formas, los relatos sobre apaches que cuenta están aquí incluidos. Que los lectores juzguen su veracidad).

* En enero de 1858, de los 397 apaches registrados en establecimiento de paz de Janos (Chihuahua) solo el nednai Láceris con 47 personas, y el chihenne Veinte Reales, con 72, quedaban en el presidio. (Las rancherías de Cigarrito [nednai] con 51 personas; Dos Reales con 14; Felipe [nednai] con 54; Poncito con 28; Riñón con 68; y Victorio [chihenne] con 63, vivían en Corralitos [municipio de Casas Grandes, Chihuahua]. Mangas Coloradas [bedonkohe-chihenne], Delgadito [chihenne] y Cojinillín [nednai] ya se habían ido de la zona, y el resto, pronto les seguirían. Aunque no hay más censos disponibles, todas las rancherías desaparecieron del distrito durante el mes siguiente. A mediados de marzo, los asaltos aumentaron en las inmediaciones. El último documento en los archivos del presidio de Janos citaba una redada en el Valle de San Buenaventura [municipio de Buenaventura, Chihuahua] el 1 de julio. Ese año se cerró el presidio de Janos como establecimiento de paz para los apaches. Había durado tres cuartos de siglo.

A primeros de año, Michael Steck volvió a proporcionar raciones al grupo de Mangas Coloradas y a la banda chihenne. Durante los primeros cuatro meses, dio maíz a 450 chihennes, y a 75 o 100 seguidores de Mangas Coloradas. Pero los apaches no podían subsistir con esas escasas raciones, las cuales ascendían a una cantidad mensual de 4’98 kilos de maíz para los adultos y la mitad para los niños. Steck hacía el reparto en Santa Rita del Cobre, y cuando los militares o los funcionarios civiles no estaban cerca, los chiricahuas intimidaban a los mineros, quienes eran principalmente trabajadores de Chihuahua. Esa mezcla de mexicanos y mineros, iba a hacer que, inevitablemente, surgiera algún enfrentamiento con los apaches.

Aparentemente, no hubo problemas durante varios meses. Steck había reanudado su programa agrícola con Delgadito y otros jefes en las Mimbres Mountains, y con el antiguo grupo chihenne de Cuchillo Negro, ahora dirigido por Riñón, Chaboncito, y probablemente Loco, los cuales eran los más pobres de todos, teniendo con poco ganado, y residiendo en el Palomas y en el Animas Creek, ambos a unos 60 km de la Agencia).

* El 17 de abril de 1858, mexicanos de la Guardia de La Mesilla (Doña Ana County, New Mexico), atacan a un grupo de apaches mescaleros en Fort Thorn. (Una banda de unos 30 mescaleros había acampado cerca de la Agencia de Michael Steck, a 1’6 km de Fort Thorn. Al amanecer del 17 de abril, 36 hombres pertenecientes a los Guardias de La Mesilla, dirigidos por Juan Ortega, asaltaron el dormido campamento mescalero. Antes de que los soldados de Fort Thorn pudieran responder, mataron a siete apaches [entre hombres, mujeres y niños], e hirieron a otros tres. El teniente William Henry Wood, rápidamente llegó con la infantería, capturando a todos los mexicanos que empezaban a retirarse con unos pocos niños que habían capturado. Wood informaría: Esta mañana, sobre el amanecer, un grupo de mexicanos armados de La Mesilla cargó contra el campamento indio.

Nada más saber lo que estaba pasando, ordené a la guarnición coger las armas, y mientras los rifles se estaban ensillando, fui con la infantería y conseguí capturar a todo el grupo, a unos 800 metros del puesto, cuando se retiraban con unos pocos niños que habían capturado… Después de retener a los prisioneros [los cuales fueron desarmados y puestos bajo guardia], envié un grupo a recoger los cuerpos de los fallecidos. Pronto trajeron a siete, tres hombres, tres mujeres, y un muchacho, que fueron enterrados detrás de nuestro cementerio. Tres de los heridos… han sido llevados al Hospital… Este asunto no es sino una repetición de la horrible masacre recientemente perpetrada por el mismo grupo en Doña Ana… Estos indios… Sinceramente, creo que no han dado motivos para este cobarde ultraje. Steck estaba ausente, pero varios blancos que vivían cerca de la Agencia [entre ellos Pinckney R. Tully] dieron refugio a los mescaleros que huían.

El coronel John Garland, comandante militar de New Mexico, ordenó a Wood llevar a los mexicanos a Socorro [Socorro County, New Mexico]. Estos pagaron una fianza y más tarde, un jurado les exoneraría de sus cargos. Ninguno de sus miembros iba a encontrarles culpables por matar apaches. Este era el segundo ataque de los Guardias de La Mesilla a los apaches en tres años.  Poco más de un año después, Abraham Rencher, gobernador de New Mexico, alabó el resultado diciendo que era digno de ser imitado aunque, refiriéndose a este acto sin mediar provocación, en una ocasión pudieron haber llevado su represalia demasiado lejos).

Alrededor de un mes después, el teniente Wood envió a un sargento con 21 hombres a Santa Rita del Cobre para dar protección a los mineros mexicanos que trabajaban allí. Los mescaleros estaban lejos para vengarse y a los chihennes no pareció que el reciente ataque fuera con ellos. Además, Mangas Coloradas tenía otras preocupaciones. Durante los primeros cuatro meses del año, soldados mexicanos de Cucurpe [Sonora] habían alcanzado a una banda de chiricahuas que estaba incursionando, matando a dos hijos de Mangas Coloradas [probablemente uno de ellos era Cascos]. El jefe apache planeaba vengarse.

El 28 de abril, dos guerreros y dos mujeres aparecieron en Fronteras solicitando la paz para la ranchería de Lucas, quien con Colchón, había sucedido a Posito Moraga como líder del grupo local. Lucas estaba acampado cerca de Batepito [municipio de Bavispe, Sonora] con unos 40 guerreros. Dos días después, a las 08:00 horas, llegó Chepillo con la misma intención, diciendo que tenía 50 guerreros en las Chiricahua Mountains. No mencionó el paradero de Cochise, quien probablemente estaba en los alrededores de Apache Pass [Cochise County, Arizona] y el Stein’s Peak [Hidalgo County, New Mexico], a donde fue, a primeros de mayo, Mangas Coloradas para unirse a Cochise, cuya esposa Dos-teh-seh había perdido dos hermanos. Después se dirigieron a Sonora, donde más de 500 apaches saquearon los distritos de Sahuaripa y Moctezuma, según informes oficiales. En su regreso al norte, incursionaron en el rancho del comisionado de paz Rafael Corella, antes de llevarse casi toda la manada de caballos de Fronteras.

En la primera semana de junio, Mangas Coloradas estaba en el área del Stein’s Peak donde se reunió con un grupo de estadounidenses. Eran 12 miembros de la Compañía Minera de Santa Rita de Charles Poston, de camino al sur de Arizona. Iban bien armados con rifles Sharps y revólveres. Uno de ellos, Phocion Way, escribió sus impresiones en un diario. Mientras estaban acampados en Soldier’s Farewell, a 19 km al oeste del Cooke’s Canyon [Luna County, New Mexico], tres hombres llegaron al campamento para informar que en el Stein’s Peak había 70 apaches, a donde el grupo de estadounidenses pensaba llegar al día siguiente. No estaban preocupados porque confiaban en la potencia de fuego de sus armas. Pero no hizo falta demostrarlo, ya que Mangas Coloradas estaba en paz con los estadounidenses.

Poco después del amanecer del 9 de junio, los estadounidenses vieron a numerosos apaches bajar de las montañas, la mayoría a caballo. Eran entre 60 y 100, entre hombres, mujeres, y niños. Inmediatamente, el jefe de los estadounidenses dio la orden de salir lo más pronto posible. Way dio una excelente descripción de como era el grupo de apaches: Era verdaderamente una raza de aspecto salvaje y feroz. Los hombres estaban casi totalmente desnudos y las mujeres no mucho mejor. Parecían muy decepcionados cuando vieron que no nos parábamos. Nos sonrieron, nos hablaron en español cuando pasamos [casi todos hablan español] … Muchos de ellos estuvieron de pie a lo largo del camino, mirándonos cuando pasábamos. El viejo jefe vino después a nuestro carro sobre su caballo con una larga lanza en su mano. Dio las manos a alguno de nuestro grupo y pareció ser muy amistoso. Nos dijo donde podíamos conseguir agua y cabalgó un rato junto a nuestro carro. Solo pidió un poco de azúcar para su niño enfermo. Le dimos un poco de azúcar, nos dijo adiós y se dio la vuelta. Era muy viejo e iba vestido algo mejor que su gente. Parecía muy importante, diciéndonos que él era un coronel….

La descripción del viejo jefe, la localización en donde el encuentro tuvo lugar, el tamaño del grupo, y el hecho de que era sabido que Mangas Coloradas estaba en las inmediaciones, sugiere que el jefe apache a quien Way describió en su diario era, sin duda, Mangas Coloradas.

Estando en Arizona, Mangas Coloradas comprobó que los chokonen de Cochise estaban sufriendo los mismos cambios en su territorio que los que él sufría en el sur de New Mexico. A finales de 1856, tropas estadounidenses habían llegado a Arizona para reemplazar en Tucson [Pima County, New Mexico] a las tropas mexicanas que habían vuelto a Sonora. El 9 de octubre, el comandante Enoch Steen había salido de Fort Thorn para ir al oeste con cuatro compañías del 1º de Dragones, casi 300 hombres y oficiales, así como herreros, carpinteros, otros civiles, y suministros para seis meses. En lugar de instalarse en Tucson, donde estaba el puesto mexicano, se dirigió 95 km más al sur, a Calabasas [Santa Cruz County, Arizona], a 12’5 km por encima de la frontera, estableciéndose en la cabecera del Sonoita Valley, fundando Fort Buchanan).

* De julio a septiembre de 1858, la “San Antonio-San Diego Mail Line”, completa unos 47 viajes transportando el correo desde San Antonio (Bexar County, Texas) a San Diego (San Diego County, California), a través del territorio chiricahua sin ninguna incidencia.

* A primeros de julio de 1858, una mujer chokonen llamada Soledad, acude a Fronteras (Sonora) a pedir la paz para su banda, acordando regresar pronto con más gente. (El 11 de julio, Soledad volvió con cinco guerreros [entre ellos Colchón, Chepillo, y Esquinaline] y cinco mujeres, diciendo que había hablado con Cochise y que este quería poner fin a las hostilidades. El grupo partió de Fronteras al día siguiente, prometiendo volver a los cuatro días para firmar el acuerdo. El periódico La Voz de Sonora declaró que los motivos de los apaches eran simples: Saben que dentro de pocos días va a haber una campaña contra ellos y por esta razón piden la paz… El gobernador conoce muy bien la traicionera conducta de esta tribu y no será engañado.

Regresaron el 14 de julio, produciéndose un enfrentamiento, en el que las versiones difieren de lo ocurrido. Según el capitán García, no tuvieron más remedio que defenderse cuando los chiricahuas, borrachos y agresivos, llegaron buscando problemas. Dijo que todo empezó cuando un chokonen borracho hirió a un soldado, el cual dio la orden de llevar a todos los apaches borrachos al calabozo hasta que se les pasara la borrachera. Los apaches se negaron a ir, entablándose una pelea en las calles de Fronteras. Colchón atacó y mató a un soldado, e hirió a otro antes de ser reducido por la guarnición. Al ver que los soldados controlaban la situación, los chiricahuas huyeron. Rápidamente, García fue a su ranchería, guiado por uno de los prisioneros apaches. De camino alcanzó a algunos de los apaches, todavía borrachos, y sorprendió su ranchería situada cerca de Cuchuta, al sur de Fronteras. Según García, mataron a 26 hombres y a 10 mujeres, y capturaron 10 carabinas, 20 lanzas, siete caballos, tres mulas y dos burros.

En cambio, la versión de los chiricahuas es totalmente distinta. Según ellos, la encerrona estaba premeditada, dando los mexicanos mescal a los apaches para después matar a 23 hombres [incluyendo a tres líderes, Colchón, Lucas y Carlos] y nueve mujeres. Un hombre escapó a caballo, dirigiéndose a su ranchería. Un destacamento salió tras él, matando a tres hombres y a una mujer más, cerca de la ranchería. Esta fue una importante pérdida para este grupo chokonen, antiguamente liderado por Posito Moraga y Trigueño Tito.

Un chiricahua pudo referirse a este suceso cuando contó al antropólogo Morris Edward Opler: Los chiricahuas hicieron la paz con los mexicanos. Luego los mexicanos les dieron licor, emborrachándoles, llevándoles a sus casas y cortándoles la cabeza. Luego la guerra comenzó otra vez. Dos meses más tarde, los chiricahuas dijeron a los estadounidenses [Sylvester Mowry] en el Stein’s Peak que ellos habían sido intoxicados y luego los mataron, admitiendo 25 muertes.

Cochise, que había instalado su campamento cerca de Fronteras para esperar noticias del tratado de paz, rápidamente se fue a Arizona, enviando mensajeros a Mangas Coloradas para pedirle ayuda en su próxima venganza contra Sonora. Mangas Coloradas, tras su anterior incursión por Sonora, se había separado de los chokonen de Cochise, dirigiéndose con la mayoría de los bedonkohes al río Mimbres, donde muchos chihennes habían plantado cultivos ayudados por Steck quien, el 6 de agosto sugirió en su informe anual, la posibilidad de unir a bedonkohes y chihennes en una única reserva, ya sea en Santa Lucía o a lo largo de la orilla norte del río Gila para formar una sola banda. Sin embargo, Mangas Coloradas no permanecería mucho tiempo en su territorio, ya que contestó afirmativamente a la petición de Cochise.

Una seis semanas después de los acontecimientos de Fronteras, a primeros de septiembre, Mangas Coloradas estaba con 300 chiricahuas [de ellos 70 guerreros] cerca de las Burro Mountains [Grant County, New Mexico]. Este grupo estaba formado principalmente por bedonkohes, entre los que estaban dos hermanos de Mangas Coloradas, José Mangas y Phalios Palacio. Según un informe, una banda de chihennes también estaba con ellos.

El 10 de septiembre, se dirigieron al oeste, hacia el Stein’s Peak [Hidalgo County, New Mexico], donde se reunieron con los chokonen de Cochise, juntándose de 150 a 200 guerreros, con la venganza en sus mentes. El minero y político Sylvester Mowry pasó por el Stein’s Peak donde se reunió con José Mangas [un hermano de Mangas Coloradas], quien dijo que los guerreros iban a Fronteras para acabar con la población. Dejaron el Stein’s Peak el 12 de septiembre, después de realizar una danza de guerra durante al menos cuatro noches. Mientras danzaban, los guerreros se preparaban para el combate, rezando para tener buena suerte. Las danzas sociales seguían a las danzas de guerra, retirándose a dormir al amanecer. Los mismos rituales se repitieron durante los tres días siguientes, partiendo al quinto o sexto día, siendo despedidos por toda la gente del campamento, y recibiendo el ánimo de las mujeres.

Mangas Coloradas y Cochise enviaron guerreros de avanzadilla, a los flancos y a la retaguardia. Durante la marcha, los guerreros de cada grupo local iban detrás de sus líderes.

Los chiricahuas llegaron a las montañas situadas al este de Fronteras, la tarde del 15 de septiembre, preparando el ataque que realizarían al día siguiente. De los 70 soldados destinados en Fronteras, 30 dragones estaban fuera con el capitán Eraclio Escalante explorando la Sierra Magallanes [municipio de Fronteras, Sonora], a 48 km al noroeste del presidio. Otros 20 soldados de infantería habían ido a Bacoachi a por suministros. De los 20 soldados restantes, varios realizaban labores de protección para los ciudadanos que cultivaban sus campos. Una vez que salieron de la protección del presidio y empezaron a trabajar en sus labores agrícolas, los chiricahuas bajaron de las montañas, atacando a los mexicanos. Era las 09:00 horas del 16 de septiembre. El comandante de Fronteras estimó que eran, exageradamente, unos 300 guerreros. El ataque fue muy mal organizado. Todos los hombres llegaron al presidio, excepto uno, el sargento Simón, un hombre mayor que fue alcanzado y muerto por los apaches. Los guerreros llegaron hasta el mismo presidio, atacándolo por todos los lados. Los ciudadanos y los soldados les hicieron frente con sus rifles y con los disparos de un cañón, que les hizo dispersarse.

Mangas Coloradas y Cochise se retiraron a las colinas a esperar otra oportunidad. Se desconoce cuántas bajas sufrieron y el motivo de un ataque tan desorganizado. Los chiricahuas temían al cañón encaramado en lo alto del muro [Cochise recordaba su captura 10 años antes en la que un cañón hirió a Miguel Narbona] por lo que se fueron al sur a incursionar. Mientras Cochise se quedaba a saquear por el interior de Sonora, Mangas Coloradas regresaba pocas semanas después al Stein’s Peak con un humor de perros al frente de un grupo de 70 guerreros. 

La Butterfield Overland Mail Company había comenzado el servicio de diligencias y correo, el 15 de septiembre, construyendo nueve estaciones entre La Mesilla [Mesilla, Doña Ana County, New Mexico] y Tucson [Pima County, Arizona]. Las estaciones para el cambio de los caballos y el descanso de los viajeros se establecieron, aproximadamente, cada 30 km de media y dos de las más importantes fueron emplazadas en Dragoon Springs y Apache Pass [esta, a unos 500 metros al oeste de Apache Spring, un manantial de agua]; ambos en el centro del territorio de la banda de Cochise.

A primeros de octubre, los pasajeros de la estación de postas de Soldier’s Farewell, a 19 km al oeste del Cooke’s Canyon [Luna County, New Mexico], vieron una gran banda de 400 apaches. Era sin duda la banda de Mangas Coloradas dirigiéndose a Santa Lucía para reunirse con el agente Michael Steck y con James Collins, superintendente de Asuntos Indios del Departamento de New Mexico. El jefe apache no había hecho todavía planes para pasar el invierno.

Mangas Coloradas fue a la estación de postas y pidió a un empleado algo de maíz. El hombre dijo que no tenía, lo que pareció satisfacer al jefe. Pero un apache, al mirar un carro, vio varios sacos de maíz y se lo dijo a su jefe. Mangas Coloradas, enfadado por la mentira, fue hacia él, agarrándole por los hombros diciendo: ¡Quiero 12 sacas de maíz, maldito, rápido!. A pesar de que su inglés era malo, el empleado entendió perfectamente la petición de Mangas Coloradas, accediendo a sus deseos.

Mangas Coloradas se reunió con Steck y Collins en las fuentes del río Gila, al norte de Santa Lucía Springs [luego San Vicente de la Ciénega; y finalmente Silver City, Grant County, New Mexico] para recoger las raciones y suministros anuales que Steck daba a los bedonkohes, entre los que se encontraba Gerónimo. Steck estimó que dio raciones a 125 hombres, y 500 mujeres y niños, entre los bedonkohes; y a 70 hombres, y 450 mujeres y niños, entre los chihennes. Steck y Collins discutieron con Mangas Coloradas y otros jefes sobre la posibilidad de asentarse en una reserva en Santa Lucía.

Antes de irse, Steck dijo a Mangas Coloradas que volvería en la primavera para ayudarle a plantar. Luego, una semana después, Mangas Coloradas se dirigió al oeste, al territorio de Cochise, cerca de Apache Pass, para pasar el invierno, y desde donde pretendían lanzar incursiones a Sonora. A Mangas Coloradas le acompañaba Gerónimo, quien, según diría él mismo, por esas fechas empezaba a emerger como un importante guerrero entre los bedonkohes. Había ido a Sonora muchas veces para incursionar a las órdenes de Mangas Coloradas.

A mediados de noviembre, Mangas Coloradas estaba todavía en Apache Pass cuando Sylvester Mowry llegó a la estación de postas como pasajero de una diligencia, dirigiéndose a Washington al haber sido elegido recientemente delegado al Congreso por Arizona. Mowry, quien odiaba a los apaches comparándolos con las serpientes de cascabel, tuvo una charla con Mangas Coloradas alrededor del 17 de noviembre, contando más tarde: El nombre de su principal jefe es Mangas Coloradas. Es un hombre de gran y poderosa corpulencia, y una propensión para la malicia. Teme a los estadounidenses y desprecia a los mexicanos. Sobre los primeros, dice, siempre le muestran sus armas cargadas mientras los mexicanos tienen las suyas colgadas de su espalda y a menudo descargadas. Como consecuencia de la opinión del jefe, sus seguidores atacarán a los estadounidenses solo cuando puedan llevarles a una emboscada y sin peligro de tener pérdidas. A los mexicanos, por el contrario, les atacan con temeridad y les persiguen con furia.

Mientras Mangas Coloradas estaba preparando una incursión contra Sonora, Steck había decidido hacer una visita a los chokonen de Cochise. Sería su primera visita a los apaches que vivían en Arizona. Collins le había encargado hacer un tratado con esas esquivas bandas, principalmente para proteger las diligencias de la “Overland Mail Company”. Probablemente, los empleados de la estación de postas de Apache Pass enviaron un mensaje a Steck de la presencia de Cochise. El último verano, Steck había escrito a Collins sobre una banda que vivía en las Chiricahua y en las Peloncillo Mountains, las cuales sumaban unos 150 guerreros y 600 mujeres y niños. Antes de ir, escribió a James Henry Tevis, encargado de la estación de la “Overland Mail Company” en Apache Pass, pidiéndole que dijese a los chokonen que llegaría pronto con regalos. Cuando llegó, a mediados de octubre de 1858, conoció a Merejildo Grijalva, el cautivo ópata e itérprete de Cochise. Al percatarse de que hablaba apache y español, comprendió que le sería muy útil como traductor en su Agencia de New Mexico, por lo que le ofreció trabajo. No sabemos el momento en el que Grijalva había decidido dejar a Cochise. Hay dos hechos que pudieron animarle a hacerlo. El primero, cuando se enteró de que los apaches habían matado a cinco de sus hermanos en una incursión. El segundo, cuando unos guerreros mataron a una muchacha apache de la que se había enamorado. ¿Mataron los apaches a cinco hermanos suyos? Así vino reflejado en un artículo del periódico de Tucson, “Arizona Weekly Star”, el 30 de septiembre de 1880. ¿Mataron unos guerreros a su prometida? Eso es lo que contó James M. Barney, en su trabajo “Merijildo [sic] Grijalva, Noted Scout of the Apache Wars”, publicado en “The Sheriff”, en diciembre de 1951.

Si uno de esos hechos, o los dos, tuvieron lugar, es posible que Grijalva sintiera la necesidad de dejar a Cochise, por venganza, o simplemente, por hartazgo; y que trabajar con Steck era una buena opción, ya que estaría bajo la protección de un funcionario del gobierno estadounidense. Pero de momento, tenía que esperar su oportunidad.

No sabemos a ciencia cierta cuando huyó, pero pudo ser el 21 de julio de 1859, cuando unos jóvenes chokonen robaron 11 animales de la empresa minera de Arizona “Sonora Exploring and Mining Company”. Cochise envió los animales a Fort Buchanan, para ponerlos en manos del capitán Richard Stoddert Ewell, como prueba de buena voluntad, llevados por dos guerreros, uno de ellos, Grijalva. Aprovechando la ocasión, partió para La Mesilla, donde allí se reunió con Steck, quien le dio trabajo en la Agencia India de Fort Thorn. Los militares habían abandonado la instalación en marzo, pero la Agencia seguía allí. Se sabe que el 15 de agosto de 1859, Grijalva ya estaba trabajando con Steck, recibiendo un salario de 500 $ anuales por realizar trabajos generales en la Agencia y por hacer de intérprete de apache y español cuando la ocasión lo requería. Pronto aprendió a hablar inglés con fluidez. En el futuro, trabajaría para el ejército estadounidense como guía e intérprete. Conocía tan bien a la banda de Cochise que una vez los identificó por el calzado y los utensilios encontrados en un campamento abandonado. Sabía rastrear como un apache y comprendía su forma de guerrear y la preparación de emboscadas. Su trabajo era extremadamente peligroso, pues sabía que si alguna vez era capturado, le reservarían la más espantosa de las muertes. Cuando coincidía con ellos notaba las miradas de odio en sus ojos. Siempre reservaba una bala para dispararse a sí mismo antes que ser apresado.

El 1 de diciembre, Mangas Coloradas y Cochise, con unos 100 guerreros bedonkohes, chihennes y chokonen, dejaron Apache Pass para incursionar por Sonora, dividiéndose en dos grupos. Mangas Coloradas y Gerónimo cruzaron por las Huachuca Mountains [Cochise County, Arizona], mientras Cochise lo hizo por los alrededores de la actual Douglas [Cochise County, Arizona], dirigiéndose a la Sierra Madre.

Los chiricahuas encontraron una inesperada y fuerte resistencia, ya que el gobernador Ignacio Pesqueira había reforzado la frontera del norte de Sonora. Durante el otoño, el teniente coronel José Juan Elías había dejado Ures con más tropas y una pieza de artillería con destino a Fronteras. De camino se detuvo en poblaciones y ranchos para adquirir suministros y reclutar voluntarios, pero, en cambio, pudo comprobar el deplorable estado en el que se encontraba la frontera norte. Pasó por Chinapa [municipio de Arizpe, Sonora], ahora desierta, y Bacoachi, casi una población fantasma. Prometió que el gobierno proporcionaría seguridad y protección a cualquier ciudadano que se atreva a instalarse en Chinapa; además, el prefecto de Arizpe prometió darles semillas, herramientas, y ganado. Cuando Elías finalmente alcanzó Fronteras alrededor del 10 de noviembre, inmediatamente nombró al capitán Cayetano Escalante, comandante de la Guardia Nacional de ese lugar. Este mantuvo continuas patrullas por la zona.

El 13 de diciembre, un destacamento de Escalante sorprendió una ranchería apache en la Sierra del Otate [municipio de Santa Ana, Sonora], donde mataron a dos hombres, y a 16 mujeres y niños, y capturaron a cuatro más. Los prisioneros dijeron a Escalante que acababan de llegar a Sonora para una campaña incursora, probablemente desde New Mexico. Ya que los apaches habían hablado a Steck sobre una incursión y que habían llegado a Bavispe rumores de que los chiricahuas de Santa Rita del Cobre estaban planeando atacar Fronteras, estos apaches pudieron ser chihennes, quizás incluso del campamento de Delgadito, al haber establecido en el pasado ocasionalmente sus cuarteles de invierno en Sonora. Probablemente, Escalante había atacado un campamento base, ya que los guerreros estaban fuera incursionando.

Los detalles de las actividades de Cochise y Mangas Coloradas en Sonora no son del todo claros. Sabemos que la incursión de Cochise fue breve, ya que a finales de diciembre estaba en Apache Pass, donde el 30 de diciembre se reunió por primera vez con Steck. El agente dio a los chiricahuas unas pocas reses, 20 fanegas de maíz, 211 mantas, 200 ollas de bronce y telas. Había bastantes mujeres y niños de la banda de Mangas Coloradas que estaban esperando el regreso de sus hombres de Sonora. Mientras Steck y Cochise  estaban reunidos, pasó por allí un grupo incursor White Mountain camino de México. Steck les convenció de que regresaran a sus rancherías para que se reunieran con él el próximo 22 de enero en un manantial llamado Santo Domingo Spring, 120 km al norte de Fort Buchanan [Santa Cruz County, Arizona], prometiéndoles que les daría raciones. 

Mientras, el grupo de Mangas Coloradas [en el que se encontraba Gerónimo] había saqueado ranchos y atacado viajeros cerca de Cocóspera [municipio de Imuris, Sonora], y Bacanuchi [municipio de Arizpe, Sonora], ocultando el ganado robado en una ranchería en las montañas. A primeros de febrero, después de dos meses de ausencia, la pequeña banda de incursores comenzó a dirigirse hacia Arizona. Soldados de Sonora siguieron a un grupo hasta las Dragoon Mountains [Cochise County, Arizona] pero no pudieron alcanzarlos. Otra patrulla sorprendió a unos apaches cerca de Cuchuverachi [municipio de Agua Prieta, Sonora], matando a uno, y capturando a un niño, 31 mulas, 14 caballos, y 26 reses. Aparentemente, este no era el grupo de Mangas Coloradas porque cuando él llegó a Apache Pass el 18 de febrero de 1859, traía muchas mulas, caballos y otros bienes robados.

Antes, a finales de año, Steck informó al Comisionado de Asuntos Indios, Charles E. Mix que los coyoteros White Mountain habían ido varias veces durante este año, desde su territorio a visitar su Agencia en Fort Thorn [cerca de la actual Hatch, Doña Ana County, New Mexico], y que habían mantenido su promesa de paz con los estadounidenses. Aunque su Agencia no tenía contacto regular con los coyoteros, opinaba que se podría llegar a un mejor entendimiento con ellos si se pudiera celebrar un consejo en su territorio. También dijo que había que proporcionarles herramientas agrícolas, lo que podría detener las depredaciones que supuestamente llevaban a cabo tan al sur como Tucson [Pima County, Arizona].

Preocupado por las depredaciones apaches, la Oficina de Asuntos Indios envió al agente especial George Bailey para investigar. Después de detenerse en Fort Yuma [Imperial County, California] y Maricopa Wells [Pinal County, Arizona], y estudiar los informes de reconocimientos militares, Bailey declaró que la mayoría de las incursiones apaches provenían de la zona al norte del río Gila. Al regresar con su botín de México y la zona al este de Tucson, los asaltantes tenían que ir necesariamente por los pocos cursos de agua del este de Arizona. Pensó que erigir puestos militares en los cruces de caminos bloquearía las incursiones, algo más barato que pagar las reclamaciones de las depredaciones.

El informe de Bailey convenció al Departamento de Interior de la necesidad de una política decidida con respecto a los apaches. En diciembre, el presidente estadounidense James Buchanan sugirió al Congreso que, tras la Gadsden Purchase o Venta de La Mesilla era necesario construir fuertes ubicados al norte de Sonora que complementasen a Fort Buchanan [Santa Cruz County, Arizona], construido en el sur de Arizona en 1856).

* Anteriormente, en agosto de 1858, dos vecinos de Arivechi (Sonora) habían informado a Trinidad Soto Mayor, juez local de esa localidad, de la presencia de apaches por las inmediaciones. (Los apaches habían matado a Carmen Robles y a otros tres miembros de su familia, yendo un muchacho herido a dar el aviso. Soto organizó un grupo de vecinos para ir tras ellos).

1859

* El 22 de enero de 1859, el Dr. Michael Steck, escoltado por un destacamento de Dragones al mando del capitán Richard Ewell, se reúne en Santo Domingo Spring, 120 km al norte de Fort Buchanan (Santa Cruz County, Arizona), con una banda de coyoteros White Mountain. (Los apaches estaban acampados allí esperando a Steck, con quien habían quedado durante el encuentro que tuvieron en diciembre. Estaban todos los jefes White Mountain al frente de 170 guerreros y alrededor de 100 mujeres y niños. Steck les advirtió de que detuvieran sus incursiones en México, y de que permanecieran al norte del río Gila, cultivando y viviendo en paz. Los jefes aceptaron y a cambio Steck prometió enviarles azadas para ayudarles en la siembra. Poco después de la reunión, Steck escribió a James L. Collins, Superintendente de Asuntos Indios en New Mexico, refiriéndose presuntamente a Eskeltecela [Esh-kel-dah-silah]: El principal jefe continuó con una larga arenga en la que se quejó de que habían sufrido extraordinariamente en la última campaña, pero terminó diciendo que el pasado debería ser olvidado y de ahora en adelante deberíamos ser amigos y que él y su gente no serían los primeros en perturbar el escollo de la paz”. Steck dijo que los coyoteros eran los apaches más fiables que había conocido.

Steck quedó altamente satisfecho de la reunión mientras Ewell notó que los apaches habían pasado hambre el pasado verano porque los soldados habían destruido los campos y el año pasado no plantaron frijoles por miedo de que otra campaña militar destruyese sus cultivos.

En febrero de 1859, Steck se reunió con 300 Pinal y Aravaipa Apaches en el Cañón del Oro, cerca de Tucson [Pima County, Arizona]).

* El 8 de febrero de 1859, el subteniente Henry Martyn Lazelle, sale de Fort Bliss (El Paso County, Texas) tras una banda apache que había robado, tres días antes, varios caballos y mulas en San Elizario ([El Paso County, Texas]. El destacamento, formado por 32 hombres [la prensa indicaba 22], entre soldados y voluntarios de San Elizario, hizo 265 km en siete días sin encontrar agua en su camino. Al sexto día no les quedaba ni una gota de agua, tampoco para los caballos. Al mediodía del séptimo día, el rastro les llevó al Dog Canyon, en las Guadalupe Mountains [Culberson & Hudspeth Counties, Texas].

Los soldados cabalgaron sin oposición durante unos 3’2 km por el interior del cañón. Entonces se encontraron con un grupo de 30 guerreros, probablemente apaches mescaleros, pintados y armados pero portando una bandera blanca. Los mescaleros preguntaron qué intención tenían los soldados cuando Lazelle les acusó del robo, afirmando que ellos no habían sido. Dijeron que los autores habían sido algunos hombres malos, a los que habían perseguido para recuperar el ganado.

Al no creerles, Lazelle ignoró la bandera blanca y ordenó atacar. Inmediatamente, se encontraron atrapados en un fuego cruzado desde la parte superior del cañón. Asediado por ambos lados y por el frente, no tuvo más opción que retirarse, dejando tres muertos [un sargento y dos soldados] y cabalgando con seis de sus hombres heridos hasta salir del cañón. El propio Lazelle resultó herido en un pulmón, creyendo que los apaches perdieron de 12 a 15 guerreros).

* El 18 de febrero de 1859, Mangas Coloradas y Gerónimo llegan a Apache Pass (Cochise County, Arizona) de incursionar por Sonora con muchos caballos, mulas y otros bienes. (No permaneció mucho tiempo con los chokonen, ya que a los pocos días reunió a su gente y volvió a la zona de Santa Lucía Springs [luego San Vicente de la Ciénega; y finalmente Silver City, Grant County, New Mexico] para cumplir la promesa que hizo a Steck de plantar cultivos. Steck llegó a Santa Lucía en marzo. Mangas Coloradas, de unos 70 años de edad, parecía contento y preparado para pasar el resto de sus días aprendiendo a cultivar y viviendo en paz.

El 1 de abril, Steck se reunió de nuevo con los chokonen en Apache Pass. Ayudado por James Henry Tevis, encargado de la estación de la “Butterflied Overland Mail Company” en Apache Pass, Steck repartió raciones a los grupos locales de Cochise, Esconolea [probablemente Esquinaline] y Old Jack [probablemente Yaque o Yaqui], sumando en total unos 100 guerreros. Tevis decribió la escena: Los indios estaban formados en un círculo en frente de la estación… Primero, Cochise, Old Jack [Yaque], Esconolea [Esquinaline] y el hombre medicina; en la siguiente fila, los guerreros; en la siguiente fila, los jóvenes bajo los guerreros mayores; en la cuarta fila, las familias de los jefes; y atrás, las familias de los guerreros.

Después de recibir las raciones, Cochise hizo planes para realizar otra incursión hacia Sonora, llamando a un consejo el 6 de abril. Muchos guerreros acudieron bebiendo tiswin, decidiendo atacar Fronteras. Un grupo de 10 guerreros acababa de llegar de explorar la zona, informando a favor de realizar el ataque. Cochise había invitado a Gochaahá, más conocido como Francisco, un poderoso jefe coyotero White Mountain del Este, que podía aportar 100 guerreros a la expedición. Francisco era un antiguo cautivo mexicano que llegó a jefe de su banda. La salida se retrasó hasta la llegada de Francisco, lo que hizo que agotaran todo el tiswin elaborado con el maíz  que habían recibido de Steck. Cuando Francisco llegó, partieron el 24 de abril, permaneciendo en Apache Pass solo dos guerreros y los no combatientes).

* En abril de 1859, vecinos de San Andrés, Chuvíscar y Nombre de Dios (Chihuahua) persiguen a un grupo de apaches por las sierras de Encinillas, Mezquite y los Arados hasta los Arcabuces, matando y capturando a varios de ellos.

* El 24 de abril de 1859, Cochise y Francisco salen de Apache Pass para incursionar por Sonora. (A las 10:00 de la mañana del 27 de abril, Cochise y José María Elías asaltaron los alrededores de Fronteras con más de 60 guerreros, sorprendiendo a los vecinos que estaban trabajando sus campos. Al primer hombre que encontraron le dispararon y le mataron clavándole una lanza. El resto de trabajadores corrieron hacia el presidio, pero unos pocos no pudieron llegar.

José Jesús Escalante, juez local de la localidad, diría: A Santiago García, prefecto de Arizpe, los indios bárbaros en número de más de 60 […] tuvieron la audacia y osadía de internarse hasta las primeras casas de esta corta población, siendo capturado el vecino José Nicolas Sillas que estaba en sus regadíos, dos niños más, uno del armero de este fuerte, y el otro del soldado Rafael Villa, del mismo [fuerte]; inmediatamente que fueron sentidos los apaches me preparé con la poca fuerza que pude reunir de vecinos, poniéndome en comunicación con el Sr. capitán, quien dispuso saliera la corta fuerza militar para ver si se lograba castigar su osadía, lo que no se pudo verificar, a causa de haberse aprovechado de la sierra que está inmediata al lado del oriente en donde encaramaron a los prisioneros y en la cima de la altura enarbolaron una bandera blanca, señal para ellos de solicitud de cambio, vista por mí y el señor comandante. Los gritos y alaridos que daba el prisionero Sillas acudimos pronto a la protección de los cautivos, marchando la fuerza preparada y estando luego en tratos con los capitancillos Chis [Cochise] y Elías, […] ofrecieron entregarlos, pidiendo manta, aguardiente, pinole, tabaco y amasijo [masa de harina], lo que a ellos les pareció, y habiéndoles presentado cuanto ellos solicitaban […] tirando cuanto se les presentaba para el cambio. Más como el terreno que ocupaba la indiada les era favorable y a nosotros ofensivo no se pudo maniobrar, tanto por lo expuesto cuanto porque la fuerza de ellos era superior a la nuestra y lo mal desprovisto de armas, resultó que dieron muerte al citado Sillas, dejando muerto a otro vecino en su huerta inmediata a este y el haberse arreado dos yuntas de bueyes, dos vacas y dos caballos haciendo su retirada el enemigo…. Cuando los dos muchachos llegaron Apache Pass, Tevis pagó 10 sacos de maíz para obtener su liberación.

El grupo incursor siguió por un antiguo rastro apache hasta Moctezuma, planeando sorprender la población. De camino mataron a tres hombres que iban a Arizpe. Cuando llegaron allí, los mexicanos hirieron mortalmente al «guerrero favorito» de Cochise, quien no ha sido identificado por seguramente sería un pariente cercano. Creyendo que había caído en una trampa, Cochise llevó al guerrero herido a las montañas. Después de conferenciar con Francisco [Gochaahá], decidió regresar a Apache Pass, mientras el jefe White Mountain siguió incursionando. El guerrero herido murió durante el viaje de regreso, declarando Cochise que mataría a 20 mexicanos como venganza).

* En junio de 1859, Samuel Woodworth Cozzens, que escribiría el libro “The Marvellous Country; or, Three Years in Arizona and New Mexico, the Apaches’ Home”, conoce al jefe apache chokonen Cochise en Apache Pass, una estrecha garganta en las Chiricahua Mountains ([Cochise County, Arizona]. En su libro diría: “La primera vez que lo vi, estaba desnudo como vino al mundo, excepto con un taparrabos y los mocasines. Era alto, de aspecto digno, de unos 40 años, con la cara pintada de color bermellón y ocre. De su nariz colgaba un aro de unos 12 cm de circunferencia, hecho de un pesado alambre de latón, mientras que otros tres colgaban de los lóbulos de sus orejas. Su cuerpo estaba completamente untado con una grasa de olor muy fuerte. Tenía una abundante cabellera negra peinada hacia atrás, recogida en una especie de nudo en la parte superior de su cabeza, mientras que el resto caía sobre su espalda. Tenía dos plumas de águila colocadas verticalmente en su cabeza, que se movían con el viento. Cuando se acercó, dejó su arco y flechas sobre la hierba, y dándome su mano, sucia y con las uñas largas, dijo bastante bien en español: ‘Yo Cochise, amigo del hombre blanco, dame tabaco’.

Al volverme hacia Jimmy, mi criado irlandés, vi su expresión de asombro, tardando unos tres minutos en recuperarse y preguntar: ‘¿Pero qué es esto, si se puede saber?’ Y cuando le contesté: ‘Un apache’, dio un grito y corrió hacia el corral de la ‘Overland Mail Company’ y no hubo forma de hacerle volver hasta que Cochise se fue. Di a Cochise un poco de tabaco y whiskey, desapareciendo casi tan repentinamente como había llegado.

Habíamos dejado nuestros carros a cierta distancia del corral, junto a un pequeño manantial que brotaba de entre las rocas, donde íbamos a pasar la noche. No pusimos turnos de guardia porque al estar tan cerca del local de la ‘Overland Mail Company’ no pensamos que habría algún riesgo. Sin embargo, durante la noche desaparecieron dos de nuestras mulas y encima con tanta habilidad que no había ningún rastro. Por supuesto, sospeché de Cochise, aunque cuando le pregunté después lo negó indignado diciendo que él era un bravo que no se dedicaba a robar…

… Tres días después, al anochecer, vinieron tres apaches con  cuatro de las mulas más enfermizas que yo haya visto en mucho tiempo, ofreciéndolas por 25,40 kg de maíz cada una. Hicimos el cambio y algún tiempo después nos enteramos de que las habían robado, cinco meses antes, de una estación de la ‘Overland Mail Company’, situada a unos 160 km al oeste de Tucson [Pima County, Arizona]

… Después de la experiencia de la primera noche, el comandante De Rythe, superintendente auxiliar de la ‘Butterfield Overland Mail Company’, nos dejó guardar nuestros animales en el corral de la compañía. Estando allí llegó la familia Frazier, compuesta por el padre, la madre y cuatro hijos, de viaje a San Diego [San Diego County, California] en dos carretas tiradas por dos caballos cada una. Los hijos mayores eran un joven de unos 18 años y una muchacha de unos 16, la cual conducía una de las carretas, mientras que la madre llevaba la otra. Esperaban llegar a Tucson la semana siguiente, donde pensaban permanecer hasta conseguir compañía, antes de salir para San Diego. Dos días después, el conductor de la diligencia de Tucson informó que, nada más pasar la entrada del cañón, encontró los restos de dos carretas, con los cuerpos mutilados de Frazier y de su hijo atados a las ruedas y parcialmente quemados. Todo lo que había de valor se lo habían llevado incluso hasta las piezas de hierro de las carretas. De la madre y de los otros hijos nada se supo. El comandante De Rythe ordenó que fueran, a la mañana siguiente, a recoger los restos de los dos desafortunados, pero nada se hizo para castigar a los autores o rescatar a los cautivos… [A continuación, Cozzens comenta la masacre de la familia Oatman afirmando que fue cometida por apaches, quizá porque eso dijo Olive Oatman, la única superviviente, cuando fue liberada. Todos los historiadores coinciden en que los autores de las muertes fueron yavapais, quienes vendieron después a los mojaves a las dos hermanas que sobrevivieron al ataque, y estando con estos, falleció una de ellas. Refiriéndose a la masacre de la familia Oatman dice: ‘Desde entonces se ha asegurado que el grupo que cometió la masacre de los Oatman eran Tonto Apaches, cuyo líder era Mangas Coloradas, quien se hacía llamar amigo del hombre blanco‘. Como se sabe, no lo hicieron los Tonto Apaches sino yavapais, y Mangas Coloradas no era líder de los Tonto Apaches, sino de los bedonkohes, y de los chihennes o mimbreños].

… Durante mi estancia en Fort Apache comencé a tener el deseo de aprender más sobre los apaches. Un día comenté el tema a Cochise que, aunque le invité a  whiskey, se negó a hablar del asunto. Mis amigos intentaron convencerme de que me olvidara, pero tras convencer a Cochise con un trozo de tabaco; un barril de 19 litros de whiskey; y un par de mantas de color rojo, decidí ponerme en marcha yo solo a su ranchería, situada a unos 193 km al noroeste de las Chiricahua Mountains, cerca del río Gila.

Me aseguró que no correría ningún peligro y, tras dejar a su hermano [Coyuntura?] bajo custodia del comandante De Rythe para garantizar mi regreso, salimos hacia su ranchería montando, Cochise y yo, cada uno una mula, llevando tres más cargadas, una de ellas llevando dos grandes recipientes de cuero con casi 23 litros de agua cada uno… A la mañana siguiente, antes del mediodía, llegamos a un pequeño arroyo donde Cochise, escarbando y apartando la tierra con las manos, abrió un pequeño hueco que se llenó rápidamente de agua, donde nuestras mulas  bebieron con ansiedad… Otro día… Cochise cazó un antílope con su arco y flechas, proporcionándonos jugosos filetes, mucho mejores que la dura y seca carne que llevábamos…

… Me gustaría… poder plasmar en un lienzo algunas de las características del notable territorio que visité durante mis dos semanas de viaje con Cochise ‘¡Mira, hogar apache!’, dijo. Miré y lo que vieron mis ojos me produjo una impresión imborrable. Un hermoso valle, con una rica y verde vegetación, que se extendía a lo largo de 4’8 km y casi 1’6 km de ancho, por donde discurría una corriente de agua, clara como el cristal sobre un lecho de guijarros, con sus orillas bordeadas por una especie de pequeños sauces, cuyo follaje de color verde amarillento contrastaba con el tono obscuro de la hierba, y todo rodeado por unos riscos de unos 30 metros de altura… Esparcidas por el valle se encontraban las chozas apaches, pareciendo  enormes melones cortados por la mitad, forrados con paja amarilla. Delante de cada entrada ardía una pequeña hoguera, cuyo humo ascendía lentamente hasta que perdiendo densidad se desvanecía en el aire. Más allá, hacia el extremo superior de valle, se veía pastar tranquilamente una gran manada de ganado vacuno, ponis y mulas, mientras que en la parte inferior había huertos de maíz…

Cochise dijo unas palabras a la gente en su lengua, que no entendí, y luego me hizo señas para que desmontara. Lo hice y, al instante, las manos de una docena de guerreros se extendieron para agarrar la mía, cada uno murmurando su bienvenida en un sonido bajo y gutural mientras cogían mi mano.  Me llevaron a una choza donde me iba a alojar mientras estuviese allí, según me dijo Cochise en español, mientras los guerreros comenzaron a desensillar y descargar los animales que fueron llevados después a pastar sobre la exuberante hierba que rodeaba el campamento por todas partes. Tuve un momento para examinar la choza donde me iba a alojar, viendo que su armazón constaba de palos clavados en el suelo, inclinados hasta llegar al centro donde se ataban juntos.

Después de participar de una copiosa cena de pemmican [comida concentrada, compuesta de una masa de carne seca pulverizada, bayas secas y grasas; inventada por los nativos de Norteamérica, siendo muy utilizada por los europeos durante la época del comercio de pieles y posteriormente por los exploradores árticos y antárticos como una comida hipercalórica. Mezclando todos estos ingredientes se obtiene una especie de pan o pasta, que tiene la propiedad de no enmohecerse y puede almacenarse durante largos periodos de tiempo], extendí mi manta, contento de tener la oportunidad de descansar… Sin embargo, Cochise me informó que algunos guerreros querían hacer una danza en mi honor, y esperaban que yo asistiera y les diera un poco de tabaco. Di por sentado que estaba obligado a ir, cosa que no me hizo ninguna gracia. Al salir, había una docena de guerreros alrededor de una pequeña hoguera, dándome cada uno la mano en señal de bienvenida. Nos sentamos, empezando dos apaches,  a golpear un tambor, hecho con una piel de cuero sin curtir, extendida sobre el extremo de un tronco hueco de unos 90 cm de diámetro. Los guerreros seguían el ritmo del tambor con una especie de cascabeles hechos con trozos de madera, de los que colgaban ocho o diez tiras de cuero sin curtir, a las que habían sujetado garras de oso, garras de águila, pezuñas de ciervo, trozos de hueso, y piedras pequeñas. Agitaban con fuerza los cascabeles mientras balanceaban sus cuerpos al ritmo del tambor, y acompañando el movimiento gritando en alto lo siguiente: ‘Hi yah, hi yah, hoo, hoo’

… Me levanté de mi humilde lecho, yendo, toalla en mano, al pequeño arroyo que serpenteaba silenciosamente por el valle para asearme. Esto, por supuesto, atrajo la atención de una multitud de mujeres y niños, para quienes una pastilla de jabón era algo tan curioso como lo sería la vista de un apache en Broadway. No entendían cómo la hermosa espuma blanca, que trataban de atrapar en sus manos mientras flotaba en el agua, desaparecía cuando la tocaban… Mientras hacía una rápida comida a base de carne y atole [bebida elaborada con maíz cocido, molido, diluido en agua o leche y hervido hasta darle cierta consistencia; es típica de México y de otras zonas de América Central] me di cuenta de que algo raro estaba pasando. Incluso Cochise parecía inquieto cuando me dijo que los exploradores habían detectado la cercanía de un gran grupo de indios, pero que no sabían si eran amigos o no, ya que se encontraban lejos del poblado. Probablemente, eran apaches, aunque podían ser mohaves con los que estaban en guerra. Era una situación que no había previsto. Morir en un poblado apache como si fuera un apache… Con tanta indiferencia como pude aparentar, pregunté a Cochise su opinión sobre el grupo que llegaba. ‘¿Quién sabe?’, dijo en español, respuesta que no me tranquilizó… Una docena o más de guerreros se habían lanzado sobre sus caballos, cabalgando a través de la llanura tan lejos como sus animales podían llevarlos.  Todo era confusión y nerviosismo. Unos guerreros examinaban sus lanzas, otros sus arcos y flechas.

Cochise pronto anunció, para mi alivio, que era un grupo de su propia banda, que venía de realizar una incursión en Sonora, al mando de Mangas Coloradas, que habían estado fuera alrededor de ‘una luna’, y a juzgar por el número de ganado y mulas que traían, la incursión debía haber tenido éxito. Tan pronto como se supo que Mangas Coloradas regresaba, el nerviosismo acabó. Los guerreros quitaron las cuerdas de los hocicos de sus caballos, permitiéndoles campar a sus anchas sobre el césped mientras ellos se tumbaban perezosamente al sol, y las mujeres iban a recoger leña y a hacer trabajos que normalmente suelen hacer los hombres.

Sintiendo dudas de cómo me recibiría Mangas Coloradas, no pude abstenerme de preguntar a Cochise, de la manera más indiferente que pude, lo que diría al ver a un hombre blanco viviendo tan tranquilo en su poblado. ‘¡Oh!’, dijo Cochise, ‘le envié un mensaje en cuanto supe que el que venía era él, y tú sabes también que él, es amigo del hombre blanco‘. 

Los ladridos de los perros, los gritos de los guerreros, y las voces estridentes de las mujeres, anunciaba la llegada, en lo alto de la loma, de unos 30 guerreros. Dadas las circunstancias, pensé que lo mejor era no estar a la vista hasta que Mangas Coloradas decidiese conocerme, cosa que hizo poco después visitando mi choza, y extendiendo su mano, dijo en español: ‘¡Buen día! ¡Dame tabaco!’. Después de estrecharle la mano, le di tabaco de mascar, y también un pequeño fardo de tabaco para fumar, con lo que me gané su simpatía y su amistad. Observé a este jefe con gran curiosidad. Era uno de los mejores especímenes indios que yo haya  visto en mi vida. Tenía más de 1’82 metros de altura; recto como una flecha; de físico espléndido; su largo cabello negro estaba suelto sobre sus hombros, estando profusamente adornado con plumas de águila; su cara estaba pintada con color ocre y bermellón, mientras que sus costados lo estaban de rayas verdes. Llevaba un par de excelentes mocasines. Una pesada manta de color rojo colgaba de sus hombros, atada a la cintura con un fajín de seda que, evidentemente, había pertenecido a algún oficial del ejército mexicano. Llevaba solo una lanza con la punta de obsidiana atada con tendones de ciervo a una vara de casi dos metros y medio [las solían hacer con el tallo seco del cactus llamado sotol]… 

La lanza de uno de los guerreros llevaba sujeta lo que parecía una bandera de tregua, pero, después de fijarme mejor, vi que era un vestido de una niña pequeña, finamente bordado, y hecho de buen material. Me lo enseñaba, manchado de sangre, diciéndome mediante gestos que había matado a la pequeña con la misma arma que tenía en su mano, y su alma enviada al ‘Gran Espíritu’. Al ver ese trofeo decidí, que tan pronto como las circunstancias lo permitiesen, dejaría a los apaches y su poblado.

Cochise me informó que el botín de la expedición ascendía a 30 cabezas de ganado, 50 mulas, 16 ponis y seis cabelleras que, poniendo especial interés en decirme, eran mexicanas. También me dijo que iban a hacer un gran banquete y una danza de las cabelleras para celebrar el éxito de la incursión, y que sería apropiado, que estuviera presente, que iba a estar seguro, que nadie me haría daño porque los de su tribu no eran ladrones sino apaches. Aunque no estaba seguro de sus palabras, me animé lo mejor que pude y acepté su invitación con expresiones de agrado que estaba lejos de experimentar.

Pasé la mayor parte del día paseando por la ranchería, visitando las chozas, y conversando con aquellos que sabían español. Gracias a ellos conseguí alguna información relativa al territorio de los alrededores. Supe que el poblado tenía poco menos de 700 personas, y que el lugar donde vivía Mangas Coloradas estaba situado a casi 4’8 km al oeste, con un centenar de guerreros y sus familias, y que ningún hombre blanco había visitado su ranchería. También me enteré de que el territorio tenía mucha caza, y que había gran cantidad de oro en los cañones y quebradas, a unos 24 km al norte.

Al ver que una multitud se había reunido en la parte inferior del poblado, caminé hacia allí, viendo a varios guerreros, queriendo tirar al suelo a una mula que estaba sujeta con un lazo. Preguntando me enteré de que iban a matarla para el banquete [a los apaches les gustaba mucho la carne equina]. Después de derribarla y atarle las pezuñas, dos de ellos cortaron con cuchillos grandes trozos de los muslos y de las partes más carnosas del animal, entre los gemidos más espantosos que se pueda imaginar. Después de cortar la carne hasta el hueso, le cortaron la yugular, poniendo fin a su sufrimiento, mientras las mujeres recogían la sangre en grandes calabazas.

Después me enteré de que lo hacían así porque creían que cortando la carne de un animal vivo estaba más tierna. Dieron de beber la sangre a los niños para hacerlos valientes, utilizándola también para condimentar sus guisos. Después de contemplar esa escena, huelga decir que no tenía ganas de preguntar más por lo que me retiré a mi choza… Mis pensamientos se vieron interrumpidos con la entrada de Cochise en mi choza para decirme que Mangas Coloradas quería estar conmigo en la fiesta… Pronto llegamos a un lugar en la parte baja del valle, donde encontramos a Mangas Coloradas exhibiendo sus plumas de águila, y sus pinturas. Estaba sentado sobre una manta extendida en el suelo. Me indicó que me sentara a su lado, extendiendo una enorme mano con unas uñas como garras de águila, diciendo, en un tono de voz que pretendía ser suave y cautivador, ‘¡Dame tabaco!’, a lo que respondí poniendo en su mano mi último trozo de tabaco de mascar que él, inmediatamente, se metió en su boca con un expresivo gruñido de satisfacción.

Asumiendo el lugar donde estaba, me preparé para presenciar una escena que presentía, me iba a llenar de aversión y repugnancia. Seis guerreros avanzaron y, con evidentes muestras de orgullo, clavaron una lanza cerca de la hoguera, que ardía ante nosotros, y sobre la que colgaba una enorme caldera con agua hirviendo… De la lanza colgaban… los trofeos de la incursión. Dos de las cabelleras se veían que eran de mujer por la longitud de la melena. Era una visión horrible y deseaba no tener que verla… Aparecieron una veintena de mujeres con vestidos típicos apaches, con su tupido pelo negro, colgando desaliñado. Formando un círculo alrededor del fuego y la lanza, comenzaron a balancear sus cuerpos al ritmo de dos tambores que tocaban algunos de los hombres, mientras otros efectuaban un canto bajo y monótono, manteniendo el compás con una especie de cascabel hecho con calabazas que contenían pequeñas piedras, trozos de hueso, etc. A medida que tocaban los tambores  más rápido, el ruido de los cascabeles se hacía más frenético, lo que, junto a las agudas voces de las mujeres, creaban el ruido más infernal que se pueda imaginar. De repente, una de las mujeres sacó de la caldera un trozo de carne de la mula que habían sacrificado y alzándola humeante con sus manos hacia las cabelleras, con expresión de desprecio, la mordió con los dientes para unirse de nuevo a la danza, manteniendo el compás la música…

… Continuaron danzando durante más de una hora, hasta cansarse. Los guerreros que habían conseguido las cabelleras se sentaron en círculo alrededor del fuego, iniciaron su participación en el acto. La más anciana de las mujeres daba a cada guerrero la lanza de la que colgaban las cabelleras, quienes uno a uno expresaban el desprecio que sentían por los enemigos muertos, escupiendo y emitiendo un aullido de satisfacción. A cada uno les dieron abundante cantidad de la carne que hervía en la caldera. Durante todo el tiempo no paró la música ni una sola vez, provocando un auténtico jaleo. Molesto y cansado, comuniqué a Cochise mi deseo de ir a descansar, acompañándome a mi choza, donde me metí entre mi manta, encontrando pronto reposo a las emocionantes escenas vividas durante ese día…“.

Cuando Cozzens comunicó a Cochise su idea de volver a Apache Pass, este le preguntó cuándo quería partir: Por la mañana, desde luego“, contestó Cozzens. Su ‘está bien’ me sonó a música celestial, pidiéndole que me trajera los animales para examinarlos antes de partir. Después caminé hasta un lugar cercano, donde varias mujeres estaban empezando a curtir unas pieles de ciervo. Los apaches tienen fama de ser los mejores en el curtido de pieles entre todos los indios, por lo que observé cómo lo hacían. Primero separaban cuidadosamente la carne de la piel con un hueso afilado, y quitaban el pelo afeitado con un cuchillo afilado. Después las colgaban para secarlas durante unas horas para después lavarlas cuidadosamente con agua mezclada con ceniza para eliminar los restos de grasa. Luego se metían en recipientes con agua conteniendo varios cerebros de venado. Después se hervían y se estiraban atadas a unas varas para secarlas, y ser humedecidas de nuevo, raspadas, y finalmente secadas lentamente junto al fuego. Este proceso se repite tres veces y, si la piel aún está dura, la atan a una cuerda pequeña, de la que la mujer tira, tensándola y suavizándola muy bien. Luego se ahúma durante un par de horas en una hoguera hecha con madera podrida, encendida en un agujero excavado en el suelo. Entonces está lista para usar. No es raro que la piel que han conseguido a la mañana se haya convertido en unos mocasines antes de la noche, y muy buenos además.

Cochise trajo mis animales, alegrándome de encontrarles bien. Al menos para ellos, el viaje había sido beneficioso. Habiéndole dicho que comunicase a Mangas Coloradas que iba a partir a la mañana, rápidamente envió a un apache para que se lo dijese, viniendo poco después Mangas Coloradas a visitarme vestido, como de costumbre, pintado de ocre, bermellón y con sus plumas de águila. Después del apretón de manos y la habitual petición de tabaco, se sentó en una manta y comenzó a contarme lo pobre que era, de un modo tan conmovedor, que pronto me di cuenta de que tenía que hacerle un regalo. Enseguida me dijo que le gustaba mi mula como muestra de la gran estima que sentía por mí. Decliné ese gran honor asegurándole que no podría montar otra, y que no podría volver a casa sin ella. Reconociendo la fuerza de mi argumento, propuso aceptar otro de mis animales. Le contesté diciéndole que los necesitaba todos, pero que le enviaría, por medio de Cochise, cuando él regresase, mantas rojas, alambre de latón y tabaco; promesa con la que parecía muy satisfecho, por lo que empecé a pensar que yo tenía una manera de persuadir tal que mis servicios serían inestimables para el gobierno como negociador con los indios, cosa que hasta ahora no parece valorar.

Después de varios apretones de manos, Mangas Coloradas me aseguró que Cochise me llevaría sano y salvo a Apache Pass, escoltado por cinco guerreros. Recordándome que no olvidase los ‘grandes regalos’ prometidos, Mangas Coloradas se despidió, para mi deleite y satisfacción, felicitándole por su éxito como diplomático. Cochise se fue con Mangas Coloradas, regresando dos horas después, diciendo que debería tener los animales preparados por la mañana temprano, y aconsejándome retirarme muy pronto, para ‘dormir mucho’, cosa que hice. Tranquilizado al pensar en un rápido regreso a Apache  Pass, pronto me dormí en un sueño tan profundo como no había disfrutado desde mi llegada al territorio apache.  

Fui despertado temprano por Cochise, diciéndome que una de mis mulas había desaparecido misteriosamente, y que no había manera de buscarla por ninguna parte. Sabiendo que sería inútil tratar de recuperarla, me prometí a mí mismo que, si salía sano y salvo de allí, Mangas Coloradas nunca recibiría los regalos que le prometí, decidiendo salir inmediatamente con mis cuatro animales restantes. Declinando firmemente todas las ofertas para comerciar, hice un rápido desayuno, y una hora antes del amanecer estábamos recorriendo uno de los escarpados caminos de una de las lomas que había en los alrededores de la ranchería apache…

Durante el viaje de regreso, en un momento determinado, Cochise dijo a Cozzens: ‘¡Indios!‘. Cochise fue a hacer un reconocimiento de la zona para llegar poco después, diciendo que había un grupo acampado formado por cuatro indios y dos hombres blancos. Eran el Dr. Parker y Jimmy, amigo y criado respectivamente de Cozzens, acompañados por cuatro apaches pacíficos que habían salido a buscarle.

Llegamos a Apache Pass al atardecer del quinto día. Después de una buena cena, y de una noche de descanso, Cochise y sus guerreros se fueron cargados de regalos, aunque ninguno para Mangas Coloradas. Cochise se quedó con los mejores, y se fue declarando su estima y  consideración… Aunque soy consciente del fracaso de mi entrevista con Mangas Coloradas en lo que concierne a las mulas, me consuela pensar que se debió más a la actitud de los apaches, tozudos como mulas, que a mi falta de tacto; y si fue Cochise quien me robó la mula, me consuela pensar que lo hizo obedeciendo órdenes de Mangas Coloradas y que la idea no partió de mi guía.

En la actualidad, estoy satisfecho con el resultado de mi viaje, cuando reflexiono que, sin duda, soy el único hombre blanco que alguna vez ha visitado la ranchería de los Pinal y Tonto Apaches [esto es un error de Cozzens, Cochise y Mangas Coloradas eran chokonen y chihenne respectivamente], cerca de las aguas principales del Gila, y que pudo volver para contarlo). 

* El 13 de julio de 1859, Mangas Coloradas está plantando cultivos en Santa Lucía Springs (luego San Vicente de la Cienega; y finalmente Silver City, Grant County, New Mexico) donde se reúne con Steck y con unos 50 militares de los Estados Unidos que inspeccionan los campos de cultivos. (Durante los meses de julio y agosto, Mangas Coloradas visitó el campamento del teniente George Washington Howland, que estaba cerca de las Burro Mountains [Grant County, New Mexico]. Los bedonkohes visitaban el campamento diariamente, pareciendo estar satisfechos de que el gobierno se preocupara de su bienestar, pero el coronel Bonneville ordenó abandonar ese puesto y que los soldados volvieran a Fort Fillmore, lo que conllevaría el aumento de los problemas entre los mineros y los chiricahuas).

* El 14 de julio de 1859, James Henry Tevis, empleado de la estación de Apache Pass (Cochise County, Arizona) y corresponsal  del periódico de Tubac  (Santa Cruz County, Arizona), The Weekly Arizonian, envía un artículo contra Cochise: Sr. Editor: Alrededor de 20 de nuestros guerreros llegaron de Sonora ayer trayendo 35 cabezas de ganado, algunos caballos y mulas. Cogieron el ganado de Oposura [municipio de Moctezuma, Sonora], o alrededores. Van y vienen en pequeños grupos todo el tiempo.

Ca-Chees [Cochise] ha ido a Fort Buchanan [Santa Cruz County, Arizona] con toda su banda que no está robando en Sonora, o al menos me dijo que iba. Teme que el capitán Ewell le acuse de haber robado el ganado de la mina Patagonia [Santa Cruz County, Arizona], lo que sabía antes que yo. Cochise es un indio muy falso. A primera vista, un hombre pensaría que está inclinado a ser pacífico con los estadounidenses, pero está lejos de eso. Durante ocho meses le he visto y he llegado a la conclusión de que es el mayor mentiroso del territorio y mataría a un estadounidense por alguna nimiedad, siempre que pensara que no se descubriría. Teme a los soldados, y si no fuera culpable no tendría motivos. Creo que el jefe Es-co-nella es el único que es realmente amistoso con los estadounidenses; su banda no ha estado últimamente en ninguna expedición de saqueo.

La última vez que el jefe coyotero Francisco estuvo aquí, me preguntó si los estadounidenses iban a comprar o a tomar Sonora. Le dije que pensaba que lo harían. Luego quiso saber si los estadounidenses dejarían que los indios robaran en Sonora, y le respondí que prefería no pensar en ello. Luego, dijo que mientras viviera y tuviera un guerrero que le siguiera, lucharía contra Sonora, y no le importaba si los estadounidenses intentaban detenerlo, que lucharía hasta que lo mataran. Creo que decía la verdad. James Henry Tevis.

* El 18 de julio de 1859, Samuel Woodworth Cozzens, que escribiría el libro “The Marvellous Country; or, Three Years in Arizona and New Mexico, the Apaches’ Home”, viaja con unos amigos por el Río Grande, cerca de Valverde ([Socorro County, New Mexico]. En su libro diría: “Allí estaba acampada una familia de colonos que venía de Missouri, llamada Pennington, que se dirigía a Calabasas [Santa Cruz County, Arizona] para establecerse porque allí vivía un hijo suyo. ‘Que me aspen si no lo consigo’, dijo dando unos golpes a su rifle. Tenía otras siete hijas de entre 13 y 30 años.

Meses más tarde, estando en Tucson [Pima County, Arizona], llevaron a una mujer que había sido rescatada por una patrulla de soldados al mando del capitán Richard Stoddert Ewell. La llevaron a una fonda teniendo un aspecto tan lamentable que espero no volver a ver nunca más… La vi de nuevo horas después y, ante mi sorpresa, me reconoció hablándome de nuestro encuentro cerca de Valverde. Entonces caí en la cuenta de que era una de las hijas del viejo Pennington. Me dijo que se había casado con un hombre llamado Paige, viviendo cerca de Tubac [Santa Cruz County, Arizona].

La señora Paige estaba en casa con su padre cuando fueron atacados por los apaches que la capturaron junto a dos de sus hermanas. Por el camino, los apaches se toparon con el señor Paige y otros tres colonos, a los  que mataron. La señora Paige, que estaba enferma cuando la capturaron, no pudo seguir el ritmo de los apaches, recibiendo de estos un golpe en la cabeza con una maza y, dándola por muerta, la tiraron a un barranco. Cuando recuperó el conocimiento… estuvo 16 días alimentándose de raíces y bayas, viendo a lo lejos su casa. ‘Era terrible estar muriéndome de hambre y de sed, pero demasiado débil para pedir ayuda o para ir hasta allí’, dijo.

Aún sigue viviendo en Arizona o, al menos, allí vivía cuando la volví a ver dos años después. Jamás se volvió a saber de sus hermanas“.

En otro episodio, Cozzens cuenta la visita que hizo junto a unos amigos a Fort Buchanan (Santa Cruz County, Arizona), donde conocieron al capitán Richard Stoddert Ewell. Querían ver las minas de plata de las inmediaciones, por lo que le pidieron que les acompañara. Salieron con Ewell y 10 soldados en dirección a la mina Patagonia [Santa Cruz County, Arizona], propiedad de Sylvester Mowrey. Cozzens relata: … Cuando llegamos, la compañía estaba poniendo una máquina de vapor que había sido transportada por mulas desde Lavaca [Calhoun County, Texas], a una distancia de 2.253 km. También habían traído una caldera que pesaba, casi, 2722 kg de la misma manera, para gran terror de los apaches, que no se atrevían a acercarse a ella, creyendo que era un enorme cañón llevado allí para destruirles de una sola descarga… Poco después de mi visita, una banda de apaches se llevó todo  el ganado de la compañía, matando al superintendente y a varios mineros. Desde entonces la mina ha dejado de funcionar, la valiosa maquinaria está inservible, muchos de los edificios destruidos y la desolación y decadencia se ven por todas partes…

… A la mañana siguiente me levanté temprano, por lo que salí a dar un paseo de unos 5 km para visitar un paso o cañón en las montañas, cuya belleza había oído hablar al capitán Ewell en varias ocasiones. Estaba a unos 3 km del campamento, admirando la grandeza del paisaje montañoso, cuyos picos brillaban bajo los primeros rayos del sol, cuando oí el ruido de cascos de caballos sin herrar resonando en el suelo duro y pedregoso, como el galope lejano de un escuadrón de caballería. Al no detectar el ruido que hacen las herraduras de nuestros caballos, pensé de inmediato que se trataba de un grupo de indios. Escondiéndome rápido detrás de un grueso matorral, esperé conteniendo la respiración. No tuve que esperar mucho tiempo porque pronto vi acercarse a un grupo de ocho apaches, cada uno de ellos adornado con plumas de águila y adornos de latón.

Pasaron muy cerca de mí, tan cerca, que pude ver el rostro y los diferentes adornos que llevaba cada uno del grupo. No se oía otro sonido que los cascos de sus caballos, ni hablaron entre sí mientras permanecieron ante mi vista. Cada uno iba desnudo, salvo el taparrabos, llevando en la mano su conocida lanza, tan temida entre los colonos de Arizona. Cuatro de ellos llevaban en sus sillas colgando sendos rifles Mississippi, antiguos, de llave de chispa, pero muy efectivos en manos de los apaches. Sus caras y cuerpos estaban pintados de color bermellón, ocre y negro, y a medida que pasaban sentados, rectos y firmes como una roca sobre la parte trasera de su caballo, miraban constantemente a derecha y a izquierda, examinando cada arbusto y roca por si pudiera ocultar a un enemigo. Admiré su porte digno, aunque bien sabía que si me descubrían solo podía esperar una muerte segura y rápida. Tengo que confesar que durante el tiempo que estuvieron ante mi vista no estuve más callado en toda mi vida.

Tan pronto como les perdí de vista, corrí hacia el campamento… el capitán Ewell salió inmediatamente con ocho de sus hombres, con la esperanza de alcanzarlos. Nos quedamos allí todo el día hasta que el capitán y su grupo no llegó hasta bien entrada la noche, sin haber podido alcanzar a los apaches que lograron esconderse tan pronto como llegaron a las montañas.

Los apaches, cuando están en una incursión o en el sendero de la guerra, solo hacen una comida al día, y descansan solo tres horas diarias. Su disciplina cuando incursionan es impresionante, comparable a la de cualquier ejército civilizado, mientras que su capacidad para soportar las dificultades e incomodidades de una campaña es muy superior a la de los hombres blancos. Los indios que vi en mi paseo matutino eran, sin duda, apaches coyoteros, parte de la banda de Deligado [¿otro error de Cozzens? ¿Quién es Deligado? Igual se refiere a Delgadito, pero este, no es un apache coyotero {White Mountain} sino chihenne o mimbreño].

En otro episodio, Cozzens cuenta: … Cuando nos preparábamos para salir al día siguiente de la ciudad [Tucson], apareció un oficial del capitán Ewell… diciendo que el capitán había partido hacia el este, hasta las Dragoon Springs, una estación de la “Butterfield Overland Mail Company”, situada en la ruta que íbamos a seguir y, que si quería, nos escoltaría. Con gran alegría aceptamos la proposición y a las 05:00 horas estábamos en camino. A nosotros, se habían sumado 32 dragones y con los nuestros, eran seis carros, lo que daba al convoy una apariencia bastante imponente y respetable… el color púrpura del aire de Arizona, aliviado solo por el claro humo azul de las hogueras de los indios, que ascendía perezosamente por las montañas que nos rodeaban. Era una imagen hermosa y agradable de contemplar, y fue entonces cuando oímos decir al capitán Ewell, no sin preocupación, por parte de uno de los exploradores, que había avistado un grupo de apaches a cierta distancia de donde nos encontrábamos.  Todos deseábamos tener un  encuentro con ellos para poder ver a los ‘valientes muchachos de azul’, que estaban con nosotros, cómo los sorprendían con sus nuevas carabinas Spencer.

El capitán Ewell dio, inmediatamente, orden de comenzar la persecución, y pronto 25 soldados estaban galopando sobre el duro y áspero terreno, con tanta intensidad que anunciaba una rápida victoria sobre los apaches, si lograban alcanzarles. Pronto llegamos a una leve elevación, donde pudimos ver claramente a los apaches a lo lejos, conduciendo un pequeño rebaño de ganado que, sin duda, habían robado a algún pobre ranchero, mientras que, aún muy atrás, los soldados estaban reduciendo rápidamente la distancia con ellos. La persecución fue muy emocionante, especialmente después de que vimos a los apaches abandonar sus reses y dirigirse a las montañas tan rápido como sus pequeños ponis les podían llevar. Pronto los perdimos de vista, aunque el capitán Ewell y sus muchachos continuaron la persecución, sin detenerse incluso a recoger el ganado que ahora estaba tranquilamente en la llanura.

Continuamos lentamente hacia el lugar donde habíamos previsto acampar, a donde llegamos a las 17:00 horas, contentos de ver el refugio que nos proporcionaban los muros de piedra y el techo de paja del corral de la ‘Butterfield Overland Mail Company’,  que nos había ofrecido amablemente su operario. No fue hasta las 10:00 horas de la mañana cuando oímos la corneta que anunciaba el regreso del capitán y su destacamento. Habían seguido a los apaches hasta las montañas, pero habían perdido su pista; y aunque habían examinado a fondo el cañón, no encontraron ninguna huella. Trajeron el ganado, 13 mulas y nueve bueyes. Las reses estaban medio cojas y con heridas en sus pezuñas, demostrando que probablemente venían de muy lejos, quizá de Sonora o Chihuahua, y se dirigían a territorio apache. Ewell estaba enfadado por su fracaso diciendo: ‘Me da igual los apaches, pero voy a averiguar donde han ido esos malditos jodidos, asegurándonos que permanecería allí otro día para explorar el cañón, en el que habían desaparecido tan misteriosamente.

Cozzens, su amigo, el Dr. Parker, y el criado Jimmy, se ofrecieron a acompañarles. Aunque nos retiramos esa noche con la perspectiva de la siguiente aventura, no nos despertamos hasta que sonó la corneta por la mañana. Salimos temprano, 24 hombres, incluidos el Dr. Parker y yo. Recorrimos unos 9’5 km sobre una hermosa pradera ondulada, que se elevaba gradualmente hacia las montañas. El suelo estaba cubierto con hierba verde y hermosas flores, entremezclado ocasionalmente con pequeños cedros, cuyo verde oscuro contrastaba espléndidamente con el follaje más ligero de los robles que salpicaban el paisaje que nos rodeaba. De vez en cuando se veía una enorme roca, de color marrón obscuro, que contrastaba con el entorno…. Pronto llegamos a la entrada del cañón en el que los apaches habían desaparecido misteriosamente el día anterior. Se notaba la quietud de la muerte; no se oía un ruido, excepto las pisadas de nuestros caballos, o el ocasional ruido metálico del sable en su funda… El aspecto inseguro y sospechoso del desfiladero por donde teníamos que pasar, hizo que el capitán Ewell ordenase el alto antes de entrar en él. Envió a dos exploradores para examinar el terreno por si había señales de los apaches y ordenó a sus hombres que procediesen con la mayor cautela, manteniéndose alerta ante la posible presencia de los apaches. 

Al poco tiempo regresaron los exploradores indicando que no había señales de ellos, dando Ewell orden de avanzar con prudencia. Los exploradores iban ahora por delante, seguidos del capitán Ewell a la cabeza de sus hombres. Me había quedado atrás con el Dr. Parker y Jimmy… cuando de repente el aire se llenó de terribles gritos, acompañados por disparos, aunque se oía la voz alta y clara del capitán Ewell gritando a sus hombres. Saltando sobre nuestros caballos, nos pusimos en marcha hacia la entrada del desfiladero, pero antes de llegar, nos topamos con dos o tres soldados con la expresión tan asustada en los rostros que mostraban claramente que estaban tratando de huir tan rápido como la naturaleza del terreno lo permitiera. Les preguntamos precipitadamente qué había pasado, y de sus incoherentes respuestas dedujimos lo siguiente. Estaban atravesando cautelosamente el paso… cuando, de repente, oyeron por encima de ellos, el grito de guerra apache. Mirando hacia arriba, vieron una docena o más de grandes rocas que caían desde lo alto, con el evidentemente propósito de aplastarlos. Precipitadamente, giraron sus caballos, espoleándolos para llegar lo más rápido posible a la boca del cañón. Dejando nuestras monturas a cargo de estos hombres, fuimos al cañón a pie. Al entrar en él, la situación era caótica. De vez en cuando caía una roca desde la parte superior, impactando contra la pared de enfrente, rebotando una y otra vez hasta caer finalmente al suelo con un tremendo impacto, haciendo que los soldados se pegaran a la pared sin pensar en sus caballos nada más que para protegerse tras ellos. El capitán Ewell, con unos 12 de sus hombres, estaba separado del resto por una gran roca lanzada desde arriba, que bloqueaba completamente el paso. Parecía que quería reagrupar a sus hombres en un intento de escalar las paredes casi perpendiculares, en cuya cima estaban los apaches, cuyos gritos resonaban a través del estrecho desfiladero, haciendo más confusa la situación. Varios hombres se esforzaban por liberar a dos de sus compañeros, quienes, con sus caballos, estaban atrapados bajo las rocas lanzadas desde arriba. 

Todavía no habíamos visto a ningún apache cuando el Dr. Parker atisbó una cabeza asomando por el borde de una roca muy por encima de nosotros, y levantando su rifle, disparó casi sin apuntar. Vimos caer el cuerpo desnudo de un apache, con su arco aún firmemente agarrado en su mano. Mientras caía, rebotaba una y otra vez contra las empinadas paredes, cayendo al suelo, muy cerca de donde estábamos nosotros… Durante unos segundos estuvimos de pie viendo al capitán y a sus hombres subir por la empinada cuesta, por lo que nos acercamos a ayudar a sacar los cuerpos difuntos de los soldados. Después de trabajar durante un par de horas, conseguimos recuperar los cuerpos que estaban bajo las rocas. Luego los colocamos con cuidado sobre unas parihuelas que sus compañeros habían hecho con sus rifles, llevándolos hasta la entrada del cañón, donde los pusimos sobre la hierba para esperar la llegada del resto del destacamento que, con su capitán al frente, estaba recorriendo las rocas en un vano intento de alcanzar a los apaches. Después de muchos y repetidos intentos, los hombres consiguieron apartar parte de las rocas que impedían el paso, pudiendo sacar a sus caballos. Unas horas más tarde, el capitán Ewell y sus hombres regresaron agotados de su infructuosa búsqueda. Al llegar a la cima donde estaban los apaches, habían encontrado toneladas de rocas apiladas, listas para ser tiradas y, junto a ellas, a un apache herido, que uno de los hombres remató inmediatamente con su sable. El resto de la banda había desaparecido como si se los hubiera tragado la tierra.

Después de un breve descanso emprendimos la marcha hacia el campamento situado en las Dragoon Springs [Cochise County, Arizona], llevando los soldados, los cadáveres de sus dos compañeros, llegando bien entrada la noche. El capitán ordenó inmediatamente a cuatro hombres que cavasen una fosa en un pequeño promontorio que estaba en las cercanías, y los cuerpos de Wilbur Carver y Charles Tucker fueron envueltos en sus mantas y depositados en sus estrechas paredes… Esa noche nos retiramos contentos con poder descansar después de la fatiga y las emociones de ese día, y satisfechos con la ilusión de haber perseguido a los  apaches hasta su fortaleza natal con la caballería regular. Estábamos envueltos en nuestras mantas y disfrutando de un estimulante sueño cuando fuimos despertados por los chillidos de, por lo menos, 10.000 demonios. En un instante nos dimos cuenta de que los apaches estaban provocando una estampida, pues sus gritos iban acompañados por el campanilleo de viejos cencerros, del relincho de caballos, del rebuzno de mulas y del mugido de aterrorizadas reses, todo mezclado con la descarga de armas de fuego y el grito de los hombres, para formar una escena tan confusa como sea posible imaginar. Por supuesto que no podíamos hacer nada más que esperar y eso es lo que hicimos, hasta que desapareció todo el jaleo.

Al poco, la voz del capitán Ewell se oyó en la puerta del corral, diciéndonos que los apaches habían espantado el ganado, y que iba a coger algunas monturas para perseguirles.  Cogió cinco y volvió al campamento, mientras que nosotros volvimos a acostarnos esperando la luz del día antes de aventurarnos a cruzar la puerta que nos había brindado tan perfecta protección… Tan pronto como hubo suficiente luz, fuimos al campamento para ver cómo estaba la situación. Los apaches habían logrado soltar a todos los animales del capitán Ewell, excepto a diez, junto al ganado recuperado el día anterior, haciendo un total de casi 50 cabezas. Ewell había salido tras ellos con 15 hombres. Por supuesto, había varias versiones sobre cuántos apaches eran, diciendo unos que eran 50, y otros que  no eran más que 10… Los apaches son sin duda los ladrones más hábiles, consiguiendo llevarse  los caballos y el ganado antes los mismos ojos de sus propietarios de la forma más inexplicable, y sin que les vean. Para ello, a veces se ven obligados a avanzar arrastrándose durante un kilómetro o más a través de la hierba alta. Después de llegar al animal, silenciosamente lo desatan de su estaca y sigilosamente se ponen de costado, se aferran a su cuello con sus brazos, tapando su cuerpo, de modo que el animal forma un escudo entre ellos y el dueño. Avanzan así hasta estar lejos del alcance del rifle, y luego galopando, pronto se les pierde de vista, dejando al dueño preguntándose dónde habrá ido el animal tan repentinamente.

Cuando quieren provocar una estampida, primero capturan al líder de la manada, y luego con gritos y ruidos aterrorizan y confunden a los otros animales que todos, no dudan en seguir al líder, que lleva sobre él al más atrevido y experto ladrón del grupo… Eran casi las 22:00 horas cuando el capitán Ewell regresó de su infructuosa persecución. Tuvieron que esperar varias horas a que el agua de la fuerte tormenta que había caído bajase por un cauce seco, retrasándoles y permitiendo a los apaches eludir con éxito a sus perseguidores, aunque tuvieron que dejar el ganado atrás…  y pocas semanas después, tuvo la oportunidad de dar a los apaches un fuerte correctivo, en la Puerta del Curcuco, cerca del rancho Buseni, en las Santa Rita Mountains [Pima y Santa Cruz County, Arizona], donde no menos de 16 de aquellos pícaros ladrones acabaron muertos.

Cozzens, el Dr. Parker y Jimmy, se dirigieron a la estación de la “Butterfield Overland Mail Company” en Apache Pass donde estaba Cochise. “Nos enteramos de que Cochise y sus cinco guerreros habían regresado esa mañana después de una ausencia de tres días. Por ello y por su peculiar expresión cuando le preguntamos por los apaches que habían provocado la estampida, nos llevó a creer que él y su grupo estaban con los apaches que habían ‘visitado’ el campamento en las Dragoon Springs. Por supuesto, solo podíamos hacer conjeturas, ya que no teníamos más pruebas que las insatisfactorias respuestas a nuestras preguntas sobre su paradero durante su ausencia. Pero ¿alguien ha recibido una respuesta satisfactoria por parte de un apache a cualquier pregunta? Pasamos la noche en Apache Pass, con la intención de llegar al día siguiente a la estación de correo de San Simón [Cochise County, Arizona], donde esperábamos acampar… Mientras estábamos allí nos enteramos de que solo dos días antes, un pequeño grupo de apaches había asaltado las cuadras de la estación, y robado, dos de las mulas, para disgusto del encargado de la estación y de sus ayudantes, no pudiendo alcanzarlos. Se habían dirigido hacia el Stein’s Peak, lugar por donde teníamos que pasar. Habían visto señales de su presencia por los alrededores durante el día, por lo que tuvimos que permanecer, a regañadientes, durante un tiempo en la estación, para nuestra propia seguridad y para dar a nuestros animales una generosa ración de grama [planta forrajera muy olorosa de la familia de las gramíneas] que les gustaba mucho… El encargado de la estación, sin embargo, pronto descubrió un grupo de cinco apaches, galopando tan rápido como podían sus ponis en dirección a dos vaqueros llevando ganado camino de la estación, y que estaban a punto de alcanzarla. Cuando las reses quedaron a buen recaudo, todos entramos en el edificio esperando a ver qué pasaba.

Pronto nos dimos cuenta de que los apaches no tenían ninguna intención de atacarnos, sino que su objetivo era simplemente llevarse alguna res, ya que se detuvieron a casi 800 metros de la estación, aparentemente para deliberar sentados en sus ponis. Teniendo a mano una de las carabinas Sharp, la cargué y elevando el alza, apunté a uno de los cinco apaches, que estaban muy juntos, y disparé. No tenía la más mínima esperanza de dar a uno de ellos, pero, para mi sorpresa, vi a uno caer de su silla, mientras los hombres que estaban a mi alrededor daban un grito de júbilo por el éxito de mi disparo, que a oídos de los apaches debió sonar como un grito de desafío. El ruidoso trueno de Arizona retumbando a través de aquel cielo, hermoso y despejado, no habría dejado a los apaches más asombrados que el resultado de mi disparo. Evidentemente, pensaron que estaban lejos del alcance de los rifles Evidentemente, que se encontraban lejos del alcance de los rifles, y tan seguros como si hubieran estado a kilómetros de distancia. Un instante después de que su compañero mordiera el polvo, se dispersaron en todas direcciones, pero en cuanto no oyeron más disparos, pronto se juntaron y dos de ellos cabalgaron apresuradamente al lugar donde estaba el apache muerto. Inclinándose desde sus sillas, cogieron su cuerpo y poniéndolo sobre uno de sus ponis, se alejaron al galope… 

… Hasta que llegó la diligencia por el Este diciendo que habían sido atacados por un grupo de apaches en el Doubtful Canyon [Cochise County, Arizona, e Hidalgo County, New Mexico], y que el responsable, que iba sentado con el conductor, había resultado malherido. Evidentemente, el plan era matarlos a los dos, pero habían fallado debido a la oscuridad. Mashon, el responsable, tenía una grave herida de flecha en un costado, que vendamos tan bien como pudimos con los pocos medios que teníamos a mano y, tras ensillar nuestras mulas, nos pusimos en marcha cuanto antes, sabiendo que los apaches,  temiendo ser perseguidos, abandonarían las cercanías del cañón durante un día o dos, dirigiéndose a otro lugarregresamos a la estación del Stein’s Peak [Hidalgo County, New Mexico]. Allí nos enteramos de que no estábamos fuera de peligro, pues solo una semana antes los apaches habían atacado la ‘Barney Station’ [Hidalgo County, New Mexico], a pocos kilómetros al sur, matando a uno de los  vaqueros y robando varias mulas de la compañía.

De allí, Cozzens, el Dr. Parker y Jimmy se dirigieron a Mesilla [Doña Ana County, New Mexico]. Poco después de nuestra llegada, me estaba esperando un tal Sr. White, de Philadelphia, quien me informó que recientemente había sido nombrado proveedor de suministros en Fort Buchanan [Santa Cruz County, Arizona], y habiéndose enterado de que yo acababa de estar allí, quería saber el estado de los caminos,  como era el  territorio, si era probable encontrarse con indios, etc. Dijo que iba acompañado de su esposa y su bebé… Era casi el mediodía del día siguiente cuando partieron, acompañándolos el Dr. Parker y yo durante unos cuantos kilómetros, dejándolos que siguieran su tedioso viaje alrededor de las 15:00 horas  mientras que nosotros regresábamos… A la mañana temprano nos despertó el sonido del gran tambor que golpeaban en la plaza. Como eso solo ocurría para que los habitantes cogieran sus armas, me levanté y me vestí a toda prisa, dirigiéndome a la plaza donde estaban reunidos una docena de mexicanos, escuchando la historia de un par de rancheros que acababan de llegar de las Mimbres Mountains [Grant & Sierra Counties, New Mexico]. Dijeron que alrededor de la medianoche, mientras venían de su rancho, habían encontrado los cadáveres de dos hombres, uno estadounidense, el otro mexicano, tendidos junto al camino, sin cabelleras, y a poca distancia de ellos, los restos de una carreta y una hoguera todavía ardiendo. Al borde del camino estaba esparcido el contenido de varios baúles rotos, y las señales de la  masacre eran visibles por todas partes. Los rancheros habían traído algunas cosas que pudieron coger, que yo reconocí de inmediato como pertenecientes al señor White. Los hombres no encontraron ningún cuerpo más, lo que indicaba que los apaches se habían llevado a la señora White, a su bebé, y a su criada.

Pedí al alcalde, que acababa de llegar, que siguieran tocando el tambor durante un rato, mientras yo fui a caballo hasta el cercano Fort Fillmore para informar de lo ocurrido. Antes de llegar me encontré con el teniente Howland, del 1º de Dragones, al que informé de los hechos, diciéndome que tan pronto como fuera posible, enviaría un destacamento de Dragones para perseguirlos. Volví a Mesilla encontrando a unos 50 mexicanos reunidos en la plaza con sus caballos y rifles, listos para salir de inmediato en busca de los apaches, y sabiendo que los soldados tardarían cierto tiempo en partir, tanto el Dr. Parker como yo, así como media docena de estadounidenses allí presentes, nos ofrecimos voluntarios para ir con el grupo, e insistimos tan intensamente en la necesidad de salir de inmediato, que el capitán Pardilla, comandante de la fuerza mexicana, dio las órdenes necesarias, partiendo, acompañados por Jesús Armijo y Manuel Chaves, dos de los más famosos exploradores mexicanos del territorio. Tras dos horas y media de viaje, llegamos al lugar de la masacre. Los cuerpos del señor White y su sirviente, el primero medio devorado por los lobos, yacían junto al camino, acribillados por gran cantidad de flechas y terriblemente mutilados, mientras que por todas partes había visibles rastros de que los dos hombres habían hecho desesperados esfuerzos para rechazar el ataque.

Pasamos en el lugar solo el tiempo suficiente para enterrar decentemente los cuerpos, determinando los guías, que habían estado reconociendo a fondo el terreno en las inmediaciones del lugar de la masacre, que el grupo estaba formado por 15 apaches; que la señora White, su bebé y la criada, estaban con ellos; y que todo el grupo se había ido hacia el sur, a la parte mexicana de las Florida Mountains, en Chihuahua… El rastro pronto nos llevó a un cañón en las montañas, el cual seguimos, y justo con la primera luz del día llegamos a un lugar donde, por el gran número de huellas que se veían, era evidente que los apaches se habían detenido unas pocas horas antes.

Mientras dejábamos beber a nuestros caballos en un pequeño manantial que burbujeaba bajo una enorme roca cercana, uno de los mexicanos vino corriendo con el cadáver del bebé de la señora White que había encontrado tras un pequeño arbusto cerca del manantial, alanceado una docena de veces con lanzas por los apaches. Era una visión escalofriante. El cuerpo desnudo del niño, con sus abiertas y feas heridas, silenciosa, pero elocuentemente apelaba a cada destello de hombría que tuviéramos para que le vengáramos… Tras dos horas de duro cabalgar… nuestros guías señalaron una delgada columna de humo, ascendiendo a lo lejos, entre una serie de bajos picachos, que parecían formar parte de la sierra de la Florida… partieron los exploradores… para reconocer el campamento de los apaches… Allí pasamos las horas que transcurrieron lentamente hasta que llegó uno de los exploradores cuando la tarde estaba muy avanzada diciendo que los apaches habían encendido un nuevo fuego en el mismo lugar donde lo habíamos visto por la mañana, lo que parecía indicar que tenían intención de acampar allí esa noche.

Casi oscurecía cuando regresaron los dos exploradores, informando que había 12 apaches en el campamento, a unos 6’5 km de distancia. Los habían visto bien y también a la señora White y a su criada que, agotadas por el terrible viaje, aparentemente estaban dormidas. No esperaban ningún problema en rescatarlas, pero pensaron que era más seguro no intentarlo hasta más tarde, bien entrada la noche, cuando sería más probable encontrar a los apaches dormidos… Nuestro grupo debía dividirse para poder rodear a los apaches, y así impedir su huida. Debíamos tomar posiciones a los lados de las colinas que rodeaban su campamento y a una señal dada, el canto de un chotacabras repetido dos veces, cada hombre debía seleccionar un apache y disparar, deseando que al esperar hasta las últimas horas de la noche, la luna iluminaría directamente su campamento, permitiéndonos ver mejor.

No habiendo llegado los soldados, montamos nuestros caballos a eso de las 21:00 horas, y a 1’5 km más o menos de su campamento desmontamos, dejando nuestros caballos con seis hombres, para hacerse cargo de ellos. El grupo se separó en dos, uno a cargo de Manuel Chaves, dando un gran rodeo para llegar al lado opuesto del campamento, mientras que el resto íbamos con Jesús Armijo, con la indicación de esperar la señal de Chaves. Rápidamente y en silencio, nos dirigimos a los picachos tras los cuales estaban acampados los apaches. Nadie hablaba, no se oía ni siquiera el ruido de nuestras pisadas. De vez en cuando, cuando oíamos a Armijo soltar un rápido y agudo ‘Chisss’ nos parábamos para oír lo que decía en susurros, que anduviéramos con cuidado o que tomáramos una determinada dirección… y finalmente, el campamento con sus ocupantes estaba ante nosotros… Gracias a la clara luz de la luna pudimos contar hasta nueve cuerpos acostados. Otros dos estaban agachados sobre las brasas del fuego, envueltos en sus mantas alrededor de sus hombros, para protegerse del frío de la noche, pero no pudimos ver a las cautivas.

¿Dónde podían estar? Armijo, anticipándose a nuestra pregunta, señaló silenciosamente a un frondoso grupo de pinos, a poca distancia del fuego, y antes de bajar su mano, como si él mismo respondiera a la pregunta, un apache desnudo surgió a la brillante luz de la luna de ese grupo de pinos, e inclinando la cabeza en actitud de escucha, dirigió su mirada alrededor del campamento. Instintivamente, nos llevamos nuestro rifle al hombro, pero Armijo, con un gesto, nos impidió disparar contra el espléndido blanco que estaba ante nosotros, y el apache desapareció entre las sombras de los pinos otra vez… … Por fin, desde la colina que estaba al otro lado del campamento, oímos el canto de un chotacabras, tan natural y veraz que nos pareció de verdad. Pero un instante después, oímos el chasquido agudo del rifle de Armijo y nos preguntamos si sería la señal de Chaves. ¿La repetirá? Con la emoción del momento casi olvidamos respirar. Cada sentido estaba alerta. Se oyó otra vez…  Y ahora la respuesta vino de los labios de Armijo, para volver a oírse en las rocas de enfrente, y entonces, la rápida descarga de 20 rifles perturbó la quietud de la noche. 

En un instante los lados de la colina parecían revivir al llenarse de hombres. Con el sonido de las rocas cayendo, el ruido de los hombres que tropezaban, y los gritos de excitación de los mexicanos, los apaches, aún medio dormidos, emitieron un débil grito de desafío, viendo tres o cuatro formas obscuras que se levantaban del suelo yendo rápidamente hacia el bosque. Corrimos en tropel hacia el campamento, empujándonos a toda prisa camino de la espesura de pinos, en la que esperábamos encontrar a las cautivas… Podíamos distinguir sus siluetas incluso a través de la profunda obscuridad de los pinos… En el suelo yacían los cuerpos de la señora White y su criada mexicana, con una docena de heridas, de las que salía la vital sangre que disminuía rápidamente. Ambas estaban muertas, aunque los cuerpos aún calientes evidenciaban el triste hecho de que los disparos de nuestros rifles habían dictado su sentencia de muerte.

Encontramos muertos a siete apaches en el campamento. El resto había huido sin saber a dónde, dejando todo detrás de ellos. Parte de nuestro grupo se apoderó de los animales, 19 en total, cargándolos con todo el botín del campamento, incluyendo todo lo robado a la señora White. Hicimos un par de parihuelas con unas mantas y unas pértigas donde pusimos los cuerpos para emprender el regreso. Bajo las sombras de las frías y grises rocas de las montañas de la Florida… enterramos los cuerpos de la señora White y su criada… Casi un año después, un amigo de Tucson [Pima County, Arizona] me envió una parte de un pequeño reloj que tenía un apache recientemente capturado que llevaba el nombre de E. J. White).

* El 21 de julio de 1859, unos jóvenes chokonen roban 11 cabezas de ganado de la empresa minera de Arizona Sonora Exploring and Mining Company pero Cochise envía los animales al capitán Richard Stoddert Ewell en Fort Buchanan (Santa Cruz County, Arizona) como prueba de buena voluntad de mantener relaciones amistosas con los estadounidenses. (Merejildo Grijalva, el ópata cautivo de los apaches, es uno de los que devuelven el ganado.

Charles Debrille Poston, llamado el padre de Arizona, y que era gerente de esa empresa minera, declaró: Los apaches no nos habían dado, hasta ahora, ningún problema; al contrario, veían pasar nuestras manadas, pasando durante cientos de kilómetros hacia México, donde hacían sus incursiones,  en vez de romper su amistad… con los estadounidenses).

* En agosto de 1859, el Agente Indio, Dr. Michael Steck realiza su informe anual en el que indica la reducción del número de chiricahuas. (Las enfermedades habían hecho que los chihennes y bedonkohes pasasen de 400 a 150 familias. Mencionó que la campaña de Bonneville había obligado a los apaches a ir a México, donde sufrieron el envenenamiento de sus raciones, por lo que recomendaba establecer una reserva en Santa Lucía Springs [luego San Vicente de la Ciénega; y finalmente Silver City, Grant County, New Mexico]). 

* El 15 de agosto de 1859, Samuel Woodworth Cozzens, juez del primer distrito judicial en Arizona, visita Apache Pass (Cochise County, Arizona) para investigar las acciones de James Henry Tevis, el encargado de la estación de la Butterfield Overland Mail Company”. (En una carta, Cozzens escribió que Cochise no estaba presente, pero Esquinaline y los suyos sí. Merejildo Grijalva abandonó a los apaches y partió para La Mesilla, donde se reunió allí con el agente Dr. Michael Steck, trabajando los dos en la Agencia India de Fort Thorn [cerca de la actual Hatch, Doña Ana County, New Mexico]. Fort Thorn fue evacuado por los militares en marzo, pero la oficina de Steck permaneció allí).

* En octubre de 1859, Cochise y su gente están en, lo que hoy es, Cochise Canyon, en las Chiricahua Mountains ([Cochise County, Arizona]. El 29 de octubre, el agente Dr. Michael Steck repartió raciones a 800 bedonkohes y chihennes en las Burro Mountains [Grant County, New Mexico]. Steck los encontró contentos. Después se fue al oeste, a Apache Pass [Cochise County, Arizona], donde el 6 de noviembre dio raciones a unos 400 apaches. Luego fue al San Simon Valley [Cochise County, Arizona] donde dio raciones y comida a los chokonen de Cochise, quien se mostró amistoso y agradecido. Steck se mostró convencido de que podía instalarles con Mangas Coloradas en Santa Lucía.

El 13 de noviembre, Steck dio raciones a 2.500 apaches White Mountain en Pueblo Viejo, o Solomonville [Graham County, Arizona]. El estado de su agricultura le impresionó, e inmediatamente informó a James L. Collins, Superintendente de Asuntos Indios en New Mexico, de que los White Mountain podían hacerse totalmente autosuficientes si se les daba herramientas, ubicados en una reserva, y obligados a permanecer allí. Pero la presencia de 200 apaches Pinal en la reunión le llenó de dudas. Steck consideró que las tropas militares en New Mexico eran insuficientes para conseguir que los White Mountain se establecieran. Por lo tanto, recomendó el establecimiento de un puesto en el San Simon Valley, cerca del río Gila. También aconsejó evitar cualquier expedición militar, argumentando que causaría represalias contra los asentamientos de los colonos.

* En el otoño de 1859, el capitán Isaac V. D. Reeve ataca un poblado de los apaches Pinal (Pinal County, al norte del río Gila, Arizona) matando a algunos hombres y capturando a 43 mujeres y niños.

1860

*  A mediados de la década de 1860 (no sabemos la fecha exacta), un grupo de apaches bedonkohes está comerciando cerca de lo que hoy es la localidad de Esqueda ([municipio de Fronteras, Sonora]. Después de matar a los varones, los mexicanos llevaron a las mujeres supervivientes al suroeste del Golfo de California. Muchas de las mujeres apaches murieron en el camino, y el resto fueron vendidas como esclavas y puestas a trabajar en los campos de una hacienda local. Una de las mujeres apaches, llamada Dilcthe, tramó un plan para escapar y regresar con su gente. Reunieron a escondidas algunos alimentos y, recordando la ruta que habían seguido, huyeron hacia el este, hacia el golfo. Una vez que se descubrió su desaparición, varios vaqueros salieron para localizarlas, pero el grupo de mujeres logró huir. Cuando llegaron al golfo, viajaron al norte a lo largo de la orilla. Después de que la comida que traían se acabó, subsistieron comiendo plantas e insectos.

El grupo de mujeres apaches viajó unos 480 km por la costa, hasta llegar a la desembocadura del río Colorado. Ninguna de las mujeres sabía nadar, por lo que no tenían forma de cruzar el gran río hasta que Dilcthe hizo amistad con una vieja mujer mexicana que vivía cerca. La mujer dijo al grupo que había un lugar poco profundo en el río más al norte, en la confluencia de los ríos Colorado y Gila, cerca de la actual Yuma [Yuma County, Arizona]. Dilcthe llevó al grupo hasta allí y se metió en el río Colorado hasta descubrir que era seguro cruzar; hizo un gesto a las demás para que la siguieran y continuaron al este. Estaban a mitad de camino de su territorio.

Siguieron por el río Gila hacia territorio apache. A pesar del calor abrasador, Dilcthe decidió no ir por la zona más fresca y alta del territorio a causa de las tribus enemigas. Después de tres días de seguir por el Gila, las mujeres fueron emboscadas por un grupo de nativos yumas, enemigos de los apaches. Dilcthe y otra mujer escaparon escondiéndose entre unos matorrales, pero los yumas capturaron a otra mujer, y mataron al resto. Dilcthe y su compañera continuaron su camino, más allá de lo que hoy es Phoenix [Maricopa County, Arizona] y Tucson [Pima County, Arizona].

No podían continuar más. Sufrían agotamiento, hambre y sed, llegando a los límites de su resistencia; los últimos 160 km solo habían sido capaces de ir a paso lento. Una mañana, cerca de lo que hoy es la ciudad de Safford [Graham County, Arizona], Dilcthe pudo ver en la distancia una montaña en forma de corazón. Los apaches conocían las montañas del desierto del suroeste muy bien, y ella la reconoció. Hicieron una hoguera y se acostaron en la tierra, demasiado cansadas para moverse.

Dos apaches estaban cazando cuando vieron el humo. Se acercaron cautelosamente, viendo a las dos mujeres, casi muertas de hambre. De repente, uno de ellos, corrió hacia adelante. Había reconocido a Dilcthe, la madre de su esposa, capturada por los mexicanos y dada por perdida hace tiempo. La abrazó con alegría, dándole agua y alimentos. Su compañero se puso rígido porque para un apache había que evitar el contacto físico con su suegra como signo de respeto. Sin embargo, luego se relajó y sonrió. Su yerno la había salvado. No solo había mostrado respeto, sino también amor. Después de caminar durante más de 1.600 km a través de un terreno desértico, sin mapa ni armas y casi sin comida, estas dos mujeres regresaron de una vida de esclavitud a su tribu. Dilcthe fue recibida como una heroína).

En 1860, Samuel Woodworth Cozzens, que escribiría el libro “The Marvellous Country; or, Three Years in Arizona and New Mexico, the Apaches’ Home”, viaja al territorio de los hopis con su amigo, el Dr. Parker, con su criado Jimmy y con Rafael Orrantia como guía. (Estando con los hopis, dos de ellos trajeron a un estadounidense que habían encontrado. Era alto, robusto, de aspecto ojeroso, de unos 60 años de edad, con una larga barba blanca que caía sobre su pecho hasta casi la cintura. No llevaba chaqueta ni chaleco, mientras que, con un pañuelo alrededor de su cabeza, y su camisa cubierta de sangre, parecía un loco o un salvaje. Nada más verlos dio un salto hacia adelante, y agarrando sus manos, exclamó, con lágrimas corriendo por sus mejillas, dijo: ¡Gracias a Dios, amigos, por fin!“. Presentaba un aspecto cansado y famélico y tenía una fea herida de flecha en el hombro derecho. Después de que el Dr. Parker le curase como mejor pudo, contó su historia: Se llamaba Parley Stewart y era de Missouri. Había salido de su casa dos meses antes, con el propósito de ir a Los Ángeles [California], por la ruta del paralelo 35. Cerca de Los Ángeles vivía un hijo suyo, cuya esposa e hijo iban con él, al igual que su propia esposa y otros seis hijos, el menor una niña de 13 años de edad; formando el grupo un  total de 10 personas: cuatro hombres adultos, y seis mujeres y niños. Llevaban sus enseres en cuatro carretas, tirada por dos mulas cada una… Acamparon en el río Little Colorado [Arizona] … Durante el día, dos de los hijos fueron a cazar, volviendo con su presa antes del anochecer sin ver ningún rastro hostil… Aquella noche, el señor Stewart… se retiró a descansar de nuevo. No sabía cuánto tiempo había estado durmiendo, pero el terrible grito de guerra de los apaches le despertó de su letargo.

Poniéndose en pie de un salto, cogieron sus rifles, inconscientes de por dónde les venía el peligro que les amenazaba, a pesar de que habían recibido una lluvia de flechas que, en su fatal y bien dirigido objetivo, habían matado a la señora Stewart y dos de sus hijos, y a la nuera con su hijo… otra lluvia de flechas… cayó matando a otra hija. Stewart y su segundo hijo, que hasta ahora habían salido indemnes, estaban utilizando sus rifles y revólveres, aunque disparando totalmente al azar porque hasta entonces no habían visto a ningún apache. Viendo que el fuego de la hoguera del campamento impedía distinguir cualquier objeto más allá de las inmediaciones, mientras que al mismo tiempo permitía a los apaches ver claramente cada movimiento que se producía en el interior, Stewart ordenó a su hijo que lo apagase si podía. Eso hizo apartando las ramas que estaban ardiendo, pero entonces se oyó el disparo de un rifle, y el hijo, gritando, dijo: ¡Padre, me han matado!, cayendo muerto sobre las brasas de la hoguera, de donde le sacó una de sus hermanas arrastrándole. Stewart declaró que en el momento en que escuchó el disparo y vio caer a su hijo, renunció a toda esperanza, diciendo a sus hijas que se escondiesen en el agua, en la orilla del río que estaba a pocos metros de distancia, y que en seguida iría con ellas. Disparó toda la munición del revólver de su hijo sobre los apaches y abandonó el campamento, sin embargo, antes recibió un flechazo en uno de sus hombros. Tan pronto como pudo se refugió en el río, donde esperaba encontrarse con sus hijas.

Al llegar al río no las encontró, escondiéndose apresuradamente lo mejor que pudo en el agua, y estando allí, vio y oyó a los apaches que lo buscaban por todas partes. Sin embargo, pudo eludirlos y tras esperar una o dos horas, se aventuró a reanudar la búsqueda de sus hijas, haciéndolo con la mayor prudencia, sin atreverse a llamarlas, por miedo a que los apaches que había visto saqueando y destruyendo su campamento le oyeran. Contó, al menos 20 de esos demonios en su misión de destrucción, pero no pudo ver ni oír a sus hijas. Siguió con calma y cautela la búsqueda, esperando hasta que los apaches hubieran destruido todo y desaparecer rumbo al sur. Entonces se acercó cuidadosamente al lugar donde estaba con su familia al atardecer… ¡Qué vista encontró su horrorizada mirada! Sobre un gran fuego yacían los cuerpos desnudos de su mujer y de seis niños, sin cabelleras, convirtiéndose en cenizas por efecto de las llamas alimentadas por las tablas de las carretas que los apaches habían echado a la hoguera, aparentemente con el propósito de aumentar la intensidad y potencia de las llamas. La visión lo dejó destrozado… Sin hijos, sin esposa, sin hogar, y con el corazón roto, el viejo volvió a buscar a sus dos hijas restantes, pero no halló rastro de ellas… Siguiendo un camino que supuso le llevaría al territorio hopi, abandonó el valle para siempre. Después lo encontraron los hopi.

Cozzens, el Dr. Parker, Jimmy, Rafael Orrantia, y ahora Pasley Stewart, se dirigieron a La Mesilla [Doña Ana County, New Mexico]. En el camino encontraron a Sam Bean, explorador del coronel Benjamin Louis Eulalie de Bonneville, comandante del Departamento de New Mexico, que estaba siguiendo el rastro de una banda de apaches White Mountain. Se unió al grupo y siguieron camino hasta que llegó la hora de acampar. De repente, Stewart, que estaba mirando a la obscuridad, disparó diciendo: Un demonio menos.

¿Qué quiere decir, viejo tonto, disparando así? Si su cabellera no le importa puede haber hombres que sí, dijo el explorador.

Lo he matado, dijo Stewart con brusquedad.

¿A qué se refiere?, preguntó el explorador.

Al indio que está allí.

Allí no hay ningún indio y, si lo hubiera habido, lo lógico es que no lo hubiera visto porque está muy obscuro.

Pero le vi y le disparé., dijo Stewart. Venga conmigo y véalo. Y los dos desaparecieron en la obscuridad. 

Regresaron en unos instantes, Stewart con la cabellera ensangrentada de un apache que, tras enseñarla, la ató en su cinturón. Poco después cayó una lluvia de flechas alrededor de ellos sin darles, disparando sus armas hacia la obscuridad. Esto se repitió varias veces entre los rebuznos de las mulas y los relinchos de los caballos hasta que llegó el amanecer, apareciendo Stewart con cinco cabelleras apaches. También dos de sus animales estaban heridos levemente por impactos de flechas y, entre los matorrales cercanos al campamento, encontraron siete cadáveres y tres caballos. Después de desayunar, San Bean partió y el resto tomó el camino de Fort Craig [Socorro County, New Mexico] donde Stewart falleció).

* En enero y febrero de 1860, el agente Indio, Dr. Michael Steck reparte raciones a dos bandas apaches en Santa Rita del Cobre (Grant County, New Mexico).

* Al final del invierno de 1860, Cochise lidera una partida de unos 100 guerreros en Sonora. (Durante ese tiempo, incursionaron por el sureste de Ures, en Soyopa, Tonichi, Sahuaripa y Alamos, matando a unas 50 personas).

* El 10 de marzo de 1860, el agente Indio, Dr. Michael Steck escribe a James L. Collins, Superintendente de Asuntos Indios en New Mexico, sobre las condiciones en que se encuentran los apaches que están a su cargo. (Los que vivían cerca de Santa Rita del Cobre estaban comportándose bien como de costumbre pero les preocupaba el insaciable apetito de los estadounidenses por su tierra, la cual contiene oro, plata y cobre. Los blancos se estaban apropiando del mejor terreno a lo largo del río Mimbres, ahuyentando la caza.

Collins estaba preocupado porque Steck iba a dejar temporalmente la Agencia para viajar por asuntos personales al este. Steck dejó al cargo de la Agencia a Esteban Ochoa, un ciudadano de La Mesilla. El 20 de marzo, Steck informó que Ochoa es un hombre muy familiarizado con los indios, teniendo confianza en lo que hace, como si yo estuviera presente.

Steck también informó que una banda apache había matado a un hombre [en realidad fueron tres estadounidenses] y robado gran cantidad de ganado cerca de La Mesilla. Un grupo de 30 hombres de la Guardia de La Mesilla les había perseguido hasta el oeste de las Florida Mountains [Luna County, New Mexico] y luego hasta el sur, hasta la Laguna Guzmán [municipio de Ahumada, Chihuahua] donde encontraron un gran campamento nednai de unos 380 apaches. Pertenecían a los grupos locales de Janos y El Carrizal, probablemente dirigidos por Juh, que habían permanecido en el norte de Chihuahua desde principios de 1857, cuando Láceris hizo la paz en Janos. Ante la superioridad numérica de los nednais, los cuales estaban bien armados, la Guardia de La Mesilla volvió a por refuerzos. Sin embargo, no regresaron.

Dos días después, Steck cogió una diligencia para dirigirse al este. Una semana más tarde, Ochoa ayudó a Mangas Coloradas y a algunos otros apaches a plantar en Santa Lucía. El 11 de mayo, Steck se reunió en Washingtom con Alfred Burton Greenwood, Comisionado de Asuntos Indios del gobierno federal, acordando establecer una reserva en Santa Lucía para tres de las cuatro bandas chiricahuas [los nednais estaban en México]. Steck estimó que las tres bandas chiricahuas [bedonkohes, chihennes y chokonen] sumaban unos 300 hombres y 1.800 mujeres y niños. La reserva tendría un cuadrado de 24 km a cada lado, situado en la esquina sureste de Santa Lucía Springs, con un rico y fértil valle regado por el río Gila, siendo suficiente para alojarles. El Comisionado pidió a la Oficina General de Tierras de los Estados Unidos que instruyera al inspector general de New Mexico a que fijara los nuevos límites. Steck feliz, partió para New Mexico.

Pero un acontecimiento alteró todos los planes. El 18 de mayo, unos prospectores encontraron oro en las montañas al noroeste de Santa Rita del Cobre, en un lugar conocido como Pinos Altos [Grant County, New Mexico]. Una riada de estadounidenses y mexicanos llegaron a la zona del río Mimbres. En julio, el Superintendente de Asuntos Indios de New Mexico, James L. Collins, temía que empezara un conflicto con los mineros recién llegados, y para evitarlo estaba el nuevo puesto militar que se estableció al pie de las Burro Mountains [Grant County, New Mexico]. Enseguida surgió un gran número de cabañas bautizadas como Fort Floyd, siendo más tarde nombrado Fort McLane. Las preocupaciones de Collins rápidamente aumentaron cuando un grupo de estadounidenses se estableció en el río Gila con intención de fundar una ciudad y cultivar el terreno para vender alimentos a los mineros. Comprometido con la reserva, el gobierno estadounidense se negó ordenando a Collins que echara a los intrusos. Para el mes de agosto había 700 buscadores por los arroyos de la nueva población de Pinos Altos. Mangas Coloradas dijo a su gente que evitara a los mineros en la medida de lo posible. Gerónimo a menudo subía los más de 2.000 metros de altura de las crestas y cumbres boscosas de Pinos Altos, que estaban al oeste de su lugar de nacimiento, pero que no tenían el terreno tan abrupto como las Mogollon Mountains [Grant & Catron Counties, New Mexico] más al norte y con refugios más seguros para ellos.

El relato del descubrimiento del oro fue así. A finales de febrero o principios de marzo, Mangas Coloradas estaba acampado cerca de Ojo de Vaca, una estación de postas de la “Butterfield Overland Mail Company” [hoy en día Cow Springs Ranch, Luna County, New Mexico]. Allí conoció a Henry [Hank] Smith, quien estaba llevando una manada de reses por el sur de New Mexico hacia el Río Grande. Había salido de Fort Buchanan [Santa Cruz County, Arizona] con un estadounidense llamado Jack Pennington y 11 mexicanos para llevar 1.200 reses a Fort Bliss [El Paso County, Texas].

Para conseguir que el ganado llegara a su destino, decidió contratar a varios apaches, dándoles unas pocas reses. Mangas Coloradas estuvo de acuerdo en ir con unos cuantos apaches para ayudarles a llevar la manada hasta el siguiente manantial, situado en Warm Springs, a unos 19 km al sureste de la actual Hurley [Grant County, New Mexico]. Esa noche Mangas Coloradas durmió cerca de Smith, quien dio una manta a la mujer del jefe. Smith pagó un dólar a cada uno de los 10 apaches que cuidaron la manada durante la noche. Al día siguiente, los vaqueros y los apaches partieron hacia Warm Springs, donde al haber agua y buena hierba, se quedaron unos días, comiendo, descansando y haciendo carreras a pie. Los chiricahuas disfrutaron del tiempo libre en el campamento. La competición y los juegos de azar despertaron en ellos mucho entusiasmo. Habitualmente la carrera era de 100 yardas [91’44 metros] pero algunas veces hacían carreras más largas a campo a través. Smith ganó varias pieles corriendo contra los apaches. Solo surgió un problema cuando uno de los apaches ganó a un joven llamado Kajo, enfadándose cuando una mujer apache se burló de él por perder con un hombre más viejo. Tanto Smith como Mangas Coloradas evitaron que el asunto fuese a mayores. Kajo puede ser el mismo bedonkohe llamado Coha, quien el día de Navidad de 1875, fallecería en un enfrentamiento a manos de unos apaches White Mountain en la Reserva Chiricahua.

Según Smith, después de entregar la manada, se unió a un grupo de 11 estadounidenses y tres mexicanos que iban a hacer una prospección en las montañas de Pinos Altos. El 18 de mayo, tres de ellos [Jacob Snively, James W. Hicks, y Henry Burch] descubrieron el oro. Al principio llamaron al lugar Burchville, pero pronto lo cambiaron por el nombre de Pinos Altos debido a los pinos ponderosa, que había en el lugar. En pocos días la noticia del descubrimiento se extendió como la pólvora, haciendo que muchos empleados de la “Butterfield Overland Mail Company” dejaran sus empleos y se dirigieran a buscar oro.

Mientras esto ocurría, Mangas Coloradas y muchos de sus seguidores estaban en Santa Lucía, donde Ochoa les había ayudado a plantar sus cultivos. No está claro si los chihennes, cuyo territorio estaba siendo ocupado por la llegada masiva de estadounidenses, se unieron a sus parientes bedonkohes para plantar. En cualquier caso, los chihennes, frustrados, hambrientos y con su paciencia agotada, decidieron tomar represalias contra los asentamientos a lo largo del río Mimbres. En cuanto a Mangas Coloradas, no parece que él tuviera un papel directo en los acontecimientos que siguieron a continuación.

El 20 de mayo, una banda apache atacó una reata de 24 mulas de unos mexicanos cerca de Santa Rita del Cobre, matando a cinco mexicanos y llevándose todas las mulas. Se desconoce con certeza quienes lo hicieron, pero es difícil concebir que una partida de guerra chiricahua actuando en territorio chihenne no contase con la participación de Mangas Coloradas, o con los bedonkohes y sus aliados chokonen. Quizás fueron los chihennes con algunos nednais llegados  de México. Menos de una semana después volvieron al río Mimbres, robando nueve mulas.

En la mañana del 29 de mayo, cerca de Santa Rita del Cobre, poco después de que 30 rancheros mexicanos y estadounidenses se levantaran para atender sus cultivos, un gran número de apaches, bien armados con rifles y revólveres, algunos montados y otros a pie, atacaron a los rancheros. Antes de que los rancheros pudieran repeler el ataque, los apaches habían matado a seis estadounidenses y a cinco mexicanos, y heridos a otros ocho, algunos de gravedad. Se cree que las pérdidas de los apaches fueron de 20 a 30 guerreros. Uno de los hombres salió a pedir ayuda y, a pesar de resultar herido por dos flechas, consiguió llegar a la estación de postas del Cooke’s Canyon [Luna County, New Mexico]. De allí, otro hombre cabalgó hacia La Mesilla para dar la noticia.

Ante estos sucesos, los chihennes desaparecieron de la zona del río Mimbres. Algunos, bajo el, una vez poderoso jefe Delgadito, fueron al sur para unirse a sus parientes chokonen y nednais que habían solicitado la paz en Janos y Corralitos [Chihuahua]. El 12 de junio, algunos chokonen, habían dejado Apache Pass [Cochise County, Arizona] para pedir la paz en Janos. José María Zuloaga intentó arreglar la paz con el permiso del gobernador de Chihuahua. Predijo que el armisticio podía atraer a 1.500 chiricahuas.

A finales del verano, el jefe chokonen Esquinaline envió a una mujer a Fronteras [Sonora] para abrir negociaciones. Ella enseguida admitió que representaba a varios líderes que vivían cerca de Janos, incluyendo al chokonen Parte y al chihenne Delgadito. Dijo que habían dejado los Estados Unidos porque no querían vivir más tiempo entre los estadounidenses. A principios de octubre, 46 apaches se establecieron cerca de Fronteras. El mismo Cochise, estaba desilusionado con el trato recibido por parte de los estadounidenses, aunque se quedó en Apache Pass. Victorio buscó refugio a lo largo de la frontera con Chihuahua, en áreas de las Tres Hermanas Mountains [Luna County, New Mexico], y las Alamo Hueco Mountains [Hidalgo County, New Mexico], y otras sierras en las que sentía que podía estar a salvo de los estadounidenses. En cambio, Mangas Coloradas parece que permaneció en Santa Lucía esperando la llegada de Michael Steck.

Steck nada más llegar de Washington, empezó a diseñar su propuesta de reserva en Santa Lucía Springs. Cuando vio la gran cantidad de mineros y nuevos asentamientos, pensó en cumplir la orden del gobierno de echar a los recién llegados, pero en la práctica, eso era imposible. Sintió que la reserva de Santa Lucía nunca vería la luz. El 4 de noviembre, proporcionó raciones a los bedonkohes y chihennes en Santa Lucía, prometiendo hacer lo mismo a primeros de diciembre en el río Mimbres. Luego se dirigió al territorio de los chokonen, donde el 10 de noviembre les dio raciones [probablemente en San Simón o en Apache Pass]. Desde hacía ocho meses, los chokonen no habían recibido ningún reparto por parte del gobierno. Mientras estaba ausente, fue elegido delegado al Congreso, por lo que cuando regresó a La Mesilla informó a Collins, Superintendente de Asuntos Indios de New Mexico, de que se iba a ir tan pronto como fuera posible para Washington).

* El 16 de marzo de 1860, cinco apaches secuestran a Larcena Ann Pennington Page y a Mercedes Sais Quiroz en un campamento maderero situado en el Madera Canyon ([Santa Cruz County, Arizona]. La familia formada por el viudo Elias Pennington y sus 12 hijos fue la primera con ciudadanía estadounidense en establecerse en Arizona. La hija mayor, Larcena, y el leñador John Hemstead Page fue el primer matrimonio estadounidense en casarse en Tucson [Pima County, Arizona].  

John Page trabajaba en el Rancho Canoa, propiedad de William Kirkland, situado en el Santa Cruz River [Pima County, Arizona] donde John vivía con su esposa Larcena Ann Pennington Page. Larcena daba clases a una niña de 10 años llamada Mercedes Sais Quiroz, hija de una viuda mexicana que vivía en Tucson, siendo Kirkland tutor de la niña.

En los humedales del Santa Cruz River y el Sonoita Creek había gran cantidad de mosquitos que producían fiebres palúdicas. Larcena cayó enferma. Para curarla, Kirkland propuso que Lorena fuese a una zona alta alejada de los mosquitos, y que fuese también Mercedes. Su marido aceptó y fueron a un campamento maderero situado a unos 19 km del rancho. El 15 de marzo, Page, Larcena, Mercedes y un trabajador llamado William Randall fueron en un carro de suministros tirado por bueyes hacia el campamento maderero, llegando el mismo día. Cinco Tonto Apaches observaban el carro.

El 16 de marzo, después de desayunar, John Page y los demás leñadores subieron por la ladera de la montaña mientras Randall fue a cazar un venado para la cena. Mientras Mercedes jugaba, Larcena se acomodó en la mecedora dentro de su tienda. Su perrito yacía acurrucado a su lado. Cuando el perro comenzó a gruñir, Larcena lo hizo callar. Entonces oyó gritar a Mercedes. Cuando se puso de pie, la tienda se abrió y apareció un apache. Cogió el revólver Colt, pero el guerrero la agarró del brazo y la empujó fuera de la tienda. Mercedes corrió hacia Larcena, pero fue agarrada por otro apache. Larcena vio a cinco apaches, vestidos con taparrabos y mocasines altos, armados con lanzas, arcos y flechas. Eran jóvenes, excepto su líder más mayor, Toodlekiay, que chapurreaba español [es posible que uno de los apaches fuese el joven aravaipa Eskiminzin]. Ella comenzó a gritar de nuevo pidiendo ayuda, pero una lanza presionando su pecho la hizo callar. Los apaches saquearon el campamento buscando algo de valor. Como iban a pie, no podían llevar nada pesado. Se divirtieron rompiendo bolsas de harina y el colchón de plumas de Larcena. Las plumas mezcladas con harina llenaban el aire. Los apaches cogieron lo que pudieron y luego empujaron a Larcena y a Mercedes por la empinada cuesta hacia el norte, donde estaba su territorio.

Randall regresó al mediodía descubriendo el campamento saqueado. Corrió a avisar a Page y a los otros madereros. Page montó el caballo de Randall y galopó al Rancho Canoa. El caballo, agotado, falleció nada más llegar al rancho de Kirkland, quien envió un mensajero a Fort Buchanan [Santa Cruz County, Arizona]. Luego Page recorrió los 65 km que le separaban de Tucson en busca de ayuda. Page y otro ranchero montaron caballos frescos y regresaron a las montañas en busca del rastro de los apaches. Larcena rompía ramitas y arrancaba pedazos de su delantal dejándolos caer. Le susurró a Mercedes que hiciera lo mismo, pero un apache la oyó y las separó. El apache que había cogido su revólver apuntó a la cabeza de Larcena, insultándola en un mal español. Mercedes, entendiendo que pronto mataría a Larcena, gritó y comenzó a sollozar. El más grande de los apaches, ya que todos eran pequeños y enjutos, alzó a la pequeña niña sobre sus hombros y la llevó por la cresta.

La subida a la montaña fue difícil, y Larcena, debilitada por su enfermedad y estorbada por su largo vestido, retardaba a los apaches. Cuando se acercaba la puesta del sol, se detuvieron en lo alto de una cresta. La vista, con una caída pronunciada hacia un lado, era impresionante. Un guerrero que iba en la retaguardia subió a una roca para avisar que los hombres blancos les perseguían. El apache más mayor hizo un gesto a Larcena para que se quitara el vestido. Mientras se lo quitaba, otro guerrero cogió sus zapatos. Luego le ordenó que siguiera adelante. Larcena apenas había dado un paso cuando una lanza le hirió en la espalda, cayendo ladera abajo mientras oía a Mercedes gritar y a los apaches aullar. Acabó sobre un pequeño pino, casi ajena a varias heridas de lanza que dos apaches le habían hecho mientras bajaban junto a ella. Uno de los guerreros cogió una piedra y la estrelló contra su cabeza, haciéndola perder el sentido. En la cima, los otros apaches cogieron a Mercedes, dirigiéndose hacia el noreste. Un guerrero recogió el vestido de Larcena, mientras que otro se puso sus zapatos. Larcena contaría más tarde: Me quedé tan atrás que mis salvajes captores se impacientaron y decidieron matarme. Me despojaron de mi ropa, incluidos mis zapatos, y me dejaron una sola prenda. Luego me hincaron sus lanzas, haciéndome 11 heridas en mi cuerpo; me empujaron sobre una repisa de rocas o precipicio de unos 16 o 18 pies de altura y arrojaron grandes piedras sobre mí… y luego me dejaron, suponiendo que iba a morir… Había caído en un banco de nieve, casi en un estado de desnudez, estando sin sentido”. 

En la obscuridad, Larcena recobró la conciencia. Podía escuchar a su perrito, ladrar en la cresta, encima de ella, y luego la voz de su marido. La llamada del perro había hecho que los hombres se detuvieran justo encima de Larcena, pero no podían verla al estar todo obscuro. Page había descubierto las huellas de sus zapatos más allá de la cresta, y él y los demás se apresuraron a seguirlas.

Larcena reconoció la voz de su marido diciendo: “Aquí está, muchachos”, refiriéndose al rastro. Larcena trató de gritar, pero estaba demasiado débil para emitir un sonido. Cuando las voces se desvanecieron, ella volvió a caer en la inconsciencia.

El capitán Richard Ewell había salido con la compañía “G” del 1º de Dragones, tan pronto como el aviso de Kirkland llegó a Fort Buchanan. Antonio Gándara, hijo del ex gobernador de Sonora, dirigió un grupo de 28 mexicanos de Tubac, mientras que los pápagos proporcionaron 17 rastreadores.

El 17 de marzo, antes del amanecer, Ewell se reunió con Kirkland y un grupo de civiles de Tucson en Cienega Creek, a unos 55 km al sureste de Tucson. Pudieron ver que los apaches se habían dividido en dos grupos y se dirigían al norte de la ruta de la Overland Mail. Las huellas que seguían eran los trozos de ropa que Mercedes había dejado caer a lo largo del sendero, así como las pocas pisadas que había dejado en la arena del suelo. El otro grupo de apaches también estaba siendo rastreado, pero ninguna señal mostraba que Larcena iba con ellos. Todos asumieron que los apaches eran miembros de la banda aravaipa de Eskiminzin, que vivían a lo largo del Aravaipa Canyon, junto al río San Pedro. En Fort Buchanan había 20 apaches Pinal capturados en una escaramuza con los dragones de Ewell el último diciembre. El capitán obligó a varios de ellos a que hicieran de rastreadores para su columna. El rastro iba directamente al territorio aravaipa. Ewell envió a uno de los prisioneros apaches a la ranchería de Eskiminzin para hacer un trato. Kirkland dio dos buenas mantas mexicanas para que los apaches se animaran a negociar. Ewell dijo al mensajero apache que esperaría ocho días en el Cañón del Oro para obtener una respuesta, pero le advirtió que cualquier vacilación en la entrega de las cautivas daría lugar a graves consecuencias para los prisioneros Pinal que tenía en su poder. Pocos días después, el apache regresó con un mensaje de Eskiminzin, diciendo que ellos no las habían capturado, pero podían rescatar a la niña de los Tonto Apaches que estaba en su poder. La mujer estaba muerta. A cambio de la niña, Eskiminzin quería a los cautivos Pinal y dos carros llenos de mercancías.

Page, el afligido marido de Larcena, llevó la orden de Ewell a Tucson, pidiendo a Kirkland que cogiera a los prisioneros Pinal y los llevara al campamento donde estaban los dragones de Ewell.  En Tucson, el sentimiento general era que los apaches estaban mintiendo. “Tenemos que creernos que los apaches Pinal son los indios más pacíficos del mundo”, señaló un reportero local. Sin embargo, Ewell estaba convencido de que decían la verdad y que los Tonto Apaches eran los culpables. Llevando a los prisioneros y dos carros con mercancías, Ewell fue a la ranchería de Eskiminzin, situada a la entrada del Aravaipa Canyon. La orilla del río San Pedro estaba “literalmente llena de indios”, observó un nervioso Kirkland. “Nunca vi tantos en mi vida”. Por si acaso, Ewell estaba preparado, ordenando a sus soldados que tuvieran sus armas preparadas cuando se acercaran los apaches. Dijo a estos que enviaran a Mercedes, ordenando a la vez a sus soldados que liberaran a los prisioneros que estaban en los carros. Mercedes pasó corriendo junto al capitán hasta llegar a donde estaba Kirkland, quien la levantó en sus brazos. Ella le dijo que tenía hambre.

Ewell se fue lo más rápido posible. Dos días después, el 5 de abril, la columna se acercó a Tucson. El capitán prestó a Kirkland su propio caballo para que entrara con Mercedes en la población. Las campanas de la iglesia sonaron para recibirlos. Kirkland se abrió paso entre la gente que se arremolinaba en la plaza, donde entregó la niña a su madre. Hubo lugar un gran baile con Ewell y Mercedes como invitados de honor. Todos reconocieron que el conocimiento del capitán sobre los apaches y su sabia actuación habían salvado a la niña del cautiverio. Ewell era un oficial que sabía cuándo no había que luchar.

Mercedes creció para convertirse en una hermosa joven. Tenía 18 años cuando, en 1867, se casó con Charles Shibell. Su esposo, un antiguo soldado, sería el sheriff del Pima County en 1876. Mercedes fallecería a los 26 años de edad, en diciembre de 1875, al complicarse el parto de su cuarto hijo.

Mientras tanto, cuando Larcena se despertó, había nevado. Estaba incrustada en un pino. Derritió la nieve con sus manos para beber e intentó lavar sus heridas, pero no pudo hacerlo porque no podía llegar a su espalda. Su cabeza palpitaba, y su cabello rubio era una masa de sangre coagulada. No sabía cuánto tiempo había estado inconsciente en el árbol, un día, dos, quizás tres. El sol la calentó sacando fuerzas de donde no había. Solo llevaba puesta su camisa y su enagua. Poco a poco se orientó. Mirando hacia el oeste pudo distinguir el Huerfano Butte [Pima County, Arizona], en el valle de Santa Cruz. El solitario pico de unos 60 metros de altura en forma de cono fue lo último que recordó haber visto antes de que las lanzas la hirieran. Era su brújula. Larcena sabía que el pico estaba justo al noreste del Rancho Canoa, a donde se dirigió. Cada centímetro era una agonía. Cuando finalmente llegó al final de la ladera, se desmayó y durmió hasta la mañana siguiente. La despertó el cálido sol de la mañana. Con dolor se levantó y se apoyó contra un árbol. No se atrevió a ir más lejos, hacia el valle, porque sabía que no había agua. Las montañas a la sombra de los árboles todavía tenían algo de nieve. Usando el distante Huerfano Butte como guía, comenzó a caminar hacia el Madera Canyon. Cada paso con los pies descalzos por las rocas, las espinas y los arbustos era una agonía. No fue muy lejos antes de desplomarse. Larcena pronto perdió la noción del tiempo. El calor del sol la despertaba, pero también la quemaba, llenando de ampollas su blanca piel. Derretía la nieve con sus manos y bebía, comía pasto y bayas, y una vez encontró algunas cebollas silvestres. Sus pies estaban lacerados, con heridas abiertas que la impedían caminar. A veces iba como un animal a cuatro patas, pero por lo general, simplemente se arrastraba. Una vez que iba por una empinada cresta, perdió el equilibrio y rodó hacia abajo. Le llevó otro día completo recuperar el terreno perdido. Sus brazos y piernas estaban tan lacerados que la piel se desprendía del hueso.

Una mañana, después de que el sol la hubiera calentado lo suficiente como para que pudiera moverse, se encontró en una colina en lo alto del camino que llevaba al cañón y subía hasta el campamento maderero. Oyó voces y vio a dos hombres conduciendo una yunta de bueyes por el camino. Gritó tan fuerte como pudo, pero no la oyeron. Se arrancó un trozo de ropa, lo ató a un palo, y lo agitó, pero no la vieron. Larcena sabía que el campamento maderero debía de estar cerca, a pocos kilómetros de distancia. Se arrastró. Pasó un día, luego otro, hasta que finalmente llegó al campamento donde había sido capturada. La harina y el café todavía estaban tirados por el suelo. Separó la harina de las plumas de su destruido colchón e hizo pequeños pasteles de harina. Los hombres habían dejado un fuego ardiendo junto al arroyo, y ella avivó las brasas. Arrastrándose hacia el arroyo, mezcló agua con la masa y la cocinó. Comió los pasteles de harina y se durmió. Cuando despertó, escuchó el sonido de voces distantes y el ruido de las hachas impactando contra los árboles. Incapaz de reunir fuerzas para levantarse, se arrastró hacia el sendero que conducía a la cima de Big Rock. Estaba medio desnuda, quemada por el sol, y tenía la piel desgarrada, viéndose los huesos por varias partes. En el campamento principal de los leñadores, había un cocinero negro de Texas llamado Hampton Brown, quien vivía con su esposa blanca. Había encontrado trabajo en el lugar más aislado y lejano donde su matrimonio podía ser tolerado. Kirkland se refirió a ellos como un ”famoso negro de Texas conocido como Nigger Brown y su mujer blanca conocida como la Virgen María.

Brown pensó que Larcena era un fantasma. Iba caminando por el sendero cuando la vio, con el pelo ensangrentado, colgando hacia delante, arrastrándose hacia él. Corrió de regreso al campamento para coger su arma, volviendo con otros hombres para enfrentarse al fantasma, quien jadeó: Soy Larcena Page. Brown dejó su arma a un lado y cogió a la frágil y demacrada mujer con sus fuertes brazos. La llevó al campamento, donde la Virgen María la lavó, sacó las piedras de las plantas de sus pies y las espinas de su carne, limpió sus heridas lo mejor que pudo y la dio de comer. Luego la vistió cuidadosamente con ropa limpia. Larcena pidió un poco de tabaco y se durmió. Habían pasado 15 días desde que los apaches la habían capturado.

Tom Childs, uno de los leñadores, galopó al Rancho Canoa con la noticia. Kirkland estaba allí, preparándose para ayudar a escoltar al último grupo de prisioneros de los apaches Pinal hacia el Aravaipa Canyon, donde estaba el capitán Ewell. Dio a Childs un caballo de refresco y lo envió a Tucson para buscar a Page, el esposo de Larcena. Aunque los apaches habían dicho que su esposa estaba muerta, Page no había perdido la esperanza. Galopó hacia el sur, hacia el Rancho Canoa con Childs, C.B. Hughes [médico de Tucson], y Ed Radcliff, un ciudadano de Tubac. Cabalgaron toda la noche, llegando al rancho justo cuando Kirkland se iba. Hicieron los últimos 19 km hasta el campamento maderero. Qué visión, diría Radcliff, demacrada más allá de cualquier descripción, siendo sus manos, rodillas, piernas y brazos, una masa de carne donde se veían los huesos, a causa de haberse arrastrado por las duras rocas, colina arriba y colina abajo. El doctor Hughes dijo a Page que no tenía ninguna esperanza de salvar a Larcena. Page no hizo caso. Pidió prestado un carro y colocó suavemente a su esposa en él. Page y el doctor condujeron con el mayor cuidado posible por el áspero sendero montañoso a lo largo del Madera Canyon y luego hacia el norte, por el camino de Tucson. Page quería que Larcena estuviera bajo constantes cuidados médicos. Se aferró precariamente a la vida durante varias semanas y luego comenzó una recuperación aparentemente milagrosa. Cuando Radcliff volvió a verla ese verano, se quedó  asombrado por la mujer radiante de salud que tenía ante mí. Las cicatrices sanaron lentamente.

Ese verano, Page llevó a su esposa a la cabaña que había construido cerca de la entrada del Madera Canyon, a 16 km del Rancho Canoa, donde pensaban comenzar una nueva vida. No sabían lo que iba a pasar.   

El 27 de enero de 1861, unos apaches aravaipas asaltan el rancho de Johnny Ward, en el Sonoita Valley, capturando a su hijastro Félix [en el futuro conocido como Mickey Free] de 11 años. El capitán Ewell estaba en el este [pronto comenzaría la Guerra de Secesión, y lucharía a favor de la Confederación], y un joven subteniente, George Nicholas Bascom, fue enviado a perseguir a los apaches. Fue a Apache Pass, donde se enfrentó a Cochise. Cuando el jefe chiricahua negó su participación, fue capturado junto a varios de los suyos. Cochise escapó, y cuando los rehenes fueron ahorcados, comenzó una sangrienta guerra de venganza. Dos meses después, los apaches atacaban por todas partes. Los guerreros de Cochise atacaron las diligencias que llevaban el correo, y recorrieron el Santa Cruz Valley, matando a 150 hombres blancos. Una de las primeras víctimas fue John Page, el marido de Larcena.

Page y otros dos madereros, Alf Scott y Jim Cotton, habían sido contratados por un hombre llamado Wadsworth para que le acompañaran a llevar un carro de suministros que tenía que entregar en Fort Breckenridge [Old Camp Grant]. La fuerte nevada de enero había interrumpido el trabajo en el campamento maderero, por lo que Page vio este trabajo como una buena oportunidad para ganar un dinero extra que necesitaba, ya que Larcena estaba embarazada de su primer hijo. Page la dejó en su cómoda cabaña en la entrada del Madera Canyon, pensando en volver pronto. El 20 de febrero, iban a unos 48 km al norte de Tucson. Tres mexicanos [dos hombres y una mujer] iban en el carro tirado por bueyes mientras los tres hombres iban adelante. Cuando se detuvieron para dar agua a los animales en un pequeño arroyo de las Catalina Mountains, los apaches atacaron.

Cotton vio a sus compañeros caer y a sus caballos huir galopando. Los disparos asustaron a los bueyes, que corrieron hacia adelante, haciendo que el carro se soltara, se saliera del camino y cayera a un barranco. Mientras los bueyes corrían, los apaches se abalanzaron sobre el carro. Cotton y los tres mexicanos aprovecharon que los apaches no les prestaban atención para dirigirse a Tucson, a donde llegaron casi al mediodía del día siguiente. Charles Brown, encargado del principal salón de Tucson, intentó reunir un grupo para ir en ayuda, pero las noticias que llegaban de los ataques apaches tenían atemorizados a los habitantes. William S. Oury, que acababa de regresar de Apache Pass, consiguió reclutar a tres hombres para que fuesen con él, guiados por Cotton.

Al amanecer, la presencia de buitres les llevó hasta donde estaba Page. Su cadáver yacía en un matorral de mezquite a varios cientos de metros del carro. Su caballo, con la garganta cortada, yacía a su lado. El revólver, la silla de montar, y la manta de Alf Scott estaban allí. Los hombres heridos habían combatido a los apaches durante al menos un día antes de que Scott intentara ir a buscar ayuda. Los hombres habían matado al caballo para beber su sangre. Enterraron a Page donde lo encontraron y, dos semanas después, otro grupo descubrió el cuerpo mutilado de Scott. Oury cogió el pañuelo de Page, el monedero y un mechón de su cabello para llevárselo a Larcena. Elias Pennington llevó a su hija Larcena a la casa de piedra en el Santa Cruz Valley para que sus hermanas pudieran cuidarla. En septiembre, Larcena tuvo una hija a la que llamó Mary Ann.

En 1868, Jim Pennington, un hermano de Larcena, falleció a manos de los apaches cuando les perseguía por haberle robado unos bueyes de su terreno cerca de Tucson.

En 1869, los apaches también mataron a Elias Pennington y a su hijo Green. Elias mientras araba un campo y Green intentando salvar a su padre, sin saber que ya estaba muerto. Larcena, de profundas convicciones religiosas, soportó todas sus penas, pero a menudo comentaba una y otra vez: “Dios es bueno y sabe más… Dios es bueno y sabe más”).

* El 27 de septiembre de 1860, una banda  apache (posiblemente chokonen de Cochise) ataca una caravana de colonos que se dirigía a California, matando a 16 personas, quemando los carros, y llevándose 400 reses y 600 ovejas.

Charles Debrille Poston escribió: Estábamos pasando el habitual tranquilo domingo en Tubac [Santa Cruz County, Arizonza], cuando un vaquero mexicano entró galopando frenéticamente en la plaza gritando: ¡Apaches! ¡Apaches! ¡Apaches! El mexicano dijo que los apaches habían atacado el campamento maderero realizando una sangrienta venganza. Poston y un grupo de sus hombres fue a Canoa [Canoa Ranch, Pima County, Arizona] encontrándose con una escena de masacre y destrucción. El lugar parecía como si hubiera sido alcanzado por un huracán. Las puertas y ventanas estaban destrozadas y la casa era una ruina humeante. Los hombres yacían muertos por los alrededores muertos y tres de ellos habían sido arrojados al pozo, cabeza abajo. Enterramos a siete hombres en fila delante de la casa quemada. Un destacamento de dragones del cercano Fort Buchanan [Santa Cruz County, Arizona], erigido en 1857, fue en persecución de los asaltantes, pero nunca los alcanzó”).

* En otoño de 1860, unos 30 mexicanos llegan a Tubac (Santa Cruz County, Arizonza) informando que los apaches habían destruido sus ranchos en México. (Dijeron que los apaches estaban regresando a sus territorios de Arizona, por un paso del río Santa Cruz, a pocos kilómetros aguas abajo de Tubac. Los mexicanos pidieron a los habitantes de Tubac que les ayudasen a realizar una emboscada a los apaches, prometiéndoles darles la mitad de los 300 caballos y mulas que los incursores habían robado y que se llevaban hacia el norte. Charles Debrille Poston, gerente de la empresa minera Sonora Exploring and Mining Company no permitió que sus hombres participaran en ella. Los mexicanos fueron a unos 20 km al norte de Canoa [Canoa Ranch, Pima County, Arizona], sede de una empresa de leñadores. Ellos talaban madera en las cercanas Santa Rita Mountains [Pima & Santa Cruz Counties, Arizona] y siempre necesitaban más caballos y mulas. Los mexicanos hicieron a los madereros la misma oferta y estos aceptaron. La emboscada tuvo éxito sufriendo los apaches un tiroteo cruzado y mortal, abandonando el ganado robado).

* La mañana del martes, 4 de diciembre de 1860, James Henry Tevis encabeza un grupo de 26 mineros, atacando sin provocación previa una ranchería chihenne. (Parece que estaban esperando a Steck para recibir sus raciones, pero el agente, a punto de irse a Washington como delegado al Congreso, no acudió a la cita, tal como les había prometido, ni mandó a nadie en su lugar. Mangas Coloradas le culpó por lo que iba a ocurrir.

La ranchería chihenne estaba situada en la orilla oeste del río Mimbres, cerca del abandonado Fort Webster [Grant County, New Mexico]. Pertenecía a la banda del difunto Cuchillo Negro, ahora encabezada por Chaboncito. Tevis dijo que su grupo seguía las huellas de los nativos que habían matado una mula cerca de Pinos Altos. Otras fuentes dijeron que estos apaches habían robado ganado. Es posible que hubieran robado algo de ganado, pero la extensión real de sus incursiones nunca estuvo claro. Otra versión dice que los 400 mineros de la región de Pinos Altos, ante el escaso éxito que tenían sus explotaciones, buscaron otro medio de obtener beneficios, atacando el cercano campamento apache para provocar su huida.

En cualquier caso, una vez que Tevis encontró la ranchería, dio la orden a sus hombres de cargar contra los desprevenidos chihennes al amanecer. Pero los relinchos de los caballos de los estadounidenses pusieron en alerta a los apaches, quienes, al tener pocas armas de fuego, respondieron con una lluvia de flechas, alcanzando a unos pocos caballos e hiriendo levemente a unos pocos hombres. Cerca estaba la ranchería de Elías, cuyos guerreros llegaron para ayudar a los seguidores de Chaboncito. Tevis vió al jefe Elías, un viejo conocido, que iba sobre su caballo a unos 180 metros de distancia. Los apaches dijeron más tarde que Elías intentó detener el enfrentamiento yendo hacia Tevis para hablar con él. Sin embargo, Tevis llamó al jefe terco, diciendo a uno de sus hombres si podía tirar a Elías de la silla. Un minero llamado Davis apuntó su rifle y disparó al jefe, que cayó de su caballo, haciendo que los apaches se retiraran. Tevis trató de seguirlos, pero al estar varios de sus hombres y sus caballos, heridos, se detuvo. Los mineros mataron a cuatro apaches, hirieron a varios, y capturaron a 13 mujeres y niños.

El 7 de diciembre Isaac Lynde, comandante de Fort Floyd [Fort McLane, Grant County, New Mexico], envió un mensajero a La Mesilla, informando a Steck de lo ocurrido y le pedía que asegurase a los jefes chihennes que todo había sido un acto individual y no de las autoridades. Por alguna desconocida razón, Steck no informó del ataque a Collins hasta el día antes de irse para Washington. El agente negó tener ninguna responsabilidad por lo ocurrido, ignorando el hecho de que había faltado a su cita con los chihennes; indicando, en cambio, que, de haber alguna culpa, era de los apaches, y sugiriendo que el ataque de los mineros no le sorprendió. Él les había advertido del peligro de tener cualquier trato con los mineros, comerciando casi diariamente con ellos. Su siguiente afirmación sugería que él había hablado con los apaches, pero esto no era cierto. Probablemente, envió a alguien a investigar el asalto de Tevis mientras él estaba en La Mesilla preparando su próximo viaje a Washington. Los jefes chihennes prometieron que no iban a ir a la guerra y que los asentamientos no iban a ser molestados, prometiendo, en cambio que los mineros de Pinos Altos lo pagarían duramente. Si la guerra estallaba, Steck temía que los apaches huirían al sur, hacia Janos y Corralitos [Chihuahua] donde sabía que estaba viviendo allí el grupo de Delgadito.

Mientras, Lynde había enviado al subteniente John Sappington Marmaduke al río Mimbres, donde se reunió con Tevis y su grupo, entregándole los chihennes capturados, pero no así el ganado que se habían llevado de la ranchería atacada. Los mineros volvieron sin ningún problema a Pinos Altos, mientras Marmaduke regresó a Fort Floyd con 11 de los apaches capturados [antes de salir había liberado a dos hijos de Chaboncito]. Antes de su llegada, Lynde había enviado al capitán Matthew Rider Stevenson para buscar a los chihennes y hablar con ellos. De camino se topó con Marmaduke, llevándose a los 11 apaches al río Mimbres, donde el 12 de diciembre se reunió con Mangas Coloradas y otros jefes, quienes se quejaron del ataque de Tevis: ¿Qué pasa con los apaches muertos y con las mujeres y niños capturados?, preguntaron los jefes. Stevenson pidió a Mangas Coloradas que volviese al día siguiente con Chaboncito para seguir hablando. El 13 de diciembre, Stevenson les dijo que deberían venir con José Mangas, Victorio, y Riñón, y con el ganado y las armas que habían robado el mes pasado. Mangas Coloradas negó que él tuviese ganado robado, culpando a Steck por no haber cumplido su palabra de reunirse con ellos. Stevenson volvió a Fort Floyd con los 11 apaches capturados.

Poco tiempo después, el agente Pinckney Randolph Tully [substituto de Steck], salió de La Mesilla para distribuir maíz a los apaches, pero no encontró a nadie en el río Mimbres. Lamentó que los mineros hubiesen matado a Elías, el mejor indio de la tribu, y hubiesen capturado a la mujer e hijos de Chaboncito, jefe de los chihennes de Warm Springs. Tully pudo enterarse de que los apaches se habían ido, unos a Apache Pass y otros a Chihuahua. Antes de partir habían declarado que no querían la paz con los estadounidenses y que si los colonos de la zona del Mimbres no se iban, los matarían a todos.

Jason Betzinez, cuyo abuelo Delgadito estaba ya con sus seguidores chihennes en México para huir de la invasión estadounidense, corroboró lo dicho por Tully sobre el estado de ánimo de los apaches. Refiriéndose al ataque de los mineros, escribió que la guerra de los chihennes con los estadounidenses comenzó repentinamente por ninguna razón que los indios pudieran explicar. Los blancos habían atacado y matado a varios apaches. La razón era simplemente su avaricia por el oro que pensaban podían encontrar en territorio indio.

Entre mediados de diciembre de 1860 y finales de 1861, pudo ocurrir el siguiente hecho, aunque nunca fue confirmado. Mangas Coloradas acudió a Pinos Altos, solo o con unos pocos de los suyos, a comerciar, o para entablar conversaciones de paz con los mineros,  los cuales supuestamente le ataron a un árbol y le azotaron.

John Carey Ceremony lo contaría en su libro “Life among the Apaches”. Según Cremony, Mangas Coloradas fue secretamente a donde los mineros, uno por uno, prometiendo enseñarles a cada uno de ellos donde estaba el oro, “mucho más abundante y pudiendo ser obtenido con menos trabajo”. Lo que sigue es cosecha de Cremony, citando supuestamente a Mangas Coloradas: “Tú, buen hombre. Tú estás aquí mucho tiempo y nunca haces daño a los apaches. Tú quieres el ‘hierro amarillo’; Yo sé dónde está lleno. Supongo que tú vas a ir conmigo. Yo te lo enseño; pero no se lo digas a nadie más. Mangas Coloradas, tu amigo, él quiere hacerte bien. ¡Te gusta el ‘hierro amarillo’ bien! Yo no quiero ‘hierro amarillo’. No es bueno para mí, no se puede comer, no se puede beber, no se puede mantener frío. Ven, te lo enseño”. Cremony continuó: “Durante un tiempo llevó a cabo esta oferta a cada persona a la que se dirigió, pero después de un tiempo comenzaron a comparar datos, descubriendo que Mangas Coloradas había hecho promesas a todos, con el pretexto del secreto y de la amistad personal. Aquellos que al principio creyeron al viejo bribón, comprendieron de inmediato que se trataba de una trampa tendida para separar y sacrificar a los hombres más audaces y destacados al ganar su confianza y matarlos detalladamente, mientras que su destino sería desconocido para aquellos que se quedaran atrás.

Después de esta ‘aclaración’, la próxima vez que Mangas Coloradas visitó ese campamento, lo ataron a un árbol y le administraron una dosis de ‘aceite de correa’, bien aplicada por fuertes brazos. Su venganza se agudizó más por este merecido tratamiento y, a partir de entonces, puso en marcha todo tipo de operaciones contra los mineros… Mangas Coloradas deseaba su total extirpación. Quería su sangre; estaba ansioso por su aniquilación…”. 

Este relato, cuando menos dudoso, se ha convertido en un hecho histórico, perpetuado por algunos escritores e historiadores. Otros, en cambio, no encuentran datos históricos para confirmarlo. Ni el capitán Stevenson, ni el comandante Lynde, ni los agentes Indios Steck y Tully, ni su superior Collins, mencionaron este supuesto hecho. Tampoco mencionaron nada, dos de los más importantes mineros de la zona, Hank Smith y James Tevis. El periódico Mesilla Times, publicado en 1860 y 1861, tampoco mencionó el incidente, a pesar de haber reflejado gran cantidad de información sobre las minas en Pinos Altos.

¿Y qué pasa con los chiricahuas? Ni una palabra del tema. Jason Betzinez, que nació en el tiempo en el que los bedonkhes y chihennes fueron a la guerra, no contó nada de este asunto [si hubiese ocurrido, la historia oral apache lo hubiera transmitido, y él lo hubiera oído para después contarlo, como así hizo con otros sucesos]. Mangas Coloradas nunca lo mencionó, y pudo hacerlo cuando en septiembre de 1862 pidió la paz a los estadounidenses; o cuando estos le capturaron en Pinos Altos en 1863. ¿Y Gerónimo? Tampoco lo mencionó en su autobiografía; y no hay que olvidar que era un hombre muy cercano al gran jefe. Un dato como ese no lo pasaría por alto. Si los mineros le hubiesen azotado, ¿volvería Mangas Coloradas al mismo lugar tiempo después? El gran estudioso de la Apachería, Edwin R. Sweeney, dudó de la historia contada por Cremony, quien fue una persona muy dada a las exageraciones. El soldado John Teal, quien sirvió a las órdenes de Cremony en los Voluntarios de California, no tenía muy buena impresión de su capitán: Yo no creo nada de lo que él dice, excepto cuando dice que quiere whiskey.

Mangas Coloradas, su grupo y otros chihennes estaban en las Mogollon Mountains [Grant & Catron Counties, New Mexico], donde celebraron un consejo para decidir su siguiente paso. El grupo de Mangas Coloradas, con algunos bedonkohes, decidió irse al territorio chokonen para unirse a Cochise. De camino hacia el oeste, robaron 12 mulas a unos estadounidenses cerca de las Burro Mountains, llevándoselas a Apache Pass. Mientras, los chihennes optaron por regresar a Fort Floyd [llamado Fort McLane el 18 de enero de 1861] para negociar el regreso de su gente confinada allí.

El mundo de los apaches se acercaba a un gran cambio. Ellos no lo sabían, pero en noviembre los estadounidenses eligieron a un nuevo presidente, Abraham Lincoln. Casi de inmediato, algunos de los estados del sur comenzaron a separarse de la Unión. Les siguieron más, y en abril de 1861 comenzó la Guerra Civil entre el Norte y el Sur. Aunque muy lejos, los chiricahuas experimentarían las consecuencias de los estadounidenses luchando entre sí. Desde 1849, cada vez más estadounidenses habían pasado por la ruta del sur hacia California. El camino rozaba el borde sur del territorio chihenne de Mangas Coloradas, pero esto no perturbaba seriamente a los apaches. Al oeste, había un paso que daba a un promontorio montañoso, el Stein’s Peak. Atravesando ese paso, se llegaba por el sur a las Peloncillo Mountains [Hidalgo County, New Mexico], una larga serie de montañas, serpenteando al noroeste desde México hacia el suroeste de New Mexico y el territorio del río Gila, en Arizona. Estas cadenas montañosas jugarían un papel importante en la historia de los chiricahuas. Después de superar el Stein’s Peak, los emigrantes iban por el camino que descendía por una larga pendiente hacia el San Simon Valley, teniendo al oeste las Chiricahua Mountains [Cochise County, Arizona]. En estas montañas, más largo y tortuoso que el Stein’s Peak estaba el Apache Pass, abriéndose al oeste hasta el valle de Sulphur Springs, separando las Chiricahua de las Dragoon Mountains. Esas montañas y valles eran el territorio de los chokonen de Cochise. El 9 de diciembre, Cochise había ido al nordeste del estado de Sonora, desde donde envió a su cuñada Yones, mujer de Coyuntura, a Fronteras para buscar la paz y solicitar raciones y suministros. Las autoridades finalmente aceptaron, pero ante la tardanza en responder hizo que Cochise se impacientase y volviese a Apache Pass. La Cochise’s Stronghold, situada entre las Dragoon Mountains, proporcionaba una base inaccesible para el líder apache. En 1858, la Overland Mail Company comenzó a enviar diligencias de Saint Luis a San Francisco. Los cocheros tuvieron que pasar a través de Apache Pass. La compañía puso una estación en el paso y durante el invierno de 1860-61, Cochise firmó un contrato para suministrar leña a la estación de postas, emplazada junto a los manantiales de Apache Pass y cerca de donde unos años más tarde sería construido Fort Bowie).

1861

* El 27 de enero de 1861, unos apaches aravaipas secuestran a Félix Ward y roban 20 reses del rancho propiedad de John Ward, situado en el Sonoita Valley (Santa Cruz County, Arizona), cuando venían probablemente de incursionar por Sonora. (Con Ward vivía María Jesús Martínez [Jesusa], una mexicana que tenía dos hijos de dos relaciones anteriores, Félix, de 12 años, con Santiago Téllez [aunque hay dudas de ello por su piel clara y ojos azules]; y Teodora, de 10 años, con un hombre llamado Rangel. 

Ward y Jesusa tenían por entonces dos hijos en común, María, que no llegaba a un año de edad; y Santiago, recién nacido. Félix era tuerto del ojo izquierdo, probablemente por una infección en la infancia.

Sin duda atraídos por la ausencia de hombres en el rancho [Ward estaba de viaje en Sonora] los apaches llegaron a la casa. No vieron a un cochero, John Cole, que estaba enfermo cerca de la casa principal, en la herrería de la que era socio con Ward. Alcanzó su rifle, pero apenas podía levantarlo. En la casa, Jesusa y su hija mayor estaban moliendo maíz y haciendo tortitas, llevando en brazos a los dos niños más pequeños. El horno estaba fuera de la casa de adobe, la cual no tenía chimenea. Ward tenía intención de construir una, aunque no tenía prisa, ya que los adobes mantenían el calor del día en invierno y el fresco de la noche en verano. La casa tenía una puerta robusta y troneras desde donde poder disparar en caso de ser atacados. Jesusa estaba contenta porque su hermana había venido a ayudarla con Santiago, el recién nacido. De repente, vio como su hijo mayor corría hacia la casa, perseguido por un apache. Los otros dos estaban cuidando el ganado, algo más al norte, junto al arroyo. Gritando a su hermana, metieron a los niños pequeños dentro de la casa y cerraron la puerta. Jesusa se asomó a través de una tronera, y comenzó a llorar cuando vio que un apache había capturado a Félix.

Desde su escondite, Cole vio a nueve apaches. Unos iban a la casa con intención de tirar la puerta abajo, mientras otros perseguían el ganado al otro lado del arroyo. Lo más probable es que este último grupo encontrara al joven Félix, a unos 300 metros de la casa, donde había un gran huerto, y mientras las ovejas y cabras pastoreaban en la ladera, Félix estaba sentado encima de un melocotón. Le dijeron que bajara y se lo llevaron. Cole pensó que era mejor estarse quieto para no llamar su atención.

La oportuna llegada de dos jinetes, que percatándose de la situación comenzaron a gritar, hizo que los asaltantes huyeran [eran sus vecinos H. E. McCarty y George W. Wilson, que venían de Tubac]. Aunque los dos hombres les persiguieron, los apaches se llevaron 20 reses y a Félix. Al ver que les perseguían, los apaches se dividieron. Uno se llevó a Félix, otro al ganado. Santiago Ward recordaría años más tarde: Un grupo de hombres persiguió a los indios, pero se dividieron en tres grupos: uno cogió a mi hermano, otro al ganado.  Santiago había oído que el tercer grupo seguía incursionando, llevándoles a seguir un rastro equivocado. El muchacho recordó que pasaron cerca de Fort Buchanan [Santa Cruz County, Arizona] para girar al este, a lo largo del Babocomari Creek. Estaba exhausto y tenía la garganta seca, pero mantuvo el paso de los demás porque temía que le mataran si se retrasaba. Avanzaron toda la noche hasta el amanecer.

Al día siguiente, 28 de enero, Ward volvió y al enterarse de lo ocurrido fue, junto a McCarty y Wilson, a Fort Buchanan [Santa Cruz County, Arizona], situado a 20 km. Inmediatamente, el teniente coronel Pitcairn Morrison envió un destacamento al mando del subteniente George Nicholas Bascom a buscar el rastro. Bascom tenía 24 años, y solo tres meses de servicio en Arizona. Desconocía todo sobre los apaches y creía que todos eran iguales. Regresó a la noche informando que las huellas iban hacia el noreste, a las Chiricahua Mountains [Cochise County, Arizona] donde estaba la banda de Cochise. En Fort Buchanan estaba el teniente Richard S. C. Lord, que había venido de Fort Breckenridge [Old Camp Grant] con una escolta de dragones.

La mañana del 29 de enero, Bascom salió de nuevo con 54 hombres, unos dragones de Lord, y otros miembros de la compañía C, del 7º de Infantería, armados con rifles Springfield, modelo 1855 y calibre 58. Los dragones iban montados en mulas, pero otros soldados iban a pie. Detrás de ellos iban tres carros donde llevaban las tiendas, camastros, munición y comida para 20 días. Bascom tenía orden de recuperar al niño y al ganado, usando la fuerza si era necesario cumpliendo con las instrucciones del cuartel general en Santa Fe en caso de una incursión apache. Los rancheros y soldados del territorio creían que los apaches chokonen eran los culpables debido a anteriores robos de ganado ocurridos en la zona. Con Bascom iba Antonio Bonillas, un intérprete de 35 años; y John Ward, quien también hablaba español. Cochise, en ese momento de unos 50 años de edad, desconocía lo ocurrido.

El domingo, 3 de febrero, los exploradores chokonen notificaron a Cochise que un destacamento de soldados estadounidenses, montados en mulas, venía por el oeste. Era una noticia rutinaria, ya que los soldados solían pasar por Apache Pass. De hecho, ya había allí un destacamento de 13 soldados y cuatro carros que había llegado al mediodía de ese mismo día, 3 de febrero. Al mando estaba el sargento Daniel Robinson, de la compañía C, del 7º de Infantería, con los soldados Patrick Daly, William Leiter, George Salliot, y George W. Wilson, de la compañía C; William Burke, William Christy, y Pixlee Sherwood, de la compañía G; y Richard Anderson, George Cooper, Albert Deits, Lewis Dunn, y Joshua J. McCay, de la compañía H. Habían venido de Fort McLane para llevar suministros a Fort Buchanan. Robinson habló con el conductor de diligencias James F. Wallace, que se encontraba en la estación. Cochise y algunos de los suyos visitaron el campamento de Robinson, donde uno de los guerreros jugó una partida de cartas con el sargento: Uno de ellos trajo una baraja de cartas y dio a entender por gestos que deseaba jugar. Los apaches eran expertos jugadores y se jugaban todo lo que tenían en una apuesta.

Además de Wallace y Charles W. Culver, había dos mujeres en la estación, una anciana y demacrada, la otra joven y bastante guapa para una madre e hija india, pensé yo. Después de que se fueron, hablé a Wallace sobre ellas. Él dijo: Ellas pertenecen al campamento de Cochise que está a 1’6 km de aquí; la más mayor es en parte mexicana, y la otra, una mexicana capturada por los apaches cuando era niña, habiendo crecido entre ellos, siendo considerada una más entre ellos, a la que llaman Juanita. Añadió: Vienen a la estación muy a menudo para sentirse útiles.

Los hombres de Robinson estaban comiendo al mediodía cuando llegó Bascom, instalando su campamento al este de la estación de la Overland Mail, al pie del Overlook Ridge. Bascom agregó a los soldados de Robinson a su destacamento, con lo que el número total ascendía a 66, más Antonio Bonillas y John Ward [los dos hablaban español]. Preguntó al sargento por la ubicación de la ranchería de Cochise. Luego se dirigió a la estación en compañía de Ward hablando con Wallace. Allí estaban Juanita y la mujer mayor, a las que Bascom pidió que fueran al campamento de Cochise para decirle que quería hablar con él. El campamento de Cochise estaba a unos 3 km al norte, en el Goodwin Canyon. Las mujeres se fueron, pero Cochise no llegaba. Al final de la tarde, Bascom pidió a Wallace, quien dijo ser amigo del jefe chiricahua, que fuese a su campamento. Wallace volvió diciendo que Cochise vendría al mediodía del día siguiente.

Cochise llegó al mediodía, confiado, con su esposa Dos-teh-seh [hija de Mangas Coloradas] y dos muchachos, uno su hijo Naiche [de unos cuatro años de edad], y el otro su sobrino Chie; junto con tres hombres adultos, uno de los cuales era su hermano menor Coyuntura [padre de Chie]. Pensaba que iba a una reunión social, pues Wallace no le había dicho nada del ataque al rancho de Ward. Bascom, flanqueado por unos pocos soldados con mosquetes, intercambió saludos con Cochise. Era la hora de comer, por lo que le invitó a entrar en su tienda. Cochise y Coyuntura entraron y comieron mientras el resto de apaches hacían lo mismo en otra tienda adyacente. Bascom ordenó al sargento de guardia poner centinelas en la parte trasera de las tiendas y no permitir la salida de ningún apache sin su permiso. Había solo cuatro hombres en la tienda del subteniente, Cochise, Coyuntura, Bascom y Ward, y solo tres de ellos hablaban español. A la hora del café, Bascom explicó que había venido a recuperar al muchacho secuestrado y al ganado. Cochise contestó que él no los tenía, lo que enfadó a Ward. Cochise dijo que podía enterarse de quien tenía al muchacho si le daban 10 días para recorrer 80 o 100 km e interceder ante los captores, posiblemente Western Apaches, para conseguir su regreso.

Hay dos posibilidades. ¿Es posible que Ward no tradujera a Bascom el contenido exacto de la conversación mantenida en español, con Cochise y Coyuntura, diciéndoles que estaban retenidos hasta la entrega del muchacho y el ganado, sin el conocimiento de Bascom? ¿Es posible que Ward tradujera correctamente la conversación y que Bascom mintiera en su informe al teniente coronel Morrison? El informe decía: Yo salí de Fort Buchanan el 29 del mes pasado y llegué a Apache Pass el 3 del corriente; sintiéndome confiado de que tenían al muchacho, capturé a seis indios y dije al jefe Ca-Ches [Cochise] que sería mi rehén hasta que él trajera al muchacho; él negó tener al muchacho, o haber participado en las depredaciones por los alrededores del fuerte, pero dijo que lo habían hecho los coyoteros y que ellos tenían al muchacho en la Black Mountain y que si yo esperaba 10 días en la estación, él lo traería, a lo que yo accedí. Si accedió a que Cochise fuera a rescatar al muchacho, ¿por qué huyó el jefe chiricahua?

Sea como fuere, Cochise sacó un cuchillo y rasgó la lona de la tienda y salió corriendo. Coyuntura fue golpeado por un soldado y otro le clavó la bayoneta en el estómago, hiriéndole, aunque no de gravedad. Los soldados no tenían sus rifles cargados, algo normal cuando no combatían. Los familiares de Cochise fueron capturados mientras el jefe corría hacia el Overlook Ridge. Ward disparó el primero su revólver contra él, causándole una herida leve en la pierna. Este hecho sería conocido por los apaches como “Cortar a través de la tienda”, como diría el viejo guerrero Jason Betzinez en su autobiografía, “I Fought with Geronimo”, y despertaría gran indignación entre otras bandas apaches.

El lunes, 4 de febrero, los soldados vieron señales de humo sobre los picos más altos. Cochise estaba pidiendo refuerzos. Durante la mañana del martes, 5 de febrero, los soldados vieron como un gran grupo de apaches se reunía sobre una colina, a unos 730 metros de allí. Eran los coyoteros White Mountain con su jefe Francisco [Gochaahá], los cuales acamparon cerca de la Black Mountain. A Cochise le hubiese llevado 10 días, viajar al campamento de Francisco, intentar negociar el rescate del muchacho, y volver a Apache Pass. Cochise sabía que los coyoteros habían estado pasando por su territorio, regresando de sus incursiones por México. Incluso así, la presencia de Francisco al día siguiente de la reunión de Cochise y Bascom resulta sorprendente. Por entonces había una estrecha relación entre los chiricahuas y los White Mountain, incluido el matrimonio. Hasta el momento en que Cochise escapó de la tienda parece que habían estado negociando de buena fe, aunque quizás Bascom pudo haber mencionado el hecho de que algún apache iba a estar retenido como rehén.

Cochise pidió ayuda la noche del 4 de febrero y la banda de Francisco apareció justo 12 horas después, en la mañana del 5 de febrero. Desgraciadamente, para Cochise, Francisco no tenía al muchacho y tampoco parece que estuviera en poder de otros White Mountain, lo que significa que el muchacho podía estar con los apaches Tontos, Pinal, aravaipas, u otros Western Apaches, con los que Cochise no estaba en buenos términos. 

Bascom y sus hombres vieron a la mayoría de los apaches desaparecer [unos 250] y a un pequeño grupo acercarse enarbolando bandera blanca. Uno de ellos se adelantó para declarar que Cochise quería hablar con Bascom, el cual accedió siempre que el jefe viniera con no más de tres guerreros para reunirse a mitad de camino entre la estación y el arroyo o la quebrada que discurría de oeste a este, a 110 metros al sur de la estación. Luego ordenó a los soldados ocupar los parapetos y dio orden de abrir fuego si los apaches intentaban cualquier truco. El sargento William Smith llevaba la bandera de tregua y John Ward hizo de intérprete mientras el sargento Robinson vigilaba los movimientos de los apaches en el arroyo. Cochise, Francisco, y otros dos apaches se detuvieron en un punto más cercano al arroyo que de la estación.

Cuando comenzaron a hablar, Cochise pidió la libertad de sus parientes, Bascom le informó que lo haría tan pronto como devolviera al muchacho, algo que obviamente no podía hacer. Cosiche respondió que no sabía donde se encontraba, pero que intentaría encontrarle si dejaba a los suyos en libertad. Bascom se negó. Estuvieron hablando durante algo más de media hora. El sargento Robinson vio a los apaches entrando en el arroyo, llevando arbustos sobre sus hombros para ser usados, pensó él, para camuflarse y disparar, tumbados en el suelo.

La acción del oficial estadounidense seguramente recordó a Cochise las matanzas cometidas por Johnson y Kirker. Ahora lo que quería era obtener la libertad de sus familiares y parece ser que había planeado una estratagema para capturar a algunos estadounidenses y canjearlos por los cautivos apaches por si fallaba la reunión que estaba teniendo lugar. Cuando terminó el parlamento entre Cochise y Bascom, este se dirigió hacia la estación, al mismo tiempo que de ella salían los empleados de la Butterfly Overland Mail Company, Charles W. Culver, su ayudante Robert Welch [o Walsh] y el conductor James F. Wallace con intención de hablar con Cochise confiando en la amistad que tenían con él. Junto al arroyo estaban las dos mujeres, Juanita y la más mayor, saludándoles con las manos levantadas. Ellas se dirigieron hacia Wallace y él hacia ellas. El sargento Robinson declararía: Juanita rodeo su cuello con sus brazos y le abrazó. Cuando él se soltó, ella le cogió la mano llevándole hacia la quebrada. ¡Pobre hombre! No podía pensar que cada paso le llevaba a su destino. Estaban cerca del borde. Él se detuvo demasiado tarde. Unos cuantos apaches salieron rápidamente de la quebrada y le arrastraron al interior. Por un instante me quedé sorprendido, olvidando que estábamos en peligro. Basándose en este relato, se puede pensar que Wallace tenía algún tipo de relación con Juanita.

Parece ser que en cuanto los tres empleados entraron en el arroyo, Francisco gritó en español: “¡Aquí, aquí!”, señalando con el palo que sostenía la bandera blanca al grupo de Bascom, para que les capturaran también. Bascom ordenó abrir fuego a los soldados que estaban en la estación mientras volvía corriendo junto a sus tres hombres, haciendo eses para no cruzarse con los disparos. Robinson declararía: Corríamos para salvarnos, así que no miré atrás, pero había otros que miraron atentamente en esa dirección, quienes nos dijeron que unos cuantos [apaches] nos estaban siguiendo, pero abandonaron con la primera descarga. Mientras en el arroyo, los apaches perseguían a Culver y a Welch. Culver disparó y alcanzó a dos de ellos recibiendo un disparo en el hombro. Los dos corrieron entre la línea de fuego de los apaches y los soldados, aunque consiguieron llegar a la estación. Cuando Welch llegaba al corral de la estación, un disparo le mató. No está claro si fue un disparo apache o de un soldado. Es fácil imaginar la confusión y el humo de 60 soldados disparando, por lo que no hay que descartar que un soldado le matara. Los disparos obligaron a los apaches a retirarse.

Bascom y Robinson pensaron que Cochise y Francisco habían planeado esta acción para intentar capturar al grupo negociador. Quizás Cochise se sintió obligado a hacerlo, ya que Bascom capturó a sus familiares cuando fueron a parlamentar a la tienda del subteniente. Puede que Cochise estuviese desesperado, puesto que, históricamente, los oficiales mexicanos a menudo habían matado a los chokonen que tenían cautivos. Él había perdido a su padre y a su hermano mayor de esta manera, y había visto como otros apaches perdían así a toda su familia. Esta forma de actuar era su único recurso para hacer un intercambio de rehenes. Quizás todo lo ocurrido se debió a lo que les dijo John Ward y cómo lo dijo.

Durante el regreso a la estación, una bala apache hirió al sargento Smith, quien llevaba la bandera blanca. Era uno de los dos soldados heridos en Apache Pass, donde los apaches no mataron a ningún soldado. El tiroteo fue general y enérgico durante algún tiempo hasta que los apaches se retiraron. El sargento Robinson informó de que hubo varios apaches muertos y de que no pudieron retirar sus muertos y heridos hasta la llegada de la obscuridad a causa del fuego de los soldados. En 1861, los apaches no estaban tan bien armados como al final de las guerras apaches, teniendo rifles de pequeño calibre, de corto alcance, que costaban más en cargarse que los de los soldados. Sus principales armas eran el arco y las flechas con un alcance de unos 45 metros, por lo que los soldados tenían una importante ventaja en potencia de fuego y alcance. Cuando los chokonen y los White Mountain se retiraron, Robinson dijo: Todo alrededor nuestro estaba tan tranquilo como un cementerio. Más tarde recordaría que la noche fue espantosa con los peculiares gritos de las mujeres al otro lado de la colina llorando a sus muertos y nosotros temimos el peor destino para el empleado de la estación [Wallace], el ser quemado en la hoguera.

Durante la noche del 5 al 6 de febrero, continuaron llegando refuerzos a los apaches. Era un numeroso grupo de guerreros chihennes y bedonkohes al mando de Mangas Coloradas que venían de una incursión por Sonora. Cuando llegó se enteró de que su hija y nieto eran rehenes de los estadounidenses. Otros más llegaron de las Chiricahua, Dragoon, Mogollon, Peloncillo, y White Mountains, y otros puntos al este, al norte, y al sur. Los informes no son claros, pero Gerónimo, un protagonista no tan importante por entonces, pudo haber llegado con los nednais. Bascom estimó que había más de 500 guerreros. Por la noche, mientras nevaba, los apaches se preparaban para la batalla.

Durante la mañana del miércoles del 6 de febrero, no se veía ningún apache en el arroyo frente a la estación o en las colinas. El sargento Robinson se hizo cargo de las mulas militares y de las de la Overland Mail. Apostó hombres con los rifles cargados a 15 metros de Apache Spring, dejando un hombre en la ladera de Overlook Ridge desde donde podía ver tanto la estación como el manantial, pudiendo dar el aviso si llegaban los apaches. Llevaron a la mitad de las mulas para que abrevaran, llenaron las barricas, volviendo a la estación. Cochise no hizo nada, quizás esperando tener éxito en la negociación.

Ese mismo día debían llegar dos diligencias desde el este y el oeste. Robinson recordaría: Esa misma noche debía llegar una diligencia del este, por lo que un pequeño grupo [de soldados] fue enviado al paso con la esperanza de encontrarse con ella. En un estrecho punto encontraron el camino obstruido con rocas colocadas de tal manera que alteraba el lugar o provocaba un retraso al intentar quitarlas. Los soldados quitaron las piedras y volvieron a la estación a informar sin haber visto la llegada de la diligencia.

La diligencia que venía del este estaba a cargo de A. B. Culver, hermano del encargado herido de la estación de Apache Pass, siendo su conductor Moses Lyon. En el camino los apaches colocaron montones de heno, presumiblemente para prenderles fuego y poder ver en la obscuridad de la noche, cuando los ocupantes se bajasen a retirar las rocas, pero nada ocurrió, y la diligencia llegó a la estación sin ningún incidente. Entre los pasajeros había un matrimonio camino de California.

Mientras, por la entrada occidental del paso, venía una caravana de nueve carros dirigida por José Antonio Montoya, los cuales acamparon cerca de unos robles, a 3 km al oeste de la estación. Nada más detenerse, Cochise atacó. Los apaches mataron a seis carreteros mexicanos y capturaron a otros dos, más a los estadounidenses Sam Whitfield, William Sanders y Frank Brunner [este último mestizo cherokee]. Después ataron a los dos mexicanos a las ruedas de los carros para quemarles, poco a poco, sobre unas brasas hasta morir. Luego bloquearon el camino con grandes piedras, llevándose las mulas de la caravana.

Después de medianoche, la diligencia con el correo que venía de Tucson [Pima County, Arizona] y que se dirigía hacia la estación de Apache Pass, también fue atacada con la intención de obtener más cautivos. Los apaches abrieron un esporádico fuego, hiriendo a dos de las mulas y al conductor, King Lyon [hermano de Moses Lyon]. Lyon sufrió la rotura de una pierna a causa de un disparo. Junto a él iba Nelson J. Davis, quien cortó los arreos de las mulas heridas, mientras William Buckley, superintendente de la Overland Mail, cogía las riendas, azotando a las mulas restantes para que galopasen. Los apaches habían destruido el puente, pero como detenerse no era una opción, Buckley siguió adelante, consiguiendo pasar por fuera de los soportes exteriores del puente, cruzando el pequeño arroyo. La diligencia logró alcanzar la protección de la estación.

El periódico Daily Alta California publicaría, el 19 de febrero de 1861, el relato de Buckley: Salí de Tucson el martes a la tarde en una diligencia correo hacia El Paso, con seis pasajeros, encargado y conductor. Estando a algo más de 3 km de la estación de postas, alrededor de la 01:00 de la madrugada, fuimos atacados por indios, los cuales hicieron 12 o 14 disparos. El conductor resultó gravemente herido, una mula muerta y otra herida. Al estar obscuro, era imposible ver a los indios hasta que comenzaron a disparar. Todos los pasajeros abandonaron el carruaje y cuando salíamos de la diligencia, descubrimos ruedas de carros y cuerpos de hombres tendidos en el camino. Los indios habían atacado una caravana de inmigrantes, atado a ocho hombres a las ruedas, quemándolos. Por los restos que pudimos ver, supusimos que eran mexicanos. Tan pronto como pudimos poner al conductor herido dentro de la diligencia, nos dirigimos a la estación. Como el camino era difícil, parecía imposible llegar a ella, ya que los indios habían puesto pesadas rocas en varias partes del camino. 

Con la ayuda de los pasajeros [entre ellos el teniente John R. Cooke del 8º de Infantería; y W. S. Grant, un ciudadano de Tucson] pudimos mover las rocas y empujar la diligencia hacia las colinas. Poco después de salir, nos dispararon de nuevo. Llegamos a la estación sobre las 02:00 de la madrugada. Encontré una compañía de soldados al mando del teniente Bascom, quien había capturado a seis indios el día anterior, y matado otro. Uno de mis hombres resultó muerto en la estación, otro herido, y otro capturado. Mis hombres supusieron que los indios eran amistosos con ellos, ya que habían levantado bandera blanca. Cuando salieron a donde estaban ellos, dispararon a uno y capturaron a otro. Otro de ellos fue disparado en la estación. Cuando los indios estaban disparando a los soldados, la diligencia llegó del este, y creyendo que no era seguro enviarla, la retuve aquí. El teniente Bascom tuvo que enviar a unos soldados a Fort Buchanan a buscar provisiones y asistencia médica, ya que varios de sus hombres estaban heridos, enviando yo a uno de mis hombres para conseguir una escolta para la estación.

Después de que ellos se marcharon, llevamos al resto de las mulas a donde estaba el agua, a unos 800 metros de la estación, con unos 20 soldados [eran 15 al mando del sargento James Huber]. Estando en la fuente, los indios espantaron todas las mulas, matando a uno de mis hombres e hiriendo a un soldado. Regresaron dos de las mulas. Ellos se llevaron 14 mulas de la Overland Mail Company y 42 del gobierno [en total se llevaron 29 mulas]. Yo esperaba salir inmediatamente para El Paso, después de que las mulas hubiesen abrevado, pero nos quedamos sin ninguna mula, no saliendo de aquí hasta la llegada de otra diligencia por el oeste, esperándola esta mañana. Yo he pedido tropas a Fort Buchanan y a Fort Breckenridge, y tendremos 25 hombres de Fort Buchanan aquí esta noche, y probablemente 50 de Fort Breckenridge mañana, para proteger las estaciones y escoltar los correos. Yo espero que todo esté en marcha otra vez correctamente en pocos días, no saliendo de aquí hasta que lo esté. No creo que haya más problemas con los indios, ya que tenemos nueve prisioneros aquí, y ellos estarán muy contentos de hacer un trato y entregar cualquier prisionero que puedan tener.

Más tarde, Cochise hizo un esfuerzo más para reconducir la situación. En algún momento de la noche, cuando las dos diligencias ya habían llegado, hizo llegar una nota a Bascom escrita por Wallace. Fue encontrada clavada en la rama de un árbol cercano a la estación, en la que decía que Cochise tenía tres prisioneros más, cuatro en total, que quería cambiar por sus familiares. La nota continuaba diciendo que si Bascom trataba a sus prisioneros bien, él trataría a los suyos igual.

Durante la noche y la mañana siguiente, 7 de febrero, nevaba. A media mañana, Cochise apareció en la orilla del arroyo, al sur de la estación, llevando a atado Wallace con él. Gritando dijo que Cochise quería cambiarle, junto a 16 mulas, por los apaches cautivos. Bascom quiso saber donde habían capturado las mulas, contestando Cochise que pertenecían al gobierno estadounidense. Bascom volvió a decir que si traía al muchacho y a los otros cuatro prisioneros, harían el intercambio. William Sanders Oury [entonces agente postal en Tucson] quien llegaría a Apache Pass más tarde en compañía de un destacamento de Dragones, relataría lo que oyó de algunos de los presentes en la estación: Teniendo Wallace sus manos atadas a la espalda con una larga soga, fue alzado sobre el nivel del suelo para saludar a la gente y poder hablar, estando los indios ocultos en el barranco tan completamente que no se veía a nadie desde la estación. Bascom mantuvo una conversación con Wallace, diciendo este que moriría muy pronto al sufrir tanto a causa del frío y del hambre  como él lo estaba haciendo. Fue llevado, como se recordará, en mangas de camisa y en el mes de febrero, el frío es muy intenso en Apache Pass, y los demonios [los apaches] le habían mantenido varias noches sin darle siquiera una manta con que protegerse del frío. Wallace dijo al subteniente que Cochise le permitió decir que si él liberaba a los indios, él [Wallace] también sería liberado. Bascom contestó preguntando a Wallace si Cochise todavía tenía a los otros dos hombres blancos [en realidad eran tres], y al contestar que sí, dijo a Wallace que dijera a Cochise que si él estaba de acuerdo en liberar a los otros tres hombres blancos, él entregaría a todos los indios [ocho en total, pero en realidad eran seis], a lo que Cochise se negó, terminando así la conversación.

Cuesta creer que Cochise no estuviese de acuerdo con esta propuesta de recuperar a sus familiares, pues era lo que estaba buscando desde que se inició el conflicto. ¿Ofreció Cochise intercambiar solo a Wallace y mantener como prisioneros a los otros tres hombres? La nota clavada en el árbol decía que quería intercambiar a los cuatro ¿Fue Cochise o Bascom el que se negó? ¿Oyó Oury este relato de las personas que estuvieron presentes en Apache Pass? Oury defendería la postura de Bascom: El lector que me ha seguido a través de la anterior narrativa podrá rápidamente comprender y elogiar el motivo que llevó a Bascom a rechazar la proposición de Cochise. ¿Qué persona imparcial no le condenaría si él hubiera hecho tan injusta discriminación entre sus propios compatriotas? La vida de cualquiera de los otros prisioneros era tan sagrada y tan valiosa como la de Wallace, y cualquier honorable hombre habría hecho lo que él hizo, o todos o ninguno.

Recordemos que Oury no estuvo presente, ni tampoco el sargento Reuben Frank Bernard, quien diría que Bascom no aceptó realizar el intercambio, desoyendo sus consejos, siendo incluso arrestado por su insistencia y puesto bajo custodia. La realidad es que no hay ningún informe que hable de ese incidente, ni tampoco ninguno que refleje la presencia de Bernard en Apache Pass hasta el 14 de febrero. El sargento Daniel Robinson diría: El 14 de febrero, dos compañías de Dragones llegaron de Fort Breckenridge [Old Camp Grant, Pinal County, Arizona] al mando del capitán Moore y el teniente Lord. El sargento 1º de una de las compañías era Reuben F. Bernard …. La realidad es que no sabemos con certeza lo que ocurrió, pero la mujer, el hijo, el hermano y el sobrino de Cochise permanecieron en poder de Bascom.

Esa misma mañana del 7 de febrero, el sargento 1º James Huber, de la compañía C, del 7º de Infantería, llevó la mitad de las mulas al manantial, con una protección de 20 soldados. También fue el sargento Robinson, ya que conocía mejor la ubicación exacta del lugar. La idea era ir con la mitad de las mulas para que abrevaran, llenar los barriles, y volver a la estación. Robinson con cuatro soldados tomaron posiciones sobre una empinada ladera por encima del manantial. Otro soldado fue al Overlook Ridge con la intención de disparar su rifle si veía apaches acercarse. La primera de las mulas había comenzado a beber cuando Robinson vio a Moses Lyon montado llevando toda la manada detrás de él. Uno de los soldados avisó a los soldados de que unos 100 apaches se aproximaban a pie a unos 275 metros de allí. Robinson y los cuatro soldados abrieron fuego con la intención de empujar a los apaches hacia la izquierda, ascendiendo la empinada ladera al sur del manantial, mientras Robinson mantenía la posición por el norte. Los apaches también abrieron fuego disparando desde lo alto. Por entonces solo les separaban unos 100 metros. Huber ordenó retirarse con la manada mientras disparaban sus rifles de mayor alcance. Mientras se giraba para seguir al grupo de Huber, Robinson fue alcanzado por una bala apache en su rodilla derecha, cerca de la rodilla. No pudo andar más que unos pocos pasos, por lo que buscó protección bajo un cactus donde cargó su rifle. Los hombres de Huber mantuvieron un continuo fuego salvándole la vida.

En la estación, Bascom oyó el tiroteo viendo un gran grupo de apaches en el arroyo y al oeste, sobre la parte alta de la estación. Cochise quería atraer a los soldados al aire libre para poder atacarles por su flanco. El teniente John Cooke, el pasajero de la diligencia, se puso al mando de 10 hombres para ayudar a Huber. Robinson no podía moverse, estando bajo expuesto al fuego de los tiradores apaches. La gran capa que llevaba pronto quedó agujereada por varias balas. El grupo de Cooke hizo retroceder a los apaches, pero estos mataron a Moses Lyon. Cuando el tiroteo cesó, Robinson fue llevado a la estación. A pesar de la potencia de fuego de los soldados, los apaches lograron llevarse 27 mulas del ejército y todas las de la Overland Mail.

Con cuatro hombres heridos, William Smith [sargento]; Charles W. Culver [empleado de la estación]; King Lyon [conductor de diligencia]; y Daniel Robinson [sargento], Bascom decidió pedir ayuda a Fort Buchanan, enviando al cabo Adam Fraber y al soldado P. C. Daly. Mientras, William Buckley, superintendente de la Overland Mail, envió a A. B. Culver a Tucson para pedir ayuda allí y en Fort Breckenridge. Dejaron la estación, uno a uno, montados en mulas, antes y después de la medianoche, forrando sus cascos para amortiguar el ruido sobre el paso rocoso, aunque la nevada pudo ayudar a evitar el ruido y evitar la presencia de los apaches. Los tres hombres fueron primero a la Ewell’s Station cambiando las mulas. Sorprendentemente, esta estación estaba indemne, situada a 8 km al sur de Ewell’s Spring, en las Dos Cabezas Mountains [Cochise County, Arizona]. Luego cabalgaron a las Dragoon Springs [Cochise County, Arizona], llegando a la mañana del viernes, 8 de febrero, cambiando otra vez sus monturas, donde se dividieron. Los dos soldados cabalgaron a Fort Buchanan llegando al anochecer de ese mismo día, mientras Culver se dirigió al San Pedro Crossing, Seneca Station, y finalmente Tucson, donde informó a William Sanders Oury. Este envió un correo a Fort Breckenridge, quien cabalgó toda la noche, llegando al anochecer del sábado, 9 de febrero.

En Fort Buchanan, el teniente coronel Morrison no tenía muchos hombres de sobra, por lo que envió un mensajero a Fort Breckenridge, ordenando al teniente Isaiah N. Moore dirigirse a Apache Pass. Fraber y Daly dijeron que Bascom estaba rodeado por 500 apaches y que los heridos necesitaban de cuidados médicos. El cirujano militar Bernard John Dowling Irwin partió el 9 de febrero bajo una tormenta de nieve, al frente de 11 soldados de la compañía H, del 7º de Infantería, más el cabo Adam Fraber [que había venido de Apache Pass] y el civil James Paddy Graydon [antiguo dragón, ranchero, y propietario del más famoso burdel de Arizona].

En Fort Breckenridge, el subteniente Richard S. C. Lord, y el teniente Isaiah N. Moore, partieron el 10 de febrero, al mando respectivamente de las compañías D y G, del 1º de Dragones. Con la compañía D de Lord iban el sargento 1º Reuben Frank Bernard; los sargentos Franklin Fisher y Robert J. Ward; los cabos William H. Brown, William DuBois y Jacob M. Lull, y 35 soldados. Con la compañía G de Moore iban el sargento 1º Thomas Henderson; los sargentos John M. Hixon, William Martin; y los cabos Sylvester Bennett, George M. Curtis y Cyrus Pennock, y 35 soldados.

En Tucson, Oury partió con otros cuatro empleados de la Overland Mail hacia Apache Pass.

Mientras en la estación, los soldados continuaron abrevando el resto de las mulas y llenando las barricas por la noche sin ser molestados por los apaches. Bascom no estaba muy dispuesto a encender hogueras para calentarse y evitar que las siluetas de sus soldados se mostraran en la obscuridad. Cochise no hizo más intentos de atraer a los soldados al exterior. A los apaches no les gustaba pelear por la noche. Hasta que a partir del 8 de febrero, los soldados no vieron a ninguno. Antes, Cochise había enviado a las mujeres y niños de su banda al sur, fuera de peligro.

El día 10 de febrero, el pequeño grupo de Irwin cruzó la ancha llanura, al oeste de las Chiricahua Mountains, la Willcox Playa, y el Sulphur Springs Valley, donde vieron a unos apaches que volvían de una incursión. Resultaron ser coyoteros White Mountain que llevaban una manada de reses y caballos. A pesar de su exiguo número, Irwin ordenó perseguirles, consiguiendo atrapar a tres de ellos, capturar dos caballos y 13 novillos. Irwin informaría: Después de cruzar la Playa de los Pimos [Willcox Playa] el día 10 y mientras íbamos de camino, descubrí una manada de reses llevada por indios a unos kilómetros de distancia. Al estar mi infantería montada en mulas, inmediatamente comencé a perseguirles y, tras una dura caza de 9 o 11 km, tuve éxito en capturar al grupo, consistiendo en un jefe coyotero y dos guerreros, teniendo en su posesión 13 reses y dos caballos. Até a los prisioneros y, junto al ganado, los entregué al subteniente Bascom en Apache Pass….

Irwin pasó por el lugar donde los apaches habían saqueado y quemado cinco carros. A la luz del día vio lo que los pasajeros de la diligencia habían solo vislumbrado en la obscuridad. Ocho hombres yacían muertos. Los apaches habían atado a dos de ellos a los carros, quemándolos vivos. Cuando Irwin llegó a la estación, los soldados de Bascom y los pasajeros dieron gritos de alegría, poniéndose el cirujano a atender a los heridos.

Cuando Oury llegó a la Ewell’s Station, a unos 24 km al oeste de Apache Pass, supo que los tenientes Lord y Moore, le habían precedido. Oury los alcanzó antes de que hubieran llegado, yendo juntos a la estación, llegando el 14 de febrero, después de que Cochise se hubiera ido. Al ser Moore, el teniente más antiguo, asumió el mando de todos los hombres. Después de descansar dos días, organizó un grupo de reconocimiento formado por las dos compañías de Dragones y 40 soldados de Infantería de Bascom. El 18 de febrero encontraron de 10 a 15 wickiups con signos evidentes de haber sido abandonadas rápidamente unos días antes. A 6’5 km de la estación, el día 19, Irwin encontró los cuerpos de los cuatro prisioneros estadounidenses [Sam Whitfield, William Sanders, Frank Brunner y James Wallace].

Los hechos pudieron ocurrir así. El 8 de febrero, la compañía B, del 8º de Infantería, al mando del capitán Isaac Van Duzer Reeve marchaba por las Dos Cabezas Mountains camino de Fort Bliss [El Paso County, Texas] para contribuir en su defensa ante un eventual ataque por parte de texanos partidarios de la Confederación. Habían salido días antes de Fort Breckenridge desconociendo lo ocurrido en Apache Pass. A unos 24 km estaban los vigías apaches, divisando la columna que, con los carros de suministros y los animales levantando polvo, parecía ser un gran destacamento. Avisaron a Cochise, Mangas Coloradas y Francisco, quienes vieron lo que interpretaron como tropas de refuerzo que venían por el norte; Bascom estaba al sur; es decir, su gente corría el peligro de verse rodeada. Renunciando a más negociaciones y a recuperar a su familia, Cochise torturó y mató a los cuatro prisioneros, dejando sus cuerpos carbonizados sobre el terreno [quemar a sus prisioneros era una práctica común entre los chiricahuas]. Mangas Coloradas y los suyos se dirigieron al río Gila, mientras Cochise llevó a su gente hacia los alrededores de Fronteras [Sonora] donde estableció una ranchería junto a los chokonen de Esquinaline, los bedonkohes de Teboca, los chihennes de Delgadito, y los nednais de Galindo

El 18 de febrero las diligencias partieron de Apache Pass, hacia este y oeste, con sus pasajeros y los dos civiles heridos. Al día siguiente, Bascom [o Moore] dejó un destacamento de 14 soldados, al frente de los cuales estaba el sargento Patrick Murray, para proteger la estación. Bascom informaría: Volvíamos a la estación y al día siguiente [19 de febrero] nos dirigíamos a Fort Buchanan; cuando cerca de la escena de la masacre y a unos 275 metros de los carros quemados, llevé a los seis guerreros que tenía como prisioneros hasta las tumbas de los hombres asesinados, explicando a través del intérprete lo que había ocurrido y mis intenciones. Atados de forma segura de pies y manos, los ahorqué en los árboles más cercanos. Los tres que permanecieron prisioneros, una mujer y dos muchachos, los he entregado a la guardia del puesto [Fort Buchanan]. ¿Por qué Bascom asumió la responsabilidad del ahorcamiento si Moore estaba al mando? Los ahorcados eran Coyuntura [hermano de Cochise] y otros dos chokonen, más los tres coyoteros White Mountain capturados por Irwin. Permanecieron colgados durante meses de un roble hasta que su descomposición les hizo caer al suelo. La esposa y el hijo de Cochise fueron puestos en un carro, llevados a Fort Buchanan y, posteriormente, liberados. Cuando los soldados iban hacia Fort Buchanan capturaron a una mujer chiricahua y rescataron a dos niños que habían sido capturados por los chiricahuas el 5 de febrero. 

El sargento Reuben Frank Bernard [llegaría a ser teniente coronel] escribiría ocho años más tarde sobre Cochise: Este indio estaba en paz hasta que fue traicionado y herido por hombres blancos. Ahora, cuando le hablan de paz, señala sus cicatrices y dice: Estaba en paz con los blancos hasta que intentaron matarme, por lo que otros indios hicieron; ahora vivo y muero en la guerra con ellos. Pero Bernard llegó a Apache Pass más tarde, con el subteniente Lord.

El subteniente Bascom, sería trasladado a Fort Craig, New Mexico, muriendo en la batalla de Valverde, a orillas del Río Grande, el 21 de febrero de 1862, luchando contra los confederados. Charles Debrille Poston, explorador, buscador de oro, escritor, político y funcionario, llamado el “Padre  de  Arizona” diría de él: “… llevaba barba para ocultar su juventud, era un tipo bien parecido, de Kentucky, de West Point y, por supuesto, un caballero pero, desgraciadamente, un tonto…”.

Estos sucesos se conocen como el “Incidente Bascom”. El joven de 12 años, protagonista involuntario en el drama que trajo la guerra, nunca más vería a su madre ni a John Ward. Llegaría a la edad adulta entre los apaches coyoteros White Mountain y sería un explorador del ejército estadounidense llamado Mickey Free, sabiendo hablar español, inglés y apache. Se alistaría el 2 de diciembre de 1872 en Fort Apache, bajo el mando del jefe de exploradores Al Sieber. Fue especialmente efectivo en el año 1883, en la expedición del general Crook en Sierra Madre [México]. Cuando se retiró de explorador, vivió en la reserva de los apaches White Mountain, donde se casó y tuvo varios hijos [muchos de sus descendientes aún viven en esa reserva]. Mickey Free fallecería en el verano de 1915 cerca de Whiteriver [Navajo County, Arizona].

En 1977, en una entrevista en San Carlos, May Mitchel Naltazan, sobrina de la segunda esposa de Mickey Free, reveló la identidad de los apaches que asaltaron el rancho de Ward, más de un siglo antes. Víctor, el jefe del grupo, tenía solo un ojo y llevaba un trozo de cuero y una cuerda alrededor de su cabeza. Según May, era un apache aravaipa, que se trasladó de México al Aravaipa Creek, instalándose allí … donde estaba El Capitán.

Víctor, llamado Beto por los apaches, era un ex cautivo mexicano que había ascendido a la posición de líder de un grupo local. La banda aravaipa estaba muy estrechamente relacionada con los apaches Pinal y, como todos los otros Western Apaches, tenía como unidad social básica una extensa familia, una o más de las cuales formaban un grupo local. El líder del grupo se convirtió en su jefe. En virtud de la capacidad, los logros y las relaciones, algunos de estos jefes extendieron su influencia a toda la banda y a veces más allá. Eskenaspas [Eskinospas] y Eskiminzin eran los otros principales jefes de la gente de las rocas oscuras, los aravaipa, que ocupaban el San Pedro Valley, entre las Pinaleno y Santa Catalina Mountains [Pima & Pinal Counties, Arizona].

Entre estos apaches había hombres y mujeres de otras bandas que se habían casado con los aravaipas. Una de ellas era una joven, Adahay, de la banda de Eskeatzah de los apaches White Mountain Occidentales, que vivía en Cedar Creek. Adahay, de unos 23 años de edad, se había convertido en la tercera esposa de un hombre llamado Haskinentah, que ya estaba casado con dos hermanas, según la costumbre. Los apaches creían que las esposas que eran parientes de sangre podían coexistir amistosamente, pero a veces podía fomentar el resentimiento hacia otra esposa, que no era pariente.

Adahay, que ya tenía una hija pequeña y estaba nuevamente embarazada, se encontró extraña. Siendo una mujer independiente y de carácter fuerte, decidió volver con su propio pueblo. Aunque Adahay nunca regresó con su marido ni se volvió a casar, ella crio a muchos niños, además de los suyos. En sus últimos años se convirtió en narradora de la historia de la familia, contándosela a su bisnieta, Mary Velasques Riley. Refiriéndose a Félix Ward, Mary recordó: La abuela dijo que Mickey estaba por los alrededores de los ríos San Pedro y Aravaipa, pero no dijo que él estaba con ella, solo dijo que estaba allí y que el jefe del grupo era Eskiminzin. Mary citó a Adahay diciendo: Mickey estaba en el Aravaipa Canyon. Solo los apaches saben cómo seguir por ese cañón. Solía decir que era un ‘Nakaiyé’, un mexicano capturado, pero por quién o cómo, no lo dijo. Mary añadió: Mi madre y mi padre solían hablar de cómo Mickey fue capturado. Mickey dijo: Cuando fui capturado estaba en un melocotonero.

Al igual que Adahay, Félix pronto se trasladó al territorio de los White Mountain. Los apaches aravaipa y Pinal a menudo intercambiaban o regalaban cautivos a otras bandas que vivían a una mayor distancia del hombre blanco. El anciano apache White Mountain, conocido por el nombre anglosajón de John Rope, explicó al etnólogo Grenville Goodwin: Mickey Free, se crió conmigo. Siempre lo tratamos como uno de nosotros. Rope recordó que la gente de Eskiminzin cambió a Félix por alguna medicina especial y que el viejo chamán que lo recibió, se lo dio a mi padre para que lo tuviera como ayudante. En sus recuerdos publicados, Rope dijo que Mickey fue criado por mi padre. Se lo entregó la gente de San Carlos cuando era un niño pequeño. Mickey y yo fuimos criados juntos, así que nos llamamos hermanos.

El padre de John Rope, Nayundiie, era el líder de un grupo local de apaches White Mountain occidentales que vivían en las bifurcaciones del Cedar Creek. Las dos esposas de Nayundiie, que le habían dado muchos hijos e hijas, eran las hermanas de Adahay. Además de John Rope, sus hijos incluían a los muchachos que más tarde serían conocidos como Nathan y David Declay, al cambiarse sus nombres apaches por nombres anglosajones. Mickey se quedó con John Rope y, mi bisabuela y su gente, cocinaron para esos niños, explicó Mary Riley. Las dos esposas eran sus hermanas. Ellas murieron en el parto. Por eso dijo a Mickey que fuera a buscar agua, quedándose con los niños. Ella dijo: Siempre tenía miedo al darle de comer, cuando él quería hacerlo. Dejaba suficiente comida en la olla, pero temía que excarbara demasiado e hiciera un agujero en ella. Las mujeres solían tener miedo al darle de comer. Ella diría: Mickey siempre comía. Así, Félix descubrió que los sanguinarios salvajes eran tan capaces de calidez y humanidad como cualquier otra gente. Por otra parte, su fuerte sentido de la paternidad aseguraba que ningún joven, huérfano o cautivo, se quedara sin familia. Poco a poco, al aprender la lengua apache, Félix encontró que sus captores eran un grupo gregario y amantes de la diversión, a pesar de lo reservados que eran con la gente que no conocían bien, sospechando de los extraños.

Nayundiie, el jefe de la familia adoptiva de Félix, era el líder del grupo local de los apaches White Mountain occidentales, cuya principal granja estaba en las bifurcaciones del Cedar Creek, de donde su clan recibió el nombre de Álamos uniéndose. Las dos esposas de Nayundiie, los hijos que habían dado a luz y su hermana Adahay, pertenecían al clan Picos delgados que se levantan, que estaba fuertemente representado en las fincas un poco al sur, en Cedar Creek Crossing, y cuyo principal sitio estaba cerca de Bear Springs [Navajo County, Arizona]. Muy relacionado con el clan de Nayundiie, estaba el clan Entre dos colinas, muchos de cuyos miembros, junto con la gente de los Picos delgados,  fueron invitados a instalarse en la granja en Cedar Creek, después de una sequía que arruinó algunos de sus campos en 1864. Fue entre esta gente, interrelacionadas a través de la sangre y el matrimonio, que el joven Félix amplió sus contactos inmediatos y con los que permanecería asociado a lo largo de su vida adulta.

La historia de la primera década de Félix Ward entre los apaches es la de la aculturación. Aprendió el idioma, el estilo de vida, y aceptó los valores y obligaciones de los apaches. Debido a que las granjas no eran lugares de residencia permanente, el joven Félix llevó una existencia nómada. Los grupos apaches locales se movían alrededor de su territorio natal, particularmente en viajes de caza y recolección de alimentos. Solíamos juntar bellotas desde Oak Springs [Apache County, Arizona] al oeste, hasta Rocky Creek [?] al este. Cuando las bellotas estaban maduras, subíamos a los árboles y sacudíamos las bellotas al suelo, recordó John Rope. Después de un tiempo siempre enviábamos a alguien a Cedar Creek para ver cómo estaba el maíz y si estaba maduro, toda nuestra gente empaquetaba las bellotas que habíamos recogido y volvía a cosechar el maíz. A finales del otoño solíamos juntar bayas de enebro.

Además de ayudar en el campamento y en los viajes para recolectar alimentos, Félix y otros muchachos jugaban, hacían carreras, peleas simuladas, y cazaban. Los chicos solíamos cazar ratas con arcos y flechas. Empezábamos por la mañana y cazábamos hasta la media tarde. Un chico introducía un palo largo en el nido de la rata, mientras otro niño esperaba en la entrada del nido, explicó John Rope. La rata llegaba a la entrada y asomaba la cabeza, entonces el chico le disparaba.

Adahay, que recordaba a Félix como un muchacho perpetuamente hambriento, capaz de arruinar su cerámica en su entusiasmo por raspar hasta el último bocado, servía sus comidas en el metate de piedra que utilizaba para moler harina de maíz, y le asignaba un trabajo para conseguir su comida. Es por eso que cuando se quedaba con ese grupo, la abuela no le ordenaba nada porque ayudaba, más que otros chicos, y después empezó a darle de comer igual que al resto, explicó Mary Riley. Pero después de que él empezó a vivir con ellos, ella comenzó a quererlo un poco más, así que ya no le cuidaba, tratándolo igual que al suyo. Ella dijo que los chicos solían ir a cazar con su padre.

Siendo anciana, Adahay contó a su bisnieta cómo los muchachos regresaron triunfalmente con un cerdo salvaje colgado de una pértiga, su primer trofeo de caza real. Al día siguiente, como era costumbre, el premio fue asado y compartido entre todos. Recordó, también, cómo Félix traía pájaros, conejos y otros pequeños animales. Adahay hervía los conejos en un estofado al que añadía bellotas, y hacía pan de maíz que ella misma molía. A pesar del origen extraño de Félix y el apetito que había desarrollado en la granja de su padrastro [John Ward], la cuñada de Nayundiie creció queriendo al muchacho cautivo de piel clara unido a su familia adoptiva. Incluso perdonó a Félix cuando él y algunos otros muchachos no advirtieron al campamento de un ataque inminente. Ella dijo que Mickey se sentó y bebió un trago de agua y no fue a decirles quién venía, relató Mary Riley. Ella estaba muy enojada con él. Alguien lo envió a buscar agua y después de llenar su jarra, bebió un vaso de agua e incluso cuando supo que había cosas en su camino [el enemigo] no fue a decírselo a su gente. Sin embargo, Mickey no estaba seguro, ella dijo que él le había dicho que había un montón de cosas negras en la noche y era casi de mañana. Adahay dijo a su bisnieta que muchas personas murieron y que solo unos pocos escaparon vivos. Todos los muchachos mayores salieron corriendo.

Este incidente se parece a un ataque de un destacamento de soldados, con pápagos y apaches mansos aliados, contra un campamento apache White Mountain en 1864. En cualquier caso, los ancianos posteriormente perdonaron  la aterrorizada inacción de Félix y los otros muchachos, aislados del campamento en la oscuridad previa al amanecer, quizá debido a las creencias apaches que asociaban la noche con fantasmas y espíritus malignos. A medida que crecía, Félix estaba a menudo ausente del campamento de Nayundiie, pero Adahay lo veía siempre que él y los hijos de sus últimas hermanas regresaban. Cuando el joven Félix Ward asimiló el estilo de vida apache, de 1861 a 1871, la población anglosajona y mexicana de Arizona aumentó casi un 50 %. El torrente de recién llegados produjo un aumento de los contactos, y muchas veces confrontaciones, con los pueblos nativos de Arizona. Mientras que colonos como John Ward se sentían un poco más protegidos que antes de la Guerra Civil, los apaches ahora veían nerviosamente la proliferación de puestos militares en todo su territorio. Varios de esos puestos se duplicaron como estaciones de racionamiento para las reservas indias propuestas.

Fort Goodwin, por ejemplo, se estableció en el extremo suroeste del territorio de los apaches White Mountain y Cibecue en 1864. Al principio, una base para los movimientos de tropas contra los campamentos apaches, se convirtió para muchos nativos, en particular para las mujeres y los niños, en una fuente de nuevos lugares de interés, y extraños regalos. Aquí, muchos de ellos vieron soldados y civiles blancos por primera vez. En mayo de 1870, poco después de que Arizona se convirtiera en un departamento separado dentro de la División del Pacífico, el ejército estableció un puesto en el corazón del territorio White Mountain y Cibecue. Posteriormente fue trasladado a una mejor ubicación en las bifurcaciones del White River, siendo llamado Camp Apache. Además de su papel militar, Camp Apache sirvió como un puesto de alimentación para los nativos vecinos. Esta función difícilmente habría podido satisfacer al joven que, pocos años antes, había raspado las ollas de Adahay hasta casi destrozarlas. De hecho, Félix mejoró las oportunidades que ofrecía el puesto del ejército entre las raciones semanales. Se recuerda que trabajó en la desordenada cocina de Camp Apache por su alojamiento.

La gente de Nayundiie, que vivía en Cedar Creek, estaba entre los más occidentales de los apaches White Mountain. La banda del jefe Pedro [Hack-yaniltl-i-dn] vivía por encima de ellos y bandas lideradas por el jefe Miguel [Esh-ke-iba] y los otros jefes de Cibecue acampaban al oeste. Al este estaban los apaches White Mountain orientales, cuyo jefe principal era Eskeltecela o Esh-kel-dah-silah. Mientras que los matrimonios mixtos y las afiliaciones de clanes vincularon a la gente de Nayundiie con las otras bandas White Mountain, la proximidad las puso en contacto también con la gente de Cibecue. Los jóvenes nómadas, como Félix, estaban sin duda bien informados por todos los lados.

La aculturación del joven Félix continuó en ese contexto. Después de varias entrevistas, la biznieta de Adahay, Mary Riley, dijo en una confidencia: Hay algo que no te dije, es acerca de las personas que eran nuestros enemigos. Bueno, Mickey Free era un guerrero y lo entrenaron para serlo, yendo en incursiones apaches. Mary contó que Mickey había hablado de una incursión contra nativos enemigos e incluso de que había matado a una joven y a su bebé. Cuando ella y otros niños le preguntaron por qué, él respondió: Ellos hicieron lo mismo a nuestra tribu, en el Velasquez Butte [Gila County, Arizona], allí mataron a muchos apaches, hicieron lo mismo. A los ojos de Mary, él pensaba en ello y hacía lo mismo, y ¿él no es un apache?, seguro que pensaba que lo era.

Que la víctima de una incursión apache se convirtiera en asaltante, revela el grado de asimilación que Félix había tenido en la forma de vida de la gente de los White Mountain. Se habían convertido en uno más, y ni la oportunidad ni la invitación le llevaría a dejarlos. Félix no solo participó en incursiones, sino que hizo, por lo menos, un viaje comercial al territorio hopi. Ambas actividades demuestran claramente el grado en que había sido aceptado y la confianza que tenían en él sus captores. Un agente indio comprobó una vez que, aunque Félix había sido capturado cuando era niño, había sido adoptado como miembro de la tribu, posición que ahora mantenía en plena comunión. Los 10 años durante los cuales, el muchacho se transformó en un guerrero apache White Mountain, eran los últimos en los que estos pudieron seguir con su estilo de vida tradicional sin obstáculos.

Félix fue testigo de las visitas de sucesivos generales y comisionados de paz; del primer reclutamiento de exploradores apaches en 1871; y del establecimiento de la Agencia India de Camp Apache. Félix se dio cuenta de la consolidación de la autoridad estadounidense en Arizona, adaptándose, una vez más, a las nuevas circunstancias. En noviembre de 1872, el general George Crook, comandante del Departamento Militar de Arizona, se preparó para lanzar una campaña contra las bandas de nativos hostiles. Félix se alistó el 2 de diciembre como explorador del ejército estadounidense contra los chiricahuas).

* A finales de enero de 1861, una banda apache roba ganado en la Cañada de Cortés, a 9 km de la Ciudad de Chihuahua, siendo perseguidos por Joaquín Terrazas al frente de 22 civiles, atacándoles en el Álamo, frente a la Sierra de las Damas (municipio de Aldama, Chihuahua), matando a 10 de ellos, capturando a un niño y recuperando las reses robadas, los caballos y un gran botín.  (Terrazas dejó a nueve de sus hombres con los caballos y con los otros 13 atacó los cerros donde se parapetaban más de 40 apaches. Regresó a a la Ciudad de Chihuahua el 4 de febrero para volver a salir el 9 de febrero con tropas de Infantería. Retomó las huellas de los apaches que había atacado en el Álamo, alcanzándolos a causa de los heridos que llevaban. Los persiguió durante dos días por las Sierras del Espía, Escaramuza y la Charamuzca y al tercer día, inesperadamente, se encontró en el Chupadero del Tule, con otra banda de apaches llevando ganado robado. Estos huyeron dejando el ganado, pero las tropas, agotadas, acamparon sobre el terreno. Las señales de humo de los apaches les hicieron perder la esperanza de sorprenderlos, cabalgando por las Sierras de las Taravillas, Aparejos, Gallego, Piélagos, los Amoles del Pastor, Encinillas y Sauz, hasta que regresaron a la Ciudad de Chihuahua).

* El 8 de febrero de 1861, mientras estaba ocurriendo el “Incidente Bascom en Apache Pass, unos pocos ciudadanos de Fronteras (Sonora) conversaron con varios guerreros chiricahuas sobre la posibilidad de hacer un tratado de paz en esa localidad. (Los chiricahuas dijeron que eran 22 guerreros de las bandas de Cochise y Mangas Coloradas que venían de una incursión por el interior).

* El 10 de febrero de 1861, el cuartel general del Ejército del Territorio de New Mexico, con sede en Santa Fe (Santa Fe County, New Mexico), ordena realizar operaciones de castigo contra los apaches en las dos orillas del Río Grande a su paso por New Mexico. (El coronel Thomas Turner Fauntleroy, comandante del Departamento de New Mexico, inició una campaña contra los mescaleros en la orilla este del Río Grande, y otra contra los chiricahuas en la oeste. Fauntleroy envió dos compañías de refuerzo y situó tropas en Fort Buchanan [Santa Cruz County, Arizona] y en Fort Breckenridge [más tarde llamado Camp Grant, Pinal County, Arizona] bajo el mando del comandante Isaac Lynde, pero este no partió en busca de los apaches diciendo: Sería inútil operar contra estos indios”. La realidad es que no sabía el lugar donde se encontraban los chiricahuas).

* A mediados de febrero de 1861, los chihennes Chaboncito, Riñón, y Victorio acuden a Fort McLane (Grant County, New Mexico) donde se reúnen con el comandante Isaac Lynde, quien se muestra dispuesto a mejorar las relaciones y evitar hostilidades. (Lynde había recibido la orden de usar todos los esfuerzos necesarios para disuadir y evitar que los colonos infringiesen innecesarios ultrajes a los indios, al mismo tiempo que impedir que estos se volviesen hostiles o agresivos. Convencido de su sinceridad, Lynde liberó a los cautivos [desde el 4 de diciembre de 1860], señalando que los jefes debían ser amistosos con los blancos y prometer hacer todo lo que estuviera en su poder para mantener la paz y evitar que los hombres de sus bandas hicieran depredaciones. Chaboncito, probablemente el más importante jefe chihenne en ausencia de Delgadito, aseguró a Lynde que enviaría emisarios para intentar convencer a Mangas Coloradas de que viniera e hiciese la paz.

La afirmación de Chaboncito implicaba que Mangas Coloradas se consideraba ahora en guerra con los estadounidenses, siendo reveladora, ya que la hizo alrededor de una semana después del enfrentamiento entre soldados estadounidenses y los chiricahuas [bedonkohes y chokonen] en Apache Pass. Chaboncito no mencionó el choque, aunque probablemente algo había oído. Durante los próximos tres meses, los chihennes recibirían raciones por parte de  Pinckney Tully en cuatro ocasiones, no habiendo participado en las incursiones realizadas por los seguidores de Mangas Coloradas.

A finales de febrero, los apaches atacaron una diligencia de la Overland Mail, a 32 km al este de Tucson. Hirieron al conductor Charles Clifford, mientras el otro empleado, Anthony Elder, cogió las riendas, consiguiendo dejar atrás a los apaches y llegar a Tucson.

A partir de abril, Cochise incrementó sus ataques contra los estadounidenses. De abril a junio, su banda atacó varias diligencias al este de la estación de postas de Tucson. Mataron al menos a 30 hombres, destruyeron seis diligencias y obtuvieron cientos de caballos y mulas; y también varios rifles Sharps y revólveres Colt.

En la tarde del 25 de abril, un grupo de apaches, chokonen o Western Apaches, mató a dos mexicanos y a Horace Chipman Grosvenor, superintendente de la Santa Rita Silver Mining Company, en el camino que llevaba a Tubac. Los mexicanos venían en un carro con provisiones cuando Grosvenor salió a pie a recibirles. Al no regresar, Pumpelly, ingeniero de la Compañía, salió a buscarlo durante la noche, descubriendo los cuerpos de los tres hombres. Los apaches se llevaron las mulas. Charles Debrille Poston, que sería conocido como el “padre” de Arizona, dijo: … Grosvenor, después de haber tomado su té, estaba ansioso porque no llegada el carro, se puso el revólver al hombro diciendo que caminaría un rato por el camino para averiguar la causa del retraso, recibiendo un disparo y asesinado por los apaches en un arroyo a unos 2 km de la Hacienda, en el camino a Tubac. Los cuerpos de los dos mexicanos estaban, uno en una orilla del camino, y el otro cerca del carro

El Mesilla Times informó que otro carro cargado con harina, conducido por Edward Connelly y Patrick Donohue, que había pasado por el Doubtful Canyon, había desaparecido alrededor del 23 de abril.

La Overland Mail Company” dejó de operar en la zona del Doubtful Canyon, el San Simon Valley y Apache Pass, debido al peligro que suponían los ataques de los guerreros de Cochise. Los hermanos Giddings habían establecido la San Antonio & San Diego Mail Line, para transportar pasajeros y correo desde San Antonio [Bexar County, Texas] a San Diego [San Diego County, California], comenzando en julio de 1857, y proporcionando nuevas diligencias tiradas por seis mulas, protegidas por una escolta armada. 

El 28 de abril de 1861, una diligencia que viajaba por la misma ruta tampoco pudo llegar. Cuando regresaron dos mulas gravemente magulladas, temieron un ataque apache. George Henry Giddings reclutó a 25 hombres para reconocer la zona, encontrando trozos de arneses, periódicos, el correo, y restos humanos. Las víctimas eran John James Giddings [hermano de George], Samuel Neely, Edward Briggs, Anthony Elder, y W. McNess.

El Mesilla Times informaría: La estación de postas en el Doubtful Canyon había sido quemada, al igual que los muros del corral, y los indios habían formado un parapeto alrededor del manantial. Cerca de la estación, se encontraron los cuerpos de dos hombres, atados por los pies a los árboles, sus cabezas se extendían a menos de 45 cm del suelo, sus brazos estaban extendidos y atados a los postes, y había restos de un fuego lento bajo sus cabezas. Los cuerpos habían sido atravesados por lanzas y flechas. Estaban tan desfigurados que era imposible reconocerlos. Cochise y sus guerreros estaban esperando la diligencia en la Stein’s Peak Station. Con la primera descarga mataron a Briggs y a Elder, quien cayó del carruaje. Las mulas corrieron asustadas durante casi 2 km hasta que finalmente la diligencia volcó en un arroyo cerca de la base del Stein’s Peak. Neely continuó combatiendo, matando a tres apaches antes de caer abatido. Giddings y Niece alzaron los brazos y se rindieron. Cochise les colgó por los pies de unos árboles, encendiendo pequeñas hogueras bajo sus cabezas. Años más tarde, Cochise diría que murieron como pobres mujeres enfermas.

Poco después, el 1 de mayo, un grupo de apaches llegó a Santa Rosa, al sur de la abandonada hacienda de San Bernardino, con el ganado y el botín conseguido en el Doubtful Canyon [llamado por los apaches Tsisl-lnoi-bi-yi-tu, que significa Roca blanca en el agua. Cochise no estaba con ellos porque estaba buscando una nueva presa. Encontraron a unos estadounidenses que transportaban mercancías en la estación de San Simón dirigiéndose hacia el Río Grande. Los chiricahuas se llevaron 17 mulas. 

El 7 de mayo de 1861, 20 apaches asaltaron a un equipo de mexicanos que llevaba mercancías a Pinos Altos, en la zona de Fort McLane [Grant County, New Mexico]. Mataron a uno de ellos y se llevaron sus mulas. Posiblemente, eran guerreros de Mangas Coloradas, y de Victorio, Chaboncito y Riñón. El 22 de mayo, guerreros de Mangas Coloradas se llevaron ganado de Fort McLane. Ante la presencia chiricahua en el río Mimbres, los rancheros de la zona abandonaron sus cultivos y casas para ir a La Mesilla. En junio, los chiricahuas habían cerrado la ruta entre Tucson y La Mesilla. El 3 de junio, los chiricahuas atacaron una reata de mulas de dos comerciantes de La Mesilla [Gustave Elsberg y Jacob Amberg] matando a dos mexicanos [Pelagio Pera y Rufino Arozato] e hiriendo a otro en el Cooke’s Peak. A mediados de junio, incursionaron por la zona de Pinos Altos, donde el 18 de junio atacaron un campo de heno, matando a John Gillem e hiriendo a otro hombre.

Mientras, en mayo y junio de 1861, Cochise también incursionaba por Arizona. El domingo, 9 de junio, sus guerreros atacaron el rancho de Peter “Pete” Kitchen, situado en Canoa Springs, un vado del río Santa Cruz, a unos 40 km al sur de Tucson. Kitchen estaba en Fort Buchanan, a unos 80 km, a donde había ido para llevar el ganado que tenía que entregar por su contrato. Cuando volvió al rancho, lo encontró quemado y todos los vaqueros muertos, salvo uno. Sus 440 reses y caballos habían desaparecido. 

Con la llegada de la guerra civil y la marcha de las tropas, Kitchen fue a Magdalena de Kino [Sonora]. Allí conoció a Rosa Verdugo, con quien abrió una tienda. No volvió a Arizona hasta 1868, donde se asentó en la cabecera del Potrero Creek [Santa Cruz County, Arizona], a mitad de camino entre Calabasas y la frontera. Con Kitchen y Rosa fueron el hermano de esta, Francisco Verdugo y sus cuñados Juan y Manuel Ronquillo, y 30 ópatas para trabajar la tierra.

Su casa de adobe tenía un techo plano donde siempre había un centinela de guardia, teniendo una vista del valle en todas direcciones, ya que estaba asentada sobre una cima rocosa. Si los apaches se acercaban a la casa, el centinela disparaba su rifle para que todos los trabajadores abandonaran el campo y se dirigieran a la casa principal. Esta constante vigilancia hizo que los apaches no pudieran tener éxito en asaltar la casa.

La noche del 18 de enero de 1869, los apaches se llevaron 50 caballos de un cañón-corral cercano, de los cuales 17 de ellos pertenecían a Kitchen. Siguieron otros ataques en los que los apaches mataban sus cerdos con flechas, y robaban caballos y ganado. En otro ataque, la mayoría de los apaches atacaron la casa por el sur, pero un guerrero lo hizo por el este, probablemente con la esperanza de acabar con algunos de los defensores. Kitchen disparaba desde el techo de la casa. Al ver al apache junto a la roca, le dijo a Rosa que disparara contra el guerrero. Después del disparo de Rosa, el guerrero, aparentemente creyendo que el único defensor que lo había visto tendría que recargar, se expuso y Kitchen disparó, matándole en el acto. Kitchen era un experto tirador, conocía todas las tácticas apaches, sabía interpretar sus señales. Cuando viajaba nunca recorría el mismo camino dos veces.

Una noche, uno de sus hombres notó algo raro, por lo que Kitchen llevó a su esposa al refugio que había bajo la casa y después se mantuvo en guardia. Pasaron las horas hasta que las nubes se abrieron apareciendo la luna. Entonces vio una sombra que se movía. Kitchen disparó su rifle escuchándose un grito. Al amanecer no encontraron ningún cuerpo, pero siguieron el rastro. En un campo cercano, vieron una zona de tierra movida. Cavaron profundamente hasta que encontraron el cuerpo de un apache.

Frente a su rancho había un cementerio donde Kitchen enterraba a amigos y enemigos. Dos de los hombres que Kitchen enterró eran bandidos a los que había matado. También había varios apaches enterrados. Rosa encendía velas en las tumbas.

Hay una historia que no se sabe con certeza si es verídica. Un joven apache cabalgaba cerca del Potrero un día de agosto de 1873, cuando su caballo se quedó cojo, siendo atrapado por seis mexicanos. Kitchen y Francisco Verdugo estaban en los alrededores, y oyendo unos lamentos, fueron a investigar. Encontraron a los mexicanos torturando al joven, quien estaba cantando su canción de muerte. Dijeron a los mexicanos que se fueran, y llevaron al joven apache al Potrero, donde Rosa y las otras mujeres le cuidaron.

Cuando el apache pudo hablar se percataron que era el hijo de Cochise, cuyos guerreros habían atacado el rancho varias veces. Cuando estuvo lo suficientemente bien para viajar, Kitchen le dio un caballo y fue con él hasta la entrada del Sulphur Springs Valley, dándose la vuelta. Cuando el muchacho contó a su padre todo lo ocurrido, organizaron un encuentro entre Kitchen y Cochise en el Sulphur Springs Valley un día de agosto de 1873 [entonces los chokonen estaban en paz en la Reserva Chiricahua]. Cochise dio a Kitchen un cuerno de señales en el cual, Kitchen inscribió la fecha, el lugar y los nombres de los dos. La madre del joven apache envió un par de botas apaches para Rosa y un carcaj para Kitchen.

Gil Procter relata en su libro “People of the Moonlight: The Stories That Have Gone Away”, que escuchó esa historia de un viejo nativo [no identifica ni el nombre ni la tribu] que la escuchó a su vez de Juanito Chávez, uno de los seis mexicanos que capturaron al joven apache. Knight Wise, hijo de Joseph E. Wise, donó al Museo Pete Kitchen de Procter un carcaj y un par de botas decoradas con abalorios apaches que identificó como las entregadas a los Kitchen. Procter también cuenta que visitó la casa de un residente de Tucson [no identificado] viendo un cuerno de señales que esa persona había encontrado en el antiguo basurero de Tucson. El cuerno tenía rayados los nombres de Cochise y Pete Kitchen, el lugar y la fecha.

Si la historia es cierta, el joven tuvo que ser Naiche, teniendo entonces 16 años porque Taza tenía unos 30 años; y según declararía Naiche en el futuro, su padre no tuvo más hijos.

El 22 de junio de 1861, Cochise atacó a la guardia de la manada de Fort Buchanan [Santa Cruz County, Arizona], matando a dos soldados y a dos civiles [uno de ellos mexicano], llevándose la mayoría de las mulas y las reses. Los chiricahuas fueron testigos de acontecimientos extraños, los conductores de diligencias desaparecieron de los caminos que pasaban por sus territorios, y los soldados empezaron a irse de los establecimientos militares para irse al este [Era debido a la Guerra Civil]. Fort Buchanan fue abandonado y quemado el 23 de julio; Fort Breckinridge [el futuro Camp Grant, Graham County, Arizona] fue evacuado y quemado el 10 de julio; Fort McLane [Grant County, New Mexico] fue abandonado el 3 de julio, y su guarnición fue recolocada en Fort Fillmore [Doña Ana County, New Mexico] cerca de La Mesilla. Años más tarde, Cochise hizo una declaración que probablemente reflejaba precisamente sus sentimientos y los de Mangas Coloradas. Él señaló la marcha de los blancos de su territorio como sigue: Al final, vuestros soldados me hicieron una gran injusticia, y yo y mi pueblo fuimos a la guerra contra ellos. Al principio tuvimos éxito y vuestros soldados fueron expulsados y vuestra gente murió y otra vez ocupamos nuestra tierra”. ¿Pensaron Cochise y Mangas Coloradas que habían expulsado a los soldados del territorio? Los informantes chiricahuas de la escritora Eve Ball confirmaron la afirmación de Cochise, diciéndola que él y Mangas Coloradas pensaron que sus acciones habían obligado a los soldados a retirarse).

* El 13 de abril de 1861, el capitán de la Unión, Edward D. Blake se retiró de Fort Davis ([Jeff Davis County, Texas]. El 2º Regimiento de Rifles Montados de Texas, al mando del teniente coronel de la Confederación, John Robert Baylor, llegó a Fort Davis en junio de 1861, dejando como comandante del puesto al teniente Reuben E. Mays, al mando de la compañía “D”.

Los apaches mescaleros que habitaban las Davis Mountains (Jeff Davis County, Texas) interferían las comunicaciones entre las fuerzas confederadas de New Mexico y las de San Antonio y El Paso, en Texas. Su jefe era Espejo y sus jefes de guerra Nicolás y Antonio. El 5 de mayo, un grupo de mescaleros atacó un carro de carga, 80 km al oeste de Fort Stockton [Pecos County, Texas], resultando heridos los carreteros y varios guerreros. Los carreteros consiguieron llegar a la Balmorhea Station [Reeves County, Texas].

Patrick McCarthy, cantinero y administrador de correos en Fort Davis, tuvo la idea de hacer una alianza entre los mescaleros y la Confederación en contra de la Unión, invitando a los jefes a acudir a Fort Davis. Espejo, supuestamente de 106 años, hablaba un español excelente, contando no solo los viejos tiempos durante la administración mexicana, sino también la guerra de su gente contra los comanches. La reunión tuvo éxito, ya que Nicolás viajó en una diligencia a El Paso con McCarthy para firmar el compromiso con los confederados.

En Fort Bliss, cerca de El Paso, Nicolás fue recibido con todos los honores por Baylor, James Magoffin, un rico terrateniente, y por el propio McCarthy. Los tres alabaron a Nicolás, al que dijeron que querían como a un hermano. Nicolás pronunció un discurso: “Me alegro de haber venido. Mi corazón está lleno de amor por mis hermanos blancos. No han hablado con lenguas torcidas. Cuando me acueste a la noche el tratado estará en mi corazón, y cuando me levante por la mañana todavía estará allí. Y me alegraré de estar en paz con mis hermanos blancos. Yo he hablado”.

Al día siguiente, cuando Nicolás y McCarthy subieron a la diligencia que Baylor había cargado de regalos, este y Magoffin reiteraron sus deseos de amistad. Algo tuvo que pasar en el camino de regreso, porque en Barrel Springs [Presidio County, Texas], Nicolás sacó los revólveres de las fundas de McCarthy mientras este estaba dormido, y saltó de la diligencia, desapareciendo por un cañón cercano. Dos soldados que le persiguieron murieron. McCarthy consiguió llegar a Fort Davis.

Al día siguiente, durante la noche del 4 de agosto de 1861, unos mescaleros mataron a dos pastores y a varios animales, y se llevaron otros de Fort Davis. Eran 50 animales que pertenecían a Patrick Murphy. También se llevaron varios caballos.

Al día siguiente, el teniente Reuben E. Mays salió en su persecución con 13 hombres. Seis eran de la compañía “D”: Thomas Carroll, John H. Brown, Samule R. Desper, Frederick Perkins, Samuel Shelby y John S. Walker; cinco civiles: John Turner, el guía del puesto; P. H. Spence, un guarda de diligencias; John Woodland, un antiguo “Ranger”; Joseph Lambert; y John Deprose, un empleado de Patrick Murphy; y dos mexicanos, Juan Fernández y otro de nombre desconocido.

Mays siguió el rastro durante 160 km hacia el este, apoderándose el 10 de agosto de un centenar de caballos que llevaban los mescaleros, probablemente abandonados por ellos. Nicolás sabía que le seguían, por lo que apostó de 80 a 100 guerreros, a ambos lados de un cañón rocoso en el Big Bend [Brewster County, Texas] y esperó. El lunes 12 de agosto, los confederados cayeron en la emboscada falleciendo todos en menos de 10 minutos, excepto el mexicano Juan Fernández que logró huir.

Fernández llegó a Fort Davis y contó lo ocurrido. El teniente William P. White envió a 19 hombres [nueve soldados, entre ellos] hacia el lugar; mientras que de Fort Stockton [Pecos County, Texas] salió el capitán William C. Adams con Juan Fernández como guía. Al destacamento de Adams casi se le agotó el agua cuando iba por donde hoy se encuentra Alpine [Brewster County, Texas] sin poder encontrar a los mescaleros. El grupo que salió de Fort Davis localizó el lugar de la emboscada, pero solo encontró el cuerpo de John Deprose, trozos de ropa y varios objetos personales).

* El 29 de mayo de 1861, un grupo de unos 20 guerreros, presuntamente apaches lipanes, emboscan y matan a Henry M. Robinson y a Henry Adams en un lugar llamado Chalk Bluff (Uvalde County, Texas), sobre el río Nueces. (Los dos eran muy conocidos entre los nativos por haber luchado contra ellos en varias ocasiones hasta el punto de dibujar el rostro de Robinson [era alto y de barba roja] en una roca cercana al río Llano [Texas]. Robinson era ganadero, granjero y a veces trabajaba para el ejército luchando contra los nativos. Estaba casado y tenía nueve hijos. Adams estaba prometido a una de las hijas de Robinson. Se dirigían a Camp Wood [Real County, Texas] cuando hicieron un alto para preparar un café.

Los lipanes, ocultos entre la espesa maleza, se arrastraron y probablemente los mataron antes de que pudieran usar sus armas. Después les arrancaron la cabellera y también la barba de Robinson. Tras matar a Robinson y a Adams, los guerreros fueron a la casa de Robinson, situada a unos 11 km de Chalk Bluff.

La señora Robinson estaba en la casa de unos vecinos cercanos cuando vio a los guerreros persiguiendo a sus hijos. Uno de ellos, llamado George, de 16 años, disparó con un arma a los lipanes, pero fue inmediatamente abatido. Los demás niños corrieron hacia su madre cuando la vieron llegar, quien se defendió tirándoles piedras. Los guerreros dispararon a una niña de 14 años llamada Kilrey que estaba visitando a la familia Robinson. Después le clavaron una lanza, y dándola por muerta, le arrancaron la cabellera. Finalmente, se recuperaría de sus heridas y se fue a California.  

Los guerreros saquearon la casa, abrieron las camas, esparcieron las plumas a los cuatro vientos y se llevaron todas las provisiones que pudieron. Uno de sus actos fue totalmente inexplicable. Cuando mataron a Robinson le quitaron uno de sus calcetines. En su casa encontraron su retrato colgado en la pared. Bajaron el retrato, lo colocaron en el suelo y colocaron el calcetín sobre la imagen. Otro misterio es por qué dejaron de disparar a la señora Robinson y a los niños. Se especuló con que tal vez no quisieron matarlos en consideración a su heroico intento de defender a los niños a pedradas).

* En junio de 1861, dos emisarios de varias bandas se presentan en la Hacienda de Agua Nueva (Chihuahua) solicitando la paz. (El gobernador ordenó a Joaquín Terrazas que acudiese a parlamentar con los jefes para explicarles las condiciones y que les atacara si oponían resistencia, por lo que fue con soldados de Caballería, dejando más fuerzas auxiliares cerca de la Hacienda por si eran necesarias.  En los primeros días de junio, Terrazas se entrevistó en el fortín de la Hacienda con los jefes apaches Venancio, Cojinillín [nednai], Antonio el Zurdo, Taralchi y José Nuevo, llegando al acuerdo en que, Coleto Amarillo [nednai] y otros tres apaches, fuesen a la Villa de Chihuahua a hablar personalmente con el gobernador.

Joaquín Terrazas acompañó a los cuatro apaches quienes, a medida que avanzaban, daban señales de desconfianza al ver a las personas que les observaban a su paso. De repente, el nednai Coleto Amarillo consiguió alcanzar el revólver de Terrazas, huyendo con los otros apaches rápidamente. Terrazas ordenó a uno de sus hombres, Jesús Domínguez, que les siguiese para convencerles de que regresaran, pero a pesar de que este les alcanzó y les habló, no consiguió nada ante las amenazas de utilizar el revólver robado. Más tarde, es Terrazas el que les siguió desarmado, logrando alcanzarles, pero los apaches, sin querer escucharles, se dispersaron alejándose. 

Uno de los vaqueros de la zona, se acercó a Terrazas y le dejó su arma con la que este efectuó dos disparos contra los apaches sin éxito.  Cada vez que Terrazas se acercaba, los apaches le amenazaban con el revólver, pero sin disparar, lo que podía significar el respeto que tenían por él.  Terrazas regresó el 10 de junio a Agua Nueva indicando a los dos mensajeros apaches que allí estaban que informaran a sus jefes que quería hablar con ellos. Al día siguiente, el 11 de junio, llegaron varios apaches a los que Terrazas informó de lo ocurrido. Venancio dijo que buscará a Coleto Amarillo para hablar con él.

El 12 de junio, Coleto Amarillo llegó con Venancio diciendo este que los apaches huyeron porque los mexicanos hacían signos de que les iban a degollar devolviendo el revólver a Terrazas y afirmando de que al día siguiente se reunirían todos los apaches para negociar la paz.

Así, el día 13 de junio llegaron grupos de apaches con sus jefes a la cabeza, Venancio, Cojinillín, Agatón, Antonio el Zurdo, Tarachi, Gorgoño, José Nuevo y Coleto Amarillo. Pero en la noche anterior, habían llegado 80 soldados de Infantería más 30 civiles ocultándose en las casas. Terrazas dijo a los apaches que acudieran a parlamentar a la casa del Sr. Estanislao Porras, mientras estos contestaron que lo harán en el fortín. El mismo Porras y un oficial de Terrazas acudieron al fortín para insistir ante los apaches de que acudieran a su casa a parlamentar, siendo retenidos por la desconfianza de estos. Terrazas envió las condiciones escritas a las que Cojinillín, que ejercía de portavoz de los apaches, aceptó soltando a los retenidos y enviando varias mujeres apaches con ellos. Estas, algo debieron notar al llegar a donde estaba Terrazas, pues salieron corriendo hacia el fortín, provocando la huida de todos los apaches hacia los cerros de los alrededores. Los soldados le siguieron sin lograr alcanzarles, pero abatieron a Venancio, José Nuevo y a Agatón con los primeros disparos.

Más tarde iniciaron la persecución, descubriendo la ranchería apache en el cañón del Álamo, acabando con 14 de ellos entre muertos y prisioneros).

* Durante el verano de 1861, Gerónimo parte con algunos bedonkohes para una incursión en Chihuahua, por los alrededores de Casas Grandes. (En un duro enfrentamiento con soldados mexicanos sufrió una grave herida. Sus compañeros le atendieron y le llevaron a las Santa Rita Mountains [Pima & Santa Cruz Counties, Arizona], cerca de Tucson, donde acamparon con sus familias mientras sanaba, no sabiendo que las tropas mexicanas los habían seguido. En septiembre, cuando muchos hombres estaban ausentes cazando, los soldados lanzaron un ataque por sorpresa al amanecer. Gerónimo logró escapar con su esposa Chee-hash-kish, pero su otra mujer, Nana-tha-thtith, y su hijo murieron al igual que la mayoría de las mujeres. Las tropas quemaron el campamento y regresaron a México con cuatro mujeres cautivas. Gerónimo había perdido a dos mujeres, cuatro hijos y su madre a manos de los mexicanos. Su odio hacia ellos aumentó. Mientras Gerónimo huía de los soldados mexicanos, Cochise y Mangas Coloradas formaron una gran alianza de los chiricahuas para atacar Pinos Altos [Grant County, New Mexico] formada por varios cientos de guerreros, bedonkohes, chokonen, y chihennes).

* En julio de 1861, Cochise y Mangas Coloradas se reúnen cerca del Cooke’s Peak, a unos 29 km al norte de Deming ([Luna County, New Mexico]. Los apaches llamaban al Cooke’s Peak, Dziltanatal, que significa La montaña que sostiene su cabeza con orgullo o La montaña orgullosa que está sola.  

En 1758, el cartógrafo español, Bernardo Miera y Pacheco lo llamó Cerro de los Remedios.

En 1780, el capitán José Antonio Vildósola, comandante del presidio de Santa Cruz de Terrenate, lo llamó “Picacho de las Mimbres” o simplemente Picacho, por su pico puntiagudo. 

El 16 de noviembre de 1846, el teniente coronel Philip St. George Cooke, del 2º de Dragones, acampó en el manantial que está situado cerca, cuando, estando al mando del Batallón Mormón, buscaba un camino para los carros hacia el oeste durante la guerra con México. Dicho manantial era el único lugar conocido con agua desde el Río Grande hasta el río Mimbres. Llegó a San Diego [California] el 29 de enero de 1847. Pronto empezó a llamarse Cooke’s Peak.

El historiador Daniel D. Aranda ha calculado que unas 400 personas, entre apaches, mexicanos y estadounidenses, han fallecido en los diferentes enfrentamientos que tuvieron lugar allí.

A finales de mayo, la “Overland Mail Company”, había dejado de operar en New Mexico, quedando solo la San Antonio & San Diego Mail Line, que había estado transportando pasajeros y correo a través de New Mexico y Arizona desde 1857. La compañía había perdido parte de su ruta cuando la Overland había comenzado a operar  por la misma ruta a partir de 1858.  Con un nuevo contrato, efectivo desde el 1 de abril de 1861, la San Antonio & San Diego unió de nuevo Texas con la costa del Pacífico. Pero las acciones de los chiricahuas impidió su efectivo funcionamiento. Solo pudo operar esporádicamente a lo largo de la ruta al oeste de La Mesilla, durante el verano de 1861, y para finales de agosto cesó por completo.

A primeras horas de la mañana del 20 de julio de 1861, una diligencia llevaba el correo de La Mesilla a San Diego. Había pasado la noche en la abandonada estación de postas del Cooke’s Canyon dejando que los animales descansaran de la dura jornada anterior. En ella iban siete personas.

Freeman Thomas, de 29 años, era el responsable de la diligencia;

Joseph Roescher, el conductor, de 26 años, había nacido en Holstein [Alemania], apareciendo en el censo de Franklin [Robertson County, Texas] en 1860;

Emmett Mills, de 19 años, tuvo un rancho con dos hermanos, en Canutillo [a 48 km al sur de La Mesilla]; luego trabajó para la “Overland”, hasta que se unió a la “San Antonio & San Diego”. En Fort Fillmore [Doña Ana County, New Mexico] se enteró de que su hermano William había sido arrestado por espíar para la Unión en El Paso. Al prevalecer en esa zona las ideas de la Confederación, decidió irse;

Robert S. Avaline era un antiguo jugador que trabajaba en ese momento para la “San Antonio & San Diego”;

Matthew Champion había trabajado en 1859 como minero en la “Santa Rita Silver Mining Company”, en las montañas al sur de Tucson;

John Wilson, de 29 años, trabajó en la “Overland”. En enero de 1860, estando trabajando en Apache Pass, mató a un muchacho mexicano, cautivo de Cochise, en defensa propia, lo que provocó su traslado. En septiembre, era encargado de la Cow Springs Station [hoy en día Cow Springs Ranch, Luna County, New Mexico]; y

John Portell, el cual había herido a un confederado llamado Thomas J. Mastin durante un tiroteo en las calles de Mesilla el 17 de mayo de 1861. Al día siguiente había una recompensa de 200 $ por su captura, por lo que huyó del lugar.

Todos sabían el riesgo que corrían por lo que iban bien armados. Poco antes, en abril de 1861, Thomas, Avalon, Champion y Wilson habían visto los restos de una diligencia atacada por Cochise en el Stein’s Peak, en la que murieron cinco personas.

A la mañana siguiente, 21 de julio, cuando solo habían avanzado unos 2 km, fueron atacados por los guerreros de Mangas Coloradasy Cochise, los cuales sumaban más de 100 guerreros. No pudiendo seguir hacia adelante, la diligencia se dirigió al cañón, avanzando por el terreno más alto. El cañón no es un desfiladero estrecho. Desde el manantial, el camino se extiende hacia el oeste, a lo largo de una llanura de algo más de 1 km, antes de girar bruscamente hacia el norte en la estrecha boca oriental del cañón. Desde allí, corre a lo largo de la base de una escarpada cresta rocosa en los lados este y norte. Las alturas escarpadas que dominan el camino tienen fortificaciones de roca natural que permiten un excelente escondite a un enemigo emboscado. A juzgar por los numerosos relatos de ataques apaches y las tumbas que bordean el borde del camino, los chiricahuas obviamente se situaban en los extremos este y oeste del cañón. 

Lo más probable es que los apaches abrieron fuego desde sus posiciones ocultas entre las rocas en el lado este y norte del camino, hiriendo al conductor de la diligencia, Roescher. En medio de una descarga de balas y flechas lanzadas desde las laderas rocosas paralelas al camino, la diligencia consiguió salir intacta del desfiladero, entrando en el pequeño valle y dirigiéndose hacia la cima del paso. Según todos los relatos, Thomas llevó la diligencia fuera del camino, yendo hacia el lado sur del cañón. La razón de esa maniobra es difícil de explicar. Tal vez Thomas vio a más apaches en la cara oeste del cañón y, reconociendo el peligro de quedar atrapado en otra emboscada, decidió tomar una posición defensiva. La persecución de los apaches a caballo durante la huida a través del valle también pudo haberle obligado a tomar esa decisión. Quienquiera que fuese el que sujetara las riendas en ese momento, logró conducir la diligencia por el lado oeste hasta una cresta en el cañón. Cuando llegaron arriba, cogieron los rifles Sharps que llevaban en la diligencia, la munición, el agua y todo lo necesario, y empujaron el carruaje colina abajo con la esperanza de que los chiricahuas se conformaran, pero no fue así.

Rodearon al grupo, disparando sus mosquetes y lanzando flechas contra la posición de los estadounidenses que, aproximadamente a unos 800 metros al sur del camino, controlaba gran parte del terreno circundante. Los hombres de Thomas se separaron y levantaron, para protegerse, fortificaciones de piedras de algo más de medio metro de alto en puntos ventajosos a lo largo de la cresta. También erigieron una especie de pérgola para proteger al conductor herido de los rayos directos del sol. Los apaches, mientras tanto, ocupaban el terreno circundante, incluida la cresta situada al sur sobre la posición que ocupaban los estadounidenses. No sabemos lo ocurrido, ya que todos los estadounidenses fallecieron.

Los apaches debieron haber sufrido la mayor parte de sus bajas durante la primera fase del enfrentamiento, antes de que se dieran cuenta de la excelente puntería de los hombres de Thomas y la potencia de fuego de los rifles Sharps. El asalto inicial pronto se convirtió en un asedio prolongado y, a juzgar por las evidencias encontradas más tarde, el conseguir cubiertas apropiadas y acercarse para que sus disparos fueran certeros resultó difícil para los chiricahuas. Los estadounidenses apuntaron a cada roca o árbol que pudiera proteger a un apache dentro del alcance de sus rifles.

Pocos días después, Alexandre Daguerre y J. J. Thibault, que con varios hombres llevaban cobre a San Antonio [Bexar County,Texas] encontraron los restos, constatando la ferocidad del ataque de los apaches y la potencia de fuego de los estadounidenses de esta manera: En todo este muro, el suelo estaba cubierto de balas abolladas. Durante varios metros, cada roca y piedra que podía ocultar parcialmente a un indio, tenía balas cerca. Un pequeño árbol, a unos 135 metros del muro, tenía las marcas de 11 balazos.

No se puede saber cuánto tiempo duró exactamente el asedio. Según Daguerre y Thibault, la lucha parecía haber durado dos días. Otro testigo declaró que había sido una batalla prolongada… que duró muchas horas. Una versión mexicana, aparentemente recogida de los apaches cerca de Janos [Chihuahua], decía que el asedio se había prolongado durante tres días, con Mangas Coloradas, retirándose del lugar después del segundo día, desanimado por las bajas sufridas. William Wallace Mills, hermano de una de las víctimas, recordaría que una nota escrita a lápiz, fechada el 23 de julio de 1861, escondida debajo de una piedra en el parapeto, afirmaba que el grupo de Thomas había matado a muchos indios, y que todos los defensores menos dos estaban muertos o heridos, y que los supervivientes estaban sin agua, y que intentarían escapar durante la noche. Aunque no existe evidencia de la existencia de esa nota, bien pudo ocurrir que los hombres pudieron mantenerse en la colina durante dos o tres días, hasta que la escasez de agua o municiones los obligara a intentar escapar [Mills diría que la nota fue encontrada por el grupo de Alexandre Daguerre].

Los apaches mataron a Mills, Roescher, Avaline y Portell, dentro de los parapetos, donde fueron encontrados sus cuerpos. Thomas y Champion yacían a unos 55 metros más atrás, lo que sugiere que fueron muertos mientras intentaban escapar. John Wilson fue encontrado unos 135 metros más lejos, con unos 12 disparos en su cuerpo. Un grupo pasó por el cañón unos días después viendo algunos buitres girando en torno a un acantilado vecino, pero no se detuvieron a investigar. El grupo, compuesto por 33 hombres al mando de Alonso Ridley, venía de California y se dirigía al este para unirse a la Confederación. Poco después, un correo de Pinos Altos descubrió los restos, llevando la noticia a La Mesilla.

Cuando Daguerre y Thibault llegaron al lugar, descubrieron que los apaches habían desnudado todos los cuerpos, rompiendo los brazos de la mayoría de ellos, estando sus cabezas acribilladas por balas [se cree que para vengar sus bajas ante la potencia de fuego de los estadounidenses], y dos o tres habían sido escalpados. Quizás por lo peligroso del lugar y por el carácter del terreno, parece que solo se detuvieron el tiempo suficiente para cubrir algunos de los cuerpos con piedras cogidas del parapeto, ya que durante la primera semana de agosto, un pequeño destacamento confederado de los Arizona Rangers al mando del capitán George M. Frazier llegó al Cooke’s Canyon y enterró los cuerpos en la cresta tal como estaban acostados. Más tarde, Frazier describió cómo encontraron al conductor lleno de balas y flechas cuando por casualidad pasaron por el camino del escenario. Los Arizona Rangers siguieron fácilmente el rastro que el grupo de Thomas había dejado mientras luchaban para llegar a la cima de la cresta. Las características de algunas de las víctimas aún eran fácilmente reconocibles dos semanas después del enfrentamiento. Frazier, que conocía a varias de las víctimas, recordaría el evento como una de las más melancólicas tareas que haya realizado.

El sargento Daniel Robinson, quien pasó con las tropas de la Unión por el cañón unos días más tarde durante su retirada hacia el Río Grande, vio los restos de la última diligencia en donde iban los hombres de Thomas. James Tevis también afirmó haber enterrado los cuerpos de los hombres de Thomas. Si eso es cierto, probablemente iba con el grupo de Daguerre y Thibault. En el otoño de 1861, William Wallace Mills se encontró con un oficial confederado encarcelado en Fort Craig, quien le contó su participación en el entierro. Probablemente, era el subteniente William Simmons, quien fue capturado cerca de Fort Craig el 5 de noviembre de 1861. Simmons pertenecía a la compañía de los Arizona Rangers de Frazier.

Los hombres de Thomas pudieron haber herido a Cochise y a su hijo mayor Taza antes de que los chiricahuas acabasen con ellos. No se encontraron apaches muertos en el campo de batalla, aunque después se hallaron los cuerpos de varios apaches cubiertos de rocas, en lo alto de la ladera del Frying Pan Canyon, a poca distancia al oeste del lugar del enfrentamiento.

A pesar de las bajas, Cochise y Mangas Coloradas alabaron el valor de los siete estadounidenses. Supuestamente, Mangas Coloradas admitió ante Jack Swilling [uno de los hombres que le detuvieron para que después le mataran los soldados] que los hombres de Thomas habían matado a 25 guerreros y herido a muchos más; diciendo además que si los apaches fuesen tan valientes como estos pocos hombres blancos, él podría derrotar a todo el mundo. Mills, hermano de una de las víctimas, dijo que había oído a los apaches admitir unas pérdidas de 40 guerreros. Pero William Sanders Oury [futuro alcalde de Tucson] fue más lejos, declarando que Cochise había confesado la pérdida de 175 guerreros [no indicó cuando dijo eso], algo por supuesto absurdo, ya que allí no había tantos apaches participando en el enfrentamiento. Como Mangas Coloradas, Cochise, que admiraba la valentía de sus enemigos, declaró que con 25 hombres como esos se comprometía a azotar la totalidad de los Estados Unidos. Probablemente, incluso la versión de Swilling parece exagerada. Es inconcebible que los apaches, incluso peleando por venganza, se expusiesen a unas pérdidas de esa clase. Eran conocidos por su paciencia y cautela, no teniendo razones para correr riesgos innecesarios cuando tuvieron rodeados a los estadounidenses. Aun así, nunca sabremos el número exacto de las bajas apaches.

Después del enfrentamiento, Mangas Coloradas y Cochise se dirigieron, el 23 de julio, a Janos [Chihuahua] mientras, ese mismo día, las tropas de los Estados Confederados de América llegaron a las Franklin Mountains [El Paso County, Texas] obligando a las tropas de la Unión a abandonar Fort Bliss [El Paso County, Texas] y dirigirse hacia el norte hasta Fort Stanton [Lincoln County, New Mexico]. Las tropas confederadas superaron a los federales y estos se rindieron. Las tropas confederadas se dirigieron hacia el sur de New Mexico y Arizona. El teniente coronel John R. Baylor, de los Mounted Rifles de las fuerzas confederadas, ocupó Fort Fillmore [Doña Ana County, New Mexico] y se proclamó, el 1 de agosto, gobernador de Arizona, siendo confirmado por el Congreso de la Confederación el 14 de febrero de 1862. Por otra parte, ya en el mes de marzo, la compañía “Overland Mail Company” había suspendido sus operaciones, ya que una parte de su ruta pasaba por Texas, estado que el 1 de febrero se había separado de la Unión para integrarse en la Confederación.

Oury informó que Cochise habló en Corralitos [Chihuahua] del enfrentamiento en el Cooke’s Canyon. Keith Humphreys, un historiador del área de Las Cruces [Doña Ana County, New Mexico], oyó a Natividad Padilla contar un relato, en la década de 1930, que confirmaba la noticia de la llegada de los chiricahuas a Janos. Padilla dijo a Humphreys que vio a los apaches en Janos cuando fueron allí para buscar tratamiento para una herida del hijo de Cochise, probablemente Taza. Padilla vio a los apaches cambiar los relojes de oro de los estadounidenses por munición. Mills también oyó que los apaches vendieron armas y relojes de los estadounidenses en México, aunque si realmente vendieron los rifles Sharps y los revólveres habría que preguntarse el por qué. Un informe de Fronteras [Sonora] en ese tiempo también confirmaba la presencia de los chiricahuas en el norte de Chihuahua: Los apaches han estado comerciando en Janos y Corralitos el botín cogido a los estadounidenses. Después de descansar poco tiempo, los chiricahuas partieron con suficiente munición y el resto de sus necesidades cubiertas, volviendo a New Mexico, y en concreto a las colinas cercanas al Cooke’s Canyon).

* El 3 o 4 de agosto de 1861, una banda apache ataca Tubac (Santa Cruz County, Arizona), llevándose todo el ganado y matando a dos hombres, aunque pierden de 7 a 10 guerreros. (Al final del verano, el sur de Arizona está despoblado de estadounidenses, con excepción de Tucson [Pima County, Arizona]; Tubac [Santa Cruz County, Arizona] y las minas Patagonia [Santa Cruz County, Arizona] donde se refugiaron los que no pudieron huir del territorio. Ante la ausencia de tropas, los apaches se dedicaron a devastar Arizona, destruyendo aldeas, ranchos y minas, mientras los aterrorizados colonos escaparon como pudieron. Muchos pagaron con su vida la grave equivocación de Bascom en Apache Pass. Los informes que envió Sylvester Mowry, dueño de la más importante mina de plata de la región, son elocuentes. Tuvo que fortificar su establecimiento, convirtiéndolo en uno de los pocos sitios donde los fugitivos pudieron sentirse relativamente seguros. Al principio, Mowry escribió a Washington pidiendo que enviasen soldados desde California, pues los fuertes Breckinridge y Buchanan habían sido abandonados por las tropas federales que tuvieron que ir a New Mexico para luchar contra los confederados que llegaban desde Texas. Pero cuando sus peticiones no surtieron efecto, desesperado, se dirigió al general confederado Henry H. Sibly, dando toda clase de información sobre los movimientos de tropas de la Unión que se estaban preparando en California para dirigirse al Este. Finalmente, una unidad de caballería texana compuesta por 75 hombres al mando del capitán Sherod Hunter llegó a Tucson el 28 de febrero de 1862. Los habitantes del pueblo votaron su secesión de los Estados Unidos y los confederados crearon el Territorio de Arizona, que posteriormente fue ratificado por el gobierno de la Unión cuando sus tropas lo ocuparon de nuevo. Cabe mencionar que los apaches no distinguían entre unionistas y confederados. Para ellos eran simplemente estadounidenses con distinto uniforme.

Durante la noche del 4 de agosto de 1861, unos apaches mescaleros mataron a dos pastores y a varios animales y se llevaron otros de Fort Davis [Jeff Davis County, Texas]. Eran  50 animales que pertenecían al cantinero del puesto, Patrick Murphy. También se llevaron varios caballos. Al día siguiente el teniente confederado Reuben E. Mays salió en su persecución con 13 hombres. Seis eran de la compañía D, del 2º de Mounted Rifles de Texas [Thomas Carroll, John H. Brown, Samule R. Desper, Frederick Perkins, Samuel Shelby y John S. Walker]; cinco civiles [John Turner, el guía del puesto; P. H. Spence, un guarda de diligencias; John Woodland, un antiguo Ranger; Joseph Lambert; y John Deprose, un empleado de Patrick Murphy; y dos mexicanos [Juan Fernández y otro de nombre desconocido].

Mays siguió el rastro durante 160 km hacia el este, apoderándose el 10 de agosto de un centenar de caballos que llevaban los mescaleros, probablemente abandonados por ellos. Su jefe Nicolás, sabiendo que le seguían, apostó a sus guerreros, de 80 a 100, a ambos lados de un cañón rocoso en el Big Bend [Brewster County, Texas] y esperó. El lunes, 12 de agosto, los confederados cayeron en la emboscada falleciendo todos en menos de 10 minutos, excepto el mexicano Juan Fernández que logró huir.

Fernández llegó a Fort Davis y contó lo ocurrido. El teniente William P. White envió a 19 hombres [nueve soldados, entre ellos] hacia el lugar; mientras que de Fort Stockton [Pecos County, Texas] salió el capitán William C. Adams con Juan Fernández como guía. Al destacamento de Adams casi se le agotó el agua cuando iba por donde hoy se encuentra Alpine [Brewster County, Texas] sin poder encontrar a los mescaleros. El grupo que salió de Fort Davis localizó el lugar de la emboscada, pero solo encontró el cuerpo de John Deprose, trozos de ropa y varios objetos personales).

* El 15 de agosto de 1861, un grupo de mineros y rancheros se marcha de Tucson (Pima County, Arizona) para irse al Río Grande, cerca de La Mesilla (Doña Ana County, New Mexico) ante la falta de protección militar (abandono de Fort Buchanan) ante los apaches, debido a la Guerra Civil. (El grupo, al mando de Felix Grundy Ake y William Wadsworth, viajaba en seis carros dobles y un gran carro tirados por bueyes, y dos sillas de paseo. Estaba formado por 24 hombres [uno de ellos Moses Carson, medio hermano de Kit Carson], 16 mujeres y siete niños, junto a 400 cabezas de ganado y 900 ovejas y cabras, así como varios caballos.

Ake había planeado reunirse con los soldados que habían evacuado Fort Buchanan, pero cuando llegó a La Cienega, a 32 km al este de Tucson, descubrió que las tropas ya habían partido. A pesar de todo, decidió continuar, creyendo que su grupo era lo suficientemente numeroso para rechazar un ataque. No contaba con que las bandas unidas de Mangas Coloradas y Cochise disponían de varios rifles Sharps y revólveres, capturados en ataques anteriores.

No vieron a ningún apache en todo el camino, aunque en Apache Pass observaron sogas, algunos huesos y harapos colgando [los apaches ahorcados en el incidente con Bascom]. De camino hacia el río Mimbres [New Mexico], acamparon en la abandonada estación de postas durante la tarde del 26 de agosto, donde se les unió un hombre llamado Eugene Zimmer. Era un alemán que dijo, en un mal inglés, que había sido atacado por los apaches cerca del Cooke’s Canyon [Luna County, New Mexico] cuando llevaba 40 reses a Pinos Altos [Grant County, New Mexico] con nueve vaqueros mexicanos. Zimmer dijo que hicieron un alto para comer [cerca de donde había tenido lugar la emboscada al grupo de Freeman Thomas], cuando los apaches mataron a los mexicanos mientras él pudo escapar, llevándose los apaches todas las reses. Aconsejó a los viajeros cambiar de ruta, pero Ake y Wodsworth desconfiaron, pensando que quería llevarlos a una trampa. 

Antes del amanecer de la mañana siguiente, la caravana continuó el viaje entrando en la parte más estrecha del Cooke’s Canyon donde les esperaban Cochise y Mangas Coloradas con cerca de 200 guerreros. Alrededor de media mañana, por el estrecho paso no había espacio suficiente para pasar dos carros a la vez, por lo que el ganado, conducido por varios estadounidenses y mexicanos, entró primero en el cañón seguido de los carros mientras Wadsworth y Ake flanqueaban el pesado carro que llevaba a la mayoría de las mujeres y los niños. Uno de los que iban a la cabeza, Thomas Farrell, se detuvo de repente y dio la alarma. Dos cuerpos desnudos yacían en el borde del camino [eran dos vaqueros mexicanos muertos el día anterior]. Cuando llegó la noticia a la caravana, algunos hombres montaron sus caballos y huyeron, entre ellos Sam Houston, nieto del famoso texano. Solo quedaron 17 hombres capaces de luchar.

Al no ocurrir nada, la caravana continuó cautelosamente hacia adelante. Justo al pasar por el punto más estrecho, una descarga de disparos y flechas llegaron de las paredes rocosas de la garganta. John St. Clair y James May, que iban delante, murieron en el acto junto a varios caballos, bloqueando el paso de la caravana hacia adelante. Parte de las reses, presa del pánico, se volvió deteniendo el avance de los carros y dificultando su maniobra. William Redding y algunos hombres cargaron contra los apaches para atraer su atención, mientras Jack Pennington organizaba un círculo con los carros. Al no poder hacerlo, optó por una especie de triángulo como defensa. Tan pronto como los colonos desplegados volvían del cañón, los apaches se dirigieron a saquear el carro abandonado que iba a la cabeza, dando tiempo suficiente a los hombres para escapar en la calesa de Ake y en dos carros. Robert y América Phillips, tuvieron el tiempo justo para llegar con sus hijos a la defensa creada por Pennington con los otros carros. Una bala rompió una pierna de Redding, que resistió en la silla hasta que otros disparos lo mataron. Carson, Ake, Wodsworth, Nathaniel Sharp y un indio llamado Chickasaw Brown comenzaron a disparar para proteger los carros. 

Cuando estaba recargando su fusil, Jim Cotton disparó accidentalmente el arma atravesando su pierna la baqueta de avancarga. Nat Sharp rompió el asta de una flecha que tenía clavada debajo de su oreja y siguió disparando, con la punta clavada en su cuello. Jack, el perro bulldog del joven Jeff Ake, corrió hacia los apaches, agarrando a un guerrero por la garganta y tirándole al suelo. Otro apache le tiró una flecha. El perro y el guerrero murieron juntos.

La mayoría de los apaches estaban ocupados en reunir el rebaño, su principal objetivo. Cuando lograron llevárselo, Ake y Wodsworth abandonaron su refugio para subir a una cresta y ver mejor a los asaltantes. Wodsworth fue alcanzado por un par de balas y Nat Sharp, a pesar de la herida en el cuello, corrió a ayudarlo y lo trajo de vuelta. Grundy Ake estaba solo en la colina, rodeado por los apaches, pero Farrell corrió a ayudarle, matando a un guerrero, pero al volver fue alcanzado en la espalda. Los dos se arrastraron hacia los carros, pero Farrell se desmayó y solo Ake consiguió llegar. Wadsworth fue llevado al último carro, donde estaban las mujeres y los niños. Aprovechando un momento de respiro, un conductor logró dar la vuelta y huir hacia el río Mimbres. Los apaches, ocupados con la manada y entretenidos por el fuego dirigido contra ellos por el resto de los colonos, lo dejaron ir.

La batalla continuó en un enfrentamiento de disparos esporádicos. Los apaches habían conseguido lo que querían y no tenían intención de correr más riesgos para matar a más colonos. Estos creían que Farrell, cuyo cuerpo estaba tendido no muy lejos de los carros que formaban su refugio, estaba muerto, pero después escucharon sus gritos de ayuda. Pennington y Sharp fueron a ayudarlo, amenazando a los demás con dispararles si trataban de escapar antes de su regreso. Volvieron con el herido y pronto organizaron la retirada a la parte trasera de la caravana. A primeras horas de la tarde, un joven carretero mexicano llamado Mariano Madrid mató a un guerrero. Los apaches decidieron irse con el ganado, unas 400 reses y 900 ovejas. La lucha terminó con cuatro colonos muertos y ocho heridos, mientras que tal vez los apaches tuvieron cinco bajas. Cochise llevó parte de la manada a Chihuahua para venderla, mientras Mangas Coloradas se dirigió al norte, a las Mimbres Mountains [Sierra County, New Mexico] y a la Black Range [Sierra & Grant Counties, New Mexico].

La caravana volvió sobre sus pasos, hacia el río Mimbres. El carro más pesado llevaba a la mayoría de las mujeres y niños, y por detrás iba el resto de los carros. Mientras el grupo de Houston, que se había ido a las primeras de cambio, había llegado a la estación de postas del río Mimbres, desde donde enviaron un mensajero a Pinos Altos, donde estaba estacionada una compañía de los Arizona Guards, al mando del capitán confederado Thomas J. Mastin, y los tenientes Thomas Helm y Jack Swilling. Mastin conocía a Mangas Coloradas, declarando que era el más cualificado estadista entre los apaches, y el más influyente y sagaz de todos los jefes. Mastin y sus 35 hombres alcanzaron al grupo de Ake al este del río Mimbres [Wodsworth había muerto poco antes en los brazos de su esposa]. Cuando Ake dijo que los apaches se habían llevado todo el ganado, Mastin dedujo que probablemente irían al sur, hacia el norte de Chihuahua. Después de dejar al grupo de Ake en la abandonada estación de postas, donde habían acampado la noche anterior, y de alistar a varios de ellos como miembros de los Arizona Guards, Mastin decidió ir al galope por las Florida Mountains [Luna County, New Mexico] con la esperanza de alcanzarlos, sabiendo que irían lentos a causa del rebaño de ovejas.

Cabalgaron toda la noche descubriendo a los apaches, a la mañana siguiente, llevando el ganado por terreno abierto. Sin ser vistos, les sobrepasaron y, cuando estaban a 400 metros, cargaron contra los sorprendidos apaches, unos 80 guerreros. Tras un breve enfrentamiento, mataron a ocho apaches, persiguiendo al resto hasta la Cooke’s Range, donde se dispersaron por las colinas. Probablemente, era el grupo de Cochise. Los hombres de Mastin volvieron y recuperaron todas las reses y las ovejas. De regreso, enterraron los cuerpos de los vaqueros mexicanos y de los colonos. Hank Smith, miembro del grupo de Mastin, describió la escena: “Al estar los mexicanos juntos comiendo, los indios no tuvieron problemas en rodearles y matarlos a todos. Zimmer que estaba vigilando el ganado mientras sus hombres comían, oyó a los indios llegar por el cañón, dejándolos atrás al montar un buen caballo. Fuimos 15 hombres al Cooke’s Canyon a enterrar a los hombres. Los encontramos amontonados, horriblemente mutilados. Como pudimos los examinamos a todos con palos y les cubrimos con piedras al ser el suelo demasiado escabroso y rocoso para cavar tumbas, y no tener herramientas con qué hacerlas. Unos días más tarde, otro grupo de soldados confederados, bajo el mando del teniente James Tevis, llegó al lugar tapando con piedras las tumbas que habían sido excavadas por los animales salvajes. Luego fueron a la estación de postas junto al río Mimbres y escoltaron al grupo de Ake a Las Cruces [Doña Ana County, New México].

El ataque del grupo de Mastin no podía quedar sin respuesta para Cochise y Mangas Coloradas, planeando atacar Pinos Altos. Es posible que los dos jefes pensaran que tropas de Chihuahua habían tramado la emboscada de las Florida Mountains, ya que un ciudadano de Bavispe [Sonora], llamado Agustín Acuña, había venido el 11 de septiembre de Corralitos [Chihuahua] hablando de un no confirmado rumor que decía que tropas de Chihuahua habían matado a 12 apaches, aunque no está claro si se refería al ataque de los Arizona Guards de Mastin, o a una posible campaña de Joaquín Terrazas. Según a algunos chiricahuas que habían estado en Corralitos, Cochise había reunido guerreros en las Animas Mountains [Hidalgo County, New Mexico] desde donde planeaba atacar Fronteras [Sonora].

Mientras, otro extraño rumor decía que un grupo de chiricahuas y su jefe, quizás Mangas Coloradas, había ido a Pinos Altos a primeros de septiembre, y había hablado con un oficial confederado, probablemente el capitán Thomas Mastin. Este informó de todo al teniente coronel John Robert Baylor en La Mesilla. Baylor dijo a Mastin que si la gente de Mangas Coloradas venía, le autorizaba a matarlos de la forma que pudiera, ya sea emborrachándolos, envenenándolos, o a tiros.

Probablemente, los chiricahuas simplemente buscaban reunir información sobre la fuerza de los estadounidenses para después atacarlos. Quizás después de conseguir información, Mangas Coloradas envió mensajeros a Cochise, sugiriendo que si unían sus fuerzas podían tener éxito al atacar Pinos Altos y expulsar a los mineros de su territorio. Cochise, rápidamente, pospuso su posible incursión contra Fronteras y se dirigió a New Mexico. Más o menos un mes antes, los dos jefes habían visto con asombro como los soldados abandonaban los puestos militares y se dirigían al este. No sabían que ellos no tenían nada que ver con su retirada. Los soldados habían recibido la orden de ir a Fort Fillmore [Doña Ana County, New Mexico] para evitar la entrada desde Texas de las tropas confederadas.

A mediados de septiembre, Cochise llevó a sus chokonen y unos pocos nednais para unirse a los bedonkohes y chihennes de Mangas Coloradas, probablemente en las Burro Mountains [Grant County, New Mexico] o en las Mogollon Mountains [Grant & Catron Counties, New Mexico]. Esta incursión, probablemente tenía más guerreros [de 250 a 300] que cualquiera de las anteriores, ya que informes de México decían que algunos hombres que recibían raciones en Fronteras se habían unido a Cochise. Durante la madrugada del 27 de septiembre, los dos jefes reunieron a sus seguidores en los alrededores de Pinos Altos, asignando a cada grupo de guerreros un jefe de guerra. Antes del amanecer, había llegado a Pinos Altos el capitán Thomas Mastin y sus Arizona Guards confederados.

Cuando amanecía, los apaches rodearon la población y sus campos mineros aledaños, atacando por todos los lados. El asalto sorprendió por completo a los habitantes de la población minera. Algunos mineros murieron cuando estaban en sus excavaciones; otros permanecieron en los túneles asustados. Los “Arizona Guards” estaban de patrulla cuando los apaches atacaron, quienes intentaron quemar varias cabañas del perímetro de la ciudad. Afortunadamente, para los mineros, el pelotón de 15 hombres de Mastin regresó a la población poco después de que comenzaran las hostilidades, mientras que el otro pelotón estaba todavía de patrulla. Mastin ordenó a sus hombres y a los civiles tomar posiciones defensivas en el centro de la población. Durante un tiempo, los dos bandos lucharon a distancia hasta que los apaches se dispusieron a lanzar un ataque masivo. Dándose cuenta Mastin que si no hacía nada estaba perdido, ordenó coger un viejo cañón y cargarlo con clavos oxidados y perdigones, pues no había balas de cañón, ya que estaba solo de adorno. El cañón fue disparado sobre el grupo de guerreros y varios cayeron, muertos o heridos, retirándose el resto. Los “Arizona Guards” montaron en sus caballos y los persiguieron mientras los civiles disparaban sus fusiles por las ventanas de las casas. La lucha duró hasta más allá de las 13:00 horas. El capitán Peter Hardeman, que estaba con 25 hombres de patrulla, encontró el rastro de los apaches y los persiguió durante varios días hasta el río Gila, pero tuvo que retirarse porque sus suministros se estaban agotando. Mastin fue gravemente herido durante la carga de caballería que decidió la batalla, muriendo días después en Pinos Altos. Durante el enfrentamiento falleció uno de sus hombres [J. B. Corwin] y tres civiles, resultando heridos siete más. Según Hank Smith, un hombre de Mastin, los apaches sufrieron más de 20 bajas, entre muertos y heridos. Días después, muchos mineros se fueron a Santa Fe y a La Mesilla. Solo se quedaron 70 mineros y un destacamento de los Arizona Guards en Pinos Altos.

El duro enfrentamiento había costado a los chiricahuas más guerreros que cualquier otro enfrentamiento durante la alianza entre Cochise y Mangas Coloradas. Los líderes chihennes Chaboncito y Delgadito aparentemente murieron en el Cooke’s Canyon o en Pinos Altos. El chokonen Esquinaline [un firme aliado de Mangas Coloradas en las décadas de 1840 y 1850] también murió por entonces, probablemente luchando.

John C. Cremony en su libro “Life Among the Apaches” refleja que Delgadito fue muerto por un mexicano a quien el jefe apache estaba tratando de engañar para después matarlo hacia 1856. Estaban cruzando el río Mimbres a pie y al llegar a la orilla oriental, Delgadito cogió una rama caída de un árbol para ayudarse, cuando el mexicano aprovechó ese momento para hundirle su cuchillo en el corazón por la espalda. El apache fue encontrado, al día siguiente, todavía aferrado a la rama. Sin embargo, Gillet M. Griswold afirmó que Delgadito murió en 1855; Clum dijo que había muerto en un combate en Pinos Altos cuando un grupo de 40 estadounidenses mataron a 12 apaches; mientras que Francis Stanley informó que murió en 1864 a manos de una milicia mexicana bajo el mando del general Estanislao Montoya. Sea como fuere, el hecho es que a partir de entonces, Delgadito desapareció de la historia, siendo también posible que falleciera de muerte natural sin llegar a conocimiento de los blancos.

Después del enfrentamiento en Pinos Altos, los chiricahuas atacaron al menos a dos grupos de transportistas. Uno era de Harney, quienes tuvieron que combatir contra 150 apaches durante 14 horas, perdiendo a dos hombres. El otro era el de Charles Hayden, siendo atacados a 19 km al sur de Santa Rita del Cobre. Con Hayden iban varios mexicanos desde Santa Rita al Río Grande, cuando los apaches atacaron y capturaron a dos jóvenes hombres. Los apaches se vengaron por lo ocurrido en Pinos Altos, torturándolos hasta matarlos a tiros y con lanzas. Finalmente, el teniente Jack Swilling y 35 Arizona Guards rescató a la comitiva y la escoltó hasta los asentamientos del río Mimbres.

Poco después los chiricahuas dejaron la zona. A finales de octubre, Cochise fue al norte de México, donde intentó establecer relaciones en Fronteras [Sonora], ya que esperaba que los estadounidenses emprendieran una campaña contra ellos. Envió a nueve mujeres para solicitar la paz sin lograr materializar ningún acuerdo. Cochise se estaba convirtiendo en el principal líder chiricahua ante la vejez de Mangas Coloradas. Este mientras estaba al norte del río Gila, en las Mogollon Mountains [Grant & Catron Counties, New Mexico] recogiendo bellotas y piñones. Pronto le llegaron malas noticias. Un destacamento de Chihuahua había atacado una ranchería cerca de la Laguna Guzmán [municipio de Ahumada, Chihuahua], matando a siete apaches y capturando a 16. Entre los muertos había un hermano de Mangas Coloradas, con toda probabilidad Phalios Palacio. No hay informes de que Mangas Coloradas buscara venganza, pasando el invierno en los aislados cañones y valles que dominaban la parte baja de las Mogollon Mountains, lejos del radio de acción de las tropas de la Unión o de la Confederación, quienes luchaban entre sí en la parte central y superior del Río Grande. Acampado allí, afortunadamente evitó el norte de México, donde una epidemia de viruela se estaba cebando con los chokonen y nednais que habían hecho la paz en Fronteras y Janos. Ese invierno y al comienzo de la primavera de 1862, Cochise preparó a sus guerreros para atacar las minas Mowry [Santa Cruz County, Arizona], mientras Mangas Coloradas permanecía en su territorio, aparentemente cansado de la guerra). 

* El 15 de agosto de 1861, una banda de apaches mescaleros liderados por el Nicolás ataca el rancho de Manuel Musquiz, situado a 10 km al sureste de Fort Davis (Jeff Davis County, Texas), matando a tres pastores y llevándose parte del ganado. (El 28 de agosto, el mismo, u otro grupo de mescaleros, atacaron un carro postal cerca de Devil Ridge [Hudspeth County, Texas], 112 km al oeste de las Guadalupe Mountains [Culberson & Hudspeth Counties, Texas]. Los carreteros se pusieron a cubierto, intercambiando disparos con los guerreros, rechazando el ataque e hiriendo a un número desconocido de ellos).

1862  

* A principios de 1862, muchos chiricahuas continúan recibiendo raciones en Fronteras (Sonora) mientras una epidemia de viruela se propaga por Sonora y Chihuahua, diezmando a los apaches. (El 11 de febrero, 17 hombres y 15 mujeres fallecieron en Fronteras por esa enfermedad, entre ellos Parte, un importante líder de guerra chokonen).

* Durante la primavera, Mangas Coloradas pudo haber enviado un emisario a Pinos Altos (Grant County, New Mexico) para pedir la paz. (Según William Fourr Uncle Billy [buscador de oro, ranchero, y combatiente de apaches, entre otras cosas], por entonces Mangas Coloradas se había trasladado a un lugar cercano a Pinos Altos, noticia que llegó a oídos del gobernador confederado de Arizona [territorio que abarcaba la mitad sur de los actuales estados de Arizona y New Mexico], el teniente coronel John Robert Baylor en La Mesilla. Este acababa de llegar de una expedición por el territorio chihenne, y por Corralitos [Chihuahua], territorio nednai, a unos 100 km al sur de la frontera, a donde había ido siguiendo el rastro de una banda chiricahua que había robado, en enero, 100 caballos. Allí capturó a nueve apaches [un hombre, tres mujeres y cinco niños], ejecutando a los adultos y llevándose cautivos a los niños).

De vuelta en La Mesilla, el 20 de marzo, Baylor ordenó al capitán Thomas Helm, comandante de los Arizona Guards: “Me he enterado por el teniente J. J. Jackson que los indios han estado en su puesto [Pinos Altos] para proponer hacer un tratado. El Congreso de los Estados Confederados ha aprobado una ley que declara el exterminio de todos los indios hostiles. Por lo tanto, Vd. usará todos los medios para convencer a los apaches, o a cualquier tribu, que vengan con la propuesta de hacer la paz, y cuando estén todos juntos, matar a todos los indios adultos, y llevar a los niños prisioneros y venderlos para sufragar el gasto de matar a los indios. Compren whiskey y otros artículos que puedan ser necesarios para los indios, que yo pediré los comprobantes de la cantidad gastada. No dejen de hacer cosas para asegurar el éxito, y tengan un número suficiente de hombres alrededor para conseguir que no escape ningún indio. Deseo que tengan éxito contra esta maldita plaga que ya ha matado a más de 100 hombres en este Territorio”.

Afortunadamente, Mangas Coloradas decidió permanecer en las Mogollon Mountains [Grant & Catron Counties, New Mexico], donde estaba a salvo de las tropas concentradas en el Río Grande. Grupos de chiricahuas y mescaleros se enfrentaron varias veces con las fuerzas confederadas de Baylor a lo largo de 1861 y 1862. Cuando los confederados abandonaron New Mexico, el Superintendente Indio James L. Collins nombró a Lorenzo Labadie, agente de los mescaleros en la primavera de 1862.

* En abril de 1862, una banda apache roba caballos en la Hacienda de San Lucas (Chihuahua) siendo perseguidos por Joaquín Terrazas hasta la Sierra del Hueso (municipio de Guadalupe, Chihuahua) donde ataca su ranchería, matando a varios apaches, capturando caballos, cabras y todo el botín.

* Durante la primavera de 1862, llega a Arizona, proveniente de California, el Regimiento de Voluntarios de California, para unirse a las tropas federales del general Edward Richard Sprigg Canby en el Río Grande. (Al enterarse de su llegada, y siendo muy inferiores en número, la compañía confederada A de los Rangers de Arizona, del capitán Sherod Hunter bajo el mando del gobernador confederado John R. Baylor, se fue de Tucson el 4 de mayo rumbo a La Mesilla [estaba allí desde el 28 de febrero]. Mientras iban hacia el este, otro destacamento de Rangers estaba recogiendo ganado cerca de la abandonada estación de Butterfield Overland Stage en Dragoon Springs, en la ladera norte de las Dragoon Mountains, a unos 25 km al este de la actual Benson [Cochise County, Arizona].

Al día siguiente, 5 de mayo de 1862, una banda de 100 apaches al mando de Cochise y del jefe White Mountain Francisco  [Gochaahá] les vio y les esperó en Dragoon Springs. Cuando los Rangers entraron en un estrecho cañón, los apaches atacaron. Los confederados ofrecieron poca resistencia. Murieron cuatro hombres, el sargento Sam Ford; un joven  pastor mexicano que iba con ellos llamado Ricardo; otro, posiblemente, el capitán John Donaldson; y un soldado de nombre desconocido. El resto de los Rangers escaparon, dejando atrás 17 caballos, 21 mulas y 16 reses que fueron capturados por los apaches. Estas fueron las muertes confederadas que tuvieron lugar más al oeste durante la Guerra Civil y las únicas que ocurrieron dentro de los límites actuales de Arizona. Este enfrentamiento se conoció como la 1ª Batalla de Dragoon Springs.

Cuatro días después, el 9 de mayo, el teniente Robert L. Swope y 30 soldados, bajo el mando del gobernador John R. Baylor, atacaron y mataron a cinco apaches y recuperaron todo el ganado, en la que se llamó la 2ª Batalla de Dragoon Springs. Los tres confederados y el mexicano fueron enterrados cerca de la parada de postas de las Dragoon Springs.

Los Voluntarios de California, al mando del coronel James Henry Carleton, constaba de 2.350 hombres, entre Infantería y Caballería. Su vanguardia, al mando del teniente coronel Joseph Rodman West, llegó a Tucson el 20 de mayo. Cuatro días después ordenó la reocupación de Fort Buchanan y Fort Breckenridge [más tarde llamado Camp Grant]. El 5 de junio, la mayoría del regimiento llegó a Tucson, declarando Carleton la ley marcial tres días después.

Desconociendo qué estaba ocurriendo en el Río Grande, Carleton, envió, el 15 de junio, a tres hombres para que llevaran un mensaje al coronel Edward Richard Sprigg Canby, y avisarle de su llegada. Contrató al antiguo empleado de la Overland Mail”, John W. Jones, como mensajero, y al mexicano Chávez como guía, el cual conocía bien el territorio. Iba con ellos el sargento William Wheeling, del 1º de Infantería de California.

A pesar de que tomaron toda clase de precauciones, los chokonen de Cochise pronto les vieron cuando se acercaron a Apache Pass durante la tarde del 18 de junio.

Teniendo la sensación de estar siendo observados, cruzaron al galope una zona de maleza, pero cuando estaban a pocos kilómetros al este de Apache Pass, fueron atacados por guerreros ocultos a lo largo del sendero.

No se sabe por qué decidieron desmontar. Quizás pensaron que la huida era difícil al tener sus monturas cansadas, o puede que vieran guerreros bloqueando su camino, pero el hecho es que desmontaron para buscar cubierta y rechazar el ataque. Cuando pusieron pie en el suelo, solo pudieron coger uno, o a lo sumo dos rifles, debido al nerviosismo de las monturas. Antes de poder protegerse, Chávez fue alcanzado gravemente en la cadera.

Chávez disparó con el rifle del sargento Wheeling, pero perdió todos los casquillos de percusión del conjunto de la cerradura [Wheeling tenía el rifle Springfield modelo 1855. Este modelo usaba el sistema de cebado de cinta Maynard en el que los cebadores, que parecían un rollo de casquillos, estaban ubicados dentro del bloque de la recámara y encerrados por una pequeña puerta. Si esta se abría en el fragor de la batalla, el rollo de cebadores podía caerse y dejar el rifle inoperable. Carleton solicitó y recibió casquillos de percusión estándar para usar debido al problema de fallos de encendido de los cebadores de cinta].

Con el rifle de Wheeling inutilizado, solo tenían revólveres y el rifle de Jones, suponiendo que tuviera uno. Cuando las cosas se pusieron feas, o el pánico les invadió, decidieron que huir era su única oportunidad, pero tenían que llegar hasta sus monturas que no estaban demasiado lejos. Cuando iban a salir, los chokonen reanudaron los disparos, hiriendo a Wheeling, haciéndoles recular.

Fue entonces cuando Jones convenció a Wheeling de que la única posibilidad de sobrevivir era alejarse del círculo cada vez más estrecho que los apaches estaban realizando, abandonando a Chávez a su suerte. Este suplicaba que no le abandonasen, pero Jones y Wheeling no se lo pensaron y salieron a la carrera hasta alcanzar sus monturas.

Nada más subirse, Wheeling fue alcanzado por un disparo, cayendo de su cabalgadura y falleciendo en el acto, mientras Jones, eludiendo los disparos, logró alejarse. Pronto vio como varios guerreros salían tras él, pisándole los talones. Exigió todo lo que pudo a su montura mientras era perseguido durante 32 km por el San Simon Valley. Jones, buen tirador, hirió a dos apaches que se acercaron lo suficiente hasta que, a la puesta del sol, logró distanciarse de sus perseguidores, o estos abandonaron la persecución.

Dos días más tarde, Jones fue capturado por soldados confederados cerca del pueblo de La Mesilla [Doña Ana County, New Mexico] siendo hecho prisionero y encarcelado en Fort Fillmore [Doña Ana County, New Mexico]. De alguna manera, Canby se enteró de la llegada del Regimiento de Voluntarios de California. Cuando los confederados se retiraron de New Mexico, Jones fue liberado al efectuarse un intercambio de prisioneros.

El 21 de junio de 1862, Carleton envió un destacamento compuesto por 140 hombres de Caballería de las compañías “B” y “C”, al mando del teniente coronel Edward Engle Eyre para realizar una expedición exploratoria entre Tucson y la Mesilla. Con Eyre iban tres oficiales, el capitán Emil Fritz y los tenientes Porter Haden y Ephraim Baldwin.

A las 06:00 horas del 25 de junio, Cochise vio como el destacamento acampaba en la abandonada estación de la Overland Mail Company en Apache Pass. Tenía todavía fresca en su memoria la muerte de su hermano y sus sobrinos a manos de soldados estadounidenses. Desde lo alto de Apache Springs, sus guerreros dispararon a las tropas que daban de beber a sus caballos. Sin embargo, pararon cuando vieron una bandera blanca. Una hora más tarde, con unos 75 guerreros, Cochise fue a hablar con Eyre, quien le aseguró que venían en paz y querían ser amigos, dándole tabaco y pemmican [comida concentrada, compuesta de una masa de carne seca pulverizada, bayas secas y grasas; inventada por los nativos de Norteamérica, siendo muy utilizada por los europeos durante la época del comercio de pieles y posteriormente por los exploradores árticos y antárticos como una comida hipercalórica. Mezclando todos estos ingredientes se obtiene una especie de pan o pasta, que tiene la propiedad de no enmohecerse y puede almacenarse durante largos periodos de tiempo]. Según el informe de Eyre, eran de 75 a 100 guerreros, armados con rifles, una gran cantidad de revólveres y algunas escopetas de un solo cañón.

Cuando acabó la reunión, Eyre descubrió que tres de sus soldados [James F. Keith, Peter R. Maloney y Albert Schmidt, de la compañía B, del 1º de Caballería] habían sido tiroteados en el pecho, les habían atravesado el cuello con una lanza, y habían desnudado los cuerpos. A dos de ellos les habían arrancado el cuero cabelludo y se habían llevado dos de sus caballos. Eyre informaría: Ellos fueron víctimas de su propia imprudencia, todo el destacamento había sido repetidamente advertido por mí de no alejarse del campamento. Habían terminado de dar de beber a sus caballos y se dirigían al campamento cuando se toparon con varios guerreros. Por pura coincidencia, los disparos de los apaches que mataron a los soldados, probablemente, habían coincidido en el tiempo con los disparos de los centinelas que avisaban de la llegada de Cochise y sus guerreros. Eyre ordenó enterrar los cuerpos al este de la estación de diligencias, siendo posiblemente las primeras tumbas de lo que luego sería el cementerio de Fort Bowie. Según el capitán John Carey Cremony en una carta aparecida en el periódico californiano Daily Alta, algunos de los oficiales y soldados estaban muy molestos con la manera en que Eyre manejó la situación. Cremony escribió que cuando Eyre se negó a permitir que la caballería persiguiera a los apaches, el capitán Fritz se enfadó y arrojó su sable y su carabina. Puede haber algo de verdad en este incidente, ya que las órdenes de Eyre eran, evitar colisiones con los indios. El destacamento abandonó Apache Pass a las 18:00 horas, avanzó hacia el este unos 6’5 km y acampó. A las 23:00 horas, los apaches realizaron varios disparos contra el campamento, hiriendo en la cabeza, aunque no de gravedad, al cirujano William A. Kittridge y matando a un caballo. Los soldados devolvieron el fuego pero los apaches desaparecieron en la oscuridad. Si Eyre hubiera sabido que Jones, Wheeling y Chávez habían sido atacados una semana antes, hubiera podido tomar precauciones mientras estaba en Apache Pass, y sobre todo, haber enviado un mensajero de lo que se podrían encontrars las tropas que venían por detrás.  El destacamento de Eyre partió a las 03:30 horas del 26 de junio y continuó su viaje hacia el Río Grande sin más incidencias, llegando allí el 4 de julio.

Cochise decidió tender una emboscada a la siguiente unidad militar que intentase atravesar Apache Pass. De la conversación con Eyre, Cochise dedujo que estos soldados formaban parte de una unidad más numerosa que llegaba a su territorio y que eran demasiados para luchar solos contra ellos. Pidió ayuda a Mangas Coloradas, y sus bedonkohes y chihennes respondieron, así como los chihennes de Victorio y Nana, e incluso Juh con unos cuantos nednais. También estaba Francisco, con varios guerreros White Muntain. En poco más de una semana, se reunieron en Apache Pass.

El 4 de julio de 1862, Día de la Independencia de los Estados Unidos, Carleton ordenaba a sus tropas desfilar por las calles de Tucson. A las 04:30 horas del 10 de julio, el capitán Thomas L. Roberts, del 1º de Infantería de los Voluntarios de California, salió de Tucson rumbo al este al mando del siguiente destacamento: 72 hombres de la compañía “E”, del 1º de Infantería, mandada por él mismo; 10 hombres de la compañía “H”, del 1º de Infantería, mandada por el teniente Alexander Bartholomew MacGowan; 24 hombres de la compañía “B”, del 2º de Caballería, al mando del capitán John Carey Cremony; 20 hombres de la compañía E, del 1º de Infantería, al mando del subteniente William A. Thompson, con dos cañones de campaña transportados por ocho mulas; sumando un total de 126 soldados, más unos 25 o 30 conductores de carros al mando de Jesse R. Allen, y 242 animales.

El primer día, marcharon 48 km por un camino tan polvoriento que los hombres y los animales tenían problemas para respirar. A las 18:00 horas llegaron a una ciénega con buena agua y leñas en los alrededores. Para evitar el calor del día, se detuvieron el 11 de julio y reanudaron la marcha a las 01:00 horas del 12 de julio. Después de una marcha de 40 km llegaron al río San Pedro, donde llenaron dos carros con agua, y a la 01:00 horas del 13 de julio, Roberts partió con 60 soldados de infantería, ocho de caballería y los dos cañones de campaña, dejando allí al capitán Cremony con 25 soldados de Infantería y de Caballería, y unos 20 conductores de carros, protegiendo los suministros y el ganado, esperando la orden de Roberts para llevarlos adelante. También se quedó el teniente MacGowan con su destacamento, y tres jinetes, con la orden de permanecer allí para proteger los envíos de forraje. 

Roberts siguió avanzando, llegando a Dragoon Springs a las 08:00 horas, donde, encontraron suficiente agua. Aunque habían recorrido una distancia más corta de lo habitual, había sido difícil para los hombres porque habían marchado por un camino polvoriento. Esa noche había llovido mucho, lo que hizo que se ralentizara el viaje. Después de que Roberts vio que había agua en los manantiales, envió a tres soldados de caballería con la orden de que Cremony avanzara con los carros  y el ganado. 

Mientras Cremony recorría los 45 km de distancia bajo una fuerte tormenta eléctrica, Roberts puso a sus hombres a trabajar para mejorar el manantial y los pozos naturales que había en el cañón. Pronto obtuvieron suficiente agua para todo el destacamento. A las 16:00 horas del 14 de julio, Cremony llegó a Dragoon Springs.

Solo una hora después [a las 17:00 horas], Roberts partió para Apache Pass, distante unos 64 km, con unos 95 hombres, incluyendo el resto de carreteros [5 o 6], ordenando a Cremony que saliera tras él la mañana del 15 de julio con los carros y el ganado.

Acababa el día 14 cuando Mangas Coloradas y Cochise descubrieron una gran nube de polvo que se elevaba de Dragoon Springs, a 64 km al oeste de Apache Pass. Cochise supo por su reciente conversación con Eyre que otra fuerza mayor venía por el antiguo camino que utilizaban las diligencias. Marcharon toda la noche y al día siguiente llegaron a Apache Pass [las fuentes más fiables estiman que eran unos 180 apaches].  

Los manantiales situados dentro de Apache Pass constituían la única fuente de agua en esa parte del camino y Cochise supuso que los soldados estarían exhaustos y sedientos después de su marcha a través del valle del Sulphur Springs bajo el intenso calor estival de Arizona. El sargento Albert Jennings Fountain escribiría: La marcha hacia Apache Pass nunca fue olvidada por aquellos que la hicieron. Asa Daklugie [hijo de Juh] dijo a la escritora Eve Ball que los chiricahuas querían sorprender a los soldados cuando estos alcanzaran los manantiales. Utilizando grandes rocas, los apaches construyeron parapetos a ambos lados de las fuentes desde donde pensaban concentrar su potencia de fuego al estar ocultos.

Cremony inició su lenta marcha hacia Apache Pass con las primeras luces del 15 de julio. Roberts llegó a Apache Pass alrededor de las 12:30 horas del mismo día. Hay diferencias sobre cuántos hombres tenía Roberts en la batalla de Apache Pass pero la mayoría de las fuentes indican que pudieron ser las siguientes: 60 soldados de Infantería; 21 con los dos cañones de campaña; seis de Caballería; el subteniente William A. Thompson; el asistente médico William H. McKee; un guía llamado Andrew Furlong; y tres carreteros, lo que sumarían 93 personas; que con Roberts harían un total de 94.

Al no tener noticias de lo ocurrido el mes anterior con el teniente coronel Eyre, Roberts solo tomó las precauciones normales mientras se dirigían hacia Apache Pass. Mientras los hombres avanzaban, cansados, soñaban con llegar al antiguo edificio de piedra de la estación, que lo tenían a la vista. Pronto tendrían agua y comida, y podrían descansar tras una dura marcha durante toda la noche. Aceleraron el paso, bromeando y cantando.

Los apaches nunca habían visto tantos casacas azules dirigirse hacia el manantial de Apache Pass. Cochise permitió que los soldados llegasen hasta la abandonada estación de la Overland Mail Company, alrededor del mediodía. La caballería había desensillado sus caballos y la mayor parte de la infantería acababa de romper filas cuando escucharon disparos hacia el oeste. La retaguardia estaba siendo atacada.

Eran 20 soldados con dos carros de suministros, uno con agua, y dos vehículos de ruedas que los apaches llamarían más tarde armas de carro. No pudiendo seguir el ritmo del resto del destacamento, los carros y los cañones se habían quedado atrás. Cuando estaban a 800 metros al oeste de la estación [habían recorrido 2/3 del desfiladero], los apaches apostados detrás de rocas y árboles, a ambos lados del camino, les dispararon. Los primeros disparos les pillaron por sorpresa, matando al soldado de la compañía G, del 1º de Infantería, Charles M. O’Brien, adscrito a la batería de artillería, e hiriendo al conductor del equipo, Andrew [Shorty] Sawyer en el muslo. Aunque estaba herido, Sawyer montó en su mula y condujo su carreta a través de la lluvia de disparos hasta la estación. Al principio, los artilleros dispararon los cañones a donde veían salir humo de los rifles apaches, pero a medida que los apaches se acercaban bajando por las laderas rocosas, empezaron a retroceder. Roberts ordenó al corneta que tocase retirada, pues pensaba que entre las rocas, había de 400 a 500 guerreros cuando, en realidad, no llegaban a 200. Rápidamente formó a su infantería, la cual avanzó para proteger la retirada de los soldados atacados. El sargento Fountain escribiría años después: “Rápida, vigorosa y valientemente, los hombres respondieron a la orden de su oficial; no se pensó en una estampida, no hubo peligro de pánico. Los hombres se colocaron en línea con tanta frialdad como si estuvieran practicando un simulacro, y se abalanzaron sobre los indios que habían atacado a la retaguardia”. La llegada de la infantería hizo que los apaches se retiraran a las colinas cercanas. Uno de los cañones de montaña entró en acción y realizó al menos un disparo, empujando a los apaches hacia la montaña y hacia el manantial. Una vez recuperado el cuerpo desnudo y mutilado de O’Brien regresaron a la estación. Roberts informó que los apaches habían sufrido cuatro bajas.

Parece que Cochise y Mangas Coloradas habían dividido a sus guerreros en tres grupos: uno para atacar a los soldados en el manantial; otro que vigilaba el camino por si llegaban refuerzos, rezagados, o por si algunos soldados se batían en retirada; y otro que realizaba la clásica emboscada apache a la retaguardia del destacamento. 

Roberts reagrupó a sus hombres en la estación, pero necesitaban agua desesperadamente, y con el manantial todavía a 550 metros, sabía que tendrían que luchar por ella. Dividió su infantería en dos grupos, ordenando al sargento Albert Fountain que atacara con 20 soldados, a pie y a la carrera, las posiciones apaches para capturar el manantial mientras los dos cañones de campaña, al mando de Thompson, disparaban, por encima de los hombres de Fountain, obligando a los apaches a abandonar sus posiciones. El segundo grupo se desplegó como escaramuzadores y avanzó, junto a los seis jinetes, apoyando a los cañones de montaña en su avance. Años más tarde, Fountain recordaría las palabras del capitán Roberts justo antes de atacar: “Muchachos, ahí está el agua, debemos conseguirla o morir. No le pido a nadie que haga más de lo que intentaré hacer, no espero que nadie haga menos. Este no es lugar para cobardes o merodeadores; si no cumplo con mi deber, hombres, mátenme porque, por Dios, que mataré al primer hombre que muestre la pluma blanca hoy aquí”. Fountain continuó diciendo: “Los hombres respondieron con una ovación que sacudió las costillas rocosas del cañón y le dijeron al enemigo que todavía no tenían una tarea fácil por delante”.

El primer grupo de soldados avanzó por la mitad del valle bajo el fuego continuo de los apaches. Con los cañones bombardeando las laderas, llegaron a 45 metros del manantial. Vitoreando cuando vieron agua, fueron recibidos por una fuerte descarga de los apaches escondidos alrededor del manantial. Los apaches habían construido parapetos de piedra cerca de las cimas de las dos colinas que dominaban el manantial. También se apostaron sobre fortificaciones naturales a lo largo de la ladera y tras una vegetación más densa alrededor del manantial.

La primera andanada mató al soldado John Barr, quien recibió un tiro en la cabeza. Al ver el fuego concentrado de los apaches, Roberts ordenó tocar llamada para reagrupar sus fuerzas antes de perder más hombres. Los soldados retrocedieron, llevando consigo el cuerpo de Barr.

Para apoderarse del manantial los soldados tenían que superar las posiciones apaches que estaban en terreno elevado. Roberts ordenó subir los cañones y les dio instrucciones para bombardear las posiciones apaches cerca de las cimas de las colinas. Este avance causó problemas a los artilleros. Cuando los cañones bombardearon las laderas, a una distancia de 365 a 455 metros, obtuvieron buenos resultados con la munición que seleccionaron: perdigones de caja esférica, una bola de hierro hueca llena de 78 balas de mosquete del calibre 69. Para obtener los mejores resultados, estos proyectiles debían explosionar por encima y ligeramente por delante del objetivo previsto. Debido a que los apaches ocupaban posiciones en las cimas de las colinas y las crestas, una mecha demasiado corta enviaría la bala de cañón por encima de la colina y explosionaría sin causar daño. Aproximar el cañón al objetivo reducía el alcance a 180-275 metros, lo que hacía aún más difícil acertar. Esta distancia exponía a los artilleros al fuego de los rifles apaches y, al menos una vez, hizo que se alejaran de los cañones. Cuando el fuego de los apaches se hizo intenso, los artilleros los abandonaron, para buscar refugio y devolver el fuego con sus rifles, lo que redujo la cadencia del fuego de los cañones. Al acercar los cañones a las posiciones de los apaches, ya no pudieron tener la elevación necesaria para alcanzar puntos altos. Para corregir este problema, empezaron a disparar desde pendientes demasiado empinadas para el retroceso del cañón, lo que provocó que los cañones se voltearan hacia atrás. En un caso, el sargento Titus Mitchell y el soldado John Teal, de la compañía B, del 2º de Caballería, tuvieron que ayudar a enderezar un cañón con sus monturas y con cuerdas. También cavaron en el suelo para aumentar la elevación. El retroceso en ese ángulo ejercía demasiada fuerza sobre las culatas y los ejes del cañón, rompiéndolos y dejándolos temporalmente fuera de servicio.

Viendo el problema que había con los cañones, Roberts se dio cuenta de que solo la infantería podía tomar las colinas. Otra vez dividió a la infantería en grupos. El primero, de 20 hombres, al mando del sargento Fountain, atacaría la alta colina de la izquierda; el segundo, la colina de la derecha; y el tercero, avanzaría y se mantendría en medio, proporcionando fuego de cobertura. Fountain desplegó a sus hombres como escaramuzadores, avanzando sobre la colina. Más tarde describiría: “Se les ordenó avanzar alternativamente, es decir, 10 hombres corrían 10 o 12 metros hacia el frente, se tumbaban y cubrían a los otros 10 mientras corrían, y así sucesivamente. Avanzamos lentamente cuesta arriba frente a un irritante fuego”. Al estar bien posicionados, los apaches impidieron un avance rápido a los hombres de Fountain.

El segundo grupo que atacó la colina de la derecha debió haber mantenido ocupados a los apaches allí apostados, ya que no hay ningún informe de que los soldados de Fountain recibieran fuego cruzado desde dicho lugar. 

El grupo de Fountain siguió ascendiendo lentamente. Estando cerca de la cima, Fountain echó mano a su cantimplora para beber la última gota de agua que tenía, cuando un tirador apache, situado tras los parapetos, disparó una bala que atravesó la cantimplora a centímetros de su boca. Cuando comprobó que estaba ileso, el susto se convirtió en alivio y luego en rabia. Ordenó a sus hombres calar bayonetas y cargar contra la cima. [Aunque la historia de la cantimplora parece un poco exagerada, no debe descartarse por completo. Varias crestas de rocas naturales cerca de la cima de la colina brindan una amplia protección para cualquiera que se acueste detrás de ellas. Sin embargo, si extiende sus brazos por encima de su cuerpo mientras está acostado boca arriba, sus manos y cualquier cosa en ellas se convierte en un objetivo para cualquiera que esté apostado arriba]. Unos 50 apaches realizaron una descarga y corrieron ladera abajo, dirigiéndose hacia la cima de una colina cercana. Tiempo después, Cochise tuvo oportunidad de hablar con Fountain, diciendo: No nos hubierais vencido si no hubierais disparado los carros contra nosotros. Asa Daklugie dijo a Eve Ball: Después de que volvieron los cañones contra nosotros en Apache Pass… mi gente supo que estaban condenados. La compañía E ocupó la fortificación, un parapeto de piedra semicircular de unos 10 metros de diámetro y alrededor de medio metro de altura, desde donde controlaba el manantial situado más abajo.

Cuando Fountain y sus hombres llegaron a la cima de la colina, escucharon los vítores de los soldados que estaban abajo mientras corrían hacia el manantial para llenar cualquier recipiente que pudiera contener agua. Los apaches que aún estaban en la colina de la derecha dispararon contra los hombres que avanzaban. Los hombres de Fountain, que tenían ventaja en terreno elevado, les dispararon desde la colina izquierda, expulsándolos de allí rápidamente. De momento, la lucha había terminado. Eran más de las 16:00 horas y los soldados abrevaban el ganado, llenaban sus cafeteras, cantimploras de agua y otros recipientes para pasar la noche.

Tan pronto como los soldados dieron de beber a sus monturas, Roberts envió al sargento Titus B. Mitchell y a los soldados John W. Teal, Jesse T. Maynard, Oliver F. Keim, Bradley King y George F. Young para que avisasen a la columna de aprovisionamiento que venía por la retaguardia al mando de Cremony. Con la esperanza de salir de Apache Pass antes de que los apaches los vieran, los seis hombres cabalgaron a toda velocidad por el antiguo camino hasta llegar a la llanura del oeste. En ese punto, Teal desmontó para caminar con su cansado caballo, lo que permitió que los demás avanzaran entre 185 y 275 metros delante de él, los cuales recibieron disparos de los que el sargento Mitchell creía que eran unos 40 apaches escondidos detrás de algunas rocas y árboles. Los primeros disparos fracturaron el antebrazo derecho de Maynard, y mataron a su caballo. También hirieron al caballo de Keim, pero aún podía galopar. Maynard se subió a la grupa de un compañero y cabalgaron a toda velocidad. El sargento Mitchell pensó que eran muy pocos para hacer frente a tantos apaches por lo que, siguiendo sus órdenes, fue en busca del destacamento de Cremony, en la creencia de que no podía ayudar a Teal. Llegaron alrededor de las 19:30 horas, todos menos Keim. Su caballo herido murió a unos 1’5 km del campamento de Cremony, prefiriendo caminar el resto del camino, cargando con la silla y el resto del equipo, para llegar unos 20 minutos después.

Entre 15 y 20 apaches se habían interpuesto entre Teal y sus compañeros que se alejaban. Teal montó e intentó dejarlos atrás, cabalgando hacia el sur a través de la llanura. Cuando los apaches se acercaron, el agotado caballo de Teal fue alcanzado “justo delante de sus cuartos traseros”, deteniéndose y cayendo al suelo. Teal, decidido a luchar hasta el final, se colocó detrás del animal y comenzó a disparar su carabina Sharps. 

El soldado John Teal contaría en el libro “Life Among the Apaches”, de John Carey Cremony: “Poco después de salir del paso llegamos a una especie de pequeña llanura o valle, de 1,6 km de ancho, por donde entramos a toda velocidad. Iba en la retaguardia a unos 180 metros cuando, de pronto, un grupo de aproximadamente 15 indios llegó entre mí y mis compañeros. Giré la cabeza de mi caballo hacia el sur corriendo a lo largo de la llanura con la esperanza de dejarlos atrás, pero había exigido demasiado a mi caballo y no podía aumentar la distancia. Ellos se acercaron y comenzaron a disparar, una bala traspasó el cuerpo de mi caballo, justo delante de sus cuartos traseros. Ante la negra perspectiva, desmonté de inmediato, decidido a luchar hasta las últimas consecuencias. Mi caballo cayó muerto apostándome tras su cuerpo, abriendo fuego con mi carabina, que siendo de retrocarga, me permitió mantener una viva descarga de fusilería. [Era una carabina Sharps del calibre 52, modelo de 1859]. Este repetido fuego pareció confundir a los apaches y en lugar de avanzar a la carrera, comenzaron a cabalgar en círculo a mi alrededor, disparando ocasionalmente en mi dirección. Ellos sabían que yo también tenía un revólver [un Colt Navy, calibre 36, modelo de 1851] y un sable, pudiendo luchar de cerca. De esta manera la lucha continuó durante más de una hora, cuando se puso a tiro un indio prominente entrándole una bala de mi carabina en el pecho. Debe de haber sido alguien de cierto renombre, porque poco después parecían estar lejos de mí, pudiendo oír sus voces cada vez más lejos en la distancia. Pensé que era un buen momento para largarme y, quitándome mis espuelas, cogí la silla de montar, bridas y una manta de mi caballo muerto y me dirigí al campamento caminando unos 13 km”.

Teal no lo sabía, pero acababa de herir, probablemente en el tórax, a Mangas Coloradas, quien fue llevado a donde Cochise. Este decidió abandonar la lucha y buscar ayuda médica para su suegro, llevándole a Janos [Chihuahua], distante unos 130 km, llegando el 17 de julio. Allí, cuidando de no ser vistos por la guarnición mexicana, consiguieron que el médico Felipe Maldonado, bajo amenaza de muerte, extrajera la bala y curara la herida.

Teal, sin las espuelas para poder caminar mejor, logró llegar al campamento de Cremony alrededor de las 22:30 horas, cargando con todo su equipo. Cuando Mitchell contó a Cremony lo ocurrido, rápidamente aseguró los carros y esperó los refuerzos de Roberts. Este dejó que 28 soldados de infantería bebiesen una taza de café y partió en busca de Cremony, el cual estaba a 24 km de distancia. Unos pocos kilometros más adelante, en el valle, descubrieron el caballo muerto de Maynard y temieron lo peor. Creyendo que los apaches podrían haber acabado con el grupo de Mitchell y con los carros de suministros, marcharon tan rápido como pudieron. Fountain describió la marcha: “Fue una marcha horrible. La noche era oscura y mientras avanzábamos tambaleándonos, esperábamos encontrarnos a cada momento con los cuerpos de nuestros camaradas masacrados y las ruinas de nuestro tren saqueado”. Poco después de las 02:00 horas, el destacamento de Roberts llegó al campamento de Cremony para enterarse de la llegada del grupo de Mitchell.  

Después de dejar dormir a los hombres durante un par de horas, los destacamentos de Roberts y de Cremony, iniciaron la marcha hacia Apache Pass, alrededor de las 05:00 horas del 16 de julio. La caballería iba por delante y por detrás de los carros, mientras la infantería marchaba a ambos lados. Llegaron sin incidencias al campamento de Apache Pass alrededor de las 00:00 horas.

Los soldados vieron que los apaches, posiblemente creyendo que los cañones todavía estaban inoperables, ocuparon de nuevo las fortificaciones que había en las laderas sobre el manantial y alrededor del manantial mismo. Con el agua que habían recogido la noche anterior casi agotada, Roberts preparó a sus hombres para volver a atacar. Como el capitán Cremony y la mayor parte de su caballería no habían participado en la lucha del día anterior, propuso bombardear las posiciones de los apaches y luego dejar que su caballería despejara la colina. Según Cremony, Roberts rechazó el plan alegando que existía el peligro de debilitar la caballería en un ataque demasiado peligroso y que de producirse, podría poner en peligro su misión principal. Nuevamente, Cremony suplicó a Roberts que le dejase atacar al enemigo y nuevamente Roberts se negó. Roberts pensaba que bombardear las alturas y el manantial proporcionaría el método más seguro para vencer a los apaches.

Sin embargo, Cremony no aceptó un “no” como respuesta y persuadió al subteniente Frederick Muller para que tratara de convencer a Roberts de que cambiara de opinión. Muller discutió con Roberts casi media hora hasta que le dijo que obedeciera sus órdenes o sería arrestado. 

Los carreteros llevaron los carros al corral de la estación y formaron un cuadrado, atando las mulas dentro. Veintiocho carreteros, armados con rifles se quedaron para proteger los carros. Los dos cañones reparados los llevaron en medio del cañón de Apache Pass, donde su bombardeo causaría el mayor daño. La infantería se desplegó a través del cañón como escaramuzadores y la caballería detrás de ellos. Roberts dio la orden de avanzar. Esta vez, las tropas tenían la ventaja de conocer el terreno. Fountain escribiría: “… los pequeños cañones, arrojando con rencor proyectiles de 12 libras y casquillos esféricos a diestra y siniestra, fueron empujados hacia arriba del cañón en línea con los escaramuzadores. Los proyectiles estallaron espléndidamente, sobresaltando al enemigo oculto detrás de sus parapetos; y mientras huían, la línea de escaramuzas aceleró su velocidad con andanadas de bolas de Minnie. La línea avanzó fría y deliberadamente, los hombres actuando como si estuvieran en un ejercicio”.

Clark Stocking, un soldado de Infantería de la compañía A, que llegó a Apache Pass después del enfrentamiento, contaría el siguiente relato, habiéndoselo oído a uno de los participantes: A unos 730 metros encima de nosotros había un grupo [de apaches] especialmente agresivo, ya que tenía varios rifles de larga distancia como los nuestros. Los más belicosos de ellos estaban tras el tronco de un roble donde nacían varias ramas, viéndose una bocanada de humo, filtrándose a través de las hojas cada vez que uno de nuestros hombres era alcanzado. Los artilleros habían intentado sin éxito alcanzar su posición, pero entonces vino el asistente del hospital de campaña, un antiguo artillero licenciado que había envejecido sirviendo con el general Scott, apartó a los artilleros, elevó el tiro hasta quedar satisfecho, observó, y disparó. Ciertamente, nunca vi ni oí acerca de un disparo tan certero. Un tirador de primera con un rifle no podía haberle superado. El proyectil impactó en el árbol, detonando aparentemente en el centro, porque nada quedó de él, salvo un tronco cortado.

Los apaches, tal vez sorprendidos de ver que los cañones volvían a disparar, rápidamente abandonaron sus fortificaciones y desaparecieron por las colinas. La caballería, sin poder contenerse, sobrepasó la línea de la infantería, y fue tras los apaches en retirada, deteniéndose cuando llegaron a terreno escarpado. Cuando los soldados ocuparon el manantial, terminó la batalla de Apache Pass. Un oficial escribiría después que “los apaches huían como perdices” por los disparos de los cañones. Según Betzinez, los chiricahuas no tuvieron más remedio que abandonar sus posiciones, llevando a sus heridos con ellos. Fountain pudo ver a muchos apaches corriendo hacia las colinas para huir de la explosión de los obuses.

Los soldados pasaron el resto del día realizando mejoras en el manantial, excavando y tapando parte del mismo. El soldado Thomas Akers, de la compañía A”, del 1º de Infantería de los Voluntarios de California, pasó por Apache Pass el 29 y 30 de julio de 1862, y mencionó las tumbas cuando las vio, escribiendo en su diario del 29 de julio que O’Brien y Barr fueron enterrados frente a la estación de diligencias, junto a otras tres  tumbas, los soldados James F. Keith, Peter R. Maloney y Albert Schmidt, del destacamento de Eyre”. Poco después de esto, los cinco cuerpos fueron trasladados a un lugar que más tarde se convertiría en el cementerio de Fort Bowie.

Los muertos apaches yacían donde habían caido. Cuando su compañía pasó por Apache Pass dos semanas después, George Washington Oaks, soldado de la compañía I”, del 1º de Infantería de los Voluntarios de California, escribió: “… seguro que era un lugar de olor dulce debido a los indios muertos en las rocas”.

Los estadounidenses tuvieron cuatro heridos, los soldados Webb [fallecería siete u ocho días después por la gravedad de sus heridas]; Abbott [con una herida en el pecho]; y Charles Nelson [tuvieron que amputarle un brazo]; y el conductor civil de carros, Andrew [Shorty] Sawyer. Roberts estimó que los apaches sufrieron por lo menos nueve muertos. La afirmación del capitán John Carey Cremony, que no participó en el enfrentamiento, de que murieron 63 apaches, parece otra de sus exageraciones.

El destacamento de Roberts partió de Apache Pass a las 08:00 horas del 17 de julio de 1862, camino de San Simon [Cochise County, Arizona]. A unos 5 km de la salida del Siphon Canyon [Cochise County, Arizona], descubrieron varios cuerpos. A pesar de que dos de los muertos usaban zapatos construidos por el gobierno, el cirujano asistente William H. McKee los identificó como apaches y el destacamento siguió adelante sin enterrarlos. Si se hubieran tomado el tiempo de mirar alrededor un poco más, habrían descubierto más cadáveres.

Eran los restos de un grupo de nueve hombres que habían salido de las minas de Pinos Altos [Grant County, New Mexico] y se dirigían a California. Cuatro de ellos, Thomas Buchanan, William Smith, Conrad Stark y William [Nelson] Allen, habían desertado de la Arizona Guards, una unidad confederada organizada por el capitán Thomas J. Mastin en Pinos Altos, el 18 de julio de 1861. Reclutada en Fort Fillmore [Dona Ana County, New Mexico], la unidad se organizó principalmente para luchar contra los apaches, realizando varias exploraciones y teniendo alguna escaramuza con ellos. En una de esas escaramuzas, el 27 de septiembre de 1861, Mastin recibió una herida mortal y murió varios días después. A medida que el desmoralizado ejército confederado se retiraba a Texas, comenzaron las deserciones. Las otras víctimas eran David Berry, James Barnes, James Ferguson y dos mexicanos de La Mesilla de nombre desconocido.

El 13 de julio de 1862, cuando los nueve hombres se acercaban a Apache Pass, cruzaron un arroyo profundo, donde estaban esperándoles los chiricahuas. A 35 metros del arroyo, dispararon contra el desprevenido grupo, matando o hiriendo a la mayoría de ellos en la primera descarga. Los chiricahuas acabaron con los supervivientes, ataron a uno de ellos a una yuca y lo quemaron. Cuando Carleton partió de Apache Pass a finales de julio en dirección al Río Grande, sus hombres encontraron los restos de los nueve hombres, enterrándoles en el lugar. De camino por la antigua ruta de las diligencias, los esqueletos, calaveras, tumbas, y carros quemados, formaban parte del paisaje.

Mientras Roberts iba hacia San Simon, llegaron al lugar donde habían fallecido el sargento Wheeling y el guía Chávez, pero al no encontrar cuerpos, siguieron adelante. Llegaron a San Simón alrededor de las 16:00 horas del 17 de julio, ordenando cavar trincheras alrededor de la abandonada estación de adobe. Después de descansar hombres y animales durante un par de días, Roberts ordenó al capitán Cremony y un destacamento de caballería escoltar los carros de regreso al río San Pedro. En el informe de Roberts a Carleton, escrito desde San Simón, recomendó “…. que una fuerza suficiente para retener el agua y el paso debe estar estacionada allí, de lo contrario, cada destacamento tendrá que luchar por el agua y, al no conocer el terreno, es casi seguro que se perderán algunas vidas”. Unos días después, el destacamento de Roberts se trasladó al Río Grande.

Carleton había llegado a Apache Pass el 27 de julio de 1862, leyendo el informe de Roberts. Carleton le hizo caso y, ese mismo día, los soldados empezaron a construir Fort Bowie, quedando al mando el comandante Theodore A. Coult. Fue llamado Bowie por el comandante del Regimiento, el coronel George Washington Bowie, del 5º de Infantería de Voluntarios de California. Al igual que la mayoría de los “fuertes” del sudoeste, Fort Bowie constaba de unos barracones y otros edificios sin murallas, situado sobre una colina que dominaba los manantiales y una explanada ideal para acoger a las caravanas de carromatos que tenían que pasar por esa zona. Debido a los escasos efectivos destinados al nuevo puesto [100 soldados de Infantería de las compañías A y G, Coult solicitó que le enviasen dos piezas de artillería desde Tucson.  

Mientras estaban construyendo Fort Bowie, en la tarde del 6 de agosto, el soldado McFarland de la compañía G, del 5º de Infantería, recibió un disparo en un barranco a unos 550 metros del campamento. El solitario soldado cuidaba el ganado mientras pastaba, estando desarmado desobedeciendo las órdenes en sentido contrario. Una vaca se había alejado de la manada y McFarland fue tras ella por el barranco. No consiguió alcanzarla, perdiéndola de vista, cuando decidió dar la vuelta y regresar. De repente, un apache salió de detrás de una roca, a unos 6 metros de él, disparándole en el pecho. McFarland gritó y salió corriendo mientras dos apaches le perseguían a unos 180 metros. Finalmente, se las arregló para trepar por la pendiente a la vista del campamento y cayó. Con el primer grito, la guarnición había salido fuera,  logrando rescatarlo unos minutos después de desplomarse. Los apaches fueron perseguidos por dos destacamentos sin éxito. El teniente Benjamin Clarke Cutler diría en su informe: … McFarland recibió un disparo en el pulmón derecho, pero desde entonces está mejor, y el doctor Wooster tiene muchas esperanzas de que se recupere rápidamente. Si es así, no lamentaré mucho el incidente, ya que ha hecho que los hombres se despierten de la falsa seguridad en la que estaban cayendo por la ausencia de los apaches). 

Mientras, Carleton seguía su marcha hacia el este. El 30 de agosto, Edmond Dana Shirland, capitán de la compañía “C” del Regimiento de Carleton llegaba a Fort Davis [Jeff Davis County, Texas], que había sido abandonado por los confederados en su retirada hacia el este. Cuando Shirland llegó, encontró los cuerpos de tres soldados confederados, que habían sido abandonados por sus compañeros, muertos por flechas apaches y con evidentes signos de haber padecido la viruela. Los apaches debieron huir, presa del pánico, al verles con esa enfermedad a la que tanto temían, matándolos sin acercarse y alejándose sin inspeccionar el fuerte. Al día siguiente, Shirland a la cabeza de 25 soldados, vio a seis apaches acercándose a caballo llevando una bandera blanca a 16 km al oeste del lugar conocido como Dead Man’s Hole [Burnet County, Texas]. De repente, 25 o 30 más a caballo y otros muchos más a pie les atacaron. Shirland realizó una carga contra los apaches que iban a pie, haciéndoles huir junto a los que iban a caballo. En su informe reflejó que mató a cuatro e hirió a unos 20 apaches, sufriendo solo dos heridos).

* A primeros de julio de 1862, Joaquín Terrazas persigue a los apaches por la Sierra de la Tinaja Lisa (municipios de Ahumada y Chihuahua, Chihuahua) con escaso éxito al capturar solo a una mujer apache. (Durante ese mes, Miguel Yrigoyen [hijo del chokonen Yrigoyen, muerto por el destacamento del coronel Carrasco, el 5 de marzo de 1851, en Janos], Elías y Aguirre trasladaron a sus 156 chiricahuas de Janos [Chihuahua] a Fronteras [Sonora] al haber sido atacados por soldados de Chihuahua. Otros apaches ya estaban viviendo en Fronteras, por lo que, a finales de mes, vivían allí aproximadamente 262 chiricahuas).

* El 31 de agosto de 1862, un destacamento dirigido por el teniente Edmond Dana Shirland se encuentra con 36 apaches mescaleros a 56 km al oeste de Fort Davis (Jeff Davis County, Texas), resultando muertos cuatro guerreros y heridos otros 20, por dos fallecidos entre los soldados.

* El 8 de septiembre de 1862, un grupo de apaches matan al granjero Jesús María Martínez y a un empleado, mientras cortaban madera cerca de la desembocadura del Madera Canyon ([Santa Cruz County, Arizona]. Martínez y dos empleados habían ido con un carro para traer madera, siendo sorprendidos por los apaches a la mañana mientras dormían, matándolos. Otro empleado, que había escapado, dijo que Martínez había matado a un apache. Ese mismo Martínez, en otros encuentros con los apaches, los venció, matando a muchos de ellos, a menudo acompañado de uno o dos compañeros. El rifle de Martínez se recuperó más tarde en otro enfrentamiento con los apaches).  

* A mediados de septiembre de 1862, Cochise se reúne con Mangas Coloradas. (Después del enfrentamiento en el Apache Pass, Cochise se había ido a Fronteras [Sonora], mientras Mangas Coloradas recibía tratamiento de su herida en Janos [Chihuahua]. Al estar Joaquín Terrazas buscando nednais con un gran destacamento por el noroeste de Chihuahua, a mediados de agosto, Mangas Coloradas regresó a las Mogollon Mountains. Cochise hizo lo mismo para reunirse  con él en las Mogollon Mountains [Grant & Catron Counties, New Mexico]. Cochise no quería hacer la paz con los estadounidenses, pero Mangas Coloradas creía que eso era lo mejor para él y sus seguidores. Probablemente, muchos bedonkohes y chihennes estaban de acuerdo con él. Mangas Coloradas tenía más de 70 años, pero todavía lideraba estas dos bandas. Ya sea por su edad o porque estaba cansado de luchar, buscó la paz.

A mediados de septiembre, Mangas Coloradas dejó las Mogollon Mountains, dirigiéndose a la zona del Ácoma [Acoma, Cibola County, New Mexico], donde una década antes había hecho un tratado de paz con el coronel Sumner. Llegó el 19 de septiembre, pidiendo a Juanico Romero, un miembro de los nativos Pueblo del Ácoma, ir a Cubero [Cibola County, New Mexico] para indagar si le permitirían hacer un tratado de paz. Romero habló con el capitán Julius C. Shaw, del 1.er Regimiento de Caballería de Voluntarios de New Mexico, y este informó a Carleton: Ahora Mangas Coloradas vive en las Mogollon Mountains, antiguamente vivía en Cuero [probablemente significa Santa Lucía] donde él y su pueblo solía cultivar la tierra y estaba en paz con el mundo hasta que las tropas atacaron y mataron a muchos de los suyos. Después del tercer ataque dice que se armó para defenderse, pero que ahora desea la paz y volver a su antiguo hogar y ocupaciones, y vivir como un cristiano. Él habría venido en persona, pero tiene miedo de que le matasen los mexicanos, pero volverá en 10 o 12 días para comprobar el resultado de esta misión”. Shaw pidió instrucciones a Carleton.

Mangas Coloradas claramente quería volver a Santa Lucía y volver a plantar. Parece que confiaba en los estadounidenses, pero temía a los mexicanos que vivían en Cubero. Carleton había ordenado al coronel Joseph Rodman West, enviar tropas y provisiones a Pinos Altos [Grant County, New Mexico] para alimentar a unas 20 familias que se habían quedado allí. El 3 de octubre, quizás una semana después de recibir la carta de Shaw, Carleton envió un mensaje a West rechazando la solicitud de paz del jefe apache: Mangas Coloradas me envía un mensaje pidiendo la paz, pero no le creo. Por contra, decidió lanzar una campaña contra él, esperando exterminar a los apaches o golpearles tan fuerte que les obligara a rendirse incondicionalmente. Carleton juró que Cochise y Mangas Coloradas pagarían caro el haber atacado a sus hombres).

* El 27 de septiembre de 1862, el general Carleton ordena al coronel Kit Carson, ir con cinco compañías del 1.er Regimiento de Voluntarios de Caballería de New Mexico a reocupar Fort Stanton (Lincoln County, New Mexico), situado en territorio de los apaches mescaleros. (También le ordenó: Mate a todos los indios varones de la tribu mescalero, cuando y donde usted pueda encontrarlos. Las mujeres y los niños no sufrirán daño, siendo llevados presos a Fort Stanton, dándoles alimentos hasta que reciba otras instrucciones. Carson había ordenado al anciano jefe mescalero Manuelito [no confundir con el jefe navajo del mismo nombre] que fuera a las Gallinas Springs [Lincoln County, New Mexico]. 

Allí llegó el capitán James Paddy Graydon con sus hombres, parlamentando con Manuelito, yéndose poco después. Sin embargo, en Cement Springs, a 4’8 km de allí, se reunieron otra vez. Manuelito alzó la mano en señal de paz, caminando hacia los soldados. A una orden de Graydon, alzaron los fusiles y dispararon, matando a Manuelito, a otros cinco hombres, entre ellos al subjefe José Largo, y a una mujer anciana. Cuando los mescaleros huyeron, los soldados cabalgaron y mataron a otros cinco, e hirieron a varios más antes de que pudieran escapar.

Otra versión dice que Graydon proporcionó licor a los mescaleros y cuando estaban ebrios, ordenó dispararles, llevándose sus 17 caballos a Fort Stanton. Sin embargo, el informe de Graydon decía lo contrario, afirmando que se había negado a darle whiskey a Manuelito, quien sacó su arma diciendo que lucharía por el licor. Entonces Graydon dio la orden de disparar, matando a los 11 mescaleros, y provocando el doble de heridos.

Este hecho enfadó considerablemente a Kit Karson. A primeros de noviembre, John Marmaduke Whitlock, un ex-cirujano del ejército, acusaría a Graydon, por medio de una carta publicada en el periódico Santa Fe Gazette, de matar sin motivo a Manuelito y a los demás mescaleros. El 4 de noviembre Whitlock y Graydon se encontraron en Fort Stanton. A la mañana siguiente se dispararon. Whitlock hirió de gravedad a Graydon [fallecería cuatro días después] y los soldados de este a Whitlock).

* El 11 de octubre de 1862, el comandante William McCleave, al mando de dos compañías del 1.er Regimiento de Caballería de los Voluntarios de California, persigue a 500 apaches mescaleros hasta el interior del Dog Canyon (Otero County, New Mexico) entablando un combate con 100 guerreros. (McCleave sorprendió a los mescaleros que no sabían de su llegada, cargando contra la ranchería. Mientras huían, los soldados mataron a 25 de ellos cuando subían por las pendientes. Una vez que alcanzaron los altos, los mescaleros se reagruparon y se parapetaron, defendiéndose e hiriendo al teniente French y a un soldado. Los hombres de McCleave avanzaron por la pendiente, disparando de roca en roca, matando a tres apaches más y haciendo huir al resto. Unos días más tarde, toda la banda, unos 500 mescaleros, entre ellos los principales jefes con sus mujeres e hijos y unos pocos apaches jicarillas, apareció en Fort Stanton [Lincoln County, New Mexico] perseguidos por McCleave, para entregarse a Kit Carson.

Mientras, el capitán Thomas Roberts, al mando de dos compañías se dirigió al sur, por las Hueco Tanks [El Paso County, Texas] y se enfrentó a otro grupo de apaches lipanes dirigidos por Magoosh.

El que sería futuro explorador apache mescalero Big Mouth diría: Yo era un niño cuando trasladaron a los mescaleros de nuestra tierra natal hasta Bosque Redondo, en Fort Sumner. Mi gente había estado cazando con arcos y flechas. Los soldados vigilaron el campamento y hubo un gran combate. Resistimos a los soldados durante un tiempo, pero ¿cómo íbamos a luchar contra sus armas con solo piedras, arcos y flechas? Durante un tiempo, luchamos y nos escondimos, hambrientos. Más tarde, nuestro jefe Cadete hizo un consejo con los ojos blancos. Muchos guerreros habían muerto, mucha gente tenía hambre y frío y Cadete pensó que era mejor hacer lo que decía Kit Carson. Él nos dijo que en Bosque Redondo, en el Pecos, nos darían de comer. ¿Qué podíamos hacer?.

Poco después, cinco de los principales guerreros fueron llevados a Santa Fe [Santa Fe County, New Mexico] bajo escolta militar para conferenciar con el general James Henry Carleton, quien les exigió que debían ser ubicados en la Reserva de Bosque Redondo, junto a Fort Sumner [De Baca County, New Mexico]. La respuesta de su jefe, llamado Cadete por los mexicanos, pero cuyo nombre apache era Gian-nah-tah, indica la naturaleza y el carácter de su tribu. Después de oír al general, dijo: “Vosotros sois más fuertes que nosotros. Hemos luchado contra vosotros mientras teníamos rifles y pólvora, pero vuestras armas son mejores que las nuestras. Dadnos armas y dejadnos marchar, y nosotros lucharemos de nuevo contra vosotros; pero estamos agotados; ya no tenemos corazón [para luchar]; no tenemos víveres ni medios para vivir; vuestros soldados están en todas partes; nuestras fuentes y pozos están ocupados o vigilados por vuestros jóvenes. Vosotros nos habéis echado de nuestra última fortaleza y ya no tenemos corazón. Haced con nosotros lo que queráis, pero no olvidéis que somos hombres y valientes”.

Carleton no les dio más opción que la rendición total y el internamiento en la nueva Reserva de Bosque Redondo, situada en una planicie junto al río Pecos en el norte de New Mexico, donde el ejército levantó un puesto militar, Fort Sumner [De Baca County, New Mexico]. Llegarían allí en marzo del año siguiente).

* El 14 de octubre de 1862, el general Carleton ordena al coronel Joseph R. West hacer una campaña contra Mangas Coloradas: Es deseable hacer una campaña contra la banda de apaches de Mangas Coloradas, la cual ha cometido tantas atrocidades contra los viajeros y la gente de Pinos Altos. El mejor momento para operar contra estos indios es en invierno. Deseo que me hagas el favor de recoger toda la información que puedas de los escondrijos de la banda de Mangas Coloradas, su probable número, los mejores guías del territorio, etc. Si se pudiera confiar en Jack Swilling [antiguo teniente confederado de los ‘Arizona Guards’], sin duda sería un buen guía de una fuerza que operase en los alrededores de Pinos Altos. (El 2 de noviembre, West respondió a Carleton: El deseo del comandante general de enviar una expedición contra los indios en la zona de las minas de Pinos Altos se puede hacer, y creo que con buenos resultados, si se pueden movilizar tropas de la parte norte del departamento. Jack Swilling está en las minas y está disponible para el servicio. Tengo aquí empleado a un muchacho mexicano [probablemente Merejildo Grijalva] de Sonora que tenía siete años cuando fue capturado por la banda de Mangas Coloradas. Con tan buenos guías y una buena fuerza, lo más probable es que se pueda infligir un fuerte castigo a los indios.

Mangas Coloradas se fue de Cubero [Cibola County, New Mexico] para ir a Pinos Altos [Grant County, New Mexico], buscando paz y comida. Allí, según contó Gerónimo en su autobiografía, hablaron con algunos ciudadanos y unos pocos soldados, quienes prometieron darles carne, mantas, y provisiones si Mangas Coloradas venía con toda su gente. Mangas Coloradas, desesperado por conseguir la paz, accedió a volver en dos semanas con toda su banda. Según William Fourr “Uncle Billy” [buscador de oro, ranchero, y combatiente de apaches, entre otras cosas], Mangas Coloradas habló con Jack Swilling quien, durante una borrachera, dijo que intentaría matar al jefe apache cuando este admitió su participación en el enfrentamiento contra el grupo de Freeman Thomas en el Cooke’s Canyon.

A mediados de noviembre, Mangas Coloradas reunió a sus bedonkohes y chihennes en las Mogollon Mountains [Grant & Catron Counties, New Mexico], o quizás en las Peloncillo Mountains [Hidalgo County, New Mexico], al norte del Stein’s Peak, para decidir qué hacer. Mangas Coloradas abogó por hacer la paz con los estadounidenses y dedicarse a la agricultura en Santa Lucía Springs [después conocido como San Vicente de la Cienega; y finalmente Silver City, Grant County, New Mexico]. Resulta increíble que los apaches hayan caído tantas veces en engaños urdidos por los españoles, mexicanos y estadounidenses sin tomar nota de ello. ¡Cuántas veces han sido invitados a negociar, comerciar o beber alcohol, entrando en poblaciones o instalaciones militares para, estando desarmados, acabar muertos! Esto volvería a ocurrir.

Gerónimo desconfiaba de los estadounidenses, expresando su rechazo. Lo mismo dijeron los chihennes Victorio y Nana. Al final, decidieron que la mitad de la banda fuera a Pinos Altos con Mangas Coloradas y saber si los estadounidenses actuaban de buena fe. La otra mitad estaría a la espera de noticias. Aun así, Victorio y algunos bedonkohes y chihennes fueron con Mangas Coloradas a primeros de enero de 1863. Mientras los chiricahuas estaban reunidos, Carleton ordenó construir un puesto militar cerca de las fuentes del río Gila, llamado Fort West [Grant County, New Mexico]. También ordenó a West [ascendido recientemente a general de brigada] que organizase inmediatamente una expedición de castigo contra la banda de Mangas Coloradas).

* A primeros de noviembre de 1862, Joaquín Terrazas y otro hombre van de avanzadilla de su tropa por un arroyo de la Sierra Carrizalillo (municipio de Ascensión, Chihuahua) cuando se topan con una partida de apaches, quienes, sin apercibirse de que solo son dos, huyen dejando caballos y mulas cargadas. (A la mañana siguiente, Terrazas envía a un oficial con 20 hombres a seguirles, logrando capturar a una mujer apache. Reunida más tarde, toda la tropa, siguen avanzando por la sierra, observando señales de humo que los apaches hacen para reagruparse. Se dirigen hacia el lugar, atacándoles consiguiendo matar a unos y capturar a varias mujeres y niños).

1863

* En enero de 1863, cerca de 500 apaches mescaleros son enviados a Bosque Redondo, junto a Fort Sumner (De Baca County, New Mexico), a más de 160 km de distancia de sus tierras. (Bosque Redondo fue establecido por orden del general James H. Carleton en el otoño de 1862. Los primeros nativos llevados allí eran mescaleros. En el verano de 1864, más de 6.000 navajos también serían llevados allí. Cuatro años más tarde se cerró y los edificios de Bosque Redondo fueron vendidos al ganadero Lucien B. Maxwell).

* Alrededor de la segunda semana de enero de 1863, el general West sale de La Mesilla con 250 soldados rumbo al desocupado Fort McLane, a 32 km al sur de Pinos Altos (Grant County, New Mexico) donde planeaba establecer temporalmente su cuartel general para sus operaciones contra la banda de Mangas Coloradas. (De camino y por delante iba el capitán William McLeave, quien al anochecer del 14 de enero se enteró de que Mangas Coloradas había vuelto a Pinos Altos. Rápidamente, envió al capitán Edmond D. Shirland para que se adelantase con 20 soldados. Guiados por Juan Arroyo, uno de los mejores exploradores de New Mexico, alcanzaron el abandonado Fort McLane al día siguiente donde, inesperadamente, encontraron a un grupo de buscadores de oro que había venido de California, esperando encontrar el preciado metal, cuyo responsable era Joseph Reddeford Walker. Después de estar en Arizona y Colorado se habían establecido en Pinos Altos. Jack Swilling, el antiguo teniente de los Arizona Guards, se había unido recientemente al grupo de Walker. Swilling, que hacía poco se había reunido con Mangas Coloradas, habló con Shirland sobre la posibilidad de capturar al jefe apache.

En enero, Mangas Coloradas estaba acampado con la mitad de su banda cerca del asentamiento minero de Pinos Altos.  A primeras horas de la mañana del 16 de enero, un grupo mixto de mineros y soldados alcanzó Pinos Altos poco después del amanecer. Ellos enarbolaron bandera blanca esperando todo el día a que el jefe apache apareciera y cayera en su trampa, pero  él no vino. Shirland pensó que Mangas Coloradas había visto las tropas y tuvo miedo de llegar. Pero él no se había ido del lugar. De hecho, los líderes chiricahuas estaban teniendo una conferencia para decidir qué hacer y sin duda, conocían que el destacamento de West venía de La Mesilla, aunque no de las intenciones de Shirland y Swilling.

Swilling invitó a Mangas Coloradas a ir a Fort McLane a firmar un tratado de paz. A pesar de los esfuerzos de Victorio y Nana para convencerle de que no fuera, Mangas Coloradas aceptó ir, quizás con la esperanza de mejorar sus relaciones con los estadounidenses. Su único deseo era recibir el permiso para ir a Santa Lucía y dedicarse a la agricultura. Aparentemente, confiaba en Jack Swilling. 

Poco antes del mediodía del 17 de enero, Swilling, que había escondido a los soldados de Shirland en un chaparral y en unas chozas en Pinos Altos, observó de lejos la llegada de los apaches. Daniel Ellis Conner, un miembro del grupo de Swilling, escribió dos relatos sobre la artimaña utilizada para capturar a Mangas Coloradas. En una carta enviada al historiador de Arizona, James McClintock, contaría lo que ocurrió: Repentinamente, Swilling emitió un grito de guerra que podía haber avergonzado incluso a un apache. Solo hubo un breve retraso cuando Mangas Coloradas, un hombre tremendamente grande, con más de una docena de indios, siguiéndole como guardaespaldas, fue visto a lo lejos caminando hacia nosotros por un viejo camino de montaña, evidentemente observándonos atentamente. Un precipicio dividía la montaña en dos partes y el camino se curvaba para cruzarlo en un lugar poco profundo, probablemente a 135 metros de nosotros. Jack nos dejó y caminó para reunirse con Mangas Coloradas, quien con su escolta, cruzaba el barranco lentamente pero decididamente. Swilling, a pesar de tener 1’82 metros de alto, parecía un muchacho al lado de Mangas Coloradas.

Los dos chapurrearon en español. No podíamos oír lo que decían, pero Swilling se giró y nos miró. Interpretamos la mirada como queriendo decir que le cubriéramos. Cuando nuestra unidad repentinamente alzó sus armas contra el grupo, por primera vez Mangas Coloradas se dio cuenta de su seria posición. Swilling se le acercó y puso su mano en el hombro del jefe, y finalmente le convenció de que resistirse significaría la destrucción de todo el grupo. Vinieron caminando hacia nosotros, incluida la  escolta. Cuando Swilling dijo a Mangas Coloradas que no querían a sus guardaespaldas, se detuvo con alguna voz gutural y, finalmente, les dio instrucciones en español: ‘Decid a mi gente que me busque cuando me vean’. Cuando íbamos de vuelta por la cima, los soldados salieron de su escondite, ofendiendo enormemente a Mangas Coloradas.

Mangas Coloradas comprendió que había sido traicionado y que, probablemente, le matarían. En otro tiempo, con su astucia podía intentar la huida. Ahora, pasados los 70 años, vio que todo era inútil. Antes de despedir a sus hombres, quien incluía a Victorio y al menos uno de sus hijos, Mangas Coloradas les advirtió que ahora no ‘hiciesen el tonto’ con los mexicanos. Swilling dijo a Mangas Coloradas que estaría bajo custodia para asegurar que los apaches no hicieran daño al grupo de Walker mientras realizaba labores de prospección por el territorio.

El segundo relato de Conner aparece en un manuscrito que escribió y que fue publicado en 1956 bajo el título Joseph Reddeford Walker and the Arizona Adventure. Conner describió a Mangas Coloradas así: Su vestido consistía en un sombrero de copa de paja de ala ancha de fabricación mexicana; una camisa de algodón a cuadros, un calzón o un trapo, y un par de mocasines altos como botas… Era un hombre atlético, de bastante más de 1’82 metros de altura, con una ancha cabeza cubierta por una larga melena que alcanzaba su cintura. Sus hombros eran anchos y su pecho amplio y musculoso. Él iba erguido y su caminar era orgulloso y en conjunto representaba físicamente un modelo de hombría. Si Mangas Coloradas tuvo alguna vez uno o varios compañeros de parecida apariencia, yo no lo vi durante los cinco años que pasé en su territorio.

Al día siguiente, 18 de enero, los soldados formaron y, acompañados por Swilling y sus hombres, cabalgaron con Mangas Coloradas de Pinos Altos a Fort McLane [Este puesto fue  quemado por los apaches cuando fue abandonado el 16 de septiembre de 1860, siendo reocupado por los soldados estadounidenses]. Durante el viaje, unos de los hijos de Mangas Coloradas [Sethmooda o quizás Salvador] alcanzó al destacamento, permitiéndole Swilling que hablara con su padre. Fue una conmovedora escena, calificándola un testigo de triste cuando Mangas Coloradas insistió en que su hijo volviera con su gente. También fue una emotiva despedida. El jefe sabía que su situación era difícil y debió haberse preguntado si alguna vez volvería a ver a su gente. Cuando el hijo se fue, lo hizo con lágrimas en los ojos.

Cuando llegaron a Fort McLane, Swilling entregó al prisionero al general Joseph Rodman West. Mangas Coloradas iba montado sobre un pequeño poni alazán con una silla de montar y estribos tan cortos que sus rodillas le golpeaban constantemente el mentón. Clark Stocking, un soldado de la compañía A, del 5º de Infantería de California, recordaría que Mangas Coloradas era el más magnífico espécimen de virilidad salvaje que nunca haya visto. Él tenía unos 1’97 metros de estatura, erguido y altivo, con una severa expresión en su rostro, rígido como una cara tallada en piedra. Mangas Coloradas se alzaba sobre West, que parecía un pigmeo al lado del viejo jefe. El general le acusó de ser el responsable de todas las depredaciones ocurridas en el sur de New Mexico, en especial una contra una caravana gubernamental ocurrida el último octubre, en la que los apaches habían matado a un hombre, herido a otro, y capturado 17 mulas. Mangas Coloradas negó ser el autor [lo que era cierto]. A West le importaba poco si era el autor o no. Contradijo el informe de Shirland [quien reclamó ser el autor de la captura de Mangas Coloradas] mintiendo descaradamente en su informe al general Carleton afirmando que el jefe apache se había entregado voluntariamente. West dijo a Mangas Coloradas: Tú has matado a tu última víctima blanca, viejo sinvergüenza, señalando al este, al Cooke’s Canyon, remarcando que estaba cubierto por los blanquecinos huesos de las víctimas de Mangas Coloradas, quien, a pesar de que no quería hablar, respondió que él solo había luchado en defensa propia, solo después de que fuimos atacados por los hombres blancos que estaban cavando mis colinas buscando el hierro amarillo, una declaración que innegablemente era cierta desde el punto de vista del jefe apache. Luego dijo a Mangas Coloradas que no buscaba venganza, pero que pasaría el resto de sus días como prisionero en manos de las autoridades de los Estados Unidos, que permitiría a su familia reunirse con él y que serían bien tratados. West le avisó que si intentaba escapar los soldados le matarían. A pesar de todo, lo que dijo a los soldados que le custodiaron esa noche, es totalmente diferente.

Esa noche del 18 de enero, Mangas Coloradas fue puesto bajo custodia de dos soldados dentro del único edificio de adobe que quedaba, estaba medio derruido por lo que estaba al aire libre. Los soldados le dijeron que se sentara en el suelo, le dieron una sola manta, e hicieron una hoguera para calentarse ellos mismos. Según el soldado Clark Stocking, West sugirió a sus hombres que preferiría no verlo con vida al día siguiente: Hombres, ese viejo asesino se ha escabullido de cada destacamento militar y ha dejado un rastro de sangre por los 800 km de la antigua línea postal. Lo quiero muerto mañana por la mañana, ¿entienden? Quiero que muera.

A medianoche, el sargento de guardia [Henry C. Foljaine] fue con tres soldados [James Colyer, John V. Mead y quizás Clark Stocking] a reemplazar a los dos guardias. Esa noche, uno de estos hombres patrullaba la mitad del perímetro, mientras otro de ellos lo hacía por la otra mitad. Daniel Ellis Conner estaba de servicio cuando la guardia se cambió a medianoche. Era una fría y desagradable noche. Vio a los nuevos guardias burlarse y molestar a Mangas Coloradas mientras se alejaba [Conner] del lugar. Antes pudo ver que mientras Mangas Coloradas estaba durmiendo, tapado con una sola manta, comenzó nerviosamente a moverse de un lado a otro. Conner pronto se dio cuenta del motivo del nerviosismo de Mangas Coloradas. Después de caminar hasta el final de su ronda, Conner se giró y se dirigió hacia la hoguera, viendo que los soldados estaban molestando a Mangas Coloradas. Cuando llegó, dejaron de molestar al jefe.

Cuando estaba fuera de la visión del otro centinela, caminó rápidamente para terminar su ronda, luego volvió y caminó sin prisa viendo las bromas de los centinelas: Pude verles claramente por la luz de la hoguera como calentaban en ella sus bayonetas y las ponían en los pies y en las piernas de Mangas Coloradas, quien de vez en cuando protegía sus extremidades del acero caliente. Tan pronto como Conner se alejaba, reanudaban su tortura hasta que regresaba de nuevo. A Conner no le gustaba lo que veía, pero no dijo nada. A la 01:00 del 19 de enero, cuando Conner volvía a mitad de camino del abierto edificio de adobe, vio a Mangas Coloradas levantarse, apoyándose en su codo izquierdo, y empezar a protestar de forma enérgica, diciendo a los centinelas en español que no era un niño para que jugasen con él. Esas fueron sus últimas palabras.

Los dos soldados, Mead y Colyer, le dispararon con sus mosquetes, cayendo al suelo de espaldas. Hay dos versiones sobre lo que ocurrió a continuación. Conner dijo que los dos soldados dispararon dos tiros a la cabeza de Mangas Coloradas; mientras que Clark Stocking declaró que el sargento Henry Foljaine vino y le disparó con su revólver en la cabeza. Esta segunda versión fue confirmada en un informe publicado por Orson Squire Fowler, un frenólogo de New York, que examinó el cráneo de Mangas Coloradas, dictaminando que hay un orificio de bala entrando en el parietal posterior derecho, con aberturas radiantes, y una herida de salida extirpando parte de la frente derecha y la zona del seno frontal. Fowler declaró que solo había una herida en la parte trasera de la cabeza, disparada por Foljaine u otro soldado. El jefe apache, de 73 años, había pagado un precio muy alto por confiar en los estadounidenses. 

Los disparos despertaron a todo el campamento, pero todos volvieron a dormirse cuando se enteraron de que la víctima era un apache, disparado mientras intentaba escapar. El sargento fue a la tienda de West para informarle de los detalles. El general preguntó: ¿Está muerto?. Foljaine respondió: Sí, señor. Muy bien sargento, envíe a sus guardias a dormir, dijo West. El informe del general decía: En el plazo de una hora, Mangas Coloradas había hecho tres intentos de fuga, siendo disparado en el último de ellos. West añadió: Por lo tanto, he insistido mucho en este asunto para demostrar que incluso con un indio asesino, cuya vida está claramente perdida por todas las leyes, ya sean humanas o divinas, dondequiera que se encuentre, la buena fe de las autoridades militares de los Estados Unidos no se ha visto comprometida de ninguna manera. El general Carleton aparentemente aceptó su versión, aunque en 1865, el periódico Santa Fe New Mexican publicó una carta del juez Joseph G. Knapp dirigida a él [Carleton] en la que no solo le criticaba por su política hacia los chihennes, sino que también afirmaba que los soldados habían matado a Mangas Coloradas a sangre fría. Carleton envió una copia del artículo a West. Por entonces los dos se habían convertido en enemigos, no estando West mucho tiempo bajo el mando de Carleton. West dijo que las acusaciones de Knapp eran totalmente falsas.

Después de la muerte de Mangas Coloradas, varios soldados hablaron del asunto. Tres de ellos [Clark Stocking, John S. Crouch, y John Martin], presentes en Fort McLane, acusaron a los guardias de haber asustado a Mangas Coloradas lanzándole ladrillos de adobe contra él, o a la pared cerca de él, haciéndole saltar instintivamente para después dispararle, y según los dos últimos, clavarle las bayonetas. Otro soldado, John Townsend, coincidiendo con Conner, declaró que le tiraron brasas calientes, haciendo que se levantara, después de lo cual le dispararon. Parece que estos hombres estaban probablemente dormidos a la hora del incidente, pero la noticia de la muerte de Mangas Coloradas pronto se extendió por el campamento, y las verdaderas circunstancias de lo ocurrido pronto se conocieron, aunque obtuvo lo que merecía y nadie en nuestro destacamento se compadeció ni lloró por él, según dijo Stocking. Conner dijo que ninguno de los soldados o civiles creía que Mangas Coloradas había intentado escapar. Darlis A. Miller, en su libro The California Column in New Mexico, concluyó que la actitud predominante de la mayoría de los soldados [de hecho, de la mayoría de la gente del sudoeste] respecto a las circunstancias de la muerte de Mangas Coloradas fue la indiferencia, importándoles poco si los guardias le habían disparado mientras intentaba escapar o si simplemente le habían ejecutado. Después de todo, solo era un indio, uno menos que matar. El pionero de Arizona, William Fourr Uncle Billy, oyó los detalles de la muerte de Mangas Coloradas al capitán McCleave. Según él, McCleave dijo que los centinelas tenían órdenes de matar a Mangas Coloradas si intentaba escapar. Para conseguirlo, decidieron no atarlo ni encerrarlo; sin embargo, el jefe apache no intentó nada. A altas horas de la noche, el guardia pinchó a Mangas Coloradas con una bayoneta, lo que hizo que saltara, haciendo que le disparara y matara. Fourr atestiguó que también oyó esta versión de otros soldados que declararon haber estado presentes. En 1865, el juez Joseph G. Knapp acusó a los soldados de despertar a Mangas Coloradas, después de lo cual le dispararon  y le mataron. Casi al mismo tiempo, John Greiner, antiguo agente indio y superintendente interino de Asuntos Indios en New Mexico, quien se había reunido con Mangas Coloradas en el Ácoma en julio de 1852, inequívocamente declaró que los guardias le habían asesinado. Charles Connell, quien conoció a los chihennes a finales de la década de 1870, también había oído que los guardias habían tirado un ladrillo de adobe a Mangas Coloradas mientras dormía. Tan pronto como el jefe se levantó, los guardias le dispararon.

A la mañana, Conner tuvo oportunidad de ver el cuerpo del jefe, viendo su largo pelo cayendo sobre su cara. Varios soldados fueron a ver el cadáver. Uno de ellos, John T. Wright, arrancó el cuero cabelludo con un largo cuchillo que había pedido prestado a un cocinero. Al mediodía, el cuerpo fue envuelto en una manta, echado a una zanja y cubierto, pero unos pocos días después, después de que West partiese para La Mesilla, David B. Sturgeon, cirujano del fuerte, y unos soldados lo desenterraron para amputarle la cabeza. El doctor hizo un informe con la descripción de Mangas Coloradas: Era un hombre con las mejores proporciones y cualidades físicas… tan recto como las cañas con las que hacen sus flechas. Su cabeza y rostro estaban formados por los modelos más hermosos y más notables de su raza. La frente resaltaba clara y prominentemente sobre los ojos. Era inusualmente alto y ancho para un indio. La cabeza era notable por el ancho de oreja a oreja. Los pómulos eran grandes y prominentes, y la mandíbula inferior enorme… Sus ojos negros eran muy grandes y, cuando se enfadaba, centelleaban y brillaban como diamantes negros… Su cuello era fuerte y firme, no grueso, estando elegantemente unido a un magnífico par de hombros, y a un cuerpo que medía 43 pulgadas [1’09 metros] de circunferencia, y cubierto con músculos que habrían confundido a un joven y entusiasta estudiante de anatomía. Sus extremidades no tenían defectos, perfectas en proporciones y simetría.

Sturgeon hirvió la cabeza, enviando el cráneo a un museo de New York. Allí, el frenólogo Fowler determinó que era más grande que la cabeza de Daniel Webster, considerado como uno de los principales pensadores y literatos de la primera mitad del siglo XIX. [Según el pensamiento de la época, el tamaño de la cabeza tenía que ver con la inteligencia del individuo]. Fowler describió el cráneo de Mangas Coloradas en su libro Human Science: Frenología de Mangas Coloradas. El cráneo que aparece en la página siguiente fue enviado al autor por el cirujano David B. Sturgeon, quien vio a este indio pocos minutos después de que le dispararan, y preparó este cráneo expresamente para mí, por lo que su identidad está asegurada. Es una de las mejores contribuciones posibles a la ciencia frenológica, por lo que cada lector, sin duda, se unirá al autor para agradecer al donante….

Unos 18 meses más tarde, el cirujano asistente John Quincy Adams [sobrino del antiguo presidente] cuando pasó por Fort McLane con un destacamento de soldados, oyó la historia de la muerte de Mangas Coloradas. Un soldado dijo que sabía donde estaba enterrado el cuerpo, a unos pocos metros de donde le dispararon. Adams buscó los huesos, pero lo más que pudo encontrar fue un fémur.

Una hora después de la muerte de Mangas Coloradas, West envió dos destacamentos para atacar a los apaches antes de que se dieran cuenta de que sus soldados habían matado a su jefe. El capitán William McLeave fue a Pinos Altos al mando de 20 soldados. Ese día, la banda de Mangas Coloradas, ignorando el destino de su jefe, se acercaba pacíficamente a la población. McLeave ordenó atacarles, matando a 11, e hiriendo a uno, que más tarde resultó ser la mujer de Mangas Coloradas. Uno de los muertos fue su hijo, probablemente Sethmooda. Los civiles de Pinos Altos se unieron a los soldados. McLeave buscó más apaches al día siguiente, 20 de enero, antes de volver a Fort McLane.

El otro destacamento, al mando del capitán Edmond Dana Shirland fue al río Mimbres con 50 soldados donde, a la mañana del 20 de enero, descubrió una ranchería chihenne, probablemente de Victorio, situada en una escabrosa y alta montaña. Aun así, sorprendieron a los apaches y mataron a nueve cerca de sus wickiups. Shirland también pensó que sus hombres habían matado o herido a varios más. También recuperó 34 caballos y mulas, incluyendo las mulas del gobierno capturadas el último 31 de octubre. Ambos destacamentos regresaron con los cueros cabelludos y otros trofeos de guerra colgando de sus sillas.

La muerte de Mangas Coloradas causó honda impresión entre los apaches, cuya furia hizo que aumentaran las depredaciones, torturas y muertes, tanto de civiles como de militares. Cuando Cochise se enteró de la muerte de su yerno, quedó totalmente consternado, al igual que Victorio y un líder por entonces poco conocido, llamado Gerónimo. La banda de Mangas Coloradas, formada por bedonkohes y chihennes, quedó sin una jefatura clara, siendo los más influyentes, José Mangas, Chastine, Gordo, Chiva y Esquine

James Kaywaykla, un miembro de la banda chihenne de Victorio, expresó los sentimientos de los chiricahuas: La muerte de un hombre desarmado que había ido a donde el enemigo bajo tregua fue un acto incomprensible, pero infinitamente peor fue la mutilación de su cuerpo. Asa Daklugie declaró: Para un apache la mutilación de su cuerpo es mucho peor que la muerte, porque el cuerpo debe transcurrir eternamente tal cual ha quedado mutilado. Los ‘ojos blancos’ poco sabían lo que estaban haciendo cuando mutilaron a Mangas Coloradas. Antes había pocas mutilaciones, pero nada comparado con lo que siguió.

Tres años después de la muerte de Mangas Coloradas, su banda se fracturó en tres grupos. La mayoría de los chihennes se unieron a los chihennes de Victorio en New Mexico, intentando buscar la paz con los estadounidenses. Otros fueron para unirse a Cochise. Como Gerónimo recordaría: Nos retiramos a las montañas cercanas a Apache Pass, y Cochise asumió el mando de toda la banda. Pero al final, Gerónimo y sus seguidores se unieron a Juh, por su amistad y vínculo familiar con él desde su juventud. Alternativamente, estuvo unido tanto con los nednais de Juh como con los chokonen de Cochise, pasando parte de los siguientes años en Sonora y Chihuahua. Su familia probablemente permaneció en la Sierra Madre la mayor parte del tiempo).

* El 1 de febrero de 1863, el general Carleton informa a Washington que los apaches mescaleros han sido completamente sometidos. (Se habían rendido en Fort Stanton [Lincoln County, New Mexico] en noviembre del año anterior. En marzo de 1863, llegaron a la Reserva de Bosque Redondo, junto a unos pocos apaches jicarillas. Esta nueva reserva estaba situada en una planicie junto al río Pecos en el norte de New Mexico, junto a Fort Sumner [De Baca County, New Mexico]. Los jefes mescaleros eran Gian-nah-tah o CadeteNa-tanh; Too-ah-yay-say; Natch-in-ilk-kisn; Nah-kah-yen; Para-dee-ah-tranKlo-sen; y el jefe jicarilla Kicking Horse. Llegarían a sumar unos 500 mescaleros.

Gian-nah-tah significa “Siempre Listo” o Always Ready. Era el jefe principal y ha pasado a la historia con el nombre de Cadete. 

Nah-tanh significa Flor del maíz” o Corn Flower, llamado así porque en una ocasión, durante una incursión, se escondió él y su partida en un campo de maíz cerca de la localidad de Ures [Sonora] logrando llevarse unos 200 caballos. Era llamado Chato por los mexicanos [no confundir con el chiricahua Chato] porque su nariz estaba rota y aplastada por la patada de un caballo. Era muy estimado entre su gente, como guerrero y como juicioso consejero. Tenía unos 40 años, pesaba alrededor de 90 kilos; era ancho de pecho, poderoso y muy serio, casi nunca se dignaba a sonreír. Su opinión en cuanto a las cualidades de un caballo o de un arma se consideraba definitiva. Había participado en muchas incursiones hasta que se rindió.

Too-ah-yay-say significa Fuerte Nadador o Strong Swimmer porque una vez se salvó por los pelos de morir ahogado en el Río Grande, cuando trataba de cruzar con una banda de caballos robados. Después de una lucha desesperada, en el que varios de los animales se perdieron, logró llegar a la orilla y huir con el resto de apaches de un gran grupo perseguidor mexicano que no se atrevieron a aventurarse en las aguas del río. 

Natch-in-ilk-kisn significa Gotas de Colores o Colored Beads era un hombre alto y señorial que siempre llevaba un collar rígido y grueso alrededor de su garganta, y brazaletes en sus muñecas.

Nah-Kah-yen o Keen Sighted era particularmente hábil en seguir rastros y su conocimiento del sentido de la orientación y de los hábitos de los animales era realmente maravilloso. Tenía unos 27 años, de mediana estatura y bien formado. Era una especie de dandy entre los apaches, llevando siempre la mejor ropa, y cuidando su melena de manera especial, siempre bien peinada y adornada con unas pequeñas placas de plata.

Para-dee-ah-tran significa Contento” o Contented porque era tranquilo, de temperamento fácil y buen carácter y buen compañero.

Klo-sen significa Soga de Pelo” o Hair Rope por haber enlazado y matado a un comanche durante un combate entre las dos tribus. Habiendo agotado sus flechas, utilizó las armas de su enemigo muerto, contribuyendo a ganar el combate.

Frederick Peso, vicepresidente de la “Mescalero Apache Tribe” a finales del siglo XX, diría: Cuando se mudaron a Bosque Redondo casi no había nada allí. Fue un nuevo fuerte. Tuvieron que reconstruirlo. Tuvieron que hacer adobes. Tuvieron que limpiar el terreno para poder cultivar y cuando lo hicieron, nuestra gente no estaba acostumbrada a eso. Eran guerreros, cazadores, combatientes. Eran valientes y tuvieron que venir y arrastrarse por el fango.

La creación de la reserva en Bosque Redondo supuso un gran trabajo. Aunque el propósito principal de Fort Sumner era proporcionar protección a los colonos, la tarea de crear una reserva india en Fort Sumner demostró ser mucho más difícil de lo que se podía imaginar. A los más de 400 apaches mescaleros se unirían, a principios de 1864, más de 8.500 navajos. Además de cerca de 500 soldados y 200 civiles que vivían Fort Sumner, la reserva tenía una población de cerca de 10.000 personas. Nunca en la historia de New Mexico había habido tanta gente junta en un solo lugar. El Ejército solo esperaba que hubiera 5.000 personas, por lo que el suministro de alimentos, agua y alojamientos fue un grave problema desde el principio.

Hubo que cavar una gran acequia para el riego de los campos; hacer una presa en el río Pecos que había que reparar constantemente debido a la erosión, erigir edificios y alojamientos, plantar cultivos, etc. Los apaches mescaleros estaban resentidos porque los navajos se aprovecharon del trabajo que ellos habían hecho antes de su llegada. Los navajos temían que los soldados no les diesen alimentos si la reserva no funcionaba. Los enfrentamientos entre los apaches mescaleros y los navajos, que nunca había vivido tan cerca, eran constantes. Ambos eran la mano de obra. Para colmo, la salud empeoró. La gente no tenía agua limpia; el agua del río era muy alcalina; no había leña para cocinar. Pero trabajaron duro para mantenerse con vida, haciendo lo que fuese necesario para el cuidado de sus familias. La vida para los apaches mescaleros y navajos era lamentable. Sobrevivían.

Para el verano, la reserva tenía campos con cultivos plantados. Desgraciadamente, toda la cosecha se perdió por una plaga de gusanos que destruyó los cultivos. Ante esa dificultad, el Ejército proporcionó escasas raciones de alimentos a los nativos, que eran constantemente reducidas porque no llegaban para tanta gente. Tanto los mescaleros como los navajos enfermaron por comer alimentos que eran totalmente diferentes de su dieta normal. Los mescaleros habían vivido en las montañas y en densos bosques donde la caza y plantas comestibles eran abundantes. Los navajos tenían enormes rebaños de ovejas y cabras y venía de un territorio donde el buen pastoreo, la buena comida y el agua era abundante.

El agua del río Pecos, muy alcalina, causó graves problemas intestinales y enfermedades que se propagaron rápidamente. Una epidemia de viruela se extendió por toda la reserva, provocando bastantes muertos. Los inviernos en Bosque Redondo eran muy fríos, careciendo de medios adecuados para construir los típicos tipis de los apaches mescaleros y los hogans de los navajos. No había leña suficiente para calentarse. Tenían frío, y estaban enfermos y hambrientos. Los navajos se refieren a esa época y lugar como hweeldi, traducido como el lugar de sufrimiento.

Lorenzo Labadie, el agente indio de la Reserva de Bosque Redondo, diría a John Carey Cremony, capitán en ese momento en Fort Sumner [De Baca County, New Mexico] y autor del libro “Life Among the Apaches”: Estos indios están en la miseria porque hace dos días que han consumido sus raciones y no tienen qué comer. Hay muchas mujeres y niños entre ellos y todavía faltan dos días más para que les distribuyan de nuevo los suministros. Sus guerreros han pedido que se les permita ir a cazar. Las llanuras cercanas están llenas de rebaños de antílopes que pueden ser cazados fácilmente. He estado con el capitán Updegraff, pero no quiere saber nada. Por favor hable con él y vea lo que puede hacer, pues de lo contrario pueden intentar escapar de la reserva”. 

Cremony habló con el capitán Joseph Updegraff, comandante de Fort Sumner, diciéndole: “Capitán, los apaches han pedido su permiso para ir a una cacería que Vd. ha negado; permítame decirle que se mueren de hambre, que tienen a sus mujeres e hijos como rehenes y Vd. recordará su determinación. Me ofrezco voluntario para ir con ellos para que regresen en 48 horas”.

El capitán Updegraff respondió:Muy bien, capitán, si Vd. decide confiar en esos diablos rojos sin pacificar y hacerse responsable de su regreso, y me da la garantía oficial por escrito, lo que es indispensablemente necesario, puede ir con ellos mañana por la mañana a la luz del día; pero no permanezca lejos más de 48 horas.

Cremony habló con Lorenzo Labadie, el cual informó a los mescaleros de las condiciones de la cacería. A las 07:00 horas de la mañana siguiente, un grupo de 110 apaches, 95 guerreros y 15 mujeres, salieron de la reserva, acompañados solo de John Carey Cremony. Los apaches iban armados de arcos y flechas, ya que todas las armas de fuego tuvieron que dejarlas en la reserva.

Los apaches formaron dos líneas, la primera a unos 550 metros por delante de la segunda. Estos dos grupos ampliaron sus líneas de modo que no hubiera dos apaches a menos de unos 40 metros el uno del otro, extendiendo cada línea a una distancia de unos 2’5 km, barriendo una gran superficie de territorio, y sin embargo, lo suficientemente cerca para evitar que escape un antílope a través de las dos barreras o entre los cazadores. La formación avanzó así hasta avistar una manada a unos 800 metros. Inmediatamente, las dos alas de la primera línea se adelantaron a toda velocidad, cortando la retirada de los animales, rodeándolos, mientras la segunda línea llegó rápidamente para completar el cerco. Los apaches cazaron 87 antílopes. Al cabo de 36 horas, el capitán Updegraff fue informado del éxito de la cacería.

Entre los apaches mescaleros de la Reserva de Bosque Redondo había un cautivo mexicano llamado Juan Cojo. Había sido capturado a la edad de 11 años y no obtuvo su liberación hasta que cumplió 33. Hablaba apache con fluidez y fue contratado como intérprete).

* El 24 de febrero de 1863, el presidente Lincoln firma la ley por la que se crea el Territorio de Arizona. (El Congreso divide la mitad occidental de New Mexico de la mitad oriental para crear el Territorio de Arizona justificándola por la posible riqueza mineral de la región). 

* En marzo de 1863, varios grupos de apaches firman en Fronteras (Sonora) un tratado para acordar una tregua, no formando parte de ella Cochise debido a que, probablemente, esté de nuevo en Arizona. (Los supervivientes de la banda de Mangas Coloradas se unieron a Cochise y sus chokonen).

* A mediados de marzo de 1863, el general Carleton dice a West: Yo no espero ninguna paz con ellos (los apaches) salvo con los que ya están bajo nuestro dominio. Ellos no deben tener voz en el asunto. La alternativa es la subyugación o la eliminación de todos los hombres”.

* El 22 de marzo de 1863, 30 apaches bedonkohes, chokonen y chihennes a caballo y varios más a pie, roban 60 caballos en las Pinos Altos Mountains, cerca de Fort West ([Grant County, New Mexico]. Huyeron hacia el oeste, a Arizona, deteniéndose en el Bonita Creek, un afluente meridional del río Gila. Un destacamento de soldados que les perseguía los encontró el 27 de marzo, y atacándolos por sorpresa, mataron a 25 apaches en 20 minutos, dispersándose el resto).  

* A primeras horas de la mañana del 25 de abril de 1863, unos 200 apaches fueron vistos acercándose a Fort Bowie (Cochise County, Arizona) desde el norte. (El capitán Benjamin F. Harrover, de la compañía “E” del 5º de Infantería, comandante del puesto, salió con 20 soldados de su propia compañía y cinco más de caballería, acompañados por el cirujano del puesto Edward L. Watson, del 1º de Infantería. Al llegar al manantial, al norte del fuerte, los apaches se toparon con los hombres de Harrover, quien ordenó abrir fuego. Los apaches, 30 de los cuales iban a caballo, comenzaron a retirarse, pero respondiendo al fuego de los soldados, ya que varios de ellos tenían armas de gran calibre y bastantes fusiles. El enfrentamiento continuó durante casi tres horas, tiempo durante el cual los hombres de Harrover persiguieron a los apaches durante unos 6’5 km. 

Tres apaches resultaron muertos, aunque Harrover creyó que fueron más, entre muertos y heridos, porque vio caer a unos cuantos. Un soldado, M. B. Wilcox de la compañía “E”, del 5º de Infantería, resultó gravemente herido en el hombro y un caballo recibió una herida en el pecho).

* El 7 de mayo de 1863, el capitán Thomas Theodore Tidball ataca a una banda apache en el Aravaipa Creek (Graham County, Arizona) matando a 47 de ellos y regresando a Tucson con 10 cautivos y 66 reses. (Tidball había salido de Fort Lowell, situado en las cercanías de Tucson [Pima County, Arizona] guiado por Jesús María Elías, un prominente ciudadano mexicano de Tucson y por varios “apaches mansos” de la zona).

* Durante la segunda semana de mayo de 1863, Cochise está en Fronteras (Sonora) al parecer para intercambiar bienes robados por comida, armas y municiones. (Los mexicanos mataron a algunos de los suyos, por lo que respondió matando a varios ciudadanos, terminando la tregua).

* A finales de mayo de 1863, una banda apache roba algunos caballos en el rancho de la Laborcita y matan varias vacas en los corrales de Nombre de Dios ([ambos en Chihuahua]. Joaquín Terrazas les persiguió con 15 soldados de Caballería alcanzándoles en la sierra del Gato, estableciéndose un tiroteo mientras trepaban por los peñascos hasta la cima, observando rastros de sangre de algunos apaches. Al llegar a la cima capturaron varias mujeres y niños, recuperando los caballos robados y el botín que llevaban).

* El 20 de junio de 1863, el capitán Albert H. Pfeiffer sale de Fort McRae (Sierra County, New Mexico) de excursión a una fuente termal, que estaba a 15 km, con su mujer embarazada, María Antonia Salinas; su hija adoptiva, María Antonia Pfeiffer, una sirvienta, la señora Mercado; y seis soldados de escolta cuando son atacados por un grupo de apaches mescaleros. (Albert H. Pfeiffer y su esposa, habían adoptado el 11 de mayo de 1862 a tres jóvenes nativos a los que bautizaron, figurando en el registro de bautismos de Abiquiú [Abiquiu, Rio Arriba, New Mexico]. La mayor era una chica ute de 17 años a la que llamaron María Antonia Pfeiffer; un niño navajo de 7 años, José Lázaro Pfeiffer y una niña navajo de 5 años, María Juliana Pfeiffer.

El capitán Pfeiffer estaba destinado en Fort Craig [Socorro County, New Mexico] cuando empezó a tener molestias en sus ojos, por lo que decidió pasar unas semanas en un manantial al sur de Fort McRae donde esperaba mejorar gracias a sus aguas termales. Levantaron las tiendas de campaña en un bosque de álamos cerca de las fuentes y en poco tiempo la salud de Pfeiffer empezó a mejorar. Una mañana, al salir el sol, bajó a la fuente para bañarse y cuando salía del agua oyó el grito de guerra de los apaches mescaleros. Los soldados Quintana y Mestas murieron; otro llamado Dolores y un civil llamado Betts resultaron heridos, huyendo con los dos soldados restantes. Pfeiffer estaba desnudo, pero tuvo tiempo de coger su rifle antes de que los apaches se abalanzaran hacia él. Corrió hacia el río con una flecha clavada en la espalda hasta llegar a un lugar protegido por unas rocas donde se detuvo para descansar y defenderse. Permaneció allí durante varias horas, bajo un sol ardiente. Los apaches mescaleros, al ver que no podrían alcanzarle sin tener bajas, se fueron, por lo que Pfeiffer pudo llegar a Fort McRae. Llegó más muerto que vivo. Cuando el cirujano sacó la flecha de su espalda, la piel quemada por el sol que rodeaba la herida salió con ella, y durante días sufrió una intensa agonía, estando durante dos meses a punto de morir.

Mientras tanto, un destacamento enviado por el comandante Arthur Morrison encontró el campamento quemado y los cuerpos de dos soldados y el de la sirvienta. Los apaches mescaleros habían capturado a la esposa de Pfeiffer, y a su hija adoptiva. Conociendo sus costumbres, pensaron que no matarían a las mujeres, sino que las llevarían cautivas. Fueron tras ellos, alcanzándolos en los alrededores de las Caballo Mountains [Sierra & Doña Ana Counties, New Mexico]. Viéndose acosados, mataron a las dos mujeres y escaparon.

El capitán Pfeiffer se recuperó por completo, yendo al año siguiente con el coronel Kit Carson en la campaña contra los navajos. En venganza, combatió a apaches y comanches. En una ocasión dijo: Ellos pagaron por ello, sí que han pagado bien por ello, en sangre).

* El 17 de junio de 1863, un grupo de apaches tiende una emboscada a una columna de soldados estadounidenses en la que matan al teniente L. A. Bargie y a dos de sus hombres. (Cochise, Victorio, y Luis [un jefe bedonkohe, probablemente un hijo de Mangas Coloradas], organizaron una gran partida de guerra para vengar la muerte de Mangas Coloradas. Atacaron a varios grupos de estadounidenses a lo largo del Río Grande y en el Cooke’s Canyon [Luna County, New Mexico]. En San Diego Crossing [Doña Ana County, New Mexico], sobre el Río Grande, atacaron el 17 de junio a un destacamento militar, matando al teniente y a dos soldados. Los apaches hicieron a Bargie lo mismo que los soldados habían hecho a Mangas Coloradas. Bargie fue encontrado con su cabeza cortada, su pecho abierto, faltando el corazón.

El 28 de junio, otro ataque apache cerca de las Gallinas Mountains [Socorro Mountains, New Mexico] a dos soldados correos de Fort Stanton [Lincoln County, New Mexico] acabó con uno de los soldados muertos y el otro, N. Quintana, herido y capturado, al que ataron a un poste y lo quemaron vivo. Tras estos ataques apaches, el general Joseph Rodman West ordenó al comandante William McCleave: “Esta banda de indios del río Mimbres debe ser exterminada hasta el último hombre. En cuanto las condiciones lo permitan, cumplirá esta orden. Use cada hombre disponible… explore cada trozo de tierra y deles una paliza en sus lugares preferidos”. Mientras, Cochise y Victorio estaban probablemente en el Cook’s Peak atacando a dos columnas de soldados en el Cooke’s Canyon.

En agosto, tres grupos de apaches atacaron Fort Bowie [Cochise County, Arizona] llevándose todos los caballos pertenecientes al pequeño destacamento de la compañía E, del 1º de Caballería. (Un destacamento dirigido por el capitán Tidball persiguió a los apaches sin éxito).

* El 22 de septiembre de 1863, una banda apache ataca el rancho de la Laborcita (a unos 9,5 km de la Villa de Chihuahua) matando a varias personas e hiriendo a otras. (Joaquín Terrazas les persiguió con 43 soldados alcanzándoles y produciéndose un tiroteo. Los apaches se defendieron tras las rocas, pero al llegar 100 soldados de refuerzo de Chihuahua, más varios civiles de Torreón y Sacramento, se retiraron tras la cima, abandonando los caballos tras matar al capitán José Herrera. Los soldados siguieron los rastros de sangre hasta que se hizo de noche regresando a la Villa de Chihuahua).

* A primeros de octubre de 1863, Joaquín Terrazas y sus hombres encuentran las huellas de una incursión apache que les lleva hasta la sierra del Chivatito (Chihuahua) donde estaban asediando una caravana de carros que se dirigía al Paso del Norte ([Ciudad Juárez, Chihuahua]. Matan a varios apaches y capturan a otros, junto a varios caballos).

* A las 23:00 horas del 2 de octubre de 1863, el capitán Valentine Dresher, de la Compañía “B”, del 1º de Infantería de los Voluntarios de California, funda, por orden del general James H. Carleton, Fort Cummings ([Luna County, New Mexico]. Llegó y acampó en una fuente de agua permanente llamada Cooke’s Springs, justo al sur de una estrecha y rocosa quebrada de 6,5 km de largo en el llamado Cooke’s Canyon; llamado así por el general Philip St. George Cooke, quien los encontró en 1846 mientras dirigía el batallón mormón de Brigham Young a California para luchar en la guerra entre Estados Unidos y México.

El paso por dicho cañón se había convertido en un habitual atajo para los viajeros, y en especial para la “Overland Mail Company”, que se dirigían a California desde el sur de New Mexico.  El problema era que dicho cañón se encon teaba en el corazón del territorio chiricahua. Carleton describió el cañón como el lugar más peligroso de todo Arizona y New Mexico. El objetivo del fuerte era proteger dicha .de la “Overland Mail Company” que se dirigía a California. Dresher informó que había encontrado el cañón adornado con restos humanos y tumbas. El sargento George Hand anotó en su diario que había encontrado muchos huesos, calaveras y tumbas al llegar al Cooke’s Canyon. Otra persona observó: A lo largo de todo esto hay tumbas, carros rotos… montones de rocas que denotan una tumba… y un cráneo humano”).

* En noviembre de 1863, Joaquín Terrazas persigue a un grupo de apaches hasta la sierra de los Arados (Chihuahua) donde captura a un guerrero, varias mujeres y niños, y unos cuantos caballos y mulas.

* En noviembre de 1863, el capitán Heraclio Escalante y 90 hombres de Bavispe (Sonora) destruyen una ranchería cerca de Janos (Chihuahua) matando a 21 apaches, seis de ellos varones y capturando a siete más.

* A finales de 1863, los chiricahuas de Cochise se ven obligados a moverse continuamente. (Por esa época, en Chihuahua, el sistema de recompensas por cabelleras está en pleno apogeo, siendo aniquilados varios grupos locales de apaches).  

1864

* En enero de 1864, Merejildo Grijalva, el ópata que había estado cautivo del jefe apache chokonen Cochise durante ocho años, llega a Fort Bowie, enviado por el general Joseph Rodman West para colaborar en una campaña contra Cochise. (El haber pasado ocho años con la gente de Cochise, conocer los lugares donde establecían sus rancherías, los senderos que utilizaban para sus incursiones, las tácticas para realizar las emboscadas, etc., le convirtieron en una persona muy valiosa para el ejército estadounidense. Grijalva estaría en Fort Bowie durante dos años y medio).

* El 5 de enero de 1864, un grupo de apaches entra en el corral del rancho de Abraham Harlow Peeples, cerca de Weaverville (Yavapai County, Arizona), llevándose 32 caballos y mulas, dirigiéndose hacia el Salt River. (Se formó un grupo persecutor de 28 hombres, llevando raciones para 10 días. Además de Peeples, iban Daniel Conner, Joe Dye, y King Samuel Woolsey, quien asumió el mando.

Viajaron en dirección este, siguiendo el rastro a través del Agua Fría River, Lost Creek y Verde River. Allí el rastro se dirigía a través del San Francisco River, continuando en dirección este hacia la boca del cañón del Salt River. Al ir escasos de provisiones acamparon allí, yendo Peeples con varios hombres a un poblado de pimas para conseguir suministros.

Regresaron el 21 de enero con harina, pinole, y con 45 pimas y maricopas como refuerzo. Fueron a la parte superior del Salt River durante unos 25 km, encontrando el rastro en la boca del cañón. Allí todos los pimas retrocedieron diciendo que no entrarían en el cañón, ya que no habían estado allí antes, pero Juan Chivari, el jefe maricopa, dijo que él iría a donde hiciese falta. El grupo quedó reducido a los 28 hombres originales, más Cyrus Lennan [administrador de correos] y G. G. Fisher, los dos residentes en los poblados pimas, y 16 maricopas, entrando en el cañón. 

Pasaron todo el día 23 recorriendo el cañón, y en la oscuridad encontraron el rastro que llevaba a una alta montaña, hacia el lado sur del río. Viajaron toda la noche sin encontrar ningún rastro fresco hasta cerca del amanecer, cuando descubrieron huellas de mujeres y niños. Avanzaron al galope y a las 08:00 horas encontraron una ranchería vacía. No sabían si eran Tonto Apaches o Pinal, pero, evidentemente, al verles llegar, habían huido.

Era el 24 de enero. Estaban desensillando los animales para acampar junto a unos pequeños estanques de excelente agua, y a punto de preparar el desayuno para luego descansar, cuando vieron las alturas ocupadas por apaches, y en poco tiempo, estuvieron completamente rodeados. Estaban a unos 550 metros, siendo unos 250 apaches. [Woolsey diría después que eran unos 400, pero eso parece una exageración].

Woolsey se dirigió hacia la pendiente más cercana con sus intérpretes, un maricopa y un muchacho yavapai, para hablar a distancia con el jefe apache, llamado Par-a-muck-a, quien le preguntó si les estaban siguiendo para matarles. Woolsey dijo al jefe que estaba equivocado, que habían ido allí con los jefes pimas y maricopas para hacer un tratado y que habían seguido el rastro del ganado robado porque no conocían otro camino hasta ese territorio.

El jefe bajó a pie desde las alturas hasta donde estaba Woolsey, quien llevaba su carabina Sharps, diciéndole entonces que si intentaba volver a subir por la pendiente le dispararía, y que sus hombres podían venir a parlamentar. Después de alguna duda, el jefe apache llamó a sus hombres para que bajaran al campamento donde los maricopas habían preparado una fiesta para ellos con harina, pinole y tabaco. Llegaron unos 30 apaches, y ninguno llevaba armas de fuego.

Entonces las montañas, tanto como la vista podía alcanzar, se llenaron de señales de humo, viniendo y saliendo mensajeros apaches en rápida sucesión. Tras dos horas, uno de ellos informó que esperaban la llegada de Big Rump o Delshay, jefe de los apaches Tonto, con 40 guerreros. Hacia las 16:00 horas, otro mensajero llegó al campamento diciendo que Delshay no llegaría hasta la mañana siguiente.

Lo que pasó después es contradictorio. De repente, uno de los apaches clavó a Cyrus Lennan una lanza en el pecho izquierdo, matándolo instantáneamente. En el subsiguiente enfrentamiento, 24 apaches resultaron muertos, además de varios heridos. En el grupo de Woolsey solo falleció Lennan, y un maricopa resultó herido leve por una flecha en el cuello, resultando muerto un caballo. [Así lo plasmó en un informe, el 14 de septiembre de 1864, al general James H. Carleton, comandante del Departamento de Arizona y New Mexico. Se desconoce por qué Woolsey dijo que el herido era un maricopa cuando en realidad era un empleado suyo, un yuma llamado Tonto Jack, que había sido cautivo de los apaches, y conocía su idioma].

Pero hay algunas diferencias en el relato de algunos que participaron en los hechos. Algunos participantes estuvieron en los poblados pimas días después del enfrentamiento, siendo entrevistados por el escritor J. Ross Browne; y por Charles Poston, Superintendente Territorial de Asuntos Indios.

Browne, echando mano a sus notas, diría más adelante: “De repente, Woolsey sacó su revólver, apuntó y disparó a Par-a-muck-a matándolo en el acto. Esa fue la señal para la ‘firma del tratado’. Simultáneamente, todo el grupo comenzó a disparar sobre los indios, matándolos a derecha e izquierda”.

Poston, 30 años más tarde, dijo de esa reunión: “Woolsey no solo era valiente, sino también inteligente, percatándose de que, o ellos o los indios, iban a morir, dijo: Chicos, o salimos de aquí o moriremos. Que cada uno elija un indio, que yo dispararé al jefe como señal”.

Otro participante escribió una carta, fechada el 10 de febrero de 1864, que apareció en la edición del 9 de marzo de 1864 del periódico californiano “Sacramento Union”. La carta, que iba firmada con las iniciales J. K. S., decía: “… Entonces se produjo un contratiempo en la que perdimos a un hombre, muerto por un corte de lanza a manos de un apache, y el intérprete de los maricopas resultó herido, aunque no de peligro…  Hicimos buenos a 24 indios – o los matamos que es lo mismo – también a los que evitaron el plomo…”. La carta parece indicar que las intenciones de los hombres de Woolsey coincidían con lo que pasó.

El escritor Dan L. Thrapp en su libro “The Conquest of Apacheria”, confirma los hechos. La señal para empezar a disparar sería cuando Woolsey se llevara la mano a su sombrero.

Los acontecimientos pudieron desarrollarse de la siguiente manera. Cuando el grupo de Woolsey notó que ninguno de los apaches hablaba inglés, comenzaron visualmente a escoger sus objetivos, mientras sonreían, asentían y señalaban con la cabeza. El tiroteo empezó cuando Woolsey se llevó la mano al ala de su sombrero como señal, matando él mismo al jefe Par-a-muck-a. Woolsey advirtió a Lennan que tuviese cuidado con un apache cojo que blandía una lanza. “Me encargaré de él”, contestó Lennan, pero disparó a otro apache que tenía cerca, no pudiendo evitar que el apache le clavase la lanza en el pecho. Joe Dye lo mató. Lennan en el suelo, exclamó: “¡Me muero!”, falleciendo seguidamente. La lanza se había clavado en el corazón. Los apaches que no fueron abatidos lucharon con desesperación, retrocediendo y girándose para disparar sus flechas mientras huían. La lucha, si así se puede llamar, duró siete u ocho minutos. Inmediatamente empaquetaron y cabalgaron 24 km durante esa noche.

El 29 de enero, estando cerca del Agua Frío River, se toparon con dos apaches Pinal, que llevaban dos mulas y un caballo que habían robado de la mina Hassayampa [Maricopa County, Arizona]. Mataron a uno e hirieron gravemente al otro, llevándose los animales. Regresaron el 3 de febrero, habiendo estado ausente 27 días. A ese enfrentamiento se le conoce como la batalla de “Bloody Tanks”.

Woolsey y su grupo fueron tratados como héroes, y el gobernador John Noble Goodwin nombró a Woolsey, ayudante militar con el rango de teniente coronel de la milicia.

John Langellier, exdirector del “Sharlot Hall Museum” de Prescott, dijo que “no siempre es justo aplicar los estándares de hoy a las figuras históricas. El héroe de ayer es el villano de hoy. No hay duda de que por los estándares de hoy sería considerado racista”, pero Woolsey excedió los límites del comportamiento aceptable incluso en su tiempo. 

En una ocasión, Woolsey y su grupo se topó con un grupo de nativos, probablemente yavapais a los que pidió parlamentar, dejando en las cercanías una bolsa de pinole envenenado con estricnina. Los nativos vieron el pinole y se lo comieron mientras él hablaba con sus jefes. Cuando el veneno entró en acción, los demás huyeron y sus hombres abrieron fuego contra ellos. Mataron a 36 nativos en lo que es conocido como la “Pinole Massacre”.

En otra ocasión, en julio de 1864, una niña yaqui de 10 años llamada Lucía Martínez, que había sido capturada por los apaches, escapó de sus captores y comenzó el viaje de regreso a su casa sureña de Sonora, a más de 320 km de distancia.

A los pocos kilómetros, Lucía vio el campamento de vigilantes de Woolsey. Cuando la expedición regresó a casa poco después, Woolsey la llevó a su rancho. Puso a la niña yaqui a trabajar en la cocina. Tres años después, dio a luz un hijo. Lucía tuvo dos hijos más de Woolsey antes de casarse con una respetable mujer sureña. Woolsey murió en 1879, dejando atrás un hijo y dos hijas que, como indios, no tenían derecho a la herencia, aunque pudieron conseguir algunos cientos de dólares de un depósito que Woolsey dejó para ellas).

* El 15 de enero de 1864, el presidente de los Estados Unidos, Abraham Lincoln, crea oficialmente, por una orden ejecutiva, la Reserva de Bosque Redondo junto a Fort Sumner ([De Baca County, New Mexico]. Los apaches mescaleros de la reserva sufrieron un robo de caballos por parte de los navajos. El clima era muy frío, – 20º a las 08:00 de la mañana. Los mescaleros estaban asentados en la orilla oriental del río Pecos, a unos 5 km de la instalación militar. Poseían un buen número de caballos, lo que consistía toda su riqueza. Una noche, alrededor de las 24:00 horas, el comandante Jason Whalen fue despertado por la guardia, informándole que una delegación de apaches quería comunicar que un gran grupo de navajos había robado parte de sus caballos, por lo que pedían ayuda para recuperarlos. Casualidad que casi la totalidad de la fuerza de caballería estaba fuera explorando en ese momento y solo había unos 12 soldados con algunos de los caballos más utilizados. Sin embargo, se les ordenó de inmediato ensillarlos y ponerse bajo el mando del teniente Newbold, mientras que a una compañía de Infantería, al mando del capitán Bristol, se le ordenó seguir a la caballería a toda velocidad. Estas fuerzas fueron ayudadas por 25 guerreros mescaleros, bajo la conducción de Gian-nah-tah, más conocido como Cadete. El rastro conducía hacia el sur y a primera hora de la mañana, la caballería y los mescaleros, llegaron a la retaguardia navajo, que iban todos a pie, excepto los que iban montados sobre los caballos robados. Eran unos 180 navajos, de los cuales alrededor de 60 iban montados. Tan pronto como vieron que les seguían, se detuvieron, formados y preparados para luchar. Newbold y su pequeño grupo de 12 soldados de caballería y los 25 mescaleros avanzaron rápidamente hacia los navajos hasta unos 75 metros de distancia, cuando abrieron fuego. Los soldados respondieron abatiendo a más de nueve navajos en la primera descarga. El tiempo era tan extremadamente frío que los soldados no podían cargar sus armas con la suficiente rapidez porque tenían los dedos entumecidos. Afortunadamente, a los navajos les pasaba lo mismo. Newbold dio la orden de cargar revólver en mano y junto a los mescaleros rompieron la línea de los navajos en menos de 10 minutos, provocando su retirada.

Los mescaleros habían dejado sus rifles y atacaron con sus arcos y flechas, y lanzas. Cada soldado tenía dos revólveres Colt que disparaban sin cesar. Cuando un navajo caía herido, era traspasado por las mortales flechas de los mescaleros, y no se levantaba más. No menos de 90 navajos yacían muertos sobre el suelo, y otros tantos heridos pudieron ser capturados y llevados a la reserva. Solo 20 navajos pudieron escapar sin perder los soldados, ni los mescaleros, ni un solo hombre, ni ningún caballo. Los 65 caballos robados fueron recuperados y devueltos a los mescaleros).

* A finales de enero de 1864, Joaquín Terrazas con 15 hombres se dirige a la  Sierra del Pajarito (Chihuahua) donde ataca la ranchería del jefe apache nednai Felipe, capturando a su mujer y a sus hijos y matando al resto, llevándose los caballos y el botín. (A la mañana siguiente, Felipe y otros dos apaches encontraron su ranchería destruida, por lo que decidieron seguir las huellas y desde lo alto de un cerro vieron como llevaban cautivos a sus siete hijos. Terrazas dejó a los prisioneros en El Carmen para dirigirse hacia Corralitos, donde capturó a otras tres mujeres apaches que habían bajado de la Sierra del Capulín. Enseguida, unos mineros de la zona le avisaron de que Felipe, con otros dos apaches, había llegado a la mina pidiendo aguardiente donde fueron apresados. Felipe fue llevado a la Villa de Chihuahua, donde lo ahorcaron ante una animada multitud en la plaza de la localidad. Solo unos pocos sobrevivieron. Uno de ellos era un adolescente llamado Fatty. Su primo Martine, entonces un “dikohe” o aprendiz de guerrero, recordaría más tarde los tiempos violentos en Sonora y Chihuahua: “Hubo tantas incursiones que pasé grandes dificultades”. Le había costado menos de un mes completar su cuarta incursión necesaria para convertirse en guerrero.

Al mismo tiempo, vecinos de los pueblos de Guerrero atacaron una ranchería apache en la Sierra del Capulín [Chihuahua], capturando a tres muchachos, mientras el resto se dispersó por el territorio. Informado Joaquín Terrazas, se dirigió a la zona encontrándoles en un cerro cercano al Ojo Caliente de la Laguna Guzmán [municipio de Ahumada, Chihuahua]. Ordenó rodear dicho cerro y al toque de corneta, atacaron por todos los lados, logrando capturar a toda la banda, excepto a tres de ellos, que resultaron muertos tras una ardua persecución. Las tropas regresaron a la Villa de Chihuahua, habiendo acabado con 55 apaches, entre muertos y prisioneros).

* El 12 de febrero de 1864, un destacamento de Sonora ataca una ranchería apache matando, según sus informes, a seis guerreros y a 15 mujeres y niños, llevándose cautivos a tres niños. (El capitán Cayetano Silva había salido de Bacochi [Sonora] internándose por el sur de Arizona para explorar las Mula y las Dragoon Mountains. Sus exploradores encontraron una ranchería apache que resultó pertenecer a Santiago, en Turkey Canyon o en Mound of White Rocks, por lo que Silva dividió a sus hombres. El teniente Manuel Gallegos con 30 hombres a pie por la derecha; el teniente Feliciano Ruiz con otro grupo de soldados a pie por la izquierda; y el capitán José Escalante con la caballería por el centro. Cuando atacaron convergieron en la ranchería disparando a discreción. Cinco meses después, un guerrero chokonen llamado Ka-eet-sah afirmó que “ese día, los mexicanos habían matado aproximadamente a 30, entre ellos a toda su familia”. Con el tiempo, la noticia que llegó a Tucson [Pima County, Arizona] fue que el total de muertos ese día había ascendido a 107 y que había ocurrido a 48 o 64 km al sur de Fort Bowie).

* El 13 de febrero de 1864, un grupo de apaches chihennes y bedonkohes llega a la población minera de Pinos Altos (Grant County, New Mexico) diciendo que volverían el 25 de febrero. (Sus habitantes avisaron al capitán James H. Whitlock, del 5º de Infantería de California, quien estaba acampado en el río Mimbres.

Con 21 hombres de la compañía “F” se dirigió a un cañón situado a unos 5 km de la población para esconderse allí, mientras enviaba a un hombre a la población para saber si los apaches habían vuelto. Al no ser así, esperó.

Al mediodía del siguiente día, 26 de febrero, los apaches aparecieron. Whitlock y sus hombres se acercaron silenciosamente, y al anochecer, les atacó antes de que pudiesen defenderse. Los soldados mataron a la mayoría en seguida, y persiguieron a los supervivientes durante 12 km antes de darse la vuelta.

Whitlock informó haber matado a 13 de los 19 apaches, entre los que se encontraba Luis, probablemente un hijo de Mangas Coloradas; y que probablemente había herido a los otros seis. También rescató a la joven de 22 años, Marijenia Figueira, capturada hace 15 años, habiendo vivido en la ranchería de Luis, declarando que había sido “bien tratada”).

* El 5 de marzo de 1864, Richard McCormick, Secretario del Territorio de Arizona, manifiesta que está a favor del total exterminio de los crueles salvajes.

* El 18 de marzo de 1864, un grupo de apaches se topa cerca del San Francisco River con un destacamento formado por 40 soldados y 14 civiles, mandados por el comandante Edward B. Willis, destinado en Fort Whipple ([Yavapai County, Arizona]. En el enfrentamiento que tiene lugar mueren cinco apaches y el soldado Joseph Fisher).

* El 22 de marzo de 1864, un grupo de apaches roba 72 mulas de Camp Mimbres ([Grant County, New Mexico]. Dos días después, el capitán James H. Whitlock salió tras ellos con 61 soldados hasta encontrar su rastro. Alcanzaron el río Gila siguiendo su curso hacia el oeste durante 5 días hasta el río San Simón [Arizona] encontrando su ranchería al pie de Sierra Bonita, junto a un valle del río San Simón y no lejos del Monte Graham [Graham County, Arizona]. Tras la carga de los soldados, cayeron muertos por lo menos 21 apaches y otros muchos heridos. Los sobrevivientes huyeron dejando atrás una gran cantidad de mescal, pieles y carne, llevándose los soldados 45 caballos. Whitlock pensó que la ranchería tenía unos 250 individuos, lo que indica que podría ser un grupo de Cochise).

* El 28 de marzo de 1864, un grupo de 15 apaches atacan a unos mineros, dirigidos por George Goodhue, cerca del Granite Creek (Yavapai County, Arizona), matando a dos de ellos. (Otro minero, Sugarfoot Jack, oyó los disparos y corrió hacia allí. Vio a los 15 apaches que iban hacia él en fila india. Esperó tras una roca hasta que ellos estuvieron a 10 pasos, matando al primer apache e hiriendo al segundo, haciendo huir al resto. Jack siguió disparándolos, creyendo que mató a un tercero e hirió a otro, cuando Goodhue y sus compañeros supervivientes llegaron, encontrando a Jack, esperándolos tranquilamente, fumando su pipa.

Todo había empezado cuando dos muchachos apaches habían ido a la ubicación minera de Walker’s Diggings para curiosear, cuando fueron abatidos por los mineros).

* El 29 de marzo de 1864, King Samuel Woolsey lidera otra expedición compuesta por 100 personas, entre mineros y ganaderos, contra los apaches. (“The Arizona Miner” publicado en Fort Whipple [Yavapai County, Arizona] describió al grupo como “un formidable movimiento contra los salvajes. Además, tienen mucha experiencia en la lucha contra los indios, habiendo sufrido muchas de las recientes depredaciones, estando ansiosos de castigar al astuto enemigo”.

Después de estar fuera solo unos pocos días, Woolsey envió una carta al Secretario Territorial Richard C. McCormick, pidiendo que las provisiones prometidas se pusieran en camino, ya que sabía que les harían falta antes de terminar la expedición. Woolsey confiaba en que sus hombres “castigarían severamente a los ladrones rojos”, y debió haber ganado la confianza de McCormick cuando este dijo: “Es difícil ver a nuestros valientes hombres descalzos y mal vestidos, y al menos deberían tener abundante cantidad de víveres. Nunca mejores hombres siguieron a alguien al combate…”.  

Woolsey escribió al comandante de Fort Whipple, Edward B. Willis, para tenerle informado del progreso de su expedición. Le dijo que habían encontrado una ranchería desierta de los Tonto Apaches y Pinal, donde habían estado haciendo flechas iguales que las de los mojaves y yavapais. Woolsey dijo: “Creo que tenían la intención de hacer creer que eran los mojaves y yavapais los que estaban cometiendo depredaciones. Nunca había visto ese tipo de flechas entre los apaches”. Woolsey envió a McCormick y a Willis una aljaba de flechas como recuerdo de la expedición.

Uno de los miembros de esa expedición, Henry Clifton, escribió dos artículos que fueron publicados en mayo de 1864, en “The Arizona Miner”: “Un día un miembro del grupo, Artemus Ingalls, regresó de cazar ciervos, herido con dos flechas, una en la espalda y otra en el hombro. Ingalls había sido atrapado por un grupo de apaches, siendo herido primero en la espalda, y al girarse para hacerles frente, fue herido en el hombro. Ingalls regresó al campamento lo más rápido posible; su sombrero se le cayó, pero no paró a recogerlo. El Dr. Alsap rápidamente vendó sus heridas”.

Otro miembro de la expedición de Woolsey, Augustus Brichta, diría en 1888: Algunos de nosotros estábamos despiertos y haciendo café cuando llegó uno de los guardias, con la cabeza descubierta y los pelos en punta gritando: ‘¡Indios, me han disparado!’ El pobre hombre tenía un aspecto lamentable y, aunque era un asunto serio, no pudimos evitar reírnos. Tenía una flecha clavada en su cuello, la punta sobresalía, por un lado, y las plumas, por el otro. Tenía el pelo en punta y estaba muy gracioso. El Dr. Alsap cortó la flecha por el lado de las plumas, tirando de ella por el lado opuesto, sacándola. Con un poco de bálsamo, en pocos días estaba listo para recibir su ración…”.

El 17 de abril, la expedición regresó al rancho de Agua Fría de Woolsey después de matar a 14 apaches. En esa expedición, los soldados Beach y Holman, de la guarnición de Fort Whipple, mataron a cinco de los 14 apaches).

* El 15 de abril de 1864, el general Carleton declara que la minería es un bien de interés fundamental en el Suroeste y que los apaches suponen una amenaza  para ella. (Los descubrimientos de minerales en 1863 en la zona de Prescott [Yavapai County, Arizona] hizo que llegaran muchos mineros, quienes pedían acabar con los apaches, que habían impedido durante tanto tiempo el asentamiento y el desarrollo minero en el territorio. Por ello, desde el comienzo de la primavera, las tropas del general Carleton estaban explorando todo el territorio para buscar y eliminar apaches. Atacaron y destruyeron cuatro rancherías. En una de ellas, 49 Western Apaches murieron y 16 fueron hechos cautivos).

* También durante la primavera de 1864, 8.000 navajos son conducidos en la “Larga Marcha” a través de New Mexico hasta la reserva cercana a Fort Sumner (De Baca County, New Mexico) junto al río Pecos. (Los navajos y los apaches mescaleros permanecerán allí como prisioneros de guerra hasta 1868. El coronel Kit Carson, bajo las órdenes del general Carleton, quemó las cosechas, mató el ganado y destruyó los poblados navajos, por lo que, acosados y hambrientos, tuvieron que rendirse).

* En la mañana del 3 de mayo de 1864, los chiricahuas atacan a un destacamento estadounidense en el Doubtful Canyon ([Cochise County, Arizona e Hidalgo County, New Mexico]. Cuando la compañía “I”, del 5º de Infantería, de los Voluntarios de California, al mando del teniente H. H. Stevens entraba en el cañón, fue atacada por un gran grupo de apaches, de frente y por ambos lados. Los primeros disparos mataron a un soldado e hirieron a dos o tres más. El caballo del teniente también resultó muerto. Durante el enfrentamiento, se cree que fallecieron 10 apaches y 20 más resultaron heridos. Los apaches se retiraron, estando quizás Cochise presente).

* El 29 de mayo de 1864, el teniente coronel Nelson Davis ataca a los apaches en la Mescal Mountain (Yavapai County, Arizona) matando a unas 48 personas.

* El 1 de junio de 1864, King Samuel Woolsey sale de campaña con 93 hombres para ayudar a los militares a luchar contra los apaches. (Las cartas de Woolsey al gobernador de Arizona, John Noble Goodwin, informaron del progreso de la expedición durante los 87 días que duró. Se dirigieron al Tonto Basin, donde esperaban encontrar a los Tonto Apaches y Pinal. Después de una fatigosa marcha y subir a la cima de una montaña con vistas a la gran cuenca, descendieron después de muchas dificultades para encontrar rastros de la reciente presencia de apaches. Después de buscar por pequeños arroyos y barrancos alrededor de la cuenca, Woolsey renunció a la búsqueda.

Desde allí, Woolsey siguió por el Salt River y de ahí a la desembocadura del Tonto Creek, donde encontró una gran ranchería apache de unas 50 chozas. Había sido abandonada solo unas pocas horas antes. Woolsey supuso que sin duda era la sede del jefe Tonto Apache, Wa-poo-i-ta, también llamado Big Rump y Delshay.

Después de hallar un campamento adecuado como base de operaciones, Woolsey encabezó un grupo de 36 hombres con raciones para seis días, dirigiéndose hacia el área al norte del Salt River. Woolsey dijo que “a las 02:00 horas de la mañana siguiente, llegamos a una alta montaña, desde entonces llamada Signal Mountain, donde fuimos incapaces de alcanzar la cima en la oscuridad, al ser muy escarpada, tumbándonos hasta el amanecer. Más tarde seguimos hasta la cima, continuamos por el sur, encontrando de repente una ranchería, tan repentinamente que los indios huyeron, dejando detrás sus arcos y flechas, y sus hogueras ardiendo”. Buscaron durante varias horas, pero no pudieron encontrar nativos.

Un día, durante una de sus campañas, un pequeño grupo de apaches se acercó a su campamento con una bandera blanca atada a una cruz. Hablaron largo tiempo, pensando Woolsey que sería prudente ser amistoso hasta que llegara el resto de sus hombres con los suministros, “aunque era evidente que, ellos [los nativos] vinieron con la intención de coger nuestras cabelleras, pero vieron que estábamos demasiado preparados para ellos”.

Se produjo una mala coordinación entre el grupo de Woolsey y los militares. El tono del informe de Woolsey reflejó el disgusto que sentía: Oímos la descarga de mosquetes como si se tratara de una batalla, y vimos la caballería cargando sobre las colinas. Inmediatamente, ordené que el tren con las provisiones se aproximara y se acercara cautelosamente al agua, mientras yo galopaba sobre el lugar para ver qué estaba pasando. Descubrí que los soldados perseguían a tres o cuatro indios que estaban al alcance de la vista”.

La carga de la caballería enojó a Woolsey porque había invitado a algunos apaches a parlamentar y ahora estaba seguro de que ninguno más se arriesgaría a volver. En el viaje de regreso a Prescott [Yavapai County, Arizona] el grupo pasó por “un camino áspero y difícil por el lado de una colina, dominado por un alto precipicio de rocas. Fue allí donde algunos apaches intentaron atacarnos haciendo rodar rocas por la colina. Uno del grupo resultó herido, pero algunos disparos de nuestros rifles dispersaron a los malvados”).

Al concluir la campaña de 87 días, Woolsey admitió que había fracasado en su intento de matar nativos porque nunca pudieron acercarse lo suficiente a ellos. Tres miembros del grupo fallecieron: J. W. Beauchamp murió a manos de los nativos; Porter se alejó del campamento imprudentemente, cayendo presa de los apaches; y Morell murió de un disparo accidental. Woolsey disipó la idea errónea de que había un gran número de apaches en la zona. Esto haría posible una rápida derrota de los apaches “cuando el gobierno sepa cuán pequeño es el enemigo que ha causado tanto daño”.

* El 20 de junio de 1864, un grupo de apaches ataca a unos leñeros en la Sierra de Mapula (municipio de Chihuahua, Chihuahua), los cuales huyen abandonando los asnos que llevaban. (Joaquín Terrrazas, con 25 soldados de caballería, se dirigió a la zona, localizándolos mientras se estaban comiendo uno de los asnos. Los apaches se dispersaron abandonando los asnos y las demás pertenencias).

* También el 20 de junio de 1864, el comandante de Fort Whipple (Yavapai County, Arizona), Edward B. Willis, redacta un informe indicando que un destacamento suyo había atacado a un grupo de apaches en el Salinas River (New Mexico) matando a cuatro de ellos. (También una misión de exploración al mando del capitán Henry M. Benson informó que habían matado a cinco apaches y herido a dos más, destruyendo gran cantidad de maíz y frijoles).

* El 21 de junio de 1864, el ejército estadounidense erige Fort Goodwin ([Graham County, Arizona]. El comandante del puesto, el coronel Edwin Augustus Rigg, del 1º de Voluntarios de California, dijo que quería ver a Hacke-ldasila, el principal jefe de los White Mountain del este en esa época. Hacke-ldasila llegó con una bandera blanca en la mano, acompañado de toda su banda. Rigg dijo a Hacke-ldasila que le quería como amigo, diciendo: “Nosotros, los blancos, estamos aquí, lejos de casa, pero ustedes conocen todo este territorio, dónde está el agua y dónde están las mejores tierras. Tu gente debería establecerse y vivir por aquí en buenos lugares. Hacke-ldasila dijo que viviría en un lugar donde se unían dos corrientes [la bifurcación del White River]. Entonces él y Rigg se abrazaron).

* El domingo, 10 de julio de 1864, el capitán Thomas Theodore Tidball, comandante de Fort Bowie (Cochise County, Arizona) sale con un destacamento formado por el subteniente Juan Climaca Tapia; 25 hombres de la compañía “A”, del 1º de Infantería de New Mexico; 32 hombres de la compañía “K”, del 5º de Infantería de Voluntarios de California; y Merejildo Grijalva, el guía e intérprete ópata que estuvo cautivo de Cochise. (Llevaban raciones y suministros para 22 días en una recua de mulas, dirigiéndose al sureste, a las estribaciones de las Chiricahua Mountains [Cochise County, Arizona], donde acamparon a 1’6 km del Carrizo Canyon, [a unos 25 km de Fort Bowie] con intención de explorar los cañones existentes en esas montañas. El valle del cañón tiene unos 800 metros de ancho, con robles, enebros, y buena hierba, y cavando en la arena del arroyo seco, encontraron agua. La parte superior del cañón tiene paredes perpendiculares con mucha vegetación. Una fuerte tormenta impidió a Tidball inspeccionar a fondo ese lugar que, aparentemente, no tenía senderos.

A las 05:00 horas del lunes, 11 de julio, salieron hacia la boca del cañón, para luego dirigirse hacia el sureste, sobre los ondulados cerros, durante 6’5 km, para entrar en el Pino Canyon. Recorriendo unos 3 km por el valle de ese cañón, encontraron agua, y siguiendo hasta la parte superior, abundantes pinos. Tidball informaría que los carros podrían llegar hasta allí sin dificultad, con el objetivo de recopilar madera para la construcción de edificios. Un sendero cruza las montañas en la cabecera de este cañón, dividiéndose en varias ramas por la parte superior e inferior de las cumbres de las montañas del lado noroeste. A las 18:00 horas, comenzó otra fuerte tormenta con mucha lluvia que duró hasta las 22:00 horas. Para evitar mojarse, extendieron sus mantas, dobladas y atadas, sobre un armazón de varillas de sauce, clavadas en el suelo.  

Salieron a las 07:30 del martes, 12 de julio, descendiendo por el cañón hasta llegar a su desembocadura, para luego girar al sureste y cruzar una llanura ondulada durante varios kilómetros, hasta alcanzar Cienegita Spring, donde Merejildo Grijalva esperaba encontrar agua, pero el manantial estaba seco. Viajando unos 8 km llegaron al Tierra Blanca Canyon, y después de recorrerlo durante unos 3 km, acamparon a las 12:00 horas porque encontraron agua de lluvia retenida en los agujeros de las rocas. Al no ser suficiente para las monturas, Grijalva dijo a Tidball que, probablemente, unos 3 km más adelante, habría más agua de lluvia, como así sucedió. Durante la noche volvió a llover copiosamente, lo que sirvió al destacamento para rellenar sus odres y cantimploras. En ese lugar y en la cabecera del cañón había gran cantidad de pinos.

Partieron a las 08:00 horas del miércoles, 13 de julio, ascendiendo por el cañón durante 3 km, donde Tidball envió la recua de mulas con una escolta sobre un paso bajo, en la cresta que separa el Tierra Blanca Canyon y el Potrero Canyon [Santa Cruz Cunty, Arizona], yendo él, con el resto del destacamento, durante unos 4 km, entrando en dicho cañón a unos 6 km de su boca, donde en media hora llegó la recua de mulas. Avanzaron durante 3 km y luego acamparon a las 12:00 horas. Antes de que pudieran construir algún tipo de refugio, cayó otro aguacero dejándoles completamente empapados. Había una importante corriente discurriendo por el cañón a causa de las lluvias. Grijalva sabía que una corriente de agua discurría por la parte superior durante todo el año.

Partieron a las 07:00 horas del jueves, 14 de julio, siguiendo el sendero por el cañón, que se volvía más estrecho y los lados más escarpados a medida que ascendían. Unos 5 km por encima de donde habían acampado el cañón se ramifica, el principal ramal iba hacia el sur, teniendo muchos pequeños ramales. Tidball informó que se podría hacer allí un buen camino para los carros para ir a buscar madera. Pinos y abetos cubren toda la zona de la cabecera de este cañón, desde la parte inferior hasta la cima de las montañas. Exploraron el ramal norte, muy escabroso, ascendiendo durante 8 km, los últimos 800 metros excesivamente empinados, hasta que llegaron a la cumbre, desde donde divisaron Dos Cabezas, Apache Pass, y los valles hacia el norte. Desde allí, el sendero descendía hacia el Tierra Blanca Canyon, y en dirección norte, ascendiendo 1’5 km, una empinada montaña en el lado opuesto, serpenteaba alrededor de una alta loma hacia el suroeste, y cruzando la principal cresta, desciende unos cuantos metros hasta el Potrero Canyon, donde hombres y monturas, agotados, acamparon a las 13:00 horas. El Potrero tenía una gran cantidad de pinos y abetos, libre de maleza, a lo largo de varios kilómetros, y estaba situado en una ondulante pendiente del lado este de la montaña. Solía llover bastante allí, habiendo mucha hierba por toda la zona. Una alta cresta, probablemente la más alta de las Chiricahua Mountains, bordea el Potrero por el sur y el oeste. Junto a la base de esta cresta hay varias fuentes de fría agua. Por la zona había fresas salvajes, grosellas, patatas, y cebollas, y a una distancia de unos 24 km, las montañas estaban cubiertas por un denso bosque de pinos y abetos, madera que podía ser muy útil en el futuro si se construía un ferrocarril desde el Río Grande hasta California, en opinión de Tidball. Allí no vivían apaches por la gran cantidad de osos existentes en esa zona, según dijo Grijalva. El poco perceptible sendero, señal de que no había sido transitado en mucho tiempo, corroboraba lo dicho por el guía. Todos los sitios por donde pasó el destacamento entre ese sitio y Apache Pass eran antiguos lugares de reunión de apaches, como indicaban los viejos rastros encontrados, pero ahora no había evidencia de su presencia en la zona.

Dejaron el campamento a las 07:00 horas del viernes, 15 de julio, viajando durante 3 km en dirección noreste, a través de un abierto bosque de pinos. El débil sendero, complicado para viajar, serpenteaba tras dejar el Potrero, por una angosta cresta, en dirección al sureste. Tras 8 km, llegaron a las estribaciones de un sendero llano que iba paralelo a las montañas en toda su longitud, 11 km, hasta alcanzar el Río Ancho, una rápida y rocosa corriente de entre 6 y 9 metros de ancho; y de un metro aproximadamente de profundidad. Cruzaron a la orilla situada al sur y acamparon a las 13:00 horas. Cuando reanudaron la marcha, empezó a llover hasta que volvieron a acampar. Grijalva informó a Tidball que el Río Ancho se secaba en ese lugar, pero que siempre había agua a unos 3 km sobre el cañón. Ese arroyo corre en dirección a Ciénega de Sauz, siendo probablemente su principal fuente de agua.

Una hora después de acampar, cerca del actual Portal [Cochise County, Arizona], el guarda que custodiaba la manada vio a un grupo de apaches en lo alto de una loma, a unos 1’5 km de distancia. Inmediatamente, Tidball envió al sargento Brown, de la  compañía K del 5º de Voluntarios de California, con 20 hombres tras ellos, llegando rápidamente al lugar donde habían sido avistados, oyendo cómo uno de ellos les hablaba en español, desde un alto a unos 30 metros por encima de ellos. Dijo que era un valiente guerrero, comenzando a arrojar unas flechas sin alcanzar a nadie. Después tiró unas piedras golpeando en el brazo al cabo Blair. Los soldados le dispararon, cayendo mortalmente herido. Estando en el suelo, preguntó por Grijalva, a quien había reconocido. Cuando este se convenció de que ya no podía usar su arco, se acercó para intentar hablar con él, pero no pudo decir nada, ya que enseguida murió. Grijalva le reconoció. Era Pluma [un apache chokonen llamado también Pluma Blanca, un viejo guerrero de la banda de Cochise. Pluma había recibido raciones en Fronteras {Sonora} en 1862 y 1863]. Según Grijalva, había sido autor de numerosas muertes y depredaciones, siendo hosco y tiránico con su propia gente y despiadado con los demás. Más tarde supieron que Pluma se había enfrentado a los soldados para que las mujeres y los niños pudieran escapar, cuando encontraron cinco wickiups a un lado de la montaña, cerca de la cumbre. Siguieron sus huellas, pero, al llegar a zona rocosa, perdieron el rastro y tras varias horas de infructuosa búsqueda, regresaron a su campamento. Cerca había un hoyo para cocer mescal que dos o tres mujeres apaches habían abandonado precipitadamente cuando vieron llegar a los soldados, quienes se quedaron con una parte, destruyendo el resto.

A las 07:00 horas del sábado, 16 de julio, Tidball ordenó partir recorriendo un sendero llano por la base de un alto acantilado y unas rocosas montañas. Después de recorrer 6 km, oyeron cánticos apaches que venían de las alturas de esos acantilados. Tidball ordenó a Grijalva que fuera a hablar con ellos para decirles que vinieran a parlamentar, asegurándoles que no les harían ningún daño. Después de hablar durante varias horas, cuatro apaches aparecieron en el borde de una arboleda, a 1’5 km de donde estaban los soldados, adelantándose uno para hablar, pero sin acercarse mucho, por lo que él y Grijalva [que hablaba perfectamente apache] tuvieron que hablar a gritos. El apache dijo que querían hacer un tratado e ir a Fort Bowie en unos ocho días para firmarlo. Dijo también que representaba a Mangas Coloradas y a Cochise, y que habían hecho un tratado y comerciado con la gente de Janos [Chihuahua]. Grijalva dijo que vinieran ahora para hacer un tratado a lo que accedió si los soldados acampaban, cosa que hicieron unos metros más adelante. Los apaches se fueron y no aparecieron más, quizás temiendo una encerrona porque vieron como un grupo de soldados iba a un barranco cercano [según el informe de Tidball a buscar agua sin su consentimiento]. Tras una hora de espera, el capitán ordenó partir, viendo enseguida señales de humo por las colinas por donde iban. A las 15:00 horas llegaron a Laguna, en el borde del Valle de Sauz, donde Grijalva esperaba encontrar agua, pero estaba completamente seco. Siguieron adelante, acampando a las 16:00 horas, y al anochecer, una tormenta les permitió suministrarse de agua. 

Reanudaron la marcha a las 06:00 horas del domingo, 17 de julio, descubriendo Grijalva las huellas de dos apaches que habían ido por delante durante la noche. A las 10:00 horas llegaron a Palm Springs pero estaba seco. Avanzaron por un cañón unos 4 km donde encontraron agua, acampando allí sobre las 13:00 horas. Allí había varias wickiups que habían sido habitadas por un pequeño grupo de apaches varias semanas antes, pero no pudieron seguir las huellas porque habían sido borradas por la lluvia. Tidball ordenó partir a la noche por si los apaches estaban al acecho.

Al amanecer del lunes, 18 de julio, Tidball envió al subteniente Climaca con la mayor parte del destacamento y la recua de mulas, al Río Ancho, donde habían acampado, tres días antes, y si los apaches se dejaban ver, atraer su atención tanto como fuera posible. Al mismo tiempo, Tidball, con Grijalva y el resto de hombres [20], subieron la montaña, esperando llegar a su retaguardia o al menos, encontrarles en algún lugar de las montañas. La subida resultó ser durísima, y debido a la dureza del terreno y a un fuerte aguacero, no pudieron saber en qué dirección se habían ido. Tidball llegó al Río Ancho a las 17:00 horas, reuniéndose con el grupo de Climaca, quien no había visto a ningún apache.

El martes, 19 de julio, descansaron en Río Ancho, cuyo caudal había disminuido un poco, pero la presencia de pequeños peces indicaba que ese arroyo era permanente.

El miércoles, 20 de julio, partieron a las 02:00 horas, dirigiéndose al lugar donde habían acampado el domingo 17, a donde llegaron a las 10:00 horas.

El jueves, 21 de julio, partieron a las 03:00 horas, dirigiéndose al suroeste. Después de 3 km, pasaron por una alta cresta que daba a la entrada del Valle de Sauz, el cual gira hacia el sur y el oeste. Recorrieron unos 10 km para llegar a un manantial donde Grijalva esperaba que tuviera agua, pero estaba seco. Otros 10 km más adelante, en dirección sureste, encontraron agua de lluvia en un barranco, acampando a las 12:00 horas. Poco después de acampar, vieron a dos apaches a caballo que les estaban siguiendo. Subieron una colina situada a unos 1.300 metros del campamento y llamaron a Grijalva. Tidball le envió para convencerles de que vinieran al campamento. Hablando a distancia dijeron que no se acercarían si Grijalva no dejaba su rifle en el campamento. Finalmente, uno se acercó unos 70 metros mientras el otro vigilaba atentamente. Era Ka-eet-sah, un viejo conocido suyo, preguntando qué hacían allí. Grijalva dijo que querían firmar un tratado de paz con los apaches. Ka-eet-sah dijo que habían hecho un tratado con los mexicanos en Fronteras [Sonora] pero que los mexicanos lo habían roto matando a 30 apaches en un solo día, entre ellos a toda su familia [Se refería al ataque realizado por un destacamento de Sonora al mando del capitán Cayetano Silva el 14 de febrero anterior]. Dijo que por allí no había apaches, salvo el pequeño grupo que estaba con él y los que estaban con Pluma. Ka-eet-sah preguntó para qué habían regresado al Río Ancho, a lo que Grijalva contestó que para enviar un correo a Fort Bowie para avisar que los apaches estarían allí en ocho días para hacer un tratado y que debería ser recibido favorablemente. También dijo que Cochise estaba en el río Gila con los apaches coyoteros White Mountain. A una pregunta de Grijalva sobre qué había hecho que se secara el manantial, respondió que era para que los soldados no pudieran seguir a los apaches; pero después dio una razón más convincente, que no había llovido en esa zona durante dos años. Grijalva le dijo que fuese al campamento contestando el apache que antes quería fumar, por lo que le pidió algo de tabaco. Grijalva se lo dio y regresó al campamento. Ka-eet-sah fue a donde estaba su compañero, fumaron y se alejaron a caballo rápidamente. Aparentemente, su intención era conocer el destino de los soldados. Según el informe de Tidball, Grijalva estaba muy enfadado porque el capitán no había podido emplazar a algunos hombres para disparar a Ka-eet-sah cuando este se fuera a acercar a parlamentar. Al saber que no había apaches por esa zona, Tidball ordenó ir a las Dragoon Springs.

El viernes, 22 de julio, salieron del campamento a las  03:00 horas, yendo hacia el noroeste, a través de un ancho cañón a través de un paso bajo. Tras recorrerlo durante 14 km, alcanzaron la cumbre de dicho paso, para bajarlo durante 3 km, entrando en el Rucker Canyon [Cochise County, Arizona], y continuando bajando en dirección suroeste, acamparon a las 12:00 horas en un lugar donde terminaban las Chiricahua Mountains, con algunos estanques con agua y una corriente con muchos peces. El terreno era apto para los carros, pudiéndose construir un buen camino para ellos.

El sábado, 23 de julio, marcharon con las primeras luces del día a través del cañón, yendo hacia el suroeste durante 5 km hasta llegar al valle, donde los senderos de ambos lados de las montañas se juntan para formar el camino hacia Fronteras [Sonora]. A unos 13 km más adelante, había un gran cañón que se curvaba hacia afuera, desde las Chiricahua Mountains, y se extendía un largo trecho hacia el noroeste, más abajo del valle. A unos 800 metros de la entrada de ese cañón encontraron agua en un pozo, después de cavar un poco, acampando allí a las 15:00 horas.

El domingo, 24 de julio, partieron a las 02:00 horas, bajando por el cañón durante 1.600 metros para alcanzar la abierta llanura. Dicho cañón era estrecho, pero apto para los carros, y además, con agua permanente. El destacamento siguió por la llanura hasta un hueco en las Dragoons Springs, encontrando agua de lluvia en estanques. Unos 24 km más adelante, acamparon a las 11:00 horas.

El lunes, 25 de julio, el destacamento de Tidball salió al amanecer, y 9 km más adelante se dirigieron hacia las Sulphur Springs. Cuando iban hacia allí, Grijalva encontró huellas de una gran manada de reses, caballos y mulas en dirección norte, que habían pasado al menos 48 horas antes. Este era uno de los trayectos que los apaches coyoteros White Mountain hacían en sus incursiones por Sonora. Siguieron el rastro durante 6 km, entrando en un paso donde encontraron un pequeño manantial a unos 1.600 metros de la entrada, aunque no era suficiente para surtir a todo el destacamento, por lo que siguieron más adelante, encontrando más agua en un pozo excavado en el arroyo seco, con un desagradable sabor a mineral. Un fuerte chaparrón al anochecer les proporcionó agua de sabor agradable. Por las huellas encontradas, una gran banda había pasado allí el último invierno.

El martes, 26 de julio, partieron al amanecer y, tras recorrer 3 km, llegaron a una abierta llanura que se extendía descendiendo hacia el río San Pedro. Ese trayecto sería bueno para los carros, según diría Tidball, quien ordenó dirigirse hacia la cabecera del Valle de Sauz, cuyo intervalo más largo sin agua no excedía de los 40 km. Tidball dejó el camino que iba hacia el río San Pedro porque quería ir a través de las montañas hacia Dragoon Springs, yendo hacia la zona montañosa del norte. Allí no había ningún sendero y, después de una dura marcha de 24 km, se vio obligado a dejar las montañas y volver a dirigirse hacia el río San Pedro, 13 km más adelante, donde acamparon a las 15:00 horas.

El miércoles, 27 de julio, descansaron durante todo el día en el río San Pedro.

El jueves, 28 de julio, salieron al amanecer, río abajo, acampando a las 11:00 horas, en un punto del río, a 1.600 metros de la San Luis Silver Mine.

El viernes, 29 de julio, salieron al amanecer, por un débil sendero que iba hacia el noreste, a través de una estéril y rocosa meseta, durante 32 km, hasta llegar a una ciénaga que estaba seca, pero cavando, conseguimos obtener agua potable. Había cuatro sicomoros, los únicos árboles, salvo el mesquite en los alrededores.

El sábado, 30 de julio, salieron al amanecer, y después de recorrer 6’5 km, entraron en un cañón situado en las montañas de Dragoon Springs, cuyo ascenso a la cumbre por el noroeste era suave. Yendo por el sur recorrieron 3 km hasta que encontraron agua en la parte alta de la montaña, acampando allí a las 11:00 horas.

El domingo, 31 de julio, salieron al amanecer, llegando a Fort Bowie a las 09:00 horas, habiendo estado de campaña durante 23 días y recorrido algo más de 480 km).

* El 26 de septiembre de 1864, tiene lugar la 1ª Asamblea de la Legislatura del Territorio de Arizona, en Prescott (Yavapai County, Arizona), durando 43 días. (Dicha Asamblea promulgó el primer código legal de Arizona, y creó los primeros cuatro condados del territorio. Para luchar con los “indios hostiles”, la Asamblea solicitó al Congreso de los Estados Unidos, 250.000 $ para crear un destacamento de “Rangers”, y 150.000 $ más para crear reservas a lo largo del río Colorado para las tribus  pacíficas. No llegaron fondos hasta 1867, cuando se autorizaron 50.000 $. Mientras tanto, la Asamblea autorizó la creación de una milicia formada por voluntarios, compuesta por 350 hombres y 11 oficiales, dividida en cinco compañías. La milicia operó contra los apaches, a los que la Asamblea había denominado asesinos por descendencia y ladrones por prescripción”, hasta la llegada de tropas del ejército, después de la Guerra Civil. La milicia entraría en acción en 1865 pero se disolvería al ño siguiente).

* A finales de octubre de 1864, un grupo de apaches ataca a unos vaqueros en la Boca del Potrero y a unos leñeros en la sierra del Torreón ([Chihuahua]. Joaquín Terrazas inició la persecución con 15 hombres, sorprendiéndoles en la sierra de Calabacillas, huyendo y abandonando todo lo que tenían. Al día siguiente, se acercó a los soldados un apache con una mujer de los que habían huido, solicitando la paz. Dijo que se llamaba Manto Negro y al saber que un capitán que iba con los soldados se llamaba Juárez, dijo que él también se llamará en adelante Jari Manto Negro. En el futuro, trabajaría fielmente de guía, viviendo los dos como mexicanos).

* El 25 de noviembre de 1864, tiene lugar la llamada primera batalla de Adobe Walls, en las proximidades del abandonado puesto comercial de William Bent (Hutchinson County, Texas) cerca del Canadian River, entre una coalición de comanches, kiowas y Kiowa-Apaches, y soldados del 1º de Caballería de los Voluntarios de New Mexico, ayudados por exploradores utes y apaches jicarillas. (El pasado 13 de octubre, varios cientos de comanches, kiowas y Kiowa-Apaches incursionaron por el Young County [Texas]. Después de matar a 11 granjeros, se retiraron llevándose cautivos a siete mujeres y niños y unas 1.000 cabezas de ganado. El general James H. Carleton, comandante militar de New Mexico, ideó una operación de castigo.

El coronel Kit Carson, al mando del 1º de Caballería, recibió la orden de atacar los campamentos de invierno de los comanches, kiowas y Kiowa-Apaches, que estaban en algún lugar al sur del Canadian River. El 10 de noviembre llegó a Fort Bascom [San Miguel County, New Mexico] con 14 oficiales, 321 soldados de tropa, y 75 exploradores utes y apaches jicarillas, más los hombres que había reclutado en el rancho de Lucien Maxwell, cerca de Cimarron, [Colfax County, New Mexico]. Dos días más tarde, la columna partió con dos cañones de montaña bajo el mando del teniente George H. Pettis [que en 1878 escribiría un relato de los hechos], 27 carros, una ambulancia, y raciones para 45 días. Los exploradores utes y jicarillas tenían la promesa de poder llevarse todo el botín que pudieran conseguir. Los utes y apaches jicarillas son conocidos entre los hombres de la frontera como “indios de la montaña”, en contraposición a los “indios de las llanuras”. Como Carson había sido su agente, no tuvo dificultad en convencerles para que se unieran a una expedición contra sus antiguos enemigos.

El primer campamento lo hicieron en la desembocadura del Ute Creek, cerca de la línea fronteriza de New Mexico y Texas. Al tercer o cuarto día, pasaron cerca de donde Kit Carson, 15 o 20 años antes, siguió a una banda comanche, que había atacado una caravana de carros, cerca de Fort Union [Mora County, New Mexico],  donde todos los hombres habían muerto, incluyendo el señor White, cuya esposa e hijo habían sido hechos prisioneros. Carson, que entonces estaba cerca, organizó un grupo y después de varios días, los alcanzó, atacándolos al amanecer. Los comanches, nada más ser atacados, mataron con flechas y lanzas a la señora White y a su hijo.

Los exploradores utes y jicarillas cubrían los flancos de la columna y cada mañana dos de ellos cabalgaban muy por delante para buscar los campamentos comanches, kiowas y Kiowa-Apaches. Cuando cada noche se montaba el campamento, los exploradores utes y jicarillas llevaban a cabo una danza de guerra que duraba hasta casi la mañana celebrando las cabelleras comanches que iban a conseguir. Los soldados se quejaban de que nadie podía dormir en medio de todo ese alboroto, pero Carson no les hizo caso sabiendo la valiosa ayuda que representaba la presencia de sus exploradores.

En la tarde del 24 de noviembre, tras una breve marcha de 29 km, acamparon en Mule Spring, después marchar por Texas y llegar a la parte occidental del Territorio Indio. Hasta entonces no habían visto indicios de nativos hostiles, a pesar de que Carson enviaba a los exploradores utes y jicarillas muy alejados de avanzadilla y por ambos flancos. Llegaron a Mule Spring por la tarde y cuando el sol estaba a punto de ocultarse, mientras unos exploradores utes y jicarillas apostaban en juegos de azar, otros dormían y otros esperaban a comer en el comedor de los soldados, estos se sorprendieron cuando, como un solo hombre, y mirando fijamente hacia el este, hablaban en su lengua con entusiasmo. Al preguntar el coronel Carson el motivo de ese tumulto, le informaron que dos de los exploradores que habían partido esa mañana, habían encontrado a los comanches, kiowas y Kiowa-Apaches. Aunque estaban, al menos a 3’2 km de distancia, montados en sus caballos y apenas perceptibles, los ágiles y agudos ojos de los exploradores nativos lo notaron. Informaron a Carson que a unos 16 km habían  encontrado indicios de que una gran grupo de nativos se había movido por la mañana. Creemos que el Padre Kit no tendrá problemas para encontrar un montón de kiowas”, dijeron. Carson ordenó inmediatamente a todas las unidades de caballería que se prepararan para salir con los dos cañones, dejando la infantería al mando del teniente coronel Francisco P. Abreu para que le siguiese con el tren de suministros. 

Justo antes de oscurecer, Carson salió en orden de marcha ligera, con órdenes estrictas de que nadie debía hablar ni fumar. Antes de las 00:00 horas, descendieron al valle del río Canadian que habían dejado cuatro días antes, encontrando el rastro fresco de los nativos hostiles. Pettis diría: “En este momento, creíamos que estábamos muy cerca del enemigo, y como su posición no era conocida por nosotros, se consideró prudente permanecer donde estábamos, y partir de nuevo justo antes del amanecer. Esto era muy  tedioso. Como he dicho antes, no se permitía hablar [las pocas órdenes que eran necesarias se daban en un susurro], se prohibió encender pipas y fumar a todo oficial y soldado bajo orden de arresto, solamente desmontamos sujetando los caballos por las riendas hasta la mañana; y para añadir a nuestras incomodidades, una fuerte helada cayó durante la noche.

Con los primeros rayos del gris amanecer, montamos nuestros caballos para seguir el rastro. El orden de marcha era, primero, el coronel Carson en compañía de los utes y los jicarillas, que generalmente cabalgan sin un orden regular; luego la mitad de la caballería; después la sección de cañones de montaña; y cerrando la columna, el resto de la caballería.

No habíamos recorrido más que unos minutos, cuando me informaron de que Carson deseaba verme a la cabeza de la columna. Insté a mi caballo ir hacia adelante lo más silenciosamente que pude, y me presenté a él. Mientras lo hacía, me comentó el aspecto divertido de los utes y los jicarillas, los cuales montaban de una manera peculiar, con sus rodillas dobladas casi en ángulo recto y envueltos por el frío en sus pieles de búfalo [bisonte], de los pies a la cabeza, y atadas con una correa por la cintura. Tal vista era ridícula en extremo. Carson me dijo, de manera pintoresca: ‘Tuve un sueño la noche anterior, enfrentándonos con un gran número de indios, y disparando los cañones’. En ese momento, oímos una voz gritar en español, en el lado opuesto del río: ‘Ven acá, Ven acá’. Supimos que habíamos encontrado al enemigo. Carson ordenó al comandante McCleave y a sus hombres cruzar el río que fue vadeado fácilmente. Los utes y los jicarillas, que habían estado montando tranquilamente, al primer grito cabalgaron hacia unos cercanos chaparrales para llegar completamente desprovistos de las pieles de búfalo y de su ropa, con el cuerpo cubierto de pinturas de guerra y abundantes plumas, y dando un grito de guerra se lanzaron violentamente por el río hacia el enemigo. Me preguntaba en la maravillosa transformación de nuestros indios, cuando Carson dio órdenes para dirigirnos hacia nuestro lado del río, convencido de que el poblado se encontraría a corta distancia”.

A eso de las 09:00 horas, el destacamento encontró un gran número de ganado, perteneciente a los kiowas y Kiowa-Apaches, pastando tranquilamente en la llanura, totalmente ajeno al enfrentamiento que estaba ocurriendo. Al verlos, los exploradores utes y jicarillas cabalgaron hacia ellos para apropiarse de la mayor cantidad posible de ellos, esperando que la lucha terminara pronto, según las condiciones de contratación de la campaña. Tras pasar una pequeña colina, el destacamento se topó con un poblado de unas 150 tipis del jefe kiowa Dohäsan y del jefe Kiowa-Apache Iron Shirt, cuyos hombres, mujeres y niños corrían hacia el río. Los soldados cruzaron el poblado avanzando recorriendo unos 6’5 km y llegar a las ruinas de Adobe Walls, donde desmontaron al ver la gran cantidad de nativos que llegaban.

Era cerca de las 10:00 horas de la mañana, el cielo sin una sola nube, y el sol brillando. Los caballos de los soldados estaban dentro de las ruinas de Adobe Walls, una pequeña colina de unos 10 metros de altura, lo suficientemente alta como para proteger a los caballos de los disparos de los comanches, kiowas y Kiowa-Apaches, y para dar protección a los heridos, mientras que en todas las direcciones se extendía la llanura. A unos 1’5 km se veía un gran poblado comanche del jefe One-Eyed Bear de más de 500 tipis. Carson y sus oficiales ocuparon la cumbre, colocando los dos cañones casi en la parte superior. Los soldados desmontados se desplegaron tumbados disparando algún tiro de vez en cuando. Los exploradores utes y jicarillas, montados y cubiertos con pintura y plumas, cargaban y retrocedían gritando su grito de guerra contra unos 200 comanches, kiowas y Kiowa-Apaches, todos combatiendo con sus cuerpos echados sobre los lados de sus caballos, a la carrera, y disparando ocasionalmente bajo los cuellos de sus caballos, mientras que el grupo principal del enemigo, unos 1.400 guerreros, con una docena o más de jefes cabalgaban arriba y abajo de su línea hablando con ellos, preparándose para una carga.

Las dos piezas de artillería dispararon alternativamente contra los guerreros, provocando su desconcierto y su retirada hacia su campamento. Los soldados aprovecharon ese descanso para comer y dar de beber a los caballos cuando tuvieron que volver a sus posiciones porque los comanches, kiowas y Kiowa-Apaches volvían a la carga. Ese nuevo enfrentamiento duró toda la tarde, atacando los guerreros sin formar grupos para dificultar la acción de la artillería. Uno de los obuses atravesó el cuerpo de un caballo montado por un comanche antes de explotar, cayendo de frente a tierra y echando a su jinete, volando por el aire para caer a tierra, al parecer sin sentido, siendo recogido por dos guerreros que, colocándose a los lados de sus caballos, le cogieron cada uno de un brazo y lo arrastraron hasta estar lejos del campo de tiro de los fusiles de los soldados. El rescate de guerreros muertos o heridos ocurrió unas 20 veces a lo largo de la tarde, al ser una costumbre de los nativos de las llanuras por creer que si un guerrero pierde su cabellera, no tendrá una buena caza en la otra vida. Mientras los guerreros cargaban, otros, escondidos entre los matorrales, disparaban a los soldados.

La anécdota de la batalla fue que a unos 180 metros tras la línea de los guerreros, uno de ellos tenía una corneta de caballería, y durante todo el día confundía a los soldados con sus toques. Cuando el corneta militar tocaba “ataque”, el corneta indio tocaba “retirada” y viceversa. Carson creyó que se trataba de un hombre blanco, pero nunca se supo quien fue. Los soldados terminaron por reírse cada vez que oían la corneta india.

Desde Adobe Walls, los soldados vieron a los guerreros ir hacia el poblado kiowa y Kiowa-Apache que cruzaron por la mañana para llevarse todo lo que habían dejado en su huida. Carson estaba preocupado por la caravana de suministros, ya que solo había 75 hombres protegiéndola. La mayoría de los oficiales estaban ansiosos por seguir adelante y capturar el poblado comanche que veían a lo lejos y Carson estuvo a punto de dar las órdenes en ese sentido, pero los utes y los jicarillas le aconsejaron capturar el poblado kiowa y Kiowa-Apache, encontrar el convoy de suministros, recoger más municiones, dejar a los heridos y volver para capturar el poblado comanche. Después de algunas dudas y en contra de los deseos de la mayoría de sus oficiales, alrededor de las 15:30 horas, Carson dio orden de formar a columna de a cuatro, con los dos cañones en la retaguardia, y dirigirse al poblado kiowa y Kiowa-Apache.

Los guerreros trataron de bloquear su retirada, prendiendo fuego a la hierba y a la maleza hasta cerca del río. Carson, para alejarse del fuego, se retiró a un terreno más alto donde los cañones siguieron conteniendo a los nativos. Tras un par de cañonazos y una carga, los soldados les expulsaron del poblado y cuando llegó el crepúsculo, Carson ordenó a la mitad de su destacamento y a sus exploradores utes y jicarillas quemar el poblado mientras la otra mitad contenía a los nativos. Por alguna razón desconocida, Iron Shirt, el jefe Kiowa-Apache, se negó a abandonar su tipi, muriendo quemado o por la inhalación del humo. Los soldados se apoderaron de muchas pieles de bisonte quemando las que no podían llevarse. También encontraron vestidos de mujer blanca y de niño, y varias fotografías; un sombrero de sargento y un sable de caballería, cinturón, etc., siendo los pertrechos del sargento de los Voluntarios de Colorado. También quemaron una ambulancia y un carro  militar, con varios juegos de arneses, que los kiowas y Kiowa-Apaches se habían llevado de algún convoy que habían capturado el verano anterior.

Con los utes y jicarillas iban dos viejas nativas cuya presencia era un misterio para los soldados, pero era una costumbre que cuando los nativos mutilaban un cadáver, lo hicieran las mujeres. Cuando el destacamento cruzó por el poblado a la mañana, estas dos ancianas se quedaron para saquear, encontrando a dos kiowas viejos, ciegos y a dos lisiados, incapaces de salir de sus tipis cuando su gente huyó. Las ancianas mataron a los cuatro golpeando sus cabezas con un hacha.

Carson descansó en el campamento el 26 de noviembre, observado por los guerreros desde una colina cercana a 3’2 km de distancia. Los exploradores utes y jicarillas se enfrentaron a los comanches, kiowas y Kiowa-Apaches, pero ningún enfrentamiento serio tuvo lugar contra los soldados. Al día siguiente, algunos oficiales de Carson querían continuar la lucha, pero este, tras consultar con sus exploradores utes y jicarillas, dio la orden de regresar a New Mexico. “Tomemos el rastro Bascom [Fort Bascom, San Miguel County, New Mexico], Padre Kit”, dijeron. “Si nos quedamos, todos seremos quemados como la hierba. Tendremos que luchar contra toda la nación Kiowa y Comanche. Esa es la verdad”. Era ya de noche cuando el destacamento formó para el regreso. Cuando llevaba unas tres horas de marcha vieron los fuegos del campamento del convoy de suministros, que estaba intacto. El destacamento permaneció allí todo el día para descansar y recuperarse. Llegaron a Fort Bascom alrededor del 20 de diciembre.

El informe del coronel Carson diría: “El coronel Christopher Carson, del 1º de Caballería, de Voluntarios de New Mexico, con un destacamento formado por 14 oficiales y 321 hombres, más 75 indios utes y apaches jicarillas, atacaron un poblado kiowa de alrededor de 150 tipis, cerca de Adobe Walls, en el río Canadian, en Texas y, después de un duro combate, obligó a los indios a retirarse, con una pérdida de 60 muertos y heridos. El poblado fue destruido. Los enfrentamientos se iniciaron a las 08:30 de la mañana, y duró sin interrupción hasta el atardecer”.

Las tropas de Carson tuvieron seis muertos y 25 heridos, entre ellos cuatro utes.

Tres años después, en 1867, el teniente George H. Pettis, estando viviendo en Los Algodones, un pequeño pueblo a unos 72 km al sur de Santa Fe [Santa Fe County, New Mexico], conoció a dos “comancheros” mexicanos que habían estado comerciando con los comanches, kiowas y Kiowa-Apaches en el otoño de 1864, informándole que estaban en el poblado comanche cuando atacó el destacamento de Carson, siendo retenidos durante varios días antes de dejarles partir; que en ese poblado había siete mujeres blancas y varios niños blancos prisioneros y le dijeron donde los tenían cuando el destacamento pasó por allí. Le informaron también que los nativos tuvieron casi un centenar de muertos y de 100 a 150 heridos, lo que supera con creces el informe oficial. Comentaron también que los nativos dijeron que si los soldados no hubieran tenido los dos cañones, no hubiese salido ni un solo hombre blanco vivo del valle del río Canadian). 

* El 11 de diciembre de 1864, soldados de Bacoachi, Fronteras y Bavispe (Sonora) atacan una ranchería en las Animas Mountains (Pima County, Arizona), matando a 39 apaches (9 guerreros y 30 mujeres y niños), capturando a 28 más, incluyendo 3 bebés que mueren congelados en el camino de regreso a Bavispe.

1865

* En 1865, varios grupos de apaches White Mountain, Pinal y aravaipa van a Fort Goodwin (Graham County, Arizona) a recoger raciones. (Les dieron carne que estaba envenenada. La historia oral apache recuerda los que fallecieron de regreso a sus rancherías. Entre los muertos estaba el subjefe White Mountain Na-ginit-a o Nagonita).

* El 12 enero de 1865, un grupo de apaches llega a Pinos Altos (Grant County, New Mexico) a solicitar la paz, entre ellos Riñón, Victorio, la viuda de Mangas Coloradas, y tres hijos suyos, dos de ellos Salvador y Mangas. (El 15 de febrero, Michael Steck envió una carta del juez Joseph G. Knapp, de La Mesilla [Doña Ana County, New Mexico] a William P. Dole, Comisionado Indio, criticando la guerra de exterminio de Carleton. Steck también incluyó otra carta de Albert Bloomfield, un importante ciudadano de La Mesilla, que decía: “Yo viví en Pinos Altos… el 12 de enero de este año, allí y por entonces, llegaron varios indios comenzando a hacer señales de amistad. Entonces fui con otros ciudadanos a reunirme con ellos, y a animarles a acercarse a nosotros, tras lo cual el capitán George H. Cook, de los Voluntarios de New Mexico, vino para llevar a los indios a 4’8 km al oeste de la población donde estaba excavando con algunos de sus soldados. Poco después, seguí a los indios hasta el campamento del capitán Cook y los llevé a la población de Pinos Altos y a petición del capitán Cook, actué de intérprete. Los indios, entre los cuales estaba Salvador, hijo de Mangas Coloradas… nos dijeron que querían hacer la paz con nosotros y que volverían de vuelta a su tribu, a su campamento, a una distancia de tres días y medio de viaje. Acordaron irse y volver cinco días más tarde, trayendo con ellos 53 guerreros [59 en total] entre los que fueron reconocidos el notorio jefe Riñón, Victorio, y dos hermanos de Salvador… como también la viuda de Mangas Coloradas. Ellos preguntaron por el Dr. Steck, diciendo que querían verle para hacer una unión entre ellos y los blancos que nunca se rompiese. Expresaron su confianza en Steck, el único de todos los funcionarios que era un verdadero hombre, y que estaban dispuestos a seguir sus consejos en todas las cosas, considerándole como un padre que quiere a sus niños ‘rojos’. Tras lo cual, el capitán Cook les dijo que acamparan en la población y que él les daría raciones, hasta que Steck pudiera enviarlas”. Sin embargo, los apaches, temiendo ser traicionados, se fueron permaneciendo cerca de la población, interesados en tener más contactos con los blancos, pero con miedo a tenerlos.

A las dos cartas, Steck añadió una petición firmada por otros 29 ciudadanos de La Mesilla que querían la paz con los apaches. Un mes más tarde, Steck notificó a Dole que iba a visitar a los apaches del Gila con la intención de conseguir la paz, pero el 20 de marzo, escribió otra carta a Dole informándole que el general Carleton había abortado el intento. El general estaba empeñado en reunir a los apaches y llevarles a Bosque Redondo [De Baca County, New Mexico] o no habría paz. Steck adjuntó una copia de la carta de Carleton en la cual él “había dictado los únicos términos por los que la paz podía ser hecha, y en la siguiente frase añadió que el Departamento Militar… debería y debe gestionar todos los asuntos sobre ellos [los apaches] hasta que la guerra finalice”, añadiendo que los nativos estaban “aún en manos de los militares y así será hasta que el mando militar haga la paz con ellos en sus propios términos”.

Steck creía que Bloomfield tenía razón al pensar que los apaches temían una traición por parte de los soldados en Pinos Altos, porque ellos antes habían sido “tratados traidoramente, y al menos dos de sus jefes, y unos 20 de su gente, asesinados sin motivo por nuestras tropas y nuestra gente”. Steck dijo que Carleton había declarado que solo él tenía el derecho de hacer la guerra y dictar la paz, dando un ultimátum para llevarles a Bosque Redondo y pasar hambre con sus enemigos. Dijo que debían aceptar sus términos o ser exterminados. “Por este camino la guerra se prolongará indefinidamente”, escribió Steck, “y las vidas y propiedades de nuestra gente serán sacrificadas”.

Steck añadió que “no hay indios en este Departamento más leales que la banda de apaches mimbreños, cuando están en paz. Ellos habían estado en paz con los estadounidenses de 1854 a 1859, cuando fueron llevados a su actual estado hostil por la traición de nuestra propia gente”. Steck pidió al capitán Cook que se diera prisa en transmitir el ultimátum de Carleton a los apaches con el fin de evitar su aniquilación, pero no pudo contactar otra vez con los apaches porque no confiaban en los militares. Steck pudo haber alcanzado fácilmente a los apaches, pero no lo hizo debido a la intransigencia de Carleton. Este, al enterarse de que los chihennes buscaban la paz, envió al general Nelson Henry Davis a reunirse con ellos.

El 20 de abril, Davis se reunió en Fort West [Grant County, New Mexico] con Acosta, Nana, Victorio, los hermanos Cassari, Paskin y Salvador [hijos de Mangas Coloradas], y otros 30 apaches. Davis informó a los apaches que debían acudir a la Reserva de Bosque Redondo. Victorio dijo: “Yo y mi gente queremos la paz, estamos cansados de la guerra, somos pobres y tenemos poco que comer y vestir para nosotros y nuestras familias, hace mucho frío, queremos hacer la paz, una paz duradera…”. Davis dijo: “Esta fue la primera vez que él [Victorio] había pedido paz. Victorio ofreció ir con Acosta, Nana, y Salvador a Bosque Redondo para ver la reserva, pero no se presentaron en el tiempo fijado, por lo que Davis dio órdenes a sus tropas de que matasen a todos los apaches que encontrasen, informando a Carleton que la política adecuada hacia las “serpientes de cascabel” debía ser “la guerra implacable”. En su informe dijo: “Muerte a los apaches y paz y prosperidad para esta tierra es mi lema. El editor del periódico “Mesilla, el juez A. E. Hackney dijo: “… Habían sido tratados traidoramente por el comando de Carleton y no se atrevieron a confiar en los militares de nuevo.

En primavera, en la Reserva de Bosque Redondo había 9.022 navajos que habían llegado en diferentes etapas en lo que se conoce como la “Larga Marcha”. Al menos 200 murieron durante el traslado. Pronto se producirían algunos conflictos con los 500 apaches mescaleros de la reserva).

* El 17 de febrero de 1865, un grupo de apaches de Cochise ataca la mina de Santa Rita (Grant County, Arizona [no confundir con Santa Rita del Cobre en New Mexico]) y el Old Fort Buchanan ([Santa Cruz County, Arizona]. En realidad fue una pequeña escaramuza. El puesto en ese momento tenía solo nueve hombres. Dos de ellos estaban de reconocimiento, dos estaban cortando heno y otro estaba cazando. Eso dejaba únicamente al cabo Michael Buckley y tres soldados ocupando el fuerte, que en realidad no lo era. No tenía paredes y era solo una serie de edificios de adobe. 

Según John Sandifer en su libro Chatto’s Promise: An Apache Saga, Chato participó como dikohe o aprendiz de guerrero a pesar de que solo tenía 12 años: Chato estaba en la retaguardia, como se le indicó, pero vio que la acción comenzaba a 19 km del fuerte. Vio como los chiricahuas localizaron, corrieron y mataron a dos topógrafos y a un niño mexicano con hachas. Luego, los guerreros de Cochise se acercaron al fuerte y Chato vio cómo se acercaban sigilosamente al cabo Buckley sentado en el porche de una cabaña. Un guerrero disparó, pero apuntó mal y alcanzó a Buckley en la cadera. Buckley pudo sacar su revólver y mató al tirador. Chato se acercó y vio a un soldado agacharse dentro la cabaña. Otros 75 apaches rodearon el edificio y un soldado disparó desde una ventana, matando a otro miembro de su tribu. En sus primeras horas de incursión había visto morir violentamente a cinco seres humanos. Se sintió un poco enfermo del estómago, pero también sintió una euforia que no podía explicar. Disparando a través de las ventanas, los estadounidenses lograron hacer retroceder a los apaches… Vio cómo los guerreros prendían fuego al edificio. Muy pronto el techo se derrumbó. En el interior, el cabo Buckley ordenó a sus hombres que cargaran a través del fuego y del enemigo y corrieran hacia las colinas. Los apaches los persiguieron mientras disparaban salvajemente.

Los guerreros finalmente abandonaron la persecución. Buckley y sus hombres marcharon a pie hacia los campamentos del ejército cerca de las Santa Rita Mountains, llegando sanos y salvos. El soldado George English, el soldado que estaba cazando antes del ataque, nunca más se supo de él. Los cortadores de heno oyeron el sonido de los disparos en el fuerte, pero se ocultaron cuando vieron a los apaches saqueando y quemando los edificios. Ellos también caminaron hasta las Santa Rita Mountains. Más tarde, el ejército señaló con orgullo que Fort Buchanan fue el único puesto militar estadounidense conquistado por los indios durante la guerra contra los chiricahuas).

* En marzo de 1865, una de las compañías de Vigilantes de Arizona al mando del teniente coronel King Sam Woolsey ataca una ranchería en el borde del Tonto Basin (Gila County, Arizona) matando a unos 60 apaches (14 guerreros y el resto, mujeres, niños y ancianos) eliminando a todo el grupo.

* En marzo de 1865, Cochise recorre las montañas a lo largo de la frontera internacional, incursionando por el norte de México. (El 5 de abril, tres supervivientes de una emboscada chiricahua en el Cañón Higueros, a 80 km al oeste de Janos, llegaron al presidio para dar el aviso. Juan José Zozaya, el antiguo comisionado de paz, salió en su busca con 23 hombres. Explorando los alrededores, Zozaya llegó a la conclusión de que otros tres grupos habían sido también atacados, siendo aniquilados por un grupo de entre 150 y 200 guerreros bien armados con rifles y revólveres. Es posible que Juh estuviese presente con Cochise.

El 6 de abril, atacó a los mexicanos en el Cerro Los Lagartos, situado a unos 24 km al nordeste de Bavispe [Sonora], resultando muerto Luis García, comandante de una milicia de Sonora).

* En mayo de 1865, se erige Fort Selden (Doña Ana County, New Mexico) para proteger la ruta norte-sur de las incursiones de los apaches mescaleros, a través del valle del Río Grande. (Se ubicó en la ribera oriental del Río Grande, aproximadamente a 24 km al norte de Las Cruces, y fue llamado así por el coronel Henry R. Selden, del 1º de Infantería de New Mexico. Sería abandonado en abril de 1889).

* El 26 de junio de 1865, el general de brigada John Safford Mason, nuevo comandante militar de Arizona, ordena al teniente coronel Clarence E. Bennett, nuevo comandante de Fort Bowie (Cochise County, Arizona), explorar el área del Mount Graham (Graham County, Arizona) para buscar y atacar a Cochise(Bennett salió de Fort Bowie a las 07:00 de la tarde del 26 de junio con un destacamento de Caballería formado por 43 hombres de las compañías “E”, “L” y “M”. Con ellos iban tres voluntarios civiles, George Cox, Charles Kenyon y Dysart, y los guías, Merejildo Grijalva y Lojinio, un muchacho apache. Bennett, siguiendo el consejo de los guías, marchó de noche y descansó durante el día para reducir las posibilidades de ser descubiertos por los apaches.

Bennett avanzó hacia el oeste desde Fort Bowie y luego giró hacia el norte pasando por Dos Cabezas Mountains [Cochise County, Arizona]. Durante la tercera noche de marcha, uno de los soldados desapareció. Fue visto por última vez, cuando se había detenido para ajustar su silla. Bennett envió un grupo para localizarlo, pero no encontraron rastro de él. Grijalva llevó al destacamento de un pozo de agua a otro, acercándose cada vez más a los apaches. Bennett esperaba sorprenderlos en su ranchería antes del amanecer, pero la encontraron vacía, recientemente abandonada, con rastros de más de una semana de antigüedad y que pudo estar ocupada por 200 o 300 personas.

El destacamento llegó al río Gila, a un punto situado a unos 48 km de Fort Goodwin [Graham County, Arizona], a donde Bennett decidió ir, el 2 de julio, para reponer suministros y herrar los caballos. A la mañana siguiente, cerca de Cottonwood Creek, Grijalva encontró huellas recientes de apaches que aparentemente estaban cazando. Las siguieron hasta una ranchería situada en un lugar donde convergían las bocas de tres cañones. Bennett, al no tener más remedio que atacar a la luz del día, desplegó a sus hombres a lo largo de una cresta y luego cargó contra la ranchería. Al verlos, los apaches huyeron dispersándose entre los árboles. Los soldados realizaron varias descargas de fusilería, pero aparentemente no alcanzaron a nadie.

Bennett ordenó destruir la ranchería y siguieron adelante, rodeando las Pinaleño Mountains [Graham County, Arizona] hacia el oeste, antes de regresar al sur, hacia Fort Bowie. Cuando cruzaron el Sulphur Spring Valley, llegaron a un sendero que llevaba directamente a una ranchería, situada en un cañón cercano. Bennett ordenó cargar, pero el ruido de los cascos de los caballos alertó a los apaches, dándoles tiempo a huir. Los soldados realizaron algunos disparos a larga distancia sin ningún resultado. El jefe de los apaches gritó algo desde la ladera de la montaña. Grijalva le reconoció. Era Gochaahá, más conocido como Francisco, un jefe coyotero White Mountain del Este, aliado de Cochise.

A finales de junio, Cochise y Francisco estaban por el norte de Sonora junto a otro jefe White Mountain llamado Esh-kel-dah-silah [a menudo confundido con Esh-ken-la o Diablo]. Durante el verano, la banda de Cochise realizó varias incursiones por Arizona desde su ranchería ubicada en Sonora.

El 6 de julio, el teniente coronel Clarence E. Bennett, del 1º de Caballería de California, señaló que “se deben hacer grandes esfuerzos para aniquilar las bandas de Cochise y Francisco [Gochaahá] y otros indios que infestan los montes al oeste de Fort Goodwin”.

En agosto, Cochise notificó a los funcionarios de Fronteras [Sonora] que quería entablar negociaciones de paz, pero las autoridades pidieron ayuda a los Voluntarios de Arizona para acabar con él, por lo que, ante la falta de respuesta, se fue al este, hacia Janos [Chihuahua]).

* El 10 de septiembre de 1865, un pequeño destacamento de Fort McRae (Sierra County, New Mexico) persigue a un grupo  de apaches (se cree que eran chihennes) que se habían llevado unos animales hacia el oeste del puesto, alcanzándolos en las Mimbres Mountains ([Grant & Sierra Counties, New Mexico]. Tras un duro enfrentamiento, recuperaron los animales y capturaron algunos caballos de los apaches a pesar de resultar gravemente heridos un oficial y dos soldados).

* El 30 de octubre de 1865, Cochise aparece sobre las colinas que rodean Fort Bowie enarbolando una bandera blanca. (James Gorman, comandante del puesto, envió a uno de sus oficiales y a Merejildo Grijalva para tener una conversación con el jefe chokonen y saber sus intenciones. Cochise quería entablar negociaciones de paz, acordando volver a reunirse dentro de 12 días, mientras Gorman pedía instrucciones al general John S. Mason, comandante del Distrito de Arizona, pero cuando Cochise se fue, planeó atacarle por sorpresa. Ordenó preparar unos carros con 33 soldados y el teniente Alfred W. Norton, guiados por Grijalva, saliendo el 1 de noviembre. Viajaban por la noche y se escondían por el día. El 5 de noviembre, Grijalva encontró una ranchería compuesta por 14 wickiups en el Mescal Canyon [Cochise County, Arizona] a unos  60 km al sur de Fort Bowie. Gorman ocultó los carros a cierta distancia y se acercó a pie. Cuando se  acercaron vieron dos rancherías separadas unos 800 metros entre ellas. Gorman dividió su destacamento y cuando estuvieron en posición, atacó las dos rancherías a la vez. Con los primeros disparos mataron a siete apaches e hirieron a varios más, mientras el resto huía. Los soldados destruyeron una gran cantidad de mescal y otras provisiones que los apaches tenían para pasar el invierno. Asimismo, capturaron seis cabezas de ganado y numerosas sillas de montar, prendas de vestir y mantas de piel).  

* En noviembre de 1865, Victorio llega a Pinos Altos (Grant County, New Mexico) para entablar conversaciones de paz. (Unos mineros intentaron matarle mientras bebía café en una casa, muriendo tres apaches, pero él consiguió escapar).

* El 3 de noviembre de 1865, los 400 apaches mescaleros de la Reserva de Bosque Redondo, junto a Fort Sumner (De Baca County, New Mexico) huyen dirigiéndose a sus territorios originales. (Bosque Redondo se erigió inicialmente para albergar a los mescaleros. El general Carleton les prometió alimentos y protección. Con la llegada de los navajos a finales de 1863, se agravaron los problemas de los mescaleros. El Ejército paralizó su incipiente agricultura, ordenándoles cavar zanjas de riego para las huertas de los navajos, mucho más habituados a los cultivos. En septiembre de 1864, algunos mescaleros consideraron a los navajos como adversarios, y si el Ejército no les podía proporcionar otra reserva, preferían irse y arriesgarse a tener enfrentamientos con sus viejos enemigos, los comanches y kiowas.

A medida que se acercaba el otoño, el descontento de los mescaleros con las condiciones en Fort Sumner había aumentado. Decidieron que si el general Carleton no podía mantener su promesa de proporcionarles suministros adecuados, no estaban obligados a cumplir su palabra de permanecer en la reserva.

El jefe Cadete y su gente idearon un cuidadoso plan. Si todo el mundo huía a la vez, la mayoría podría escapar. A finales de octubre, antes de que llegara el invierno, estaban listos. Dejando las hogueras nocturnas encendidas se fueron en silencio. Solo nueve personas, demasiado viejas o enfermas para viajar, se quedaron para mantener las hogueras encendidas para engañar a los soldados en la idea de que todo estaba normal. En la mañana del 4 de noviembre, el ejército se dio cuenta de que los mescaleros se habían ido. El capitán Lawrence G. Murphy, que hizo un recuento el último mes de julio sumando 417 apaches mescaleros, dijo que, al menos, 400 habían huido. Carleton ordenó perseguirles, produciéndose varios enfrentamientos en los que varios hombres, mujeres y niños murieron, pero la mayoría escapó. Los mescaleros se dispersaron por diferentes rutas para burlar a sus perseguidores. Como afirmó un mescalero: “… para que algunos pudieran vivir, había que dispersarse y no quedarse juntos. Las familias se separaron para que algunos pudieran sobrevivir”. Uno de estos grupos liderado por el jefe Santana se escondió en los profundos recovecos de las White Mountains [Lincoln County, New Mexico].

Frederick Peso, vicepresidente de la “Mescalero Apache Tribe” a finales del siglo XX, diría: “Cuando el general Carleton se reunió con el jefe Cadete, le dijo que iba a alojar a los apaches mescaleros en la Reserva de Bosque Redondo, prometiéndole que solo estarían allí dos años y que iba a hacer mucho por la tribu. Sin embargo, nada de lo prometido se cumplió y los problemas que estaban teniendo lugar continuaron, por lo que el jefe Cadete informó a los hombres del general Carleton que se irían porque no cumplía sus promesas, y lo dijo en varias ocasiones. Sin embargo, ellos no creyeron lo que decía, así que una noche, supongo que habiéndolo planeado desde hace algún tiempo, dejaron la reserva, todo el mundo, a excepción de nueve personas que se quedaron allí para mantener las hogueras encendidas, y caminar hacia atrás y hacia adelante, para aparentar que todo estaba igual”. 

El 15 de julio de 1868, los navajos fueron autorizados a regresar a sus antiguos territorios, donde vivirían pacíficamente en una nueva reserva hasta hoy día. Fort Sumner sería abandonado en 1869 y comprado por el ganadero Lucien Maxwell, quien reconstruyó una casa que había sido alojamiento de oficiales. El 14 de julio de 1881, el sheriff Pat Garrett disparó y mató a Billy el Niño en esa casa, que ahora se conoce como la casa de Maxwell).

* El 10 de noviembre de 1865, el jefe apache White Mountain Gochaahá, más conocido como Francisco, muere por disparos de los soldados en Camp Goodwin ([Graham County, Arizona]. Según el informe oficial, intentó fugarse después de haber logrado quitarse los grilletes de su brazo izquierdo, cuando estaba encarcelado por haber intervenido, el 11 de julio último, en un ataque a una familia de inmigrantes alemanes y varios mexicanos que viajaban en carromatos cerca de la estación de diligencias “Overland” de Cienega Creek [Pima County, Arizona], a unos 32 km al este de Tucson. Mataron a todos menos a dos niños que se llevaron cautivos. Francisco fue acusado del hecho y detenido cuando apareció en Camp Goodwin. A raíz de este ataque, empezaron a llamarle Francisco, “el Carnicero”. Charles Croft, un soldado en esa época, diría: El jefe indio, Francisco el Carnicero, cuya cabellera tuve el placer de  arrancar de su cráneo antes de que yo dejase Fort Goodwin”.

Una parte importante de su tribu se mostró reacia a seguirle siendo partidaria de firmar la paz con los estadounidenses. Francisco destacó, sobre todo, por haber estado con Cochise por lo menos en dos momentos cruciales: el “incidente Bascom” de Apache Pass y la batalla que tuvo lugar en dicho desfiladero en julio de 1862. Francisco medía casi 1’80 m, muy alto para ser apache, pudiendo ser un mexicano apresado por los apaches en su niñez y criado por estos. Aunque por investigaciones posteriores, probablemente se tratara de un apache White Mountain del grupo oriental. En cualquier caso, su odio hacia los mexicanos le llevó a cometer innumerables incursiones contra ellos).

* Durante el invierno de 1865, Cochise se encuentra en las Chiricahua Mountains (Cochise County, Arizona) acosado por tropas estadounidenses que le fuerzan a irse a México.

1866

* En 1866, se crea una reserva militar para los apaches White Mountain en Fort Goodwin (Graham County, Arizona) en el río Gila. (El comandante del puesto, James Gorman, propició que los apaches se hiciesen autosuficientes. En abril, gracias a los esfuerzos de Miguel [Esh-ke-iba], cada vez más apaches empezaron a bajar de las White Mountains hasta Fort Goodwin. Durante los dos años siguientes, muchos recibieron raciones de carne y harina, alcanzando una vez la cantidad de 1.500 apaches White Mountain. Se abrió una granja para ellos contratando a apaches para trabajar en ella. 

También este año, Fort Bowie se transforma en Camp Bowie. “Fort” es una instalación militar más grande y más permanente, mientras que “Camp” es más pequeña y con una mayor flexibilidad. Las tropas se movían por la región y los departamentos administrativos se reorganizaron. Cochise pasó la mayor parte del año en el norte de Sonora. Los ciudadanos de Tucson ofrecieron pagar a los “apaches mansos” 100 $ por cada cabellera apache que trajesen).

* El 16 de enero de 1866, un grupo de apaches chihennes ataca a un pequeño pelotón de Fort Cummings ([Luna County, New Mexico]. A unos 8 km al noroeste de Fort Cummings había un grupo de árboles llamado Oak Grove. Debido a la constante demanda de madera, el ejército había instalado un campamento temporal para conseguir madera, formado en ese momento por el cabo Webber y los soldados Ronan, Hunter, Charles Devin, Daly, Matthews y Goldsberry, pertenecientes a la compañía “G”, del 1º de Infantería de Veteranos, de los Voluntarios de California.

En la tarde del 16 de enero, el cabo Weber partió hacia Fort Cummings para recoger suministros para el campamento. A primeras horas de la mañana siguiente, los soldados estaban fuera de la tienda a punto de desayunar cuando Mathews dio la voz de alarma. Cogió su rifle y su cartuchera y disparó contra unos apaches que se acercaban. Eran entre 40 o 50 chihennes, que disparando sus rifles y flechas, intentaban cortar la retirada de los soldados hacia el fuerte.

Hunter y Devin cayeron con los primeros disparos. Mathews y Goldsberry, huyeron a un montículo situado a varios centenares de metros. Allí hicieron una parada, donde Mathews proporcionó municiones a Goldsberry, que había cogido su arma, pero no pudo conseguir su cartuchera. Los chihennes los siguieron, alcanzando con una flecha en el muslo de Goldsberry. Cuando los dos devolvieron el fuego, los chihennes, para evitar perder guerreros, se dieron la vuelta y se dedicaron a saquear el campamento.

Mathews y Goldsberry partieron hacia el puesto y se encontraron con el cabo Weber, que regresaba con un carro tirado por mulas y un conductor. Al enterarse de lo que había sucedido, el cabo ordenó al conductor que cogiese una mula y fuese al puesto a pedir ayuda. Llegó a los pocos minutos informando al teniente John D. Slocum, quien era el único oficial disponible porque el capitán George A. Burkett y el teniente Edgar estaban fuera de patrulla. Slocum, llevando a todos los hombres disponibles, excepto a los guardias, se dirigió al campamento, encontrando los cuerpos de los soldados mutilados.

A 400 metros del campamento estaba el cuerpo de Daly; Hunter, estaba cerca del campamento; Devin, 100 metros más allá; y Ronan, en el lado opuesto. Los cuatro estaban desnudos, acribillados por balas, flechas y heridas de lanza, con la cabeza aplastada por piedras. Lo que los chihennes no se habían llevado estaba quemado o destrozado, habiendo dejado, algo inusual, el cuerpo de un guerrero muerto, quizás debido a la cercanía del puesto.

Slocum envió un grupo tras ellos, pero los chihennes se habían dividido en pequeños grupos, yendo en diferentes direcciones, haciendo imposible la persecución con tan pocos soldados. En su informe, el teniente Slocum declaró que solo tenía 12 soldados de infantería y cinco soldados de caballería, solo tres de ellos montados.

Los cuatro soldados fueron enterrados en el cementerio de Fort Cummings. Después de abandonar el puesto, en junio de 1892, el ejército transfirió los cuerpos de Ronan, Hunter, Devin y Daly al Cementerio Nacional en Fort Leavenworth [Leavenworth County, Kansas], dejando su lápida como monumento permanente).

* El 11 de marzo de 1866, unos apaches lipanes capturan a un joven de 14 años llamado Francis Marion “Frank” Buckelew. (Robert Buckelew vivía con su familia en el Cherokee County [Texas]. Cuando se quedó viudo, se volvió a casar, pero poco después falleció. La hija mayor nunca se llevó bien con su madrastra, por lo que fue con su hermana y su hermano Frank a vivir con su tío L. B. C. “Berry” Buckelew y su esposa Maryanna, quienes vivían en una casa situada en el río Sabinal, cerca de la actual Vanderpool [Bandera County, Texas].

Cuando tuvo que comprar provisiones en San Antonio [Bexar County, Texas], Berry enganchó sus bueyes al carro y emprendió el viaje que le llevaría varios días. De regreso y estando cerca de casa, paró la noche del viernes 26 de enero de 1866 en Seco Creek para ver a su amigo Crossgrave. Cuando llegó este le dijo que pasara allí la noche, pero Berry tenía prisa por llegar a casa.

Tomó un atajo por el Little Seco Creek donde unos nativos le estaban esperando. Después de dispararle le aplastaron la cabeza con una piedra. El domingo, Crossgrave fue a casa de Berry, pero allí le dijeron que todavía no había llegado. Rápidamente, Crossgrave pidió ayuda, formándose un grupo para buscarle. Cuando lo  encontraron, su perro, Cuff, estaba cuidando el cuerpo de su dueño.

Maryanna no podía ocuparse ella sola del rancho ni de sus sobrinos, por lo que fue a un lugar más seguro, mientras los niños fueron a vivir al rancho de James Davenport, situado al norte del río Sabinal [Uvalde County, Texas]. Una de las tareas de Frank era cuidar el ganado, teniendo como compañero a un muchacho negro llamado Morris. Un día, este no sujetó bien el cencerro al novillo que iba en cabeza y se cayó. Al enterarse de ello, Davenport le dijo que encontrara el cencerro o le daría “una paliza de muerte”. Morris dijo a Frank que le ayudara, saliendo los dos a la mañana siguiente. Era el 11 de marzo de 1866. 

Cuando los dos muchachos buscaban el cencerro por unos matorrales, varias reses salieron repentinamente asustándolos. Frank dijo a Morris que podría haber nativos por allí, pero Morris lo descartó. Frank solo dio unos pasos cuando vio a un guerrero que le estaba mirando desde un matorral. Era un apache lipán. Frank avisó a Morris quien, al verlo, lanzó un grito de terror corriendo como el viento. Frank también corrió, pero el lipán fue más rápido, parándole en seco, pasando el arco y su cuerda por la cabeza del muchacho. El lipán miró a Morris que no paraba de correr y se rio. Dio un golpe a Frank en la cabeza y señalándole la dirección que debía seguir, le dijo: “Vamos”.

El lipán llevó a Frank a un claro donde había otros dos guerreros. Le despojaron de sus ropas y uno de ellos le azotó en la espalda con una rama espinosa. Luego fueron al trote por el escabroso terreno con un guerrero siempre detrás de Frank golpeándole con la rama para que mantuviese el ritmo. Su espalda tenía heridas de las que goteaba sangre. Salieron del valle del río Sabinal y llegaron al Frio River, donde se juntaron con un cuarto lipán, quien dio la mano a Frank diciéndole: “¡Hola! ¿Qué edad tienes? ¿Eres americano o alemán? Si eres americano te mataré. Si eres alemán no te mataré”. Ese guerrero era un jefe de guerra lipán llamado Custaleta.

Frank había oído que los nativos mataban a muchachos mayores de 10 o 12 años, así que dijo que tenía 10 en lugar de los 14 que tenía en realidad. A la segunda pregunta dijo la verdad y eso probablemente le salvó la vida. Resulta que, por entonces, los lipanes mataban a todos los colonos de origen alemán que caían en sus manos porque un grupo de ellos, vecinos de Stringtown [Hays County, Texas], fueron en persecución de unos guerreros no identificados que habían matado a unos colonos para robar sus caballos. Encontraron un campamento lipán en el río Medina y, creyendo que eran los autores, abrieron fuego, matando a varios de ellos. Los lipanes, más numerosos, contraatacaron haciéndoles retroceder. Los lipanes no eran culpables, estando bajo la protección de un tratado de paz que los colonos alemanes habían roto, por lo que juraron vengarse de ellos. Custaleta lo miró con cautela: “Muchacho grande de 10 años”. 

Frank suplicó a Custaleta que le dejara ir, diciéndole que era el único apoyo que tenían su madre viuda y sus hermanas. El camino que seguían pasaba cerca del rancho de Davenport por lo que Custaleta le llevó al borde de un barranco cercano a la casa desde donde Frank pudo gritar a su familia. Su hermana le oyó saliendo fuera. “¡Es Frank!”, oyó a ella gritar, pero eso fue lo más cerca que estuvo. Los lipanes lanzaron un grito de guerra antes de irse de allí. Cruzaron el Frio River y para divertirse lanzaron varias flechas a unas vacas: “Esa exhibición de caprichosa crueldad… me produjo una profunda impresión en mi ánimo, haciéndome presagiar grandes males para mí…”.

Bezaca, el lipán que había capturado a Frank, dormía cada noche junto a él. Ese “horrible compañero de cama”, según diría Frank, lo abrazaba fuertemente contra su pecho, tapándose los dos con una manta, hasta que se quedaba dormido. Al despertarse, Frank planeaba deslizarse fuera de la manta, coger un cuchillo y acuchillarles antes de que se despertaran, pero cada vez que se movía, Bezaca le sujetaba más fuerte.

Siguieron avanzando hasta llegar al Nueces River, a donde llegaron alrededor de una semana después de su captura. Allí descubrieron media docena de caballos salvajes que intentaron capturar. A Frank le encargaron la tarea de obstruir la ruta de escape, pero falló, siendo golpeado con una maza empuñada por un enfadado guerrero.

Su camino discurrió a través del Devils River por el Beaver Lake, y cerca del Pecos River, alcanzaron la ranchería lipán. Allí, una anciana azotó a Frank hasta hacerle sangrar. Luego le empujó hasta una doble fila de guerreros armados con látigos y mazas por donde tuvo que correr mientras recibía un sin número de golpes. Al final, cayó en los brazos de la anciana mujer, quien puso a prueba su coraje pasándole lentamente un cuchillo por la garganta. Frank estaba seguro de que le matarían, pero la mujer le señaló una vivienda haciéndole gestos de que entrara. Viviría allí como cautivo de la anciana y de Bezaca.

Los lipanes movieron su ranchería, compuesta por unas 150 personas, varias veces, acampando arriba y abajo del Pecos River, y cerca de sus afluentes. Frank intentó adaptarse a su nueva vida. Custaleta planeó el futuro matrimonio del joven con su nieta.

En octubre de 1866 los lipanes incursionaron por los Bandera y Uvalde Counties, matando colonos y robando caballos. Cuando volvieron, Frank vio parte del botín: “Me di cuenta de algunas ropas de niños que inmediatamente reconocí como pertenecientes a los niños del señor Kinchelo, y una yegua gris perteneciente a mi tía”. Supo que uno de sus vecinos había sido atacado, pero no qué había ocurrido con su familia hasta después de su rescate.

En noviembre de 1866, los lipanes se dividieron. La mitad de ellos se llevó a Frank al sur del Río Grande, en las inmediaciones de San Vicente [municipio de Guerrero, Coahuila], a 24 km de Eagle Pass [Maverick County, Texas]. Un anciano mexicano visitó el campamento lipán, vio a Frank y habló con él, preguntándole si quería seguir allí.

Por entonces había un estadounidense llamado W. B. Hudson que estaba construyendo un canal de irrigación en el Río Grande, contratando trabajadores nativos y mexicanos. Uno de los ayudantes mexicanos de Hudson estaba en el campamento lipán buscando trabajadores cuando habló con el anciano mexicano que había estado con Frank. El anciano le contó que había un cautivo en el campamento y la noticia llegó a Hudson, quien informó de la noticia a James Moseley, un vecino de Eagle Pass. Moseley conocía a James Davenport, al que escribió informándole de la noticia, y que probablemente el muchacho podría ser liberado si ofrecían dinero a los lipanes. En diciembre de 1866, Davenport escribió al juez W. B. Knox diciéndole que él no tenía dinero para comprar su libertad, pero que sabía que el gobierno tenía fondos asignados para tal fin.

En febrero de 1867, Hudson envió a su ayudante mexicano al campamento lipán ofreciendo a los lipanes 100 $ por la liberación de Frank, pero ellos se negaron. Durante la noche de la siguiente visita, el mexicano y Frank robaron dos caballos a los lipanes y huyeron a toda velocidad. Pocas horas después estaban en la casa de Hudson después de cruzar el Río Grande. A la mañana siguiente, Frank y el mexicano cabalgaron al norte, hacia Fort Clark [Kinney County, Texas] y de allí al rancho de Davenport. Todos se quedaron sorprendidos de verle porque le creían muerto. Davenport dijo: “Morris nos dijo que estabas muerto

En Fort Clark, Hudson se enteró de que los lipanes sabían de su participación en la huida de Frank, por lo que estaban planeando una incursión para vengarse. Un destacamento militar le acompañó a su casa para recoger sus bienes y familia, y dirigirse a un lugar seguro.

Los lipanes cruzaron el Río Grande y asaltaron la zona donde vivía Hudson. Después de robar varios caballos y matar a sus propietarios, se dirigieron de vuelta a México, pero un grupo perseguidor les alcanzó, matando e hiriendo a varios de ellos. Entre los caídos estaba Custaleta.

Frank se casaría con Nancy Adline Witter, teniendo tres chicas y tres chicos, y a los 41 años se convertiría en predicador de la Iglesia Metodista).

* El jueves 22 de marzo de 1866, de 75 a 100 apaches (probablemente Pinal y aravaipas) realizaron una emboscada a un carro del ejército estadounidense tirado por cuatro mulas que llegaba a un pequeño arroyo llamado Cottonwood Wash, a 40 kilómetros al este de la actual Florence ([Pinal County, Arizona]. Era la ruta habitual de las unidades militares cuando se dirigían a Camp Grant [Pinal County, Arizona], situado en la confluencia de Aravaipa Creek y el San Pedro River [en 1872 Camp Grant sería trasladado al Graham County, Arizona]. Otros destacamentos habían pasado por allí anteriormente, pero el elevado número de soldados hacía inviable cualquier ataque. Ese día, en cambio, un explorador apache avistó un carro con solo nueve soldados y el conductor, sin más tropas a la vista.

Prepararon la emboscada en un lugar sobre el arroyo a cuyos lados las alturas tenían alrededor de 15 metros, con una anchura entre sus paredes de unos 67 metros. Todo perfecto para la típica emboscada apache.

El solitario carro era la escolta militar de dos oficiales, el capitán James Franklin Millar, de la compañía “C” del 14º de Infantería, y el Cirujano Asistente Benjamin Tappan, Jr., del 7º de Infantería de los Voluntarios de California. Habían salido de Fort Yuma [Imperial County, California] el 7 de marzo para dirigirse a Camp Grant, donde habían sido destinados. La escolta estaba formada por el cabo John Berg, y los soldados Donnell, Charles Richards, John Powell, Andrew Snowden, Pedro Sánchez, y otro soldado de nombre desconocido, más el conductor Stevens Sumner.

Cuando el carro llegó al fondo arenoso del Cottonwood Wash, probablemente se alegraron de haber dejado atrás un camino lleno de baches y de encontrarse a menos de 48 km de su destino.

Varios guerreros estaban ocultos en las alturas del lado norte, mientras otros esperaban agachados detrás de las rocas del lado sur. Abajo, el arroyo cruzaba el camino y luego bordeaba el lado norte, por un lugar con muchos arbustos, tras los cuales la mayoría de los guerreros esperaban la llegada del carro. Por último, unos pocos apaches estaban escondidos en un hueco erosionado en la base del lado sur. Posiblemente, Eskiminzin y Capitán Chiquito estaban presentes.

A una señal, los guerreros abrieron fuego desde las alturas y desde las rocas y arbustos. Los numerosos disparos y flechas cayeron sobre el carro, produciendo las primeras bajas. Dos disparos alcanzaron al capitán Millar, falleciendo en el acto. El cirujano Tappan fue alcanzado por tres disparos, uno en la pierna y dos en el cuerpo, pero siguió con vida. Los disparos también alcanzaron a Richards, falleciendo al instante, e hiriendo a Powell de gravedad. Snowden también resultó herido por una flecha que impactó en la parte posterior de su cabeza. El conductor Stevens Sumner hizo girar rápidamente el carro pese a haber sido alcanzado por varias flechas, pero los apaches dispararon a una de las mulas, cayendo al suelo moribunda.

Los supervivientes saltaron del carro y corrieron a cubrirse lo mejor que pudieron. Powell solo pudo correr 18 metros antes de caer abatido, pero todavía con vida. Los demás corrieron por el arroyo para luego empezar a subir hacia una cresta. La marcha era lenta, especialmente para Sumner, a causas de sus heridas, y Berg, los cuales llevaban a Tappan, gravemente herido. Donnell proporcionó fuego de cobertura con su rifle de avancarga, pero enseguida cayó muerto, alcanzado por los disparos de los guerreros. [El ejército todavía no había suministrado a todas sus unidades de Infantería con los nuevos rifles Springfield de retrocarga de un solo disparo].

Gracias a la actuación de Donnell, el resto consiguió llegar a la cresta y dirigirse hacia el desierto. Los apaches no les persiguieron mucho tiempo, estando más interesados en las mulas. Algunos quitaron la ropa del cuerpo de Donnell antes de volver a donde estaba el carro, donde otros guerreros estaban troceando la mula muerta para llevarse su carne y “ocupándose” de Powell, que aún respiraba. Cuando terminaron le quitaron la ropa al igual que a los cuerpos de Millar y Richards. Después se dirigieron a sus rancherías.

Los seis supervivientes se perdieron en el desierto, abriéndose camino por un terreno lleno de matorrales y cactus que rasgaban sus ropas. Aturdido por la herida de flecha en la cabeza, Snowden se separó desorientado de sus compañeros. Días más tarde, llegó por casualidad a Maricopa Wells [pequeño asentamiento con agua donde paraban los viajeros que se dirigían a California situado en el Pinal County, Arizona] desde donde le llevaron a Fort McDowell [Maricopa County, Arizona], falleciendo poco después.

El resto se dirigió en dirección suroeste avanzando con dificultad. Tappan cortó parte de su bota porque su pie herido comenzaba a hincharse. Cuando comprobaron que los apaches no les perseguían, hicieron más paradas para descansar, pasando su primera noche en el desierto.

Al día siguiente continuaron la dura marcha. Tappan, a causa de sus heridas, sabía que estaba reteniendo a los demás. A la mañana siguiente se dio cuenta de que no podía ir más lejos. Sobre las 09:00 horas ordenó a Sánchez y al otro soldado de nombre desconocido, que se quedaran con él y envió al cabo Berg y al conductor Sumner a buscar agua.

No solo no encontraron agua, sino que también se perdieron, no pudiendo encontrar el camino de regreso a donde estaban Tappan y los dos soldados. A lo lejos vieron el Picacho Peak [Pinal County, Arizona], y aunque estaba por lo menos a 48 km de distancia, se dirigieron hacia allí, ya que Sumner sabía que las diligencias de la Butterfield Overland Mail pasaban por ese lugar.

El domingo 25 de marzo, Berg y Sumner llegaron a la cima, pero no encontraron agua. Desesperados se tumbaron esperando la muerte. Dos horas después escucharon ruido de caballos. Era un destacamento militar al mando del cirujano asistente John E. Kunkler, que había salido de Tucson [Pima County, Arizona] hacia California. Les dieron agua y comida y cuando pudieron hablar contaron su historia. Kunkler envió inmediatamente un correo a Tucson, informando de la emboscada apache al general de Brigada John Sanford Mason, comandante del Distrito de Arizona.

Al instante, Mason ordenó al capitán Jonathan B. Hager, del 14º de Infantería, que saliese con 20 hombres de Tucson y se dirigiese a Cottonwood Spring, cerca de Cottonwood Wash. También envió un correo a Camp Grant, ordenando a su comandante, el teniente Edmund Burgoyne, que fuera con 35 hombres a Cottonwood Spring y esperara la llegada de Hager.

Hager salió de Tucson a las 06:00 horas del lunes, 26 de marzo. Apenas dos horas después, Mason recibió la noticia de que un soldado había sido encontrado a unos 25 km al noroeste de Tucson. Era uno de los dos soldados que se habían quedado con Tappan. Dijo que en la mañana del domingo, 25 de marzo, Tappan le había ordenado que fuera a buscar agua. La noticia alegró a Mason, ya que conocía a Tappan, pidiendo ayuda a ciudadanos de la localidad. Varios mexicanos que conocían la zona se ofrecieron a guiar a un grupo dirigido por el capitán John Green, ayudante de Mason.

Hager y sus hombres hicieron ese lunes 51 km, reanudando la búsqueda al amanecer del martes. Encontraron señales de la presencia de apaches por la zona, llegando a Cottonwood Spring donde se encontraron con el destacamento de Burgoyne.

El miércoles, 28 de marzo, Hager escribió en su diario: “Uní el destacamento del teniente Burgoyne al mío y con 40 hombres procedí a buscar el lugar donde se había realizado el ataque. Llegamos sobre las 10:00 horas, estando a unos 21 km al oeste de los manantiales. Lo primero que vimos fue a Frank Millar; y unos pocos pasos más nos llevaron al lugar. La escena que vimos fue horrible. A la vista estaban sus cuerpos, hinchados y supurados al sol, donde habían estado tirados durante seis días. Todos estaban desnudos, y en el cuerpo de Millar había clavadas nueve flechas, haciéndolo parecer más un puercoespín que cualquier otra cosa. Había más o menos la misma cantidad de flechas en los cuerpos de los demás. A uno de los hombres le habían arrancado el cuero cabelludo”.

Con Hager iba Charles H. Meyer, un boticario de Tucson contratado para la ocasión. Examinó los cuerpos y redactó un informe: “El cuerpo identificado como el de Millar por el capitán Hager y el teniente Burgoyne fue encontrado tendido al norte del camino y a unos 12 metros del carro, con una herida de bala en el lado izquierdo. La bala había entrado entre la 5ª y la 6ª costillas, pasando a través del corazón y saliendo del cuerpo por debajo del brazo derecho. Otra herida de bala entre los hombros atravesó claramente el cuerpo, y en su trayecto rompió la columna vertebral. Por la situación de las heridas y sus efectos, la muerte debió ser instantánea. Los indios desnudaron el cuerpo, le cortaron los ‘órganos genitales’ y la parte superior de las orejas, luego le dieron la vuelta y le dispararon nueve flechas en la espalda, que estaban clavadas cuando vi el cuerpo….

El cuerpo de un hombre desconocido [el soldado Powell] fue encontrado tirado a unos 18 metros al oeste del carro y cerca del camino, con tres heridas de bala en la parte superior del cuerpo y una en el muslo derecho. Por la naturaleza de las heridas, dicho hombre podría haber vivido varias horas. Por las señales, este hombre debió haber peleado antes de morir, porque es el único que creo que fue torturado después de caer en manos de los indios. Su brazo izquierdo estaba roto cerca del hombro y torcido hasta que asumir la apariencia de una cuerda retorcida; todo su cuero cabelludo fue despellejado desde las cejas hacia arriba hasta la nuca. Cuando arrancan el cuero cabelludo a una víctima después de la muerte, los indios se limitan a cortar la parte central del cuero cabelludo, pero por las señales anteriores es casi seguro que este hombre fue torturado antes de morir. Después de desnudar el cuerpo, los indios dispararon siete flechas en la espalda, que estaban clavadas cuando las vi”.

Mientras Mason esperaba en Tucson noticias de la búsqueda, el jueves, 29 de marzo llegó allí el otro soldado que se había quedado con Tappan. Había conseguido llegar a Blue Water Station, una estación de postas de la Butterfield Overland Mail situada cerca de la actual Coolidge [Pinal County, Arizona]. Dijo que el domingo, 25 de marzo, Tappan le había ordenado que se salvara, ya que él no esperaba sobrevivir.

El destacamento de Hager continuó la búsqueda hasta el viernes, 30 de marzo, cuando llegaron a Tucson a las 17:00 horas, completamente agotados después de recorrer unos 160 km. Posiblemente, Tappan no sobrevivió mucho más allá del domingo, 25 de marzo. Un año y medio después, apareció un cuerpo cerca del Cañón del Oro, en las Santa Catalina Mountains, al norte y al nordeste de Tucson, pero nunca se pudo determinar si era de él.

El resultado de la emboscada de Cottonwood Wash fue de seis militares muertos, ninguna baja conocida entre los apaches, y cuatro supervivientes [el conductor, un cabo y dos soldados] que tuvieron la inmensa suerte de que los apaches se dedicaran a descuartizar una mula muerta, a “ocuparse” de un malherido y huir con las otras tres mulas).

* A finales de abril de 1866, una banda de apaches mescaleros, liderada por los jefes Espejo y José Cigarrito, ataca un carro postal en las cercanías de Escondido Springs ([actual Tunas Springs, Pecos County, Texas]. El enfrentamiento derivó en un asedio de dos días que terminó cuando los guerreros se retiraron, desconociéndose las bajas que tuvieron lugar por las dos partes).

* En la primavera de 1866, Cochise incursiona atacando los ranchos situados en los valles de Santa Cruz y Sonoita (Santa Cruz County, Arizona).

* El 4 de mayo de 1866, el coronel estadounidense Francisco P. Abreu, del 1º de Infantería de Voluntarios de New Mexico, informa que unos 50 apaches armados con arcos, se habían llevado 31 caballos de la manada militar que estaba pastando a unos 1’6 km de Fort Craig. ([Socorro County, New Mexico]. Abreu fue con algunos hombres en las mulas disponibles, persiguiéndolos hasta las San Mateo Mountains [Socorro County, New Mexico], el refugio preferido de Victorio, pero no pudo atraparlos. Abreu informó: “Actualmente, toda la caballería de este puesto es de ocho hombres montados”).

* En mayo de 1866, una banda apache mata a varios colonos a lo largo del río Ruidoso ([Lincoln & Otero Counties, New Mexico]. El comandante de Fort Stanton [Lincoln County, New Mexico], L. C. Murphy, envió varias compañías de caballería para recorrer la zona y buscar a los asaltantes. Los soldados no vieron apaches, pero cerca del Dog Canyon [Otero County, New Mexico] encontraron suelto un magnífico caballo. Para Murphy esto era prueba suficiente de que no había apaches en la zona de las Sacramento Mountains, y así se lo comunicó al general Carleton. Ningún indio dejaría suelto un buen semental. Dos días más tarde, una banda apache salió de Dog Canyon y robó los bueyes del Nesmith’s Mill, y ganado vacuno en La Luz, y atacó la población de Tularosa [los tres en el Otero County, New Mexico]).

* El 17 de mayo de 1866, el gobernador de Arizona, John N. Goodwin llama a hacer una guerra justa, abierta y persistente hasta que los apaches sean exterminados o forzados a inclinar el cuello sumisamente”.

* El 6 de junio de 1866, una banda de 40 apaches se lleva 36 caballos y cinco mulas de Camp Mimbres ([Grant County, New Mexico]. Los soldados fueron en los únicos cuatro caballos que había en los establos, persiguiéndolos sin poder alcanzarlos. El sargento Antonio Ruperts, de la compañía “C”, del 1º de Caballería de California, estaba a cargo de la manada, informando que había ido hasta el río, situado a unos 900 metros de los animales, para aliviar con el agua el dolor de cabeza que tenía, momento en el que aprovecharon los apaches para llevárselos.

El general Carleton, dolido y furioso, declaró: “Nada se puede decir que atenúe tal imperdonable descuido y falta de vigilancia que llevó a un resultado tan desastroso”.

A primeros de junio, una banda de apaches lipanes y mescaleros atacó una caravana de 30 hombres en Wild Rose Pass [Jeff Davis County, Texas], falleciendo varios guerreros. Durante los días siguientes, los apaches, junto con varios navajos, sitiaron la caravana. Ofrecieron retirarse a cambio de comida. Los carreteros les dieron algo de maíz, poniendo fin al asedio.

El 7 de julio, el jefe Espejo, al frente de un numeroso grupo de mescaleros, atacó un carro postal en Limpia Canyon [Jeff Davis County, Texas], 24 km al noroeste de Fort Davis. Los carreteros consiguieron retirarse cuando uno de ellos, Tom Davis resultó muerto.

Ese mismo mes de julio, 15 apaches asaltaron una manada de reses de los ganaderos, Oliver Loving y Charles Goodnight. Llevaban las reses de Texas a New Mexico cuando los apaches se llevaron 11 caballos y ocho mulas, aunque no pudieron llevarse la manada. Según el capitán E. P. Horne, los autores pudieron ser mescaleros al ocurrir al este del Río Grande).

* En agosto de 1866, se erige Fort Bayard (Grant County, New Mexico) para proteger la zona minera de Pinos Altos de las incursiones de los apaches chihennes. (Situado a 25 km al este de la actual Silver City, y cerca de las Santa Rita Mountains, sería abandonado como puesto militar en 1900).

* El 29 de agosto de 1866, el pueblo de Las Cruces (municipio de Namiquipa, Chihuahua) desaparece en unas cuantas horas tras el ataque de unos 200 apaches, quienes mataron a la mayoría de los vecinos, 18 varones adultos y un niño. (En la misiva que llegó a Bachíniva el día 1 de septiembre, el alcalde de Namiquipa especificó que los apaches, después de matar a los vecinos, se llevaron la cosecha que acababan de recoger los vecinos, y probablemente también el ganado. Al mismo tiempo saquearon las casas y recorrieron a su antojo todo el pueblo: “Después de la primera partida que despaché en auxilio la noche del día desgraciado, salió otra hoy de hombres montados que comandaba el señor Lazo, estos iban porque no se podía saber el resultado de la primera; y a cosa de una legua se encontraron con los correos que vienen solicitando auxilio para levantarse las familias que las han quedado sin recursos, por lo que se ve hoy desaparecer aquel pueblo, quedando como antes en desierto asombroso”. El alcalde de Namiquipa se encargó de organizar la ayuda y el traslado de los supervivientes a su localidad).

* A las 15:30 horas del 3 de octubre de 1866, un destacamento del 1º de Caballería, destinado en Fort McDowell (Maricopa County, Arizona), ataca una ranchería, probablemente de Tonto Apaches. (Llevaban cabalgando desde las 05:00 horas cuando alrededor de las 14:00 horas, descubrieron un rastro y lo siguieron hasta una ranchería situada en Sierra Ancha [Gila County, Arizona], en el centro de Arizona. El capitán George Bliss Sanford dio la orden de cargar. Los soldados clavaron las espuelas en sus monturas y galoparon por la ladera cubierta de maleza, sorteando rocas y árboles. Los apaches, sorprendidos, se dispersaron en medio de una descarga de disparos. Después de un enfrentamiento que duró más de una hora, los soldados recogieron los alimentos, suministros y equipos abandonados y los quemaron junto con la ranchería. Sanford contó 15 apaches muertos pero estos admitieron más tarde que perdieron unos 40 hombres en ese enfrentamiento. 

La noticia de la victoria salió en los periódicos de todo el país, incluidos el “New York Times” y el “Herald”. El “Arizona Weekly Miner” publicó el texto del informe oficial: “Tal oficial… vale su peso en oro”, “y debe tener un lugar cálido en el afecto de la gente”, refiriéndose a Sanford. Algunos de los apaches, cuyo jefe era Delshay, fueron a Fort McDowell a pedir la paz al comandante del puesto, el teniente coronel Clarence E. Bennett).

* El 19 de diciembre de 1866, G. W. Dent, cuñado del general Grant, toma posesión del cargo como Superintendente de Asuntos Indios, abogando por una guerra activa, ofensiva, persistente, combinada y simultánea destinada a cazar a los nativos a fuego y hambre.

* Durante el verano y el invierno de 1866, Cochise comercia en Casas Grandes y Janos (Chihuahua) con los productos robados, aunque incursiona por Sonora y Chihuahua. (Muchos sábados de 1866, los chiricahuas se presentaban en Casas Grandes o Janos para comerciar con el botín conseguido, incluido oro. Un sonorense llamado Francisco Martínez vio en agosto de 1866 a Cochise y a toda su banda comerciando con caballos en Janos. Según Martínez, Zozaya y el resto de autoridades trataban a Cochisemuy bien” y parecían “muy contentos de verle”. Un amigo de Martínez intentó comprar sus propios caballos robados en Sonora, pero los apaches rechazaron comerciar por otra cosa que no fuera pólvora o balas de plomo.

Sin embargo, cuando un destacamento de soldados de Chihuahua, al mando de Cayetano Ozeta, apoyado por un grupo de voluntarios de Guerrero [Chihuahua], fue a atacar el campamento de Cochise situado al nordeste de Janos, muchos habitantes de esta localidad se sumaron al ataque, matando a cinco hombres y a una mujer, y capturando a otros cuatro.

Ozeta permaneció en la zona, lanzando una campaña en la primavera del siguiente año de 1867. Siguió un rastro que iba al otro lado de la frontera hasta el sur de las Chiricahua Mountains [Cochise County, Arizona]. En abril sorprendió una ranchería liderada por Tuscas, matando a ocho hombres y cuatro mujeres, y capturando a otros 26. También liberó a un cautivo mexicano).

1867

* A principios de 1867, Cochise vuelve a las Animas (Hidalgo County, New Mexico) y a las Chiricahua Mountains ([Cochise County, Arizona]. A partir de este año, con la expulsión de los franceses de México, las tropas de Sonora y Chihuahua pudieron dedicar todas sus energías a luchar contra los apaches, librando una guerra de exterminio contra ellos y los que no acabaron muertos lo hicieron como esclavos en el interior del territorio mexicano.

El 1 de marzo de 1867, la banda de Cochise atacó los correos, la mina Mowry y Tubac [Santa Cruz County, Arizona] buscando armas de fuego, municiones, carne, caballos y mulas).

* El 14 de abril de 1867, el capitán J. M. Williams sale de Fort Whipple (Yavapai County, Arizona) al mando de la compañía “I”, del 8º de Caballería, para realizar una campaña contra los apaches. (En dos ataques diferentes mataron a un total de 50 apaches, con la pérdida de un soldado muerto y otro herido, el soldado Dollinger). 

* En julio de 1867, el prefecto de Ures (Sonora) comunica al gobernador que los apaches se habían llevado, en las inmediaciones de Pueblo de Álamos, cinco caballos y un burro propiedad de Andrés Hernández; habiendo matado una burra y varios bueyes. (Nadie pudo ir tras ellos por la ausencia de armas en dicho pueblo. Las autoridades solían pedir las armas que tenían los civiles para poder surtir con ellas a la Guardia Nacional. Sin embargo, a veces los vecinos no podían prestar sus armas y se quedaban con ellas porque las necesitaban cuando salían a trabajar en sus campos, llevándolas para no encontrarse desarmados ante eventuales ataques de los apaches). 

* El 24 de agosto de 1867, un destacamento de tropas sale de Fort Wallen (el futuro Fort Huachuca, Cochise County, Arizona) para seguir el rastro de  Cochise, pero esta vez, Merejildo Grijalva no iba con ellos. (Estaba en Tucson casándose con Rosa Cortez. Su historia es un calco de la de Grijalva. Había nacido en Chinapa [municipio de Arizpe, Sonora] siendo capturada por los apaches en 1853. Estuvo con ellos 12 años, escapando en 1865, cuando sus captores visitaron Fort Goodwin [Graham County, Arizona]. La esposa del teniente Joseph Felmer la escondió hasta que los apaches se fueron. Luego fue a Fort Bowie donde conoció a Grijalva por primera vez. Fue acogida en Tucson por la familia de Leopoldo Carrillo, quien se encargó de su educación. Se casaron y tuvieron un hijo que murió el 15 de junio de 1872, a los cinco meses de nacer, siendo enterrado en el cementerio de Fort Bowie. Más tarde, adoptaron a un niño apache, y a una niña mohave, llamada Guadalupe. 

Ante el acoso que sufría, Cochise regresó a Sonora a finales del verano, siendo también perseguido por tropas de ese estado mexicano. Desde septiembre hasta finales de año, el coronel Joaquín Terrazas siguió sin éxito el rastro de varias incursiones apaches.

En otoño, las autoridades de Sonora iniciaron una investigación sobre Janos [Chihuahua], a la que culpaban por animar a los chiricahuas a lanzar ataques en Sonora. La comisión investigadora encontró que Janos tenía un pacto local de paz con los apaches, particularmente con Cochise. Los chiricahuas intercambiaban ganado robado por armas y munición con los habitantes de Janos, y luego estos vendían el ganado a los estadounidenses. Los sonorenses incluso decían que los habitantes de Janos avisaban a los chiricahuas de las campañas mexicanas. El comercio no lo podían negar, pero el gobierno de Chihuahua se defendió diciendo que sin una adecuada guarnición, Janos no tenía otra opción que comerciar con los apaches. Para ello, el gobierno autorizó a Ozeta a reclutar una unidad de civiles armados para servir en Janos a principios de 1868, la primera guarnición del antiguo presidio desde hacía 10 años).

* El 5 de noviembre de 1867, los apaches dan muerte a John Slater, correo postal, y al comandante de Fort Bowie (Cochise County, Arizona), el teniente John Cuthbert Carroll, del 32º de Infantería, en una escaramuza a unos 7 km del puesto. (Ese día, un grupo de ingenieros encargados de la topografía de una ruta para la “Pacific Railway Company”, llegaron a Fort Bowie para comprar suministros y forraje. Uno de los miembros del grupo era el fotógrafo William A. Bell, quien más tarde escribiría sobre lo ocurrido.

Cuando llegó Bell, los únicos oficiales en el puesto eran el teniente Carroll, comandante; el subteniente Edward B. Hubbard; y el cirujano Joseph P. Widney. La tropa consistía en una compañía del 32º de Infantería formada por 44 hombres. A primeras horas de la tarde del 5 de noviembre, las ovejas y bueyes del puesto pacían tranquilamente a unos 3 km de distancia  cuando, de repente, se oyeron disparos. Todos corrieron hasta el punto más alto de visión y miraron hacia donde estaba el ganado porque desde allí habían llegado las detonaciones. El cartero Slater que se dirigía al oeste de Tucson, nada más dejar atrás el ganado, una vez pasado un recodo del camino que lo ocultaba del puesto, se topó con dos apaches que se arrastraban hacia el rebaño. Intercambiaron varios disparos e inmediatamente dio la vuelta para dar la alarma. De inmediato, el teniente Carroll cogió su caballo y salió a buscar a Slater. Poco después, varios hombres salieron del puesto en busca de los apaches. A medida que avanzaba la tarde, la mayoría volvía de dos en dos, y de tres en tres, sin haber visto a ninguno. Todos menos el cartero y el teniente.

Un grupo de nueve hombres, entre ellos Bell, salió para buscarlos. Cuando se ponía el sol, encontraron el cuerpo mutilado y sin vida de Slater. Continuaron su búsqueda, y a unos 800 metros, el cuerpo desnudo y muerto de Carroll, custodiado por su perro. Ambos hombres fueron envueltos en mantas y, a la mañana siguiente, enterrados en el pequeño cementerio del puesto.

Fort Bowie tenía la misión de proteger el camino que llevaba hacia New Mexico, así como las comunicaciones entre Apache Pass [Cochise County, Arizona] y Tucson [Pima County, Arizona]. A menudo escoltaban las diligencias, tarea no exenta de peligro).

*  En diciembre de 1867, Wesley Merritt,  teniente coronel del 9º de Caballería de “Buffalo Soldiers”, y comandante de Fort Davis (Jeff Davis County, Texas)  envía a un suboficial y un pelotón de soldados para proteger una diligencia. (Esa era una de las funciones principales de la guarnición de Fort Davis ante el peligro que suponía la presencia de apaches mescaleros por la zona. Los soldados acompañaron los tramos hacia el este, hasta Barrilla Springs [Pecos County, Texas] o hacia el oeste, hasta Eagle Springs [Hudspeth County, Texas]. Luego escoltaron a los conductores de regreso a Fort Davis. Unos 100 apaches atacaron un carruaje postal protegido por ocho hombres que iba en dirección este, desde El Paso. Azotando sus mulas, el conductor se dirigió hacia Eagle Springs. Mescaleros y soldados se dispararon mutuamente, resultando heridos el soldado Nathan Johnson y tres de los caballos de la escolta. Por casualidad, una compañía del 9º de Caballería, mandada por el capitán Henry Carroll, estaba acampada en el manantial. Al escuchar los disparos, Carroll desplegó a sus hombres para emboscar a los mescaleros. Cuando el carruaje se dirigía a toda velocidad hacia la estación, los soldados dispararon una andanada contra los mescaleros, quienes rápidamente interrumpieron la persecución).

* Durante el invierno de 1867, Cochise acampa, por una epidemia de sarampión, en las Peloncillo Mountains (Cochise County, Arizona & Hidalgo County, New Mexico).

1868

* A principios de 1868, se recluta una unidad de civiles armados para servir como guarnición en Janos, con el fin de evitar el comercio de ciudadanos de esa población con los apaches. (No había habido una guarnición en Janos desde 1858. Al mando de esa unidad estaba Cayetano Ozeta, pero incluso él cayó en la tentación de tratar con los chiricahuas.

Cuando Cochise, presionado a ambos lados de la frontera, envió en julio de 1868 a seis chiricahuas a negociar un tratado en Janos, Ozeta aceptó hablar, pero cuando se enteró de un ataque apache a Casas Grandes, donde hirieron a un mexicano y espantaron 50 cabezas de ganado, ordenó detener a los seis mensajeros.

La última táctica de Cochise no tuvo éxito. Las autoridades que había ahora tenían otra perspectiva diferente a la de sus predecesores. Los Ozeta, Mata Ortiz, Terrazas, … veían difícil combinar épocas de guerra y paz. Su política era simplemente la utilización de la violencia.

Antes, durante enero y febrero, Joaquín Terrazas, al mando de soldados y civiles, persiguió sin éxito a los apaches por la Sierra del Poniente del Sauz y Encinillas [Chihuahua].

Fue tras ellos otra vez durante marzo y abril. Los persiguió sin éxito desde Hormigas [Chihuahua] hasta el Río Bravo [Río Grande para los estadounidenses]).

* El 16 de abril de 1868, unos 200 apaches mescaleros atacan un carro militar tirado por cuatro mulas que llevaba suministros de Fort Stanton (Lincoln County, New Mexico) a Fort Selden ([Doña Ana County, New Mexico]. El ataque tuvo lugar en Round Mountain, a unos 16 km al este de Tularosa [Otero County, New Mexico]. El sargento Edward Glass al mando de cinco soldados de la compañía “H”,  del 3º de Caballería, envió a uno de sus hombres a pedir ayuda a Tularosa, mientras el resto se refugiaba en la cima de Round Mountain donde estaban las ruinas de una antigua fortaleza. El soldado regresó con 26 colonos de Tularosa antes de que los  apaches mescaleros consiguiesen alcanzar la cima donde el sargento Glass y sus hombres estaban siendo rodeados.

En el enfrentamiento falleció un viejo guerrero que se arrojó sobre la puerta del viejo fuerte, probablemente para inspirar valor al resto, encontrándose  tras el enfrentamiento nueve cuerpos más sobre el terreno. También murió el colono José Luran, resultando heridos por flechas algunos más.  

Unos años después, un apache mescalero que participó en el enfrentamiento dijo a John Meadows, vecino de Tularosa,  que tenían bastantes armas de fuego y municiones para haber ganado ese combate, pero que no sabían usarlas. Ponían la pólvora encima de las balas, en lugar de al revés. Cuesta creer que los mescaleros no supieran cargar rifles de avancarga cuando llevaban años utilizándolas. Quizás fue una exageración o un error de John Meadows). 

* En mayo de 1868, Joaquín Terrazas recibe noticias de que cerca de Ojinaga (Chihuahua) hay una banda de apaches mescaleros. Se dirige al lugar y cuando llega a Coyame, le informan de que dicha banda está en conversaciones de paz con José Merino, comisionado del gobierno, por lo que se dirige a inspeccionar las sierras de Pilares, del Hueso y Fierro hasta Aguanueva (todas en Chihuahua).

* El 13 de mayo de 1868, Cochise intenta llevarse la manada de caballos de Fort Bowie (Cochise County, Arizona) pero los guerreros son rechazados por los soldados al disponer masivamente de los nuevos fusiles de retrocarga de un solo tiro. (Poco después, el 26 de mayo de 1868, Cochise atacó la diligencia que llevaba el correo postal de los Estados Unidos. Con el conductor, Charles “Tennessee” Hadsell y su ayudante de 25 años, John Brownley, iban dos soldados, George Knowles y Robert King, de la compañía “D”, del 32º de Infantería, que fueron enviados a escoltar la diligencia hasta Barney Station [Cochise  County, Arizona].

A unos 9 km al este de Fort Bowie fueron atacados por los apaches. Con los primeros disparos, Brownley resultó mortalmente herido, soltando las riendas que fueron recogidas por Hadsell, quien intentó regresar a Fort Bowie. Los apaches rodearon la diligencia, capturando a los tres hombres que tuvieron una horrible muerte.

Al no tenerse noticias de ellos, el comandante de Fort Bowie, el capitán Homer J. Ripley envió al teniente E. B. Hubbard, al mando de 31 hombres, para buscarlos. El 2 de junio, el destacamento de Hubbard encontró los cadáveres mutilados de los hombres cerca del lugar donde habían sido atacados.

Cochise se dirigió a las Alamo Hueco y a las Hatchet Mountains [las dos en el Hidalgo County, New Mexico] donde acampó a principios de verano).

* En junio de 1868, el teniente coronel Thomas Casimer Devin, comandante de Fort Whipple (Yavapai County, Arizona), informa que en abril, un destacamento formado por 100 soldados de Caballería, 50 de Infantería, y cuatro guías, había realizado una campaña de 45 días por el territorio apache, al este de Fort Whipple, con nulo éxito, ya que solo encontraron rancherías desiertas.

* El 13 de julio de 1868, una banda apache ataca una caravana comercial perteneciente a los socios Pinckney Tully y Esteban Ochoa. (La caravana iba dirigida por Santa Cruz Castañeda, experto carretero y luchador contra los apaches. Había trabajado para la empresa Tully & Ochoa durante varios años transportando cargas y protegiéndolas de los apaches. Los apaches atacaron la caravana en el Cienega Creek [Pima County, Arizona]. Mataron a dos hombres, Barba y Soto, e hirieron a Baregen, Moreno, Lucero y Castañeda. Los apaches se llevaron 38 mulas, pero no pudieron apoderarse de los carros).

* En julio y agosto de 1868, Joaquín Terrazas persigue a los apaches por la Sierra de Encinillas, recorriendo los montes de Tepehuanes y Terán, llegando hasta la sierra del Fierro (todas en Chihuahua), donde se vuelven sin éxito al dispersarse los apaches.

* A mediados de agosto de 1868, algunos chiricahuas llegan a Cañada Alamosa (hoy Monticello, Sierra County, New Mexico).

* El 22 de agosto de 1868, aparece en el “Harper’s Magazine” una foto de una delegación de apaches jicarillas y utes en Santa Fe (Santa Fe County, New Mexico).

* A finales del verano de 1868, el jefe apache chokonen Cochise y su banda se mueven por Sonora. (Las tropas mexicanas, tanto de Sonora como de Chihuahua, persiguieron a los apaches, matando a unos 100  de ellos en el curso de varios encuentros, por lo que obligaron a Cochise a dirigirse hacia el norte, a las Mogollon Mountains [Grant & Catron Counties, New Mexico]).

* En septiembre de 1868, el teniente Patrick Cusack sale de Fort Davis con 60 soldados de las compañías “K” y “F”, del 9º de Caballería y algunos voluntarios mexicanos para perseguir a unos apaches que habían atacado un convoy, huyendo hacia México con el ganado robado. (Cusack alcanzó a 200 apaches, a 128 km al sur del puesto, en las Santiago Mountains [Brewster County, Texas], entablándose un enfrentamiento en el que el teniente afirmó que sus hombres mataron entre 20 y 30 guerreros, hirieron a un número parecido, capturaron una manada de ponis, recuperaron 200 reses robadas y liberaron a dos niños mexicanos. Dos soldados resultaron gravemente heridos y dos caballos fallecieron).  

* En octubre de 1868, los chiricahuas intentan otra vez negociar un tratado de paz en Janos (Chihuahua) enviando a 12 negociadores. (Cuando Cayetano Ozeta se enteró de que un destacamento de Sonora había atacado el 12 de octubre una ranchería apache en las Alamo Hueco Mountains [Hidalgo County, New Mexico], detuvo a los 12 mensajeros. Las tropas de Sonora mataron a 12 apaches [cuatro guerreros, y ocho mujeres y niños].

Luego Ozeta atacó una ranchería situada al norte de Janos, llevando a la Villa de Chihuahua 10 prisioneros y 12 cabelleras, incluida la de José Mangas, hermano de Mangas Coloradas).

* El 23 de octubre de 1868, una banda de unos 75 apaches mojaves ataca a Joseph Melvin y a Jesse J. Gibson en Ash Creek, cuando viajaban de Prescott (Yavapai County, Arizona) a Río Verde ([Maricopa County, Arizona]. Gibson fue herido gravemente en el cuerpo, perdiendo su arma y 150 $; y Melvin resultó herido en una pierna. Los heridos se refugiaron en el rancho Lerty. Gibson fallecería en el hospital de Fort Whipple [Yavapai County, Arizona]).

* En 1868, los apaches White Mountain que reciben raciones en Fort Goodwin (Graham County, Arizona) son acusados por ciudadanos de Arizona y de Sonora de realizar continuas depredaciones. (Las incursiones apaches en el norte de Sonora eran raras en esas fechas, pero todavía se producían. Sin embargo, los apaches solo podían robar unas pocas cabezas de ganado porque las tropas estadounidenses en el sur de Arizona bloqueaban los valles fluviales que llevaban a sus hogares montañosos.

Los apaches White Mountain de Fort Goodwin fueron culpados abiertamente por las incursiones. El general Thomas C. Devin, comandante del Distrito de Arizona, anunció que las raciones serían retenidas hasta que los responsables fueran entregados al comandante del puesto. Luego, en noviembre, Devin les informó que no se distribuirían raciones hasta que se entregaran como prisioneros de guerra y se establecieran en una reserva permanente. Los apaches White Mountain decidieron abandonar Fort Goodwin).

1869

* En 1869, las autoridades militares estadounidenses enviaron desde Fort Whipple (Yavapai County, Arizona) un total de 16 misiones contra los apaches, recorriendo aproximadamente unos 4.800 km. (Los soldados mataron a 35 apaches, hirieron a 41, y capturaron a otro. La propiedad capturada ascendía a 58 arcos, 12 cuchillos, un rifle, cuatro caballos, dos sillas y cinco hachas. También destruyeron una ranchería, 20 wickiups, 20 chozas, una gran cantidad de harina y provisiones de invierno, sin ninguna pérdida por parte de los soldados).

* En enero de 1869, los apaches White Mountain están preocupados por el cese de las raciones y los movimientos de tropas estadounidenses contra ellos, estando dispuestos a aceptar residir en una reserva permanente. (Los apaches White Mountain habían reclamado tenazmente la posesión de su vasto territorio por el que habían vagado e incursionado, pero eso pronto cambió cuando los primeros estadounidenses llegaron a su territorio. Después de ser derrotados por coronel Benjamin Louis Eulalie de Bonneville, se dieron cuenta de que debían vivir en paz con los estadounidenses, y aconsejados por el Agente Indio, el Dr. Stack, prometieron mantener la paz. Durante la Guerra Civil, los White Mountain habían asegurado repetidamente al general Carleton que tenían intenciones pacíficas. Su experiencia en la reserva militar de Fort Goodwin fue decepcionante, pero en 1869 estaban dispuestos a aceptar una reserva permanente en sus territorios ancestrales).

* En 1869, Stephen Smith, enviado de los Estados Unidos, intenta reunirse con Costalites y otros apaches lipanes en México, pero se encuentra con que han huido a Texas después de sufrir un ataque del ejército mexicano cerca de Zaragoza (Coahuila).

* En 1869, el presidente de los Estados Unidos, Ulysses Simpson Grant establece su “política de paz”:

1. Los indios serán ubicados en reservas, manteniéndolos lejos de los estadounidenses; se les enseñará a cultivar y serán convertidos al cristianismo.
2. Cuando sea necesario, los indios serán castigados por sus delitos.
3. Las reservas tendrán suministros del gobierno.
4. Los agentes de las reservas serán contratados a través de organizaciones religiosas.
5. El personal de las escuelas y las iglesias se contratará a través de organizaciones cristianas, para educar y preparar a los indios para la ciudadanía.

* El 3 de enero de 1869, unos 21 apaches matan a Joaquín Tapia y a James Catterson. (Joseph Goldtree y Joaquín Tapia eran socios de una tienda que habían abierto en Tubac [Santa Cruz County, Arizona] en 1867. En febrero de 1868, Goldtree plantó maíz en un terreno situado en el Sonoita Valley [Santa Cruz County, Arizona], el cual había sido abandonado por su dueño Charles A. Shibell ante los continuos ataques de los apaches [entre el 8 de mayo y el 27 de noviembre de 1868, los apaches le robaron 21 yuntas de bueyes por valor de 100 $ cada una].

Para cobrar el maíz que había entregado anteriormente en Camp Crittenden [Santa Cruz County, Arizona], Goldtree y Tapia cerraron la tienda y salieron de Tubac el 3 de enero de 1869, llevando unos cuantos caballos por valor de 250 $ y una calesa con arneses valorada en 200 $. Tapia llevaba también 650 $ producto de las  ventas de la tienda. Pasaron la noche en Calabasas [Santa Cruz County, Arizona], saliendo de allí a la mañana siguiente hacia Camp Crittenden en compañía del Capitán James Catterson, un ex militar. Goldtree diría en Tucson el 3 de enero de 1893: Conducía y mi compañero siempre tenía un arma amartillada en la mano. El capitán Catterson estaba a unos 50 metros detrás de nosotros en un caballo gris con una escopeta de dos cañones en la mano. Recorrimos alrededor de 14’5 km a través de barrancos y colinas cuando llegamos a un terreno llano con un pequeño montículo a mi derecha, de unos 50 metros de largo. De repente sentí algo caliente y fue un disparo rozando mi oreja derecha muy cerca de mí. Pensé que era el capitán Catterson disparando desde su posición, por lo que me volví para mirar y vi a los indios justo detrás de nosotros disparando. Alcanzaron mi sombrero y rozaron mi pulgar y ya no pude ver más al capitán Catterson. 

Los indios estaban a mi derecha, mi compañero a mi izquierda. Dije: ‘Será mejor que huyamos’, así que saltamos, yo salté primero y él saltó por encima de mí. Los indios corrieron hacia nosotros, saqué mi revólver y se fueron. Luego avancé unos 100 metros hasta un pequeño montículo donde podía verlos y luego estaban frente a mí en un terreno más bajo. Tenía miedo de que me tendieran una emboscada por detrás y le dije a mi compañero: ‘Será mejor que vengas aquí, donde puedas ver a tu alrededor y verlos tras las rocas y por todas partes’.

Mi compañero tenía su arma en la mano y mientras venía hacia mí, a unos 15 metros debajo de mí, dije: ‘Cuidado con ese indio que está detrás de ti’ y antes de que pudiera decirlo, el indio le disparó y lo alcanzó aquí [indicando el parte superior del cuerpo] y gritó: ‘Oh, me muero, Joe’. Tenía miedo, claro, y no sabía qué hacer, estaban disparando todo el tiempo, solo uno de ellos tenía un rifle, y las flechas llegaban como plumas.

Entonces vi a mi socio muerto, y me dije que si me quedaba por aquí me matarían. Salieron dos indios, uno frente a mí, y luego tomé la pistola de mi compañero, y tenía mi pistola en la mano y otra pistola. Uno de los indios tenía un arma y el otro tenía un arco y una flecha. Comenzaron a dispararme y a provocarme, así que disparé y alcancé al que tenía el arma aquí [indicando la ingle], saltando y bajando con fuerza, y rompiendo la culata de su arma. Arrancaron hierba y trataron de introducírsela en la herida y trataron de ponerlo fuera de mi vista.

Pensé que era un buen momento para desaparecer mientras estaban ocupados con ese indio. Lo hice, y me dirigí hacia Crittenden, pero cuando había recorrido unas 200 metros más o menos salieron tres indios con lanzas, dos a un lado y uno al otro. Estaba totalmente agotado, ya que había estado luchando durante media hora y estaba justo en lo más caluroso del día. Me dije a mí mismo que iba a morir de cualquier modo y que tenía que hacer lo mejor que pudiera, así que me detuve y disparé a otro aquí mismo [indicando el pecho]. Son cobardes, cedieron y yo seguí durante unos 300 metros más, hasta donde había un viejo carro que debió haber dejado algún carguero. Los tenía a todos detrás de mí ahora y me subí a la plataforma del vagón para poder mirar hacia abajo. Estaban debajo de mí, y vi que los indios sacaron los caballos y cortaron los arneses y rompieron el salpicadero y las tablas de la con piedras.

Tapia tenía seis pares de mantas de California en la calesa, empezando a sacarlas. Cuando uno tiraba, los demás las cortaban en pedazos. Cada uno se llevó un cuarto o un octavo de manta. Después de llevarse todo se fueron.

Me detuve allí un rato y pensé que volvería y vería qué había sido de Tapia. Quería ir a buscar el dinero que tenía en el bolsillo, pero cuando volví no le quedaba nada, solo sus botas y la mitad de una vieja manta, eso era todo. Le quitaron la pistola y le descargaron todas las balas en la cabeza, y con una flecha le clavaron en el suelo. Traté de sacar la flecha y no pude porque estaba muy apretada. Luego cruzó el Sonoita Creek y se escondió entre la maleza hasta el anochecer, cuando llegó el coronel Charles W. Lewis con algunos hombres. Cuando lo encontraron, su ropa tenía varios agujeros de bala y flechas. A la mañana siguiente enterraron a Tapia y a Catterson. 

Hacia 1872, Goldtree  trasladó su tienda de Tubac a San Xavier del Bac [Santa Cruz County, Arizona], donde estableció un puesto comercial. El 10 de julio de 1876 estaba en San Xavier con tres carros y seis mulas para recoger el grano de los pápagos. Al mediodía, las mulas estaban desatadas y sueltas cerca, y cuando todos habían dejado de trabajar para preparar la cena, un grupo de apaches se las llevó).  

* El 4 de enero de 1869, un destacamento de soldados al mando del teniente Winter, intenta atacar una ranchería apache en el Mount Trumbull ([Mohave County, Arizona]. La acción no tuvo éxito al ver los apaches al oficial médico, que era muy alto, huyendo a las montañas. Los soldados mataron a una anciana y capturaron un caballo y un perro).

* En enero de 1869, W. A. Smith, granjero en el Cienega Valley (Pima County, Arizona) declara ante el Council and House of Representatives of the Territory of Arizona que un grupo de apaches había disparado, cerca de su granja, al cartero postal matando a su caballo y destruyendo la saca postal. (También en enero, unos 50 apaches mataron a John T. Howell, llevándose dos mulas.

El mismo año, un grupo de apaches mató también a Thomas Vonday, cuando estaba de pie en la puerta de su casa, que después saquearon; una banda de 60 apaches atacaron a seis militares estadounidenses, matando a un soldado; y en otro ataque a siete militares, mataron a otro soldado [los tres casos en el Sonoita Valley, Pima County, Arizona]).

* El 25 de enero de 1869, el teniente coronel Thomas Casimer Deven, comandante del distrito de Arizona, recibe la noticia del jefe apache chokonen Cochise de que si se le permite permanecer en paz en las Chiricahua Mountains se hará responsable de la seguridad de la ruta de las diligencias y del ganado que haya en sus proximidades.

* El 4 de febrero de 1869, el capitán Reuben Frank Bernard ataca a los apaches en las montañas del Aravaipa Valley (Graham County, Arizona) matando a ocho de ellos y capturando a otros seis.

* El 6 de febrero de 1869, Cochise se reúne en las Dragoon Mountains (Cochise County, Arizona) con el comandante Frank W. Perry, quien había salido el 20 de enero de Camp Goodwin (Graham County, Arizona), al mando de un destacamento con el teniente Guthrie, 62 soldados, un médico y su esposa, tres guías, y un coyotero White Mountain llamado Phillippi, quien dijo que les llevaría al campamento de Cochise. (Después de 14 días de marcha llegaron a las Dragoon Mountains donde la señora Handy [la esposa del médico] enfermó por la noche. Varios soldados fueron a buscar mostaza silvestre para ella y con el ruido que hicieron se asustaron y comenzaron a dispararse entre sí, aunque nadie resultó herido. Acamparon allí mismo al haber gran cantidad de nieve. A la mañana siguiente, probablemente el 5 de febrero, los guías capturaron a dos chokonen. Cochise los vio y la próxima vez que salieron del campamento, se reunió con ellos. Cochise dijo a Phillippi, que si no fuera porque quería la paz, ellos no regresarían nunca. Los guías le dijeron que el comandante quería verle. Cochise dijo que vendría al día siguiente y que se reuniría con él en un punto entre los dos campamentos. El suyo estaba a 9’5 km de allí, sobre la montaña. Vino al día siguiente con algunos de sus hombres y se reunió con Perry y su escolta. Era su primer contacto pacífico con estadounidenses desde el asunto Bascom, casi ocho años antes.

El periódico The Weekly Arizona Miner publicaría el sábado,  20 de marzo un extracto de la entrevista entre Cochise y Perry, describiendo al jefe chiricahua: Tenía unos 1’80 metros de altura, de fuerte musculatura, con temple, de rasgos prominentes, nariz aguileña, y parecía ser un hombre que sabía lo que decía. No aparenta la edad que tiene, 50 años. Aparentemente, Cochise empezaba a aceptar la posibilidad de firmar la paz, pero aún mantenía una profunda desconfianza con los estadounidenses. Se dieron la mano y fumaron. La conversación siguió así:

Cochise: ¿Qué estás haciendo aquí, capitán?”.

Perry: He venido a verte a ti y a examinar el territorio en general.

Cochise: Tú vienes con la intención de matarme a mí o a cualquiera de mi tribu; eso es lo que todas vuestras visitas significan para mí. Lo intenté con los estadounidenses una vez y rompieron el tratado primero, los oficiales, quiero decir, esto fue en el Pass [Apache Pass]. Si me quedo en casa, debo ser tratado correctamente, pero no espero que hagan todo lo que dicen por nosotros. No me quedaré en Goodwin [Reserva de San Carlos]; no es lugar para indios. Fallecen al poco tiempo de estar allí. Iré a Goodwin a hablar contigo y después oiré como tratas a los indios allí. Yo enviaré a dos de mis indios, quienes me informarán [envió a dos mujeres]. Durante el último año he perdido cerca de un centenar de mi gente, principalmente de enfermedad. Los estadounidenses mataron a muchos. Yo no tengo 100 indios ahora. Hace 10 años tenía 1000. Los estadounidenses están en todas partes y debemos vivir en malos lugares para huir de ellos. No puedo darte mescal al haber otro destacamento al otro lado y no poder hacer hogueras para cocerlo [Probablemente una pequeña patrulla de Camp Wallen {ubicado en el Babocomari Creek, a unos 24 km al oeste de Tombstone} al mando del teniente William Mck. Owen, quien destruyó una abandonada ranchería de 12 wickiups en algún sitio de las Dragoon Mountains, alrededor del 31 de enero]. Los coyoteros son más fuertes que nosotros y nos roban ganado; algunos de ellos dicen que tú vienes a matarnos, pero algunos indios mienten. Mis indios no harán daño hasta que yo venga, lo cual puede ser dentro de dos meses.

Perry: Oí que fuiste herido a menudo, pero andas muy bien.

Cochise: Fui herido dos veces. La primera cerca de Santa Cruz, en la pierna, hace 12 años. Tuve mal la pierna durante algún tiempo después. La siguiente cerca de Fronteras [Sonora], hace dos años, en el cuello. Somos conocidos como los Gamo Apaches. Me gustaría algo de pan y tabaco, y una manta”.

Perry se lo proporcionó, pero dijo: Los soldados pasaron hambre durante tres días.

Los apaches capturados fueron enviados con Phillippi a cortar mescal, pero aprovecharon la ocasión para huir. La reunión acabó sin ningún compromiso del jefe chokonen quien no tenía intención  de acercarse a ningún puesto militar para continuar las negociaciones. Recordaba lo que le ocurrió a su suegro, Mangas Coloradas. Perry continuó hasta Fort Bowie).

* En febrero de 1869, un grupo de apaches mata a un pastor de Albert Decker, propietario de una explotación en el Gila Bend ([Maricopa County, Arizona]. También en febrero, Vm. S. Grey, granjero y vecino de Tucson [Pima County, Arizona] declaró haber sufrido el robo de siete reses a manos de los apaches. Los robos continuaron en marzo, nueve reses; en julio, dos reses; en septiembre, cuatro reses; en enero de 1870, un caballo y una vaca; en marzo de 1870, tres reses; en mayo de 1870, cuatro reses; en julio de 1870, cinco reses; en noviembre de 1870, tres reses. Todos juntos supusieron una pérdida de 2.000 $.

En primavera, el agricultor Ignacio Varela denunció que dos hombres se habían refugiado en su casa [en Arizona] al ser atacados por unos apaches, quienes ese mismo día mataron a un trabajador suyo que llevaba un carro con bueyes, los cuales también resultaron muertos y otra propiedad destruida. Casi al mismo tiempo, los apaches atacaron a un grupo de nueve hombres, matando a uno de ellos).

También en primavera, Francisco Grijalba denunció que unos apaches habían matado a Juan Yépes, cerca de Camp Whipple. Dos semanas más tarde, tres hombres fueron atacados y muertos por apaches entre Camp Whipple y Camp Lincoln [los dos en el Yavapai County, Arizona], y sus animales capturados).

* En abril de 1869, a través de la Ley de Asignaciones, el presidente de los Estados Unidos autoriza a formar una Junta de Comisionados Indios que se reúne por primera vez en el mes de  junio. (La Junta solicita que se busque una solución pacífica a las hostilidades con los apaches).

* En abril de 1869, un grupo de apaches mata a James G. Sheldon a 6’4 km al oeste de Camp Willow Grove ([Mohave County, Arizona]. También mataron a su caballo y se llevaron su arma y 300 $. También en abril, los apaches robaron al granjero de Tucson [Pima County, Arizona] Jesús María Ortiz tres bueyes de labranza; y en mayo de 1869, un buey.

* El 3 de abril de 1869, el teniente coronel John Green (nacido en Baden-Württemberg [Alemania], con servicios distinguidos en la guerra contra México y en la Guerra Civil) sale de Camp Grant (Pinal County, Arizona) al mando de una columna compuesta por 80 hombres de las compañías “C”, “G” y “K” de su regimiento, el 1º de Caballería; y otros 27 del 14º y el 32º de Infantería. (Llevaban un guía y 10 exploradores apaches que, aunque no consta en el informe oficial de la campaña, probablemente pertenecían a la pequeña banda de apaches “mansos” que vivían cerca de Tucson [Pima County, Arizona] desde la época española. Dirigiéndose en dirección este, Green llevó su destacamento por el río Gila y cruzó hasta su afluente, el San Carlos. El 6 de abril, mientras se hallaba a orillas del San Carlos, divisó humo que resultó proceder de las pequeñas fogatas que unos apaches tenían para cazar ratas, usando el fuego para hacer salir a los animales de sus madrigueras.  El 7 de abril  hallaron huellas de unas cuatro personas que dejaban entrever que había una ranchería cerca. Sin embargo, al seguir el rastro descubrieron que este iba en dirección a las Pinal Mountains [Graham County, Arizona] por lo que Green envió parte de su columna, al mando del mayor C. H. Veil, para seguirlo. Tras una infructuosa búsqueda, Veil volvió con Green que había remontado el curso del Sycamore Creek, un pequeño brazo del San Carlos. Finalmente, el 9 de abril, cuando salieron de un desfiladero, lograron ver a lo lejos a cuatro apaches que corrían por lo alto de una montaña. Durante el resto del trayecto, el destacamento no logró establecer más contacto con ellos, por lo que continuó hasta Camp Goodwin [Graham County, Arizona], a donde llegaron el 17 de abril.

En Camp Goodwin tuvieron que confeccionar calzado para los soldados, ya que el que llevaban había quedado inservible debido a lo penoso del camino que, a pesar de llevar caballos, en muchas partes del trayecto había que efectuar la marcha a pie. También se tuvieron que quedar por enfermedad un teniente y seis hombres, más otros 11 por haber quedado inservibles sus caballos. El 21 de abril, Green volvió a salir en busca de apaches con intención de ir a las White Mountains [Apache County, Arizona] pero sus dos nuevos exploradores apaches coyoteros White Mountain desertaron y temiendo que pudieran avisar a los hostiles, optó por cambiar de dirección e ir hacia las Pinal Mountains [Graham County, Arizona]. El día 22, hallaron un importante rastro de nativos que habían pasado unos dos días antes y se divisó humo a unos 16 km al sur. Aquella tarde los exploradores mataron a un apache que resultó ser uno de los dos desertores. A las siete de la mañana siguiente, vieron a dos apaches en la ladera de una montaña situada a unos 3 km y sospechando que había un campamento cerca, Green ordenó una carga. Los soldados no tardaron en encontrarse con unos 200 apaches que huían montaña arriba, pero debido a lo agreste del terreno y la delantera que llevaban, los soldados no pudieron alcanzarlos, aunque lograron matar a uno de ellos. No obstante, los apaches, en su precipitada huida, se vieron obligados a abandonar todas sus pertenencias consistentes en mantas, pieles, víveres y cestas, todo lo cual fue destruido por los soldados.

Green continuó su campaña contra los apaches White Mountain conduciendo su destacamento por algunos de los puntos más agrestes de aquellas montañas, siendo el terreno tan accidentado que los hombres tuvieron que desmontar y guiar sus caballos a pie. El 29 de abril, localizó una ranchería y una parte de los soldados se situó en una posición más elevada que el lugar donde estaba el campamento apache, de manera que, cuando intentaban huir del ataque hacia lo alto de la montaña, recibieron una mortífera descarga que ocasionó la muerte de 25 de ellos, siendo capturados ocho más y otros muchos fallecieron después a consecuencia de sus heridas.

Un total de 40 guerreros apaches murieron durante la campaña de abril y se apresaron numerosas familias. Asimismo, la tropa destruyó una considerable cantidad de provisiones y capturó gran número de ganado caballar y mular, contribuyendo a debilitar la resistencia de la banda White Mountain).

* El lunes, 10 de mayo de 1869, una caravana con mercancías perteneciente a la compañía “Tully & Ochoa, Tucson, A. T.”, sale de Tucson (Pima County, Arizona) en dirección a Old Camp Grant ([Pinal County, Arizona]. Los dueños de la empresa, Pinckney Tully y Esteban Ochoa no iban en ella, siendo dirigida por Santa Cruz Castañeda, un buen jefe de carros y experimentado luchador contra los apaches.

Castañeda iba al mando de 14 hombres que llevaban nueve carros tipo Murphy, que podían transportar entre cuatro y ocho toneladas, dependiendo de su longitud, tirados por 80 mulas [aunque esa compañía solía utilizar bueyes, en esa ocasión llevaban mulas, debido quizás a que necesitaban entregar rápidamente sus mercancías]. Con ellos iba Edward Zinns, un joven minero con buenas aptitudes pictóricas. No está claro el motivo, pero quizás quiso viajar con la caravana como medida de precaución. Al estar presente, decidió hacer de “reportero”, pintando un lienzo en el que plasmó todo lo ocurrido en el enfrentamiento.

Alrededor de las 17:00 horas, llegaron cerca del Cañón del Oro [Pima County, Arizona], a unos 44 km al norte de Tucson, donde acamparon para pasar la noche. A las 06:00 horas del martes, 11 de mayo, los carreteros levantaron el campamento y se dirigieron al norte, en dirección a Old Camp Grant. A esa hora, salían de dicha instalación militar el sargento Warren Allison y seis soldados de la compañía “G”, del 1º de Caballería, para ir a Camp Lowell [Tucson, Pima County, Arizona].

Sobre las 08:00 horas, cuando la caravana bajaba por un estrecho arroyo, un gran número de apaches apareció por las colinas de los alrededores, rodeándolos. Castañeda ordenó a sus hombres agrupar los carros.

En esa época, los ataques apaches a las caravanas no eran infrecuentes, a menudo para defender su territorio ante la avalancha de colonos y militares. Sin embargo, todo hace indicar que el motivo de este ataque era paliar el hambre, ya que parece que no querían luchar contra los carreteros. El ataque del 29 de abril pasado, de un destacamento de Old Camp Grant, en el que además de los apaches muertos, resultó destruida una gran cantidad de provisiones y capturado un gran número de caballos y mulas, parece que los obligó a buscar alimentos. Los apaches no realizaron la típica emboscada, sino que enviaron un hombre a parlamentar.

Un apache se adelantó agitando una tela blanca y hablando en español, llamó a Castañeda por su nombre, pidiendo hablar con él. Castañeda dejó al apache llegar hasta los carros, reconociéndole. Le había visto alguna vez en Camp Goodwin [Graham County, Arizona]. Su nombre era Cisco, un mexicano criado con los aravaipas, quien dijo que no querían hacerles daño; que eran suficientes para apoderarse de los carros y que le aconsejaba dejarlo todo y que se fuesen en paz: “Deja los carros y podéis iros”. Castañeda respondió con calma: “Tendréis los carros cuando ya no podamos defenderlos”. Cisco volvió a las colinas y dijo a su jefe, probablemente Eskiminzin, lo que Castañeda había dicho. Los apaches realizaron varios disparos y lanzaron flechas contra los carros. Los carreteros colocaron sacos de harina y grano protegiéndose tras ellos y bajo los carros, disparando solo cuando tenían un blanco claro o cuando los apaches trataban de avanzar, lo que hacían a intervalos. Una y otra vez, pequeños grupos de apaches se acercaban a los carros tratando de encontrar un punto débil. Los expertos carreteros hicieron que los apaches se pusieran a cubierto disparando certeros disparos.

Castañeda tenía otra arma cuando los apaches eran lo suficientemente osados como para acercarse peligrosamente a los carros. Ordenó sacar un pequeño cañón y colocarlo en una posición idónea para cubrir la zona por donde los apaches atacaban en mayor número. El cañón fue un arma bastante eficaz contra los guerreros que se acercaban armados con flechas [no eran muchos los que estaban armados con rifles]. Los carreteros cargaban el cañón con metralla, principalmente con trozos de herraduras usadas, manteniendo a raya a los apaches hasta que agotaron los proyectiles, abandonándolo. Al atardecer, varios hombres de Castañeda estaban heridos y tres habían muerto, comenzando a faltarles munición, mientras los apaches habían sufrido bajas más numerosas.

En ese momento, el sargento Warren Allison y sus seis soldados pasaban cerca de allí, oyendo los disparos. Allison ordenó galopar hasta los carros mientras disparaban sus carabinas de retrocarga Spencer, modelo 1865 de 7 tiros, que disparaban cartuchos de cobre de calibre .56-50 de percusión anular. Cada soldado también llevaba un revólver de percusión de seis tiros Colt o Remington, del calibre .44. Los soldados sorprendieron a los apaches consiguiendo llegar hasta los carros.

Poco después, otro grupo de apaches llegó para apoyar a los guerreros de Eskiminzin. Era la banda del jefe Pinal Apache Bob-Chee-a-a [Ba Ch’ie que significa Coyote Rojo]. No se sabe si les habían pedido ayuda o venían de realizar una incursión. “The Weekly Arizonan” informaría que los dos grupos sumaban más de 300 guerreros, algo que parece exagerado. Castañeda diría más tarde: “Cerca del atardecer, las municiones se estaban acabando y todo el grupo habría fallecido de no haber sido por la llegada de los soldados de Camp Grant”.

Allison habló con Castañeda. Los carreteros estaban casi sin municiones, y al ver que el número de apaches había aumentado, decidieron irse cuando el sol estaba a punto de caer. Después de 10 horas de lucha, los 11 carreteros supervivientes [uno gravemente herido y dos con heridas leves] y los siete soldados, abandonaron los carros y las mulas y se dirigieron a Tucson. La decisión de abandonar los carros y la carga fue difícil para Castañeda, teniendo que abandonar los cuerpos de sus compañeros.

Los apaches les persiguieron, disparándoles flechas, acosándolos durante un corto trayecto en su retirada. La mayoría de los hombres iba a pie, mientras los heridos montaban los caballos de los soldados, y unos pocos, algunas de las mulas que habían conseguido salvar [habían muerto 14]. Cuando los apaches se retiraron, pudieron avanzar más rápido y recorrer los 44 km que les separaban de Tucson. Cuando llegaron a la mañana siguiente [miércoles 12 de mayo], Allison informó de lo ocurrido al capitán Reuben Frank Bernard en Camp Lowell.

El jueves 13 y viernes 14 de mayo, salieron dos destacamentos de Camp Lowell y Old Camp Grant para perseguir a los apaches. Uno de los destacamentos fue al Cañón del Oro, pero solo encontraron los cuerpos de los carreteros muertos y los carros quemados. Los apaches se habían apoderado de toda la carga y de las mulas que los carreteros no habían podido llevarse. Tully & Ochoa estimaron que perdieron 12.000 $. Los militares siguieron el rastro de los apaches durante dos días, pero finalmente lo perdieron, regresando a sus bases con las manos vacías.

El sábado, 15 de mayo de 1869, el periódico “The Weekly Arizonan” decía: “El resultado más atrevido y desastroso, entre las muchas incursiones realizadas por los indios en esta sección de Arizona, fue el llevado a cabo el martes pasado: la caravana de los señores Tully y Ochoa, compuesto por nueve carros y unas 80 mulas, partió de aquí en el último lunes estaba cargada de carga del gobierno para Camp Grant”).

* También en mayo de 1869, una banda apache mata a E. G y G. Pennington (padre e hijo) mientras están arando sus campos en el Sonoita Valley (Pima County, Arizona), llevándose todos los caballos, mulas y demás bienes de la explotación agrícola. (El mismo mes, los apaches atacaron dos patrullas militares estadounidenses a 11 km de Camp Crittenden [Santa Cruz County, Arizona], matando a un soldado, hiriendo a otro, y capturando 10 mulas. También mataron y quemaron a Thomas Yonday, a 14 km de Camp Crittenden; a Pennington y a su hijo en el Sonoita Valley [Santa Cruz County, Arizona], y robado bienes por valor de 1.000 $. También mataron una vaca y robaron algunas tiendas de campaña de la parte posterior de la zona de oficiales en Camp Crittenden).

* El 2 de junio de 1869, el teniente coronel Cuvier Grover, comandante de Fort Craig, (Socorro County, New Mexico) notifica a sus superiores que un apache llamado Loco, jefe de dos pequeñas rancherías que sumaban 20 hombres capaces de portar armas y hasta ahora hostil, ha venido al puesto a pedir la paz. (Grover le dijo que tan pronto como mantuviese su banda bajo control y tranquila, no sería molestado en sus rancherías situadas a unos 65 km de Fort Craig, sobre el río Alamosa.

Un mes más tarde, el coronel George W. Getty, comandante del Distrito Militar de New Mexico, informó que dos grupos de chihennes habían ido a Fort McRae [Sierra County, New Mexico], acampando junto al río, para pedir un agente del Departamento Indio que les traslade a una reserva permanente.

El 20 de julio, el teniente Charles Edward Drew fue nombrado agente de los chihennes, tomando posesión del cargo el 23 de agosto. Cuando Ulysses Simpson Grant asumió la presidencia estadounidense a principios de 1869, anunció su determinación de resolver el problema indio de una vez por todas, inaugurando un programa para lograr la dominación pacífica de los nativos, llamado “Política de Paz” de Grant. El Congreso había destinado, el 10 de abril de 1868, dos millones de dólares para cubrir los gastos de la pacificación de las tribus indias. Se creó una junta de comisionados indios para supervisar los gastos y vigilar las condiciones de las reservas que debían crearse. Los agentes indios debían ser nombrados por órdenes religiosas.  Mientras se aplicaba esta política, el ejército se encargó de los asuntos de los nativos en New Mexico.

Drew se reunió en Fort McRae [Sierra County, New Mexico] con Loco, Victorio y López para hablar de paz. Unos 250 chihennes habían acampado junto al río Cuchillo Negro, a unos 19 km al suroeste de Fort McRae. En el puesto, Drew encontró algunos mexicanos dispuestos a ir a donde el jefe chihenne [se supone que Loco] e intentar traerlo. Tres días después, Loco llegó con tres hombres y cuatro mujeres. Loco, a través del intérprete, dijo que estaba dispuesto a abandonar el sendero de la guerra, hablando por toda su tribu. Dijo que quería la paz, una buena paz, y no mentiras. También dijo que López, uno de los jefes de los apaches del Gila que ocupan las Burro Mountains [Grant County, New Mexico], está en su campamento y que su gente está dispuesta a venir cuando vean que pasa con Loco. Los chihennes dijeron que querían plantar junto al río Cuchillo Negro, y cazar al este de las Mimbres Mountains o Black Range [Grant & Sierra Counties, New Mexico] como solían hacer, antes de ser enviados lejos. Drew observó que algunos de los hombres de Loco estaban heridos, sospechando que podían ser los autores de recientes depredaciones.

Loco, más mayor, estaba a favor de la paz si esta era posible. Victorio era menos optimista de que se pudiera conseguir. Victorio nunca fue muy locuaz con los blancos, raramente hablaba mucho, y cuando lo hacía era con decisión, se comprometía cuando era necesario, pero no más de lo necesario. Si los blancos demostraban ser traicioneros, que tuvieran guerra. ¿Ahora les ofrecían paz, alimentos y una reserva? ¡A ver si era cierto! Loco prometió permanecer allí hasta recibir una respuesta.

El 10 de octubre, Drew volvió a reunirse con Loco, Victorio, López, Chastine, y otro apache cuyo nombre el teniente no supo escribir o pronunciar. Con los tres primeros ya se había reunido dos veces durante las conversaciones de julio; mientras que los dos últimos fueron llamados por Drew, apaches de las Mogollon Mountains [Grant & Catron Counties, New Mexico], mostrándose los cinco muy cautelosos. En julio, Drew había prometido darles raciones, pero cuando llegó el invierno, el teniente solo pudo darles unas pocas provisiones. Drew dijo: Había unos 40 guerreros y vi centinelas en casi todas las colinas, además de guerreros cuidando sus animales a unos 800 metros de distancia. La reunión tuvo lugar en los alrededores de una pequeña localidad mexicana llamada Cañada Alamosa [hoy Monticello, Sierra County, New Mexico], la cual limita por el norte de lo que ellos querían como reserva… Todos estaban muy recelosos y todos vinieron bien armados, una gran mayoría con armas de fuego, el resto con lanzas y arcos… No pude conseguir que entrasen en la población… a causa de un grupo explorador de civiles [o un grupo para cazar indios] de 25 hombres al mando del capitán J. M. Bullard [probablemente John M. Bullard, quien con su hermano James, descubrió plata en Chloride Flat en 1868, lo que dio origen a la fundación de la ciudad de Silver City, Gran County, New Mexico]

Supuestamente, el grupo de Bullard estaba rastreando a unos apaches que habían matado a una mujer y un niño cerca de Pinos Altos. Bullard salió de la población a petición de Drew. Más tarde confesó al teniente que en realidad no estaba persiguiendo a los que mataron a la mujer y al niño, sino que, asumiendo que estaban en el campamento apache, fue directamente allí, aunque admitió que sería imprudente atacarlos mientras estaban negociando con Drew, ante quien Loco se presentó como el jefe, siendo el que más habló. Un hijo de Mangas Coloradas, quizás Salvador, estuvo presente pero habló poco. Loco prometió que todos dejarían el sendero de la guerra si el ‘Gran Padre’ les daba comida y ropa. Drew les dijo que él no podía darles eso inmediatamente, ya que el Gran Padre vivía lejos y que llevaría tiempo poder dárselo. Loco contestó que debo oír algo pronto porque el invierno está llegando y estamos hambrientos. Un mexicano informó a Drew que los Mogollones [chihennes] que estaban en un cañón más allá de Ojo Caliente eran unas 84 guerreros; y los mimbreños [chihennes] 132, más las mujeres y niños, calculando que eran unos 400 en total, probablemente una exageración [demasiados guerreros].

Los apaches tomaron muchas precauciones para prevenir una sorpresa, estando muy inquietos… Es imposible llegar cerca de ellos con soldados, están muy recelosos… Todos los guerreros que he visto son jóvenes y fuertes, y un gran número de ellos han estado heridos, dijo Drew quien, desde julio, se había reunido tres veces con ellos, no dándoles nada más que promesas, por lo que no estaba dispuesto a irse de nuevo sin darles algo.

En esta reunión, la clásica inclinación de Loco hacia la paz y de Victorio a permanecer cautelosamente distante, se hizo otra vez evidente. Victorio recordaba bien lo que le había ocurrido a Mangas Coloradas. Drew informó: Loco dice que mantendrá juntos a los apaches donde están ahora… y que también intentará traer a todos los que pueda. Estoy seguro de que Loco quiere la paz y que trabajará para mantener con él a muchos, tanto como creo que Victorio no está dispuesto a hacerlo si puede mantener suficientes guerreros con él. De momento tiene una pequeña banda y no puede hacer nada a menos que algunos de los otros estén descontentos. Probablemente miembros de su propia tribu cometerán depredaciones en diferentes lugares, aunque tengan que soportar el trato recibido de los mexicanos… Pero donde ellos están ahora, no hay caminos o poblaciones, excepto Cañada Alamosa y ellos [los mexicanos] están amistosos con ellos. Se debe empezar a hacer algo y… ahora es el momento de hacerlo.

Drew estaba frustrado por la falta de respuestas a sus informes por parte de William Clinton, Superintendente de Asuntos Indios en Santa Fe. Sus instrucciones eran reunir a los chihennes si era posible. Él ya había hecho eso y ahora no sabía qué hacer con ellos. El capitán George Shorkley, al mando de Fort McRae, apoyó a Drew con una carta fechada el día de Navidad, dirigida al coronel Getty, pidiéndole que mediara ante el Departamento Indio. Shorkley añadió que el teniente había conseguido un acuerdo con Loco, Victorio, y otros apaches el 10 de octubre. Varias veces había pedido instrucciones que nunca llegaron. De hecho, me informó que él no había recibido un reconocimiento de la recepción de sus comunicaciones y mucho menos, las instrucciones solicitadas. Por su parte, los apaches habían mantenido fielmente las condiciones del acuerdo… y evidenciaron un firme propósito de permanecer permanentemente en paz… pero ellos esperaban la distribución de ropa, mantas y alimentos, según lo acordado. Shorkley continuó: Drew, con un celo encomiable, les visitó varias veces, permaneciendo durante la noche en su campamento, consiguiendo que esperasen pacientemente a pesar de que necesitaban imperiosamente los suministros. Si no hubiesen recibido la promesa de recibirlos, hubiesen ido a cometer depredaciones, única forma de sobrevivir.

Loco aseguró a Drew que no solo los chihennes vendrían y pronto, sino también los chokonen de Cochise, si los primeros eran tratados justamente. Al final, el coronel Getty confirmó que Drew recibiría algo de dinero [2.800 $] para comprar suministros. No era mucho, pero al menos constituía un reconocimiento de que la Oficina de Asuntos Indios aprobaba lo que el teniente estaba haciendo. Los apaches se dieron cuenta de que ciudadanos de localidades cercanas eran contrarios a los planes de paz. William Logan Rynerson, comerciante en Fort Bayard [Grant County, New Mexico], escribió al nuevo gobernador de New Mexico, William A. Pile, para llamar su atención sobre la deplorable condición de la gente del condado debido a las depredaciones de los nativos. Rynerson habló de enfrentamientos con nativos [aparentemente sin pérdidas por ambos bandos] que estaban por todas partes, estando la gente aterrorizada. Suplicó por la liberación de los estragos de un enemigo despiadado. Drew, comentando la carta, no negó las depredaciones, pero negó que fuesen hechas por sus nativos, diciendo: De la información recibida de fuentes fiables, estoy obligado a creer que los grupos de la parte baja del territorio están fuertemente opuestos a cualquier intento de hacer la paz con los apaches, y especialmente a ubicarles en una reserva. No dudo que tienen sus propias razones para obrar así. Cartas de varios grupos desinteresados que viven en la más expuesta porción de la parte baja del territorio, afirman que comparativamente ha habido pocas depredaciones de los indios este año e indudablemente no existe el reino de terror en esta parte del territorio

El 12 de diciembre, Drew informó que México estaba pagando a sus ciudadanos por cabelleras de nativos. Drew escribió al comandante William Clinton, Superintendente de Asuntos Indios de New Mexico, para quejarse: Grupos de exploradores de Chihuahua y quienes han recibido dinero por cabelleras indias, también tienen permiso para cazar indios en el Territorio de New Mexico. Un grupo de Janos [Chihuahua] hace unos días amenazó con atacar a estos indios. Fueron avisados de que no lo hicieran por el general John Sanford Mason, al mando en Ford Bayard, pero ellos dejaron el río Mimbres con la declarada intención de atacar el campamento… Yo permanecí en ese campamento dos días para evitar tal ultraje. Parece que deberían tomarse algunas medidas de una vez para prevenir que ciudadanos de otro gobierno con quien estamos en  paz, no cometan atropellos contra gente que este gobierno tiene bajo su custodia. Si permitimos cazar indios en todo este territorio, ellos deberían saber que los indios de una reserva no debieran ser molestados. Será imposible establecer una paz duradera con esos indios si extensas bandas de civiles del Viejo México vagan a su voluntad y atacan a esos indios cuando y donde sea que los encuentren y bajo cualquier circunstancia. También, la gente que caza indios solo por unos miserables dólares que recibe por cada cabellera… Un amistoso indio vale tanto como … cualquier otro.

Mientras, el 23 de julio, el teniente Argalus Garey Hennisee había relevado a Lorenzo Labadie como agente de los apaches mescaleros, montando la agencia en Fort Stanton [Lincoln County, New Mexico]. Desde el principio, expresó su confianza de que los mescaleros acudiesen a recoger sus raciones al puesto. No lo logró, ya que muchos estaban dispersos, pero propuso el establecimiento de una reserva solo para ellos que debía estar situada en algún lugar o cerca de los santuarios apaches en las White y Sacramento Mountains. El 31 de agosto, Hennisee informó que varios mexicanos habían dicho a J. M. Gallegos, Superintendente de Asuntos Indios de New Mexico, que los mescaleros les habían pedido que informaran a Gallegos de que querían vivir en una reserva. Hennisee señaló que cerca de 202’343 hectáreas junto a Fort Stanton eran aptas para la agricultura, recomendando que se estableciera una reserva al sur del puesto. Esta tierra tenía abundante madera, agua, caza y pastos, y era el hogar ancestral de los mescaleros. Previendo que se instalarían allí, Hennisee solicitó 24.404’84 $ para subsistir durante un año. Gallegos, el comandante William Clinton y Lorenzo Labadie también estuvieron de acuerdo).

* En junio de 1869, Merejildo Grijalva vuelve a ser destinado en Camp Bowie (Cochise County, Arizona) donde ayuda al capitán Reuben Frank Bernard a buscar a Cochise(Durante los meses de junio y julio, la banda del jefe chokonen estaba en las Stronghold [Dragoon Mountains, Cochise County, Arizona] realizando incursiones contra los ranchos y granjas del Santa Cruz y Sonoita Valley [Santa Cruz County, Arizona] además de atacar a los viajeros del camino Tucson – El Paso.

En el mes de junio, una banda apache [quizás Western Apaches] atacó la caravana minera guiada por Espíritu Arriola, a 8 km de la mina Vulture [Maricopa County, Arizona], matando a tres hombres y llevándose 80 mulas, valoradas en 7.000 $; y el mismo mes, unos apaches robaron una vaca, un becerro y dos caballos al ranchero Henry Glassman, en el Santa Cruz County. 

El 3 de julio, un grupo de apaches mató a tres hombres llamados Johnson, McMurray y O’Donnell, cerca del río San Pedro, en el Cochise County; y el mismo mes, unos apaches mataron, en el río San Pedro [Pima County, Arizona] a un hombre llamado Culver, mientras araba su campo, llevándose sus dos caballos).

* El 13 de julio de 1869, con base a las órdenes recibidas del cuartel general del sub-distrito militar de Tucson (Pima County, Arizona), el comandante John Green sale de Camp Grant con una columna compuesta por 25 hombres de la compañía “I” del 32º de Infantería y otros 30 de la compañía “K”, del 1º de Caballería, más un cirujano y varios exploradores. (Durante una semana rastrearon el terreno entre Camp Grant [el viejo Camp Grant estaba situado junto al San Pedro River, hoy en día Pinal County, Arizona. En 1872 fue trasladado al Graham County, Arizona] y Camp Goodwin [Graham County, Arizona] con la esperanza de encontrar apaches, pero sin éxito. En Camp Goodwin se incorporaron 45 soldados de la compañía “L”, del 1º de Caballería, y otros 40 de las compañías “B” y “F”, del 32º de Infantería. Cada compañía se hallaba al mando de un capitán y un teniente, y tenían su propia recua de acémilas con víveres y municiones para una prolongada campaña.

El 21 de julio, este destacamento salió de Camp Goodwin en tres grupos a intervalos de, aproximadamente, una hora cada uno, dirigiéndose al río Gila, donde acamparon. Durante la marcha se habían escapado cinco mulas con su carga, lo que hizo que se enviasen a 15 soldados de infantería a Camp Goodwin por no haber raciones para ellos. Entretanto, Green envió al explorador apache Manuel con seis hombres para tratar de encontrar algún rastro. Después de vadear el río, los exploradores caminaron unos 6 km cuando de repente se encontraron, frente a frente, con una partida apache que se dirigía al sur para cometer una incursión. Tras un intercambio de disparos, dos apaches resultaron muertos en el acto, mientras otros dos sufrieron heridas mortales. Los soldados encontraron el cadáver de uno de ellos al día siguiente y posteriormente se enteraron por unos cautivos de que el otro había fallecido poco después. Asimismo, otros tres sufrieron heridas de consideración. No hubo ninguna baja entre la tropa.

El 23 de julio, la columna continuó su marcha a través de un terreno agreste, cubierto por un espeso bosque. Con la intención de buscar el rastro de los hostiles, el día 25 Green decidió adelantarse con 20 soldados y varios exploradores. Al cabo de una marcha de 25 km se descubrió un rastro fresco en un robledal donde algunos apaches habían estado recogiendo bellotas. Intuyendo que había una ranchería cerca, los soldados avanzaron por un riachuelo y no tardaron en capturar a una anciana apache a la que preguntan por el emplazamiento de su campamento, pero la mujer se mostró reacia a dar información, dándose cuenta Green que intentaba despistarles.

Poco después, los soldados lograron apresar a una mujer joven que les informó que la ranchería estaba situada en la cima de una colina cercana. Inmediatamente, los soldados efectuaron una carga por la pendiente. Sin embargo, otras mujeres se habían dado cuenta de la presencia de los soldados y dieron la voz de alarma a tiempo para permitir la huida de los apaches. Los soldados solo pudieron apresar a un niño y dos burros, pero se hicieron con todas las provisiones y el equipo del campamento que procedieron a quemar. Poco después localizaron un campo de unas dos hectáreas de maíz que también fue destruido para privar a los apaches de todos sus recursos para obligarles a rendirse.

El día 28, la columna tuvo que atravesar un profundo desfiladero con altos riscos a ambos lados. Green tomó la precaución de avanzar con la infantería delante para que, en caso de ataque, los soldados no tuviesen el estorbo de los caballos en aquel terreno boscoso. Después de atravesar el cañón se descubrió la presencia de dos apaches que se dieron a la fuga, logrando escapar de un pelotón de caballería al mando del teniente John Calhoun que había ido en su persecución. A las 15:30, Green ordenó que el destacamento acampase a orillas del río San Francisco [afluente del Gila]. Nada más hacerlo, en la orilla opuesta aparecieron unos 10 apaches observando a los soldados. Debido a lo agreste del camino, muchos de los caballos y mulas habían perdido sus herraduras, lo que obligó a una parada durante el resto de la jornada para poder herrar a los animales.

Al enterarse de que los apaches tenían mucho maíz sembrado a orillas del White River, a la mañana siguiente Green condujo su columna hasta aquella corriente donde nuevamente acampó. Mientras tanto, 20 hombres a caballo al mando del teniente Upham fueron enviados para rastrear la zona; regresando por la noche informando que habían localizado extensos campos de maíz. Poco después llegó al campamento un grupo compuesto por dos hombres blancos acompañados por el jefe apache White Mountain Miguel [Esh-ke-iba], otro apache y un mexicano que vivía con los apaches y actuaba como su intérprete.

Los hombres blancos se identificaron como Corydon Eliphalet Cooley y Henry Dodd, buscadores de oro y que habían acompañado a Miguel desde Fort Wingate [McKinley County, New Mexico]. En julio de 1869 había habido una reunión en Fort Wingate entre unos Western Apaches, navajos y oficiales estadounidenses. Al terminar la reunión, Miguel partió el 10 de julio hacia Arizona acompañado por Corydon Eliphalet Cooley, Henry Wood Dodd y Alfred Franklin Banta. Estos tres hombres blancos acompañaron a Miguel porque iban tras una supuesta mina de oro encontrada años antes por el Dr. Thorne.

Al llegar a la ranchería de Miguel, Cooley diría: “Nos reunimos con toda la banda a varios kilómetros del poblado; mujeres y niños nos dieron una calurosa bienvenida y nos acompañaron hasta la ranchería, situada en un hermoso arroyo con árboles: nogales, sicómoros, pinos; de hecho una excelente variedad de árboles de monte que no había visto en ninguna parte del oeste. El valle es ancho y tiene más tierra valiosa que cualquiera de nuestras corrientes en New Mexico. Aquí lo encontramos lleno de maíz y disfruté mucho las orejas asadas. Este arroyo es llamado el Carrizo y es un afluente del río Prieto [negruzco, llamado Black River]. Permanecimos en los alrededores durante varios días buscado, no encontrando oro pero sí rastros de plata”.

Mientras estaban en la ranchería, Pedro, el jefe de los White Mountain envió mensajeros pidiendo que los tres hombres blancos esperaran su llegada para dentro de una semana. Sin embargo, estos estaban ansiosos por seguir  buscando oro, por lo que no esperaron. [Pedro era un importante jefe que tenía 200 guerreros viviendo en el lugar donde se construiría Camp Apache. Era pacífico con los hombres blancos y cooperó frecuentemente con el ejército estadounidense. Cooley se casaría con sus hijas Mollie y Cora, asentándose en la región].

Con un grupo de unos 40 apaches bajo el liderazgo de Miguel, Cooley y sus dos compañeros se dirigieron al oeste para intentar localizar oro. Cuando habían dejado atrás el Cibecue Creek, fueron detenidos por un gran grupo de apaches Pinal, los cuales les dijeron que tenían que darse la vuelta porque los hombres blancos no eran bien recibidos en su territorio. Se entabló una fuerte discusión en la que Miguel defendió a sus huéspedes cuando llegó otro grupo de apaches, miembros de la banda occidental White Mountain o coyoteros, dirigidos por Capitán Chiquito, quien aconsejó a Miguel que se retirara para evitar el enfrentamiento.

Durante el regreso, un mensajero de Pedro llegó avisando de que todavía estaban recolectando mescal, por lo que debían esperar para reunirse con ellos.

Al día siguiente de llegar a la ranchería de Miguel, un guerrero llegó con un brazo destrozado por una bala, avisando de que unos 140 soldados estadounidenses venían por el sur, donde habían atacado una de las rancherías de Pedro, capturado a varios apaches, y quemados sus campos de maíz. Para el 30 de julio, toda la ranchería sabía que los soldados se dirigían hacia ellos, pero no sabían el motivo.

Por eso Cooley fue con Dodd, Miguel, y varios guerreros al encuentro de los soldados, acampados junto al White River. Banta se quedó en la ranchería. Cuando llegaron allí, los soldados se habían ido. Siguieron sus huellas hasta el Big Bonita Creek. Al anochecer llegaron a su campamento situado cerca de donde se construiría Camp Apache. Desconocían que Green, el comandante del destacamento, había ordenado su ejecución. Green supo por los apaches que habían capturado que tres hombres blancos estaban acampados en el Carrizo Creek, asumiendo que estaban vendiendo armas a los apaches. Green ordenó a sus hombres fusilarlos y acabar con los apaches.

Por suerte, George Cooler, un mulero de Green, reconoció a Corydon Cooley, ya que habían servido juntos en los Voluntarios de New Mexico. Cuando se acercaban al destacamento y los soldados estaban cogiendo sus armas, Cooler se adelantó rápidamente con los brazos en alto. El coronel Green me reprendió severamente por interferir en sus órdenes de matar a los comerciantes, escribió Cooler, en un documento presentado en la Arizona Society of Pioneers en 1894.

Corydon Cooley contó lo que sucedió a continuación: “Green se sorprendió al encontrar a dos hombres blancos con estos indios… y preguntó qué diablos nos había traído aquí al territorio, entre los indios, donde tenía cuatro compañías y esperaba combatir cada minuto. Le contamos todos los detalles. Aun así, si no hubiera sido por George Cooler, quien dijo al coronel quién era yo, creo que Dodd y yo hubiéramos recibido transporte del gobierno en carros fúnebres”.

Miguel afirmó que nunca había luchado contra los blancos y que viendo que las tropas ya habían entrado en su territorio, dijo que no se sentiría seguro hasta que él y su gente fuesen asignados a una reserva. Por otra parte, dijo que su campamento estaba situado sobre el Carrizo Creek, a unos 48 km de distancia. Miguel tenía cartas de recomendación de A. W. Evans, comandante de Fort Wingate; del general George W. Getty, comandante del Distrito de New Mexico; y del anterior comandante, el general James Carleton. La carta de Carleton era muy significativa, pues era bien conocida la antipatía que tenía por cualquier nativo “hostil” y es dudoso que hubiera dado un salvoconducto a alguien del que tuviera alguna duda.

A pesar de estas explicaciones y las cartas que llevaba Miguel, Green no estaba del todo convencido, pues algunos blancos traficaban con armas que acababan en manos de apaches hostiles. Como precaución, puso a sus visitantes bajo vigilancia hasta que se pudieran verificar sus afirmaciones. A la mañana siguiente, envió un destacamento de 50 hombres montados, nueve exploradores y el guía Gallegos, bajo el mando del capitán John Barry para acompañar a los detenidos hasta la ranchería. Barry tenía órdenes de destruir la ranchería si se verificaba que Cooley y Dodd no eran realmente quienes decían ser.

La sorpresa fue grande cuando Barry y sus hombres llegaron a la ranchería apache, pues en cada wickiup ondeaba una bandera blanca; dispensando todo el poblado una cálida y amistosa bienvenida, dando de comer a los hombres y proveyendo forraje para sus caballos. La esposa de Miguel corrió hacia Barry con la mano extendida diciéndole: “¡Soldado bueno!”. También comprobó que los estadounidenses tenían únicamente pertrechos y equipo minero. Todo ello cambió la actitud de Barry y sus soldados. “Pude ver el cambio que hubo en ellos”, escribió Corydon Cooley. 

Los soldados acamparon a 100 metros de los apaches. Ahora Barry pasó la noche meditando su decisión. ¿Podría aniquilar una ranchería cuya gente lo habían tratado con tanta amabilidad? ¿Podría desobedecer una orden de su comandante? Cuando se alistó en mayo de 1857 en el 2º de Dragones en Boston, nunca pensó que desobedecería una orden. Luchó en la Guerra Civil con el rango de subteniente, recibiendo un disparo en la pierna. La bala también mató a su caballo, que cayó sobre él, provocándole lesiones graves. Al año siguiente, fue nombrado capitán por su valentía en la batalla de Todd’s Tavern [Virginia]. Estaba dispuesto a morir luchando, pero matar a mujeres y niños era un asunto completamente diferente. Barry consultó a sus oficiales y todos estaban en contra de realizar el ataque. George Cooler, dijo que ponía la mano en el fuego por Miguel.

Al mismo tiempo, a las 02:00 horas, Corydon Cooley decía a Banta: “La orden del capitán Barry era detenerte y luego matar a todos los apaches de esta ranchería, sin importar la edad o el sexo”. Banta estaba indignado. “Incluso los demonios del infierno se sentirían deshonrados por tal acto”.

Banta reprochó a Cooley y Dodd por haber guiado a los soldados hasta la ranchería, pero Cooley dijo que él y Dodd eran prisioneros, y que Green solo les había dejado salir del campamento con la promesa de no escapar. Cooley agregó que la masacre debía haber tenido lugar esa noche, pero se pospuso por temor a que los apaches escaparan. Banta quería advertir a los apaches para que huyeran, pero Cooley dijo que eso haría que él y Dodd fuesen fusilados por la mañana.

Finalmente, acordaron que Cooley y Dodd hablaran con Barry para convencerle de que no atacara. Los dos hombres fueron a las 03:00 horas y regresaron una hora después con buenas noticias. Barry había decidido no cumplir la orden del coronel, solicitando que los White Mountain se reunieran al amanecer para tener una conferencia.

Según escribió Banta, Barry se presentó ante los apaches la mañana del 2 de agosto, diciéndoles que le habían ordenado que los matara a todos. Un grito ahogado atravesó la multitud. Las mujeres se abrazaron a sí mismas y a sus hijos con fuerza. Seguidamente, Barry explicó que había decidido, “por una cuestión de humanidad”, ignorar la orden.

Miguel solicitó que los soldados llevaran a su gente a una reserva y les protegieran. Barry dijo al jefe que fuera a Camp McDowell [Maricopa County, Arizona] e hiciera la petición ante el general Thomas Casimer Devin. Luego escribió una carta de presentación para Miguel, quien salió con 10 de sus hombres hacia Camp McDowell el 3 de agosto. Devin permitió a la banda de Miguel quedarse en el Carrizo Creek.

A su regreso al White River, Barry explicó que si hubiera cumplido la orden, “habría sido culpable de asesinato a sangre fría”. En las versiones contadas por Corydon Cooley y Banta, que en gran medida concuerdan con los registros militares, Green estaba tan furioso por la insubordinación que relevó a Barry de su mando y comenzó a preparar los documentos para un consejo de guerra.

Pero parece que, por alguna razón, Green cambió de opinión o las acusaciones fueron desestimadas, ya que los registros militares no muestran que Barry compareciera ante un consejo de guerra. Además, Green cambió de opinión más tarde con respecto a Miguel y otras bandas de apaches White Mountain. Convencido de que eran pacíficos, abogó por la formación de una reserva. La solicitud fue aprobada en 1870, estableciéndose Camp Ord, más tarde llamado Camp Apache [Navajo County, Arizona], bajo el mando del propio Green.

Poco tiempo después, Barry solicitó ser licenciado del ejército, ya que la herida recibida en la Guerra Civil le había provocado un fuerte reumatismo. Licenciado en 1871, murió nueve años después a la edad de 44 años. Otros oficiales son recordados a pesar de asaltar rancherías, matando mujeres y niños, y, en cambio, el capitán John Barry, haciendo caso a su conciencia, evitó muertes innecesarias, pero fue olvidado por la historia

Las siguientes opiniones de Green, incluidas en el informe que redactó para sus superiores, constituyeron una premonición de lo que iba a convertirse en la base de la política del gobierno estadounidense para con los apaches: Los apaches tienen pocos amigos y según creo, ningún agente. Aún los oficiales, cuando se les pide información, no pueden decirles lo que deben hacer. Parece que no hay ninguna política acordada, sino una idea general de matarlos donde se encuentren. Yo también creo en eso si es que optamos por una política de exterminio; pero creo que [y me apoya la mayoría de los oficiales de esta expedición] si Miguel y su banda [apaches Cibecue o Carrizo] fuesen asentados en una reserva administrada correctamente y tuviesen un puesto militar para protegerles, podrían formar el núcleo de la civilización de los apaches, puesto que parecen más susceptibles a ello que ninguna otra tribu que he visto. Es más, creo que los apaches, correctamente dirigidos, podrían utilizarse contra otros apaches y así se terminaría la guerra en poco tiempo. Miguel dijo que él tenía guerreros que pondría a mi disposición cuando yo los quisiera. La reserva, con un puesto militar, debería estar en el territorio de los White Mountain, donde ellos pudiesen cultivar sus campos y sostenerse con poco gasto para el gobierno, ya que el clima y la tierra eran excelentes para dicho propósito. La única dificultad sería construir un camino para carros en aquella región, pero con una exploración apropiada podría conseguirse. Si este plan fallara, un puesto militar en aquella región sería de inestimable valor en la supresión de la Guerra India en Arizona”.

Por otra parte, Green y sus hombres quedaron impresionados por la amplitud de los campos de maíz de los apaches White Mountain, sobre todo cuando descubrieron unas 40 hectáreas dedicadas al cultivo de dicho cereal que pertenecían a otro grupo familiar y que los soldados destruyeron como parte de la campaña punitiva que llevaban a cabo contra los hostiles.

Miguel y su pequeña banda de apaches Cibecue fueron asignados a una reserva cerca de Camp Mogollon [Futuro Fort apache, Navajo County, Arizona] en el White River, haciendo todo lo posible por colaborar con los representantes del gobierno estadounidense, tanto con los militares como con los agentes del Departamento de Asuntos Indios). 

* El 15 de julio de 1869, James Speedy, jinete que transporta el correo de Tucson (Pima County, Arizona) a Apache Pass (Cochise County, Arizona), observa como unos 40 o 50 apaches atacan un carro en el que van tres hombres en Sulphur Springs ([Cochise County, Arizona]. Speedy huyó a Fort Bowie [Cochise County, Arizona] de donde salió una patrulla encontrando una persona muerta.

También en julio, una banda apache atacó a cuatro soldados y a un civil, que llevaban el correo entre Prescott y Date Creek [los dos en el Yavapai County, Arizona]. Los apaches mataron a dos soldados e hirieron al civil, llevándose cinco caballos y el correo).

* En agosto de 1869, un grupo de apaches roba cuatro reses valoradas en 150 $ a Joaquín Téllez, agricultor de Tucson (Pima County, Arizona).

* En agosto de 1869, Cayetano Ozeta lidera una campaña cruzando a territorio estadounidense, al Guadalupe Canyon (situado en el vértice donde se juntan los estados de Arizona, New Mexico y Sonora), donde sus hombres sorprenden a dos chiricahuas, un hombre y un muchacho. (Hirieron al hombre y lo capturaron junto al muchacho. El hombre dijo a Ozeta que un campamento de más de 100 apaches estaba a 6’5 km al norte. Se dirigieron allí, pero lo encontraron abandonado. Pasó allí la noche para luego retirarse a la Sierra de Enmedio [municipio de Casas Grandes, Chihuahua] con la esperanza de que los chiricahuas le siguieran para poder atacarlos. Al no llegar nadie, llegó a Janos el 17 de septiembre).

A mediados de agosto, el coronel Joaquín Terrazas encontró huellas de apaches que venían de los Estados Unidos. Las siguió, topándose con ellos, entrando en la Sierra del Pino [Chihuahua] donde capturaron a dos jóvenes de 10 y 11 años, y varias reses que los apaches abandonaron antes de dispersarse).

* El 30 de septiembre de 1869, una banda de unos 150 apaches ataca al comerciante Fred L. Austin y a otros 12 hombres en el camino de Tucson (Pima County, Arizona) a Camp Grant ([El viejo Camp Grant, sobre el río San Pedro, está localizado en el actual Pinal County, Arizona; siendo reemplazado por el nuevo Fort Grant, en el actual Graham County]. Los apaches hirieron a un hombre y rodearon a todo el grupo, combatiendo desde las 09:00 hasta las 14:00 horas, siendo salvados por la llegada de un destacamento de Camp Grant.

También en septiembre, los apaches atacaron a los cuidadores de las mulas de Espíritu Arriola [transportista minero], mientras las daban de comer junto a la mina Vulture [Maricopa County, Arizona], llevándose 86 mulas y 10 caballos.  

También en septiembre, unos apaches robaron dos caballos a un granjero llamado Hartzel, en el río San Pedro [Pima County, Arizona]).

* El 5 de octubre de 1869, Cochise y sus guerreros se apostan en un barranco, justo al norte de las Dragoon Mountains (Cochise County, Arizona), a unos 55 km de Apache Pass, desde donde se divisan las diligencias que van y vienen de Tucson. (Cuando vieron llegar una, atacaron. La diligencia se dirigía  a Tucson con el conductor [Kaler]; cuatro soldados de escolta de la compañía “D” del 21º de Infantería [W. H. Bates, M. Blake, J. W. Slocum y D. B. Shellabarger]; y el coronel John Finkle Stone [presidente de la “Apache Pass Mining Company”], resultando todos muertos.

William Sullivan, quien llegó al lugar poco después, escribió en 1915 que la diligencia se detuvo con los primeros disparos, para luego ser atacada por un gran número de apaches.

Al día siguiente, 6 de octubre, los chiricahuas divisaron a un grupo de vaqueros a unos 20 km al oeste de Sulphur Springs [Cochise County, Arizona] con unas 250 reses pertenecientes a William Eastwood y George Scott, que llevaban de San Antonio [Bexar County, Texas] a California.  Unos 50 o 60 guerreros atacaron a los vaqueros durante tres horas, hasta que se llevaron el ganado, matando a uno de los vaqueros, haciendo huir a los otros cinco.

Poco después, ese mismo día, atacaron en Dragoon Springs, un convoy militar con suministros, perteneciente a Fort Bowie. Con dificultad, los soldados rechazaron dos cargas de los apaches sin sufrir bajas. Cochise se retiró, llevando la manada a través del valle abierto de Sulphur Springs hacia México [otra versión dice que fue hacia las Chiricahua Mountains, donde esperaban las familias de los chokonen]. Era el camino más corto, pero también el más peligroso, ya que la mayor parte de sus guerreros iba a pie.

Scott, que había huido a Fort Bowie, informó del ataque a la manada. El teniente William Henry Winters, al mando de 25 soldados del 1º de Caballería, guiados por Merejildo Grijalva, salió para perseguir a los apaches, pero de camino se encontraron con otro jinete que informó del ataque a la diligencia. Winters dudó qué dirección tomar, decidiendo ir a las Dragoon Springs. Cuando llegó y vio los seis cadáveres que iban en la diligencia, fue tras los apaches que llevaban el ganado robado hacia México. Cabalgando durante 22 horas sin apenas parar para descansar, Winters los alcanzó a las 08:00 horas de la mañana del 8 de octubre. Cuando Cochise los vio llegar se dio cuenta de que no podría huir llevando el ganado por terreno abierto, por lo que cambió de rumbo y se dirigió al Rucker Canyon [Cochise County, Arizona].

Aunque estaban en minoría, la potencia de fuego de los soldados les daba ventaja en campo abierto. Winters atacó la retaguardia de los chokonen, formada por cinco guerreros, matando a tres de ellos. Cochise y los guerreros que iban a caballo realizaron varios movimientos y estratagemas, tratando de dar tiempo a la mayor parte de los guerreros, que iban a pie, a que llegasen a las montañas, abandonando la manada. Los soldados concentraron su fuego sobre Cochise, pero no pudieron alcanzarlo. Los apaches dirían que estaba protegido por su “Poder” [Ese “Poder” aparecía de repente, la mayoría de las veces por medio de un sueño y otras, a través de un animal salvaje. Ese “Poder” podía incluir oraciones o rituales para curar a los enfermos o como protección en la guerra. Era importante para los guerreros que su jefe tuviera ese “Poder”]; mientras los soldados dijeron que tenía una extraña habilidad para deslizarse sobre el costado de su caballo justo cuando ellos disparaban. Cochise retrasó a los soldados durante 90 minutos, hasta que los guerreros llegaron a las colinas. Winters informó que había matado a 12 guerreros, teniendo dos soldados y dos caballos heridos. El encuentro constituyó la peor derrota sufrida por Cochise desde la batalla de Apache Pass.

Cochise se internó en las Chiricahua Mountains [Cochise County, Arizona] donde se creía a salvo, pero no contaba con la obstinada determinación del capitán Reuben Frank Bernard, que se hallaba sobre sus huellas al mando de dos compañías, la G del 1º de Caballería [27 hombres] y la G del 8º de Caballería [24 hombres], mandada por el teniente John Lafferty, más seis arrieros y Merejildo Grijalva. El destacamento había salido de Camp Bowie el 16 de octubre y rastreó el lado oriental de las Chiricahuas Mountains hasta el lugar donde Winters tuvo su encuentro con los apaches. Al llegar allí, Grijalva encontró, rápidamente, el rastro que iba hacia las Chiricahua Mountains. El 20 de octubre, el destacamento se dio cuenta de que uno de los apaches les había divisado, de modo que Bernard dio la orden de avanzar al galope. Al cabo de unos 5 minutos dieron con un campamento que, por las huellas dejadas, lo habían abandonado el día anterior. Grijalva volvió a seguir el rastro que le llevaba hacia una pequeña meseta, rodeada de profundos cañones por el lado este y oeste. Bernard ordenó desmontar, ordenando a Grijalva y al sargento Stephen S. Fuller, al mando de otros cuatro hombres, trepar por la empinada cresta, para alcanzar la cima y comprobar que no había apaches cerca. Los chokonen les estaban esperando. Cochise y varios guerreros reconocieron a su antiguo cautivo, guiando a los soldados contra ellos, moviéndose de roca en roca. La rabia consumió a Cochise, quien dispararía primero. Así funcionaba la costumbre chiricahua. El jefe efectuaba el primer disparo. Cochise encaró su rifle, apuntó a Grijalva y disparó, pero este se movió en el último momento, o quizás percibió la trampa. El caso es que la bala le pasó rozando, pero no le alcanzó. Seguidamente, una lluvia de flechas y varios disparos cayeron sobre los seis hombres, alcanzando al sargento Fuller y al soldado Thomas Collins, matándolos al instante. Otro soldado resultó herido cuando se cayó y se rompió una pierna, pudiendo retroceder junto a Grijalva y los otros dos soldados, y alcanzar las posiciones del destacamento.

Su informe describe con claridad los hechos: … Antes de que los hombres hubiesen alcanzado la mitad de la pendiente, los indios abrieron fuego sobre el guía y los 5 hombres, obligándoles a que buscasen refugio detrás de las rocas. En este momento comenzaron a disparar desde todas las rocas situadas más arriba de nosotros. Avanzamos hasta una explanada rocosa situada a unos 30 metros de la posición ocupada por los indios. Eso les permitía disparar sus flechas sobre cualquier persona que se dejara ver. Aquí dos hombres del destacamento fueron muertos y otro herido. Los hombres se escondían detrás de las rocas y comenzó un nutrido fuego que duró durante 1 hora y media, cuando dejé el mando de las tropas en las rocas al teniente Lafferty, mientras yo me encargaba de la retaguardia y el tren de municiones que llegaba en ese momento.

Al llegar al lugar donde yo había dejado los caballos, descubrí que estaban muy expuestos al fuego enemigo y siendo imposible avanzar con las tropas desde la posición que ocupaban por encontrarse con otro precipicio, ordené al teniente Lafferty que se retirara trayendo los muertos con él. No podía cumplir con la segunda parte de las órdenes porque en cuanto los soldados se dejaban ver [los apaches] disparaban una descarga, obligándoles a buscar cobijo como podían y el intentar retirar los cuerpos bajo tal fuego habría costado muchas vidas. Cuando los hombres llegaron hasta el pie de la colina, mandé que alejasen los caballos hasta un lugar seguro junto con el tren de municiones y los heridos. Al bajar por la colina, uno de los hombres se cayó por las rocas rompiéndose una pierna.

El teniente Lafferty con unos pocos hombres se quedó detrás de los árboles, al pie de la colina, para proteger los cuerpos de los muertos, hasta que se pudiera hacer algo para desalojar a los apaches de las rocas y entonces retirar los cadáveres de los soldados.

A continuación, Bernard, con 20 hombres, intentó avanzar por el flanco izquierdo, esperando llegar a la retaguardia del enemigo, pero encontró que los apaches tenían todos los puntos de la mesa bien vigilados; al llegar a distancia de tiro, abrieron fuego sobre los soldados. Entonces el capitán escogió 30 hombres montados y se fue hacia la derecha, empeñado en llegar a caballo hasta la cima de la mesa si era posible.

Este movimiento se hizo rodeando una colina, de manera que los apaches no podían ver a los soldados hasta que llegasen a un punto desde el cual estos pudieran disparar. Al llegar Bernard y asomarse a un profundo desfiladero, por donde debía cruzar antes de alcanzar la cima de la mesa, los apaches, dirigidos por Nahilzay, comenzaron a disparar sobre los soldados. El capitán encargó a su primer sargento y 15 hombres la tarea de ocupar una colina desde donde pudieran disparar. El fuego de los soldados resultó muy efectivo y mataron a varios apaches. Se cree que los apaches tuvieron 18 muertos y varios heridos, mientras los soldados tuvieron tres muertos y dos heridos.

El 24 de octubre, el capitán Reuben Frank Bernard volvió a salir de Fort Bowie tras los chiricahuas con otro destacamento. El 26 de octubre, Bernard llegó al Chiricahua Pass [Chiricahua Mountains, Cochise County, Arizona], guiado por Merejildo Grijalva, donde encontró a la banda de Cochise con quien parlamentó, pero, al no tener éxito, le atacó el 31 de octubre, haciendo que se atrincherara en las colinas.

Bernard reflejó en su informe: … Regresé de nuevo al lugar donde estaban los animales y di al capitán Adams todos los hombres disponibles con órdenes de presentarse al teniente Lafferty y efectuar una carga para recuperar los cuerpos de los muertos. Justo en el momento de llegar el capitán Adams y cuando estaba a punto de reunirse con el teniente Lafferty, este recibió una bala que entró por la mejilla derecha, rompiendo y arrancando la mayor parte de la mandíbula, por la parte inferior de la cara”. A pesar de esta aparatosa herida, Lafferty sobrevivió y continuó en el servicio militar.

El sol se ponía y no había ningún lugar donde los soldados pudieran acampar fuera del alcance del fuego de los apaches desde las colinas. Dado que todo el terreno estaba cubierto por un denso bosque y estando la noche muy obscura ya que a lo largo del día había llovido o granizado, Bernard decidió que lo más sensato era retirarse y no perder más hombres en un vano empeño de desalojar a los chiricahuas.

En su informe, Bernard rindió homenaje a su enemigo con las siguientes palabras: Estoy seguro de que no hubiese podido desalojar a los indios del lugar ni con 150 hombres sin perder por lo menos a la mitad de ellos. Los indios eran temerariamente valientes y debían haber tenido muchos muertos y heridos. En cuanto a Cochise, no creo que exagero cuando digo que nos enfrentamos con uno de los indios más inteligentes de este continente”. Los soldados tuvieron dos muertos y tres heridos graves, incluyendo a Lafferty.

El 20 de noviembre, “The Weekly Arizona Miner” publicó: “El reciente combate con Ca-cheis [Cochise]. Esperábamos que el correo que llegó aquí el martes pasado nos trajera detalles del reciente enfrentamiento del coronel Barnard [capitán Bernard] con Cochise y sus apaches, pero no fue así. Ninguna carta, papel o mensaje llegó Tucson. Bernard es uno de los más valientes y de los mejores luchadores contra los indios en servicio, luchando decididamente contra un gran número de apaches, obligándolos a retirarse. El teniente Lafferty, que perdió la vida en ese enfrentamiento [en realidad sobrevivió y continuó en el servicio militar]…

Cochise es, desde todos los puntos de vista, el mejor apache vivo y no es necesario que haya paz para ser buscado por la gente del sur de Arizona hasta que sea apresado o cadáver, por lo tanto, rogamos a nuestro gobierno que refuerce los equipos del general Devin para que pueda matar o capturar al viejo y malvado asesino”).

* En octubre de 1869, el comandante John Green recomendó al general Edward Ord (Comandante del Departamento de California) que Camp Goodwin (Graham County, Arizona), por su medio ambiente insalubre, fuera abandonado y se hiciera una reserva para los apaches White Mountain en su propio territorio. (En ese momento, bajo órdenes de Ord, Green preparaba una expedición para encontrar un camino que fuese accesible para carros desde Camp Goodwin a esa zona.

A principios de noviembre, Green fue a las White Mountains para señalar el camino para los carros. Al regresar, sugirió a Ord que estableciera una reserva con las Mogollon Mountains [Grant & Catron Counties, New Mexico] como límite norte; el Black River al sur; las White Mountains al este; y el Carrizo Creek [Gila County, Arizona] al oeste. Esa zona podría ser fácilmente controlada por un puesto militar que también podría ser una base para el reconocimiento de bandas hostiles.

El 20 de noviembre de 1869, el “Arizona Miner” publicó: “El señor Cooley, quien recientemente hizo una prospección en una parte de Arizona, está ahora en Prescott. Él nos dijo el otro día que el coronel Green dejó recientemente Camp Grant con varias compañías, con la intención de ubicar a los apaches coyoteros en una reserva… Él cree que hay buenos lugares al este de nosotros. Cree que los coyoteros son buenos indios y que los apaches Pinal son malos. Unánimemente, somos de la opinión de que una banda es mala y la otra peor”.

* En octubre de 1869, un grupo de apaches mata a dos hombres, cuyos nombres se desconocen, en el Picacho ([Pinal County, Arizona]. También en octubre, unos apaches robaron dos caballos a John Miller, en el río San Pedro [Pima County, Arizona]).

* A principios de noviembre de 1869, se divisan apaches en el camino que une la Sierra del Carrizal con la del Gallego (Chihuahua) donde roban varias reses y matan a un caminante.

* En noviembre de 1869, un grupo de apaches mata a Benjamin Aikin y a un mexicano de nombre desconocido en el Sonoita Valley (Pima County, Arizona), mientras trabajaban en la cosecha de maíz, destruyendo toda la propiedad. (Ese mismo mes, los apaches robaron 30 reses y cinco mulas de la manada de Fort Bowie [Cochise County, Arizona] y mataron a dos hombres entre el Williamson Valley y Prescott [los dos en el Yavapai County, Arizona], capturando 12 mulas.

También en noviembre, William J. O’Neil, residente en el Kirkland Valley [Yavapai County, Arizona] declaró que unos apaches mataron a Wesley White mientras examinaba el maíz, a menos de 45 metros de su casa.

También en noviembre, Antonio Campos testifica ante la Legislatura de Arizona sobre un ataque apache: Es un campesino natural de este Territorio, testifica del asesinato de Juan Saize y de un ataque contra él y su grupo en noviembre de 1869, en el que murieron dos caballos y hombres heridos por los indios apaches. El mismo día, los apaches le robaron a él y a otros, 100 cabezas de ganado, testificando que perdió todo lo que tenía. Que los indios apaches son más audaces que antes, no habiendo seguridad para los viajeros o los forasteros).

* En una fecha indeterminada entre marzo y diciembre de 1869, Tom Jeffords conoce a Cochise. (Thomas Jeffords nació en 1832 en el norte del estado de New York; había sido marinero en las goletas que surcaban el Lago Erie; en 1858 se dirigió a Denver [Denver County, Colorado] donde realizó sus primeras incursiones en la prospección de oro; estuvo buscando oro en Taos [Taos County, New Mexico] en 1859, y en Arizona al año siguiente. En 1861 estaba en Pinos Altos [Grant County, New Mexico]; y fue guía de los Voluntarios de California del general James Henry Carleton.

Según una muy poco probable versión, cuando el gobierno cerró el servicio de la Overland Mail en 1861, Jeffords fue nombrado supervisor de la ruta de correos entre Tucson [Pima County, Arizona] y La Mesilla [Doña Ana County, New Mexico], en marzo de 1867. Esta versión dice que los guerreros de Cochise atacaban y mataban a tantos correos suyos que cabalgó a las Dragoon Mountains para pedirle que dejase de matar a los correos que atravesaban su territorio. El jefe chiricahua quedó tan impresionado por su valor que accedió a su petición. A raíz de ello nació una profunda y duradera amistad entre ellos. Pero la verdad es que los chokonen siguieron atacándolos.

Otra improbable versión dice que Jeffords entró en la ranchería de Cochise para pedirle permiso para realizar prospecciones en su territorio. Una variante, con alguna posibilidad de ser cierta, se la contó Asa Daklugie [hijo de Juh] a Eve Ball. Daklugie dijo que Jeffords conoció a Cochise 10 años después del Asunto Bascom [si ese dato es correcto sería en 1871] pero que el encuentro no fue voluntario. Unos guerreros le capturaron cuando era prospector [después de dejar la Southern Overland en marzo de 1869] y quedaron tan impresionados por su coraje y valentía que le perdonaron la vida, llevándole ante su jefe. Para entonces, Jeffords ya había aprendido a hablar el idioma apache [no sabemos cómo], lo que sin duda impresionó a Cochise, haciéndose amigos. Daklugie, que había visto la película de 1950 Flecha rota [Broken Arrow] dijo: Hay historias de Jeffords yendo solo valientemente a la ‘fortaleza’ de Cochise. Así no es como lo conocen los apaches. Ellos dicen que Jeffords fue capturado por exploradores de Cochise, pero que no mostró ningún temor. Los apaches estaban tan impresionados por su coraje que, en vez de matarle, le llevaron ante Cochise. Mi padre conoció a ambos bien y él creyó que el último relato es cierto [la falta de temor de Jeffords]. Supo que los dos se convirtieron en muy buenos amigos, y a la vez, Juh y Jeffords también. Cochise se había apartado de los ‘ojos blancos’ desde el ‘Asunto Bascom’, y aceptar a un hombre blanco como su amigo era un tributo a un hombre valiente. No se puede decir mayor elogio de Jeffords que él se ganó la amistad de Cochise.

Sea como fuere, de lo que no hay duda es que Jeffords gozaba de la confianza de Cochise, y la prueba de ello es que si no hubiera acompañado al general Oliver Otis Howard, es muy difícil que este y el jefe chokonen se hubieran podido reunir y realizar el acuerdo de paz en octubre de 1872.

En diciembre, Cochise estaba acampado a lo largo del Bonita Creek [Arizona], un afluente del río Gila. Posteriormente, Jeffords fue nombrado Agente Indio en la región, pero muchos ciudadanos desaprobaban el acuerdo de paz alcanzado porque les negaba el acceso al cobre y la plata del territorio apache. Tom Jeffords “el amigo de los indios”, escribió informes mordaces a los políticos de Washington. En 1875 sería destituido como Agente y los chiricahuas trasladados a la Reserva de San Carlos. Tras su destitución trabajó de conductor de diligencias, ayudante del sheriff de Tombstone y, finalmente, buscador de oro. Vivió los últimos 22 años de su vida en las Tortolitas Mountains, al norte de Tucson, en una granja cerca del Owl Head Buttes [Pinal County, Arizona], falleciendo el 21 de febrero de 1914, siendo enterrado en el cementerio Evergreen de Tucson. Hoy en día su tumba tiene una placa colocada en 1964 por los descendientes de los colonos).

* A principios de diciembre de 1869, el coronel Joaquín Terrazas ataca una ranchería apache situada en la sierra de El Fierro (Chihuahua) matando a varios de ellos y capturando a una mujer y a dos jóvenes, y recuperando varias reses.

1870

* El 1 de enero de 1870, el teniente Charles Edward Drew visita el campamento de Loco (unos 300 chihennes) cerca de Cañada Alamosa (hoy Monticello, Sierra County, New Mexico) quien todavía estaba esperando respuesta del gobierno estadounidense para establecer una reserva segura para ellos. (También estaban Chastine, Victorio y Salvador [hijo de Mangas Coloradas]. Todos dijeron que harían lo que fuera necesario para mantener la paz.

Antes de su visita, Drew había sido informado del robo de ganado de San José [Grant County, New Mexico] del que los ciudadanos acusaban a la banda de Loco. Drew dijo: Informé a Loco del hecho. Negó cualquier conocimiento… enviando a Salvador y a otros 10 o 12 a buscar el rastro. Al día siguiente Salvador me informó que habían seguido el rastro del ganado robado, estando convencido de que los navajos o mexicanos habían robado el ganado, y si yo iba con él o enviaba a alguien, les rastrearía hasta su campamento para demostrar que los apaches no tenían nada que ver. Drew añadió: Bandidos mexicanos están continuamente robando a los ciudadanos a lo largo del Río Grande y luego persiguen a los indios. Esto es conocido, y una y otra vez se han dedicado en culpar a los indios. Estos bandidos están cerca del campamento de los indios para ver qué marcas y hierros tienen sus animales, y luego los reclaman como suyos. Este ardid ha ocurrido en dos ocasiones y me causa muchos problemas… para solucionar el engaño.

Esta carta tuvo alguna consecuencia. El cuartel general avisó a todos los comandantes de los puestos del sudoeste [Fort Bayard, Cummings, McRae y Selden] que los grupos armados de mexicanos que entren en los Estados Unidos por cualquier motivo… serán arrestados y desarmados.

Otro problema tuvo lugar. Varios comerciantes fueron con sus carros cargados de mercancías para comerciar en Cañada Alamosa. El 20 de diciembre de 1869, la firma Jeffords & Brevoort había conseguido una licencia para comerciar con los chihennes de las Mimbres Mountains y del Gila, dirigida por dos conocidos personajes de la frontera, Thomas J. Jeffords y Elias Brevoort. Pronto chocaron con Drew, quien observaba atentamente su trabajo, decidiendo deshacerse de él.  El 8 de marzo, enviaron una carta al oficial al mando en Fort McRae, diciendo: El 3 de marzo, Loco había regresado de Fort McRae bastante cansado, queriendo que le trajéramos un poco de whiskey, y cuando le dijimos varias veces, que no nos dejaban llevárselo, que no lo haríamos y que bajo ninguna circunstancia lo consideraríamos ni se lo conseguiríamos. Él rogó y rogó, y nosotros seguimos negándonos, entonces él se puso muy excitado y enfadado, diciendo que no comprendía por qué nos negábamos a darle whiskey. Le dijimos que si el agente [Drew] o el ‘Gran Padre’ en Washington se enteraba de que le dábamos o le vendíamos a él, o a su tribu whiskey, nos echarían de aquí. Afirmó que cuando él estuvo en Fort McRae [la noche del 2 de marzo], conseguisteis cuatro botellas de whiskey, que él y nosotros mismos, y quizás otros bebieron, insinuando que le estábamos engañando… Esperamos que pueda probarse su falsa afirmación, aunque al mismo tiempo, el hecho de enojarse tanto y estar tan excitado, es casi una prueba de que su afirmación es cierta. Reconocemos que es un asunto muy extraño y requiere una clara explicación de Vd., si ese es realmente el caso y, si ocurriera de nuevo, tenemos derecho a protegernos, llevando el asunto por otro canal diferente… Enseguida verá la locura de su acto si su afirmación es cierta y la crítica posición en la que nos ha colocado… Vd. no es consciente que alguien que proporciona o vende whiskey a un indio está sometido a acusación, una multa de 500 $ y 10 años de prisión.

Cuando Drew tuvo noticia, envió la carta a William Clinton, Superintendente de Asuntos Indios de New Mexico, junto a una suya, anotando que él recibió la comunicación el 16 de marzo: No imagino que estos caballeros crean lo que ellos dicen y, por lo tanto, no puedo informar de su actuación. Voy a decirle a Vd. que no hay el más mínimo fundamento en la historia. No solo no di whiskey a Loco, sino que me tomé la molestia de ir con él hasta que pasó por Alamsita [?] con el expreso propósito de evitar que él lo consiga de algún modo… Después de escribir a Vd. mi carta en referencia a las historias que circulan sobre estos caballeros, les diré lo que he oído y también lo que le he escrito a Vd. sobre el tema.

Lo negaron tan enfáticamente que les dejé con la impresión de que les habían tergiversado. En una segunda visita a Cañada Alamosa, parecían muy amistosos, empezando a formarme una mejor opinión de ellos, aunque desde el principio habían mostrado una disposición para hablarme de una manera extrañamente diferente a su cargo. Este ánimo culminó con el envío de su insolente e intimidante carta. Tal lenguaje no puedo, y no lo toleraré, y por lo tanto, estoy obligado a pedir que su autorización sea anulada.

La acusación de Jeffords & Brevoort de que Drew vendía whiskey a Loco y a sus chihennes les salió mal. Clinton envió las cartas a Washington, a Ely Samuel Parker, Comisionado de Asuntos Indios, quien pidió al capitán George Shorkley, comandante de Fort McRae, que investigara. Shorkley contestó el 29 de marzo argumentando que parece cierto que Loco no consiguió el whiskey como dijo. Yo vi a Loco la tarde del 3 de marzo, poco después de llegar al puesto, estando bajo los efectos del alcohol. El agente Drew le mantuvo en sus dependencias, manteniéndole a él y a su grupo toda la noche. Le vi de nuevo a la mañana siguiente totalmente sobrio, y así estaba cuando dejó el puesto… Loco debió haber sido mal comprendido por Jeffords y Brevoort cuando niega su afirmación… De mi personal conocimiento del estado de la Agencia del teniente Drew, no tengo dudas en creer en su afirmación.

Dos personas apoyaron a Drew. Frank Frenger, comerciante en Fort McRae, declaró que él era el único que vendía whiskey legalmente en la zona y que había visto a Drew negarse a proporcionárselo a Loco, y que había oído como avisaba a otros de que se abstuvieran de dárselo. El intérprete Robert C. Patterson declaró que había acompañado a Drew a Cañada Alamosa, llamándole la atención lo afirmado por Jeffords y Brevoort, por lo que preguntó a Loco por el asunto. Loco le dijo que la afirmación era falsa, que él no había dicho eso, y que él no consiguió nada de whiskey. No había dudas sobre esto… Loco hablaba muy mal español y a menudo no se le entendía.

A la vista del informe, el 15 de abril, Parker revocó la licencia a Jeffords y Brevoort para comerciar con los apaches en Cañada Alamosa. Parker creía que Brevoort era el instigador del incidente y Jeffords, simplemente, estuvo de acuerdo.

Años después, Victorio aún recordaba al teniente Drew como uno de los mejores agentes de los chihennes. En 1873, pediría al general Oliver Otis Howard, que estaba intentando encontrarles una reserva adecuada, un agente como el primero que tuvieron en Cañada Alamosa, pero por entonces ya había fallecido [murió el 5 de junio de 1870]. A la muerte de Drew, William Clinton, Superintendente de Asuntos Indios de New Mexico, ordenó al teniente Argalus Garey Hennisee, agente de los apaches mescaleros, que se hiciese cargo de los chiricahuas del sur de New Mexico y sureste de Arizona [chihennes]).

* El 18 de enero de 1870, una banda apache ataca la caravana comercial de H. W. Helling, mientras iba de Florence (Pinal County, Arizona) a Camp McDowell ([Maricopa County, Arizona]. Los apaches mataron a un hombre, hirieron a dos, se llevaron 18 mulasy destruyeron los carros y el contenido, perdiendo Helling unos 7.000 $.

En enero, unos apaches robaron cuatro caballos de la propiedad de Albert Decker, en el Gila Bend[Maricopa County, Arizona]. Los siguió, consiguiendo recuperar tres caballos. En abril, perdió 40 cabras, 13 ovejas, y una yunta de bueyes; y en el mismo mes ocho mulas y cuatro caballos. El 7 de enero, una banda apache mató a Samuel Brown y John F. Sims, a 4’8 km de su casa, junto al río San Pedro, en el Cochise County [Arizona].

También en enero, John B. Allen, granjero residente en Tucson [Pima County, Arizona], denunció que los apaches le habían robado 33 mulas. En febrero le robaron 16 cabezas de ganado importado por un valor de 2.300 $. Los robos sufridos por Allen a manos de los apaches durante el año sumaron la cantidad de 6.750 $.

También en enero, cinco personas son atacadas por 60 apaches, cerca de Sasabi Flat, en la ruta de Tucson a Altar [los dos en el Pima County, Arizona], salvándose solo Conrado Aguirre [entre los fallecidos estaba su hermano y su cuñado]. Ya en 1869, los carros en los que Aguirre transportaba mercancías fueron atacados por los apaches en Nogales [Santa Cruz County, Arizona], falleciendo siete hombres y perdiendo todas las mercancías valoradas en 5.000 $. Pocos días después, cerca del mismo lugar, los apaches mataron a tres hombres y a una mujer). 

* El 26 de enero de 1870, un destacamento de 55 soldados, cinco exploradores con el guía Merejildo Grijalva, y tres empacadores, al mando del capitán Reuben Frank Bernard. (Habían salido de Fort Bowie [Cochise County, Arizona] para buscar a Cochise por las Dragoon Mountains [Cochise County, Arizona]. Dos días después, atacaron una ranchería matando a 13 personas y capturando a dos más, pero Cochise no se encontraba allí, estando probablemente en la zona del Bonita Creek [Gila County, Arizona]. En la ranchería encontraron un lingote de oro que llevaba John Finkle Stone, presidente de la “Apache Pass Mining Company”, cuando le mataron en la diligencia atacada, el 5 de octubre de 1869.

* A finales de enero de 1870, el capitán Francis Dodge, al mando de la compañía D, del 9º de Caballería, y la compañía K, del 24º de Infantería, formados por Buffalo Soldiers descubren una ranchería de apaches mescaleros en la parte texana de las Guadalupe Mountains, cerca del río Pecos. (Cuando se acercaron los 200 soldados, los apaches mescaleros huyeron refugiándose en un pico cercano. Los soldados los persiguieron hasta la cima, donde llegaron agotados, durmiéndose allí mismo. A la mañana siguiente contaron 10 mescaleros muertos, mientras que los soldados, que tuvieron dos muertos y un herido, destruyeron gran cantidad de provisiones para el invierno, ropas, arcos, flechas y municiones, capturando 25 caballos y mulas).

* El 29 de enero de 1870, una banda apache ataca al comerciante Soloman Warner, cerca de Fort Crittenden (Santa Cruz County, Arizona) cuando iba a Tucson ([Pima County, Arizona].  A Warner le dispararon tres veces en el brazo derecho, le rompieron el brazo cerca del hombro y una flecha le dio en la muñeca izquierda, dejándole lisiado de por vida.

Con Warner iban siete hombres, de los cuales uno murió y otro quedó malherido. Los apaches se llevaron dos caballos y dos mulas, destruyendo el carruaje y arnés).

* El 2 de febrero de 1870, una banda de 40 o 50 apaches ataca unos carros que transportaban bienes del gobierno estadounidense entre los pueblos Pima (Pinal County, Arizona) y Tucson (Pima County, Arizona), en un punto a 21 km del Point of Mountain. (Los apaches mataron a dos hombres e hirieron de muerte a otros dos, llevándose 20 mulas. Llevaban una escolta de seis hombres que, en el momento del ataque, iban por delante de los carros unos 900 metros, no acudiendo en su ayuda. 

También en febrero, unos apaches roban dos caballos en Fort Bowie [Cochise County, Arizona]. Ese mismo mes, se llevaron cinco mulas; y en mayo tres caballos de esa instalación militar).

* En primavera de 1870, la banda del jefe apache chokonen Cochise se va de la zona del Bonita Creek a las Dragoon Mountains (Cochise County, Arizona) o hasta el norte de Sonora para incursionar desde ahí por México y Arizona durante la primavera y el verano.

* También en primavera de 1870, un grupo de apaches mata a tiros a Bernard Hogan, soldado estadounidense, en la puerta de la casa donde un piquete de guardia estaba acuartelado en el Cienega Valley (Pima County, Arizona).

* En marzo de 1870, el comerciante de Tucson (Pima County, Arizona) Isaac Goldberg informa que Julian Grijalba, empleado suyo, ha muerto a manos de unos apaches mientras llevaba a caballo el correo entre Camp McDowell y Phoenix ([los dos en el Maricopa County, Arizona]. Otro trabajador suyo, Ángel Ortiz, murió a manos de unos 60 apaches cuando llevaba cuatro carros tirados por bueyes, transportando ropa, café, azúcar, tocino, tabaco, palas, hoces, hachas, y 4.500 kilos de cebada. Los apaches capturaron al resto de conductores, vaciaron las mercancías, pero no las destruyeron y dejaron a los bueyes pastando. En agosto, perdió doce yuntas de bueyes y seis caballos, teniendo unas pérdidas totales en su propiedad durante el año de 2.150 $. También en marzo, un grupo de apaches mató a J. G. Jackson junto al río San Pedro, en el Cochise County [Arizona].

También en marzo, Francisco Romero, agricultor y residente en Tucson [Pima County, Arizona] declara que los apaches le han robado 15 reses por un importe de 1.100 $. También los apaches le habían robado cuatro caballos y dos mulas en mayo de 1869; y trece reses en octubre de 1869. Creyendo Romero que los apaches le robarían todo lo que tenía y que, probablemente, le matarían, se trasladó a Sonora [México].

También en marzo, una banda apache ataca a unos vaqueros dirigidos por John Snyder, al que hieren, entre el Lynx Creek y Prescott [Yavapai County, Arizona], llevándose tres animales. Una hora más tarde, robaron 20 reses a A. G. Dunn, que tenía un rancho en las afueras [unos 400 metros] de Prescott.

También en marzo, John H. Fitzgerald, residente en Wickenburg [Maricopa County, Arizona], va a la casa de McWilliams, en el río Hassayampa, encontrando a Horace Greeley, su socio, muerto a manos de un grupo de apaches.

También en marzo, William. J. Ross, oficial del ejército de los Estados Unidos, declaró que los apaches habían robado 19 reses del rancho de Thomas Gardner, en el Sonoita River [Santa Cruz County, Arizona]; y que en noviembre de 1869, los apaches habían robado varias tiendas de campaña a pocos metros de la parte trasera de la zona de oficiales de Camp Crittenden [Santa Cruz County, Arizona]).

* A finales de marzo de 1870, un destacamento de soldados mexicanos ataca una ranchería apache en la Sierra de Teras (municipio de Agua Prieta, Sonora), matando a cinco y capturando a otros tres.

* En abril de 1870, unos 40 apaches atacan a la familia de Francisco Vazques Bustamante  en el camino que va de Moctezuma a Cumpas (Sonora), falleciendo Vazques, su esposa y una hija de 5 años, quienes iban a buscar un médico para tratar a la esposa de Vazques.

* El 7 de abril de 1870, unos apaches roban 27 reses a Antonio Grijalva, agricultor y residente en Tucson ([Pima County, Arizona]. También en abril, un grupo de buscadores de oro fueron atacados por cerca de 60 apaches a 24 km de Old Camp Grant [Pinal County, Arizona]. Los apaches hirieron a tres hombres y capturaron caballos, carros, provisiones y todo lo que tenían).

* El 15 de abril de 1870, el Departamento de Guerra nombra a George Stoneman, comandante del Departamento de Arizona, cuya política incluye:

1. Crear asentamientos permanentes, suficientemente grandes como para proporcionar la autoprotección.
2. Proteger la minería.
3. Realizar esfuerzos civiles y militares contra los apaches.
4. Concentrar las tropas en grandes áreas.
5. Considerar hostiles a todos los indios que no se esfuercen por ser amables.

(Posteriormente, de acuerdo con la política de paz del presidente Grant y por orden del general Sherman, Stoneman crea “centros de alimentación” para los nativos en Arizona, por ejemplo Camp Grant [Pinal County, Arizona] lo que indigna a la prensa de ese estado).

* El día 10 de mayo de 1870, un grupo de apaches roba 13 reses, valoradas en 650 $, del rancho de Francisco Gúnez, a 8 km al este de Tucson ([Pima County, Arizona]. Gúnez informó que durante el año de 1870, los apaches le habían robado, en varias ocasiones, 10 reses  por un valor de 500 $.

También en mayo, unos apaches robaron el caballo ensillado que estaba frente a la puerta de la casa de José Herreras, agricultor de Arizona. Herreras declaró que en noviembre de 1869, los apaches mataron a un hombre, llamado Janero, mientras estaba trabajando. También vio los cuerpos de Juan Sáez y Ángel Ortega, muertos por los apaches. Dijo que en varias ocasiones y durante los últimos dos años había perdido, aproximadamente, 66 reses, por un valor de unos 1.500 $.

También en mayo, unos apaches mataron a un soldado estadounidense en la Cienega Station [Pima County, Arizona] y robaron una vaca a John Miller, en las cercanías de la Cienega Station.

También en mayo, el agricultor John Rodgers, residente en el Pima County [Arizona] informó que seis hombres fueron atacados por apaches, tres de los cuales murieron y uno fue herido, y una gran cantidad de productos capturados; y que en abril de 1869, los apaches capturaron, cerca de Nogales [Santa Cruz County, Arizona] 46 mulas y un caballo, por un valor estimado de 4.700 $).

* El lunes 16 de mayo de 1870, un grupo de apaches mescaleros pasa por una pequeña granja situada a 40 km al noroeste de Fredericksburg ([Gillespie County, Texas]. Venían de incursionar por México. Habían cruzado el Río Grande por Eagle Pass [Maverick County, Texas] dirigiéndose al noreste a través del Uvalde County. Giraron al norte a través del Bandera County, robando más caballos por el camino. Continuaron hacia el norte, bordeando Fredericksburg. El grupo estaba formado por unos 12 guerreros al mando de Carnoviste. Se conocen los nombres de otros guerreros: Palle, Esacona, y los hermanos lipanes Chevato y Dinero, los cuales se unieron a los mescaleros cuando sus padres resultaron muertos por soldados mexicanos en Zaragoza [Coahuila].

Los mescaleros llevaban un buen número de caballos robados. Se detuvieron para descansar sus monturas en una loma con vistas al Squaw Creek. Cerca había una pequeña cabaña al otro lado del arroyo, rodeada por una cerca de roca, con unos niños jugando en el campo. Carnoviste dijo: Quiero uno de esos niños. Chevato y Dinero se miraron. Llevaban suficientes caballos para tener que cuidar de un niño, pero obedecieron. Carnoviste era un hombre de mal carácter al que los dos hermanos llamaban El Lobo.

El dueño de la granja era un colono alemán llamado Philip Buchmeier. Después de pasar la mañana trabajando en el campo, al mediodía fue a la cabaña para comer donde su esposa, Augusta Johanna Lehmann Buchmeier, estaba cuidando de sus siete hijos, seis hijos mayores de su anterior matrimonio con Moritz Lehmann y un hijo menor de su matrimonio con Buchmeier. Estaba embarazada de seis meses de su octavo hijo. Augusta preparó la comida para su esposo. Los demás hijos comerían después, por lo que Augusta les envió a ahuyentar los pájaros que estaban en una pequeña parcela de trigo cercana a la casa. Willie y Herman Lehmann se tumbaron en el suelo al borde de la parcela, mientras Caroline Lehmann cuidaba de Gusta, su hermanastra de dos años. Buchmeier estaba comiendo cuando oyó a un niño gritar: ¡Indios!

Ocho mescaleros habían saltado la cerca de piedra que rodeaba el campo de trigo y la cabaña. Buchmeier corrió a coger su arma y fue hacia la puerta cuando oyó varios disparos. Cuando salió vio a su hijastra Caroline tumbada en el suelo mientras sus dos hijastros, Willie y Herman, iban a caballo, agarrados por sus jinetes mescaleros, alejándose al galope antes de que pudiera disparar. Caroline resultó ilesa habiéndose desmayado por el miedo.

Los mescaleros pasaron cerca del Loyal Valley [Mason County, Texas] donde, mientras Carnoviste custodiaba a los dos jóvenes, los demás fueron a robar unos caballos, produciéndose varios disparos. Carnoviste se adelantó a ver lo que pasaba, cuando Willie y Herman intentaron escapar. Carnoviste los vio y rápidamente los atrapó, golpeándolos y amordazándolos. Cuando los guerreros volvieron con los caballos, se dirigieron al oeste hasta que llegaron al Llano River, donde descansaron, pero no comieron nada. Avanzada la noche fueron despertados y emprendieron viaje pasando cerca de Mason (Mason County, Texas) donde la banda de 12 mescaleros se dividió. Un grupo se llevó a Willie, mientras el otro, con Carnoviste, Chevato y Dinero, se llevó a Herman. Más tarde, el grupo que llevaba a Willie regresó trayendo más caballos.

Al 5º día de la captura pasaron por el Lipan Creek. Mientras estaban abrevando a los caballos y montando un campamento, vieron a un grupo de Rangers de Texas o una patrulla militar [ese dato no es seguro] de Ft. McKavett [Menard County, Texas]. Aunque no fueron vistos, los mescaleros abandonaron la manada y se fueron a toda velocidad. Uno de los guerreros saltó sobre el caballo en el que estaba montado Willie, pero enseguida el caballo dio signos de no querer continuar, por lo que el guerrero tiró a Willie sobre un arbusto y espoleó la montura. Exigió tanto al caballo que cayó exhausto. Otro guerrero lo vio y dio la vuelta para recoger a su compañero.

Cuando Willie se vio solo se dirigió al camino andando varios kilómetros hasta que se topó con un hombre que llevaba un carro con mercancías a Fort McKavett. El carretero dejó a Willie en una estación de postas llamada Kickapoo Springs [Edwards County, Texas] con idea de recogerle a la vuelta. Así lo hizo, llevando al muchacho de vuelta a su casa. Habían pasado nueve días lejos de su familia.

Entre tanto, los mescaleros cabalgaron mientras sus monturas se lo permitieron, realizando un descanso para reponer fuerzas. Al haber dejado atrás la manada de caballos, decidieron dar la vuelta para conseguir más y no volver a su ranchería con las manos vacías, por lo que fueron a incursionar mientras Chevato y Dinero llevaron a Herman a su ranchería situada en algún lugar del noroeste, en el límite con New Mexico.

Fueron recibidos con gritos de alegría. Las mujeres y los niños rodearon a Herman, algunos de los cuales le golpearon. Un anciano con un gran cuchillo agarró el pelo de Herman cortándole un trozo de cabellera, cayéndole la sangre por la cara, hombros y espalda. Otro le agujereó los lóbulos de las orejas con un fino trozo de metal que previamente había calentado, introduciendo en el orificio un hilo de ante. Luego con el hierro aún caliente le hizo varios agujeros en los brazos [le quedarían cicatrices de por vida]. Herman se defendió como pudo, pateó y deliró hasta que cayó al suelo exhausto, desmayándose. Cuando despertó le estaban limpiando. Le bañaron y le dieron aceite. Después Dinero le llevó a donde había gran cantidad de carne cocida y cruda, entre otros alimentos. Debido al hambre que tenía, Herman cogió el trozo de la carne que tenía más cerca. Estaba cruda. Eso agradó a los mescaleros, algunos de los cuales le dieron palmadas en señal de aprobación. Después de comer le dieron una gran jarra hecha de madera para que fuera al lago a por agua acompañado por varios niños.

Una mujer le hizo una chaqueta de ante, unos mocasines y un gorro como los que usaban los mescaleros. Cuando Carnoviste volvió a la ranchería, él y su mujer “Ojos Que Ríen” adoptaron a Herman por haber sido su captor, según la costumbre, llamándole a partir de entonces En Da, que quiere decir “Muchacho Blanco”. “Ojos Que Ríen” cuidó bien de En Da, quien por entonces no tenía hijos y cuando nació el primero, “Arco Recto”, tampoco dejó de cuidarle. Cuando “Ojos Que Ríen” murió un año después, En Da sintió que había perdido su mayor apoyo entre los mescaleros.

Cuando En Da llevaba dos meses con los mescaleros, Carnoviste y otros 11 guerreros fueron a incursionar a la zona donde el joven había sido capturado. Cuando regresaron, lo hicieron con una manada de caballos robados, y Carnoviste y otro guerrero llamado Genava traían heridas de bala producidas por la madre de Herman, cuando atacaron su granja. Carnoviste contó a En Da que toda su familia había muerto en el ataque. Le enseñaron un vestido y un pequeño revólver que había en la casa. Augusta había usado una escopeta de perdigones alcanzando en el pecho a Carnoviste mientras Genava resultó herido en las nalgas, no pudiendo sentarse durante una temporada. En Da fue golpeado por los guerreros a modo de venganza. [Cuando Herman volvió a la sociedad blanca, su hermana Mina {entonces la señora de John Keyser} le contó la verdad. Dos meses después de la captura de Herman, su padrastro Philip Buchmeier y su hermano Adolph Lehmann estaban a unos 1.600 metros de la cabaña regando un campo. Mina y su hermano Willie estaban llevando unos caballos a abrevar al arroyo. Sobre la orilla oeste había un alto acantilado y mientras los caballos estaban bebiendo, una roca cayó de lo alto. Mina dijo a Willie que tenían que coger los caballos e irse porque podía haber indios cerca. Al poco de llegar a la cabaña, el perro comenzó a ladrar. Todos pensaron que era Philip Buchmeier que venía con las vacas y los terneros. Mina fue a la puerta quedando horrorizada cuando vio a 12 guerreros acercarse a caballo para luego cabalgar alrededor de la cabaña. Cerró la puerta, pero los mescaleros tiraron piedras y palos por las ventanas. Augusta, la madre, quiso disparar su escopeta, pero Mina le dijo que no lo hiciera hasta que no intentaran entrar. Uno de ellos se asomó a la ventana, por lo que Augusta disparó, destrozándole el escudo y alcanzándole en el abdomen. Cuando otros mescaleros se acercaron, Augusta volvió a disparar hiriendo a dos o tres. Después de eso no se expusieron más, terminando por irse llevándose todos los caballos. Cuando salieron el perro yacía muerto, agujereado por heridas de lanza. Mientras estaban defendiendo la cabaña, otros guerreros habían entrado en una habitación contigua, llevándose las mantas y destrozando muebles y otros objetos.

Otra hermana {entonces la  señora Caroline Dye} dijo que había una gran caja en el porche donde había algunos vestidos y un pequeño revólver].

En Da participó en diferentes incursiones. Antes de salir en una de ellas, uno de los guerreros llamado Tusciwhoski [Madera Blanca] pilló a su mujer cometiendo adulterio con un comerciante mexicano. Tusciwhoski mató al mexicano y cortó la nariz de su mujer, según la costumbre apache. Cuando iban a partir, Tusciwhoski dijo: “Nunca volveré. Voy a morir”. Durante la marcha, Tusciwhoski no dijo nada. Cuando llegaron a Kickapoo Springs vieron a un hombre blanco vestido elegantemente. Tusciwhoski dijo que iba a por él: “El hombre blanco y yo debemos morir”. Se acercó silenciosamente y cuando estaba cerca corrió hacia el disparándole su Winchester. El hombre blanco se defendió con su Colt calibre 44. Los mescaleros vieron al hombre blanco recular lentamente y a Tusciwhoski caer al suelo. Cuando llegaron allí ya estaba muerto. Se dirigieron hacia el hombre blanco, pero este cayó del caballo, intentando levantarse sin éxito. Disparó a los mescaleros, pero estaba demasiado lejos para acertar hasta que cayó sin vida. Tenía cuatro agujeros de bala en el pecho. Se llevaron su caballo con su silla mexicana, una manta roja, y unas buenas bridas, y en las alforjas encontraron bastante dinero en monedas de plata y billetes, que  rompieron en pedazos. Después de coger su revólver, enterraron a Tusciwhoski, el cual tenía tres impactos, en una pequeña cueva junto a sus armas. Su caballo fue sacrificado cerca de la tumba.

Se dirigieron hacia Fort Terrett [Sutton County, Texas] donde encontraron a unos Rangers acampados allí. Sus caballos estaban pastando, sueltos por los alrededores, llevándose unos 30, pero algunos tenían sus patas bloqueadas por cadenas. Los mescaleros acuchillaron las patas de los caballos para evitar que los Rangers los usaran.

Más adelante descubrieron un carro tirado por bueyes con un hombre, una mujer y tres niños. Les rodearon sin que se dieran cuenta y en breves momentos mataron y cortaron la cabellera del hombre, la mujer y un niño pequeño. Se llevaron a una muchacha de ocho años y un muchacho de seis. Mataron los bueyes y quemaron el carro con los cuerpos dentro, y se dirigieron al norte. Cuando estaban cruzando un pequeño barranco, cuatro hombres blancos se interpusieron entre ellos y su manada de caballos. Tras los primeros momentos de sorpresa, los mescaleros fueron a por ellos, pero los cuatro hombres azuzaron a la manada, llevándosela. A uno de ellos se le cayó el revólver, siendo recogido por Carnoviste.

Los mescaleros no podían dormir por los llantos de los dos jóvenes cautivos que no pararon de llorar durante los siguientes cuatro días. Al día siguiente, los subieron a un caballo y lo hicieron galopar. Pronto se cayeron golpeándose contra el suelo. El golpe mató a la muchacha mientras el joven quedó magullado. Dos guerreros pasaron con sus caballos por encima de sus cuerpos que dejaron colgados de un árbol para ser pasto de los buitres.

Luego fueron al norte de Beaver Lake donde mataron un bisonte para comérselo. Cuando algunos de los mescaleros se estaban bañando, fueron atacados por los Rangers de Texas. Con los primeros disparos cayeron dos guerreros, mientras el resto cogieron sus armas y se escondieron en un chaparral cercano, separándose y yendo cada uno por un lugar diferente. Los Rangers se llevaron todos los caballos y el resto de pertenencias. Solo cinco regresaron a su ranchería. Tres guerreros más habían resultado muertos y uno seriamente herido, aunque más tarde consiguió regresar. Los gritos de tristeza se extendieron por el campamento y varias mujeres se hirieron a sí mismas en señal de luto. La mujer de un guerrero herido se quemaba su propio brazo cada mañana para sufrir dolor hasta que su marido se curase. Para añadir más dolor, otros dos grupos incursores llegaron con las manos vacías, el primero trayendo un herido e informando de la muerte de otro guerrero; y el segundo tuvo cuatro muertos y un capturado que fue llevado a San Antonio por los soldados. Por suerte, el último grupo incursor llegó con varios caballos y cabelleras, levantando un poco el ánimo de la ranchería.

Algún tiempo después, estando en paz con ellos, recibieron la visita de un grupo de comanches y con ellos iba un muchacho alemán llamado Adolph Korn, el cual había sido capturado en el Mason County, poco tiempo después de la captura de Herman. Los dos hablaron en alemán sobre qué posibilidades tenían de poder escapar, pero los comanches se fueron llevándose a Adolph.

En otra incursión, 12 guerreros mataron a un bisonte y lo prepararon para comérselo. Cuando uno de ellos fue a relevar al centinela que estaba en un alto vigilando por si venían Rangers, vieron a cuatro cazadores de bisontes que iban a pie hacia donde estaban ellos [Los cazadores tenían su campamento tras una colina situada más lejos]. Montaron en sus caballos y cargaron contra ellos. Los cazadores al verles empezaron a correr. Tres de ellos fueron hacia un alto refugiándose tras las rocas mientras el cuarto corría hacia su campamento. Al estar los tres primeros bien protegidos, los mescaleros se dirigieron hacia el cuarto hombre que corría sin parar. Cuando le alcanzaron vieron que era un mexicano. Dijo en español que no había nadie más en el campamento. Carnoviste dijo a En Da que le vigilase mientras los demás iban a robar en el campamento. Cuando llegaron, varios hombres empezaron a disparar a los mescaleros en cuanto los vieron. Al oír los disparos, el mexicano cogió varias piedras y empezó a tirárselas a En Da, quien le lanzó una flecha que le pasó rozando. Colocó otra flecha, por lo que el mexicano levantó las manos sin bajarlas hasta que llegaron los mescaleros. Cuando En Da dijo a Carnoviste lo que había hecho el mexicano, le ordenó que lo matara. En Da le lanzó una flecha que impactó en su corazón. Luego le dijo: Arráncale la cabellera”. En Da no quería hacerlo, pero Carnoviste le amenazó, por lo que sacó su cuchillo, hizo una incisión alrededor de la parte superior de la cabeza, agarró el pelo y tiró de él. Después se fueron a robar más caballos con los que regresaron a su ranchería.

Pasado el tiempo, En Da y otro joven llamado Bobo fueron a cazar a cierta distancia de su ranchería. Cuando subieron una colina se toparon con un gran grupo de comanches que iban con pinturas de guerra [por entonces estaban en guerra con ellos]. En Da iba en una mula mientras Bobo montaba un poni. Este último espoleó su montura dejando atrás a En Da, quien vio como varias flechas caían a su alrededor. Una de ellas se clavó en la cadera de su vieja mula, lo que hizo que aumentara su velocidad. En Da oía los gritos de guerra de unos 40 comanches persiguiéndole, por lo que se agarró como pudo a la mula que galopaba a toda velocidad, hasta tal punto que pronto superó a Bobo cuando estaban llegando a su ranchería. En Da entró en ella dando la voz de alarma mientras se dirigía a donde estaba la manada de caballos. Desmontó y cogió uno para dirigirse hacia la batalla que estaba a punto de empezar. Bobo había sido alcanzado, yaciendo muerto y sin cabellera cerca de la ranchería. La batalla comenzó sobre las 10:00 horas de la mañana, durando la mayor parte del día. Los comanches eran buenos luchadores, pero los mescaleros eran más numerosos. A la puesta del sol, los comanches se retiraron, dejando muchos guerreros caídos en el campo de batalla. Los mescaleros perdieron 20 guerreros y ocho más  resultaron heridos. Cuatro murieron esa misma noche, otro al día siguiente, y los otros tres se recuperaron. Los mescaleros se apropiaron de todas las armas y escudos de los comanches y de los caballos que no habían muerto en el combate. Los cadáveres comanches fueron arrojados a una oquedad del terreno y dejados allí. Los muertos mescaleros tuvieron un funeral digno.

Los mescaleros se fueron de allí en dirección norte, descubriendo por el camino a dos exploradores comanches. Mataron a uno y capturaron al otro. Carnoviste hizo un agujero en cada uno de sus brazos, pasó un cordón de cuero crudo por los agujeros y le colgó de un árbol de mezquite para que muriera, pero una vieja mujer, sin nariz por haber sido infiel, fue adonde estaba colgado y le mató.  

Los mescaleros viajaron unos 95 km hasta un manantial donde instalaron su campamento. Varios días después, un guerrero llegó a la noche avisando de que una gran banda de comanches se dirigía hacia allí. A la mañana siguiente, realizaron un consejo en el que la mayoría opinó que debían alejarse del lugar. Se pusieron en movimiento y cuando habían recorrido unos 32 km, vieron que estaban rodeados por los comanches, quienes rápidamente atacaron. Al tener rifles, los mescaleros mataron a muchos comanches, pero la superioridad numérica se impuso. Los comanches mataron a 40 guerreros mescaleros, muchos más resultaron heridos, y casi todas las mujeres y niños fueron capturados, al igual que la mayoría de los caballos. Unos 100 guerreros y seis mujeres pudieron escapar a pie, vagando durante un mes mientras se dirigían al sur. Se toparon con 150 apaches que tenían caballos, uniéndose a ellos y dirigiéndose al sur.

Más tarde, los mescaleros hicieron un tratado de paz con los comanches y kiowas. Los comanches accedieron a devolver a las mujeres y niños capturados, excepto a las mujeres que se habían unido a varios de sus hombres.

La banda de En Da hizo otra incursión por ranchos de los condados de Gillespie y Mason. Robaron varias mulas a Fritz Ellebracht, quien vivía cerca de  su antigua familia. En otro lugar capturaron a un muchacho de unos 13 años. También se llevaron otros caballos de William Bickenbach. Cuando llegaron a su ranchería llevaban 40 caballos y mulas, varias cabelleras y un cautivo, que un año después fue intercambiado en un trueque con unos mexicanos.

En otra incursión, se unieron a una banda de kiowas por el río Pecos. Atacaron a un grupo de vaqueros, matando a dos y haciendo huir al resto. Uno de los kiowas resultó herido y más tarde falleció. Les cortaron las cabelleras dejando los cuerpos a los buitres y después se llevaron la manada de caballos que llevaban los vaqueros.

En otra ocasión, Carnoviste dirigió otra incursión, dejando a En Da en el campamento. Cuando volvieron dijeron que habían matado a dos familias enteras de blancos, llevando con ellos un muchacho.

Finalmente, la banda de Carnoviste firmó un tratado con los blancos, yendo varios soldados al campamento mescalero. En Da y el muchacho capturado fueron llevados al bosque para evitar que fuesen vistos por los militares. El muchacho se resistió, por lo que fue llevado lejos y atado a un árbol sin comida ni agua hasta que falleció. En Da estuvo escondido mientras estuvieron los soldados, pero por la noche se acercaba al campamento a buscar comida. Poco después, algunos jóvenes robaron unos caballos y huyeron, yendo detrás toda la banda. Cruzaron el río Pecos y se prepararon para realizar una incursión por México, pero una epidemia [probablemente viruela] estalló falleciendo muchos mescaleros, entre ellos “Ojos Que Ríen”, la mujer de Carnoviste.

En 1875, los mescaleros hicieron una incursión por los condados de Mason y Gillespie [Texas]. Una compañía de Rangers de Texas al mando del capitán Daniel Webster Roberts le persiguió y les alcanzó cerca del río Concho. Cuando el combate empezó, un muchacho mexicano que estaba cautivo dejó a los mescaleros, saliendo corriendo hacia los Rangers con los brazos levantados.

Varios Rangers siguieron a uno de ellos realizando varios disparos rompiendo la pata de su caballo. Mockoash, un apache lipán que estaba con ellos, acudió al rescate del mescalero, el cual saltó a su grupa alejándose de allí. Nusticeno, posiblemente un hermano de Carnoviste, cayó del caballo subiéndose a la grupa del caballo de En Da, pero varios Rangers les rodearon. Un disparo hizo caer al caballo, quedando En Da bajo él. El arco de Nusticeno se rompió con la caída, por lo que cogió el de En Da, quien seguía atrapado bajo el caballo muerto. Nusticeno se alejó para seguir luchando mientras dos Rangers fueron a donde estaba En Da. Uno de ellos le apuntó con su arma, por lo que cerró los ojos esperando el fatal disparo. En lugar de eso, oyó como hablaban entre sí y al abrirlos de nuevo, vio como iban tras Nusticeno. Se habían dado cuenta de que En Da era blanco. Nusticeno no tardó en caer bajo los disparos, por lo que En Da aprovechó para librarse del pesado cuerpo del caballo y arrastrarse hacia una zona de alta hierba. Los Rangers volvieron a por él y al no verlo lo buscaron por los alrededores. En Da se había metido en un ligero agujero que tapaba la hierba, pasando los Rangers bastante ceca de él.

Cuando todo acabó, fue a donde estaba su caballo muerto, pero todas sus armas habían desaparecido. Corrió a donde había caído Nusticeno, encontrándolo sin su cabellera. Emprendió el regreso a su ranchería recorriendo unos 485 km a pie, alimentándose de lo que encontraba por el camino. Encontró los restos de un antílope que probablemente habían dejado sus compañeros, que también iban de regreso a su ranchería. Los lobos casi lo habían consumido, pero pudo comer algo de carne adherida a los huesos. Comiendo los frutos que pudo recoger por el camino, llegó por fin a su ranchería, estando enfermo durante bastante tiempo.

Con la compañía de Roberts estaba James Buchanan Gillett, quien escribiría un libro titulado Six Years with the Texas Rangers. En él explicó que con los nativos había un muchacho blanco llamado Rudolph Fisher. Según Herman Lehmann [En Da], en el libro “Nine years among the Indians, 1870-1879: the story of the captivity and life of a Texan among the Indians”, dio que Gillett estaba equivocado, ya que Fisher fue capturado un año antes que él por los comanches y que el muchacho al que se refiere era él mismo. [Fisher pasó 10 años con los comanches y cuando fue liberado no se adaptó a vivir con los blancos, volviendo con ellos, para vivir en la reserva en Oklahoma, donde tenía mujer y un hijo].

El capitán Daniel Webster Roberts, en su libro: “Rangers and Sovereignty”, también comete el mismo error, algo bastante normal porque a veces confundían la afiliación tribal de los nativos. De hecho, tanto Roberts como Gillett creían que estaban luchando contra lipanes [aunque había alguno] cuando en realidad eran mescaleros. Cuando fue liberado, Herman Lehmann y el capitán Roberts se conocieron en 1881, comentando detalles del enfrentamiento, pero Roberts olvidó el nombre de Lehmann y cuando escribió su libro, le vino a la memoria el nombre de Fisher, mencionándolo en su libro.

Los mescaleros conseguían whiskey de los comerciantes. Cuando se emborrachaban eran frecuentes las peleas entre ellos, creciendo las enemistades entre diferentes miembros de la banda, provocando a veces incluso alguna muerte. Un día, varios mescaleros de otra banda llegaron al campamento de Carnoviste para beber whiskey. Se produjo un enfrentamiento en el cual un guerrero suyo resultó herido en el estómago. A los pocos días, Carnoviste devolvió la “visita” con intención de vengarse. Después de beber, se inició una pelea que obligó a los soldados a intervenir. Al haber ido allí como agresores, Carnoviste pensó que los soldados les castigarían, por lo que decidieron irse y robar los caballos de la otra banda, pero antes hicieron una fiesta. Adquirieron whiskey de unos comerciantes y todo el campamento se emborrachó. Una mujer, totalmente ebria, cometió adulterio, por lo que su marido le cortó la nariz y la envió a la tienda del otro hombre. La pareja fue obligada a vivir en el borde del campamento. Varias mujeres murieron por la borrachera, lo que despertó la furia de sus maridos. Cuando se espabilaron partieron hacia la zona de las llanuras. Viajaron un día y una noche, y después montaron un campamento, cuando otros 12 mescaleros les atacaron. Del campamento de Carnoviste salieron otros 12 guerreros para rechazarles, pero uno resultó muerto. Entonces los 12 atacantes se retiraron. Carnoviste ordenó a En Da que cogiese su escudo y que le acompañase para ir a perseguirles. Tras 8 km cabalgando cayeron en una trampa, falleciendo todos menos Carnoviste y En Da, quienes se retiraron lentamente. Salieron dos o tres guerreros tras ellos, produciéndose un enfrentamiento en el que Carnoviste resultó muerto a mano de uno de ellos, un “hombre-medicina”. Luego dijo a  En Da: “Este es tu último día, vas a morir”.

Los otros guerreros se dirigieron hacia el campamento de Carnoviste, pensando que el “hombre-medicina” era suficiente para acabar con el joven. El “hombre-medicina” disparó dos o tres veces sin alcanzarle. En Da cabalgó hacia unas rocas y cuando el “hombre-medicina” llegaba allí, le tiró una flecha clavándosela en el estómago. Eso hizo que se le cayeran las armas, por lo que En Da se acercó y le clavó otra flecha en el costado haciéndolo caer. Una tercera flecha en el corazón acabó con su vida, vengando la muerte de Carnoviste. Cogió su escudo, cinturón y su Winchester con los cartuchos. Subió a un alto y pudo oír los gritos de victoria de los mescaleros atacantes que habían hecho huir o habían matado a la gente de su banda. También oyó los lamentos de las mujeres. Uno de los guerreros regresó y encontró el cuerpo sin vida del “hombre-medicina”, emitiendo un fuerte grito. Los mescaleros le buscaron, pero él se fue de allí.

Al verse solo, En Da vagó durante casi un año por las llanuras texanas hasta que se unió a una banda comanche recibiendo el nombre de Montechema. Cuando los comanches fueron a Fort Sill [Comanche County, Oklahoma], fue descubierto y devuelto a su familia el 12 de mayo de 1878. Se casó y se divorció. Se volvió a casar teniendo dos hijos y tres hijas, pero nunca se sintió cómodo en su nueva vida.

Quien esto escribe no entiende como pudo participar en incursiones contra colonos, combates contra los comanches, mexicanos, e incluso contra los Rangers siendo un niño de 11, 12 o 13 años. Los apaches llevaban en sus incursiones a “dikohes” o aprendices de guerreros cuando les consideraban suficientemente preparados después de un duro entrenamiento. No había una edad determinada para ello, pero la costumbre era entre 14 y 16 años. Nunca combatían salvo en casos de extrema necesidad. En las incursiones cuidaban de los caballos, recogían leña para el fuego, preparaban la comida de los guerreros, etc. Lehman estuvo cuatro años con los mescaleros, el último lo pasó solo y después se unió a los comanches, estando cinco años con ellos hasta que volvió con su familia. ¿Cómo es posible que cuando los demás aprendices de guerreros todavía no habían participado en ninguna incursión, un niño de esa edad haya podido participar en tantos enfrentamientos? No hay duda de que fue capturado por los mescaleros, pero ¿no tendría Herman un exceso de imaginación? Dejo a criterio del lector su opinión al respecto).  

* El 16 de mayo de 1870, el comandante John Green establece un puesto cerca del White River al que llama Camp Ord (en honor del general Edward Otho Cresap Ord), para instalar a los apaches White Mountain en los alrededores. (El 1 de agosto sería llamado Camp Mogollon [por las Mogollon Mountains]; el 12 de septiembre, Camp Thomas [por el general George Henry Thomas]; el 2 de febrero de 1871, Camp Apache [como muestra de amistad a los apaches]; y el 5 de abril de 1879, se le daría el nombre definitivo de Fort Apache [Navajo County, Arizona].

El ejército estadounidense daría inicio a la reserva, esperando que la Oficina de Asuntos Indios asumiera el control. El general Ord apoyó el plan de Green como una solución final a los problemas de los apaches White Mountain, obligándoles a seguir con los cultivos, lo que animaría a otras bandas a buscar la paz ante la alternativa de su eliminación).

Los apaches White Mountain, medio hambrientos porque una tardía helada había acabado con la mayor parte de sus cosechas, estaban ansiosos por cooperar. El 1 de julio de 1870, el ejército estadounidense contó 1.043 apaches White Mountains en la región cerca de Camp Ord. También había unos 200 en Camp Goodwin, y de 200 a 300 dispersos por las montañas).

* También en mayo de 1870, los socios Hugh Kennedy y Newton Israel van a Tucson (Pima County, Arizona) a contratar trabajadores para su rancho situado en el río San Pedro, cerca de Old Camp Grant (Pinal County, Arizona) cuando son atacados por un grupo de apaches. (Israel también era dueño de la tienda de Old Camp Grant, a donde regresaban con los trabajadores llevando materiales de construcción. Iban dos mujeres, algunos niños y 21 hombres, la mayoría trabajadores mexicanos que habían sido contratados para el rancho. La pequeña caravana solo tenía cuatro rifles. En algún lugar entre lo que hoy es Oracle y el Cañón del Oro, unos 50 o 60 apaches emboscaron y atacaron la caravana. Israel murió con los primeros disparos, no sin antes matar a su atacante de un disparo de rifle. Los hombres armados pelearon lo mejor que pudieron, permitiendo a las mujeres, a los niños y a los trabajadores mexicanos huir a las cercanas colinas donde lograron encontrar refugio tras unas rocas.

Kennedy sabía que su única oportunidad era huir. Fue herido en su pulgar izquierdo con los primeros disparos, pero logró cortar el arnés de una de las mulas enganchadas a un carro y se subió a ella. Intentó pasar a través de un grupo de apaches que le disparaba con armas de fuego y le lanzaba flechas, siendo herido en el pecho por una de ellas, pero continuó cabalgando en la mula, atravesando el grupo de apaches que continuaba disparándole. A unos 100 metros de distancia, una bala alcanzó a su mula en la parte trasera, haciéndola caer. Kennedy ya en el suelo, logró arrastrarse y esconderse. Los apaches se concentraron en los carros, saqueándolos y llevándose los suministros y las mulas. A continuación, quemaron los carros. Cuando las mujeres, los niños y los trabajadores mexicanos vieron que los apaches saqueaban los carros y se olvidaban de ellos, huyeron por un arroyo para llegar, finalmente, hasta Old Camp Grant, guiado por uno de los mexicanos que conocía los senderos.

Nada más comenzar el ataque, uno de los mexicanos había huido dirigiéndose a pie a Old Camp Grant, a unos 48 km de distancia. La ropa del mexicano estaba rota y hecha jirones por los arbustos espinosos y cactus que había por donde estaba huyendo, llevando además su camisa manchada de sangre por una herida de bala que había rozado sus costillas. Llegó a la plaza de armas dirigiéndose directamente a la oficina del comandante para informar de lo ocurrido.

En 20 minutos [era el 28 de mayo], un destacamento de 20 soldados al mando del teniente Bourke estaba cruzando el río San Pedro, camino del Cañón del Oro. Estaba anocheciendo cuando llegaron al cañón, no llegando a ver los restos de los carros ni ningún cuerpo de los miembros de la caravana. Oyeron un sonido que al principio pensaron que eran coyotes, pero cuando se acercaron, escucharon una débil voz pidiendo ayuda. Era Hugh Kennedy, que estaba en muy mal estado, indicando donde estaban los carros. Cuando llegaron al lugar aún estaban humeantes. Bourke informó que vio una “terrible escena”. El cuerpo desnudo de Newton Israel estaba tumbado en el suelo con las piernas quemadas por las brasas de algunos carros. Su cabeza tenía un golpe y parte de la masa cerebral sobresalía del cráneo. Tenía varias heridas de lanza; su cuero cabelludo estaba parcialmente cortado; y su corazón arrancado y colocado junto al cuerpo.

A la mañana siguiente colocaron a Hugh Kennedy en la parte posterior de un carro lo más cómodo posible, con el cuerpo de Israel, cubierto por una manta, junto a él. Cuando llegaron a Old Camp Grant, llevaron a Kennedy a la enfermería, pero falleció a las pocas horas. El teniente Howard Bass Cushing, del 3º de Caballería, al mando de la compañía F, salió en persecución de los apaches. Cushing se había ganado una gran reputación en el ejército luchando contra los apaches mescaleros en Texas. Joe Felmer, casado con una apache y dueño de un rancho cerca de Old Camp Grant, y Manuel Durán, un apache, acompañaron a Cushing. Manuel Durán enseguida encontró el rastro de los apaches hostiles que iba a las Santa Catalina Mountains [Pima y Pinal Mountains, Arizona] hasta el río San Pedro, pasando cerca de Old Camp Grant. Su rastro era fácil de seguir, ya que los apaches habían bebido unos frascos de medicina que había en los carros creyendo que era alcohol. Había rastros de personas que habían dado traspiés y realizado círculos a causa de la medicina.

Siguieron el rastro de los asaltantes que habían salido del Aravaipa Canyon [Graham & Pinal Counties, Arizona] dirigiéndose directamente hacia la cabecera del río San Carlos. Unos 5 km más adelante, el rastro desapareció. Manuel Durán, el guía apache, conocía muchos de los trucos utilizados para evitar una persecución. Estudió pacientemente el suelo, mirando cada piedra y arbusto de la zona. A continuación, guio a los soldados al oeste, dirigiéndose hacia la desembocadura del río San Pedro, a través del río Gila, hasta el Disappointment Creek en las Mescal Mountains [Yavapai County, Arizona] a los pies de las Pinal Mountains [Gila County, Arizona]. Cruzaron por su punto más alto, vieron humo que se elevaba en el valle por el norte y el este. Esperaron hasta el anochecer para acercarse a lo que era una ranchería apache. Manuel Durán había explorado la zona mientras los soldados esperaban desmontados, colándose en silencio por los alrededores del campamento apache.

Un viejo apache se había despertado yendo hacia una hoguera para remover las brasas y avivar el fuego. Se acercó a buscar madera por donde estaba el teniente Cushing percatándose de que algo no iba bien. Empezó a correr, gritando para advertir al campamento cuando Cushing dio orden de abrir fuego. Los apaches salieron de sus wickiups para protegerse del mortal fuego de los rifles. Muchos de los guerreros apaches huyeron hacia las rocas con la intención de protegerse y rechazar el ataque, pero se toparon con los soldados que les rodeaban, abriendo fuego contra ellos a corta distancia, matando a muchos. Manuel Durán disparó a una figura que corría, descubriendo que había matado a un guerrero apache y a un niño pequeño que llevaba en brazos de un solo disparo. El informe de Cushing decía que resultaron muertos 30 apaches, y unas pocas mujeres y niños capturados. Estas mujeres dijeron que eran apaches San Carlos de la banda Pinal y regresaban de una incursión por Sonora cuando vieron la caravana de Hugh Kennedy y Newton Israel. También dijeron que sus guerreros podrían haber luchado mejor de no haber estado muchos de ellos enfermos por haber bebido la medicina que habían cogido de los carros).

* En junio de 1870, un grupo de apaches mata a David Holland cuando estaba trabajando en el campo de la granja de T. M. Yerkes, en el Sonoita Valley ([Pima County, Arizona]. Los apaches se llevaron a un muchacho y cuatro caballos. Otros siete hombres que estaban trabajando en el campo consiguieron huir.

También en junio, un grupo de unos 50 apaches atacó a Samuel Hughes [uno de los ciudadanos más ricos de Tucson] y a otras 25 personas, a unos 35 km de Old Camp Grant. [Hughes resultó ileso y el informe no indica qué les ocurrió a las otras personas].

También en junio, los apaches atacaron en el Stein’s Peak [Hidalgo County, New Mexico] una diligencia que llevaba el correo, matando una mula. Ese mismo mes, los apaches atacaron al portador del correo, matando su caballo en el mismo lugar.

También en junio, unos apaches robaron cuatro reses por un valor de 150 $ a Gabino Ortega, ranchero del Pima County [Arizona]. Ya en marzo de 1869, los apaches le habían robado 25 reses por un valor de 400 $, a 14 km al sur de Tucson; y en abril de 1870, cuatro reses, por un valor de 160 $.

También en junio, unos apaches mataron a Alfred L. Johnson y a Kentuck, a 19 km de Camp Date Creek [Yavapai County, Arizona], cuando iban camino de Prescott [Yavapai County, Arizona]).

* El 9 de julio de 1870, una banda apache ataca la Cienega Station ([Pima County, Arizona, a 40 km de Tucson]. También en julio, un grupo de apaches robó a Joseph Tye y a John H. Fitzgerald, 12 reses cerca de Phoenix [Maricopa County, Arizona]).

* El 11 de julio de 1870, el teniente Argalus Garey Hennisee se hace cargo de la Agencia de los apaches chiricahuas del sur de New Mexico y sureste de Arizona (ya era agente de los apaches mescaleros) llevando su sede a Fort Craig (Socorro County, New Mexico) en el Río Grande. (Solo 51 mescaleros estaban en la agencia, y ninguno era jefe. En una carta fechada el 22 de junio, informaba que los chiricahuas del Sur sumaban unos 360 individuos, no pudiendo ir mucho a cazar por miedo a resultar muertos por los blancos. Indicó que no le gustaba darles raciones cada 30 días, argumentando: No me gusta mucho ese plan de que todos los alimentos se consuman o se conviertan en licor a los 10 días de haber sido repartidos, dando a los indios una excelente oportunidad de pasar hambre e insubordinarse antes del siguiente reparto. Creo que sería mucho mejor repartir raciones cada 10 días y distribuir alimentos en vez de maíz para evitar que hagan licor [tiswin], el cual creo que no se puede hacer fácilmente a partir de comida.

Pero Hennisee enseguida se enteró de que los contrabandistas de licores vendían whiskey a los apaches. El intérprete del agente, Robert C. Patterson, intentó impedir esa venta, por lo que los contrabandistas convencieron a algunos apaches para que robaran unos cuantos cientos de fanegas de trigo de la granja de Patterson. Al recibir el informe de Hennisee, William Clinton, Superintendente de Asuntos Indios de New Mexico, instó a que el agente sea autorizado a enjuiciar a estos sinvergüenzas con todo el peso de la ley… Mientras estas personas comercien con los indios… los indios serán ladrones e incontrolables por el agente.

A mediados de septiembre, Hennisee informó de su intento de romper el ilegal tráfico de whiskey, pólvora, plomo, cápsulas de percusión, mantas, etc., con muchos mexicanos del territorio que viven dentro de unos 95 km de Cañada Alamosa, New Mexico, comprometiendo a los indios a mi cargo… Fui informado y tengo buenas razones para creer que José Trujillo, el juez de Paz; y Juan N. Montoya, el agente… son los principales traficantes… Decidí enjuiciar solo a estos funcionarios porque había demasiados para reunir pruebas contra ellos…

… Repartí raciones a los indios el 22 de agosto… A la mañana del 23, antes de que muchos indios volvieran a la población, registré la casa de Juan J. Montoya, encontrando unos 28 galones de whiskey en un barril, derramándolo por el suelo. Arresté a Juan N. Montoya y a Juan Montoya, que viven en la misma casa… Juan N. Montoya adquirió el whiskey de Juan N. Baca, en Socorro, New Mexico, alrededor del 18 de agosto, a cambio de una mula de los Estados Unidos que él [Montoya] había recibido de los indios. Montoya reveló que pretendía cambiar el whiskey a los indios por 10 mulas. Un informante dijo a Hennisee que había visto a Trujillo en su casa, dando whiskey al jefe Loco, y a otros cinco o seis indios, la noche del 10 de agosto…. Hennisee opinaba que las raciones de los apaches eran insuficientes para calmar su hambre y evitar depredaciones. Urgió a que se crease una reserva para evitar que personajes desagradables pudieran estar cerca de ellos.

El 20 de septiembre, Hennisee se reunió con Victorio en Cañada Alamosa, quien le aseguró que todos los apaches estarían al día siguiente para recibir sus raciones, pero durante dos días no aparecieron porque los mexicanos les advirtieron que el teniente tenía la intención de exigir que devolvieran caballos y mulas robados. Más tarde llegó Loco, diciéndole Hennisee que no les darían raciones hasta que entregasen los animales. Por entonces había en Cañada Alamosa unos 600 apaches).

* El 15 de julio de 1870, una banda apache realiza tres ataques al rancho de William Wright, situada en el Potrero (a 11 km de la frontera de Sonora, Santa Cruz County, Arizona), y aunque fueron rechazados se llevaron un caballo y una mula. (Wright denunció que ese caballo estaba en manos de unos apaches en Camp Thomas [Graham County, Arizona]. También denunció que el 17 de junio, encontraron los cuerpos de tres hombres, cerca de la frontera mexicana, muertos por los apaches; que el 15 de junio, unos apaches habían matado a un vaquero del ganadero Peter Kitchen, llevándose 12 reses; y que el 15 de mayo, los apaches habían matado a tres mexicanos, hiriendo a dos de ellos a 8 km de el Potrero.

Durante este año, una banda apache mató a Peter Riggs, Thomas Venable y a un mexicano en Davis Spring, no muy lejos de Camp Crittenden [Pima County, Arizona]; saqueando dos carros de mercancías y quemando bienes por valor de 6.000 $, y llevándose 12 mulas. Un destacamento de 25 soldados estadounidenses y tres ciudadanos siguieron a los apaches, los alcanzaron pero fueron rechazados. Los apaches robaron a Wm. Morgan nueve reses y dos caballos; a Thomas Gardner cinco reses y dos caballos; y a W. Cook dos reses. Los tres robos fueron cometidos a 19 km de Camp Crittenden).

* El 1 de agosto de 1870, el teniente Howard Bass Cushing, al mando de la compañía F del 3º de Caballería, y de la compañía K del 1º de Caballería, persigue a una banda de apaches San Carlos de la banda Pinal hasta la pendiente norte de las Pinal Mountains (Gila County, Arizona) donde localizan una ranchería, entablándose un tiroteo. (Resultó muerto el soldado herrero Joseph Graff de la compañía K. Los soldados de Cushing mataron a seis apaches y capturaron a dos mujeres).

* En agosto de 1870, el gobernador de Arizona, Anson Pacely Killen Safford, visita a los apaches White Mountain en Camp Ord ([Navajo County, Arizona]. Los encontró muy pobres, con muy escaso ganado, dependiendo principalmente de la caza y de las raíces para comer. Sin embargo, les habían suministrado unas pocas semillas de maíz, y estaban sembrándolas. Reparaban sus zanjas de riego, cuya construcción hacían con mucha habilidad y trabajo. Safford se reunió con su jefe, quien expresó su deseo de paz. Dijo a Safford que el año anterior, los soldados habían pasado por su territorio, destruyendo el maíz, convenciéndose de que por su propio interés era mejor vivir en paz con los blancos. Todo lo que querían era semillas y comida suficiente para evitar que su pueblo muriera de hambre hasta que sus cosechas estuviesen maduras.

Safford dijo estar convencido de que era posible la paz con los apaches White Mountain. Sin embargo, para ello era necesario un buen hombre que se hiciese cargo y estuviese constantemente con ellos, para animarles y ayudarles en los cultivos, y abasteciese sus necesidades. Safford creía que con este sistema, los White Mountain podían ser autosuficientes dentro de un año).

* En agosto de 1870, un grupo de apaches ataca la granja de W. A. Smith, en el Cienega Valley (Pima County, Arizona) matando a dos inquilinos. (Smith consiguió huir, pero su casa y los cultivos fueron destruidos. También ese mes, un grupo de apaches atacó la hacienda de Michael O’Riley, a 29 km al norte de Tucson [Pima County, Arizona], llevándose un caballo y seis mulas; y a finales de mes, los apaches dispararon a un empleado suyo llamado Bloom, llevándose una mula.

También en agosto, Charles S. Shibel residente en Tucson [Pima County, Arizona], mientras iba de Camp Goodwin [Graham County, Arizona] a Tucson encontró el coche correo destruido, y muertos y mutilados los cuerpos del conductor Wm. Burns, del superintendente de zona del correo John Collins, y de dos soldados estadounidenses de la compañía “D” del 21º de Infantería, Lawrence Moore y Washington Peabody. Les faltaba el cuero cabelludo, uno estaba parcialmente quemado, y a otro le faltaban los ojos. También atacaron a dos soldados estadounidenses que transportaban el correo, cerca de Walnut Grove [Yavapai County, Arizona], matando a uno, hiriendo al otro y destruyendo el correo).

* El 13 de agosto de 1870, el comandante John Green informa que Cochise ha visitado Camp Mogollon (más tarde llamado Camp y Fort Apache, según algunos informes a causa de la visita del jefe chokonen): Tengo el honor de informar que el jefe indio Cochise me envió un mensaje diciendo que quería hacer la paz con los blancos y estaba cansado de la guerra”.

* El 18 de agosto de 1870, Cochise ataca a un correo cerca del río San Pedro incursionando también por el Sonoita Valley ([Santa Cruz County, Arizona]. Cochise también envió a una mujer, quizá a su esposa, a Camp Mogollon [en el futuro Fort Apache] para pedir la paz. Allí, el 30 de agosto, se reunió con el comandante John Green, manteniendo largas conversaciones en las que el jefe chiricahua manifestó que deseaba la paz. Según los informes de la reunión, Cochise admitió que había matado a tantos como él había perdido, y que incluso él estuvo a punto de morir. También sugirió que podría establecerse con los apaches White Mountain y convertirse en jefe de los apaches de Bonita Creek. Luego se fue, por lo que después, la prensa atacó a Green por haberle dejado ir. El 11 de septiembre, poco después de que Cochise se hubiera ido de Camp Mogollon, el general Stoneman, comandante del Departamento Militar de Arizona, llegó para hacer una visita de inspección. Dos días más tarde, se reunió con los jefes apaches, Miguel [Esh-ke-iba], Eskeltecela [Esh-kel-dah-silah] y Pedro [Hack-yaniltl-i-dn]. Este reiteró sus propuestas de paz, pero pidió urgentemente ropa, alimentos, herramientas agrícolas, y armas y municiones para cazar. Stoneman prometió ayudarles, asegurándoles que el gobierno les trataría justamente. Continuarían recibiendo carne, harina, medicinas, y semillas si ayudaban en la campaña contra los apaches renegados, pero nada más salir de allí olvidó lo prometido. 

Ante la ausencia de una política clara por parte del gobierno estadounidense, Green puso a los apaches White Mountain a trabajar para justificar las raciones que les daban. Las mujeres y los niños cortaban el heno con cuchillos y lo llevaban a Camp Mogollon cargados a sus espaldas. También cortaron y llevaron madera y pronto hubo suficiente para pasar el invierno). 

El 3 de septiembre de 1870, unos guerreros apaches mescaleros, dirigidos por José de la Paz, atacan a dos soldados estadounidenses que iban a buscar madera a 9’6 km de Fort Stanton ([Lincoln County, New Mexico]. Los mescaleros mataron a los dos hombres y capturaron todas sus mulas, pero uno, con varias flechas en el cuerpo, consiguió llegar al puesto antes de morir. El capitán Chambers McKibben, del 15º de Infantería, salió en su búsqueda y los alcanzó en las Guadalupe Mountains el 20 de octubre. En el enfrentamiento subsiguiente, los soldados mataron a un guerrero y capturaron a dos mujeres. El coronel August V. Kautz, comandante del fuerte, envió a las mujeres a reunirse con José de la Paz para decirle que el ejército quería la paz. Este hecho llevaría en el futuro a abrir un camino de negociación entre el ejército y los apaches mescaleros, tomando estos la decisión de acercarse a Fort Stanton).

* En septiembre de 1870, el general George Stoneman, comandante del recién creado Departamento de Arizona, se reúne con tres jefes apaches White Mountain en Camp Ord ([Navajo County, Arizona]. Prometió hacer todo lo posible por ellos si querían vivir en paz con los blancos. Seguiría autorizando raciones de carne y de harina, si permanecían en paz y ayudaban a las tropas a cazar a los nativos «hostiles». También prometió que les daría semillas de maíz para que pudieran tener suficientes cereales y verduras con que alimentarse. Por último, Stoneman advirtió a los jefes que si no dejaban de robar en los puestos y asentamientos, todos acabarían muertos).

* En septiembre de 1870, Frederick Marsh, residente a 28’9 km de Tucson (Pima County, Arizona) denuncia las pérdidas que ha sufrido a manos de incursores apaches. (En enero perdió 17 reses; en abril y mayo ocho reses; en julio nueve reses y cuatro caballos; y en septiembre seis reses. Las pérdidas supusieron un total de 1.250 $.  

También en septiembre, los apaches robaron a James Peters, vecino de Tucson (Pima County, Arizona) ocho pares de bueyes por un valor de 800 $, en el camino entre Camp Crittenden (Santa Cruz County, Arizona) y Sawmill Canyon (Santa Rita Mountains, Pima County, Arizona).

* El  23  de  septiembre de 1870, el periódico mexicano La Estrella de Occidente anuncia el aumento a 300 pesos de las recompensas por cada cabellera apache. (En su Memoria del Estado de la Administración Pública del año 1870, el gobernador Pesqueira señaló que la devastadora cuanto permanente guerra de los salvajes y el poco éxito de las partidas, sobre quienes recaen las labores defensivas, ha hecho necesario mantener la compensación de 200 pesos por cabellera apache presentada a la autoridad, a fin de estimular el levantamiento de fuerzas voluntarias.

Se advirtió que estas recompensas no era suficiente estímulo para esta empresa, por lo que se dispuso que estas aumentaran a 300 pesos. Estos estímulos económicos no surtieron el efecto esperado, pues en 1870, aproximadamente 105 personas fueron muertas por los apaches en el estado, 29 heridas y cinco capturadas; en contrapartida, solo 10 apaches fueron muertos por fuerzas sonorenses y nueve cabelleras canjeadas por recompensas a lo largo del año, según los informes oficiales).

* El 10 de octubre de 1870, James Lee persigue, con otros cuatro hombres, a unos apaches que habían robado unas reses. (Los alcanzaron y tuvieron un enfrentamiento, pero tuvieron que retirarse, después de que uno del grupo resultara gravemente herido. Lee era copropietario de una mina de plata situada cerca de Tucson, pero no podían trabajar en ella debido a la hostilidad de los apaches.

También en octubre, un grupo de apaches mató a un soldado y a un civil estadounidenses en el Territorio de Arizona, que estaban a cargo del correo, capturando los caballos y el correo; y robaron nueve animales a Eugene Edmunds, vecino del Pima County [Arizona], valorados en 850 $.

También en octubre, una banda apache mató a un muchacho empleado de Sabino Otero, dueño de un rancho en Tubac ([Santa Cruz County, Arizona]. Dos semanas antes, los apaches habían atacado el rancho de Joseph King, junto a la misión de Tumacácori [Santa Cruz County, Arizona] hiriéndole y llevándose cuatro caballos. Otero denunció que ya en junio de 1869, un muchacho empleado suyo murió a manos de los apaches, robándole cinco reses; tres meses después le robaron un caballo; y en octubre de 1870, dos muchachos empleados suyos fueron atacados por apaches, matando a uno de ellos, y robando dos caballos.

También en octubre, unos apaches atacaron el rancho de Louis Quesse, situado en Tubac [Santa Cruz County, Arizona], hiriendo gravemente a su pastor, llevándose un caballo, un arma de fuego, y 15 reses; en abril de 1870, le habían robado cuatro reses; el 6 de febrero de 1870, le mataron cuatro reses; en enero de 1870, 11 reses; en octubre de 1869, nueve reses; el 15 de agosto de 1869, ocho caballos y dos mulas; el 27 de febrero de 1869, los apaches atacaron su corral, hiriendo a dos pápagos empleados suyos y se llevaron 33 reses; el 30 de enero de 1869, le mataron cuatro reses; en enero de 1869, los apaches se llevaron dos caballos y ocho reses. Las pérdidas totales por causa de los apaches, durante los años 1869 y 1870, ascendieron a 3.655 $).

* Hasta octubre de 1870, los apaches habían robado en varias ocasiones 20 reses y un caballo a Leopoldo Carrillo, comerciante y agricultor en Punta de Agua, a 16 km de Tucson ([Pima County, Arizona]. Las pérdidas totales de Carrillo a manos de los apaches desde agosto de 1869, ascendieron a unos 2.000 $. En agosto de 1869, los apaches le robaron 27 reses; en noviembre de 1869, tres caballos; en marzo de 1870, 12 reses; y en abril de 1870, cinco caballos).

* El 19 de octubre de 1870, Argalus Garey Hennisee (Agente Indio en Cañada Alamosa), William F. M. Arny (Agente Especial Indio de New Mexico), Robert C. Patterson (intérprete en Cañada Alamosa), y el capitán Frederick William Coleman (comandante de Fort Tularosa) se reúnen con Loco, Nana, Victorio y Tomasito, en un cañón cercano a Ojo Caliente. (Al día siguiente, llegó un gran número de apaches encabezados por Cochise. Hennisee dijo: En esta reunión estuvieron presente los principales jefes de varias bandas apaches, excepto Cadete, el principal jefe de los mescaleros, quien estaba luchando contra los comanches en Texas…. Estuvieron presentes 22 jefes y 790 apaches, de los cuales 96 pertenecían a la banda de Cochise [llegó con 34 varones]; y 114 mescaleros bajo el mando de Nane, un jefe que había dejado a Cadete y quería la paz.

Durante el último año, el Departamento del Interior había dado raciones a un grupo de chihennes encabezados por Loco. Aunque las raciones eran escasas, la gente de Loco se había comportado de forma pacífica. Cochise había llegado el 20 de octubre con 34 varones, totalizando con sus familias unas 96 personas. Arny tenía la orden de conseguir una paz permanente con los apaches del territorio de New Mexico, por lo que tenía que persuadirlos de que acudieran a las reservas.

Cochise le dijo que su gente había estado luchando durante 10 años, y pese a que habían matado a muchos blancos, había perdido muchos guerreros, por lo que tenía más mujeres y niños de los que podía alimentar y proteger, que deseaba la paz, que hablaría sinceramente y quería que el gobierno hablase y actuase sinceramente con él… Me dijo que si el gobierno alimentaba y vestía a su gente, en pocos meses llevaría a todos los miembros de su tribu allí en paz. Arny dijo que a Cochise no le gustaban las White Mountain [Navajo County, Arizona] ni la zona alrededor de Camp Thomas [Graham County, Arizona], queriendo ver cómo era Cañada Alamosa. Victorio y otros líderes previeron que, en un mes, habría allí 1.000 o 1.200 personas para ser alimentadas y recibir mantas. Arny pensaba que era una locura pedirles que devolvieran los caballos y mulas robadas. Tenían pocos y sin marcas, señal de que no habían sido robados. Los apaches dijeron a Arny que los caballos robados los habían matado para comérselos o los habían vendido a los mexicanos.

El 21 de noviembre, Arny presentaría a Ely Samuel Parker, Comisionado de Asuntos Indios, su informe nº 8: Durante los últimos 10 años, los apaches del Sur han demostrado ser los más salvajes, bárbaros, e incivilizados indios de este continente. Sus acciones en el camino del crimen, robos y torturas, no tienen comparación en la historia de cualquier otra tribu de indios. Ellos habían robado correos, quemado estaciones de diligencias, habían arrancado, cocinado, y comido los corazones de algunas personas [evidentemente una exageración], habían quemado en la hoguera a pasajeros de diligencias y otros prisioneros que habían caído en su poder; habían matado mineros, y retrasado las operaciones mineras de una de las más ricas zonas de los Estados Unidos. Arny hizo una estimación de su número:

Coyoteros y Central chiricahuas: 340 guerreros, 672 mujeres, y 466 niños, con unos 600 caballos.

Mimbreños: 280 guerreros, 370 mujeres, y 210 niños, con unos 400 caballos.

Mogollones y bandas del Gila: 130 guerreros, 180 mujeres, y 230 niños, con unos 260 caballos.

La suma total de estos guerreros, más los mescaleros, alcanzaba la cifra de 910 guerreros, 1.502 mujeres, y 1.226 niños, con un total de 1.760 caballos.

Estas cifras no tenían en cuenta a los White Mountain [?, los coyoteros eran parte de ellos] y otras bandas de Arizona. Arny declaró: Seguramente los apaches del Sur son culpables de muchos actos atroces, pero no han estado libres por ahí, como demuestra el censo, y ellos se dan cuenta… Todos estos indios desean ahora la paz….

Arny urgió a crear una reserva cuanto antes, indicando seis posibilidades. La primera, cerca de Camp Thomas [el futuro Fort Apache] en Arizona; la segunda, cerca del viejo Santa Lucía, a lo largo del río Gila. La tercera, junto al río Mimbres, aunque Arny no era muy partidario de este lugar porque había muchos mineros y colonos asentados en Pinos Altos y Chloride Flats [la futura Silver City]. La cuarta, donde estaban ahora, junto al río Alamosa, entre las San Mateo y las Mimbres Mountains. Estaba viviendo 52 familias [unas 193 personas] que no tenían títulos de propiedad, por lo que se podían comprar sus asentamientos para que se fueran. La quinta, podían ser trasladados cerca de Fort Stanton [Lincoln County, New Mexico], al este del Río Grande, donde los mescaleros estaban ya reubicados. Esta reserva tendría  80’93 hectáreas de tierra agrícola en el Río Bonito, así como algunos campos por encima de Stanton, donde podría plantarse trigo. Incluiría también  80’93 hectáreas en Crook’s Ranch, donde se podría cultivar sin riego, y 404’68 hectáreas de buena tierra entre Dowlin’s Mill y la desembocadura del Eagle Creek. La reserva propuesta tendría tierras de pastoreo para 10.000 cabezas de ganado, que podrían utilizarse tanto en invierno como en verano.

La reserva estaría rodeada por varios lados por arroyos y ríos que servirían como excelentes límites naturales. El Río Bonito de unos 3’04 metros de ancho y 0’20 metros de profundidad; el río Ruidoso de 4’57 metros de ancho y 0’30 metros de profundidad; y el Eagle Creek de 1’82 metros de ancho y 0’15 metros de profundidad. Todos eran de agua clara y fría, con abundantes truchas. Arny estaba seguro de que el jefe mescalero Cadete estaría satisfecho con esa reserva. Y la sexta, junto al río Tularosa, a unos 128 km al oeste de Socorro, la preferida de Arny, creyendo que sería la preferida por ellos.

Después de las conversaciones, Gerónimo, estuvo, al parecer, aproximadamente un año en el área de Cañada Alamosa; mientras Cochise y tres de sus hombres se fueron de allí con intención de traer al resto de los chokonen.

Patterson y Hennisee visitaron los campos de Cañada Alamosa observando que habían recogido gran cantidad de maíz y que las mazorcas y sus envolturas estaban junto a las hogueras. Más tarde, Hennisee visitó otra vez los campos, viendo a Victorio y a su familia, a unos 45 metros de uno de los campos, cociendo y comiendo el maíz que acababan de coger esa misma mañana. Era evidente que ningún apache tenía la intención de pasar hambre, estando rodeados de campos de maíz de los hombres blancos por todas partes. El 28 de octubre, Orlando F. Piper sucedió a Hennisee como agente, mientras el 30 de noviembre, Nathaniel Pope sucedió a Clinton como Superintendente de Asuntos Indios en New Mexico).

* En el otoño de 1870, George S. Roper era un soldado de la compañía “B” del 8º de Caballería al mando del capitán William McCleave. (Roper escribiría: “… El primero de noviembre llegamos a nuestro tan buscado ‘feliz hogar’ [Fort Stanton, Lincoln County, New Mexico]. No tardamos en asumir los deberes de soldados, con ejercicios a pie y a caballo casi todos los días. Teníamos un espléndido instructor en el sargento Patrick Golden, un viejo soldado con varios años de servicio. Poco antes de llegar al puesto, los apaches mataron a uno de nuestra compañía, y también a un miembro de la compañía “I” del 15º de Infantería a pocas millas del puesto. Inmediatamente se puso en marcha una patrulla tras los asesinos, a los que siguieron tan de cerca que, para dejar escapar a los hombres, las indias se interpusieron en el camino de la carga subiendo por un estrecho cañón, sabiendo, como sabían, que para rodearlos retrasarían la carga. Fueron capturados varios prisioneros y los encontramos todavía confinados en el puesto con un guardia sobre ellos. Ese puesto no era muy deseable …”. Al ocurrir esos hechos cerca de Fort Stanton probablemente eran apaches mescaleros).

* En noviembre de 1870, una banda apache ataca la caravana comercial de Edmund y Ramón Pacheco, a 12’8 km de Camp Crittenden (Santa Cruz County, Arizona) capturando una parte de las mercancías. (Ese mes, un grupo de apaches roba dos caballos de la casa del agricultor Matías Romero, residente en Tucson [Pima County, Arizona]; quien también informó que en noviembre de 1869, había visto los cuerpos de dos hombres muertos por los apaches cerca de la línea fronteriza con Sonora; que en enero de 1870 los apaches le habían robado dos yuntas de bueyes; en marzo de 1870, tres caballos; y en octubre de 1870, dos caballos; y que en la primavera de 1870 los apaches habían matado  a Juan Saize; y en otra ocasión a dos mexicanos a 6’4 km al suroeste de Tucson.

También en noviembre, M. G. Gay, que tiene una granja a 12’8 km de Tucson, declaró que los apaches le habían robado siete reses; en octubre de 1870, 14 reses; en julio de 1870, dos animales; en marzo de 1870, tres animales; y el 1 de enero de 1870, un caballo y dos vacas lecheras; con un valor total de 740 $.

También en noviembre, Guillermo Telles, que tiene una granja a 4’8 km  al sur de Tucson [Pima County, Arizona] denunció que los apaches le habían robado 11 reses por un valor de 600 $. Ya en septiembre de 1869, los  apaches le habían robado siete vacas).  

* A principios de diciembre de 1870, Cochise vuelve a Cañada Alamosa (hoy Monticello, Sierra County, New Mexico) encontrándose con tres eventos importantes que crean incertidumbre entre los apaches:

1. El agente Argalus Garey Hennisee, con quien los apaches habían estado tratando, había sido sustituido por Orlando F. Piper.
2. Las raciones y provisiones seguían siendo insuficientes, irregulares y escasas.
3. Los apaches fueron informados de que el gobierno quería reubicarlos en Fort Stanton
(Mescalero, Lincoln County, New Mexico).

(Descontento, Cochise volvió a Arizona, yendo con él Salvador, un hijo de Mangas Coloradas. En Arizona siguieron los enfrentamientos. Mientras, el gobierno estadounidense seguía sin establecer una reserva permanente para los chihennes. Loco y el resto de jefes dejaron claro que querían una reserva en Ojo Caliente y no aceptarían ninguna otra).

* En diciembre de 1870, cerca de 2.000 apaches White Mountain acampan en las inmediaciones de Camp Thomas (antes llamado Camp Mogollon, y originariamente Camp Ord), siendo contratados para recoger leña y heno. (El comandante John Green informó que su objetivo principal era mantener a los apaches empleados durante el invierno, esperando que esto les llevase a plantar más la próxima primavera. La paga que recibían los apaches era en harina y maíz. Pero ocurrió que estaban suministrando madera tan rápido que en pocos días el puesto tenía suficiente para el invierno; y un día llevaron hasta 15 toneladas de heno en un día. La madera era cortada a mano o con hachas desgastadas, y el heno con cuchillos).

* El 17 de diciembre de 1870, Vincent Colyer, secretario de la Junta de Comisionados de Asuntos Indios, solicita al Secretario del Interior, Columbus Delano, que pida al Congreso una asignación especial  100.000 $ para llevar a los apaches de Arizona y New Mexico a las reservas, pero el Congreso lo rechazó.

* El 18 de diciembre de 1870, una caravana de mercancías perteneciente a los empresarios Pinckney Tully y Esteban Ochoa es atacada por una banda de 75 apaches. (La caravana estaba dirigida por Santa Cruz Castañeda, un experimentado conductor y luchador contra los apaches. Estos se llevaron 39 pares de bueyes y tres caballos, a unos 50 km al este de Tucson [Pima County, Arizona] cuando iba a Fort Goodwin [Graham County, Arizona]. Los hombres de Castañeda persiguieron a los apaches, alcanzándolos. Se produjo una pelea en la que un hombre, Martín Rivera, falleció por un disparo en la cabeza. Otros dos hombres resultaron heridos, Nipomoceno Barragán y Teodosio Carvajal, escapando los apaches con las reses.

También en diciembre, los apaches robaron cinco mulas a Mariano Samaniego, residente en el Pima County [Arizona], matando a tres de ellas y abandonando las otras dos).  

También en diciembre, los apaches robaron 16 mulas a los socios Mendía y Trujillo, a 4’8 km de Tucson (Pima County, Arizona).

1871

* Desde enero de 1869 a enero de 1871, los apaches han robado en los Tres Álamos (Cochise County, Arizona) al menos 25 reses por un valor de 2.000 $. (El 13 de enero de 1871, unos apaches yavapais robaron 29 mulas al abogado C. W. C. Rowell, en Gila City [Gila County, Arizona], por un valor total de 1.620 $.

El 15 de enero, unos apaches robaron ocho animales a D. C. Thompson, en el río Gila, cerca de Sacaton [Pinal Couny, Arizona]).

El 19 de enero, los apaches robaron 27 mulas, por un valor estimado de 1.000 $, al ranchero Milton Ward, en el río Gila, a 144 km al norte de Tucson [Pima County, Arizona].

El mismo día, 19 de enero, A. C. Ashton, agricultor y residente en Santa Cruz River, en el Pima County [Arizona] declaró que los apaches habían herido de un disparo en la ingle a José Rey, vecino suyo que vive a 9’6 km, quitándole cuatro caballos. Ashton dijo también que los apaches habían atacado a un grupo de pápagos en abril de 1870, a unos 4’8 km de su explotación, matando a uno de ellos y llevándose varios caballos; que en mayo de 1870, una banda apache atacó a nueve hombres a 11 km de la granja de Ashton, matando a tres e hiriendo a uno de ellos; que el 20 de mayo de 1870, unos apaches robaron a Ashton tres animales por valor de 600 $; que el 4 de julio de 1870, los apaches mataron a un hombre y un caballo, y robaron una mula y un caballo, a unos 8 km de la hacienda de Ashton. Según Ashton, en mayo de 1870, Reese Smith y Francisco Madrid fueron atacados cerca de su granja por unos apaches, quienes se llevaron dos bueyes; y el 12 de julio de 1870, John Blanchard, dueño de una tienda de comestibles, sufrió el saqueo de la misma perdiéndolo todo a manos de los apaches.

El 23 de enero, Juan Elías, vecino de Tucson [Pima County, Arizona] declaró que los apaches le habían robado 11 caballos. También sufrió el robo de tres caballos, 15 bueyes, y cinco mulas en abril de 1869; tres caballos el 18 de julio de 1869; dos caballos el 7 de agosto de 1869; dos caballos el 20 de diciembre de 1 de 1871869; dos caballos el 20 de junio de 1870; un caballo el 17 de agosto de 1870; y 14 reses el 13 de octubre de 1870. En otras ocasiones, Juan Elías sufrió el robo de, al menos, 40 reses por parte de los apaches, no recordando las fechas, pero afirmó que no era seguro para los agricultores trabajar los campos en las inmediaciones de Tucson y San Xavier del Bac [Pima County, Arizona] sin protección).

* En el invierno de 1871, Cochise se encuentra en el sureste de Arizona esperando que la situación en Cañada Alamosa (hoy Monticello, Sierra County, New Mexico) se estabilice. (Durante los seis meses siguientes, Cochise se vio envuelto en varios combates con civiles y soldados. En enero, el capitán Reuben Frank Bernard, al mando de la compañía G, del 1º de Caballería, atacó una ranchería apache en las Pinal Mountains [Gila County, Arizona], matando a nueve de ellos e hiriendo a varios más).

* En febrero de 1871, un pequeño grupo de apaches mescaleros al mando de José de la Paz llega a Fort Stanton (Lincoln County, New Mexico) afirmando que todos los mescaleros deseaban la paz. (El coronel August V. Kautz, comandante de Fort Stanton envió inmediatamente a José de la Paz hacia el este, más allá del río Pecos, al territorio comanche, para asegurar a otros mescaleros que serían bien tratados si se estableciesen en la Reserva Militar de Fort Stanton. José de la Paz regresaría el 11 de abril con buenas perspectivas de paz diciendo: Vendrían en cuanto hubiera suficiente hierba para permitir a sus ponis cruzar el Llano Estacado).

* El 2 de febrero de 1871, unos apaches roban dos caballos en los suburbios de Tucson (Pima County, Arizona), uno a José Bustamante y otro a Tranquilino Vázquez. (Al día siguiente, 3 de febrero, unos apaches robaron 40 reses, tres ovejas y dos caballos, por un valor de 1.100 $, del rancho de M. G. Gay, a 14 km de Tucson. También en febrero, unos apaches robaron 60 reses a A. Linn, a 14 km de Tucson. Ya en diciembre de 1869, los apaches le habían robado 14 reses en la Blue Water Station [Pinal County, Arizona]; y en octubre de 1870, siete reses. El valor total de sus pérdidas fueron de 2.350 $).

* El 24 de febrero de 1871, el capitán William Kelly realiza una exploración por las Chiricahua Mountains (Cochise County, Arizona) y Mogollon Mountains ([Grant & Catron Counties, New Mexico]. Durante una fuerte tormenta de nieve, los soldados sorprendieron una ranchería apache en las Mogollon Mountains, matando a 14 de ellos, entre ellos a Salvador, un hijo de Mangas Coloradas. Con los soldados iba James Bullard, un importante ciudadano [minero y ranchero] de Silver City [Grant County, New Mexico]. Poco después, la banda de Cochise mataría a John Bullard, su hermano, en un enfrentamiento cerca de Clifton [Greenlee County, Arizona]).

* El 4 de marzo de 1871, un grupo de apaches mata a ocho ciudadanos estadounidenses en el distrito de Galeana (Chihuahua), saqueando los bienes que llevaban.

* El 8 de marzo de 1871, el presidente estadounidense Ulysses Simpson Grant autoriza al Superintendente de Asuntos Indios, Nathaniel Pope, a que invite a Cochise, Victorio, y a otros jefes a visitar Washington para una conferencia de paz. (El 1 de abril, Pope envió a tres hombres para buscar a Cochise, regresando sin haber encontrado rastro de él o de su gente, lo que le llevó a pensar que podía estar en Sonora o en Chihuahua para evitar las numerosas patrullas militares estadounidenses. Pope volvió a enviar a un grupo de siete hombres [mexicanos y nativos, estos últimos sin especificar] dirigido por José María Trujillo, un residente en Cañada Alamosa, para encontrar a Cochise y no volver sin él.

También visitó Cañada Alamosa donde había más de 1.000 apaches chihennes, bedonkohes y chokonen; conferenciando con Victorio, Loco y Nana, quienes dijeron que seguirían manteniéndose en paz y solicitando una reserva para recibir raciones. Durante dos años habían oído las mismas promesas a pesar de estar casi hambrientos. Durante este tiempo no dudo que han cometido muchas depredaciones contra ciudadanos, pero yo estoy satisfecho. Muchos de los robos que se les atribuyen han sido cometidos por bandidos mexicanos y estadounidenses que infectan el sur de New Mexico, y hay razones para creer que las personas que trafican con whiskey culpan a los indios de la gran mayoría de las fechorías y luego llevan el ganado robado a diferentes partes del Territorio para venderlo, dijo.

Trujillo regresó al cabo de un mes informando que habían encontrado el campamento y la familia de Cochise a unos 280 km, casi el oeste, de Cañada Alamosa, en el norte del río Gila, en Arizona. Era imposible ubicar exactamente el lugar, ya que los enviados sabían poco de la geografía del territorio, aportando pocos datos de su viaje. Es probable que ese campamento estuviese en las Dragoon Mountains, al oeste de Apache Pass y al sur del Gila, no al norte, y la fecha del encuentro fue el 15 de mayo de 1871. De todas formas, Cochise no estaba allí. Estaba incursionando por Sonora, desconociéndose cuando regresaría [esta es una prueba de que no fue el autor de la muerte del teniente Howard Bass Cushing, el 5 de mayo, sino Juh]. Los apaches de su campamento estaban medio desnudos, hambrientos, y temerosos de las patrullas militares. Habían sido atacados tres veces últimamente, estableciendo su campamento en un estrecho desfiladero como medida de seguridad. Trujillo convenció a unos 100 chiricahuas para que fuesen a Cañada Alamosa, todos los que había, excepto la inmediata familia de Cochise

Animados por el regreso de Trujillo con los 100 apaches, el agente Pipery el Superintendente Pope intentaron encontrar otros mensajeros que volvieran y esperaran la llegada del jefe, para convencerle de que viniera. Nadie se atrevió, excepto Tom Jeffords, uno de los pocos estadounidenses que podía ir a la fortaleza de Cochise y salir vivo. Jeffords [cobró 500 $ por su misión] salió de Cañada Alamosa el 7 de junio, encontrando a Cochise el 16 de junio en las Dragoon Mountains.

Probablemente, su banda venía de atacar el rancho de John Petty, en Calabasas [Santa Cruz County, Arizona], cuando regresaba de Sonora. Los apaches intentaron quemar la casa, cuyos habitantes disparaban desde las troneras, alcanzando a  tres guerreros. Al final, creyeron haber matado a cinco apaches. Uno de los defensores mexicanos recibió un disparo en la cara, pudiendo perder un  ojo. Ante la fuerte defensa, los apaches se fueron. John Petty moriría el 24 de enero de 1872, a manos de los apaches, cerca de Fort Bowie [Cochise County, Arizona].

Jeffords no pudo persuadir a Cochise para que fuese con él, ya que “su territorio estaba lleno de soldados y temía continuar con las mujeres y los niños, no pudiendo llevarlos con garantías, y no queriendo dejarlos.

Cuando Jeffors llegó a Cañada Alamosa el 28 de junio, informó que Cochise tenía conocimiento de la reciente masacre de Camp Grant, ocurrida el 30 de abril, lo que pudo influir en su negativa a acudir. Permaneció en las Chiricahua Mountains [Cochise County, Arizona] durante el resto del verano, evitando todo contacto con los estadounidenses. No obstante, nueve guerreros fueron para reunirse con sus familias, llegando a Cañada Alamosa el 31 de mayo.

Pope dijo que haría un intento más para traer a Cochise, ya que Vincent Colyer, Secretario de la Junta de Comisionados de Asuntos Indios, estaba preparando su visita al Territorio en su misión de paz, y quería reunirse con él). 

* En marzo de 1871, un grupo de apaches se lleva varias reses de las cercanías de Fort Bowie ([Cochise County, Arizona]. El capitán Gerald Russell, al mando de 11 hombres de la compañía K, dos porteadores mexicanos y un civil, siguió su rastro durante dos días, llevándole hasta una ranchería en el Stein’s Peak [Hidalgo County, New Mexico]. Russell atacó matando a tres apaches y capturando cinco caballos, sin sufrir ninguna baja, pero no pudo desalojarlos de sus posiciones porque estaban en la parte superior de la montaña y él tenía pocos hombres, por lo que regresó a Fort Bowie para conseguir más hombres y suministros, saliendo de nuevo en abril al mando de un destacamento de 30 soldados, con Merejildo Grijalva como guía.

Russell se encontró con los apaches cerca del río Gila y el límite con New Mexico. En el enfrentamiento bajo una fuerte tormenta, 15 apaches murieron y varios resultaron heridos, capturando y destruyendo los soldados una gran cantidad de sus suministros, teniendo solo una baja y llevándose a un niño.

Mientras Russell estaba cerca del Gila, un grupo de apaches hizo un ataque nocturno contra las mulas, leñadores y lavanderas de Camp Merijilda, viejo puesto en Apache Pass que había sido desocupado por los soldados en 1868 después de erigirse Fort Bowie en una colina contigua. Russell llegó a Fort Bowie, pero en menos de dos semanas salió de nuevo en busca de un carro correo que hacía mucho tiempo que debía haber llegado. Con 30 hombres y raciones para 10 días, fue por el camino de Tucson en dirección a las Dragoon Mountains [Cochise County, Arizona]. Cerca de Dragoon Springs, el carro fue encontrado destruido y el conductor muerto. Después de enterrarlo, continuó avanzando guiado por Merejildo Grijalva. El 16 de abril, estaban siguiendo las huellas de un gran grupo de apaches, unos 100 guerreros, dirigidos supuestamente por Cochise, cuando Grijalva se percató de que iban directos a una emboscada. Se detuvieron y comenzaron la retirada, viendo a los guerreros de Cochise, que habían rodeado a los soldados, quedando por detrás, ocupando ambos lados del cañón. Russell, viendo el peligro, ordenó salir al galope de la trampa y bajo una lluvia de flechas y balas, y con mucha suerte, logró sacar a sus hombres sin bajas. Se retiró al río San Pedro y envió un mensaje a Fort Bowie para pedir refuerzos. Cuando llegaron, reanudó la persecución, ya que los apaches se habían ido hasta el 21 de abril porque cayó enfermo y tuvo que regresar a Fort Bowie).

* El 17 de abril de 1871, el Departamento de Guerra de los Estados Unidos define oficialmente una extensa área de tierra alrededor de Camp Apache (originariamente llamado Camp Ord, luego Camp Mogollon, y luego Camp Thomas) como reserva militar. (Esta zona iba a ser conocida como Camp Apache o White Mountain Reservation. Los estadounidenses esperaban que con el tiempo todas las subdivisiones apaches que vivían en Arizona fueran obligadas a asentarse en la reserva. El general George Stoneman, comandante del Departamento de Arizona, ordenó a todos los funcionarios que informaran a los apaches que debían ir a la reserva, o serían tratados como hostiles, perseguidos y castigados cuando fueran encontrados. El comandante John Green fue asignado para supervisar a todos los nativos de la Reserva de Camp Apache, los cuales no podían abandonarla sin permiso).

* El 24 de abril de 1871, soldados de Sonora atacan una ranchería al sur de las Chiricahua Mountains (Cochise County, Arizona) donde matan a cuatro hombres y a cuatro mujeres, capturando a dos niños. (Probablemente, era el destacamento de 36 hombres de Fronteras [Sonora] mandado por el teniente coronel Escalante que días antes había estado en Fort Bowie comprando provisiones. Escalante prometió ayudar al capitán Russell en su campaña contra Cochise, pero cuando estaba en Sulphur Springs dio la vuelta y se dirigió a Sonora).

* El 30 de abril de 1871, un grupo de ciudadanos de Tucson (Pima County, Arizona) ataca una ranchería de apaches aravaipas; hecho conocido como la masacre de Camp Grant. (Hashké Bahnzin, más conocido como Eskiminzin, nació en la banda Pinal, pero se casó con una aravaipa [la hija de Santo], llegando a ser su jefe. Las dos bandas pertenecían a los más tardes llamados apaches San Carlos. En febrero de 1871, pensando que era inútil seguir luchando contra la masiva llegada de hombres blancos al territorio, decidió rendirse. Envió a cinco ancianas apaches a Camp Grant [Pinal County, Arizona] a pedir la paz, una de ellas su madre. El teniente Royal Emerson Whitman, comandante temporal del puesto, recibió a las mujeres con cortesía y preparó un encuentro con Eskiminzin para hablar de paz, en el que también participaron Santos [Santo] y otros subjefes. En reuniones posteriores, llegaron a un acuerdo para que su gente instalara sus wickiups al este de Camp Grant. Eskiminzin puso una gran piedra en el suelo delante de Whitman, diciendo: “Tenemos fe en ti. Nos habéis hablado como hombres y no como perros. Traeré a mi pueblo. Y mientras dure esta piedra, el apache aravaipa mantendrá la paz con los estadounidenses”.

Las señales de humo se elevaron hacia el cielo. Para el 5 de marzo, había 300 apaches; poco después aumentarían a 500. Técnicamente, eran prisioneros de guerra bajo la jurisdicción de Camp Grant. Después de entregar sus armas y de dar sus nombres para la lista del censo, los soldados les dijeron que podían volver a sus antiguas rancherías situadas donde se unían el río San Pedro y el Aravaipa Creek, lugar que ellos llamaban “Poca Corriente de Agua”.

Whitman simpatizaba con los aravaipas al percatarse de que estaban sufriendo la hostilidad de una élite de ciudadanos de Tucson que buscaban su exterminio para quedarse con sus fértiles tierras, las cuales tenían también excelentes yacimientos de minerales. Whitman creía que las autoridades civiles y militares, podrían prevenir esta amenaza. Informó al general George Stoneman, comandante del departamento de Arizona, y esperó órdenes. Stoneman, cuyo cuartel general estaba en California, esperó demasiado en transmitir sus instrucciones a Whitman, lo que contribuyó a desencadenar los acontecimientos.

El 10 de marzo, nativos sin identificar atacaron un convoy que iba de Camp Grant a un puesto militar temporal en las Pinal Mountains. Mataron brutalmente a un soldado y a un mexicano, y robaron 16 mulas.

El 20 de marzo, unos nativos mataron a L. B. Wooster, un ranchero de Tubac [Santa Cruz County, Arizona]; y se llevaron cautiva a Trinidad Aguirre, una mujer mexicana, de una localidad al sur de Tucson. Merejildo Grijalva, por entonces intérprete de Whitman, dijo a Eskiminzin que los autores de esas acciones habían sido unos Pinal Apaches. 

El 22 de marzo, varios ciudadanos de Tucson se reunieron y formaron un “Comité de Seguridad Pública”, cuyo principal organizador era William Sanders Oury [un antiguo soldado en la guerra entre los Estados Unidos y México; y exalcalde de Tucson. Era conocido por su temperamento violento, habiendo tenido dos duelos con dos hombres a los que mató]. Decidieron enviar una delegación al general Stoneman para pedir protección militar, quien contestó que la política del gobierno buscaba la pacificación con todos los apaches y se opuso a la petición. Oury llegó a la conclusión de que los ciudadanos estaban solos. Whitman aseguró a los ciudadanos de Tucson que los apaches, que estaban acampados en las cercanías de ese puesto militar, nunca dejaron de estar bajo su control.

El 25 de marzo, un editorial del Arizona Citizen de Tucson contribuyó a aumentar el odio contra los apaches diciendo: ¿Permitirá el comandante del Departamento que los asesinos sean alimentados con los suministros comprados con el dinero del pueblo?.

El 10 de abril, unos nativos saquearon una granja y se llevaron 19 cabezas de ganado. La noticia llegó a Tucson por medio de unos pápagos, tradicionales enemigos de los apaches. Rápidamente, se formó un grupo que fue tras los autores durante 80 km. Encontraron a un nativo solitario, llegando a la conclusión de que era un rezagado del grupo al que perseguían, identificándolo como un apache aravaipa de Camp Grant, al que mataron. Durante la persecución, encontraron muertos a otros tres colonos blancos. El incidente vino reflejado en el Arizona Citizen. Tres días después, en una localidad a 48 km de Camp Grant, un campesino apareció muerto.

John Wasson, editor del Arizona Citizen, tuvo acceso al informe anual del general Stoneman, referente a 1870, que recomendaba que siete de los 15 puestos militares del Departamento fueran cerrados.  

Oury decidió actuar, y junto a Jesús María Elías, un ranchero mexicano, empezaron a reclutar voluntarios para atacar a los aravaipas que tenían su ranchería en el Aravaipa Creek, cerca de Camp Grant, y a los que culpaban de ser los autores de las últimas depredaciones. Elías y su hermano José eran buenos rastreadores, lo que sería muy útil para encontrar la ranchería en la obscuridad. Además, estaban dispuestos a hacerlo porque los apaches habían atacado recientemente su rancho, matando a dos hermanos y llevándose parte de su ganado. 

Al final, el grupo quedó formado por seis estadounidenses y 48 mexicanos, pero considerándolo escaso, fueron a hablar con Francisco Galerita, el jefe pápago, reclutando a 94 hombres más.

Sidney Randolph DeLong era el proveedor más importante de mercancías para el ejército, rancheros, contratistas, y mineros. Alguna de sus caravanas había sido atacada por los apaches, por lo que estaba interesado en participar. Lo hizo proporcionando provisiones al grupo atacante.

Samuel C. Hughes, Ayudante General del Territorio, proporcionó las armas y municiones para los seis estadounidenses y 48 mexicanos. Los pápagos iban armados de mazas y lanzas.

El 28 de abril, el grupo se puso en marcha en pequeños grupos, para no levantar las sospechas de los militares de Fort Lowell [en las afueras de Tucson], reuniéndose a pocos kilómetros de allí. Para evitar que alguien de Tucson pudiese dar la alarma o que alguien del grupo se arrepintiese y diese media vuelta, Oury dejó a seis jinetes en el camino que llevaba a Camp Grant para que interceptasen a toda persona que pasase por allí, mientras el resto se dirigía a su destino. Entre estos seis hombres estaba Hiram Sanford Stevens, un buen amigo de Oury.

Oury acertó. De alguna manera, la noticia llegó a Fort Lowell, saliendo a todo galope el cabo Clark para dar aviso a Camp Grant de lo que iba a ocurrir. Clark fue interceptado y retenido durante dos horas por los seis jinetes que Oury había dejado atrás, y tuvo que volver a Fort Lowell sin poder cumplir su misión.

Esa noche, el grupo de Oury acampó muy cerca de la ranchería de los aravaipas, esperando al amanecer. Alrededor de las 02:00 horas se levantaron, se prepararon y avanzaron, llegando tan cerca que podían ver los rescoldos de las hogueras del campamento situado junto al Aravaipa Creek.

Los aravaipas habían celebrado una fiesta con danzas. Cuando la luna atravesó el cielo para descender hacia el oeste, los participantes, exhaustos, se acostaron en el suelo y se durmieron, los hombres en un lado y las mujeres en el el otro, según la costumbre. Lentamente las hogueras se fueron apagando hasta que la oscuridad inundó lo que quedaba de la noche.  

Los pápagos siguieron adelante, agachados, como fantasmas, de roca en roca, mientras los estadounidenses y mexicanos se quedaron atrás para cerrar el círculo y que nadie escapara. A las 05:00 horas del 30 de abril, los pápagos atacaron, blandiendo sus garrotes de guerra hechos con la madera del mesquite, con los que aplastaron los cráneos de los dormidos aravaipas.

Los gritos de los moribundos despertaron a Eskiminzin, quien salió de wickiup, y corrió hacia el lugar donde se había desarrollado la danza. Mientras gritaba a los guerreros que se pusieran de pie y lucharan, un pápago le golpeó con su garrote en la cabeza, cayendo al suelo junto a los cuerpos, ya fallecidos de su gente. En media hora acabó todo, comenzando el saqueo y llevándose recuerdos de su acción. Después prendieron fuego a las wickiups arrojando al fuego lo que no quisieron llevarse.

El grupo de Oury no tuvo bajas. Mataron a ocho varones, y a 110 mujeres y niños. También se llevaron a 27 niños que desaparecieron en México.

Cuando los buitres estaban dando vueltas preparándose para darse un festín, Eskiminzin se despertó, con un intenso dolor en su ensangrentada cabeza. Su wickiup no había sido quemada, pero en el suelo estaban los cuerpos de sus dos jóvenes esposas [una de ellas llamada Oshtunney], y sus cinco hijos. De repente, escuchó el gemido de un niño debajo de un manojo de hierbas. Retiró la hierba y vio a su única hija viva, la pequeña Chita, de dos años y medio, llevándosela a rastras. Capitán Chiquito perdió a dos esposas.

A las 07:30 horas de aquella mañana del 30 de abril, un excitado mensajero llegó a Camp Grant desde Fort Lowell interrumpiendo el desayuno del teniente Whitman con un mensaje urgente. Declaró que ciudadanos armados de Tucson planeaban una masacre contra los apaches que estaban bajo custodia del teniente. Whitman envió inmediatamente a dos intérpretes para avisar a los apaches y que viniesen al puesto a protegerse. Pero cuando llegaron, el campamento estaba completamente diezmado. El cirujano del puesto, Conant B. Briesly, junto con 12 hombres, fueron inmediatamente a prestar ayuda a los heridos, encontrando los cadáveres dejados al sol para que se pudrieran. Sin embargo, la masacre era tal que solo una mujer sobrevivió. Estaba tan emocionalmente paralizada que no volvería al puesto. A las 08:00 horas de la mañana, el grupo atacante responsable de la masacre estaba desayunando y celebrando su acción.

Whitman dirigió personalmente un destacamento para enterrar a los muertos con la esperanza de demostrar a los supervivientes que no pretendía hacerles daño y convencerles de que regresaran. Después de una larga charla, Whitman convenció a Eskiminzin para que volviera. Poco a poco, los aravaipas fueron llegando. 

La masacre de Camp Grant causó honda impresión en las diferentes bandas de apaches White Mountain. El 15 de mayo, la banda de Eskeltecela [Esh-kel-dah-silah] huyó de la reserva después de atacar la manada de bueyes y matar a un pastor, llevándose 10 caballos y 12 mulas. El comandante John Green creyó que Eskeltecela se dirigía hacia el sur para unirse a Cochise. Los otros jefes, Pedro [Hack-yaniltl-i-dn] y Miguel [Esh-ke-iba], se quedaron cerca del, ahora llamado Camp Apache, bien vigilados porque el comandante John Green desconfiaba de ellos.

La prensa y los ciudadanos de Arizona lo justificaron como un acto en defensa propia. El presidente estadounidense Ulysses Simpson Grant lo describió como puro asesinato y exigió que los autores fueran juzgados bajo amenaza de imponer la ley marcial.

Los periódicos de Arizona, en particular el Arizona Citizen de John Wasson, intentaron implicar a Whitman, más tarde conocido como el hombre más odiado de Arizona, en la masacre que intentó detener.

En diciembre, 104 de los participantes en la masacre fueron detenidos y acusados del ataque y de las muertes que causaron. Después de un juicio de cinco días, el jurado deliberó durante 19 minutos, y su portavoz John B. Allen entregó al juez John Titus el veredicto de no culpables. William Sanders Oury sonrió.

La ciudad de Tucson recuerda los nombres de varios protagonistas de esa tragedia. Un centro de recreo, un parque y una calle llevan el nombre de William Oury; un barrio y una escuela primaria, el de Sam Hughes; una montaña en un parque nacional, y tres calles del Pima County llevan el nombre de John Wasson; una avenida lleva el nombre de Jesús María Elías; Hiram Stevens tiene una avenida con su nombre y su casa se mantiene para exhibición por el Museo de Arte de Tucson; Sidney DeLong tiene una calle con su nombre, así como un pico en las Santa Catalina Mountains. Hay una calle Whitman, pero ¿es en honor del teniente Royal Emerson Whitman? ¿Hay alguna calle en honor de Eskiminzin o de los aravaipas?

Sidney DeLong, en los últimos días de su vida, dijo que lo único que lamentaba en su vida era su participación en la masacre de Camp Grant.

A primeros de junio, justo cuando el general George Crook era nombrado, el 4 de junio de 1871, nuevo comandante del distrito militar de Arizona, un destacamento de soldados de Camp Apache fue al norte, hasta el Aravaipa Canyon, a cazar ciervos. Los soldados se encontraron con un grupo de apaches, entre los que se encontraba Eskiminzin, y se asustaron, abriendo fuego contra ellos, matando a uno de ellos, llamado Munaclee.

Este incidente, lo contó Vincent Colyer, Secretario de la Junta de Comisionados Indios, en una carta fechada en Camp Grant, el 18 de septiembre de 1871: El primer jefe indio que llegó a este puesto la primavera pasada y pidió que se le permitiera vivir en paz fue Eskiminzin. Él era el líder de su pueblo y, hasta el momento de la masacre, era tan pacífico y contento como un hombre puede ser. Tenía dos esposas, cinco hijos y unos 50 parientes muertos en la masacre, lo que parece haberle enloquecido en parte.

Vino después del ataque y, asistiendo al entierro de su familia, parecía reconciliado. Pero, por un error muy inoportuno, algunos soldados que bajaban de las White Mountain por el valle del Aravaipa, casi un mes después de la masacre, asustándose al encontrarse inesperadamente con algunos de los indios que habían regresado pacíficamente, abrieron fuego contra ellos. Eran Eskiminzin y su familia.

Ante esto se enfureció y, despidiéndose formalmente del teniente Whitman, huyó con su gente a las montañas y, según se dice, mató a un hombre blanco por el camino.

Considero la masacre de la familia y la gente de Eskiminzin en Camp Grant, la inauguración del estado de guerra entre los blancos y los apaches, y el acto de Eskiminzin de matar al hombre blanco, suponiendo que lo hiciera, un incidente en esa guerra.

Eskiminzin consideró que la paz se había acabado diciendo al teniente Whitman que la promesa de paz dada a su gente había sido rota, por lo que se iba de Camp Grant, añadiendo: Vamos de vuelta a las montañas para vengar nuestra muerte”.

Pocos días después, el 8 de junio de 1871, ocurrió lo que escribió el escritor Don Schellie: Eskiminzin visitó a un viejo amigo, Charles McKinney, un irlandés de 35 años, que tenía una granja en el río San Pedro, cerca de Camp Grant. Mckinney invitó al apache a compartir su cena con él y Eskiminzin aceptó. Mientras comían hablaron y rieron. Sí, las cosas habían ido mal para ellos, dijo el jefe a su amigo blanco, pero pronto mejorarían. Cuando acabaron, McKinney sirvió más café, permaneciendo en la mesa hablando, bebiendo su café y fumando cigarrillos hechos con el papel y tabaco de Mckinney. Cuando llegó la hora de irse, Eskiminzin se levantó, agradeciendo a su anfitrión la cena, la hospitalidad, y la agradable conversación. Luego, tranquilamente, sacó un revólver de su cinturón, apuntó a la cabeza del sorprendido Micknney, y apretó fríamente el gatillo.

Cuando más tarde le preguntaron, Eskiminzin dijo: Cualquier cobarde puede matar a su enemigo pero se necesita un hombre valiente para matar a su amigo.

Luego, Eskiminzin atacó sin éxito a los pápagos para intentar recuperar a los niños cautivos. Luego, a mediados de julio, él y Capitán Chiquito tendieron una emboscada a una caravana de la empresa Tully y Ochoa, que se dirigía a Fort Bowie. Los siete grandes carros eran tirados por cinco yuntas de bueyes, transportando mercancías para la tienda de Fort Bowie, armas y municiones, y un surtido variado de suministros militares. Los aravaipas necesitaban armas y provisiones.

El plan era emboscar a los carros cuando cruzaran el lecho seco del Cienega Wash [Pinal County, Arizona]. Eskiminzin permanecería escondido en las colinas con 40 guerreros entre el lugar de la emboscada y los soldados de la columna de vanguardia. Capitán Chiquito, con un grupo más pequeño armado con arcos, flechas y lanzas, atacaría los carros cuando cruzaran el lecho seco, intentando sorprender a los conductores sin hacer ruido.

Eskiminzin y Capitán Chiquito atacaron los carros cuando la escolta de infantería estaba un kilómetro y medio más adelante. El plan falló porque algunos soldados estaban ocultos dentro de los carros, disparando a los guerreros y conteniéndolos hasta que la vanguardia pudo llegar, atrapando en un arroyo a los guerreros de Capitán Chiquito. Los aravaipas tuvieron 13 muertos, resultando Eskiminzin alcanzado por una bala en su brazo izquierdo. Un soldado llamado Harris falleció al ser alcanzado por una bala en la mejilla; otro soldado y dos conductores sufrieron heridas leves; mientras tres bueyes resultaron muertos.

Mientras el ejército culpaba a Cochise, Eskiminzin y su gente fueron a las Galiuro Montains [Graham, Pima & Pinal Counties] a pasar el verano.

En septiembre, Whitman envió un mensaje a los aravaipas de que el presidente Grant había ordenado a Vincent Colyer, Secretario de la Junta de Comisionados Indios, establecer reservas para los apaches. [El 13 de julio, Colyer se había reunido con el presidente, quien le había ampliado los poderes, y ordenado al Secretario de Guerra W. W. Belknap que apoyase “cualquier acuerdo” que Colyer hiciese con los apaches]. Colyer habló con los jefes White Mountain en Camp Apache el 6 de septiembre. La noticia llegó a los aravaipas y 250 de ellos se reunieron en Camp Grant cuando llegó Colyer. Después de consultar con Eskiminzin y los otros jefes el 15 de septiembre, Colyer creó una reserva para la banda en las cercanías del Aravaipa Canyon y en la parte baja del San Pedro Valley, nombrando agente a Whitman.

El 14 de julio, el general George Crook y sus tropas llegaron a Fort Bowie donde afirmó que había llegado el momento delimar todas las arrugas a los indios de la banda de Cochise. Partió el 17 de julio con cinco compañías de caballería hacia las montañas del sureste, pero al no tener éxito con los apaches “hostiles”, se desplazó hacia el norte, hasta Camp Grant [Pinal County, Arizona] y de allí a Camp Apache [Navajo County, Arizona], donde llegó a mediados de agosto. Crook había contratado a 50 civiles mexicanos como exploradores. El gobernador e importantes ciudadanos aseguraron a Crook que esos mexicanos conocían las costumbres de los apaches. Durante dicha campaña, él y sus hombres divisaron apaches, pero no pudieron sorprender ni capturar a ninguno de ellos. Tan pronto como llegaron a Camp Apache, los despidió, reclutando a exploradores apaches White Mountain y organizando una fuerza de caballería para operar con ellos en las cercanías de Camp McDowell [Maricopa County, Arizona] al mando del capitán Guy Vernor Henry. Los exploradores apaches pronto atacaron a la banda de Eskeltecela [Esh-kel-dah-silah] cerca de Camp Apache, haciendo que se rindiera.

Desde agosto de 1871 hasta 1886, 4.672 apaches fueron alistados como exploradores. Los motivos de tan alto número fueron dos. El primero era debido a la dificultad de encontrar blancos que fueran buenos rastreadores, y nadie podía hacer eso mejor que los apaches. El segundo era la creencia de los mandos militares de que ese trabajo podía ser una forma de “civilizar” a los apaches; es decir, el contacto con los soldados podía facilitar que los apaches adquirieran hábitos de la cultura blanca.

La principal tarea de los exploradores apaches era rastrear a los “hostiles”; sin embargo, el ejército les empleó en otras actividades, como vigilar las reservas, espiar a los sospechosos de realizar actividades ilegales, persuadir a los “hostiles” para que se rindieran, e incluso arrear el ganado extraviado de la reserva. Una vez, exploradores de la Reserva de San Carlos ayudaron a los soldados a detener a unos forajidos que habían robado 28.000 $ a un pagador del ejército.

Descansando aproximadamente cada 24 km, los apaches podían marchar durante 55 km o más, leyendo el terreno, pudiendo saber   cuánto tiempo tenía un rastro o señal. La capacidad de los exploradores apaches para ver sin ser vistos, hizo que Crook ordenara, en varias ocasiones, a sus tropas que esperaran acampadas mientras los exploradores exploraban una zona u observaban el acercamiento de “hostiles” a un pozo de agua. Al llegar la noche, hacían sus hogueras con madera seca para evitar hacer humo y usaban las brasas para calentarse. Cuando estaban en campaña, los exploradores apaches comían dos veces al día: a la mañana temprano y al atardecer.  

La mayoría de los apaches no hablaban ni entendían inglés, por eso era necesaria la figura del intérprete. Algunos mexicanos que habían vivido con los apaches actuaron como tales, al igual que unos pocos estadounidenses que habían aprendido a hablar apache, como George Wratten o Tom Horn. También había apaches que hablaban español por lo que algunos intérpretes eran mexicanos o estadounidenses de origen mexicano.  

El explorador tenía que reunir una serie de características que le permitieran no perder el rumbo ante cualquier escenario que se le presentase, tormentas de agua, de nieve o de arena, frío o calor.

Dos o tres exploradores iban a pie por delante del destacamento de soldados, buscando rastros o señales, mientras que otros dos o tres les seguían para advertir de cualquier circunstancia al destacamento que iba por detrás. Cinco o más exploradores iban a ambos lados de la columna.

Habitualmente, un “hombre-medicina”  acompañaba a la compañía de exploradores, para producir una “medicina de guerra” que proporcionara éxito en la campaña. La danza guerrera era  esencial. Según John Rope, en esas danzas, un líder llamaba por su nombre a cada explorador, quien salía a danzar mientras cantaba cánticos de guerra. Por turnos, danzaban en pequeños grupos alrededor de una hoguera, representando como rastrearían y matarían al enemigo.

Normalmente, los exploradores apaches vestían camisas blancas o multicolores de cálico, pantalones y taparrabos de algodón, mocasines de cuero, y llevaban chapas de identificación y un cinturón con cartuchos. Algunos llevaban brazaletes de cobre. A menudo, antes del combate, se pintaban sus caras de rojo, y para que los soldados pudieran distinguirlos de los apaches “hostiles”, ataban su cabellera con una tela roja. Su equipamiento incluía un rifle, una cantimplora, una taza metálica, un punzón para coser sus mocasines, un cuchillo, unas pinzas para depilarse, y una manta. Las sartenes, teteras y otros utensilios de cocina, y las tiendas, eran responsabilidad de los cabos. Lo que más valoraba un explorador era su rifle, cuidándolo mejor que muchos soldados blancos.

Para ser admitido como explorador, los apaches debían pasar una revisión física. Según John Rope, quien contó cómo se alistó por primera como explorador en Arizona, los hombres formaron en fila y esperaron a ser elegidos. Los oficiales examinaban los brazos y las piernas y luego golpeaban el pecho de cada hombre para saber si alguno tenía enfermedades respiratorias. Si tosías, eras declarado no apto.

Crook pretendía organizar cinco destacamentos similares al de Henry, manteniéndolos constantemente en el campo, concentrándolos a todos contra un solo grupo de apaches “hostiles”, hasta que estuvieran dispuestos a firmar la paz a cualquier precio. Pero el 27 de agosto, se enteró por los periódicos en Camp Verde [Yavapai County, Arizona] que una comisión de paz, dirigida por Vincent Colyer, iba camino de Arizona. A la espera de su llegada, suspendió todas las operaciones. Crook no estaba de acuerdo con los que creían que podían firmar la paz con los apaches “por la gracia de Dios” pero temía que si continuaba su campaña y fallaba la comisión de paz, le podrían acusar de interferencia. Por lo tanto, de mala gana cambió sus planes y paró el reclutamiento de exploradores apaches. El ejército proporcionaría transporte, escolta y provisiones para la comisión.

Ely Samuel Parker, Comisionado de Asuntos Indios, quería que la tarea de conseguir la paz con los apaches fuese algo más que reunirlos en Cañada Alamosa. Cochise era la clave para la paz, y por tres veces rechazó ir allí. El 31 de julio, el agente de Cañada Alamosa, Orlando F. Piper, envió otra delegación para encontrar a Cochise, en la que iban tres mexicanos [entre ellos José Trujillo, juez de paz en Cañada Alamosa] y tres apaches [entre ellos Loco].

Colyer vino investido de la máxima autoridad, pudiendo tomar las medidas que considerara adecuadas para establecer a los apaches en reservas bajo el control de agentes de la Oficina India, y proporcionarles alimentos, ropa y otras necesidades. Colyer llegó a Santa Fe el 10 de agosto, enviando correos para notificar a todos los apaches que quisieran la paz, que fueran a Cañada Alamosa o a Camp Grant. Esperaba que los mensajeros encontraran a Cochise, clave para conseguir la paz.

Cuatro días más tarde, Colyer envió un exultante telegrama a Columbus Delano, Secretario del Interior, informando de los resultados. Los apaches estaban “llegando rápidamente”: 1.200 a Cañada Alamosa; 500 a Fort Stanton, con los apaches mescaleros. Cochise había sido “escuchado”. El mensaje era falso. Los números citados por Colyer eran de apaches que ya estaban en las agencias y en los puestos militares antes de que los correos hubieran salido, y su afirmación de que estaba en contacto con Cochise era una mentira o una ilusión.

El 18 de julio, Cochise había atacado a la compañía “G”, del 21º de Infantería, mandada por el capitán H. M. Smith en la Ciénaga de Los Pinos [hoy Las Cienegas, a 40 km al sureste de Tucson, Pima & Santa Cruz Counties, Arizona]perdiendo entre 13 y 25 guerreros mientras los soldados tuvieron un muerto y tres heridos. Esa compañía venía de Tucson [Pima County, Arizona] a Fort Bowie [Cochise County, Arizona] para reforzar la guarnición, escoltando varios carros con mercancías para el comerciante del puesto.  

Al día siguiente, 19 de julio, los apaches se llevaron la manada de reses que estaba a unos 400 metros del puesto de Fort Bowie, cerca de Bear Spring. La mayor parte de la guarnición estaba fuera, de campaña o de servicio. El comandante Evans ordenó al sargento 1º John F. Farley, de la compañía “K”, del 3º de Caballería, que fuera con los pocos soldados restantes a atacar a los apaches, que sumaban entre 100 y 150 guerreros. En la escaramuza que siguió, Farley resultó gravemente herido y los apaches mataron a dos de los pastores, llevándose todo el ganado.

El 12 de agosto, Crook llegó a Camp Apache, visitando los campamentos de los White Mountain donde se reunió con Miguel [Esh-ke-iba], Pedro[Hack-yaniltl-i-dn] y otros jefes como el Capitán Chiquito. Este último y su pequeño grupo habían escapado de la matanza de Camp Grant, aunque perdió a dos esposas. Después de largas conversaciones, Crook consiguió que los jefes se unieran a sus planes para someter a los apaches “hostiles”. Quería que proporcionaran a varios de sus hombres para que sirvieran de exploradores y actuaran junto a las tropas. Los exploradores apaches serían soldados y recibirían el mismo salario y subsidios que los soldados. Pronto se organizó una compañía de exploradores en Camp Apache al mando del capitán Guy Vernor Henry, del 3º de Caballería. Antes de partir, Crook ordenó a todos los nativos de la reserva que fueran al puesto de Camp Apache para registrar sus nombres, y donde recibirían y tendrían que llevar con ellos una descripción correspondiente de este registro; así no habría error en el futuro sobre quiénes eran amigos y quiénes enemigos de los militares.

Muchos de los apaches White Mountain se prestarían voluntarios para servir en dicho cuerpo, destacando Alchesay [se alistaría el 2 de diciembre de 1872, siendo nombrado sargento] como uno de los suboficiales más leales y eficaces. La participación de los exploradores comenzaría con las operaciones del invierno de 1872-73, en que la banda de los Tonto Apaches fue reducida; la campaña fue cruenta y los “hostilessufrieron varios centenares de muertos, acabando con la resistencia de los Western Apaches.

La delegación que Piper había enviado para buscar a Cochise [José Trujillo y Loco entre ellos] llegó a Camp Apache, pero Crook los echó de manera grosera de allí, llegando a Cañada Alamosa el 21 de agosto. Crook argumentó que “como dos de ese grupo fueron reconocidos por varios como los peores hombres de Cochise, sabiendo que eran cabecillas en algunas de sus pasadas tropelías… Sospeché que estaban allí como espías, pero como no descubrieron nada valioso, no quise dar la apariencia de que interfería con la comisión de paz, no arrestándoles. Piper describió el incidente a Pope. Trujillo escribió que Crook, abruptamente, le ordenó que se fuera: “… Rehusó su autoridad para ir al campamento de Cochise, tirando su carta con desdén, diciendo que el Superintendente de Asuntos Indios de New Mexico ni ninguno de los agentes indios tenía autoridad para enviar grupos a Arizona… También dijo que intentó arrestar a los indios [los tres apaches] pero el teniente William J. Ross [ayudante de Crook] conocía a Loco e intercedió por él… El general les dijo que eran muy afortunados de volver vivos….

El 15 de agosto, Crook y sus tropas salieron de Camp Apache dirigiéndose hacia el norte del White River, donde poco más tarde tuvieron alguna escaramuza con un grupo de apaches. El mismo Crook disparó a uno que huía.

El día anterior, 14 de agosto, Vincent Colyer había salido de Santa Fe hacia Cañada Alamosa donde unos 1.200 apaches se habían ido recientemente debido a un rumor de un inminente ataque de los mineros. En julio, los apaches habían robado una manada de reses en la región del río Mimbres, en el oeste de New Mexico. Los colonos y mineros estaban convencidos de que los autores habían llevado su botín a Cañada Alamosa. Antes de que el agente Piper pudiera tranquilizar a los dueños de que los apaches devolverían el ganado cuando él se lo pidiera, los colonos se reunieron y decidieron recuperarlo por la fuerza. En Santa Fe, Nathaniel Pope, Superintendente de Asuntos Indios, se enteró de esta amenaza el 4 de agosto, seis días antes de que llegara Colyer. En un esfuerzo por salvar la paz en Cañada Alamosa, Pope pidió al general Gordon Granger, Comandante del Distrito de New Mexico, tropas para proteger a los apaches. Pero no funcionó porque la llegada de los soldados alarmó a los apaches. Asustados aún más por las noticias de la amenaza del ataque de los colonos, huyeron de la Agencia a las colinas. Todavía estaban allí cuando Colyer llegó a la Agencia el 18 de agosto. Colyer culpó a unos “pocos hombres blancos no respetuosos con la ley” y decidió encontrar otro lugar más lejano para la reserva apache. Una de las razones era que muchas familias mexicanas habían ocupado “cada metro” a lo largo del arroyo que cruzaba el valle de Cañada Alamosa, y pensaba que intentar comprar la tierra sería absurdo.

Colyer, Pope, el guía Philip Gonzalez, el intérprete John Ward, y una pequeña escolta militar, viajaron desde Cañada Alamosa al valle de Fort Tularosa [Catron County, New Mexico] para establecer una reserva y reubicar a los apaches en ese lugar. El 22 de agosto, Colyer, informó al gobierno que el agente de Camp Apache [Navajo County, Arizona] le había informado que Miguel [Esh-ke-iba] y su banda de apaches White Mountain, compuesta por unas 400 personas, observaban escrupulosamente la paz aunque en condiciones de extrema pobreza. Colyer solicitó el envío inmediato de carne vacuna, maíz y ropa por valor de 2.000 $ para paliar la situación. Asimismo, en su carta afirmaba que Miguel, desde hacía unos años, intentaba persuadir a Cochise de que se sumara a la iniciativa de paz.

Colyer y su séquito, llegaron a Fort Tularosa el 29 de agosto, viendo que tenía todo lo necesario para una reserva. La zona estaba rodeada de colinas que la protegía de la llegada de colonos blancos, tenía buena tierra para la agricultura, buena agua y abundante madera y caza. Después de una inspección rápida, Colyer la designó como reserva.

Antes, el 19 o 20 de agosto, Cochise había enviado a unos 30 de sus guerreros y sus familias a Cuchillo Negro Creek [Sierra County, New Mexico], a unos 19 km al sur de Cañada Alamosa, junto al río del mismo nombre. Al día siguiente, llegaron otros 18 más, entre los que se encontraba Juan, hermano de Cochise. Él mismo llegó el 28 de septiembre a Cañada Alamosa. Probablemente, sus guerreros eran los apaches que se habían llevado, el 4 de septiembre, 54 caballos y siete mulas de Fort Crittenden [Santa Cruz County, Arizona], cuando venían de incursionar por Sonora. Allí habían robado unos 80 caballos en Fronteras [Sonora] pertenecientes al gobernador Ignacio Pesqueira. Ángel Elías, coronel del ejército mexicano, con otros oficiales y 50 hombres, llegó a Fort Bowie tras explorar las Dragoon Mountains buscando esos caballos. Mientras estaba en Fort Bowie, Elías envió dos pequeños grupos de exploración para buscar rastros de los apaches, una al otro lado de las Chiricahua Mountains, y otra al Mount Graham. Ambos regresaron sin encontrar ninguna señal, yéndose a Fronteras el 16 de septiembre.

En Cañada Alamosa, Cochise se reunió con el agente Orlando F. Piper. Después fue a Cuchillo Negro Creek, juntándose más de 200 chokonen. Pope y Piper conferenciaron con Cochise, quien dijo que estaba ansioso por alcanzar la paz, pero que no quería ir a Tularosa [Catron County, New Mexico]. Piper le dijo que “no elijo la reserva como condición de paz. Tularosa era el deseo de los jefes que habían estado allí antes. Piper añadió “que no preveo muchos problemas al llevar a los indios a Tularosa, pero la oposición iba en aumento.

Cochise dijo que dejó Arizona, porque había sido “perseguido sin descanso el año anterior, que la gente de Arizona no le dejaba permanecer en paz y que estaba mal por tanto acoso”. En las reuniones de principios de octubre, Cochise prometió permanecer en paz y enviar emisarios para traer a otros chokonen. Pensó que la mayoría de apaches que aún no habían llegado vendrían, pero no todos. No era responsable de ellos. Dijo que los nednais y bedonkohes que estaban con Juh y Gerónimo seguirían luchando. El propio Cochise confirmó las actividades y la actitud de Gerónimo. Desde 1865 estaba con Juh y sus nednais, realizando continuas incursiones contra estadounidenses y mexicanos. La paz no formaba parte de su pensamiento. Estaba con Juh, entre México y Arizona, matando y robando todo lo que podía. El 17 de octubre, Nathaniel Pope, escribió sobre las objeciones apaches a la Reserva de Fort Tularosa. En octubre, llegaron más apaches a Cañada Alamosa sumando unas 250 personas.

Pope y Piper invitaron a Cochise a visitar Washington junto a Victorio, Loco, Nana, Cadete [mescalero], Miguel [Esh-ke-iba], y otros, pero los chiricahuas pusieron muchas escusas y objeciones al no sentirse seguros.

El 2 de septiembre, Vincent Colyer llegó a Camp Apache, donde tuvo conocimiento de que  Crook había dado marcha atrás en su intención de alistar apaches como exploradores del ejército. Allí, Colyer y John Green, comandante de Camp Apache, hablaron de las necesidades de los apaches. Colyer pensó que estos, al haber vivido siempre en las White Mountains, se opondrían a ser trasladados a Camp Grant o a Fort Tularosa. Posiblemente con enfrentamientos y con un gran gasto económico para el gobierno. El 5 de septiembre, Colyer emitió una orden para dejar una zona anteriormente reservada por los militares como reserva para los apaches. El 6 de septiembre, 340 apaches estaban reunidos en el puesto cuando llegaron las raciones que Colyer había prometido.

El 7 de septiembre, Colyer parlamentó con varios jefes en Camp Apache, entre ellos los White Mountain Eskeltecela [también llamado Esh-kel-dah-silah, que había huido el 15 de mayo último] y Miguel [también llamado Esh-ke-iba, y que había participado en la campaña contra Eskeltecela], prometiéndoles que no serían molestados en la nueva reserva, recibiendo raciones y suministros. George H. Stevens, un empleado de Camp Apache que estaba casado con Francisca, una hija de Eskeltecela, ayudó a Vincent CoIyer a concertar la paz entre el padre de su esposa y Miguel. Los jefes White Mountain dijeron estar felices porque por fin había paz, y que intentarían evitar que su gente cometiera actos hostiles. Miguel dijo que no dejaría que sus jóvenes sirvieran más como exploradores. Al final del consejo, la esposa de John Green, comandante de Camp Apache, dio a los apaches varios regalos: abrigos, pantalones, mantas, y otros artículos. Los soldados hicieron un recuento de las familias apaches, y entonces la señora Green distribuyó 362 paquetes con ropa. Colyer estaba encantado. Escribió al secretario del Interior, Columbus Delano: “Cuando todos recibieron sus regalos se fueron a sus aldeas, el grupo de pobres más felices y agradecidos con un comportamiento tan decente como nunca yo haya visto.

Al día siguiente, 8 de septiembre, Colyer salió para Camp Grant [Pinal County, Arizona] llegando cinco días después, el 13 de septiembre, y donde se encontró con una situación delicada y peligrosa. A principios de septiembre, el capitán William E. Nelson, comandante del puesto, en respuesta a las instrucciones del Departamento de Guerra, había invitado a apaches pacíficos a acudir a Camp Grant. A los pocos días, más de 100 apaches de tres bandas diferentes estaban reunidos en los alrededores. Poco después, dos mexicanos llegaron con la noticia de que un gran grupo de civiles se había reunido en Tucson [Pima County, Arizona] con el propósito de atacar a estos apaches. Nelson inmediatamente contactó con el capitán Thomas S. Dunn, comandante de Camp Lowell [en las afueras de Tucson] para que evitara el ataque. Dunn fue rápidamente a Camp Grant con el informe de que un grupo compuesto por mexicanos, estadounidenses y pápagos había salido de Tucson, supuestamente en una “gira de prospección”. También dijo que tenían la intención de pasar por el puesto. Cuando Colyer llegó a Camp Grant el 13 de septiembre, dicho grupo estaba a menos de 19 km del puesto. Al mismo tiempo, se supo que un grupo de civiles, aún más grande, unos 300, dirigido por el gobernador de Arizona, Anson Pacely Killen Safford, regresaba de un viaje de exploración hacia el norte, y cruzaría la reserva militar al día siguiente. Colyer estaba preocupado. Los civiles o los apaches tendrían que abandonar Camp Grant. Dijo al capitán Nelson: “Si permite que estos civiles se acerquen a menos de 16 km del puesto, tendré que enviar mensajeros a los apaches, reunirlos y pedir una escolta para llevarlos conmigo a la Reserva White Mountain. Nelson consideró que eso sería injusto para los apaches, por lo que Colyer le autorizó a proclamar una reserva de 16 km alrededor de Camp Grant, a la espera de definir los límites finales.

Esa noche, los líderes del grupo de Tucson cabalgaron al puesto. Nelson se reunió con ellos y les explicó que su presencia entorpecería la misión de Colyer. Les aconsejó que pasasen alrededor de la reserva. Los jefes se negaron, anunciando que iban a venir con sus compañeros, unos 200, al amanecer del día siguiente. Nelson ordenó inmediatamente que prohibieran a cualquier grupo de civiles armados pasar a menos de 16 km del puesto. Esta orden les prohibía el uso del camino principal desde el sur, que pasaba a 6’4 km de Camp Grant. Un mensajero con una copia de las órdenes de Nelson se reunió con el grupo, regresando a las 03:00 de la mañana, diciendo que todavía tenían la intención de seguir con su plan original. Ante esto, Nelson envió al teniente Whitman para asegurar al grupo que se cumpliría su orden. Abrirían fuego contra los civiles cuando entraran en el cañón frente a Camp Grant. Al mismo tiempo, Nelson envió un carro con agua para que los civiles no sufrieran en caso de que decidieran regresar a Tucson; lo que hicieron “muy a regañadientes”, y cuando el grupo de Safford evitó pasar por Camp Grant, el peligro acabó. Al enterarse de la orden de Nelson, Crook la desaprobó, rechazando la postura del capitán por haber olvidado su deber hacia los ciudadanos del Territorio. Los ciudadanos, sin embargo, culparon a Colyer, acusándolo de haber inspirado la orden con el propósito de provocar un enfrentamiento entre los colonos y los militares o los apaches. La oposición a Colyer se incrementó en Arizona. Varios ciudadanos prominentes querían hablar con él sobre el problema apache en Arizona. Dolido por el ataque que había recibido en los periódicos, Colyer se negó a hablar con ellos. También rechazó una invitación de John Wasson, editor del “Arizona Citizen”, para  ir a Tucson y discutir la política india. Colyer consideraba que su misión no era investigar los asuntos de los nativos en el Territorio, sino simplemente trasladar a los apaches a las reservas y darles suministros.

Whitman había anotado en su diario el 10 de septiembre de 1871: Garza, Eskiminzin y unos 100 hombres y mujeres alimentados hoy aquí. Oí algo de Capitán Chiquito. Estoy seguro de que estará en unos pocos días. Me dijeron que estaba muy enfadado con Eskiminzin por su ruptura de la paz. Capitán Chiquito llegó a Camp Grant el 19 de septiembre, según el informe de Colyer y el diario de Whitman. El intérprete tradujo sus palabras: No tiene nada más que decir que lo que han dicho otros jefes. Confirma todo lo que ellos han dicho. Ha oído que han venido su padre y su madre y pide verlos … Él nos da las gracias por haberle enviado comida y ropa anoche.

Colyer se negó a hablar con colonos blancos en Camp Grant, pero conferenció repetidamente con los apaches durante la semana que pasó en el puesto, Eskiminzin y Capitán Chiquito entre ellos. Los vio temerosos de los soldados de la guarnición, pero ansiosos por permanecer donde estaban bajo el cuidado del teniente Whitman. Naturalmente, se habló mucho de la masacre. La mayoría de los jefes lo hicieron con tristeza, sobre todo de los niños capturados. Todos negaron haber cometido asaltos durante el invierno. Varios de ellos, que habían estado en el puesto antes del ataque, declararon por unanimidad que la masacre no fue provocada. Los apaches, que estaban bajo el control del teniente Whitman, sujeto de ataques por la prensa de Tucson, tanto antes como después de la masacre, habían estado a gusto.

El 18 de septiembre, había establecido los límites de la reserva. El área era grande, limitando al norte por el río Gila y al sur por una línea de 16 km, al sur de Camp Grant. Al oeste, la reserva empezaba a 16 km más allá del río San Pedro y se extendía hasta una línea igualmente distante del otro lado del puesto. Colyer llamó a los apaches una vez que había decidido los límites, y les dijo que, mientras permanecieran dentro de los límites, serían alimentados y protegidos. Pero fuera de ella, serían castigados tanto por los soldados como por los colonos. También les prometió que intentaría conseguir el regreso de los niños que fueron capturados durante la masacre de Camp Grant.

Con la creación de la Reserva de Camp Grant, Colyer consideró que su trabajo principal en Arizona estaba hecho. Sin embargo, otros asuntos requerían su atención. El 19 de septiembre partió hacia la reserva de los pimas y maricopas. Dijo a los pimas que debían dejar de combatir a sus antiguos enemigos. De allí fue a Camp McDowell, en el río Verde, donde esperaba reunir a los Tonto Apaches, pero no encontró a ninguno. Sin embargo, el 25 de septiembre, Colyer autorizó la creación de una reserva provisional de 8 km cuadrados alrededor del puesto, donde los que desearan estar en paz serían protegidos y alimentados hasta ser enviado a algún lugar permanente. Antes, el 21 de septiembre, el general Crook emitió su orden general n.º 10, que establecía que los nativos que estuviesen fuera de las reservas a partir de mediados del próximo febrero “serían considerados hostiles y castigados en consecuencia. Los apaches acudieron en masa, pero continuaron las depredaciones. La opinión general creía que los apaches iban a las reservas para almacenar provisiones y acumular armas para las incursiones que harían cuando las nieves se derritieran. Crook pensaba lo mismo, y continuó sus preparativos para una campaña de primavera.

El 4 de octubre, Colyer llegó al cuartel general de Crook, en Fort Whipple [hoy Prescott, Yavapai County, Arizona]. Crook le recibió con hospitalidad, pero no pudo ocultar el profundo desacuerdo que había entre ellos. Ambos querían la paz con los apaches, pero discrepaban en los medios para conseguirla. Colyer buscaba la paz con los apaches, aliviando sus necesidades y prometiéndoles un trato decente. Crook era más realista. Sabía que los apaches eran un pueblo guerrero y tendría que ganar la paz, no comprarla. Vio que la paz que buscaba Colyer amenazaba con prolongar el conflicto y retrasar el momento de la pacificación real. Crook afirmó que la paz de Colyer con los apaches era una “patraña”. De Fort Whipple, Colyer se fue  a California. El 5 de noviembre, la masacre de Wickenburg pondría a la opinión pública de todo el país en contra de la política de Colyer.

El 6 de noviembre de 1871, Vincent Colyer; Columbus Delano, Secretario del Interior; W. W. Belknap, Secretario de Guerra, y el presidente Grant, se reunieron en la Casa Blanca para discutir y determinar la política apache. El general Sherman informó al general Crook que “independientemente de las medidas que adopte para conseguir la paz, estas serán aprobadas por el Departamento de Guerra y el presidente.

La política estipulaba que:

1. El presidente designará como reservas las áreas seleccionadas por Colyer.
2. Las bandas se ubicarán en las reservas donde recibirán protección y subsistencia mientras permanezcan en paz.
3. Los guerreros y los no combatientes deben permanecer en las reservas.
4. Los blancos deben ser advertidos de que el gobierno protegerá a los indios pacíficos con todo el peso de la ley.
5.
El Superintendente de Asuntos Indios se ubicará en Fort Whipple [Yavapai County, Arizona].
6. El Departamento de Guerra seleccionará a los oficiales del ejército “adecuados” para actuar como agentes indios hasta ser reemplazados por agentes civiles
.

El 9 de noviembre de 1871, estaban en funcionamiento las reservas apaches de Fort Tularosa [Catron County, New Mexico], Camp Grant [Pinal County, Arizona], Camp Verde [Yavapai County, Arizona] y White Mountain [Navajo County, Arizona]).

* El 5 de mayo de 1871, una banda apache nednai dirigida por Juh, mata al teniente Howard Bass Cushing. (En 1867, Cushing fue destinado al 3º de Caballería, regimiento enviado al Suroeste para luchar contra apaches y comanches. Su compañía “F” fue enviada varias veces a buscar apaches, teniendo como base Fort Stanton [Lincoln County, New Mexico] y Old Camp Grant [Pinal County, Arizona].

Según Francis Bernard Heitman en su “Chronological List of Battles, Actions, etc., in Which Troops of the Regular Army Have Participated, and Troops Engaged”, incluido en el “His­torical Register and Dictionary of the United States Army, Volume 2”, indica que la compañía “F” estuvo implicada en 12 enfrentamientos contra grupos nativos desde 1869 hasta la muerte de Cushing, aunque posiblemente patrullara zonas en donde no encontrara a nadie.

En noviembre de 1869, Cushing dirigió un ataque a una ranchería de apaches mescaleros situada en las Guadalupe Mountains, en el sureste de New Mexico, matando a unos 30 hombres, mujeres y niños. Los soldados se llevaron todos los caballos y el ganado, y quemaron la ranchería.

En junio de 1870, Cushing estaba destinado en Old Camp Grant, desde donde salió con su compañía “F” para atacar, en las Pinal Mountains [Gila County, Arizona], una ranchería de apaches de la banda Pinal, que habían matado a los rancheros Hugh Kennedy y Newton Israel. Mataron a unos 30 apaches y capturaron a unas pocas mujeres y niños.

El 1 de agosto de 1870, Cushing, al mando de la compañía “F”, del 3º de Caballería, y de la compañía “K”, del 1º de Caballería, persiguió a una banda de apaches de la banda Pinal hasta la pendiente norte de las Pinal Mountains donde localizaron una ranchería, entablándose un tiroteo en el que resultó muerto el soldado herrero Joseph Graff de la compañía “K”. Los soldados mataron a seis apaches y capturaron a dos mujeres.

Estos y otros hechos, aumentaron la fama de Cushing, al que los habitantes de Arizona consideraban un héroe. El historiador Thomas Edwin Farish señala en la “History of Arizona”: “Él [Cushing] era considerado el más exitoso luchador indio del ejército; valiente, enérgico e incansable, seguía al enemigo hasta sus fortalezas y allí, les atacaba con vigor y espíritu, asestándoles [a los apaches] golpes que no podían resistir”. John Gregory Bourke, destinado como subteniente en el 3º de Caballería, declararía que Cushing era “un oficial con una maravillosa experiencia en la guerra contra los indios, que con su compañía, la ‘F’ del 3º de Caballería, había matado a más [miembros] de la tribu apache que ningún otro oficial o tropa del Ejército de los Estados Unidos, antes o después”.

Las órdenes de Cushing eran localizar y atacar todas las rancherías apaches que pudiera, y matar a tantos como fuera posible; así como recorrer los desiertos, valles y montañas, para acosar y atacar a todas las partidas de guerra apaches que se encontraran en su zona de patrullaje, y en general mantenerlos en constante movimiento, sin darles descanso. Cushing fue el oficial del ejército que más sobresalió en el territorio apache en este tipo de misiones. Además, se había propuesto acabar con el líder chiricahua más importante, el chokonen Cochise, por quien tenía un deseo casi obsesivo de acabar con él.

Su fama también llegó a oídos de los apaches. Cochise tuvo conocimiento de que era un objetivo de Cushing, extendiéndose la noticia por otras bandas chiricahuas. Para los blancos era un héroe, pero para ellos era un peligroso enemigo que no dudaba en matar apaches, fueran hombres, mujeres o niños. Juh, jefe de una banda nednai, juró que le mataría para vengar esas muertes.

Por entonces, Cushing fue destinado a Fort Lowell, en Tucson [Pima County, Arizona], con la orden de “hacer todo lo posible para librar a esa sección de los indios que la infestan, y con este fin mantendrá a su comando habitualmente en acción, explorando el país y en particular esa parte al oeste del río San Pedro”.

Como dijo Dan L. Thrapp en su libro, Juh era un “increíble indio”. Charles F. Lummis, corresponsal del periódico “Los Angeles Times” dijo: “Juh fue uno de los apaches más peligrosos. Era alto y fuerte, de 1’82 metros y unos 100 kg., pelo muy obscuro y tartamudo. Era enérgico e implacable”. Era un buen líder, altamente capaz y particularmente querido por su gente, en línea con la costumbre apache de seguir a un jefe mientras tuviera éxito. El hecho de que tuviera la jefatura de su banda durante unos 30 años, da idea de su capacidad de liderazgo, y más, siendo tartamudo. Por eso Gerónimo hizo muchas veces de portavoz suyo.

Asa Daklugie, hijo de Juh, dijo: “Él [Juh] atrajo al oficial a un cañón”. Juh atrajo a Cushing a un lugar previamente establecido con unas determinadas características para realizar una emboscada. Estas características incluían un cañón con un terreno accidentado y rocoso que permitía a los guerreros esconderse; con una “salida trasera”, para permitir una retirada en caso de necesidad; y con un notable relieve que contribuía a cerrar el cañón.

En este caso, el plan de Juh no era acabar con cuantos más soldados mejor, ni sus monturas; el objetivo era matar a Cushing. Para ello salió de la Sierra Madre, para buscarle. La presencia de Juh no pasó desapercibida cuando dejó gran cantidad de huellas en el norte de Sonora, y en los condados de Santa Cruz y Cochise, en el sur de Arizona. La presencia de ese numeroso grupo de apaches dio lugar a que el capitán Alexander Moore ordenase a Cushing salir con un destacamento de 18 hombres para perseguirlos cuando, en realidad, era Juh quien iba tras ellos.

La estrategia de Juh se hizo patente cuando Cushing salió el 1 de mayo de 1871, del rancho de Peter “Pete” Kitchen, situado en la cabecera del Potrero Creek [Santa Cruz County, Arizona]. Kitchen les guio por un paso entre las Patagonia Mountains [Santa Cruz County, Arizona] y la Sierra de San Antonio [municipio de Santa Cruz, Sonora] cuando Cushing se dirigía al pueblo de Santa Cruz. Cuando Kitchen les mostró el camino, inició el regreso hacia su rancho, viendo a un grupo de unos 30 apaches. Cuando estuvo fuera de peligro, encendió un fuego para alertar a Cushing, pero este no lo vio. Los apaches seguían el rastro de Cushing. Asa Daklugie diría: “… mi padre mantuvo exploradores vigilándole”.

Cushing llegó a Santa Cruz [municipio de Santa Cruz, Sonora], el 1 de mayo, donde le informaron de la presencia de señales de actividad apache en el norte, en las Huachuca Mountains [Cochise County, Arizona]. Cuando el 3 de mayo, llegaron al sureste de esas montañas, encontraron huellas frescas de pisadas apaches. Los apaches no dejaban huellas cuando había militares cerca, a no ser que quisieran llamar la atención para atraerlos a una emboscada planificada.

El 4 de mayo, Cushing acampó al noreste de las Huachuca Mountains, encontrando la hierba quemada, por lo que los caballos y mulas de carga estaban sin pastos. Esta táctica de “tierra quemada” es otro indicio de que los apaches estaban “preparando” el camino de Cushing.

Al día siguiente, Cushing se dirigió al norte, bordeando la base de las Huachuca Mountains y adentrándose en terreno abierto hasta llegar al abandonado Camp Wallen [el futuro Fort Huachuca, Cochise County, Arizona], donde pretendía pasar la noche, sin embargo, los apaches también habían prendido fuego a la hierba, estando ardiendo cuando llegaron. Los animales del destacamento llevaban dos días sin poder pastar en condiciones. Ante esa tesitura, Cushing partió hacia Bear Springs, en las Whetstone Mountains [Cochise County, Arizona], con la esperanza de encontrar suficientes pastos allí.

Cuando Cushing había recorrido poco más de 3 km hacia el norte, vieron las pisadas de una mujer y su poni que se dirigían hacia el manantial. Seymour piensa que era un “dikohe” o aprendiz de guerrero, algo perfectamente posible, ya que Juh no llevaría mujeres para una misión tan específica como era matar a Cushing. El teniente ordenó al sargento John Mott que fuera con tres hombres a seguir esas huellas a través de terreno abierto.

Según Seymour, el lugar de la emboscada se ha ubicado en el cañón y en las montañas equivocadas. En el extremo sureste de las Whetstone Mountains se encuentra el cañón Bear Springs. Nadie ha encontrado nunca pruebas del enfrentamiento en esos lugares porque la emboscada tuvo lugar a algo más de 12 km más al sur, en un manantial que actualmente no tiene nombre. Mott afirmó que, a medida que avanzaban hacia el norte, se dirigían hacia Bear Springs. Por eso, la mayoría de los investigadores han supuesto que Mott se refería al manantial de Bear Springs cuando mencionó que la “mujer apache” se dirigía al manantial, pozo de agua situado antes de Bear Springs. Mott no dijo que las huellas se dirigían a Bear Springs sino “al manantial”. [Hoy en día, este manantial solo tiene algo de agua durante la estación lluviosa. El terremoto de 1887 y la perforación de un pozo en ese lugar probablemente afectaron al flujo de agua, haciendo que se secase].

Para complicarlo más, tanto el subteniente John Gregory Bourke como el capitán Alexander Moore pensaron que estaban en Bear Springs cuando fueron a recuperar los cuerpos. Bourke escribió: “Fue asesinado por la banda de indios apaches de Cocheis [sic, Cochise], cerca del Ojo del Oso o Bear Springs, en las montañas Mesteñes o Whetstone, al sureste de Arizona, el 5 de mayo de 1871”; mientras Moore declaró: “El teniente Cushing yace actualmente enterrado donde cayó, en una de las colinas al pie de la ladera sur de las Whetstone Mountains, a 14 km al norte de un punto del río Barbacomira [sic, Babocomari], a casi 5 km al oeste del Old Camp Wallen”.

El ejército creyó que el autor había sido Cochise, pero el sargento Mott, diría: “A los indios los mandaba un hombre grueso, de estructura pesada, montado en un cabello isabelo, que impartía las órdenes mediante gestos”. Esas características no coinciden con las de Cochise. Edward R. Sweeney describió a Cochise como “alto”, “bien constituido” y de unos “1,70 m”. El 6 de febrero de 1869, el comandante Frank W. Perry se reunió con Cochise, diciendo posteriormente: “Tenía unos 1’80 metros de altura, de fuerte musculatura, …”. Todo indica que fue Juh y no Cochise quien mató a Cushing. El hecho fue confirmado por Asa Daklugie [hijo de Juh] en el libro de Eve Ball, Nora Henn y Lynda A. Sánchez, “Indeh, An Apache Odissey”, diciendo que su padre estuvo en la batalla y fue responsable de ella. Además, Cochise estaba incursionando por Sonora del 13 al 24 de mayo.

El caso es que los nombres han cambiado con el tiempo. Lo que se conocía al principio como las Whetstone Mountains, se subdividieron en dos grupos de montañas diferentes, quedando las Whetstone al norte y las Mustang Mountains al sur, tal como se conocen hoy en día.

Mientras seguía las huellas, Mott vio a unos 15 apaches acechando con la intención de deslizarse detrás del grupo para atrapar a los soldados mientras subían por el arroyo hacia el cañón. Mott se percató de la trampa mortal que los apaches habían construido, empezando el enfrentamiento.

Los guerreros mostraron una notable disciplina bajo el fuego, manteniendo sus líneas mientras avanzaban hacia los soldados, disparando solo lo justo para conservar munición mientras presionaban a Mott. Un apache alcanzó al soldado Martin Green, por lo que Mott y los otros dos, retrocedieron y huyeron. El hecho de que Mott y los dos soldados pudieran retirarse y escapar a pesar de lo cerca que estaban de las posiciones apaches, da idea de que estos iban realmente a por Cushing, en lugar de a por sus hombres. Asa Daklugie diría: “Juh no estaba muy interesado en las tropas, solo en Cushing”. Cualquier otra muerte en el enfrentamiento fue colateral.

Tras este primer enfrentamiento, Mott retrocedió unos 650 metros, momento en el que Cushing se adelantó con sus hombres para unirse a él, después de enviar a algunos hacia atrás para vigilar el tren de carga. Avanzó unos 450 metros, viendo que los apaches retrocedían hacia la boca del cañón y hacia las laderas rocosas de las colinas circundantes.

Cushing interpretó su retirada como una huida, por lo que ordenó a ocho soldados que fueran tras ellos. Mott escribiría: “El teniente parecía pensar que los indios estaban completamente derrotados”, y Moore analizaría la situación: “El teniente parecía creer que los indios estaban completamente presas del pánico”, un error que llevó a Cushing a avanzar 20 metros más y caer abatido por los tiradores apaches.

Los apaches no estaban retrocediendo por temor. Juh había planeado enfrentarse a los soldados en la boca del cañón, donde tenía guerreros posicionados, atrayendo a Cushing allí. Durante el primer enfrentamiento con el sargento Mott, los tiradores apaches solo alcanzaron a Green, a pesar de la cercanía en la que se encontraban unos y otros, fallando extrañamente sus disparos, posiblemente para crear una falsa carencia de puntería y habilidad en el manejo de las armas. Cuando Cushing se unió a la línea de avanzada y estuvo expuesto a los disparos, los apaches le dieron primero en el pecho y luego en la cabeza, lo que sugiere que su puntería no era tan mala. El tirador apache que le mató [o dos, ya que recibió dos disparos], estaba a una distancia de entre 200 y 400 metros.

Según relató Mott, la posición que Juh durante el enfrentamiento, era lo suficientemente alto como para que sus guerreros le pudieran ver y él pudiera dirigirlos con señales de la mano, previamente establecidas. Recordemos que, en situaciones de estrés o nerviosismo, Juh era tartamudo.

Probablemente, dirigió la batalla desde la muralla construida en la ladera de la colina, al norte del lugar de la emboscada, un punto desde donde tenía una clara visión de la zona por donde llegaban los soldados. Donde se encontraba Juh, era improbable que un soldado le alcanzara a esa distancia en el caos del combate y durante la retirada.

Mott estimó que había 15 apaches por cada soldado. Teniendo en cuenta que Cushing llevaba 18 hombres, la proporción puede parecer exagerada, pero en todo caso, el número de guerreros tuvo que ser elevado para asegurarse el éxito de la empresa. La “caza” de Cushing fue una excepción, ya que las partidas de guerra chiricahuas rara vez contaban con muchos guerreros. Mott describió dos líneas de guerreros avanzando hacia él en el primer ataque, disparando intermitentemente. Juh evitó exponer visualmente la cantidad de guerreros que tenía en la fase inicial del enfrentamiento, así, cuando Cushing llegó a la posición de Mott, solo una parte de los guerreros estaban a la vista, dando así a Cushing una falsa sensación de seguridad y superioridad, haciéndole caer en la trampa. Cushing dijo a Mott que ocho hombres, fuertemente armados, eran suficientes para enfrentarse a los apaches.

Con la muerte de Cushing, el combate no duró mucho más. Por parte apache el objetivo estaba cumplido; y por parte de los soldados, con la caída del teniente, el sargento Mott ordenó retirada para evitar males mayores, dejando atrás los cuerpos de Cushing, Green y del empacador civil William Simpson. Mott, que sí había comprendido la gravedad de la situación, ordenó retirarse a Fort Crittenden [Santa Cruz County, Arizona]. En 48 horas, tres compañías de caballería estaban de camino a Camp Crittenden para acompañar a los soldados de Mott, y dirigirse al lugar del enfrentamiento para recuperar los cuerpos, encontrándolos desnudos. También había cuatro caballos muertos, medio comidos por los coyotes y los buitres, sillas rotas, alforjas, cantimploras con agujeros de bala, piezas de arnés y jirones de ropa esparcidos. Se desconocen las bajas apaches, aunque Mott declaró que habían visto caer a 13 guerreros.

Después del informe de Mott, se concedieron cinco Medallas de Honor. En aquella época, los oficiales no podían optar a ellas, por lo que Cushing no recibió ninguna, pero el sargento John Mott y los soldados John Kilmartin, Hermann Fichter, John P. Yount y Daniel H. Miller, recibieron en noviembre de 1871 la Medalla de Honor por valentía en acción.

Asa Daklugie dijo a Eve Ball: “El enfrentamiento del que Juh se sintió más orgulloso tuvo lugar aproximadamente en esta época” [mayo de 1871]).

* El 9 de mayo de 1871, el capitán Gerald Russell sale de Fort Bowie (Cochise County, Arizona) con 20 hombres de la compañía K, del 3º de Caballería, con suministros para ocho días, para ayudar a los capitanes Stanwood y Moore, que habían informado de un enfrentamiento con guerreros de Cochise en las Whetstone Mountains, al sudeste de Tucson ([Pima County, Arizona]. Fue allí y encontró rastros de los apaches mostrando que se habían dividido en pequeños grupos hacia diferentes direcciones, por lo que tuvo que regresar a Fort Bowie, llegando el 14 de mayo).

* En mayo de 1871, una banda de pápagos y miembros de la Guardia Nacional de Sonora, matan a más de 100 apaches y capturan a 21 de ellos, cerca del Aravaipa Canyon ([Graham & Pinal Counties, Arizona]. Los pápagos presentaron las cabelleras apaches para el cobro de las recompensas). 

* En mayo de 1871, William A. Pile, gobernador de New Mexico, viaja a los condados del sudoeste del territorio y realiza una lista de las depredaciones cometidas por los apaches entre el 25 de noviembre de 1869 y el 21 de mayo de 1871. (Para cada una de las 54 acciones, concretó la pérdida en vacas, caballos, mulos, burros, ovejas y otras reses, junto con el valor en dólares de cada una, además de 10 hombres muertos y dos heridos. Anteriormente, el gobernador de Arizona, Anson Safford también se había quejado de las depredaciones apaches en una carta publicada en The Daily Alta California de San Francisco. Entre el 15 de septiembre y el 24 de octubre de 1871, enumeró y describió 10 asaltos. Tanto los gobernadores como los colonos se aseguraron de que el gobierno estadounidense en Washington lo supiera).

Ante estos problemas, el Secretario de la Junta de Comisionados de Asuntos Indios, Vincent Colyer, recibió instrucciones directamente del presidente Ulysses Simpson Grant para que fuese a New Mexico y Arizona y reuniera a todos los apaches itinerantes a una reserva ubicada en Cañada Alamosa. De camino, Colyer logró aumentar sus atribuciones para ubicar a los apaches no solo en Cañada Alamosa, sino en cualquier otra reserva que pudiera designar. El ejército recibió órdenes para que ayudase a Colyer en cualquier forma que él solicitara. Llegaría a New México en agosto de 1871).

* El 10 de junio de 1871, Andrew Jackson Curtis, un ciudadano de New York, llega a Fort Stanton (Lincoln County, New Mexico) para hacerse cargo de la Agencia de los apaches mescaleros. (Curtis poco podía saber sobre lo que se hacía allí anteriormente. Su predecesor, el teniente Argalus Garey Hennisee, fue relevado en junio de 1870, siendo destinado al 8º de Caballería en Fort Craig [Socorro County, New Mexico], no dejando prácticamente ningún expediente. Hasta la llegada de Curtis, se encargaban de los mescaleros Nathaniel Pope, Superintendente de Asuntos Indios, que estaba en Santa Fe; y Lawrence G. Murphy, comerciante de Fort Stanton y agente no oficial [había sido capitán en la Reserva de Bosque Redondo, junto a Fort Sumner {De Baca County, New Mexico} cuando los apaches mescaleros huyeron en 1865. Curtis lucharía durante dos años con los problemas de la agencia, estableciendo un sistema regular de racionamiento, y proporcionando paz a los colonos de la zona. Sin embargo, el sistema de racionamiento que estableció le haría caer, rápidamente, en manos de sus contratistas [particularmente Lawrence G. Murphy]. Acusado de fraude, renunciaría a su cargo, dos años después, yéndose de New Mexico. 

Cuando Curtis llegó a Fort Stanton, José de la Paz y unos 30 apaches mescaleros acababan de llegar. Lo primero que hizo fue enviar a algunos de los recién llegados a que convenciesen a las demás bandas de apaches mescaleros que vagaban por el sureste de New Mexico y el oeste de Texas a establecerse cerca de Fort Stanton. Hasta ese momento, el ejército había sido incapaz de reunirlos. Desde que los apaches mescaleros habían huido de la Reserva de Bosque Redondo en 1862, las diversas bandas se habían dispersado por las montañas, evitando a los militares. Unos estaban en las Sacramento Mountains; otros, según unos comancheros, en el Delaware Creek, en Texas. [Los comancheros comerciaban con los nativos de las praderas, principalmente los comanches. Intercambiaban herramientas, telas, harina, tabaco y armas por pieles, ganado y cautivos de los comanches]. El 5 de julio un hombre llamado Gaines llegó a Fort Stanton diciendo que había hablado recientemente con Cadete, jefe apache mescalero, en una ranchería en el río Peñasco, cerca de su unión con el Pecos [Eddy County, New Mexico]. Cadete afirmó que estaba dispuesto a ir si le proporcionaban suministros y medios de transporte porque los comanches les habían robado los caballos. Curtis decidió actuar. Con el coronel Kautz suministrando carros y el comerciante Lawrence G. Murphy suministros, el agente partió con Gaines y un intérprete para encontrar a Cadete. Al encontrar su campamento desierto, regresaron por otro camino, enterándose de que Cadete había ido al fuerte).

* El 7 de julio de 1871, un grupo de apaches mata, a unos 6’5 km al oeste de Fort Bowie, a Julián Aqueira, un mexicano de 46 años, natural de Santa Cruz (Sonora) que trabajaba transportando el correo entre Fort Bowie (Cochise County, Arizona) y Tucson ([Pima County, Arizona].

El mismo día 7 de julio, otro grupo de apaches mataba a los hombres Brigido Villa y Fernando Ortiz; y a las mujeres Blaza Villaseñor y María Antonia Ortiz en un lugar conocido como Motepori, situado en el camino que va de Arizpe a Banamichi [los dos en Sonora]).

* A las 09:00 horas del 20 de julio de 1871, unos vecinos de La Estancia (municipio de Aconchi, Sonora) son atacados por unos 10 apaches que les sorprendieron mientras trabajaban. (Fallecieron cinco mexicanos, entre ellos un joven de 16 años, la madre de este y otro joven de 12 años de edad que estaba con ellos, además de un herido de flecha. Varios consiguieron huir lanzando piedras a los apaches. Otros vecinos salieron de manera improvisada tras los apaches, pero al alcanzarlos a 1.200 metros de La Estancia, Remigio Espinoza recibió un balazo y quedó herido de muerte. El resto de los perseguidores se desmoralizó. Poco después se les unieron otros vecinos que llegaron de refuerzo, pero al estar mal armados y los apaches refugiados en la sierra, optaron por irse con el cadáver de Espinoza. La noticia llegó al presidente municipal de Aconchi, A. Palacio, enviando al vecino Jesús Domínguez al mando de un grupo de 20 hombres de la Guardia Nacional).

* En agosto de 1871, Cadete y los principales jefes apaches mescaleros celebran un consejo en Fort Stanton (Lincoln County, New Mexico) con el agente del puesto, Andrew Jackson Curtis, a quien los mescaleros llaman Long Beard [Barba larga]. Cadete tenía ganas de firmar una paz justa y duradera, y el agente rápidamente redactó un tratado. Prometió que el gobierno protegería y daría suministros a los mescaleros, que tendrían una escuela y una tierra para cultivar, y que podrían mantener los bienes que poseyesen. A cambio,  debían permanecer en la reserva militar y vivir en paz. Cadete pareció satisfecho, y le dijo a Curtis que había otros mescaleros con los comanches y con otros apaches en la Agencia de Cañada Alamosa [hoy Monticello, Sierra County, New Mexico], al oeste del Río Grande. El agente inmediatamente envío a unos mescaleros para convencerlos de que fueran a la Agencia. Para finales de agosto había unos 300 de ellos acampados cerca de Fort Stanton.

En septiembre, había más de 400 mescaleros, recibiendo suministros de carne vacuna,  harina, harina de maíz, y maíz, por un total de 3. 048’98 $; en octubre, $2.343’60 $; en noviembre y en diciembre, 2.268 $; en enero de 1872, 3.871 $; y en febrero, 4.323’55 $. Curtis generalmente daba 0’45 kg de carne y 0’45 kg de harina de maíz por persona al día. En septiembre, pidió que la ración se incrementara a 0’67 kg a cada uno por el temor de que los mescaleros se vieran obligados a cazar más de lo habitual si las raciones no se incrementaban.

No había ningún día concreto para dar las raciones, ni se hizo ningún intento de dar raciones a cada persona, individualmente. Los representantes seleccionados por la tribu, banda o familia aparecían en el edificio de la Agencia y pedían las raciones para el grupo. Esto hizo imposible para el agente determinar el número exacto de mescaleros que estaban en los alrededores de la reserva militar, y pronto se presentaron cargos por corrupción contra Curtis y Lawrence G. Murphy, su contratista. En realidad era Murphy quien controlaba el puesto comercial durante la estancia de Curtis. También poseía una licencia de Comerciante Indio, fechada el 30 de marzo de 1871, y a menudo comerciaba con los mescaleros. Por ejemplo, Murphy compró un caballo a Cadete por 50 $, en el verano de 1871, y otro a Román [hermano de Cadete] por 65 $, el 2 de octubre de 1872. Desde el principio, Curtis dependía de Murphy para usar los locales, almacenes y corrales. Para vivir, Curtis tenía alquilada una pequeña habitación para él y su esposa, y una sala con suelo de tierra como oficina y sala de reuniones. El alquiler ambas era de 360 $ al año. Todos los suministros del gobierno estaban alojados en los almacenes de Murphy, y allí se daban los suministros. Esta situación, junto con el ineficiente sistema de racionamiento, colocó a Curtis a merced del comerciante.

Murphy rápidamente descubrió que una de las maneras más fáciles de manipular los contratos gubernamentales era sobreestimar el número de mescaleros que recibían raciones. El excedente no emitido podría ser vendido a ganaderos, agricultores, soldados y mercaderes en pueblos cercanos. Por lo tanto, el «número de mescaleros» comenzó a elevarse. En septiembre de 1871, Curtis informó que había 325 mescaleros cerca de Fort Stanton, de un total probable de 760; en octubre, el número había subido a 569; en abril de 1872, a 1.312; y el 1 de agosto, a 895. Al final de la estancia de Curtis en marzo de 1873, informó que el número de mescaleros pasó a ser de 2.679; un rápido aumento, señaló su sucesor Samuel B. Bushnell, que supera a conejos, ratas y ratones.

Curtis no solo tenía que alimentar a los mescaleros, sino que tenía que vestirlos. Tenía 2’15 $ por persona para comprar ropa que apenas llegaba para nada. En septiembre pidió más ropa, sobre todo mantas y camisas, ya que el invierno se acercaba rápidamente y los mescaleros estaban medio desnudos. Durante noviembre y diciembre, llegaron 500 mantas azules, y algunas más rojas para los jefes, para aguantar el duro invierno de 1871).

* En septiembre de 1871, tropas mexicanas persiguen, por varias zonas de Chihuahua, a una partida apache que consigue llegar al Río Grande y pasar a Estados Unidos.

* El 12 de octubre de 1871, el gobernador de Sonora, Ignacio Pesqueira se enfrenta en Ures (Sonora) con una banda apache que llega hasta las puertas de la población.

* El 21 de octubre de 1871, una banda de unos 60 a 80 apaches ataca el rancho de O’Neil, cerca de la Cienega de San Simon (Cochise County, Arizona) a unos 48 km al este de Fort Bowie ([Cochise County, Arizona]. El rancho contaba con dos edificios de adobe, y en uno de ellos había dos hombres, Richard Barnes y R. M. Gilbert. Varios apaches ocuparon en silencio durante la noche el que estaba vacío, hiriendo a Barnes cuando salió a la mañana siguiente. Gilbert, aunque tenía fiebre, hizo retroceder a los apaches con su rifle Henry de repetición, logrando que su compañero se arrastrase hasta la casa. Los apaches sitiaron el edificio hiriendo a Gilbert para posteriormente prender fuego al techo. Gilbert, al darse cuenta de que Barnes estaba lejos para ayudarle, salió fuera y alcanzó una buena cubierta. Los apaches sabían dónde estaba, pero no podían acercarse sin correr el riesgo de caer abatidos por su rifle de repetición, por lo que se fueron. Al día siguiente, Gilbert fue en busca de ayuda, llegando a la noche a Fort Bowie a notificar lo ocurrido al comandante del puesto, el capitán Harry M. Smith, quien envió al capitán Gerald Russell, con 25 hombres de la compañía K del 3º de Caballería, y Robert H. Whitney, contratista de madera en Fort Bowie como guía, a perseguir a los apaches, posiblemente dirigidos por Juh [Cochise estaba en Cañada Alamosa] por las Chiricahua Mountains [Cochise County, Arizona].

El rastro le llevó al Horseshoe Canyon [Hidalgo County, New Mexico], aproximadamente a 64 km de Fort Bowie, donde el 24 de octubre, Russell sufrió una emboscada. Los apaches habían dejado pistas falsas para hacer ver a Russell que era seguro acercarse al pozo de agua que allí había, dejando unas claras huellas que entraban y luego salían del cañón. Después se alejaron a gran distancia de la entrada del cañón para subir a las montañas y ocupar las alturas alrededor del Horseshoe Canyon. Russell llegó a media tarde. El guía Whitney murió de un disparo en el corazón nada más empezar el tiroteo y el soldado Blockhaus cayó gravemente herido poco después, falleciendo también dos caballos. Los soldados se defendieron tras las rocas durante cuatro horas, retirándose cuando llegó la noche, protegidos por la oscuridad. Russell afirmó haber matado a varios guerreros, pero no vio ningún cuerpo. Desde el punto de vista apache, las víctimas infligidas a sus perseguidores fueron irrelevantes, pero pusieron fin a su persecución, ya que Russell tuvo que regresar a Fort Bowie).

* El 5 de noviembre de 1871, se produce la masacre de Wickenburg. (Aproximadamente a las 08:00 de la mañana, una diligencia con siete pasajeros y un conductor es atacada a unos 12 km al oeste de Wickenburg [Maricopa County, Arizona]. Este suceso se convirtió rápidamente en centro de atención nacional. El conductor y cinco pasajeros varones murieron al instante o pocos minutos después del ataque. Dos pasajeros heridos [William Kruger y Mollie Sheppard] lograron huir y fueron recogidos por un carro de correo hacia el este, a unos 5 km al oeste del lugar de la emboscada, tras ser perseguidos por nueve miembros del grupo atacante. Mollie Sheppard murió a causa de la infección de sus heridas el 11 de enero 1872. De las ocho personas implicadas en la emboscada, solo William Kruger sobrevivió. Los apaches yavapais de Date Creek fueron acusados del crimen, aunque también hubo quien pensó que eran bandoleros mexicanos vestidos con ropas indias.  Sea como fuere, los planes de Vincent Colyer se vieron alterados por la presión de la opinión pública. Los muertos fueron Frederick Wadsworth Loring, C. S. Adams, John Lanz, Fred W. Shoholm, W. G. Salmon y P. M. Hamel [el único con el cuero cabelludo arrancado]. Un jurado nombrado para la investigación del hecho afirmó: “Los supervivientes, el señor Kruger y la señorita Sheppard, estaban seguros de que los atacantes eran apaches mohaves o yavapais de la reserva de Camp Date Creek. Llevaban los pantalones azules de los indios de la reserva y tenían el andar y la apariencia  de los apaches durante el tiempo que estuvieron a la vista. Además de esto, el capitán Meinholdt, del 3º de Caballería, que había sido destacado para averiguar, en lo posible, quiénes eran los autores, siguió las huellas en dirección a Camp Date Creek. Él declaró en su informe a su superior que tenía la convicción de que los asesinos eran de Camp Date Creek. La sospecha expresada en un principio por unos pocos de que el crimen habría sido cometido por bandidos mexicanos no tiene motivos suficientes que den motivo para un rumor de ese calibre”)

* En noviembre de 1871, el comisario municipal de Óputo (actualmente Villa Hidalgo, Sonora) informa a la prefectura que unos 20 o 25 apaches habían asaltado a los vecinos de dicho pueblo cuando se encontraban trabajando en sus campos. (Mataron a Leandro Granillo e hirieron a su hermano Severiano Granillo. En su persecución salieron 15 hombres hasta llegar al “Palo blanco” rumbo a Cumpas, pero se volvieron porque no pudieron seguir sus huellas a causa de la sinuosidad del terreno).

* El 20 de noviembre de 1871, el general Sheridan emite su orden general n.º 8 en la que define y ordena que todos los apaches chihennes se concentren en la Reserva de Fort Tularosa y que los que se encuentren fuera tras 30 días sin permiso serán considerados hostiles.

* El 21 de noviembre de 1871, el general John M. Schofield, comandante del Distrito Militar del Pacífico, emite órdenes generales para el gobierno de los indios sometidos al control militar en el Territorio de Arizona:

1.  Todas las bandas errantes serán localizadas y llevadas a las reservas.
2.  Los indios que se encuentren lejos de las reservas serán tratados como hostiles.
3.  El agente de cada reserva será un oficial del ejército.
4.  Se hará una lista de cada indio que sea lo suficientemente mayor como para seguir en pie de guerra. La lista deberá contener el número de miembros de su familia. Se mantendrá un duplicado de la lista de cada individuo en todo momento.
5.  La presencia en la reserva de todos los varones deberá ser comprobada al menos una vez al día.
6.  Una tribu, si no es culpable de dar ayuda, no debe ser castigada por los actos individuales.
7.  Las familias de los guerreros ausentes deben ser mantenidas bajo custodia hasta que estos sean capturados.
8.  El comandante del Departamento fijará un plazo para el comienzo del nuevo régimen.
9.  Los blancos no accederán a las reservas sin permisos y sin escoltas oficiales.
10. Cada indio recibirá una determinada cantidad de raciones y la distribución de las mismas será supervisada por oficiales del ejército.
11. Se continuará con las operaciones contra los hostiles hasta que sean sometidos.
12. Los incorregibles deben ser perseguidos usando exploradores de la zona.
13. Los comandantes tendrán autoridad para adoptar las medidas necesarias para llevar a efecto esta política.

La política de paz de Vincent Colyer había caído en desgracia. (El Secretario del Interior Delano ordenó al Superintendente de Asuntos Indios, Herman Bendell, que cooperase con el general Crook o dimitiese inmediatamente. Crook se preparó para llevar a cabo operaciones militares contra los apaches que permaneciesen fuera de las reservas).

* En diciembre de 1871, las noticias del traslado previsto de los apaches a Tularosa (Catron County, New Mexico) llega a Cañada Alamosa (hoy Monticello, Sierra County, New Mexico) por lo que muchos, incluyendo Nana, dejan la reserva yéndose a la reserva de los apaches mescaleros en Fort Stanton. (Las condiciones en Cañada Alamosa eran duras durante el invierno. Los ciudadanos de las proximidades cambiaban a los apaches licores por sus raciones y suministros.

Durante este tiempo, Cochise se volvió más solitario en la Reserva de Cañada Alamosa y sospechaba de los blancos pasando la mayor parte de su tiempo en las montañas, fuera de la Agencia.

Crook notificó a los apaches de Arizona que debían estar en las reservas para el 15 de febrero 1872 o serían considerados hostiles por lo que muchos se trasladaron a las reservas. Crook escribió a su superior, el general John McAllister Schofield, diciendo que Cochise debía ser devuelto a Arizona para controlar a su pueblo para el bien tan eficazmente como lo ha hecho hasta ahora para el mal”).